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7/27/2019 Cicern triunfo y frustracin de un homo novus.
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DE REBUS ANTIQUIS Ao II, Nm. 2 / 2012ISSN 2250-4923
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DR.FRANCISCO PINA POLO
Universidad de Zaragozafranpina@unizar.es
Marco Tulio Cicern muri el da 7 de diciembre del ao 43 a.C. Fue
asesinado cerca de Cayeta, puerto del Tirreno prximo a Formias, localidad en la
que posea una finca en la que se haba refugiado huyendo de los triunviros
Antonio, Octaviano y Lpido que se haban convertido en los mximos
gobernantes de Roma. Sus asesinos fueron soldados enviados a tal efecto por
Marco Antonio1, que haba sido objeto en los meses anteriores de
* La bibliografa sobre Cicern es extraordinariamente amplia. Para aligerar la lectura de esteesbozo biogrfico, he preferido prescindir de prolijas citas de libros y artculos modernos sobre elpersonaje, y aportar exclusivamente la referencia de pasajes significativos de la propia obra
ciceroniana que ilustran las afirmaciones contenidas en el texto. A continuacin se recoge unabrevsima seleccin bibliogrfica. Las biografas ms recientes sobre Cicern son las de TEMPEST,K., Cicero: politics and persuasion in ancient Rome. Londres-Nueva York: 2011; BRINGMANN,K., Cicero. Darmstadt: 2010; NARDUCCI, E., Cicerone: la parola e la politica. Roma: 2009;MURRELL, J., Cicero and the Roman Republic. Cambridge: 2008; PINA POLO, F., Marco TulioCicern. Barcelona: 2005 (edicin en alemnRom, das bin ich: Marcus Tullius Cicero, ein Leben.Stuttgart: 2010); NARDUCCI, E., Introduzione a Cicerone. Nuova edizione. Roma-Bari: 2005(11992); WILLIAMS, R., Cicero the patriot. Wauconda-Illinois: 2004; EVERITT, A., Cicern.Barcelona: 2007 (1Cicero. A Turbulent Life. Londres: 2001); y BAOS, J.M., Cicern. Madrid:2000. Siguen siendo interesantes, entre otras, las obras biogrficas de RAWSON, E., Cicero: APortrait. Londres: 1975; FUHRMANN, M., Cicero und die rmische Republik. Eine Biographie.Munich-Zurich: 1989; y HABICHT, Chr., Cicero der Politiker. Munich: 1990. Otros trabajos deinters recientes sobre aspectos concretos relacionados con Cicern: POWELL,J.G.F.NORTH.J.
A. (eds), Ciceros Republic. Londres: 2001; POWELL,J.G.F. (ed.), Cicero the Philosopher: TwelvePapers. Oxford: 2002 (11995); MAY, J.M. (ed.), Brills companion to Cicero: Oratory andRhetoric. Leiden: 2002; MARINONE, N., Cronologia Ciceroniana. Roma: 2004 (11997);NARDUCCI, E., Cicerone e i suoi interpreti: Studi sull'opera e la fortuna . Pisa: 2004; SALERNO,F.(ed.), Cicerone e la politica: Atti del Convegno di diritto romano, Arpino, 29 gennaio 2004 .Npoles: 2004; NARDUCCI, E. (ed.), Cicerone tra antichi e moderni: Atti del IV SymposiumCiceronianum Arpinas, Arpino, 9 maggio 2003. Florencia: 2004; POWELL,J.PATERSON,J. (eds.),Cicero the advocate. Oxford: 2004; FANTHAM, E., The Roman world of Ciceros De oratote.Oxford: 2004; DUGAN, J.,Making a new man. Ciceronian self-fashioning in the rhetorical Works.Oxford: 2005; LINTOTT, A.W., Cicero as evidence: A historians companion. Oxford: 2008; VANDER BLOM, H., Ciceros role models: the political strategy of a newcomer. Oxford: 2010.1PLUT., Cic., 48-49.
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descalificaciones personales y dursimos ataques polticos por parte de Cicern.
Los triunviros haban decidido unir sus fuerzas para hacerse con el poder a finales
de octubre, en una reunin habida cerca de Bononia, y su acuerdo se plasm en la
ley hecha aprobar por el tribuno de la plebe Publio Titio el da 27 de noviembre,
que les converta en triumviri rei publicae constituendae, dotados de imperium
consular durante los prximos cinco aos2. Como haba hecho el dictador Sila casi
cuarenta aos antes, una de sus primeras decisiones fue promulgar una lista de
proscritos, con el fin de eliminar a todos aquellos que consideraban sus enemigos
polticos. Entre ellos se encontraba de manera destacada Cicern y su familia. De
hecho, su hermano menor Quinto fue asimismo asesinado apenas unos das antes
que Marco. Para ambos la nica esperanza de salvar la vida era huir de Italia, pero
ninguno de los dos lo logr.
Cicern no slo muri como proscrito en la res publica que l haba
querido preservar segn sus principios ideolgicos, sino que adems su cuerpo fue
desmembrado para llevar a Antonio una prueba de que la sentencia de muerte
implcita en la lista de proscripciones se haba cumplido. La cabeza y las manos
o slo una de ellas, la derecha, segn otras fuentesdel conspicuo orador fueron
transportadas a Roma y entregadas a Antonio, quien las mostr ante el pueblo
desde los Rostra3. De este modo, en lugar de recibir desde la tribuna de oradores
la habitual laudatio funebrisque era pronunciada en honor de los romanos ilustres
que fallecan, el ltimo adis pblico de Cicern consisti en la impdica
exhibicin de sus despojos por parte de su ltimo gran adversario, Antonio, en la
tribuna de oradores que haba sido hecha construir recientemente en el extremo
occidental del Foro por aquel a quien l consider un tirano, Julio Csar. Cicern,
quien se deca salvador de Roma desde su consulado, que haba llegado a ser
entonces proclamado por el senado pater patriae, difcilmente hubiera podido
imaginar un destino ms cruel, ingrato y brutal para s mismo, que se consideraba
por encima de todoy de todos sus contemporneosun patriota romano.
2APP., b.c., IV 7; CASS.DIOXLVII 2,1-2.3SEN., Suas., VI 21; CASS.DIO, XLVII 8,3-4.
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Y sin embargo, aunque nacido ciudadano romano de pleno derecho,
Cicern no vino al mundo en la misma Roma, sino en el municipiumde Arpino, a
unos ciento veinte kilmetros al sudeste de la Urbs, el da 3 de enero del ao 106
a.C. Siempre consider que Roma era su patria, pero, al mismo tiempo, nunca
reneg de su condicin de arpinate y mantuvo siempre una relacin afectiva y
econmica con su ciudad natal4. Su familia perteneca a la aristocracia de Arpino
y su padre, un eques, era un destacado propietario de tierras. Deseoso de
proporcionar a sus hijos la mejor formacin posible con vistas a una futura carrera
poltica, tanto Marco como su hermano Quinto fueron enviados a finales de los
aos 90 a Roma. All fueron amparados por Lucio Licinio Craso, uno de los
senadores con mayor auctoritasdel momento, que haba sido cnsul en el ao 95
y que fue censor en el 92. En su casa, junto con otros jvenes pertenecientes a las
mejores familias de la Urbs, recibieron una esmerada educacin en las disciplinas
de la retrica y de la filosofa, tanto en latn como en griego 5. Cicern siempre
reconoci su deuda intelectualy probablemente ideolgicacon supatronus, y
su admiracin por l se plasm en el dilogo De oratore, en el que le otorg el
papel ms destacado.
Quien deseara llegar a ser alguien en la vida pblica deba completar su
formacin accediendo a otras materias de conocimiento, entre ellas, de manera
destacada, los rudimentos del derecho. En este terreno, el maestro de Cicern fue
el anciano augur Quinto Mucio Escvola, eminente jurista que haba sido cnsul
en el ao 117. Entre los pupilos de Escvola se encontraba Tito Pomponio, ms
conocido con el sobrenombre de tico por su posterior estancia en Atenas. Este
hecho fue decisivo en la vida de Cicern, puesto que tico se habra de convertir,
no slo en su mejor amigo, sino tambin en su consejero, gestor econmico y
editor de sus obras literarias6. Por otra parte, su abundante intercambio epistolar,
4CIC., leg., II 3-5.5CIC., de orat., II 2.6 Cicern dej patente en diversas ocasiones su admiracin por su amigo, e incluso una ciertadependencia emocional respecto a l. Vase por ejemplo CIC.,Att., I 17,5-6.
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en gran medida conservado hasta nuestros das, constituye una preciosa fuente de
conocimiento de la vida y de los sentimientos de Cicern.
El proceso educativo del Arpinate se vio interrumpido por el estallido del
Bellum Sociale. Aunque nunca mostr inters personal por la vida militar, al joven
Cicern, dadas las circunstancias excepcionales en las que se encontraba el Estado
romano enfrentado a la mayor parte de sus aliados itlicos, no le qued otro
remedio que incorporarse como jinete en el ao 89 a las legiones que combatan
en el frente septentrional, en la regin del Piceno, al mando del cnsul Pompeyo
Estrabn, en cuyo estado mayor se integr, pero en el que debi de desempear unpapel secundario. Una vez vencidos los rebeldes en el norte de Italia, Cicern se
uni brevemente a las tropas que, comandadas por Sila, combatan en Campania
contra los pugnaces samnitas. sta fue toda la experiencia militar acumulada por
Cicern hasta que casi cuarenta aos despus se vio obligado a asumir el gobierno
provincial de Cilicia.
