Facultad de Psicología
FACTORES DE RIESGO CLÍNICOS Y SOCIODEMOGRÁFICOS EN EL
ESTABLECIMIENTO DEL VÍNCULO DE APEGO TEMPRANO EN DÍADAS
MADRE-HIJO DE LA CUIDAD DE SANTIAGO
POR:
María Paz Muraro Montiel
Mitzy Rivas Mayorga
Tesis presentada a la Facultad de Psicología de la Universidad del
Desarrollo para optar al grado académico de Magíster en Psicología Clínica
PROFESORA GUÍA
Ps. Marianela Hoffmann Soto
Octubre, 2010
SANTIAGO
… DEDICATORIA...
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AGRADECIMIENTO
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TABLA DE CONTENIDO
RESUMEN
I. INTRODUCCIÓN
II. FUNDAMENTOS TEÓRICOS
1. TEORÍA DEL APEGO
1.1 Fundamentos de la Teoría del Apego
1.2 Conceptos fundamentales sobre el apego temprano
1.3 Estilos o patrones de apego
1.4 Evaluación del apego en la infancia
2. FACTORES DE RIESGO EN EL ESTABLECIMIENTO DEL VÍNCULO DE
APEGO TEMPRANO
2.1 Factores clínicos: Psicopatología Materna y Apego
2.2 Factores sociodemográficos y otras variables que afectan la calidad del vínculo
de apego
III. HIPÓTESIS
IV. METODOLOGÍA
V. RESULTADOS
VI. CONCLUSIONES
VII. BIBLIOGRAFÍA
VIII. ANEXOS
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RESUMEN
El vínculo de apego temprano puede verse alterado por muchas de variables, como la
historia de la madre, trastornos psicopatológicos previos al nacimiento del hijo (Cantón
& Cortés, 2005), dificultades en las relaciones interpersonales, escaso apoyo de redes
sociales, relaciones de pareja alteradas y creencias acerca de la vida doméstica y del
cuidado del bebé (Bowlby, 1998; Enríquez, Padilla & Montilla, 2008). La calidad del
vínculo y la psicopatología de la madre repercuten en las relaciones interpersonales,
afectando el ajuste emocional futuro de estos niños (Cantón & Cortés, 2005; Bifulco,
Figueiredo, Guedeney, Gorman, Hayes, Muzik, Galtigny-Dallay, Valoriani, Kammerer
& Henshaw, 2004).
Este estudio es relevante puesto que conociendo e identificando factores de riesgo para
el establecimiento del apego es posible poner en práctica un modelo de aplicación
directa en la prevención de futuras alteraciones no sólo vinculares, sino también del
desarrollo de patologías psicológicas derivadas de un estilo de apego inadecuado.
Aunque existen estudios en Chile en el área de la psicopatología materna y la depresión
postparto como factores de riesgo, en que se evidencia una relación estrecha entre
sintomatología psiquiátrica de la madre y el desarrollo de apegos inseguros, la mayoría
de estas investigaciones, y posteriores intervenciones, están dirigidas a madres con
depresión post‐parto y/o con sintomatología ansiosa (Cooper & Murray, 1997 en
Lecannelier, 2006). El conocer otros factores de riesgo permitirá desarrollar en el futuro
programas innovadores en cuanto a la prevención de patologías en los niños debido a un
vínculo de apego alterado, favoreciendo e incrementando la aparición de factores
protectores del vínculo seguro, disminuyendo aquellos que ponen en riesgo la relación
madre – hijo.
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El objetivo del estudio es generar un modelo predictivo en base a los factores de riesgo
clínicos y sociodemográficos para el establecimiento del vínculo de apego temprano en
díadas madre-hijo de la cuidad de Santiago.
Las conclusiones permiten decir que….
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I. INTRODUCCIÓN
En el último tiempo, las líneas de investigación agrupadas en torno al tema del
desarrollo temprano del infante, en especial las que han ahondado más en los vínculos
como herramientas de contención y regulación, es decir, que se basan en la teoría del
apego, han comenzado a aproximarse a aquellas corrientes que han investigado y
construido teorías respecto al fenómeno de la resiliencia (Kalawski & Haz, 2003;
Luthar, Cicchetti & Becker, 2000 en Kotliarenco, Gómez, Muñoz, Armijo & CEANIM
Chile, 2009), y se ha identificado como un mecanismo importante de resiliencia la
constitución de un apego seguro (Kotliarenco & Lecannelier, 2004 en Kotliarenco et al.,
2009). Por lo tanto, el apego seguro se puede considerar como un elemento que favorece
el desarrollo infantil, ya que facilita el despliegue del potencial del niño en su máxima
expresión (Rutter, 1979; Appelyard, Engeland, van Dulmen & Sroufe, 2005 en
Kotliarenco et al., 2009), pudiendo minimizar los efectos negativos de los factores de
riesgo más mencionados por la literatura, como son la pobreza, el maltrato infantil, la
negligencia, el abuso, la deprivación cultural, la depresión parental y el estrés familiar
(National Research Council, 1993 en Kotliarenco et al., 2009). El apego seguro se
considera, por tanto, un factor protector en sí mismo (Greenberg, 1999, en Santelices &
Olhaberry, 2009).
Se puede señalar que el efecto de sucesos potencialmente traumáticos depende del tipo
de apego previo al evento, pues la calidad del vínculo determina las expectativas del
niño ante situaciones estresantes. Es así como niños confiados en que los padres
responden ante sus necesidades, buscan el confort en sus padres, utilizándolos como un
refugio afectivo seguro después de algún hecho estresante o traumático como pueden ser
las separaciones (Riquelme & Oksenberg, 2003).
Respecto a la salud mental infantil, el apego seguro permite predecir niños con un
desarrollo más saludable, una autoestima positiva, integración de la identidad, mejor
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rendimiento escolar y una buena capacidad para enfrentar el estrés (Fonagy, 1999 en
Santelices & Olhaberry, 2009).
Tanto Bowlby (1979) como Ainsworth (1989) señalaron la relevancia que tienen los
vínculos de apego establecidos con los padres durante la infancia para el futuro
establecimiento de relaciones afectivas, de esta manera aquellos niños que formaron
relaciones de apego seguro con sus padres o cuidadores, quienes fueron afectivos y
sensibles a sus peticiones, serán más capaces de establecer relaciones caracterizadas por
la intimidad y el afecto con sus pares y puedan desarrollar una competencia social que
les permita establecer relaciones estrechas con sus iguales (Sánchez-Queija & Oliva,
2003).
Algunos antecedentes preliminares hablan de que la experiencia del embarazo y el
nacimiento del primer hijo, exigen en la madre, una redefinición de los parámetros
mentales, de pareja y laborales, lo que implica modificar el modelo interno de operar
(Bowlby, 1995, Bretherton, 1999, en Farkas, Santelices, Aracena & Pinedo, 2008),
produciendo mayor vulnerabilidad a la reedición de historias vinculares propias que
aumentan el riesgo de producir trastornos psicológicos, pudiendo afectar el vínculo de
apego futuro (Gauthier, Molenat, Mangin & Dudan, 1985 en Farkas et al., 2008). Un
factor de riesgo importante en la calidad de este vínculo es la psicopatología de la
madre, la que podría desencadenar apegos no seguros u otras alteraciones (Cantón &
Cortés, 2005; Bifulco et al., 2004).
Así como un apego seguro es un factor que favorece el desarrollo psicosocial del infante,
un apego inseguro es un factor de riesgo de psicopatología, lo que no significa que sea
psicopatológico en sí mismo (Marrone, 2001; Riquelme & Oksenberg, 2003).
Muchas veces las relaciones entre la madre y el bebé no se presentan en un adecuado
contexto de cuidado y amor, por lo que detectar en forma temprana las alteraciones en el
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establecimiento del vínculo de apego es necesario para el desarrollo y la adaptación
futura de un niño (MINSAL, 2008).
Algunos estudios concluyen que niños con problemas en el establecimiento del vínculo
de apego presentan un riesgo mayor de presentar trastornos de la conducta alimentaria,
agresividad y trastorno oposicionista desafiante, además de mayores niveles de estrés
que los llevan a mayores trastornos ansiosos en la adolescencia (Gómez, Muñoz &
Santelices, 2008).
Dadas estas referencias introductorias podemos visualizar que las aplicaciones de la
investigación se pueden enfocar al área de la prevención, ya que conocer y describir
cuáles son los factores de riesgo clínicos permitirá la creación de políticas públicas
nuevas y mejores a nivel de salud mental que evite alteraciones vinculares en la
población estudiada, facilitando un apego seguro que será un factor protector frente a
situaciones traumáticas o de estrés en el futuro. Así también, se creará conciencia acerca
de la relevancia de los vínculos de apego, pilar fundamental del desarrollo de la
personalidad, a través de publicaciones y exposiciones de los resultados. Además, es
posible intervenir tempranamente en centros de salud, en unidades de pediatría y
ginecología indirectamente, con capacitaciones para enfermeras, auxiliares y otros
profesionales de la salud que los adiestre en la detección de factores de riesgo,
proponiendo precozmente intervenciones específicas, de modo de propiciar cambios en
el estilo de apego temprano que se está estableciendo entre madre (cuidador) e hijo.
También, se podría determinar qué factores protectores podrían contrarrestar el efecto de
los agentes de riesgo. Por otro lado, este estudio podría facilitar la investigación futura
acerca de la correlación de factores sociodemográficos en Chile, en la actualidad, que
indique qué combinaciones son más nefastas en cuanto a la predicción de una futura
patología mental y/o relacional con el fin de modificarlas tratando de eliminar o
disminuir uno o más de esos factores de riesgo que se potencian mutuamente.
