Santiago, veintitrés de octubre de dos mil doce.
Vistos:
En estos autos rol N° 1513-2008 caratulados “López
Baleisán Rosa con Municipalidad de Los Andes”, sobre juicio
ordinario de indemnización de perjuicios seguido ante el
Primer Juzgado de Letras de Los Andes, por sentencia de
veintinueve de mayo del año dos mil nueve, escrita a fojas
251, se rechazó la demanda.
Apelada dicha sentencia por la parte demandante, una
Sala de la Corte de Apelaciones de Valparaíso la confirmó.
En contra de esta última decisión la misma parte
interpuso recurso de casación en el fondo.
La acción deducida por doña Rosa López Baleisán en
contra de la Municipalidad de Los Andes pretende que se
declare que ésta incurrió en responsabilidad extracontractual
y por consiguiente se la condene al pago de la suma de
$30.000.000 por concepto de indemnización de perjuicios a
título de daño moral. En síntesis, aduce que sus superiores
jerárquicos a partir del año 2005 no le asignaron labores que
desempeñar, quedando ociosa prácticamente todo el día,
circunstancia que dañó su salud mental y su autoestima en
forma definitiva. Fundamentó la demanda en el estatuto de
responsabilidad extracontractual por hecho ajeno, conforme a
lo dispuesto en los artículos 2314, 2320 inciso cuarto y 2322
del Código Civil.
Se trajeron los autos en relación.
Considerando:
Primero: Que el recurso denuncia que la sentencia
impugnada infringió lo dispuesto en artículos 2314, 2320
inciso 4° y 2322 del Código Civil por falta de aplicación,
yerro que desarrolla básicamente en tres aspectos, según se
explica a continuación:
1) El tribunal sentenciador estimó erróneamente que el
estatuto aplicable era el de responsabilidad contractual, en
circunstancias que es el extracontractual. Debía considerarse
que se demandaron perjuicios morales derivados de los
hostigamientos, actos y omisiones ilícitas cometidas durante
el desarrollo de la relación laboral y no las indemnizaciones
derivadas del término del contrato de trabajo. En efecto, el
daño moral cuyo resarcimiento se solicita es consecuencia del
trato vejatorio que se le dio en el trabajo al ser víctima de
un verdadero acoso para que dejara de trabajar. Los hechos
generadores del daño se alejan del contexto relativo a las
obligaciones que forman parte del contrato, pues devienen de
una infracción del deber general de no dañar a otro. Se puede
entender que la indemnización laboral pueda compensar el daño
moral que experimenta un trabajador al ser despedido, pero no
que pueda resarcir el daño provocado dolosamente por agentes
de la demandada, ni el producido durante el desarrollo de la
actividad laboral.
2) Es discutible que haya existido un contrato entre la
actora y la demandada, ya que aunque el artículo 71 del
Estatuto Docente hace aplicable en forma supletoria el Código
del Trabajo a los profesionales de la educación, no por ello
se debe concluir que exista un contrato de trabajo en el
nombramiento de la actora como funcionaria municipal.
3) El tribunal estimó que los daños ocasionados a la
actora no fueron extraordinarios; sin embargo, el daño
consistente en un trastorno depresivo recurrente no es un
daño ordinario.
