7/25/2019 Somoza-Vinelli Historia Oral de Los Libros
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de
oa libros
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la
nota
istoria oral de los libros
Nació en los agitados meses de 1969 que siguieron al Cordobazo
y
llegó a
su fin
con el golpe de 1976. Fundada
y
dirigida por
Héctor Schmucler, la revista Los libros bebió
de
fuentes y modelos
de
la semiologra, la lingürstica, la filosof la, en especial del
estructuralismo y el marxismo, hasta convertirse en
uno
de
los
laboratorios de literatura y política clásicos de las décadas de
los
'60 y '70. La Biblioteca Nacional publica la edición facsimilar completa, con un agregado fundamental
no sólo
para esta
edición sino para la historia intelectual argentina: la historia de aquel emprendimiento contada por varios de sus
participantes más destacados como Ricardo Piglia, Carlos Altamirano, Germán García, Guillermo Schavelzon y el propio
Schmucler
y
de la que en estas páginas se reproducen algunos de
sus
mejores momentos.
Por Patricia Somoza y Elena Vlnell l
Se fue
ennegreciendo
el
panorama
político
y
eso
terminó en l dictadura. La revista
que estaba muy bien editada y era en
coi019S
pasó
a ser
p r
problemas económicos
en
blanco
y
negro
como una metáfora de
l
vida polftica del pafs.
(Nicolás Rosa, 1998)
El epígrafe con que se inicia este artículo da cuenta del singular recorrido de
Los
Libros, desde sus inicios en los agitados
meses de
1969
que siguieron al Cordobazo, hasta su abrupta fnalización poco después del golpe de Estado de 1976.
A treinta af\os de aquella experiencia, las voces de sus protagonistas, prestigiosos intelectuales del campo cultural,
prestan una lúcida mirada retrospectiva sobre aquella intervención cultural
y
política que signifcó una renovación en el
campo de la crftica.
La
idea de recuperarlas
y
reunirlas está orientada menos a la imposible tarea de reconstruir el
itinerario de la revista que a presentar sus versiones e interpretaciones efectuadas desde el presente sobre una historia
complejay conflictiva. A partir de entrevistas individuales, sus voces fueron puestas a conversar en un collage de citas
alrededor del eje convocante de lo que la revista fue
para
ellos.
LOS LIBROS, DE 1969 A 1976
En
julio de
1969
empieza a ser editada la revista Los Ubros.
Fundada y
dirigida por Héctor Schmucler, que acababa de
llegar a la Argentina luego de estudiar en Francia con Roland Barthes, la revista toma como modelo la publicación
francesa La Quinzaine Littéraire. El primer subtítulo de Los Libros, Un mes de publicaciones en Argentina
y
el mundo•, da
cuenta
del
propósito
de
la publicación y
de
la relación con su
modelo:
como la Quinzaine, pretendfa intervenir
en
el
mercado resanando
libros
de
literatura, antropologfa, lingürstica, comunicación, psicoanálisis, teorra marxista, filosotra, y sostenla un criterio riguroso a la hora
de
elegir a sus colaboradores, escritores, críticos, investigadores, que posteriormente serían reconocidos como destacadas fguras del campo intelectual argentino.
Publicada por la editorial Galerna de Guillermo Schavelzon, la revista comienza a salir mensualmente, aunque con cierta irregularidad,
en
formato tabloide. En sus
siete aftos de vida y sus cuarenta y cuatro números, fue cambiando de subtitulas, formato, propuesta, dirección, colaboradores y auspiciantes.
La revisión de las propuestas iniciales, los cambios
y
sucesivos reacomodamientos se vinculan con dos ejes que estuvieron
en
constante tensión: uno, vinculado
con la nueva cñtica, la difusión
de
nuevas corrientes teóricas y su relación
con
la polltica; y el otro, relacionado con el rol
de
los intelectuales
en
una situación
poUtica
que se desarrollaba a
una
velocidad inusitada( .. ) En el número 21 (agosto de 1971) se retira Galerna; Guillermo Schavelzon deja de ser el editor
responsable, se pierde el auspicio de importantes editoriales de Latinoamérica y empieza la etapa de autofinanciamiento. Las restricciones económicas impiden que
la tapas de la revista continúen saliendo
en
color. El nuevo subtrtulo que aparece
en
el número 22 (septiembre de 1971), Para una cñtica poUtica de la cultura•,
acompaf'ia los cambios que se ventan sucediendo y que se hablan hecho expUcitos
en
la nota editorial del
número
precedente: leer no sólo los textos escritos sino
también los hechos histórico-sociales
y
contribuir a cambiar las condiciones en que la cultura se
produce.
