Post on 11-Dec-2015
description
http://www.paginasprodigy.com.mx/SAMELI/pagina100132.html
CAPÍTULO I
Modernidad y desarrollo capitalista
Iniciamos esta segunda parte con el riesgo de producir cierto desbalance. En la primera parte
dedicamos varios capítulos a la filosofía posmoderna, pero aún hemos dicho poco sobre el
significado de la modernidad. ¿Se trata de un proyecto general o particular? ¿puede definirse
como un un proceso occidental? ¿es posible concebir otras modernidades? Al observar que ya
pasamos del centenar de páginas, es prudente examinar lo que hicimos intentando re-establecer
los puntos de partida. Tal como planteamos en la Introducción, se trataba inicialmente de
desarrollar los términos fundamentales del debate posmoderno. En este sentido nos hemos
referido a la escuela de Frankfurt que conecta con los planteamientos de Lyotard, Foucault,
Derrida, etc. Luego dedicamos sendos capítulos al pensamiento de Rorty, Gadamer y Vattimo. De
los capítulos anteriores salieron diferencias y semejanzas en el modo de argumentar el rechazo o
la defensa del proyecto filosófico de la modernidad. Lo que estas discusiones ponen de relieve es,
fundamentalmente, un concepto ambiguo del posmodernismo. Por una parte, los argumentos
más hostiles a la Ilustración llevan a postular su abandono definitivo y el fin de todo proyecto de
emancipación. En este sentido, una corriente del posmodernismo presenta una actitud
conservadora, ya que desemboca en el nihilismo y en el escepticismo. Por otra parte, los
argumentos críticos que no derivan en el entierro de la razón y del sujeto, llevan a postular una
revisión de la racionalidad instrumental con el fin de redefinir el proyecto de la modernidad.
Suponemos que hasta aquí ha quedado clara nuestra diferenciación entre un posmodernismo
conservador y otro progresista. Para ilustrar más sobre estas concepciones opuestas, hubieramos
podido seguir añadiendo otros capítulos. Pero quizá sea una tarea innecesaria o redundante; en la
medida en que nuestro objetivo no es hacer un trabajo descriptivo, ni una especie de tratado, sino
más bien realizar un ensayo comprensivo, podemos dar por suficiente lo hecho hasta aquí. Es
necesario ahora estructurar otros capítulos, en el marco de una segunda parte, con el fin de
revisar el proceso de la modernidad en su devenir histórico. Si queremos desarrollar otro tipo de
hermenéutica más acorde con la realidad de América Latina, es necesario ubicar estos capítulos en
una lógica de confrontación de la teoría posmoderna con los procesos históricos concretos de la
modernidad. Esto se debe a que no es lo mismo la modernidad en los países capitalistas que en los
países socialistas. Es necesario partir de esta lógica si queremos saber si hay o no algo de verdad
en la filosofía posmoderna.
Pensamos que al hacer esta división en dos partes, no nos apartamos de los requerimientos de
una investigación que progresa desde un principio hasta el final. Ya se han trazado alrededor de
las cien páginas de exposición previa. Lo que falta aún es apoyarnos en el terreno empírico y,
someter en lo posible, los conceptos críticos de la modernidad a un manejo controlado de los
datos. En este sentido, hicimos esta división pensando en una parte teórica y otra de aplicación de
la teoría. Por tanto, lo que haremos en esta segunda parte es re-trabajar la conceptualización de la
modernidad a través de varios niveles de análisis. Estos niveles corresponden al análisis de lo
sincrónico y diacrónico. Necesitamos, en primer término, precisar más la conceptualización,
estableciendo las diferencias y semejanzas del proceso histórico de la modernidad en los países
europeos y latinoamericanos. Es importante determinar cuales fueron las características de la
modernidad en los sistemas capitalistas y socialistas. Así analizaremos separadamente los
problemas de la modernidad en el desarrollo del capitalismo y en el proceso del "socialismo real".
Luego nos concentraremos en la historia particular de América Latina, desde la conquista hasta la
actualidad. Aquí será necesario determinar si hay razón o no para replantear nuestra modernidad
desde los conceptos de "occidentalización", en vez de "hispanización" y finalmente de la
"globalización" (como integración económica y cultural). Estos análisis que se irán realizando en
los siguientes capítulos son necesarios para refutar o comprobar las tesis acerca del carácter
posmoderno de América Latina. Si se demuestra nuestra posmodernidad, es claro que resulta
difícil seguir sosteniendo los "grandes relatos de emancipación", desde los nacionalismos,
etnicismos, populismos o marxismos.
1.- Precisiones al concepto de modernidad
Uno de los motivos principales para redefinir el concepto de modernidad, es su gran imprecisión
para entender situaciones sociales concretas. Existe una gran confusión en cuanto a englobar los
procesos históricos bajo el término general de "la modernidad". ¿A qué se refieren concretamente
los filósofos posmodernos cuando hablan de la Modernidad? Es evidente que nunca se refieren a
ciertos países, sino siempre a un proceso abstracto, de tecnificación y enajenación universal. Por
eso, a veces, aparece en las versiones del posmodernismo conservador, un tono fatalista y
apocalíptico. ¿Resulta legítimo y útil concebirla como esta experiencia general? ¿porque no hablar
mejor de procesos particulares de modernización? Quizá podrá ser útil un enfoque general ya que
nos permite tomar precauciones contra
el desarrollismo tecnológico o economicista, pero puede ocultar al mismo tiempo lo específico.
