SCIOLI NO ME GUSTA, PERO…
Nicolás Dvoskin
No soy de escribir textos políticos en FB muy frecuentemente, pero lo de
ayer, y sobre todo lo que se viene en estas cuatro semanas, me obligan a
reflexionar. Estas líneas van dirigidas sobre todo a mis amigos/as y
compañeros/as de las distintas expresiones de la izquierda, con los/as que
hemos compartido jornadas, clases públicas, marchas, asambleas y demás
formas de manifestación política de las que estoy orgulloso de haber sido
parte.
Empecemos por lo primero: Scioli no me gusta, nunca me gustó, y de hecho
después de pensarlo mucho ayer a la mañana me decidí y no lo voté: expresa
lo peor dentro del kirchnerismo, sus peores resabios noventistas, la alianza
(¿necesaria?) con los intendentes y los gobernadores más nefastos del
peronismo. La única virtud que le veía en relación a Massa, por ejemplo, era
el marco de alianzas en el que se inscribía su candidatura, condicionado por
otros sectores del kirchnerismo, progresistas, de izquierda o centroizquierda,
nucleados con organizaciones del campo popular, es decir, su
condicionamiento político. Al ver la conformación de su gabinete se
confirmaron los peores presagios: desde el retorno de una política exterior
de relaciones carnales, con Guillermo Francos (el presidente del partido de
Cavallo) en Washington y Mario Blejer en Londres, hasta Gustavo Ferrari, un
tipo de De Narváez, en la SIDE. La gota que rebalsó el vaso fue la propuesta
de Barbieri, el heredero de Shuberoff en la UBA y paladín de la privatización
de la universidad pública. Todo esto se suma a la promoción de sus ministros
de la Provincia a la Nación, contra los que no tengo nada en particular, pero
que muestran un bajo nivel de condicionamiento por parte del kirchnerismo.
Ahora bien, debo confesar que no lo voté suponiendo que igual ganaba en
primera vuelta, y ahora el escenario es otro. Mantengo en pie todo lo que
dije de Scioli en el párrafo anterior y miles de críticas al kirchnerismo que he
sostenido durante los últimos años: a la sojización, a la megaminería, a la
ausencia de cambio estructural en la industria, etc. Todo lo malo del
kirchnerismo con Scioli es claramente peor, pero ahora el escenario es otro.
Ahora tenemos enfrente a Macri, un tipo que después de reprimir una
protesta en el Indoamericano se justificó planteando que nuestro problema
era la inmigración descontrolada. Hoy recuerdo eso y no puedo dejar de
sentirme orgulloso del plan Patria Grande que hace que Argentina tenga la
política inmigratoria más laxa del mundo, de fronteras abiertas, en clara
oposición a las políticas inmigratorias xenófobas que se imponen en otros
lares.
Ahora tenemos enfrente a Macri, que subejecuta el presupuesto educativo
de la ciudad y los techos de las escuelas se caen, mientras siguen subiendo
los subsidios a la educación privada. Y no puedo dejar de pensar que en los
últimos 12 años se construyeron 700 escuelas y que la educación pasó a
representar el 6 por ciento del PIB. No puedo dejar de pensar en las nuevas
universidades públicas del Conurbano, a donde acuden estudiantes que en su
gran mayoría son primera generación en la universidad, que jamás
accederían a la UBA. El salario docente debería ser muchísimo mayor, sí. La
universidad pública (la UBA, por ejemplo) está llena de negociados y de
corrupción, sí. Pero sigue siendo gratuita, a pesar de los esfuerzos por
arancelarla que hicieron en los 90 los economistas que hoy son parte del
PRO.
Ahora tenemos enfrente a Macri, que ejecutó 0% del presupuesto de ciencia
y técnica de la Ciudad. Cuando gobernaban los economistas que hoy son
parte del PRO la beca CONICET era de 400 pesos y entraban 6 becarios por
año. Hoy entran al CONICET 1200 becarios por año, y lo que ganamos podría
ser muchísimo más, pero es inmensamente mayor a lo de los '90. Es cierto,
los becarios seguimos precarizados, hay gente que se queda afuera del
ingreso a carrera después de 5 o 7 años de beca, los criterios de evaluación
de CONICET son espantosos, etc. Comprendo todo eso y apoyo las
reivindicaciones que hacemos para modificar esas cosas, pero no podemos
negar que el sistema científico en Argentina es hoy por hoy una salida laboral
posible para muchos, que no tenemos que irnos del país o irnos a lavar los
platos, sino que el Estado financia y apoya la expansión de la ciencia. Que
afortunadamente se puede vivir de la ciencia en Argentina y de la docencia
en Argentina, se podría vivir mejor, es cierto, pero se puede, y no siempre se
pudo. Y con Macri no se va a poder más.
