Relaciones. Estudios de historia y sociedad
ISSN: 0185-3929
El Colegio de Michoacán, A.C
México
Alfaro Ramírez, Gustavo Rafael
A CRISIS POLÍTICA DE LA PUEBLA DE LOS ÁNGELES. AUTORITARISMO Y OLIGARQUÍA EN EL
GOBIERNO DE DON JUAN JOSÉ DE VEYTIA Y LINAJE, 1697-1722
Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXV, núm. 99, verano, 2004, pp. 213-257
El Colegio de Michoacán, A.C
Zamora, México
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VEYTIAY
LINA
JE, 1697-1722
Gustavo Rafael A
lfaro Ramírez*UN
AM
Am
i amigo Javier Sanchíz, flor y espejo de la prosopografía
El siglo de oro de la Puebla de los Ángeles fue el siglo XV
II. Cuando pen-sam
os en el crecimiento dem
ográfico, el desarrollo urbano o la historiadel arte, inm
ediatamente encontram
os múltiples pruebas de que el siglo
XVIIfue una época de esplendor, pero ¿Cuándo term
inó la prosperidad?
L* Esta investigación se realizó como parte de la tesis doctoral titulada “A
dministra-
ción urbana y poder oligárquico en la Puebla de los Ángeles, 1690-1783” proyecto apoya-
do por la Dirección G
eneral de Estudios de Posgrado de la UN
AM. A
gradezco también la
lectura de la primera versión de este artículo a los doctores Virginia G
uedea, Felipe Cas-tro, Elsa Cecilia Frost y M
iguel Ángel Cuenya. El lector puede enviarm
e sus comentarios
a la siguiente dirección electrónica ua012005@m
ail.udlap.mx
Este artículo analiza el gobierno de don Juan José de Veytia y Linajeen las diferentes áreas de su com
petencia: como recaudador de alca-
balas, como alcalde m
ayor de la ciudad y como alto funcionario de la
Real Hacienda. Enfoca especialm
ente la forma en que gobernó la ciu-
dad y sus relaciones con la oligarquía poblana. Su gobierno es de es-pecial interés porque dem
uestra la forma en que el Estado español
podía –ocasionalmente– recuperar la iniciativa frente al control ejerci-
do por los intereses de las elites locales, aunque eran precisamente las
reglas del sistema político im
perial, las que destruían lo que hubierantenido que fortalecer: la autoridad y el control m
onárquico sobre lasregiones del im
perio.
(Puebla, don Juan José Veytia y Linaje, oligarquía, crisis política, elite,ayuntam
iento)
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de autores que estaban plenamente identificados con los grupos do-
minantes. 2
Otro ejem
plo del prudente silencio de los “cronistas oficiales” lo en-contram
os en el muy citado “Inform
e dado a su muy ilustre ayunta-
miento el año de 1746, por el M
. R. P. fray Juan de Villa Sánchez”. 3Esuna excelente m
uestra de la forma en que se explicaba la crisis en la épo-
ca novohispana. En su opinión la decadencia se debía a cinco causas: laprim
era era la prohibición del comercio con el Perú; la segunda, el au-
mento de la presión fiscal por los arrendam
ientos de alcabalas, naipes,pulque y gallos; la tercera, el cam
bio en la administración de azogues;
la cuarta, la celebración de ferias en Jalapa; y la quinta causa era el exce-sivo lujo en los vestidos, y la costum
bre de derrochar los ahorros fami-
liares (!). 4Aunque las dos prim
eras causas parecen factibles, Garavaglia
y Grosso dem
ostraron que para aceptarlas habría que ignorar un graveproblem
a de cronología. Por eso nos asalta la duda ¿Realmente los an-
gelopolitanos no sabían cómo habían pasado de un período de auge a
uno de estancamiento? Seguram
ente no era por ignorancia sino por in-terés político que los autores del inform
e evitaron hablar de las causasreales que conocían m
uy bien. Por eso redactan una explicación acordecon las necesidades de quienes habían solicitado el inform
e: los miem
-bros del ayuntam
iento poblano. Tanto fray Juan de Villa Sánchez, como
Diego A
ntonio Bermúdez de Castro, fueron m
uy cuidadosos para noofender la sensibilidad de aquellos que eran sucesores de los directa-m
ente responsables.
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¿Cuándo comenzó la m
uy comentada “crisis poblana”? H
asta ahora noha habido m
ucho interés por responder estas preguntas, pero conoce-m
os los testimonios de los contem
poráneos del siglo XVIIIque m
alde-cían la crisis hablando de “la despoblación de la ciudad”, “el abandonode los m
ercaderes que antes rentaban casas y bodegas” e incluso, la pér-dida de oportunidades com
erciales y privilegios administrativos. Y
losm
ás pesimistas eran los m
ejor enterados, como aquellos que pasaron a
la posteridad por sus inquietudes historiográficas: los cronistas Miguel
de Alcalá, José A
ntonio Villa-Señor, fray Juan de Villa Sánchez, y tam-
bién los historiadores como M
ariano Fernández de Echeverría y Veytiao Francisco Xavier Clavijero.
Como la desesperanza quedó bien distribuida en gran variedad de
testimonios, los historiadores Juan Carlos G
aravaglia y Juan CarlosG
rosso dispusieron de ellos y nos presentaron al siglo XVIIIcom
o el siglode la crisis de la región Puebla-Tlaxcala. A
unque no llegaron a determi-
nar con claridad el principio de la crisis, si explicaron su impacto dem
o-gráfico y económ
ico a partir de factores estructurales. Dedicaron una
mayor atención a los problem
as geográficos y ecológicos que provoca-ron la pérdida del dinam
ismo económ
ico en la región organizada por laPuebla de los Á
ngeles. 1Pero el modelo explicativo de G
aravaglia yG
rosso era básicamente económ
ico, y no tomaba en cuenta factores po-
líticos ni sociales. Fue una omisión grave pero explicable, pues adem
ásde que era el prim
er acercamiento al tem
a, los escritos de los cronistaspoblanos que fueron cuidadosam
ente analizados por Garavaglia y
Grosso, no proporcionan el m
ás leve indicio sobre problemas sociales o
políticos. Al contrario, había m
uchos elogios para los gobernantes. In-clusive, a juicio de quien fuera uno de los m
ejores historiadores del sigloXV
III, don Mariano Fernández de Veytia, la ciudad de los Á
ngeles pare-cía un lugar celestial, pues desde su fundación había sido gobernadapor las personas m
ás capaces y sabias. No podía esperarse otra cosa
1Juan Carlos Garavaglia y Juan Carlos G
rosso, “La región Puebla-Tlaxcala y la eco-nom
ía novohispana, 1680-1810” en Varios Autores, Puebla de la colonia a la revolución.
Estudios de historia regional,México, CIH
S, Universidad A
utónoma de Puebla, 1987, 73-124.
La mism
a versión de dicho artículo fue publicada en la revista Historia m
exicana, vol.XXXV
abril-junio, 1986, México, El Colegio de M
éxico, 549-600.
2Recientemente la historiadora Frances L. Ram
os ha encontrado una buena pruebade que las causas de la crisis eran bien conocidas y m
uy comentadas por los contem
po-ráneos. M
e refiero al documento titulado “La violencia de un poder ejecutado con tira-
nía”. Es una crítica política expresada en forma de sátira que recuerda los autos sacra-
mentales; pista valiosísim
a para el estudio del pensamiento y la cultura política de la
Angelópolis que Frances Ram
os ha estudiado con profundidad.3Esta obra ha sido conocida desde 1835 con el título de Puebla sagrada y profana.
Informe dado a su m
uy ilustre ayuntamiento el año de 1746 por el M
. R. P. Juan de VillaSánches,religioso del convento de S. D
omingo. Instruye de la fundación, progresos, agricultura, com
ercio,etc. de la expresada ciudad. Lo publica con algunas notas Francisco Javier de la Peña, hijo y veci-no de la m
isma, Puebla, Letras de Puebla, 1962, 135 pp.
4Juan de Villa Sánchez, Puebla sagrada y profana..., 43-56.
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te. 6Sus consecuencias serían no sólo económicas y dem
ográficas, sinotam
bién políticas. La crisis sacó a relucir el descuido y malos m
anejosde la oligarquía capitular de la ciudad de los Á
ngeles. 7
Yla consecuencia inm
ediata fue la crisis política y la destrucción deun sistem
a político largamente fraguado. Porque los cim
ientos del siste-m
a que comenzó a derrum
barse el año de 1691 habían sido fundadosnoventa años antes, el año de 1601, cuando los regidores angelopolita-nos ganaron el prim
er contrato del encabezonamiento de alcabalas de
toda la Nueva España. 8A
partir de ese mom
ento la administración del
impuesto sobre com
pra-ventas permitió que la oligarquía controlara a los
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Este artículo explica cómo com
enzó la crisis económica y la m
aneraen la que desencadenó una crisis política y social de largo alcance. M
einteresa aclarar la responsabilidad de las autoridades locales, virreina-les, e incluso im
periales, pues, de acuerdo con los datos aquí analizados,fueron precisam
ente los altos y medianos funcionarios quienes tom
arondecisiones que precipitaron a la ciudad en un ciclo de terror fiscal sinprecedentes. A
l mism
o tiempo, el choque entre el poder burocrático de
don Juan José de Veytia y el poder de la oligarquía angelopolitana, pro-vocó cam
bios trascendentes en el sistema político. U
no de los más im
-portantes fue la aparición de un nuevo grupo dom
inante. Es una histo-ria que los contem
poráneos conocieron bien pero que hasta el mom
entohabía quedado inédita. Para entenderla com
enzaré con una breve des-cripción del sistem
a político oligárquico de la Puebla de los Ángeles.
Después verem
os su respuesta ante la crisis económica que llevaría a
romper el equilibrio favorable a la oligarquía capitular. Explicaré los
conflictos y las bases del consenso que permitieron llegar a una nueva
etapa de estabilidad y reconstrucción oligárquica, identificando a losprincipales protagonistas de la política local.
PU
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ENTA
DEL
SEISCIENTO
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ENTA
Cual si fuera una tormenta, la crisis económ
ica se abatió sobre la Pueblade los Á
ngeles cuando alcanzaba su máxim
o crecimiento económ
ico ydem
ográfico. Los primeros im
pactos económicos fueron detonados por
una serie de sequías; plagas inesperadas como el chahuistle; m
alas cose-chas y m
uerte del ganado. Calamidades a las que seguiría el encareci-
miento de productos básicos, la crisis com
ercial y el desempleo. 5A
sí fuecom
o la crisis económica, que algunos supersticiosos habrían creído
anunciada por el gran eclipse solar de 1690, se extendió por todo el vallepoblano-tlaxcalteca llevando asociados los flagelos del ham
bre y la pes-
5Encontramos un buen análisis de las dificultades en el sector agropecuario que pro-
vocaron quiebras y una mayor tasa de endeudam
iento en Ursula Ew
ald, Estudios sobre lahacienda colonial en M
éxico. Las propiedades rurales del Colegio del Espíritu Santo en Puebla,W
iesbaden, Franz Steiner Verlag GM
BH, 1976, 207 pp.
6En opinión del doctor Miguel Á
ngel Cuenya la crisis de mortalidad de la últim
adécada del siglo XV
IImarca el cam
bio del patrón demográfico. Esta fue la crisis que ter-
minó con el crecim
iento demográfico al enfrentar no sólo los decesos provocados por
epidemias y pestes, sino tam
bién la migración resultante de la crisis económ
ica queacom
pañó a estos fenómenos. A
partir de 1692 la población de la ciudad de Puebla invir-tió su tendencia de crecim
iento, y en el siglo XVIIIpasó del estancam
iento a la pérdidaneta de población. Com
unicación personal del doctor Miguel Á
ngel Cuenya. Adem
ásM
iguel Ángel Cuenya, “Epidem
ias y salubridad en la Puebla de los Ángeles (1650-1833)”
en Rosalva Loreto y Francisco J. Cervantes (coordinadores), Limpiar y obedecer. La basura,
el agua y la muerte en la Puebla de los Á
ngeles, 1650-1925,México, Claves latinoam
ericanas,BU
AP, CEM
CA, El Colegio de Puebla, 1994, 287, 69-125. Especialmente sobre la crisis de la
década de 1690, páginas 93-95. Sobre la serie de epidemias que azotaron la región con-
frontar: Elsa Malvido, “Factores de despoblación y de reposición de la población de
Cholula en la época colonial (1641-1810)” en Elsa Malvido y M
iguel Ángel Cuenya (com
-piladores), D
emografía histórica de M
éxico. Siglos XV
I-XIX, M
éxico, Instituto Mora-U
niversi-dad A
utónoma M
etropolitana, 1972, 63-111. 7El estudio de todo el proceso se encuentra en G
ustavo Rafael Alfaro Ram
írez, “Lalucha por el control del gobierno urbano en la época colonial. El cabildo de la Puebla delos Á
ngeles, 1670-1723”, tesis de maestría en historia de M
éxico inédita, México, U
NA
M,1998, 83-167.
