8/10/2019 Roldn Hervs J. M. La Republica Romana
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Jos Manuel Roldn Hervs
La RepblicaRomana
Editorial OCANO
1976
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I. LA CIVILIZACIN DE LA ROMA PRIMITIVA
INTRODUCCIN
La Italia primitiva
Las civilizaciones itlicas, de las que Roma forma parte, jugaron un
importante papel en el desarrollo de los rasgos especficos de la ciudad del Tber. Pero el
proceso de formacin de estas civilizaciones sigue presentando numerosas dificultades, no
obstante las nuevas aportaciones en los campos de la arqueologa y de la lingstica. Slo a
partir del siglo VIII a.C., cuando los primeros colonos griegos desembarcaron en las costas de
Italia, puede trazarse con cierta seguridad, aunque fragmentariamente, la historia de los
pueblos que han habitado la Pennsula. Antes de esta fecha, la investigacin se enfrenta, sobre
todo, al viejo problema de la relacin entre poblacin autctona y eventuales invasiones, que,
en su mutua interrelacin, han conformado los rasgos constitutivos de los pueblos de la
protohistoria italiana.
La indoeuropeizacin de Italia
El problema clave en este proceso es el de la indoeuropeizacin de Italia, esto es,
el de la entrada en la Pennsula de nuevos elementos de poblacin, procedentes de Europa
Central y del rea del Egeo, que, ms dinmicos y con nuevos aportes culturales, desplazaron o
se superpusieron en amplias regiones a la poblacin autctona.
Con el Bronce final y la transicin a la Edad del Hierro, desde finales del siglo
XIII a.C., se produjeron en la Pennsula, como en otros mbitos del Mediterrneo y del Oriente
Prximo, importantes cambios, ligados a desplazamientos de pueblos. Por toda Italia se
extendi un nuevo tipo de enterramiento: la inhumacin fue sustituida por la incineracin.
Recipientes de cermica, que contenan las cenizas de los cadveres, se enterraban en
pequeos pozos, formando extensos cementerios, los llamados campos de urnas., difundidos
por toda Europa, desde Catalua a los Balcanes. El nuevo rito se pone en relacin con la
llegada a Italia, en diferentes momentos, de nuevos elementos de poblacin, procedentes de
Europa central y del rea de Egeo, que se expandieron por distintas regiones en un proceso
mal conocido, pero decisivo para la configuracin del mapa tnico y cultural italiano.
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Con la Edad del Hierro, se presenta en Italia una enorme variedad de elementos
culturales mezclados, algunos de carcter nuevo, como revela la documentacin arqueolgica.
Sin duda, su manifestacin ms importante y rica es el la cultura de Villanova,llamada as por
una aldea, cercana a Bolonia, donde se individualizaron sus primeros rasgos especficos. Su
ncleo fundamental se encuentra en las regiones de la Emilia y Toscana, aunque se expandi
por otras regiones de Italia. Sus caractersticas fundamentales son las tumbas de cremacin en
grandes urnas de cermica negra, de forma bicnica, y el desarrollo de la metalurgia.
Los villanovianos construan sus aldeas de cabaas en lugares elevados. Estos
ncleos fueron evolucionando, como consecuencia del crecimiento demogrfico, la mejora de
la tecnologa y el desarrollo de los intercambios, hasta convertirse en el germen de autnticas
ciudades.
Las restantes culturas de la Edad del Hierro presentes en Italia tienen menos
inters, ya que su caracterstica ms acusada es su apego a viejas formas heredadas de la Edad
del Bronce. A partir del 1400 a.C., en el Bronce pleno, se haba afirmado en el Apenino central
una civilizacin llamada precisamente apennica, de pastores seminmadas, que practicaban
la inhumacin para enterrar a sus muertos, vivan en cabaas o en cavernas y utilizaban una
cermica, hecha a mano, de color negro, con decoracin en zigzag y punteado. Estos pastores
trashumantes se extendieron por el Lacio y por las regiones meridionales de Apulia y
Campania. Lentamente con la afirmacin de la Edad del Hierro, desde comienzos del I milenio
a.C. y en contacto con nuevos elementos culturales y de poblacin, daran lugar a las
civilizaciones itlicas histricamente conocidas.
La civilizacin etrusca
El perodo orientalizante
En el siglo VIII a.C., en los asentamientos villanovianos de la Toscana,
tuvo lugar una evolucin que condujo a la aparicin de las primeras estructuras urbanas,
proceso ligado a un importante crecimiento econmico y a una mayor complejidad en la
estructura social. La agricultura, dotada de nuevos adelantos tcnicos, como la construccin de
obras hidrulicas, produjo cultivos ms rentables; se increment la explotacin de los
yacimientos mineros de la costa y de la vecina isla de Elba, que favoreci el desarrollo de la
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industria metalrgica, y se potenciaron los intercambios de productos con otros pueblos
mediterrneos.
Paralelamente, la poblacin de las antiguas aldeas villanovianas se concentr en
ciudades, tanto en la costa (Cerveteri, Tarquinia, Vulci, Vetulonia...), como en el interior
(Chiusi, Volsinii, Perugia, Cortona...). En el marco de la ciudad, la primitiva sociedad,
asentada sobre bases gentilicias, sufri un proceso de jerarquizacin, manifestado en el
nacimiento de una aristocracia, acumuladora de riquezas, que pas a ejercer el control sobre
el resto de la poblacin.
Todo este proceso coincidi con una transformacin de los rasgos caractersticos
de la cultura villanoviana, que se abri a influencias orientalizantes, es decir, a elementos
culturales procedentes de Oriente, predominantes en toda la cuenca del Mediterrneo desde
finales del siglo VIII a.C. A partir de esta fecha se sedimentaron las caractersticas propias
del pueblo etrusco.
El problema etrusco: orgenes y lengua
La brusca aparicin de un pueblo, con una cultura muy superior a la de las
restantes comunidades itlicas, hizo surgir, ya en la Antigedad (Herdoto, Dionisio de
Halicarnaso), el llamado problema etrusco, polarizado fundamentalmente en dos cuestiones,
sus orgenes y su lengua, sobre los que la ciencia moderna an discute. Incluso el propio
nombre del pueblo no est bien determinado: los griegos los conocan como tirsenos o
tirrenos; los romanos, como tusci ; ellos, a s mismos, se daban el nombre de rasenna.
El problema de los orgenes se centra fundamentalmente en el dilema de
considerar a los etruscos como un pueblo procedente de Oriente, con rasgos definidos, que
emigr a la pennsula Itlica en una poca determinada, o suponer que la cultura etrusca es el
resultado de transformaciones internas de la poblacin autctona villanoviana, al entrar en
contacto con las influencias culturales orientalizantes, que manifiesta la comunidad (koin)
mediterrnea a partir de finales del siglo VIII a.C.
No puede negarse el paralelismo de muchos rasgos artsticos, religiosos y
lingsticos de los etruscos con Oriente y, ms precisamente, con Asia Menor. Pero, en todo
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caso, el pueblo etrusco slo alcanz su carcter de tal en Etruria, donde la incidencia de
factores econmicos y sociales precisos, hizo surgir un conglomerado de ciudades-estado, que,
a partir de finales del siglo VIII a.C., crearon una unidad cultural a partir de distintos
elementos, tnicos, lingsticos, polticos y culturales.
En cuanto a la lengua, aunque conocemos ms de 10.000 inscripciones etruscas,
escritas en un alfabeto de tipo griego, y, por ello, sin dificultades de lectura, no ha sido posible
hasta el momento lograr un satisfactorio desciframiento. En el estado actual de la
investigacin, slo es posible constatar que no est emparentada con ninguna de las lenguas
conocidas de la Italia antigua y, aunque su estructura bsica parece preindoeuropea, contiene
componentes de tipo indoeuropeo. As, la lengua etrusca, en la que se unen rasgos autctonos
con otros procedentes del Mediterrneo oriental, vendra a ser un producto histrico,
resultado tambin del complejo proceso de formacin del propio pueblo etrusco.
La expansin etrusca
El comienzo de la historia etrusca est ligado a la aparicin en la Toscana de los
motivos de decoracin, ricos y complejos, de la koin orientalizante mediterrnea, que
sustituyen a la decoracin geomtrica lineal villanoviana. Su explicacin se encuentra en el
sbito enriquecimiento del pas, ligado a la explotacin y al trfico del abundante metal -cobre
y hierro- de la Toscana. Gracias a esta riqueza, las ciudades etruscas estuvieron pronto en
condiciones de competir en el mar con los pueblos colonizadores del Mediterrneo occidental,
fenicios -sustituidos a partir del siglo VI a.C. por los cartagineses - y griegos, mientras
extendan por el interior de la Pennsula sus intereses polticos y econmicos fuera de sus
propias fronteras.
Su fuerza de expansin llev a los etruscos hasta las frtiles tierras de
Campania, donde fundaron nuevas ciudades como Capua, Pompeya o Nola. Tambin por el
norte, los etruscos alcanzaron la llanura del Po hasta la costa adritica, donde fundaron
numerosas ciudades, entre las que sobresalen Mantua, Mdena, Rvena, Felsina (Bolonia) y
Spina.
Pero en la primera mitad del siglo V a.C., las nueva coyuntura de la poltica
internacional signific el comienzo de la decadencia etrusca. El tirano de Siracusa, Hiern,
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derrot a los etruscos en aguas de Cumas, lo que signific el desmoronamiento de la influencia
etrusca en el sur de Italia. En Campania, el vaco poltico dejado por la debilidad etrusca fue
aprovechado por los pueblos del interior, oscos y samnitas, que ocuparon la frtil llanura. Ms
tarde, a comienzos del siglo IV a.C., la invasin de los galos puso fin a la influencia de los
etruscos en el valle del Po y la costa adritica. Por esta poca, ya haban comenzado los
conflictos con la vecina Roma, que fue anexionando una a una las ciudades etruscas. Cien aos
despus, toda Etruria haba perdido su independiencia y, a comienzos del siglo I a.C., Roma
anexion todo el territorio etrusco, que fue perdiendo su identidad cultural y olvid incluso su
lengua, suplantada por el latn.