Habría que subrayar entonces que no es lo mismo la modernidad en Europa que en América
Latina. Incluso dentro de los países europeos, existen distintos modos de transición a la
modernidad. Esto se debe no sólo a la diferencia de sistemas sociales en cuanto a la adopción de
estructuras capitalistas o socialistas, sino también al hecho del carácter temprano o tardío que
asumió el desarrollo industrial en cada país. En países como Alemania o España, la transición
presenta rasgos distintos por su carácter tardío. No así en Francia o Inglaterra. Tampoco es muy
exacta la tesis de que en todos los países la modernización estuvo acompañada de cambios
culturales. En algunos países como Inglaterra, "la modernidad" se identificó históricamente con la
modernización económica, y nunca con transformaciones culturales. Como dice Perry Anderson:
"Aún dentro del mundo europeo o del mundo occidental en general hay importantes regiones que
apenas han generado impulsos modernistas. Mi propio país, Inglaterra, pionero de la
industrialización capitalista y dueño del mercado mundial durante un siglo, es un caso significativo:
cabeza de playa para Eliot o Pound, orilla opuesta para Joyce, no produjo prácticamente ningún
movimiento nativo de tipo modernista en las primeras décadas de este siglo, a diferencia de
Alemania o Italia, Francia o Rusia, Holanda o Norteamérica." (1)
Dicho de otra manera, hay modos de transición a la modernidad según la diversidad de
experiencias de cada país. En el caso de los países latinoamericanos, existen tradiciones
totalmente diferentes ya sea por su pasado colonial o por su diferente composición poblacional.
No es lo mismo un país como Argentina, Chile o Uruguay (que son del tipo de países surgidos por
transplantes migratorios), que Perú, Bolivia, México o Ecuador, que son países con una importante
población indígena. Mientras que en los países compuestos por inmigrantes, la modernidad asume
un carácter similar al de los países de donde inmigraron, por el contrario en los países con
tradiciones prehispánicas, asume un carácter más complejo. Aquí no se trata de un proceso de
organización social según el modelo europeo occidental, sino de una re-construcción de formas
tradicionales, o mejor dicho, de configuraciones que intentan asociar rasgos modernos y
tradicionales. Esto no quiere decir que no existan rasgos similares con respecto a la experiencia de
los países europeos. En el caso de Alemania (de fines del siglo XIX)
o de España (siglo XX), al igual que en varios países latinoamericanos la transición puede presentar
rasgos de una modernidad al revés, entendida ésta como un proceso
________________________________________________________________
(1) Perry Anderson, "Modernity and Revolution", New Left Review, n.144, March-April 1984, p.97.
regresivo de la estructura económica y social. Esto significa que puede haber también un proceso
de modernización económica sin desarrollo cultural.
Resulta necesario pues comprender estos modos particulares o formas diversas de modernidad.
Esto tiene implicaciones teóricas ya que implica redefinir radicalmente dicho concepto. Así, las
interpretaciones de Adorno, Horkheimer o Gadamer sobre el proceso de la Ilustración, se podría
entender no como una teoría general de la modernidad, sino más bien como una teoría particular
que corresponde a la experiencia histórica de Alemania.
Por otro lado, en la medida en que los autores latinoamericanos posmodernos hacen un planteo
sobre la naturaleza abigarrada del proceso de la modernidad, habría que recuperar lo que puede
ser útil de dicha crítica para comprender nuestra conformación como "culturas híbridas". Lo que
se puede rechazar en cambio, son aquellas críticas demasiado generalizadoras, abstractas, que
intentan explicar la modernidad como un proceso histórico universal y cuyo advenimiento estuvo
determinado por ideas filosóficas. Tan es así que varios conceptos de la modernidad, siguiendo la
lógica de Adorno y Horkheimer, buscan las huellas de la racionalidad instrumental en los primeros
pasajes del Génesis o en los orígenes del pensamiento humano. La dificultad de aceptar estos
planteamientos es que existen en ellos un exceso de especulación (no hay bases empíricas),
además de perderse en debates absurdos sobre el carácter malvado de la naturaleza humana.
Como opción, se puede buscar explicaciones más operativas, basadas en el criterio de que se
puede hablar de experiencias históricas particulares, sin que ello signifique necesariamente que
tengamos que prescindir de una noción general de la modernidad. Este criterio se encuentra por
ejemplo en la obra de Marshall Berman.(2)
2.- Modernidad, modernización y modernismo
Desde la perspectiva de Marshall Berman, habría que diferenciar modernidad, modernización y
modernismo. La modernidad se entiende como una etapa histórica. La modernización como un
proceso socieconómico que trata de ir construyendo la modernidad, y el modernismo como el
proyecto cultural que trata de seguir a la modernidad.
____________________________________________________________
(2) Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire, Siglo XXI, México, 1992 (primera
edición en inglés 1982).
Para Mashall Berman, la modernidad se puede definir de la siguiente manera:
"Hay una forma de experiencia vital -la experiencia del tiempo y el espacio, de uno mismo y de los
demás- que comparten hoy los hombres y mujeres de todo el mundo de hoy. Llamaré a a este
conjunto de experiencias ?la modernidad?. Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos
promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al
mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que
somos. Los entornos y las experiencias modernos atraviesan todas las fronteras de la geografía y la
etnia, de la clase y la nacionalidad, de la religión y la ideología: se puede decir que en este sentido
la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, la unidad de la desunión:
nos arroja a todos en una vorágine de perpetua desintegración y renovación, de lucha y
contradicción, de ambigüedad y angustia. Ser modernos es formar parte de un universo en el que,
como dijo Marx, ?todo lo sólido se desvanece en aire?. " (3)
La frase "todo lo sólido se desvanece en el aire", corresponde al Manifiesto Comunista, donde se
describe al desarrollo capitalista como un progreso ambiguo que ha ocasionado expansión y crisis
de las instituciones sociales. Por eso ya nada es sólido y todo se vuelve fugaz y pasajero. Esta
definición significa entonces entender la modernidad como nueva experiencia del tiempo y del
espacio, y que a diferencia de la época anterior, se caracteriza no sólo por ser una experiencia
general, sino también por una ambigüedad que se traduce en unión y desunión, integración y
desintegración, esperanza y frustración, libertad y angustia, etc. La modernidad como experiencia
histórica significa principalmente desarrollo, que a su vez implica dos cosas.
a) Las transformaciones ocasionadas por el mercado mundial a nivel de lo económico
(modernización).
b) Las transformaciones a nivel de lo subjetivo. Lo que tiene que ver con el autodesarrollo
individual.