La ampliación de la propuesta supone también una
modifcación en el staff de dirección a partir del número 23: si bien Schmucler continúa a la cabeza, se crea un consejo de dirección conformado por Ricardo Piglia,
cartas
Altamirano y el
propio
Schmucler. Enseguida se suman al consejo Beatriz Sarlo, Germán Garcfa y Miriam
Chome.
Estos movimientos
en
la dirección revelan
ciertos desacuerdos respecto de la orientación de la revista, que eclosionan
en
el momento de la publicación de un artículo de análisis político referido al
Gran
Acuerdo Nacional, en el número 27 de julio de
1972. Su
inclusión provoca el alejamiento de Héctor Schmucler, el fundador de la revista, seguido por el de Germán
García y Miriam Chome dos números después.
Con
Sarto,
Altamirano y Piglia al frente de la revista, se inicia un momento radicalmente diferente, que ha sido denominado la etapa
de la
partidización•: una vuelta
de tuerca
en
relación
con
la etapa de politización demarcada a partir del número 1516. Con la nueva dirección la revista comienza a publicarse bimensualmente y
en formato A4.
las divergencias políticas en relación con la evaluación del gobierno de Isabel Perón
en
el número
40
(marzo-abril de 1975) provocan el alejamiento de Ricardo
Piglia. El consejo
de
dirección, ahora comité
de
dirección ,
queda
a cargo
de
Altamirano
y
Sarlo.
La
revista observará. un nuevo subtitulo,
Una
pontica en
la
cultura•,
hasta el número 44 (enero-febrero de 1976). El golpe militar de marzo de 1976 sei'iala el fin de
la
publicación: el allanamiento y la clausura de la redacción impiden
que el número 45 salga a la calle.
UNA REVISTA QUE CONCENTRARA LA NUEVA CRITICA
Ricardo Plgl la: En Francia sana, y sale todavfa, una revista que se llamaba La Quinzaine Littéraire, que es
una
revista de información bibliográfca cuya
particularidad consiste
en
que todos los libros que salen en la quincena o
en
el mes están reseñados. Entonces, ese fue el modelo que Schmucler trajo de París para
hacer acá;
es
decir, una revista
donde
todo lo
que
se publicara estuviera
reseñado.
Schmucler: Y se me ocunió junto a un editor, que es Guillenno Schavelzon, de Galema, hacer una revista al estilo de [La Quinzaine]. Pero yo diña con una marca
más vanguardista. Hasta la diagramación es espantosamente estructuralista ( .. )Todo eso traído al espacio argentino inmediatamente empieza a tener tonos
pouticos, sobre todo porque
aparecra en
el
año
'69.
Guillermo Schavelzon: Galerna en esos anos era una slntesis del clima de aquella Argentina vibrante, llena de esperanzas, un ambiente progresista donde se
juntaban marxistas con católicos de izquierda.
En 1968
o 69 apareció por la libreña Galema de la calle Tucumán un joven
y
pelirrojo Héctor Schmucler ( .. )Yo hacra tiempo tenra en mente un modelo de
publicación francesa que
me
encantaba,
La
Quinzaine Littéraire, la revista que por décadas publicó Maurice Nadeau. Pero no tenra la formación ni la preparación
necesaria para annar un proyecto de esa naturaleza, sólo el interés y la convicción. La Quinzaine fue el modelo formal de Los Ubros, y mi trabajo como editor fue
trabajar con Schmucler
para
posibilitar la publicación.
Plglla:
La idea era que
la revista
iba
a ser útil porque la iba a comprar mucha gente,
porque
nosotros nos
proponramos
hacer lo
que
no
hacen
los diarios,
que
dejan
de lado muchos de los libros que salen. Queríamos ser exhaustivos, que cualquiera
pudiera
saber qué se estaba publicando. Yo recuerdo la sensación
de
felicidad
que tenra cuando
iba
a la ofcina y estaban todos los libros que se habran publicado. las editoriales empezaron
en
seguida a mandamos todo lo que sacaban porque
h t l p J I W w w . p a g i n a 1 2 . C X l l l l . w l i m p r i m i r / d a r i ~ e m e n t c s / l i b r o s l 1 0 - 4 8 2 8 - . 2 0 1 2 - 0 4 - 0 8 . t m J I 3
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::
His1Dria oral
e
los libros
se
dieron cuenta de que nosotros avisábamos. El proyecto
se
puso
en
movimiento porque Galerna puso la plata, lo cual es una prueba de cómo funcionaban las
pequeñas editoriales. Ahora sería imposible imaginar que una editorial financiara una revista como ésa.