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La presente investigación surge de la necesidad de generar un modelo predictivo
actualizado que permita reconocer los factores de riesgo clínicos y sociodemográficos
que establecen un vínculo de apego temprano inadecuado, principalmente, para
identificar aquellos que son posibles de modificar en una acción temprana, es decir, que
estén al alcance de una intervención directa o si existe sólo la factibilidad de ser
modificados a través de mecanismos gubernamentales o de salud pública. Al presentar
los resultados de la investigación, se estarían entregando los argumentos necesarios para
la generación de nuevas modificaciones en los modelos de intervención temprana en
cuanto al área social y de salud mental desde las esferas más altas, es decir, a nivel de
Gobierno.
El presente estudio tiene por Objetivo General, generar un modelo predictivo en base a
los factores de riesgo clínicos y sociodemográficos para el establecimiento del vínculo
de apego temprano en díadas madre-hijo de la cuidad de Santiago.
Los objetivos específicos que guían esta investigación son los siguientes:
1. Describir el vínculo de apego temprano en las díadas madre-hijo de la ciudad de
Santiago, en relación a factores de riesgo clínico.
2. Describir el vínculo de apego temprano en las díadas madre-hijo de la ciudad de
Santiago, en relación a factores de riesgo sociodemográficos.
3. Identificar los factores de riesgo clínico involucrados en el establecimiento del
vínculo de apego temprano inseguro.
4. Identificar los factores de riesgo sociodemográficos involucrados en el
establecimiento del vínculo de apego temprano inseguro.
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II. FUNDAMENTOS TEORICOS
Los fundamentos teóricos parten con una descripción de la teoría del apego, aspecto
central de la investigación, continuando con la reseña de los conceptos fundamentales de
la teoría, se revisan los estilos vinculares que se establecen en la díada madre-hijo, para
finalizar la primera parte con la evaluación del apego en la infancia.
Posteriormente, se desarrollan los temas relacionados a los factores de riesgo en el
establecimiento del vínculo de apego temprano, que se subdivide en los factores clínicos
y factores sociodemográficos.
1. TEORÍA DEL APEGO
1.1 Fundamentos sobre la teoría del apego
La teoría del apego nace del trabajo de Bowlby y Ainsworth basado en las disciplinas de
la etología, la cibernética, la psicología del desarrollo, el psicoanálisis y el
procesamiento de la información (Altmann, Weigensberg, González, Angulo, Brovetto,
Bonifacio, Noguiera, Sazón & Viera, 2001), y es una forma de comprender y
conceptualizar los lazos afectivos que se generan entre los seres humanos como una
tendencia natural, de modo de explicar además, las diversas formas de dolor emocional y
otras alteraciones psicopatológicas, producto de la separación y pérdida afectiva
(Marrone, 2001). Esta teoría se basa en la hipótesis de que existe en la persona (y en
otras especies vivas) un sistema de apego que se activa cuando surge una amenaza,
iniciándose una búsqueda de la figura vincular que proteja y regule (Moneta, 2003). De
esta forma se observa que las relaciones con otros es parte fundamental de la naturaleza
humana, donde las emociones más intensas surgen en la relación de apego, más aún,
estas relaciones tempranas son determinantes en el desarrollo de la salud mental de una
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persona, debido a que se interpreta y manejan las relaciones actuales en base a estas
experiencias iniciales de apego con el cuidador o la madre (Marrone, 2001).
Los estudios en psicología han demostrado que el vínculo de apego en la díada madre-
hijo es un factor que repercute en la forma en cómo se establecen relaciones
interpersonales futuras, influyendo en el bienestar psicológico y en el ajuste emocional
(Farkas et al., 2008; Valdés, 2002; Altmann et al., 2001). La experiencia de seguridad,
objetivo del sistema de apego, es un regulador de la experiencia emocional (Sroufe,
1996 en Fonagy, 2000), de esta forma este vínculo podría estar a la base de muchos
trastornos mentales, de personalidad u otros y ser así el centro de una psicoterapia
(Fonagy, 2000; Enríquez et al., 2008). Se sabe que niños con problemas en el vínculo de
apego temprano tienen más riesgo de manifestar trastornos de conducta alimentaria,
agresividad en edades escolares, trastorno oposicionista desafiante y mayores niveles de
estrés que los llevan a mayores trastornos ansiosos en la adolescencia (Gómez, Muñoz &
Santelices, 2008). Por otro lado, Bowlby (1988 en Moneta, 2003) señala la importancia
del vínculo de apego en los sujetos adultos, en la medida en que éste influye en la
capacidad de resiliencia y de respuesta a eventos estresantes.
La conducta de apego entre los seres humanos, sigue un modo reconocible y predecible,
activándose por condiciones específicas y se finaliza por otras igualmente particulares.
Del mismo modo, cumple una función básica de supervivencia y adaptación, ya que
habilita la posibilidad de sobrevivir si se es asistido por otro ser humano, por tanto sólo
opera en un sistema social (Marrone, 2001). Por otro lado, la conducta de apego es
universal en cuanto es común a todos los seres humanos y es primaria, lo que quiere
decir que no se supedita a otras necesidades como la autoconservación y la alimentación
(Pinedo & Santelices, 2006).
La teoría del apego tal como se ha desarrollado, coloca su énfasis en la importancia de
las funciones biológicas de los vínculos emocionales íntimos entre personas, en especial
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la que se establece entre un niño y su madre o cuidadores, como parte fundamental del
ciclo vital de una persona, siendo el vínculo más sólido e importante de la vida del ser
humano (Altmann et al., 2001). Por otro lado, en la evolución de esta teoría es clave la
influencia de las relaciones de apego temprano en el posterior desarrollo de la
personalidad y, por ende, en la psicopatología (Marrone, 2001; Pinedo & Santelices,
2006).
1.2 Conceptos fundamentales sobre el apego temprano
Bowlby (1989) define el vínculo de apego como distintas formas de conducta del infante
cuyo objetivo es el logro o la conservación de la proximidad con su cuidador principal o
algún otro al que se considera más capacitado para enfrentar al mundo, lo que se hace
más evidente en situaciones de estrés. Es entonces un sistema conductual organizado y
un vínculo emocional y afectivo entre una madre o cuidador y un niño (Cantón &
Cortés, 2005), de esta forma el carácter afectivo y la pauta que lo organiza se mantienen
pese a que las conductas de apego varíen (Marrone, 2001). De este modo se constituye
en un proceso de interacciones que regulan el estrés y la ansiedad fisiológica y psíquica
del infante, conformado por contactos físicos recurrentes y sostenidos en el tiempo, las
cuales son además recíprocas, es decir, de la madre hacia el bebé y del bebé hacia su
madre (Altmann et al., 2001).
El vínculo de apego es posible conceptualizarlo como un vínculo duradero entre un niño
y la madre, con función adaptativa y de supervivencia (Cantón & Cortés, 2005), donde
las conductas de cuidado y atención de la madre cumplen la función de regular la
organización afectiva del bebé. Por lo tanto el vínculo de apego temprano permite
regular y equilibrar los desórdenes fisiológicos, conductuales, afectivos y cognitivos del
niño en desarrollo (Lecannelier, 2006).
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Este vínculo se forma a lo largo del ciclo vital de la persona, pudiendo distinguirse del
bonding o apego precoz, que se produce al momento del parto y el contacto piel a piel
entre la madre y el bebé; por ello el vínculo temprano se desarrolla a través de los
cuidados sensibles, estables y continuos de la madre a su hijo y no sólo por determinadas
conductas aisladas (MINSAL, 2008).
Además se constituye en un proceso de establecimiento de vínculos a través de las
experiencias tempranas, que brindan a un niño seguridad y protección, estas experiencias
serán internalizadas de tal forma que darán lugar, en el adulto, a ciertos modelos de
comportamiento psicosocial (Casullo & Fernández, 2005). De este modo la experiencia
del bebé con su madre o cuidador principal juega un papel esencial en la forma posterior
de establecer vínculos afectivos (Garrido-Rojas, 2006).
Los primeros vínculos de apego están formados a los siete meses de vida y se forman
hacia sólo una o pocas personas, de este modo, los vínculos se forman tanto como
producto de interacciones con adultos que maltratan como con aquellos adultos con alta
sensibilidad (Main, 2000).
Es posible distinguir el vínculo de apego de otras relaciones importantes en la vida de
una persona. Por un lado, el vínculo de apego provee pertenencia, seguridad y
protección, mientras que las relaciones afectivas entregan compañía, gratificación,
permiten compartir intereses y experiencias y permite el desarrollo de sentimientos de
competencias y asistencia (Casullo & Fernández, 2005).
En cuanto al desarrollo del vínculo de apego se sabe que el bebé nace no sólo con
reflejos innatos, sino que además poseen variadas habilidades psicológicas, afectivas y
sociales, lo que le permite orientarse y comunicarse con otros seres humanos, en especial
con la madre (Lecannelier, 2006). Es por ello que ya a los tres meses de vida, el bebé
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puede reaccionar de forma preferencial hacia la madre, es capaz de sonreírle, vocalizar
con prontitud y seguirla con la mirada por largo tiempo (Bowlby, 1998).
Un concepto importante de diferenciar es la conducta de apego, la cual está formada por
diferentes respuestas instintivas del hijo cuya función primordial es la de vincularlo con
la madre. Estas respuestas maduran en forma relativamente independiente hacia los doce
meses de edad, pero cada vez más se van integrando hacia la figura cuidadora, siendo
éstas activas y no pasivas en el repertorio de conductas de un ser humano. Estas
respuestas son la succión, el agarre, los gestos, el llanto, el seguimiento y la sonrisa
(Cantón & Cortés, 2005), por lo tanto las conductas de apego son observables y
cuantificables. La retroalimentación que recibe el bebé como premio a su esfuerzo marca
en gran medida la protección y seguridad necesaria para la posterior exploración
(Enríquez et al., 2008).