Las transformaciones ocasionadas por el mercado mundial pueden generar al mismo tiempo
crecimiento y enajenación, progreso y explotación. Igualmente, las transformaciones a nivel de lo
subjetivo pueden generar una emancipación o posibilidad de libre desarrollo individual junto a
frustración, desorientación o angustia. Según Berman se puede diferenciar fundamentalmente dos
maneras de interpretar la modernidad:
_________________________________________________
(3) Marshall Berman, op.cit., p.1.
a) La modernidad durante el siglo XIX, donde hay una conciencia de las dos caras de la
contradicción. Esto se expresa en las obras de Goethe, Marx y Baudelaire. Al mismo tiempo que se
critica la modernidad (por su tendencia al achatamiento), se ve las posibilidades de liberación del
individuo.
b) Durante el siglo siglo XX, donde la modernidad se reduce a la "jaula de hierro" (Weber). La
modernidad se identifica únicamente con modernización socioeconómica. Esta identificación
implica estar atrapados en la racionalidad instrumental.
"Si prestamos atención a los pensadores y escritores de la modernidad del siglo XX y los
comparamos con los de hace un siglo, encontramos que la perspectiva se ha achatado
radicalmente y que el campo imaginativo se ha reducido. Los pensadores del siglo XIX eran, al
mismo tiempo enemigos y entusiastas de la vida moderna, en incansable lucha cuerpo a cuerpo
con sus ambigüedades y contradicciones; la fuente principal de su capacidad creativa radicaba en
sus tensiones internas y en su ironía hacia sí mismos. Sus sucesores del siglo XX se han orientado
mucho hacia las polarizaciones rígidas y las totalizaciones burdas. La modernidad es aceptada con
un entusiasmo ciego y acrítico, o condenada con un distanciamiento y un desprecio olímpico; en
ambos casos es concebida como un monolito cerrado, incapaz de ser configurado o cambiado por
los hombres modernos."(4)
Así Berman sugiere que la modernidad se relaciona con valores anteriores. ¿Qué es lo que hacía
que en el siglo XIX se desarrollara una actitud entusiasta hacia la vida moderna? Evidentemente
eran tensiones internas, pero a la vez externas, es decir, propias del contexto histórico. Si Goethe,
Marx o Baudelaire tenían una actitud mas rica, era por las enormes contradicciones que vivían a
raíz de un contexto de revolución social. Al no existir este contexto, se sugiere que la modernidad
se redujo a modernización puramente económica durante el siglo XX. La intención de Berman es
restablecer nuestro sentido de la modernidad reapropiándonos de las visiones de los modernistas
del siglo XIX:
"Podría resultar que el retroceso fuera una manera de avanzar: que recordar los modernismos del
siglo XIX nos diera la visión y el valor para crear los modernismos del siglo XXI. Este acto de
recuerdo podría ayudarnos a devolver el modernismo a sus raíces, para que se nutra y renueve y
sea capaz de afrontar las aventuras y peligros que le aguardan. Apropiarse de las modernidades de
ayer puede ser a la vez una crítica de las modernidades de hoy y un acto de fe en las
modernidades - y en los hombres y mujeres modernos- de mañana y de pasado mañana" (5)
____________________________________________________________
(4) Ibid. p.11.
(5) Ibid. p.25.
Inmediatamente después de la publicación del libro de Marshall Berman, se desarrolló un
importante debate en el que se destacó Perry Anderson. También participaron en este debate
otros autores a lo largo de varios números de la revista inglesa New Left Review. (6)
En su comentario al libro de Berman, Anderson desarrolla la idea de que el modernismo no puede
darse en cualquier tiempo o sociedad, sino que sólo surge en países donde hay ciertas condiciones
o "temporalidades históricas" previas:
"La hipótesis que esbozaré brevemente aquí es que más
bien deberíamos buscar una explicación coyuntural del conjunto de prácticas y doctrinas estéticas,
posteriormente agrupadas como ?modernistas?. Esta explicación implicaría la intersección de
diferentes temporalidades históricas para componer una configuración típicamente
sobredeterminada. ¿Cuáles fueron esas temporalidades? En mi opinión el ?modernismo? ha de
ser entendido ante todo como un campo cultural de fuerzas triangulado por tres coordinadas
decisivas." (7)
La primera coordenada es -según Anderson- un academicismo fuertemente institucionalizado por
una sociedad compuesta por clases aristocráticas y terratenientes (una clases que estaban
económicamente superadas pero que todavía seguían marcando la pauta política y cultural en
todos los países de la Europa anterior a la primera guerra mundial). La segunda coordenada
corresponde al desarrollo incipiente de tecnologías o invenciones clave como el teléfono, la radio,
el automóvil, la aviación, etc. Todavía no se habían consolidado las industrias culturales. La tercera
coordenada corresponde al ambiente previo de una revolución social. En ningún país europeo la
democracia burguesa era todavía la forma acabada ni el movimiento obrero estaba totalmente
integrado. Todavía existía la posibilidad de un derrumbe del viejo orden social. No se sabía si el
nuevo orden sería capitalista o socialista. El grado de esperanza suscitada por la perspectiva de tal
revolución fue muy variable, pero en la mayor parte de Europa estuvo en el aire. Esto se debía a la
persistencia de las formas del Ancien Regime: monarquías imperiales en Rusia, Alemania y Austria,
un precario orden en Italia; incluso en Inglaterra hubo amenaza de desintegración regional y de
guerra civil en los años anteriores a la primera guerra mundial. (8)
____________________________________________________
(6) Véase por ejemplo Peter Osborne, "Modernity is a Qualitative, Not a Chrnological, Category",
New Left Review n.192, March- April, 1992.
(7) Perry Anderson, "Modernity and Revolution", op.cit.p.99.
(8) Ibidem.
