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7/25/2019 Chateaubriand - Memorias de Ultratumba - Libro 01 [Ed. El Acantilado]
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E L A C A N T I L A D O * 1 0 2
Chateaubriand
C Memorias d e u l t r a t u m b a
\ i a--/ / y i p r e s e n t a c i n d e m a r c n m a r o l i
P R O LO G O DF. J E A N - C I A U D E B E R C H E T
T R A D U C C I N D E J O S R AM O N M O N R E A L
I . I B R O I
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El Acantilado, 102M E M O R I A S D E U L T R A T U M B A
L I B R O S I - X X I V
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FRANOIS DE CHATEAUBRIAND
MEMORIAS DE ULTRATUMBA
L i b r o s I - X X I V
Presentacin de m a r c f u m a r o l i
Prlogo dej e a n - c l a u d e b e r c h e t Traduccin dej o s r a m n m o n r e a l
B A R C E L O N A 2 O O 4
!
A C A N T I L A D O
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La Valle-aux-Loups, cerca de Aulnay,4 de octubre de 1S11
H ac e cuatro aos que, a mi regreso de Tierra Santa, com
pr cerca de la aldea de Aulnay, en las inmediaciones de
Sceaux y de Chtenay, una casa de campo, oculta entre c o
linas cubiertas de bosques. El terreno desigual y arenosopertenec snte a esta casa no era sino un vergel salvaje en
cuyo extremo haba un barranco y una arboleda de casta
os. Este reducido espacio me pareci adecuado para en
cerrar mis largas esperanzas; spaio brevi spem longam re-
seces.' Los rboles que he plantado prosperan, son tan
pequeos an que les doy sombra cuando me interpongo
entre ellos y el sol. Un da me devolvern esta sombra y
protegern los aos de mi vejez como yo he protegido su
juventud. Lo s he ele gid o, en lo posib le, de cuantos climas
he recorrido; me recuerdan mis viajes y alimentan en el
fondo de mi corazn otras ilusiones.
Si alguna vez son repuestos en el trono los Borbones,
lo nico que les pedira, en recompensa por mi fidelidad,es que me hicieran lo bastante rico como para aadir a mi
heredad la zona colindante de bosque que la rodea: sta es
mi ambicin; quisiera aumentar en algunas fanegas mi pa
seo: aunque soy un caballero andante, tengo los gustos se
dentarios de un monje: desde que vivo en este lugar de re
tiro, no creo haber puesto los pies ms de tres veces fuera
de mi recinto. Si mis pinos, mis abetos, mis alerces y mis
cedros llegan alguna vez a ser lo que prometen, la Valle-
aux-Loups se convertir en una verdadera cartuja. Cuan
do Voltaire naci en Chtenay, el 20 de febrero de 1694,
cul era el aspecto del collado adonde haba de retirarse,
en 1807, el autor de E l genio d el Cristianismo?
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Me gusta este lugar; ha reemplazado para m los cam
pos paternos; lo he pagado con el producto de mis sueos
y de sve los ; es al gran de sierto de Atala al que de bo el pe
queo desierto de Aulnay; y para crearme este refugio, no
he expoliado, como el colono americano, al indio de las
Floridas. Tengo apego a mis rboles; les he dedicado ele
gas, sonetos, odas. No hay uno solo de ellos que yo no ha
ya cuidado con mis propias manos, que no lo haya lib rado
del gusano que ataca sus races, de la oruga adherida a su
hoja; los conozco a todos por sus nombres como si fueranhijos mos: es mi familia, no tengo otra, espero morir enmedio de ella.
Aq u, he esc rito Los mrtires, los Abencerrajes ,el Itine
rarioy Moiss-,qu voy a hacer ahora en las veladas de este
otoo? Este 4 de octubre de 1811, aniversario de mi na
talicio y de mi entrada en Jerusaln,1 me incita a dar co
mienzo a la historia de mi vida. E l homb re que da hoy el im
perio del mundo a Francia slo para hollarla bajo sus pies,
este hombre, cuyo genio admiro y cuyo despotismo abo
rrezco, me envu elve en su tirana como si de otra soledad se
tratara; pero aunque aplaste el presente, el pasado lo desa
fa, y quedo libre de todo cuanto ha precedido a su gloria.
La mayor parte de mis sentimientos han permanecidoenterrados en el fondo de mi alma, o slo se han manifes
tado en mis obras atribuidos a seres imaginarios. Hoy, que
siento an nostalgia de mis quimeras sin perseguirlas, quie
ro remontar la pendiente de mis aos felices: estas M em o
riassern un templo de la muerte erigido a la luz de mis recuerdos.
El nacimiento de mi padre y las pruebas por las que tu
vo que pasar en sus inicios forja ron en l uno de los ca ra c
teres ms sombros que hayan existido. Carcter que in
fluy en mis ideas aterrorizando mi infancia, contristando
mi juventud y determinando el tipo de educacin que yohabra de recibir.
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Niu 1 uolili. lin mi opinin, he sabido sacar provecho
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j con san Lu is a Tierra San ta. Tra s haber sido hecho pri
sionero en la batalla de Mansura, regres, y su mujer Sybil
le muri de alegra y de sorpresa al volverlo a ver. San
Luis, en recompensa por sus servicios, les concedi a l y
a sus herederos, a cambio de sus antiguos blasones, un es
cudo de gules, flordelisado de oro: Cui et ejus haeredtbus,acredita un cartulario del priorato de Bre , sanctus Ludo-vicus tum Francorum rex, propter ejus probitatem in armis,
flo res li li i auri, loco pomorum pin i auri, contulit .'
Desde sus orgenes, los Chateaubriand se dividieron entres ramas: la primera, llamada barones de Chateaubriand,tronco de las otras dos y que se inici en el ao io oo en la
persona de Thiern, hijo de Brien, nieto de Alano III, cond e
o seor de Bretaa; la segunda, con el sobrenombre de se
ores de las Rocas Baritaut,o del Len de Angers; y la tercera, que ostenta el ttulo de seores de Beaufort.
Cuando se extingui el linaje de los seores de Beau
fort en la persona de la seora Rene, a un tal Christophe II,rama colateral de este linaje, le tocaron en suerte las tie
rras de la Gurande en Morbihan. En aquella poca, hacia
mediados del siglo x v i i , reinaba una gran confusin en el
estamento de la nobleza, al haberse producido usurpacio
nes de ttulos y de nombres. Luis XIV orden una investigacin, a fin de reponer a cada uno en su derecho. Chris
tophe fue confirmad o, tras probarse su nobleza de antigua
extraccin, en su ttulo y en la tenencia de sus armas, por
sentencia de la Cmara establecida en Rennes para la re
forma de la nobleza de Bretaa. Se pronunci esta senten
cia el 16 de septiembre de 1669; he aqu el texto:
Sentencia de la Cmara instituida por el rey [Luis XIV]
para la reforma de la nobleza en la provincia de Bretaa,
dictada el 16 de septiembre de 1669: Entre el procurador
general del rey, y monsieur Christophe de Chateaubriand,
seor de la Guran de; el cual declara que permite al dichoChristophe, nacido de antigua extraccin noble, asumir la
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1 1>1 lidie ion de cab alle ro, y le co nfir ma en el d erecho a lle-
\ .11 |>or armas unos gules flordelisados de oro sin lmite de
numero, en virtud de sus ttulos autnticos, de los que
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citaba, y que consideraciones del ' mayor peso me hacan
digno de la satisfaccin que reclamaba.
Y todo esto suceda despus de la toma de la Bastilla,
en vsperas de las escenas del 6 de octubre de 1789 y del
traslado de la familia real a Pars! Y en la sesin del 7 de
agosto de este ao de 1789, la Asamblea Nacional haba
abolido los ttulos de nobleza! Cmo poda parecerles a
los caballeros y examinad ores de mi ejecutoria de noblezaque yo era merecedorpo r ms d e un ttulo del fa vor que so
licitaba, etctera, yo que no era ms que un pobre subte
niente de infantera, desconocido, sin crdito, favor nifortuna?
El primognito de mi hermano (aado esto en 1831 a mi
texto primitivo escrito en 18 11), el conde Louis de Chateau
briand, cas con mademoiselle de Orglandes, de la que tuvo
cinco hijas y un varn, llamado ste Geoffroy. Christian,
hermano menor de Louis, biznieto y ahijado de monsieur
de Malesherbes, con quien guardaba un asombroso pareci
do, se distingui al servicio de Espaa como capitn en los
dragones de la guardia, en 1823. Se hizo jesuita en Roma.
Los jesutas suplen a la soledad a medida que sta desapa
rece de la faz de la tierra. Christian acaba de morir en Chie-
ri, cerca de Turn: anciano y enfermo, yo deba haberlo pre
cedido; pero sus virtudes lo llamaban al seno de Dios
antes que a m, que tantas culpas tengo an por expiar.
En la divisin del patrimonio de la familia, Christian
haba recibido las tierras de Malesherbes, y Louis las de
Comb ourg. Ch ristian, al no considerar legtima la divisin
por partes iguales, quiso, al abandonar este mundo, des
pojarse de los bienes que no le pertenecan y restiturselos
a su hermano mayor.
A la v ista de los pergam inos, no habra de pend ido ms
que de m, de haber heredado yo la infatuacin de mi pa
dre y de mi hermano, creerme el segundn de los duques
de Bretaa, descendiente de Thiern, nieto de Alano III.
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Los mencionados Chateaubriand habran mezclado
por dos veces su sangre con la sangre de los soberanos de
Inglaterra, al casar Geoffroy IV de Chateaubriand en se
gundas nupcias con Agns de Laval, nieta del conde de An
jou y de Ma tilde, hija de En riq ue I; Ma rgarita de Lusigna n,
viu da del rey de Ing lat erra y nieta de Lu is el Gor do, al ca
sar con Geoffroy V, duodcimo barn de Chateaubriand.
En la estirpe real de Espaa, se encontrar a Brien, herma
no segundo del noveno barn de Chateaubriand, que con
trajo matrimonio con Juana, hija de Alfonso, rey de Aragn.
Parece tambin que, en lo tocante a las grandes familias de
Francia, douard de Rohan tom por esposa a Marguerite
de Chateaubriand y que un Cro cas con Charlotte de Ch a
teaubriand. Tinteniac, vencedor en la batalla de los Treinta,y el con de stable Du Gu escl in , habran mante nido alianzas
con nosotros en las tres ramas. Tiphaine Du Guesclin, nie
ta del hermano de Bertrand, cedi a Brien de Chateau
briand, su primo y heredero, la propiedad de Plessis-Ber-
trand. En los tratados, unos Chateaubriand salen fiadores
de la paz con los reyes de Francia, en Clisson, con el ba
rn de Vitr. Los duques de Bretaa envan a unos Cha
teaubriand copia de sus audiencias. Los Chateaubriand se
convierten en grandes oficiales de la Corona, y en ilustresen la corte de Nantes; son comisionados para velar por la
seguridad de su provincia contra los ingleses. Brien I toma
parte en la batalla de Hastings: era hijo de Eudon, conde de
Penthivre. Guy de Chateaubriand figura entre los seores
que Arturo de Bretaa proporciona a su hijo para que lo
acompaen en su embajada a Roma, en 1309.
