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MÓDULO I – CLASE I
Herramientas Conceptuales para un Análisis de Género Todo
Todo análisis vinculado a los diversos aspectos de los derechos humanos debe tener
siempre presente cómo las desigualdades de género, atravesadas a su vez por
desigualdades étnicas, raciales, de clase y diversidad sexual, entre otras, impactan de
manera negativa para el logro de la igualdad de oportunidades. Atendiendo a esta
premisa, nuestro punto de partida en este curso, es la idea de queser varón o mujer
constituye un hecho sociocultural e histórico. Esta posición se basa en el conocimiento y
reconocimiento de que existe actualmente desigualdad entre las mujeres y los varones y
que ha existido a lo largo de la historia. Cada uno/a de nosotros/as puede dar cuenta,
desde su lugar en la sociedad, de innumerables situaciones donde se pone en evidencia y
se reproduce la subordinación de género.
La categoría género alude a los atributos socioculturales asignados a las personas en
función de su sexo y se relaciona con todos los aspectos de la vida social de las personas:
desde lo económico y político hasta lo cotidiano e íntimo. Estas características, roles y
funciones, que se atribuyen a las personas dependiendo de su sexo, están signadas porrelaciones de poder que convierten las diferencias en desigualdades. A este proceso se
lo denomina sexismo. Las que mayoritariamente sufren las situaciones de discriminación
y subordinación producidas por actitudes y comportamientos sexistas, son las mujeres y
las personas LGBTI (Lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transexuales, transgéneros e
intersexuales).
La “perspectiva de género” es un tipo de mirada que apunta a investigar, revisar,
interrogar y analizar los roles, los espacios y los atributos socialmente asignados tanto a
las mujeres como a los varones, haciendo foco en las marcadas desigualdades queobservamos entre unas y otros. Asimismo, este enfoque nos provee de instrumentos para
abordar y problematizar la desigualdad de oportunidades que tienen los varones y las
mujeres, las inequidades en sus relaciones y los distintos papeles que socialmente se les
son asignados. Esta perspectiva permite además
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reconocer las relaciones jerárquicas entre varones y mujeres y provee una herramienta
de análisis y acción que contemple a las mismas con el objetivo de generar igualdad real.
Las diferencias de género no son un rasgo biológico, sino una construcción social ycultural. Los conceptos de sexo y género son las herramientas que nos ayudan a hacer
visible esta distinción tan necesaria para comprender las relaciones entre mujeres y
varones.
Desarrollamos a continuación algunas de las definiciones que componen lo que
denominamos perspectiva de género:
Sexo: es la diferencia orgánica, física y constitutiva del varón y de la mujer, relacionada
con la biología y está genéticamente determinada. En otros términos, remite a las
diferencias1
Género: es la categoría de análisis que surge para distinguir las diferencias biológicas
entre machos y hembras en la especie humana de aquellas características sociales que se
le asignan a mujeres y varones en función de su sexo y que, dada su naturalización, son
asumidas como propias. El género hace referencia a construcciones histórico-culturales y
nos permite interrogarnos acerca de cómo, por qué y en qué términos se establecen
1 La intersexualidad "refiere a condiciones que no se ajustan a las expectativas físicas y anatómicas definidas
y esperadas por las ciencias médicas para varones y para mujeres. Los bebés intersexuales nacen con
genitales u/y órganos reproductores que no responden a patrones culturalmente aceptados para la
anatomía. La intersexualidad no está necesariamente vinculada a la orientación sexual o a la identidad de
género sino que tienen que ver con múltiples condiciones que presentan los cuerpos sexuados”. En: Mulabi.Espacio Latinoamericano de Sexualidades y Derechos, 2013. Desplegable sobre Personas Intersex . Disponible
en http://www.mulabi.org/publicaciones.html
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relaciones de poder entre varones y mujeres. Para dar cuenta de la subordinación de las
mujeres es necesario que la categoría de género se articule con otras como raza, etnia,
clase, nacionalidad, orientación sexual, ruralidad, ya que no todas las mujeres son
afectadas de la misma manera por la desigualdad de género .2
Sexualidad: comprende el conjunto de acciones, comportamientos y actitudes que
pudieran involucrar a los órganos sexuales o zonas erógenas de nuestro cuerpo, pero que
no se determinan a partir de ellos. La sexualidad está condicionada por las culturas. Todo
ejercicio de la sexualidad no sólo depende de las actitudes sino de las relaciones de poder
y dominación que se expresan en una sociedad o grupo humano. En este sentido, la
sexualidad no está determinada por prácticas que incluyan sólo la genitalidad, sino que es
importante hacer énfasis en las relaciones afectivas y emocionales que se incluyen en
este paradigma. Según el preámbulo de los Principios de Yogyakarta, la orientación
sexual “se refiere a la capacidad de cada persona de sentir una profunda atracción
emocional, afectiva y sexual por personas de un género diferente al suyo, o de su mismo
género, o de más de un género”. La orientación sexual puede cambiar o mantenerse igual
a lo largo del tiempo.