Organizacin poltica
Cuando se produjo el proceso de urbanizacin que transform las antiguas
aldeas villanovianas en autnticas ciudades fortificadas, el sistema poltico dominante en
Etruria fue el de la ciudad-estado, es decir, ncleos urbanos con un territorio circundante,
polticamente independientes unos de otros y, en ocasiones, incluso rivales. No obstante, con
el tiempo, se introdujo un principio de federacin, que congregaba a las ciudades etruscas en
un santuario, cerca del lago de Bolsena, el Fanum Voltumnae, bajo la presidencia de un
magistrado, elegido anualmente por los representantes de la confederacin, el praetor
Etruriae. Pero esta liga tuvo un carcter fundamentalmente religioso y slo en contados
momentos logr una eficaz unin poltica y militar.
A la cabeza de cada ciudad en las pocas ms primitivas estaba un rey (lucumo),
con atribuciones de carcter poltico, religioso y militar. Estas monarquas evolucionaron
hacia regmenes oligrquicos, con magistrados elegidos anualmente, los zilath o pretores,
presididos por unzilathsupremo. Como en otros regmenes oligrquicos, las magistraturas se
completaban con un senado o asamblea de los nobles de la ciudad, y, slo en poca tarda y
tras violentas conmociones sociales, se inici una apertura de las responsabilidades polticas al
conjunto del cuerpo ciudadano.
La sociedad
La sociedad etrusca era de carcter gentilicio. La pertenencia a una gens, es
decir, a un grupo de individuos que hacan remontar sus orgenes a un antepasado comn, era
condicin fundamental para el disfrute de los derechos polticos y abra un abismo social
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frente a aquellos que no podan demostrarla. Las gentes se articulaban en familias, que
constituan un ncleo no slo social sino econmico, puesto que se integraban en ellas,
adems de los miembros emparentados por lazos de sangre, los clientes,es decir, individuos
libres, ligados a la familia correspondiente por vnculos econmicos y sociales, y los esclavos.
En el sistema social originario, un grupo de gentes,se elev sobre el resto de la poblacin libre
para constituir la nobleza, que termin monopolizando el aparato poltico a travs del control
de los medios de produccin y de su prestigio social.
De esta poblacin libre, que constitua la base de la sociedad etrusca, apenas
contamos con datos. Slo es posible suponer que el artesanado, ligado a una economa urbana,
jug un importante papel, a juzgar por la cantidad y calidad de los trabajos en cermica,
bronce, hierro y orfebrera que ha rescatado la arqueologa.
Finalmente, frente a la sociedad de hombres libres, la verdadera clase inferior
estaba representada por un elemento servil, numricamente importante, adscrito a las
distintas ramas econmicas: agricultura, minas, servicio domstico... Estos siervos tenan la
abierta la posibilidad de alcanzar el estatuto de libres mediante su manumisin, los llamados
lautni .
En su conjunto, pues, la sociedad etrusca se estructuraba en una pirmide, cuya
cspide estaba constituida por unas pocas familias nobles, que ejercan su control sobre la
masa libre, gracias al monopolio de la riqueza y del poder poltico, y cuya base descansaba en
la poblacin servil, que, con su trabajo, garantizaba el poder econmico de esta nobleza.
Las evidentes tensiones que una sociedad as generaba, produjo en algunas
ciudades etruscas, hacia mitad del siglo III a.C., revueltas populares, que condujeron a la
transitoria democratizacin de las instituciones polticas y a la superacin de algunos de los
privilegios de la nobleza.
La cultura etrusca: religin y arte
De las manifestaciones culturales etruscas, hay dos, la religin y el arte,
especialmente interesantes por la huella que marcarn en la civilizacin romana y por los
problemas que plantean.
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Los etruscos consideraban su religin como revelada, es decir, transmitida a
los hombres por la propia divinidad: un geniecillo, Tages, se habra aparecido un da a un
campesino de Tarquinia para dictar a toda Etruria las reglas fundamentales de la religin. Esta
ciencia religiosa se contena en libros sagrados, divididos en tres series: los haruspicini, que
trataban del examen de las vsceras de las vctimas; los fulguraleso interpretacin del rayo, y
losrituales,en los que se contenan los preceptos y clusulas que deban regir la religin del
individuo o colectivo con la divinidad. El conjunto de rituales y prcticas, de doctrina y
teologa, se englobaba bajo el nombre de disciplina etrusca y era tan complejo que exiga la
dedicacin de sacerdotes especializados. El aspecto ms importante de esta disciplinaes, sin
duda, la preocupacin obsesiva por desvelar el futuro, por penetrar en los misterios del destino
y, por supuesto, prevenirse en el caso de que este futuro fuera desfavorable. La figura del
haruspex, que, con el conocimiento de unas tcnicas precisas, puede desvelar este destino,
especialmente, mediante el examen del hgado de animales, es clave en la comprensin de la
religin etrusca y goz de enorme prestigio, no slo en el mundo propiamente etrusco, sino en
las culturas vecinas y, especialmente, en Roma.
Las divinidades etruscas, poco conocidas, fueron precisndose a travs de los
contactos con el mundo griego . Estaban presididas por una trada, Tinia, Uni yMenrva,
asimilada a Jpiter, Juno y Minerva, a la que se veneraba en templos tripartitos, de los que el
ms famoso es, sin duda, el romano del Capitolio, construido en el perodo de influencia
etrusca. Otras divinidades importantes eran Sethlans (Vulcano), Thurms (Mercurio), Maris
(Marte) y Turan (Venus), entre otros. Pero, junto a los dioses principales, destaca en la
mitologa etrusca la enorme proliferacin de semidioses y potencias demonacas, genios y
espritus de ultratumba, que conocemos bien por su continua representacin en tumbas y
sarcfagos y que desvelan la concepcin etrusca sobre el destino tras la muerte.
Esta obsesin por el ms all condujo a cuidar con especial esmero el lugar de
reposo del difunto, rodendolo de todo lo necesario para asegurar la continuidad de su vida.
Las cmaras funerarias, excavadas en la roca y alineadas en autnticas ciudades de los
muertos, son an hoy la ms impresionante manifestacin de la cultura etrusca y fuente
inagotable de documentacin. Estas tumbas, que reproducen en piedra la vivienda con su
mobiliario, fingido en relieve o pintado, atesoran en sus paredes el impresionante testimonio
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de sus frescos, que nos abren plsticamente aspectos de la vida cotidiana y del largo viaje del
alma ms all de la muerte.
El arte etrusco, del que contamos con manifestaciones en los campos de la
arquitectura, pintura, escultura, cermica y artes menores, manifiesta un fuerte influjo griego,
que alcanza a todos los campos, temas, tipos y esquemas y que convierten a Etruria en el
elemento portador e irradiador del mundo cultural helnico a los pueblos itlicos. No
obstante, esta influencia griega no llega a anular por completo la originalidad etrusca, que se
manifiesta, por ejemplo, en el uso del arco y de la bveda en las construcciones, o en la cruda
realidad, incluso grotesca o caricaturizadora, de los rasgos humanos en las esculturas, frente a
las tendencias idealizadoras griegas.
En conclusin, el papel esencial de Etruria en la historia de la Italia primitiva
consiste en haber organizado, definido y transmitido a otros pueblos itlicos -y, sobre todo, a
Roma- un tipo de civilizacin, elaborada directamente en la Pennsula a partir de elementos
orientales y con la fuerte influencia del ms evolucionado mundo griego, que aceler el
desarrollo histrico de estos pueblos y di un carcter ms homogneo a sus respectivas
culturas.
Los griegos en Italia
La presencia de griegos en Italia es consecuencia del vasto movimiento de
colonizacin que, a partir del siglo VIII a.C., abarc a todas las costas del Mediterrneo. La
colonizacin griega encontr su mbito principal de expansin en el sur de Italia y en Sicilia y
fue obra de ciudades castigadas por la crisis agraria, potencias comerciales como Rodas,
Corinto, Calcis o Eretria, o regiones predominantemente agrcolas como la Megride, Acaya o
Laconia.
La cronologa de las primeras fundaciones es incierta. Al parecer fueron los
calcidios los pioneros de una ruta comercial hacia las riquezas metalrgicas de Etruria con su
instalacin, hacia 770, en la isla de Pithecussai (isla de los monos, en Isquia), a la que
siguieron las colonias de Cumas,
Zancle, Region, Naxos, Leontinos y Catania. El ejemplo de los
calcidios fue seguido por otras ciudades griegas, que fueron fundando colonias en las costas
sicilianas y de la Italia meridional hasta transformar estas regiones en una nueva Grecia, la
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Magna Grecia, con sus mismas frmulas poltico-sociales evolucionadas y su avanzada tcnica
y cultura, aunque tambin con sus mismos problemas polticos, econmicos y sociales: los
aqueos fundaron Sbaris, Crotona y Metaponte, tres poleis que alcanzaran una gran
prosperidad. A los dorios se debe Mgara; Siracusa fue fundada por Corinto, y en Tarento se
instalaron exiliados de Esparta. Otras colonias fueron Gela y Agrigento, en Sicilia, fundadas
por los rodios; Mgara Hiblea y Selinunte, obra de los megarenses.
La aportacin de estos griegos occidentales para el desarrollo histrico de
Italia se cumpli, sobre todo, en el campo cultural. Sus huellas se aprecian en los campos de
las instituciones poltico-sociales, como la propia concepcin de la polis; en la economa, con
la extensin de cultivo cientfico de la vid y el olivo, y en diversas manifestaciones de la
cultura: religin, arte y escritura.
Los pueblos de la Italia primitiva
Frente a las culturas annimas que pueden rastrearse en la Edad del Bronce y
primera parte de la Edad del Hierro, a partir del siglo VII a.C., gracias a la civilizacin etrusca
y a la presencia estable de griegos, es posible ya individualizar en Italia una serie de pueblos,
con rasgos culturales y lingsticos precisos, decantados como consecuencia de la incidencia
de distintos elementos tnicos, lingsticos y culturales, a lo largo de varios siglos, sobre la
base autctona de la poblacin.
La Italia septentrional
En el norte, en la costa tirrnica, entre el Arno y el Rdano, a lo largo del golfo de
Gnova y en los Alpes Maritimos, encontramos a los ligures, como resto de una etnia ms
amplia anterior, divididos en distintas tribus. Los testimonios lingusticos evidencian un
sustrato preindoeuropeo, sobre el que incidi un elemento indoeuropeo; la arqueologa, por
su parte, indica la falta de uniformidad inherente a la heterogeneidad de sus componentes. La
presin posterior etrusca por el sur y celta por el norte contribuyeron a restringir an ms su
rea de expansin, que qued limitada a regiones montaosas de los Alpes y de los Apeninos
septentrionales, mientras otros grupos se fundieron en una mezcla cltico-ligur.