Por otro lado, cuando se inician las respuestas innatas, pero la madre no está presente o
no alcanza su meta, el hijo experimenta ansiedad, oscilando ésta hacia dos polos, una
ansiedad con nivel muy bajo (o ausencia), generando la impresión de pseudo-
independencia, o bien una excesiva ansiedad, en el marco de experiencias adversas de
amenazas de abandono o de rechazo (Cantón & Cortés, 2005), de este modo la ansiedad
de separación se origina por una desregulación en el apego entre el bebé y su cuidador
(Enríquez et al., 2008).
Las respuestas innatas del hijo hacia su madre se configuran en sistemas conductuales,
cuyo objetivo es alcanzar ciertas metas específicas, adaptándose de acuerdo a las
circunstancias ambientales, y cómo veíamos, el fin último es la sobrevivencia del
organismo y su protección, regulando la búsqueda de cercanía y proximidad y la
necesidad de explorar según la situación en que se encuentre el niño (Cantón & Cortés,
2005). En este contexto, como señalábamos anteriormente, la ansiedad surge por la
amenaza de pérdida de la madre y por la inseguridad en la relación de apego con ella
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(Marrone, 2001). Es posible observar la conducta de apego en la necesidad del bebé de
mantener la proximidad con su madre, por ejemplo, cuando ella desaparece de su vista y
alcance; esta conducta se observa alrededor de las diecisiete semanas de vida, donde
inicia el llanto cuando la madre se aleja y, a los tres meses de edad, cuando presentan
conductas de seguimiento (Bowlby, 1998).
Otro concepto fundamental de esta teoría se relaciona con la representación y la
internalización que se da en el contexto social, entre padres e hijos, que se definen como
un “modelo operativo interno del self y del otro” (Moneta, 2003, p.44), también
llamados “modelos internos de trabajo” (Moneta, 2003, p.2; Bowlby, 1989).
Estos modelos son representaciones que el bebé construye en torno a la figura vincular,
frecuentemente la madre, y a sí mismo (Moneta, 2003; Bowlby, 1989), y se conforman a
partir del cuidador y las formas que él establece de comunicarse y comportarse, de este
modo surgen del comportamiento real de la madre hacia el hijo, de las imágenes acerca
de él que le son comunicadas y también por la manera de tratarlo y hablarle; mediante el
proceso de la internalización, el hijo obtiene una representación de sí mismo, de lo que
la madre piensa y siente acerca de él, además de sus miedos y deseos, sirviendo como
base para toda la vida, contiene las representaciones del mundo y de sí mismo, que se
van incorporando a lo largo de las diversas experiencias, por ello no dependen
exclusivamente de la figura de apego, sino también de su ausencia (inaccesibilidad) y las
respuestas para adaptarse a ella (Marrone, 2001), al ser construidas en los primeros años
de vida, se convierten en estructuras cognitivas más o menos permanentes y que en el
futuro operan de manera inconsciente (Bowlby, 1989).
Otro concepto relevante en la teoría del apego es la respuesta sensible del cuidador como
un organizador de la psiquis del hijo (Marrone, 2001). La sensibilidad materna es
definida por Ainsworth como la capacidad para percibir las señalas no verbales del bebé,
captando su necesidad, interpretándolas adecuadamente y respondiendo en forma
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contingente (Goldstein, Larraín, Lecannelier & Pollak, 2008). La falta de sensibilidad,
por su parte, indica un fracaso del cuidador en la interpretación de las señales o deseos
del bebé, no logrando apoyo en sus estados positivos o displancenteros (Marrone, 2001;
Enríquez et al., 2008). Se ha estudiado que los apegos de estilo seguros se relacionan
con una alta sensibilidad materna, en especial durante el primer año de vida del niño
(Wolff y Van Ijzendoorn, 1997). De este modo, entendemos que la respuesta sensible de
la madre cumple con dos funciones importantes para el bienestar del bebé, en primer
lugar la de acceder a su estado mental de manera tal, y esta es la segunda función, de
atribuirle un significado, lo que implica la marcha de una serie de complejos procesos
afectivos y cognitivos, basados en los propios modelos operativos de la madre y de su
capacidad para comprender el estado mental del hijo, pudiendo reflexionar acerca de
ellos. La respuesta sensible permite a la madre sentir empáticamente a su hijo, pero a la
vez poder reaccionar en forma independiente de él (Marrone, 2001).
1.3 Estilos o patrones de apego
Inicialmente se conceptualizaron tres estilos de apego, el apego seguro, el apego
inseguro evitante y el apego inseguro ambivalente (Ainsworth, Waters & Wall, 1978),
luego Main y Salomon (1990 en Oates, 2007) incluyeron el estilo de apego
desorganizado, todos los cuales se describen a continuación:
Apego seguro: el apego seguro se puede observar cuando el niño expresa con libertad el
stress, sentimientos de confianza, busca cariño, contención y mantiene tranquilidad en
periodos de exploración. Se observa una interacción sensible de la madre con su hijo,
con respuestas adecuadas a las señales del bebé, estas madres se involucran más con sus
hijos, expresando más emociones positivas que negativas (Cantón & Cortés, 2005). Del
mismo modo, las madres son empáticas con las necesidades que manifiesta el hijo,
donde el cuidado es estable, predecible y coherente (MINSAL, 2008). Cuando un niño
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ha desarrollado un apego seguro, puede explorar con seguridad alcanzando diversas
tareas en su desarrollo, llevándolo a su máximo potencial (Besoain & Santelices, 2009).
Apego inseguro evitante: Estos niños no expresan abiertamente el stress, porque no
sienten que la madre podrá confortarlo, así aparecen como independientes, controlados y
con pocas expresiones afectivas buscando la exploración y la lejanía física (MINSAL,
2008), pareciera ser un niño poco afectado por la separación con la figura de apego,
además suelen ignorar a la madre o cuidador principal cuando se reencuentran (Díaz &
Blánquez, 2004). La conducta de la madre se caracteriza por resentimiento y rabia,
oponiéndose a los deseos de su hijo, con poco contacto físico positivo, siendo éste
intenso e intrusivo (Cantón & Cortés, 2005).
Apego inseguro ambivalente: también llamado resistente ambivalente (Cantón &
Cortés, 2005), los niños presentan conductas en extremo sensibles, con aferramiento a la
madre y con rabia en momentos de separación, ya que la busca de modo ansioso y
frustrado (MINSAL, 2008), agitándose en extremo cuando la figura de apego desaparece
de su vista, del mismo modo, cuando se encuentra nuevamente con la madre, estos niños
suelen adoptar dos conductas extremas: un apego excesivo o bien el rechazo manifiesto,
transformándose en la edad escolar en niños con escasa asertividad y pobres relaciones
sociales (Díaz & Blánquez, 2004). Las madres en este estilo de apego son insensibles e
inconsistentes en forma predominante, pudiendo actuar en ocasiones de manera sensible
pero en función de sus propios deseos o estados de ánimo (Isabella, 1993 en Cantón &
Cortés, 2005).
Apego desorganizado: Main & Salomón (1990 en Oates, 2007) suman a los anteriores
este cuarto tipo de apego entre niño y cuidador. Es un estilo de apego donde el niño
desarrolla un comportamiento desorientado, desordenado o desorganizado, con pautas de
conducta contradictorias como son movimientos incompletos o precarios, además de
expresar confusión al acercarse a sus padres. De este modo el apego de estilo
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desorganizado es un quiebre en la pauta conductual y experiencial de los otros estilos
que subyacen, sea evitante, ambivalente o seguro. El niño realiza conductas y
expresiones extrañas, descontextualizadas o de congelamiento (Goldstein et al., 2008).
Lyon-Ruth y Jacobovitz (1999 en Oldham, Skodol & Bender, 2007) señalan que estos
niños pueden mostrar bloqueo, aplaudir (fuera de contexto), presentar movimientos de
cabeza sin estímulo aparente, y deseo de escapar de una situación, incluso en presencia
del cuidador. Los padres o cuidadores principales de estos infantes los atemorizan con
sus conductas, pues éstas tienden a ser caóticas, intensas y desproporcionadas. Por la
paradoja de que la fuente vincular es la que no protege y, además, daña o atemoriza,
estos niños se vuelven hiper-alertas al entorno, pero poco comprensivos y mal adaptados
al medio (Lecannelier, 2005), entre otras conductas desorganizadas.
1.4 Evaluación del apego en la infancia temprana
La primera pregunta que nos debemos hacer antes de hablar de evaluación de apego es si
los instrumentos usados para ello realmente lo miden. Diversos investigadores
recomiendan una lista de requerimientos para que así sea (Pierrehumbert, 2003 en Díaz
& Blánquez, 2004):
1. La evaluación debe tener en cuenta la etapa del desarrollo en que se encuentra el niño.
2. Los instrumentos deben medir y observar las relaciones y el tipo de vínculo entre
padres e hijo.
3. La observación necesariamente tiene que contemplar los diferentes ambientes en
donde se desenvuelven las díadas, tanto en situación de juego como el comportamiento
en casa.
4. En los casos en que se requiera, se debiera posibilitar la observación directa.
5. Deben contemplar no sólo el desarrollo del niño, sino también, la historia familiar,
como antecedentes psiquiátricos, situación actual y función de cada padre en la relación
con el hijo.
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De este modo, la evaluación de la calidad de los estilos de apego entre madres e hijos
permite la detección de problemas en forma precoz, tanto en el niño como en su familia,
lo cual constituye una estrategia preventiva positiva para la formación de rasgos
crónicos de personalidad (CEEIN, 2007).
