Sectas religiosas y sociedad democrática
l. POLÉMICA SOCIAL SOBRE LOS GRUPOS HETERODOXOS
En el mes de septiembre de 1994 du> noticias, de idéntica naturakza, han con-nwdunado a la opinión pública española. En ambas, sendos jóvenes, hijos de miembros de la confesión Tesligos de Jehová, morían de manem fulminanle. El 17 rlc c>e mes. Marcos, de 16 año;;, falleció víctima de tma leucemia. Una de In> cau<;as que rlc~cn~adenó con tanta cckri tlad el triste final fue la no realización de una trmsfusión ele sangre a tiempo. Su;; padn:s ¡¡e uponfan a d io por motivos religiosos. Al dla sigmeme de aparecer la información en la prensa, se co•1ocía la nutk ia de una nifia d~;; 14 años. Judiht, que, horas antes del caso anterior, murió víctima de una meningitis. Igualmente lm nté<iic(JS diagnosticaron una inm~tli:tta l(emq!ransfusión, a laque ;ambién se negó in madre 'lestigo de Jehová.
Desde el punto de vista jurídico, los casos somerameme relatados plantean un con nielo entre derechos conslituci9· nalmente protegidos. Por un lado, el d~recho individual a actuar según) os djctados de Ja propia co(lcte(\Cijl, y .el Q.~.recho de los padres a dc¡:;NJr ~¡¡ u_~)l!> mlc consi4eren más adecuado, .. para ,su~
hijQ~ .m~nores de edad, enr¡-e e]Jo, los
Jralamiw tos sunita.rios a los <1ue s.: sometan. Por ulro, e l derecho a la vida y a la integridad física y morai, que especialmente compromete a los poderes públicos frente aquellas personas en pos¡ .. ci6n de de bi l id ad d adas sus circu:lstancia.< virales, menores y disca.pac¡tados. Doctrin:t y jurisprudencia son uminimcs en atirmar '] ll<\ en el suput'.slo de menores de edad el derecho a !a vida prevalece y, por tanto, la falr.a de conscnlimienlo eh; los padres debe ser sustituida por una resolución judicial que autm ice a Jos médicos competentes l a~ lransfusioncs de sangre que est¡men op011unas.
De hecho, asf ocurrió a lo largo de la enfenncdad fatal de los dos jóvenes hijos de Testigos de Jehová. Marcos íngn;só en un hospital donde, ante la negativa de sus padres , los .-médicos obtu;vieron el permiso .jud ic ial para la hemotransfusión, sólo que no se reaJi .. zó esta porq~e " ... el niño.se arrancaba los tubos del goteo y no se t.lcjaba ni poner una ioye<X:ión ... ('). El hospital, previa petic.ión paterna, autorizó el alt.'! del paciente. Días más tarde la denuncia de las autoridijdes Jo¡;ales .hizo que nuevamente_e_l juez decr.¡~_t ara su traslaPO a un cc¡tl[o (ksal'-'d,y.la consiguient~_trJnsfusiónsangu.(t¡ea , la cual se realizó sin resultados posit ivos dado el ~~tado de coma irreversible de Marcos.
AuuSTII\' Monu.A Ur.iversidbd de Alc.~l:i de Henore>
(') El Mund('· 1? Ce: scprie1nbn: de 1994. ¡Jág. 74.
n i\BC. cdiciÓIL~c M•Jriu. ti ~o sepriei1lh~,-qc·:) 9.9~: ~ '~pag~,:.fl"l,
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También en el ca~o deJ udilll d hospi- en el caso de Marcos, al habcrlcdadode ; ta 1 'so] iéi tó ia oportuna au torizaciún <(1 , , alri en sus cond iQIOnes .-,y;nQ.e~.e~~usa juez de guardia, pero ni siqulera djo tiempo a que produjera el efecto desc11· do. ya que li1 niña falleció en el intervalo.
