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Robin O Bfian
Un mercado indgena de artesanas
en los Altos de Chiapas: persistencia y cambio
en las vidas de las vendedoras mayas
El presente trabajo es una breve etnografa del mercado indgena de
artesana que rodea las iglesias de Santo Domingo y La Caridad, ubicadas
en el sector norte de la ciudad de San Cristbal de Las Casas, en el estado
de Chiap as, Mxico. Se sugiere que, al mantener su posicin tradicional
de tejedora, la mujer maya conserva lazos con papeles que se consideran
culturalmente apropiados. Al mismo tiempo, las mujeres pueden adaptarse
a
rpidos cambios econmicos mediante la produccin y venta de artesam'as.
Despus d e un a breve descripciri de la ciudad, se ha r una descripcin
etnogrfica del mercado de artesanas, primero como ocus de la act ividad
com erc id de las mujeres y luego como sistema econmico. Finalmente, se
anal izar l a m anera en que l a produccin de ar tesanias para el mercado
turst ico representa ta nt o la persistencia como el cambio en las funciones de
las mujeres mayas.
L a ciudad. La ciudad de San Cristbal de Las Casas se encu entra en los
Altos de Ch iapas, Mxico. Du rante mucho tiempo , San Cristbal ha tenido
una imp ortancia central en l a regin, y recientemente h a ganado popularidad
como cen tro turst ico, especialmente para los viajeros europeos atrados por l a
arq uite ctur a espaola, el clima templado y las numerosas com unidades may as
de los alrededores d e la ciudad . Los residentes de estas com unidades conservan
indicadores externos de su etnicidad y su pertenencia a la comunidad, tales
como su vestimenta, su lengua y sus activida des de subsistencia. a pob lacin
indgena s i rve as imismo como fuente importante de mano de obra para la
ciudad, y m uchos indgenas realizan este t ip o de trab ajo en ella.
De nacionalidad estadounidense, Robin O Brian es candidata al doctorado en antropo-
loga sociocultural en la University of California en Los Angeles. Los datos empleados en
el presente documento se derivan de tres perodos de investigaciones de campo en San
Cristbal de Las Casas, Chiapas, llevados a cabo en
1988, 1990
y
1991.
Se agradece el
apoyo del departamento de antropologia de la UCLA, de la fundacin UC Mexus y del
programa sobre Mxico de la UCLA, por financiar partes de esta investigacin.
El mater ial etnogrkfico sobre diversas comunidades mayas en Chiapas es extenso; vase
Evon 2 Vogt, Bibliogmphy of the Harvard Chiapas Projeet: The
irst
Twenty Years,
1957
1977 (Cambridge, Massachusetts: Peabody Museum of Archaeology and Ethnology,
1979 .
Mesoamrica
23
(junio de
1992
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El auge del turismo ha contribuido al incremento en la produccin y
venta de artesanas mayas para sat isfacer la demanda de los
t ~ r i s t a s . ~as
mujeres de gran nmero de comunidades venden en los diversos sectores de
la ciu dad . Ciertos grup os de mujeres y nias se sientan a las pu ertas d e los
res tau ran tes y hoteles, y ah fabrican y venden sus productos a los turistas .
Otras vendedoras circulan por el parque central del pueblo con artesanas;
o t r a s
m s llegan diar iamen te al rea de las iglesias de S anto Domingo y de
La
Ca rid ad pa ra e laborar y vender artesanas. De esta l t ima prct ica se ocupa
el presente estudio.
I me rcad o de artesanas. El mercado de artesanas en San Cristbal ocupa
las plazas del ex-convento e iglesia de Santo Domingo y de la iglesia de La
Caridad, ms pequea y ubicada inmediatamente a l sur del ex-convento.
Todos los das las mujeres empiezan
a
l legar a las seis de la maana y
sigu en llegando ha sta aproxim adam ente las nueve y media. Algunas traen
sus mercancas desde su s casas, mientras que o tra s las guardan e n los edificios
del ex-convento. L a mayora de ellas trab aja en pequeos grupos familiares.
M uch as llegan con sus hijos, en particular nias. Al llegar un grupo, u na de
las integ ran tes comienza a barrer su seccin del patio. Seguidamente, extiende
un lienzo de plstico, pa ra luego colocar encima las diversas artesanas.