Acabada la guerra, el Arpinate retom el cuidadoso aprendizaje de las
materias bsicas para quien, como l, ambicionaba llegar a tener protagonismopblico en Roma. Recibi lecciones de Apolonio Moln de Rodas, famoso
maestro de retrica que visit la Urbs en el ao 87. Obviamente, imparta su
enseanza en griego, lo cual indica el excelente dominio que Cicern tena ya
entonces de esta lengua, que utilizaba tanto como el latn en sus ejercicios
oratorios7. Incluso llev a cabo durante los aos ochenta traducciones a la lengua
latina de obras de Platn, Jenofonte y Arato. Sigui profundizando en el
conocimiento del derecho, ahora como discpulo de Escvola el pontfice, primo
del augur del mismo nombre y, como l, experto jurista. Y descubri la filosofa
gracias a Filn de Larisa, el director de la Academia ateniense, quien, como otros
intelectuales griegos, haba llegado a Roma huyendo del expansionismo de
7CIC.,Brut., 310.
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Mitrdates8. Filn influy en el pensamiento ciceroniano, pero sobre todo inculc
a Cicern la idea que ya nunca abandon de que un buen orador no poda
conformarse con un correcto dominio de la retrica, sino que deba ser asimismo
un aceptable filsofo.
Con este bagaje el Arpinate, como era usual entre los jvenes aprendices
de hombres pblicos, se atrevi a comparecer en los tribunales. Lo hizo como
abogado defensor, primero representando en un pleito civil a un tal Quincio, poco
despus defendiendo a Sexto Roscio, acusado del asesinato de su padre. Este
ltimo proceso tena peligrosas implicaciones polticas, puesto que en l lo queestaba en juego en ltima instancia era la propiedad del difunto, incluido a
posteriorien la lista de proscritos emitida por Sila tras su acceso al poder. A ella
aspiraba Crisgono, un liberto prximo a Sila, quien haba dejado de ser dictador,
pero que era en el ao 80 cnsul y, por supuesto, el hombre fuerte en Roma.
Cicern se cuid en su discurso de no atacar directamente a Sila, pero s
descalific el uso de las proscripciones para obtener fraudulentamente bienes de
otras personas9, un ataque contra el inviolable derecho a la propiedad privada que
constituy siempre un elemento central en su pensamiento. Cicern gan el juicio,
lo cual, gracias a la repercusin pblica del proceso, lo convirti inmediatamente
en un clebre abogado.
Sin embargo, se fue el momento elegido para realizar una gira por el
Mediterrneo oriental, acompaado por su hermano Quinto y por otros jvenes
aristcratas. Entre los aos 79 y 77, Cicern estuvo en Atenas, Delfos, Corinto,
Esparta, Mileto, Esmirna y Rodas, se inici en los misterios de Eleusis, estudi
con filsofos y retricos griegos, mezclando el aprendizaje con la visita
emocionada a lugares llenos de historia10. Cuando regres contrajo matrimonio
8 CIC., Brut., 306. Cicern no se conform con acceder a la doctrina de Filn, un escpticoposibilista en la lnea de Carneades, sino que estudi asimismo el epicuresmo con Fedro, aAristteles con Estaseas, y el estoicismo con Didoto, adquiriendo as un conocimiento bsico delas principales escuelas griegas de pensamiento (cf. CIC., nat.deor., I 6).9CIC.,Rosc., 137-138.10CIC.,fin., V 4.
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con Terencia, que perteneca a una importante familia de la aristocracia romana.
El matrimonio sealizaba la inclusin del Arpinate en la lite de Roma, al tiempo
que, con la sustanciosa dote que Terencia aportaba, cimentaba su ya por entonces
slida posicin econmica.
Con treinta aos, la edad mnima requerida para acceder a una
magistratura, Cicern estaba preparado para iniciar su carrera poltica. Fue elegido
cuestor para el ao 75 y le correspondi como tal la administracin de la parte
occidental de la provincia de Sicilia, donde permaneci durante todo el tiempo
que ocup su cargo. El desempeo de la cuestura le permiti convertirse ensenador a su vuelta a Roma. El siguiente paso dentro del cursus honorumera, o
bien el tribunado de la plebe, o bien la edilidad. Cicern prefiri esta ltima
magistratura, posiblemente porque el tribunado poda entraar mayores riesgos
polticos, justo en el momento en que acababa de recuperar sus plenas funciones
tras los importantes recortes que haba sufrido durante la dictadura silana. En julio
del ao 70 fue elegido edil, cargo en el que pas prcticamente inadvertido. En
esa misma poca estaba consagrado a su objetivo de lograr la condena judicial de
Verres, ex gobernador de Sicilia acusado de expolio por los sicilianos ante la
quaestio repetundum.
Excepcionalmente, Cicern actu como acusador en este proceso, que
habra de reportarle una considerable notoriedad en la sociedad romana, no slo
por la alta condicin social del acusado, sino tambin por el prestigio de los
abogados que intervinieron en el litigio, puesto que el defensor de Verres fue
Hortensio, el ms ilustre de los oradores romanos en esa poca, quien adems
haba sido elegido cnsul para el ao 69. Se trataba, por lo tanto, de un duelo entre
un orador emergente y el ms famoso que, adems, eran magistrados electos, lo
cual proporcionaba una enorme dimensin poltica al juicio. Cicern se desplaz a
Sicilia, acumul pruebas contra el acusado y con ellas compuso un discurso en el
que present a Verres como un horrendo criminal. Las acusaciones, sustentadas
por numerosos testigos, dejaron sin respuesta a Hortensio, que renunci incluso a
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intervenir. Verres fue condenado, aunque ya antes haba preferido marchar al
exilio. Su triunfo sobre el gran Hortensio convirti al Arpinate definitivamente en
un orador famoso y en un individuo popular.
Durante los aos siguientes, Cicern sigui interviniendo como abogado
en los tribunales, al tiempo que preparaba su candidatura a la pretura. Fue
efectivamente elegido pretor para el ao 66, y como tal fue nombrado responsable
del tribunal encargado de juzgar los casos de extorsin. No hay constancia de que
existieran procesos judiciales relevantes durante su mandato, de modo que su
pretura hubiera pasado desapercibida histricamente de no haber coincidido con lapropuesta del tribuno Manilio para otorgar a Cneo Pompeyo un mando militar
extraordinario. En los aos setenta, Pompeyo haba sido el fiel ejecutor de la
poltica senatorial, reprimiendo en Italia la rebelin de Lpido y en Hispania la de
Sertorio, adems de contribuir a acabar con la revuelta servil dirigida por
Espartaco. En el ao 67 haba terminado en apenas unos meses con el problema
endmico de los piratas en el Mediterrneo, y ahora Manilio planteaba la
concesin a Pompeyo durante varios aos de un mando extraordinario para
culminar por fin la guerra contra Mitrdates, un conflicto que duraba ya veinte
aos y que provocaba inestabilidad en una regin tan importante para Roma desde
el punto de vista econmico.
A pesar de la eficacia que Pompeyo haba mostrado en la resolucin de
todas las tareas que se le haban encomendado, muchos en Roma desconfiaban del
excesivo poder que una sola persona estaba acumulando, un peligro para el
rgimen aristocrtico que encarnaba la Repblica romana. Eso llev a polticos
como Catulo y Hortensio a pronunciarse contra la rogatio Manilia, mientras otros
la defendan. Entre estos ltimos se encontraba Cicern, que pronunci desde los
Rostra un discurso a favor de la iniciativa legislativa del tribuno, el primero que el
Arpinate pronunciaba ante el pueblo en una contio. El entonces pretor defendi en
primer lugar la necesidad de poner fin a la guerra contra Mitrdates por los daos
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econmicos que causaba tanto al Estado como a los particulares11, para abogar a
continuacin por el nombramiento de un imperator capaz de cumplir con esa
misin, considerando a Pompeyo como el nico realmente capacitado para ello,
tanto por sus virtudes como militar, como por sus cualidades morales 12. Sin duda
Cicern era sincero en sus argumentaciones, pero en su encendida alabanza de
Pompeyocon quien hasta entonces haba tenido escasos contactoshay que ver
asimismo un cierto oportunismo poltico. Dos aos ms tarde podra presentarse a
las elecciones consulares, su gran objetivo vital, y para triunfar en ellas poda ser
fundamental contar con el apoyo de Pompeyo, tanto como poda resultar fatal su
enemistad. Por otra parte, cuando Cicern intervino en la tribuna de oradores era
ya evidente que la rogatio Maniliaiba a ser aprobada con toda probabilidad, de
modo que oponerse a ella hubiera significado enfrentarse peligrosamente a la
voluntad popular. Estas circunstancias explican el pragmatismo del Arpinate,
sabedor de la discutible constitucionalidad de los mandos militares extraordinarios
en manos de imperatorescarismticos, que sin embargo justific entonces como
necesarios en tiempos de guerra13, aunque sus escritos posteriores proporcionan
indicios de que se arrepinti de haber apoyado una ley que consolidaba prcticas
contrarias al mos maiorumque contribuyeron poderosamente a la disolucin final
del rgimen republicano y a su sustitucin por un gobierno unipersonal. La
propuesta de Manilio fue en cualquier caso aprobada, y Pompeyo cumpli con las
expectativas venciendo a Mitrdates, que se suicid, y reorganizando el Oriente
romano.
Desde el momento en que finaliz su ao como pretor, Cicern se puso a
preparar su asalto al consulado. Durante dos aos vivi en constante campaa
electoral, intentando reunir los mximos apoyos posibles, para lo cual incluso hizo
regresar a Roma a tico, para que le ayudara a ganar el favor de los equites, entre
los que su amigo contaba con una cierta influencia. El da 29 de julio del ao 64
11CIC., imp.Cn.Pomp., 6.12CIC., imp.Cn.Pomp., 29-31.13CIC., imp.Cn.Pomp., 60.