Segundo: Que, según se anticipó, la acción deducida
pidió que se declarara que los perjuicios morales sufridos
por la demandante provienen de la responsabilidad
extracontractual de la demandada por el hecho de sus
dependientes. La demanda se basó concretamente en los
siguientes fundamentos de hecho: 1) La actora se desempeñó
como profesora de Educación General Básica desde el 30 de
abril de 1969 para el Ministerio de Educación y luego del
traspaso del sistema educacional a las Municipalidades, esto
es a contar del 1° de julio de 1986, para el Municipio de Los
Andes; 2) El 7 de abril de 1988 fue destinada al Departamento
de Educación Municipal como Coordinadora del Centro de
Desarrollo Artístico Cultural y como Miembro del Equipo
Técnico de la Dirección de Educación Municipal. El 1° de
julio de 1991 se declaró su titularidad en ese cargo; 3) A
contar del año 2005, la Dirección del Departamento de
Educación Municipal comenzó a reducir el número de profesores
con los que la actora coordinaba las actividades artísticas,
hasta que en abril del año 2006 se enteró que definitivamente
los profesores no iban a trabajar más con ella. Frente a esta
situación habló con Oscar Soto, jefe del personal del DAEM,
quien no le dio ninguna solución. Atendido a que no le
asignaban, pese a sus requerimientos, ninguna labor
específica que desempeñar, habló con el Alcalde, sin obtener
resultados positivos; 4) En un día normal laboral llegaba a
las 8 de la mañana, hacía aseo en su oficina, regaba las
plantas, leía diarios, revisaba el computador, para en pocos
minutos quedar ociosa el resto del día; pasó alrededor de dos
años en esta inactividad incomprensible que dañó su salud
mental y su autoestima en forma definitiva, motivando la
presentación de una serie de licencias médicas. La situación
le provocó un gran daño psicológico, del que da cuenta la
resolución emitida por la Comisión de Medicina Preventiva e
Invalidez que la declaró inhabilitada para desempeñar sus
labores por el diagnóstico de trastorno depresivo recurrente;
5) Esta situación también motivó el juicio laboral causa rol
N° 640 ante el Primer Juzgado del Trabajo de Los Andes,
proceso que en relación al presente tiene distinta cosa
pedida y causa de pedir.
Argumentó que los hechos descritos acarrean
responsabilidad extracontractual de la demandada por hecho
ajeno derivada de la actuación de sus agentes, concretamente
de los funcionarios del Departamento de Educación Municipal,
quienes privaron a la actora de su legítimo derecho al
trabajo, todo ello según lo dispuesto en los artículos 2314,
2320 inciso cuarto y 2322 del Código Civil, que consagran la
responsabilidad de los empresarios o empleadores por las
actuaciones dolosas o culposas de sus trabajadores o agentes.
Concluye que la Municipalidad demandada debe responder por
los daños causados por sus dependientes al haberla
prácticamente condenado a la inactividad en su trabajo,
pagándole por no hacer nada, lo que le provocó daños morales
consistentes en un severo deterioro psíquico y físico que la
COMPIN diagnosticó como trastorno depresivo recurrente.
Tercero: Que para una adecuada inteligencia y resolución
del asunto es pertinente consignar que la sentencia de
primera instancia –confirmada sin modificaciones- estableció
la siguiente situación fáctica:
1) La demandada por intermedio de sus agentes –
superiores jerárquicos de la actora- en particular Oscar Soto
Figueroa, así como por María Angélica Zamora, incurrieron en
diversos actos de hostigamiento laboral consistentes en
quitarle en la práctica las funciones de coordinadora
artística del Departamento de Educación del Municipio de Los
Andes, reduciéndolas hasta tal punto que no tenía labores que
efectuar sin que le fueran asignadas otras funciones a
petición de la demandante, incluso interviniendo en su
oficina arrumando en un costado de aquella sus efectos
personales sin su conocimiento.
2) Dicha situación le provocó trastorno depresivo
recurrente, conforme a la resolución de la Comisión de
Medicina Preventiva e Invalidez que declaró un estado de
salud irrecuperable.
3) La demandante hizo valer la responsabilidad que le
cabía a la demandada en los hechos, en sede contractual –
laboral- por la relación existente entre ambas, como consta
en los autos Rol N° 640 seguidos ante el Primer Juzgado de
Letras del Trabajo de esta ciudad, a fin de hacer efectivas
las indemnizaciones y demás prestaciones que se le adeudaban
con motivo del término de dicha relación, la que se fundaba
en los mismos hechos que la presente acción.
Cuarto: Que enseguida la misma sentencia elabora las
siguientes consideraciones de derecho para desestimar la
demanda de autos:
1) La relación existente entre las partes debe
considerarse o asimilarse como contractual, aun cuando la
actora es una profesional docente que desempeña sus labores
para un Municipio en virtud de su nombramiento, constituyendo
una relación de derecho público. Pero el artículo 71 del
Estatuto Docente hace aplicables supletoriamente las normas
del Código del Trabajo y leyes complementarias, salvo en lo
relativo a la negociación colectiva.