Los mediüs Uc t:onnmicaciOn uná
nimemente han culpado a las creencia> de lo~ padres de las muenes de sus hi
jos. En una cultura dond~ i<L vida terrena constiruye el único valor incont~,HI
dc y u ni versa!. la actitud de qu ic~ está dispue.sto a sacríhcar b vida de un hijo por bienes que considerú superiores -en el caso. la salvaci.ún dC" '\U alma, puesto que los Testigos identifican el alma y la Sa!Jgre, interpretando de manera literal cltc,~to th: ! Levítico XVII, 10: ;o Si un israelita o un exmmJero residente entre vosot:!'OS come cualquier dase de sangre, yo nl~ volveré COIHla él y lo extirparé de su pueblo''- es lógicamente rech;u.ada. De ahi que el intl~ré~ social que han t!c~pc.rt:ulo la;; nulrcws se centre en deternunar la responsabi lirhrl pcn:JI de los padres. lnclu~o. lr~s
cendiendo la calificación de ia especi· fica conduct;:, de los progenitores, miembros del Gobi.-mo de la n;;ción >e han pronunc1ado condenando las creencias rk los Testigos "Es tremendo que,
a estas alturas, --{leclaraba la mimstro de Asuntos Sociales Cristina Alberdila n:Jigión pueda iiHJ.lCdir los avances
de la ciencia"'('). Independientemente del juicio que merezca la opi111ón de la ministra, pone ck relieve el fuerte cunrr:lste entre la cultura del ''homo faber" moderno. qvos fundamemos m
d ic:m en la razón y la id e :t de progreso indefimdo, y la cultura religiosa tndicional, para la cual la totalidad rk la cxistGm:ia debe ordemu·se a la vida eterna ("omnes actiones christianorum sunt ordinate ad ..:: nnscquendarn \'Ítarn a c.tt: r~
namH).
El propó>ito rk las presentes línc;rs nc es comentar las mfom1aciones sobre el caso aparecida,; en la prcn,;a (únicamente dejar const?Jlcia de la perplejidad <¡ue me causa el que nadie hara acusado la posible negligencia mmo del hospil~l
el que el joven s,~ negara al tratamiento-, como dei juez que de m orJ, en la época de la> comunicaciones instantánea.o;, la aurorizadón, muriendo en la espera la niiíal. Tampoco es el deseo del que esto e> cribe dejarse llevar por la dc.fonmwíl>n profesional y estudi~r la cuestión plan:e.ada desde el punto de vista estrici~mentc jurídico, esto es, analizar la do e trina y l¡: juríspnJd'~ncia en tomo a !a objeción deconcien<..:ia a los tr:ihnnieutos kmpócticos y. en especwl. a las transfusiones de 'angre de los Testigos de Jehová. ,'v!e limimré a realizar unas '''nnio1;cs, de carácter más sociológico y político, sobre la repercusión que tiene la incidencia de estas crcen.:ias -<.:xtrarlas a nue~
. tra tradición culwral-y el t1oreci miento de !os gmpos que las sustentan , en nue.\rra sociedad.
2. APROXIMACIÓN A LA SOCIOLOGÍA DE LAS SECTAS
El c;;mbio rk los hábitos de !:1 so· ciedad cspanoia en este úlrimo cuano de siglo produce efectos contrastantes. Es evidente la wndcnci<e secularizadora que se verif1ca en sectores de la población. especiatmente entre los jóvenes. Crece el número de ellos que se confiesan poco o nad¡! religiosos. Incluso eni:re lo~ que se rleclí:mlll GlltiJícos, man
tienen posiciones contm~tante> con la jerarquía eclesi<ís t ica en importan tes temas de moral}' dt)f.ma . . En t;l,nnln
opuesta. 1ambién se han incrementado en número y presencia social grupm y cr<x:ncias, gcnuralm~nle asentado' en otras países o culturas, cuyas acritudes e ideologías contrastan con d cnnjunlo de valores de nuestras raíces cristianas. Cada vez saltan con mayor hecuenci a 11 las p~ginas de lvs periódicos noticias que resultan escandalosas a b opinión pública sobre las acciones tJ¡: las llamadas ··~cl~s religiosas". Las relatadas de padres miembros de los Testigos qu~ preiiercn \'cr ~ s11s hijos muertos que permitir una transfusión de sangre; la
ventH de los medJOs de snlvaciún a pre cios sustanciosos en forma de cursos y en una especial consideración de la ascesis psico-rdigiosa, que !kva a cabo la lgles:a de la Ciencio!ogfa; el proselitismo ~ rrav~> del reclamo scxu:1l de los s~guidores de los Niños de Dios; o en fin, la decisión dei gmú acerca rk:l m~trimonio de sus prosélitos, miembros de Harc Krishna.
Abstrayendo el anállsis con~reto de cada conducta, lo que sí parece ~s 4ue nos encontramos inmersos de manera irrevocable en un proceso de fraccionamiento tk !tt tradiciOJw! munoconiCswnalidad de !a población esparíola. El surgí miento de estos nuevos movim ientos religiosos produc~ cspcciaks t~nsiones en la sociedad. Tensiones monvadas no tanto por el número de seguidores. ciL:rtamentc escaso ~n com
paración con el conjunto de creyentes de otra., rel igiones, sino por la ti¡m\ogía religiosa que plamean en contraposición y relación dialéctica con la de l~s
iglesias consolidadas.