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tuvieron lugar las elecciones en los comitia centuriata. En ellas Cicern fue
elegidosuo annocon el mayor nmero de votos, junto con Antonio Hbrida, y por
delante de todos los dems candidatos, entre los que se encontraba Catilina. Se
trataba de un enorme triunfo, mucho ms si se tiene en cuenta que Cicern era un
homo novus, un advenedizo procedente de una pequea ciudad de Italia y
perteneciente a una familia sin ninguna tradicin ni presencia en Roma hasta
entonces, y que cada vez era ms excepcional que alguien con esas caractersticas
alcanzara la mxima magistratura del Estado romano.
El ejercicio del consulado convirti a Cicern y a su familia en miembrode hecho de la nobilitas, si bien a lo largo de su vida se encontr en ocasiones con
la falta de reconocimiento de algunos miembros de las ms conspicuas familias de
la aristocracia romana, que no le perdonaban su falta de pedigr. A ellos se
enfrent siempre considerndose uno de sus iguales, y destacando el hecho de
haber alcanzado el consulado exclusivamente por sus virtudes personales, y no
por las de sus antepasados, o por las riquezas y clientelas de las que gozaban los
nobilesdesde el momento de su nacimiento. En algunos de sus discursos y cartas
se evidencia un cierto complejo de inferioridad, la frustracin de quien se
consideraba maltratado por quienes no eran mejores y no haban contrado tantos
mritos como l, pero tambin la arrogante satisfaccin de quien, sin poseer
imagines de ilustres antepasados, se haba hecho a s mismo hasta alcanzar la
gloria del poder14. No sorprende por ello que comenzara su primer discurso ante el
pueblo tras tomar posesin del consulado resaltando su condicin de homo novus
y el carcter excepcional de su eleccin15, como lo hara con frecuencia en lo
14 Especialmente caracterstico del sentir de un homo novus es el comienzo del discurso queCicern pronunci en el ao 55 contra Calpurnio Pisn, en el que acus a ste de haber ocupadolas magistraturas exclusivamente por la fama de sus antepasados, mientras que el pueblo le eligi al sucesivamente cuestor, edil, pretor y cnsul por su talento y por sus hechos (C IC., Pis., 1-3).Vase en el mismo sentido la carta dirigida a Apio Claudio Pulcro en el ao 50 (C IC., fam., III7,5), o la respuesta airada a Manlio Torcuato en el juicio celebrado contra Publio Sila en el ao 62(CIC., Sull., 23).15CIC., leg.agr., II 1-4. Cf. asimismo leg.agr., II 100.
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sucesivo, convirtiendo lo que era de partida un elemento de inferioridad poltica
ante la aristocracia tradicional en un smbolo de su xito social.
El consulado de Cicern en el ao 63 haba de ser su ao triunfal, y as lo
vio siempre su protagonista, que trat de presentarse a s mismo desde entonces
como valeroso salvador de Roma, hroe de la libertad y defensor de la concordia
entre los ciudadanos romanos. Sus discursos consulares fueron recopilados y
publicados tres aos despus, y constituyen una interesante fuente de informacin
sobre lo sucedido, aunque obviamente poco objetiva. Sin duda la tarda
publicacin debi de implicar la introduccin de correcciones de estilo, peroprobablemente tambin cambios en su contenido, con el fin de presentar una
Roma en peligro a la que slo la decidida accin de su cnsul pudo salvar de la
ruina y de la destruccin16.
En los primeros das de enero, por lo tanto desde el mismo momento en
que tom posesin de su cargo, el Arpinate se opuso frontalmente a la rogatio
agrariapresentada por el tribuno de la plebe Rulo. El proyecto de ley era uno ms
de los que, desde los tribunados de Tiberio y Cayo Graco, haban intentado aliviarlos problemas del pequeo campesinado romano-itlico, en buena medida
condenado a perder sus tierras por la competencia de los grandes propietarios
absentistas que, como el propio Cicern, preferan usar esclavos como mano de
obra permanente en sus fincas. Eso condenaba a muchos campesinos a abandonar
su domicilio y a emigrar a las ciudades en busca de un nuevo medio de vida. En el
ao 63, ese problema general de la sociedad itlica, que se vena agravando desde
el siglo II, era complementado por un problema concreto e inmediato, el
inminente regreso a Italia de los miles de soldados que haban luchado a las
rdenes de Pompeyo en el Mediterrneo oriental, una parte de los cuales sin duda
reclamaran de su general, y en ltima instancia del Estado romano, la entrega de
tierras donde establecerse como recompensa por su servicio, como antes haba
16En su discurso contra Pisn, Cicern hizo una sntesis autoelogiosa de sus actos como cnsul, enla que constantemente utiliza la primera persona y a travs de la cual cabra concluir que lpersonalmente, y casi en solitario, haba salvado la res publica(CIC.,Pis., 4-7).
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sucedido con los soldados de Mario y Sila, y ms tarde sucedera con los de los
grandes imperatores del perodo. La rogatiode Rulo prevea la fundacin en Italia
de nuevas colonias, en las que habran de ser asentados, tanto familias
pertenecientes a la plebe urbana de Roma, como veteranos pompeyanos. Las
tierras a tal efecto deban proceder, segn el proyecto, de las zonas de Campania
que todava eran ager publicus, as como de aquellas explotaciones que sus
actuales propietarios quisieran vender voluntariamente al Estado. El abundante
dinero necesario para llevar a cabo el proceso deba obtenerse del botn de guerra
recientemente obtenido en las guerras en Oriente, as como de la venta de
propiedades estatales en diversas provincias del Imperio.
La propuesta era relativamente modesta en sus objetivos y evitaba la
expropiacin forzosa de las tierras de los grandes propietarios, pero la mayora
senatorial se opuso a ella como lo haba hecho en todos los intentos anteriores de
reforma agraria. Cicern asumi de manera entusiasta el liderazgo de la oposicin
al proyecto de Rulo, contra el que pronunci cuatro discursos, tanto en la Curia
como ante el pueblo. El cnsul obvi en todo momento el fondo de la cuestin, es
decir, los problemas de supervivencia de una parte de la ciudadana romana, cada
vez ms proletarizada, y se centr en descalificar polticamente la rogatio,
argumentando por una parte que, desde el punto de vista econmico, supondra
para el Estado un gasto excesivo su puesta en prctica y una merma importante de
ingresos a medio plazo17, y por otro lado que los decemvirique haban de obtener
la tierra a repartir y determinar los beneficiarios de la reforma tendran en sus
manos un excesivo poder, lo que poda llevar en ltima instancia a la imposicin
de una tirana18. Todo ello aderezado con palabras catastrofistas que pintaban
dramticamente una Roma en peligro, acosada por conjuras internas que
amenazaban con derribar el orden establecido19, en lo que, retrospectivamente,
parece ser un aviso previo de la conjura de Catilina que l ms tarde reprimira.
17CIC., leg.agr., I 3.18CIC., leg.agr., II 15.19CIC., leg.agr., I 26; II 8.
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La rogatiode Rulo no sali adelante. Aparentemente fue retirada por el
tribuno y ni siquiera lleg a ser votada, tal vez porque su promotor consider que
no contaba con suficientes apoyos, o por la amenaza de veto contra el proyecto
formulada por otro tribuno de la plebe. Cicern lo consider un xito personal, y
fuera cual fuese el motivo de la retirada de la rogatioes evidente que lo sucedido
fortaleca su liderazgo, aunque los desequilibrios estructurales en la sociedad
itlica permanecieron, as como qued sin solucin la cuestin de la reinsercin de
los veteranos pompeyanos, que habra de tener una influencia decisiva en los aos
siguientes en la poltica romana. El Arpinate, coherente en este caso con el que
fue siempre su pensamiento poltico, se situ al lado de los que l llamaba los
optimatesy frente a cualquier reforma que pusiera en peligro el orden establecido,
los privilegios de las clases dirigentes y la propiedad privada, que consideraba un
valor sagrado. A lo largo de toda su vida, Cicern se present ante todo como un
defensor a ultranza de la propiedad privada en tanto que principio bsico de toda
sociedad civilizada, y esta idea ocup un papel central en su pensamiento, que
prefiguraba en algunos aspectos las lneas bsicas del liberalismo moderno. De
hecho, la principal funcin del Estado, la que explicara su origen y justificara su
existencia, deba ser la proteccin y conservacin de la propiedad privada. En la
concepcin ciceroniana de la vida en comunidad, el Estado no era una especie de
ente moral cuya principal funcin habra de ser la proteccin de los individuos,
sino un organismo encargado ante todo de preservar los bienes que stos fueran
capaces de adquirir, siendo se el fundamento de la libertad20.
El Arpinate defenda que la divisin de cualquier sociedad entre ricos y
pobres era algo natural. Esa desigualdad natural proporcionaba a cada cual un
lugar en la sociedad, del que haban de derivarse distintos derechos y deberes que
no deban ser modificados. La aceptacin resignada de la posicin social que
corresponda a un individuo por su nacimiento deba ser el fundamento de la
20CIC., off., II 73.
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estabilidad de la comunidad y de la concordia entre sus miembros21. De acuerdo
con estos principios bsicos, la redistribucin de la riqueza era para Cicern una
evidente violacin de las leyes naturales. En lgica consecuencia, se opuso a
cualquier medida poltica que tendiera a mitigar esa desigualdad, como los
repartos subvencionados o gratuitos de cereales a gran escala entre la plebe de
Roma, que consideraba un intervencionismo innecesario del Estado frente a la
ms deseable iniciativa privada, materializada mediante la beneficencia y la
liberalidad paternalista a travs de los tradicionales vnculos de patronazgo y
clientela, cuya mera existencia parta ya de la conservacin de la imprescindible
jerarqua social. Consecuente con sus ideas, se opuso frontalmente durante toda su
carrera poltica a cualquier intento de reforma agraria, que consider una
apropiacin indebida de tierras que pertenecan a personas a las que, aunque
fueran grandes terratenientes, no era justo que se les desposeyera para que fueran
entregadas a otras que no disponan de bienes22.
