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    Etnoarqueologa del Bajo Rmac yel Callao prehispnico

    Jorge E. Silva SifuentesUniversidad Nacional Mayor de San Marcos

    [email protected]

    Cecilia Jaime TelloUniversidad Nacional Mayor de San Marcos

    [email protected]

    RESUMENEste artculo trata sobre la problemtica de las ocupaciones prehispnicastardas del bajo Rmac a partir de evidencias alfareras recuperadas en el distri-to de La Perla. Por un lado llama la atencin sobre aquellos asentamientos queno son monumentales y en consecuencia desaparecen a mayor rapidez en com-paracin a los que presentan grandes construcciones. Por otro lado, aunquetodos somos conscientes del tema, en ocasiones existe la tendencia a estudiaraisladamente los perodos Intermedio Tardo y Horizonte Tardo, sea desde laetnohistoria o desde la arqueologa. El entendimiento ms completo de estosperodos se lograr solamente si acudimos a ambas disciplinas.

    PALABRAS CLAVE: Arqueologa, etnohistoria, seoro, cermica, Rmac

    ABSTRACTThe purpose of this article is to provide a discussion about late period prehispanicoccupations of the lower Rmac River Valley based on pottery remains found inthe La Perla district. Following this purpose, two issues are assessed. First, thefaster destruction of small constructions compared with large architecturalbuildings. Second, Late Intermediate and Late Horizon periods tend to be studiedeither from the ethnohistoric or from the archaeological perspectives. Finally, itis remarked that a better understanding of these periods will be possible bycombining ethnohistoric sources and archaeological data.

    KEY WORDS: Archaeology, ethnohistory, kingdom, pottery, Rmac

    Arqueologa

    AO IX N 15, pp. 29-42 [UNMSM / IIHS, Lima, 2005]

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    Introduccin

    Lima y el valle del Rmac, en la costa central del Per, son depositarias de unavieja historia que antecede por ms de siete milenios a su fundacin espaola.Por eso, al igual que los restantes valles costeos contiene evidencias de pueblosque se superponen, cada uno con su propia historia, cuyos restos o han desapare-cido o han quedado reducidos debido al progresivo crecimiento de Lima y susdistritos en los ltimos 100 aos. Los asentamientos prehispnicos que ms hansufrido fueron aquellos que carecieron de monumentalidad, sobre todo promonto-rios o montculos de baja elevacin, muchos de los cuales fueron identificados porMax Uhle a comienzos del siglo XX en la zona de Bellavista, algunos pertenecien-tes al perodo Formativo (circa. 1200 a.C.).

    Este artculo examinar la problemtica en torno a los asentamientos que nomuestran monumentalidad, sea por constituir conchales o promontorios conrestos orgnicos, o porque fueron construidos con materiales simples y perece-deros que no resistieron al tiempo y, por lo mismo, pasaron inadvertidos para lainvestigacin. Para aproximarnos a esta problemtica emplearemos un conjuntode restos hallados en la quinta cuadra de la avenida 9 de Octubre, urbanizacinSanta Luisa, distrito de La Perla, al abrirse zanjas y nivelar el terreno para darpaso a un proyecto de urbanizacin.

    Sobre los vestigios

    Los citados vestigios consistieron principalmente de cermica fragmentada, pie-dras con evidencias de uso, expresadas en huellas de desgaste y fractura inten-cional o lascado, moluscos, y algunos fragmentos de huesos. Asimismo, al exami-nar las zanjas se pudo identificar concentraciones de capas oscuras que sugeranla presencia de material orgnico posiblemente vinculado a actividades domsti-cas. No observamos construcciones propiamente dichas, sea muros o pisos.

    Caractersticas de las muestras descubiertas

    Cermica: Al seleccionar la alfarera en el gabinete separamos 60 fragmentosdiagnsticos, entre los que se contaban ollas sin cuello, jarras-cntaros de cuellocorto y cuencos de apariencia globular. Considerando sus atributos tecnolgicoso el alfar, esta muestra se distingue por su unidad y homogeneidad, correspon-diendo a una cermica de suave acabado aunque de aspecto relativamente tosco,liso al tacto pero sin lustre o brillo, notndose partculas de la pasta que afloran ala superficie de los recipientes. El acabado precisamente procur cubrir las par-tculas y asperezas del cuerpo de las vasijas sin lograrlo totalmente, dejando es-tras finas o huellas del acabado que siguen la direccin de la circunferencia de

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    los ceramios. Posiblemente emplearon una brocha cuando la arcilla todava esta-ba hmeda.