En este sentido sigue siendo de utilidad 1 a distinción de Max Weber, desarrollada por Emes! Trodtsch, entre secta e ig!es1a. La secta, según Weber, es una asociación voluntaria~ exclusiva de los cualificados en una ética religiosa. a la qtte se ~s admindo, también de lltudo voluntn:io, en vit·tud de unas pruebas rehgiosas. La igle:>ia~ por contra, es una institución que administra las bienes digiosos de salvación. La pertenencia a la misma es obligatoria y nu prueba las cualidades de sus miembros('). Troeltsch; por su parte, subraya el carácter radical de las sectas, originadas en 1 os estratos marginales de la sociedad, -lo cual !a~ convierte en comunidades cerradas al mundo que crc:m un u ni vetso de valores, único cuadro de referencia del ~ueplu. La iglesia, como institución de vocación universal, rmmtienc una·posiciú!l sustancialmente no beligerante, a veces sustemadora. de los interese~ político~ y econórmcos, en su papel de codificar palvaguardar la conl'ortable moralidad de la mayoría(').
Dejando a un lado hl~ collnotacío
nes cspecíficHs del objeto de estudio de !os dos padres de la soc10logfa moderna ~1 conjunto de movimientos religiosos que nacen de la Rcfonna protestante--, lo que sj es inrcrcs:anle subra)'~u·
es ei carúl'la marginal y. en definili·:a, revnluciomuio de !os nuevo~ movimientos religiosos o sectas -llámesek como se quiera y sm afán descaiilkatorio--. El conjunto d~ v¡úm;s que propugnan ~e contrapone al imper-,c~me en la sociedad a la que se pretende rcfom1M. Ese grupo humano unifonne enu-a como una cwla en el organismo social y -utilizando el lenguaje metafót ico d~ Sighcil'corno la fal:mge macedónica ia destruye y. así. la renueva(). Basta pensar por ejemplo, en lo.o; orige,le.> d,~\ Cristianismo, secta Jd proletariado externo de la sociedad hdénicJ que, sin embargo, vivifíc6 el mundo donde nació j', fundi6ndose con la cu!tum imperanre. supo proyu:tar un modelo soc-ial que se prolongó a lo l~rgo d.: lus siglos. Es cierto, pues, que las sectas pueden ser la tipología que adtJpla una primera filse en el migen y desarrollo de las confesiones religiosas conside radas, al decir de Jung~
como forn1as codificadas y dogmaliz<lri:ls de la experiencia rehgiosa("). Y. por lanlo, generalmente poseen !a voc,:ción a adquirir Ja estabilidad mediante la mlegración de su decr:rinn e11 el consenso general, transfom1:índose en cuasi-igksias.lncluso, y a ia m versa, las corrientes de p~nsamicnto han vivido '"ab origine" una etapa sectaria. LJs grande>
ideas que han ~girado il i:1 hum~nidad, los grnnrbi si~temas fllm;óiicos surgieron del pensamiento Jc pows y han transcurndo por la angustia y pasión de las sectas antes de ascender· a ser doc
trinas aceptadas(').
La efcctívida(l de la misión de fermento y vivificación soc1al, exige la adopción de unos camcteres def1mdores y pautas de conducw que cua!ílican esta ti pología de grupos religiosos frente. a otros. En d pi~JJo :uiolúg;co el apartamient.o del mundo, de un exterior que se rcch:ua por sus caracteres de-moníacos, se combina con l<eelevación
(')CI'r. ,·WEBERiEnsa)'m'sobresoc'hl!vgfa--de la-n·h-~i6n {1¡, (tr:;ad. J. Alma:r.ar-J C•h«ña). Madrid. l 'l83. p~g. 17?.
¡•¡ Cfr. , TROELTSCH. ¡_,. d,,¡¡r¡,,. sodoJi di'~!ia Chú•.WJ e d t i R.~'uppi cá.nimri, voL l. Firt'nt.e !949, púg:..
-166 "·
{ ')Cfr., SIGHELE. Morale prilma e morillt polilica. Milano l g~ ~. piig. 75. Cit. oo MANtSCAlOSpiáw ,¡, se.urJ e .\OCÜrd. Si¡,nrfinuo t' dimcn.ün.'le sm:inlo~lthr dt~llc fórm~ setW·
rrr. Milano 1992, pñg. 8,
e) Cfr .. JUNG. PsinJ/uKÍlA ,v reú~-:?án_ (trarl. TM. de. BnJg_{';r} Uarcelana 1-)&7, póg. 24.