8La alcabala era un impuesto que se cobraba por cada una de las ventas de bienes
muebles e inm
uebles. Al principio se cobraba 2%
del valor de cada producto, pero du-rante el siglo XV
IIhubo nuevos aumentos para la contribución de la U
nión de Arm
as y dela A
rmada de Barlovento, y la tasa subió a 6%
. La ley establecía que la venta de todos losproductos (excepto alim
entos básicos) fueran naturales o producto del trabajo humano
tenía que pagar alcabala. Los indios sólo pagaban cuando comerciaban con productos
“de españoles”. En cambio los eclesiásticos estaban com
pletamente exentos. Juan Carlos
Garavaglia y Juan Carlos G
rosso, Las alcabalas novohispanas (1776-1821), México, A
GN-
Banca CREMI, 1988, 1-3 y 11-19. U
na de las formas em
pleadas para simplificar la adm
inis-
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El equilibrio favorable a la oligarquía se rompió en 1691. Justo con el
primer año de crisis económ
ica comenzó la crisis política. La m
ala ad-m
inistración de las alcabalas haría estallar el sistema dividiendo a la eli-
te en dos grupos: los aliados de los capitulares y los opositores. Los ad-versarios de la oligarquía capitular surgen precisam
ente de las filas delos antiguos aliados. N
o es exagerado pensar en una “toma de concien-
cia para sí” que los decide a romper con la oligarquía para defender sus
intereses por sí mism
os. 10
Formalm
ente el pleito comenzó a m
ediados del año 1691, cuandolos com
erciantes se negaron a prestar dinero para pagar los adeudos dealcabalas hasta que los regidores les perm
itieran participar directamen-
te en la administración de dicho im
puesto. Desesperados, los regidores
se vieron obligados a aceptar. 11En realidad los comerciantes siem
pre ha-bían hecho préstam
os forzosos, pero esta vez demostraron que su obje-
tivo final era terminar con la hegem
onía de la oligarquía. Entendieronque su m
isma existencia estaba com
prometida. Por eso la división entre
las elites es definitiva y total. Am
bas fracciones de la elite (oligarquía ca-pitular y com
erciantes) se organizaron para movilizar todos sus recursos
en un pleito de enormes proporciones. En apariencia las autoridades de
Real Hacienda y el virrey dejaron pasar el tiem
po hasta que despuésde m
eses de indecisión, restablecieron el orden, pero sin determinar cla-
ramente al bando vencedor. En diciem
bre de 1693 emitieron una senten-
cia: retiraron a los comerciantes de la adm
inistración conjunta y dejarondichas tareas únicam
ente en las manos de los regidores. M
ás la oligar-quía había quedado dividida y todo el sistem
a político sufriría las con-secuencias. Fue una decisión salom
ónica. La división se convirtió en se-paración cuando los regidores don José de Barrios, don D
omingo de
Apresa, don M
iguel Vázquez M
ellado y don Pedro de Jáuregui y Bárse-na, acapararon las principales funciones adm
inistrativas durante los úl-tim
os cuatro años del contrato alcabalatorio. 12
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comerciantes y artesanos en un área esencial: la recaudación fiscal. Todo
parece indicar que ambos sectores aceptaron el nuevo liderazgo, aunque
desde el principio fue evidente que los regidores mantenían una estre-
cha alianza con los negociantes más poderosos, quienes aprovecharon su
amistad para obtener ventajas y sum
arse orgánicamente a sus filas, de tal
manera que era m
uy difícil encontrar divisiones entre los dos grupos.El ciclo de dom
inio de la oligarquía capitular se extiende desde elaño de 1601 hasta la últim
a década del siglo XVII. 9Especialm
ente duran-te los últim
os años de este período (1665-1691) la oligarquía controlacon m
aestría diversas dimensiones del poder: delim
ita funciones, fija supropia com
petencia, distribuye reconocimientos, ejerce la justicia sin
producir conflictos graves, regula el mercado urbano, y disfruta la con-
fianza de las autoridades superiores del reino y del imperio. U
no de susm
ayores logros es precisamente su sabia coordinación con el edificio ad-
ministrativo del Estado español. La oligarquía conocía y m
anejaba muy
bien las reglas del sistema político y con ellas controlaba plenam
ente lapolítica local. Sus opositores no podían enfrentar su poder, sencillam
en-te no tenían oportunidad de hacerlo, ni dentro ni fuera de la ciudad.
tración fiscal en la época moderna fue arrendar el cobro de algunos im
puestos a particu-lares. La Corona, a través de sus funcionarios de Real H
acienda dictaban las condicionesdel contrato por el cual se delega la función de recaudar directam
ente determinados im
-puestos. D
espués de asegurarse que tenían la mejor oferta, los oficiales de Real H
aciendafirm
aban el contrato con él o los particulares. Eran frecuentes los arrendamientos perso-
nales o institucionales, como fue el caso de las alcabalas que fueron arrendadas por ayun-
tamientos o consulados. Por lo general se estipulaba la cantidad total a pagar en un nú-
mero preciso de años, y se prorrateaban los pagos anuales. En el caso específico de los
arrendamientos del cobro de alcabalas, el contrato se llam
aba encabezonamiento.
9La oligarquía capitular es el grupo de la elite que desempeñaba un cargo adm
inis-trativo y judicial en el gobierno local. Por su form
a de reclutamiento, funcionam
iento eintegración, es la pieza clave de un sistem
a político específico. Lo he denominado oligar-
quía capitular para incluir dos características distintivas; por una parte el cabildo era elúnico cuerpo de gobierno encargado por el rey de adm
inistrar, gobernar, y ejercer la justi-cia en su nom
bre de manera perpetua. Por otra parte su poder político está basado en su
poder administrativo, pero sobre todo en su preem
inencia social. En la época moderna
era frecuente usar la palabra “capitular” como sinónim
o de “regidor”, por eso denominé
a este grupo “oligarquía capitular”.
10Gustavo Rafael A
lfaro R., “La lucha por el control...”, 158-167.11A
rchivo del Ayuntamiento de Puebla, Libro de A
ctas de Cabildo número 32, sesión
del 9 de agosto de 1691. En adelante AA
P. LC.32 9-ago-1691 f. 371-373.12A
AP. LC.33 2-ene-1694 f. 399-404
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tar los beneficios fiscales de la Corona precisamente porque atacó y des-
truyó los intereses creados de las elites poblanas. Pero la historia es más
compleja, de inm
ediato nos preguntamos ¿Q
ué condiciones permitieron
que un funcionario destruyera a un grupo oligárquico que tenía una ex-periencia social en el poder de casi una centuria? Si la destrucción de di-cha oligarquía capitular era irreversible y por tanto efectiva ¿la políticalocal de Veytia podía convertirse en un m
odelo diseñado para fortalecerel poder del Estado español? ¿O
más bien era una excentricidad que no
podría escapar a la dinámica política im
puesta por el patrimonialism
oy la política oligárquica vigente? Para acercarnos a las respuestas debe-m
os saber quien era don Juan José de Veytia y sobre todo, saber qué eslo que quería de Puebla y los poblanos.
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NERO
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BALERO
A“H
ERCULES
FISCAL”
Es imposible saber si don Juan José de Veytia y Linaje pensó que llegaría
a envejecer y morir en la Puebla de los Á
ngeles. Cuando llegó a la ciu-dad era un hom
bre maduro con gran experiencia en diversos cargos de
la administración im
perial, pero con un serio tropiezo en su carrera. 13
Después de adm
inistrar las alcabalas de la ciudad de México había sido
incapaz de incrementar la recaudación. Seguram
ente por eso, y también
para complacer poderosos intereses, los funcionarios de la Real H
a-cienda retiraron a Veytia de la adm
inistración de las alcabalas de Méxi-
co y decidieron rematarlas, una vez m
ás, al Consulado de Comer-cian-
tes. 14Por eso, cuando el Tribunal de cuentas nombró a Veytia juez de las
alcabalas de Puebla, seguramente pensaron que era un cargo de corta
duración. Una vez que hubiera resuelto la m
araña de pleitos entre regi-dores y com
erciantes, lo retirarían del cargo. Ya aclaradas las cuentas, la
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Nadie se dio cuenta de que era una victoria aparente. La facción
vencedora tampoco pudo creer que la ruina asechaba a todos los regido-
res y a la ciudad en su conjunto. El desenlace del conflicto fue totalmen-
te inesperado. Antes de que term
inara el último contrato de la adm
inis-tración de las alcabalas llegó un contador del Tribunal de Cuentas, donJuan José de Veytia y Linaje, quien tom
aría las decisiones más trascen-
dentes de los siguientes cincuenta años. Desde el prim
er día emprendió
auditorias que sacaron a la luz fraudes y desfalcos. Yno conform
e condenunciarlos, don Juan José obligó a m
uchos de los regidores a pagargrandes m
ultas para evitar la cárcel y el embargo de sus propiedades.
Su furor justiciero llegó hasta el extremo de cobrar deudas a los parien-
tes de regidores que habían muerto tres o cuatro décadas antes de su
llegada.El choque entre el nuevo adm
inistrador de alcabalas y la oligarquíase prolongó durante casi una década. Y
en todos los pleitos sólo huboun ganador: el recientem
ente apodado “aduanero alcabalero”. Por esodurante la adm
inistración de don Juan José de Veytia (1697-1722) la oli-garquía capitular fue perdiendo sus privilegios. Todo su poder políticofue anulado sistem
áticamente. A
sí fue como en unos cuantos años la oli-
garquía capitular perdió no sólo la hegemonía, sino que tam
bién se fuedesintegrando a m
edida que su poder y recursos económicos pasaron a
manos de Veytia. D
e los veinte regidores que se reunían antes de la cri-sis sólo quedaron la cuarta parte. U
no tras otro fueron abandonando sussillas. A
lgunos por su propia voluntad, como don Pedro de Jáuregui y
don Alonso de M
osarabe; otros fueron sorprendidos por la muerte sin
que hubieran encontrado a quien dejarle el cargo. En ocasiones ni si-quiera los propios hijos lo aceptaban. O
bviamente nadie quería un car-
go sin poder, desprestigiado y sujeto a los mayores descalabros econó-
micos. A
l no encontrar comprador para la regiduría, preferían perder el
dinero, pero no entrar al Cabildo. Véase cuadro 1.
Hasta aquí, una prim
era lectura de la crisis política demostraría dos
cosas, la primera que la crisis política fue una consecuencia de la crisis
económica, aunque al considerar la cronología de la crisis podem
ospensar que los m
ayores problemas políticos com
enzaron con la llegadade Veytia. Finalm
ente, si consideramos la dim
ensión de la administra-
ción del Estado español en Indias, resulta claro que Veytia logró aumen-
13Los detalles sobre la trayectoria de don Juan José de Veytia en Gustavo Rafael A
l-faro “La lucha por el control...”, 170-198.
14“Apuntación del m
emorial presentado por el Consulado de M
éxico al Rey y alConsejo de Indias, solicitando el otorgam
iento del décimo cabezón de alcabalas (1753)”
en Carmen Yuste (Selección de docum
entos e introducción), Comerciantes m
exicanos en elsiglo X
VIII, M
éxico, Instituto de Investigaciones Históricas, U
NA
M, 265, 92 y 97.
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1690AGUSTÍN DE LESACA YURDANIVIA, Alcalde Mayor
CabildoJOSÉ DE BARRIOS, Alférez Mayor
MIGUEL ANTONIO DE S. MA. HIDALGO DE VARGAS, Alguacil Mayor
LUCAS DE GUADALAJARA
FERNANDO MUÑOZ DEMORALES
DOMINGO FCO. DE ESTRADA, Tte. de J.R.N.
JUAN BAUTISTA DE SANTELISES
FRANCISCO DE TORIJAORTUÑO
MIGUEL VÁZQUEZ MELLADO
ALONSO DÍAZ DE HERRERA
1700JUAN JOSÉ DE VEYTIA YLINAJE. Alcalde Mayor
CabildoBARTOLOMÉ ORTIZ DE CAZQUETA, Alférez Mayor(Marqués de Altamira I)
LUCAS DE GUADALAJARA
FRANCISCO DE TORIJAORTUÑO
MIGUEL VÁZQUEZ MELLADO
ALONSO DÍAZ DE HERRERA
SILVESTRE GONZÁLEZ DE OLMEDO
JOSÉ DE UROSA Y BÁRSENA
JOSÉ MONCAYO DEZÚÑIGA
DOMINGO DE APRESA YGÁNDARA, DepositarioGeneral
1710JUAN JOSÉ DE VEYTIA YLINAJE. Alcalde Mayor
CabildoBARTOLOMÉ ORTIZ DE CAZQUETA, Alférez Mayor(Marqués de Altamira I)
PEDRO DE MENDOZA YESCALANTE, Alguacil Mayor
LUCAS DE GUADALAJARA
MIGUEL VÁZQUEZ MELLADO
ALONSO DÍAZ DE HERRERA
JOSÉ DE UROSA Y BÁRSENA
GABRIEL MANUEL FCO. HIDALGO DE VARGAS.
JUAN ANTONIO DEL RÍO
LUCAS SAENZ DE ENCISO.Juez de R. Novenos y C.B.M.
1715JUAN JOSÉ DE VEYTIA YLINAJE. Alcalde Mayor
CabildoJOSÉ ANTONIO ORTIZ DECAZQUETA, Alférez Mayor(Marqués de Altamira II)
PEDRO DE MENDOZA YESCALANTE, Alguacil Mayor
ALONSO DÍAZ DE HERRERA
JOSÉ DE UROSA Y BÁRSENA
GABRIEL MANUEL FCO. HIDALGO DE VARGAS
LUCAS SAENZ DE ENCISO. Juez de R. Novenos y C.B.M.
MANUEL DE RIVAS YCERVANTES
SEBASTIÁN DE ECHEVERRÍAY ORCOLAGA, Regidor interino
JUAN JERÓNIMO DEVASCONCELOS Y LUNA,Regidor interino
1731PEDRO DE ECHEVERRÍA YORCOLAGA. Justicia Mayor
CabildoIGNACIO XAVIER DE VICTORIA SALAZAR, Alférez Mayor
JOSE DE MENDOZA YESCALANTE, Teniente deAlguacil Mayor
LUCAS SAENZ DE ENCISO.Juez de R. Novenos y C.B.M.
MANUEL DE RIVAS YCERVANTES
ANTONIO BASILIO DE ARTEAGA Y SOLÓRZANO,Depositario General
NIICOLÁS DE CASTRO YANDRADE, Regidor interino
MIGUEL CERÓN ZAPATA
MANUEL BERNARDO DE SANTERBAS, Regidor interino
MIGUEL BERMÚDEZPIMENTEL Y SOTOMAYOR,Regidor interino.
CUADRO 1. El Ayuntamiento poblano hegemonía, crisis y recomposición, 1690-1731.
Fuentes: AAP. LC. 33 1-ene-1695 f.549-v, LC. 34 1-ene-1700 f. 469-v, LC. 36 1-ene-1710 f. 162-162, LC. 42 1-ene-1715 f.1-v, LC. 42 1-ene-1731.
