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Consideraciones sobre el poblado y necrópolis de Sansol
(Muru-Astrain, Navarra). Campaña 1988
AMPARO CASTIELLA Departamento Arqueología
Universidad de Navarra
2. DESARROLLO DE LOS TRABAJOS DE CAMPO
INTRODUCCIÓN
Los hallazgos recuperados en anteriores excavaciones han sido, sin duda, la razón de proseguir en la zona correspondiente a la necrópolis -Sector B-. Eran demasiadas las dudas planteadas y el interés del tema como para dilatar su estudio y no darlo a conocer1.
Los resultados de la presente campaña están acompañados, por el interesante y necesario análisis de los restos óseos humanos efectuados por la Dra. Dña. Concepción de la Rúa. Asimismo incluimos, con el correspondiente comentario, las dataciones que han arrojado las fechas del C-14, efectuadas sobre muestras del año 1986/87. Completan estos datos, los proporcionados por M.a José Iriarte sobre el estudio del polen. Con ello, más los resultados de la fauna incluidos en la memoria anterior2 disponemos de datos que, afectando a aspectos diferentes, contribuyen a reconstruir la historia del grupo humano que vivió en Sansol durante la protohistoria.
2.1. Generalidades
La cuadricula de 6 metros de lado, 36 m2, se abre a continuación de la excavada el año anterior, avanzando hacia la puerta del actual cementerio -Vid. situación general en las figuras 1.1 y 2.
La mitad superior de la cuadricula presenta un fuerte desnivel, algo más de un metro del lado B-D respecto al A-C. Por su proximidad a la puerta y por su fuerte inclinación, esta zona, cubierta de matorrales, pensamos que podía ser la única intacta y conservar por tanto en mejores condiciones la estratigrafía3.
Después de veinte jornadas de trabajo4, recuperamos indicios de nueve enterramientos que siguen una orientación semejante a los localizados con anterioridad. (Vid. figura 2)
En esta campaña, la novedad importante estriba en el hallazgo de restos de muros, dato que
1. CASTIKUA, A. Asentamiento de Sansol (Muru-Astrain. Navarra). Memoria de Excavación 1986/87. Trabajos de Arqueología Navarra 7. Pamplona 1988, pág. 145-220.
2. CASTAÑOS, P. Estudio de los restos óseos de Muru-As-tráin. Trabajos de Arqueología Navarra 7. Pamplona 1988, pág. 221-235.
3. Quiero agradecer, la ayuda desinteresada, que en todo momento nos brindó el propietario del terreno, D. José Martínez de Muniáin.
4. Subvencionadas por el Gobierno de Navarra, en las que colaboraron Jesús Sesma, Ma Luisa García, Amparo La-borda, Luis Esteban, Elena Roncal, Joaquín López, Mariano Sinués y Javier Labayen.
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Mu ru Astrein- Pamplona
Figura 1 1. Situación de Muru Astráin y área excavada en Sansol en la campaña de 1988. 2. Secuencia estratigráfica en las caras N, E y Sur.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL
Figura 2 Planta general de la zona excavada en 1988. Sector B de Sansol (Muru-Astráin)
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Figura 3 Planta y alzado de los muros, y situación de los enterramientos próximos, Sansol (Muru-Astráin, 1988)
no se había conservado en la zona contigua más baja y que veremos como ayuda a la comprensión de los resultados.
Como es lógico los picos y azadas comienzan rebajando en la mitad Norte. En ella se concentra mucho matorral y abundantes piedras, acumuladas en esta zona, límite de la finca. Los materiales arqueológicos van siendo recogidos y documentados cuidadosamente.
Denominamos a este primer nivel como de revuelto, afecta a la totalidad del área excavada y alcanza profundidades de un metro a cincuenta centímetros atendiendo al desnivel existente.
En la zona central y junto al ángulo D, entre
los 90 centímetros y 1,10 metros de profundidad quedan indicios de cuatro enterramientos, cuya disposición vemos en la citada figura 2. Los materiales exhumados se analizarán en los apartados correspondientes.
A partir de esta profundidad y en la zona superior de la cuadrícula vamos a poder determinar un nivel con abundante cerámica torneada, celtibérica. Su presencia viene a confirmar que esta zona no ha sido tan arrasada y que este momento tuvo, como sospechábamos, una cierta importancia. Desgraciadamente se pierde en la mitad sur de la cuadrícula.
Este nivel II, fue interrumpido por tres ente-
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 229
rramientos localizados uno próximo al ángulo B, a unos 1,45 metros de profundidad, mientras que los otros dos ocupan la zona central, a 1,65 y 1,84 metros de profundidad respectivamente.
El nivel III y último, corresponde al momento más antiguo y que identificamos con la Ia Edad del Hierro. La aparición de restos de muros de trazado irregular, que en algunas zonas se trata tan sólo de dos hileras de piedras, y un descenso notable de la cerámica torneada, nos indican este cambio.
Los materiales son recuperados diferenciando las zonas que establecen los muros, zona Este (señalada con una E en el plano), zona Sur (con una S) y zona W (con una W). Los dos enterramientos recuperados en este nivel se encuentran en la línea A-C, quedando parte de ellos sin excavar.
2.2. Análisis de los muros
En la mitad sur de la cuadrícula, entre 1,70 y 1,80 metros de profundidad comienzan a verse una serie de piedras, que son respetadas hasta comprobar su adscripción.
Con cierta sorpresa, advertimos que se trata de un muro. Vemos que mantiene una dirección E-W y técnica constructiva semejante a las casas excavadas en el sector A.
Concluida la excavación nos encontramos con varios muros cuya disposición en planta podemos ver en la figura 2 y el alzado del muro -a-en la figura 3.
Como ya pudo constatarse en la primera campaña de excavación, 19725 y posteriormente en 1986/876, los muros se asientan sobre la roca natural.
El muro -a-, en su cara sur vemos como está levantado con piedras de tamaño muy desigual con grandes espacios de tierra. Hace ángulo con el muro -b- que presenta la misma característica constructiva, así como un ligero recrecimiento del mismo, tal como queda reflejado en planta. -Vid. figura 2 y nota 5- En este ángulo, a nivel del suelo, se conserva la impronta de un hoyo para sustentar un pie derecho. El espacio comprendido entre ambos muros corresponde a una
5. CASTIELLA, A. Cata en el poblado de la Edad del Hierro en Muru-Astráin (Navarra). N.A.H. Prehistoria 4. Madrid 1975, pág. 247 y figura 3.
6. Vid. nota 1 y pág. 148.
vivienda, que presumiblemente tendría planta rectangular alargada con la puerta de acceso en el lado oriental, como quedó documentado en el sector A. En lo excavado se localiza el fondo de una vasija acomodado en un rebaje de la roca, corroborando la función, de la estancia. Vid. Lám. 1.1.
La cara Norte del comentado muro -a- nos ofrece, una vez liberada la tierra que soportaban los enterramientos 6 y 7, un aparejo similar, en la zona central del mismo, al de la cara Sur, tal como podemos ver en la figura 3. Apoyado sobre la roca que presenta un nivel irregular, emplean piedras de tamaños diferentes con abundantes espacios de tierra. Los extremos del muro corresponden a añadidos posteriores siendo difícil precisar si pudieron formar parte de otra vivienda. En el espacio resultante desde esta cara Norte hacia el lado B-D de la cuadrícula constatamos, la presencia de varios hoyos -Vid. Lám. 1.2-, que pudieron tener la finalidad de soportar la techumbre correspondiente. Por desgracia los datos disponibles no son lo suficientemente claros para afirmar la existencia, en este sector del cerro, de dos viviendas contiguas de planta rectangular compartiendo el mencionado muro -a- con sus añadidos y el muro -c-. El resto de las piedras que quedan a continuación -d-, no sabemos realmente de que estructura formaban parte.
2.3. Secuencia estratigráfica
En el punto primero de este apartado hemos dado por hecho la presencia de tres niveles que resumiendo corresponden, el superior a la capa de revuelto, el inmediatamente inferior al momento del Hierro I-II y el último a la I Edad del Hierro. Sobre ellos, un cuarto momento, el de los enterramientos, que con carácter intrusivo va a irrumpir sobre los anteriores.
Las referencias estratigráficas reflejadas en las paredes de la cuadrícula, merecen un comentario prolijo que completará lo anteriormente expuesto con tanta simplicidad.
La mayor potencia estratigráfica la proporciona la pared Norte, el lado B-D -Vid. figura 1.2. Con una profundidad de 2,30 metros nos encontramos con un prolongado nivel I de revuelto, en el que se acumula gran cantidad de piedra, ya que como decíamos se trata de la zona límite de la parcela. Determinamos la presencia de cuatro enterramientos muy deteriorados, así como abundantes fragmentos cerámicos de las variedades celtibérica y manufacturada.
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El nivel II en esta zona ofrece la peculiaridad de conservar abundante material cerámico del Hierro II. Esta proporción se pierde en la mitad sur de la cuadrícula, como veremos al analizar la estratigrafía de la cara Sur.
En este nivel, diferenciamos algunos subni-veles formados por adobes destruidos, o piedras de tamaños variables mezclados con carbones. Irrumpen en él, tres enterramientos y termina con una capa de tierra rojiza estéril.
El nivel III, con una potencia de 50 a 60 centímetros se caracteriza por una tierra grisácea, con abundantes carbones que se alternan con adobes destruidos. La cerámica recuperada es en su totalidad de la I Edad del Hierro. En la roca base comprobamos la presencia de hoyos.
La estratigrafía de la cara Este alcanza una profundidad total de 1,40 metros. Vid. figura 1.
El nivel I o de revuelto tiene una potencia de 50 ó 60 centímetros ofreciendo las mismas características que el de la cara Norte. En el nivel II, entre los 60 cms. y 1 metro, se alternan adobes destruidos con carbones y termina, como veíamos en el caso anterior, en una capa rojiza y estéril. El nivel III, con tan sólo 20 centímetros de potencia, ofrece una tierra grisácea con abundantes carbones. La tierra descansa sobre la roca base de arenisca, que en la zona de contacto se encuentra alterada. Este nivel proporciona únicamente cerámica de la I Edad del Hierro.
La estratigrafía en la cara Sur tiene una potencia de 1,30-1,40 metros. El nivel superior corresponde al revuelto con un espesor de 60 centímetros. De nuevo las piedras y un material cerámico muy fragmentado son las características de esta capa.
El nivel II corresponde en esta zona con el nivel III de las caras Norte y Este. La cerámica recuperada es hecha a mano. La tierra tiene la coloración grisácea consecuencia de los abundantes carbones, tal como veíamos anteriormente. En este caso, la fina capa rojiza, sin cerámica que hemos descrito con anterioridad, es algo más espesa y debajo continua una fina capa o subnivel de características similares a la superior, abundantes carbones que proporcionan una tierra grisácea y suelta. Se apoya sobre la roca base en la que encontramos asentada una vasija.
2.4. Estudio de los enterramientos
En el análisis de la secuencia estratigráfica, diferenciamos tres niveles, y los enterramientos
cabe considerarlos como un cuarto nivel que resulta intrusivo en los anteriores. Repetimos que los enterramientos que irrumpen en el nivel I o superior son cuatro, los números 1 al 4, se localizan en torno al ángulo D y zona centro (Vid. fig. 2 y Lám. II, 1.), tres son los que alteran el nivel II, números 5 al 7 (Vid. fig. 2 y Lám. II, 2, 3; Lám. III y IV) y dos, números 8 y 9, el nivel III (Vid. fig. 2 y Lám .V, 1). Describiremos en primer lugar las estructuras de los mismos. A continuación los ajuares y materiales arqueológicos recuperados en su entorno, por no separar conjuntos. El estudio óseo corresponde, como ya dijimos, a la Dra. D.a Concepción de la Rúa.
Nivel I
Sepultura 1. Numeramos así a los escasos indicios de algunos huesos esparcidos y varias piedras en las que no cabe determinar su disposición por lo destruido que está todo.
Los materiales cerámicos recuperados suman dieciseis fragmentos, de los cuales seis son celtibéricos y diez manufacturados, sin pulir. (Vid. fig. 4, números 3, 4 y 7). Dado su reducido tamaño no podemos precisar formas.
Sepultura 2. En parte queda oculta en el ángulo D. Se encuentra protegida por lajas, que fueron respetadas por introducirse en el ángulo. La cerámica recuperada suma diez fragmentos, siete corresponden a vasos celtibéricos y tres a recipientes manufacturados sin pulir. El reducido tamaño de los mismos no permite otras consideraciones.
Sepultura 3. Se trata de leves indicios en los que se recuperan algunos huesecillos y cuatro pequeños fragmentos cerámicos, tres de ellos celtibéricos y el otro hecho a mano. Todos corresponden a la zona de la pared y no permiten identificar formas.
Sepultura 4. Identificada por una concentración de huesos sin protección de piedras ni lajas. Se recuperan treinta y cuatro fragmentos de cerámica, de los que veinticinco son celtibéricos y nueve hechos a mano. Entre los primeros encontramos varios fragmentos que encajan correspondientes a un cuenco que conserva en su interior las incisiones propias para rallar los alimentos. Es la Forma 1 de nuestra tipología7 (Vid. figura 4,
7. En el estudio de los materiales cerámicos haremos referencia a nuestra tipología. CASTIELLA, A. La Edad del Hierro en Navarra y Rioja. Excavaciones en Navarra VIII. Pamplona 1977.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 231
Figura 4 Pequeños fragmentos cerámicos procedentes de las sepulturas excavadas en Sansol 1988; números 3, 4 y 7 procedentes de la sepultura 1 y el resto de la sepultura 4.
n.° 2). El n.° 1 de esta figura reproduce un fragmento de borde de una tinaja, recipiente de tamaño mediano/grande, forma 22 de nuestra tipología. Los fragmentos 5 y 6 de la citada figura 4 corresponden a vasijas manufacturadas de difícil adscripción formal dado su reducido tamaño.
Nivel II
Sepultura 5. Se trata del enterramiento mejor conservado en cuanto a estructura y por otra parte el más diferente de los descubiertos. Próxima al ángulo B, la sepultura está formada por sillares de tamaño irregular colocados longitudinalmente y en un caso transversalmente para acomodarse al hueco. La cabecera tiene una laja y dos pequeños sillares al exterior, en el interior otros dos pequeños sillares ajustan el lugar de la
cabeza. Estuvo cubierto de lajas, conservándose una de ellas. En la disposición de los huesos se advierte un cierto desorden, costillas en la zona de los pies y una tibia invertida. En la zona media se recupera el cráneo de un niño/a.
Como "ajuar" podemos señalar el hallazgo en la zona de los pies de un fragmento de arandela de hierro, de tendencia rectangular, cuyo tamaño reproducimos en la figura 40, n.° 8.
La cerámica recuperada suma veinte fragmentos. Cinco de ellos son celtibéricos; pequeños fragmentos de pared y el resto, quince, modelados a mano; dos de ellos con la superficie exterior pulida y el resto sin pulir. Dado su reducido tamaño, no podemos identificar formas.
Sepulturas 6 y 7. Localizadas en la parte central de la cuadrícula, detectamos su presencia por una hilera de lajas que mantenían la dirección de los enterramientos. Efectuada su limpieza compro-
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I
Figura 5 Fragmentos cerámicos en torno a la sepultura 6. Números 1 al 3 celtibérico y el resto hechos a mano.
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bamos que la hilera de lajas era compartida por dos enterramientos, tal como podemos ver en las figuras 2 y 3 y Lám. IV, 1, y era a su vez el único resto de estructura conservada.
La sepultura 6 tenía a la altura de la cadera izquierda una jabalina de unos 25 centímetros de longitud (Vid. Lám. III, 2 y figura 40, n.° 2). Al levantar los huesos advertimos que estos se depositaron sobre un lecho cuidadosamente preparado de pequeñas lajas, que en la zona de la pelvis, no se trataba de piedras sino de tres fragmentos de una misma vasija que cumplían esa función de acondicionar el lecho del difunto. Se trata de un recipiente de paredes pulidas y gruesas, de tamaño mediano/grande, de forma difícil de precisar al corresponder los fragmentos a la zona de la panza. (Vid. figura 5, n.° 4).
