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Comentarios e interpretaciones a El Mensaje de Silo Nota: Comencé la redacción de estos comentarios e interpretaciones a principios del año 2012. Ahora, en enero de 2013, ya hay varios temas muy avanzados. Comparto este porque está más madurado y también porque con algunos amigos hemos intercambiado sobre la importancia de este tema. Observarás que el lenguaje es cercano, casi familiar, con mucha soltura y tomándose confianzas. Quizás te pueden parecer rotundas algunas afirmaciones y esto puede molestarte. Confío en que esto no será impedimento. Tema I
El fracaso Comprender porque a veces uno no avanza, no progresa internamente, no modifica
direcciones mentales, no supera estados contradictorios no es fácil. Verse a sí mismo, mirarse internamente y comprender no es fácil. Y además, ¿para qué uno debería hacerlo? Si quizá a uno no le va tan mal o se ilusiona con que no le va mal y a lo mejor no necesita buscar en sí lo que no va bien. Para los que están así, es decir, para los que no necesitan buscar en sí no tiene sentido hablar del fracaso. Más bien es una irritación. Sin embargo nada bueno, nada sólido, nada con un futuro mas allá de lo temporal se puede construir sin pasar por aquí, por el fracaso existencial.
En la conciencia toda operación está en función de la línea mental o, si se quiere decir de otra forma, de los intereses, motivaciones o ensueños, o sea, del sentido de la vida. Si estamos succionados por ilusiones y ensueños, esta dirección no nos va a dejar ver ciertas cosas dentro de nosotros. Entonces para mirarnos con claridad y humildad, no podemos hacerlo desde cierta actitud de fuga hacia ensueños o ilusiones. Para ver en profundidad y claridad el mundo interno debemos fracasar, ponernos en situación de reconocer los sentidos provisorios que nos han ilusionado durante tiempo. Y esto, la verdad, no parece fácil.
Entonces ¿qué es el fracaso? Vamos a rescatar algunas citas para intentar precisar qué es y luego reflexionaremos brevemente sobre esto. Para empezar, al principio del capítulo III de La Mirada Interna tenemos este párrafo:
“En muchos días descubrí esta gran paradoja: aquellos que llevaron el fracaso en su corazón pudieron alumbrar el último triunfo, aquellos que se sintieron triunfadores quedaron en el camino como vegetales de vida difusa y apagada. En muchos días llegué yo a la luz desde las oscuridades más oscuras guiado no por enseñanza sino por meditación.”1
Este texto dice mucho. Dice tanto así como que no tenemos futuro sin llevar el fracaso en nosotros. Porque todo está en función del futuro definitivo, no del pequeño futuro de unos pocos años o décadas acá, en este mundo, sino del futuro definitivo, del de después de la muerte, ese es el último triunfo, saltar por encima de la muerte. En este texto una palabra me llamó la atención hace tiempo. Luego la comprendí. La
palabra es “llevaron”. Esta palabra está diciendo que el fracaso no es una situación 1 Silo, El Mensaje de Silo, Edaf, Madrid, 2008, Pág. 13
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momentánea, de unos días. Y esto da qué pensar. En ese texto se ponen unas bases. Este toque de atención, esta toma de conciencia
debería ser suficiente para impactarnos y reflexionar sobre la dirección de nuestras vidas, sobre el para qué vivimos. En un antiguo diccionario siloista aparece esta entrada:
* FRACASO (situación de): 1 ‐ Toma de conciencia del no cumplimiento de los ensueños. 2 ‐ Desvío de proyecto.
Y un poco más adelante, aparece esta otra entrada que también trata el tema: * RELIGIÓN INTERIOR: Especie de mística expuesta por Silo (…) La religión interior puede efectivizarse únicamente desde una situación personal auténtica y ésta es la de fracaso. El reconocimiento del fracaso de las aspiraciones ilusorias, permite al hombre introducir un desvío hacia la trascendencia. La trascendencia, por otra parte, está en el interior del ser humano no como un dios agazapado sino como aquello que da sentido a la vida y al Universo.
Queda clara la esencial importancia del fracaso. Y mientras llegamos al fracaso nuestras aspiraciones ilusorias nos arrastran dejando poco tiempo por delante. ¿Cómo podríamos reflexionar si estamos succionados por estas aspiraciones? En la conocida charla de México, Silo dice:
“Si se pregunta a alguien qué sentido tiene para él la vida, probablemente responderá por su familia o por el prójimo, o por una determinada causa que según él justifique la existencia. Y esos sentidos provisorios habrán de conferirle dirección para afrontar la existencia, pero a poco que surjan problemas, problemas con los seres queridos, a poco que se produzca una desilusión con la causa abrazada, a poco que algo cambie en el "sentido" elegido, el absurdo y la desorientación volverán por su presa.