SILVESTRE GONZÁLEZ DE OLMEDO
JOSÉ DE UROSA Y BÁRSENA
JOSÉ MONCAYO DE ZÚÑIGA
TOMÁS DE ARANA
DOMINGO DE APRESA YGÁNDARA, Depositario General
MIGUEL VALERA
DOMINGO DE LA HEDESAVERASTEGUI
PEDRO DE JÁUREGUI BARSENA
DIEGO DE MORALESPASTRANA
GABRIEL FCO. MANUELHIDALGO DE VARGAS
ANTONIO DE RIVAS YCERVANTES
DOMINGO DE LA HEDESAVERASTEGUI
DIEGO DE MORALESPASTRANA
GABRIEL FCO. MANUELHIDALGO DE VARGAS
ANTONIO DE RIVAS YCERVANTES
MANUEL ALONSO DEMOSARABE, Tesorero General de la S. Cruzada.
JUAN ANTONIO DEL RÍO
JUAN BAUTISTA DE AGRAMONT, Juez de RealesNovenos y C.B.M.
MANUEL DE RIVAS YCERVANTES
MANUEL DE TORIJA Y ROJO,Regidor interino
ALONSO CARLOS DEVALLARTA Y PALMA, Regidor interino
JOSÉ DE MANZO YANDRADE, Regidor interino
JOSÉ MARTÍN GOROSPEIRALA, Regidor interino
PEDRO FERNÁNDEZRONDEROS. Regidor interino
FRANCISCO GONZÁLEZ MALDONADO. Regidor interino
JUAN JOSEPH DE GAINZA,Regidor interino
JOSÉ DE ZÁRATE, Regidorinterino
JUAN DE SAN MARTÍNVALDEZ, Regidor interino
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trabando. Tarea que lograría aumentando el núm
ero de guardias y degaritas; tam
bién reorganizaría la aduana interior, y actualizaría el pa-trón de contribuyentes. Com
o prueba de su actividad en la organizaciónde la aduana; dedicación que lo hizo blanco de las burlas de los pobla-nos que le apodaron “aduanero alcabalero”, ha quedado el plano dePuebla de 1698 que señala las siete entradas principales de la ciudad ylos sitios donde colocó guardias y garitas para registrar la m
ercancía. 17
Como era natural, Veytia no detalla los m
ales que su labor provoca-ba. En sus inform
es no menciona una de las claves de su éxito com
o re-caudador fiscal: el haber com
enzado a cobrar alcabalas a los cereales deconsum
o básico. Obviam
ente era una fuente importante de ingresos fis-
cales cuyo costo pagaba el público consumidor. 18Tam
poco contaba ensus cálculos las pérdidas de los com
erciantes, y no menciona la eleva-
ción de los precios resultante del aumento de la presión fiscal. A
nte lacerteza de que el férreo círculo de garitas con las que circundaba ala Puebla de los Á
ngeles sería más efectivo sí lograba reducir el contra-
17El plano fue elaborado por el Bachiller Cristóbal de Guadalajara. Fue difundido en
la primera edición que preparó Efraín Castro M
orales de la obra de Pedro de López deVillaseñor titulada “Cartilla vieja”, publicada por el Instituto de Investigaciones Estéticasde la U
NA
Men 1961. En la introducción Efraín Castro incorporó el plano de 1698 añadien-
do que había sido publicado en 1951 por Fernando Chueca y Leopoldo Torres Balvás enun libro titulado Planos de ciudades iberoam
ericanas y filipinas existentes en el Archivo de
Indias.Acontinuación reproducim
os el mapa que sin duda alguna fue elaborado por m
an-dato de Veytia para m
ostrar las decisiones que había tomado en el com
bate al contraban-do. Se aprecia de inm
ediato que el objeto del plano es señalar los caminos y las entradas
a la ciudad así, como el entorno orográfico que justifica la elección de los lugares apropia-
dos para la construcción de las garitas y casetas para los guardias de la Real Aduana.
Aunque la reproducción dificulta la transcripción, en la m
ayor parte de los lugares quehe señalado con un círculo se puede leer la palabra “garita” o “guardas”. Tam
bién he se-ñalado con un cuadro los sitios donde se encontraban las “garitas del pulque” que obvia-m
ente no entraban en la jurisdicción de Veytia. Los siete caminos principales que se apre-
cian en el plano son: 1) Camino de H
uamantla; 2) Cam
ino de la Veracruz; 3) Ilegible,posiblem
ente Camino a Tecali; 4) Cam
ino al pueblo de Totimehuacan; 5) Cam
ino de Cho-lula, de A
tlixco, y de Izucar; 6) Camino de M
éxico; 7) Camino de Tlaxcala. A
gradezco ladigitalización del plano a la Lic. Lorena Pérez.
18AA
P. LC. 34 13-ene-1698 f.261; 29-ene-1698 f. 262-v; 23-oct-1699 f. 453-v
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Real Hacienda podría rem
atar de nuevo las alcabalas a los comerciantes
poblanos, o incluso al Consulado de la ciudad de México.
Indudablemente Veytia conocía la situación, pero tam
bién confiabam
ucho en su talento. No era un funcionario m
enor dentro del gigantes-co aparato de Estado español. Su carrera en el servicio civil, y una fam
i-lia m
uy bien colocada en Madrid siem
pre hablarían a su favor. Por eso,aunque no logró conservar las alcabalas m
exicanas en manos de la Real
Hacienda, siguió form
ando parte del Real Tribunal de Cuentas de Nue-
va España, después de un breve exilio en la península yucateca como
gobernador (1694-96). 15Posiblemente la experiencia en la adm
inistra-ción de las alcabalas m
exicanas dejó en su mente la idea de que en Pue-
bla podría ganar lo que había perdido en México. En su calidad de con-
tador se fue enterando del pleito feroz entablado por regidores ycom
erciantes poblanos por el control de las alcabalas. Yasí, aunque ori-
ginalmente don Juan José de Veytia sólo tenía la com
isión de poner enorden las cuentas, ajustar los pagos atrasados, y adm
inistrar interina-m
ente la recaudación de alcabalas; muy pronto decidió aprovechar al
máxim
o las posibilidades que le ofrecía su situación para alcanzar losascensos que siem
pre había anhelado. D
on Juan José llegó a Puebla en 1697 con un nombram
iento de juezsuperintendente de alcabalas de Puebla. Este cargo le facultaba paradeterm
inar cualquier asunto relacionado con las alcabalas poblanas, ysus sentencias no podían ser apeladas ante ninguno de los tribunalesnovohispanos, ni siquiera ante el virrey. D
icha competencia exclusiva
tenía como finalidad acelerar la auditoria y sanear las finanzas con rapi-
dez. Yfue entonces cuando se operó la transform
ación. Al poco tiem
poVeytia se ganó el apodo de “aduanero alcabalero”, m
ientras crecía sufam
a de funcionario honrado y eficaz. Tan sólo en el primer año de su
administración recaudó $115 000 cantidad m
uy superior a los $31 037que hubiera recaudado el Cabildo. 16Con entusiasm
o describió al virreyconde de M
octezuma y al Consejo de Indias sus grandiosos planes. Pen-
saba seguir incrementando la recaudación a partir del com
bate al con-
15Archivo G
eneral de la Nación (M
éxico) Reales Cédulas Originales (en adelante
AG
N. RCO.) Volumen 26, expediente 116, 26-jun-1695.
16AA
P. Libro de Expedientes 181 3-ene-1699 f. 4-5
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Plano de la ciudad de los Ángeles 1698, por Cristóbal de G
uadalajara, Archivo G
eneralde Indias, Sevilla. Publicado por Fernando Chueca y Leopoldo Torres Balbas, en Planosde ciudades iberoam
ericanos y filipinas existentes en el Archivo de Indias, M
adrid, 1951
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bando de mercancías orientales que se llevaba a cabo en A
capulco, donJuan José obtuvo en 1703 la com
isión de vigilar el comercio en el Pacífi-
co. 19En su calidad de Juez Privativo de Arribadas de la M
ar del Sur,Veytia vigiló el com
ercio de la nao de China, al mism
o tiempo que ata-
caba el contrabando de cacao peruano que se practicaba en Acapulco. El
negocio era tan importante que en un solo año, en 1709, Veytia y don
José Sagardi, su hombre de confianza en los asuntos de alcabalas, logra-
ron la confiscación de cinco naves cuyo cargamento de cacao fue rem
a-tado en $90 559 el año de 1709. 20Com
o resultado de su actividad haquedado el hecho de que la recaudación del alm
ofarijazgo cobrado enA
capulco creciera de manera sostenida desde la llegada de Veytia hasta
el día de su muerte. 21
Sorprendidos ante la eficiencia administrativa de Veytia, que año
tras año se traducía en mayores ingresos para la Real H
acienda, losm
iembros de la m
áxima institución encargada de los asuntos indianos
determinaron prem
iarlo con mayores responsabilidades. A
l tomar esa
decisión no pensaban sólo en el bienestar de Veytia, sino en obtener be-neficios personales de la eficacia de un recaudador excepcional. A
sí fuecom
o ofrecieron a su agente en Puebla el nuevo cargo de Juez Superin-tendente de A
zogues de la Nueva España, aunque sabían m
uy bien quedicho cargo le traería la enem
istad del virrey, de los oficiales de RealH
acienda de Veracruz, y del propio Real Tribunal de Cuentas, del queVeytia seguía form
ando parte. Aunque los pleitos eran seguros, los con-
sejeros de Madrid pensaron que contando con Veytia tenían asegurado
el éxito de sus planes. La nueva tarea de don Juan José recortaría una delas m
ejores fuentes de ingresos de los virreyes y funcionarios de la RealH
acienda Novohispana; pero esto no les im
portaba a los consejeros, loúnico que deseaban era obtener los recursos frescos para asignarlos di-rectam
ente al pago de salarios del Consejo de Indias. Acam
bio de sus
19A
GN. RCO. Vol. 34 Exp. 166 M
adrid 17-ago- 1710 f. 423-424. y Vol. 44 Exp. 16A
ranjuez 25-abr-1723 f. 38-39v. 20A
GN. RCO. Vol. 34 Exp. 176 M
adrid 7-sep-1710 f. 443-444.21Carm
en YU
STE, El Comercio de la N
ueva España con Filipinas, 1590-1785,México, IN
AH
[Colección científica, 109] 1984, 32-34.
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Para entender mejor las relaciones establecidas entre Veytia y el sistem
apolítico oligárquico de Puebla, debem
os distinguir dos fases diferentes.En la prim
era fase predominan los choques entre Veytia y la oligarquía.
La consecuencia del enfrentamiento es la aparente destrucción de esta
última, o al m
enos del grupo que la dirigía (1697-1710). En cambio en el
segundo periodo se nota una mayor influencia de Veytia sobre la oligar-
quía capitular, influencia que debemos m
atizar, pues Veytia muestra
cierta indiferencia o incluso, franca impotencia en ciertos asuntos adm
i-nistrativos y políticos (1710-1722). En m
edio de esta segunda fase ocurreun cam
bio trascendental, a partir de 1714 Veytia emprende una nueva
estrategia: reconstruir la oligarquía capitular, pero ahora usando como
eje su propio poder personal y familiar. Sería ingenuo pensar que las
dos fases se explicarían como cam
bios radicales de pensamientos y acti-
tudes, al contrario, todo parece indicar que la coherencia es resultado deuna estrategia de adaptación a los cam
bios políticos de Nueva España y
del corazón del imperio hispano, lo m
ismo por parte de la oligarquía
que por parte de Veytia. D
urante la segunda fase (1710-1722) existió un mayor entendim
ien-to entre Veytia y la diezm
ada oligarquía capitular. Especialmente en los
mom
entos críticos, los propios regidores pidieron la intervención direc-ta del alcalde m
ayor. Así ocurrió después del tem
blor de 1711, y también
cuando se presentan los pleitos con el alguacil Pedro de Mendoza. 23Los
sucesos analizados sugieren un progresivo entendimiento que fue ins-
titucionalizado en 1714 cuando Veytia designó a seis de sus aliadoscom
o regidores interinos. Así fundó su propio bloque de poder al inte-
rior del cabildo. 24
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nuevas responsabilidades, el Consejo de Indias le dispensó a Veytia elhonor, aunque no el poder, de convertirse en m
iembro del Consejo (uno
de los pocos que estaban en Am
érica). Veytia sería su representante per-sonal en N
ueva España en el nuevo proyecto de la Junta General de
Azogue, que a partir de ese m
omento sería una nueva responsabilidad
del Consejo de Indias. 22Por eso el nombram
iento de Juez de Azogues
sería recibido por don Juan José al mism
o tiempo que su nom
bramien-
to como Consejero del Suprem
o Tribunal de Indias en 1709.La parte lum
inosa de la carrera burocrática de don Juan José de Vey-tia y Linaje, quien durante su dilatada gestión en Puebla jam
ás fue rele-vado de ninguno de sus cargos, llegando incluso a desem
peñar funcio-nes que tradicionalm
ente habían sido coto exclusivo de los virreyes,está íntim
amente relacionada con la historia política de Puebla. D
urantetodo el ascenso y cenit de su carrera desem
peñaría el cargo de alcaldem
ayor de la ciudad. Vale anotar ahora dos observaciones pertinentesque he señalado en un trabajo previo. En prim
er lugar, debemos consi-
derar que el éxito alcanzado por don Juan José, y por lo que ganó el re-conocim
iento de los altos burócratas metropolitanos, fue por su deci-
sión de atacar el poder político de la oligarquía poblana derribando suinm
unidad fiscal. Tarea que sólo llevaría a cabo en la medida que no
obstaculizara sus planes de asentar su poder político y social en la ciu-dad. En segundo lugar, aunque a prim
era vista la carrera de Veytia traea la m
ente la imagen del burócrata peninsular incorruptible que trabaja
tal y como lo necesita una adm
inistración estatal eficiente, la realidad esun tanto diferente. Es verdad que Veytia fue un funcionario m
odelo do-tado de com
petencias absolutas en asuntos especiales (a quien se rodeade una jurisdicción territorial que prefigura en algunos aspectos alIntendente
de los tiempos borbónicos) pero com
o veremos enseguida,
durante toda su carrera, Veytia también sería un activo protector y cons-
tructor del poder de la oligarquía poblana que, al igual que cualquierotra, jugaría su papel de oposición a la adm
inistración absolutista.