Ci C!t .. ROSSL Mislici ucucri S111 dio di p .".:ir:opfJWrf>J.!W NI!JrJi·m. Co s~nz;:¡ ~?..99, p:lg. 169. c¡t. e-n MANISCALO, \'piríro Ji seiia ~so~ áclá .- ciL p ~i,g. 1 (>9.
f'l Vid,; M:-\NISCI\1:0; Spiilto di sella· =e socléi!L> :cit~'·, .. p-ágs! 92 :S~.
de las nol1lla~ dogrmitica.~ o morales del grupo n único referenre ético Simultáneamente, la intensillcac;ón de la> vínculos afectivos enlrc !os integrantes de la comuníd~d. en un amb1eme de fuerte ernotívidHd, mmluce a convenir n la >ecta en \ma religión en sí misma, sacralizándnse la idenndad colectiva, y, paralelamente, concdícndo atribuciones divmas a su m~esrro o gmü(') Así, la xctla se cnnstituye en una especie de nicho para el cultivo de ideas v ritos en común. Concl~srón lógica es d escaso espacio de autonomía que sede¡a al individuo miembro de la secta. Pertenecer a la comunidad de elegido~ n
incontaminados exige la conversión lotaL la obediencia ciega y la dedicacrón plma_ No hay sitio para la CíÍiica o la duda. La más mínima disidencia va en contra del pmpio grupo, cuya cohe· sión íntcm?. ~e cumídem fundRmental en el logro de la1 aspiraciones individu?.les o colectivas. Las posibles críti· cas ~e marginan como opucsll!s a la verdad absoluta sustentada, único camino de salvación.
¿Cuál es, pues, la clave del éxito d<: las scc1as'l Su fuerza cxp~nsivn radica en la segundad de valores que ofrece, en constituir una respuesta religiosa ~imp!r: y cfi<:az que explica todas !ns iacetas de la vida y proporciona al individuo, especmlmentc SI sufre los efectos de la marginación, la ~oledad o el tbamúgo -,;en: e las de una sociedad en que prrma la competición y el mterés crematíslic(}--, la comunidad de afecto que necesita Pone a disposición del
i.'lVÜH)i C u\:: 1~ ::,u...:tWULí' út'::,tt\...1.. ¡,IL~i..ilUtL
un men~aj~ con vocación de i!uminnr por entero su vida. ~uchas veces el ingreso en la secta representa la vuelta a b religiosidad en sentido totalizador del hombre anuguo, un proyecto íntegro donde se subraya la acción y la comunión frntcrml m:ís que la rdkxión. La adhesión a la comumdad sacude has· ta sus propios cimientos una fe aprendida, en la que se han olvidado todas las creencias excepto los formulismos y permanecen petrificadas las parrcs
más clcvlld~ del espíritu. Son, por ello,
gnrpo' ajenos a !a rehgiosidad de las iglesias est~blccidas o, dentro de ellns, externos y heterodoxos a lo~ criterios del magisterio oficial, los que desarrollan 1 as finalidades s~darias .
Puede par~ca paradójica !a atirm:lción según la cual el grado de libertad que el indiv id 1m experimenta en las ig!esias tradicionales, por ~jcmplo en la lgksia católica, es notablememe superior al de las s~ctas. Paradójica si pensamos que el nivel de mstitucíonal!zación de la Iglesia ha llevado a JUrid!f1car y, portanto, imponer como oh! igatnr!o,
hasta los más mímmos asuntos de la vida religiosa del fiei católico. Basta pensar en el número de d isposici onc~ normativas de la Iglesia universal. a las que se wm:ll\ las de las igles1as particulares y las wnícrcncias cpiscop~lcs. Y, en el orden moral, el extenso con· junto de cartas, encíclicas y otros documentos que configuran la doclrína del magisterio eclesial en materia de fe y costumbres. Sin embargo. la percepción real de ello es escasa. El conocimiento del "fi~ l de a pie" de tal número
de normas y directrices morales es mí· nirno -si es que tiene alguno- y r:namentc se da una cxig~,.:m:ia CtHH.:! ivil de la jerarquía respec10 a sus propias normas, salvo en casos de contlicros excepcíaruues. Creo que uno de lus cf~c· tos principales del Vaticano !1, en su voluntad de igualar Jos distiniG> ''statt:s" jurídico-personab a través de la construcción de una condrción común del tiel, ha sido reducir el papel de mediación absoluta de los consagrados "in
,:,ii,Lj ¡:_., ".:;~¡UC Ci' iJ~i'·l'ul:._;v } .ú'fiJ~ Ul.::J' pu
S~dO y otorgar relevancia ai plano de In conciencia personal, ¡¡proximándose con e.Jlo a las tesis de las iglesias pro· restantes. En las sectas no existe ni t~.sa institucionalización ni ese grado de obligatmiedarl formal, pero la vivencia de la realidad hace que el prosélito s1en10
una suJeción infinitamente más intensa, derivada de la fuerte cuheoíón ínter· na del grupo y la umfol1llidad de pautas y conductas. El ámbito de libertad individual tiende a desaparecer en ara~ de las exigencias totalrzantes que im-
ponen las creencias y la vida en el seno dd grupo . .El sujeto pierde valor como individuo. Su v~lor cstrib~ en la función que desempeñe dentro de la comunidlrl de el~gi tlos y en ~u habilidad pard encontrar nuevos prosélitos.