Ms al oriente, al norte del valle del Po, los cursos del Trentino y del alto Adigio
albergaban a los retios, posiblemente tambin preindoeuropeos, sobre los que ejercer ms
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tarde su influencia la cultura etrusca. Hasta muy tarde no fueron absorbidos por la cultura
romana.
Finalmente, el mbito nordoriental con fachada al Adritico, estaba ocupado por
los vnetos, que darn nombre a la regin de Venecia. Se trata de una poblacin claramente
indoeuropea, cuyos rasgos culturales se emparentan con los pueblos ilirios del otro lado del
Adritico, cuya lengua conocemos bien por un gran nmero de inscripciones y que mantendr
su personalidad frente a las presiones etruscas y celtas hasta su romanizacin a partir del siglo
III a.C.
Los protolatinos
Aparte de los etruscos, el resto de Italia aparece habitada por poblaciones que
tienen en comn la utilizacin de lenguas de tipo indoeuropeo. Estas lenguas estn divididas
en un gran nmero de dialectos, en muchos casos muy distantes entre s, lo que indica la
complejidad de circunstancias que llevaron a su formacin. Un primer grupo, el ms antiguo,
es el que recibe convencionalmente el nombre de protolatino. Es, sin duda, indoeuropeo, pero
muy anterior a las distintas civilizaciones itlicas de poca histrica, lo que hace pensar en una
primera emigracin indoeuropea en la pennsula, en torno a comienzos del II milenio a.C.. Las
reas ocupadas por estas poblaciones fueron el Lacio, donde se individualizan latinos y
faliscos, el valle del Garigliano, con los auruncos, y el oriente de Sicilia, habitada por sicanos y
sculos.
Los pueblos itlicos
Un fondo cultural comn, con caratersticas particulares de desarrollo en sus
correspondientes sedes histricas, tienen las numerosas poblaciones que, bajo el nombre de
itlicos, se extienden a lo largo de la cadena apennica. Se trata de poblaciones montaesas,
pobres y primitivas, que vivan de la caza y del pastoreo. Sus ridos terrenos impedan el
desarrollo de la agricultura y los problemas de subsistencia y superpoblacin les empujaban a
hacer incursiones sobre las tierras de la llanura. En poca histrica, en muchos casos, an no
se encontraban fijados, lo que origin traslados de poblacin, tanto pacficos como violentos,
que mantienen el eco de las conmociones que debi sufrir Italia desde finales de la Edad del
Bronce. Una institucin peculiar, el ver sacrum o primavera sagrada contribua a su
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expansin: segn un antiqusimo ritual, una determinada generacin era consagrada a la
divinidad y, en primavera, guiada por su ttem sagrado, emigraba en busca de nuevas tierras.
Los diversos dialectos que hablaban pertenecen a dos grupos, el osco, en el que
se incluyen los samnitas y otros pueblos de la Italia meridional, ligados a ellos, y el umbro
septentrional, al que pertenecen los propios umbros, los volscos y quizs los sabinos. Entre los
siglos VIII y IV a.C., estos grupos de poblacin crearon estados, ocuparon territorios y
pusieron las bases para la colaboracin y el enfrentamiento con las otras civilizaciones de la
Pennsula.
En el norte, lindantes con Etruria, el grupo ms importante es el de los umbros,
que dieron nombre a la regin de Umbria. Estamos bien informados de su idioma y de algunos
de sus rasgos sociales gracias al testimonio de un magnfico documento de ndole religiosa
hallado en Gubbio, las Tablas Iguvinas.
Entre el Apenino y el Adritico se hallaban establecidos picenos,
pretuttios, vestinos, marrucinos y marsos. Ms al sur y tambin en la costa adritica, se
desplegaban frentanos, apulios, ypigos y mesapios , gran parte de cuyos rasgos culturales
convergen con los de pueblos asentados al otro lado del Adritico.
En la vertiente tirrena, alrededor del Lacio y empujndolo contra el mar, se
individualizan los grupos de ecuos, volscos, hrnicos y sabinos, cuya belicosidad y fuerza
expansiva les llevar a largas guerras contra sus vecinos, que llenan los dos primeros siglos de
la historia exterior de la repblica romana.
Tambin las tribus itlicas del Apenino meridional comenzaron a partir del siglo
V a.C. una enrgica actividad migratoria hacia el sur, Lucania y el Bruttium, y hacia el oeste,
hacia la llanura campana, donde pusieron fin a la influencia etrusca y arrinconaron en Npoles
a los griegos. Pero, instalados en la llanura campana, las influencias etrusca y griega les
empujsron a una simbiosis cultural caracterstica, que diferenci profundamente su cultura de
la de los grupos samnitas del interior. Aqu, en la agreste geografa de los Abruzzos, se form
tambin por la misma poca una confederacin de tribus -hirpinos, caudinos, pentros y
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caracenos- que, englobados bajo el nombre de samnitas,pronto se convertira en una de las
fuerzas ms expansivas de la Italia meridional, luego, enemigos encarnizado de Roma.
La civilizacin itlica
Comn a todas estas poblaciones fue la fragmentacin poltica, favorecida por
las condiciones del territorio. Slo el santuario representaba un elemento de cohesin,
aunque, en caso de guerra, se unan en confederaciones muy elsticas.
Probablemente, como en el caso de Roma, la forma originaria de gobierno fue la
monarqua, que dio paso con el tiempo a modificaciones institucionales: el mando unitario del
rey fue sustituido por magistrados de carcter colegial, con nombres distintos: en Lucania y
Campania, se atestiguan los medices; en las comunidades umbras, los marones; entre los
sabinos, los ostoviri.Apenas si tenemos huellas de instituciones asamblearias y no es mucho
mayor nuestro conocimiento sobre los respectivos ordenamientos sociales.
Obras de arte dispersas, como el famoso Guerrero de Capistrano del siglo VI
a.C., el Marte de Todi, del V, las terracotas o las pinturas funerarias samnitas de los siglos V y
IV, muestran, dentro de sus lmites, la capacidad de asimilacin que desarrollaron estas
poblaciones itlicas de elementos culturales y modos de vida procedentes de civilizaciones ms
evolucionadas como la griega o la etrusca.
Es en este mundo donde se insertan los orgenes de Roma, cuyos modestos
comienzos estn unidos al horizonte itlico.
1. La formacin de Roma como ciudad
El rea lacial
Entre Etruria y la Campania, la llanura del Lacio, cuyo corazn est constituido
por los montes Albanos, se extiende frente a la costa tirrena, limitada al este por los
contrafuertes del Apenino, al norte por el curso de los ros Tber y Anio y al sur por el
promontorio Circeo. La escasez de recursos del Lacio -una pobre agricultura y ausencia de
minerales en su subsuelo- se compensa por su privilegiada situacin, en el cruce de caminos
entre las dos regiones ms desarrolladas de la Italia antigua, Etruria y Campania.
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La cultura lacial
Aunque el territorio del Lacio estuvo habitado desde la Edad del Bronce, con
restos materiales que se adscriben a la cultura apennica, el periodo clave en la conformacin
de su poblamiento estable lo representa el periodo de transicin del Bronce al Hierro, en torno
a los siglos XI-X a.C. Es entonces cuando la llanura se cubre de aldeas, que dan origen a una
manifestacin cultural denominada lacial, dividida por los arquelogos en cuatro fases.
La evidencia arqueolgica del primitivo Lacio no permite sacar conclusiones de
tipo etnolgico. Sin embargo, el sbito aumento de poblacin con que se abre la cultura lacial,
la adscripcin indoeuropea de la lengua latina y el carcter de las instituciones poltico-
sociales y religiosas coinciden en la suposicin de un asentamiento de grupos de ascendencia
indoeuropea sobre el fondo mediterrneo, para conformar con el tiempo, de forma estable, la
etnia y cultura del Lacio.
Las aldeas latinas, extendidas en la ladera occidental y meridional de los montes
Albanos y a lo largo de la campia romana, contenan una poblacin de pastores y
agricultores, cuya conciencia de pertenecer a un tronco comn, el nomen Latinum, se
conserv en una liga, constituida por las primitivas comunidades, los prisci Latini, cuya
organizacin, segn un sistema de divisin tripartita, evidencia su procedencia indoeuropea.
Las comunidades latinas, los vici, se acomodaron en sus relaciones a las
exigencias de una liga, compuesta de formaciones polticas independientes, mediante el
aglutinante de la veneracin a una divinidad como Iuppiter Latiaris, en la falda de monte
Albano. Como consecuencia de su proximidad al santuario comn, la aldea de Alba Longa
tom una preeminencia religiosa sobre las dems, que, al correr del tiempo, se traslad a
otras comunidades, con nuevos lugares de culto, como el santuario de Venus, en Lavinium, y
los de Diana, en Aricia o en el Aventino, que, en cualquier caso, no consiguieron desterrar el
tradicional respeto por el venerable santuario lacial.
La influencia de la cultura etrusca en el Lacio marc su impronta en la liga, que
evolucion segn el modelo de la constitucin de la liga etrusca, producindose el paso del
derecho consuetudinario a tratados escritos y a una legislacin precisa. En la fiesta anual de la
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liga, las Feriae Latinae, se celebraba una comida religiosa a la que cada miembro aportaba
algo, y el ltimo da se sacrificaban vctimas por el bienestar de todos los latinos. Tambin se
elega el magistrado ejecutivo anual, el dictator latinus,y el consejo de la liga, el concilium,y
se discuta y decida sobre circunstancias comunes vitales, en especial, cuestiones de guerra y
paz, con los problemas relativos al reclutamiento del ejrcito federal e incluso la instalacin de
mercados. Pero igual que en la liga etrusca, la nueva constitucin federal llevaba en su seno
grmenes de descomposicin, que permitieron alianzas parciales entre distintos miembros de
la liga y rivalidades entre las comunidades, que forman el trasfondo de la creciente afirmacin
de Roma sobre el resto de la federacin.