22Antonia H
eredia Herrera, La renta del azogue en N
ueva España, (1709-1751), Sevilla,Escuela de Estudios H
ispano-Am
ericanos de Sevilla, 1978, 181.
23Sobre este importante personaje en la política poblana he escrito un artículo bio-
gráfico “¿Quién encarceló al alguacil m
ayor de Puebla? La vida, los negocios y el poderde don Pedro de M
endoza Escalante 1695-1742” en Estudios de Historia N
ovohispana, Nú-
mero 17, M
éxico, Instituto de Investigaciones Históricas, U
NA
M, 1997, 31-62.24Veytia aprovecha sus extraordinarias com
petencias y la colaboración del virrey du-que de Linares para crear un nuevo tipo de funcionario local: el regidor interino. Tres fue-ron sus características distintivas: 1) Son personas propuestas por Veytia. En cam
bio la
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Para proporcionar evidencias a estos argumentos veam
os brevemen-
te los antecedentes y relaciones de estos regidores interinos. Comence-
mos con el caso de los Vasconcelos. Cuando Veytia nom
bró regidor in-terino a don Juan Jerónim
o de Vasconcelos de Luna, hijo primogénito
del marqués de M
onserrate, parecía que no hacía más que reconocer los
méritos de una dinastía oligárquica que ya había dado cuatro capitula-
res a la Puebla de los Ángeles. 25La fam
ilia Vasconcelos había estado re-presentada directam
ente en el ayuntamiento durante 85 años (1586-
1675). Ausente en los últim
os tiempos por la vocación religiosa de don
Francisco Xavier de Vasconcelos y Bravo de Lagunas, primer m
arquésde M
onserrate, 26los Vasconcelos gozarían de la protección de Veytia,prácticam
ente desde el principio de su administración de las alcabalas,
no sólo porque la familia estaba un tanto desligada de la oligarquía ca-
pitular dominante, sino tam
bién porque el primer m
arqués era cuñadode don Francisco de Luna, contador m
ayor del Real Tribunal de Cuen-tas de N
ueva España y valioso colega de don Juan José. La am
istad directa entre Veytia y el marqués de M
onserrate segura-m
ente nació mucho antes de que el “aduanero alcabalero” llegara a
Puebla en 1697. La alianza sería ratificada en 1706, cuando la única hijadel m
arqués de Monserrate fue desposada por don José Francisco Javier
Jerónimo D
iego Pérez de Salazar. Cuando Veytia aceptó fungir como
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Evidentemente Veytia pensó que los regidores interinos serían un
grupo de apoyo en las disputas con la oligarquía capitular, y también le
servirían para demostrar su propio posicionam
iento social dentro de laelite angelopolitana. Su bloque oligárquico quedó integrado con donJuan Jerónim
o de Vasconcelos de Luna, hijo primogénito del m
arquésde M
onserrate, don Alonso Carlos de Vallarta y Palm
a, don José Martín
Gorospe Irala, joven heredero de un reciente m
ayorazgo, don Sebastiánde Echeverría y O
rcolaga, que años después sería señor de su casa in-fanzona en el País Vasco, don M
anuel de Torija y Rojo, y don José Man-
zo y Andrade. ¿Cuál sería el papel representado por estos personajes?
¿Realmente eran aliados del alcalde m
ayor? ¿O m
ás bien eran represen-tantes afortunados de la elite poblana que sobrevivió a la debacle oligár-quica? D
ebo reiterar que los aliados de Veytia no aparecen repentina-m
ente en 1714 cuando entraron a la sala de cabildo. Imagino que esta
fecha sólo manifiesta la institucionalización de un pacto que tenía m
u-chos años funcionando. Cuatro de los seis regidores interinos son repre-sentantes de un grupo de fam
ilias prominentes; fam
ilias con interesescreados en el com
ercio y la agricultura poblana que siempre habían sido
respetadas y protegidas por Veytia.
legislación vigente señalaba que dichos cargos se adquirían por voluntad del interesado,quien lo recibía com
o herencia, por designación del propietario anterior, o bien por-quepersonalm
ente iniciaba trámites para que le rem
ataran el cargo; 2) Las seis regidurías in-terinas fueron otorgadas gratis. Sus titulares sólo pagaron el im
puesto de media annata
pero no pagaron su cargo. Recordemos que las regidurías se clasificaban en la legislación
como cargos “vendibles y renunciables” y eran una im
portante fuente de recursos eco-nóm
icos, sin embargo, por una iniciativa de Veytia, que fue autorizada por el virrey D
u-que de Linares, la Real H
acienda no percibió ningún ingreso por las regidurías interinas;3) U
n vacío jurídico que aprovecharon los enemigos del alcalde m
ayor fue que dichasregidurías se crearon com
o una solución temporal ante la escasez de regidores perpe-
tuos, por lo tanto, cuando hubiera personas interesadas en los cargos, los interinos de-bían cesar en sus funciones. N
o obstante, en la práctica, Veytia y los regidores interinosactuaron com
o si sus cargos fueran iguales a los de los regidores propietarios y no es-tuvieran sujetos a esta lim
itación. Como verem
os, esta debilidad jurídica ligada a la crea-ción de las regidurías interinas, será hábilm
ente explotada a partir de la polémica gene-
rada por la antigüedad de los regidores propietarios con respecto a los interinos, puestoque existía una ley de la Recopilación en donde se establecía claram
ente que siempre los
propietarios de los cargos deberían tener mejor lugar que los interinos.
25Sobre los marqueses de M
oserrate recientemente han escrito José Ignacio Conde y
Díaz Rubín, “A
lianzas matrim
oniales con familias tituladas de la N
ueva España” pp. 99-115, en Francisco P
ÉREZD
ESALA
ZAR
Verea et. al.Semblanza e historia de una fam
ilia en la Pue-bla de los Á
ngeles,México, Im
prenta de Juan Pablos, 1998, 198 pp. Agustín G
rajales y Li-lián Illades, La casa del M
arqués o Casa de las Diligencias, M
éxico, BUA
P, ICSyH, 1999, 207 pp.
El mejor estudio genealógico se encuentra en Javier Sanchiz, La nobleza titulada en M
éxico,obra en preparación.
26Don Francisco Xavier de Vasconcelos, prim
er marqués de M
onserrate comenzó su
carrera eclesiástica después de la muerte de su esposa, doña N
icolasa Plácida de Luna.U
na vez viudo, el marqués de M
onserrate tomó el orden sacerdotal, y poco después ocu-
pó una silla en el cabildo catedralicio, primero com
o racionero, después como canónigo,
y finalmente com
o Arcediano en 1740. Cuando lo sorprende la m
uerte servía como D
eánde la catedral de Puebla. Pero su vocación religiosa no le hizo olvidar sus asuntos fa-m
iliares. Con gran previsión heredó en vida a sus dos hijos una fortuna cercana a los$100 000. A
GN
EP. Not. 4 14-m
ar-1697 f. 1697 f. 57-58v. Poder para testar de Francisco Xa-vier Vasconcelos.
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abasto de carne, pero había acumulado tal poder que, com
o veremos,
aún tendría ocasión de sangrar a su gusto la hacienda municipal.
Así, dos años antes de que Veytia nom
brara a sus regidores interi-nos, ya había preparado un buen escenario para los sucesores de M
en-doza en el abasto de carne. D
espués de que la administración pasó a las
manos de don D
iego García Rosado, al siguiente año los abastos de car-
ne fueron rematados a los nuevos aliados de Veytia. El 27 de febrero de
1714, los poblanos se enteraron del nombre del nuevo obligado de las
carnicerías, se trataba de don José de Villaseptiem, quien presentó com
ofiadores a su herm
ano don Jerónimo de Villaseptiem
, y al yerno de ésteúltim
o: don Alonso Carlos de Vallarta. 29Evidentem
ente Veytia queríadar com
pleta seguridad a los Villaseptiem de que no serían atacados
por Mendoza. La m
ejor solución era colocar a uno de ellos para defen-derse, y de paso, contar con otro aliado para las causas de Veytia. Elresultado fue benéfico para am
bas partes; los Villaseptiem controlaron
los abastos desde 1714 hasta 1721. Otra razón para apoyar a don A
lonsoCarlos de Vallarta era la necesidad de m
antener buenas relaciones conel cabildo catedralicio, Vallarta era adm
inistrador de importantes bienes
de la institución y, como verem
os a continuación, al igual que los Goros-
pe y los Veguellina, tenía a varios de sus parientes muy bien colocados
en la alta jerarquía eclesiástica. U
na vez aclaradas las razones de la importancia de los Vallarta, si-
gamos recordando los antecedentes de los regidores interinos nom
bra-dos en 1714. El tercer regidor tam
bién tenía una gran afinidad social yfam
iliar con Vasconcelos y Vallarta. Al igual que ellos era noble y he-
redero de un importante m
ayorazgo de nueva creación. Por eso, aunquedon José M
artín Gorospe Irala aún no cum
plía los veinticinco añosque acreditarían su m
ayoría de edad, su minoría no fue un im
pedimen-
to para tomar la regiduría. O
tra gran ventaja muy bien calculada por
Veytia era la gran influencia de la familia G
orospe entre las altas jerar-quías del clero secular y regular. 30Tam
poco debemos olvidar la im
por-
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testigo en el fastuoso enlace sabía que su presencia garantizaba la per-petuidad de su alianza con dos clanes que estaban destinados a perdu-rar, y a proporcionarle nuevas oportunidades de m
antener su lideraz-go. 27Veytia persigue el m
ismo objetivo cuando nom
bra como regidor
interino a don Alonso Carlos de Vallarta y Palm
a, quien para empezar
era cuñado de don Juan Jerónimo de Vasconcelos de Luna. 28D
on CarlosA
lonso tenía una doble importancia política. En prim
er lugar su solapresencia reforzaba la unidad del bloque oligárquico, pero sobre todo,su regiduría garantizaba los intereses políticos de la fam
ilia Villasep-tiem
, a quien Veytia había preparado para tomar los abastos de toro y
carnero, y limitar así el poder del pendenciero alguacil m
ayor y regidordon Pedro de M
endoza y Escalante. En este punto debo hacer un paréntesis para presentar a M
endoza,quien al pasar algunos años se convirtió en uno de sus m
ás peligrososenem
igos. El espacio de la confrontación fue precisamente el abasto de
carne de la ciudad. Mendoza y Veytia m
antuvieron una lucha por elabasto de las carnicerías. Veam
os los antecedentes del problema. D
onPedro de M
endoza había formado un m
onopolio con el mercado de car-
ne de la ciudad desde el año 1701. Seguramente había contado con la
anuencia del propio Veytia, quien en sus primeros años estaba tan inte-
resado en dejar fuera a todos los aliados de la oligarquía capitular, quetal vez m
enospreció el poder acumulado por M
endoza en su triple ca-rácter de alguacil m
ayor, regidor, y abastecedor de las carnicerías. Eldoble m
onopolio de carnero y res, sumado a las facultades judiciales y
policíacas derivadas de su cargo de alguacil mayor, perm
itieron queM
endoza acumulara una gran fortuna y un enorm
e poder político.Cuando el alcalde m
ayor se decidió a marcar un alto a sus abusos, M
en-doza se defendió y lo m
antuvo en jaque gracias a la complicidad de la
Real Audiencia. Por fin, en julio de 1712 M
endoza quedó excluido del
27Cabe señalar que durante su larga estancia en Puebla (1697-1722) Veytia sólo par-ticiparía com
o testigo de boda en dos ocasiones, en 1702 cuando se casó el primogénito
del marqués de A
ltamira, y cuando se casó la hija del prim
er marqués de M
onserrate.A
PSP. LME. 10 16-m
ay-1706.28D
. Juan Jerónimo de Vasconcelos y Luna contrajo m
atrimonio con D
. Felisiana Ma-
nuela Vallarta y Palma, herm
ana de D. A
lonso Carlos, en 1706. Archivo Parroquial del
Sagrario de Puebla. Libro de Matrim
onios de Españoles 10, 21-nov-1706 f. 136.