Según la argumentación de Anderson, estas tres coordenadas constituyen las "temporalidades
históricas" o condiciones políticas y sociales previas que posibilitaron los grandes avances
modernistas de 1890 a 1920. El problema es que estas temporalidades desaparecieron y nunca
más se volvieron a presentar en los países europeos (salvo un breve periodo de agitación en los
años 60, donde se dió una coincidencia de movimientos radicales, pero no hubo nunca más
triunfos creadores equivalentes al modernismo en su fase heroica (1890-1920). Esto significa que
se agotaron los movimientos de vanguardia y lo que tenemos ahora serían simples rutinas y cierre
de horizontes (lo que los posmodernos llaman un presente interminablemente repetido).
Este modo de concluir la argumentación, que sugiere el fin de las esperanzas de una nueva
revolución en Occidente, tuvo a su vez una respuesta de Marshall Berman que señaló que tal
escepticismo, implicaba un "desahucio a priori de la historia":
"Anderson pretende que el actual desengaño de nuestras esperanzas de una revolución socialista
en Occidente significa el fin de toda vida espiritual y cultural...¿No se da cuenta de la importancia
que tiene, y siempre ha tenido, el desengaño para el crecimiento de la creatividad humana?...
Cuando las personas nos encontramos frente a la desaparición de horizontes conocidos abrimos
nuevos horizontes; cuando perdemos la ilusión de nuestras esperanzas descubrimos o creamos
nuevas esperanzas. Es así como nuestra especie ha sobrevivido a tanta tristeza y ruindad a lo largo
de los tiempos. Si la humanidad hubiera aceptado desahucios a priori de la historia, hace tiempo
que nuestra historia se habría acabado." (9)
Lo que nos llama la atención en esta polémica entre Berman y Anderson, es el hecho de que
cuando fue realizada (1984), ya están presentes los términos fundamentales que posteriormente
definieron al debate posmoderno. En este sentido se plantea claramente la forma de la discusión
que ocasionaría el fugaz triunfo del neoliberalismo y el derrumbe del llamado "socialismo real".
Desde esta perspectiva, resulta de suma utilidad la idea apuntada por Berman en sentido de que el
socialismo, además implica en su seno, como en el capitalismo, una lógica contradictoria. Esto
significaría que la modernidad, que da impulso a esos sistemas sociales, implica un nihilismo
destructor al mismo tiempo que liberación. Esta idea de la modernidad se deriva de su
interpretación de Marx como un modernista. Contrariamente a las interpretaciones dogmáticas,
Berman valoró en alto grado el papel de la liberación del individuo. En este sentido interpreta el
pensamiento de Marx como un individualismo
__________________________________________________________
(9) Marshall Berman "The Signs in the Street: a Response to Perry Anderson ", New Left Review
n.144, March-April 1984, p.115.
radical. (Sobre este punto nos detendremos en el siguiente capítulo sobre el colapso del
"socialismo real", colapso que se explicaría como una versión de modernidad mal entendida ya
que se excluye la liberación individual. El proceso de la modernidad en el "socialismo real",
despojado de su dimensión simbólica y ética sólo podía desembocar en un modelo tecnocrático
igual que en el capitalismo).
Quisieramos subrayar que el debate entre Berman y Anderson tiene también un interés especial
para repensar el proceso de la modernidad en América Latina. Si el modernismo fue en los países
europeos lo que se opone a la modernización socioeconómica ¿cómo se da esta situación en
América Latina? Es interesante señalar que el mismo Perry Anderson señala que las
"temporalidades históricas" para una revolución social, se dan justamente en países como los de
América Latina, donde existiría una configuración similar a la que prevaleció en Europa durante los
años de 1890 a 1920. Esas temporalidades equivalen a la persistencia de oligarquías capitalistas y
al hecho de que el desarrollo capitalista aunque se da de manera dinámica y acelerada, sin
embargo todavía no está totalmente consolidado.
Evidentemente este planteo no es muy exacto que digamos, ya que la mayoría de los países
latinoamericanos hace mucho tiempo que se encuentran en un proceso acelerado de desarrollo
capitalista. Esta aceleración se presenta hoy en día en un grado mayor a raíz del proceso de
globalización económica y cultural. Quizá las "temporalidades históricas" a las que se refiere Perry
Anderson se apliquen a algunos países como Bolivia o México en las primeras décadas del siglo XX.
En el caso de Bolivia, en los años de 1940, presentaba un cuadro de dominación oligáquica junto a
un movimiento obrero-minero con un proyecto socialista. En estas condiciones se dio una
revolución social en 1952 que terminó con la destrucción del ejército oligárquico. Posteriormente
hubo un proceso de reconstrucción y modernización de ese ejército apoyado por Estados Unidos,
pero ello no impidió la lucha de la clase minera que, junto a las fuerzas de izquierda, en varias
ocasiones tuvo posibilidades de establecer el socialismo (por ejemplo durante el gobierno de
J.J.Torres en 1971). Fruto cultural de este largo proceso de revolución social fue el cine de Jorge
Sanjinés. (No es casualidad que, en dicho cine, los personajes centrales sean obreros e indígenas).
Con el advenimiento de la democracia en los años 80 y el "derrumbe del socialismo real" se
debilitó la clase minera hasta el grado de desaparecer casi físicamente. Sin embargo emergieron
nuevos actores sociales como los movimientos campesinos y étnicos. Es difícil afirmar que la
modernidad ha terminado porque en Bolivia, igual que en México, constantemente surgen nuevos
intentos de modernización política y cultural.
