La historia nos ha hecho desconfiar del término “autoridad” cuandose lo aplica a temaseducativos. Rápidamente se desliza hacia autoritarismo, y desata recuerdos e imágenesdesagradables, silencios obligados y hasta humillaciones diversas. En estos casos, laautoridad pedagógica aparece pura y exclusivamente como un acto de imposiciónabsoluta, omnímoda y omnipotente, “porque lo digo yo”, sin ningún lugar a un por qué,a una explicación, a un diálogo.