Pruebas proyectivas: Una herramienta en la evaluación de la personalidad
Germán Arley Baena Vallejo
Julián Steven Pino Mazo
Psicometría
Santiago Iván Restrepo Restrepo
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Facultad de Ciencias Humanas y Sociales
Psicología
Bello
2013
INTRODUCCIÓN
Las pruebas proyectivas han sido una herramienta muy importante en el plano de la
evaluación psicológica; fueron uno de los resultados de una época en la que la medición de
la conducta humana, por medio de pruebas, empezaba a tomar fuerza. El siglo XIX fue la
época en que la medición psicológica tomó un aspecto formal, y dio pie para el surgimiento
de las pruebas de personalidad y posteriormente de las pruebas proyectivas. El siguiente
texto consta de varios momentos: En un primer momento nos encargaremos de mostrar
históricamente cómo surgen las pruebas proyectivas, en un segundo momento nos
encargaremos de puntualizar los conceptos de proyección, personalidad y su íntima
relación, en un tercer momento haremos alusión a las pruebas proyectivas más relevantes y
en la parte final nos encargaremos de hacer nuestra propia apreciación acerca de estas
pruebas.
EL AUGE DE LA MEDICIÓN PSICOLÓGICA
Las pruebas han tenido un uso primitivo. En el año 2200 a.C. se utilizaban en China
para examinar las destrezas de aquellas personas que asumirían cargos públicos,
posteriormente en al año 1115 a.C. durante la dinastía Chan se realizaban exámenes para el
servicio civil donde se valoraban destrezas en la música, arquería, equitación, escritura y
aritmética. No obstante, fue hasta el siglo XVIII, cuando Christian von Wolff anticipó a la
psicología como ciencia y que la medición psicológica sería una parte de especialización
dentro de esa ciencia (Cohen, R. & Swerdlik, M., 2001).
En el siglo XIX, las ciencias físico-naturales utilizaban un método muy confiable en
el análisis de la realidad; las teorías se construían a partir de la experimentación y el uso las
matemáticas (Mirotti, M., 2008), de esta manera, las ciencias se enmarcaban en un
paradigma positivista que constituía el método más confiable para explicar el mundo. Así,
fueron surgiendo grandes personajes como Charles Darwin, quien con su planteamiento de
la evolución de las especies aseveraba que los seres humanos eran caracterizados por
ciertas diferencias individuales, sobres las cuales actuaba la selección natural. Lo anterior
no causó poco asombro en su primo Francis Galton, quien tras su tentativa de explorar y
cuantificar dichas diferencias individuales, terminó por clasificar a las personas de acurdo a
sus dotes naturales, esto es, la estatura, el peso, alcance del brazo, capacidad pulmonar
entre otras, dando más aportes a la medición de aquella época (Cohen, R. & Swerdlik, M.,
2001).
Con la necesidad de ingresar en el plano de las ciencias, aquellos personajes que
representaban a la psicología optaron por hacer a un lado la parte filosófica en que se
habían sustentado. Así, se acogieron a las metodologías propias de esa época y con la
intención de alcanzar resultados objetivos se inclinaron por investigaciones sobre
psicofisiológica y psicofísica (Mirotti, M., 2008), esto dio lugar al surgimiento de la
psicología científica con el laboratorio de Wilhelm Wundt en Leipzig.
Por su parte, James Cattell se encargó de estudiar las diferencias individuales en el
tiempo de reacción y en 1890 realizó una publicación donde introdujo el término prueba
mental, lo cual se presentó como una apertura al surgimiento de las pruebas psicológicas.
Esto dio lugar a que otros personajes como Alfred Binet, Karl Pearson, Charles Sperman,
Victor Henri, Emil Kreaplin empezaran a construir el cuerpo de una nueva ciencia
denominada psicometría, la cual se puede definir como la ciencia de la medición de la
psique (Cohen, R. & Swerdlik, M., 2001).