Schavelzon:
La venta de la revista se hacia fundamentalmente en librerlas, del número 1 creo que hicimos 15.000 ejemplares. Enviamos a quioscos, a todas
partes, pero la verdad es que cuando terminamos de recibir la devolución, la venta efect iva no llegaba a 3000 mil ejemplares. Fue una decepción muy fuerte, pero sin
embargo seguimos como si nada ( .. )
Piglia:
o
escribía la revista y formaba parte, digamos, del proyecto intelectual. Pero al mismo tiempo formaba parte de la redacción, es decir, trabajaba con
Schmucler en
el
diagrama y en la preparación de los números, y en la escritura de la sección de las reseñas breves, que para nosotros era muy importante. Te estoy
hablando del primer momento, hasta que la revista se empezó a politizar, cosa que fue todo
un
proceso. Cómo sería
yo en
ese momento, que la revista me parecía
demasiado liberal y por eso
no
quise aparecer. Digamos, era todo
un
izquierdista .. Entonces le dije a Tolo:
M
irá,
yo
estoy en esta revista, pero no me puedo hacer
responsable de todo lo que publican, entonces prefiero
no
aparecer .
UNA
POLITICA DE PROVOCACION
Altamirano: El propósito de Tolo Schmucler era animar una revista que concentrara la nueva critica, por lo menos tal como
se
hacia en aquel momento en Buenos
Aires, y
un
poco
en
Rosario y
en
Córdoba. Fue una manera de reunir a la críti ca que no
se
practicaba
en
la universidad. Estamos hablando del 69, es decir que se
había barrido con lo que era la renovación crítica de los sesenta. Todo este sector de la critica literaria que había quedado afuera de la universidad había renovado
sus instrumentos crlticos, en general con alguna versión de lo que
se
llamaba estructuralismo, que signifcaba prestarle más atención a la construcción formal. Es
cierto que había algunos que eran claramente representantes de la nueva crítica, como Nicolás Rosa, pero otros no, como Adolfo Prieto. Los colaboradores de la
revista que eran representantes de la nueva critica, escribían con
un
lenguaje que los que estábamos afuera tomábamos
un
poco en solfa, ridiculizábamos,
considerábamos que era
el
lenguaje de las preciosas ridículas (risas); seguramente era nuestro resentimiento frente a eso.
Piglia:
¿Qué era la crítica entonces? Era la estilística, de Anita Barrenechea y
el
grupo de Instituto de Filología. Y estaba muy bien. Y por otro lado había una crítica
marxista sociológica, que estaban haciendo Viñas, Prieto, que para nosotros era vulgar y de la que tratábamos de tomar distancia. Más al lá de que tuviéramos muy
buena relación con ellos, con David Viñas, con Jitrik, intentábamos tomar distancia de la crítica estilística y de la crítica más contenidista.
Los Libros. Edición facsimilar Ediciones
de la Biblioteca Nacional 4 tomos
NO
SE PODIA RESOLVER LA DINAMICA INTERNA DE LOS CONFLICTOS
Las diferencias de posiciones e intereses entre los integrantes fueron
el
motor de la mayoría de los cambios que sufrió la revista. Lejos de manifestarse desde los
inicios y de permanecer idénticas a
sí
mismas mientras duró la publicación, estas diferencias fueron manifestándose a medida que los cambios políticos en
el
país y
la región
se
aceleraban a
un
ritmo vertiginoso y que los integrantes de Los Libros
se
politizaban y radicalizaban( .. )
La
tensión entre literatura y política, y literatura y
sociedad, productiva en los comienzos, se
va
resolviendo en una nueva y tensa relación entre política y sociedad, en la que la literatura y la crítica parecen perder
lugar.
De manera casi inevitable, como reconocen hoy muchos de sus integrantes, el clima inicial de tolerancia y convivencia sufrió los embates del proceso de politización
de la sociedad. Con la radicalización de los miembros, el grupo
se
modificó el proyecto original de la revista y el colectivo inicial
se
fragmentó para dar lugar a
desacuerdos políticos irreconciliables y a
un
clima
en el
que muchos reconocen, hoy, que primaba
el
sectarismo.