Todava en la primera mitad de su ao consular, Cicern hubo de usar toda
su habilidad como abogado para defender al anciano senador Rabirio, acusado del
asesinato del tribuno de la plebe Saturnino en el ao 100, treinta y siete aos atrs.
La oposicin de la mayora senatorial a la pretensin de Saturnino de llevar
adelante una serie de medidas de corte social entre ellas una reforma agraria
haba desembocado en la proclamacin del denominado senatus consultum
ultimum. La represin, dirigida por el entonces cnsul Cayo Mario, se haba
traducido en el asesinato de Saturnino y de muchos de sus seguidores. A Rabirio
se le acusaba ahora de haber dado muerte al tribuno con sus propias manos, y en
consecuencia se le imputaba un delito de perduellio, dada lasacrosanctitasde la
que gozaba todo tribuno de la plebe en ejercicio. Se trataba claramente de una
operacin poltica, que cuestionaba la pretendida legitimidad del senado para
21CIC., off., I 21.22 CIC., off., II 78-79. En el ao 60 se opuso igual que tres aos antes a la rogatio agrariapromovida por el tribuno Flavio para conceder tierras a los veteranos de Pompeyo, y se vanagloride ello en una carta a tico, indicando que su objetivo no era otro que defender la propiedadprivada, porque, afirma ste es mi ejrcito, el de los terratenientes (locupletes) (Att., I 19,4).
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adoptar medidas de excepcin que suspendan de factolos derechos ciudadanos y
que conducan inexorablemente a la muerte violenta de individuos considerados
sediciosos por la mayora senatorial, al tiempo que se reivindicaba por el contrario
el derecho de todo ciudadano a un juicio ante los tribunales y la vigencia de la
provocatio.
El senatus consultum ultimum haba sido en las ltimas dcadas un
importante instrumento de represin en manos del senado contra los polticos
reformistas, aqullos que Cicern llamaba peyorativamente populares. Poner en
cuestin la legalidad de tal procedimiento fue visto por la fraccin msconservadora del senado como un ataque a su conducta en el pasado y como un
peligro cara al futuro. La trascendencia poltica del proceso judicial queda
evidenciada por el hecho de que de la defensa de Rabirio en el juicio se hicieran
cargo Hortensio y el cnsul Cicern. El acusado qued definitivamente en
libertad, no gracias a la elocuencia de tan ilustres oradores, sino mediante una
estratagema legal que oblig a suspender los comicios que haban de determinar la
culpabilidad o inocencia de Rabirio.
El discurso del Arpinate constituy una encendida defensa del senatus
consultum ultimum, y con l de la violencia de Estado como instrumento legtimo
para la preservacin del orden establecido. Rabirio no mat a Saturnino, afirma
Cicern, pero, aunque lo hubiera hecho, no merecera sino el reconocimiento de la
ciudadana romana por haber actuado como un patriota para salvar a la comunidad
de un individuo peligroso para su convivencia, un enemigo pblico del pueblo
romano23. Esta solucin final parta de la idea, presente en la obra y en la prctica
poltica ciceronianas, de que los problemas de la Repblica romana no eran tanto
estructuralesinstitucionales, polticos o socioeconmicos , como de personas,
de tal manera que, si se extirpaban aquello elementos dainos para la comunidad,
los problemas desapareceran. En consecuencia, la violencia ejercida en nombre
del Estado era legtima, pero la decisin de ejercerla deba quedar exclusivamente
23CIC.,Rab.perd., 3; 31; 34-35.
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en manos del senado como institucin, de los hombres de bien (boni), de los
mejores (optimates), como garantes del orden establecido. Era una obligacin de
todo ciudadano coadyuvar a la preservacin del orden poltico y social en Roma,
por lo que no era reprobable, sino admirable, que uno de ellos, incluso un
privatus, tomara las armas contra cualquier sedicioso que pusiera ese orden en
peligro. Esos sediciosos eran asimilados automticamente a tiranos encubiertos,
destructores de Roma, mientras que quienes los aniquilaban se convertan en
tiranicidas dignos de elogio, salvadores de Roma. Por eso, en sus escritos, el
Arpinate hizo repetidamente una autntica apologa de lo que l entenda como
tiranicidio. En definitiva, la tesis ciceroniana era que el crimen cometido en
nombre del Estado no slo era til, sino necesario para defenderse de los
enemigos de la comunidad, y que era un deber patritico acabar con ellos como lo
era participar en una guerra contra cualquier enemigo exterior24. La seguridad del
Estado deba primar por encima de todo, una idea sintetizada con sus propias
palabras en la frase salus populi suprema lex esto25.
Los ltimos meses del consulado de Cicern estuvieron dominados por la
conjuracin de Catilina, cuya represin habra de ser convertida por el Arpinate en
el momento cumbre de su carrera poltica. Tras ser derrotado de nuevo en las
elecciones consulares para el ao 62, Catilina comenz a preparar en Roma e
Italia un autntico golpe de Estado para hacerse con el poder, en colaboracin con
otros destacados hombres pblicos, algunos de ellos magistrados en activo.
Cicern tuvo la habilidad de obtener informaciones que le mantuvieron al tanto de
los preparativos de la conjuracin y que le permitieron anticiparse a los hechos,
logrando abortar la revuelta todava en su fase inicial. Ya en septiembre haba
avisado en el senado de los movimientos catilinarios, pero hasta fines de octubre
no pudo aportar pruebas concretas de que se estaba preparando una insurreccin
24 La justificacin ciceroniana de la violencia se encuentra especialmente desarrollada en losdiscursos judiciales en defensa de sus amigos y aliados polticos Sestio y Miln, pronunciadosrespectivamente en los aos 56 y 52. Cf. Sest., 86; 92Mil., 9-10; 56; 79-80; 83.25CIC., leg., III 8.
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en Etruria, que efectivamente estallara pocos das despus. La reaccin del
senado fue la promulgacin delsenatus consultum ultimum. Cicern pronunci en
las semanas siguientes sus cuatro Catilinarias, en la Curia y en contiones,
discursos en los que demoniz a Catilina quien prefiri salir de la ciudad y
unirse a los insurrectos en Etruria , presentndolo como un ser abyecto lleno de
vicios26, un enemigo del pueblo de Roma que deba ser eliminado27. Los
conjurados que haban permanecido en la Urbsintentaron ganar para su causa a
los embajadores de los galos albroges que se encontraban en aquel entonces en
Roma, pero stos prefirieron denunciar el hecho antes que implicarse en un
espinoso asunto interno. Esta denuncia permiti al cnsul detener a los principales
implicados y desarticular de este modo la conjura. Ante el pueblo, Cicern se
present a s mismo como el nico protagonista de los hechos, como el salvador
de Roma guiado por los dioses inmortales28.
Pero quedaba por resolver la cuestin de cul sera el destino de los
catilinarios que permanecan bajo arresto, entre ellos el pretor Lentulo Sura. A tal
efecto, el Arpinate convoc una sesin del senado el da 5 de diciembre. En ella se
entabl un debate entre quienes como Silano y Catn, respectivamente cnsul y
tribuno de la plebe electos, defendan la aplicacin de la pena de muerte, y
quienes, como Csar, pretor electo, condenaban polticamente a los conjurados,
pero pidieron para ellos el exilio y la confiscacin de bienes como pena
alternativa. Cicern no se pronunci abiertamente por una u otra opcin, pero en
su discurso abog por un castigo severo y se pregunt si no era mejor afrontar las
posibles crticas futuras por esa severidad que los reproches por no haber actuado
diligentemente para salvar Roma29. Los senadores votaron mayoritariamente a
favor de la pena mxima, y Cicern se apresur a cumplir inmediatamente la
26 CIC., Cat., II 7. Cicern presenta en su primera Catilinaria ante el pueblo la lucha contraCatilina como una guerra entre la honradez y la ignominia, entre la honestidad y el vicio, endefinitiva, entre el bien, personificado por l mismo, y el mal, representado por los catilinarios. Enesa guerra, afirma, los dioses estn sin duda de su lado (Cat., II 25).27CIC., Cat., I 2; 4.28CIC., Cat., III 1-2.29CIC., Cat., IV 6; 12.
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recomendacin senatorial dirigiendo personalmente la ejecucin de los catilinarios
en la crcel del Tuliano. Pocos meses despus Antonio, el otro cnsul del ao 63,
acab asimismo con la revuelta en Etruria, en un combate en el que muri
Catilina.
El ao triunfal del cnsul arpinate tocaba a su fin. Eufrico, Cicern se
consideraba a s mismo un hombre providencial, el libertador de Roma30, y desde
entonces hasta el final de su vida llen sus discursos y cartas de referencias a sus
hazaas consulares. Como consularis, deba de gozar a partir de ese momento de
la mxima auctoritas dentro del senado, y sin duda so con convertirse en lareferencia poltica dentro de la sociedad romana. Sin embargo, la realidad le
demostrara en los meses y aos siguientes que su influencia y liderazgo no
alcanzaban el nivel que crea merecer, y que el hecho que l haba supuesto que le
encumbrara, la represin de los catilinarios, iba a convertirse en una pesadilla e
iba a significar a medio plazo un punto de inflexin negativo tanto en su carrera
poltica como en su vida. Ya durante el ao 62 el Arpinate hubo de hacer frente a
los primeros ataques de sus adversarios polticos, que le acusaban de haber
ejecutado a ciudadanos romanos sin juicio previo el senado no poda actuar
como un tribunal de justicia y sin permitirles hacer uso del preceptivo derecho
de provocatio, prefigurando las imputaciones que ms tarde utilizara contra l
Clodio. Marginado desde su consulado del desempeo de otras magistraturas ni
siquiera lleg a presentar su candidatura a la censura , y alejado voluntariamente
de mandos militares extraordinarios, la presencia poltica de Cicern fue menor de
la que l esperaba y mucho menos decisiva que la de los grandes imperatoresde
los aos cincuenta y cuarenta.