29AA
P. LC. 37 27-feb-1714 f. 282v-283 30U
n simple recuento de los logros de los G
orospe en la Iglesia demuestra su im
por-tancia. Cuatro tíos del regidor interino José M
artín tuvieron destacadas carreras eclesiás-ticas. El m
ayor fue el doctor don Pedro de Gorospe Irala, canónigo penitenciario de la
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con Veytia más de veinte años (1700-1721). 32A
demás los Veguellina esta-
ban muy bien relacionados con una de las fam
ilias oligárquicas de ma-
yor abolengo, una de las hermanas de los Veguellina era esposa del regi-
dor don Gabriel Francisco H
idalgo de Vargas, descendiente de otra delas fam
ilias que habían gobernado Puebla desde el siglo XVI. 33
Finalmente llegam
os al cuarto regidor interino, quien al cabo de tresaños llegaría a em
parentar con el propio Veytia. Me refiero a don Sebas-
tián de Echeverría y Orcolaga, com
erciante vasco avecindado en Puebladesde la penúltim
a década del siglo XVII. El doble m
atrimonio de los
hermanos Sebastián y Pedro de Echeverría, con dos de las huérfanas del
comerciante Jerónim
o Delgado, les proporcionó un capital de m
edianacuantía y valiosos contactos com
erciales. También es m
uy significativasu am
istad con los Villaseptiem, am
istad que puede documentarse des-
de 1698, pues en el mism
o matrim
onio de don Sebastián Echeverría,uno de los testigos fue don Jerónim
o de Villaseptiem, y dos años des-
pués sería padrino de la segunda hija del matrim
onio. 34
Si bien no he podido precisar el origen de la amistad entre los her-
manos Echeverría y don Juan José de Veytia, sospecho que venía de le-
jos, tal vez desde la llegada de Veytia a la ciudad en 1697. La única fechaexacta, aunque sin duda tardía, es el nom
bramiento de alcalde ordinario
obtenido por don Sebastián de Echeverría en 1705. Tres años después,en 1708, su herm
ano menor don Pedro de Echeverría, ganaría idéntica
distinción como resultado de la influencia del alcalde m
ayor. Yaún m
ásnotable fue la preferencia de Veytia por los Echeverría cuando colocó adon Sebastián com
o alcalde ordinario en 1711, pues a su juicio, el cabil-do había hecho una m
ala elección. 35Después de tantas pruebas de con-
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tancia de los Gorospe com
o hacendados, pero sobre todo, quizás el ele-m
ento decisivo fue su parentesco con uno de los hombres de confianza
de don Juan José. Concretamente, don José M
artín era primo del doctor
don Diego de la Veguellina, quien desde el año de 1700 trabajaba para
Veytia como abogado y fiscal de la oficina de alcabalas. Q
uizás don JuanJosé conoció al joven abogado D
iego de la Veguellina, cuando litigabaen la ciudad de M
éxico siguiendo los pasos de su hermano. 31N
o seríararo que la am
istad apareciera entre dos hombres que buscaban hacer
carrera en la burocracia virreinal. Con el tiempo, el doctor don D
iego dela Veguellina se convertiría en uno de los hom
bres de confianza del al-calde m
ayor de Puebla. Am
edida que crecían las responsabilidades deVeytia, don D
iego acumuló nuevos cargos. Veguellina fue prim
ero fiscaly después asesor del ram
o de las alcabalas de Puebla, y de ahí obtuvoel cargo de asesor general de la adm
inistración del azogue. Al m
ismo
tiempo presidía el ayuntam
iento poblano en calidad de teniente de al-calde m
ayor. Este último puesto lo desem
peñó cotidianamente desde la
muerte del capitán H
ipólito de Saldaña, hasta que dejó el cargo al sobri-no de su jefe (1710-1721). Por lo tanto Veguellina trabajó directam
ente
catedral poblana. Su estabilidad económica le perm
itió ser el fundador del mayorazgo
que disfrutaría su sobrino José Martín. Los otros tres tíos fueron frailes dom
inicos de al-tos vuelos llam
ados fray Diego, fray Juan, y fray José de G
orospe. Fray Diego de G
orospefue prior del convento de Santo D
omingo de Puebla y después obispo de N
ueva Segoviaen las islas Filipinas, en tanto que el m
aestro fray Juan de Gorospe tendría una destaca-
da participación como orador en la dedicación de la célebre capilla del Rosario, adem
ássería rector del colegio de San Luis de Puebla, prior del Convento D
ominico de M
éxico,y padre provincial de la Provincia de San M
iguel y los Santos Ángeles. Finalm
ente, frayJosé de G
orospe también se distinguió com
o predicador. Yno term
inaría ahí el porvenirde la fam
ilia en la Iglesia, pues el mism
o hermano de don José M
artín: don Miguel José de
Gorospe Irala, fue prebendado en la catedral poblana en 1737. Y
el hijo del regidor interi-no, el abogado D
r. don Manuel Ignacio de G
orospe Irala y Padilla sería prebendado, juezprovisor y vicario general del obispado de Puebla en 1759. A
GN
EP. Not. 6 Poder para
testar de D. Juana de G
orospe Irala, 28-ene-1702 f. 51-52 Toribio Medina, La im
prenta enPuebla de los Á
ngeles,edición facsimilar, M
éxico, UN
AM, 1991, 56.
31El abogado Juan de la Veguellina, hermano de don D
iego, logró comprar el cargo
de alcalde del crimen en el alto tribunal novohispano en 1710. M
ark A. Burkholder y D
.S.Chandler, D
e la impotencia a la autoridad. La Corona española y las A
udiencias de Am
érica,1687-1808, M
éxico, FCE, 1984, 248-249.
32AA
P. LC. 35 7-may-1720 f. 75
33A
PSP. LBE. 16 Bautizo de Ana M
aría Josefa Hidalgo de Vargas de la Veguellina, 24-
sep-1699 f. 7v34A
PSP. LME. 9 9-nov-1698 y LBE. 16 26-oct-1700. H
asta el mom
ento no he descubiertootras alianzas fam
iliares emprendidas por los Echeverría entre los años 1690-1717, inclu-
so sus compadrazgos los realizan con personas que no form
aban parte de la elite. Encam
bio, destaca la amistad entre los dos herm
anos que se manifiesta una y otra vez al
apadrinar a sus hijos.35
Semanas después el virrey revocó los nom
bramientos de Veytia y reinstaló a
quienes habían sido originalmente electos. A
AP. LC. 36 4-feb-1711 f.350-354v
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bas de sus relaciones entabladas con otros miem
bros de la elite, salvosus relaciones económ
icas con los Echeverría, de quien era deudor.Cabe señalar que precisam
ente su limitada proyección social lo podría
convertir en firme aliado de Veytia. Sin duda su nom
bramiento com
oregidor interino era una confirm
ación de su ascenso social y político enla A
ngelópolis.En el cuadro 2 se observan las relaciones sociales y fam
iliares de los6 capitulares interinos electos por don Juan José de Veytia en 1714. D
einm
ediato se aprecia la importancia de los lazos fam
iliares y la coheren-cia que sin duda llevó a fortalecer com
promisos con am
igos, compadres
y socios, cuya efectividad era potenciada por los lazos familiares de
cada integrante. Naturalm
ente su presencia toma m
ayor sentido al con-siderar que cada uno de ellos representa la cúspide de una pirám
ide dealianzas e intereses que deberían ser respetados y protegidos por el po-deroso alcalde m
ayor de la Puebla de los Ángeles. 39
CO
NFLICTO
YCO
NSEN
SOO
LIGÁ
RQU
ICO
El nombram
iento de los seis regidores interinos electos por Veytia le per-m
itiría pensar que el cabildo dejaría de ser fuente de preocupaciones.Pero la realidad fue m
uy distinta. Las finanzas municipales em
peoraron,y sus enem
igos se anotaron sonadas victorias anulando a los regidoresinterinos. Los principales protagonistas de estos conflictos fueron el al-guacil don Pedro de M
endoza y el clan Hedesa-Victoria Salazar. Prim
eroconsiderem
os a los Victoria Salazar, pues padre e hijo supieron sacar par-tido de su experiencia en el m
anejo de la política local y familiar. M
aes-tros de la política patrim
onial saben como m
antener su capital social alm
ismo tiem
po que pulsan los resortes adecuados de la maquinaria buro-
crática hasta que gira a su favor y se opone al “aduanero alcabalero”.
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fianza se comprende el nom
bramiento de regidor interino otorgado a
don Sebastián de Echeverría en 1714. Para entonces, las relaciones conlos herm
anos Echeverría se habrían fortalecido a tal grado que resulta-ban excelentes aliados para la causa de los Villaseptiem
. Yllegaron a ser
tan dignos de confianza que algunos años después, don Juan José sesentiría plenam
ente satisfecho al celebrarse la boda de su sobrino prefe-rido, el abogado José Fernández de Veytia, con la hija de don Sebastiánde Echeverría en octubre de 1717. 36
En cuanto a los regidores interinos don Manuel de Torija y Rojo y
don José Manzo y A
ndrade, los datos recabados indican que su papelera secundario. N
o he encontrado información que perm
ita ubicarloscom
o parte del grupo más cercano al alcalde m
ayor. Torija y Rojo habíanacido en Brihuega, tal vez por ello tuviera alguna relación con su po-deroso paisano, el difunto regidor don Francisco Torija O
rtuño, hasta elm
omento no he podido determ
inar si existía algún tipo de relación en-tre am
bos. Manuel de Torija y Rojo gozaba de una buena posición eco-
nómica gracias a su m
atrimonio con la hija de su tío A
ntonio Moreno de
Torija, un comerciante que llegó a ser alguacil m
ayor del Santo Oficio,
cargo que en 1709 pasó a manos de su yerno Torija y Rojo. 37Entre otros
negocios don Manuel de Torija y Rojo llegó a adm
inistrar una tocineríay era un im
portante introductor de pescado. 38Parece que no tuvo des-cendencia que ingresara a la elite. Sin em
bargo su suegro fue uno de loslíderes de los com
erciantes que se opusieron a los regidores (1691-95) ym
antuvo sólidas relaciones con dicho grupo. Es probable que Torijay Rojo fuera distinguido con una regiduría interina para reconocer la ac-tividad política de su suegro y del grupo de com
erciantes de 1691. Y
finalmente, al llegar al últim
o regidor interino, don José Manzo y
Andrade, da la im
presión de que fue un hombre de paja, es decir un
hombre sin una red propia de apoyo. Sólo sabem
os que era propietariode una hacienda en la jurisdicción de Cholula. Term
inaría establecidoen aquella ciudad y rechazando el ofrecim
iento de Veytia para reingre-sar al cabildo en 1720. Tam
bién es sugerente que no se encuentren prue-
36APSP. LM
E. 12 17-oct-1717 37A
AP. LC. 36 31-dic-1709 f. 157
38ARPPC. C. 14 31-ene-1714
39Las fuentes del cuadro 1 son: Anexo 1 y 2 de G
ustavo Rafael Alfaro R. “A
dminis-
tración urbana y poder oligárquico en la Puebla de los Ángeles, 1690-1783.” tesis de doc-
torado en historia. UN
AM. O
bra en preparación, Javier Sanchíz, “Caballeros de Alcánta-
ra”, “Caballeros de Santiago”. Obra en preparación, Burkholder y Chandler, D
e laim
potencia a la autoridad...”, 248-249.
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Don N
icolás de Victoria era un exregidor con una larga carrera en elayuntam
iento. Entró al cabildo en 1669 y renunció en 1695, dos años an-tes de la llegada de Veytia. La retirada fue adecuada, pues aunque Vey-tia le obligó a pagar una cuantiosa deuda por haber sido representantedel cabildo para contratar un préstam
o, su anticipada salida del ayunta-m
iento le permitió preparar la carrera de su hijo m
ayor. De hecho, a tra-
vés de una compleja estrategia fam
iliar, don Nicolás de Victoria lograría
que su hijo Ignacio Xavier se beneficiara de las divisiones provocadaspor don Pedro de M
endoza. Al final de com
plicadas intrigas y pleitos,el joven Ignacio Xavier se convirtió en el hom
bre que selló las fisuras delgrupo oligárquico construido por el alcalde m
ayor. Enseguida verem
os como el conflicto y el consenso llevaron a la con-
solidación del grupo oligárquico. Este proceso se desarrolló en el ámbito
de la hacienda municipal cuando el clan de los H
edesa-Victoria amena-
zó con el embargo de todas las propiedades y rentas de la corporación
para asegurar el pago de dos antiguas deudas. El origen de ambos plei-
tos mostraba algunos m
anejos poco claros del propio Veytia. El primero
era dirigido por la viuda Antonia de Sum
bil, quien como heredera de su
esposo, don Antonio de la H
edesa Verastegui, recibió como legado las
deudas que el cabildo tenía con el mayordom
o y tesorero Mateo de la
Mella, pues la cuñada de Sum
bil, doña María de la H
edesa Verastegui,esposa de don M
ateo, se las había heredado a su hermano, el difunto es-
poso de la señora Sumbil (1709+). Esta deuda era uno de los cabos suel-
tos no resueltos por el poderoso “aduanero alcabalero” de Puebla, puesaunque el propio Veytia criticó y denunció los m
alos manejos de M
ateode la M
ella, las deudas que tenía el cabildo fueron consideradas legíti-m
as por la Real Audiencia. Seguram
ente los juristas pensarían que si ladeuda era resultado de com
isiones y salarios acordados pero no paga-dos, la deuda era válida sin im
portar que ya hubieran pasado 25 añossin cobrarla. U
na vez obtenido el fallo del tribunal, doña Antonia de
Sumbil se presentó ante el cabildo el 18 de junio de 1715 para cobrar
$16 639 y amenazó con el em
bargo de las rentas y los inmuebles m
unici-pales. 40A
un así, el cambio de los vientos políticos retrasó la ejecución
hasta octubre de 1717.
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40AA
P. LC. 38 18-jun-1715 f. 108-v
CU
AD
RO2: D
on Juan José de Veytia y sus redes sociales de apoyo.
Las flechas denotan un sentido de autoridad o dominio, por m
otivos económicos o políticos de
Asobre B. En el sentido A
→B. Las líneas sim
ples denotan alianza sin una subordinación clara.El parentesco se denota con líneas m
ás gruesas.
MANUEL DE TORIJA Y ROJOA. O. 2º 1709 Reg. Interino 1714-16 y 1720-21. Familiar y Alguacil del S. Oficio 1710-21.