Piglia:
Tolo, que es
un
tipo fantástico, cada vez que había problemas difíciles utilizaba el sistema democrático de traer
un
grabador y armar una discusión. Eso
se
produjo dos veces. Una vez, cuando salió
el
libro de Nicolás Rosa, Critica y signifcación, que era como
un
libro nuestro. ¿Entonces quién hacia la crit ica de eso? Y
Toto dice: Hagamos una conversación . Y hacemos una discusión en mi casa
yo
vivía
en
Sarmiento y Montevideo: vienen Josefina Ludmer, Nicolás Rosa, Germán
García, Tolo Schmucler, y viene Masotta con Osvaldo Lamborghini, como una especie de patota .. Nicolás Rosa en ese libro era muy sartreano, y Masotta
se
manda una paloteada increíble porque lo empieza a acusar de copiarlo a él. Cuando en realidad eran los dos los que tomaban los tonos de Sartre. Entonces se arma
un
debate increíble, donde Nicolás queda completamente acorralado y la cr ítica del libro queda en suspenso. Esto es una prueba de que la revista no podía resolver
la dinámica interna de sus propios confictos y Tolo, frente a eso, usaba
el
sistema de decir, bueno, discutamos. Pero la discusión fue tan violenta que
en
ese
momento no
se
pudo publicar nada de esa conversación sobre
el
libro de Nicolás Rosa.
Altamirano:
Hubo dos discusiones grandes. Una fue con
el
asunto de Padilla y los intelectuales en Cuba.
La
discusión
se
hizo
en
las oficinas de Siglo XXI. Duró no
sé
si
un
día entero o tuvo más de una sesión. Y como había zonas de acuerdo y otras de desacuerdo,
se
hizo
un
gran resumen para tratar de recoger todas las
voces. Ahí los más críticos respecto de la dirección de Cuba con los escritores fuimos Ricardo y yo, que éramos los maoístas; y los más inclinados a comprender
fueron Tolo, Pancho Aricó y Funes, que estaban enfrentados con nosotros.
Germán García: Contrariamente a lo que puede parecer, éramos muy tolerantes en ese momento. Porque el peronismo obligaba al marxista doctrinario a ser más
blando, o más confuso .. Y eso se
ve
en la consignas de la Juventud Peronista de izquierda, que eran: Mao y Perón,
un
solo corazón . Te das cuenta que había una
cierta confusión.
o
simpatizaba con
el
peronismo porque el peronismo
no
te
exigía que tuvieras que hacer doctrina con su discurso. Paradójicamente, con su
adherencia
al
líder,
el
peronismo dejaba una gran libertad discursiva, porque se podía ser peronista y espiritista, peronista y lacaniano, peronista y cualquier cosa
(risas). No tenías la obligación de adecuar tu discurso a una exigencia doctrinaria. Creo que algo así también pasaba con los marxistas que vinieron del Partido
Comunista, como Schmucler, que salió de ahí: los marxistas de la llamada nueva izquierda en la Argentina eran muy fexibles en ese sentido, y no podían ser muy
dogmáticos, porque además había problemas internos: unos eran althusserianos; otros, maoístas, y otros no sé qué. O sea que había
un
clima que permitía cierta
convivencia.
LA
MULTIPLICACION DE LAS SIGLAS, LAS ALIANZAS, LAS RUPTURAS
En el
número 21, Galerna abandona
el
proyecto y la revista empieza a autofinanciarse.
La
nota editorial pone
en
palabras lo que de hecho estaba sucediendo:
además de los · ~ x t o s que ofrece la escritura se leerian hechos histórico sociales . Los Libros dejará de ser una revista de libros, como señalaban los primeros
subtítulos, y ese cambio
se
traducirá en
el
nuevo eslogan del número siguiente: Para una crít ica política de la cultura .
Junto con el nuevo subtítulo se modifica la conducción de la revista. Si bien Schmucler continúa como director,
se
crea
un
consejo de dirección conformado por el
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Páginal12
::libros
:: Hisb iaoral
de
os
libros
propio Schmucler, Ricardo Piglia hasta entonces colaborador y Cartos Altamirano, nuevo miembro: el triunvirato
en el
decir de Altamirano dura apenas dos números
(23 y 24), pues en el número 25 el consejo
se
amplía a seis miembros.