Las pruebas psicológicas habían adquirido un lugar importante dentro de la
psicología, éstas se utilizaban para la medición de las capacidades cognoscitivas, un
ejemplo de ello es la escala Wechsler de la inteligencia para adultos, inventada por el
psicólogo clínico David Wechsler. Sin embargo, las pruebas no llegaban hasta allí; la
acogida que había tenido la evaluación de las capacidades intelectuales dio lugar al
surgimiento de las pruebas de personalidad.
Fue en la primera guerra mundial cuando se vio la necesidad de evaluar la presencia
de problemas de personalidad en los militares del ejército estadounidense, esta tarea estuvo
a cargo del psicólogo Robert Woodworth quien inventó un cuestionario que permitía hallar
la existencia de varias psicopatologías en los reclutas y voluntarios; el cuestionario se
denominó Hoja de Datos Personales (Cohen, R. & Swerdlik, M., 2001). No obstante, el
carácter objetivo de dichas pruebas no podía dar cuenta de otros elementos de la vida de las
personas; esto era lo que sostenían corrientes como la psicología personalista, la psicología
comprehensiva, el existencialismo y el psicoanálisis, lo que produjo el interés por el uso de
las técnicas psicométricas al estudio de la vida afectiva y los valores de las personas,
espacio que no se había tenido en cuenta por las experimentaciones de la época. Fue de esta
manera que empezaron a surgir pruebas como el test de apercepción temático, la asociación
de palabras, las mancas de tinta, entre otras (Mirotti, M., 2008).
El término métodos proyectivos fue utilizado por primera vez en 1939 por Lawrence
Frank en su artículo “Projective methods for the study of personality” para designar
aquellas pruebas en las que es presentado un estímulo el cual puede ser respondido de
diversas formas y que evoca en el sujeto aspectos de su personalidad. Frank se refiere a la
proyección, en tanto la persona percibe la realidad de acuerdo a su experiencia y a sus
características internas. En 1939, Frank dijo:
Podemos captar la personalidad del individuo e inducirlo a revelar su manera
particular de organizar la experiencia, ofreciéndole un campo (de objetos, materiales
y experiencias) relativamente poco estructurado y poco dotado de organización
cultural, a fin de que pueda proyectar sobre ese campo maleable, su manera de ver
la vida, el sentido que tienen para él, sus valores, sus estructuras, y sobre todo sus
sentimientos. (Frank, L., 1939. Citado en Vives, M., 2005).
Frank utiliza este término ya que encuentra similitudes entre algunas pruebas
existentes tales como el test de asociación de palabras de Jung, el test de Rorschach y el test
de apercepción temática de Murray; es un intento de sistematización a partir de la hipótesis
proyectiva denominada por Rapaport, quien asevera que en cualquier percepción de una
situación externa hay intervención de elementos internos por los cuales las instancias
denominadas por Freud (Yo, Ello y Super-yo), pueden aparecer de manera manifiesta
(Vives, M., 2005).
Las pruebas proyectivas surgen como respuesta a la tendencia que caracterizaba a
los investigadores de las pruebas de personalidad, quienes se limitaban a rasgos específicos
de intensidades variables. Haciendo alusión a lo anterior, Frank realiza una crítica diciendo:
Es interesante ver cómo los estudiantes de la personalidad han intentado enfrentar el
problema de la individualidad con métodos y procedimientos diseñados para el
estudio de uniformidades y normas que ignoran o subordinan la individualidad,
tratándola como una desviación problemática que atenta contra la real, superior y
única importante tendencia central, moda, promedio, etc. (Frank, L., 1939. Citado
en Cohen, R. & Swerdlik, M., 2001).
Según Vives, M. (2005), durante la primera década del siglo XX, los primeros en
utilizar pruebas proyectivas con mayor rigor científico fueron Carl Jung (1904, 1910) y
Kent y Rosanoff (1910).
De esta manera, las pruebas proyectivas emergieron como un medio para evaluar la
personalidad centrada en el individuo, donde el paciente podía proyectar en estímulos
ambiguos lo que Frank llamaría su forma de ver la vida, propósitos, significados, patrones y
particularmente sus sentimientos (Cohen, R. & Swerdlik, M., 2001).