En las primeras evaluaciones de apego en niños de 0 a 24 meses, en especial las
realizadas por Bowlby y Ainsworth, se utilizó principalmente la observación naturalista,
en que se identificaron algunos patrones de comportamiento que caracterizaban la
interacción entre madre e hijo. De acuerdo a estos resultados se han creado otros
métodos de evaluación más sistemáticos, los que permiten focalizar la observación con
criterios básicos para identificar los patrones de las relaciones de apego (Camargo,
Mejía, Herrera & Carrillo, 2007).
Uno de los instrumentos que se utiliza para evaluar apego en el primer año de vida del
niño(a), desde los 0 a los 18 meses, consiste en la observación de diversas situaciones en
que se puede examinar el vínculo madre – hijo, y Mary Ainsworth la denominó:
Situación Extraña (Strange Situation), y fue diseñado para observar la manera en que el
niño(a) maneja el estrés, el cual es promovido por la novedad del contexto y cómo
reacciona ante las separaciones, otro elemento estresante, de su figura de apego (Cantón
& Cortés, 2005). Consiste en ocho episodios de situaciones estresantes presentadas en
un orden creciente estándar para todas las personas. Esto se realiza en una sala o lugar de
laboratorio. Se utilizaban las respuestas del bebé frente a separaciones breves de uno de
los padres y sus respuestas a las reuniones con él (Main, 2000), específicamente y luego
de un período de escaso tiempo de familiarización con el entorno, en donde se incluye
un adulto desconocido que también está presente, la madre deja la sala, quedando al niño
sólo con el desconocido y unos juguetes, durante otros escasos minutos. Luego las
situaciones estresantes van aumentando en cuanto al estrés generado sobre el bebé
(Bronfenbrenner, 1987). Lo que se espera observar son las distintas conductas de apego
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que realiza el niño en las distintas situaciones estresantes respecto a su cuidador
principal y así poder establecer cuáles es el estilo de apego predominante. Permite
apreciar cómo reacciona el niño ante la presencia de un extraño y ante la ausencia de su
cuidador principal, activando mecanismos de vínculo que son los que regularmente usa
en situaciones similares. Además, permite observar cómo responde la madre y qué
herramientas utiliza para tranquilizar al niño y dar sensación de seguridad (Sadurní,
Rostan & Serrat, 2003). Sin embargo, pese a que este tipo de evaluación tuvo éxito
práctico, el procedimiento tiene ciertas deficiencias que restringen su real utilidad
respecto al estudio del desarrollo de las relaciones de apego, como el hecho de que la
expresión de algunos aspectos del vínculo de apego se da en un contexto con un guión
incorporado, aunque teóricamente la relación se debe observar en un ámbito natural,
principalmente, en el hogar. Además, como otra limitante, está el hecho de que el
ambiente de la Situación Extraña ha sido premeditadamente estructurado para poder
examinar cómo funciona la relación madre-hijo como alivio del estrés generado por la
situación y el ambiente nuevos, y la separación pauteada (Cantón & Cortés, 2005).
Finalmente, otro de los instrumentos que evalúa la calidad del vínculo de apego se
encuentra la Escala de Apego durante Stress (ADS). Es una prueba que permite evaluar
a la madre y su hijo, entre los 0 y 18 meses de edad, en su interacción durante momentos
de stress para el bebé. Fue creado en 1978 por Henry Massie y Kay Campbell (CEEIN,
2008), con el objetivo de obtener criterios efectivos, observacionales claros y
conductuales, de la evaluación de la calidad del vínculo entre la madre/cuidador y el
bebé, tanto desde el punto de vista de la madre como del bebé, a través de la observación
de los siguientes aspectos: Contacto Visual (mirada), vocalización, tocando (dos tipos:
(a) búsqueda de contacto piel a piel y (b) evitación del contacto piel a piel), sosteniendo,
afectos compartidos, proximidad o cercanía. Este instrumento tiene la característica de
poseer un uso práctico, de rápida y fácil administración, codificación y corrección
(CEEIN, 2008).
21
Este instrumento contiene seis indicadores (los ya señalados en párrafo anterior) que son
posibles de observar y registrar por cualquier profesional de la salud (atención primaria)
entrenado. La escala tiene dos pautas de observación a completar una para el registro de
las conductas del hijo y otra para las conductas de la madre o bien de su cuidador. Los
puntajes obtenidos luego de su puntuación, permiten la observación de un perfil que
identifica la interacción entre el bebé y su madre como indicadores de una tendencia
hacia un estilo de apego específico (Seguro, Evitante y Ambivalente) (CEEIN, 2008).
2. FACTORES DE RIESGO EN EL ESTABLECIMIENTO DEL VÍNCULO DE
APEGO TEMPRANO
A continuación, se revisarán los principales factores de riesgo para el establecimiento
del vínculo de apego. Estos factores se han dividido en factores clínicos y
sociodemográficos, dada la naturaleza a la que pertenecen y a la influencia que tienen
sobre el desarrollo del vínculo de apego.
Los investigadores del apego, en el último tiempo, se han ido desplazando hacia
modelos multinivel más complejos respecto a los factores de riesgo.
Un modelo acerca del desarrollo de patrones de apego, postula que habría transacciones
bidireccionales entre la personalidad, el cuidador y los contextos de riesgo. Un nivel de
riesgo, por tanto, se asociaría con otros niveles de riesgo. Como un nivel de riesgo
extremo se puede sumar a cualquier otro nivel, la probabilidad de psicopatología se
incrementa (Ciccheti & Cohen, 2006).
En diversos casos la enfermedad psiquiátrica del cuidador principal o la madre repercute
en la forma en que se cuida y se trata al hijo, influyendo inevitablemente, en el vínculo
que se establece entre ambos (Marrone, 2001). Más específicamente, los problemas
psicológicos en las madres (patología mental, alcoholismo, maltrato infantil, entre otros)
22
tienen un claro efecto sobre el desarrollo de apegos inseguros. Sin embargo, pese a que
los problemas en el niño (prematuros, Síndrome de Down, entre otros) generan un efecto
negativo sobre el vínculo que se establece entre madre e hijo, este es menos evidente.
Esto se puede interpretar como que las dificultades o limitaciones de los niños no ponen
en peligro el desarrollo de relaciones seguras de apego, en cambio las de las madres sí,
puesto que el hijo no puede compensar las deficiencias de las madres, aumentando el
riesgo de generar un apego inseguro (Cantón & Cortés, 2005), las madres, supone la
teoría del apego, dispondrían de mayores capacidades para poder adaptarse a las
necesidades del hijo.
2.1 Factores clínicos: Psicopatología Materna y Apego
El vínculo de apego temprano puede verse entorpecido por múltiples factores clínicos,
como los antecedentes en la historia personal de madre o de trastornos psicopatológicos
y de personalidad. Numerosos estudios concluyen que los trastornos mentales o las
conductas inadecuadas de crianza en las madres aumentan las probabilidades de
desarrollo de un vínculo de apego inseguro con su hijo (Cantón & Cortés, 2005).
Estudios epidemiológicos, de acuerdo a Nonacs y Cohen (2005 en Silva & Piccinini,
2009), han identificado el puerperio como el período que tiene el más alto riesgo de
desarrollar trastornos psiquiátricos, especialmente en las mujeres. Según los autores, los
trastornos del ánimo más frecuentes en este período son de tres tipos, dependiendo
principalmente de su intensidad: melancolía de la maternidad, psicosis postparto y
depresión postparto. Schwengber y Piccinini (2004 en Silva & Piccinini, 2009)
definieron a la melancolía de la maternidad como una especie leve, transitoria de
depresión, que experimenta un 80% de las madres poco después de haber dado a luz. La
psicosis posparto se podría definir como un trastorno de mayor gravedad, caracterizado
por sintomatología psicótica. Esta última es menos frecuente, afecta entre uno y cuatro
mujeres por cada mil nacimientos.
23
La depresión postparto se ubicaría, en términos de severidad, entre estos dos extremos,
de acuerdo a lo señalado por Schwengber y Piccinini (2004 en Silva & Piccinini, 2009).
Alrededor del 15% de las madres llega a padecer depresión postparto, la que se define
como un trastorno depresivo no psicótico que tiene lugar alrededor de las 4 semanas de
vida del bebé y pudiendo extenderse hasta el primer año de vida inclusive. Este tipo de
trastorno es diferente a la reacción depresiva puerperal, también llamada “baby blues”,
la cual alcanza entre un 15 y 55% de las madres, las más altas se dan principalmente en
Asia (44%) (Murata y Col., 1998 en Romero-Gutiérrez, Dueñas de la Rosa, Regalado-
Cedillo, Ponce-Ponce de León, 2010), y Europa (Alemania, 52,2%) (Reck y col., 2009
en Romero-Gutiérrez et al., 2010), y se caracteriza por cambios bruscos de humor,
principalmente debido a los cambios hormonales que sufre el cuerpo femenino tras el
parto, estos síntomas no requieren tratamiento específico y basta con una intervención
educativa y apoyo familiar.
Algunos de los síntomas específicos de la depresión postparto incluyen la tristeza y
llanto fácil, la sensación de estar sobrepasada por las demandas del hijo recién nacido,
enojo e irritabilidad, pensamientos obsesivos, sentimientos de soledad y abandono,
rechazo a la maternidad, sentimientos de culpa y desinterés por todo lo que rodea a la
madre, incluyendo a su bebé (Arranz, Aguirre, Ruiz, Gaviño, Cervantes, Carsi, Camacho
& Ochoa, 2008; Chávez, Hernández, Arce, Bolaños, González & Lartigue, 2008).
Dentro de los factores considerados de riesgo para el desarrollo de la depresión postparto
se encuentran los antecedentes de depresión en otras etapas de la vida de la mujer,
problemas psicológicos y desarrollo de otros síntomas psicopatológicos durante el
embarazo, escaso apoyo social, malas relaciones de pareja, estilo de vida estresante y
otros eventos traumáticos (Arranz et al., 2008). Por otro lado, dentro de los factores
considerados de riesgo para el desarrollo de patologías como la depresión postparto se
incluyen la dificultad de concebir hijos en forma natural y el desgaste psicofísico que
24
conllevan los tratamientos de fertilización asistida (Bayo-Borràs et al., 2005;
Chatziandreou et al., 2003; Palacios et al., 2002).