2) La actora optó por perseguir la responsabilidad
contractual derivada de los mismos hechos mediante la acción
laboral. Así es incongruente demandar la responsabilidad
extracontractual, toda vez que la responsabilidad civil es
una sola y deriva del incumplimiento de una obligación, del
cual se sigue consecuente daño patrimonial.
3) Puede ocurrir que en un caso determinado concurran
supuestos fundantes de ambas categorías de responsabilidad,
produciéndose su cúmulo o concurso, pero en tal caso el
acreedor sólo podría reclamar la responsabilidad contractual
resultante. El caso sub lite, corresponde a uno de
responsabilidad contractual, por concurrir los supuestos de
la misma.
4) En el evento que un trabajador haga uso de su derecho
de reclamar la improcedencia de la causal de despido
efectuada por su empleador, o bien de la facultad de poner
término a la relación laboral, de conformidad a lo dispuesto
en los artículos 168 y 171 del Código del Trabajo –como es el
caso- buscando la condena del empleador y el pago de las
indemnizaciones e incrementos fijados por la ley para tal
efecto, cuya existencia es propia del derecho laboral, ello
constituye por sí un resarcimiento a la ruptura del nexo
contractual que unía al trabajador con su empleadora
compensando la aflicción que pueda ocasionar la pérdida de la
fuente laboral, incluyendo el daño moral experimentado por el
trabajador despedido, cuestión que constituye la regla
general, la cual no excluye que en casos especiales pueda
accederse también a reconocer una indemnización adicional a
la fijada por la ley laboral si se demandan y se prueban
perjuicios extraordinarios, como sería el daño moral. Empero,
los argumentos dados por la actora no revisten las
características excepcionales que puedan dar lugar a ellos,
considerando además la suma ordenada pagar en la sentencia
dictada en los autos del trabajo, la que resarce debidamente
a la actora de todo tipo de perjuicios producto de la
terminación de su relación laboral.
Quinto: Que como puede apreciarse de la fundamentación
del recurso de nulidad, constituye una cuestión jurídica
esencial dilucidar el estatuto jurídico aplicable a los
hechos invocados en la acción. Respecto de este asunto es
menester indicar que en cuanto al derecho aplicable el Juez
se encuentra vinculado por el principio “iura novit curiat”,
en el sentido que es éste quien conoce y aplica el derecho,
esto es, no se encuentra limitado u obligado por los
razonamientos jurídicos expresados por las partes, aspecto
que no obsta a la exigencia de que el derecho aplicable debe
enlazarse a las acciones y excepciones, alegaciones y
defensas que las partes sostienen en el pleito.
Sexto: Que consecuencia de lo establecido en el motivo
precedente es que la calificación jurídica de los hechos le
corresponde al juez y no a las partes, lo que ha venido
reiterando la jurisprudencia desde hace varios años. Así se
ha ilustrado citando el fallo “Bernales y otros con Convento
de la Recolección Dominicana”, Corte de Apelaciones de
Santiago, 8 de julio de 1941, publicado en Revista de Derecho
y Jurisprudencia tomo XXXIX, marzo a diciembre de 1942: “Que
las calificaciones que las partes litigantes hagan en los
escritos fundamentales del juicio de las instituciones
jurídicas, no caracteriza, sustancialmente, la acción, sino
que, conforme a lo que se ha expresado, es el hecho jurídico
o material, los únicos que no pueden alterarse, los que
constituyen las acciones y excepciones principales del
pleito, como quiera que, en lo que respecta al derecho, las
partes son libres para hacer las apreciaciones que crean
convenientes, hasta en este punto pueden ser suplidas por el
Juez”.