PROYECCIÓN, PERSONALIDAD Y TÉCNICAS PROYECTIVAS
Para saber qué son las pruebas proyectivas, es menester conocer los conceptos de
proyección y de personalidad, pues por una parte, la palabra proyección consta de muchas
acepciones y es entendida de diferentes maneras por diversos autores; y por otro lado, la
personalidad también puede entenderse de diferentes maneras, por lo que es evidente la
necesidad de comprender a qué se refiere las pruebas proyectivas cuando aluden a la
personalidad. Además de esto, porque es a partir de la manera cómo de entiende un
concepto que determinará lo que se intervenga con ese concepto, en este caso las pruebas
proyectivas en la evaluación psicológica. El desarrollo de lo anterior dará mayor rigor al
objetivo del texto.
Como decíamos en el fragmento anterior, el concepto de proyección tiene diversas
acepciones. El primero en utilizar el término proyección fue Sigmund Freud (1991) en su
texto “Sobre la justificación de separar la neurastenia un determinado síndrome en calidad
de neurosis de angustia”, allí dice que “la psique desarrolla una neurosis de angustia
cuando no se siente en condiciones de (…) controlar la excitación que surge
endógenamente (…) y actúa como si hubiera proyectado esta excitación al mundo exterior”
(p.112).
Para Laplanche y Pontails (2004), la proyección desde la perspectiva psicoanalítica
sería:
En sentido propiamente psicoanalítico, operación por medio de la cual el sujeto
expulsa de sí y localiza en el otro (persona o cosa) cualidades, sentimientos, deseos,
incluso «objetos», que no reconoce o que rechaza en sí mismo. Se trata de una
defensa de origen muy arcaico que se ve actuar particularmente en la paranoia, pero
también en algunas formas de pensamiento «normales», como la superstición.
(p.306)
Lo que aquí se debe tener en cuenta es que Freud durante toda su obra, hizo con el
término de proyección (lo mismo que hizo con toda su teoría en general) un desarrollo que
implicaba no estancarse en posturas iniciales, por lo que veremos que si nos remitimos a un
recorrido cronológico, haciendo caso a Vives, M. (2005), encontraremos que en 1896 la
proyección era un proceso que consistía en atribuir impulsos, sentimientos o afectos
propios a otras personas como fenómeno defensivo. En 1900, Freud diría que un sueño es
una proyección, esto es, la realización de un deseo. En 1905 la proyección tiene como
objetivo la conservación del narcisismo. En 1911, con el caso del presidente Schreber,
Freud haciendo alusión a la paranoia, diría que la proyección es una defensa primaria frente
a la ansiedad. En 1920, la proyección sería una tendencia derivada de las condiciones de
equilibrio dinámico y económico. En 1926, la proyección sería un paso previo al
desplazamiento de la fobia, haciendo alusión al caso del pequeño Hans de 1909.
Apoyándonos de Laplanche y Pontails (2004), encontramos otra definición de
proyección desde la perspectiva de la psicología en donde “El sujeto percibe el medio
ambiente y responde al mismo en función de sus propios intereses, aptitudes, hábitos,
estados afectivos duraderos o momentáneos, esperanzas, deseos, etc.”. Otra definición que
nos puede servir es la que plantea Rapaport, quien dice que es la forma en que una persona
organiza su mundo, de esta manera todo comportamiento da cuenta de esa organización de
la personalidad (Vives, M., 2005). Por su parte, Mirotti (2008), define la proyección como
“la natura tendencia a adjudicar a un objeto del mundo externo aspectos de nuestra propia
interioridad, apercibiendo después ese objeto como teniendo realmente esas características”
(p. 34).