Recientes estudios refieren que la depresión posparto sería responsable de dificultades
en la interacción madre-recién nacido, pudiendo generar en estos últimos trastornos
psicológicos en el corto y largo plazo. Donde una madre con depresión puede disminuir
la sensibilidad necesaria para captar adecuadamente las señales de su hijo y de responder
ante ellas de forma suficientemente buena y rápida. Además, se le hace más difícil
tolerar las exigencias del cuidado de un recién nacido, las que son intensas. Las
deficiencias para regular o tolerar la expresión de afectos negativos o el llanto del bebé
pueden desencadenar un vínculo de estilo inseguro si no se interviene a tiempo; es por
ello que el deterioro de las interacciones entre madres deprimidas y sus bebés puede
tener consecuencias desfavorables en el desarrollo psicológico del niño (MINSAL,
2008). Del mismo modo, diversas experiencias de deprivación materna tienen un
impacto negativo en el posterior funcionamiento del niño, en especial en la regulación
de emociones, en el autocontrol de impulsos y en el enfrentamiento al estrés
(Maldonado, Lecannelier & Lartigue, 2008).
La depresión post parto repercute negativamente en las habilidades cognitivas maternas,
en el desarrollo del lenguaje expresivo de la madre y en su atención con el bebé, factores
relevantes para la sensibilidad materna. En primer lugar, la madre tiene percepciones
negativas de las conductas del niño, y los bebés de tres meses son capaces de detectar el
estado de ánimo de sus madres, modificando sus propias respuestas de acuerdo a ellos,
desarrollando un estilo de apego en particular. Esto se ha vinculado a un retraso en el
desarrollo cognitivo del niño, dificultades sociales y de interacción. Los bebés con
madres deprimidas tienen mayores probabilidades de presentar problemas de conducta a
largo plazo, lo que se asocia a que las madres con depresión post parto tienen mayor
riesgo de manifestar conductas negligentes con sus hijos e, incluso, abuso infantil, lo que
afecta notoriamente el desarrollo de un apego seguro (González, 2006). En estos casos,
es frecuente que el recién nacido sufra algún tipo de abandono o alejamiento y frialdad
25
afectiva (Arranz et al., 2008) lo cual indudablemente repercute en el vínculo de apego
entre madre e hijo.
Este factor clínico es de relevancia en el estudio de las variables de riesgo, ya que se
estima que un tercio de las madres chilenas presentan síntomas ansiosos o depresivos
durante la mitad de su embarazo, mientras que el 10% de ellas, además, presentan
depresión postparto (Jadrecis, Nguyen & Halbreich, 2007).
Algunas manifestaciones de los bebés de madres con depresión postparto son mantener
una expresión facial de tristeza, voltear la cabeza y evitar la mirada de la madre, además
de aumento de la irritabilidad, detectándose mayor frecuencia de apegos de estilo
inseguros en las díadas madre-hijo (Lartigue, Maldonado, González & Sauceda, 2008).
Un estudio chileno reciente ha concluido que la psicopatología de la madre está
íntimamente relacionada con el estilo de apego inseguro en el hijo, donde la
psicopatología materna es un poderoso factor de riesgo para el desarrollo de alteraciones
en el vínculo de apego. En este sentido, la depresión en la madre genera un estilo
vincular con menos respuestas a las señales del bebé, mayor hostilidad y críticas, con
una actitud más pasiva o bien más intrusiva, señales que se correlacionan con el estilo
inseguro de apego (Quezada & Santelices, 2009). Esta misma investigación, reveló que
la psicopatología de la madre como variable tiene una capacidad predictiva del 69,4%
sobre el estilo de apego a desarrollar con su bebé, en especial los síntomas ansiosos y
depresivos, los cuales permiten discriminar entre los estilos seguros e inseguros de
apego (Quezada & Santelices, 2009)
En síntesis, se ha visto que la madre que presenta psicopatología o depresión postparto
presta un cuidado menos sensible a su hijo, haciéndolos más propensos a desarrollar un
estilo de apego inseguro, debido a que esta madre tendría más dificultades para
26
desplegar sus capacidades en beneficio de la relación con su bebé (Espinosa, Beckwit,
Howard, Tyler & Swanson, 2001; Beckwit, Rozga & Sigman, 2007).
Una investigación extranjera realizada con muestras obtenidas de varias ciudades de
Europa y en una ciudad de estados unidos (n=296; 204 mujeres antes del parto y 96 de
las 174 atendidas postparto), evaluó la calidad del vínculo de apego asociándola a la
depresión postparto, encontrándose que el estilo inseguro de apego se correlaciona en
forma positiva con la depresión, no sólo en el periodo postparto sino también depresión
durante el embarazo, de ahí recae la importancia de evaluar estos síntomas cuando se
estudia la calidad del vínculo de apego en díadas madre-hijo (Bifulco et al., 2004). Del
mismo modo, otra investigación realizada en Finlandia (n=59 díadas madre-hijo durante
el embarazo; 4-5 meses post parto y cuando el niño tenía alrededor de 14 meses de
edad), comprobó que los síntomas depresivos pre y postnatales en la madre aumentan el
riesgo de desarrollar un relación problemática entre madre e hijo, por cuanto estas
madres presentan una sensibilidad disminuida para captar las necesidades de sus hijos en
etapas tempranas (Flykt, Kanninen, Sinkkonen & Punamaki, 2010).
Finalmente, de acuerdo a todo lo revisado anteriormente, la detección de la tristeza
materna o “baby blue” en el inicio del puerperio puede ser una muy buena estrategia
para identificar el riesgo de depresión postparto y, así, evitar que estas madres sufran y
teman a sus síntomas en forma silenciosa. El diagnóstico oportuno permitirá ofrecer a la
madre un tratamiento temprano, influyendo positivamente en la relación madre-hijo y
evitará en el niño trastornos emocionales a largo plazo (Romero-Gutiérrez et al., 2010).
2.2 Factores Sociodemográficos y otras variables que afectan la calidad del vínculo
de apego
Factores de la madre:
27
Existen, además de la psicopatología materna y de la depresión postparto, otros factores
de riesgo para el establecimiento de un adecuado vínculo de apego entre la madre y su
hijo, entre ellos se encuentran la dificultad para aceptar el embarazo, la edad extrema de
la madre, las dificultades en la lactancia, dificultad con la pareja y falta de apoyo
emocional, ser madre soltera, separada o viuda, pérdidas y duelos importantes de figuras
en edad temprana, maltrato físico, psicológico o sexual en la infancia de la madre,
presentar estrés laboral, sobrecargas del rol materno en el hogar, aislamiento social y
faltas de redes de apoyo externo, además de pertenecer a un nivel socioeconómico bajo
(MINSAL, 2008).
Un papel esencial en el desarrollo del estilo de apego seguro es la familia, como el
primer referente social de un niño, ya que permitirá la configuración de los esquemas
que influyen en la futura interacción con el mundo. En este sentido, buenas relaciones
familiares permiten una adecuada adaptación en el futuro, las que incluyen el mundo
escolar, relacional y de pareja (Sanchis, 2009).
Dentro de la familia están los cuidadores, principalmente la madre, que aportan sus
propias características a la interacción con el bebé. La relación entre el apego madre -
bebé está inserta en un modelo de desarrollo global, dentro del cual existen variables de
la madre y del contexto más amplio en el cual se desarrolla el bebé (Tarabulsy et al .,
2005 en Quezada & Santelices, 2009).
En este sentido, se ha observado que las experiencias infantiles de apego de la madre o
“modelos operativos internos” (Bowlby, 1980 en Quezada & Santelices, 2009), es decir,
la reconstrucción de las experiencias tempranas de apego, están íntimamente
relacionadas con la sensibilidad (Atkinson et al., 2005; Raval et al., 2001, Tarabulsy et
al, 2005 en Quezada & Santelices, 2009) y las representaciones que tiene la madre sobre
su futuro hijo y sobre sí misma como madre (Huth-Bocks Levendosky, Bogat, & von
Eye, 2004 en Quezada & Santelices, 2009), éstas, además, tienen un significativo
28
ascendiente sobre el estilo de apego del bebé (Atkinson et al. 2005; Huth-Bocks et al.
2004; Raval et al. 2001, Tarabulsy et al. 2005; Ward & Carlson, 1995, en Quezada &
Santelices, 2009).
Los cambios de las variables maternas ya referidas, durante su biografía, están
influenciadas por las propias experiencias de apego de la madre y pueden afectar el
apego del bebé. Esto puede ocurrir debido a variaciones en las representaciones de
apego maternas debido a experiencias de maltrato o abuso, eventos traumáticos o
relaciones de pareja insatisfactorias (Weinfield, Sroufe & Egeland, 2000 en Quezada &
Santelices, 2009), cambios en el contexto social (Buchheim, 2003 en Quezada &
Santelices, 2009), pobreza, bajo nivel socioeconómico, monoparentalidad y violencia
doméstica (Huth-Bocks et al., 2004 en Quezada & Santelices, 2009).
Respecto de los factores económicos, se plantea que las mujeres de nivel
socioeconómico bajo presentan una mayor tasa de prevalencia de depresión postparto,
como resultado de cuadros depresivos preexistente, alcanzando un 57% de esta
población (Araya, Rojas, Fritsch, Gaete, Rojas, Simon & Peters, 2003). El estudio
concluyó que la depresión postparto es más frecuente en mujeres de escasos recursos, ya
que existe un menor acceso a psicólogos y psiquiatras especialistas en el tema, además
de que sus tratamientos presentan una duración menor. Considerando que sólo un cuarto
de las mujeres obtiene un tratamiento psicológico para su depresión, es esperable que
luego del embarazo continúen los síntomas depresivos, afectando de este modo la
relación con su hijo (Araya et al., 2003).