Es evidente que la tipología de las sectas sucintamente descrita lleva ínsita la defensa de un mensaje radical m enre intolerante freme a otros valores religiosos o éricos. El ámbito de operanvidad se circunscribe al tejido socid, dado que su carácter minorir11rio y mMg inal frente a la cultunt dominanre y el v¡sceral rechazo del mundo e~
rcrno impide ·•a primi" cualquier rcla· ción con el poder polít ico que les favoreciera. No obstante, la proliferación de estos movimientos coincide con la tendencia d~ las religiones históricas a "renovarse" a través de la radicalización de su mensaje y la lucha abicna contra los principios y valores de la sociedad secular. Exten~as áreas del mundo actual parecen estar viviendo el fin del equilibrio impuesto por el E.~tadolaicu liberal -en el que la religión se considera, aunque sea tcndencialmentc, m1 hecho privado vedado a la acción e intereses de los poderes público- bajo la presión de un "revival" de la religiosidad en clave fundamenlalistaque pretende la imposición de sus doctrinas '"desde arrilla'', esto es, desde la,ocupación y ejercicio del poder político. & te fenómeno es analizado en el libro de Gil les Kcpe! '"La revancha de Dios"(9)
donde el autor describe el nacimiento y auge de grupos fundamentalistas en las creencias ctrndicionales"':desde>el<casií dcd~gipto, Argelia y<'otros~países&lcl mundo-ámbe, hasta la fuerzade10§ mQf l'iniiemo:;•ev.angélicos;en ñodéainé¡ica bajo~a·presidencia•de-Rcagati~o•la-:i lk flue·ncia<de•esros:coríéepc io~es! en.ila pulí~i t:a~de~ciertas: iglcsia~·:;fasí;'i¡i[)r ejeniplo:~inrerpreta~osd)~áiriiént\l~lde JuuniPablo.ml11''lá1reev.:ins~Jiz~ciiín"'4é
.. Etiropa:(l:ia~tesis ;:deiKilpel':c.(if!ÍjímaJa
~~~g~ª;·~ - .......
s!ón. ctwndo no de conflicto, en lu política mundial y revive ,..;ejas c~c.~nas de intolerancia.
3. PODERES PÚBLICOS Y SECTAS RELIGIOSAS
La alarma que crea el fcnúmcuo de las sectas en lUTlplios sccrores de la sociedad contribuye a coniigurar una opinión pública que <>.\ ig¡, la intervención tuteiar del Estado. Paralelamente, en el plano internacional preocupu e! ~~uge del fundamenwlismo re.ligioso, la utíli:l:ación de !a Íe como bande.ra de conflictos entre las distintas creencias, fenómeno que ha ocNsion:1do sangtientos brotes de violencia en la segunda mitad de este ~ig!o como los de Irlanda, Orienre Medio, Argelia, Egipro o India.
La lucha contra la intolcraneia, ciada iageneral ineficacia de los mecanismos de intervención de que disponen las organizaciones imernacionaks para 1 ~
protección de los derechos humanos, pasa por el rarni1. de los m¡:dios 11 disposición de cada Estado nacional. E!l litJucllus de inspiración liberal, lo~ principlOS asumidos dejan un estrecho margen a la intervención de los poderes público~. que rcsuha insuficiente pnra ciertos sectores de opinión.
Lo> :córicos del liberal ismo políticos parten de la distinción infr;mque¡¡bie del ámbito de lo público y lo privado. La re ligión es unll cuestión de conciencia. como toda maletia de pensamiento-U -opinión>Su naturaleza pri· <Vada'lea!eja;de,la:acción'Oel Estado. Se -afinnaba;.:asÍ;'un;1 completa libertad de cualquier opCión ,..:_religiosa, '1llgnósrica oatc~~que ·rcali 7.ara:i!J, iildividuo en.ma~
terinle fe:-La'maxima~.libertad en esta estera :ten ía':cnmo··corolariodn,·afirm·a~
ción dc"laoincomp~tenci;i:: estatal'-l!bsu~
luta}::marquedistinguir;':.;e.seribfacVon Humboldt;; entre eiJavoo~imiento ·de
umi'religiónien :espe.ciaJ:.~~·.,<le ,.]a<religio'
(") tTml. M. Co!~~:n). Madrirl199t .
~~:~~~;:::::~;::1::;~~~:E~~s~~~ ~-i;',~J~: ,~;•·
(~) · :VONcHliMB0 l::D'P.' &sHiñfit•s de la acd6n del J::sradi>.~(liad> J. Aooll~•~). Madrid 198S. p:ígs. 69-70.