    El color de las superficies exteriores de los fragmentos de cermica es rojo ynaranja, atributo que tambin se constata en la seccin o pasta de los tiestos. Lacoccin se hizo bajo atmsferas oxidantes logrando tonalidades claras y rojizas,existiendo en contados casos secciones con ncleos oscuros, aunque no aprecia-mos manchas provenientes de coccin defectuosa.

    La pasta se compone de numerosas partculas angulosas, observables sinayuda de lente de aumento. La mica es un antiplstico frecuente conjuntamentecon otros componentes minsculos no identificados de color oscuro y blanqueci-no. La porosidad es observable en escasa proporcin, lo que muestra consisten-cia y dureza, la fractura de los tiestos es regular. La fabricacin se hizo posible-mente mediante la tcnica del acordelado, ya que se ha encontrado huellas de lamisma al interior de las vasijas cerradas, sobre todo jarras y ollas. Se logr sepa-rar dos tipos: una alfarera fina con abundantes partculas visibles sin ayuda delupa, principalmente jarras y muy posiblemente tambin en cuencos y vasos. Laalfarera gruesa se presenta sobre todo en ollas.

    Formas de vasijas

    Comprende principalmente vasijas cerradas, ollas y cntaros, cuyas caractersti-cas describimos seguidamente:1. Ollas de cuerpo globular y borde engrosado con reborde exterior. Son gran-

    des y de paredes gruesas. Ocasionalmente llevan una aplicacin con pigmen-to o pintura rojiza en el lado exterior de los recipientes.

    2. Ollas de borde engrosado con ligero reborde externo. A diferencia de la for-ma anterior el cuerpo pudo ser alargado.

    3. Ollas de borde engrosado con bisel interno. Son globulares sin reborde en loslabios.

    4. Ollas de bordes delgados y ligeramente proyectados al exterior.5. Jarras de cuello corto. El cuello mide 0.08 milmetros de alto y sus paredes

    son delgadas en comparacin al del cuerpo.6. Jarras de cuello convergente-divergente y labio redondeado. El cuerpo es

    globular y algunas veces tienen asas horizontales en la mitad superior.7. Cuello de jarras con paredes recto-divergentes y borde de labio redondeado.

    Aspectos cronolgicosLa cermica antes descrita presenta atributos de la alfarera local del HorizonteTardo, es decir, cuando la costa central, y el valle del Rmac en particular, sehallaba bajo el dominio Inca. Es destacable en este contexto que la cermicarecuperada en este lugar no contiene elementos tpicamente incaicos, y se rela-

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    ciona sobre todo a la tradicin y las modalidades regionales formales y decorati-vas de la costa central. En esta zona de la costa es frecuente la presencia de untipo de cntaro cuyo cuello exhibe paredes curvas, en ocasiones mostrando tirasde arcilla que fueron aplicadas en sentido horizontal, siguiendo la circunferenciadel ceramio. En numerosos ejemplos estas tiras de arcilla adoptan la forma deuna serpiente. Cronolgicamente este atributo decorativo ocurre en el perodoIntermedio Tardo (circa. 1000-1450 d. de C.) y prosigue en el Horizonte Tardoo poca incaica (circa. 1450-1532 d. de C.). Posiblemente sea una derivacinestilstica de fases previas, pues se han encontrado cntaros con cuellos similaresasignados a la poca 3 del Horizonte Medio (circa. 900 d. de C.) (Menzel1977:125, fig. 111).