Los orgenes de Roma
Roma, en sus orgenes, no puede considerarse aislada de la historia primitiva del
Lacio, del cual es una aldea o conjunto de ellas y, ni siquiera, de las ms importantes. So pena
de perder perspectiva histrica es necesario tener siempre en cuenta estos humildes orgenes.
El sitio de Roma se levanta en el extremo noroeste del Lacio, en su frontera con
Etruria, marcada por el Tber, a unos 25 kilmetros de la costa. El ro excava su curso en un
conjunto de colinas frente a una isla, la Tiberina, que permite el vado del ro y constituye, por
ello, el paso natural desde Etruria a la llanura latina. Desde el punto de vista topogrfico, una
colina, el Palatino, ocupa una posicin central, rodeada por otras: Capitolio, Quirinal, Viminal,
Esquilino, Celio y
Aventino. Entre estas colinas se extendan depresiones atravesadas por
pequeos cursos de agua. La principal era el valle del Foro, por donde discurra un arroyo, el
Velabro, que desembocaba en el Tber por el Foro Boario. Estas depresiones eran pantanosas
y, en consecuencia, insalubres. Por ello, la poblacin hubo de concentrarse en las alturas, que
ofrecan una fcil defensa, en aldeas independientes, separadas unas de otras por las zonas
pantanosas.
El problema de los orgenes de Roma no es otro que el de penetrar, con garantas
cientficas, en el proceso de transformacin de esas primitivas aldeas del Tber en un
aglutinamiento ciudadano, lo que, desde el punto de vista social, se plasma en la transicin de
una estructura tribal a una sociedad articulada en clases, en el marco de una ciudad-estado.
La tradicin literaria
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La documentacin literaria antigua pertenece a una poca posterior en siete u ocho
siglos al periodo que describe. Son, fundamentalmente, los relatos de Livio, Virgilio y Dionisio
de Halicarnaso, que tratan de armonizar las leyendas griegas y romanas con que la fantasa
adorn los primeros tiempos de una ciudad que se haba convertido en la primera potencia del
mundo conocido. Pero, frente a las tendencias, que an no hace mucho tiempo dominaban en
la investigacin, de eliminar de la historia de Roma este conjunto de leyendas por
considerarlas en conjunto falsas y fantsticas, un paso adelante ha sido el aprovechar este
material elaborado de antiguas tradiciones, para entreabrir el panorama de la poca primitiva
romana, sobre todo, mediante su comparacin con otros documentos no manipulados, como
son los restos arqueolgicos, considerablemente aumentados gracias a las excavaciones
recientes, y otros elementos interesantes como la topografa, el folklore, la religin, el derecho
y la onomstica.
Veamos, en primer lugar, los datos de la tradicin. Tras la cada de Troya, Eneas, hijo
del troyano Anquises y de la diosa Venus, tras un largo y accidentado viaje, arrib, con su hijo
Ascanio y otros compaeros, a las costas del Lacio, donde se estableci y muri. Tras su
muerte, Ascanio fund la ciudad deAlba Longa, que se convirti en la capital del Lacio y fue
cabeza de una dinasta, de cuyo tronco surgieron Rmulo y Remo, fundadores de Roma. Una
disputa entre los dos hermanos acab con la muerte de Remo a manos de Rmulo, a quien los
dioses haban sealado como gobernante de la naciente ciudad. Rmulo cre las primeras
instituciones y, despus de reinar treinta y ocho aos, fue arrebatado al cielo. Tras su muerte,
se sucedieron en el trono de Roma seis reyes, hasta el ao 509 a.C., fecha de instauracin de
la Repblica.
Se trata de un perodo de alrededor de 250 aos, un lapso de tiempo excesivamente largo
para considerarlo digno de crdito. Sin duda, los reyes romanos fueron ms de siete, aunque
en las figuras que recuerda la tradicin, ms bien smbolos de determinadas virtudes que
personajes concretos, existen algunos elementos reales que pueden ser tomados en
consideracin.
Rmulo, el fundador, es, sin ms, una creacin legendaria, al que se atribuye la
conduccin de una guerra contra la vecina poblacin de los sabinos, concluida con la
asociacin al trono de su rey Tito Tacio. Es, adems del fundador de la ciudad, el creador de
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las primeras instituciones polticas y del primitivo ordenamiento social. A su sucesor, el sabino
Numa Pompilio, se le considera el creador de las instituciones religiosas, con la fundacin de
los principales colegios sacerdotales y la organizacin del calendario. El tercer rey, Tulo
Hostilio, es el paradigma de guerrero, a quien se atribuyen las primeras guerras de conquista,
que culminan con la destruccin del viejo centro latino de Alba Longa. El cuarto rey, Anco
Marco, ltimo de la fase preurbana latino-sabina, rene los elementos caractersticos de
Rmulo y Numa, como rey conquistador pero tambin como organizador religioso.
Los ltimos tres reyes sealan un cambio decisivo en la historia de la Roma
arcaica: la entronizacin de monarcas que la tradicin considera etruscos, a finales del siglo
VII a.C., y la definitiva urbanizacin de la ciudad. El primero, Tarquinio Prisco, es recordado
por su poltica de conquista en el horizonte exterior latino, por sus reformas polticas y por su
labor urbanstica. Le sigue Servio Tulio, a quien se atribuyen dos importantes iniciativas
poltico-constitucionales, la creacin de distritos territoriales, las tribus, y el ordenamiento
centuriado. Cierra la serie Tarquinio el Soberbio, prototipo de tirano que, con su crueldad y
violencia, precipitar la cada de la monarqua.
Los testimonios arqueolgicos
Esta tradicin literaria apenas concuerda con los testimonios arqueolgicos. Es muy
poco lo que puede salverse del relato tradicional sobre los orgenes de Roma, pero tampoco ha
de rechazarse por completo, sobre todo, por lo que respecta a la segunda fase de la
monarqua, la etrusca. Con la ayuda de otros documentos, en especial los arqueolgicos, es
posible entreabrir el panorama de estos orgenes con ciertas garantas, todava ms si los
insertamos en el contexto arqueolgico del Lacio contemporneo, del que Roma constituye
una parte integrante.
El territorio que ocupara Roma aparece habitado desde el Paleoltico, aunque
los primeros objetos hallados dentro de los posteriores muros de la ciudad proceden del
Calcoltico, entre 1800 y 1500 a.C. Desde estas fechas e intermitentemente siguen restos de la
Edad del Bronce. Es evidente su adscripcin a la llamada cultura apennica,que se extiende
por la pennsula Itlica durante esta poca.
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A partir del siglo X a.C., con el Bronce final y el comienzo de la Edad de Hierro,
se observan una serie de rasgos que permiten imaginar el comienzo de una larga etapa de
transformacin, que lleva a las aldeas, en principio aisladas y con una economa
predominantemente pastoril, a un proceso de aglutinacin en un recinto ms amplio, gracias
al catalizador que supone la fuerte influencia de la vecina cultura avanzada de Etruria. tnica y
culturalmente, este proceso ha de adscribirse a una poblacin formada por la superposicin,
en la Edad del Bronce, de un estrato indoeuropeo, los latino-faliscos, a un substrato
preindoeuropeo, sobre el que se difunden, como en el resto del Lacio, elementos de la cultura
de Villanova y de la vecina Campania. Este proceso se encuentra terminado hacia comienzos
del siglo VI, y ello autoriza a considerar el periodo comprendido entre ambas fechas
(1000-780/75) como poca preurbana.
Es a partir del siglo X a.C., en la fase lacial I (1000-900 a.C.), cuando se produce
el asentamiento definitivo de poblaciones en el lugar de Roma: grupos de tumbas en el
Palatino y en el valle del Foro prueban la existencia, durante esta fase y la siguiente, II A
(900-830 a.C.), de pequeos asentamientos, posiblemente de carcter parental, esparcidos
por el valle del Foro y por las alturas cercanas del Capitolio, Palatino y Quirinal.
El panorama arqueolgico atestigua importantes cambios en las fases siguientes,
II B (830-770) y III (770-730/720). Contina el poblamiento en el Palatino, pero se
interrumpe el del valle del Foro, y en el Quirinal apenas si se atestiguan exiguos grupos de
habitacin diseminados, mientras los restos funerarios se concentran en el Esquilino. La
interpretacin unitaria consideraba estos datos como expresin de la dilatacin del
poblamiento desde el ncleo del Palatino, que termin por dotarse de un sistema defensivo, un
agger: Roma habra iniciado as su fase proto-urbana. No obstante, si comparamos los datos
arqueolgicos con la situacin contempornea en el Lacio, se deduce una interpretacin
distinta. La fase II B es en todo el Lacio una poca de violencia de la que no escapan los
asentamientos romanos. Puede suponerse la llegada de nuevas gentes, que introducen un
factor de desestabilizacin y de violencia con enfrentamientos entre distintas comunidades.
Hasta el final de la fase III, los restos arqueolgicos que afloran en las colinas
romanas no manifiestan un carcter homogneo: es evidente el aferramiento a la tradicin,
con industrias caseras, de las aldeas aisladas. En la religin romana ha quedado un recuerdo
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de estos tiempos de aislamiento en la procesin de los sacra Argeorum. Esta procesin
discurra a travs de una serie de capillas, levantadas en algunas de las colinas, pero, en lugar
de describir un nico contorno a lo largo de todas ellas, progresaba irregularmente en cuatro
crculos distintos, correspondientes a las fronteras de los distintos asentamientos preurbanos.
Slo con el comienzo de la fase IV A (730/720-630/620) el panorama se
estabiliza: vuelve a reocuparse el Foro, pero ya no como cementerio sino como ncleo de
habitacin. Tambin vuelve a habitarse el Quirinal y se mantiene la necrpolis del Esquilino.
Posiblemente tenemos un reflejo religioso de esta nueva situacin en la tradicin referente al
Septimontium, una fiesta que celebraba la poblacin de los siete montes (Palatual, Germal,
Velia, Subura, Fagutal, Cispio y Oppio) independientemente, pero en el mismo da. La
limitacin de la fiesta al mbito citado, con exclusin del Quirinal, Viminal y Capitolio, parece
indicar la unificacin de unos cuantos poblamientos para constituir una realidad ms amplia,
que no obstante no incluye la totalidad de los poblamientos romanos.
A partir de la tradicin que refleja el Septimontium, la poblacin se extiende, no
slo al resto de las colinas, sino a los valles intermedios, al tiempo que se evidencian progresos
en la industria, ms homognea, gracias a la apertura de sus habitantes a influjos externos,
especialmente de Etruria.