En el caso de México, la vida política y cultural hacia 1910 se encontraba inmovilizada. La
estructura económica y social del porfiriato había impuesto un estado de enajenación espiritual
que se expresaba en una ceguera ante los valores de la cultura popular, la imitación de las culturas
europeas y el culto a una ciencia inexistente. Como dice Luis Villoro "todo expresa el divorcio entre
la vida espiritual y una cultura que se ha vuelto ajena." (10) En tales condiciones surgió una
generación (la del Centenario) que constituyó el primer impulso de liberación intelectual. Esta
liberación se expresó como ruptura con el academicismo imperante (como por ejemplo en los
pintores como Atl y el muralismo). En filosofía, Caso y Vasconcelos intentaron abrir otras vías
frente al positivismo. Renace el humanismo y se redescubre a España como fuente de tradición
literaria. Esta liberación intelectual no prepara la revolución social, sino que se desarrolla en forma
simultánea. Se trata de dos procesos paralelos. (11)
Lo interesante del caso de México, es que además de que su movimiento de liberación cultural se
desarrolló paralelamente a la revolución política y social de 1910, se presenta como un proceso
que se ahondó a lo largo de los 60 años posteriores. En este proceso de búsqueda de una
identidad propia, se mezclan dos generaciones de filósofos como Alfonso Reyes, Samuel Ramos,
Emilio Uranga, Leopoldo Zea; de poetas y artistas como López Velarde, Mariano Azuela, Jorge
Cuesta, Juan Rulfo, José Revueltas, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Diego Rivera, Orozco, Siqueiros,
Frida Kahlo, Rufino Tamayo, etc. La búsqueda de los orígenes también se manifiesta en el
indigenismo (con Manuel Gamio) y el neozapatismo, además del hispanoamericanismo y el
latinoamericanismo.
¿Porqué no cuajó este amplio movimiento artístico-popular? A pesar de constituir un poderoso
movimiento de modernismo estético y cultural capaz de dar un nuevo sentido a la revolución
social, sin embargo se dio un divorcio por muchas causas o factores. Según la explicación de Luis
Villoro, los caudillos nunca supieron escucharlos.
"En vez de concentrar sus fuerzas en las reformas que urgían y emprender la nueva educación del
pueblo, adelantaron con excesiva lentitud y dedicaron sus mejores energías a exterminarse unos a
otros... El impulso popular desorientado por las rencillas de los jefes y cada vez más sometido al
aparato de gobierno, amaina. La amargura y el escepticismo empiezan a ampararse de muchos
intelectuales. Unos han tenido que exiliarse, otros se refugian en la burocracia, en las embajadas o
en las aulas...... En el momento en que más falta le hacía, la Revolución dejaba de escuchar la voz
de su inteligencia." (12)
____________________________________________________________
(10) Luis Villoro, En México, entre libros. Pensadores del siglo XX, Fondo de Cultura Económica,
México, 1995.
(11) Luis Villoro, op.cit.p.13.
(12) Ibid., p.21.
Uno de los pocos momentos históricos en que podía haber cuajado el movimiento cultural con el
movimiento político y social surgido de la revolución de 1910, fue sin duda durante la presidencia
de Lázaro Cárdenas. Pero para la mayoría de los intelectuales, la radicalización revolucionaria llegó
tarde. Esa inteligencia ya estaba decepcionada:
"Tal vez, de haber llegado diez años antes, en la hora de la unión y el entusiasmo, la radicalización
de la Revolución hubiera recogido y consolidado los mejores esfuerzos de la inteligencia
mexicana... Quizá una de las tragedias más grandes de la Revolución consistió en que el momento
de mayor adelanto revolucionario no coincidió con el momento de mayor generosidad y
optimismo de su inteligencia." (13)
Durante las décadas de 1940 y 1950, la revolución se "institucionalizó". Sus metas, al igual que las
del nacionalismo cultural, parecen haberse alcanzado. Pero justamente por haberlas alcanzado,
está en crisis. La industrialización favoreció el desarrollo de una inmensa clase media. La
modernidad se desliga de sus vínculos culturales y sólo se desarrolla como proceso puramente
económico. Según el balance general de Luis Villoro (de la cultura mexicana de 1910 a 1960), las
filosofías de Caso y Vasconcelos carecían de rigor y no formaron escuela. Tampoco la filosofía del
nacionalismo. Ni el marxismo ("resultó evidente la imposibilidad de implantar oficialmente una
ideología socialista en un país capitalista de escaso desarrollo proletario"). Al no lograr edificar una
concepción del mundo, la educación pública mexicana, carece de una sólida orientación espiritual.
Pero esta carencia que señala una profunda crisis, no debe ser entendida como algo local, sino
como una crisis de la cultura occidental:
"Nuestra Revolución parece un rasgo de un movimiento continental que la abarca. No sólo eso:
también forma parte del proceso mundial más decisivo de estos años: la revolución agraria y de
liberación nacional de los países dependientes. Además, el aislamiento de cualquier país se ha
vuelto insostenible. La vida de cada sociedad depende cada vez más de los grandes cambios
internacionales. El mundo se ha unificado definitivamente. Por primera vez, la vocación universal
de la inteligencia y el momento efectivo de la historia de nuestro país coinciden." (14)
Para Luis Villoro hay una tendencia actual hacia el internacionalismo cultural y una mengua del
nacionalismo. Sin embargo, lo que parece desarrollarse después del derrumbe del "socialismo
real" es justamente un resurgimiento de los nacionalismos. Sobre este punto tan importante
volveremos más adelante en el capítulo IV a propósito del caso de Chiapas.
______________________________________________________
(13) Ibid., p.22.
(14) Ibid., p.35.
3.- El conflicto entre la modernización económica y el modernismo cultural
¿Cómo entender el modernismo cultural? Ya vimos que se trata fundamentalmente de algo
relacionado con el arte. Pero también puede decirse que es algo más complejo. Esto es algo
inherente a todo proceso de modernidad. Lo que hay que revisar aquí es fundamentalmente la
función de la tecnología y la política. Uno de los problemas consiste en el uso que se da a la
técnica. Vemos que en algunos casos históricos puede ser utilizada con fines de dominación.
También puede servir para fines de liberación cuando, por ejemplo, se plantea integrar el arte a la
vida a través de un nuevo uso de los medios de comunicación. Es así cómo se han dado formas de
arte implicado (después del surrealismo) o el constructivismo. Lo que habría que subrayar es que
más allá del problema de las posibilidades del arte, se trata de recuperar el potencial liberador de
la tecnología en un contexto no capitalista. Tal como vió Benjamin, la modernidad no es algo
exclusivo del capitalismo. Si cambian las condiciones sociales y económicas es posible dar otro
sentido a la técnica. Así el modernismo cultural no es rechazo a la técnica y al desarrollo
económico sino reorientación, nutrición, prefiguración de mejoras humanas a partir de las
ciencias.