    En el valle del Rmac este componente decorativo fue asignado al estiloHuancho1, un trmino empleado por Villar Crdova (1982) y sirvi tambin paraidentificar materiales alfareros asociados a los denominados tiahuanacoides y alos del perodo Intermedio Tardo de Lima (por ejemplo Stumer, 1954a; Iriarte,1960). Stumer lo defini por su pasta marrn-rojiza, gruesa, vinculada con luga-res valle adentro del Rmac (serranos para el mencionado autor). Aunque ladecoracin no es frecuente, es descuidada, solo consiste en rayas blancas sim-ples. Iriarte (1960) por su parte manifiesta que los huanchos duraron hasta lallegada de los incas a la costa central, pero no se puede determinar, sostiene elcitado autor, si desalojaron totalmente a estos pobladores del valle del Rmac2.Con relacin al indicado estilo Huancho, las excavaciones hechas por Silva en laHuaca Trujillo II, Huachipa, proporcionaron materiales conocidos como Huanchoasociados con cermica incaica (Silva, 1992). Este hecho revela que la tradicinalfarera local continu mantenindose, sobre todo en asentamientos domsticosque no se hallaban directamente vinculados con la administracin estatal inca3.

    1 M. Rostworowski (1978) propone cambiar esta denominacin por la de Yauyos, pues el deHuancho no explica lo sucedido en Lima antes de la conquista inca y no es sino la evidencia de unapenetracin de invasores yauyos al Rmac. En verdad, este aspecto vuelve an ms complejo elproblema de las poblaciones indgenas locales de la costa central, toda vez que al llegar los yauyosa Lima posiblemente en algn momento del Horizonte Medio Tardo (tal vez alrededor del 1000 a.de C.) encontraron poblaciones con sus propias costumbres y tradiciones. Quiere decir que debeexistir ms de un estilo alfarero: el local con influencia huari, el estilo huari, el correspondiente ayauyos, y otro local que por proceder de sitios que no tuvieron relevancia poltica o religiosa noparticiparon de la modalidad huari, y ms bien constituyeron una continuacin del estilo Lima.

    2 Iriarte (1960) indica que en los valles del Chilln y Lurn existen vestigios de esta alfarera, sobretodo en sus partes baja y media. Las formas incluyen recipientes globulares con asas dobles horizon-tales y asas que unen el borde con el cuerpo. La decoracin presenta serpientes aplicadas en losgolletes, brochazos anchos de color crema alrededor del vertedero, cuello y asas, y a veces manchasen el cuerpo de las serpientes aplicadas. En las vasijas grandes se aprecian brochazos cremas desdeel cuello hasta la base. Las vasijas pequeas tienen engobe ligero de color rojo. Tambin se observanaves zancudas pintadas que recuerdan al estilo inca.

    3 En cuanto a estos perodos, Javier Bazn del Campo (1992) ha estudiado la cermica tarda deLima, tomando como referencia principal el sitio de Armatambo, situado en la base del MorroSolar, distrito de Chorrillos. Propone la existencia de un estilo general compartido por los curacazgos

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    Las evidencias de alfarera recuperadas en nuestras excavaciones corres-ponden a fragmentos de cntaros grandes, a menudo presentes en la superficiede sitios inca. En Tambo Inga, valle bajo del Chilln, recogimos tiestos de cnta-ros globulares semejantes a las formas indicadas. De igual manera, nuestrosestudios en las Huacas Trujillo I y II, Huachipa, revelaron la presencia de frag-mentos de alfarera correspondientes a cntaros gruesos de la poca incaica,adems de otras formas de recipientes. Cntaros de formas similares a los des-critos existen tambin en numerosas ocupaciones tardas del valle de Chilln(Ludea, 1975), Lurn (Strong y Corbett, 1943), Curayacu (Gamero, 1972), Mala(Bonavia, 1959).

    En los ltimos aos el vocablo Huancho ha quedado en desuso y ha sidoreemplazado por el de Ichma, por Bazn (1992). Este trmino corresponde tam-bin al nombre de un seoro cuyo centro principal estuvo en el actual centroarqueolgico de Pachacamac y que se extendi hasta el valle del Rmac, sobretodo en su seccin baja (Rostworowski, 1977). En tal sentido, debera existir unestilo alfarero generalizado en ambos valles durante el Intermedio Tardo (circa.1100-1400 d. de C.), el cual continu fabricndose durante la ocupacin inca dela costa central, coexistiendo con la modalidad cusquea. Bazn identific variostipos alfareros basndose en muestras provenientes de sitios del valle del Rmac,de sus descripciones se desprende que este estilo no necesariamente destaca porsu elegancia decorativa, pues sus representaciones pintadas o modeladas se plas-maron frecuentemente de manera descuidada, rasgo que precisamente sirve paradefinir esta expresin estilstica. Por eso, ese aspecto descuidado no debe con-fundirse con carencia de destreza artstica y esttica de los antiguos pobladoresdel bajo Rmac.