Por último, sucede con los sentidos o las direcciones provisorias de la vida, que en el caso de alcanzarse ya pierden referencia y por lo tanto, dejan de ser útiles para más adelante. Y en el caso de no alcanzarse dejan también de ser útiles como referencia. Por cierto que luego del fracaso de un sentido provisorio, siempre queda la alternativa de poner un nuevo sentido provisorio, tal vez en oposición del que fracasó. Así, de sentido en sentido, se va borrando a medida que pasan los años, todo rastro de coherencia y con ello aumenta la contradicción y por tanto el sufrimiento.”2
Entonces, succionados por un sentido provisorio poco podemos hacer hasta que se desgaste, se cumpla o no, hasta que fracase. Entonces estaremos en condiciones de reorientarnos hacia un sentido no provisorio.
Enfaticemos un poco más. En unas conferencias sobre Meditación Transcendental en 1972 alguien pregunta a Silo: "¿Podría desarrollar la explicación sobre el concepto de fracaso?". Silo primero desarrolla el tema de la ilusión del núcleo de ensueño y luego agrega:
2 Silo, Charla de México, Obras Completas I, Ed. Oscar Elegido González-Quevedo, Madrid, 1999, pág. 697
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“Únicamente cuando alguien descubre que sus objetivos no se cumplen, cuándo ve que ya no se van a concretar, cuando efectivamente siente el vacío interno... el no cumplimiento de sus ansiedades y de sus deseos, recién se puede hablar con él en otros términos.
(…) "Bienaventurados los pobres de espíritu", ¿no es cierto?
Bienaventurados aquellos que llevan el fracaso en su corazón sin resentimiento y sin venganza, porque ellos pueden evolucionar.”3
Mas adelante alguien le pregunta: “¿Los fracasados y los pobres de espíritu son uno y lo mismo?”. Entre otras cosas él responde:
“Lo que realmente nos importa es que si no hay existencial y profundamente la sensación de fracaso (y no de resentimiento), difícilmente deseemos empezar las cosas en otro sentido.”4
Todos estos textos nos ponen bien clara la situación. Y este tema parece que no admite mucha discusión. Pero si me parece oportuno reflexionar sobre algunas creencias que están alrededor de este tema.
La primera creencia a reflexionar es la que uno tiene antes de fracasar. Me ocurrió que creía que el fracaso sería doloroso, sufriente, angustioso, sin salida. Claro, eso pensaba antes de que lo reconocierra. Pero luego me llevé una gran sorpresa. Básicamente el fracaso se registra como liberación, como el fin de una etapa tensa y temerosa. Porque estaba atenazado por el miedo al fracaso de mis aspiraciones, porque estaba tenso detrás de mis ensueños. Entonces cuando finalmente reconozco el fracaso, en mi interior todo se afloja, me libero, es como quitarse unos zapatos apretados y dolorosos. Un alivio. Es como quitarse un traje apretado que te tira por todas partes. Es cierto que te sientes vacío y sin futuro porque fracasó tu vida. Pero antes era mucho peor. Sufría y me engañaba y me creía que no sufría. Todo falseado.
Esa expresión “fracasó tu vida” parece muy grave o fuerte. Pero realmente se siente así. En el fracaso no sabes que vas a hacer con tu vida en el sentido pleno de la expresión. Pero también te sientes más libre de tomar diversas direcciones.
Así, desnudo, sin saber siquiera que actitud tomar ante las cosas, sin saber que roles con los que vestirme ante mis seres queridos, ahora miro el futuro y busco algo que realmente sea válido para hoy y para mañana y para siempre. ¿Y por qué busco esto tan definitivo? Porque ya otras veces sentí este vacío y salí de él precipitadamente, engañándome, con falsedad, y ahora de nuevo se ha reproducido el fracaso. Como no salí por una puerta verdadera (no desde el punto de vista moral sino desde el punto de vista de una dirección no provisoria), con el tiempo, un futuro mal armado, un sentido provisorio se vuelve a derrumbar y vuelvo al fracaso. Entonces, esta vez no, esta vez quiero una salida verdadera aunque me cueste tiempo, meses encontrarla. Así que sin prisa y sin precipitación (“paciente y con fe”) espero encontrar el camino liberador, verdadero, hacia la Trascendencia.