Con todo, el gran acontecimiento del ao 62 para el Arpinate fue la
adquisicin, aun a costa de endeudarse fuertemente segn su testimonio pag
30 CIC., Cat., IV 2. Incluso antes de que la conjuracin catilinaria hubiera sido definitivamenteaplastada, Cicern se atrevi a parangonarse con Pompeyo y a postularse junto con l como losdos polticos ms importantes de la Roma contempornea, Pompeyo en la poltica exterior, elArpinate en la interior (Cat., III 26).
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por ella tres millones y medio de sestercios31, de una lujosa vivienda que haba
pertenecido a Craso en la exclusiva colina del Palatino, en la que habitaban las
mejores familias de la Urbs. Cicern se mostr siempre orgulloso de vivir en el
barrio ms elegante y aristocrtico de Roma. Pero el cambio de domicilio era algo
ms que una mera decisin domstica, y de l deba hacerse una lectura poltica.
Desde el lugar en que estaba ubicada la nueva casa se divisaba el centro
monumental de la ciudad, pero el elemento decisivo en la eleccin hay que
encontrarlo en la perspectiva opuesta: Mi casa, pontfices, se encuentra a la vista
de casi toda la ciudad, afirma ufano Cicern en su discurso ante los pontfices
tras su regreso del exilio32. sa era la cuestin fundamental: la vivienda poda ser
vista desde el Foro y casi desde cualquier sitio en Roma, de manera que constitua
una exhibicin de la dignidad alcanzada y pretenda ser el smbolo de la
integracin del advenedizo de Arpino dentro de la nobilitas romana. Aos ms
tarde, a su regreso del exilio, Cicern luch por recuperar la casa que Clodio le
haba arrebatado, no slo por una mera cuestin econmica, sino sobre todo
porque solamente su restitucin simbolizara la plena recuperacin de su antigua
posicin en la sociedad romana.
Aunque no poda competir con las grandes fortunas de Roma, Cicern era
ya un notable terrateniente cuando adquiri su vivienda en el Palatino. Su riqueza
se bas originalmente en la herencia recibida de su padre a comienzos de la
dcada de los sesenta, consistente ante todo en tierras de cultivo en Arpino, que
conserv e hizo cultivar hasta el final de su vida. De su progenitor hered
asimismo una casa en el populoso barrio romano de Carinas, en la zona del
Esquilino, en la que Marco residi hasta el ao 62, cuando la cedi a su hermano
Quinto. Ya antes su situacin econmica se haba visto considerablemente
31CIC., fam., V 6,2. Para hacer frente a su pago, Cicern hubo de acudir a varios prestamistas,cuyos nombres son mencionados en una carta a tico (Att., I 12,1). Los prstamos de dinero entremiembros de las clases dirigentes romanas eran habituales y suponan una notable movilidad decapitales. La correspondencia ciceroniana permite conocer una veintena de prestamistas a los queen algn momento recurri Cicern, entre ellos el propio Csar, pero tambin un nmerosemejante de personas a las que l mismo prest dinero en metlico.32CIC., dom., 100.
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favorecida por el ventajoso matrimonio con Terencia, que aport una sustanciosa
dote en metlico33, pero tambin bosques para la explotacin maderera y tierras de
pasto en Italia, as como insulae en el Aventino y en el Argileto, por las que
perciba regularmente la renta correspondiente al alquiler de las viviendas. Sobre
esa base, Cicern fue poco a poco incrementando sus propiedades inmobiliarias,
adquiriendo entre los aos 68 y 45 diversas villae en el Lacio y en Campania,
tanto en el interior como en la costa, en lugares fcilmente accesibles mediante las
vas de comunicacin. En los aos sesenta, era propietario de fincas en Tsculo,
Ancio, Pompeya y cerca de Formias. Desde entonces adquiri, o bien obtuvo por
herencia, dominios en Cumas, Alba, Astura, Puteoli y Frusino, adems de un
segundo predio en Tsculo. Adems de estas fincas, Cicern fue adquiriendo
paralelamente una serie de deversoria, casas ms modestas ubicadas a lo largo de
las vas que unan Roma con sus villae, lo que le permita pernoctar en ellas de
camino a su destino. Las situadas en Lanuvio, Minturnas y Sinuesa, junto a la va
Apia, podan servir de etapas en el viaje hacia sus propiedades de Campania. La
de Anagnia estaba ubicada entre Roma y Arpino; la de Aquino entre esta ciudad y
la costa tirrena.
En sus villae busc refugio Cicern con frecuencia y pas largas
temporadas en los ltimos aos de su vida. Eran en parte fincas de recreo de
lujo34, al menos algunas de ellas decoradas con obras de arte y provistas de
bibliotecascon la inestimable ayuda de tico como proveedor de esculturas y
libros35, que facilitaban a su dueo la posibilidad de dedicarse al estudio. De
hecho, algunas de sus ltimas obras fueron escritas en el retiro de alguna de sus
villae. Sin embargo, las casas de campo ciceronianas, como las del resto de la
aristocracia romana de la poca, eran ante todo haciendas dedicadas a la actividad
agropecuaria, con una mano de obra permanente fundamentalmente servil
Cicern pudo llegar a poseer ms de un centenar de esclavos en los momentos de
33PLUTARCO(Cic., 8) la cuantifica en ciento veinte mil dracmas.34CIC.,Att., XII 9.35CIC.,Att., IV 4a,1; IV 8,2
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mayor esplendor econmico , y con una produccin destinada al mercado que
debi de constituir la principal fuente regular de ingresos para el Arpinate.
Junto con los beneficios de sus propiedades inmuebles, Cicern dispuso de
ingresos por otros conceptos, entre los que destacan las herencias recibidas de
amigos, clientes y, probablemente, libertos, que pagaban as servicios prestados o
la ayuda recibida en algn momento. Se tiene noticia de al menos una quincena de
esos legados percibidos por el Arpinate, quien en el ao 44 afirm en una de sus
Filpicasque haba recibido a lo largo de su vida la imponente suma de veinte
millones de sestercios en forma de herencias
36
. Son conocidos los legados deDidoto, el filsofo griego al que Cicern alberg en su casa hasta que muri, que
dej a su benefactor cien mil sestercios, de su amigo Fufidio, como l
terrateniente de Arpino y tambin negociante con intereses en Grecia, que le leg
en su testamento una parte de sus bienes, y del mdico Alexin, quizs un liberto
de Cicern, al que cedi toda su propiedad. Pero posiblemente la herencia ms
sustanciosa fue la de su amigo Cluvio, un rico banquero y hombre de negocios de
Puteoli. En el verano del ao 45, Cicern recibi una parte muy importante de su
legado, consistente en la antes mencionada finca en Puteoli y una cantidad de
dinero indeterminada pero importante, as como una serie de tabernae de cuyo
arrendamiento obtuvo considerables beneficios en los dos ltimos aos de su
vida37.
En definitiva, Cicern no fue slo un poltico y un intelectual, sino
tambin un avispado inversor que fue capaz de construir una amplia red de
intereses econmicos y que disfrut de una desahogada posicin, que fue
mejorando paulatinamente con el incremento de sus propiedades inmobiliarias, en
paralelo al desarrollo de su carrera poltica y al acrecentamiento de sus amplias y
privilegiadas relaciones sociales.
36CIC.,Phil., II 40.37CIC.,Att., XIV 9,1; 10,3; 11,2.
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Hacia el final del ao 62, Pompeyo regres a Roma tras pasar los ltimos
seis aos en el Mediterrneo oriental. En los meses siguientes, la escena poltica
se vio dominada por la pugna establecida entre el imperatory el senado. Pompeyo
haba esperado a su vuelta el reconocimiento social que se le deba como
vencedor, y que ste se tradujera en la concesin de tierras a sus veteranos y en la
aceptacin sin discusin de todas las decisiones polticas y administrativas que
haba tomado a ttulo personal para la reorganizacin de Oriente. A cambio se
encontr con un senado fortalecido que haba recuperado la iniciativa poltica y
que no estaba dispuesto a aceptar la tutela de Pompeyo. La obstruccin constante
de la mayora senatorial impidi que se cumplieran los dos objetivos de Pompeyo,
quien finalmente opt por sellar una alianza privada con dos de los personajes ms
importantes del momento, el magnate Craso y el emergente y ambicioso Csar,
que, como parte del pacto, deba convertirse en cnsul para el ao 59, con el fin de
impulsar desde esa magistratura las medidas acordadas en beneficio de Craso y de
Pompeyo.
Como en otros momentos clave de su vida, Cicern se hizo dos preguntas
sobre cul deba ser su actitud ante el nuevo escenario poltico: qu era lo mejor
para Roma? qu era lo mejor para l mismo?38. Finalmente decidi mantenerse al
margen y rechaz cualquier tipo de colaboracin con los triunviros, una
decisin que calmaba su conciencia y que le alineaba con los muchos miembros
de la elite romana que vean con aprensin la imposicin del poder fctico de los
tres, pero que implicaba el riesgo de enemistarse con Pompeyo y Csar, que
hubieran esperado de l una respuesta ms favorable. Con su repetido rechazo de
las propuestas cesarianas, que le invitaba a acompaarle como legado a la Galia
tras finalizar su consulado39, el Arpinate haba pretendido mantener su
independencia y su integridad, pero haba renunciado as a la proteccin de
quienes ostentaban el poder en Roma; el resultado sera su aislamiento y, en
ltima instancia, su exilio.