Reproducción: al hablar de reproducción hacemos referencia a la procreación (el modo
de dar continuidad a la especie) y a la enculturación, es decir, la transmisión de las pautas
culturales necesarias en la especie humana para garantizar su supervivencia.
La distinción precisa entre estas cuatro definiciones es de suma importancia para el
respeto de los derechos humanos y la no discriminación. La confusión entre género y sexo
puede llevarnos a considerar que una persona, según sea varón o mujer, está destinada
“por naturaleza” a cumplir un determinado rol social. De esta manera impediríamos que
pueda desarrollar todo su potencial en el cumplimiento de los roles sociales o desempeño
profesional que elija o en aquellos que se sienta más a gusto.
2 Como puede apreciarse en el contexto del relato de la clase el concepto de raza es utilizado aquí como una
construcción social enmarcada en una red de relaciones de fuerza. Paul Bohannan define a la raza como una
clasificación cultural de las personas, derivada de formas aceptadas de observar y evaluar características
físicas
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Si confundimos sexualidad con reproducción creeremos que las únicas formas válidas de
ejercicio de la sexualidad son aquellas que tienen como fin último la procreación. De esta
manera, por ejemplo, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo serían
consideradas anómalas por no tener fines reproductivos. Esta falsa creencia, es la que
durante muchos años condenó las relaciones afectivo-sexuales entre personas del mismo
sexo, considerándolas “patológicas”.
Por otro lado, es importante destacar que cuando hablamos de género no hablamos sólo
de mujeres. Si bien este significado del término ha sido útil para visibilizar la situación de
las mujeres, que por largo tiempo ha permanecido oculta, es necesario recuperar la
dimensión de la categoría que hace referencia a la relación entre ambos sexos y al lugar
que cada uno ocupa al interior de este sistema de poder.
Aunque las circunstancias varíen entre las sociedades y a través del tiempo, en general,las mujeres poseen un poder más limitado que el de los varones, ya sea en la esfera
pública o en la vida privada. Con el objetivo de revertir estas situaciones de desigualdad y
discriminación las mujeres se han organizado y han llevado a adelante diversas luchas en
pos de la conquista de sus derechos.
Estas acciones han impulsado el empoderamiento de las mujeres, en tanto ellas han
ganado poder interior para expresar y defender sus derechos, ampliar su autoconfianza,
reafirmar su identidad y autoestima y especialmente ejercer control sobre sus relaciones
personales y sociales. En un sentido amplio empoderamiento significa que las mujeres se
fortalezcan a sí mismas, sin embargo no se trata de un proceso individual, sino que se
nutre de las acciones colectivas y se fortalece cuando existen marcos legales favorables,
acceso a la información y a los recursos.
Un aspecto crucial a tener en cuenta cuando realizamos estudios sobre mujeres o con
perspectiva de género es el entrecruzamiento de esta categoría de análisis con otras
dimensiones de lo social, como por ejemplo, la clase, la raza, la etnia, la ruralidad, la
discapacidad y la diversidad sexual. En las ciencias sociales, a esta posición metodológica
se la denomina interseccionalidad, y se la utiliza como una herramienta útil para analizar
y comprender las maneras en que el género se cruza con otras formas de desigualdad. Laimportancia de poner el acento en la intersección de diversas formas de desigualdad es,
por un lado, mostrar cómo estos 5 cruces contribuyen a experiencias únicas de opresión y
explotación y por otro, obtener instrumentos para revertirlas. Se trata, por tanto, de un
punto de vista indispensable para el abordaje de los temas relacionados con el ejercicio
de los derechos humanos. Esta perspectiva toma en consideración los contextos
históricos, sociales y políticos, y reconoce las experiencias individuales y colectivas que
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resultan de la conjunción de diferentes tipos de identidad social. Además, permite
abordar las formas en que el racismo, el patriarcado, la opresión de clase y otros sistemas
de dominación crean desigualdades que estructuran las posiciones relativas y
desfavorables de las mujeres respecto a los varones.