3 H. Van Doren. Cuatro conferencias dadas por Silo, Meditación Trascendental, Editorial Gnosis, Madrid, 1974, págs. 95 y 96 4 H. Van Doren. Cuatro conferencias dadas por Silo, Meditación Trascendental, Editorial Gnosis, Madrid, 1974, pág. 139
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Digo hacia la Trascendencia porque no puede ser de otra forma. En esa situación a veces uno no es del todo consciente de las consecuencias de tomar una salida u otra. A veces tomas la salida válida pero no ves todas las consecuencias de ese camino. Sí sabes (por el registro de necesidad y de búsqueda de algo verdadero aunque eso me suponga perder cosas) que ese es el camino valido que te va a ir liberando y por el que te vas a ir construyendo, por el que vas a ir creciendo. Pero no podrías decir, en ese momento, que es el camino que lleva más allá de la muerte. Y con seguridad, más tarde o más temprano este tema hay que enfrentarlo. Cuando tomé el camino del Sentido después del fracaso fui avanzando en el crecimiento interno, en comprensión y en liberación. Y se me fue presentando el tema de la finitud de la vida. Es un tema ineludible si uno quiere ir por un camino con futuro. Así lo expreso Silo en una charla con mensajeros en Buenos Aires el 15 de febrero de 2004:
“Tiene que ver con la ubicación en el tema personal, de la propia vida, del significado de la propia vida, de en qué dirección va la vida... Y desde luego se mantendrá en el fracaso si no resuelve el tema de la finitud de su vida. ¿Su vida va a ir más allá a través de sus hijos, a través de su alma, a través de sus obras, a través de la historia? ¿Quedará en la memoria, quedará en las cosas, quedará en un espíritu...? Porque... si no queda, usted es un fracaso total. (risas)”
Así que este tema ineludible hay que resolverlo. Y se siente como necesidad personal el resolverlo. ¿Y cómo se resuelve? Para mi solo se resuelve con la Experiencia Trascendente.
Otra creencia tiene que ver con la falsedad o falseamiento de los registros. Quiero decir que por experiencia a veces he fracasado y no he querido reconocerlo. Entonces me falseo y me justifico. La creencia que provoca esta actitud es que creo que tengo algo que perder, el temor al fracaso me gobierna. Pero si hubiera reflexionado bien, hubiera visto que eso que me parece que tengo que perder es ilusorio y falso. Así que tengo un problema de reconocimiento del fracaso. Sí, a veces he fracasado y no lo he reconocido. Y también lo he visto en otros y entonces digo que a veces el problema no es fracasar sino reconocerlo. Así, podemos ver que el mundo ya hace tiempo que ha fracasado, el sistema social lanzado al desarrollo material impulsado por los mitos del dinero y el bienestar material ha fracasado hace rato. Pero no se quiere reconocer por amplias capas de la población, no sólo por los poderosos que salen beneficiados personalmente por el sistema sino también por grandes conjuntos humanos por el temor al vacío y por el temor a perder una situación personal de “supuesto” bienestar. Están en grave crisis los mitos del dinero y los mitos de que el bienestar material nos darán la felicidad. Estos son los núcleos de ensueño del sistema. Y algunos ven este fracaso (no solo los desfavorecidos por el sistema sino sobre todo las nuevas generaciones que descreen) y muchos no quieren verlo. Pero finalmente el fracaso se impondrá o el desastre será mucho peor.
¿Y qué no es un sentido provisorio? Un sentido definitivo es aquel por el que estoy dispuesto a cambiarme para acceder a la experiencia trascendente que me muestre la continuidad mas allá de la muerte. No hay otro. ¿Cuál es la necesidad fundamental? ¿Cuál es aquella necesidad que supera la muerte? La necesidad de tener la Experiencia –no la idea, no la suposición, no la ilusión o la creencia‐ de la trascendencia y la inmortalidad.
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Porque si uno cree que eso no se puede conseguir, poco más hay que hablar. Pero los que hemos buscado denodadamente un sentido definitivo y verdadero que ni aun la muerte detenga necesitamos –sin dudas ni falsas ilusiones‐ esa Experiencia. Y esa genuina y verdadera disponibilidad a cambiarnos para acceder a esa experiencia nos hace superar dificultades. Y luego la insistencia nos lleva a chocar con la Experiencia. Después de eso sentí un agradecimiento enorme al fracaso y todo mi ser quedó reconfortado.
Desde entonces vuelvo de vez en cuado al registro del fracaso. Igual que vuelvo de vez en cuando a la necesidad de la Experiencia. Entonces, si insisto –y todo depende definitivamente de mi‐, si insisto la Experiencia llega. Y de nuevo agradezco y me agradezco haber llevado el fracaso en mí. Entonces recuerdo la frase “realmente nada hay capaz de detenerme”.