Con el resto del material cerámico recuperado alcanza los sesenta y cuatro fragmentos, diez son celtibéricos y la diferencia, hechos a mano. (Vid. figura 5).
Mezclados con los huesos humanos encontramos las mandíbulas de dos pequeños mamíferos.
La sepultura, /cuenta además de las lajas longitudinales compartidas con el descrito enterramiento 6, con dos lajas en la cabecera. Al proceder a su limpieza comprobamos que no conservaba la cabeza, era un enterramiento acéfalo, en el que también fue acondicionada la superficie sobre la que reposa con lajas.
En la zona de la cadera, se recupera una pequeña arandela y un fragmento de puñal que reproducimos en la figura 40 con los números 4 y 7.
Contabilizamos un total de cincuenta y cuatro fragmentos cerámicos, dos de ellos celtibéricos, de formas indeterminadas y el resto hechos a mano, de tamaño muy reducido tal como reproducimos en la figura 6.
Nivel III
Sepulturas 8 y 9. Se localizan en la misma línea de la cuadrícula por el lado A-C. Su excavación, dado el poco espacio disponible, resulta penosa. Se puede constatar de nuevo que ambas comparten una laja, a la altura de la cabeza, el resto no ha sido excavado. (Vid. fig. 2 y Lám. V,l).
El enterramiento n.° 9 conserva a la altura del fémur izquierdo otra jabalina similar a la recuperada en el enterramiento n.° 6. (Vid. Lám. V,2 y
fig. 40, n.° 1) El total de la cerámica recuperada suma catorce fragmentos, cuya característica más destacable es su reducido tamaño, que nos permite únicamente diferenciar variedades. Así, cinco fragmentos son torneados, celtibéricos y el resto manufacturados. Resulta imposible identificar formas.
Valoración
Creemos conveniente al concluir este apartado, destacar cómo todos los enterramientos mantienen una orientación similar de tendencia E-W. Su disposición, sin guardar uniformidad en las distancias, resulta abigarrada.
Como dato curioso resaltamos, en cuanto al modo de enterrar, las sepulturas contiguas, que comparten las lajas longitudinales n.° 6 y 7; 8 y 9. Es también interesante cómo acondicionan el lecho con pequeñas lajas e incluso cerámica.
De nueve enterramientos identificados, en cuatro de ellos, correspondientes al nivel superior, poco podemos estudiar. Su mal estado de conservación únicamente permite constatar su presencia (y no con plena certeza). De los cinco restantes, cuatro conservan ajuar (si bien es verdad que el n.° 8 y 9 sólo han sido excavados parcialmente), aunque pobre, es importante el hecho.
En cuanto a su estructura, son de tipo similar los números 6, 7, 8 y 9, que se asemejan a su vez al enterramiento n.° 2 de la campaña anterior. El cuerpo está protegido fundamentalmente por lajas. Diferente morfología presenta el enterramiento n.° 5, las lajas son sustituidas por piedras trabajadas, quizás pueda tratarse de sillares re-aprovechados, indicándonos una cronología posterior y avalando con ello la perduración del rito en el lugar.
3. LOS MATERIALES ARQUEOLÓGICOS
3.1. La cerámica
De nuevo nos encontramos con el hecho tan frecuente de ser la cerámica el material arqueológico más abundante que se recupera en una excavación.
En el caso que estamos estudiando queremos destacar con carácter general, el reducido, tamaño
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Figura 6 Fragmentos de cerámica de la I Edad del Hierro recuperados en la sepultura 7.
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Figura 7 Fragmentos de cerámica celtibérica procedentes del nivel superior, I. Sansol, 1988
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de los fragmentos recuperados, más acentuado, como es lógico en el nivel superior, que supone algo más de un tercio del total.
La recogida exhaustiva del material nos permite con su enumeración poder establecer porcentajes en las distintas variedades recuperadas, con la relatividad que hay que estudiar estos resultados. Recordaremos que hemos asignado un número a cada fragmento y aquellos fragmentos que encajan son numerados con idéntico valor. C o m o decíamos al describir el desarrollo de los trabajos en las cerámicas se respeta el nivel y las zonas diferenciadas, así comenzamos por las recuperadas en el nivel superior.
Nivel I
H a proporcionado un total de mil trescientos cuarenta y nueve fragmentos, sobre una suma global de tres mil treinta fragmentos.
De estos mil trescientos cuarenta y nueve fragmentos, quinientos cinco corresponden a la variedad celtibérica y el resto, ochocientos cuarenta y cuatro a la manufacturada que suponen un 37,5% y 62 ,5% respectivamente.
La cerámica celtibérica técnica y formalmente no ofrece ningún aspecto diferenciador respecto a las características habituales de la misma. En las figuras 7 y 8 reproducimos los fragmentos más significativos entre los que cabe diferenciar seis fragmentos de la Forma 1, números 1 al 6 de la figura 7 y lám. V. 3, conservando tres de ellos restos del rallador, tan habitual en este recipiente.
El fragmento n° 7 de la figura que comentamos corresponde a la Forma 11 de nuestra tipología. Más difícil resulta la adscripción del resto de los fragmentos ya que la parte conservada puede identificarse con varias formas.
Las vasijas de tamaño mediano/grande están presentes en varios fragmentos de borde que reproducimos en la figura 8, números 1 al 9 y 14 al 16 y lám. V. 4 identificables con la Forma 21, mientras que el resto de los fragmentos son bordes o fondos de recipientes pequeños.
La cerámica manufacturada con un 62 ,5% indica su clara superioridad numérica. Atendiendo al tratamiento de su superficie exterior nos encontramos con un claro predominio de la variedad sin pulir -586 fragmentos- sobre la pulida —258 fragmentos—.
Las figuras 9, 10 y 11 recogen los fragmentos de superficies pulidas. El correcto tamizado de la arcilla a pesar de la presencia de algunos desen
grasantes, así como su buena cocción y acabado de la superficie, permite calificar la producción de buena calidad. Entre los fragmentos de ollitas que vemos en la figura 9, números 1 al 7, queremos destacar el n° 6, su borde es el resultado de haberlo pulido en ese punto, después de haber perdido el cuello y borde correspondiente, es por tanto una pieza reaprovechada, lám. VI. 2.
El n° 8 de la misma figura, en cuanto al galbo, pudo corresponder a la Forma 13, que se reconoce con el vaso de cuello cilindrico, pero ofrece la peculiaridad de haber sido sometido a un intenso baño de engobe rojo, en ambas superficies, que después se pulió. En algunas zonas ha perdido por desgaste parte del engobe. Más difícil resulta la asignación a las formas correspondientes de los fragmentos n.° 9 y 10 de la citada figura. La Forma 9 está representada por los fragmentos 11, 12 y 14, mientras que la vasija n° 13 puede parecer una forma nueva, pero es de nuevo un recipiente al que se le ha eliminado el cuello y borde puliendo el borde, el reaprovechamiento de la vasija proporciona este aspecto.
En la figura 10 hemos reagrupado los fragmentos de bordes que pudieron corresponder a la Forma 10 de nuestra tipología.
La figura 11 reúne a pequeños fragmentos de bordes y algunos fondos de difícil adscripción formal por su reducido tamaño. Los cuatro últimos fragmentos tienen la peculiaridad de conservar en buena parte el baño de engobe rojo que recibieron, que afecta a ambas superficies, en los fragmentos 26 y 27 presentan un color rojo brillante, mientras que el resto es algo más mate. Por desgracia su reducido tamaño no nos permite identificar las formas a las que correspondieron, que indudablemente lo eran de pequeñas proporciones.
Es muy frecuente en las vasijas con la superficie exterior sin pulir la presencia de estrías más o menos profundas y en distintas direcciones. Este tratamiento que pudo tener finalidad tanto práctica como decorativa se completaba con el típico cordón con impresiones digitales o de otro tipo o impresiones directamente sobre la pared tal como podemos ver en las figuras 12 a la 15. En aquellos fragmentos de mayor tamaño podemos encontrar paralelos con la Forma 7, números 1 al 3 de la figura 12, pero en otros casos, el reducido tamaño de las piezas hace difícil su adscripción formal.
Los cuatro primeros fragmentos de la figura 14 dibujan en su escaso galbo una tendencia de borde cerrado que no tenemos registrada en
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10
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C ^ %lmmm 18 J
%a^ 19 2 0
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Figura 8 Fragmentos de recipientes celtibéricos de diferentes tamaños procedentes del nivel superior de Sansol.
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10
11
Figura 9 Vasijas y fragmentos de recipientes manufacturados de superficies pulidas. El n° 8 conserva el engobe rojo.
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Figura 10 Fragmentos de vasijas asimilables a la Forma 10 en paredes pulidas. Sansol 1988.
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2 8 2 9
Figura 11 Pequeños fragmentos de vasijas de paredes pulidas del nivel superior de Sansol. Los ejemplares 26 al 29 conservan engobe rojo.
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12 13 14
Figura 12 Fragmentos de bordes de vasijas sin pulir. Nivel general de Sansol.
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Figura 13 Fragmentos de bordes de vasijas sin pulir. Nivel general. Obsérvese la variedad de motivos decorativos sobre cordón.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 243
10 i: 12 . í! 13
Figura 14 Fragmentos de borde de vasijas sin pulir con distintas técnicas decorativas: incisión o impresión directa, números 1, 3, 9, 19, 22, 26 y 28; impresión sobre cordón el resto.
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Figura 15 Fragmentos de fondos de vasijas sin pulir procedentes del nivel I de Sansol.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 245
nuestra tabla de formas. El resto de los fragmentos, se comprenderá, que dado su tamaño es muy aventurado asignarles forma, pero sí resulta interesante la variedad de los motivos decorativos.
Los fondos, en la mayoría de los casos planos pueden verse en la figura 15 apreciándose en ellos el diferente tratamiento de las superficies.
Nivel II
Contabilizamos un total de novecientos treinta fragmentos correspondiendo trescientos setenta y uno a la variedad celtibérica, es decir un 39'80% y quinientos cincuenta y nueve a la manufacturada, que supone un 60'20%.
Destacamos en este nivel el elevado porcentaje de la cerámica celtibérica. Ello es debido a que el mismo se conservaba en la mitad norte de la cuadrícula como indicábamos en el apartado correspondiente.
En la variedad celtibérica, con sus características habituales, han podido identificarse seis fragmentos de la tan frecuente Forma 1, tal como podemos ver en la figura 16, números 1 al 6. La Forma 2 de nuestra tipología está representada por los fragmentos n.° 11 y 12 mientras que el n° 13 corresponde al pitorro de la jarra que identificamos con la Forma 4. Los bordes restantes pudieron corresponder a ejemplares de la Forma 11.
En la figura 17 encontramos seis fragmentos de bordes de vasijas de tamaño grande asimilables a las formas 20, 21 y 22. Los dos últimos fragmentos modelados también a torno, pero en arcilla ordinaria de color gris corresponden a la variedad común celtibérica que reproducen esta característica olla.
Entre los quinientos cincuenta y nueve fragmentos correspondientes a la variedad manufacturada, diferenciamos atendiendo al tratamiento de la superficie exterior las pulidas con ciento sesenta fragmentos y sin pulir trescientos noventa y nueve.
En la figura 18 reproducimos los fragmentos de borde y fondos más significativos de superficies pulidas, en los que cabe identificar el n° 1 con la Forma 10; el n° 2 con la Forma 9 y el n° 3 con la Forma 13.
El n° 10 y lám. VI, 1 conserva restos de trazos pintados en un color más claro que el de la pasta, en la disposición que vemos en el dibujo. En realidad el desgaste que presenta el fragmento permite ver el proceso de elaboración de esta vasija
que iba a recibir la pintura. La base conservada demuestra que frotaban, hasta hacer perder el pulido en la zona elegida y luego sobre ella, con posibilidades de mayor adherencia, eran pintadas.
En las figuras 19 a la 22 podemos ver los fragmentos de bordes y fondos de recipientes con la superficie exterior sin pulir. La decoración en gran número de casos consiste en impresiones e incisiones que en la mayoría de los restos conservados es directamente sobre la pared, números 5 al 10 y del 12 al 15 en la figura 19; n.° 4 de la figura 20 y n.° 2 de la 21.
La figura 21 recoge en los cuatro primeros números bordes de otras tantas vasijas. Aunque no tengamos completo el galbo en ningún caso, es significativa la tendencia que presentan de borde liso cerrado. La forma cerámica resultante dibuja un perfil no incluido en nuestra tabla de formas como señalábamos respecto a la figura 14. Paralelos a este galbo hay que buscarlos más bien en conjuntos de la Edad del Bronce8. Otro tanto ocurre con los fragmentos n.° 5, 9 y 10 de la figura 19.
Como viene siendo habitual, los fondos recuperados presentan en todos los casos una superficie plana de apoyo (Vid. figura 22) y sus paredes tienen las estrías y peinados tan frecuentes en la producción cerámica de Sansol.
Nivel III
Queda identificado con el primer momento de ocupación en Sansol. Se recupera un total de setecientos cincuenta y un fragmentos con tan sólo cuarenta y dos fragmentos de celtibérica, un 55%, el resto, setecientos nueve, un 94% es manufacturada. En esta variedad, vuelve a ser superior el número de fragmentos con la superficie exterior sin pulir sobre la pulida, ya que suman cuatrocientos ochenta y seis para el primer caso sobre doscientos veintitrés en el segundo.
Consideramos sector sur, a la zona correspondiente a la supuesta vivienda conformada por los muros a y b (Vid. figura 2). En esta zona se recu-
8. BRIARD, J. Poterie et civilisations. T. 2. Chalcolithique et Age du Bronze en France. Paris 1989, pág . 83 . 6
ROUDIL-GUILAINE. Les civilisations de lÁge du Bronze en Languedoc en la Préhistoire Française. Paris 1976, pág. 460-3.
ESPARZA ARROYO. LOS castros de la Edad del Hierro del Noroeste de Zamora Zamora 1986, figuras 21, 24, 27, 84 y 173.
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Figura 16 Materiales celtibéricos procedentes del nivel II, Sansol (Muru-Astráin).
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 247
Figura 17 Números 1 al 6 bordes de recipientes de tamaño mediano/grande de la variedad celtibérica. Los números 13 y 14 están modelados con arcilla gris, variedad ordinaria, Sansol, Nivel II.
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i_:
Figura 18 Fragmentos de vasijas pulidas procedentes del nivel II de Sansol. El n° 10 conserva la decoración pintada.
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peran trescientos diez y nueve fragmentos siendo doscientos noventa hechos a mano y el resto, veintinueve, a torno, que se encuentran en la parte superior del estrato y desaparecen en las capas inferiores.
Entre las cerámicas hechas a mano, son setenta y siete los fragmentos con ambas superficies pulidas. En la figura 23 podemos ver los más significativos. El n.° 1 aunque conserva tan sólo parte del cuello y panza, podemos identificarlo con la Forma 5, este galbo había sido recuperado el año anterior en ejemplares más completos como podemos ver en la correspondiente memoria9. El ejemplar n.° 2 presenta una acusada panza y marcado el comienzo del cuello, zona por la que se ha roto, destaca por su buena ejecución el ónfalos de su base, de no ser por ella, atendiendo al resto del perfil conservado adscribiríamos esta vasija con la n.° 1 de la figura 15 recuperada en la campaña del 86/87.
El pequeño recipiente, n.° 3 de esta misma figura ofrece la particularidad, no sólo de su panza afacetada, sino el hecho de conservar los restos del engobe rojo que recibió. Esta pieza viene a sumarse a otros fragmentos reseñados en el nivel II. No ofrece dudas el fragmento n° 4 como correspondiente a la Forma 13.