Séptimo: Que se hace necesario señalar desde ya que el
criterio de atribución de responsabilidad no debe buscarse en
el contractual laboral y sin lugar a dudas constituye un
error de derecho el razonamiento elaborado por el tribunal
sentenciador de primer grado en tal sentido. En efecto, tal
como se ha indicado por esta Corte Suprema en el fallo
dictado en la causa rol N° 7270-2009, la pretensión
indemnizatoria de un ex trabajador que acciona contra su
anterior empleador en pos de obtener reparación por daños que
exceden de los cubiertos por las compensaciones especiales
previstas en el ordenamiento laboral tiene fundamento en una
atribución de responsabilidad que va más allá del hecho de
haber puesto término al contrato de trabajo, toda vez que los
perjuicios alegados responden a un rubro indemnizatorio, el
daño moral, que admite extender sus contornos hacia aspectos
que no habrán de resultar debidamente compensados con las
indemnizaciones previstas por el legislador especial. Una
hipótesis como la anterior muestra que el resarcimiento
aparejado a ella se distancia del incumplimiento de las
obligaciones contractuales de los integrantes de la relación
de trabajo y es natural, entonces, que de ella se deriven
consecuencias que exceden de las puramente laborales.
Octavo: Que si bien las indemnizaciones derivadas de un
despido injustificado por parte del empleador están, en
principio, limitadas por la reglamentación que el Código del
Trabajo fija al respecto, ello no excluye que en caso
especiales y si se prueban perjuicios extraordinarios, como
lo sería el daño moral experimentado por el trabajador
indebidamente despedido –en la especie en forma indirecta-
pueda reconocerse en favor de este último una indemnización
adicional no prevista especialmente por la ley laboral. De
esta manera, las indemnizaciones contempladas en la normativa
laboral no extinguen o descartan las que pudieran solicitarse
por otras vías, como la del derecho común o las provenientes
del estatuto del derecho público, de suerte que resulta
viable acumular las indemnizaciones de carácter laboral con
otras que digan relación con los daños correlativos que
acredite quien las demanda. Se observa con claridad que el
eventual resarcimiento del daño moral sufrido por quien ha
sido despedido injustificadamente no encuentra debido
correlato en esas compensaciones de tipo tarifado, vale
decir, determinadas en directa relación con la cuantía de la
remuneración específica y el número de años de vinculación al
empleo de que se trate.
Noveno: Que en el mismo sentido de las consideraciones
desarrolladas en el fallo antes citado, resulta propicio
recordar que en la historia de la Ley N° 20.087 publicada en
el Diario Oficial de 3 de enero de 2006, mediante la cual se
sustituye el procedimiento laboral contemplado en el Libro V
del Código del Trabajo, consta que en el proyecto enviado por
el Ejecutivo al Congreso para su tramitación se contemplaba
una modificación al artículo 420 del ordenamiento en mención,
en cuanto se definía la competencia de los Juzgados de
Trabajo en términos tales que la letra f) de la norma
propuesta enunciaba: “f) de los juicios en que se pretenda
hacer efectiva cualquier otra responsabilidad del empleador,
incluso la reparación del daño moral, que emane de actos
previos a la contratación, de aquellos producidos durante la
vigencia del contrato, de los que se produzcan con motivo de
su extinción o con posterioridad a ésta”. Acerca de esa
innovación, el Mensaje del Proyecto expresó que el objetivo
perseguido con ella fue ampliar la competencia de los
tribunales del trabajo y, específicamente, en lo que a la
presente contienda interesa, facultar en forma expresa para
pronunciarse sobre cualquier otra responsabilidad del
empleador, incluso la reparación del daño moral que emane de
actos previos a la contratación, producidos durante la
vigencia del contrato, de los que se produzcan con motivo de
su extinción o con posterioridad a ésta. Así pasó el trámite
del primer informe de la Comisión de Trabajo y Seguridad
Social de la H. Cámara de Diputados. Posteriormente, en
trámite de discusión general, en sesión 51ª de la H. Cámara,
la modificación planteada al citado artículo 420 no alcanzó
el quórum de aprobación requerido durante el trámite
reglamentario, por lo cual fue suprimida, entre otras, del
texto del proyecto de ley propuesto. No obstante esto último,
la reforma a la norma a que se viene aludiendo era reveladora
de la intención del legislador de insertar en la esfera de la
competencia de los tribunales del trabajo el conocimiento y
fallo sobre cuestiones relativas a “cualquier otra
responsabilidad del empleador”, evidenciando con ello que los
aspectos indemnizatorios contemplados en dicha normativa
especial no son sino el estándar básico de protección que la
ley guarda para los trabajadores que justifiquen encontrarse
en las hipótesis que las ordenan. Al mismo tiempo, al no
haber quedado aprobada la modificación legal a la norma en
comentario, no queda sino concluir que respecto de cualquier
otra indemnización que el trabajador pretenda por sobre
aquellas que tiene aseguradas en la ley laboral habrá de
acudir a la justicia ordinaria, justificando eso sí los
presupuestos que hacen posible su acogimiento.
