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Page 1: UNA ETAPA DIFÍCIL PARA EL GRAN TEATRO DEL LICEO

LA VANGUARDIA • DOMINGO, 29 ENERO 1978

vida del Gran Teatro del Li-ceo, con sus 130 años de

historia a cuestas, pródiga enacontecimientos propicios y nofaltada de cuitas y peripecias,pero en constante progresión pa-ralela al engrandecimiento deBarcelona de la que llegó a re-presentar en un momento dadosu más sensible pulso cultural,artístico y cívico, parece que senos está consumiendo. Esta ver-dadera institución ciudadana pa-sa por una difícil etapa en suprovecta trayectoria que se ma-nifiesta menos en hechos adver-sos concretos —aun abundandoéstos— que en una sensaciónde desamparo, en un ambientede indiferencia, cuando no dehostilidad, creado en torno a lafunción que te corresponde; lade mantener abiertas sus puer-tas a un espectáculo como laópera que en cualquier país ociudad del mundo representa lamanifestación de una madurezy un nivel cultural más elevado.

Acaso este supuesto sea de-masiadamente alarmista, peroahí está la cruda realidad; el pú-blico, bastantes conspicuos li-ceístas y no pocos propietariosde palcos y butacas, parecen de-sentenderse de esta aciaga tem-porada de representaciones queprecisamente desde el punto devista cualitativo revela una su-peración patente respecto a lasúltimamente celebradas. Cierto

es que en varias ocasiones elteatro se ha llenado, que unagran mayoría ha querido aplau-dir a determinados cantantes,divos favoritos, o alguna óperapredilecta de todos, pero estasreacciones positivas no han con-seguido reanimar esta atoníageneral que pone en peligro lacontinuidad del único teatro lí-rico de categoría que funcionaen España, repitámoslo, desdehace 130 años.

CAMBIO DE IMAGEN

Esto se produce además, pre-cisamente cuando el Liceo pro-gresivamente ha ido cambiandosu imagen de reducto clasistaque tuvo en años pretéritos,cuando todos ios teatros de ópe-ra lo eran, mucho más que elnuestro y que también hantransformado su rostro. Ya pres-cribieron aquellas pomposas fun-ciones de gala, ya desaparecie-ron aquellos smokings obliga-torios, las jactanciosas «presen-taciones en sociedad» y otrasostentaciones igual que, afortu-nadamente aquel provinciano es-pectáculo de las «salidas del Li-ceo» con los ramblistas agrupa-dos frente a la fachada para con-templar embobados a los «ricos»desfilando hacia sus automóvi-les.

Ahora las circunstancias y lascostumbres han cambiado rápi-damente y el Liceo es un tea-

tistas, cantantes, músicos, téc-nicos y operarios de la más di-versa condición. Un teatro, final-mente-, que no puede subsistirmás que pagado por los que de-berían' acudir a sus celebracio-nes aceptando el precio de laslocalidades, elevado sin duda,pera en la actualidad equivalen-te o a veces incluso inferior alde algunos conciertos sinfónicosde categoría o de .más de un es-pectáculo sin ninguna significa-ción ni. relevancia.

NO ES IRREVERSIBLE

Por fortuna hay algún indiciode que la crisis del Liceo no esirreversible. La noticia publicadaen algún periódico, de que el ac-tual empresario don Juan Anto-nio Pamias renunciaba a conti-nuar en su puesto después detreinta años de titánica voluntadobstinada para que en cada tem-porada se renovara el milagrode coronarla sin contratiempos,fue una información por lo me-nos precipitada que no ha lle-gado a confirmarse.

El Liceo sigue, queremos es-perar que seguirá su andadura,vinculado como hasta ahora alimpulso vital de Barcelona, su-jeto a los naturales cambios orenovaciones que pueden vigo-rizarlo' y ponerlo al alcance deun número cada día más eleva-do de los aficionados y los ávi-dos de las manifestaciones ar-

UNA ETAPA DIFÍCIL PARA EL GRAN TEATRO DEL LICEO

tro como los demás, con unaspocas aunque significativas di-ferencias; subsiste como una delas salas de ópera más hermo-sas del mundo, con una egregiatradición musical, es un teatropor el que un grupo de barcelo-neses continuadores en quintao sexta generación de aquellosque lo edificaron y reedificaron,sienten todavíael orgullo de pre-servarlo como patrimonio de laciudad; un teatro donde se pre-senta el fenómeno de la ópera,el espectáculo actualmente demás compleja organización y eimás costoso de mantener. Y siconsideramos el aspecto pecu-niario, y su alcance social, unescenario en el que levantar eltelón supone proporcionar tra-bajo a centenares de personas—quinientas o más—, entre ar-

tísticas que allí encuentran unesplendoroso marco, pero sinbuscar para sus problemas so-luciones utópicas o contrarias alas que han permitido hastaahora su supervivencia que espreciso salvaguardar.

Si el Liceo cambiara o perdie-ra su- propia y singular estruc-tura funcional se desintegraríafatalmente. Quedaría entoncessólo el recuerdo de su pasadoesplendor y la belleza dorada dela magnífica sala como una re-liquia museística y como testi-monio acusador de la pasividad,la deserción y la insensatez deaquellos que lo hubieran dejadomorir.*

XAVIER MONTSALVATGE

Fotos: CÁTALA ROCA,BELVER y SALMER

1: El bello proscenio del Gran Teatro del Liceo en un fin de acto. —2: Representación d» «La Africana». En primer término ChHstlne Weldlngery, al fondo, Montserrat Caballo. — 3: Interior del Liceo. — 4: Ballet delGran Teatro del Uceo, durante la representación de «La Africana».