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Lunes, 16 de febrero de 2009 Asturias LA NUEVA ESPAÑA|17

Oviedo, Marcos PALICIOLa crisis no se atreve con Carlos.

Si un antídoto para protegerse deella es vender algo que nadie máspuede ofrecer, él ha dado con la te-cla. Ha dado el golpe, porque Car-los García, ovetense de 33 años, esun artesano del golf. Fabrica palosa medida haciendo uso de una cer-tificación expedida en Estados Uni-dos que sólo habilita para ejercer ados españoles, a él y al mallorquínÁngel Martínez. Son ellos los dosúnicos profesionales del palo per-sonalizado en España y ambos aca-ban de entrar además en el rankingque ordena a los cien mejores«clubmakers» del mundo. Su pro-fesión se llama así, en inglés sin tra-ducción literal, porque apenas tienearraigo lejos del entorno anglosajóny no se aprende ni se certifica fuerade Inglaterra, Canadá o EstadosUnidos.

Carlos García se formó durantecuatro meses en la Escuela Mitchellde Orlando (Florida) para poder vi-vir en Oviedo de lo que vive hoy,del montaje y reparación de palos«con nombre y apellidos». Confie-sa que tiene muy pocos clientes enAsturias, pero que funciona el «bo-ca a boca» con golfistas de toda Es-paña que le han asentado en un ofi-cio que empezó a aprender hace só-lo cuatro años.

Los títulos que cuelgan de lasparedes de su taller ovetense acre-ditan que allí se puede elaborar unproducto exclusivo a partir de ma-teriales hechos por empresas quefabrican componentes, no paloscompletos, y sólo sirven a «club-makers» profesionales. Carlos Gar-cía elige y ensambla las tres partesdel palo, varilla, cabeza y empuña-dura, después de analizar el juegode su cliente con el apoyo de un so-fisticado y caro sistema tecnológi-co. Así llega a saber qué palo valepara qué persona, qué tipo de ins-trumento para qué nivel de juego yhechura física de qué golfista. Ensu trabajo, define una parte paraque se le entienda, «analizo elswing o la repercusión de la varillasobre el jugador y así determinocuál es la más adecuada» en fun-ción de «siete parámetros» que ca-si hacen frontera con la física: «Al-tura, tensión, punto de flexión, du-reza...».

Trabaja sobre todo para jugado-res amateurs, con distintos nivelesde pasión por un deporte cada vezmás practicado en España. Su pro-ducto puede ser «caro», aclara, «pe-ro no inaccesible, tengo palos desde300 hasta 6.000 euros». Más que delprecio, la dificultad fundamentalviene de cierto desconocimiento enla clientela. Carlos García se muevedentro de un «concepto tan desco-nocido aquí incluso para la gente delgolf que se te cierran muchas puer-tas. En EE UU puedes llamar prác-ticamente a cualquiera, en Españano tienes adónde. Allí, la figura delclubmaker está a la orden del día»,afirma. Los hay en todos los clubes,«es habitual que los palos se renue-ven dos veces por temporada, en in-vierno y en verano... Es un concep-to totalmente diferente», lamenta.

Carlos García ha llegado al reco-nocimiento internacional diez añosdespués de sus primeros contactoscon el golf jugando en el club de LaFresneda y cuatro después de des-cubrir qué es ser «clubmaker»,«clubfitter» y «clubrepair» –algoasí como fabricante, evaluador y re-parador–. Para ser profesional,aparte de cuatro meses de forma-ción en Estados Unidos, tuvo queacertar el ochenta por ciento de las380 preguntas de un examen teóri-co y hacer bien cinco palos, «dosmaderas, un hierro y un putt».

El título le dio el certificado pa-ra trabajar con materiales exclusi-vos. Después, en este 2009, su tra-bajo le ha metido en a la lista de loscien mejores del mundo que laIPAC, la asociación internacional,renueva cada año. Este examen,más práctico, fue diferente: «No sevaloran tanto los conocimientos co-mo la forma de trabajar, cuántossets de palos haces a la semana, eltiempo que dedicas a cada uno, eltipo de servicio que das...». Los su-yos aprobaron de largo.

Un buen palo a la crisisEl ovetense Carlos García entra en lalista de los cien mejores fabricantes

del mundo de equipos de golf a medida

JESÚS FARPÓN

Carlos García, en su taller de Oviedo, con el título que le acredita como unode los cien mejores «clubmakers» del mundo.

Oviedo, M. P.«Este año ha sido muy bueno pa-

ra mí». De espaldas a la crisis, Car-los García Díaz agradece los «pel-daños» que ha subido en su profe-sión con su acceso a la lista de loscien mejores fabricantes de palos degolf personalizados del mundo. Eléxito le ha servido para contactarcon mucha gente, un logro de nota-ble trascendencia en un negocio co-mo el suyo, tan especializado comopoco visto fuera del entorno anglo-sajón. Para hacerse visible en Espa-ña, el «clubmaker» ovetense no ha-ce demasiada publicidad, para lapromoción prefiere comprobar que«el boca a boca funciona», porquedice tener compradores en toda Es-paña. «El cliente es mi mejor cartelde publicidad», sentencia. Y parajustificarse como necesario frente alas marcas convencionales y losequipos de grandes almacenes seacoge a la convicción de que los pa-los fabricados en serie no hacen elmismo servicio que los suyos. Paraél, «el noventa por ciento de los ju-gadores amateurs trabaja con unmaterial poco adecuado para suswing».

En su búsqueda del palo perfec-to, Carlos García ha encontrado almenos la certeza de que el secretoestá en la varilla. «La gente siemprepiensa que la clave es la cabeza»,afirma, «pero podríamos decir quela varilla tiene un ochenta por cien-to del éxito. Siguiendo con los por-centajes, un diecinueve le corres-pondería a la cabeza y un uno a laempuñadura. La barra es el motordel palo, de ella se saca fundamen-talmente el rendimiento».

«El secreto estáen la varilla»,

desvela elespecialistaasturiano

Sólo él y otroespañol tienen títulopara ejercer un oficiopoco arraigado fuerade Estados Unidos