Podemos colegir, según lo anterior, que el término proyección en psicoanálisis no es
unívoco al término de la psicología. Por un lado el psicoanálisis lo asume como un proceso
defensivo donde pone en algún objeto algo propio que le es insoportable. Por el lado de la
psicología la proyección se entiende en términos de organización, es decir, que la
proyección es una manera de organizar la realidad de acuerdo a la personalidad, esto quiere
decir que la proyección y la percepción no tendrían distinción, pues toda percepción sería a
su vez una proyección. Otra diferencia que encontramos entre ambas definiciones, es que
por un lado lo que se proyecta según la psicología, no es sólo de orden inconsciente, sino
que por el contrario también de orden consciente. Con respecto a esto Mirotti (2008) dice
que efectivamente la proyección de la que se habla en las pruebas se distingue claramente
del mecanismo de defensa planteado por Freud; inicialmente porque no sólo lo que se
proyecta es inconsciente y segundo porque en las técnicas proyectivas, la persona no trata
de desasirse de características negativas, sino que también se proyectan cosas positivas.
Esto anterior, podríamos decir, hace ruptura con el concepto psicoanalítico, y de paso
responde a una pregunta que quizás el lector ya se halla hecho, a saber, que no se puede
considerar práctica psicoanalítica a la utilización de pruebas proyectivas, precisamente por
lo dicho ulteriormente.
Bien, pero habiendo ya definido la proyección, es importante saber qué se entiende
por personalidad en el uso de dichas pruebas. Aunque el lector piense que nos hemos
metido en “camisa de once varas”, intentaremos mencionar algo general.
Es evidente que el tema referente a la personalidad se muestra complejo en tanto
existen decenas de definiciones. Para Bell (1978), la personalidad es una estructura
dinámica que se desarrolla debido a influencias fisiológicas, psicológicas y socio-culturales.
En dicho desarrollo, tanto la estructura de personalidad como la del medio se reflejan en la
conducta. Siguiendo a Cohen, R. y Swerdlik, M. (2001), algunas definiciones pretenden
abarcarlo todo; ejemplo de ello es la definición de McClelland (1951), para quien la
personalidad es “la conceptualización más adecuada del comportamiento de una persona en
todo su detalle” (p.69); para Menninger (1953), es “el individuo en su conjunto, su estatura
y peso y amores y odios y presión sanguínea y reflejos (…). Significa todo lo que
cualquiera es y en lo que está tratando de convertirse” (p.23). Debido a que sería imposible,
según Hall y Lindzey (1970) que una definición de la personalidad fuese utilizada de
manera general, Cohen, R. y Swerdlik, M. (2001) ofrecen su propia definición como “una
constelación única de rasgos y estados psicológicos del individuo [que constan de]
variables en las que los individuos pueden diferir, como valores, intereses, actitudes,
perspectiva del mundo, aculturación, identidad personal, sentido del humor y estilos
cognoscitivos y conductuales” (p. 396).
A lo anterior podemos agregar que la personalidad es también, aquello que
diferencia a cada individuo. Como se logra colegir de las definiciones de proyección, la
personalidad sería el conjunto de representaciones que el individuo de hace del mundo, es
la forma en que percibe y apercibe la información, es también aquella construcción propia
de la realidad y la manera en que se enfrenta a ella para moverse en la vida.
Teniendo ya, un esbozo de las definiciones de proyección y de personalidad,
podríamos responder qué son las técnicas proyectivas, en qué consisten y cuál es su
objetivo.
Como dice Mirotti (2008), las técnicas proyectivas son aquellas “cuyo objetivo es
investigar de modo sistemático con medios estandarizados la personalidad individual como
configuración orgánica” y además aclara “se diferencian así (también por otras
características) de los Cuestionarios de personalidad, que buscan establecer la presencia de
determinados rasgos.” (p.15). Según el mismo autor, existen tres elementos que son
comunes entre las pruebas proyectivas, a saber, su concepción holista que implica tratar al
hombre como un todo unificado, el enfoque dinámico relativo a la personalidad la cual está
en constante movimiento y su investigación de modo funcional en la que no sólo hay
interés por el “qué” de la conducta, sino también por el “cómo”, el “por qué” y el “para
qué”. Con respecto al último elemento, éste daría cuenta de la diferencia que existiría entre
las pruebas proyectivas y un enfoque conductista.