Diariamente llegan mujeres de diferentes comunidades indgenas para
vende r su s propios artculos de artesana, as como tambin artculos imp orta-
dos de Gu ate m ala y de otr as regiones de Mxico. Predominan las mujeres de
la com unidad may a tzotzil de C hamula, y de las diversas comunidades protes-
tantes de los a lrededores de San Cristbal , aunque se encuentran tambin
varios grup os d e mujeres de Zinacan tn. Menos frecuentes son las visitas d e
mujeres de Tenejapa, Oxchuc, San Pedro Chenalh, San Andrs Larrinzar
y Am ate na ng o del Valle. Las mujeres de la comunidad tzeltal de Aguaca-
tenango tambin venden en el mercado, pero en lugar de mantener locales
estacionarios p ar a m ostrar sus mercancas, van caminando entre los grupos de
tur i s tas .
Es posible definir un ciclo den tro del mercado de Santo Domingo: la
participacin en el mer cado disminuye du ran te los perodos del ao en que hace
fro y tambin en las pocas de menor turismo; al incrementarse el turismo
du ra nt e los activos meses del verano, participa un n m ero mayor d e mujeres;
du ran te la te mp orad a a l t a del turismo (los meses de julio y agosto), los patios
y jardines frente a cad a iglesia se llenan de m ujeres, cada un a de las cuales va
extendiendo su mantel de plstico, sobre el cual coloca encima los artculos
que esp era vender.
Christine Eber y Brenda P. Rosenbaum, 'That We May Serve beneath Your Hands
and Feet': Women Weavers in Highland Chiapas, Mexico , en
Crafts in Global Markets:
Changes in Art isan Production in Middle America
June Nash, editora (Albany:
SUNY
Press, en prensa); y Walter F Morris, Crafts, Crap and Art: The Marketing of Maya
Textiles in Highland Chiapas , manuscrito indito, 1985
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piezas, las mujeres pueden llevarlas con ellas y bordarlas segn se los permita
e l t i empo.
De acuerdo con lo establecido por Graburn, los cinturones y pulseras
d e ma cram poseen algun as de las caracterst icas tan to de los recuerdos
como de l as a r t es reintegrada^.^ Al mismo tiem po que -como ha notad o
Graburn- l a pobreza
y
la desesperacin econmica frecuentem ente obligan
al que produce estos art culos a adaptarse a los gustos del consumidor, las
mismas ar tesanas tambin son un t ipo de ar te o ar tesana reintegrada.5 La
tcnica del macram que se uti l iza para fabricar los cinturones y pulseras
se int r odu jo en San Cris tbal a pr incipios de la dcada d e 1980, pero las
mujeres mayas la han usado para crear complejas piezas multicolores que
frecu entem ente so n de tej ido abierto o diseos tradicionales t picos del tej ido
d e ~ i n t u r a . ~in emba rgo, al crecer la aceptacin de los productos turst icos,
st os sa tur an el me rcado. En el primer viaje que hicimos
a
San Cris tbal
de Las Casas en 1988, una simple pulsera de hilo acr l ico se venda ms o
me nos a l precio de 3,000 pesos (aproxim adam ente US$1.25). E n 1991, las
m ism as pulseras se pod an c omp rar al precio de cu atro por 1,000 pesos, o sea
ap ro x i mad amen t e
a
$0.08 ca da una. La variedad en los estilos ha ba florecido y
los ejemp lares m ulticolores de tejido abierto, hechos de fina hilaza de algodn,
a n se vendan en precios ent re 3,000 y 5,000 pesos, lo que reflejaba el esfuerzo
de las vendedoras por alcanzar una novedad que l lamara la atencin de los
turis ta s . Un caso semejante se es t dando con las servi lletas , que tenan un
precio uniforme de 10,000 pesos en junio de 1991 y que, p ar a agosto de 1991.
slo costab an 5,000 pesos. Este lt imo hecho sugiere que el mercad o par a
las servi l letas se sa tur rpidamente, ya que agosto es la tem porad a a l ta del
tur ism o y la costumbre es que los precios suban par a es te perodo.