En cuanto a la pobreza, como un concepto más amplio que el nivel económico que
abarca varios factores de riesgo dentro de los cuales se encuentran el estado financiero
de la familia, el cambio de casa continuo, barrios de alto riesgo social, parentalidad
adolescente, o familias con uniparentales y varios eventos negativos durante la vida,
aumenta el riesgo de psicopatología en el cuidador del bebé, más aún, cuando varios de
29
estos factores aparecen en un mismo momento en la vida de ambos, exponiéndolo a
altos niveles de estrés. Cuando, además de esto, se suman la baja escolaridad y la falta
de oportunidades de empleo el estrés se vuelve continuo y crónico, reduciendo la
capacidad, tanto del cuidador como del niño para enfrentar con éxito situaciones futuras.
Los factores de riesgo señalados aumentan la probabilidad de que los niños pasen de
estrategias de apego organizadas a otras menos coherentes. También han desempeñado
un papel importante en cuanto a la forma de clasificar la inestabilidad del apego en
bebés de 12 a 18 meses (Ciccheti & Cohen, 2006).
Un factor de riesgo para la familia y generador de estrés en los padres o cuidadores, lo
que puede reducir notoriamente la disponibilidad y atención sensible y, en algunos
casos, incrementa el riesgo de crianza hostil o abuso, es el número de niños en la familia,
puesto que genera altos niveles de estrés en los padres, en especial cuando algunos de
esos niños tienen problemas de ajuste o adaptación, o algún tipo de patología (Ciccheti
& Cohen, 2006).
Respecto de otros factores de riesgo, existen hallazgos que señalan que el tipo de apego
en madres con bebés prematuros -incluso dentro de la muestra que de los niños con
mayor riesgo médico-, la representación de la madre respecto del bebé está directamente
relacionada con el tipo de apego infantil, y no así el sólo hecho de que los niños
prematuros generan tipos de apego inseguros. Esto, además, otorga un mayor argumento
a la noción de que las variables maternas pueden influir más que las variables del niño
en la conformación de la calidad del apego del bebé hacia su madre, cuando ésta es su
cuidador principal (Cox, Hopkins & Hans, 2000). Este tipo de descubrimiento, además,
es consistente con la teoría del apego (Ainsworth et al., 1978; Sroufe, 1985 en Cox,
Hopkins & Hans, 2000). Otros resultados, sugieren que no sólo el nivel de riesgo
neonatal, sino también las representaciones maternas del bebé pueden contribuir a la
variabilidad en la distribución del apego en muestras de investigación con díadas en que
los bebés son prematuros. La perspectiva parental del apego es una importante
30
contribución al desarrollo del apego en los bebés y, por ello, es fundamental para la
comprensión de la naturaleza del apego en familias con los bebés prematuros (Cox et.
al., 2000).
Un estudio realizado en Chile concluyó que la variable paridad tiene un rol en el
establecimiento del vínculo de apego entre la madre y su hijo, observándose una
predominancia de estilo de apego inseguro en madres primíparas y una predominancia
de apego seguro en las madres multíparas. En este mismo estudio, se señala que los
patrones de apego seguro predominan en los partos de tipo eutócico. (Lecannelier,
Kimelman, González, Núñez, & Hoffmann, 2008). Este mismo estudio, no encontró
correlación significativa entre la edad de la madre y la calidad del vínculo de apego con
sus hijos, pese a que las madres más jóvenes tendían al establecimiento de un vínculo
inseguro. Por otro lado, no se pudo concluir que el estado civil de las madres fuese un
factor decisivo en el vínculo de apego, aunque existen teorías que indican que las madres
que se encuentran en relaciones más satisfactorias emocionalmente suelen presentar
mayor sensibilidad hacia sus hijos, y por ende, un vínculo de apego seguro (Howes &
Markman, 1989 en Lecannelier et al., 2008).
En otro estudio acerca del efecto de algunos factores de riesgo sobre el tipo de apego, se
observó que en cuyas familias en las madre e hijo presentaban una unión afectiva
catalogada de insegura, en cuanto a la estabilidad, habían síntomas elevados, tanto
paternos como maternos, respecto al consumo excesivo de alcohol, depresión maternal
así como conducta antisocial en la madre. Esto, en contraste con aquellas familias en las
que la unión afectiva fue caracterizada como segura, en cuanto a la estabilidad. La
estabilidad en cuanto a patrones de inseguridad entre la madre y el infante fue asociada a
altos niveles de expresiones negativas de afecto materno. En este sentido, se pudo
apreciar que la inseguridad estable entre el padre e hijo se asociaba con bajos niveles de
expresiones positivas de afecto durante las interacciones entre ambos, en ciertos
momentos, y altos niveles de emotividad negativa durante otros momentos. En síntesis,
31
los resultados indican que los niños que se sentían inseguros en ambos casos (con ambos
padres) presentaban, en su mayoría, características de riesgo familiar (alcoholismo,
depresión materna, conducta antisocial de la madre) (Edwards, Eiden & Leonard, 2004).
Una amplia gama de bibliografía sugiere que la exposición a relaciones violentas puede
tener un impacto negativo en el desarrollo de los niños, generando, a largo plazo, altos
índices de problemas conductuales a medida que crecen (Ciccheti & Cohen, 2006).
Factores del niño:
Existen algunas variables que se atribuyen al hijo y que pueden afectar la calidad del
vínculo de apego con su madre, en este sentido se plantean factores tales como el
temperamento, nacer prematuramente, discapacidades físicas y mentales del niño,
enfermedades neurológicas como parálisis y otros trastornos como labios partidos y
ausencia de paleta bucal, también pueden afectar el vínculo de apego a establecer con su
madre (Enríquez et al., 2008; Clements & Barnett, 2002).
El hecho de que el niño tenga el diagnóstico de alguna enfermedad grave o deficiencia
importante, en forma temprana, puede influir en las conductas de crianza de los padres,
pudiendo implicar un riesgo y la posibilidad de generar un apego inseguro. Sin embargo,
se ha visto que los padres que reciben ayuda especializada y son capaces de resolver esta
crisis, pueden llegar a desarrollar un apego de estilo seguro con sus hijos (Cantón &
Cortés, 2005).
Del mismo modo se observó que las madres con niños prematuros que tienen
hemorragia intracraneal (HIC), como factor de riesgo en el establecimiento del tipo de
apego, tiende a predecir un apego de tipo desorganizado, el que puede deberse a que esta
patología (HIC) genera algún tipo de daño neurológico, por lo que el establecimiento de
un apego desorganizado estaría hablando tanto de deficiencias neurológicas en el bebé,
32
como de un trastorno en la relación madre-bebé (Pipp-Siegel, Siegel & Dean, 1999 en
Cox et. al., 2000).
III. HIPÓTESIS
Las hipótesis que rigen el estudio son:
1. Los factores clínicos, psicopatología materna y depresión postparto constituyen
factores de riesgo para el establecimiento de un vínculo de apego inseguro.
2. Los factores sociodemográficos, problemas en el embarazo, tener dos o más hijos,
parto distócico, prematurez del bebé, escolaridad de la madre y que ésta no tenga pareja
constituyen factores de riesgo para el establecimiento de un vínculo de apego inseguro.
33
IV. METODOLOGÍA
La presente investigación es un estudio correlacional y descriptivo, de tipo transversal,
cuya metodología es cuantitativa (Hernández, Fernández & Baptista, 2002).
Participantes:
La población serán díadas de madres-hijos, con bebés entre los 0 y los 5 meses de edad.
La muestra está conformada por 130 díadas atendidas en consultorios de atención
primaria de los servicios de salud de la ciudad de Santiago, pertenecientes a nivel
socioeconómico bajo y medio bajo, de la comuna de Peñalolén. Los criterios de
exclusión serán los bebés con patología física u orgánica que impidan la realización de
la ADS, además de madres con patología psiquiátrica grave diagnosticada previamente.
Instrumentos de medición:
SCL-90-R: cuestionario autoadministrado, evalúa el malestar psicológico actual que
manifiesta una persona de acuerdo a 90 síntomas de diferentes niveles de gravedad
(Somatización, Obsesiones, Sensitividad interpersonal, Depresión -excluida la depresión
post parto-, Ansiedad, Hostilidad, Ansiedad fóbica, Psicoticismo e Ideación Paranoide).
Se debe responder en qué medida han perturbado estos problemas durante la semana
inmediatamente anterior, con 5 alternativas de respuesta (nada, muy poco, poco, bastante
y mucho), se corrige con un valor entre 0 y 4 puntos. La psicopatología que arroja el
cuestionario se analiza en tres niveles de complejidad; primero, está el nivel global que
se subdivide en tres índices generales. El Índice de Gravedad Global (GSI) indica el
nivel de gravedad de los síntomas de una persona. El Índice de Malestar Positivo (PSDI)
caracteriza la intensidad de los síntomas percibidos por la persona. Finalmente, el Total
de Síntomas Positivos (PST), corresponde al número total de síntomas de la persona
independiente de su gravedad. El segundo nivel, es el análisis dimensional, el cual arroja
un perfil que contiene las nueve dimensiones de síntomas ya mencionados. El tercer
nivel es el sintomático, el que permite analizar la respuesta de uno o varios síntomas de
34
acuerdo con el propósito de la aplicación o de alguna teoría específica. Una puntuación
T igual o superior a 65 se considera indicativa de una persona en riesgo y una
puntuación igual o superior a 80 indica la presencia de patología severa (Derogatis y
Savitz, 2000). Presenta una confiabilidad de .96 en el Índice de Gravedad Global (GSI),
de .94 en el Total de Síntomas Positivos (PST) y de .94 en el Índice de Malestar Positivo
(PSDI) (Gempp y Avendaño, 2008).