Ahora tenemos enfrente a Macri, cuyos diputados votaron en contra a la
estatización de los fondos de las AFJP. Tenemos enfrente un tipo que
defiende un sistema privado en el que el Estado seguía pagando las
jubilaciones, pero los aportes iban a las administradoras privadas, un sistema
que generó un enorme aumento de la deuda pública y contribuyó a que la
jubilación mínima durante todos los 90 sea de 150 pesos, y que además
tenga jubilación la mitad de la población. Hoy por hoy más del 95 por ciento
de los ancianos tiene jubilación, hayan aportado o no, y la mínima es
inmensamente más alta, y además hay un criterio automático para los
aumentos. Es cierto, la mínima es igualmente baja, muchas veces no alcanza.
Los jubilados deberían ganar el doble, o el triple, sí, sin dudarlo. Pero nadie
puede negar que ser un anciano en la Argentina de hoy es mucho mejor que
serlo en la Argentina de hace 15 o 20 años.
Ahora tenemos enfrente a Macri, que se opuso a todas las leyes de Derechos
Humanos promovidas por este gobierno. Hoy tenemos avanzada una agenda
de investigación sobre la complicidad corporativa de la dictadura, con
investigaciones en distintos organismos, como la CNV, el INTA, el Banco
Central. Estamos cerca de tener los primeros empresarios condenados por
complicidad. ¿Se imaginan a Macri impulsando esto? ¿Se imaginan a Macri
avanzando con los juicios que faltan? Es cierto, falta juzgar a la mayoría de los
represores, falta desarticular los organismos de seguridad e inteligencia
heredados de la dictadura. Es cierto, está desaparecido Julio López. Pero no
podemos negar que hemos avanzado muchísimo y que somos un ejemplo en
materia de políticas de memoria y de derechos humanos. Pregunto, si Macri
hubiera sido presidente, ¿Videla se habría muerto en el inodoro de su celda o
en su casa?
En Francia la izquierda supo votar a Chirac en un ballotage contra Le Pen. En
Brasil la izquierda bancó a Dilma cuando amenazaba Aecio. Hay una vieja
frase española que lo sintetiza todo: "contra Franco estábamos mejor", en
referencia a las peleas entre comunistas, socialistas, republicanos, etc. a
partir del retorno de la democracia. Bueno, ahora estamos contra Macri.
Todo lo que dije arriba sobre Scioli lo voy a seguir sosteniendo, pero ahora
tenemos enfrente a Macri. Así que, amigos y amigas compañeros/as de años
de militancia, olvidémonos por unas semanas las diferencias, los detalles, las
pequeñeces, y veamos la foto completa: tenemos enfrente a Macri. El 22 hay
que tragarse todos los sapos (Barbieri, Ferrari, Francos, todos) y votar a Scioli.
En estas cuatro semanas me van a ver más K que nunca. Aunque sea con la
nariz tapada y con el antiácido a mano, en esta hay que votar a Scioli.
Nicolás Dvoskin: Licenciado en Economía (UBA), Licenciado en Ciencia Política (UBA). Maestrando
en Historia Económica y de las Políticas Económicas (UBA), Doctorando en Ciencias Sociales (UBA).
Docente FCS-UBA (ad honorem), FCE-UBA (ad honorem) y UNM. Beca CONICET Tipo II: Los ciclos
de capitalización y reparto en la historia previsional argentina. Teorías, ideas y fundamentos en las
reformas de la seguridad social (1957-2010). Director: Julio César Neffa. Beca CONICET Tipo I (2011
– 2014). “Sistemas previsionales en América Latina: perspectivas teóricas, transformaciones
recientes y propuestas de reforma para el caso argentino.” Director: Demian Panigo, Co-Director:
Julio Neffa.
http://www.researchgate.net/profile/Nicolas_Dvoskin
Notas periodísticas:
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-135763-2009-11-23.html
http://estudiossocialesdelestado.org/index.php/ese/article/view/21
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