Pa ra e nfrentarse a los cambios en las deman das del mercado, las vende-
doras buscan continuamente art culos nuevos y variados que puedan atraer al
cl iente. Du ran te el perodo de nuest ro t r aba jo de ca mpo en 1991, las zinacan-
tecas empezaron
a
vender sus tradicionales blusas bordadas y las chamulas ya
ofrecan diademas que parecan pulseras largas, y pequeas bolsas de mano
bordadas .
El me rcado como s is tem a econmico. No obstan te que el mercado se ha
desenvuelto para satisfacer las demandas del turismo, funciona adems como
un siste ma econmico a pequea escala. Algunas vendedoras de artesan as
Nelson Graburn, Ethnic and Tourist Arts (Berkeley: University of California Press,
1976).
Ethnic a nd Tourist Arts, pp. 6 y 6-7.
McV ey-Dow, Indian Women and Textile Prod uction , pp. 116-118. Una adopcin y
reintegraci6n simar d e las artes no tradicionales fue notad a en 1989 por Berman , tanto para
los lakotas como para los hidatsas, y en 1977 por Swain para los cunas de Panam; 'ikessa
L.
Berman , Hidatsa and Lakota Women's Arts: Ceremony or Com modity? , Anthropology
UCLA 16 (1989 ): 49-71; y Margaret Byrne Swa in, Cuna Women and Ethnic Tourism:
A Way to Persist an d Aven ue to Ch ange , en H osts and Guests: The Anthropology of
Tourism, Valene Smith, editora (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1977).
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llevan tambin cajas de refrescos que venden a ot ras con~erc ian tesen e l
t ranscurso del da. Tem prano por la ma ana (entre las
7:30
y
9:00),
s e
pueden ver mujeres que se pasean por el mercado vendiendo tortillas y atole.
Las vendedoras
y
sus hijos pueden comprar un plato o una taza de atole.
Utilizan los platos que proporciona la vendedora de comida, o que ellas propias
trae n. Al termin ar de comer, la cliente entrega el plato a la vendedora
y
sta lo coloca en un a cube ta de agua. Ms tarde, en tre las 10:00
y
las
11:30,
circulan mujeres con caldo de pollo, ofrecindolo a las vendedoras
de artesanas. A veces regresan por la tarde pa ra unirse a ot ras que t raen
grand es can astas de tamales. Estas vendedoras de comida slo tra tan con
las vend edoras de artesaii as y no venden a los turistas. Se pueden observar,
adem s, vendedoras de helados, elotes y un a variedad de golosinas, que venden
tan to
a
las co me rciantes del mer cado com o a los ladinos locales
y
a los turista s.
Discusin
El mercado de artesanas que se extiende entre las dos iglesias es una
respuesta adaptativa a los muchos cambios econmicos que han afectado
al
pas d uran te l a dcada pasada .7
A
pesar de que los hombres tradicionalm ente
han s ido labradores , m ucha t ierra de cul tivo ha s ido el iminada por cam bios
en el uso de la t ierra y por el rpido crecimiento de la poblacin. En la
actual idad , la mayora de los hombres busca t raba jo como jornaleros o emigra
a los cafetales de la c osta del Pacfico pa ra t rab aja r com o peones
asalariado^.^
l
mismo t iempo, San C ris tbal de Las Casas se ha convert ido en un centro
turst ico concurrido, lo que ha motivado a las mujeres mayas
a
producir
ar tesan as para e l mercado d e tu r i s t as?
La vaci lante economa chiapaneca ha comenzado a al terar tambin el
papel d e las mujeres. Se dan e n ocasiones hogares encabezados por mujeres,
que eilas man tienen m ediante s u participacin en la economa extraoficial. De
m ane ra uniforme, e stas m ujeres intensifican sus actividades tradicionales para
satisfacer las dem and as de sus familias. Algunas solteras jvenes uti l izan
Eber y Rosenbaum, 'That We May Cerve beneath Your Hands and Feet'
;
Xash,
editora, Cra fta rn Global Mark ets: y Rus. Respond ~ng o ' the Cris t s .
Frank Cancian, Las listas de espera en el sistema de cargos de Zinacantn: cambios
sociales, polticos y econmicos (1952-1980) , Amrica Indgena 46 (1986): 477-494; y del
mismo autor, Proletarianizat ion in Zinacantn, 1960-1983 , en
Household Economies and
Their Tmnsforrnat ions , Monographs in Economic Anthropology 3 (Lanham, Maryland:
University Press of America, 1987), pp. 131-142.