38CIC.,Att., II 3,3-4.39CIC.,Att., II 18,3; II 19,5.
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Desde haca meses Publio Clodio, miembro de la familia patricia de los
Claudios que se haba convertido en plebeyo para poder ser elegido tribuno de la
plebe, amenazaba constantemente a Cicern con llevarle ante los tribunales por su
actuacin contra los catilinarios en el ao 6340. El Arpinate confiaba en contar con
el apoyo de Pompeyo y de la mayor parte del senado, en el caso de que esas
amenazas se tradujeran en una acusacin formal, pero el peligro se acrecent
cuando Clodio fue elegido tribuno de la plebe para el ao 58, lo que
proporcionaba a su enemigo un soporte legal para tomar cualquier iniciativa
legislativa. Como Cicern haba temido, Clodio present a finales de enero o
comienzos de febrero una proposicinlex de capite civisque renovaba una ley
que haba hecho aprobar Cayo Graco en el ao 123, y que contemplaba el exilio
como castigo para todo aquel magistrado que hiciera ejecutar a un ciudadano
romano sin someterlo a un juicio previo. La propuesta clodiana se ajustaba
completamente a la tradicin jurdica romana, en tanto que reivindicaba el imperio
de la ley por encima de la voluntad de un magistrado y remita al derecho de
provocatio de todo ciudadano, uno de los smbolos legales del rgimen
republicano romano frente a la tirana. Obviamente no se trataba de una ley
abstracta, sino que iba dirigida especficamente contra el uso abusivo del senatus
consultum ultimumy contra su aplicacin cinco aos atrs, que se haba traducido
en las ejecuciones sumarias de los catilinarios. Era evidente para todos que la
aprobacin de la ley clodiana situara en el punto de mira a Cicern, el cnsul que
haba dirigido la represin contra los catilinarios. Sin embargo, el proyecto de
Clodio no mencionaba en ningn momento a Cicern, quien ms tarde se lament
amargamente de haberse dado por aludido de manera inmediata en lugar de haberignorado la ley o, incluso, haberla aplaudido como respetuosa de la libertad
republicana. Su reaccin fue tcticamente errnea al exhibirse pblicamente con
vestimenta de luto como protesta contra la propuesta legislativa clodiana, e
implorar apoyo a unos y a otros ante la supuesta agresin de Clodio contra l. De
40CIC.,Att., II 19,1; II 21,6.
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este modo, el Arpinate facilit al tribuno su estrategia desde el momento en que
pareca reconocer implcitamente su culpabilidad.
En un primer momento, Cicern cont con la solidaridad de una parte
sustancial de la elite, tanto entre los equites como entre los senadores. Pero el
apoyo total de los cnsules Pisn y Gabinio a Clodio, as como la complicidad de
Csar y la indiferencia de Pompeyo, que prefiri ausentarse de Roma, hicieron ver
al Arpinate que estaba prcticamente solo, que los bonile haban dado la espalda.
Impotente para hacer frente a la situacin en solitario, decidi no luchar ms y
abandonar Roma amparado en la oscuridad de la noche, mientras su familiapermaneca en la ciudad. Al da siguiente, los comicios aprobaron la rogatio de
Clodio. Poco despus, el tribuno promulg otra disposicin, complementaria de la
anterior, que declaraba expresamente a Cicern fuera de la ley y confiscaba sus
bienes. El mismo da, la casa del Arpinate en el Palatino fue incendiada y sus
fincas en Tsculo y Formias saqueadas. Posteriormente Clodio consagr el solar
de la vivienda ciceroniana del Palatino, e hizo erigir sobre l un altar dedicado a la
diosa Libertas. Con ello, Clodio pretenda simbolizar que el tirano Cicern
haba sido expulsado y que el lugar que habitaba en Roma haba sido sustituido
por la libertad republicana41.
Cicern pas en el exilio un total de diecisis meses, primero en
Tesalnica, ms tarde en Dirraquio, en la costa adritica frente a Italia. Fue un
perodo de amargura que tuvo un efecto devastador sobre su personalidad y del
que nunca lleg a recuperarse totalmente. Durante su destierro, las cartas que con
frecuencia escribi a tico y a su hermano muestran a una persona profundamente
41Con su accin, Clodio recuperaba una vieja tradicin republicana, segn la cual, las casas deEspurio Casio, Espurio Melio y Marco Manlio, tres polticos romanos de los siglos V y IV quefueron acusados de aspirar a imponer en Roma una tirana, fueron destruidas para que no quedaranada visible, slo el recuerdo del castigo. Ms recientemente, tambin haban sido derruidas lasviviendas de Marco Fulvio Flaco, amigo de Cayo Graco, y de Saturnino, contra quienes el senadohaba proclamado el estado de excepcin en Roma. Cicern, a su regreso del destierro, sedefendera vehementemente contra una comparacin que consideraba totalmente inaceptable,puesto que l no haba hecho otra cosa que defender al Estado precisamente frente a quienes, loscatilinarios, deseaban acabar con la Repblica imponiendo una tirana (CIC., dom., 101-102).
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deprimida42, destilando su odio hacia Clodio, pero tambin hacia quienes haba
confiado que le defenderan, oscilando entre su tendencia a culpabilizarse por
haberse marchado de Roma precipitadamente en lugar de luchar hasta el final, y
su necesidad de culpar de todos sus males a los dems, incluso a tico, a quien
reproch en diversas ocasiones no haberle aconsejado convenientemente43.
Con todo, lo cierto es que ya en la segunda mitad del ao 58 hubo varios
intentos para anular la ley clodiana o para autorizar la vuelta del exiliado, que no
prosperaron a pesar de contar ahora con el respaldo de Pompeyo. La situacin
cambi en el momento en que Clodio dej de ser tribuno de la plebe. Paraentonces, se haba creado ya un consenso favorable al regreso de Cicern:
Pompeyo lo apoyaba activamente en Roma, Csar lo haba autorizado desde la
Galia, la mayora de tribunos del ao 57 en particular Miln y Sestio eran
favorables a su vuelta, y los dos cnsules electos haban afirmado que no pondran
impedimentos. Sin embargo, la ley comicial que autorizaba expresamente el
retorno del Arpinate no fue aprobada hasta el da 4 de agosto de ese ao 57. Un
mes ms tarde, Cicern entraba de nuevo en Roma44.
Era evidente que el exilio haba supuesto un dursimo golpe para la imagen
que Cicern haba ido creando de s mismo durante dos dcadas de vida pblica,
puesto que, en apenas cinco aos, haba pasado de ocupar la mxima magistratura
del Estado a perder todos sus derechos ciudadanos. Por eso, a su regreso a Roma,
se esforz como primer objetivo por recuperar su dignidad perdida, su prestigio y
su reputacin. En el terreno prctico, esto haba de suponer necesariamente que le
fueran repuestos todos sus derechos cvicos y que le fuera devuelto su buen
nombre en el senado y en la sociedad, pero tambin que le fuera restituida toda su
42 Especialmente dramtica es la carta de despedida que escribi desde Brundisio a su esposaTerencia el da 30 de abril (fam., XIV 4). Su estado de nimo, prximo a la desesperacin, le lleva definirse como una especie de imagen de un muerto viviente (Q.fr., I 3,1). Cf.Att., III 7; III 8;III 10; III 13,2; III 15.43CIC.,Att., III 15,4.44Su viaje desde Brundisio hasta Roma a travs de Italia es narrado por Cicern como si se trataradel desfile propio de un triumphator(Att., IV 1,4-5; Sest., 131).
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hacienda confiscada45. La ley del 4 de agosto que suspenda el exilio tambin
decretaba la devolucin a Cicern de todas sus propiedades, adems de una
indemnizacin por los daos sufridos. Esto resolva en principio la cuestin
econmica, pero exista un problema jurdico-religioso con la vivienda del
Palatino, desde el momento en que Clodio haba hecho construir un altar a
Libertas. En consecuencia, ese espacio perteneca a los dioses y no poda sin ms
volver a ser ocupado para usos profanos por su antiguo propietario. El senado
resolvi llevar la cuestin ante el colegio de los pontfices, los nicos capacitados
para dilucidar si la consagracin haba sido llevada a cabo de acuerdo con las
normas que regan tal tipo de ceremonias. Ante los sacerdotes Cicern argument
que la consagracin de su casa era ilegtima y legalmente nula 46. Los pontfices
aceptaron sus tesis y resolvieron invalidar todo el procedimiento47. A
continuacin, el senado decret que Cicern poda reedificar su vivienda en el
Palatino, para lo cual cont con dos millones de sestercios entregados por el
Estado romano como indemnizacin, cantidad que haba de unirse a otra
compensacin otorgada para la rehabilitacin de sus fincas en Tsculo y Formias,
tambin daadas durante su ausencia48. Con todo, la cantidad fue menor de lo que
esperaba recibir Cicern, al parecer acuciado por problemas financieros causados
por su exilio.
Recuperados sus derechos ciudadanos, resuelta la cuestin econmica y
repuesta su dignitas, Cicern se dedic complementariamente en los aos
siguientes a dos tareas que tenan un gran inters personal para l. Por un lado,
busc la venganza de quien haba promovido su exilio, Clodio, y de quienes lo
haban amparado o no haban hecho nada para impedirlo, en particular los
cnsules del ao 58, Pisn y Gabinio. Y lo hizo mediante su descalificacin, tanto
poltica como personal, en discursos pronunciados ante los tribunales o en el
45CIC.,Att., IV 1,3.46CIC., dom., 118; 127-128; 138-140.47CIC.,Att., IV 2,3.48CIC.,Att., IV 2,5-6.