    Los restos arqueolgicos del Callao y la naturalezade los asentamientos en el bajo Rmac

    El conocimiento de las viejas poblaciones prehispnicas de la zona del Callao, enparticular de Bellavista, La Perla, Chucuito, entre otros, es fragmentario y pro-viene sobre todo del aporte etnohistrico. Rostworowski (1978) ha manifestadolo difcil que resulta estudiar los curacazgos de la poca que antecedieron a losincas en el Rmac, sobre todo los del Callao, Guala, y Amancaes. A pesar deestas limitaciones se dispone de informacin documental sobre un conjunto depequeos curacazgos asentados en el litoral en la etapa antedicha. Por ejemplo,

    del valle de Lima, aun cuando cada uno tena su propia modalidad. Plantea llamar Ichma a dichoestilo, en clara alusin al Seoro dado a conocer por Rostworowski (1978). ltimamente el IFEApublic una compilacin referida a los perodos tardos de la costa central (Eeckhout, 2004) quepor razones de espacio no vamos a comentar aqu, solamente sealar que se hace necesariocombinar an ms los estudios arqueolgicos y etnohistricos.

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    LMINA 2: Ollas del Horizonte Tardo

    LMINA 3: Jarras y cntaros del Horizonte Tardo

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    Villar Crdova (1938) y Rostworowski (1978) se refieren a una comunidad depescadores4 llamada Pitipiti asentada entre el distrito de La Punta y la desembo-cadura del Rmac. Agrega Rostworowski que el vocablo Chucuito es un trminoms reciente que servira para identificar al grupo Pitipiti. Otro grupo relevante,segn la citada investigadora, es el curacazgo de Malanga, que hoy ha derivadoal nombre Maranga en el distrito de San Miguel, pues existe informacinetnohistrica que indica que la pesca fue una importante actividad econmica desubsistencia practicada por este curacazgo.

    Aunque los datos etnohistricos son fragmentarios tal vez porque se trata degrupos que polticamente no tuvieron impacto regional, las evidencias arqueolgi-cas parecen ser ms abundantes aunque dismiles, en su mayor parte hoy des-aparecidos. Figuran en este contexto los promontorios de Bellavista, en los queMax Uhle (1910) recuper alfarera asignada a su fase pescadores primitivos,que hoy sabemos se asignan al perodo Formativo Medio (circa. 800 a. de C.).Antecediendo al citado autor, esta zona fue explorada por Middendorf en el sigloXIX (1973, T. II, p. 53), quien concentr su atencin en el gran complejo de Maranga,compuesto por numerosos edificios situados entre las avenidas Colonial y LaMarina, resultado del cual fue no solamente una descripcin de los edificios sinotambin un mapa ubicndolos, numerndolos y asignndole la denominacin deLa antigua ciudad de Huatca.

    En las primeras dcadas del siglo XX, Villar Crdova (1982:166) recupernuevos datos que se agregaron a los ya conocidos, destacando entre stos losrestos de Macat (situado en los terrenos de los hoy desaparecidos fundos deMirones y Conde de la Vega), la huaca Aguilar (en la antigua hacienda Aguilar),as como vestigios de pescadores situados en las localidades del Camotal y Bo-quern, hoy correspondiente a la zona entre La Punta y la isla San Lorenzo.Adems de mencionar que en Chucuito hubo una poblacin aimara o colla, VillarCrdova puntualiz que los restos de Macat y huaca Aguilar tenan vnculos cul-turales con quienes habitaron la isla, en donde destacaba un templo dedicado a laluna. En efecto, los materiales excavados por Uhle en Caleta de la Cruz de la islaSan Lorenzo, a principios del siglo XX, se asignan a la tradicin local de la costacentral y la poca inca segn se desprende de los anlisis alfareros hechos porIsla (1995). La alfarera recuperada por nosotros en la zona de La Perla essimilar a los ilustrados para la isla San Lorenzo.