Walter F. Morris,
The Living Maya (New York: Harry
F.
Abrams, 1987); y Rus,
Responding to the Criitie .
o
Eber y Rosenbaum, 'T ha t We May Serve beneath Youf Hands and Feet'
;
Leslie K .
Haviland, The Social Relations of Work in a Peasant Community (tesis doctoral, Harvard
University, 1978), pg. 223; June Nash
In the Eyes of the Ancestors: Belief ond Behovior
i n a May a C om muni t y
(New Haven: Yale University Press, 1970), pp. 56-60; Brenda P.
Rosenbaum, With Our Heads Bowed: Women, Society and Culture in Chamula, Chiapas
(tesis doctoral, State University of New York, Albany, 1987);
y
Rus,
Responding to the
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O
Brian
su capacidad de ganar dinero para posponer el matrimonio. Conservan su
si tuacin como par te d e sus hogares de origen y a l mismo t iempo disfrutan de
u n a l ibertad mayor de la que tendran como esposas sujetas a un m arido y a
sue gro s posiblemente e strictos.
Estos cambios econmicos debili tan l a organizacin social tradicional d e
los mayas. Las chamulas que venden artesanas son a veces acus adas por
sus maridos de ser prosti tutas .11 En Am atenango, la aldea t radicional par a
la elaboracin de art culos de barro, una mujer que haba organizado una
coo pe rativ a fue asesinada. Se cree que en pa rte esto se debi a sus actividades
comerciales qu e am ena zab an la sa ntidad del hogar tradicional.
Es te t ip o d e sucesos sugiere que las relaciones tradicionales en tre los sexos
se ven am enaz adas cua ndo las mujeres se ocup an en actividades que las l levan
m s il del hogar y l a aldea. Rosenbaum h a opinado que las relaciones
cada vez ms tensas entre hombres y mujeres y el aumento en los niveles de
alcoholismo y de violencia contra las mujeres, se deben en parte a que los
hombres han perdido sus propios papeles tradicionales y las mujeres t ienen
u n a part icipacin cad a vez
s
exitosa en la economa monetar ia, sin perder
po r ello el control del hogar como dominio propio.'3 En esto R osenbaum
sigue
a
Rogers, el cual ha prpsentado un argumento semejante respecto a
los campesinos franceses.14
Como respuesta a los cambios econmicos que las sacan de sus hoga-
res pa ra introducirlas al mercado de artesanas de San Cris tbal , las mujeres
adaptan las actividades tradicionales del tejido
y
del bordado que las identi-
f ican como mujeres , pa ra m antener a sus familias, ya sea de ma nera to tal o
parcial. '5 Mientras q ue algunas de las artesanas que producen h an satisfecho
la de m an da d e los turis tas . al realizar es ta act ividad t radicional las muieres
mayas mant ienen el contacto con las est ructuras de la cul tura maya pero,
a
la vez, responden a las fuertes exigencias sociales y econmicas resultantes
del ingreso a un espacio pblico extrao p ar a hablar con extranjeros, con el
obje tivo de ma nten er a sus hijos y a otros familiares. Al util izar pa ra esto
sus habilidades tradicionales, estas mujeres permanecen en contacto con las
definiciones tradicionales d e la femineidad, al mismo tiempo q ue responden al
cambio acelerado.
Crisis
l Mara Gmez Prez, Bordando milpas: un test imonio de Mara Grnez Prez, una
tejedora chamula de los Altos de Chiapas
(San Cristbal de Las Casas: Talier Tzotzil
INAR EM AC, 19 90), pp. 9-10; y Rus, Responding to the Crisis , pg. 8.
l
June Nash y Geraldine Casey, Artisanal Production and the Changing Economy:
A Longitudinai Study of Maya Women Potters in Highfand Chiapas , documento indito,
1987, pg. 8
'With Our Heads Bowed'
.
l 4
Susa n C . Rogers, Femaie Forms of Power and the Myth of Maie Dominance: A Model
of Female/Male Interaction in Peasant Society , American Ethnologist
2
(1975): 727-757.
l 5
Morris, The Living Moya.
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