La consecuencia ms importante de esta apertura es el crecimiento de las posibilidades
econmicas que conlleva la diferenciacin de fortuna, evidente en las necrpolis de las colinas.
Paralelamente a esta formacin de clases socialmente diferenciadas por sus medios
econmicos, las antiguas chozas de barro se transforman en casas y se organiza la ciudad,
mediante un sinecismo de las aldeas en torno al Foro.
Este se llevara a cabo cuando en la comunidad se incluyen las colinas
restantes, alcanzndose con ello la unidad topogrfica sobre la que se cimentara la Urbs en la
ltima fase lacial, la IV
B (630/620-580/575). Pero importa llamar la atencin sobre el hecho
de que la aparicin de la ciudad romana no es un suceso aislado, sino inserto en un contexto
histrico mucho ms amplio en el que participan otras ciudades del Lacio, que no es otro que
la formacin de una koin cultural etrusco-latina.
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2. La civilizacin durante la monarqua romana
a) La Roma preurbana
El ordenamiento gentilicio
Como en el resto del Lacio, la organizacin poltico-social de la Roma primitiva
era gentilicia: sus elementos bsicos originarios, la gens y lafamilia,constituan el ncleo de
la sociedad.
La propia estructura y el ordenamiento histrico de la gens confirman su
carcter arcaico y su preexistencia al Estado. La gens estaba formada de un complejo de
grupos menores, ligados por un vnculo mtico a un progenitor comn. Se trataba de un
organismo cerrado, y la admisin en su seno se produca por medio del voto de los gentiles,
directamente (cooptatio) o de modo indirecto, a travs de la inclusin en una familia de la
misma. La gens tena su territorio en el pagus o aldea y estaba dirigida por un jefe, cuyos
poderes no es posible precisar. La solidaridad gentilicia se manifestaba en distintos campos y,
en primer lugar, en el religioso. Cada gens contaba con una divinidad particular y renda culto
a sus difuntos, de forma exclusiva.
La economa de esta primitiva comunidad de gentes era muy simple y
rudimentaria, si tenemos en cuenta los datos arqueolgicos. Los bosques y pastizales con
abundante agua eran favorables a la atraccin de grupos que tuvieran en la ganadera y el
pastoreo su fundamental actividad econmica. Por el contrario, la agricultura apenas tiene al
principio importancia, dada la escasa fertilidad del suelo y la limitacin de cultivos. La misma
produccin de utensilios indica que la poblacin de las colinas viva aislada de las grandes
corrientes de trfico. Slo paulatinamente progres una agricultura de tipo extensivo, al
comps de la estabilizacin de la poblacin de las aldeas. La propiedad era de carcter
colectivo; perteneca, por tanto, al grupo: constitua su sede y el instrumento imprescindible
para el pastoreo de los rebaos.
La gens no era un grupo esttico; evolucion, paralelamente al proceso de
transformacin de los grupos tribales primitivos, como organizacin poltica. Este proceso
estuvo conectado no slo con motivos de ndole econmica la necesidad de defensa contra la
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rapia de otros grupos, sino tambin de organizacin interna. La gens, con sus cultos e
instituciones propias, se configur as como un pequeo estado, que impuso a sus miembros
unas normas de conducta, en parte heredadas del pasado (mores) y, en parte, impuestas por
comn acuerdo (decreta).
Las instituciones polticas
El rey
La investigacin ha demostrado que, antes de la fundacin de la ciudad, ya hay
testimonios de reyes, es decir, rgulos de las distintas comunidades aldeanas cuyos nombres,
naturalmente, no conocemos, pero que estn probados por testimonios lingusticos, como el
propio trmino indoeuropeo de rex ,y sacrales, en fiestas cuyos nombres no derivan de una
divinidad, sino que indican un acto sacral, como por ejemplo, el regifugium. En cambio, es
hipottico su carcter, fundamentos de poder, prerrogativas y funciones.
Su evolucin, desde los orgenes, puede, sin embargo, rastrearse a travs del
estudio de algunos elementos de la religin romana, que lleva a la idea de una direccin de las
aldeas reunidas, en sus comienzos por colegios religiosos, especialmente por el de los
pontfices, cuyo rector, el pontifex maximus,an aparece en poca histrica investido de las
dos cualidades inherentes al rey, el imperium y los auspicia. Esta situacin debi cambiar
pronto por razones de defensa, cuando hubo que recurrir a un comandante, elegido por sus
cualidades personales. Este primer rex ductor no sabemos si fue un jefe accidental o
permanente, pero, en una segunda fase, asumi tambin funciones religiosas. El
reconocimiento de las relaciones entre rey y divinidad contribuy a consolidar su posicin, lo
que no quiere decir que no siguieran manteniendo una influencia notable los jefes de los
grupos gentilicios y familiares, que, reunidos en un senado, constituan el consejo real.
En su origen, la monarqua estaba basada en un principio contractual. El
conjunto de lospatres investa de poderes al rey, que puede considerarse desde ese punto de
vista como un magistrado, un primus inter pares, cuyos poderes y prerrogativas aunque
vitalicios, no eran absolutos, ya que estaba sometido al control de la clase aristocrtica, cuyo
rgano de representacin poltica era el senado. Es cierto que, una vez determinado, el rey se
converta en el jefe absoluto de la comunidad en los campos poltico, militar, judicial y
religioso.
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La caracterstica esencial de la monarqua de los tres primeros reyes, Numa Pompilio,
Tulo Hostilio y Anco Marcio, es la de estar fundada sobre una base sacral proporcionada por
losauspicia.Los jefes de las gentes, lospatres, reunidos en consejo real, el senado, tenan el
derecho de practicar la ceremonia y determinar al rey. Durante el intervalo entre dos reyes, el
poder supremo era ejercido por grupos de diez senadores, que se turnaban de cinco en cinco
das, en virtud de la institucin del interregnum, que aseguraba la continuidad de la
comunidad por la fuerza de los auspicia:, caracterizada por la frmula auspicia ad patres
redeunt.
El senado
El desarrollo del senado, una de las ms enraizadas instituciones polticas de la historia
de Roma, arranca, pues, de poca preurbana, y est en ntima relacin con el progresivo
desenvolvimiento de la estructura social de la comunidad. Originariamente constituan el
senado lospatres familiae de ah el nombre depatres que llevarn los senadores, pero no
todos, puesto que, desde el comienzo, qued limitado su nmero por un principio de seleccin,
el de la edad. Formaban, pues, parte del senado los patres seniores, sinnimo de senes,
anciano, de donde procede el nombre de senatores. El senado era, pues, una asamblea de
ancianos y tena un origen muy anterior al rey. En la primitiva organizacin poltica de las
primeras aldeas hubo de ser el rgano poltico decisivo, pero a medida que el rey afianz su
autoridad, el senado se convirti en un mero rgano consultivo. Ms an, era el propio rey el
que decida sobre el reclutamiento de sus miembros entre los ms caracterizados patres
familiarum, los pertenecientes a la clase econmicamente dominante. De todos modos, el
senado, aunque con un poder limitado, siempre mantuvo una gran autoridad, la auctoritas
patrum, cargada de contenido religioso, como manifiesta la institucin del interregnum.
Las curias
Junto al senado, y paralelamente a la ampliacin de la aldea primitiva, la comunidad
romana se organiz sobre la base de las curias, el ms antiguo ordenamiento poltico de la
comunidad romana. Como tal, las curias servan tambin para fines militares, como base del
reclutamiento y como unidades tcticas. En un principio, habra una curia por aldea, lo que
llevara a un aumento progresivo de su nmero al comps del aglutinamiento de las aldeas en
un organismo unitario ms grande. Slo en un segundo estadio, como consecuencia de una
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profunda reforma del sistema administrativo, en la fase etrusca de la monarqua, se limitara
su nmero a treinta. Cada presidente de curia, el curio,junto a su competencia en la esfera
sacral y legal, detentaba el mando militar del cuerpo de ejrcito formado por su curia, a las
rdenes del comandante supremo de la tropa de las aldeas, el rex.
Gracias a esta funcin militar, las curias cumplan tambin un papel poltico, que
evidencia la voluntad del rey de integrar el conjunto de la poblacin romana en un cuerpo
poltico unitario, por encima de la organizacin gentilicia. Reunidos en asamblea, los comitia
curiata,an muy rudimentarios, puesto que su papel se reduca a aclamar y no a discutir,
cumplan la funcin de proclamar la entronizacin del rey con la aprobacin de la lex curiata
de imperio, mediante la cual los varones armados reconocan en el rey a su nuevo jefe. Su
funcin era tambin de carcter sacral y podan ser convocadas por el rey para asuntos de
naturaleza sacro-judicial, en concreto, la proclamacin del calendario, los llamados comicia
calata.
Las tribus gentilicias
La complejizacin del ejrcito y su articulacin hizo necesario un rudimento de leva,
que, a su vez, slo poda conseguirse mediante una distribucin racional de la poblacin. No
otra explicacin puede tener la divisin de la poblacin romana en tres tribus,Ramnes, Tities
yLuceres,cuyo origen y primitivo carcter tantas teoras ha suscitado. Lo nico seguro es que
las tribus son ms recientes que las curias y no anteriores a la formacin de la comunidad del
Septimontium, a partir de la fase IV A. Cada una de las tres tribus deba proporcionar un
escuadrn de jinetes al mando de un tribunus celerum. Pero no es tanto una funcin tctica la
que cumple la caballera, como social. Lo mismo que en otras sociedades primitivas, la
posesin de un caballo es una cuestin de prestigio y, en consecuencia, la caballera se
presenta en sus orgenes como expresin de la clase aristocrtica.
Evolucin econmica y social de la Roma preurbana
En la transformacin de las estructuras sociales de esta comunidad primitiva de
pastores tuvo una importancia decisiva el horizonte exterior vecino y su evolucin a partir de
la segunda mitad del siglo VIII a.C., caracterizado por la expansin de la vecina Etruria a lo
largo de la costa tirrena, hacia Campania. La apertura de una va terrestre hacia Campania
signific la inclusin del Lacio en el horizonte etrusco, pero lo decisivo es que esta va deba
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cruzar necesariamente el Tber, y el paso ms adecuado estaba, sin duda, muy cerca de su
desembocadura, all donde el ro puede vadearse fcilmente por la existencia de una isla en su
ltimo recodo, frente a las colinas romanas.