    En 1938, Villar Crdova public un artculo sobre la arqueologa del Callao yun mapa en el que ubicaba a pescadores primitivos en lo que hoy es el distrito deLa Perla. Considerando el citado mapa, los chucuitos (vocablo aimara que deno-ta playa en forma de lanza) ocuparon el actual distrito de La Punta. En cambio

    4 Segn el historiador Lorenzo Huertas, hubo criaderos de lisas en el Callao durante la poca inca(comunicacin personal, setiembre 1983). Ver tambin Rostworowski, 1981.

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    ubica a los Pitipiti ms al este pero junto al mar, en la zona que llam Mar Brava.Por su parte, Garca Rossell (1943:37-38) ofrece una sucinta descripcin deconchales situados en el litoral chalaco y varios montculos que se prolonganhasta Carmen de la Legua. De igual modo, Milla (1974) hace referencia a cincositios para el Callao, cuatro en la isla San Lorenzo y uno en cerro La Regla, en elantiguo fundo Bocanegra.

    La naturaleza de los asentamientos en el bajo Rmac

    Los restos que hemos descrito en las secciones previas confirman una vez ms locomplejo que resulta la reconstruccin de los patrones y sistemas de asentamien-to de los pueblos del Horizonte Tardo (poca inca) que ocuparon el bajo Rmac,en particular los que se encontraban adyacentes al litoral y que carecieron demonumentalidad. Estas limitaciones no nos impiden ofrecer algunas reflexionespreliminares.

    Primero, los restos encontrados en la avenida 9 de Octubre del distrito de LaPerla se hallan en los dominios del curacazgo de Malanca o Maranga, los cualesse extendan hasta el mar, segn el trazo de las acequias del bajo Rmac. Deacuerdo a los documentos de principios de la Colonia, Rostworowski (1978:53-54) seala que ... cada curacazgo estuvo relacionado a una acequia prin-cipal..., por lo que en un territorio viva ms de un usufructuario. Segundo, lainexistencia de estructuras de barro o con piedras asociadas a los restos encon-trados, servira para corroborar lo que se seala en el documento de la Visitahecha al curacazgo de Malanca en 1549, el cual revela que sus pobladores tenan...casas de carrizo sin formar grandes agrupaciones... (Rostworowski,1978:96).

    La referencia documental cuenta tambin con su correlato arqueolgico quecorresponde a vestigios de ...los pequeos ncleos de vivienda y otros sitiosdemasiado pequeos... que Stumer (1954a:6) identific en el valle del Rmac.Por otro lado, es significativa la informacin que se desprende del mapa quepresenta Villar Crdova (1938), en el cual aparecen varios asentamientos depescadores en la zona de la Mar Brava, en las proximidades de La Perla. Comose recordar los maranguinos de tiempos tardos, es decir durante el dominioinca, explotaban los recursos marinos con embarcaciones hechas con totoras,para cuya actividad tuvieron un jefe de pesca llamado Yanachuqui (Rostworowski,1981:118).

    Con relacin a las casas de carrizo, Pizarro (1968:127-128), al referirse a laspoblaciones de la costa dijo ... Hay poblaciones muy grandes: las casas delos indios de caizos; las de los caciques de tapia, y ramadas de cobertu-ras, porque en aquella tierra no llueve..., y agreg ...toda esta tierra delos llanos y mucho ms adelante no tributa al Cuzco, sino a la mezquita...

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    (se refera as al orculo de Pachacamac en el bajo Lurn)5. Tambin Miguel deEstete (en Xeres 1968:246-247) enumera la ocurrencia de varios pueblos gran-des en la costa central entre Chancay y Pachacamac y remarca que este tramose recorra ... sin salir de arboledas y pueblos.... Tambin anota (en Xeres1968:248) que ... toda la gente desta costa serva a esta mezquita con oro yplata y daban cada ao cierto tributo...6. Pedro Cieza de Len (1973, cap.LXXI, pp. 176-177) describi igualmente el valle del Rmac como ... el mayor yms ancho de todos los que se han descrito de Tumbes a l; y as como eragrande, fue muy poblado.... A su turno, Cobo (1935:39) ha manifestado que elRmac estuvo intensamente poblado antes de la llegada de los europeos, desta-cando Malanga o Maranga en su seccin baja y aledaa al mar, Carabayllo en lazona del Chilln, y Sulco o Surco en la parte sur del valle del Rmac.