Sera el cuento de nunca acabar si terminase lo que he
querido que no fuera ms que un breve resumen: la nota
a la que finalmente me he decidido,* por consideracin a
mis dos sobrinos, que no tienen sin duda tan en poco co
* Vase esta nota al final de estas memorias.
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mo yo estas viejas miserias, suplir lo que omito en este tex
to. No obstante, hoy es frecuente pasarse de la raya; y se ha
convertido ya en una costumbre declarar que se es de con
dicin plebeya, que se tiene a honra el ser hijo de un siervo
de la gleba. Son tales declaraciones tan altaneras como fi
losficas? No es esto alinearse del lado del ms fuerte? Los
actuales marqueses, condes, barones, al no tener ni privile
gios ni hacienda, y al estar muertos de hambre en sus trescuartas partes, se denuestan unos a otros, no quieren reco
nocerse, se disputan mutuamente su alcurnia; pueden inspirar tales nobles, a quienes se niega su abolengo o a quienes no se les concede sino a beneficio de inventario, algn
temor? Por lo dems, espero que se me disculpe el haber te
nido que descender a estas pueriles explicaciones, a fin de
dar cuenta de la pasin dominante de mi padre, pasin que
fue el nudo del drama de mi juventud. En cuanto a m, no
me vanaglorio ni me quejo de la antigua o de la nueva so
ciedad. Aunque, en la primera, era yo el caballero o el viz
conde de Chateaubriand, en la segunda soy Franois de
Chateaubriand; prefiero mi nombre a mi ttulo.Mi seor padre habra llamado con gusto, como un gran
feudatario de la Edad Media, a Dios el noble caballero de
las alturas,y dado a Ni come des (el Nicom edes del Eva ngelio) el sobrenombre de santo caballero.Ah ora, de jan doa un lado a mi genitor,6llegamos desde Christophe, seor
feudal de la Gurande, y descendiente en lnea directa de
los barones de Chateaubriand, hasta m, Franois, seor
sin vasallos ni dinero de la Valle-aux-Loups.
Remontndonos en el linaje de los Chateaubriand, com
puesto de tres ramas, y habindose extinguido las dos p ri
meras, la tercera, la de los seores de Beaufort, prolonga
da por una rama (los Chateaubriand de la Gurande), se
empobreci, efecto inevitable de la ley del lugar: los hijos
primognitos de las casas nobles se llevaban los dos ter
cios de los bienes, en virtud de la costumbre de Bretaa;
z o
Ion segundones se repartan tan slo un tercio de la heren-
iiii paterna. La descomposicin del exiguo patrimonio de
rulos se operaba con mayor rapidez en cuanto se casaban:
y com o el mism o rep arto de los dos ter cio s del tercio se
produca tambin para sus hijos, estos hijos segundones deurgundones no tardaban en llegar al punto de tener que re-
purtirse un pichn, un conejo, un apostadero para cazar
putos y un perro de caza, por ms que siguieran siendoititos caballeros y poderosos seoresde un p alomar,7 de una
i harca maloliente y de un coto de conejos. Vemos en lasuntiguas familias una gran cantidad de segundones; los seguimos durante dos o tres generaciones y luego desapare
cen, tras haber descendido de nuevo poco a poco a llevar
el arado o tras haber sido absorbidos por la clase trabaja
dora,' sin que se sepa qu ha sido de ellos.
El cabeza de linaje y de las armas de mi familia era, a
comienzos del siglo xvm, Alexis de Chateaubriand, se
or de la Gurande, hijo de Michel, quien tena un her
mano, Amaury. Michel era el hijo de ese Christophe que
haba sido confirmado en su extraccin de los seores de
Beaufort y de los barones de Chateaubrian d po r la senten
cia mencionada ms arriba. Alexis de la Gurande era viu
do; era muy dado a la bebida, se pasaba el da empinandoel codo, llevaba una vida disoluta con sus sirvientas, y em
pleaba los ms bellos ttulos de su casa para cubrir los ta
rros de manteca.
Ju nto con este cabeza de linaje y de las arm as, estaba
su primo Franois, hijo de Amaury, segundn de Michel.
Franois, nacido el 19 de febrero de 1683, posea los pe
queos seoros de Touches y de la Villeneuve. Haba ca
sado, el 27 de agosto de 171 3, con Ptronille-Claude Lamour,
seora de Lanjgu, que le dio cuatro hijos: Franois-Hen-
ri, Ren (mi padre), Pierre, seor de Plessis, y Joseph, se
or de Pare. Mi abuelo, Fra nois, m uri el 28 de marzo de
1729; mi abuela, a quien conoc en la infancia, conservaba
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una bonita mirada risuea como una sombra de su juven
tud. Viva, a la muerte de su marido, en la casa solariega de
la Villeneuve, en los alrededores de Dinan. Toda la fortu
na de mi abuela no sobrepasaba las 5.000 libras de renta,
dos tercios de la cual, 3.232 libras, fue a parar al mayor de
sus hijos; quedaban 1.668 libras de renta para los tres se
gundones, de la que el mayor deduca an una mejora.
Para colmo de males, el carcter de sus hijos contrari
los planes de mi abuela: el mayor, Franfois-H enri, a quien
haba correspondido la magnfica herencia del seoro dela Villeneuve, rehus contraer matrimonio y se hizo sacer
dote; pero en vez de solicitar los beneficios a que hubiera
podido aspirar por su nombre y con los que habra podido
sostener a sus hermanos, no solicit nada por orgullo y
despreocupacin. Se enterr en una parroquia de campo
y fue suces ivame nte rector de Sa int-La un eu c y de Mer-
drignac, en la dicesis de Saint-Malo. Era un apasionado
de la poesa: he visto un buen nmero de versos suyos. El
carcter jovial de esta especie de noble Rabelais, el culto
que este cura cristiano haba consagrado a las musas en
una casa parroquial provocaban la curiosidad. Daba todo
lo que tena y muri insolvente.
El cuarto hermano de mi padre, Joseph, se fue a Parsy se encerr en una bibl ioteca : cad a ao se le man dab an
las 416 libras, su parte de segundn. Vivi en el anonimato
con sus libros, ocupado en investigaciones histricas. Du
rante su vida, que fue breve, escriba cada Ao Nuevo a su
madre, nica seal de vida que diera jams. Sin gular d es
tino el suyo! He aqu a mis dos tos, el uno erudito y el otro
poeta; mi hermano mayor compona agradables versos;
una de mis hermanas, madame de Farcy, posea verdad ero
talento para la poesa; otra de mis hermanas, la condesa
Lucile, canonesa, podra ser conocida por algunas pgi
nas admirables; yo he emborronado una cantidad consi
derable de papel. Mi hermano muri en el cadalso, mis
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ilus hermanas abandonaron una vida llena de padecimien-
Ins despus de haber languidecido en la crcel; mis dos t-
iis no dejaron con qu pagar las cuatro tablas de su atad;
lus letras han sido causa de mis alegras y de mis penas, y
110 pierdo la esperanza. Dios mediante, de morir en el hos-|>ilal de los pobres.
Al haber agotado mi abuela sus rec ursos para hacer al
ile su hijo primognito y del segundo, nada p oda hacer
V por los otros do s, Ren , mi pa dre, y Pierre , mi to. Esta
Inmilia, que haba sembrado oro, segn su divisa, vea desde su casa solariega las ricas abadas que haba fundado y
que albergaban las tumbas de sus antepasados. H aba p re
sidido los Estados de Bretaa, como duea de una de sus
nueve baronas; haba firmado tratados con soberanos, sa
lido fiadora en Clisson y, sin embargo, no gozaba de crdi
to bastante para obtener una subtenencia para el heredero
de su apellido.
A la pobre noble za bretona slo le quedaba un recu r
so, la marina real: se trat de aprovecharlo para mi padre;
pero primero haba que ir a Brest, costear su subsistencia,
pagar maestros, comprar el uniforme, las armas, los libros,
los instrumentos de matemticas: cmo sufragar todos
estos gastos? E l despacho pedido al ministro de Marina nolleg, por falta de un protector que solicitara su expedi
cin: la castellana de Villeneuve cay enferma de tristeza.
Entonce s mi padre dio la primera muestra del carcter
resuelto que yo le conoc. Tendra unos quince aos: ha
biendo n otado la inquietud de su madre, se acerc al lecho
donde ella estaba acostada y le dijo: No quiero seguir
siendo una carga para usted. Tras esto, mi abuela se ech
a llorar (le he odo contar mil veces a mi padre esta esce
na). Ren respondi ella, qu quieres hacer? Trabajatus tierras. No dan para comer; djeme usted marchar.
Bien dijo la madre , ve donde Dios quiere que vayas.
Y en tre sol lozos abr az a su hijo. Esa misma noche, mi pa-
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tire abandon la hacienda materna, lleg a Dinan, donde
una de nuestras parientes le dio una carta de recomendacin para un vecino de Saint-Malo. El aventurero hurfa
no se embarc, como voluntario, en una goleta armada,
que se hizo a la vela algunos das despus.La pequea repblica de Saint-Malo defenda por aquel
entonces en el mar el honor del pabelln francs. La go le
ta se reuni con la flota que el cardenal de Fleury enviabaen ayuda de Estanislao, sitiado en Dnzig por los rusos.
Mi padre ech pie a tierra y se encontr en la memorablebatalla que mil quinientos franceses libraron el 29 de mayo de 17 34 , a las rdene s del valien te bre tn De Brhan,
conde de Pllo, contra cuarenta mil moscovitas, manda
dos por Mnnich. De Brhan, diplomtico, guerrero y po e
ta, cay muerto, y mi padre fue herido dos veces. Regres
a Francia y volvi a embarcarse. Tras naufragar en las cos
tas espaolas, unos salteadores de caminos lo desvalijaron
en Galicia: tom un pasaje para Bayona en un navio y apa
reci de nuevo en el hogar paterno. Su valor y su espritu
disciplinado le haban hecho conocido. Pas a las islas; se
enriqueci en la colonia y puso los cimientos para la nue
va fortuna de su fam ilia .
Mi abuela confi su hijo Ren a su otro hijo Pierre,monsieur de Chateaubriand de Plessis, cuyo hijo, Armand
de Chateaubriand, fue fusilado, por orden de Bonaparte,
el Viernes Santo del ao 1810. ste fue uno de los ltimos
nobles franceses cados por la causa de la monarqua.' Mi
padre se hizo cargo de la suerte de su hermano, por ms
que, por la costumbre de sufrir, se form en l un carcter
adusto que conserv toda su vida; el No n ignara m al9no
es siempre cierto: la desgracia tiene tanto sus rigores como
sus ternuras.