Décimo: Que despejado entonces que no corresponde
aplicar el estatuto jurídico de carácter laboral, es
pertinente puntualizar que siendo el comportamiento del
servicio público municipal el objeto de juzgamiento,
corresponde acudir a la noción de falta de servicio. Respecto
a ello es relevante enfatizar que, tal como se indicó en la
sentencia dictada por esta Corte en causa rol Nº 371-2008,
dicho criterio de atribución de responsabilidad puede ser
aplicado directamente por medio del artículo 44 de la Ley Nº
18.575 –o por el artículo 152 de la Ley N° 18.695 en el
ámbito municipal- o, en su caso, por el artículo 2314 del
Código Civil, porque el concepto de falta de servicio es
invariable. Por tal circunstancia lo que interesa es que se
establezca que el comportamiento de la autoridad o servicio
público fue distinto al que debiera considerarse su
comportamiento normal, o sea basta con probar una falta de
servicio.
Undécimo: Que en consideración a lo que se viene
señalando cabe reiterar lo que esta Corte ha indicado sobre
el concepto de responsabilidad por falta de servicio, en
orden a que para que se configure es necesario acreditar
cualquiera de estas hipótesis: a) la omisión del
funcionamiento del servicio; b) el funcionamiento defectuoso;
o c) el funcionamiento tardío. Además deberá comprobarse el
daño y la relación causal. En materia municipal, el inciso
primero del artículo 152 de la Ley N° 18.695 preceptúa: “Las
municipalidades incurrirán en responsabilidad por los daños
que causen, la que procederá principalmente por falta de
servicio”.
Duodécimo: Que, en la especie, con fecha 20 de mayo de
2009 se dictó sentencia definitiva de primera instancia en la
causa laboral Rol N° 640-2008 seguida ante el Primer Juzgado
de Letras de Los Andes, estableciéndose en el considerando 9°
que la demandada incurrió en las causales de terminación del
contrato de trabajo invocadas por la actora, esto es, el
incumplimiento grave de las obligaciones que impone el
respectivo contrato y actos y omisiones temerarias que
afectan la salud de la trabajadora. Expresa el fundamento lo
siguiente: “ (…) la demandada por intermedio de sus agentes
superiores de la actora, en particular Óscar Soto Figueroa y
María Angélica Zamora, incurrieron en diversos actos de
hostigamiento laboral, consistentes en quitarle en la
práctica las funciones de coordinadora artística del
Departamento de Educación del Municipio de Los Andes,
reduciéndolas hasta tal punto que no tenía labores que
efectuar sin que le fueran asignadas otras funciones a
petición de la demandante, incluso interviniendo en su
oficina arrumándole en un costado de ella sus efectos
personales sin su conocimiento, según dan cuenta los relatos
de los testigos presentados por ella de fojas 150 a 156, lo
que le provocó trastorno depresivo recurrente –como lo
acredita la resolución del Compín de fojas 62 que declaró un
estado de salud irrecuperable-, situación que además era
conocida del Alcalde de la época, según lo reconoce en su
propia declaración de fojas 140, quien si bien requirió
información del hecho no inició investigación al respecto (…)
”. En su parte resolutiva se declara indebido el despido de
la actora y en consecuencia se condena a la demandada a pagar
a favor de la demandante las siguientes prestaciones: a)
$715.820 por concepto de indemnización sustitutiva de aviso
previo; b) $28.033.980 a título de indemnización por treinta
y dos años de servicio; c) $16.820.388 por concepto de
incremento del sesenta por ciento de la indemnización
indicada en la letra b); y d) $620.377 correspondiente a
saldo insoluto de remuneraciones del mes de julio de 2008.