Roles Socialmente Establecidos
La división entre lo público y lo privado, y la identificación de cada uno de estos espacios
con lo masculino y lo femenino, ha contribuido a establecer una división sexual del
trabajo y el reparto de roles según sexo durante los últimos dos siglos. Este modelo
contribuyó al establecimiento de un entramado de relaciones de poder donde las mujeres
tuvieron un status de minoridad que cercenó el acceso a sus derechos y se ha ido
transmitiendo de generación en generación, incluso a través de las propias mujeres.
Varones y mujeres, al ejercer estos roles asignados, que son asumidos como parte de sus
identidades, han educado y educan a las futuras generaciones perpetuando los mismos
valores, reproduciendo las mismas prácticas y cristalizando las matrices de dominación y
subordinación.
La educación que recibimos tiene incorporado el hecho de que cuando nos referimos al
espacio público hablamos de aquello que se realiza “a la vista de todos”, donde la
sociabilidad y los intercambios se realizan por fuera de las relaciones familiares y de
parentesco. Por el contrario, creemos que corresponde al espacio privado todo aquelloligado a la familia y lo doméstico, desde la alimentación y crianza hasta el vestido. En este
sentido, resulta interesante incorporar la descripción de este fenómeno que realiza la
historiadora argentina Mirta Lobato:
La división entre espacio público y privado es un elemento importante del
discurso de la domesticidad. (…) Apoyándose en una dicotomía imaginaria
se organizaron los sistemas sociales y se establecieron normas que definen
espacios de competencia para las actividades económicas, políticas y
culturales (Armstrong, 1987). En Europa este proceso se ubica hacia fines
del siglo XVIII y en América latina a partir del siglo XIX, cuando la
“doctrina” de las dos esferas excluyentes de actividad humana (lo público
y lo privado) surge como componente de la ideología victoriana sobre la
mujer. (…) Mientras que la familia dejó de ser una unidad de producción
para transformarse en una de tipo emocional, la producción material de
bienes pasó a realizarse socialmente fuera del hogar y se enfatizó que
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entre ambos espacios no había ningún tipo de interferencias. La
separación entre la familia y el trabajo, entre producción doméstica y
formas socializadas de producción, reconfiguró las anteriores divisiones
del trabajo entre hombres y mujeres .3
Dentro de esta configuración de las relaciones sociales, a las mujeres les son
asignada la responsabilidad por el cuidado de los niños/as, adultos/as mayores y
personas con discapacidad y el trabajo doméstico, incluyendo muchas veces, la
elaboración de productos alimenticios y de vestimenta. En líneas generales, se
trata fundamentalmente de actividades vinculadas con el cuidado de otros y
otras, desarrolladas siempre en el espacio doméstico, es decir, ajenas a miradas
externas. A los varones, en cambio, se los prepara para desarrollar funcionesfuera del hogar, en el espacio público.
Analizada desde esta óptica, la familia se transforma en una de las instituciones
que con más fuerza sostiene las inequidades de género. Diversas investigaciones
han puesto de manifiesto que los padres y las madres se comportan de manera
diferente con sus hijos según éstos sean varones o mujeres. Las niñas y los niños
aprenden sus roles en base a la educación que reciben, el medio en el que se
desarrollan y también a partir de la identificación con figuras adultas
significativas. Es en esta división de tareas donde se estructuran los modelos
socialmente aceptados para varones y mujeres.
Sobre la base de estas construcciones y proyecciones de roles, niños y niñas
tienden a adecuarse a lo que se espera de ellos y de ellas. Este conjunto de
expectativas de comportamiento solemos asociarlas a los “estereotipos de
género”, que son imágenes o ideas socialmente aceptadas y basados en
representaciones y prejuicios arraigados y transmitidos generacionalmente. En
líneas generales, las caracterizaciones relativas a los varones se asocian con
"virtudes" valoradas positivamente a nivel social, mientras que los rasgos que
suelen usarse para caracterizar a las mujeres presentan, en la mayoría de loscasos, la imagen contrapuesta de la "virtud" masculina. Este tipo de
3 de Lobato, Mirta Zaida. 2009 “Trabajo, cultura y poder: dilemas historiográficos y
estudios de género en la Argentina”. En: Historias con mujeres, mujeres con historia,Buenos Aires, UBA, pág. 29.
