Salí a mirar estrellas...Observé con cuidado esas fugaces,
que parecen ser, y no lo son.Simples rocas desprendidas,
que sólo dejan una estela que pronto se desvanece.
Salí a mirar estrellas, que especiales y refulgentes,
brillan y resplandecen con luz propia. No, como la luna, que refleja la luz del sol.
Y Dios, por ellas, habló a mi interior:“Así, también, hay seres en la vida,como estrellas que se distinguen,
brillan siempre con luz propia.
Son originales, especiales, admirados, queridos,envidiados, tal vez, por muchos.
Pero luego, en medio de suesplendor, y su brillo,olvidan a su Creador.
Yo, que les di sus dones, talentos. y la capacidad para usarlos.
Que les permití sus logros, sus triunfos,y sus sueños alcanzarlos.
Los dotéde originalidad, hermosura,
fama y esplendor.¡Pero andan por el mundo tan erguidos,
tan orgullosos y engreídos!,
Me acuerdan a un hijo, que hace miles de años, creé.Le di todo lo que soñó y deseó,
pero contra Mí, su Creador, se rebeló;
¡Cómo caíste del cielo, Oh Lucero, hijo de la mañana!
Tu que dijiste en tu corazón: Subiré al cielo, junto
a las estrellas de Dios, levantaré mi trono…!
Isaías 14:12-15
“¡Y se llama Lucifer!”Fue el Lucero de la mañana,
lleno de resplandor y admiración.¡Un sello de perfección…!
¡Oh Dios! le dije llorando y sorprendida: ¡Yo pongo nuevamente, mis dones, talentos, y logros alcanzados a tus pies! ¡Por favor, Dios mío, toma mi vida y todo lo que Tú, me
has dado. Sean usados, sólo para tu Honra y tu Gloria!¡No quiero parecerme a Él!
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