Por sentencia de 1° de agosto de 2009 se confirmó el
mencionado fallo con declaración de que los años de servicio
de la actora ascienden a treinta y nueve años y que el
recargo correspondiente a la indemnización por años de
servicio asciende al ochenta por ciento.
Décimo tercero: Que la conducta de la demandada, en
cuanto a las circunstancias fácticas establecidas que
llevaron a la separación de sus labores a la trabajadora Rosa
López Bailesán, refleja que ella excede el campo simplemente
contractual y desencadena la comisión de hechos constitutivos
de responsabilidad por falta de servicio puesto que no se
circunscribe a un término ordinario de una relación laboral,
desde que el Alcalde de la Municipalidad de Los Andes ante el
conocimiento oportuno de la difícil situación que afectaba a
la trabajadora no actuó ejerciendo sus prerrogativas legales
como la máxima autoridad de los servicios municipales
(artículo 56 de la Ley N° 18.695), sin que impartiera dentro
de sus atribuciones las órdenes para la mejor marcha de los
servicios. Su deber como administrador lo obligaba a impartir
mandatos respecto al cumplimiento de la modalidad de trabajo
de la actora y a adoptar todas las medidas tendientes a
asegurar la protección eficaz de la vida y salud de ella,
cuestión que de acuerdo a las circunstancias fácticas
asentadas no hizo.
Décimo cuarto: Que las motivaciones precedentes conducen
a la conclusión de que los jueces del fondo incurrieron en
error de derecho al decidir la improcedencia de establecer
la responsabilidad de la demandada por cuanto la demandante
había sido indemnizada en sede laboral y porque los
perjuicios ocasionados no revestían el carácter de
extraordinarios. Dicho yerro jurídico tiene el mérito de
influir sustancialmente en lo dispositivo del fallo, puesto
que de haber aplicado correctamente el concepto de atribución
de responsabilidad por falta de servicio habrían obtenido una
conclusión diversa, esto es, habrían determinado que la
demandada incurrió en dicha responsabilidad.
Décimo quinto: Que acorde a lo razonado el recurso de
nulidad sustancial será acogido.
Por estas consideraciones y lo dispuesto en los
artículos 764, 765, 767 y 805 del Código de Procedimiento
Civil, se acoge el recurso de casación en el fondo deducido
en lo principal de fojas 306 en contra de la sentencia de
veintiuno de octubre de dos mil nueve, escrita a fojas 305,
la que por consiguiente es nula y se la reemplaza por la que
se dicta a continuación.
Regístrese.
Redacción a cargo del Ministro Sr. Carreño.
Rol Nº 8871-2009.-
Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema,
Integrada por los Ministros Sr. Sergio Muñoz G., Sr. Héctor
Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. Sonia Araneda B. y Sra.
María Eugenia Sandoval G. No firman, no obstante haber
concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, la Ministro
señora Araneda por haber cesado en sus funciones y la
Ministro señora Sandoval por estar en comisión de servicios.
Santiago, 23 de octubre de 2012.
Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.
En Santiago, a veintitrés de octubre de dos mil doce,
notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la resolución
precedente.
Santiago, veintitrés de octubre de dos mil doce.
Vistos:
Se reproduce la sentencia apelada con excepción de sus
fundamentos tercero, octavo y noveno, que se eliminan.
Y se tiene en su lugar y además presente:
1°) Que a fojas 3 doña Rosa López Baleisán interpone
demanda de indemnización de perjuicios reclamando la
responsabilidad extracontractual de la demandada,
Municipalidad de Los Andes, argumentando al efecto el
menoscabo sufrido por su parte a consecuencia del trato
vejatorio ocasionado por sus superiores directos y por la
falta de vigilancia de parte del empleador.