Atención especial dedicamos a los fragmentos n° 7 y 9 por la decoración, pintada que conservan. En ambos casos la técnica empleada es igual a la recientemente descrita al tratar el fragmento n° 10 de la figura 18. Difieren tan sólo en que éstos se encuentran mejor conservados y la temática desarrollada es más clara. La pintura aplicada fue blanca.10
La figura 24 reproduce el perfil completo de un recipiente que se recuperó en su mitad inferior asentada en una cavidad de la roca (Vid. Lám. I, 1 y VII, 1 y 2) el resto de los fragmentos esparcidos a su alrededor, permitieron la reconstrucción completa de su galbo, como vemos en la Lám. VII,1.
El perfil del recipiente cabe asimilarlo a la Forma 1 si bien corresponde a una variante del
9. CASTIF.I.I A, A. O. c. 1988, figuras 13 y 22.
10. En la bibliografía consultada encontramos un fragmento con idéntico motivo al de nuestro fragmento n° 9, aunque en colores rojo y blanco. Se trata del trabajo ESPI-NOSA-CRF.SPO. Un yacimiento de transición de Bronce al Hierro en Alovera (Guadalajara). Primer Congreso de Ha
de Castilla-La Mancha. T. III 1988, pág. 249, figura 2, n° 25.
prototipo al no tener diferenciado el cuello quedando el galbo reducido a una suave inclinación del borde a la máxima anchura y su reducción hacia el fondo. El tratamiento de su superficie exterior con estrías irregulares y la suave impresión sobre cordón debajo mismo del borde son habituales en la producción cerámica de Sansol.
Otros galbos de superficie exterior sin pulir son recuperados junto al que acabamos de describir. Su tamaño grande/mediano y un tratamiento similar de las superficies, estrías y cordón con impresiones digitales, pueden indicar una misma función. (Vid. figuras 25, 26 y 27). Entre estos galbos vemos un claro predominio de panzas con tendencia curva y sin cuello diferenciado, figura 25 completa y números 3 y 5 de la figura 26; el resto de los fragmentos corresponden a perfiles que puedan estar próximos al descrito en la figura 24, como los números 4, 6 y 7 de la figura 26 y números 1, 4, 6, 7, 8 y 9 de la figura 27.
El fragmento n° 3 de esta figura 27, resulta poco frecuente por su tamaño que es evidentemente inferior a lo habitual como hemos visto.
El sector E que ha proporcionado un total de ciento cincuenta y nueve fragmentos, todos ellos hechos a mano, presentan en cuarenta y ocho casos ambas superficies pulidas y ciento once sin pulir. En el primer grupo, hemos podido identificar los siguientes perfiles que reproducimos en las figuras 28 y 29. Los tres primeros casos de la figura 28 corresponden a la Forma 13, el n° 4 es el borde y cuello de un pequeño recipiente como la Forma 1 y el n° 5, es un ejemplar casi completo de la Forma 9 cuyo fondo por el exterior presenta una serie de acanaladuras concéntricas.
En la figura 29 reproducimos con el n° 1 varios fragmentos del mismo recipiente, de tamaño grande con una fuerte inflexión en la zona final del cuello. El n° 16 pudo corresponder a la Forma 13, mientras que el resto de los fragmentos pertenecen a recipientes de tamaño mediano/pequeño, siendo la forma más abundante las ollitas que en los ejemplares 3 y 8 presentan marcadas carenas, en el n° 9 fuertes estrías y línea de decoración incisa así como el n° 7 que conserva decoración incisa en lineas que delimitaban la posible distribución en metopas que tuvo el vaso.
Las piezas 2, 10, 11 y 12 cabe identificarlas con la Forma 9, habitual en Sansol.
Por último diremos que los fragmentos 21 y 22 tienen interés, a pesar de su reducido tamaño, por conservar en ambas superficies engobe rojo.
Entre los fragmentos de superficie exterior sin
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Figura 19 Fragmentos de bordes de recipientes medianos en los que predomina la decoración incisa o impresa directamente sobre la pared. Nivel II de Sansol.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL
Figura 20 Sansol. Nivel II. Bordes de recipientes con las paredes sin pulir, decoración sobre cordón y estrías de diversa intensidad en la pared.
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Figura 21 Pequeños fragmentos de bordes y fondos de vasijas sin pulir. Sansol. Nivel II.
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Figura 22 Fragmentos de fondos y bordes de superficie sin pulir. Nivel II.
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Figura 23 Fragmentos de recipientes pulidos, el n" 3 conserva engobe rojo en sus paredes y los números 7 y 9 la decoración pintada de suave color gris. Nivel I de Sansol.
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Figura 24 Reconstrucción de un recipiente completo localizado apoyado en parte sobre la roca. Nivel III de Sansol.
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Figura 25 Recipientes fragmentados de paredes sin pulir con decoración sobre cordón. Nivel III de Sansol.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 257
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Figura 26 Fragmentos de bordes procedentes del nivel inferior de Sansol.
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Figura 27 Pequeños fragmentos de bordes y fondos localizados en la zona sur del nivel III Sansol
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL
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Figura 28 Fragmentos de vasijas pulidas: números 1 al 3, Forma 13; n° 5, Forma 7. Nivel III de Sansol.
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Figura 29 Fragmentos de cerámicas pulidas: números 3 y 9 decoración de acanalados e incisiones; n° 7, incisión.
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pulir, varios corresponden al mismo recipiente, que reproducimos en la figura 30, suave perfil en S con borde decorado con pequeñas incisiones, cabe considerar como una variante de la Forma 1.
La figura 31 recoge varios fragmentos de borde que en lo conservado cabe identificarlos con la mencionada Forma 1, me refiero a los números 2 al 9. El n° 1 reproduce un recipiente pequeño de perfil suave y panza curva que fue decorado con incisión directa en el borde y una pastilla aplicada en la zona del máximo saliente de la panza, que indica un gusto decorativo típico de la Edad del Bronce.
Por último, el Sector W con ciento treinta y dos fragmentos que quedan distribuidos así: doce de torneada, celtibérica, ciento veinte de manufacturada con cuarenta y ocho con ambas superficies pulidas y setenta y dos, la exterior sin pulir. Las figuras 32 y 33 reproducen los fragmentos más significativos. Corresponden a recipientes mediano/pequeños, con tratamiento en su superficie exterior de estrías más o menos marcadas, y decoración en el borde, bien directamente como el número 2 de la figura 32 o sobre cordón, números 1, 3, 4 y 5 de la figura 32 y números 2 y 3 de la 33.
El fragmento n°l de la figura 33, de superficie exterior simplemente alisada, tiene el perfil poco habitual en Sansol.
Valoración
Descritas las características de la cerámica, creemos conveniente destacar algunos aspectos de las mismas, ya que son de alguna manera la base para poder interpretar el desarrollo y terminación de la ocupación en Sansol.
Por una parte no detectamos cambios bruscos en la producción cerámica. Partiendo del nivel base encontramos una cerámica manufacturada típica de la I Edad del Hierro en esta zona, que evoluciona paulatinamente hasta la desaparición del poblado. En la etapa final -II Edad del Hierro- conocen la cerámica torneada celtibérica.
En el conjunto, advertimos algunos perfiles o motivos decorativos que escapan un tanto a este momento de la I Edad del Hierro, siendo sus rasgos característicos de conjuntos de la Edad del Bronce. Son, los aludidos perfiles de boca cerrada, fig. 21, números 1 al 4; fig. 25, n° 4; fig. 32, n° 3 y fig. 33, n° 1. Los desarrollados hombros en las vasijas pulidas, fig. 9, n° 6; fig. 23, números 2 y 5 y fig. 29, números 1, 5 y 8; las marcadas carenas y afacetadas paredes, figuras 9, n° 13, 2 y 4;
fig. 23, n° 3, 6 y 14 y fig. 29, números 3, 8 y 9, o aquellos destacados fragmentos que conservan la decoración pintada, figura 18, n° 10 y fig. 23, n° 7 y 9 o el baño de engobe rojo, figuras 9, n° 8; figura 11, números 26 a 29; fig. 23, n° 3 y fig. 29, números 21 y 22.
El hecho de encontrarlas aquí, no nos obliga a considerar el conjunto de esa época, creemos que nos indica una perduración del mismo.
Esta perduración, se advierte también en la reutilización de algunos recipientes, tal es el caso reseñado de las vasijas números 6 y 13 de la figura 9, recuperadas en el nivel superior.
Pero esta perduración destacada no está reñida con una leve evolución, que en el material disponible también podemos advertir. Resulta más clara de determinar en las vasijas pulidas, ya que es en esta variedad más fina y cotizada donde se reflejan mejor las tendencias de la moda formal o decorativa. Por ejemplo, comparemos los fragmentos que acabamos de considerar como anteriores a la Edad del Hierro con los representados en la figura 6, n° 2; 9, números 1 y 3; 10, n° 1; 18, n° 1 y 23, n° 3, que corroboran la evolución que apuntamos respecto a los perfiles.
Por otra parte vemos que son poco representativos en el conjunto de Sansol perfiles típicos y abundantes en buen número de los yacimientos de esta época que jalonan el Ebro, me refiero sobre todo a los vasos de cuello cilindrico. Este galbo se documenta repetidas veces tanto en el área catalana11, como el Bajo Aragón12 y el yacimiento navarro de El Alto de la Cruz de Cortes13. Su escasa presencia en Sansol puede ser debido a la lejanía del lugar en estudio respecto de los centros más dinámicos, haciendo que no participe de las novedades, sino que se mantiene en sus costumbres.
Es un hecho el que la producción cerámica de cada poblado modele un número determinado de formas, que tampoco hay que considerar sean contemporáneas. En el caso de Sansol, las recu-
11. PALOI., P. La necrópolis hallstáttica de Aguillana (Gerona). Madrid 1958
PONS, E. L'Émpordá. De l'edat del bronze a l'edat del ferro. Gerona 1984. Fig. 52, n° 16.
12. Ruiz ZAPATERO, G. LOS Campos de Urnas del Noreste de la Península Ibérica. Madrid, 1985.
13. MALUQUKR DI; MOTES, ] . El yacimiento hallstáttico de Cortes de Navarra. Estudio crítico I y II. Pamplona 1954/ 1958.
262 AMPARO CASTIELLA
Figura 30 Recipiente restaurado recuperado en la zona E del nivel III.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 263
Figura 31 Fragmento de borde de recipientes de diverso tamaño. Sector E, nivel III, Sansol.
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Figura 32 Fragmentos de borde sin pulir con decoración incisa sobre cordón o directamente en la pared. Sansol, Nivel III.
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Figura 33 Bordes y fondos de la variedad sin pulir procedentes del sector W de Sansol, Nivel III.
266 AMPARO CASTIELLA
Figura 34 Selección de algunas cerámicas más representativas de la variedad pulida.
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Figura 35 Recipientes de paredes pulidas asimilables a la forma 5.
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Figura 36 Borde y perfil completo de vasijas frecuentes en Sansol.
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Figura 37 Perfiles de vasijas sin pulir más habituales en Sansol.
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peradas, son recogidas en las láminas 34 y 35 para las pulidas y 36 - 37 sin pulir, resaltando que todas no tienen igual importancia numérica, siendo las más representativas los números 1, 2, 5, 6, 7 y 9 de la figura 34; n° 2 de la figura 35; figura 36 y n° 3 figura 37.
Por último haremos referencia a los porcentajes de las variedades estudiadas. Los resultados proporcionados quedan reflejados en la figura 38 donde vemos la proporción de los fragmentos celtibéricos y manufacturados, por niveles. En los niveles I y II la cerámica celtibérica está presente con un 30'5 y 40% respectivamente sobre una producción manufacturada que supone el 69'4 y 60% en cada caso. En el nivel III este "equilibrio" se rompe con un 5% para la cerámica celtibérica y un 95% para la manufacturada.
En el conjunto de la producción manufacturada, se repite un hecho habitual en los yacimientos estudiados, el predominio de fragmentos sin pulir sobre los pulidos, tal como queda reflejado en la figura 39 respetando los niveles diferenciados. En este caso, no hay grandes diferencias a lo largo de la estratigrafía.
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p I Z I ] Cerámica c e l t i b é r i c a
[ \ N ^ j Cerámica manufacturada
Figura 38 Porcentajes cerámicos sobre el total.
3.2. Metales
Se recuperan un total de quince piezas fragmentadas e incompletas, en un estado de conservación regular/malo.
En la figura 40 reproducimos el aspecto de las nueve piezas cuya estado ha permitido identificar su función, el resto se reduce a trozos informes.14
En el apartado correspondiente anotábamos el hallazgo de cinco de ellas formando parte del ajuar correspondiente, se trata de los números 1, 2, 4, 7 y 9, localizadas en las sepulturas 9, 6, 7 y 5 respectivamente. El resto se recuperan esparcidas por la cuadrícula en los niveles II y III.
Jabalinas. Son piezas de longitud variable, ejemplares 1 y 2 de la figura 40 y Lám. IX, 1, pero notablemente mayores que las puntas de lanza. Se diferencian de éstas, no sólo por el tamaño sino también por su sensible estilización, la hoja queda suprimida reduciéndose su morfología a una punta larga de sección más o menos cuadrada. El resultado es un arma ligera y pun-
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14. No consideramos necesaria la reproducción de estas piezas informes. De todos modos los materiales se encuentran depositados en el Museo de Navarra.
Figura 39 Porcentajes de la cerámica manufacturada.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 271
zante, que como recoge Dechelette (1913) era una pieza típica en el armamento de los iberos, así lo dicen los textos de historiadores clásicos como Diodoro o Tito Livio.15
En Navarra están documentadas, además de las descritas, tres piezas de este tipo localizadas en el cercano lugar de Echauri, cuyas circunstancias de hallazgo fueron fortuitas.16
Regatón o contera. Identificamos como tal el n° 5 de la figura 40. Esta pieza se considera complemento de cualquier arma arrojadiza, punta de lanza, de flecha o jabalina, situándose en el extremo opuesto del palo, sirviéndole de contrapeso.
Este ejemplar viene a sumarse a otros ya conocidos en Navarra, son los procedentes de La Atalaya de Cortes17, de Echauri18 y de Eraul19. La terminación roma del ejemplar que ahora estudiamos, es similar a los procedentes de La Atalaya, mientras que los de Echauri y Eraul, son más agudos. En cualquier caso, se trata de producciones locales al ser piezas de fácil elaboración y que en algunos son reaprovechadas con sencillos acondicionamientos.
Cuchillos. Recuperamos tres ejemplares fragmentados y de tamaño diferente. El n° 4 como ajuar de la sepultura 7, y los otros dos del nivel III.
Su regular estado de conservación, tanto por la alteración del material como por lo fragmentado, impide adscribir claramente el tipo al que correspondieron. Creemos que al menos el localizado en el enterramiento pudo tener la función de arma.
En otros yacimientos navarros como La Atalaya de Cortes20 y Echauri21, se documentan cu-
15. DECHEELETTE. Manuel âarcheologiepréhistorique, celtique et gallo romaine. París 1913, T. II, 3, pág. 1.143.
16. TARACENA-VAZQUEZ DI; PARGA. Una prospección en los
poblados de Echauri. Excavaciones en Navarra I. Pamplona 1947, pág. 53, Lam. V.
17. MAI.UQUF.R DI; M O T E S , J.- VAZQUEZ DE PARGA. Avance
al estudio de la necrópolis de la "Atalaya". Cortes de Navarra. Excavaciones en Navarra V. Pamplona 1957, pág. 138.