JOSÉ MANZOReg. Interino 1714-16
JOSÉ DE ZÁRATEA.O.Regidor Interino 1730-40
ANTONIO MORENODE TORIJALíder en pleito por lasalcabalas en 1691-95.F. y Alg. del S. Oficio
ALONSO CARLOS DEVALLARTAA. O. 2º 1710 Reg. Interino 1714-16 y 1720-26
JOSÉ FERNÁNDEZ DEVEYTIAA. O. 2º 1719Asesor de su tíoTte. Alc. M. 1721 Alcalde Mayor 1722-23 AbogadoOidor de R. A. México
DIEGO DE LAVEGUELLINA YSANDOVALA. O. 2º 1701 y 1º 1724Asesor de alcabalas,azogues, 1700-1720 Ttte. de Alcalde Mayor1710-21Doctor en derecho
SEBASTIÁN DE ECHEVERRÍA YORCOLAGAA. O. 2º 1705 y 1711interinoReg. Interino 1714-16 y 1720-23
MARTÍN DE GOROSPE IRALAA. O. 1º 1718Regidor Interino 1714-16 y 1720-26Mayorazgo
JUAN DE LAVEGUELLINA YSANDOVALA. O. 2º 1695Alcalde de corte de la R.A. de México 17Doctor en derecho
FRANCISCO XAVIER DELUNAA. O. 2º 1694Contador de la R. A. deCuentasCaballero de Calatrava
JOSÉ DE LUNAOidor de la R. A. de México1695-1712Maestre escuela de lacatedral de Puebla en 1720Chantre en 1722
GABRIELFRANCISCO HIDALGO DE VARGASReg. 1693-1716Lic. Prbo. 1716
FRANCISCO XAVIER DEVASCONCELOSA. O. 2º 1692Primer Marqués deMonserrateLic. Prbo. Medio racioneroJERÓNIMO DE
VILLASEPTIEMA. O. 1º 1690 y 2º 1700 Caballero de Alcántara
JUAN JERÓNIMO DE VASCONCELOSA. O. 1º 1710 Reg. Interino 1714-16
DON JUAN JOSÉ DE VEYTIA Y LINAJEAlcalde Mayor de Puebla1699-1722
JOSÉ DE VILLASEPTIEMA. O. 1º 1713 Obligado de abastos 1714-21.Caballero de Alcántara
JOSÉ FRANCISCO PÉREZDE SALAZARA. O. 1º 1715 Mayorazgo Pérez Salazar
JOSÉ RINCÓN GALLARDOCapitán de caballos corazasMayorazgo Rincón-Gallardo
LUCAS SAENZ DEENCISOA. O. 2º 1713Regidor Juez R.Novenos 1702-37
ONOFRE DE ARTEAGAA. O. 1º 1714Reg. Tte. DepositarioGeneral 1716-21
PEDRO SAENZ DEROSASComerciante. Líder en el pleito por las alcabalas en 1691-95
ALEJO LÓPEZ DE COTILLATesorero de la Bulla de la S.Cruzada en 1705.Contador de R. Caja deMéxico en 1714.Caballero de Santiago
PEDRO DE ECHEVERRÍA YORCOLAGAA. O. 1708 2º y 1722 1ºJusticia Mayor de Puebla1730-34
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curador renunció, porque dijo no disponer de tiempo para asistir al plei-
to en la ciudad de México. 42M
enuda sorpresa para Veytia, ¡recibir unanegativa de uno de los regidores que había colocado en el cabildo! Perono se dio por vencido, los regidores interinos eligieron a don A
lonsoCarlos Vallarta com
o nuevo procurador mayor el 1 de junio de 1715. 43
Pero el pleito habría presentado tan escasas oportunidades que Vallartasólo perm
aneció dos días en el cargo. La nueva renuncia debe haber en-furecido a Veytia, sobre todo al enterarse de que don Pedro de M
endozase haría cargo del pleito con la condición de dar cuenta y relación jura-da de sus gastos. M
endoza aprovechó para arrancar otras dos concesio-nes: no podría ser revocado de su cargo de procurador hasta que ter-m
inaran los pleitos pendientes, y el acuerdo de revocación sólo seríaválido si la decisión la tom
aban todos los regidores que le habían otor-gado su nom
bramiento. A
mbas condiciones indican que los regidores
que apoyaban a Mendoza preparaban nuevos m
ovimientos aprove-
chando el desconcierto y la ineficiencia del bloque de Veytia. 44
Aprovechando al m
áximo las circunstancias, M
endoza se fue a Mé-
xico para litigar contra la viuda Sumbil. Llevó consigo $1 106 que había
tomado del arrendam
iento de las casas del cabildo. El dinero le fueentregado contando con la autorización de Veytia, quien en esos días es-taría m
ás interesado en detener los embargos prom
ovidos por los Hede-
sa-Victoria que por desconfiar de su mayor oponente. Pero las negocia-
ciones de Mendoza no detuvieron el proceso legal. El alguacil m
ayor yaestaba en M
éxico cuando llegó la orden de embargar las rentas de la ciu-
dad para asegurar el pago de doña Antonia Sum
bil. Por eso el cabildoencom
endó su defensa a don Alonso Vallarta, en calidad de procurador
interino. 45
Mientras los regidores buscaban la form
a de detener dos embargos
simultáneam
ente, otro asunto dividió sus filas. Fue un pleito provoca-do por don O
nofre de Arteaga, quien en esos días tram
itaba en México
el remate del cargo de depositario general y regidor de Puebla. La falsa
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Por las mism
as fechas en que doña Antonia Sum
bil litigaba, su con-cuño, el exregidor, don N
icolás de Victoria Salazar buscaba liberarse delpago de una deuda a la que había sido condenado por don Juan José deVeytia. Com
o don Nicolás había sido uno de los regidores que m
ás ha-bía intervenido en la contratación de los préstam
os que periódicamente
solicitaba el cabildo para enfrentar adeudos y retrasos ante la Real Ha-
cienda, Veytia lo condenó a pagar $2 000 para cubrir los atrasos de laadm
inistración de alcabalas. También le obligó a pagar un préstam
o de$5 000 que Victoria había solicitado, en nom
bre del cabildo, para cubrirlos gastos del recibim
iento del virrey conde de Galve. 41En am
bos casosVeytia le atribuyó una responsabilidad personal a don N
icolás deVictoria, ignorando el hecho de que sólo había actuado com
o represen-tante de una institución: el cabildo de la Puebla de los Á
ngeles, y como
era obvio, Victoria nunca recibió el dinero.D
on Nicolás protestó y em
prendió un dilatado proceso de apelación,pero ignoro por qué tardó tanto tiem
po en comenzar el pleito legal.
Quince años después del atropello com
etido por el aduanero alcabalero,la Real A
udiencia ordenó que dicha deuda fuera pagada ¡por el Cabil-do! La institución debería devolver a Victoria las m
ultas, los intereses ylos gastos del pleito. El m
onto fue estimado en $16 100. A
unque Veytiainstruyó a los regidores para que rechazaran la sentencia, e incluso per-m
itió gastar importantes sum
as en el pleito, como en el caso de la viuda
Sumbil, la sentencia tam
poco pudo ser revocada. Sorprende la inmuni-
dad legal del “aduanero alcabalero”, pues el costo de sus errores los te-nía que pagar el Cabildo.
Las consecuencias del embate legal y económ
ico de los Hedesa-Vic-
toria fueron demoledoras en todos los frentes. Los pleitos dividieron al
bloque oligárquico de Veytia y fueron una estrepitosa derrota no sólo deorden económ
ico y legal, sino también en las relaciones personales. En
febrero de 1715 don Nicolás de Victoria presentó la sentencia de la Real
Audiencia que ordenaba al Cabildo pagarle inm
ediatamente. El cabildo
encargó la defensa a su procurador mayor, don M
anuel de Torija y Rojo.A
l recibir las presiones de los aliados de Victoria, el novel regidor y pro-
41Gustavo Rafael A
lfaro, “La lucha por el control...”, 179-180.
42AA
P. LC. 38 22-feb.1715 f. 39-44; 1-jun-1715 f. 91-92v; 18-dic-1715 f. 202v-203.43A
AP. LC. 38 1-jun-1715 f. 91-92v
44AA
P. LC. 38 3-jun-1715 f. 94-10145A
AP. LC. 38 11-jul-1715 f. 112-v
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el cabildo acordó recibirlo hasta que presentara fiadores, y después deque el virrey aclarara a quien le correspondía el m
ejor asiento. Sólo losaliados de M
endoza: el segundo marqués de A
ltamira y M
anuel de Ri-vas, propusieron que se le diera posesión inm
ediatamente. Todavía los
regidores interinos intentaron cambiar la decisión del virrey y ofrecie-
ron $4 000 (la mism
a cantidad pagada por Arteaga) para que les perm
i-tiera nom
brar al depositario, con la condición de que no tuviera mejor
lugar que ellos. 50Como el virrey rechazó su propuesta su única salida
digna fue presentar su renuncia. Su actividad en el cabildo terminó el 5
de febrero de 1716, día en el que el cabildo recibió a don Onofre A
rteaga.A
partir de esa fecha dejaron de asistir a las sesiones. Así term
inó el bre-ve dom
inio del bloque de regidores interinos nombrados por Veytia. Su
desaparición fue la tercera gran derrota en la administración y el gobier-
no urbano, y explica el asombroso predom
inio de los intereses particu-lares del clan H
edesa-Victoria, y de Mendoza. En ese sentido la derrota
de don Juan José en el ámbito del reclutam
iento oligárquico implica la
pérdida del control de la hacienda municipal, y la parálisis en la adm
i-nistración urbana de los años 1715-1718.
Después del retiro de los regidores interinos, la m
ayor desgracia queenfrentó el gobierno de Veytia fue el em
bargo de las rentas y los propiosde la ciudad. A
l terminar el año, el 18 de diciem
bre de 1715, don Pe-dro de M
endoza escribió al cabildo para informar que había perdido el
pleito contra don Nicolás de Victoria. Com
o única explicación de su fra-caso, M
endoza ejercitaba una vez más su capacidad para fom
entar dis-cordias. 51En realidad a M
endoza le importaban m
uy poco las finanzasdel cabildo. N
o hubiera sido extraño que a partir del pleito se acercara
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noticia de que don Onofre había com
prado los cargos junto con el privi-legio de sentarse inm
ediatamente después que el alguacil m
ayor, fuerecibida con preocupación por los capitulares, especialm
ente por el regi-dor decano don Joseph U
rosa, a quien correspondía ese lugar. 46Pocodespués, M
endoza mandó otra carta para aclarar que la preferencia al-
canzada por don Onofre se entendería únicam
ente sobre los regidoresinterinos. Fue entonces cuando don José A
ntonio Ortiz de Cazqueta, se-
gundo marqués de A
ltamira, propuso un frente único de regidores que
permitiera ofrecer a la Real H
acienda un precio superior por el cargo.Sería una com
pra colectiva que permitiría que cada uno de los regidores
que cooperara en la compra, desem
peñara el cargo de depositario gene-ral alternativam
ente, tal y como se hacía con el cargo de A
lcalde Provin-cial de la Santa H
ermandad. Las propuestas del m
arqués fueron acepta-das y don A
lonso Carlos de Vallarta salió inmediatam
ente para México
a defender sus derechos. 47Sus alegatos fueron desechados por el virreyduque de Linares, quien dio la preferencia en el asiento a O
nofre porqueel rem
ate del cargo de depositario ya se había efectuado, y porque la ley90 de la Recopilación establecía que siem
pre deberían tener asiento pre-ferente los regidores propietarios a los interinos. 48
Aun así Veytia presionó al cabildo para que no aceptara el título de
Depositario G
eneral que presentó don Onofre de A
rteaga a nombre
de su hijo. 49El 8 de noviembre de 1715 don O
nofre regresaría a su casasin tom
ar posesión de su cargo de teniente de depositario general, pues
46AA
P. LC. 38 23-oct-1715 f. 145v-146 47A
AP. LC. 38 6-nov-1715 f. 152-154v
48AA
P. LC. 38 8-nov-1715 f. 157v-18449D
on Onofre de A
rteaga tomó el cargo de teniente de depositario general a nom
brede su hijo, A
ntonio Basilio de Arteaga y Solórzano, quien com
o menor de edad sólo po-
dría desempeñar el cargo titular hasta cum
plir 25 años. Adem
ás de la dispensa por la mi-
noría de edad del comprador y de la facultad para nom
brar teniente, don Onofre había
obtenido otros privilegios como la transferencia inm
ediata de todos los depósitos reali-zados hasta el m
omento. D
on Onofre era un acaudalado com
erciante que había compra-
do el cargo para su hijo, pero pensando en los negocios que podría efectuar con los capi-tales y bienes depositados en sus m
anos. Un año antes había tratado de com
prar el cargode A
lférez mayor, lo cual es otra prueba de su gran interés por ingresar al cabildo. A
AP.
LC. 38 8-nov-1715 f. 157v-184
50AA
P. LC. 38 8-nov-1715 f. 157v-184 51En su carta inform
ó que se había perdido el pleito “por los informes de don Ygna-
sio de Victoria en que fue lo menos desir el que los capitulares de este cavildo tenían en
si retenidas mui considerables porsiones, aprovechándose todos los años indevidam
entede lo que los propios produsian”. A
AP. LC. 38 18-dic-1715 f. 203-v Es m
uy significativo queal defenderse del inform
e secreto del cabildo (abril de 1718), Mendoza repitiera el m
ismo
argumento, pero agregó que los ingresos del cabildo eran $12 000 anuales, y que los regi-
dores se repartían $8 000. Esta coincidencia nos muestra que M
endoza era el creador desem
ejante mentira. A
AP. LC. 38 31-dic-1715 f. 205v-206v
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estancia en México. D
on Pedro de Mendoza aprovechó su “tiem
po li-bre” para prom
over otro pleito contra la hacienda municipal. Con asom
-brosa facilidad logró que la Real A
udiencia ordenara la devolución delos pagos (“obenciones”) que durante su gestión de obligado de abastoshabía realizado a los funcionarios del cabildo encargados de supervisarla buena calidad y el peso de la carne. 56El m
onto total pagado por Men-
doza, y que la Real Audiencia ordenó que le fuera restituido fue de
$19 000. 57Una cantidad m
uy superior a lo que el cabildo adeudaba a losacreedores que habían em
bargado recientemente sus propiedades y
rentas.O
tro grave problema del gobierno de Veytia fue la escasez de capitu-
lares. Durante el año de 1716 sólo quedaban 6 regidores para hacerse
cargo de toda la administración urbana. Y
para colmo, la crisis financie-
ra les privó de sus salarios. Ese año el ayuntamiento estaba form
ado porsu presidente, el teniente de alcalde m
ayor Dr. D
iego de la Veguellina, ylos regidores José A
ntonio Ortiz, segundo m
arqués de Altam
ira, Pedrode M
endoza o el teniente de alguacil mayor José Pulgarín Salgado,
Joseph de Urosa, Lucas Sáenz, M
anuel de Rivas y Onofre de A
rteaga;pero nunca se reunían todos. O
bviamente m
uchos de los ausentes falta-
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a los Victoria para hacer un frente común contra Veytia. 52Com
o era na-tural, las derrotas en los tribunales dieron el golpe final a las exhaustasarcas m
unicipales. Apartir del 31 de diciem
bre de 1715 los inmuebles y
las rentas de la ciudad quedaron embargados por m
andato de la RealA
udiencia. Una Real Provisión firm
ada el 16 de diciembre en la ciudad
de México em
bargó 50% de las rentas para entregarlas al exregidor N
i-colás de Victoria. La segunda Real Provisión em
bargó el producto delarrendam
iento de las cabezadas de los ejidos, para pagar el préstamo y
los réditos de los $5 000 que había servido para los gastos del recibi-m
iento del virrey conde de Galve.