(") MlLL, S(J/m• la libertad. (Lrad. P. de Azcár3tc). Madnd 19Y2, r;lr,. 65
menos, dedicarse a reali7.ar lo segundo ~ in caer en lo -primero. Pues ran pronto como el Estado wnsidcr:~ como inscparablc:memc unida la ntordl y la religión y cree posibie y líciro inter:enir en·la sociedad a rravé-s de ese medio. es ca.\i irilposiblc <)Uc no proteja una idea rel igiosa más que a las orras, ~n ra1.ón de la mayor conformidad con lo v~rd;¡dero. o tenido como tal en el orden moral. Y por más que se dcdan: protector y del'ensor de toda~ b s facciones n:ligiosas por igu~l... . acab~l'ii por favorecer las e reencia:> de u nos grupos y oprimir, en consecuenc ia, a lodo indiviiluo <1uc tiisicnla de ell<ts. De cualquier modo, ya esrá tomando parrido decididamente -por una posturn dercrminada, desde el momcnro mismo que pane de la preminencia de un rnod¡) de vida basado en la fe, en J;¡ divinidad"("'). S ta amplísima conc:cpcitSn de la libenad de creencias . fundamentadJ no ~ólo en cietlo relativismo moral, sino tambitn en la t:onvi¡;ción de la autonomía del individuo en e l proceso de ronnacir'm de su concienci8 que excluye cualquier posición pmemalisra del Estado, se encuentra limitada por la tutela de los denxhos de los demás. Citando a otro escritor clásico del liberalismo, Mili, ''la única finalidad por la cua l el poder puede, r.:on pleno derecho , ser ejerd do sobre un miembro de una comunidad civiliZ<Ida contm su pmpi:1 voluntad, es evitar que perjudique a Jos demas"(").
La esencia de esros principios csi<Í prescnk~ en ias constituciones contemporáneas. En el marco de la Consrituc!On espano1a oe í Y/i:S, nuesrro Jnounal Constitucional no exige la completa aceptación por pllrtc de indil' iduos o grupos de los valores del E~tado social y democrático definidos con~tituc ional
menlc. Anles bien, dota a la libenad ideológica - puede apl icarse análoga· mente ¡¡Ja rcligio~a-de un ~mpl io mar· co de acruacíón más allá del asemimien· to con Jos princi¡)ios constitu.:ionalc.>. La Semencia 20/1990, de 15 de febrero es indicativa de ello: " ... La libertad ideológica indisolublcrm:nle unida al pluralismo político que. como valor
cscnci:tl de nuestro ordcn;tmiemo jurídico propugna la Consti tución. exige la
máxima amplitud en d cjerGicio de aqudla )', nalumlmcnte, no sólo en lo coincidente con 1~ Constilución y ron d resto del ordenamiento jurídico, sino rarnbién en lo que resulte conlmpu~sro a los valores )' bienes q11c en ellos se consagran, excluida siempre la violenCia para imponer l o~ propios rrik rios, pero permitiendo la libre exposición de lus mi;;mos en los iérminos que impone tina democracia itvanzada. o~ ahí la indispensable interpretación resu·ictiva d~ 1<1 > limitnciones a la libettad idenlú· gica y del derecho a c.~pr~arla , >in el cual carecería aquella de roda efectividiid ... ". Más concretamente, en In que se refiere a la libcrrad de pensamiento y c~presión en materia política, el misnlu Tribunal Constitucional. en Scnlcncill22/l983. de 16 de diciembre. afirma: •· ... para los recurrentes la fidelidad supone la adhr.:s iún interior al wmenido concreio de ios diversos aspectos del rcxro COilStitucional, y en e;;le sentirlo vulneraría el derecho a la libenad ideológica re<:onocidn en el a11. 1 (i de la nmma fundamenral. Peru es ~;; interpretación no es la única posi bk ni, como se dirá n cout·iuuacíón. la aJt.~cuad:i en el caso debati do. La fidelidad a la Constitución y al Esratulo de Galicia pueden entcndcr:<c como d ~omprom iso de acepmr l;iS reglas del juego poHtico y el orden jurídico exis!entc en tanto existe y a no inrcnm.r su lransfonnaciún por medio; ilegales. La fidel;dad, en emt linea interpretativa, no entraña una prohibición de tepre.>entar y JX'rscguir ideares pohucos d1versos de los encarnados en ls Constitución y el Estatuto. siempre que se respeten aque!l;ts reglas del juego". El límite del derecho de Jitx:rl~tl rdigiosa opera, sólo en las manifestaciones y no en las creencia.~ - "ex" arl. 16,1 de la Constill!ción-. cuando se re~
lizaran o instigaran actos conrrarios a los derechos y li bt~rtadcs ftmdamenlaJcs o a inrere>es priori ranos de la sociedad de especial relevancia. La prnlccción última de lates bienes se efectúa a través de la definición de las conductas como delito. Luego puede conclu>m'
tltiC !al límite se susw.ncia e~enci~lmente en impedir y, por mde. reprimir, la 1ealización e Instigación de hcciw> conslitu:ivos (k delitos.