Monsieur de Chateaubriand era alto y enjuto; tena la
* Esto fue escrito en 1811 (Nota de 1831, Ginebra).
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nariz aguilea, los labios delgados y plidos, los ojos hun
didos, pequeo s y garzos o glaucos, como los de los leoneso de los antiguos brbaros. Jams he visto una mirada pa
recida: cuando la clera asomaba a sus ojos, la pupila que
echaba chispas pareca despegarse y salir disparada haciauno para herirlo como una bala.
Una sola pasin dominaba a mi padre, la de su nom
bre. Su estado de nimo habitual era una profunda tristeza que la edad no hizo sino acrecentar y un silencio del que
slo le sacaban sus arrebatos. Avaro en la esperanza de de vo lver a su fam ilia su pr imer lustre , altivo en los dominios
de Bretaa con los nobles, duro con sus vasallos en Com-
bourg, taciturno, desptico y amenazador en el hogar, lonico que inspiraba su presencia era temor. De haber viv i
do hasta la Revolucin y haber sido ms joven, habra d es
empeado un papel destacado, o habra resistido hasta la
muerte en su castillo. Sin duda posea genio: no dudo que
al frente de la administracin o del ejrcito habra sido un
hombre extraordinario.
Fue a su regreso de Amrica cuando pens en tomar mu
jer. N acido el 23 de se ptiembre de 17 18 , se cas con treinta y
cinco aos, el 3 de julio de 1753, con Apolline-Jeanne-Su-
zanne de Bede, nacida el 7 de abril de 1726, e hija del seorAnge An nib al, con de de Bede, seor de la Boutard ais. Se
estableci con ella en Saint-Malo, donde haban nacido am
bos a siete u ocho leguas, de suerte que desde su casa vean
el horizonte en el que haban venido al mundo. Mi abuela
materna, Marie-Anne de Ravenel de Boisteilleul, seora de
Bede, nacida en Rennes, el 16 de octubre de 1698, haba si
do educada en Saint-Cyr en los ltimos aos de madame de
Maintenon: sus hijas heredaron su educacin.
Mi madre, dotada de una gran inteligencia y de una
imaginacin prodigiosa, se haba formado en la lectura de
Fnelon, de Racine, de madame de Svign, y nutrido de las
ancdotas de la corte de Luis XIV; se saba todo el Cyrus'
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de memoria. Apolline de Bede, de acusadas facciones,
era morena, pequea y fea; la elegancia de sus modales, su
vivo humor chocaban con la rig ide z y la flema de mi pa
dre. Amante de la vida de sociedad tanto como l de la so
ledad, tan petulante y animada como l indiferente y fro,no tena un solo gusto que no fuera el opuesto al de su es
poso. Este contraste de caracteres la volvi melanclica,
de ligera y alegre como era. Obligada a callar cuando loque hubiera querido era hablar, se desquitaba mediante
una especie de ardiente tristeza entrecortada de suspiros,que nicamente interrumpa la muda tristeza de mi padre.
Por su alma compasiva, mi madre era un ngel.
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La Valle-aux-Loups,} i de dic iem bre de 18 11
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AL MU ND O
Mi madre dio a luz en Saint-Malo a un primer varn quemuri en la cuna, y que recibi el nombre de Geoffroy,
como casi todos los primognitos de mi familia. A este hijo
sigui otro y dos hijas que vivieron tan slo algunos meses.
Estos cuatro hijos fallecieron de un derrame cerebral.
Finalmente, mi madre trajo al mundo a un tercer varn, al
que pusieron el nombre de Jean-Baptiste: es el que haba
de convertirse con el tiempo en el yerno menor de mon
sieur de Malesherbes. Despus de Jean-Baptiste nacieron
cuatro hijas: Marie-Anne, Bnigne, Julie y Lucile, las cua
tro de una rara belleza y cuyos dos hijos primognitos fue
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ron los nicos en sobrevivir a los vendavales de la Revolu
cin. La belleza, frivolidad seria, queda cuando todas las
dems se han esfumado. Yo fui el ltimo de estos diez hi
jos. Es pr ob ab le que mis cuatro hermanas deban su exis
tencia al deseo de mi padre de asegurar la pervivencia de
su apellido mediante el nacimiento de un segundo varn;
yo me res ist a, po rque tena avers in a la vid a.
He aqu mi fe de bautismo:
Partida de bautismo de los registros del estado civil
del municipio de Saint-Malo para el ao 1768.Frangois-Ren de Chateaubriand, hijo de Ren de
Chateaubriand y de Pauline-Jeanne-Suzanne de Bede, su
esposa, nacido el 4 de septiembre de 17 68 , bautizado al da
siguiente por nos, Pierre-Henry Nouail, gran vicario del
obispo de Saint-Malo. Han sido padrinos Jean-Baptiste de
Chateaubriand, su hermano, y madrina Frangoise-Ger-
trude de Contades, abajo firmantes, y el padre. As consta
en el registro: Contades de Plour, Jean-Baptiste de Cha
teaubriand, Brignon de Chateaubriand, de Chateaubriandy Nou ai l, vicario gene ra l.
Como se ve, estaba equivocado respecto a lo que dije
en mis obras: me crea nacido el 4 de octubre y no el 4 de
septiembre; mis nombres de pila son: Frangois-Ren, y noFranqois-AugusteS
La casa en que vivan a la sazn mis padres estaba si
tuada en una calle lbrega y estrecha de Saint-Malo, lla
mada la calle de los Judos: esta casa es hoy da una posa
da. La habitacin donde mi madre dio a luz domina una
parte desierta de las murallas de la ciudad, y por las venta
nas de esta habitacin se ve un mar que se extiende hasta
donde se pierde la vista, topando con los escollos. Tuve
' Veinte das antes que yo, el 15 de agosto de 1768, naca en otra is
la, en el extremo opuesto de Francia, el hombre que ha puesto fin a laantigua sociedad, Bonaparte.
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L I B R O P R I M E R O
por padrino, como reza mi fe de bautismo, a mi hermano,
y por madrina a la condesa de Plour, hija del mariscal de
Contades. Estaba casi muerto cuando vine al mundo. El
bramido de las olas, encrespadas por una borrasca que
anunciaba el equinoccio de otoo, impeda or mis gritos:
me han contado a menudo estos detalles; su tristeza no se
ha borrado nunca de mi memoria. No pasa da sin que,
meditando acerca de lo que he sido, no vuelva a ver en mi
imaginacin el peasco sobre el cual nac, la habitacin
donde mi madre me infligi la vida, la tempestad cuyo ruidoacun mi primer sueo, el desdichado hermano que me
dio un nombre que casi siempre he llevado en la desgracia.
El cielo pareci haber reunido estas distintas circunstan
cias para poner en mi cuna la imagen de mi destino.
C A P T U L O 3
La Valce-aux-Loups, enero de 1812
PLA NCO UT VOTO COMB OURG PLAN DE MI PADRE PARA
MI E D U C A C I N L A V I L L E N E U V E L U C I LE L A S S E O R I T A S
C O U P P A K T S O Y U N M A L A L U M N O
rplan pronto como sal del claustro materno, sufr mi pri
mer destierro; me relegaron a Plancout, un bonito pue
blo situado entre Dinan, Saint-Malo y Lamballe. El nico
hermano de mi madre, el conde de Bede, haba construi
do cerca de este pueblo el castillo de Monchoix .Las pose
siones de mi abuela materna se extendan por los alrede
dores hasta el burgo de Corseul, las Curiosolites" de los
Comentariosde Csar. Mi abuela, viuda desde haca largo
tiempo, viva con su hermana, mademoiselle de Boisteil-
28
c a p t u l o 3
leul, en una aldea separada de Plancout por un puente, y
que se llamaba LAbbaye , por una abada de benedictinos,
consagrada a Nuestra Seora de Nazaret.
Mi ama de cra se qued seca; otra pobre cristiana me
dio su pecho. Me puso bajo la advocacin de la patrona
del lugar. Nuestra Seora de Nazaret, y le prometi que yo
vesti ra en su honor de azul y b lan co hasta la edad de siete
aos. Apenas haba vivido unas pocas horas, cuando ya lapesadumbre del tiempo estaba impresa en mi frente. P or
qu no me dejaran morir? Entraba en los designios deDios el conceder a ese voto de oscuridad y de inocencia lapreservacin de una vida que estaba destinada a alcanzaruna vana fama.
Este voto de la aldeana bretona no es ya de este siglo:haba un no s qu de enternecedor, sin embargo, en esa
intervencin de una Madre divina que haca de mediado
ra entre un nio y el cielo, y que comparta las preocupa
ciones de la madre terrenal.
Al cabo de tres aos me tra jeron de nuevo a Sa int -Ma-
lo; haca ya siete que mi padre haba recuperado las tierras
de Combourg. Deseaba recobrar los dominios en los quehaban vivido sus antepasados; pero no pudiendo en tablar
negociaciones ni por el seoro de Beaufort, que haba recado en la familia de Goyon, ni por la barona de Chateau
briand, que haba ido a parar a la casa de Cond, volvi
sus ojos hacia Combourg, que Froissart escribe Combour:
varias ramas de mi familia lo haban posedo mediante en
laces matrimoniales con los Cotquen. Combourg consti
tua una defensa de Bretaa contra las incursiones norman
das e inglesas: Junken, obispo de Dol, lo mand construir
en 1016; el torren data de 1100. El mariscal de Duras, que
posea Combourg por su mujer, Maclovie de Cotquen,nacida de una Chateaubriand, lleg a un acuerdo con mi
padre. E l marqus de Hallay, oficial de granaderos monta
dos de la guardia real, quiz demasiado conocido por su
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L I B R O P R I M E R O
arrojo, es el ltimo de los Cotquen-Chateaubriand: mon
sieur de Hallay tiene un hermano. El mismo mariscal de
Duras, en calidad de pariente poltico nuestro, nos presen
t posteriormente, a mi hermano y a m, a Luis XVI.
Yo fui destinado a la marina real: la aversin po r la
corte era algo natural para todo bretn, y en particular pa
ra mi padre. La aristocracia de nuestros Estados reafirma
ba en l este sentir.Cuando me llevaron de nuevo a Saint-Malo, mi padre
estaba en Combourg, mi hermano en el colegio de Saint-Brieu; mis cuatro hermanas vivan con mi madre.