La propia vecindad de las comunidades aldeanas del Tber al territorio etrusco, an
antes de la apertura de esta ruta terrestre, debi influir en la ruptura de las condiciones
inmovilistas y dio lugar a importantes transformaciones en la vida econmica. La arqueologa
demuestra cmo, frente a las montonas industrias locales, a partir del finales del siglo VIII
a.C., se observan trabajos de metal etruscos y cermica de bucchero, junto a imitaciones de
cermica griega de estilo protocorintio y corintio. Las uniformes tumbas muestran ahora, en
sus ajuares, categoras en cuanto a riqueza, lo que indica una diferenciacin de fortuna.
Desde el punto de vista social, las nuevas posibilidades econmicas de desarrollo, el
aumento de poblacin consiguiente, la diferenciacin de fortuna producida por el libre juego
de la actividad econmica y el establecimiento de individuos procedentes de otras regiones,
entre otras causas, tenan que producir necesariamente la formacin de clases sociales
diferenciadas. Algunas gentes supieron aprovecharse en mayor medida de las nuevas
posibilidades y comenzaron a monopolizar la mayor parte de la riqueza disponible con la
intencin de convertirse en clase dominante.
La clientela
Esta nueva situacin de poder que experimentan algunas de las gentes se
evidencia en el fenmeno de la inclusin en su seno de una verdadera clase de sometidos, los
clientes.La institucin de la clientela supone en la historia primitiva de Roma el primer
fenmeno limitado de divisin en clases.
La clientela aparece siempre en el interior de la gens como una categora de sometidos,
que tiene una serie de obligaciones frente al patronus y que, en correspondencia, son
protegidos y asistidos por ste a travs de un vnculo recproco de fidelidad que liga a ambos,
lafides.La defensa y asistencia al cliente por parte delpatronus estn contrarrestadas por la
obligacin de obediencia (cliensviene de cluens, el que obedece) y prestacin de operaeo
das de trabajo al patrn, lo que pone en evidencia cmo un vnculo de subordinacin
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econmica constitua la base de esta relacin, cuyo fundamento era de carcter social y tico, y
no estrictamente jurdico.
El desarrollo de la clientela muestra, as, por una parte, la ruptura de una
sociedad igualitaria, de la que emergen familias destacadas por su poder econmico, que
pueden permitirse prescindir de parte de sus medios de produccin para drselos a individuos
desclasados, los clientes. Pero tambin significael punto de arranque de la formacin de una
aristocracia, con una superioridad no slo econmica, sino tambin social -el prestigio que le
proporcionan el conjunto de sus clientes- , una aristocracia, que tiende a convertirse en
hereditaria. Esta aristocracia conseguir del rey un reconocimiento de derecho de su situacin
preeminente. Sus cabezas, los patres, que proporcionan los cuadros del senado, presionarn
para conseguir el privilegio de perpetuar hereditariamente su condicin de senadores. As
nacer el patriciado, constituido por los patricios, los hijos de lospatres ms eminentes por
poder econmico y por prestigio social, directamente ligados con las gentesdepositarias de las
tradiciones, de las normas consuetudinarias de vida, de los procedimientos y ritos cultuales.
La plebe
En una ciudad en desarrollo como Roma, la inmigracin se convirti en un
fenmeno cada vez ms importante, no asimilable socialmente en la estructura gentilicia de la
clientela. Los inmigrantes, dedicados a actividades comerciales y artesanales, permanecan
marginados, aislados, sin una integracin vlida en los cuadros tradicionales de la sociedad,
conocidos y designados slo por su carcter de multitud: es la plebs, trmino que tiene la
misma raz quepleo oplus, o que el griego pleths,muchedumbre. Su ncleo, en continuo
crecimiento, dar lugar a la formacin y desarrollo de un nuevo componente social, no
vinculado a las viejas tradiciones gentilicias y abierto a las sugerencias culturales que viene de
Etruria y Campania. Roma es todava, no obstante, un modesto ncleo en el contexto del
primitivo Lacio, extendido en un rea de unos cien kilmetros cuadrados, limitada entre el
Tber y el Anio, con una poblacin no superior a los tres mil habitantes.
b) La Roma etrusca
En la segunda mitad del siglo VII a.C., cuando comienza en la cultura lacial el
perodo IV
B , Roma avanza por el camino de la urbanizacin. Desaparecen del Foro romano
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los rastros de habitacin y se convierte en centro de la vida pblica. Una vez cumplida la
unificacin de las colinas de la mano de la monarqua preurbana, el cambio decisivo en la
transformacin de Roma en una ciudad-estado tiene lugar con la subida al poder de reyes de
procedencia etrusca, a partir de finales del siglo VII. No se trata slo de una transformacin
material. Paralelamente a la monumentalizacin de la naciente ciudad, tiene lugar la
redefinicin de sus habitantes como ciudadanos de una comunidad poltica unitaria.
Los reyes etruscos
Tres son los reyes que la tradicin adscribe a la fase etrusca, Tarquinio Prisco,
Servio Tulio y Tarquinio el Soberbio. Aunque existen dudas sobre su autenticidad, no slo en
sus nombres, sino en el nmero y orden de sucesin, lo importante es que esta poca, que
cubre la mayor parte del siglo VI a.C., tiene importantes consecuencias para el desarrollo
material, poltico y social de Roma.
Durante mucho tiempo, se consider que, con Roma, todo el Lacio, desde finales
del siglo VII a.C., haba sido conquistado por los etruscos. Esta dominacin habra sido el
resultado de la existencia de intereses etruscos en Campania y de la necesidad de control de
uno de los pasos fundamentales en la va terrestre hacia el sur. La creciente significacin de
Roma como punto de apoyo en la lnea de comunicacin con Campania, habra impulsado a
las potencias a rivalizar en la posesin de este nudo de trfico y a arrebatrselo, segn las
circunstancias, unas a otras. Segn esta teora, la dominacin etrusca en Roma no habra sido
obra de caudillos guerreros, sino consecuencia de la posicin dominante de unas ciudades
etruscas sobre otras, que trataban de asegurar, mediante el control de Roma, la llave de la va
de Campania. As la dominacin etrusca sobre Roma no habra evolucionado pacfica y
linealmente, sino en forma de violentas conmociones con las que varias ciudades etruscas
impusieron sucesivamente su dominacin, como Tarquinia, Cerveteri, Vulci, Veyes o Chiusi.
Hoy este punto de vista se encuentra casi unnimemente abandonado. Roma
nunca fue sometida a una conquista militar; permaneci como una ciudad latina, aunque
abierta a las influencias de sus poderosos vecinos del norte, como parte de una gran koin
cultural etrusco-latina.
Tarquinio Prisco
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La llegada al poder del primer rey etrusco, Tarquinio Prisco, no fue consecuencia
de una empresa militar ni conllev acto alguno de violencia. Tarquinio, oriundo de Tarquinia,
es presentado en la tradicin como hijo de un griego de Corinto, Demarato, que, solicitado por
los exponentes de los nuevos estratos en formacin, comerciales y artesanales, fue aceptado
por el patriciado y elegido rey a la muerte de Anco Marcio.
Al nuevo rey se le atribuyen importantes iniciativas en el campo urbanstico. La
ciudad se dota de calles regulares, como la Sacra Via, y de importantes obras pblicas y se
organiza en torno al valle del Foro, que se convierte en el centro poltico y comercial de la
urbs.
Con ser importantes las huellas materiales de la nueva monarqua, es todava
ms trascendental la incidencia de la monarqua en el desarrollo de las instituciones poltico-
sociales de la ciudad antigua, que ayudaron a completar el proceso de formacin del estado y
marcaron, con ello, un punto de partida para la propia constitucin romana a lo largo de su
historia.
Tras la monarqua de los tres primeros reyes, la llamada etapa etrusca est
caracterizada en la tradicin por la ausencia de una base sacral en la realeza. El rey se
seculariza y pierde parte de sus atributos religiosos; su poder est fundamentado en la fuerza,
en detrimento del papel del senado. Pero ms bien se trata de un distanciamiento de la base
sacral que hasta ahora los patres venan transmitiendo al monarca. En efecto, en el campo
religioso, el rey se esfuerza en elevar el papel de Jpiter ptimo Mximo a la categora de
divinidad protectora de toda la comunidad poltica, de la que l se erige en jefe y busca en esta
divinidad suprema la fuente de su imperiumpersonal. En lugar de recibir los auspicios de los
patres, los toma directamente del propio Jpiter y el populus se limita a aclamarlo como rey
de designacin divina. No es pues a travs de los patres cmo el rey recibe el poder, sino
mediante una investidura sacra. Con ello, la tradicin ha reflejado de alguna manera las
consecuencias del proceso de constitucin de un estado unitario en el marco de la ciudad, bajo
la autoridad del rey, en detrimento de la primitiva organizacin gentilicia.
A Tarquinio Prisco se le achaca una poltica de conquista: sus empresas
guerreras trataron de extender la influencia romana por el territorio al otro lado del Anio,
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donde llev a cabo la incorporacin de viejos centros de los Prisci Latini, cuyos habitantes,
trasladados a Roma, reforzaron el componente tnico latino.
La expansin romana exiga una radical reforma de la milicia, que Prisco
acometi con el objetivo de crear un autntico ejrcito ciudadano, eliminando su primitivo
carcter gentilicio. Para ello, trat de adaptar la estructura de las curias a la de las tribus, en
razn de diez a una. Cada una de las treinta curias as obtenidas deban proporcionar cien
infantes y diez jinetes, con lo que se constituy un ejrcito de tres mil infantes y trescientos
jinetes, bajo el mando de tres tribuni militumy otros tantos tribuni celerum,respectivamente.
Prisco procur tambin reforzar los lazos entre rey y ejrcito, desarrollando los componentes
de la nocin de imperium, expresada con signos visibles de impronta etrusca: los doce lictores,
que acompaaban al monarca portando lasfasces con la doble hacha y las varas, smbolo del
derecho del monarca a castigar incluso con la pena de muerte, la silla de marfil sobre el carro
(sella curulis), el cetro rematado por el guila, el manto de prpura o la corona de oro.