Después del em
bargo el cabildo tenía dos poderosas razones parabuscar la conciliación con los H
edesa-Victoria. Es evidente que algunoscapitulares – y tal vez el propio Veytia era el m
ás interesado– se propo-nen negociar con los Victoria y procurar un acuerdo que evitara el em
-bargo de 50%
de los ingresos que aún poseían, ingresos que ya estabanen la m
ira de la viuda Sumbil. Por otra parte, el cabildo tam
bién debíadetener los m
alos manejos de M
endoza, quien seguía gastando los esca-sos fondos de la hacienda m
unicipal; ganaba un salario extraordinarioy se negaba a dar cuenta de sus gastos. Por eso el cabildo eligió un nue-vo procurador m
ayor el 2 de enero de 1716, y dio por terminada la co-
misión de M
endoza. 53Pero Mendoza contraatacó protestando por la
separación del cargo y exigió el pago de lo que había gastado en Méxi-
co. 54Una vez m
ás los regidores no pudieron oponerse a sus demandas,
y fueron obligados a pagarle su larga estancia en México, desde el 13
de julio de 1715 hasta el 24 de abril de 1716. 55Pero además la gestión de
Mendoza costó a la hacienda m
unicipal $4 600 y no hubo ningún tipode beneficio. A
l contrario, un daño adicional resultó de su prolongada
52Por declaración del propio Nicolás de Victoria nos enteram
os de que Mendoza
apoyó su reingreso a la política capitular como m
ayordomo de cabildo. D
ebo advertir allector que los cam
bios de parecer y también de am
igos que pasaban al campo de los ene-
migos (y viceversa) eran frecuentes en la vida del alguacil m
ayor.53A
AP. LC. 38 2-ene-1716 f. 212v-215
54AA
P. LC. 38 6-feb y 27-feb-1716 f. 233 y245 55A
AP. LC. 38 18-abr-1716 f. 258-259v Lo cobrado por M
endoza era sin duda excesivo,pues en una estancia de cuatro m
eses el contador Francisco Guzm
án y Luzón incluyen-do salario, pago de abogados, tribunales y gastos diversos sólo significó un pago de $800.
(AA
P. LC. 40 23-may-1721 f. 294-297) En otra ocasión cuando don O
nofre Arteaga era pro-
curador tuvo que permanecer 103 días en M
éxico y sólo gastó $815. AA
P. LC. 39 21-may-
1718 f. 195 56En la Puebla de aquellos años se acostum
braba que el obligado pagara los costosde la supervisión m
unicipal, condición exigida extralegalmente, pues era una de las res-
ponsabilidades por la que el cabildo no debía exigir cobro adicional. En los archivos haquedado evidencia de que estas contribuciones m
ensuales sostenían el pago de los Di-
putados del Tribunal de Fiel Ejecutoria (dos regidores por mes) y generaban ingresos
para el escribano de cabildo y el veedor de carnicerías. Por ejemplo, en el acuerdo gene-
ral de concordia de salarios de 1710 quedó establecido que todos los salarios ganados porlos regidores al desem
peñar los cargos anuales (Procurador mayor, obrero m
ayor, patrónde fiestas, etc.) serían depositados en una arca com
ún y se repartirían equitativamente
entre todos los capitulares “[...] excepto lo que toca a las carnicerías, así de vaca como del
carnero, para que vayan cobrando cada dicho [salario] en su tiempo, lo que le toca de
ellas los meses de diputación, y el que no fuera diputado [del Tribunal de Fiel Ejecutoria]
no perciba cosa alguna con cuia reserva se guarde dicha concordia”. AA
P. LC. 36 2-ene-1710 f. 173
57AA
P. LC. 38 30-abr-1716 f. 265v-273
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a un enemigo com
ún: don Pedro de Mendoza y Escalante. Com
o prue-ba de buena voluntad, los regidores nom
braron administrador de pro-
pios al padre del alférez, don Nicolás de Victoria Salazar, quien de he-
cho, desde el embargo a su favor en enero de 1716, adm
inistraba lam
itad de las rentas y todo el ramo de arrendam
ientos de cabezadas delos ejidos. Confiando en su honradez elim
inaron al mayordom
o y alcontador. Enorm
e concesión que también contó con el visto bueno de
Veytia. 60Seguramente esta rápida consolidación de los Victoria era parte
de un acuerdo que permitía ganar tiem
po y retrasar la ejecución del em-
bargo a favor de doña Antonia Sum
bil que, como hem
os visto, ya habíasido aprobado por la Real A
udiencia. Este embargo los dejaría sin ningún
tipo de ingresos, por eso, a través de los Victoria, el procurador mayor
don Onofre A
rteaga, elaboró una escritura de acuerdo y obligación condoña A
ntonia en julio de 1717. El cabildo se comprom
etía a pagarle los$16 630 después de una espera de diez años. U
na vez cumplida la espera,
el cabildo le pagaría $4 000 anuales los dos primeros años, y después
$1 000 por año hasta cubrir el resto de la deuda. 61Indudablemente era un
buen trato para el cabildo. Los regidores tendrían que agradecer la inter-vención de don N
icolás y de don Ignacio Xavier de Victoria para conven-cer a su tía de que aceptara el convenio. Y
por si fuera poco, don Nicolás
de Victoria dejó de cobrar su deuda, e incluso les prestó $5 000 para queel cabildo sorteara la avalancha de deudas y pleitos del año 1717. 62
Era natural que los Victoria trataran de cobrar su ayuda. Con su apo-yo político y sus préstam
os al cabildo reforzaron el dominio de Veytia y
lo defendieron de los estragos provocados por el alguacil mayor. A
un-que ignoro la form
a en la que Veytia agradeció su ayuda, por ahora sólopuedo señalar la confianza absoluta que el cabildo depositó en los Vic-
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ban a propósito. Tal era el caso del mism
o Pedro de Mendoza, quien
después de aumentar los pleitos y las deudas se negaba a asistir al Ca-
bildo. Adem
ás prohibía la asistencia de su teniente, y también influía en
las ausencias de su amigo M
anuel de Rivas, provocando mayor trabajo
y responsabilidad en los regidores que si asistían. Por eso cuando los re-gidores interinos abandonaron definitivam
ente la sala de cabildo (5-feb-1716) las sesiones se realizaban contando sólo con dos o tres regidores. 58
En medio de la parálisis adm
inistrativa y de la crisis financiera, alm
ediar el año de 1716, renunció el alférez mayor de la Puebla, don José
Antonio O
rtiz de Cazqueta, segundo marqués de A
ltamira. N
o conoce-m
os sus motivos, y el único que podem
os descartar con plena seguri-dad es el de m
ala salud, pues al contrario de lo que ocurría habitual-m
ente, siguió viviendo muchos años después de que firm
ó su renunciaa favor del hijo m
ayor de don Nicolás de Victoria. Sabem
os que el se-gundo m
arqués de Altam
ira tenía serios problemas económ
icos. Su pe-nuria llegaba hasta el grado de quedarse m
ás tiempo de lo debido con
un donativo colectivo a favor del rey. 59Aunque no encontré ninguna
prueba contundente de que la escasez de dinero le obligara a vender elcargo de alférez m
ayor (apenas lo había comprado en 1715), tom
andoen cuenta sus antecedentes, es probable que esa haya sido la razón fun-dam
ental. Por otra parte, aunque era un regidor que muchas veces apo-
yó a Mendoza, tam
bién tenía vínculos con Veytia, por tanto no pareceque los pleitos en el cabildo fueran m
uy peligrosos para él. El caso es que gracias a la oportuna renuncia del segundo m
arquésde A
ltamira, los Victoria Salazar regresaron al ayuntam
iento para darprincipio a una trayectoria que no se detendría antes de 1796. D
onIgnacio Xavier de Victoria ingreso al cabildo el 10 de junio de 1716. Suactividad política fue tan prudente, e incluso tan conciliadora, que m
uypronto logró algún tipo de acuerdo con don Juan José de Veytia y consu grupo. La alianza se fortalecería a partir de la necesidad de com
batir
58También a partir de ese año el regidor G
abriel Francisco Manuel H
idalgo de Vargasse ausentaría definitivam
ente de la sala capitular para emprender su carrera religiosa.
59El cabildo tuvo que requerirle el pago de la cooperación que resguardaba en dosocasiones, la últim
a vez amenazándolo con acusarlo ante el virrey. A
AP. LC. 39 2-ene-1717
f. 9v-10 y 15-sep-1717 f. 59v
60AA
P. LC. 39 2-ene-1717 f. 6v-8v 61A
AP. LC. 39 17-jul-1717 f. 46-50
62Adem
ás de las deudas habituales, el cabildo tendría que responder a los cobros porgastos de pleito y estancia en M
éxico de don Pedro de Mendoza, nada m
enos que $3 100que fueron exigidos a través de una Real Provisión de la Real A
udiencia (AA
P. LC. 39 23-feb-1717 f. 17-v), sin olvidar la nueva deuda de $19 000 por el pago de obenciones.A
provechando que el río estaba revuelto, el sargento mayor Francisco M
arquéz Cabreradem
andó al cabildo por asuntos de privilegios y salarios. AA
P. LC. 39 1-jun-1717 f. 36-41v.Préstam
o extraordinario hecho por don Nicolás de Victoria LC. 39 26-sep-1718 f. 296v
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Como el Consejo de Indias ya tenía un expediente com
pleto de Men-
doza por el abasto de carnes y por otras quejas del mism
o Veytia, los ca-pitulares pensaron que tendrían la posibilidad de separarlo indefinida-m
ente del cargo. Se negaron a entregarle una copia del informe para que
Mendoza no pudiera saber la acusación y diseñar una defensa concre-
ta. 68Lo mantuvieron fuera del cabildo y tam
bién se negaron a recibir asu nuevo teniente: don Pedro Jim
énez de Aballado, argum
entando queM
endoza no tenía el privilegio de nombrar tenientes con voz y voto en
el cabildo. 69Al encontrar cerrados los causes legales, el creativo alguacil
mayor echaría m
ano de recursos ilegales. Sobornó al escribano mayor
de cabildo don Miguel Ceron Zapata “el joven”, para que le entregara
una copia del informe secreto y con ella en las m
anos presentó su casoante el virrey m
arqués de Valero, quien en sesión de Real Acuerdo, or-
denó –tal y como preceptuaban las leyes– la concordia en el ayuntam
ien-to y la reincorporación inm
ediata de Mendoza sin esperar la respuesta
del Consejo de Indias. 70Los aliados de Veytia tal vez podían prever larespuesta del virrey y de la Real A
udiencia, pero al menos se libraron de
Mendoza por cuatro m
eses (del 22 de abril al 2 de agosto de 1718). Com
o era natural, cuando Mendoza regresó al ayuntam
iento lospleitos aum
entaron. Pero las cosas habían cambiado. Esta vez los dos
bandos estaban muy bien definidos. Por un lado se encontraban los re-
gidores aliados al alcalde mayor y al clan Victoria Salazar, y por otro, el
alguacil, que si bien contaba con algunos aliados, no había sido capazde generar un grupo suficientem
ente sólido para apoyar su posiciónpersonal. En ese tiem
po el bando de Veytia disponía de una compleja
red social que, además de beneficiarse de la am
istad y relaciones con la
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toria desde el primer día del año de 1718. Prácticam
ente dejaron en susm
anos la supervivencia económica y jurídica de la institución. Prim
eroaprobaron los deseos de don N
icolás de Victoria y lo nombraron m
ayor-dom
o de la ciudad durante nueve años; enseguida le asignaron un suel-do de $400 anuales (sólo rebajaron $100 a su pretensión salarial ori-ginal). A
cambio, don N
icolás prometió no dem
andar su salario losprim
eros cuatro años; así daría oportunidad de que la ciudad fuera sa-liendo de sus com
promisos m
ás urgentes. Adem
ás obtuvo la garantíade que en caso de m
uerte o enfermedad, alguno de sus hijos pudiera he-
redar el cargo. 63En segundo lugar, el cabildo eligió a don Ignacio Xaviercom
o procurador mayor, lo cual significaba que cualquier problem
a queenfrentara su padre, necesariam
ente tendría que pasar por sus manos.
Ni tardo ni perezoso el alférez nom
bró como sustituto de procurador
mayor al abogado José de Sosa Victoria, 64y com
o abogado en la ciudadde M
éxico, al abogado presbítero Nicolás de Sosa Victoria, parientes
cercanos de la familia. 65
Aunque un poco tarde, don Pedro de M
endoza logró frenar el rápi-do posicionam
iento de los Victoria. En los primeros días de abril los
obligó a dejar todos sus cargos. 66Aunque el ataque de M
endoza cum-
plió su objetivo y disminuyó el poder form
al de los Victoria en la ha-cienda m
unicipal, en esta ocasión la contraofensiva de Veytia y los Vic-toria fue m
ás contundente. Aprovechando la enem
istad de Mendoza
con la mayor parte de los regidores, Veytia inspiró un inform
e secretodirigido al Consejo de Indias, en el cual, después de enum
erar los abu-sos del alguacil m
ayor, el ayuntamiento de Puebla pide su destitución.