Ambos cambios de
staff
se
vinculan con la cada vez mayor gravitación de la poHtica
en
la revista y con los acuerdos y divergencias entre los integrantes en relación
con el debate sobre la posición de los intelectuales en los proyectos de transformación revolucionaria. a discusión acerca de si la revolución en la Argentina pasa o
no por el peronismo es también decisiva
en
la conducción de la revista.
Piglia: En la época en que
se va
Galerna, pasa una cosa muy divertida para llamarta de algún modo: Toto Schmucler
se
vuelve maoista durante quince días más o
menos (risas). En esos quince días, como
yo
también era maoista, decidimos darle esa orientación a la revista. Y entonces
yo
digo: invitémoslo a Altamirano , que
también era maoista. Por eso
en el
consejo aparecemos los tres, porque hay
un
acuerdo político, no de partido
ni
de grupo, s ino que estábamos de acuerdo
en
darle
a la revista una orientación maoista. ¿Qué quiere decir ser maoista? Quiere decir
no
estar con el PC. Eso era lo quería decir para nosotros ser maoista, hacer una
crítica a la Unión Soviética. Era la única crítica a la Unión Soviética hecha desde otro país socialista, es muy especular. Entonces, en resumen, en el momento ese,
en que Toto está cercano a la posición del maoísmo, la revista está dirigida por Toto, por Cartos Altamirano y por mí.
Altamirano: Así
fue como se produjo la formación del triunvirato. Y ahí se inicia otro capítulo, donde la política pasa a tener mayor gravitación en las páginas, pero
también
en
la cabeza de Schmucler. Esto quiere decir que la discusión acerca
de
la orientación política
de
la revista pasa a ser
un
tema, una cuestión a considerar.
Política en esos años no
se
vinculaba con lo que
se
vincula ahora, la ciudadanía, la democracia .. sino con la lucha armada y ese tipo de cosas. Entonces hay
una radicalización creciente por parte de todos. Esto me incluye a mí: además
yo
era militante del comunismo revolucionario o comunismo maoista. Y cada uno
tenía su cuadernito y su referencia política. Y la radicalización trajo tensiones.
Piglia: Pero enseguida Toto se hace peronista, casi montonero, como todo el mundo. Y entonces, está
en
minoría con nosotros dos y amplía
el
consejo de
dirección.
Se
le ocurre la idea de llamarta a Beatriz Sano, que en esa época era peronista, como todo el mundo (risas), y entonces Toto la incorpora a ella, a Germán
García, que era amigo de Toto y que, como ustedes saben, fue
el
que trajo la nopolítica, y a Miriam Chome, que en ese entonces era la mujer de Toto.
García: A
mí
el
mundo de la militancia no me parecía demasiado serio. Empezaron a multiplicarse las siglas, las alianzas, las rupturas. Había demasiado culto
al
heroísmo. Y yo era lector de Gombrowicz. Si vos leés Transatlántico o Ferdydurke te das cuenta qué pensaba Gombrowicz del heroísmo. Y a
mí
me gustaba
muchísimo Gombrowicz.
Así
que
me
tomaba las cosas
un
poco en chiste.
Yo me
consideraba una persona más bien de vanguardia, por decir así.
Yo
estaba muy
advertido
de
que las alianzas entre las vanguardias culturales y las políticas son siempre de medianoche, duran un ratito: los surrealistas con Trotsky, los dadaístas
con los marxistas alemanes. Nunca duran, porque la idea de la vanguardia es privilegiar el ahora, por algo
se
inventó el happening; la vanguardia no participa de la
idea de que nuestros nietos van a
ser
los beneficiarios de lo que vamos a hacer nosotros. Además
yo
tenía mucha simpatía por ese mundo, los hippies, el
Di
Tella,
que los otros veían como los últimos restos de la corrupción burguesa y la influencia norteamericana. Y a mí
me
caían mucho más simpáticos.
Ir
a fiestas, fumar
marihuana .. , todo eso
me
parecra
un
mundo menos tortuoso.
DESPUES
LA
POLITICA SE LLEVA TODO
Las diferencias en la caracterización del gobierno
de
Isabel Perón precipitan la última gran crisis que atraviesa la revista, que termina con
el
alejamiento de Ricardo
Piglia. Sarlo y Al tamirano quedan
al
frente de Los Libros y el consejo de dirección pasa a llamarse comité.