Un elemento fundamental que diferencia a las pruebas psicométricas de las pruebas
proyectivas, es que las primeras han sido diseñadas para medir rasgos como la inteligencia,
la atención, habilidades, etc. En éstas, a partir del puntaje que se le asigna al examinado, se
compara con la media de la población, lo que le permite al evaluador tomar hipótesis sobre
posibles patologías. Todas estas características le otorgan el status científico que pretenden
los elaboradores de esas pruebas. Por su parte, las segundas, en palabras de Mirotti (2008):
En cambio, buscan aproximarse a la personalidad como un todo, presentan
estímulos que pueden ser interpretados de diversas maneras, la consigna deja para
ellos mucha libertas; no hay respuestas acertadas o equivocadas, no miden, donde
hay cuantificación éstas es sólo referencial, la personalidad del examinador puede
influir significativamente en los resultados, deben ser administradas y evaluadas por
expertos con amplia formación clínica, etc. Son en definitiva, métodos para
aproximarse a una comprensión de la personalidad. (p. 18)
Por su parte Abt, L y Bellak, L. (1967), van un poco más allá de la utilización de las
pruebas e intentan hacer una Psicología Proyectiva. Bellak postula que toda percepción
actual sufre la influencia de la percepción pasada. Lo anterior se relaciona con lo que se
había dicho anteriormente, a saber que la proyección es una apercepción, incluso, Bellak
propone el mero uso de apercepción cuando se refiere a los procesos perceptivos generales.
De esta manera la apercepción se define como “la interpretación dinámicamente
significativa que un organismo hace de una percepción” (Vives, M., 2005). En otros
términos es una interpretación que se hace de la realidad de acuerdo a la experiencia y a las
emociones ligadas a ellas.
Siguiendo con Vives, M. (2005), Bellak también distingue cuatro modalidades de
distorsión aperceptiva: La proyección invertida como en el caso de la paranoia; la
proyección simple que es de carácter inconsciente pero no de grado patológico; la
sensibilización vinculada a procesos neuróticos y la externalización en la que el paciente
reconoce sus proyecciones.
ALGUNAS PRUEBAS RELEVANTES
En 1921, Hermann Rorschach publicó una prueba basada en unas manchas de tinta
que tenían como objetivo la evaluación de la personalidad. La aplicación de esta prueba
permite, por medio de la interpretación, descubrir características psicológicas del individuo,
clasificarlas con base en unas categorías psicológicas o psicopatológicas, establecer un
pronóstico, tomar decisiones terapéuticas, planificar la intervención y con la aplicación de
un segundo Rorschach, evaluar los cambios conseguidos con el tratamiento.(Vives, M.
2005). El test consta de diez manchas que si se doblan a la mitad, se verán iguales, dando el
efecto de espejo. Cinco de ellas son a color y las otras cinco son acromáticas. Lo curioso es
que las pruebas no incluyen ningún manual para su interpretación; no hay explicación de
por qué son diez ni de por qué unas son a color y otras no. Por estas y otras razones, la
prueba ha sido criticada e incluso se ha dicho que no debería ser considerado como prueba
proyectiva. No obstante, la prueba sigue vigente para muchos evaluadores (Cohen, R. &
Swerdlik, M., 2001).