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senado, aunque significativamente rara vez ante el pueblo. De ellos consigui
crear para la posteridad una imagen de depravacin y corrupcin49. Por otro lado,
se esforz por reconstruir la historia de su destierro segn sus intereses,
convirtiendo su marcha de Roma en un sacrificio consciente realizado para salvar
por segunda vez la res publica, como ya lo haba hecho durante su consulado. La
que l mismo haba calificado como vergonzossima huida de la ciudad se haba
convertido en la posterior versin ciceroniana en una meditada decisin con la que
haba evitado un bao de sangre y una guerra civil. Cicern no haba sido un
cobarde, sino un ejemplo de coraje y herosmo, un patriota convertido en mrtir
poltico50.
En el terreno puramente poltico, Cicern se convirti, por voluntad propia
o por necesidad, en un instrumento al servicio de los triunviros en los aos que
siguieron a su retorno del exilio. Su regreso coincidi con un grave problema de
abastecimiento de cereales a Roma, lo cual repercuta especialmente en las clases
ms bajas de la ciudad y se traduca en inestabilidad y movilizaciones sociales.
Apenas dos das despus de que el Arpinate hubiera entrado en la ciudad, tuvo
lugar en el senado un debate sobre la cuestin, que fue aprovechada por Cicern
para mostrar su agradecimiento hacia Pompeyo por el papel activo que haba
desempeado para acabar con su destierro51. Consecuentemente propuso que se le
otorgara un nuevo mando extraordinario para hacerse cargo de la cura annonae,
con una duracin de cinco aos y con potestad para designar a sus propios
legados. La propuesta ciceroniana fue aceptada y se tradujo en una ley comicial.
49Vase por ejemplo la aterradora descripcin que hizo de Clodio ante los senadores ( har.resp.,42-43). Todo el discurso pronunciado contra Pisn (In Pisonem) es un excelente ejemplo de lainvectiva ciceroniana contra sus adversarios polticos. En l, Cicern lo retrata como borracho,asesino, ladrn, etc.50Cf. CIC., Sest., 49; rep., I 7. De hecho, Cicern acab por identificarse a s mismo con la respublica, de manera que el Estado haba partido con l cuando marcho al exilio y slo volvi aexistir cuando l volvi. En la prctica, su destierro nunca existi realmente, puesto que nuncadej de estar en Roma, porque Roma se encontraba donde l estuviera (p.red.Sen., 34;p.red.Quir.,14; dom., 141).51De hecho, Cicern haba alabado extraordinariamente a Pompeyo en sus primeros discursos enRoma, calificndole como el personaje ms importante de todos los pueblos, de todos los siglos yde toda la historia (p.red.Sen., 5;p.red.Quir., 16).
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Se trat sin duda de un notable xito personal para quien haba sido apartado de la
escena poltica durante un ao y medio, una manera de recuperar protagonismo y
de mostrar capacidad de liderazgo.
En la Urbsse incrementaba el clima de violencia, no slo por las tensiones
sociales existentes en una ciudad en la que ya habitaban cientos de miles de
personas, sino sobre todo porque algunos polticos se haban rodeado de
autnticas bandas paramilitares que actuaban aparentemente con impunidad. Una
de ellas era la de Clodio, que no renunciaba a hostigar a Cicern tras su regreso52,
pero no era la nica. Tanto Sestio como Miln disponan asimismo de hombresarmados, con la justificacin de que eran necesarios para defenderse de los
clodianos. Si la actividad violenta promovida por Clodio era denostada por
Cicern, todo lo contrario suceda con la de sus amigos Sestio y Miln,
considerada por el ex cnsul necesaria como autodefensa. En febrero del ao 56
Sestio fue acusado por haber hecho uso de la violencia durante su tribunado.
Detrs de la acusacin estaba evidentemente Clodio. Sestio haba colaborado
activamente para procurar el retorno de Cicern, por lo que ste se apresur a
mostrarle su apoyo y se prest a defenderle en el juicio, junto con otros ilustres
oradores del momento, Hortensio, Craso y Licinio Calvo. Sestio result
finalmente absuelto, y el brillante discurso ciceroniano se movi entre la
legitimacin de la violencia contra los sediciosos, la reivindicacin de su
patriotismo durante su consulado y exilio, y la exposicin de algunas de las ideas
centrales de su ideario poltico.
En el ao 56, Csar, Pompeyo y Craso renovaron en Luca su alianza.
Segn el nuevo acuerdo, los dos ltimos fueron elegidos cnsules para el ao 55,
y como tales se encargaron de prolongar el gobierno de Csar en la Galia, as
como de crear mandos extraordinarios para ellos mismos, Hispania para
Pompeyo, Siria para Craso. El pacto no dejaba ninguna duda de que los
52La casa de Cicern en el Palatino fue saqueada por las bandas clodianas el da 3 de noviembredel ao 57, durante su reconstruccin, mientras que la de su hermano era incendiada, y el da 11 deese mismo mes, el Arpinate fue atacado en la va Sacra, cerca del Foro (CIC.,Att., IV 3,2-4).
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triunviros constituan el autntico poder fctico en Roma por encima de senado,
magistrados y asambleas, y converta el debate poltico en una pugna por el poder
entre tres imperatores. En los aos siguientes, cada uno de ellos dispondra de un
nmero muy considerable de soldados y de medios econmicos pblicos a su
servicio, lo cual dejaba al Estado a expensas de sus ambiciones personales: el
camino hacia la guerra civil y, en ltima instancia, hacia el poder unipersonal
quedaba abierto, y en esa carrera acabaron por quedar slo Csar y Pompeyo, una
vez que Craso muri en Carras en su aventura militar en Oriente.
En esa tesitura, Cicern, que se senta moralmente vinculado a Pompeyo,se vio forzado a defender los intereses de Csar, incluso en contra de sus
convicciones y en clara contradiccin con las posiciones que haba sostenido hasta
entonces. Pronunci en el senado un discurso (De provinciis consularibus) en el
que, no slo haca un elogio de Csar, sino que, contra las que haban sido hasta
entonces sus tesis, defendi que se le entregaran ms tropas para proseguir su
conquista de la Galia, y se opuso a que esta provincia se le arrebatara y se
entregara a los magistrados del ao siguiente53. Sin embargo, an ms humillante
fue la obligacin de defender ante los tribunales, por indicacin de los
triunviros, a personajes a los que previamente haba denostado pblicamente, en
particular dos de sus grandes enemigos personales, Vatinio y, en particular,
Gabinio, el odiado cnsul del ao 58 y fiel pompeyano, a los que defendi en el
ao 5454. El cambio de actitud del Arpinate desconcert como es lgico a muchos
de los senadores con los que comparta ideologa, e inevitablemente le hizo perder
autoridad y prestigio, al convertirse de repente a sus ojos en un simple
instrumento al servicio de los triunviros. Perdida su pretendida independencia
53 En pblico, Cicern no admiti que hubiera incoherencia alguna en su actuacin, sino quejustific su evidente cambio de opinin en su disciplinado seguimiento de las decisionessenatoriales y, en ltima instancia, en su acendrado patriotismo (prov.cos., 25; 47). En privado, encambio, se senta avergonzado por ello, aunque obligado a mantener esa actitud poco honorable(Att., IV 5,1).54 Cuando tico le pregunt a su amigo cmo sobrellevaba tamaa indignidad, Cicern lerespondi estoico a la vez que realista: habr que aguantarse (Att., IV 18,1). Cf.fam., VII 1,4.
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poltica y derrotados sus sueos de romper la coalicin, Cicern pas a un
segundo plano en los aos inmediatos55.
No es fcil determinar por qu Cicern acept llegar a tal grado de
sumisin respecto a Csar y Pompeyo56. Por una parte, da la impresin de que no
se senta con fuerzas para luchar contra el poder fctico que haban impuesto en
Roma los triunviros, que el Arpinate deploraba como contrario a los principios
republicanos que l siempre defendi, pero que acab por aceptar incluso quiz
convencindose a s mismo de ello como la mejor opcin posible para el
bienestar del Estado en esos momentos de inestabilidad poltica. Por otro lado, nohay que despreciar el arraigado principio de lealtad en el comportamiento
ciceroniano, que se senta en el deber de agradecer a Pompeyo los esfuerzos que
haba hecho por permitir su regreso del exilio, y que termin transfiriendo ese
agradecimiento a Csar. Finalmente, hay sin duda en la aceptacin de su
dependencia un componente egosta de bsqueda de su seguridad personal y de su
supervivencia poltica. Clodio segua siendo un peligro real para Cicern, que
percibi claramente que slo los triunviros, con toda su influencia, podan
constituir un dique de proteccin frente a sus desmanes. Del mismo modo que
debi de llegar a la conclusin de que, si deseaba seguir teniendo algn tipo de
protagonismo en la escena poltica, haba de ser a travs de los triunviros. El
problema para Cicern fue que, con su conducta durante los aos que siguieron a
su exilio, no consigui atraer a quienes se haban mostrado en desacuerdo con sus
tesis anteriormente, al tiempo que despert dudas y recelos entre sus antiguos
aliados y amigos, perdiendo buena parte de su credibilidad, en definitiva de su
auctoritas como consular.
55 Cicern fue siempre consciente de que su nueva posicin poltica era insostenible, y en suscartas a tico deja ver claramente su frustracin y su vergenza por el papel de subordinacin quehaba adoptado, pero al mismo tiempo se muestra decidido a seguir el camino del posibilismopoltico y a no abandonar la vida pblica (Att., IV 6,1-2; IV 8a,4).56Son significativas las explicaciones y justificaciones que Cicern ofrece en diciembre del ao 54a su amigo Lentulo Espnter, por entonces gobernador en Cilicia, sobre su sorprendenteacercamiento a Csar (fam., I 9).