Una buena manera de pensar este problema es comparar la modernización entre los países
europeos y latinoamericanos. Es evidente que no hay una sola forma de modernidad. Tampoco se
advierte que en los países europeos hubo transición homogénea, al contrario de lo que sucedió en
América Latina. Lo que sucedió históricamente en Europa fueron diferentes procesos de
transición. Mientras que algunos países como Francia desarrollaron su modernidad capitalista
tempranamente, en países como Alemania o España ella se realizó de manera tardía. O sea que se
puede deducir que la modernización en algunos países se puede realizar de manera distinta
(temprana o tardía). Esta puede ser una explicación fructífera si se deja de lado sus aspectos
mecánicos o de puro reflejo (15). También sucede que en el caso de América Latina o de España, el
hecho de haberse desarrollado una modernización tardía implicó una serie de situaciones
frustrantes.
________________________________________________________
(15) No compartimos la tesis de Lukács (en El asalto a la razón) de que, por el hecho de que la
modernización se haya desarrollado tardíamente en Alemania, se habría dado una situación de
"decadencia" cultural. Lo que se dio en Alemania no pudo ser una "decadencia" sino un apogeo
que permitió el surgimiento de corrientes culturales innovadoras como el expresionismo. Si hubo
una economía estancada, no sucedió lo mismo en el aspecto cultural y filosófico.
Lo que nos llama la atención en el caso de España, es que su proceso de modernidad (como
desarrollo político y cultural), fue frustrado violentamente por el franquismo. De ahí en adelante,
la modernidad se volvió un proceso de pura modernización económica (dependiente el
capitalismo estadounidense). Este hecho resultó una verdadera tragedia ya que, antes del
franquismo, existía un movimiento modernista de gran profundidad, enraízado en lo mejor de la
cultura internacional (como el surrealismo o el socialismo).
No se puede asegurar que la modernidad dependiente de España surge con el franquismo, sino
que proviene de mucho antes. Podría decirse que nunca tuvo una verdadera independencia. Tal
como decía José Gaos, por lo menos America Latina tiene la ventaja de haber hecho su
independencia, España no. Ella nunca se independizó ni de sí misma.
Es evidente que el único momento en que España tuvo la posibilidad de realizar una modernidad
independiente fue con el proyecto republicano. Esto se debe a que dicho proyecto daba una
importancia capital al desarrollo educativo y cultural. En este proyecto había la posibilidad de
desarrollar una modernidad propia, nacional, es decir según sus tradiciones locales culturales. De
muchas maneras, la intelectualidad española había observado que uno de sus principales
conflictos era el de cómo salir del atraso y cómo despertar la cultura nacional y combinarla con la
cultura universal.
Al parecer este conflicto también ya había sido advertido mucho tiempo cuando los gobernantes
se preguntaban si España debía modernizarse o desarrollar una actitud antimoderna. Lo menos
que puede decirse es que con el triunfo del franquismo se desarrolló un proyecto modernizador
autoritario, apoyado en las tradiciones culturales de la época medieval, como la religiosidad
cristiana, los valores familiares, etc. Este proyecto falsamente modernizante combinado con una
moral represiva y un repudio a la cultura universal sólo podía caracterizarse como una variante del
más claro antimodernismo.
Dicho antimodernismo se parece mucho al de América Latina, ya que igualmente el tipo de
modernización que se desarrolló fue en términos similares. Es difícil afirmar que América Latina
tiene una relativa ventaja en relación a la modernidad española ya que el desarrollo cultural
estuvo combinado con un nacionalismo que en algunos momentos asimiló y aportó elementos a la
cultura universal. La mezcla de nacionalismo y modernismo en América Latina fue tan variada que,
en contra del autoritarismo estatal, movilizó a veces la conciencia cultural en una dirección hacia
la modernidad universal. Fue necesario el orgullo para identificar a veces dicho nacionalismo con
el universalismo de la razón. Sin embargo, la modernidad, igual que la española, fue un proyecto
orientado políticamente hacia la derecha.
Claro que en el caso de América Latina, el atraso y el subdesarrollo no refleja un estancamiento
cultural. Esto se puede comprobar con la fructificación de las vanguardias artísticas y políticas
durante las primeras décadas del siglo XX. En las vanguardias artísticas, hubo un componente
fuertemente nacional, que demuestra que no fueron meros ecos o repeticiones de las vanguardias
europeas. (16)
Igualmente las vanguardias políticas (que surgieron de la reforma universitaria de 1918 en
Argentina y culminaron en las revoluciones de Cuba y Nicaragua), han demostrado que, en tanto
movimientos de emancipación que siguieron el ideal de la modernidad, fueron impulsos originales
(aunque frustrados), para la construcción democrática de la identidad nacional. De todas maneras,
la lucha por otra modernidad latinoamericana se presentó históricamente como una lucha contra
el proyecto de nación de las fuerzas oligárquicas y conservadoras. (17)
La experiencia de Alemania durante los siglos XIX y XX resulta sumamente instructiva ya que
constituye el ejemplo de una transición tardía a la modernidad. En efecto, antes del siglo XX, la
burguesía y la pequeña burguesía alemana dependían económicamente de las cortes más que
cualquier otro país europeo. Esto fue lo que ocasionó un estancamiento económico. El hecho de
ser un país estancado del que no pudo surgir una burguesía rica, independiente, no impidió el
surgimiento de un modernismo cultural.
No resulta difícil darse cuenta de las implicaciones que derivan del retraso del desarrollo
económico. La principal de ellas es, sin duda, la no resolución de la cuestión nacional. Los otros
países de Europa Occidental, como Francia e Inglaterra, habían alcanzado ya su unidad nacional
bajo la monarquía absoluta, es decir, la unidad nacional fue en ellos uno de los primeros
resultados de las luchas de clases entre la burguesía y el feudalismo. Por el contrario, en Alemania
la unidad nacional se da muy tarde. Esto se debió a las dificultades creadas por la ausencia de una
revolución burguesa. Según Engels, el desarrollo de Alemania siguió la vía "prusiana". Es decir, que
la unidad nacional estuvo supeditada a la burocracia semifeudal. Los sectores capitalistas pactaban
pacíficamente con la monarquía prusiana. Por eso Engels decía que en 1849 nada había obligado a
la burguesía prusiana a resolver el problema del poder, dentro del Estado, a la manera
revolucionaria.