Escala de Edinburgo:
Detecta la depresión postparto y está compuesta por 10 ítems con 4 alternativas de
respuestas, de acuerdo a lo experimentado en la semana inmediatamente anterior,
puntuándose entre 0 y 3. La confiabilidad refiere una alta consistencia interna, con un
coeficiente alfa igual a .844; el punto de corte utilizado será entre 10 y 11, con una
sensibilidad de 78.57%, una especificidad del 85.57%, un valor predictivo positivo de
61.11%, un valor predictivo negativo de 93.26%, y una eficiencia global de 84.00%
(Alvarado et al., 1992).
ADS:
Escala de Apego Durante Stress, método de observación del vínculo de apego entre del
cuidador (la madre) y un niño hasta los 18 meses, a través de 6 indicadores: Mirada,
Vocalización, Tocando, Sosteniendo, Afecto y Proximidad o Cercanía, lo que arroja un
perfil equivalente a un estilo de apego determinado (seguro, evitante, ambivalente)
(MINSAL, 2008). Los evaluadores serán capacitados en una jornada de 16 horas
obteniendo una certificación en la aplicación, puntuación, corrección y análisis de la
escala, asegurando la concordancia de sus puntuaciones con jueces expertos. Tiene
validez de contenidos.
Procedimiento:
Los datos muestrales fueron obtenidos de la investigación de Ceruti, Pérez de Arce &
Smits (2010). A las 130 díadas participantes se les solicitó su consentimiento para la
35
aplicación de los cuestionarios y la grabación de videos. A las madres se les aplicó el
cuestionario SCL-90 para medir psicopatología general, posteriormente la Escala de
Edinburgo para evaluar depresión post parto y finalmente se filmaron a las díadas
madre-hijo, de acuerdo a la ADS, para la evaluación del vínculo de apego.
La recolección del material se hizo a través de la corrección del Inventario y de la Escala
de Edinburgo y la observación de las díadas de acuerdo a los parámetros de la ADS,
siendo analizadas de acuerdo a la corrección de sus respectivos manuales.
Variables del estudio:
Variables independientes:
1. Factores de riesgo:
Definición conceptual: cualquier elemento o condición que aumenta la probabilidad de
aparición de un trastorno o patología. (Myers, 2006)
Definición Operacional: cualquier factor que implique el aumento de la probabilidad de
desarrollar de un estilo de apego madre-hijo inseguro.
1.1 Factores clínicos:
Definición conceptual: manifestaciones clínicas que estarían dadas por la relación entre
los signos y síntomas que se presentan en una determinada enfermedad, específicamente,
en el enfermo (Wikipedia, 2010).
Definición Operacional: signos y síntomas que indiquen psicopatología y/o depresión
post parto en la madre. Estos antecedentes serán obtenidos por la corrección de los
cuestionarios de SCL -90 y la Escala de Edimburgo.
1.1.1 Psicopatología:
Definición conceptual: Anormalidades psíquicas que constituyen síntomas de
enfermedad mental (Riquelme y Quijada, 2007)
36
Definición operacional: Resultado de la suma de los ítems respondidos del SCL-90, que
luego es dividida por el número total de ítems respondidos, arrojando indicadores de
psicopatología de la madre en los 9 ítems que evalúa el instrumento. Se convierten esas
puntuaciones en puntuaciones T y se considera indicativa de psicopatología la
puntuación T igual o superior a 70 (Gempp y Avendaño, 2008).
1.1.2 Depresión Post Parto:
Definición conceptual: Trastorno depresivo, similar a episodios depresivos observados
en otras etapas de la vida sin síntomas psicóticos, manifestada durante el primer año de
post parto, caracterizado por humor deprimido y anhedonia MINSAL, 2008).
Definición Operacional: Se clasificará con diagnóstico de depresión post parto, cuando
el puntaje total de escala de Edimburgo sea mayor o igual a 11 puntos, y/o cualquier
puntaje distinto de 0, en la pregunta nº 10 (MINSAL, 2008).
1.2 Factores sociodemográficos:
Definición conceptual: Elementos pertenecientes o relativos a la sociedad que sirven
para el estudio estadístico de las poblaciones humanas (RAE, 2010)
Definición Operacional: Elementos como número de hijos, escolaridad de los padres,
profesión de los padres, estado civil de la madre, situación económica, obtenidos a
través de la ficha completada por las madres participantes del estudio.
1.2.1 Parto:
Definición conceptual: Se define como el periodo de salida del infante del útero materno
(Wikipedia, 2010).
Definición Operacional: Hay dos tipos de parto: Eutócicos (parto normal, de tipo vaginal
y sin alteraciones); y los Distócicos (partos con problemas).
1.2.2 Paridad:
Definición conceptual: número de embarazos con un alumbramiento o nacimiento de un
infante de peso mayor a 500 g. (Wikipedia, 2010).
37
Definición operacional: Primíparas (aquellas que tienen sólo un hijo); multíparas
(aquellas que tienen más de un hijo).
1.2.3 Número de hijos:
Definición conceptual: Cantidad de hijos al cuidado de la madre.
Definición operacional: Hijo único o bien más de un hijo.
1.2.4 Tiempo de gestación del bebé
Definición conceptual: Tiempo que dura el embarazo (WordReference.com, 2005).
Definición operacional: Prematuro (antes de los 8-9 meses de gestación) o De término
(después de los 8 meses hasta los 9 meses de gestación).
1.2.5 Estado civil de la madre:
Definición conceptual: Lo que regula la ley chilena.
Definición operacional: Aquella madre que convive con su pareja, o soltera.
1.2.6 Escolaridad de la madre:
Definición conceptual: Conjunto de cursos que un estudiante sigue en un
establecimiento docente. Tiempo que duran estos cursos (RAE, 2001).
Definición operacional: Con enseñanza básica o bien con enseñanza media y estudios
superiores.
1.2.7 Edad de la madre:
Definición conceptual: Tiempo que ha vivido una persona desde su nacimiento (RAE,
2001).
Definición operacional: edades extremas de la madre, entre los 16 y 20 años y más de 35
años. O bien edad intermedia, entre los 21 y los 34 años.
Variable Dependiente:
38
1. Apego:
Definición conceptual: Formas de conducta del bebé cuyo objetivo es el logro o
conservación de la proximidad con el cuidador principal, lo que se hace más evidente en
situaciones de estrés (Bowlby, 1989).
Definición operacional: Perfil trazado en las puntuaciones de la Escala Massie Campbell
(ADS).
1.1. Apego seguro:
Definición conceptual: estilo de relación donde la madre suele responder en un tono
afectivo adecuado (calmado, positivo y alegre) con contacto físico y visual y
vocalizaciones frecuentes y positivas hacia el bebé (más detalles, revisar p. 12).
Definición operacional: Cuando los puntajes en los siete indicadores (Mirada,
Vocalización, a. Tocando, b. Tocando, Sosteniendo, Afecto y Proximidad o cercanía, de
acuerdo a las conductas observadas en el infante y la madre durante la aplicación de la
ADS), la mayoría de las respuestas se ubiquen entre 3 ó 4.
1.2. Apego Inseguro:
Definición conceptual: Estilo de relación donde la madre tiende al tono afectivo
inadecuado, con cierta indiferencia y frialdad (apatía, angustia y/o miedo), evitando el
contacto con el niño o bien el estilo de relación donde la madre mantiene un tono
afectivo inadecuado, con sobre-estimulación del bebé (angustiada, tensa e intrusiva),
tiende a estar “encima”, vocalizando, mirando y tocándolo constantemente
Definición operacional: Cuando los puntajes en los siete indicadores (Mirada,
Vocalización, a. Tocando, b. Tocando, Sosteniendo, Afecto y Proximidad o cercanía, de
acuerdo a las conductas observadas en el infante y la madre durante la aplicación de la
ADS), la mayoría de las respuestas se ubiquen entre 1 ó 2 o bien cuando el puntaje en
los siete indicadores (Mirada, Vocalización, a. Tocando, b. Tocando, Sosteniendo,
Afecto y Proximidad o cercanía, de acuerdo a las conductas observadas en el infante y la
madre durante la aplicación de la ADS), la mayoría de las respuestas se ubiquen en 5.
39
Planificación temporal:
La presente investigación se comenzó a formular en el mes de junio y julio del presente
año, a través de la revisión bibliográfica hasta completar el material escrito. La
realización práctica de la presente tesis estuvo basada en la investigación chilena que
abordó la relación entre los indicadores de apego y psicopatología materna en díadas de
servicios de salud de atención primaria en la comuna de Peñalolén (Ceruti et al., 2010),
utilizándose los datos muestrales para el posterior análisis de los resultados que arrojen
los factores de riesgo en el establecimiento de los vínculos de apego, todo esto se realizó
durante el mes de agosto y la primera quincena de septiembre. La formulación de los
resultados y la redacción de las conclusiones finalizaron en el mes de octubre, junto con
la formulación final de la investigación, haciéndose entrega del documento final en
octubre de 2010.
Plan de análisis:
Se trabajará en programa SPSS versión 17.0. Para la descripción general de las variables
originales se obtendrán porcentajes, promedios y desviaciones estándar, a través de
tablas y/o gráficos. En cuanto a las variables recodificada por análisis, se describirán los
O.R. (Odds Ratio). Finalmente, se aplicará el modelo de Regresión Logística
Multivariado que permitirá identificar los factores de riesgo. Se trabajará con un error
máximo de un 5%.