Todo el afecto de sta estaba concentrado en su hijo
primognito: no es que no quisiera al resto de sus hijos, pe
ro demostraba una ciega predileccin por el joven conde
de Combourg. Verdad es que yo, como varn, como el l
timo nacido, como el caballero (as me llamaban), contaba
con algunos privilegios sobre mis hermanas; pero, en defi
nitiva, estaba en manos extraas. A mi madre, mujer ador
nada de una gran inteligencia y virtud, le preocupaban, por
otra parte, los compromisos sociales y los deberes de la re
ligin. La condesa de Plour, mi madrina, era su amiga n
tima; se vea tambin con los parientes de Maupertus y del
abate Trublet. Le gustaban la poltica, el mundanal ruido,porque en Saint-Malo se discuta de poltica, como entre
los monjes de Saba en el barranco del Cedrn;11 se lanz de
cabeza y con entusiasmo en el affaireLa Chalotais. El humor
regan que gastaba en casa, su mente distrada, su espri
tu cicatero nos impidieron al principio reconocer sus ad
mirables cualidades. Capaz de orden, sus hijos llevaban
una vida desordenada; de generosidad, daba la impresin
de ser avariciosa; de dulzura d e espritu, siempre regaaba:
mi padre era el terror de los criados, mi madre su azote.
Los primeros sentimientos de mi vida nacieron de este
carcter de mis padres. Yo me apegu a la mujer que cui
daba de m, una excelente criatura llamada la Villeneuve,
3
cuyo nombre escribo lleno de gratitud y con lgrimas en
los ojos. La Villeneuve era una especie de superintenden-
le de la casa, que me llevaba en brazos, me daba, a escon
didas, todo cuanto poda encontrar, me secaba las lgrimas,
me besaba, me castigaba a un rincn para volver a coger
me y susurrarme siempre: ste no ser orgulloso! Qu
buen corazn tiene! No desprecia a los pobres! Toma, hi
jo mo, y me at iborraba de vin o y de azcar.
Mis simpatas de nio hacia la Villeneuve pronto se
viero n dominadas po r una amistad ms digna.Lucile, la cuarta de mis hermanas, tena dos aos ms
que yo. Como segundona no favorecida, su vestimenta se
compona tan slo de lo que sus hermanas no queran. Ima
ginaos a una nia flaca, demasiado alta para su edad, con
unos brazos desmadejados, un aire tmido, que hablaba
con dificultad y era incapaz de aprender nada; ponedle un
ve stido que no sea de su de tal la; aju stad su pecho dentro
de un corpio de piqu cuyas ballenas le llaguen los costados;
sostened su cuello con un collar de hierro guarnecido de
terciopelo oscuro; recoged sus cabellos en la parte supe
rior de su cabeza, aseguradlos con una toca de tela negra, y
tendris a la miserable criatura que me impresion a mi
vuelt a al hogar pater no . Nad ie hubie ra sospechado en es ta desmedrada Lucile el talento y la belleza que un da haban de brillar en ella.
Me la entregaron como un juguete; yo no abus de mi
poder; en vez de someterla a mi voluntad, me convert en
su defensor. Todas las maanas me llevaban con ella a ca
sa de las hermanas Couppart, dos ancianas jorobadas ves
tidas de negro, que enseaban a leer a los nios. Lucile lea
muy mal; yo lea todava peor. La rean; yo araaba a las
hermanas; mi madre reciba muchas quejas. Comenc a
ser tenido por un golfo, un rebelde, un holgazn, un asno,
en definitiva. Mis padres compartan estas mismas ideas:
mi padre deca que todos los caballeros de Chateaubriand
C A P I T U L O 3
3 i
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L I B R O P R I M E R O
haban sido cazadores de liebres, unos borrachos y unos
pendencieros. Mi madre suspiraba y grua viendo el des
alio de mi indumentaria. Pese a que era un nio, las pala
bras de mi padre me sublevaban; cuando mi madre, como
broche de oro a sus reprimendas, elogiaba a mi hermanocalificndolo de Catn, de hroe, yo me senta dispuesto a
hacer todo el mal del que me crean capaz.
Mi maestro de caligrafa, monsieur Desprs, con su
peluca de marinero, no es que estuviera ms contento de
m que mis padres; me haca copiar eternamente, escritosde su puo y letra, estos dos versos a los que les cog ho
rror, no a causa de la falta gramatical que contienen:
Cest vous mon esprit qu ije veux parler:
Vous avez des dfauts que je rte puis cele r.l>
Ac om pa a ba sus rep rim endas de puetaz os que des
cargaba sobre mi cuello, llamndome cabeza de achcre;
quera decir achore?* No s lo que es una cabeza de ach
c r e pero tengo para m que deba de ser algo espantoso.
Saint-Malo no es ms que un peasco. Se alzaba en otro
tiempo en medio de una salina, y se convirti en una isla
por la irrupcin del mar que, en el ao 709, excav el gol
fo y puso el monte Saint-Michel en medio de las olas. En laactualidad, el peasco de Saint-Malo se halla unido a tierra
firme solamente por un malecn llamado poticamente el
Silln.1 El Silln es azotado por un lado por la pleamar,
por otro lo lava el oleaje que da un rodeo para entrar en el
puerto. Una tempestad lo destruy casi por entero en 173 0.
Durante las horas de reflujo, el puerto queda en seco y, en
las orillas este y norte del mar, se descubre una playa de la
ms hermosa arena. Es posible entonces dar la vuelta a mi
nido paterno. A l lado y a lo lejos, hay diseminados peascos,
fuertes, islotes deshabitados: el Fort-Royal, la Conche,
* "A/cup, un calavera.
31
C A P T U L O 4
Cczembre y el Grand-B, donde estar mi tumba; haba
elegido bien sin saberlo: be,en bretn, significa tumba.
En el extremo del Silln, donde se alza un calvario, hay
un montculo de arena al borde del mar abierto. Este m on
tculo se llama la Hoguette; est rematado por una vieja
horca: sus palos nos servan para jugar a las cuatro esqui
nas; se los disputbamos a las aves de la costa. Sin embar
go, nos entraba una especie de terror cuando nos detena
mos en este lugar.
Tambin se encuentran all losMiis ,unas dunas en lasque pacan los cordero s; a la derecha estn los prados de la
parte baja del Param, el camino de posta de Saint-Servan,
el cementerio nuevo, un calvario y unos molinos sobre unos
cerros, como los que se alzan sobre la tumba de Aquiles a
la entrada del Helesponto.
C A P T U L O 4
VI DA DE MI A B U E L A M A T E R N A Y DE SU H E R M A N A , EN P L A N -
C O U T MI T O , E L C O N D E D E B E D E , E N M O N C H O I X D I S
P E N S A D E L V O T O D E M I N O D R I Z A
Hstaba a punto de cumplir siete aos; mi madre me llev
a Plancout, para que se me dispensara del voto de mi no
driza; nos alojamos en casa de mi abuela. Si he conocido la
felicidad, ha sido sin duda en esta casa.
Mi abuela ocupaba, en la ru du Hameau de LA bbaye,
una casa cuyos jardines descendan en terraza a un vallejo,
en cuyo fondo haba una fuente rodeada de sauces. Ma
dame de Bed e no poda ya andar, pero al margen de esto,
no tena ninguno de los achaques propios de su edad: era
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L I B R O P R I M E R O
una agradable anciana, gorda, blanca, aseada, con mucha
clase, buenos y nobles modales, que vesta unos trajes con
pliegues a la antigua e iba tocada con una cofia negra con en
cajes, anudada debajo de la barbilla. Su espritu era culti
va do , su conv ersaci n gr av e, su humor ser io. La cu idab asu hermana, mademoiselle de Boisteilleuil, que no se le
pareca ms que en la bondad. Era sta un ser menudo y
delgado, jovial, parlanchn y burln. Haba querido a un
tal conde de Trmigon, el cual, tras haberse comprometi
do con ella, haba incumplido su promesa. Mi ta se habaconsolado celebrando sus amores, pues era poetisa. Re
cuerdo haberla odo a menudo tararear gangosamente,
con las lentes sobre la nariz, mientras borda ba para su her
mana unos manguitos de doble vuelta, un aplogo que em
pezaba as:
Un pervier aimait une fauvetteEt, ce dit-on, il en tait aim;'6
lo que me ha parecido siempre singular para un gaviln.
La cancin terminaba con este estribillo:
Ah! Trmigon, la fab le est-elle obscure?
Ture lure .'7
Cuntas cosas acaban en este mundo como los amores
de mi ta!, turur!
Mi abuela confiaba a su hermana los quehaceres de la
casa. Com a a las once de la maana, h aca la siesta; a la una
se despertaba; la llevaban a las terrazas inferiores del jar
dn, bajo los sauces de la fuente, donde haca calceta, rodea
da de su hermana, de sus hijos y nietos. En aquel tiempo, la
vejez era una dign idad ; hoy es una carga. A las cuatro, vo l
van a l le va r a mi ab ue la a su sa ln; Pie rr e, el cr ia do , pr e
paraba una mesa de juego; mademoiselle de Boisteilleul
golpeaba las tenazas contra la plancha de la chimenea, e
34
C A P T U L O 4
instantes despus se vea entrar a otras tres viejas solte
ronas que salan de la casa vecina a la llamada de mi ta.
lisias tres hermanas eran con ocidas como las seoritas Vil-
clcnoux; hijas de un noble empobrecido, en vez de repar-
lirsc su exigua herencia, haban optado por disfrutarla en
comn, sin haberse separado nunca ni haber salido jams
de* su pueblo natal. Unidas desde su infancia a mi abuela,
viv an puert a con puerta e iban todos los das, a la seal
convenida de la chimenea, a echar la partida de cuatrillo
con su amiga. Apenas comenzado el juego, las buenas seoras se peleaban: ste era el nico acontecimiento de sus
vid as, el nico momento en que su humo r inva ria ble se ve
a alt era do . La cen a, a las ocho , tra a de nuevo la sere ni
dad. Mi to De Bede, con su hijo y sus tres hijas, asista a
menudo a la cena de la abuela. sta contaba mil historias
de los viejos tiempos; mi to, a su vez, relataba la batalla de
Fontenoy, en la que haba tomado parte, y pona el broche
final a sus jactancias con historias un tanto subidas de to
no que hacan morirse de risa a las honestas seoritas. A
las nueve, una vez terminada la cena, entraban los criados;
se arrodillaban, y mademoiselle de Boisteilleul deca la
plegaria en voz alta. A las diez, todos en la casa dorman, a
excepcin de mi abuela, que le peda a su doncella que leleyera hasta la una de la noche.
Esta sociedad, la primera que me fue dado observar en
mi vida, fue tambin la primera que vi desaparecer. Vi en
trar la muerte bajo este techo de paz y de bendicin, vol
vindo lo poco a po co solit ario, ce rrar una habitaci n y
luego otra que ya no volva a abrirse. He v isto a mi abuela
obligada a renunciar a su cuatrillo, a falta de su compaa
habitual; he visto disminuir el nmero de esas fieles ami
gas, hasta el da en que mi abuela fue la ltima en caer. Ella
y su hermana se haba n prom etido reunirse en cua nto una
de ellas se adelantara a la otra; cumplieron su palabra, y
madame de Bede no sobrevivi ms que unos meses a
35
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L I B R O P R I M E R O
mademoiselle de Boisteilleul. Quiz soy el nico hombre
en el mundo que sabe que estas personas han existido.