18. TARACENA-VAZQUEZ DE PARGA. O.e. (1947), Lám. VI
19. CASTIELEA, A. Nuevos yacimientos protohistóricos en Navarra. T.A.N. 5. Pamplona 1986, pág. 146. Lám. III, 2.
20. MAI.UQUF.R DE MOTES-VAZQUEZ DE PARGA. (1957) O.e.
pág. 138
21. TARACEN A-VAZQUEZ DE PARGA. (1947) O.e. pág. VI l.m.
chillos pero de morfología diferente en cada uno de ellos. Los ejemplares de La Atalaya responden al tipo afalcatado, tipo que ya dice Dechelette22
no es característico del Hallsttat, sino de los altos Pirineos, con paralelos en numerosas necrópolis catalanas y meseteñas23. El ejemplar de Echauri tiene el mismo sistema de enmangue que las jabalinas, mango hueco para insertar el palo. Piezas similares están documentadas entre el ajuar celtibérico de Numancia por citar un lugar cercano.24
En los cinco ejemplares de Muru-Astrain (dos procedentes de la sepultura 2, año 1986) vemos una cierta similitud morfológica, como si procedieran del mismo taller. Es una pieza única, un ligero estrechamiento marca la divisoria entre la hoja y la espiga. El aspecto que ofrece es muy elemental y por tanto frecuente en las culturas del ámbito geográfico que nos ocupa en el momento que comienzan a incluir entre sus enseres objetos metálicos.
El grupo de los aros y arandelas está representado por tres piezas, dos circulares, números 7 y 8 y una rectangular, número 9.
Consideramos que el interés fundamental de estas piezas estriba, no tanto en sí mismas, cuanto por su localización y número. Estos dos últimos aspectos nos indican que los objetos metálicos eran apreciados, se recuperan en casi su totalidad en la zona de necrópolis y son armas; en cuanto al número, aunque reducido, nos parece importante si lo comparamos con la escasez de los mismos en otros lugares.25
3.3. Otros materiales
Incluimos en esta apartado las piezas líticas y óseas recuperadas en la excavación y que formaban parte de su ajuar. Aunque sea escaso número es importante su presencia.
Las piezas líticas se reducen a un fragmento de pequeño molino barquiforme, recuperado en el nivel superior, cuyo aspecto podemos ver en la
22. DECHEELETTE. (1913) 0. c. T. II, 2, pág. 795.
23. KURTZ, W. La necrópolis de las Cogotas. Ajuares. Revisión de los materiales de la necrópolis de la Segunda Edad del Hierro en la, cuenca del Duero (España). BAR International series 344, 1987, pág. 32 a 36.
24. M A N R I Q U E , M" A. Instrumentos de hierro de Numancia. Ministerio de Cultura 1980, pág. 78, fig. 14, números 7503 y 7542.
25. Puede verse esta proporción en los trabajos C A S -TIELLA, A. 1977 y 1986.
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Figura 40 Piezas metálicas procedentes de los niveles II y III de Sansol. Recuperadas como ajuar, números 1, 2, 4, 8 y 9.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 273
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Figura 41 1. Fragmento de molino barquiforme; 2. Ficha o tapón de cuarcita; 3. Bolita de piedra; 4. y 5. Candiles de cérvidos y 6. Fragmento óseo decorado.
274 AMPARO CASTIELLA
figura 41, n° 1 y Lám. no recuerdo si está incluido en alguna lámina. Su presencia es habitual en este tipo de poblados, y como anotábamos en el estudio anterior, habían sido varios los recogidos en superficie.
La pieza n° 2, y Lám. IX, 2 recuperada en el nivel II de la cara N, es una cuarcita rojiza, a la que intencionadamente se le ha dado forma más o menos circular. Son varias las funciones que cabe atribuirle, tales como tapón, ficha, etc. En nuestro caso no podemos hacerlo ya que se recuperó desvinculada de su función concreta.
El n° 3 de la citada figura 41 corresponde a una perfecta bolita de piedra de 3,4 centímetros de diámetro, que viene a sumarse a otros ejemplares recuperados en el lugar con anterioridad y a los de otros yacimientos. Lám IX, 2.
Su continua presencia en niveles de la Edad del Hierro están motivando interpretaciones como la de J.I. VEGAS 26 que en pormenorizado estudio considera que las bolas pudieron ser un "elemento auxiliar de intercambio" entre los pueblos de la Edad del Hierro. Por su parte, Barrio encuentra un ejemplar en el cuello de una botella a modo de tapón 27.
Por último trataremos la industria ósea de la que reseñamos el hallazgo en esta campaña de dos puntas de candil de ciervo, algo estropeada una de ellas, que se recuperaron en el nivel inferior y conservan claras señales de su acondicionamiento y uso, números 4 y 5 de la figura 41. La pieza n° 6 corresponde a una parte de caña de hueso que fue decorada con sendos círculos tangentes que contienen cuatro círculos cada uno. Procede de una capa con abundante carbón del nivel II de la cara N y el fragmento está muy quemado.
Estas piezas, sumadas a las recuperadas el año anterior y que reproducimos en la Lám. , nos indican que el hueso aún era empleado como pieza de adorno, ejemplo en el colgante de colmillo de jabalí; o artístico, como el fragmento decorado sobre caña que acabamos de ver, o para trabajar otros materiales como los dos fragmentos de candil de ciervo que acabamos de describir y los fragmentos de cuerno de bóvido y
26. VEGAS, J.I. Las "canas" como material arqueológico. Revisión y nueva interpretación. E.A.A. 11 1983, pág. 407-425.
27. BARRIO MARTIN, J. La cerámica de la necrópolis de Erijuelas. Cuéllar (Segovia). Estudio de las producciones cerámicas en la II Edad del Hierro en la Meseta Norte. Segovia 1988, fig.
cérvido del año anterior, n° de la Lám. que conservan claramente el trabajo que sobre ellos hicieron para ser separados del testuz; sin embargo no apreciamos en ellos restos de uso.
4. COMENTARIO SOBRE LA DATACION DEL C-14
Las muestras seleccionadas corresponden a restos óseos procedentes en el primer caso a huesos sueltos y en el segundo de la sepultura n° 2 tomadas en la campaña del año 1986/87.
Enviados al Centrum voor Isotopen Onder-zoek de Groningen, los resultados remitidos en octubre de 1988 fueron los siguientes:
GrN 15863 Huesos varios 1 2 3 0 ± 3 0 B C
GrN 15864 Sepultura 2 1335 + 15 BC
La calibración de las mismas nos proporciona un 720 d.C. para la primera muestra y un 615 d.C. para la segunda.
Como ya quedó explicado en la memoria correspondiente estas muestras se encontraban entre los 40 y 80 centímetros de profundidad y con toda probabilidad, dadas las continuas remociones del terreno, no iban a proporcionar fechas fiables, en cualquier caso no disponíamos de otro elemento y decidimos hacerlo. Ahora creemos oportuno incluirlas, aunque no puedan ser tenidas en cuenta a la hora de la interpretación de la estratigrafía ya que arqueológicamente consideramos que los enterramientos no pudieron tener lugar en esas fechas. No se encuentra ningún material de esa época ni nada que acompañe a esa cronología. Por otra parte los ajuares metálicos son técnicamente anteriores a los romanos28. Además, la utilización de cerámica en la preparación del lecho y el reconocimiento de todos los que efectuamos el trabajo de campo de que no hay una ruptura o interrupción estratigrá-fica con acusado espacio temporal, nos hacen considerar que tales enterramientos se efectuaron en un momento próximo al final de la ocupación del lugar, coincidente con la llegada de los romanos a esta zona.
28. El estudio metalográfico realizado por el Prof. Carrasquilla, fue publicado en CASTIELLA, A. (1988) O.e. pág. 156.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 275
5. RESULTADOS SOBRE EL ANALISIS POLÍNICO
En base al estudio realizado por Ma José Iriarte29 sobre diecisiete muestras. Es evidente, según la autora, en toda la secuencia polínica el predominio del polen herbáceo.
El diafragma se divide en dos fases:
— Fase a: muestras 2 a 12 (culturalmente coincide con Hierro I). El porcentaje de polen arbóreo oscila entre 2 y 4%. Este estrato se compone fundamentalmente de Pinus, Corylus (avellano) y especies de ribera (alisos, sauces, abedules, olmos y fresnos). La composición del estrato herbáceo se caracteriza por la dinámica de las curvas de Poaceae (gramíneas) y Compositae liguliflora. La presencia de Cerealia certifica la existencia de una actividad agrícola desarrollada probablemente en las inmediaciones del yacimiento. La presencia de Compositae tubuliflora, Plantago y Chenopodiaceae son indicadoras asimismo, de la acción antrópica. Les acompañan taxones como Leguminosae, Ranunculaceae, Cruciferae
— Fase b: muestras 13 a 17 (Hierro II). El porcentaje de polen arbóreo es mayor que en la fase anterior. Este ascenso no se produce por un aumento general de todos los taxones, sino al desarrollo de uno sólo: Pinus. Al contrario, la diversidad de taxones arbóreos desciende, acompañando solamente a Pinus, Corylus y Alnus. En el estrato herbáceo, Compositae liguliflora predominan sobre Poaceae. El resto de los taxones no presenta grandes diferencias con respecto a la fase anterior.
En ambas fases, Filicales, Cyperaceae y Thyphaceae reflejan la presencia, en las inmediaciones del yacimiento, de un curso de agua. (Vid. Fig. 42)
29. Estos análisis serán publicados en extensión por la autora a quien agradecemos este avance.
6. CONSIDERACIONES FINALES
Hemos trabajado en una potencia de yacimiento que oscila entre los treinta centímetros del Sector C y un metro, aproximadamente, en el resto. Al ser un lugar dedicado "desde siempre" al cultivo del cereal, nos encontramos con gran parte del estrato conservado, removido.
A pesar de ello, parece evidente, por la secuencia estratigráfica reconstruible, que el asentamiento de Sansol se debe a gentes culturalmente pertenecientes a la I Edad del Hierro. Perduran en ella, alcanzando la II Edad del Hierro, hecho muy próximo a la llegada de los romanos, que supone su final.
Comprobamos en campañas anteriores como levantaron sus casas con muros de piedra que se adaptan a la roca arenisca, vestigio de playa fosilizada, que presenta fuertes desniveles. La planta rectangular de las viviendas, no sabemos si de estancia única o compartimentada, tiene un tamaño de unos 33 metros cuadrados. La puerta de acceso de unos cincuenta centímetros, se abre en el lado Este. A juzgar por algunos restos de adobe y manteados encontrados, pensamos que con ellos completarían el alzado de los muros y la techumbre, apoyándose en postes de madera, cuya impronta hemos rescatado en varios lugares.
El estudio polínico nos indica una vegetación herbácea con cereales en zonas próximas y escaso arbolado, con las especies diferenciadas en ambos períodos, ofreciendo un paisaje no muy distinto al actual.
276 AMPARO CASTIELLA
La valoración de los restos de fauna, quedó perfectamente reflejada en el citado estudio de Castaños. Recordaremos que hay un claro predominio de especies domésticas indicando una economía en la que la caza ocupa un lugar secundario, representada de forma residual por el ciervo y jabalí.
Las especies más representadas son la bovina seguida de los ovicápridos (indicando actividad pastoril). Son aprovechadas por su leche y lana y también por su carne. El caballo, asno y ganado vacuno, se emplearon tanto para fuerza mecánica como para alimento.
La doble actividad del pastoreo y agricultura queda perfectamente documentada y vemos que su dieta estaría formada por cereales, vegetales e interesantes proteínas cárnicas.
Con todos estos datos, no resulta difícil imaginarse el aspecto de este altozano. Varias casas apiñadas de muros de piedra compartidos y techumbre ligera. Rodeados de campos de cereal, algún árbol junto al río, en un paisaje parecido al de hoy, en donde los animales compartían esto con los hombres.
Pero contamos con otros restos que nos permiten estudiar un aspecto muy interesante de su cultura, me refiero a los enterramientos.
En nuestro intento de determinar el tamaño del poblado, abrimos zanjas en la zona más elevada de Sansol y allí localizamos la necrópolis. El rito de enterramiento practicado fue la inhumación.
En un primer momento, puede resultar increíble o dudosa la adscripción de una necrópolis de inhumación a un asentamiento de la I Edad del Hierro, pero como decíamos en otros trabajos, ahí está la evidencia arqueológica, que después de la nueva campaña creemos más fácil su comprensión.
Esta necrópolis de inhumación, no es caso único en la zona. En el lugar próximo de Echauri, Blas Taracena considera como inhumaciones de esta época las allí localizadas y así lo explica y justifica en 194730. En idéntico sentido lo entendí en 197731 y ahora volvemos a ratificar el dato.
No obstante, conviene aclarar algunos aspectos. Por un lado, vemos que culturalmente (al
30. TARACENA, B. (1947) O.e. pág. 44-45-47-50.
31. CASTIELLA, A. (1977) O.e. pág. 205-206.
margen de las cifras cronológicas) el lugar en estudio pertenece a la I Edad del Hierro. Entendemos por tal a las gentes que viven y emplean una cerámica manufacturada con las mismas características que las recuperadas en Sansol. Hemos visto en las páginas anteriores, cómo este modo de vivir y elaborar sus recipientes no es abandonado en todo el espesor de la estratigrafía conservada; ésta es además porcentualmente superior a la torneada en los niveles I y II y casi exclusiva en el nivel III.
La perduración en el empleo de la cerámica manufacturada nos indica que la llegada de la cerámica torneada celtibérica, aunque indudablemente mejor en calidad, no sustituyó a la producción local manufacturada.
El problema es saber cuándo llega a Sansol esa cerámica torneada. Sería interesante conocer también el poder adquisitivo de sus gentes, que quizás queriendo, no pudieron comprar o adquirir esas vasijas y tuvieron que contentarse con las que tenían.
Quizás este acontecimiento que nosotros identificamos culturalmente con la II Edad del Hierro, no estuvo para nuestros protagonistas, muy lejano en el tiempo a la llegada de los romanos.
Los escasos fragmentos de cerámica sigillata recuperados en la campaña 1986/87, nos indican que los romanos conocieron el lugar, pero no lo ocuparon.
Pensamos que el final de Sansol pudo estar relacionado con la fundación de Pompaelo. No sabemos si de una manera violenta o pacífica, pero la nueva ciudad iba a necesitar gentes para construirla y habitarla y este importante hecho puede explicar el final de Sansol que dista unos 11 kilómetros de la nueva ciudad.
Es probable que corrieran la misma suerte los habitantes de Allomendi en Salinas, Santa Lucía en Pamplona, Machamendi en Ubani y Leguin-Chiqui en Echauri, todos ellos a corta distancia de Pamplona. Quedan en estos lugares, que en la actualidad estamos estudiando, vestigios culturales de la I y II Edad del Hierro, pero no alcanzan la romanización.
Consideramos pues el hecho de una posible perduración cultural en estos lugares, hasta la llegada de los romanos. Debe tenerse en cuenta a favor de esta hipótesis de la perduración cultural, la situación geográfica de la zona -cuenca de Pamplona- alejada de la vía de penetración más importante en la protohistoria que fue el río Ebro.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 277
Este alejamiento explica asimismo su ignorancia o reticencia a la hora de modificar o aplicar "el nuevo" rito de enterramiento. Las necrópolis de incineración -Campos de Urnas- localizadas en Navarra son tres: La Atalaya de Cortes, La Torraza de Valtierra y El Castejón de Arguedas, todas a corta distancia del Ebro, pero no hay ninguna en la Navarra Media, ni en la Cuenca.
Creemos que este alejamiento justifica una perduración cultural puesta de manifiesto no sólo en su ajuar cerámico, como hemos constatado,
sino también en sus ritos como lo demuestran las inhumaciones encontradas.
Esperemos que la continuación de nuestros trabajos permita, en un futuro no lejano, el poder aportar más datos que puedan aclarar cómo fue el final de estos grupos indígenas frente a la llegada de los romanos. Por el momento lo entendemos como un fenómeno de absorción o asimilación por parte del nuevo contingente más poderoso que el indígena.
278 AMPARO CASTIELLA
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4 Lámina I 1. Cara Sur del muro -a-, junto al límite de la cuadrícula, vasija incluida en la roca y al fondo restos de los enterramientos 8 y 9.
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Lámina I 2. Cara N de la cuadrícula, hoyos en la arenisca base. Sansol 1988.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 279
Lámina II 1. Situación y aspecto de los cuatro enterramientos intrusivos en el nivel superior. Obsérvese el desnivel que presenta la cuadrícula.