    Si tomamos en cuenta las citas consignadas en el prrafo anterior, se consta-ta que la investigacin etnohistrica proporciona una imagen ms completa sobrelos pueblos o curacazgos de las pocas que antecedieron a la llegada de los incasa la costa central. El valle del Rmac, al menos su parte baja, conjuntamente conel de Lurn, fueron dominios del gran seor de Ichma cuyo centro poltico religio-so se hallaba en Pachacamac. Recientemente, Daz (2004) y Vallejo (2004) hanpublicado una discusin sobre este tema a partir de los datos recuperados en elsitio de Ichmatampu o Armatambo, situado al pie del Morro Solar en Chorrillos.Desde la perspectiva etnohistrica, Rostworowski ha puntualizado que al mo-mento de ser conquistado por Tpac Yupanqui, el valle de Lima se reparta endiversos villorios ... cada uno con sus propios adoratorios y templos...(Rostworowski 1977:198,199; 1978:48,49)7.

    5 Con relacin a las casas de caizo, palo de sauce, etc., se han recogido evidencias en Paracas,Chilca, La Paloma y en otros lugares (Engel 1966a,b; Quilter, 1980; Williams, 1980). Para la zonanorte, Bawden (1982:310) da cuenta de casas con paredes de caas y bases de piedras en el sitiomoche de Galindo, valle medio de Moche. En la costa central figuran las casas de cerro Culebras,valle del Chilln, elaboradas con caas, de la poca Lima (Stumer, 1954b; Patterson, 1966; Silvaet al., 1988). En Chan Chan, Trujillo, son llamadas por Williams (1980:519) ... viviendaspopulares... construidas con ... caas y barro sobre cimiento de adobe y piedra.... Se tratarade las casas populares de la clase no dirigente y que adems fueron talleres para la produccin debienes de la elite chim (Topic, 1977, 1982; Mackey y Klymyshyn, 1981). Similarmente, enManchn, el otro centro administrativo Chim en Casma, Mackey y Klymyshyn (1981) descu-brieron casas con paredes de caas. Moore (1981) excav una de esas edificaciones.

    6 No debemos olvidar que los incas levantaron centros de acopio en zonas claves del imperio,Pachacamac fue uno de ellos. En este centro los incas tenan adems del Punchao Kancha oTemplo del Sol con sus respectivos sacerdotes instalaciones que servan para recibir la tributacin,las cuales estaban bajo la responsabilidad de funcionarios del Estado que en Lurn se materializ enTaurichumbi. Por eso, la tributacin iba a Pachacamac (o la mezquita) por razones logsticas y decontrol (comunicacin personal de Lorenzo Huertas, setiembre 1983).

    7 Lorenzo Huertas propone los siguientes nombres para los curacazgos del perodo IntermedioTardo: a) Lati, de Sote Chumbi, de Pucurucha y de Huancho-Huayllas, todos ellos alrededor dePariacaca; b) Surco: curacazgo de Chumbiengo, de Taulli y dos adoradores ms de Sulco Vilca; c)Huatca; d) del Rmac y el Callao.

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    Es pues evidente que el conocimiento de los pueblos indgenas tardos deLima se ha vigorizado por el permanente anlisis de los documentos, surgiendonuevos problemas y nuevos rumbos de investigacin que reclaman una relacincada vez ms estrecha entre la etnohistoria y la arqueologa. Corresponde a estaltima acercarse a los hechos del pasado no solamente tamizando todas las evi-dencias involucradas, sino tambin mediante otras estrategias y orientaciones.De esta forma, la contribucin de los arquelogos no se limitar nicamente aincrementar el fro inventario o asiento ordenado de los restos, o a confirmar loque dicen las crnicas, sino tambin a explicar el significado de aquellos vestigiosque no presentan monumentalidad.

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