Veinte veces, desde esa po ca, he observado lo mismo; ve in
te veces se han form ado y disuelto crculos sociales a mi al
rededor. Esta imposible duracin y prolongacin de las re
laciones humanas, este profundo olvido que nos sigue, este
invencible silencio que se apodera de nuestra tumba y se
extiend e ms all de nuestra casa me recuerdan sin cesar la
necesidad de aislamiento. Cualquier mano es buena paradarnos el vaso de agua que podemos necesitar en la fiebre
de la muerte. Ah, quiera el cielo que no sea una mano de
masiado querida para nosotros!, pues, cmo abandonar
sin desesperacin la mano que se ha cubierto de besos y
que se querra tener eternamente sobre el prop io corazn?
El castillo del conde de Bede estaba a una legua de
Plancout, en una posicin elevada y amena. Todo resp ira
ba alegra; la hilaridad de mi to era inagotable. Tena tres
hijas, Caroline, Marie y Flore, y un hijo, el conde de La
Boutardais, consejero del Parlamento, quienes compar
tan las expansiones de su buen humor. Monchoix estaba
lleno de primos de la vecindad; se tocaba msica, se baila
ba, se cazaba, todo era puro regocijo de la maana a la noche. Mi ta, madame de Bede, que vea cmo mi to dila
pidaba alegremente su caudal y sus rentas, se enojaba consobrada razn; pero no se le haca caso, y su mal humor no
haca sino aumentar el buen humor de la familia; tanto ms
cuanto que mi ta estaba sujeta tambin a muchas manas:
tena siempre en su regazo un gran perro de caza ladrador,
y le segua a todos los lug ares un jaba l amaestrado que de
jaba o r sus gru ido s po r todo el casti llo . Cu an do yo lle ga
ba de la casa paterna, tan sombra y silenciosa, a esta casa
de fiesta y de jolgorio, me encontraba en un verdadero pa
raso. Este contraste se hizo ms llamativo cuando mi fam ilia
se estableci en el campo: pasar de Com bourg a M onchoix
era como pasar del desierto al mundo, del torren de un3 6
c a p t u l o 4
Imion de la Edad Media a la villa de un prncipe romano.
MI da de la Ascens in del ao 17 75 , pa rt de casa de mi
abuela, con mi madre, mi ta De Boisteilleul, mi to De Be-
ilo y sus hijos, mi nodriza y mi hermano de leche, para
Nuestra Seora de Nazaret. Iba yo ataviado con un hbito
blanco, zapatos, guantes y sombrero tambin blancos, y un
1 ngulo de seda azul. Subimos a la abada a las diez de la
maana. Embelleca el convento, situado a la vera del ca
mino, un aejo quincunce de olmos de tiempos de Juan Vle Bretaa.'8Del quincunce de olmos se entraba en el ce
menterio; para llegar a la iglesia todo cristiano tena que
atravesar la zona de las tumbas: a travs de la muerte sellega a la presencia de Dios.
Los religiosos ocupaban ya las sillas del coro; ilumina
ba el altar una multitud de cirios; las lmparas pendan de
diferentes bvedas: hay en los edificios gticos lontanan
zas y como una sucesin de horizontes. Los maceros salie
ron, en ceremonia, a recogerme a la puerta y me condu
jeron hasta el coro . A ll ha ba prep arad as tres sillas: yo me
coloqu en la del medio; mi nodriza a mi izquierda, y mihermano de leche a mi derecha.
Dio comienzo la misa: en el ofertorio, el celebrante sevo lvi hac ia m y ley unas orac ione s; tras lo cual me des
pojaron de mi hbito blanco, que fue colgado como ex vo
to deba jo de una efigie de la Virgen. Me revistieron con un
hbito de color morado. El prior pronunci un discurso
sobre la eficacia de los votos; record la historia del barn
de Chateaubriand que haba viajado a Oriente con san Luis;
me dijo que quiz tambin yo visitara, en Palestina, a esta
Vir gen de Na zaret, a quien de ba la vida po r la intercesin
de las oraciones del pobre, siempre poderosas ante Dios.
Este monje, que me contaba la historia de mi familia como
el abuelo de Dante le contaba la de sus mayores, habra
podido tambin aadir, como Cacciaguida, la prediccin
de mi destierro.
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Tu proverai si comme s di sale
Il pane altrui, e com duro calleLo scendere e7salir per laltrui scale.E quel che pi ti graver le spalle,
Sar la compagnia malvagia e scempia,
Con la qual tu cadrai in questa valle;
Che tutta ingrata, tutta matta ed empia
Si far contra te (...)
Di sua bestialitate il suo processo
Sar la pruova: s cba te sia hello Averti fatta parte, per te stesso.
Comprobars cun amargo sabe el pan ajeno, y lo duro
que resulta subir y bajar las escaleras de otros. Pero la carga ms pesada para tus hombros, en este triste valle de l
grimas, ser la compaa necia y malvada que te arrastrar
en su cada, y se volver contra ti (...). Su conducta ser la
mejor prueba de su estupidez; as que hars bien en apar
tarte de ella por ti m ismo.Desde la exhortacin del benedictino,'9 siempre so
con la peregrinacin a Jerusaln, y termin por llevarla a
cabo.
Fui consagrado a la religin, los restos de mi inocenciadescansaron sobre sus altares: no son mis ropas las que ha
bra que colgar hoy de sus templos, sino mis miserias.
Me llevaron de nuevo a Saint-Malo. Saint-Malo no es
el Aleth de la notitia imperir. los romanos situaron con
ms acierto Aleth en el barrio de Saint-Servan, en el puer
to militar llamado Solidor,en la desembocadura del Ran
ee. Enfrente de Aleth haba un peasco, est in conspectu
Tenedos,10no el refugio de los prfidos griegos, sino el re
tiro del ermitao Aarn, quien, en el ao 507, fij su resi
dencia en esta isla; es la fecha de la victoria de Clodoveo
sobre Alarico; el uno fund un pequeo convento, el otro
una gran monarqua, edificios igualmente derrumbados.
38
C A P T U L O 4
Mlo, en latn Maclovtus, Macutus, Machutes, consagra
do obispo de Aleth en 541, atrado por su gran fama, visi-
I11 a Aarn. Capelln del oratorio de este ermitao, tras la
muerte del santo erigi una iglesia cenobial, in praedio
Miichutis. 1 ' Este nombre de Malo pas a la isla, y a continuacin a la villa Ma clovium, Maclopolis.
Desde san Malo, primer obispo de Aleth, hasta san Juan
llamado de la Grille, consagrado en 1140 y que hizo construir la catedral, se cuentan cuarenta y cinco obispos. Al
haber sido Aleth casi destruida por entero en n 72, Jean dela Grille traslad la sede episcopal de la villa romana a la
ciudad bretona que creca sobre el peasco de Aarn.
Saint-Malo haba de pade cer mucho en las guerras que
sobrevinieron entre los reyes de Francia y de Inglaterra.
El conde de Richemont, ms tarde Enrique VII de In
glaterra, con quien se puso fin a las rivalidades de la Rosa
Blanca y de la Rosa Roja,11 fue conducido a Saint-Malo.
Entregado por el duque de Bretaa a los embajadores de
Ricardo, stos lo llevaron a Londres para darle muerte. Tras
escapar de sus guardianes, se refugi en la catedral, A sy
lum quod in ea urbe est inviolatissimum :2 este derecho de
asilo Min ihi24 se remontaba a los druidas, prim eros sace r
dotes de la isla de Aarn.Un obispo de Saint-Malo fue uno de los tres favoritos
(los otros dos eran Arthur de Montauban y Jean Hingaut)
que arruinaron la vida del infortunado Giles de Bretaa:as consta en la Triste historia de G iles, seor de Chateau
briand y de Chantoc, prncipe de la sangre de Francia y de
Bretaa, estrangulado en prisin po r los esbirros del favo ri
to, el 24 de abril de 1450.
Existe una hermosa capitulacin entre Enrique IV y
Saint-Malo: la ciudad negocia de poder a poder, protege a
quienes se han refug iado den tro de sus murallas, y obtiene
licencia, por una ordenanza de Philibert de la Gu iche, gran
maestre de artillera de Francia, para hacer fundir cien pie
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zas de can. Nada se pareca ms a Venecia (exceptuan
do el sol y las artes) que esta pequea repblica de Saint-Malo por su religin, sus riquezas y su caballera marina.Prest apoyo a la expedicin de Carlos V en frica y auxi
lio a Luis XIII en el sitio de La Rochelle. Paseaba su pabe
lln por todos los mares, mantena relaciones con Moka,Surat, Pondicherry, y una compaa formada en su seno
exploraba los Mares del Sur.
Contando desde el reinado de Enrique IV, mi ciudadnatal se distingui por su abnegacin y fidelidad a Fran
cia. Los ingleses la bomb ardearon en 169 3; lanzaron sobre
ella, el 29 de noviembre de ese ao, una mquina infernal,entre cuyos restos he jugado yo a menudo con mis compa
eros. La bombardearon de nuevo en 1758.Los maluinos prestaron sumas considerables a Luis XIV
durante la guerra de i7 0 i: 16 en agradecimiento por este
servicio, l les confirm el privilegio de defenderse por sucuenta; quiso que la tripulacin del primer navio de la marina real estuviera formado exclusivam ente po r marineros
de Saint-Malo y de su territorio.En 1771, los maluinos repitieron su sacrificio y presta
ron treinta millones a Luis XV. El famoso almirante Ansondesembarc en Cancale, en 1758, y prendi fuego a Saint-
Servan. En el castillo de Saint-Malo, La Chalotais escribien unas piezas de ropa blanca, con un mondadientes, agua
y holl n, aqu ellas memorias que a rmaron tanto ruido y queya nad ie recuerda . Unos acontecim ien tos borran otros
acontecimientos: inscripciones grabadas sobre otras inscripciones constituyen las pginas de la historia de los pa
limpsestos.Saint-Malo proporcionaba a nuestra marina los mejo
res marineros; el papel general que stos desempearonpuede verse en el volumen infolio, p ublicado en 1682, con
el ttulo de Papel general de los oficiales, marinos y marine
ros de Saint-Malo. Hay unos Fueros de Saint-Malo, impre
4 0
C A P T U L O 4
sos en la coleccin de las Costumbres Generales. En losarchivos de la ciudad abundan las cartas de privilegios tiles para la historia y el derecho martimo.
Saint-Malo es la patria de Jacq ues Cartier, el Cristbal
Coln de Francia, que descubri Canad. Los maluinos dejaron tambin su imp ron ta en el extrem o opuesto de Am rica, en las islas que llevan su nombre: las islas Malvinas.