La pobreza de corazón y el fracaso no son lo mismo, pero son hermanos. Ambos me impulsan a buscar la experiencia definitiva. Sentir el vacío del fracaso o sentir lo poco lleno que estoy internamente son lo que me impulsan en esa búsqueda. “Aquel que se afirma en lo que no tiene”, ese es el pobre de corazón. Pero esto no lo comprende quien no ha fracasado ya que aun está atraído por sus aspiraciones ilusorias y se resiste a mirar el vacío interior.
En síntesis, el fracaso no es un sentimiento, ni una idea, ni una salida. El fracaso es un estado existencial, una forma de estar en el mundo que afecta a todo sentimiento, a todo pensamiento, a todas mis creencias y mis roles. Es una forma de estar la conciencia en el mundo. Es el primer peldaño de una escalera verdadera, es la meseta por la cual ineludiblemente tengo que pasar si quiero llegar bien lejos, más allá de la muerte. Y seguramente en el futuro, cuando una nueva mística social se instale, generaciones de poetas escribirán bellos e inspirados poemas, riéndose de los ilusorios –y sentidos‐ fracasos.
Ultimas consideraciones Me parece necesario comentar que elegir una nueva dirección hacia la
trascendencia desde el reconocimiento del fracaso no garantiza nada. A veces he visto en mí y en otros el éxito del trabajo interno –paradoja sorprendente‐ y la ilusión de creerte muchas cosas, de creértelo. Entonces fracasas de nuevo y gracias a eso avanzas más y buscas más radicalmente. También he visto en mi lo contrario, o sea, el fracaso del trabajo interno porque en lo que uno se lanza, en las imágenes que uno lanza sobre aspiraciones de desarrollo interno van acompañadas de muchas creencias, de mucha paja cultural, de superstición e ingenuidad. Entonces la insistencia en el avance derriba estas creencias adheridas. Así quedará en evidencia el verdadero motor capaz de superar estas desilusiones y continuar en la obsesiva búsqueda de certezas fundamentadas en experiencias.
Podemos decir que la clave es la insistencia, la permanencia de la búsqueda. Ese es el indicador de que el tema tiene suficiente importancia para mi ya que no decae, ya que a pesar de que tengo mis ciclos, tengo mis momentos, mis días fastos y nefastos, a pesar de que el medio me balancea como un junco, a pesar de todo no aflojo esa permanente búsqueda. Gracias a que aposté así (y sin duda es una apuesta personal sin garantía a priori), en esta dirección y permanecí lo encontré, me di de bruces con la Experiencia. Entonces cualquiera, por si mismo, lo va a encontrar mas tarde o mas temprano porque esto no depende de ser listo ni tonto, esto no depende de los
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conocimientos o la ignorancia, esto depende exclusivamente de la fuerza de la necesidad y de la fe en uno mismo. Y por lo tanto, fe en la doctrina cuando dice “1. Aquí se cuenta como el sin‐sentido de la vida se lo convierte en sentido y plenitud”.
Testimonio y experiencia El fracaso es una profunda toma de conciencia. Un breve relato. En 1982, en agosto ‐recuerdo perfectamente el día, la situación, los
amigos‐, me invitan a una reunión de La Comunidad. Iniciada la reunión, que tiene cierto aire surrealista, se dan unas breves explicaciones –no más de cinco minutos‐ y después se nos pidió cerrar los ojos y seguir las imágenes que proponía quien llevaba la reunión. Tiempo después se me explico que a ese trabajo se le llamaba experiencia de Fuerza. Al abrir los ojos se nos preguntó quien se apuntaba a continuar. Me definí inmediatamente porque sentí que eso es lo que yo andaba buscando y coincidía con una insatisfacción personal respecto del sentido de las cosas.
Así conocí la Doctrina y me incorporé al Movimiento Humanista. Durante los siguientes 18 años participé en todo lo que se propuso intentando adaptarme y poniendo entusiasmo. En varias ocasiones, hay dos muy claras, tuve momentos de desorientación interna y registro de vacío. Pero las resolví apuntado de nuevo a sentidos provisorios, succionado por la aspiración al prestigio y reconocimiento.