2°) Que el mérito de autos revela que la demandante
substanció un juicio laboral por despido indirecto ante el
Primer Juzgado de Letras de Los Andes, bajo el Rol N° 640, el
que fue zanjado a su favor, ordenándose al empleador el pago
de las indemnizaciones sustitutiva de aviso previo de despido
y por años de servicio, esta última recargada en un ochenta
por ciento.
3°) Que lo reseñado, conforme se señaló en el fallo de
casación que antecede, no es óbice para que se admita la
procedencia de otro tipo de indemnizaciones, como el
destinado a reparar o compensar el daño moral producido por
un despido indebido que el trabajador pudiera impetrar, de
suerte que es viable acumular la indemnización sustitutiva
del aviso previo de despido y la indemnización por años de
servicio con otras que digan relación con los daños
correlativos que acredite quien las demanda. Así se observa
que el eventual resarcimiento del daño moral sufrido por
quien ha sido despedido indebidamente no encuentra debido
correlato en esas compensaciones de tipo tarifado, vale
decir, determinadas en directa relación con la cuantía de la
remuneración específica y el número de años de vinculación al
empleo de que se trate.
4°) Que, concretamente, la sentencia definitiva que
decidió la causa laboral a la que se ha venido haciendo
mención determinó como hechos acreditados e inamovibles que
la demandada, por intermedio de sus agentes superiores de la
actora, en particular Óscar Soto Figueroa y María Angélica
Zamora, incurrió en diversos actos de hostigamiento laboral,
consistentes en quitarle en la práctica las funciones de
coordinadora artística del Departamento de Educación del
Municipio de Los Andes, reduciéndolas hasta tal punto que no
tenía labores que efectuar sin que le fueran asignadas otras
funciones a petición de la demandante, incluso interviniendo
en su oficina arrumándole en un costado de ella sus efectos
personales sin su conocimiento, lo que le provocó trastorno
depresivo recurrente, como lo acredita la resolución de la
Compín que declaró un estado de salud irrecuperable,
situación que además era conocida del Alcalde de la época,
quien si bien requirió información del hecho no inició
investigación al respecto.
5°) Que ese proceder de la demandada, específicamente
del Alcalde del Municipio referido, es constitutivo de
responsabilidad por falta de servicio, toda vez que incurrió
en omisión en el cumplimiento de sus deberes al no actuar
ejerciendo sus prerrogativas legales como la máxima autoridad
de los servicios municipales (artículo 56 de la Ley N°
18.695), y sin que impartiera dentro de sus atribuciones las
órdenes para la mejor marcha de los servicios. Faltó a su
deber como administrador, que lo obligaba a impartir mandatos
respecto al cumplimiento de la modalidad de trabajo de la
actora y a adoptar todas aquellas medidas tendientes a
asegurar la protección eficaz de la vida y salud de dicha
trabajadora.
6°) Que en cuanto el daño moral invocado por la actora,
se observa que se hace consistir en el daño a su salud mental
y su autoestima en forma definitiva, motivando la
presentación de una serie de licencias médicas.
Específicamente fue en la práctica condenada a la inactividad
en su trabajo, pagándole por no hacer nada, lo que le provocó
daños morales consistentes en un severo deterioro psíquico y
físico que la COMPIN diagnosticó como trastorno depresivo
recurrente.
Resulta útil tener presente que el daño moral se ha
conceptualizado por esta Corte Suprema como: “un mal, un
perjuicio o una aflicción en lo relativo a las facultades
espirituales, vale decir, cuando se ocasiona a una persona un
dolor o aflicción en sus sentimientos” ( R.D.J., T. LXVIII,
secc. 4ª, 168). Se ha indicado que la indemnización a su
respecto no hace desaparecer el daño, como tampoco se orienta
a llevar a la víctima a una situación semejante a la que
existía antes de que aquél se produjese; su sentido es otro:
otorgar una satisfacción de reemplazo a quien ha sufrido el
daño, cuya medida equitativa queda entregada al criterio del
sentenciador.