Las reformas de Prisco atentaban a los principios de la aristocracia gentilicia y
no se produjeron sin contrastes. Precisamente para disminuir su influencia, Prisco emprendi
tambin una reforma del senado, base del patriciado, incrementando su nmero hasta la cifra
de trescientos miembros con la inclusin de lospatres minorum gentium, es decir, exponentes
de familias no pertenecientes a la aristocracia y con menor poder econmico. Pero tambin se
apoy en las nuevas clases urbanas, dedicadas a actividades comerciales y artesanales,
establecidas en la ciudad al calor del desarrollo econmico. Roma se extiende ya por una
territorio de unos ochocientos kilmtros cuadrados, con una poblacin de ochenta mil
habitantes, de los que quince o veinte mil tienen su domicilio en el casco urbano. Este
espectacular incremento de poblacin impuso nuevos problemas a la defensa de la ciudad. El
agger de tierra o murus terreus, construido, segn la tradicin por Anco Marcio, fue
sustituido por otro de piedra, lapideus.
Servio Tulio
Segn la tradicin, Tarquinio fue asesinado por los hijos de Anco Marcio. Sin
duda, en el relato subyace el eco del enfrentamiento del rey con el patriciado. Fue Servio Tulio
quien ocup el trono, un personaje, incluso misterioso por el nombre -no etrusco-, del que
tenemos referencias en la propia tradicin etrusca. En efecto, en una tumba de Vulci, est
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representado un personaje,Macstrna , en el acto de liberar a Celio Vibenna y matar a un
Tarcbunies Rumach (Tarquinio Romano). Sabemos por un discurso del emperador Claudio
que esteMacstrna, sin duda, etrusquizacin del trmino latino magistero comandante, era,
efectivamente, un etrusco de Vulci, que expulsado de su ciudad, tras los hermanos Celio y Aulo
Vibenna, consigui ser rey de Roma. La representacin de la tumba manifiesta el
enfrentamiento entre Servio Tulio y los Tarquinios, sin duda, en relacin con la propia muerte
de Prisco.
A Servio Tulio se le atribuyen importantes iniciativas poltico-institucionales,
polarizadas esencialmente en una doble reforma, que se engloba bajo la etiqueta de
constitucin serviana: la creacin de distritos territoriales, que suplantan a las antiguas
tribus, como base de la organizacin poltico-social de la poblacin romana, y el
perfeccionamiento de la organizacin militar, a travs del ordenamiento centuriado de base
timocrtica, es decir, fundamentado en la distinta capacidad econmica de los ciudadanos.
Las tribus territoriales
La necesidad de unificar a la poblacin libre de todo el espacio romano
(ager Romanus)-residente tanto en el ncleo urbano como en el campo circundante-, en un
ncleo poltico homogneo, llev a Servio a dividir este espacio en distritos territoriales,
denominados tribus , y adscribir a los ciudadanos romanos en uno u otro, de acuerdo con su
domicilio. As, el ncleo urbanizado fue dividido en cuatro distritos o regiones,en las que se
incluyeron las cuatro tribus urbanas, y el territorio circundante, en un nmero indeterminado
de tribus rsticas (diecisis, segn la tradicin). Con ello, la primitiva organizacin gentilicia -
es decir, fundamentada en criterios de sangre- del cuerpo ciudadano fue sustituida por otra de
carcter territorial, basada en el lugar de residencia. Desde ese momento, la condicin de
ciudadano, es decir, de individuo dotado de derechos polticos reconocidos, estuvo unida a su
pertenencia a una tribu.
Con la reforma, las tribus vinieron a sustituir a las curias en las
principales funciones que stas cumplan y, aunque no desaparecieron, perdieron toda su
importancia como base de la organizacin ciudadana y unidades de reclutamiento militar.
El ejrcito hopltico
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En cuanto a la reforma militar, a Servio se le atribuye la organizacin de
un ejrcito de carcter hopltico, ordenado en su armamento y funciones de acuerdo con el
poder econmico de sus componentes, y en la paralela participacin poltica de los ciudadanos
romanos, segn los mismos criterios, en unas nuevas asambleas, los comitia centuriata. Pero
su esencia va ms all de una simple reforma del ejrcito o de las asambleas: es el punto de
llegada de un largo proceso constitucional, en el que la base del estado deja de ser la gens,
frente al civeso ciudadano. Indica, por tanto, la superacin del fundamento gentilicio de la
sociedad por la constitucin de la ciudad-estado.
En el siglo VI a.C., Roma conoci la nueva tctica militar, desarrollada en
Grecia en el siglo anterior, conocida como hopltica,y basada en la sustitucin del antiguo
combate individual "caballeresco", por choques de unidades compactas, uniformes en
armamento, que basan su fuerza precisamente en la cohesin de la formacin. Naturalmente,
la tctica requiere la participacin de mayor nmero de combatientes, que, en
correspondencia con las cargas militares, aspiran a una mayor representacin poltica. Por
consiguiente, esta tctica no fue sino la consecuencia de profundos cambios en una sociedad,
que, debido al desarrollo econmico, se haca cada vez ms compleja.
La constitucin centuriada
La reforma del ejrcito presupone la formacin y el afianzamiento de
clases sociales capaces de soportar la obligacin de las armas y, al propio tiempo, interesadas
en asumirla para tener acceso a la responsabilidad poltica. Estas clases ya no se ordenarn
segn su base gentilicia, sino por su poder econmico, que constituye el fundamento de la
llamada constitucin centuriada,atribuida a Servio.
Aunque la constitucin centuriada, tal como la conocemos, corresponde al
estadio final de un proceso que culmina en poca posterior, no hay duda de que sus cimientos
se insertan en las nuevas condiciones polticas, econmicas y sociales de la Roma de la
segunda mitad del siglo VI a.C. La constitucin se basaba en una nueva distribucin de los
ciudadanos en dos categoras, classis e infra classem, segn sus medios de su fortuna,
divididas en centuriae. No se trataba slo de una organizacin poltica, sino militar: los
ciudadanos contribuan con sus propios recursos a la formacin del ejrcito y, por ello, de
acuerdo con su fortuna, se les exiga un armamento determinado. Qued as constituido un
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ejrcito homogneo, compuesto de un ncleo de infantera pesada, la classis, articulado en
sesenta centurias, base de la legin romana, que, en caso de necesidad, era apoyado por
contingentes provistos de armamento ligero, reclutados entre los infra classem.Por encima de
la classis, existan 18 centurias de caballera, los supra classem,designados por el rey entre la
aristocracia.
La constitucin centuriada supona un nuevo esquema social. El terico
igualitarismo de la organizacin en curias quedaba superado ahora por la divisin de los
ciudadanos en propietarios (adsidui), que constituan, de acuerdo con la mayor o menor
extensin de sus tierras de cultivo, la classis y la infra classem, y los proletarii, es decir,
quienes por no contar con propiedades inmuebles, eran considerados slo por su prole, su
descendencia. Estos ltimos, en los que se incluan no slo los privados de fortuna, sino
aquellos cuyos recursos econmicos no procedan de la tierra -comerciantes, artesanos-,
estaban excluidos del servicio en el ejrcito, pero tambin de derechos polticos. Se constitua
as una pirmide social, en cuya cspide se encontraban los supra classem, los caballeros,
seguidos, en segundo y tercer lugar, respectivamente, por los ciudadanos encuadrados en la
classis y en la infra classem,y, en ltimo lugar, losproletarii.
El reflejo poltico de esta nueva organizacin del ejrcito qued plasmado
en una nueva asamblea ciudadana, los comicios por centurias (comitia centuriata),en los que
participaban slo los ciudadanos que contribuan decisivamente a la formacin del ejrcito, es
decir, las centurias ecuestres y las de la classis. Las infra classem y los proletarios estaban
excluidos.
Frente a la monarqua de Tarquinio Prisco, interesado en dar una base
popular a su poder frente a las ambiciones de la aristocracia patricia, la obra de Servio
descubre unos componentes aristocrticos de fortalecimiento de la nobleza, aunque adaptados
a las nuevas circunstancias de la poca y a las necesidades del estado: fortalecimiento de las
familias patricias con el incremento de las centurias de caballera, derechos polticos plenos
slo para los grandes propietarios, marginacin de los medianos y pequeos propietarios -
participantes en las cargas militares, pero no en los derechos polticos- , y exclusin de los
proletarios.
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Tarquinio el Soberbio: el final de la monarqua
Si tenemos en cuenta el carcter conservador y aristocrtico de la
tradicin romana, no debe extraar que, frente a la figura de Servio Tulio, considerado padre
de la constitucin romana y nuevo fundador de la ciudad, el ltimo rey romano aparezca como
el paradigma de todos los vicios y crueldades, como un tirano, que, con sus injusticias y
crmenes, concit tal odio hacia la realeza que Roma prescindi de esta institucin a lo largo
de toda su historia.
Esta tradicin slo puede ser explicada desde el odio del patriciado hacia
un monarca, que, tras las huellas de su antecesor, Tarquinio Prisco, trat de apoyar su
gobierno en bases populares, beneficiando a sus componentes, en contra de los intereses de la
aristocracia. Con una poltica personalista, al margen de los consejos del senado, Tarquinio
dedic su atencin a la poblacin marginada por la constitucin de Servio Tulio, favoreciendo
en especial el desarrollo de las actividades mercantiles y artesanales, con medidas como la
construccin de grandes obras pblicas, entre ellas el monumental templo de Jpiter sobre el
Capitolio, o la extensin de los intereses comerciales de Roma en el mar Tirreno, que
documenta el tratado firmado en 509 a.C. con la potencia martima de Cartago.
Al destronamiento de Tarquinio ese mismo ao por una conjura
palaciega, sigui, segn la tradicin, la abolicin de la monarqua y su substitucin por una
nueva forma de gobierno: la res publica.
La religin arcaica
El siglo de la monarqua de procedencia etrusca modific profundamente en
Roma mentalidad y estructuras. Es especialmente notable el influjo en el campo religioso de la
religin griega.
La religin romana, desde sus inicios, se desarroll como una tpica religin de
campesinos. La palabra latina religio no designaba originariamente el culto a la divinidad ni
el sentimiento de la fe, sino la relacin general de los hombres con la esfera de los sagrado y,
especialmente, la impresin de encontrarse continuamente ante una serie de peligros de orden
sobrenatural.