Mientras el Consejo m
andaba su respuesta, los regidores excluyeron aM
endoza de sus reuniones. Todo esto ocurrió en el cabildo del 22 deabril de 1718, y fue acordado por el teniente de alcalde m
ayor Dr. D
iegode la Veguellina y Sandoval, el alférez m
ayor Ignacio Xavier Victoria,Joseph de U
rosa, Lucas Sáenz y Onofre de A
rteaga. 67
63AA
P. LC. 39 2-ene-1718 f. 86v-89v64A
AP. LC. 39 13-dic-1718 f. 426v
65AA
P. LC. 39 22-abr-1718 f. 179 66A
AP. LC. 39 4-abr-1718 f. 146-v
67AA
P. LC. 39 22-abr-1718 f. 176v-181
68Recordemos que era un procedim
iento típicamente inquisitorial ocultar el m
otivode la acusación y aprovechar para interrogar profundam
ente al acusado. 69El argum
ento era válido porque Mendoza siem
pre se había negado a presentar laconfirm
ación de su título de alguacil mayor. Por eso el cabildo no podía saber si el rey le
había confirmado los privilegios que había ganado en el rem
ate del cargo. Por otra parte,evitar el ingreso del teniente a las sesiones era claram
ente una medida política, pues los
tenientes anteriores si habían podido participar y votar durante las ausencias de Mendo-
za. AA
P. LC. 39 12-jul-1718 f. 243-244v 70A
AP. LC. 39 2-ago-1718 f. 256-270
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opone con éxito al enorme poder del alcalde m
ayor vitalicio, pero sobretodo, porque se convierte en un buen indicador sobre la capacidad dereacción y adaptación del sistem
a político oligárquico en un periodode crisis en el que las reglas son poco claras. Sorprende que un solo inte-grante del sistem
a político, Mendoza, tenga tal capacidad para crear
nuevas reglas y nuevas condiciones. Mendoza es la oposición frente a
un poder burocrático y autoritario que había hecho polvo a todo un gru-po oligárquico. D
ebemos reconocer que si bien en el caso de M
endozala individualidad desborda el m
argen de conductas esperadas como
reacciones habituales del sistema, aún sin desearlo, el sistem
a político setransform
a para adaptarse a un comportam
iento extravagante. Por esoel conflicto personal entre Veytia y M
endoza se convirtió en un conflic-to político de alcance social. Esto explica la paradoja de que M
endoza seconvirtiera en un colaborador involuntario del poder de Veytia, puessin la sistem
ática oposición de Mendoza a una gran parte de la elite, el
bloque aliado al alcalde mayor no hubiera conservado la cohesión. Lo
cierto es que gracias al alguacil mayor, algunos de los antiguos enem
i-gos de Veytia, com
o los Victoria Salazar, se convirtieron en aliados ydespués en am
igos del aduanero alcabalero.Estas fueron las condiciones que perm
itieron el triunfo final de Vey-tia y de su grupo oligárquico local. Fue un triunfo com
pleto en los dife-rentes frentes: en la esfera de la alta burocracia im
perial, en la esfera delposicionam
iento social y familiar de sus herederos, y en el olvido y re-
cuerdo de ciertas partes de esta compleja historia del poder. Para em
pe-zar, en 1722 los fam
iliares directos de Veytia prepararon una sucesióndel poder y el prestigio con guantes de seda. Sus albaceas eran su sobri-no, el abogado don José Fernández de Veytia, el capitán y regidor interi-no don Sebastián de Echeverría y O
rcolaga, y el alcalde ordinario donPedro de Echeverría y O
rcolaga. El mism
o día de la muerte de don Juan
José mandaron despachos urgentes para que fueran reconocidos los
“pliegos de mortaja” que el difunto había ganado dos años antes. El rey
los había concedido de la mism
a manera que si Veytia hubiera sido un
virrey. El marqués de Valero y los oidores aceptaron la validez de la cé-
dula firmada en M
adrid el 4 de diciembre de 1719, y con base en ella
autorizaron que todos los cargos de don Juan José de Veytia y Linajefueron heredados interinam
ente a su sobrino, don José Fernández de
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burocracia novohispana, podía aspirar a consolidar su posición de ma-
nera autónoma cuando la m
uerte llamara a Veytia.
La combinación de estos factores perm
itió que después de sortearlos adeudos y em
bargos de la hacienda municipal, el 22 de julio de 1720,
don Juan José de Veytia se anotara el segundo triunfo definitivo sobreM
endoza. Ese día los regidores interinos fueron reinstalados en suscargos. 71D
os no regresaron, José Manso y A
ndrade porque dijo ser veci-no de la ciudad de Cholula, lo cual seguram
ente era un pretexto, y donJuan Jerónim
o Vasconcelos, se disculpó diciendo que padecía una enfer-m
edad que le impedía desem
peñar su cargo. 72Los cuatro regidores
interinos que si regresaron: Vallarta, Gorospe, Echeverría y Torija, no
sólo mejoraron la adm
inistración del gobierno urbano, sino también
integraron una oligarquía que conservó el poder muchos años después
de la muerte de Veytia. Y
eso era lo que el “aduanero alcabalero” ahoraalabado com
o “Hércules fiscal” esperaba. Con gran talento Veytia
comprendió m
uy bien su situación y preparó el camino de sus suce-
sores. Yes válido hablar en plural, pues el grupo que conform
ó durantesu larga perm
anencia en Puebla sería su heredero. Ellos culminarían su
batalla contra el alguacil mayor. El grupo era tan grande que cada uno
de sus integrantes desempeñó su labor en los años y décadas que siguie-
ron a la muerte del “aduanero alcabalero”.
Dentro de dicho grupo observam
os el liderazgo evidente de ciertosclanes que aprovecharon tanto sus vínculos fam
iliares como sus m
éritospolíticos, lo cual nos perm
ite encontrar otra característica del sistema
político oligárquico. Si los Victoria y los Echeverría son los ganadoresen el posicionam
iento como integrantes y líderes de la oligarquía capi-
tular, el perdedor de dicho proceso será el alguacil mayor don Pedro de
Mendoza y Escalante. Cuando reflexionam
os más detenidam
ente sobreel papel de don Pedro de M
endoza nos damos cuenta que es un prota-
gonista trascendente. Destaca sobre sus contem
poráneos porque se
71AA
P. LC. 40 29-jul-1720 f. 97-10472El derecho indiano sólo reconocía com
o enfermedades válidas para im
pedir el de-sem
peño de una regiduría la locura, la ceguera y la sordera. Hasta ahora no tengo prue-
bas de que don Juan Jerónimo padeciera alguna de estas enferm
edades. Por tanto su dis-culpa no está libre de sospecha.
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Castejón el 23 de noviembre de 1723. Y
si bien la salida del sobrino deVeytia tuvo algún detalle am
enazante, las auditorias y juicio de residen-cia liberaron a don Juan José y a su sobrino de cualquier sospecha. 77
Unos años después, el joven abogado José Fernández de Veytia em
pren-dería su carrera en la Real A
udiencia de México, prim
ero como fiscal, y
a partir de 1728 como oidor. Fue entonces cuando las autoridades reco-
nocieron sus habilidades administrativas. El 14 de julio de 1732 fue
nombrado superintendente de la Casa de M
oneda de México, justo
cuando el rey decidió quitarle su administración a los particulares. Su
trabajo rindió frutos, pues logró un buen orden en todos los asuntos dela dependencia. Bajo su dirección, la acuñación de m
oneda comenzó a
dar utilidades a la Real Hacienda. Casi al final de su vida, sus inquie-
tudes religiosas –o políticas– lo llevarían de nuevo a Puebla, pero estavez al Cabildo catedralicio, corporación donde perm
aneció cuatro años(1738-1742) para regresar a la Real A
udiencia, donde moriría com
o regi-dor decano en 1745. 78
Es probable que durante su larga carrera profesional, don José Fer-nández de Veytia haya seguido interesado en la política poblana. Q
ui-zás algo tuvo que ver en el nom
bramiento de justicia m
ayor de Pueblaque obtuvo don Pedro de Echeverría y O
rcolaga en junio de 1730. Perosi el oidor no intervino en la designación sería porque el bloque funda-do por don Juan José de Veytia seguía siendo poderoso. Y
precisamente
por eso podemos pensar que el “grupo Echeverría” tenía la confianza
de las altas autoridades del reino, quienes no dudaron en depositar en
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Veytia, quien prepararía las cuentas y los informes respectivos. D
os díasdespués del entierro de Veytia, el 18 de agosto de 1722, los albaceas cita-ron a cabildo para presentar todos estos docum
entos. En el mism
o ca-bildo en el que Fernández de Veytia juró su cargo de alcalde m
ayor dePuebla, presentó una carta en la que el virrey, m
arqués de Valero, le ma-
nifestaba sus condolencias por la muerte de su “prim
o”, asegurándoleque apoyaría su gestión adm
inistrativa. 73El espaldarazo de las altas au-toridades novohispanas allanó el cam
ino a los herederos de Veytia. Lasm
urmuraciones que se propagaron por que la m
uerte sorprendió al“aduanero alcabalero” fuera de la gracia de la Iglesia fueron bien cono-cidas pero contenidas –hasta donde sabem
os– discretamente.
Don José Fernández de Veytia se m
antuvo 14 meses en los cargos
que había desempeñado su tío. En este tiem
po siguió con la administra-
ción y presentó las cuentas de Veytia sin menoscabo de la fortuna y el
poder familiar. 74Y
hasta aprovechó para incrementar la influencia del
bloque oligárquico fundado por su tío, pues aunque aceptó la renunciade su suegro com
o regidor interino, casi inmediatam
ente obtuvo dosnuevas regidurías interinas para dos antiguos aliados de Veytia: donJuan de Esparza y Veintem
illas y don Nicolás de Castro y A
ndrade,quienes juraron sus cargos el 19 de noviem
bre de 1723, venciendo laoposición del entonces procurador m
ayor de cabildo, don Pedro deM
endoza, unos cuantos días antes de la salida de Fernández. 75
Para esa fecha don José Fernández sabía que la corona había decidi-do separarlo de todos sus cargos y distribuirlos de nuevo. Los azoguesy la superintendencia de arribadas de la M
ar del Sur ya habían regresa-do a las m
anos del virrey; 76en tanto que habían comenzado las negocia-
ciones para rematar las alcabalas a los com
erciantes poblanos (como
ocurrió en 1724). Así, de m
anera repentina pero previsible, la alcaldíam
ayor de Puebla pasó a las manos del oidor don Joaquín de U
ribe y
73Todos los documentos, incluyendo la carta de condolencia del m
arqués de Valerose encuentra en el cabildo en el que se presentó com
o nuevo alcalde mayor a don José
Fernández de Veytia. AA
P. LC. 40 18-ago-1722 f. 552-556.74A
ntonia Heredia, La renta del azogue..., 194-195.
75AA
P. LC. 41 19-nov-1723 f. 160v-164v 76A
GN. RCO. Vol.44 exp.16 25-abr-1723 f. 38-39v
77Agradezco la generosa colaboración de Patricia D
íaz Cayeros quien me proporcio-
nó la copia de los juicios de residencias que aprueban los gobiernos de don Juan José deVeytia, y de su sobrino don José Fernández de Veytia. A
GI. Juicios de residencia. Escriba-
nía 237-B “Testimonio dado a pedim
ento del Lic. D. José Fernández Veytia sobre la resi-
dencia que se ha dado en esta ciudad del Lic. Don Juan Joseph de Veytia y Linaje, del
consejo de su majestad en el real y suprem
o de las Indias como alcalde m
ayor desta ciu-dad”. Puebla de los Á
ngeles. Distrito de M
éxico. Año de 1723.F. 1-77. A
GI. Juicios de resi-
dencia. Escribanía 237-B “Juicio de residencia del Lic. D. José Fernández Veytia, alcalde
mayor de Puebla” Puebla de los Á
ngeles. Distrito de M
éxico. Año de 1725. f. 31-142
78Mark Burkholder y D
. S. Chandler, De la im
potencia a la autoridad..., 256; JoaquínM
aniau, Compendio de la historia de la Real H
acienda de Nueva España, notas y com
entariosde A
lberto M. Carreño, M
éxico, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UN
AM, 1995, 14.
GU
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MÍR
EZ
25
6
sus manos el gobierno de la ciudad. U
na prueba más de que el sistem
apolítico oligárquico había recuperado el poder dentro y fuera de laciudad.
Una vez instalado en el gobierno, don Pedro de Echeverría siguió
con la “tradición familiar” y pidió al virrey nuevos regidores interinos.
Esta vez lo beneficiados fueron don Manuel Bernardo de Santerbas, don
Miguel Berm
údez Pimentel y Sotom
ayor, don Pedro Fernández Ronde-ros, don José de Zárate, don Juan José de G
ainza y don Francisco Gon-
zález Maldonado. 79Con estos nom
bramientos se darían los toques fina-
les a la oligarquía capitular, y sin duda, todos sus integrantes estaríanm
uy agradecidos con los hábiles artífices cuya labor era comparable a la
de la mítica Penélope, pues si la oligarquía había quedado casi desecha
en la tormenta de la crisis política poblana, cuarenta años m
ás tarde veíade nuevo a la luz.
Ytodo indica que ahora la oligarquía era m
ás fuerte pues a partir de1730 no habría graves divisiones en ella. D
espués de años de zozobra lapaz había llegado. Era la paz de la victoria. Cinco años antes los aliadosde Veytia habían destruido a su enem
igo más poderoso en Puebla. D
onPedro de M
endoza y Escalante salió de la ciudad en enero de 1725 parapresentarse en las cárceles del Santo O
ficio. Ysería un viaje sin retorno.
Este triunfo póstumo nos hace pensar que el m
ejor epitafio para el di-funto “aduanero alcabalero” sería “A
quí yace don Juan José de Veytia yLinaje, H
ércules fiscal de Su Majestad y arquitecto excelso de la oligar-
quía angelopolitana”.
FECH
AD
EA
CEPTACIÓ
ND
ELA
RTÍCULO: 9 de septiem
bre de 2003F
ECHA
DE
RECEPCIÓN
DE
LAV
ERSIÓN
FINA
L: 12 de julio de2004
79AA
P. LC. 42 31-dic-1730 f. 195-198