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construcciones simbólicas tienen asociada una carga valorativa diferencial y
jerarquizada. El cuadro siguiente recupera algunos de estos elementos:
De los niños se espera que sean: De las niñas se espera que sean:
Fuertes débiles
Racionales sentimentales
Activos pasivas
Constantes caprichosas
Agrasivos suaves
Los ejemplos mostrados en el cuadro nos permiten acercarnos al hecho de que en cada
sociedad se espera que las mujeres y los varones se comporten de manera diferente, ya
que desde la infancia son socializados/as para ajustarse a los roles y normas masculinos y
femeninos: deben vestirse de manera diferente, jugar distintos tipos de juegos,
interesarse por temas diferentes, etc. En la edad adulta esta jerarquización se trasladará
al mundo del trabajo, a la forma de establecer relaciones, al desarrollo de la sexualidad, ala manera de hablar y de conducirse en los diversos ámbitos de la sociedad.
Este mandato social se convierte en el presupuesto que fundamenta las relaciones
sociales entre los sexos y condiciona las posiciones que varones y mujeres deben ocupar y
las funciones y tareas que deben asumir. La construcción del modelo de femineidad tiene
como punto central el vínculo culturalmente establecido entre el cuerpo de la mujer y la
reproducción. La percepción del cuerpo de las mujeres en relación directa con la función
biológica de la procreación implica limitar, cercenar y/o desconocer el resto de las
dimensiones y potencialidades propias de las mujeres. Esta perspectiva respecto de lo
social deja entrever el hecho de que las mujeres han sido valoradas desde siempre como
esenciales para la supervivencia y multiplicación del grupo. Esta operación simbólica
coloca a “la madre” en el lugar de la mujer.
De manera similar, la construcción de un modelo hegemónico de masculinidad prioriza y
valora determinadas características de los varones, depreciando todas aquellas que
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definición no plantea una división entre la discriminación que se produce en el ámbito
público y en el privado, sino que comprende ambos, lo cual es claro cuando se establece:
“en cualquier otra esfera”.
En un análisis de la situación de las mujeres, constatamos que su desigualdad social (es
decir, la posición inferiorizada en el esquema jerárquico que venimos analizando) tiene
como sustento la interpretación cultural que se hace de la diferencia biológica.4
El resultado histórico de estas construcciones culturales ha sido la inequidad y la
privación de derechos para las mujeres, instaladas en las distintas sociedades de manera
explícita (leyes, normas, políticas públicas) o invisibilizadas en los usos y costumbres. La
contracara de esta situación es lo que llamamos igualdad y equidad de género. Ambas
perspectivas se orientan a lograr un tratamiento justo para mujeres y varones según sus
necesidades respectivas, y libre de sesgos, actitudes y prácticas discriminatorias. Cuando
hablamos de igualdad de género hacemos referencia al objetivo de dar igual tratamiento
para mujeres y varones en las leyes y políticas; igual acceso a los recursos y servicios
dentro de las familias, comunidades y sociedades. Por su parte, la equidad de género no
promueve un trato igual –lo que implica haber avanzado en la modificación de numerosas
inequidades sociales – sino un trato igualitario, es decir, atento a las necesidades
diferentes de cada género. La idea central de ambas perspectivas es considerar a las
personas como equivalentes en términos de libertades, derechos, garantías, beneficios,
obligaciones y oportunidades. Las distintas formas de discriminación limitan la
participación de las mujeres en la vida política, social, económica y cultural. En una amplia
mayoría de los casos, la discriminación se agrava sobre la base de la presencia de
múltiples factores: la condición de género atraviesa todas las determinaciones que
habitualmente se asocian a prácticas discriminatorias (raza, etnia, religión, idioma,
opinión política, origen nacional o social, clase social).
Sobre la base de estas reflexiones pasaremos ahora a analizar algunas de las formas
típicas que expresan la discriminación contra las mujeres:
4 . Facio, Alda. 2000 “El principio de igualdad ante la ley”, apud García Muñoz, Soledad. La
Progresiva Generización de la Protección Internacional de los Derechos Humanos. Disponible en:
http://www.catedradh.unesco.unam.mx/SeminarioCETis/Documentos/Doc_basicos/5_bibl
ioteca_virtual/3_d_ h_mujeres/31.pdf10
http://www.catedradh.unesco.unam.mx/SeminarioCETis/Documentos/Doc_basicos/5_biblioteca_virtual/3_d_%20h_mujeres/31.pdf10http://www.catedradh.unesco.unam.mx/SeminarioCETis/Documentos/Doc_basicos/5_biblioteca_virtual/3_d_%20h_mujeres/31.pdf10http://www.catedradh.unesco.unam.mx/SeminarioCETis/Documentos/Doc_basicos/5_biblioteca_virtual/3_d_%20h_mujeres/31.pdf10http://www.catedradh.unesco.unam.mx/SeminarioCETis/Documentos/Doc_basicos/5_biblioteca_virtual/3_d_%20h_mujeres/31.pdf10http://www.catedradh.unesco.unam.mx/SeminarioCETis/Documentos/Doc_basicos/5_biblioteca_virtual/3_d_%20h_mujeres/31.pdf10
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Desigualdad y negación de derechos en el ámbito jurídico-político.