Lámina II 2. Aspecto del enterramiento n" 5, en el nivel II. Sansol 1988.
Lámina II 3. Enterramiento n" 5, disposición de los restos óseos.
280 AMPARO CASTIELLA
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Lámina III 1. Disposición de la sepultura n° 6. Nivel II. Sansol 1988.
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Lámina III 2. Detalle de la aparición de la jabalina.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 281
Lámina IV 1. Vista general de la cuadrícula con las sepulturas 6 y 7 en el centro.
Lámina IV 2. Detalle de la sepultura 7. Sansol 1988.
282 AMPARO CASTIELLA
Lámina V 1. Nivel III de Sansol, junto al lado AC de la cuadrícula disposición de las sepulturas 8 y 9.
Lámina V 2. Sepultura 8 del nivel III, detalle en primer término de la jabalina.
Lámina V 3 y 4. Frag, de cerámica celtibérica recuperados en el nivel superior.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 283
Lámina VI 1. Fragmentos de cerámica pulida con decoración pintada. Sansol 1988.
Lámina VI 2. Vasija pulida. El borde conserva el pulido efectuado al ser «aprovechada la pieza.
284 AMPARO CASTIELLA
Lámina VII 1. Reconstrucción in situ de la vasija que reproducimos en el n° 2. 3 y 4. Distintos tratamientos de la superficie y motivos decorativos.
CONSIDERACIONES SOBRE EL POBLADO Y NECROPOLIS DE SANSOL 285
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I
Lámina VIII 1. Decoración incisa en el borde y pared de recipientes de superficie sin pulir.
286 AMPARO CASTIELLA
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Lámina IX
Los pobladores del asentamiento protohistórico de Sansol (Muru-Astrain. Navarra)
The human remain from the protohistorical site of Sanso (Muru-Astrain. Navarra)
C. DE LA RÚA"
RESUMEN:
Los pobladores del asentamiento de Sansol (Muru-Astrain, Navarra), pueden considerarse como un grupo indígena, que gozaba de unas condiciones de vida satisfactorias. Según las evidencias óseas y dentarias, el grupo de Sansol poseía un buen estatus sanitario, disponiendo de recursos alimenticios suficientes, proporcionados por una dieta mixta (agricultura y pastoreo). La supervivencia del grupo puede considerarse óptima, dada la escasa mortalidad infantil. Desde el punto de vista demográfico, destaca la ausencia de sujetos juveniles (entre 15 y 21 años), así como un predominio de mujeres entre los adultos jóvenes y de hombres entre los maduros. Considerando la muestra analizada como representativa del conjunto de la población asentada en Sansol, estos datos demográficos son de gran importancia a la hora de apoyar la hipótesis sobre la implicación del poblado de Sansol en la fundación de la ciudad de Pamplona.
A nivel osteológico, destaca la compacidad de la estructura ósea y su elevada estatura. La heterogeneidad de la muestra impide un diagnóstico poblacional de los sujetos de Muru-Astrain. La semejanza con los vascos actuales en algunos ca-
(*) Departamento de Biología Animal y Genética. Facultad de Ciencias Universidad del País Vasco. Apartado 644. 48080 BILBAO
racteres morfométricos, no es suficiente para establecer nexos de filiación más o menos directos, ya que desconocemos como eran los grupos autóctonos prehistóricos de esta área. Ninguna de las evidencias antropológicas existentes sugieren la influencia en Sansol de los grupos de población de origen centroeuropeo, que parecen difundirse en la Península en estas épocas.
SUMMARY:
The human population settled on the site of Sansol (Muru-Astrain. Navarra) can be considered as an indigenous group having a satisfying life condition. It had a good health status with a mixed diet that provided enough food resources. Base on the scarce infant mortality, the group survival should be considered satisfactory. It must be underlined the absence of juveniles (between 15 and 21 years old) as well as a predominant number of women between the youngest adult and of men between the mature ones. Assuming that this is a representative sample of the human population settled on the Sansol site, the demographic results have a great importance in order to support the hypothesis on the contribution of the Sansol population to the foundation of the city of Pamplona.
From the osteological point of view, it must be underlined the compacted bone structure and the high stature. The heterogeneous sample
288 C. DE LA RUA
makes it difficult to establish a definition of the population of Muru-Astrain. Unknowing the anthropological characteristics of the prehisto-rical local groups, not any relationship with an earliest population can be established. None of the anthropological evidences suggest any kind of influence from the Centreuropean populations spreading the Iberian Péninsule over that time
1. INTRODUCCIÓN
1.1. Localization geográfica de la necrópolis
Muru-Astrain es un pequeño pueblo localizado al S.W. de la Cuenca de Pamplona, en la Cendea de Cizur. El asentamiento arqueológico se localiza en el cerrete de Sansol (San Zoilo), lugar elevado entre los 520 y 530 metros sobre el nivel del mar, y desde cuya cumbre amesetada se divisa una buena panorámica. En su cota máxima se alzó la ermita de San Zoilo, hoy actual cementerio de la localidad. Por el Este, procedente del Puerto del Perdón, pasa el barranco de Zari-quiegui, con dirección S-N, y por el Oeste, un ramal del barranco de Zuberri, con idéntica procedencia y dirección. Dicho cerro, por el flanco S.O., conserva parte del muro de defensa. El asentamiento de Sansol estuvo protegido en todo su perímetro por un potente muro o agreste roca, siendo los lados N. y 0. los más inaccesibles (Castiella,1988).
El material antropológico procede de las diferentes campañas de excavación realizadas bajo la dirección de la Dra. Amparo Castiella (Departamento de Arqueología de la Universidad de Navarra), quien nos encomendó su estudio.
1.2 Descripción de los hallazgos
El trabajo arqueológico se realizó en tres zonas: el sector A, que corresponde a la parte más baja y llana del cerro, se ha identificado como zona de vivienda; el sector B, en la parte más alta de Sansol, que es el lugar donde se halló la necrópolis, y el sector C localizado entre los dos anteriores (Castiella, 1988).
Los trabajos en el sector B, realizados en las campañas de 1986 y 1987, pusieron de manifiesto la existencia de ocho sepulturas de inhumación, en diferente estado de conservación y orientadas en dirección E-W. A éstas nos referiremos en el
presente estudio, como Sep. 1 (86-87) a Sep. 8 (86-87) (Fig. 1). En la campaña del año siguiente se pudo ampliar la zona de necrópolis, recuperándose otros nueve enterramientos, que se hallan asimismo en dirección E-W y cuya disposición resulta abigarrada, no guardando uniformidad en las distancias; resultando curioso que algunas sepulturas contiguas (n.° 6 y 7, 8 y 9) compartan las lajas longitudinales. Denominaremos a los enterramientos de esta última campaña: Sep. 1 (88) a Sep. 9 (88) (Fig. 1), en algunos de los cuales destaca que el lecho se halle acondicionado con pequeñas lajas e incluso cerámica. De estos nueve enterramientos, cuatro presentaban muy mal estado de conservación, constatándose únicamente su presencia. Otros cuatro conservaban ajuar, aunque los n.° 8 y 9 han sido excavados sólo parcialmente (Castiella, 1990). Atendiendo a la técnica constructiva, se señalan sepulturas de tipo cista y de muro.
Según la valoración arqueológica "se trata de un poblado de extensión reducida, que se acomoda a la zona más llana del cerro". Su relación con la necrópolis indica que la inhumación de sus muertos se haría en un lugar próximo a la zona de vivienda pero fuera del recinto, en el punto más elevado del cerro.
1.3. Problemática planteada
El hecho de que la muestra antropológica objeto de estudio, se enmarque en el cuadro cronológico y cultural de la Edad del Hierro, plantea una problemática de gran interés, sobre la influencia que las poblaciones procedentes de Centro Europa pudieron tener en nuestra región. El rito de incineración es asimilado en las zonas próximas a las vías naturales de penetración, que tradicionalmente se ha admitido ocurrieron a través de ambos extremos del Pirineo. Mientras que en los Pirineos Orientales se conocen numerosos asentamientos y necrópolis de incineración, sin embargo no se contempla el mismo esquema en el área vasca. Hasta el momento, las zonas de máxima concentración de poblados con influencias culturales centroeuropeas, como el rito de incineración, se refieren a las zonas próximas al Valle del Ebro. De hecho el material antropológico de época protohistórica librado en una y otra parte del Pirineo, es muy escaso. De la localidad de Sare (Lapurdi) procede un cráneo metópico de la Ia Edad del Hierro, actualmente extraviado y del que se conservan algunas mediciones (Riquet & Bonjean, 1965). El yacimiento alavés de la Hoya, situado en el Valle alto del
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 289
Sep. 2
N A
Figura 1 Disposición de las sepulturas excavadas en las campañas de 1986-87 (área rayada) y de 1988.
290 C. DE LA RUA
Ebro, ha proporcionado la única serie antropológica que hasta el momento se conoce en el País Vasco (Basabe & Bennassar, en prensa).
El hecho de que en el asentamiento de Sansol se describa la inhumación como forma de enterramiento, puede tener explicación, según la interpretación histórico-arqueológica (Castiella, 1988), en que tratándose del yacimiento mas septentrional de Navarra, es posible que la influencia de los modos culturales importados por las "invasiones centroeuropeas" quede muy atenuada en esta región, habitada por la estirpe de los vas-cones y con arraigadas influencias de la cultura dolménica. Así, los vestigios de las gentes celtas no se encuentran hasta alcanzar la zona Media de Navarra, desconociéndose su presencia en zonas más septentrionales, de montaña. Estos hechos permiten comprender la perduración del rito de inhumación en esta zona geográfica, alejada de la vía de penetración más importante para la difusión cultural de la Ia Edad del Hierro, el río Ebro (Castiella, 1990).
Junto a estas consideraciones histórico-geo-gráficas, los datos proporcionados por algunos materiales recuperados en la excavación (morfología de un puñal, análisis metalográficos, tipos y proporción de las piezas de cerámica), justifican según la autora de la excavación, la adscripción cronológica de esta necrópolis al período proto-histórico (Castiella, 1990).
Respecto a los modos de vida, parece que su subsistencia se basaba en una economía mixta, agrícola-ganadera, según señala el estudio de los restos de fauna (Castaños, 1988). Desarrollaron actividades de tipo artesanal, como la producción cerámica -que presenta algunos caracteres peculiares-, y probablemente cierta actividad comercial, deducida por las piezas metálicas aparecidas (Castiella, 1990).
2. COMPOSICIÓN DE LA MUESTRA
Gran parte de los enterramientos presentan un deficiente estado de conservación, al parecer debido a los trabajos agrícolas practicados tradicio-nalmente en la zona.
En conjunto, se han detectado evidencias de diecisiete sepulturas cuyo contenido describiremos seguidamente. Los restos óseos identifica-bles, tanto en el interior de las sepulturas como junto a ellas, corresponden a un número mínimo de 24 individuos, de los cuales 19 son adultos y 5 subadultos. En la tabla 1 se observa la distribución por sexos de la muestra.
ADULTOS SUBADULTOS
Hombres Sin determinar
Sep. 1 (86-87) Sep.7(86-87): 2 Sep. 8 (86-87) Sep. 2 (88): 2 Sep.3(88) Sep.4(88) Sep. 5 (88)
Sep. 2 (86-87) Sep. 2 (88): 2 Sep.4 (88) Sep. 6 (88): 2 Sep.7(88) Sep.8(88) Sep.9(88)
Sep. 3 (86-87) Sep. 4 (86-87) entre Sep.3 y 8(86-87) entre Sep.l y 4(86-87)
Sep. 7 (86-87) Sep.1 (88) Sep.6(88)
TOTAL: 9 9 1 5
Tabla 1. Composición de la muestra de Muru-Astrain según distribución por sexos.
En cuanto a la distribución por edades de la muestra recuperada en Sansol, solamente en algunos casos se ha podido alcanzar cierta precisión en la determinación de la edad, la cual se indica en la descripción que sigue. En la muestra hemos distinguido un grupo de adultos jóvenes, que comprende a sujetos entre 25 y 35 años y el grupo de los adultos maduros en el que se incluyen los mayores de 40 años (tabla 2).
ADULTOS SUBADULTOS
JÓVENES MADUROS
25-30 30-40 Sin precisar 40-50 >50 Sin precisar <7 7-15 (Años)
2 2 1 2 1 (n) TOTAL: 10 5 5
Tabla 2. Composición de la muestra de Muru-Astrain según grupos de edad.
De los sujetos identificados como adultos jóvenes, seis son mujeres y cuatro hombres. La proporción de sexos se invierte en los maduros, donde cuatro son masculinos y sólo uno es femenino. La población infantil, de escaso efectivo, pertenece fundamentalmente al segundo período de la infancia (7-14 años); no habiendo podido identificar ningún individuo del efectivo juvenil de la población, integrado por los sujetos entre 15 y 21 años, es decir entre la pubertad y el estado adulto.
El reducido efectivo de sujetos sobre el que se ha podido indicar la edad de muerte, nos impide establecer consideraciones demográficas precisas. Una visión general del conjunto de los datos podría sugerir, con las limitaciones muéstrales indicadas, que nos hallamos ante un grupo pobla-cional con unas condiciones de vida óptimas, dada la escasa mortalidad infantil, principalmente en etapas críticas para la supervivencia, proclives al padecimiento de enfermedades de diversa
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 291
etiología, como son los primeros años de la infancia. Aunque lo fragmentario del material dificulta enormemente la determinación de la edad a nivel óseo, sin embargo resulta llamativo que no se haya recuperado ningún sujeto juvenil, cuya representación sería ciertamente escasa en esta muestra.
En el grupo de los adultos, las mujeres jóvenes son las más numerosas. Esta tendencia de mortalidad podía atribuirse al riesgo añadido que supone la tarea reproductiva en este efectivo de la población. Este hecho ha sido constatado en diversas poblaciones pertenecientes a períodos históricos más cercanos a nosotros (Hassan, 1981). El efectivo de los sujetos maduros, aunque no muy numeroso, está compuesto principalmente por varones en los que la valoración global de su esqueleto indica un estado de salud óptimo, dada la ausencia de alteraciones degenerativas y la escasa incidencia de afectaciones de tipo oral, que frecuentemente se describen en este grupo de edad.
La equilibrada proporción de sexos de los sujetos recuperados en Muru-Astrain, añade un valor de representatividad a la muestra estudiada, a pesar de las deficiencias ya señaladas, que impiden establecer implicaciones paleodemográ-ficas de índole poblacional. Además, no existen evidencias arqueológicas que sugieran la hipótesis de una distribución diferencial de los enterramientos en base a sexo o edad.
Aunque son muy escasos los datos comparativos que poseemos, el poblado de La Hoya ha proporcionado una muestra cuya composición demográfica difiere en gran medida de la de Muru-Astrain. En La Hoya, la población infantil es numerosa; entre los sujetos adultos recuperados, solamente uno supera los cuarenta años de edad, siendo la mayoría de la muestra de sexo masculino.
2.1. Descripción de la muestra
Sepultura 1 (86-87): Se trata de una sepultura de tipo muro que contiene restos óseos fundamentalmente de la cintura pelviana y extremidades inferiores (Fig. 2). De las superiores, sólo se conserva la porción distal de los cubitos y radios. Los restos craneales se limitan a un fragmento de parietal y a la porción temporomas-toidea izquierda. La región pélvica, muy bien conservada, nos ha permitido establecer la siguiente valoración. La morfología general y el ín
dice de relación de la escotadura ciática y diámetro acetabular (89), indican que se trata de un sujeto de sexo femenino. El análisis de la sínfisis del pubis (componentes I, II, III; Krogman Iscan, 1986 ) y la morfología de la superficie auricular (articulación sacroiliaca) permiten asignarle una edad de 25 a 30 años, detectándose signos de varios embarazos (Nemeskeri (1972), cit. en Krogman Iscan, 1986).
El pequeño tamaño de la región mastoidal confirma el sexo femenino, así como la sutura lambdoidea del fragmento parietal, la edad atribuida.