Saint-Malo es la ciudad natal de Duguay-Trouin, uno
de los ms grandes hombre de mar que hayan existido; y,en nuestros das, ha dado a Francia a Surcouf. El clebreMah de la Bourdonnais, gobernador de la le-de-France,
naci en Saint-Malo, igual que Lamettrie, Maupertuis, el
abate Trublet, de quien Voltaire hizo burla: no est nadamal para un lugar que no iguala en extensin a los jardinesde las Tulleras.
El abate de Lamennais ha dejado muy atrs a estos pequeos expone ntes literarios de mi patria chica. Broussaisnaci igualmente en Saint-Malo, as como mi noble amigo,el conde de La Ferronnays.
Por ltimo, para no omitir nada, recordar a los alanos
que formaban la guarnicin de Saint-Malo:27 descendan
de esos famosos perros, compaeros de fatigas en las Ga-lias, que, segn Estrabn, libraban con sus amos batallas
campales contra los romanos. Alberto el Gran de, religiosode la Orden dominica, autor no menos serio que el gegrafo griego, de clara que en Saint-Malo la custodia de un
lugar tan importante era confiada todas las noches a la fidelidad de unos alanos que hacan una eficaz y segura ronda. Fueron condenados a la pena capital por haber teni
do la desgracia de comerse sin la menor consideracin laspiernas de un hombre de noble cuna; lo cual ha dado pieen nuestros das a la cancin: Bon voyage. Se hace chacotade todo. Se envenen a los criminales; uno de ellos se neg a tomar el alimento de las manos de su guardin, que
lloraba; el noble animal se dej morir de inanicin: los pe
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rros, igual que los hombres, son castigados por su fideli
dad. Tambin el Capitolio, lo mismo que mi Dlos, estaba
custodiado por unos perros, que no ladraban cuando Es-
cipin el Africa no iba all al alba a orar.
Recinto de murallas de pocas distintas que se dividen
en gra nde s y pequ e as , y por las que uno se pasea, Saint-Malo est defendido an por el castillo que he menciona
do, y que la duquesa Anne ampli con torres, bastiones y
fosos. Vista desde fue ra, la ciudad insular se asemeja a unaciudadela de granito.
Es en la playa que da a mar abierto, entre el castillo y el
Fort Royal, donde se renen los nios; es all donde yo me
cri, compaero de las olas y de los vientos. Uno de los pr i
meros placeres de que disfrut fue enfrentarme a las tor
mentas, jugar con las olas que se retiraban delante de m, o
bien corran tras de m por la orilla. Otra de las diversiones
consista en construir, con la arena de la playa, monumen
tos que mis compaeros llamabanfour s. Desde esa poca,
he credo a menudo levan tar para la eternidad castillos que
se han venido abajo ms rpid o que mis palacios de arena.
Estando mi suerte irrevocablemente fijada, fui aban
donado a una infancia ociosa. Algunas nociones de dibu jo,de lengua inglesa, de hidrografa y de matemticas pare
cieron ms que suficientes para la educacin de un chi
quillo destinado de antemano a la ruda vida de marino.
Creca sin estudios en mi familia; no vivamos ya en la
casa en que haba nacido; mi madre ocupaba un palacete,
en la place Saint-Vincent, casi enfrente de la puerta de la
ciudad que comunicaba con el Silln. Los pillastres de
la ciudad se haban convertido en mis ms queridos ami
gos; llenaba de ellos el patio y las escaleras de la casa. Me
pareca a ellos en todo; hablaba su mismo lenguaje; tena
sus mismos modales y facha; vesta igual que ellos, des
abrochad o y despechugado; mis camisas estaban hechas ji
rones; jams tena un par de medias que no tuvieran mil
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c a p t u l o 4
agujeros; arrastraba unos zapatos de mala calidad con las
suelas gastadas, que se me salan a cada paso; a menudo
perda el sombrero y a veces hasta la casaca. Lle vaba la ca
ra llena de manchones, rasguos y moretones, las manos
negras como el carbn. Tan extrao era mi rostro, que mi
madre, en medio de su clera, no poda dejar de rer y deexclamar: Qu feo es!
Y, sin em bargo, me gusta ba, y sie mp re me ha gustado,
la limpieza, incluso la elegancia. Por la noche, trataba deremendar mis andrajos; la buena de la Villeneuve y mi Lu
cile me ayudaban a echar un zurcido a mis ropas, para aho
rrarme as penitencias y reprimendas; pero sus remiendos
no servan sino para hacer an ms extraa mi indumen ta
ria. Me senta desolado, sobre todo cuando apareca de
sastrado en medio de los nios, orgullosos de sus trajesnuevos y de su elegancia y lujo en el vestir.
Mis convecinos tenan algo de extrao, que recordaba
a Espaa. Algunas familias maluinas se haban establecido
en Cdiz; familias de Cdiz residan en Saint-Malo. La in
sularidad, el malecn, la arquitectura, las casas, las mura
llas de granito de Saint-Malo le daban un cierto aire de fa
milia con Cdiz: cuando visit esta ltima ciudad, meacord de la primera.
Encerrados de noche bajo la misma llave en su ciudad,los maluinos formaban una nica familia. Sus costumbres
eran tan inocentes que unas jvenes que encargaba n cintas
y gasas a Pa rs pasab an po r mundanas, y sus esca nd ali
zadas compaeras les daban de lado. Un desliz era algo
inaudito: las simples sospechas sobre una tal condesa de
Abb ev il le die ron pie a una en decha que la gen te cantaba
persignndose. Sin embargo, el poeta, fiel, a pesar de to
do, a la tradicin de los trovadores, se declaraba en contradel marido a quien llamaba monstruo brbaro.
Ciertos das del ao, los habitantes de la ciudad y del
campo se daban cita en unas ferias llamadas assembles,
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que se celebraban en las islas y en unos fuertes de los alrededores de Saint-Malo; se dirigan all a pie cuando habamarea baja, en barca cuando haba marea alta. La multi
tud de marineros y de campesinos; las carretas entolda
das; las recuas de caballos, de asnos y de mulos; la concurrencia de vendedores; las tiendas plantadas en la orilla;
las procesiones de monjes y de cofradas que andaban con
sus estandartes y cruces por entre el gento; las chalupas
que iban y venan a remo o a vela; las barcas que entrabanen el puerto, o que estaban fondeadas en la drsena; lassalvas de artillera, el voltear de las campanas, todo contribua a infundir a estas reuniones bullicio, animacin y c o
lorido.Yo era el nico testigo de estas fies tas que no pa rticipa
ba de la alegra general. Apareca en ellas sin un cntimopara comprar juguetes y golosinas. Para evitar el desprecio,
compaero inseparable de la falta de fortuna, me sentaba
lejos de la multitud, cerca de esos charcos de agua que elmar mantiene y renueva en las concavidades de las rocas.
Me diverta all viendo volar a los frailecillos y a las gaviotas, em bobado con las lejan as azulinas , recogiendo con
chas, escuchando el romper de las olas entre los arrecifes.No era mucho ms feliz por la noche en mi casa; determinadas comidas me repugnaban: me obligaban a comrmelas. Imploraba con los ojos a La France, que se llevaba h
bilmente mi plato, cuando mi padre volva la cabeza. En
cuanto al fuego, el mismo rigor: no me estaba permitidoacercarme al hogar. Hay una diferencia abismal entre estos
padres severos y los que hoy miman a sus hijos.Pero aunque tena yo pesares desconocidos para la in
fancia actual, tambin tena algunos placeres que sta ig
nora.Actua lmente no es fc il hacerse una idea de lo que
eran esas solemnidades religiosas y familiares en las que la
patria entera y el Dios de esta patria parecan regocijarse:
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C A P T U L O 4
Navidad, el da de Ao Nuevo, Reyes, Pascua, Pentecosts,
San Juan eran para m das de felicidad. Acaso la influencia de mi roca natal haya actuado sobre mis sentimientos y
sobre mis estudios. Desde el ao 1015, los maluinos hicieron voto de ir a prestar ayuda con sus manos y mediosen laereccin de las campanas de la catedral de Chartres: a caso no he trabajado yo tambin con mis manos en erigir la
aguja derribada de la vieja baslica cristiana? E l sol di
ce el padre Maunoirnunca ha iluminado un cantn enque se mostrara una ms constante e invariable fidelidad ala verdadera fe que Bretaa. Hace trece siglos que ningu
na infidelidad ha mancillado la lengua que ha servido deinstrumento para p redicar a Jesuc risto, y an est por n acer quien haya visto a un bretn que se precie de predicar
otra religin que la catlica.
Durante los das festivos que acabo de recordar, me
llevaban a recorrer las estaciones con mis hermanas en losdistintos santuarios de la ciudad, en la capilla de san Aa-rn, en el convento de la Victoria; impresionaba mis odos
la dulce voz de algunas mujeres invisibles: la armona de
sus cnticos se mezclaba con los bramidos de las olas.
Cuando, en invierno, al toque de oracin, se llenaba de gente la catedral; cuando, con los viejos marineros de rodillas,
unas jvenes y unos nios lean, con pequeos cirios en lamano, en sus libros de horas; cuando la multitud, en el mo
mento de la bendicin, repeta a coro el Tantum ergo\cuando, en el intervalo de estos cnticos, las rfagas de vientode N avidad azotaban las vidrieras de la baslica y se estre
mecan las bvedas de esta nave que hizo resonar el pechovir il de Jacq ues Cartie r y de Du guay- Tro uin, yo ex perimentaba un sentimiento religioso extraordinario. No ha
ca falta que la Villeneuve me dijera que juntara las manospara invocar a Dios con todos los nombres que mi madreme haba enseado; vea el cielo abierto, a los ngeles
ofrendando nuestro incienso y nuestros votos; inclinaba la
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frente: sta no estaba cargada an de todas esas tristezas
que pesan tan horriblemente sobre nosotros, que casi nos
sentimos tentados a no volver a levantar la cabeza cuando
se ha inclinado al pie de los altares.Algn ma rin o, a la salid a de estas po mp as, se em ba r
cara fortalecido contra la noche, en tanto que algn otro
regresara a puerto orientndose por el cimborrio ilumi
nado de la iglesia: la religin y los peligros estaban as de
continuo presentes, y sus imgenes se presentaban indi
sociables en mi mente. Apenas recin nacido, o hablar ya
de morir: por la noche, un hombre iba con una campanilla de calle en calle, avisando a los cristianos para que di
jeran una oracin po r el alm a de uno de sus hermanos fa
llecido. Casi todos los aos, vea hundirse algunas naves
ante mis propios ojos, y, cuando holgazane aba por los are
nales, el mar arrojaba a mis pies los cadveres de hom bres
extranjeros, muertos lejos de su patria. Madame de Cha
teaubriand me deca como santa Mnica a su hijo: Nih illonge est a Deo:N ada hay lejos de Dios.28Se haba con fiado mi educacin a la Providencia: ella no me ahorraba
lecciones.Consagrado a la Virgen, yo conoca y amaba a mi pro
tectora, a la que confunda con mi ngel de la guarda: suimagen, que haba costado medio sueldo a la buena de la
Villene uve, estaba clav ada, con cua tro alfileres , en la ca
becera de mi cama. Hubiera tenido que vivir en esos tiem
pos en que se deca a Mara: Dulce Seora del cielo y de
la tierra, madre de piedad, fuente de todo bien, que llevas
teis a Jess en vuestro precioso seno, bella y dulcsima Se
ora, os doy gracias e imploro vuestro auxilio.Lo primero que aprend de memoria fue un cntico de
marinero que comenzaba as:
Je mets ma conf i ance,
Vierge, en votr e secours;
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C A P T U L O 5
Serv ez-m oi de dfense,
Prenez so in de mes jou rs;
Et q uan d ma dern i re heure
V iend ra f i n i r mon sor t ,
Ob tenez que je meure
D e la p lus sa in te mor t.19
O con posterioridad entonar este cntico en un nau
fragio. An hoy repito estas pobres rimas con tanto placer
como si fueran unos versos de Homero; una imagen de la
Virgen ce ida con una coron a gtic a, ataviad a con unmanto de seda azul, guarnecido d e una franja de plata, meinspira ms devocin que una madona de Rafael.