En este contexto la negación de derechos para las mujeres en el ámbito jurídico-políticoincluyó que fueran consideradas objeto de tutela de sus parientes varones (marido,
padre, hermano, etc.) y que no pudieran disponer libremente ni administrar sus bienes
hasta 1926, año en que se reformó el Código Civil, otorgándole plena capacidad a las
mujeres. Aun así, desde ese momento subsistieron numerosas asimetrías en la condición
jurídica de varones y mujeres (divorcio, patria potestad, etc.).
En Argentina, las mujeres accedieron al derecho a voto a mediados del siglo XX, aunque
su acceso masivo como representantes en el Poder Legislativo se dio en 1992 a raíz de la
sanción de la Ley de Cupo Femenino. Esto significa que, en un primer momento, pudieron
elegir a sus representantes (varones) pero sólo en contadas ocasiones pudieron actuar
ellas mismas como representantes. Actualmente algunas mujeres han accedido a través
del voto popular a ocupar cargos destacados.
Limitaciones en el acceso al trabajo remunerado. Aun cuando en los últimos años se ha
producido una importante incorporación de mujeres al mercado de trabajo, el empleo
remunerado de las mujeres se caracteriza por su precariedad, sub-ocupación (jornada
menor a la habitual) y limitación en la cobertura social (en especial debido a su ocupación
en sectores de actividad con escasos o nulos niveles de protección: servicio doméstico,
trabajo rural, sector informal urbano). Asimismo, como hemos visto, la incorporación delas mujeres se ha dado, prioritariamente, en empleos asociados a la extensión de los roles
domésticos de “cuidadoras”: el servicio doméstico, la enseñanza, servicios sociales y de
salud, otros servicios personales y la industria textil.
Cuando hablamos de discriminación en el ámbito laboral analizamos el diverso conjunto
de situaciones donde se manifiesta la subordinación de las mujeres: principalmente nos
referimos a la inequidad en el acceso al trabajo remunerado, a la brecha salarial (es decir,
la diferencia existente entre los salarios percibidos por mujeres y por varones por el
desarrollo de iguales tareas) y al llamado “techo de cristal” (que refiere al tipo de trabajo
y la categoría de los cargos a los que acceden unos y otras).
Desarrollo del proyecto de vida. Como sabemos, la falta de autonomía económica
redunda en un menor acceso a opciones para el desarrollo de un proyecto de vida: esta
situación, combinada con la responsabilidad respecto del sostenimiento y la reproducción
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del ámbito hogareño, tiene como resultado que las mujeres tiendan a desarrollar sus
vidas alejadas del espacio público.
Condiciones de acceso a la salud sexual. Al referirnos a la salud sexual de las mujeres
resulta necesario volver sobre el conjunto de preconceptos que permean y han permeado
la construcción del imaginario relativo a la "femineidad". Como señalamos antes, la
construcción del modelo de femineidad tiene como punto central el vínculo
culturalmente establecido entre el cuerpo de la mujer y la reproducción. Sobre esta base,
el cuerpo de las mujeres es percibido en términos de un mandato reproductivo y en
función de satisfacer el placer sexual de los varones. Este tipo de interpretación tiende a
limitar y cercenar el derecho de las mujeres de disponer de su sexualidad como ellas
desean.
La necesidad de desandar este tipo de abordajes nos lleva a centrar la reflexión en lavoluntad de decidir sobre el propio cuerpo. Hablamos, entonces, del derecho a la
anticoncepción, que implica para cada mujer la posibilidad de disponer de su cuerpo y
dejar en sus manos el control de su fecundidad; en especial en lo relativo a la elección de
la pareja, a la decisión sobre la cantidad de hijos/as que se desean y el momento
adecuado para tenerlos.