Esta mujer no manifiesta ningún estigma patológico en el esqueleto. Se anota la existencia de "squatting facets", pequeñas facetas localizadas en el borde anterior del extremo distal de la tibia, que deben su nombre a una posible relación con la postura en cuclillas, que es una de las diversas interpretaciones que se ha dado a esta manifestación (Ubelaker, 1978). En el esqueleto 1, estas facetas están más marcadas en la tibia izquierda que en la derecha.
Sepultura 2 (86-87): Esta sepultura de inhumación en cista (Fig. 2) contiene los restos de un varón adulto de edad madura (en torno a los 50 años o incluso mayor), tal y como refleja el grado de sinóstosis de las suturas craneales y la atric-ción de las piezas dentarias. Destaca el cráneo metópico y con gran deformación postmortem, que nos impide tomar en consideración muchas de sus dimensiones. No obstante, hay que reseñar el aplanamiento de la curva sagital y la gran anchura general del cráneo, principalmente en la zona de las sienes (por encima de la región pté-rica), que le otorga una morfología marcadamente esferoide, no atribuible únicamente al me-topismo ni a la deformidad (Fig. 4). El cráneo es robusto, aunque liviano, lo que puede reflejar una cierta decalcificación ósea. Conserva la mandíbula íntegra, aunque están ausentes los M2 y M3 de ambos lados (Fig. 4). El esqueleto post-craneal, aunque incompleto, está bien conservado. Se ha recuperado el hueso sacro, el hemi-coxal del lado derecho -carente de la región sinfi-saria- y los principales elementos de la extremidad inferior de este lado (fémur y tibia). Se conservan los húmeros, cubitos y radios de ambos lados, así como las dos clavículas. Las vertebras conservadas (3 lumbares y 1 dorsal) presentan un aspecto típico de osteoporosis, acorde con la edad madura del sujeto. Aparte de esto, no se observa ningún signo de afectación degenerativa, registrándose únicamente unas ligeras espíenlas a lo largo de la línea áspera del fémur conservado.
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Figura 2 Sansol (Muru-Astrain): sepulturas excavadas durante la Campaña 1986-87 (Fotografías cedidas por A. Castiella).
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL
Figura 3 Sepultura 2(88). En la foto superior se observa el acondicionamiento del lecho con cerámica. (Fotografías cedidas por A. Castiella).
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Figura 4 Sepultura 2(86-87): cráneo (visión lateral, superior y frontal) y mandíbula.
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 295
Acompaña al esqueleto de esta sepultura, un destacado ajuar compuesto por varias piezas metálicas: un cuchillo o puñalito junto a la cadera derecha, un fragmento de una hoja de cuchillo, fragmentos de agujas, un aro de hierro y una arandela de cobre. El estudio de estos elementos metálicos aparece en la correspondiente memoria de excavación (Castiella, 1988).
Sepultura 3 (86-87): Únicamente se conserva un pequeño fragmento craneal de diploe grueso. Con la denominación "entre sep. 3 y 8 " se registran unos escasos restos craneales y la epífisis distal de un cubito. No poseemos datos suficientes para saber si se trata o no del mismo sujeto inhumado en la sepultura 3.
Sepultura 4 (86-87): Se trata de un enterramiento infantil del que se han recuperado ambas escápulas, los dos húmeros, parte de ambos cubitos, las clavículas y algunos restos vertebrales (Fig. 2). La cintura pélvica, en la que se mantienen separadas las tres porciones del coxal, se conserva en buen estado así como el fémur del lado derecho y parte del izquierdo. Se hallan también restos del hueso sacro ( los elementos superiores desgajados como corresponde a un subadulto). Del esqueleto craneal, únicamente se registran pequeños fragmentos no recomponi-bles, parte del maxilar superior y algo más de la mitad derecha de la mandíbula, en la que están emergidos los molares Ml y M2.
Ponderando los datos proporcionados por la dentición y por la cronología de la fusión de los elementos esqueléticos, consideramos que se trata de un préadolescente de unos 12 años de edad, advirtiéndose una relativa asincronía entre el estado de calcificación de los dientes y el de maduración del esqueleto postcraneal, lo que nos hace pensar en un sujeto de sexo masculino, dado que para una misma tasa de calcificación dentaria, los varones presentan un ritmo mas lento de maduración esquelética.
Entre la sepultura 1 y 4 (86-87): Se recogen unos restos pertenecientes a un individuo subadulto, representado por pequeños fragmentos craneales, una porción diafisaria de fémur, el borde distal de un hueso largo en estado de formación (probablemente el húmero), parte del anillo superior del sacro y un premolar inferior (PM2) completamente formado y sin signos de atricción. Estos datos indican que es un subadulto, cuya edad podría estar entre los 10-12 años; aunque creemos que se trata de un sujeto diferente al recuperado en la sepultura 4 ya que tanto el tamaño del premolar como el de la diá-fisis del fémur son notablemente menores en este
caso. Ignoramos si estos dos niños, de edades semejantes, fueron enterrados en la misma sepultura.
Sepultura 5 y 6 (86-87): No disponemos de ningún resto óseo perteneciente a estos enterramientos, descritos como de tipo muro. Unicamente existen dos esquirlas óseas no identifica-bles, sigladas como sep. 5.
Sepultura 7 (86/87): Se hallan restos craneales y postcraneales pertenecientes a varios sujetos (Fig. 2). La escasa profundidad a que se descubrió este enterramiento, la dificultad de su excavación y la meticulosidad en la recogida, condujo a que se diferenciara con siglas diferentes el material recuperado en esta sepultura. Con la sigla 7-1, encontramos elementos postcraneales que corresponden a dos adultos y a un subadulto. Existen restos de dos parejas de fémures (derecho e izquierdo) en diferente estado de conservación, estando íntegro solamente uno de ellos. Se encuentran además una pareja de tibias, la derecha únicamente representada por la epífisis distal; restos de dos húmeros, dos radios y dos cubitos, además de una pelvis ( dos hemicoxales y un sacro) en estado de conservación bastante bueno. Estos elementos óseos pertenecen a dos sujetos adultos posiblemente de sexo femenino, ya que la pelvis conservada pertenece -con gran probabilidad- a una mujer, y los elementos del miembro inferior correspondientes nos dan una indicación del grado de desarrollo que alcanzan las inserciones musculares en este sexo, lo que nos permite asignar el resto del material a otra mujer de complexión muy parecida a la definida por la pelvis.
El sujeto subadulto viene representado únicamente por un fémur incompleto, la epífisis distal de una tibia y restos de dos vértebras. Dado lo fragmentario del material, únicamente se puede aventurar una edad inferior a 8 años.
También con la sigla 7-1 aparecen diversos fragmentos craneales que pueden pertenecer a más de un individuo. Hay que destacar la presencia de un fragmento de hueso frontal en el que persiste la sutura metópica y que pertenece probablemente a una mujer, por el escaso desarrollo de la región superciliar y de las improntas musculares, aunque el espesor del diploe de los fragmentos craneales es bastante considerable. Las suturas craneales presentan un grado avanzado de sinóstosis, estando las porciones C2 y C3 de la coronal prácticamente borradas. Ello indica una edad superior a los 40 años, madurez que asimismo se registra en las facetas sinfisarias de la pelvis, en la que no parece existir signos de alumbramiento.
296 C. DE LA RUA
Con la sigla 7-2, hallamos unos escasos restos óseos de un sujeto adulto y otro suba-dulto. Los del adulto pertenecen, sin duda, a una de las mujeres descritas como 7-1 ya que los trozos de cubito siglados como 7-2 casan con los siglados como 7-1 y asimismo el fragmento de diáfisis tibial concuerda con los de otra hallados en 7-1. También puede considerarse femenina una mandíbula, mal conservada, de aspecto grácil, carente de relieves musculares y de apófisis geni. La dentición, de tamaño pequeño y atricción media está completa (Fig. 5).
Por último, y con las siglas sep. 7, existen restos diversos de escasa consideración, entre los que hay que destacar unos pocos fragmentos craneales que muestran segmentos suturales con si-nóstosis incipiente en la cara endocraneal. Las porciones C3 y S2 conservadas, denotan una edad en torno a los 30 años. El espesor del diploe es mediano pero no podemos verificar el grado de desarrollo de las impresiones musculares en estos exiguos fragmentos. No obstante, se conserva una mandíbula algo fragmentada, cuya morfología y gracilidad es bastante semejante a la registrada como 7-2. Los dientes presentan una atricción moderada.
Una única pieza dentaria, un incisivo inferior de leche de pequeño tamaño, indica la presencia de un niño de corta edad, entre 3 y 5 años, en la sepultura 7.
Una valoración conjunta de estas evidencias óseas, pone de manifiesto que de la sepultura 7, de tipo cista, se han recuperado restos de al menos tres sujetos. Dos son mujeres adultas, una de edad madura, superior a los 40 años (a quien corresponde probablemente el fragmento de frontal metópico) y la otra más joven, en torno a los 30 años. Avalan este diagnóstico una pelvis típicamente femenina, la gracilidad del esqueleto postcraneal y de las mandíbulas y la existencia de fragmentos craneales pertenecientes por lo menos a dos sujetos distintos, que presentan un grado de sinóstosis de las suturas craneales, asimismo diferente. El tercer inhumado es un niño de unos 3 a 5 años de edad.
Sepultura 8 (86-87): Se recuperan escasos elementos esqueléticos de un sujeto adulto que ofrece dudas sobre el diagnóstico sexual. El fragmento de la escápula izquierda, con espina poco desarrollada y cavidad glenoidea de pequeño tamaño (25 mm. de anchura), es propio de una
Figura 5 Mandíbula recuperada en la Sepultura 7, perteneciente a una mujer adulta joven.
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 297
mujer. También lo son las dimensiones del esternón que se conserva íntegro, las de un fragmento cubital y las vértebras existentes (seis cervicales). Sin embargo, los fragmentos humerales tienen un aspecto compacto. Del cráneo se conservan parte de la región parieto-occipital y un fragmento facial que contiene el malar y maxilar superior del lado derecho. El grosor del diploe es mediano, sin embargo las crestas nucales y el inión están apenas marcados. Estos elementos indican como diagnóstico más probable el sexo femenino.
Es difícil una determinación precisa de la edad de este sujeto. No se ha iniciado aún el cierre de la sutura lambdoidea en su lado endo-craneal y ía dentición presenta un desgaste moderado. La comparación de estos datos con los de otros sujetos de la población en los que se ha realizado un diagnóstico de edad más seguro, permite atribuir al esqueleto 8, entre 25 y 35 años.
Sepultura 1 (88): Se trata de un enterramiento infantil del que existen escasos elementos óseos. La dentición presenta alternancia de piezas deciduas y definitivas, cuyo grado de desarrollo indica una edad entre los 8 y 9 años. Los únicos restos de esqueleto postcraneal existentes (fragmentos de húmero y radio) ofrecen un estado madurativo acorde a dicha edad (así por ejemplo, incipiente aparición de la troclea humeral). Los fragmentos craneales son muy escasos, haciendo inviable su recomposición.
Sepultura 2 (88): Con las siglas Sep. 2 se registran diversos elementos postcraneales pertenecientes a varios sujetos de distinto sexo. El estado de conservación es deficiente, estando incompletos prácticamente todos los huesos (Fig. 3). La existencia de fragmentos diversos correspondientes a: tres húmeros (dos izquierdos y uno derecho), dos radios (derecho e izquierdo), tres fémures (dos izquierdos y uno derecho) y una tibia, permiten asegurar la existencia de dos individuos de sexo masculino, dada la enorme robustez de todos los elementos óseos citados, junto a ésto se registran fragmentos, muy limitados, identificables como tres húmeros (dos derechos y uno izquierdo) y dos radios del lado izquierdo. Estos elementos óseos se pueden asignar con toda seguridad a otros sujetos diferentes, dada la diferencia de robustez con los primeros. Por ello, probablemente se trata de dos mujeres. Del esqueleto craneal se conserva una mandíbula incompleta -cuyo tamaño y morfología son propios de una mujer-, restos de un
maxilar superior de mayor tamaño y parte de un frontal de un sujeto masculino.
Podemos por tanto, identificar en la sepultura 2 cuatro sujetos adultos distintos, dos hombres y dos mujeres, cuya edad resulta imposible precisar. La atricción moderada de las piezas dentarias conservadas y la ausencia de signos degenerativos en los escasos elementos óseos conservados, abogan a favor de sujetos adultos jóvenes.
Sepultura 3 (88): Se conservan escasos elementos óseos de este enterramiento, apenas unos fragmentos craneales y la extremidad distal incompleta de un húmero. La existencia de la región petrotimpánica derecha, con una apófisis mastoides de pequeño tamaño y el aspecto general de los fragmentos óseos conservados, orientan a un diagnóstico sexual femenino. Se trata indudablemente de un sujeto adulto, siendo imposible precisar la edad a que murió.
Sepultura 4 (88): El material, muy fragmentado, siglado como Sep. 4 MA 88, pertenece a un mínimo de dos sujetos adultos, posiblemente de distinto sexo. Del cráneo se conservan restos de dos maxilares, dos regiones petrotimpánicas derecha e izquierda de sujetos diferentes. El esqueleto postcraneal está representado por varios fragmentos radiales (3), humerales (3), las diáfisis de cuatro tibias (2 derechas y 2 izquierdas) y de cuatro fémures. Por la morfología general, estos huesos pueden asignarse a un hombre y a una mujer, siendo muy difícil deducir su edad. El sujeto masculino es probablemente un adulto joven por el escaso desgaste dentario que presenta. Según esto, la mujer presenta una edad funcional de los dientes mucho mayor.
Sepultura 5 (88): Este enterramiento, descrito como el mejor conservado en cuanto a estructura, no presenta una correspondencia en el material óseo recuperado, que se limita a unos escasos fragmentos craneales (maxilar, órbitas,...) y postcraneales, probablemente debido a la fragilidad de los restos óseos, que dificulta enormemente su recuperación.
Desde el punto de vista antropológico, y dados los limitados fragmentos óseos con que contamos, no podemos señalar ninguna característica de este enterramiento que pudiera explicar la peculiaridad observada en su estructura. Unicamente podemos decir que se trata de una mujer adulta joven.
Sepultura 6 (88): En este enterramiento se señala el acondicionamiento del lecho del difunto con pequeñas lajas y fragmentos de una vasija (en
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la zona de la pelvis), hallándose además una jabalina a la altura del coxal izquierdo (Castiella, 1990). Los restos óseos recuperados en esta sepultura y junto a ella, pertenecen al menos a dos sujetos adultos de sexo masculino y a uno suba-dulto.
Se conservan distintos elementos postcra-neales en estado de conservación variable, algunos reconstruibles (2 fémures, 1 húmero, 2 radios y 2 cubitos) y otros fragmentarios. Los restos craneales pertenecen a dos individuos adultos. Se conserva una mandíbula en buen estado, robusta y con gran desgaste dentario. Asimismo existe una calota incompleta, en la que se aprecia una morfología de interés para su definición antropológica. La norma posterior ofrece un evidente redondeamiento y la lateral un aplanamiento superior con ligera depresión postbreg-mática (Fig. 6). Las suturas craneales están completamente obliteradas. Las evidencias craneales y postcraneales denotan cierta robustez de estos dos sujetos masculinos, uno de ellos de edad probablemente madura.
Junto a ellos, se encuentran algunos restos de un individuo subadulto: fragmentos de la pelvis y de la escápula, diáfisis y epífisis de diversos huesos, presentando ausencia de fusión las cabezas del húmero y fémur. La valoración conjunta de su estado de desarrollo indica una edad inferior a los 15 años.
Sepultura 7 (88): En este enterramiento se describen algunos aspectos de interés; por un lado la preparación del lecho con lajas y el hallazgo de un fragmento de puñal en la zona de la pelvis, y por otro la ausencia de cabeza (Castiella, 1990). En los restos óseos analizados no hay evidencias de ningún elemento craneal ni de la porción cervical del raquis, únicamente se hallan fragmentos de algunas vertebras dorsales y lumbares.