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Mientras tanto, la situacin poltica en Roma se deterioraba cada vez ms,
inmersa en la violencia y en la corrupcin electoral. El creciente desgobierno hizo
que comenzaran a alzarse algunas voces, todava minoritarias, que apuntaban a la
necesidad de dejar la res publicaen manos de un hombre fuerte, que no poda ser
otro que el omnipresente Pompeyo, ante la ausencia de Csar y la muerte de
Craso. El ao 52 se abri sin magistrados electos, y con una pugna soterrada entre
Clodio, que aspiraba a la pretura, y Miln, que pretenda el consulado. El da 18
de enero se enfrentaron en la va Apia las bandas de ambos polticos. A resultas
del altercado, Clodio muri asesinado57. Personaje discutido entre la elite, gozaba
sin embargo de una amplia popularidad entre la plebe de Roma. Su cadver fue
llevado a los Rostra en el Foro, y desde all la multitud congregada para rendirle
homenaje lo traslad al interior de la Curia, que fue convertida en una autntica
pira funeraria. La sede del senado result totalmente destruida, y con ella algunos
edificios prximos.
Ante el vaco de poder que supona que todava no hubiera cnsules
elegidos para ese ao, y acuciado por la catastrfica situacin del orden pblico en
la ciudad, el senado decret una vez ms el senatus consultum ultimum, por el
que, en esta ocasin, se autorizaba adems a Pompeyo, cuyo nico cargo oficial
en esos momentos era el de procnsul de Hispania, a reclutar en Italia tropas para
restaurar el orden. Poco despus, Pompeyo fue complementariamente designado
consul sine collegacon plenos poderes ejecutivos, una solucin contraria al mos
maiorum, porque vulneraba el principio bsico por el que deban regirse todas las
magistraturas republicanas regulares: la colegialidad. Por otra parte, Pompeyo no
poda ser designado cnsul porque, en ese momento, desempeaba oficialmente el
cargo de procnsul y porque no haban transcurrido diez aos desde su anterior
consulado. Los senadores prefirieron obviar la flagrante sucesin de ilegalidades
para entregar todo el poder a la nica persona que consideraban que poda salvar
la difcil situacin, pero la designacin de Pompeyo, lejos de fortalecer el rgimen
57Cinco aos antes, ya Cicern haba profetizado que Clodio acabara asesinado por Miln (Att.,IV 3,5).
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senatorial, era en ltima instancia la proclamacin de la incapacidad e impotencia
del senado para resolver por s mismo la crisis, un paso ms hacia la disolucin
del sistema republicano y hacia la instauracin de un gobierno unipersonal.
En las semanas siguientes, una ininterrumpida movilizacin popular,
azuzada por varios tribunos de la plebeentre ellos el futuro historiador Salustio,
reivindic el enjuiciamiento de Miln como culpable de la muerte de Clodio.
Miln fue finalmente juzgado ante un tribunal extraordinario, creado en virtud de
una ley especfica contra la violencia promulgada por Pompeyo. El juicio se
desarroll en el mes de abril, en medio de una enorme tensin, con el riesgosiempre latente de que estallaran nuevos disturbios y bajo la proteccin de las
tropas pompeyanas desplegadas en el centro de Roma. Cicern, siempre fiel a sus
amigos, se brind a defender a Miln. Justific la muerte de Clodio como un acto
en defensa propia, pero sobre todo como un servicio de Miln a Roma, por haber
acabado con un enemigo de la comunidad. Sus esfuerzos resultaron sin embargo
baldos, y Miln fue condenado, pasando el resto de su vida en el exilio en
Massilia. A este juicio siguieron otros procesos de diverso signo a lo largo del
ao, en los que fueron condenados partidarios clodianos y polticos que en el
pasado se haban destacado por su actividad contraria a los intereses de la actual
mayora senatorial. Pompeyo logr momentneamente con la asuncin de unos
poderes prximos a los de un dictador dar una apariencia de estabilidad al Estado
romano, pero cre al mismo tiempo un grupo de notables damnificados que vieron
en Csar su nico apoyo posible y que, consecuentemente, se unieron a l en la
Galia. En ese sentido, los acontecimientos del ao 52 significaron la ruptura de
hecho del pacto entre los dos triunviros supervivientes, y fueron claves en la
configuracin de dos sectores - dentro del senado y en general en la sociedad
romana - en torno a los dos grandes lderes del momento, Csar y Pompeyo,
enfrentados entre s, primero polticamente en los dos aos siguientes, luego
militarmente durante la guerra civil.
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Una de las leyes promovidas por Pompeyo como cnsul nico habra de
afectar directamente al futuro ms inmediato de Cicern. De acuerdo con ella,
nadie poda convertirse en gobernador de una provincia del Imperio antes de que
transcurrieran cinco aos desde el desempeo de una magistratura regular. El
objetivo era combatir conjuntamente, tanto la corrupcin electoral, como la
malversacin y el fraude en la administracin provincial. El efecto secundario de
la ley fue que, durante unos cuantos aos, no hubo un nmero suficiente de
candidatos cualificados, en tanto que ex magistrados superiores, para ser
destinados a las provincias. Por esa razn se hubo de recurrir a quienes, en su
momento, haban renunciado a hacerse cargo de una provincia. Uno de ellos era
Cicern, quien, doce aos despus de su consulado, a la edad de cincuenta y cinco
aos, fue enviado a Cilicia como gobernador a pesar de sus lamentaciones 58. Esto
le obligara, por primera vez en su vida, a asumir responsabilidades como
comandante en jefe de un ejrcito y, lo que era para l mucho menos soportable, a
pasar fuera de Roma ms de un ao y medio. Durante su estancia en Cilicia llev
a cabo una corta pero victoriosa campaa militar contra varias poblaciones locales
en el sudeste de Anatolia59. Pretendi por ello obtener del senado el triumphus,
pero apenas logr que se le recompensara con la declaracin de unos das de
accin de gracias (supplicationes)60. El resto de su mandato lo dedic a la
administracin civil y judicial de la provincia desde Laodicea. Consider su
perodo como gobernador provincial un xito personal, y se mostr orgulloso de
la imagen de moderacin y justicia que haba dejado entre los provinciales como
representante de Roma61.
De regreso de Cilicia lleg a Brundisio el da 24 de noviembre del ao 50.
Para entonces, muchos pensaban en Roma que la guerra civil entre Csar y
Pompeyo era ya inevitable, y que su estallido se producira pronto, como as
58CIC.,fam., III 2,1;Att., V 10,3.59CIC.,fam., XV 2;Att., V 20.60CIC.,fam., XV 4,13-16.61CIC.,Att., V 21,7-8; VI 2,4-5.
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sucedi. Esto llenaba de preocupacin a Cicern, no slo por los obvios
problemas que un conflicto blico habra de ocasionar en Roma y en Italia, sino
tambin porque, en el terreno personal, le planteaba el dilema de mantenerse al
margen o intervenir en l, y en el caso de involucrarse en la guerra, la cuestin era
por qu bando se inclinara, por el pompeyano o por el cesariano. Cicern se
senta prisionero de sus relaciones de amistad tanto con Pompeyo como con
Csar62, pero la decidida animadversin que senta hacia muchos de los
cesarianos63y, sobre todo, su mayor proximidad ideolgica a Pompeyo, a quien,
en cualquier caso, consideraba un mal menor, le inclin desde el principio hacia el
bando pompeyano. En las semanas previas al inicio del conflicto, el Arpinate, que
se encontraba fuera de Roma esperando la decisin del senado sobre la posible
concesin de un triumphuspor sus victorias en Cilicia cuestin que, dadas las
circunstancias, ni siquiera lleg a ser tomada en consideracin , vivi los
acontecimientos con temor y siempre abog por la paz, porque, pensaba, de la
guerra saldra inevitablemente un tirano fuera cual fuese el vencedor64, pero no se
implic personalmente en tareas de mediacin o en la bsqueda de una solucin
de compromiso. Se entrevist en dos ocasiones con Pompeyo, slo para
convencerse a s mismo de que la contienda era inevitable y de que su lugar en
ella slo poda estar en el campo pompeyano65.
El da 10 de enero del ao 49, Csar atraves el Rubicn. Ante su rpido
avance hacia Roma, que amenazaba con rodear en cuestin de das, Pompeyo, que
haba decidido fiar su suerte a una estrategia a medio plazo que supona dar por
perdida Italia y llevar la guerra al Mediterrneo oriental, sali de la Urbsel da 17
acompaado de los cnsules y de un buen nmero de senadores. Cicern sigui la
62En una carta escrita a tico en octubre del ao 50 muestra su preocupacin por el hecho de quetanto Csar como Pompeyo podran esperar de l su apoyo, al tiempo que, siempre dispuesto aechar la culpa de sus problemas a otras personas, responsabiliza a su amigo por haberle animadotiempo atrs a tener una relacin amistosa con ambos (Att., VII 1,2-4).63CIC.,Att., VII 3,5.64CIC.,Att., VII 5,4.65Desde la perspectiva ciceroniana, la ambicin cesariana era la responsable de la guerra, Csar elnico culpable de la situacin (Att., VII 11,1).
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comitiva disciplinadamente al da siguiente hacia el sur de Italia, aunque el
abandono de Roma le pareca una insensatez, y aun ms dudas le planteaba la
posibilidad de que Pompeyo quisiera incluso dejar Italia66. En su calidad de
procnsul, cargo que no haba abandonado oficialmente tras el regreso de su
provincia, Pompeyo le encomend el control de la ciudad de Capu