Junio a !o' principios kredados del liberalismo pr]migenio, convtvenen las nmsritucione~ moderna~ otros principios --en ten>ión, cuando no contradicción-, por los cuales el Estado puede justificar políticas reslrictivas contra las sectas como grupos minoritanos. Esped:tlrncntc. por su tnc:idcncin y tJ¡;sarrollo, el llamado "principio de cooper~ción". De un l<,do, la posibilidad de parlicipación de los grupos Cll la regulación de los ámbitos de mterés público que les compete, tiende a relegar a 1,1~ minorías al papel de an<inim:Js comparsas. Baste pensar en los siguientes hechos de la realidad política actual: son las organizaciones con más i'uer¿a so" cial y mayor capacidad de presión los t¡ttc: ~e bcnc1\cian a la ho1a de ver pl~smados sus intereses en el ordenamiento: e 1 Estado favorece a los grupos dóciles a su política buscando, bajo la apariencia teórica de 1 a democratización de los procesos de decisión, una m<tyor efectividad en la volunrad de la ley. De u1n1 ladC>. el siskma de mayorías propicia la dependencia del poder estatal respecto a la opinión pública, de talma~
nc.ra l[LJC la:-J i<.koJogins dnminan!c~ socialmeme son ensalzadas -incluso utilizando los medíos públi cos de comunicación social-, en dclrimcnto
de las heterodoxas propugnadas, por definición, por las minorías. Vistas la~ cosas desde csle ángulo, el ámbito de li
bertad de que disfrutan la.s minorias sólo puede ser calificado de residual. Elplumlisrno wnw m:lividad promociona! de las asociac10nes exí >teme en el ordenamiento, adcm1is de favorecer la progresiva insnmcionahzación de los gn1p0> soc i:lle~. crea profundas tensiones )' contradicciones entre la libertad y· la igualdad, relegada es¡a última a medida que aumenta la tendencía-corporattvista del sistema. En la esfera rdigiDsa, la Administración ha utilizado diversos medios atribuidos por d.-ordenamiento para el desan·ollo de la cooperación con
las conl'esiones, con el fin tle dificultar b accióu tk unos grupos religiosos calificados socrJimente como s~ctas. En el ejercic io, por cjemolo, de las com pe-tencias adminis1rat1vas pam la calilicnClón del gmpc• co:no iglesia, confe.sión tl ~omunidad rdígio>a y su inscripción en el Regí~lro rle Ent :d~dt:» Religiosas , o en d mornemo de la concesión de! "sta\th" de notOIÍO Jrnligo en E~pai'ia y
i~ evenwal ~lpCrlura de un proceso de
ncgnciación y frrma de un acuerdo de cooperación con el E~1ado. No son lugar la> presentes líneas para desarrollar con la an1plitud necesaria los car~c1eres de la pmxis ~d ministrativa. Sólo indicar que, a mi modo de ver. aparte de
la discriminación que pueda producir~ se y )H lesión cierta dé! derecho de libenad rc.ligiosa individual, supone una rbvi,1mtC!Ón de l::t auténcca naturale~ za y fin rb instrumentos ideados por el legislador pan la cooperación , no para el cuntrol de los gmpos religioms.
En sustancia, la asunción por el ordenamimto tk este principio Lic. cu
opemción y la util ización que de é l se realiza. acaba convirtiendo en realidad
las razones que esgrimía Von Humboldt en contra de cualquier rntcr<ención del Estado en malc.ri~i rci igios!i, inc lusn
actuando en general a favor del dcsa~ rrollo de In religiosidad. Con ello el Ewtdo es imlul'ido a rnoduiHr la arllplitud de su propia colaboración según la imponancía y el ·'valor" diver so que a susojm; tic' lK cada grupo religioso, aplicando una clasificación más o menos favorable en razón de la correspondenda tic w doctrina. prá::l icas y ritos con
los mtereses de la sociedad cJvil. Esta es la vía por la que, subrepticiamente y bajo la hipotética justifiea<.:ión dt: la fu nción social de promoc16n de la religión. el Estl!du su<;umuc: a su renra riva tom!itaria orientando la opción del ciudadano en materia religio~a- Y p:ua reducrr la libertad individual al estaLlo deteriorado de libertad guiada, proteg:da o con~ trolada, no es necesario que los poderes públicos imervengan directameme sobre lrc' gam:nt[as JUr[dkíls de d1c ha libertad, basta que lo hagan 'sobre ~us
( 11 ) Cfr., FER.fV.Rl, llllnHiuzior.e. en A .... VV., . "Oi<ini dell' tJOmo e lilx:rtA úci gruppi rcligiosi, a cura úi Silvio Fwari'',l':!dua 1%'9. ¡>Ag. 10.