En 1879, Galton utilizaba un método denominado la asociación de palabras, en el
cual presentaba al paciente una serie de palabra que no guardaban relación entre sí. La
prueba consistía en que le paciente dijera la primera palabra que se le ocurría luego de
recibir la palabra por parte del terapeuta. En 1910, Carl Jung sostenía que al presentar
algunas palabras en especial, las cuales podrían representar posibles áreas de conflicto, se
podría dar cuenta de un contenido latente. La prueba consistía en presentar una palabra a la
cual el paciente respondería con la primera palabra que se le ocurriera. En cada ejercicio, el
terapeuta anotaba el tiempo de reacción. En un segundo momento, se presentaban las
mismas palabras y se indica con anterioridad contestar las mismas que habían sido
respuesta en primer momento. A este proceso, el terapeuta anotaba el tiempo de reacción y
las palabras incorrectas. Un tercer momento constaba de las preguntas sobre el proceso
como por ejemplo ¿qué estaba pensando cuando respondió? La prueba de Jung dio pie al
surgimiento de la prueba de asociación libre de Kent-Rosanoff (Cohen, R. & Swerdlik, M.,
2001).
Los test proyectivos temáticos también han sido de gran relevancia. En 1935,
Morgan y Murray presentan el Test de Apercepción Temática, el cual consiste láminas que
varían de acuerdo al sexo y a la edad, los cuales se entregan sucesivamente mientras el
examinado narra una historia basada en lo que ve en cada lámina. La prueba permite
conocer los impulsos, sentimientos, complejos y conflictos de la personalidad en la trama
social. El T.A.T. está compuesto por 31 láminas, de las cuales 30 son a blanco y negro y la
otra es totalmente en blanco (Mirotti, M. 2008).
Otras pruebas importantes son aquellas que consisten en que el examinado realice
un dibujo. Los más reconocidos son el test de la figura humana, el test de la casa, árbol,
persona y el test de la familia.
El primero de ellos, el test de la figura humana, fue inventado en 1949 por Karen
Machover quien asevera que a partir de la figura humana que dibuja la persona, se relaciona
con los impulsos, ansiedades, conflictos y compensaciones características de ese individuo.
En dicho dibujo, la figura en la persona y la hoja el ambiente. Por su parte el test de la
familia desarrollado por Corman en 1961, trata de examinar el grado de dependencia,
agresividad, rivalidad paterna, el tipo de relación interpersonal, los mecanismos de defensa,
entre otros (Cohen, R. & Swerdlik, M., 2001).
UNA BREVE APRECIACIÓN
Es de gran consideración la relevancia que han tenido las pruebas proyectivas en el
plano de la evaluación psicológica, algo que da cuenta de ello es que siguen vigentes a
pesar del tiempo.
Hay varios elementos que nos parece importante mencionar. El primero de ellos se
relaciona con una inclinación mayor por las pruebas proyectivas que por las pruebas
psicométricas. Un elemento que sustenta nuestra postura es justamente lo que diferencia a
ambos tipos de pruebas, a saber, que por el lado las pruebas proyectivas, la intención no es
comparar con una media poblacional, no se trata de cuantificar ni de poner la vida de un ser
humano en números; de cierta manera, las pruebas proyectivas, desde nuestra perspectiva,
dan mayor vía a aquello que habla en el sujeto, en otras palabras, no es una simple
evaluación del yo, sino también una pequeña ventana a los contenidos que en términos
psicoanalíticos denominaríamos ello, o mejor ESO.
Con la anterior opinión, no queremos se entienda una desvalorización de las pruebas
psicométricas. En primer lugar, porque ocupan un lugar importante dentro de la evaluación
psicológica y porque son herramientas que bien utilizadas pueden ser una verdadera ayuda
para el proceso terapéutico. Lo que aquí planteamos es simplemente una pequeña
inclinación por la fundamentación de las pruebas a las que está dedicado este texto.
Otro elemento que es importante mencionar, consta más de una aclaración. A saber,
que hay varios elementos con respecto a las pruebas proyectivas que nos causan curiosidad.
Uno de ellos es la validez, y aquí viene la aclaración: Nosotros en este trabajo, no nos
sentimos en posición de dar cuenta si estas pruebas son válidas o no; incluso, no podemos
dar cuenta si las pruebas proyectivas son más válidas o menos válidas que las pruebas
psicométricas, pues creemos que lo único que puede confirmar esto es la clínica. De esta
manera, consideramos que el objetivo de este trabajo es plenamente de construcción de
conceptos, pues como hemos dicho, la validez no se da por medio de la teoría.
