Mi mente se ha llenado de recuerdos.
Recuerdos de mi vida como Pediatra. El
año 1957 me inicié en la práctica de esta
bella especialidad. Fue en el Hospital León
Becerra. Recuerdo una mañana de
invierno que conocí a mi primer Maestro, el
Dr. Edgar Álvarez Chávez en la sala San
José. El pasaba visita en la cama 8 y me
lanzó la pregunta: Fisiopatología de la
bilirrubina, la misma que no se hizo
esperar y luego me dijo: sígame, y lo seguí
hasta su muerte en diciembre 15 de 1965.
Recuerdo con nostalgia cuando los
Maestros de la Pediatría: Dr. Manuel
Ignacio Gómez Lince, Dr. Jorge Amador
Icaza, Dr. Isidoro Martínez Mckliff y Dr.
Edgar Alvarez Chávez eran recibidos en la
mañana mediante el sonido de las
campanas. Esto demostraba
fehacientemente el respeto y la veneración
del ingreso de los Maestros al templo de
la ciencia.
Fue un camino difícil surcado por las
sartenejas de la pobreza con el único
pensamiento de llegar lejos sin atropellar a
nadie, con la frente en alto y con la
perseverancia del estudio y el deseo
inmenso de llegar a la cima.
En mis inicios tenía en mente ser Patólogo
Pediatra, realicé muchas autopsias tanto
en el Hospital León Becerra como en la
Maternidad Sotomayor para descartar y
descubrir diagnósticos enigmáticos.
Posteriormente en nuestro Hospital
incursioné en la Cardiología Neonatal y en
otras subespecialidades.
Todo fue autoeducación, mi Especialidad
la hice aquí en nuestra ciudad
especialmente en éste, nuestro Hospital de
la Junta de Beneficencia y al final de este
camino difícil traté de llegar a ser un
aprendiz de la Genética y la ecosonografía
Prenatal.
La vida del médico se traduce en bellas
anécdotas. ¡Qué médico no ha tenido
anécdotas en su vida!
Hace pocos días tuve la satisfacción de
saber que exactamente hace 55 años,
cuando ella tenía 2 años de vida y estaba
en trance de muerte, como ella mismo dice
que su mamá solo esperaba que le
entreguen el cadáver. Antes ocurría,
quizás ahora muy raramente, una criatura
cuando estaba en malas condiciones,
llamaban al Interno o al Residente para
que bautice al paciente y sea el padrino.
Esta bella historia ocurrió con una doctora,
muy guapa que trabaja aquí en nuestro
Hospital y que seguramente me está
escuchando. Ella es Gineco Obstetra y yo
el padrino que la resucitó
Otra anécdota, también muy interesante,
es la de una niña recién nacida que inició
su problema cardiaco severo con síntomas
gastro intestinales, es decir, signos extra
cardiacos. A esta niña, que la ví con mi
Profesor de Cardiología el Dr. José
Manrique Izquieta se le diagnosticó
Taquicardia Auricular Paroxismal
secundaria a Cardiopatía Congénita
estructural: Anomalía de Ebstein
diagnostico, hace 46 años, confirmado en
los Estados Unidos de Norte América por
el Dr. Alexander Nadas quien tuvo la
gentileza de enviarme una carta felicitando
por tal diagnóstico.
A esta niña la resucité como cuando
Jesucristo resucitó a Lázaro. Ella vive
actualmente y tiene 2 hijos.
Gracias a los niños que con sus llantos y
gemidos me ayudaron a aprender esta
bella Especialidad. Gracias a ellos que
fueron los artífices para que nuestra mente
descubra lo más recóndito de sus
dolencias y los más difíciles diagnósticos.
Gracias a todos, muy especialmente a los
directivos de la Junta de Beneficencia ya
que en sus dos Hospitales Alejandro Mann
y Enrique Sotomayor, pude realizar,
mediante autoeducación, el aprendizaje de
la Pediatría.
Gracias a mi familia por su
comprensión y ayuda.
Gracias a ustedes, autoridades de este
Hospital que me han acompañado el día
de hoy a recibir inmerecidamente su
bondadosa amistad.
Creo a ver sido un fiel discípulo de mi
querido y recordado Maestro, mi segundo
Padre, el Dr. Manuel Ignacio Gómez Lince
que en paz descanse.
A ÉL todo honor, toda gloria.
Gracias.
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