Si al menos esta pacfica Estrella de los mareshubierapodido calmar las tribulaciones de mi vida!, pero haba de
conocer la agitacin, incluso en mi infancia; como la pal
mera de Arabia, apenas haba brotado mi tallo de la rocacuando ya se vio azotada por el viento.
C A P T U L O 5
La Valle-aux-Loups, jun io d e 1812
G E S R I L H E R V I N E M A G O N C O M B A T E C O N T R A L O S D OS
G R U M E T E S
.H.e dicho que mi precoz rebelda contra las maestras de
Lucile dio origen a mi mala reputacin; un compaero lacomplet.
Mi to, monsieur de Chateaubriand du Plessis, que ha
ba fijado su residencia en Saint-Malo igual que su herma
no, tena, como l, cuatro hijas y dos varones. De mis dos
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primos (Pierre y Armand), que formaban primero mi pan
dilla, Pierre se convirti en paje de la reina, y Armand fueenviado al colegio para seguir la carrera eclesistica. Pie rre, al abandonar el servicio de paje, entr en la marina y se
ahog en las costas de frica. Armand, encerrado largotiempo en el colegio, dej Francia en 1790, sirvi durantetoda la emigracin, hizo intrpidamente en una chalupa
veinte via jes a la costa de Bre taa, para acabar mu riendo
por el rey en la llanura de Grenelle, el Viernes Santo delao 1810, tal como he dicho ya, y lo repetir de nuevo al
referir su catstrofe.*Privado de la compaa de mis dos primos, la sustitu
por una nueva relacin.En el segundo piso de nuestro palacete, viva un hom
bre de noble cuna llamado Gesril: tena un hijo y dos hijas.Este hijo haba recibido una crianza muy distinta a la ma:nio mimado, todo cuanto haca se lo aplaudan: era muy
amigo de trifulcas, y sobre todo de provocar disputas enlas que se eriga en juez. Jugaba malas pasadas a las nierasque llevaban de paseo a los nios, no se hablaba de otracosa que de sus diabluras, que se transformaban en negros
crmenes. El padre le rea todas las gracias, yJoson an erams querido por ello. G esril se convirti en mi ntimo amigo y ejerci sobre m un ascendiente increble: yo crec ba jo el inf lujo de un maestro semejante, aun que mi carcter
fuera diametralmente opuesto al suyo. A m me gustaban
los juegos solitarios, no buscaba pendencia con nadie: aGesril le volva loco armar gresca, y saltaba de jbilo en
medio de las peleas de nios. Cuando me diriga la palabra
algn pillastre, Gesril me deca: Cmo aguantas eso?
* Dej un hijo, Frdric, a quien yo coloqu primero en la guardia deMonsieur, y que luego pas a un regimiento de coraceros. Cas, en
Nancy, con mademoiselle de Ga stald i, que le dio dos hijos, y se retir del
servicio. La hermana mayor de Armand, mi prima, es, desde hace mu
chos aos, superiora de las religiosas trapenses (Nota de 1831, Ginebra).
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C A P T U L O 5
Ante lo cual yo vea comprom etido mi honor y saltaba so
bre el temerario; la altura y la edad no me imponan. Es
pectador del combate, mi amigo aplauda mi valenta, pero no haca nada en mi favor. Algunas veces l reclutabaun ejrcito con todos los granujas que encontraba, divida
a los reunidos en dos bandos, y ya la tenamos armada enla playa a pedradas.
Pero haba otro juego, inventado por Gesril, que pareca
ms peligroso todava: cuando haba marea alta y el tiempoera tempestuoso, el oleaje, rompiendo al pie del castillo, del
lado de la gran playa arenosa, salpicaba hasta las tronerasde las torres. A veinte pies de altura por encima de la base deuna de estas torres, sobresala un parapeto de granito, es
trecho, resbaladizo, inclinado, que comunicaba con el revelln que defenda el foso: se trataba de aprovechar el instante entre dos olas, cruzar el peligroso lugar antes de quela ola rompiera y cubriera la torre. Uno vea venir una mon
taa de agua que avanzaba bramando y que, de tardar unminuto de ms, poda arrastrarte o aplastarte contra el muro. Ningun o de nosotros se negaba a la aventura, pero yo he
visto a nios palid ecer antes de intentarla.
Esta inclinacin a empujar a los dems a la refriega, de laque l era simple espectador, podra llevar a pensar queGesril no mostrara en lo sucesivo un carcter muy generoso: a pesar de ello, ha sido l quien, en un teatro ms pe
queo, quiz ha logrado hacer olvidar el herosmo de Rgulo; slo le ha faltado a su gloria una Roma y un TitoLivio. Convertido en oficial de marina, fue hecho prisio
nero en la accin de Quiberon; una vez concluida sta ycomo los ingleses continuaban caoneando al ejrcito republicano, Gesril se lanza al agua, se acerca a los navios,
les dice a los ingleses que cesen el fuego, les anuncia ladesgracia y la capitulacin de los emigrados. Quisieron
salvarle lanzndole una cuerda y suplicndole que subiera
a bordo: He dado mi palabra de prisionero, exclam en
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medio de las olas y regreso a tierra a nado: fue fusilado con
Sombreuil y sus compaeros.
Gesril fue mi primer amigo; habiendo sido ambos mal
considerados en nuestra infancia, nos unimos por el ins
tinto de lo que podramos valer un da.
Dos aventuras pusieron fin a esta primera parte de mi
historia, y produjeron un cambio notable en mi educacin.
Un domingo estbamos en la playa, en el abanico de
la puerta de Saint-Th omas a la hora de la marea. Al pie del
castillo y a lo largo del Sillon, dos grandes estacas hundi
das en la arena protegen los muros contra la marejada. G e
neralmente trepbamos a lo alto de estas estacas para ver
pasar por debajo de nosotros las primeras ondulaciones
del oleaje. El sitio estaba ocupado como de costumbre;
haba con los muchachos varias nias. Yo era el que estaba
ms prximo al mar, delante de m no tena ms que a una
preciosidad de nia, Hervine Magon, que se rea de placer
y l loraba de mie do. Ges ri l se ha llaba en el extrem o op ue sto. Llegab a la ola, soplaba viento; las nieras y los sirvien
tes gritaban ya: Bjese de ah, seorita!, bjese de ah,
seorito! Gesril aguarda una gran ola: cuando sta rom
pe entre los pilotes, embiste al nio que estaba sentado a
su lado; ste cae sobre otro; ste a su vez sobre un tercero:
toda la fila se cae en un efecto domin, pero cada uno es
retenido por su vecino; as, slo la pequea del extremo de
la fila sobre la que yo me tambaleaba, al no estar apoyada
en nadie, se fue al agua. El reflujo la arrastra; al punto se
oyen mil gritos, todas las nieras se arremangan los vesti
dos y, chapoteando dentro del mar, cogen a su cro y le
propinan un cachete. Hervine fue repescada; pero declar
que Franois la haba arrojado abajo. Las nieras caen so
bre m; yo escapo de ellas; corro a atrincherarme en el sta
no de casa: el ejrcito femenino me persigue. Mi madre y
mi padre felizmente haban salido. La Villeneuve defiende
va lientemente la puerta, repa rtiend o sopa po s entre la v an
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C A P T U L O 5
guardia enemiga. El verdadero causante del dao, Gesril,
me presta su ayuda: sube a su casa, y con sus dos hermanas
arroja por las ventanas jarros de agua y manzanas asadas a
las atacantes. stas levantan el sitio a la cada de la noche;
pero esta noticia corri por la ciudad, y el caballerete de
Chateaubriand, de nueve aos de edad, pas por un hom
bre atroz, un superviviente de esos piratas de los que san
Aarn haba lim piado su roca.
He aqu la otra aventura.
Iba yo con Gesril a Saint-Servan, barrio separado de
Saint-Malo por el puerto comercial. Para llegar all con
marea baja hay que cruzar unas corrientes de agua por
unos puentes estrechos de losas planas, que la marea alta
recubre. Los criados que nos acompaaban se haban que
dado atrs, a bastante distancia de nosotros. En el extre
mo de uno de esos puentes vemos a dos grumetes que vie
nen hacia nosotros; Gesril me dice: Vamos a dejar pasar
a esos asquerosos? y al instante les grita: Al agua, pa
tos! stos, como grumetes que son, no entienden de bro
mas, as que avanzan; Gesril retrocede; nos situamos en el
extremo del puente y, cogiendo unos cantos rodados, selos lanzamos a la cabeza. Ellos se abalanzan sobre nos
otros, nos obligan a emprender la huida, se arman a su vez
de unas piedras, y nos hacen batirnos en retirada hastanuestro retn, es decir, hasta donde estaban nuestros cria
dos. Yo no fui como Horacio1 herido en un ojo: una pie
dra me alcanz con tal fuerza que mi oreja izquierda, me
dio desprendida, me qued colgando sobre el hombro.