____________________________________________________
(16) Véase Jean Franco, La cultura moderna en América Latina, Grijalbo, México, 1986.
(17) Samuel Arriarán, El marxismo y la cuestión nacional en América Latina, Tesis de Maestría,
UNAM, México, 1989.
Así la unidad nacional alemana no se instauró por la vía revolucionaria, sino desde arriba, por la
"sangre y por el hierro" a través de Hohenzollern y Bismarck. Esta vía tuvo implicaciones culturales
importantes ya que por un lado generó una ideología modernista conservadora y por otro lado no
impidió posteriormente el surgimiento de una vanguardia cultural y un gran desarrollo del
movimiento obrero. (18)
La transición tardía a la modernización en Alemania, implicó por lo menos una débil tradición
democrática. Después de 1848 ese país siguió una ruta de reformismo a causa de la ideología
imperante en la socialdemocracia. Finalmente surgió una atmósfera de rechazo a la idea misma de
la democracia en cuanto se la vinculaba con lo extranjero o se la identificaba con una mercancía
occidental de importación. A esta situación contribuyó la frustración del movimiento obrero y la
izquierda. A medida en que aumentó el reformismo, se agudizó el sectarismo y la incomprensión
de la cuestión nacional. Con el advenimiento de la república del Weimar hubo cambios de esta
situación a raíz de un proceso acelerado de industrialización junto a la democratización política.
Lo que trajo la República de Weimar (además de desilusiones y frustraciones), fue un alto
desarrollo urbano y tecnológico. Es importante señalar también que la reacción de las
intelectuales no fue la misma en esos años (es decir, en términos de aceptar la "revolución
conservadora"), sino también hubo un notable esfuerzo de influir en ella a través de una política
de izquierda. (19)
______________________________________________________
(18) Es importante llamar la atención sobre la existencia de una paradoja durante el periodo de la
República de Weimar. Junto a un creciente impulso cultural en sentido liberador, se establecieron
al mismo tiempo las bases ideológicas que posteriormente desembocaron en el fascismo. En la
medida en que en ese periodo germinó la "revolución conservadora", no se puede pasar por alto
el papel que desempeñaron en ella autores como Spengler, Ernst Jünger y Heidegger. Al mismo
tiempo que se buscaba una modernidad alternativa (frente al modelo capitalista y socialista) el
nacionalismo filosófico alemán terminó conciliando el romanticismo y la tecnología. Véase Jeffrey
Herf, El modernismo reaccionario. Tecnología, cultura y política en Weimar y el Tercer Reich,
Fondo de Cultura Económica, México, 1990.
(19) Véase Anthony Phelan, El dilema de Weimar. Los intelectuales en la República de Weimar,
Ediciones Alfons El Magnanim, Valencia,1990.
El proceso de modernización de América Latina resulta también un tanto semejante al proceso
alemán y español. Aunque obviamente existen diferencias, sin embargo es posible encontrar
algunas analogías (como un proceso tardío de modernización). Esto se debió al carácter
dependiente de la economía que giraba en torno a los intereses del capital internacional. Hasta
antes de la Segunda Guerra Mundial, los países latinoamericanos se parecían a países
semicoloniales. A esto se añadía la supervivencia de sociedades indígenas con economías de
autoconsumo. Esta situación se conjugaba con formas embrionarias de economía capitalista que
se impusieron a través de enclaves o polos de desarrollo industrial. (20)
Paralelamente, se construyeron (bajo un impulso exterior) los Estados nacionales bajo una fachada
democrática. Es decir que en nuestros países nunca existieron tradiciones democráticas locales. Lo
que hubo fue simulacros de democracia impuestas por las necesidades e intereses mercantiles de
los países hegemónicos. Salvo quizá Chile, que presentó una tradición democrática local desde el
siglo XIX, en el resto de los países latinoamericanos, lo que hubo fue una especie de revolución
burguesa en sentido reaccionario. Mariátegui caracterizó bien este proceso al hablar de
refeudalización:
"La antigua clase feudal -camuflada o disfrazada de burguesía republicana- ha conservado sus
posiciones. La política de desamortización de la propiedad agraria iniciada por la revolución de la
independencia no condujo al desenvolvimiento de la pequeña propiedad...Sabido es que la
desamortización atacó más bien a la comunidad. Y el hecho es que durante un siglo de república,
la gran propiedad agraria se ha reforzado y engrandecido a despecho del liberalismo teórico de
nuestra constitución y de las necesidades prácticas del desarrollo de nuestra economía
capitalista...." (21)
Según la explicación de Mariátegui, no se dió históricamente la liquidación de la feudalidad. Esta
liquidación debía haber sido realizada ya por el regimen democrático-burgués formalmente
establecido por la revolución de la Independencia. Pero en la mayoría de los países
latinoamericanos no hemos tenido en toda la vida republicana, una verdadera clase burguesa. En
los primeros tiempos de la Independencia, la lucha entre fracciones y jefes militares apareció
como una consecuencia lógica de la falta de esa burguesía. Al no existir un orden liberal burgués
que diera origen a una clase capitalista, el poder estaba en manos de los caudillos militares.
_______________________________________________________
(20) Agustín Cueva, El desarrollo del capitalismo en América Latina, Siglo XXI, México, 1990.
(21) José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Biblioteca
Amauta, Lima, p.51.
O sea que, al igual que en Alemania y España, lo que caracterizó a América Latina fue la
inexistencia de una burguesía nacional, rica e independiente capaz de impulsar el desarrollo
capitalista. Al no existir esta burguesía, no pudo haber construcción de un Estado nacional ni de un
mercado interno. La transición a la modernización fue más bien postergándose a medida en que
se idealizaba el atraso o se construían mitos o leyendas sobre nuestro carácter nacional, telúrico.