Aspectos éticos:
Las díadas madre-hijo que participaron en la investigación en la que se basa la presente
tesis dieron su consentimiento por escrito para responder los cuestionarios y ser filmadas
en video. Como se les informó, los datos que se usaron sólo fueron tomados con fines de
exclusivos de investigación, no conociéndose las identidades específicas de las madres o
sus hijos. Esto es uno de los aspectos éticos muy importantes a considerar para la
realización del estudio.
40
Por otro lado, se obtuvo el consentimiento verbal de uno de los profesores guía de los
autores de la investigación que utiliza este estudio, para la utilización de los datos
cuantitativos de la muestra derivados de la investigación chilena ya mencionada.
V. RESULTADOS
41
VI. CONCLUSIONES
42
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VIII. ANEXOS
Carta Gantt:
Tesis Muraro Rivas 2010
Actividades Junio Julio Agosto Septiembre Octubre
1 - 15 16 - 30 1 - 15 16 - 31 1 - 15 16 - 31 1 - 15 16 - 30 1 - 15 16 - 30
Formulación X X X X
Investigación
Análisis de resultados X X X
Formulación resultados X X
y conclusiones
Formulación final X X
de la investigación
Entrega final X X
del Informe escrito
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PAUTA DE IDENTIFICACIÓN PARTICIPANTES DE LA MUESTRA:
1. Datos sociodemográficos:
De la madre:
Nombre:
Edad:
Estado Civil:
Número de hijos:
Escolaridad:
Profesión:
Del padre:
Nombre:
Edad:
Estado Civil:
Número de hijos:
Escolaridad:
Profesión:
2. Datos sociodemográficos del hijo:
Nombre:
Edad:
Sexo:
¿Es el primer hijo?:
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3. Embarazo y parto:
Tuvo problemas en el embarazo: SI NO ¿Cuáles?
Tipo de parto: Normal – Cesárea
Edad de gestación al nacer: Prematuro – Tardío – De término
Dificultades en el parto: SI NO ¿Cuáles?
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INSTRUMENTOS:
SCL- 90-R (L. R. Derogatis)
A continuación te presentamos una lista de problemas que la gente puede tener. Lee cada
uno de ellos y marca una cruz en la casilla correspondiente, indicando en qué medida ese
problema te ha preocupado o molestado durante la última semana (7días). Tienes cinco
(5) posibilidades de respuesta: NADA – MUY POCO – POCO - BASTANTE –
MUCHO. No hay respuestas buenas ni malas. Lo que importa es que respondas según
como tú te has sentido. NO DEJES FRASES SIN RESPONDER.
Durante la última semana (7 días) me han molestado o preocupado:
Nada Muy Poco Poco Bastante Mucho
1. Dolores de cabeza.
2. Nerviosismo.
3. Pensamientos desagradables que
no se iban de mi cabeza.
4. Sensación de mareo o desmayo.
5. Falta de placer o de interés
sexual.
6. Criticar demasiado a los demás.
7. Sentir que alguien puede
controlar mis pensamientos.
8. Sentir que los demás tienen la
culpa de mis problemas.
9. Tener dificultad para recordar
cosas.
10. Estar preocupado/a por mi falta
de ganas para hacer algo.
11. Enojarme o malhumorarme
fácilmente.
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12. Dolores en el corazón o en el
pecho.
13. Miedo a los espacios abiertos o
a las calles.
14. Sentirme bajoneado, con muy
poca energía.
15. Pensar en quitarme la vida.
16. Escuchar voces que otras
personas no oyen.
17. Temblores en mi cuerpo.
18. Sentir que la mayoría de la
gente no es confiable.
19. Sentir pocas ganas de comer;
tener mal apetito.
20. Llorar por cualquier cosa.
21. Sentir incomodidad o vergüenza
frente a personas del otro sexo.
22. Sentirme atrapado/a o
encerrado/a.
23. Asustarme de repente sin razón
alguna.
24. Explotar y no poder
controlarme.
25. Tener miedo a salir solo/a de mi
casa.
26. Sentirme culpable por todo lo
que pasa.
27. Dolores en la espalda.
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28. No poder terminar las cosas que
empecé a hacer.
29. Sentirme solo/a.
30. Sentirme triste.
31. Preocuparme demasiado por
todo lo que pasa.
32. No tener interés por nada.
33. Tener miedo.
34. Sentirme herido fácilmente.
35. Creer que la gente sabe qué
estoy pensando.
36. Sentir que los demás no me
comprenden.
37. Sentir que no le caigo bien a la
gente, que no les gusto.
38. Tener que hacer las cosas muy
despacio para estar seguro/a de que
están bien hechas.
39. Aceleramiento del corazón o
latidos muy fuertes.
40. Náuseas o dolor de estómago.
41. Sentirme inferior a los demás.
42. Calambres en manos, brazos o
piernas.
43. Sentir que me vigilan o que
hablan de mí.
44. Problemas para quedarme
dormido/a.
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45. Tener que revisar varias veces
lo que hago.
46. Dificultad para tomar
decisiones.
47. Sentir miedo de viajar en micro,
bus o tren.
48. Dificultad para respirar bien.
49. Escalofríos.
50. Tener que evitar ciertas cosas,
lugares o actividades porque me
dan miedo.
51. Sentir que mi mente queda en
blanco.
52. Hormigueos en alguna parte del
cuerpo.
53. Sentir un nudo en la garganta.
54. Perder la esperanza en el futuro.
55. Dificultad para concentrarme en
lo que estoy haciendo.
56. Sentir debilidad en partes de mi
cuerpo.
57. Sentirme muy nervioso/a,
agitado/a.
58. Sentir mis brazos y piernas muy
pesados.
59. Pensar que estoy por morir.
60. Comer demasiado.
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61. Sentirme incómodo/a cuando
me miran o hablan de mí.
62. Tener ideas, pensamientos que
no son míos.
63. Necesitar golpear o lastimar a
alguien.
64. Despertarme demasiado
temprano por la mañana, sin tener
necesidad.
65. Tener que repetir varias veces
las cosas que hago: por ej, lavarme,
revisar, contar, etc.
66. Dormir con problemas o tener
un sueño poco reparador.
67. Sentir la necesidad de romper o
destrozar cosas.
68. Tener ideas, pensamientos que
los demás no entienden.
69. Estar muy pendiente de lo que
los demás puedan pensar de mí.
70. Sentirme incómodo/a en lugares
donde hay mucha gente.
71. Sentir que todo lo que hago me
cuesta mucho esfuerzo.
72. Tener ataques de mucho miedo
o de pánico.
73. Sentirme mal si estoy comiendo
o bebiendo en público.
74. Meterme muy frecuentemente
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en discusiones
75. Ponerme nervioso/a cuando
estoy solo/a.
76. Sentir que los demás no me
valoran como merezco.
77. Sentirme solo/a aún estando con
gente.
78. Estar inquieto/a; dificultad para
estar sentado/a sin moverme.
79. Sentir que soy una persona
inútil.
80. Sentir que algo malo me va a
pasar.
81. Gritar o tirar cosas.
82. Miedo a desmayarme en medio
de la gente.
83. Sentir que los demás se
aprovecharán de mí si no tengo
cuidado.
84. Tener pensamientos o ideas
sexuales que me molestan.
85. Sentir que merezco recibir un
castigo por mis pecados.
86. Tener imágenes y pensamientos
que me dan miedo.
87. Sentir que algo anda mal en mi
cuerpo.
88. Sentirme alejado/a de las demás
personas.
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89. Sentirme culpable.
90. Pensar que en mi cabeza hay
algo que no funciona bien.
Sexo: ( ) Masculino ( ) Femenino Edad: ________ años
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ESCALA DE EDINBURGO
Se debe responder de acuerdo a lo sucedido en los últimos 7 días.
1.- He podido reír y ver el lado divertido de las cosas:
(0) puedo tanto como siempre
(1) no tanto ahora
(2) casi nunca
(3) en ningún momento
2.- He visto con placer el porvenir:
(0) Tanto como siempre lo he hecho
(1) Algo menos que lo habitual
(2) Definitivamente menos que lo habitual
(3) Ya no veo con placer el porvenir
3.- Me he culpado innecesariamente cuando las cosas han salido mal:
(3) si, la mayor parte del tiempo
(2) si, algunas veces
(1).no, casi nunca
(0) no, nunca
4.- He estado ansiosa o preocupada, sin tener razones claras para ello.
(0) no, nunca
(1) muy rara vez
(2) si, algunas veces
(3) si, frecuentemente
5.- He sentido miedo o he estado asustadiza sin razones claras para ello:
(3) si, muy frecuentemente
(2) si, algunas veces
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(1) no, no mucho
(0) no, nunca
6.- Los acontecimientos me han superado:
(3) si, la mayor parte del tiempo no he sido capaz de salir adelante
(2) si, a veces no he podido salir adelante como lo hago habitualmente
(1) no, la mayor parte del tiempo salgo adelante bien
(0) no, he salido adelante tan bien como siempre
7.- He sido tan infeliz que he tenido dificultades para dormir:
(3) si, la mayor parte del tiempo
(2) si, a veces
(1) no, sólo a veces
(0) no, nuca
8.- Me he sentido triste y miserable:
(3) si, casi todo el tiempo
(2) si, frecuentemente
(1) no, sólo a veces
(0) no, nunca
9.- Me he sentido tan infeliz que he llorado:
(3) si, la mayor parte del tiempo
(2) si, realmente me pasa a menudo
(1) sólo ocasionalmente
(0) no, nunca
10.- He tenido la idea de dañarme a mí misma:
(3) si, tengo esas ideas a menudo
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(2) las tengo a veces
(1) las he tenido muy rara vez
(0) no, nunca
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ESCALA MASSIE-CAMPBELL DE OBSERVACIÓN DE INDICADORES DE
APEGO MADRE-BEBÉ EN SITUACIONES DE STRESS (Escala de Apego
Durante Stress ADS)
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