(").Cfr. , CARDIA. vo< Pluralismo (diruw ecclesiastit:o}, en ·'Er.cicltr
pedía del Dirilw", vol. XXXlll. p~g. 1002.
presupues10s: concediendo o negando e l Rcc.c~o de una confesión religiosa a los medios públicos de wmunicnción. manipulando los beneficios Iiscaics en orden a incen!ivar o suprimir las vemajas lributarias o a disuadir posibles donaciones con fina lidad r:ligiosa, etc.(12).
Es evid~me la contradicción entre estas prácticas a las que puede conducir la aplicación del pnncipio de coopemción. con el dogma libeml de la separación lgksia-Estado y la n~utralidad del último ~n m;ttmia rdigio>a, que acnba afectando al ejercicio del derttho individual de libertad religio;a. Pero también incide en otro postulado preconizado por los primeros teóricos iibelillesque justifica, asimismo. la abstención del Estado: ci pluralismo. El pluralismo como leona social parte d.: IR ~rccncia de la ideología liberal en la benéfka renovación de la sociedad a rravésdel principio de !a libre y pacífica confrontación de idees. Es decir, que la pluralidad de conflictos o tensiones entre gn1pos o subgrupos desenvuelven una función positiva en la organización social. constituyendo instrumento' de cambio y favoreciendo una m~s rica problem:itica religiosa o ideológica(''). 131 principio plur.1lista, en lo que respecta al ámbito de protecc1ón de las minorías :·eJigiosas, compmta una obligación rtohle pam el Estado. Desde u u punto d~ visla ncg~tivo, los poderes públicos no pueden allcrar las diversas creencias religiosas que natura lmente brotan del ejercicio de la libertad, orientando, por eJemplo. los servicios públicos en favor de ~na determinada religión. Por 01ro larlo, si con· templamos el pluralismo desde y en las coordenadas del Estado promocional, impele a los poderes públicos a utilizar los mecanismos que le olorga el Derecho a fin de evitar la implantación de un uniforrnismo ideológico producto del monopolio de las organizaciones de mayor armigo social. Ello exige prestar una ayuda cspccíi!c.;a al resto de las opciones para pre>ervar ei modelo de sociedad plural. En definitiN, ei principio pluralista en e! Estado democrático actual se traduce en unn especial prolccc ión de las minorías.
4. CONSIDERACIO~ES FINALES
Una kctura de lo hasta aquí expuesto deja latente la existencia de una posible contrad:cción de fondo. ;, Cómo puede defcndnsc. mm vez puesto de
relieve el peligro que la tipología de las sectas pruyccta sobre la libertad dei individuo. la netllraiidad del Estado c. inciuso, su especial protección por signifi~ar opciones heterodoxas que enriquecen el debate soda! y amplían el
abanico de decís ión del in di vid u o en matl'ria de fe '! Estoy persuadido de que el axioma de la n~u lral idad del Estado en materia religiosa unido a la existen· cia ele un aulénlico piuralismo social, es la fónnu la hisltirica que mejor garantiza la libertad individual y más eti[ WllllCll lc impide las veleidades totalitarias del Estado. Lo cual supone una barrera especialmente eficaz contra esa temación, ínsi!a dd sistema dcmocr.:ític.o. de la dependencia política del poder respecto a In tiranía de la opinitín pública mayoritaria, que con lanla conIUndencia fue ra prevenida y condenada por teóri~os de! liberalismo de la talla de Tocqueville o Mili. Pero ello no es oh~táculo para que el Eswdo sí esté legitimado -e incluso obligado- a imerveni r ame eventuales vtolaci ones de los derechos del individuo producida> en el seno de l:1s org;tnizacíoncs reiigiosas. Es esta, la tutela de los derechos de la per· sona, la "vis" atracliva que det~rminn
la cornpcte.nda estatal reparadom y represora de la acción, previa una mínima comprobación de los hecho~ que induzcan a destruir la presunción de
inocencia.
Fuera de este marco público de actuación en materia religiosa se de.>en''uclvc el debate social. donde es conveniente se afiance la defensa de los valores de racionalidad y humanismo, pilares seculares de nuestra tradi ción cultural. Y es, n mi modo de ver, la formación rcsponsabk y crítica de la persona el antídoto más eficaz contra el dogmatismo y la intoler3ncia de cualquier 1ipo de crccncia.s.
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