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Esta actitud, tpica de una mentalidad agrcola, dominada por la idea de un
universo incomprensible y sometido al capricho de fuerzas invisibles y misteriosas, se basaba
en la creencia de fuerzas sobrenaturales, los numinao 'espritus, presentes por todas partes,
que actuaban sobre la tierra, a veces, para ayudar a los hombres y, ms a menudo, para
atormentarlos. Por ello, las formas de expresin religiosa, en forma de ritos, sacrificios y
plegarias, con un rgido formalismo, tenan como finalidad la proteccin contra estas fuerzas.
La actitud religiosa fundamental de los romanos estaba dictada por la
pietas, el reconocimiento del poder de los dioses y de los lazos que los unan con los hombres.
Era necesario concer su voluntad y tratar de mantener su favor con sacrificos y plegarias. Pero
la relacin del indiviudo con la divinidad no se produca de modo directo, sino a travs de
intermediarios. En el seno de la familia, la clula fundamental de la sociedad, elpater familias
era el responsable de esta relacin; en el estado, sacerdotes oficiales se encargaban de llevar a
cabo este contacto con los doses.
Son de poca monarquica los principales colegios sacerdotales que encontramos
en Roma, fundados, segn la tradicin, por Numa Pompilio. El ms importante de ellos era el
de los pontifices, presidido por el pontifex maximus. Este sacerdote estaba considerado como
el lugarteniente del rey para todas las cuestiones relativas a la organizacin de la religin
pblica, depositario e intrprete de las tradiciones y del derecho divino. El colegio de los
augures tena como misin fundamental la consulta de los auspicios en nombre de la ciudad
y, por ello, disfrutaban de un protagonismo muy destacado en la vida pblica. Los flamines,
por su parte, eran sacerdotes especializados en el culto a una divinidad concreta; existan
quince flamonia, pero los principales eran los flamines Dialis, Martialis y Quirinalis,
dedicdos respectivamente al culto de Jpiter, Marte y Quirino. LosFetiales cuidaban de las
relaciones de Roma con el exterior, sobre todo en lo respectivo a la declaracin de guerra y los
tratados de paz. El colegio de las Vestales, el nico sacerdocio estrictamente femenino, por su
parte, tena como funcin principal el mantenimiento del fuego sagrado. Otras cofradas de
poca monrquica era la de los Salios, un sacerdocio de carcter militar, cuy actividad se
mova en relacin a la preparacin ritual de las campaas de guerra, y los Fratres Arvales,
sacerdocio de gran antigedad, cuya accin se enmarcaba en el mbito de los rituales agrarios.
La cultura: los primeros foros de Roma
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Durante el siglo de la monarqua etrusca, a pesar de la fuerte influencia de los
poderosos vecinos del norte y del establecimiento en Roma de un buen nmero de inmigrantes
etruscos (exista incluso un barrio etrusco o vicus Tuscus cerca del Tber), Roma sigui
siendo una ciudad latina, incluso en la lengua. Las inscripciones ms antiguas que conocemos,
elLapis Niger, un texto de poca monrquica de carcter religioso, y el vaso de Duenos, estn
en latn con letras del alfabeto griego, no sabemos si directamente importado de los griegos de
Cumas o a travs de la mediacin etrusca. As pues, el mundo cultural greco-etrusco fue el que
ense a los romanos a leer y a escribir.
Desde comienzos del siglo VI a.C., coincidiendo con el reinado de Tarquinio
Prisco, el panorama arqueolgico de Roma es excepcional, caracterizado por una gran riqueza
arquitectnica y monumental. La ciudad se puebla de edificios levantados con las nuevas
tcnicas arquitectnicas ensayadas poco antes en Etruria, y las antiguas cabaas de tapial y
paja se sustituyen por casas con cimientos de piedra, paredes de ladrillo y cubrimiento de
tejas, de acuerdo con un plan urbanstico previamente concebido. El Capitolio y el valle del
Foro se convierten en las principales reas pblicas. En el primero, domina el gran templo de
tres cellae consagrado a la Trada Capitolina, Jpiter, Juno y Minerva, el mayor del mundo
itlico, para cuya decoracin los reyes hicieron venir de Etruria grandes artistas, entre ellos, el
clebre Vulca de Veyes.
A los pies de Capitolio, el valle del Foro, atravesado por la Via Sacra, se fue
cubriendo de edificios pblicos, de los que el ms importante era laRegia, la casa del rey, un
conjunto donde se encontraba la residencia real, el complejo de Vesta, con el templo dedicado
a la divinidad y la casa de las Vestales, y las capillas de Ops y Marte, los dioses de la
abundancia agrcola y de la guerra, respectivamente. En otro lugar de Foro, estaba el
Comitium,con la Curia Senatus, el centro poltico de la ciudad. Junto a l, el Volcanal estaba
dedicado al culto en honor de Vulcano, un dios del fuego, luego asimilado al griego Hefesto, y
no lejos se hallaba el mundus, uno de los monumentos ms arcaicos de Roma, una fosa
incluida dentro de un templete, dedicada a los dioses infernales, Dis Pater y Proserpina, va de
comunicacin entre el cielo, la tierra y los infiernos.
Con el Foro del Capitiolio, el Foro Boario, rea portuaria al lado del Tber
dividida por el arroyo del Velabro, se configur en poca etrusca como un segundo gran
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espacio pblico, donde se daba culto a Hrcules, en el ara maxima,y al par de diosas Fortuna
y Mater Matuta, en dos templos gemelos, construidos en poca de Servio Tulio. Finalmente, en
el Aventino, tambin en la misma poca, se construy un templo a Diana, con la intencin de
presentar a Roma ante los latinos como una ciudad con pretensiones de hegemona, si
tenemos en cuenta la importancia de este culto en el antiguo Lacio.
Y, en efecto, con sus 285 hectreas de extensin, provista de un recinto murado
de siete kilmetros de dimetro, el llamado murus servianus, y adornada con importantes
monumentos civiles y religiosos, la Grande Roma dei Tarquinii era, a finales del perodo
monrquico, una de las principales ciudades del Lacio.
Bibliografa
TORELLI, M., Le popolazioni dellItalia antica: societ e fore del potere,Storia
di Roma , I, Turn, 1988, 53-74; DOMNGUEZ
MONEDERO, A.J.,La polis y la expansin
colonial griega. Siglos VIII-VI, Madrid, 1991; ELVIRA, M.A.,El enigma etruco, Madrid, 1988;
TORELLI, M.,Storia degli Etrusci, Roma, 1984; MARTNEZ PINNA, J., La Roma primitiva,
Madrid, 1988; MANGAS, J.-BAJO, F.,Los orgenes de Roma, Madrid, 1989; OGILVIE, R.M.,
Roma arcaica y los etruscos, Madrid, 1984
II. LA CIVILIZACIN DE LA ROMA REPUBLICANA
La repblica romana y el dominio del Mediterrneo
El sometimiento de los pueblos de Italia
La poltica de afirmacin del poder real y el apoyo a los estratos de poblacin al
margen de la organizacin gentilicia determin una revuelta del patriciado romano, que, en la
fecha de 509 a.C., segn la tradicin, consigui expulsar al ltimo rey, Tarquinio el Soberbio, y
sustituy la monarqua por un nuevo rgimen, la libera res publica.
Las guerras del siglo V a.C.
La joven repblica patricia hubo de hacer frente a una comprometida situacin
interior contra la presin simultnea de etruscos, latinos y pueblos montaeses vecinos. La
victoria sobre los latinos en la batalla del lago Regilo y el posterior pacto con la liga (el foedus
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Cassianum) permitieron a Roma detener las correras sobre la llanura latina de los ecuos y
volscos en una guerra federal, mientras combata en solitario en su frontera septentrional
contra la poderosa ciudad etrusca de Veyes por el control del bajo valle del Tber. Ecuos y
volscos fueron vencidos hacia el 430 a.C. y en sus territorios se establecieron romanos y
latinos en colonias federales para prevenir nuevas incursiones, que facilitaron a la larga el
proceso de fusin entre los viejos enemigos. Tras la cada de Veyes, despus de un legendario
sitio de diez aos, a comienzos del siglo IV (396 a.C.), Roma era, con un territorio de unos
2.500 kilmetros cuadrados de extensin, la ciudad ms fuerte del Lacio.
La lucha de estamentos: patricios y plebeyos
Pero paralelamente Roma hubo de modificar profundamente sus estructuras
poltico-sociales como consecuencia del agrio enfrentamiento entre los dos estamentos que
conformaban la sociedad romana: patricios y plebeyos. La aristocracia patricia que haba
suplantado al rey, ejerca un control absoluto sobre la poltica, la religin y el derecho, dado
que slo sus miembros podan acceder a las magistraturas, al senado y a los cargos
sacerdotales. La plebe, acaudillada por sus estratos ms acomodados, se rebel contra esta
situacin, reclamando igualdad de derechos polticos y jurdicos y, para interesar a las capas
humildes, aadi luego tambin reivindicaciones de carcter econmico.
La plebe, para una mayor eficacia en la accin reivindicativa, se dio una
organizacin con unos jefes reconocidos, los tribunos de la plebe, dotados de poderes
extraordinarios; una asamblea propia, los concilia plebis tributa, y un cuartel general, el
Aventino, en el que se levantaba el templo donde se honraba a la trada plebeya, Ceres, Lber y
Lbera y se custodiaban los archivos plebeyos.
Poco a poco la vieja estructura gentilicia fue cediendo ante una nueva
constitucin de carcter timocrtico, el llamado ordenamiento centuriado, que conceda el
poder ya no slo a los patricios sino a las clases acomodadas en general y, por tanto, tambin a
los plebeyos enriquecidos. Con la aparicin de los comicios por centurias, la repblica patricia
fue sustituida por una nueva repblica oligrquica, en la que la contraposicin entre patricios
y plebeyos, se sustituy lisa y llanamente por la de pobres y ricos. Sobre todo, tras la
aprobacin de las leyes Licinio-Sextias, en 367 a.C., el proceso de lenta fusin entre patriciado
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y plebe acomodada dio un gigantesco paso, al asegurar a los plebeyos ricos la posibilidad de
alcanzar las mximas magistraturas, incluido el consulado.
La conquista de la Italia centro-meridional: las guerras samnitas
Gracias a la pacificacin social lograda en
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