De la cintura pelviana se conserva el coxal izquierdo, sin la región pubica, el fémur del mismo lado, las tibias y los peronés, todos ellos incompletos. La cintura escapular está representada por el húmero izquierdo y la porción proximal del cubito y el radio.
Destacan en este sujeto adulto masculino la existencia de excrecencias óseas y osificaciones ligamentosas a distintos niveles. Las primeras aparecen en las superficies de las articulaciones costales de algunas vértebras, en la falange distal del primer dedo del pie y en la epífisis proximal del fémur (cara ventral del trocánter mayor e inicio de la línea áspera). Se observa además la osifica
ción del ligamento del bíceps braquial en el fragmento cubital conservado y del tendón de aquiles en ambos calcáneos. Estas manifestaciones, no descritas en ningún otro enterramiento, nos hacen pensar en un sujeto de edad madura.
Sepultura 8 (88): Del enterramiento 8 subsisten una calota craneal y una gran porción de la cara -que resulta difícil adaptar al cráneo-, el cubito, radio y húmero izquierdos y restos fragmentarios del raquis, clavícula y pelvis.
Se trata de un sujeto masculino de edad superior a los 40 años. Su cráneo presenta un diploe grueso pero carece de rasgos de gran robustez, siendo moderados el desarrollo de la glabela, arcos superciliares e inion, y la mastoides mediana. En norma lateral se dibuja un cierto saliente del occipital. El frontal presenta un abombamiento e inclinación mediana, de aspecto moderno. La bóveda reconstruida deja traslucir cierto aplanamiento de la curva sagital. La cara es alta; la nariz y órbitas de altura mediana. Estas últimas presentan el reborde infero-externo algo inclinado hacia abajo. En norma posterior presenta bóveda redondeada y los planos parietales dirigidos hacia dentro en la región mastoidal (Fig- 7).
La mandíbula, de aspecto masivo, presenta gonios vigorosos y evertidos. El notable desarrollo de los tubérculos mentonianos le da un aspecto cuadrangular en vista inferior. Lateralmente el perfil del mentón no es muy agudo. Las líneas oblicuas externas e internas están marcadas así como las apófisis geni (Fig. 7).
Sepultura 9 (88): Consta fundamentalmente de una calota perteneciente a un sujeto adulto, metópico. Aunque el diploe es compacto y grueso, el aspecto general es grácil, con las líneas nucales poco marcadas y los arcos superciliares moderados. Presenta ligera prominencia occipital, con protuberancias parietales altas y evidentes (Fig. 8).
Carece de esplacnocráneo, conservando el hemimaxilar y malar derechos que permiten suponer una órbita de mediana altura y una nariz estrecha. Se conserva un fragmento mandibular de aspecto grácil, con escaso desarrollo de los tubérculos mentonianos y un mentón agudo. Las apófisis geni están prácticamente ausentes.
El aspecto general del cráneo hace difícil un diagnóstico sexual; sin embargo, los escasos fragmentos postcraneales conservados apuntan hacia el sexo masculino (clavícula robusta, epífisis proximal del cubito masiva y tamaño de la
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cavidad glenoidea de la escápula). El desgaste moderado de los dientes y el estado de las suturas craneales permiten suponer una edad entre los 30-40 años.
2.2 Valoración general de los hallazgos
La somera descripción de los hallazgos antropológicos referida anteriormente, pone de manifiesto algunos hechos de interés que pueden contribuir a acercarnos a la realidad biosocial del grupo humano asentado en Sansol.
Destaca en este grupo, la existencia en un cierto número de sujetos, de la sutura metópica (mediofrontal), cuya persistencia en el adulto ha sido interpretada de formas diversas. Aunque algunos autores han relacionado esta sutura con alteraciones de tipo endocrino (asociación con cretinismo), sin embargo pudiera deberse a factores hereditarios, mal conocidos, y que algunos sugieren se hallarían en relación con otros fenómenos de no sutura en el plano medio (fisura palatina, espina bifida), alteraciones no constatadas en esta muestra, aunque sí se han detectado huesos suturales (wormianos) en los cráneos me-tópicos. La frecuencia de aparición de este rasgo en Muru-Astrain (16,7%), muy superior a la media registrada en la población europea (8% aproximadamente), así como la localización de los sujetos metópicos en el cementerio, permiten sugerir la existencia de vínculos familiares en la muestra.
Otro hecho que merece destacarse es la existencia de ajuar de diversa consideración en algunos enterramientos. La valoración antropológica de los sujetos allí inhumados pone de manifiesto que en todos los casos se trata de varones de edad madura. No parece casual que el acondicionamiento del lecho se dé en dos sepulturas contiguas, pertenecientes a dos sujetos masculinos de avanzada edad (Sep. 6 (88) y 7 (88)), características que comparten con el varón enterrado en la sepultura 2 (86-87), en la que se registra asimismo un destacado ajuar. Debemos señalar también, que uno de los enterramientos acompañados de ajuar (Sep. 2 (86-87) ) pertenece a un individuo metópico. Estos hallazgos sugieren la existencia de un comportamiento social en que podría definirse algún tipo de rango o tratamiento diferencial, en base a parámetros difíciles de conocer (familiares, de edad) con los datos de que disponemos.
Desde el punto de vista de la morfología craneal se verifican algunas características de interés
antropológico. Aunque son escasos los cráneos disponibles, se describe en algunos un relativo aplanamiento de la región superior de la bóveda en norma lateral, así como una destacada anchura transversal que confiere la morfología esferoide y bombiforme, descrita en algunos casos (figuras 4 y 6). Los cráneos masculinos, aunque presentan un espesor óseo considerable, sin embargo no pueden considerarse robustos en rasgos tales como la prominencia de la glabela y arcos superciliares, ni en el desarrollo de las apófisis mas-toides y de las líneas nucales. En el patrón morfológico mandibular se diferencia claramente un grupo de aspecto masivo, con rama ancha y cuerpo alto (fíg.7), de otros restos mandibulares mucho más gráciles. La morfología del esqueleto facial, que resulta determinante para la caracterización antropológica, es difícil de describir con los escuetos elementos de que disponemos. Aislados fragmentos orbitarios indican órbitas de altura mediana, verificándose en un caso la angula-ción del borde inferoexterno de la órbita. Las porciones nasales conservadas no son suficientemente representativas, aunque apuntan hacia una morfología nasal estrecha y mediana. Solamente en un caso se conserva el esqueleto facial (sep.8 (88)), que ofrece una cara de cierta altura.
Tras la observación morfológica de la muestra de Muru-Astrain, podemos señalar la ausencia casi total de afectaciones de tipo degenerativo, tanto de origen primario como secundario a otras patologías. Tampoco se registran en los restos óseos, alteraciones de tipo infeccioso ni traumático. Dado que el mantenimiento del tamaño poblacional, la mortalidad, longevidad y el estatus sanitario son una medida del éxito ecológico de un grupo humano, podemos suponer la existencia en este poblado, de unas condiciones de vida satisfactorias, ya que la supervivencia puede considerarse óptima, la mortalidad infantil baja y el estatus de salud bueno.
Con las limitaciones que condiciona lo fragmentario del material y su representatividad, puede sugerirse que la población asentada en Sansol presentaba una óptima adaptación al ecosistema, con una obtención de recursos adecuada para mantener una calidad de vida muy aceptable para la época. Considerando que la adaptación biológica ocurre en un contexto ecológico que tiene predominantemente un componente cultural y tecnológico (Weiner, 1975), podemos decir que en Muru-Astrain, las bases económicas y culturales -verificadas en las evidencias de la fauna y elementos materiales-, apoyan lo suge-
300 C. DE LA RUA
rido sobre el éxito ecológico del grupo humano allí asentado.
3. ANALISIS MÉTRICO Y COMPARACIONES
La penuria de restos antropológicos propia de una época en que domina el rito de incineración, reduce enormemente la posibilidad de comparación con otros grupos humanos contemporáneos del asentamiento protohistórico de Sansol. Los de mayor proximidad cronológica y geográfica son los siguientes.
El poblado de la Hoya (Laguardia, Álava) aunque ha proporcionado una población infantil numerosa, ofrece una reducida muestra de individuos adultos. Todos los datos que siguen, los hemos tomado del estudio antropológico del yacimiento de la Hoya realizado por Basabe & Bennassar, que permanece aún inédito. La muestra estudiada está compuesta por entre ocho y diez sujetos, de los cuales uno es infantil, otro subadulto femenino y el resto varones entre 20 y 30 años, excepto un esqueleto decapitado (LH 108) que superaría los 40 años. De éstos, únicamente los restos craneales de tres sujetos son aprovechables en alguna medida: LH 63 (frontal y parte de un esplacnocráneo masculino), LH 73 (esqueleto masculino completo, muy deteriorado, con pérdida de substancia y ligera plagioce-falia) y LH s/n (subadulto femenino con pérdida de substancia).
En la localidad de Sare (Lapurdi) se halló un cráneo metópico perteneciente a un varón adulto joven, que carecía de región posterior y que fue asignado a la Edad del Hierro. Se conservan algunas medidas que indican una probable braqui-crania y cierta altura auricular, lo que le alejaría de los pobladores dolménicos y de los vascos actuales. La cara es alargada y la estatura pequeña (inferior a 1,60 mts.) (Riquet Bonjean, 1965).
En la Cueva de Ojoguarena (Burgos), lindante con Cantabria y el Pais Vasco, se halló el esqueleto de un varón subadulto de la Ia Edad del Hierro (Basabe, inédito).
En el mencionado estudio antropológico de la Hoya (Basabe & Bennassar) se señalan las deficiencias de la muestra en cuanto a representati-vidad, no sólo por lo escaso e incompleto de los sujetos, sino también por "la posible hibridación a que pudieron haber estado sometidos en la pro-tohistoria los enclaves de población asentados en las márgenes del Valle Alto del Ebro".
A este hecho se atribuyen las afinidades encontradas entre el sujeto LH 73 de la Hoya y el esqueleto de Ojoguarena, que presenta influencias hallstátticas en sus dimensiones y morfología. La coincidencia para algunos índices con las series mediterráneas usadas de cotejo, confirman asimismo este fenómeno de mixovariación.
Teniendo en cuenta la doble coordenada cronológica y geográfica, se efectuarán las comparaciones que a nuestro juicio, permitan el diagnóstico más preciso posible de las gentes asentadas en Muru-Astrain. Por un lado, consideramos oportuno su cotejo con los enclaves protohistó-ricos anteriormente mencionados, a los que añadiremos las series Hallstátticas del S.O. alemán y de Sublaines de Francia (Riquet & Brenot, 1976). Asimismo analizaremos las posibles concordancias y/o diferencias con algunas series antropológicas consideradas representativas del substrato racial mediterráneo, tales como los pobladores neo-eneolíticos de la región Valenciana (Fuste, 1957) y los restos procedentes de la necrópolis de época romana de Tarragona y Ampurias (Pons, 1949).
Por otro lado, la localización de Muru-Astrain en el territorio de los vascones y con posible influencia de la tradición dolménica de las sierras pirenaicas, aconsejan su análisis comparativo con los grupos humanos autóctonos. Sin embargo, el material óseo procedente de las estaciones dolménicas de Navarra y Guipúzcoa es muy fragmentario, no existiendo apenas datos numéricos, aparte de las descripciones de Aran-zadi en las respectivas memorias de excavación (Aranzadi y Ansoleaga, 1915 y 1918; Aranzadi y Barandiarán, 1924; Aranzadi, Barandiarán y Eguren, 1919 y 1920), dónde señala la existencia en diversos yacimientos, de restos craneales con características del tipo Pirenaico Occidental -tales como sienes hinchadas y maxilar ortog-nato- advirtiendo, no obstante, cierta heterogeneidad en estas poblaciones Neo-eneolíticas. Asimismo utilizaremos la serie de vascos actuales, reunida por nosotros (de la Rúa, 1985), como representativa de la población vasca en general, aunque los navarros no son el componente más numeroso de esta serie.
3.1. Comparaciones craneales
La muestra de La Hoya está constituida por variantes poco adecuadas para la extrapolación en cuanto a la composición antropológica de este poblado protohistórico. Lo exiguo de la muestra,
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL
I I I ! I I I ! I I I I I I I I T~T n i i i i n i i i i g-in eu-eu co-co ba-b A.bóv. ar . t r ar. f r ar.oc cu.fr cu.oc ¡nc.fr I. v. I. I. a. I. L t . f r l.s.f
g-op n-ba f t - f t biast. po-b C.hor. ar.tot ar.pa ar.es cu.pa cu.es I.cef l.v.t. I.a.t l.t.f.p l.s.p
Gráfico 1
g-in eu-eu co-co ba-b A.bóv. ar . t r a r . f r ar.oc cu.fr cu.oc inc.fr I.v.I. La.I. L t . f r l.s.f l.s.oc g-op n-ba f t - f t biast. po-b C.hor. ar. tot ar.pa ar.es cu.pa cu.es I.cef l.v.t. i.a.t l.t.f.p l.s.p l.s.es
Gráfico 2
302 C. DE LA RUA
la heterogeneidad de los individuos y las alteraciones morfológicas consignadas, nos obligan a reducir las comparaciones a un solo esqueleto (LH 73). Los sujetos de Muru-Astrain también se consideran individualmente para las comparaciones, dado lo exiguo de la muestra.
Los datos métricos correspondientes a los cráneos de Muru-Astrain se muestran en las tablas 8 y 9. En la gráfica 1 se representan las diferencias métricas estandarizadas existentes entre los sujetos estudiados y la población base de la comparación (Neo-eneolíticos de la región valenciana), serie que posee un claro componente racial mediterránido. En la gráfica 2 se utiliza como base de la comparación una serie de cráneos vascos actuales.
Estas comparaciones a nivel del neurocráneo, ponen de manifiesto la gran heterogeneidad existente, tanto entre las series protohistóricas utilizadas en la comparación como entre los sujetos recuperados en Muru-Astrain. Resultado que por otra parte era de esperar, dado que el varón de La Hoya parece presentar una mezcla de componentes mediterráneos con elementos centroeuro-peos (Basabe & Bennassar, en prensa) y el ejemplar de Ojoguareña a pesar de su juventud, ha sido definido tipológicamente como nórdico halls-
táttico (Basabe, inédito). Esta heterogeneidad se acentúa por la diversidad y fragmentación de los cráneos de Muru-Astrain.
Una valoración general de estos datos nos indica que los sujetos navarros estudiados, presentan diferencias evidentes con la población mediterránea del Levante español, que se acentúan por el elevado valor de las anchuras transversales (biparietal y frontal máxima) de MA-6 y MA-2, y las reducidas dimensiones verticales de MA-8 y MA-2 que configuran una oscilación muy marcada de los índices vertico-longitudinal y aurí-culo-longitudinal. Los fragmentos craneales del sujeto MA-6 ofrecen una morfología parietal claramente divergente tanto en el arco y cuerda parietales como en los índices en que intervienen estas dimensiones. La comparación con los cráneos vascos actuales corrobora lo ya apuntado de las dimensiones de algunos cráneos de Muru-Astrain, cuya variación presenta menores oscilaciones en torno a la serie base (vascos actuales); variación que en todos los casos queda limitada en el rango de dos unidades, a excepción de las dimensiones parietales de MA-6. Resulta digno de destacar las mayores oscilaciones de los sujetos de la Hoya y de Ojoguareña en relación a los vascos utilizados como base de la comparación.
4 - 1
3 -
2 -
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~~1 I i I I 1 i I I I 1 I i 1 1 I 1 i g-¡n eu-eu co-co ba-b A.bóv. ar.tr ar.fr ar.oc cu.fr
g-op n-ba f t - f t biast. po-b Chor. ar.tot ar.pa ar.es
Gráfica 5
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 303
Respecto a los Hallstátticos de Sublaines (Ri-quet, 1976) la comparación gráfica efectuada -limitada a unas pocas dimensiones del neuro-cráneo- carece de significación, dada la escasa información que estas variables proporcionan para la definición antropológica (Gráfica 5). Unicamente se puede destacar que los sujetos de Muru-Astrain presentan valores inferiores para las alturas craneales.