Pero la tercera vez ya no fue así. Esta vez el vacío me golpeó con fuerza y el fracaso fue fuerte, dudando verdaderamente del sentido de mi existencia. Dicho de otra forma, perdí el miedo al fracaso y lo reconocí en profundidad. Durante muchos meses sentí el vacío y la falta de un futuro claro sin enfadarme ni resentirme con nadie. Un mundo interno totalmente derrumbado en el que no sabía que pensar de mi, de los amigos, sobre qué hacer, de cómo comportarme. En momentos parecía un poco corto, sin respuesta, sin saber como comportarme, o sea, un poco imbécil. Desde luego no abandoné ninguna de nuestras actividades ni mi militancia. Pero esta vez me dije que no saldría de esta situación sin una señal clara hacia un sentido no provisorio. Así que estuve más de un año así, con altibajos, pero en el fracaso vital.
En julio del 2001, cuando ya llevaba más de un año en esta situación, llegó el retiro con la Fuerza. No tuve una gran experiencia. En la ceremonia final, en la imposición, un gran silencio interno esperando la Fuerza se impuso. Desde mi interior surgió una suave energía. No fue una gran experiencia, de hecho en el pasado había tenido experiencias con la fuerza más grandes e impactantes que esta. Pero esta ocurrió en el vacío y resonó en mi interior como un trueno, como la señal a la llamada de tanto tiempo ansiada. Encajó en mi situación de fracaso y entonces me dije “desde hoy ni un solo día sin hacer trabajo interno”. Esa fue la puerta para salir de la situación. Y a fe que he cumplido con mi compromiso interno y a fe que gracias a esa resolución y a ese camino emprendido he llegado a la Experiencia y al crecimiento interno.
Lo que puedo decir es que lo decisivo no es la magnitud de la experiencia, sino el estado interno en el que ocurre. Años antes, en un retiro, en un oficio, tuve un registro con la Fuerza muy grande, mas que este de julio de 2001. Pero pocos días después estaba yo ya olvidado de esa experiencia ilusionado por mis sentidos provisorios.
Pero ahora no, esa pequeña experiencia del retiro con la Fuerza ha sido el pilar en el que he construido todo mi mundo interno el cual no tiene sentido sin el trabajo interno. El significado de esa pequeña experiencia para mi fue tan grande que me
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abrió un camino hacia el Sentido y la trascendencia. Desde entonces muchas cosas han cambiado. He ganado mucho en unidad interna, me he reconciliado profundamente, he tenido experiencias de lo que hay más allá de la muerte en la que cada vez creo menos, y mi actitud ante el mundo es otra y cada vez es más decidida.
Desde aquel retiro el trabajo interno ha sido el pilar de mi vida. Cada día desde entonces trabajé con la Fuerza además de otros trabajos. Y significativos avances he dado. El primero fue comprender por qué fracasé. Así que unos meses después de aquél retiro estudié el núcleo de ensueño, mi sistema de relaciones y comprendí que fue el fracaso en las amistades (o sea, la perdida de reconocimiento y prestigio: no tenía amigos) el que me puso en esa situación. Algo nada original por cierto. Lo segundo que hice fue ir a los temas gruesos no reconciliados. En unos meses los dos temas biográficos pendientes estaban integrados.
Mientras tanto fui ganando experiencia en el trabajo diario con la Fuerza. Ese trabajo me llevó a algunas experiencias que me mostraron la ilusión de la muerte y algo de lo que hay más allá de ella. Y además ese trabajo se fue acumulando en mí. Un día mientras esperaba de pie en la acera a que el semáforo me diese paso noté una energía en mi pecho. Me quedé en silencio interno sintiendo esa Fuerza en el centro de mi pecho. El semáforo cambió y mientras cruzaba la avenida esa Fuerza seguía en el centro de mi pecho. Una suave alegría, profunda, silenciosa, me fue tomando porque sabía que algo muy bueno me estaba pasando. Entendí que ese registro de Fuerza que podía registrar durante el día, durante las actividades cotidianas, me mostraba algo que estaba naciendo en mí. Desde entonces, hace ya más de diez años, ese registro ha crecido y en diferentes momentos del día registro la Fuerza en mi pecho.
“Cuando alguien siente una fuerza especial en el pecho, que se afirma y se expande, afirmándose con soberanía y como señor (casi en sentido bíblico) ante sí y en el mundo, el palabrerío se encoje en beneficio de la experiencia y de la comprensión profunda”.
Fragmentos del poder joven, pag. 30. El agradecimiento a la doctrina y al fracaso no lo puedo expresar fácilmente. E
intento que mi actividad sea un canto de agradecimiento mientras avanzo por el Camino. Hasta ahora no han sido más que unos pasos.
El Camino por delante es largo y no se va a detener con la muerte. El capitulo X de La mirada Interna me guía.
Juan Espinosa
juanespinosanton@gmail.com Enero 2013