Formas de discriminación simbólica. El sistema de jerarquías que hemos analizado
mantiene y reproduce estereotipos y valoraciones dicotómicas respecto de lo femenino y
de lo masculino: actividad versus pasividad, fortaleza versus belleza, razón versus instinto,
etc. Por este motivo resulta de interés prestar especial atención a los componentes
discursivos de la discriminación hacia las mujeres. Este aspecto de la discriminación hacia
las mujeres se asienta y perpetúa a través de la construcción de las imágenes
estereotipadas que presentan diversos contextos sociales: los medios de comunicación,
los textos escolares, el lenguaje, la currícula, etc. La violencia simbólica aparece en las
representaciones e imágenes de las mujeres que se presentan en cada uno de estos
contextos, invisivilizando la diversidad del conjunto de mujeres.
El problema de la violencia contra las mujeres. Entendemos a la violencia de género
como aquella que se ejerce contra las mujeres, motivada en la desigual relación de poderentre varones y mujeres, que refleja una situación de subordinación social y
discriminación basada en estereotipos y preconceptos. La premisa para el análisis de este
tipo de situaciones es comprender el fenómeno de la violencia como el producto de la
relación social jerarquizada y desigual de poder sumisión entre varones y mujeres.
Consideramos que desde ese punto de partida podemos abordar la complejidad de los
caracteres distintivos de las distintas formas de violencia contra las mujeres: control
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económico, control de la sociabilidad, control de la movilidad, menosprecio moral,
menosprecio estético, menosprecio sexual, descalificación intelectual, descalificación
profesional. De manera general podemos establecer que la violencia contra las mujeres
viola su derecho a la integridad, a la autonomía y libertad personal, a la salud y
menoscaba también el pleno goce de sus derechos civiles, económicos, sociales y
culturales.
A modo de Conclusión
Como hemos visto, la perspectiva de género analiza los roles sociales, los estereotipos
que inciden culturalmente y la relación jerárquica entre varones y mujeres como factores
fundamentales en la promoción, protección o impedimento para el pleno acceso y
ejercicio de los derechos de las mujeres. El concepto de género se refiere básicamente al
análisis de las relaciones de poder: se trata de identificar y analizar las desigualdades que
se producen sobre la base de la valoración de cada persona por su pertenencia sexual.
Asimismo, es importante tener presente que las diferencias de género se entrecruzan y
potencian con desigualdades establecidas sobre la base de la condición social y
económica, la pertenencia étnica o nacional, la edad, la orientación sexual por fuera de la
heterosexismo hegemónico, la identidad de género, la discapacidad entre otras variables.
Establecimos que el género se construye mediante procesos sociales de comunicación y
del ejercicio de poder durante los procesos de crianza, educación y, sobre esta base, a lolargo de la vida. En este sentido, resulta de especial interés tomar conciencia de que la
estructura jerárquica entre los géneros es transmitida de forma sutil sobre la base de
generalizaciones, preconceptos, mitos, usos y costumbres referidos a uno y otro sexo,
elementos que tienden a naturalizarse en el discurso y en las prácticas cotidianas. Es por
ello que resulta pertinente resaltar el hecho de que, en tanto hablamos de modelos
aprendidos, estamos haciendo referencia a construcciones simbólicas que pueden y
deben ser modificadas.
En este contexto debemos tener presente que tanto las costumbres (hábitos, tradiciones,
rituales, etc.) como las instituciones sociales (familias, organizaciones sociales, órganos
estatales) vehiculizan y reproducen estos patrones de interacción social. Asimismo, sobre
estas bases se sustenta la reproducción de las relaciones de dominación en una sociedad.
En este sentido, podemos decir que estas instituciones pueden contribuir a afirmar o a
contrarrestar los procesos discriminatorios y de desigualdad social que se dan en cada
sociedad. Desde el siglo XVIII, con la conformación de los Estados-nacionales,
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constatamos el despliegue de la idea de homogeneidad que ha sido en gran medida
responsable de la configuración de las matrices discriminatorias vigentes.
Desde el paradigma de los derechos humanos, la base para pensar la validez del principio
de igualdad es poner en cuestión el reduccionismo de los discursos discriminatorios.
Pensar los derechos humanos implica tener presente que toda identidad social se
estructura sobre la base de múltiples variables. Es por ello que decimos que las diversas
formas de racismo, opresión y discriminación restringen la posibilidad de pensar en
términos de identidades múltiples, donde la identidad de las personas o de los grupos
sociales se relaciona con diversos campos de experiencia, sean políticos, económicos,
culturales, sociales u otros.