Como dice René Zavaleta, las oligarquías se pensaban desde una perspectiva antinacional como
salvadoras o propietarias del país. Lo nacional era concebido como el patrimonio de una
oligarquía. (22)
No está demás insistir en las graves deformaciones que ocasionó posteriormente esa concepción
patrimonialista. El patrimonio es el lugar donde mejor sobrevive hoy la ideología de la oligarquía,
es decir, el tradicionalismo. Y el fundamento filosófico del tradicionalismo se resume en la
concepción de la identidad es el reflejo de la esencia nacional. Esto explica el hecho de que los
gobiernos oligárquicos en alianza con fracciones militares bajo un ideal de defender los
fundamentos o esencias nacionales (Patria, Dios, familia, etc.), establecieron una actitud de
rechazo a la modernidad. Esto caracteriza lo contradictorio del proceso de modernización. En
América Latina, no son los movimientos revolucionarios los que rechazan la modernidad sino más
bien los sectores oligárquicos y de derecha. Esta situación no cambió después de la segunda
guerra mundial. Con el advenimiento de las dictaduras militares vino la restauración del orden
social intensificando la celebración de esos acontecimientos y símbolos que los representan, lo
que corresponde a esas "esencias nacionales", a la moral, la religión y la familia.
Aún después que, en los años 80, cuando se recupera la democracia, surgen movimientos
fundamentalistas que siguen agrediendo a la modernidad, al liberalismo político, sexual y a la
experimentación artística y científica. Así llegamos a los años noventa. ¿América Latina se ha
modernizado? Autores como Néstor García Canclini afirman que, si bien no se dió a partir del
Estado (tal como se esperaba en décadas anteriores) sí se realizó a partir de la iniciativa privada.
(23) La democratización (en cuanto expresión no divorciada de la modernización económica), se
habría logrado a través de las industrias culturales y de los medios masivos de comunicación.
Aunque sigue habiendo desigualdad en el acceso a los bienes culturales, sin embargo esa
desigualdad es compleja. Otros autores como Roger Bartra explican que por el contrario, lo que
hubo fue "exceso de modernidad" (14)
______________________________________________________
(22) René Zavaleta, Lo nacional popular en Bolivia, Siglo XXI, México, 1986.
(23) Néstor García Canclini, Culturas híbridas, CNCA-Grijalbo, México, 1989.p.92
(24) Roger Bartra, Oficio mexicano, Grijalbo, México, 1993,p.43. Véase también del mismo autor
La jaula de la melancolía, Grijalbo, México, 1987.
¿En América Latina la modernidad ha terminado? ¿se cumplió poco o se realizó en exceso? A
nuestro modo de ver, fue un proyecto frustrado. En vez de disminución de desigualdad en el
acceso a los bienes culturales, lo que vemos es una mayor desigualdad. Esto se debe a que no hay
verdaderamente democratización alguna. Esto se debe al desinterés del Estado hacia los sectores
mayoritarios pero también a que a las empresas transnacionales y a la industria cultural, no les
preocupan las mayorías más que como puros objetos consumidores.
Desde nuestro punto de vista, lo que ha frustrado el proceso de la modernidad en América Latina
son dos hechos. Por una parte, el hecho de la subsistencia de condiciones de marginación y
explotación económica, y por otra parte, la ausencia de un proyecto nacional de modernidad
política y cultural.
4.- Replanteo del concepto de modernidad
Con la comparación de algunos procesos históricos de modernidad en Europa y América Latina,
cabe preguntar si en la medida en que todos estos procesos se desarrollaron a partir de un modo
de producción ¿no sería mejor especificar que se trata de la modernidad capitalista? Esta
modernidad no es la única ni todos las sociedades se reducen a ella. Tenemos que recurrir
entonces a un replanteo del concepto de modernidad.
Bolívar Echeverría ha hecho una diferencia entre modernidad, como "forma ideal", y
modernidades, como diversas configuraciones históricas que intentan realizar esa idea. Por
modernidad habría que entender el proceso general y la modernidad capitalista una de las
variantes de lo general:.
"la modernidad está constituida por el juego de dos niveles diferentes de presencia real: el posible
o potencial y el actual o efectivo...En el primer nivel, la modernidad puede ser vista como forma
ideal de totalización de la vida humana. Como tal...se presenta como una realidad de concreción
en suspenso, todavía indefinida;..En el segundo nivel, la modernidad puede ser vista como
configuración histórica efectiva; como tal, la modernidad deja de ser una realidad de orden ideal e
impreciso: se presenta de manera plural en una serie de proyectos e intentos históricos de
actualización. (25)
____________________________________________________________
(25) Bolívar Echeverría, Las ilusiones de la modernidad, UNAM-El Equilibrista, México, 1995,
pp.140-141.
Una de esas variantes sería la modernidad capitalista, que es la más funcional, la que parece haber
desplegado de manera más amplia todas sus potencialidades. Esta es la modernidad "realmente
existente", pero no es la única, ya que es una de las distintas modernidades que ha conocido la
época moderna. Las otras modernidades también tienen vitalidad porque siguen constituyéndose
conflictivamente.
Apoyándonos en Bolívar Echeverría, podemos concluir este capítulo asegurando que la
modernidad no sería "un proyecto inacabado" (como sostiene Habermas), sino más bien un
conjunto de posibilidades exploradas y actualizadas sólo desde una perspectiva y en un sólo
sentido, y dispuesto a que lo aborden desde otro lado y lo iluminen con una luz diferente.(26)
Coincidimos totalmente con este modo de replantear la modernidad y sus variantes. De ahí que en
el siguiente capítulo intentaremos mostrar cómo el "socialismo real" es sólo otra variante de la
modernidad. También intentaremos fundamentar (en los últimos capítulos), la posibilidad de otro
modelo de modernidad no capitalista cuando examinemos la realidad compleja pluricultural de
América Latina.
___________________________________________________
(26) Ibid.p.137