No pens en mi dao, sino en mi vuelta a casa. Cuan
do mi amigo acababa en sus andanzas con un ojo a la fu
nerala, las ropas llenas de desgarrones, se lamentaba su
desgracia, se le prodigaban mimos y cuidados, se le traa
ropa nueva para que se cambiara: en la misma situacin,
yo era som etido a peniten cia . Au nq ue la pedr ada que ha
ba recibido era peligrosa, no hubo forma humana de que
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La France me convenciera de que regresara a casa, tal era
el espanto que senta. Fui a esconderme en el segundo pi
so de la casa de Gesril, que me envolvi la cabeza con unaservilleta. Esta servilleta le excit: se le figur una mitra;
me transform en un obispo, y me hizo cantar misa mayor
con l y sus hermanas hasta la hora de la cena. El pontfi
ce fue obligado entonces a bajar: me lata el corazn. Sor
prendido por mi cara descalabrada y manchada de sangre,
mi padre no dijo esta boca es ma; mi madre lanz un grito; La France cont mi lastimoso caso, disculpndome;
pero no por ello pude evitar ser reprendido. Vendaron mi
oreja, y monsieur y madame de Chateaubriand decidieron
que me separaran de Gesril cuanto antes.*
No s si no fue este ao cuando el conde de Artois vino
a Saint-Malo: se le obsequi con el espectculo de un com
bate naval. Desde lo alto del bastin del polvorn, vi al jo
ven pr n cip e entre la mu chedum bre en la orilla del mar:
qu destinos descono cidos en su brillo y en mi oscuridad!
As , salvo que me fal le la memoria, Saint-Malo no habra
visto ms que a dos reyes de Francia, Ca rlo s IX y C arlos X.
He aqu el cuadro de mi primera infancia. Ignoro si la
dura educacin que recib es buena en principio, pero misallegados la adoptaron no a propsito y s como conse
cuencia natural de su forma de ser. Lo que s es seguro es
que ha vuelto mis ideas menos parecidas a las del resto de
los humanos; lo que es ms seguro todava es que impri
mi en mis sentimientos un carcter melanclico que na
ci en m de la costumbre de sufrir a la edad de la fragili
dad, de la imprevisin y de la alegra.
* Ya haba hablado de Ges ril en mis obras. Una de sus hermanas,
Angliqu e Ge sri l de la T rochard ais, me e scribi en 1 81 8 para rogarme
que consiguiera que el apellido de Gesril fuera aadido a los de su ma
rido y del marido de su hermana: fracas en mi negociacin (Nota de
1831, G inebra).
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C A P T U L O 5
Creis que esta forma de educarme podra haberme
llevado a detestar a los autores de mis das? En absoluto;
el recuerdo de su rigor me es casi grato; aprecio y honro
sus grandes cualidades. Cuando mi padre muri, mis ca
maradas del regimiento de Navarra fueron testigos de mi
pesar. Fue de mi madre de quien recib el consuelo de mi
vida , pues fue ella quien me acerc a la relig in; yo re co
ga las verdad es cristianas que salan de su boca, como P e
dro de Langres estudiaba por la noche en una iglesia, alresplandor de la lmpara que arda delante del Santsimo
Sacramento. Se habra desarrollado mejor mi inteligen
cia de haberme dedicado antes al estudio? Lo dudo: estas
olas, estos vientos, esta soledad que fueron mis primeros
maestros, quiz convenan mejor a mis disposiciones na
turales; quiz debo a estos instructores salvajes algunasvi rtud es que ha br a igno rado . La ve rdad es que ningn
sistema educativo es preferible en s a otro: quieren ms
los hijos a sus padres hoy que los tutean y no los temen?
Gesril era mimado en la misma casa donde a m se me re
prenda: fuimos los dos personas honestas y unos hijos ca
riosos y respetuosos. Tal cosa, que creis mala, contri
buye a desarrollar el talento de vuestro hijo; tal otra, queos parece buena, ahogara este mismo talento. Bien hecho
est lo que hace Dios: es la Providencia la que nos dirige,
cuando nos destina a desempear un papel en la escena
del mundo.
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Dieppe, septiembre de 1S12
C IT A C I N D EL S E O R PA S Q U 1ER DIEP PE CAMBIO DE MI
ED U C A C I N PR IM A V ER A EN B R ET A A B O S Q U E H IS T R I
C O C A M PO S PEL G IC O S PU ES T A D E L A L U N A EN EL M A R
4 de septiembre de 1812. Recib esta citacin del seorPasquier, jefe de polica:
J E F A T U R A DE PO LI C A
El seor jefe de polica invita al seor de Chateaubriand
a tomarse la molestia de pasarse por su despacho, hoy a lascuatro y media de la tarde o maana a las nueve de la ma
ana.
Lo que quera comunicarme el seor jefe de polica erauna orden de alejamiento de Pars. Yo me retir a Dieppe,que primero se llam Bertbeville,para pasar luego a denominarse Dieppe, har ms de cuatrocientos aos, de la pa
labra inglesa deep,profundo (fondeadero). En 1788, estuveaqu de guarnicin con el segundo batalln de mi regimiento: vivir en esta ciudad, de casas de ladrillo, de tiendas en las que se venda marfil, esta ciudad de calles lim
pias y hermosa luz, era refugiarme cerca de mi juventud.
Cuando me paseaba por ella, me encontraba con las ruinas
del castillo de Arque s, con sus mil escombros. No hay queolvidar que Diepp e fue la patria de Duquesne. Cu ando me
quedaba en mi casa, el espectculo que tena era el mar;desde la mesa en que estaba sentado, contemplaba estemar que me ha visto nacer, y que baa las costas de Gran
Bretaa, donde sufr tan largo exilio: mis miradas recorran las olas que me llevaron a Amrica, me devolvieron a
Europa y volvieron a llevarme a las playas de frica y de54
C A P T U L O 6
Asia. Sa lve, oh mar, mi cun a e imagen ma! Quiero co n
tarte la continuacin de mi historia: si miento, tus olas,mezcladas con todos mis das, me acusarn de imposturaante los hombres del porvenir.
Mi madre siempre haba deseado que se me diera unaeducacin clsica. La profesin de marino a la que se medestinaba quiz no fuera de mi gusto, deca ella; encon
traba conveniente, ante cualquier eventualidad, que estu
vie ra preparado para seguir otra car rera. Su piedad la in clinaba a desear que me decidiera por la Iglesia, por lo que
propuso ponerme en un colegio donde aprendiera matemticas, dibujo, esgrima y la lengua inglesa; no hizo mencin del griego ni del latn, por temor a enojar a mi padre;
pero contaba con que yo los aprendera, primero en secreto, abiertamente en cuanto hubiera hechos progresos. Mipadre se mostr de acuerdo con la propuesta: se acord
que entrara en el colegio de Dol. Se prefiri esta ciudadpor hallarse en el camino de Saint-Malo a Combourg.
Durante el crudo invierno que precedi a mi reclusin
escolar, se incendi el palacete donde vivamos; fui salvado p or mi hermana mayor, que me sac por entre las llamas.
Monsieur Chateaubriand, retirado en su castillo, llam asu mujer a su lado: hubo que reunirse con l en primavera.
La primavera, en Bretaa, es ms benigna que en losalrededores de Pars, y florece tres semanas antes. Los cin
co pjaros que la anuncian, la golondrina, la oropndola,el cuco, la codorniz y el ruiseor, llegan con las brisas quese albergan en los golfos de la pennsula armoricana. La
tierra se cubre de margaritas, pensamientos, junquillos,narcisos, jacintos, rannculos y anmonas, igual que losespacios abandonados que rodean San Juan de Letrn y
Santa Croce in Gerusalemme, en Roma. Los claros del bos
que se empenachan de elegantes y altos helechos: camposde retamas y de aulagas resplandecen con sus flores que se
diran mariposas de oro. Los setos, en los que abunda la
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fresa, la frambuesa y la violeta, estn adorn ados de espinos
albares, de madreselva y de zarzamoras, cuyos pardos y
curvados retoos estn cuajados de hojas y frutos magnfi
cos. Todo hormiguea de abejas y de pjaros; los enjambres
y los nid os hacen de tenerse a los nios a cada paso. En de
terminados abrigos, el mirto y la adelfa crecen en pleno
suelo, como en Grecia; el higo madura como en Provenza;
cada manzano, con sus flores color carmn, se asemeja a un
gran ramo de novia de pueblo.En el siglo x i i , los cantones de Fougres, Rennes, B-
cherel, Dinan, Saint-Malo y Dol estaban ocupados por el
bosque de Brocelianda; ste sirvi de campo de batalla a
los francos y a los pueblos de Dommone. Wace cuenta
que se vea en l al hombre salvaje, la fuente de Berenton
y un estanque dorado. Un docum ento h istrico del siglo x v,
los Usos y costumbres del bosque de Brocelianda, confirmalo dicho en la novela de Rou : es, dicen los Usos,de grande
y espaciosa extensin ; hay cuatro castil los , un gran n me
ro de bonitos estanques, cotos de caza donde no vive a lima
a alguna, ni mosca, doscientos oquedales, muchas fuen
tes, particularmente la fuente de Belenton,cerca de la cual
vel sus arm as el caba lle ro Pontus .El lugar conserva todava hoy vestigios de su origen:
cortado aqu y all por frondosos barrancos, tiene un airelejano de bosque y recuerda a Inglaterra: era morada de ha
das y, en efecto, veris que encontr all a mi slfide. Unos
arroyuelos no navegables riegan valles angostos. Estos va
llejos estn separados por landas y oquedales de renuevos
de acebos. En las costas, se suceden faros, torres de viga,
dlmenes, construcciones romanas, ruinas de castillos de laEdad Media, campanarios del Renacimiento: todo bordea
do por el mar. Plinio dice de Bretaa: Pennsula especta
dora d el Ocano.'1
Entre el mar y la tierra se extienden campos pelgicos,
fronteras imprecisas de ambos elementos: la alondra de
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C A P T U L O 6
tierra vuela all con la alondra de mar; el arado y la barca,
separados a un tiro de piedra el uno de la otra, surcan la
tierra y el agua. El navegante y el pastor se prestan mutua
mente su lengua: el marinero dice que las olas se aborre
gan,el pastor habla de oleadas de carneros.Ar en as de dis tintos colores, bancos variados de conchas, ovas y encajesde una espuma argentada dibujan la linde rubia o verde de
los trigales. N o s ya en qu isla del Mediterrne o vi un ba
jorrel ieve que represen taba a unas nereidas en gu irna ldan do los bajos del vestido de Ceres.
Pero lo ms admirable en Bretaa es la luna alzndosede la tierra y pon indose en el mar.
Destinada por Dios a regir los abismos, la luna tiene,
como el sol, sus nubes, sus vapores, sus rayos, sus sombras
que la acompaan; pe ro, al igual que l, no se retira solita
ria; un cortejo de estrellas la acompaa. A medida que des
ciende sobre mi playa natal en el extremo del cielo, aumen
ta su silencio, que comunica al mar; no tarda en ponerse en
el horizonte, intersecn dose, no m uestra ms que la mitad
de su frente que se adormece, se inclina y desaparece en la
muelle intumescencia de las olas. L os astros cercano s a su
reina, antes de precipitarse en pos de ella, parecen detenerse, suspendidos en la cresta de las olas. Apenas