Tampoco podríamos decir mayor cosa acerca de la confiabilidad. Recordemos que
la confiabilidad es considerada como el “grado en que la aplicación repetida de un
instrumento de medición al mismo sujeto u objeto produce iguales resultados” (Hernández,
1998, p. 332). Incluso, creemos que por la naturaleza de estas pruebas, tanto la validez
como la confiabilidad no podrían ser determinadas de la misma forma en que se determinan
para las pruebas psicométricas.
El problema, creemos nosotros, con este tipo de pruebas, es que su naturaleza les
impide satisfacer los criterios de cientificidad. Sabemos bien que una de las influencias
principales de estas pruebas es la teoría psicoanalítica, la cual tampoco ha sido considerada
como ciencia y que de igual forma ha sido muy criticada por éste y otros aspectos. Por eso
creemos que con este tipo de métodos no se puede ser apresurado en las críticas, pues es
importante conocer los fundamentos epistemológicos, las bases en las que se sustenta
cualquier constructo, pues es evidente que cuando el objeto es el mismo sujeto, el método
científico puede tener dificultades para su aplicación.
CONCLUSIONES
Las pruebas proyectivas pueden ser consideradas como una herramienta para la
evaluación de la personalidad, que por medio de estímulos pretenden que la persona arroje
hacia afuera aquellos aspectos de su vida que son determinantes, lo cual permita un avance
en la terapia.
Aunque las pruebas proyectivas tienen influencia del psicoanálisis, su concepto de
proyección es marcadamente diferenciado, lo que implica una ruptura con el concepto
Freudiano y una diferenciación clara de la práctica psicoanalítica.
La proyección puede definirse como la manera en que percibe el ser humano el
mundo exterior de acuerdo a su forma de interpretar y de organizar la realidad. La
proyección es un reflejo de la realidad interna, en otras palabras, es un reflejo del pasado.
La proyección se caracteriza esencialmente por una apercepción de la realidad, una
forma de interpretar la realidad de acuerdo a la experiencia y a las emociones que se
encuentran relacionadas.
El objetivo de las pruebas proyectivas es investigar de modo sistemático la
personalidad individual como configuración orgánica, lo que hace diferencia con aspecto a
las pruebas de personalidad.
Hay tres elementos característicos de las pruebas proyectivas: su concepción
holística, el enfoque dinámico y su investigación de modo funcional.
Las pruebas psicométricas se diferencian de las pruebas proyectivas, ya que las
primeras tienden a una medición y comparación, mientras que las segundas se encargan de
investigar elementos de la personalidad por otras vías.
REFERENCIAS BIBIOGRÁFICAS
Abt, L y Bellak, L. (1967). La psicología proyectiva. Argentina: Paidós.
Bell, J. (1978). Técnicas proyectivas. Exploración de la dinámica de la personalidad.
Argentina: Editorial Paidós.
Cohen, R. & Swerdlik, M., (2001). Pruebas y evaluación psicológicas. México: McGraw-
Hill/Interamericana Editores, S.A. de C.V.
Freud, S. (1991). Sobre la justificación de separar la neurastenia un determinado síndrome
en calidad de neurosis de angustia. Obras completas. Vol. III. Argentina:
Amorrortu Editores.
Hall, C. & Lindzey, G. (1970). Theories of personality. Estados Unidos: Wiley.
Laplanche, J. & Pontails, J. (2004). Diccionario de psicoanálisis. Argentina: Editorial
Paidós.
McClelland, D. (1951). Personality. Estados Unidos: Holt-Dryden.
Menninger, K. (1953). The human mind. Estados Unidos: Knopf.
Mirotti, M., (2008). Introducción al estudio y práctica de las técnicas proyectivas.
Argentina: Editorial Brujas.
Vives, M., (2005). Test proyectivos: aplicación al diagnóstico y tratamiento clínico.
España: Publicaciones I Edicions de la Univesitat de Barcelona.
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