7°) Que sobre el particular, la prueba instrumental no
objetada rendida en la causa corriente a fojas 152,
consistente en certificado emanado de la médico psiquiatra
María Gloria Santana Reyes, que da cuenta de que la actora
desde el año 2006 sufre la enfermedad de depresión
recurrente, que en su concepto fue causada en su trabajo por
el hecho de no haber ejercido actividad laboral alguna
durante las horas de su jornada por dos años, resulta
concordante con las declaraciones testimoniales contestes
prestadas a fojas 166, 175, 181, 192 y 196 por doña Eva
Torres Vásquez, doña María Victoria Jarpa Roa, don Manuel
Urbina Barraza, don Luis Bórquez Silva y don Nelson Soto
Riquelme, respectivamente, en el sentido que vieron a la
demandante en su oficina llorando y desesperada por la
situación que le aquejaba, específicamente se trataba de un
maltrato por omisión que se hacía de parte de su jefatura de
servicio, todo lo cual derivó finalmente en una depresión que
trajo efectos en su familia.
Tales antecedentes, no desvirtuados, sirven de base para
conformar una presunción seria acerca de la efectiva
producción de un quebranto en el ánimo y en los sentimientos
de dignidad y autoestima de la actora, además del agobio ante
la falta de actividad laboral, agravada por la extensa
trayectoria; todo ello con ocasión del desarrollo y
consecuente terminación de la relación laboral, máxime si se
ha determinado por sentencia firme que ello obedeció a
motivos que no se condicen con alguna de las hipótesis de
despido justificado, por lo cual se lo ha catalogado de
indebido.
Queda así establecida la lesión en los intereses
extrapatrimoniales de la demandante, puesto que se trata de
un trabajador de larga permanencia cuyo despido de calificó
como indebido.
8°) Que respecto a la relación causal resulta claro que
sin el acaecimiento del hecho constitutivo de la falta de
servicio, esto si el Alcalde de la época ante el
requerimiento de la actora hubiere adoptado las medidas
necesarias para revertir la situación que le afectaba, no
habría ocurrido el resultado dañoso que se ha descrito.
9°) Que ante las circunstancias anotadas en los
fundamentos precedentes resulta ineludible concluir que
corresponde acceder a la compensación en dinero del daño
moral sufrido por la parte demandante. En este contexto, el
tribunal está facultado para regular conforme a la prudencia
el monto de la indemnización solicitada.
Y de conformidad además con lo dispuesto en los
artículos 186 y siguientes del Código de Procedimiento Civil,
se declara:
Que se revoca la sentencia apelada de veintinueve de
mayo de dos mil nueve, escrita a fojas 251, en cuanto por
ella se rechaza la demanda de fojas 3 y, en su lugar, se
decide que ella queda acogida en cuanto se condena a la
demandada a pagar a la actora una indemnización de perjuicios
a título de daño moral ascendente a la suma de $20.000.000
(veinte millones de pesos), con el reajuste de la variación
que experimente el Índice de Precios al Consumidor desde la
fecha de esta sentencia hasta la del pago efectivo y los
intereses corrientes para operaciones no reajustables en caso
de mora.
Regístrese y devuélvase con sus agregados.
Redacción a cargo del Ministro señor Carreño.
Rol N° 8871-2009.-
Pronunciado por la Tercera Sala de esta Corte Suprema,
Integrada por los Ministros Sr. Sergio Muñoz G., Sr. Héctor
Carreño S., Sr. Pedro Pierry A., Sra. Sonia Araneda B. y Sra.
María Eugenia Sandoval G. No firman, no obstante haber
concurrido a la vista y al acuerdo de la causa, la Ministro
señora Araneda por haber cesado en sus funciones y la
Ministro señora Sandoval por estar en comisión de servicios.
Santiago, 23 de octubre de 2012.
Autoriza la Ministra de Fe de la Excma. Corte Suprema.
En Santiago, a veintitrés de octubre de dos mil doce,
notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la resolución
precedente.
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