Esas diferencias
se
expresan en dos cartas, presentadas en columnas paralelas que, a modo de editorial, abren el número 40: a la
de
Ricardo Piglia responden Sarlo
y Altamirano. Mientras que para Piglia el gobierno de Isabel Perón, con
su
política represiva, reaccionaria y antipopular favorece
el
golpe de Estado y los intereses
del imperialismo norteamericano; para Altamirano y S arto, que reconocen que la represión del gobierno debilita el frente antiyanqui•, la defensa del gobierno
de
Isabel
es, sin embargo, la alternativa contra el golpe de Estado y el expansionismo de lo que identifican con los dos imperialismos, el norteamericano y el soviético.
Sarlo y Altamirano continúan en la dirección de la revista durante los que serán los últimos cinco números,
en
los que
ya
se
habla de la inminencia del golpe.
El último número, el44, es de enerofebrero 1976 En marzo,
el
golpe militar impacta sobre el país y sobre Los Libros. El número 45 quedará definitivamente perdido
cuando la redacción sea allanada y clausurada.
a
revista, que nació al calor del Cordobazo y de la efervescencia
de
los nuevos saberes relacionados con la
renovación en el campo de las ciencias sociales, encuentra su fnal cuando la interrupción del orden institucional a manos de los militares ensombrece
el
país.
Altamirano:
La posición de Ricardo, que estaba próximo a Vanguardia Comunista, era que no
se
podra defender al gobierno de Isabel contra
el
golpe, porque era el
gobierno el que producía la situación que activaba el golpismo,
se
podría decir. Nosotros decíamos que había una actividad conspirativa que abarcaba civiles y
militares y que había una actividad de provocación por parte
de
la izquierda. Y
se va
Ricardo. En fin, tres maoístas juntos no podían más que dividirse (risas).
Schmucler:
El PCR tenra un pensamiento absolutamente psicótico. Habran armado el esquema del amigo del enemigo que era verdaderamente psicótico. Parece
una especie de caricatura grotesca, este esquema del enemigo. Y yo creo que sin querer pusieron eso en funcionamiento también en la revista porque la revista
había adquirido tonos más sectarios.
Piglia: Yo me
voy
en el setenta y cinco porque la alianza que teníamos con Beatriz y Cartos se empieza a complicar: la gente del PCR, con la que ellos estaban,
empieza a apoyar a Isabel...
Se
produce una especie de diferenciación poHtica y entonces
ya no
hay acuerdo, y me voy. Viene el golpe,
me voy
a Estados Unidos
por primera
vez
en ese momento, vuelvo y los tres juntos hacemos Punto
de
vista.
Altamirano:
En
el
último número,
ya
no recuerdo si Beatriz y
yo
tuvimos injerencia o no en
el
material publicado, porque nos habíamos ido del partido. El último
número salió bajo la dirección de
un
sicólogo que
se
llamaba Osvaldo Bonano. El fue preso. Y nosotros estábamos tan desvinculados que
un
dra
yo
me aparezco
por la librería Galerna, que estaba debajo de la oficina de la revista, y el chico que atendía, que era amigo nuestro, me
ve
a
mí
como si hubiera visto un resucitado. Y
no sabía ni qué decirme.
Yo
ignoraba todo, fui lo más campante: y me dice, ¿no sabías que hubo un allanamiento?
Schmucler:
En la realidad la significación de Los Libros
fue
todo el tiempo anterior, no porque estuviéramos nosotros sino porque se articuló a un proceso cultural
muy
signifcativo ( .. ) Hubo
un
momento de expansión,
de
explosión de formas culturales.
Piglia:
La primera etapa es la más interesante, es un momento muy productivo de circulación
de
mucha gente, y
se
pueden leer ahí todos los debates: aparecen
Lacan, Althusser. Todas cuestiones que nosotros estábamos poniendo en circulación. Y si hacés la lista
de
la gente que está interviniendo, te das cuenta
de
que en
la revista está toda una generación: Beatriz S arlo, Germán García, Josef ina Ludmer, Osear Terán, Ernesto Laclau, Jorge Rivera, Lafforgue, Eduardo Menéndez un
tipo muy interesante, muy inteligente, que se perdió, creo que García Canclini, Osear Del Barco, toda la generación posterior a Contorno. Después la política
se
lleva
todo y
se
hace una revista de izquierda más.
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