Las dimensiones faciales, que son de gran relevancia para la caracterización antropológica, se limitan en nuestra muestra a un único esplacno-cráneo -parcialmente conservado- y a varios fragmentos orbitarios (tabla 8). El ejemplar conservado (MA-8) ofrece una cara alta, de órbitas bajas y nariz estrecha. En la altura facial y nasal coincide con los ejemplares de La Hoya y de Ojoguareña, discrepando por la menor altura orbitaria y estrechez de la nariz. Esta morfología facial difiere de la presentada por los hallstátticos del S.O. alemán, a los que únicamente se asemeja en la escasa altura de las órbitas.
En relación a las medidas mandibulares, las comparaciones se han efectuado con los vascos actuales (Gráfica 4) y con una serie mediterránea de Tarragona de época romana, por su integridad y número (Gráfica 3). Se verifica lo ya consignado a la observación morfoscópica sobre la existencia de dos variedades morfológicas claras entre las mandíbulas de Muru-Astrain. Por un lado están las formas robustas (por ejemplo MA-8), y por otro las gráciles, como MA-2. La comparación pone de manifiesto una mayor concordancia de las robustas con los mediterráneos de Tarragona que con los vascos actuales. Sin embargo las formas gráciles acentúan su diferencia con la serie mediterránea, principalmente por el menor valor de las medidas transversales -bicon-dilea y bigoniaca- y de la rama mandibular.
3.2. El esqueleto postcraneal
Aunque poseemos elementos postcraneales de mayor número de sujetos que los identificados por el cráneo, el material conservado es muy fragmentario, habiéndose tomado todas las dimensiones posibles únicamente en el esqueleto de los sujetos adultos (tablas 3 a 7). Desde el punto de vista morfoscópico ningún elemento óseo ofrece particularidades de interés. En términos generales, los huesos son compactos y con inserciones musculares definidas, existiendo un claro dimorfismo sexual a este nivel.
La estatura ha sido calculada según las fórmulas de Trotter & Gleser (Ubelaker, 1978), uti
lizando los elementos esqueléticos disponibles en cada caso, con especial atención a aquellos que proporcionan el menor error standar. La talla de los hombres puede considerarse elevada. En los casos en que ha podido ser calculada, la mayoría superan los 168 cms., alcanzando 171 cms. algunos de ellos. La talla de las mujeres, determinada únicamente para tres esqueletos, es mediana e incluso alta (160 cms., Sep. 1). Estas cifras son elevadas para los datos que conocemos de algunas poblaciones prehistóricas e históricas. La media femenina para la población de la Meseta española durante el Neolítico-Bronce I es 158 cms. (Garralda, 1974), dato que al estar basado en el cubito, suele resultar una sobreestimación. Para la población medieval de Cataluña y zonas limítrofes, las medias estimadas son de 170 cms. en los hombres y 157 cms. en las mujeres (Vives, 1990). Los valores que poseemos para algunas poblaciones hallstátticas centroeuropeas, oscilan entre 168 y 172 cms. como promedio masculino. Los sujetos de La Hoya son de estatura mediana, exceptuando un varón alto (171 cms.) y otro bajo (158 cms.) (Basabe & Bennassar, en prensa). Teniendo en cuenta esta oscilación temporal y geográfica, la talla de los pobladores de Sansol (Muru-Astrain), puede considerarse elevada, principalmente en los varones.
Una idea sobre la robustez del esqueleto de los sujetos de Muru-Astrain, nos la pueden proporcionar diferentes parámetros, entre ellos los diámetros tomados en la mitad de la diáfisis del fémur y el índice de robustez de esta pieza. Los valores calculados denotan una robustez clara en los sujetos masculinos, siendo las mujeres débiles para las proporciones femorales. Según el índice pilástrico, los varones presentan una cierta variabilidad en el desarrollo de la pilastra, siendo fuerte en algunos casos y mediana o incluso débil en otros; en las mujeres, la pilastra es predominantemente débil. Según estos valores, el desarrollo de la línea áspera no es muy marcado en los sujetos de Sansol.
Las tibias conservadas son muy escasas, siendo la robustez media en ambos sexos, destacando el varón de la sepultura 2 (86-87) por una evidente corpulencia, manifestada también en otros elementos esqueléticos. En cuanto a la morfología tibial, tiende a ser redondeada a nivel del orificio nutricio (mesocnemia en mujeres y euricnemia en varones). Esta tendencia al redondeamiento de los huesos largos, se da también en el húmero de ambos sexos, que además es de una cierta robustez en los hombres, no habiendo podido calcularse en las mujeres. Existen muy escasos elementos del miembro superior y general-
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i—r go-go A l t . s in f . Es.sinf A l . r a m a
co-co a l l . cuerp Es.cuerp L.total gna-go
A.biment A .máx . r . Ag.gon A .min . r . Pr.esc Ag.s in f
c o r - c o r po-go A l . r a .p . I .go/co l . rama L.cuerp AL . fo r . A l . co r . I.mand l . rb.s inf
Gráfica 3
i — i — i i i i—i i i — i — r Alî.sinf. Es.sinf AI.rama A.biment A.máx.r. Ag.gon cor-cor po-go Al.ra.p. I.go/co l.rama
L.total gna-go A.min.r. Pr.esc Ag.sinf L.cuerp AL.for. Al.cor. I.mand l.rb.sinf go-go
co-co alt.cuerp Es.cuerp
Gráfica 4
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 305
mente en estado fragmentario. Los más íntegros pertenecen a sendos sujetos masculinos de acusada corpulencia (Sep. 2 (86-87) y Sep. 8 (88)). Las clavículas conservadas son muy robustas según el perímetro en la mitad y de longitud mediana en base al índice clavículo-humeral. La proporción del antebrazo en relación al brazo, indicado por el índice braquial, entra en la categoría de mediano tendente a largo.
Resumiendo las características fundamentales del esqueleto postcraneal, podemos decir que los pobladores de Muru-Astrain son de elevada estatura. La escasez y fragmentación del material impide generalizar sobre el biotipo de estos sujetos. Los elementos óseos poseen una estructura compacta y robusta; las inserciones musculares aunque visibles, no producen grandes relieves sobre los huesos largos, por lo que las diáfisis tienden a ser redondeadas. El dimorfismo sexual es bastante claro a nivel del esqueleto postcraneal. Si comparamos los sujetos de Muru-Astrain con los del poblado protohistórico de La Hoya, parece que estos últimos son sensiblemente más pequeños y más gráciles.
4. CONSIDERACIONES FINALES
El estudio antropológico, con las limitaciones que condiciona la muestra conservada, apoya la interpretación arqueológica de Sansol, como asentamiento ocupado por un grupo indígena, con recursos económicos suficientes y con una dieta mixta (agricultura y pastoreo), cuya adecuación se refleja tanto en la supervivencia del grupo como en su estado sanitario. La salud de los sujetos de Sansol parecía ser buena, al menos según las evidencias óseas y dentarias que poseemos. Esto, unido al vigor y apariencia general de los esqueletos, permite asegurar la existencia de recursos alimenticios suficientes.
Lo fragmentario del material y el escaso tamaño muestral nos impide el cálculo de parámetros demográficos, limitándose las implicaciones paleodemográficas a consideraciones de índole general. Aún así, la supervivencia del grupo puede considerarse óptima, dada la escasa mortalidad infantil. Hay que destacar la ausencia de sujetos juveniles (entre los 15 y 21 años de edad), así como un predominio de mujeres entre los adultos jóvenes y de hombres entre los maduros. En el supuesto de que la muestra analizada sea representativa del conjunto de la población asentada en Sansol, estos datos demográficos son de gran importancia a la hora de plantear una hipótesis sobre la posible implicación de los poblados
próximos a Pamplona -como Sansol-, en la fundación de la ciudad (Castiella, 1990).
Sobre las afinidades antropológicas de los pobladores de Sansol (Muru-Astrain), debemos afirmar que no es posible establecer definiciones antropológicas, desde un punto de vista estadístico, dada la escasez y heterogeneidad de los individuos recuperados. Fijándonos en algunos elementos físicos individualmente, hemos de señalar su elevada estatura, que destaca sobre la de otros grupos poblacionales prehistóricos y se asemeja a los históricos. Entre los caracteres morfométricos del neurocráneo hay que destacar la existencia en algunos ejemplares, de un aplanamiento de la región superior de la bóveda así como un marcado ensanchamiento transversal del cráneo y escaso diámetro vertical, características que presentan una relativa frecuencia en los vascos actuales. La comparación métrica de diversos sujetos protohistóricos con series craneales representativas de un sustrato mediterráneo por un lado y con una serie de vascos actuales por otro, pone de manifiesto, dentro de la heterogeneidad de la muestra, una mayor desviación de los protohistóricos de la Hoya y de Ojoguareña en relación a los vascos utilizados como base de comparación. En las dimensiones faciales, el único ejemplar de Sansol conservado no presenta discrepancia con los protohistóricos comparados, en las alturas facial y nasal.
A nivel del esqueleto postcraneal, no podemos establecer generalizaciones sobre el biotipo de los pobladores de Muru-Astrain; señalando únicamente la estructura compacta de sus huesos, con diáfisis redondeadas y cierta robustez.
En resumen, no podemos establecer un diagnóstico poblacional de los sujetos de Muru-Astrain, ni tan siquiera tipológico, dada la heterogeneidad de la muestra. Las semejanzas que presentan para algunos caracteres morfométricos con los vascos actuales, no debe inducir en ningún momento a establecer una noción de filiación más o menos directa, por diversas razones. Principalmente, porque desconocemos las características antropológicas de las poblaciones prehistóricas de esta área. Los datos que poseemos sobre los grupos autóctonos, se limitan a un material muy fragmentario procedente de las estaciones dolménicas de Navarra, del que únicamente existen las descripciones efectuadas por Aranzadi, en las que señala la existencia de ciertos caracteres craneales que asimismo se presentan con cierta frecuencia en la actual población vasca; indicando, no obstante, la existencia
306 C. DE LA RUA
de una cierta heterogeneidad en las poblaciones Neo-eneolíticas de las sierras pirenaicas.
Carecemos de evidencias morfológicas que sugieran una influencia en Sansol de grupos foráneos, como los centroeuropeos que parecen difundirse en la Península en estas épocas. Estos datos, apoyan las evidencias arqueológicas sobre la heterogénea influencia de estas poblaciones, que se verifica principalmente en los Pirineos Orientales y en las zonas próximas al Ebro, áreas en las que existe una máxima concentración de asentamientos con ritual de incineración.
El escaso material antropológico con que contamos no nos permite establecer una hipótesis interpretativa, ya que son contados los análisis antropológicos referentes a este período pro-tohistórico. Teniendo en cuenta que se trata de los primeros pasos de este tipo de investigación, podríamos concluir que el grupo de Sansol, sería posiblemente una población indígena, cuyo contacto con otros grupos humanos no se traduce en su morfología esquelética y cuya relación de filiación con los vascones resulta imposible de establecer con los datos antropológicos que actualmente poseemos.
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LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL
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308 C. DE LA RUA
HOMBRES
Fémur
longitud máxima
longitud fisiológica
perímetro mitad
diám. sagt, mitad.
diám. transv. mitad diám. sagt, subtrocan.
diám. transv. subtroc.
diám. horiz. cabeza
diám. vert, cabeza
anch. epífisis distal altura del cuello
anch. del cuello
índice robustez
índice pilástrico
índice platimería
índice cabeza
índice cuello
Tibia longt. sin espinas
perím. mínimo diám. transv. F. Nut.
diám. sagt. F. Nut.
diám. transv. mitad
diám. sagt, mitad índice robustez
índice cnámico índice diafisario
Peroné longitud máxima
perím. mínimo
diám. máx. mitad
diám. mín. mitad
índice robustez
índice diafisario
Rótula altura máxima anch. máxima
espesor máximo
índice rotuliano
Estatura
2(86-87)
d i
448
447
94
30,5
31
31
36,5 47 44
80
35
27
21
98,4
84,9
106,8
77,1
375
90
27
36,5
27,5
32
24 74
85,9
1,71
2(88)a
d i
35,5
29
30,5
35
46,5
46,5
36,5
28
122,4
87,1
100 76,7
2(88)b
d i
99 100
34 34,5
28 27,5
121,4 125,4
1,68
6(88)
d i 437
428
87,5 90 29,5 29,5
26 28
29 30
33 35,5 45 44
46
77
36 35
26,5 27 21,1
113,5 105,4
87,9 84,5
97,8 73,7 77,1
1,685
6'(88)
d i
86
27,5
27
35
30,5
101,8
114,7
25
34,5
21
29
70,4
72,4
7(88)
d i
88
30
26,5 36
32
33
22
113,2
112,5
66,7
336
71 71
20,5
31,5
20,5 20,5
27,5 28 21,2
65,1
74,5 73,2
23 23 13 11,5
10,5 9
80,7 78,3
41,5
43,5
20,5 95,4
1,645
8(88)
d i
1,705
Tabla 4. Sansol (Muru-Astrain): caracteres métricos del esqueleto de los miembros inferiores (masculinos)
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 309
MUJERES
Húmero
longitud máxima
perímetro mínimo
diám. máx. mitad diám. mín. mitad
anch. epif. distal
índice robustez
índice diafisario
Cubito
longitud máxima
perímetro mínimo
diám. transv. mitad diám. ant-post. mitad
diám. transv. subsig.
diám. ant-post. subs. índice robustez
índice diafisario
índice platolénico
Radio longitud máxima
perímetro mínimo diám. transv. mitad
diám. sagital mitad
anch. epfs. distal
índice robustez
índice diafisario
índice braquial
1(86-87)
d i
36 36
16 15 14 14
87 93
31 31,5
7a(86-87)
d i
55 18
15
55,5
83
33
15,5 13
83,9
39
15
9
28
58,1
7b(86-87)
d i
8(86-87)
d i
60 59 20,5 20
16 16,5
78,1 82,5
19 22
115,8
2(88)
d i
58 21
17
80,9
219
37,5
14,5 10,5
28 17,9
72,4
4(88)
d i
59 21
16,5
78,6
42
15
11,5
27,5
Tabla 5. Sansol (Muru-Astrain): caracteres métricos del esqueleto de los miembros superiores (femeninos)
310 C. DE LA RUA
MUJERES
Fémur
longitud máxima longitud fisiológica perímetro mitad diám. sagt, mitad. diám. transv. mitad diám. sagt, subtrocan. diám. transv. subtroc. diám. horiz. cabeza diám. vert, cabeza anch. epífisis distal altura del cuello anch. del cuello índice robustez índice pilástrico índice platimería índice cabeza índice cuello
Tibia longt. sin espinas perím. mínimo diám. transv. F. Nut. diám. sagt. F. Nut. diám. transv. mitad diám. sagt, mitad índice robustez índice cnémico índice diafisario
Peroné longitud máxima perím. mínimo diám. máx. mitad diám. mín. mitad índice robustez índice diafisario
Rótula altura máxima anch. máxima espesor máximo índice rotuliano
Estatura
1(86-87)
d i 421 422 416 416
80 80 26 25,5 24,5 25,5 28 28 34 32 45 44,4 42,5 43,5 74 74 34 34 23,5 24,5 19,2 19,2
106,1 100 82,3 87
105,9 102,3 69,1 72,1
337 342 71 70 24 21 35 32,5 19,5 19,5 30 29 21,1 20,4 68,6 64,6 65 67,2
332,5 37 15,5 12 11,1 77,4
37 38,5 40,5 40,5 17,5 17 91,4 95,1
1,595
7a(86-87)
d
27 29 40 40,5
27 22
93,1 98,8 81,5
1,55
i 407 401
71 24 24,5 27 29,5 40 40,5 71 27 23 19,2 97,9 91,5 98,8 85,2
22 33 20 25,5
66,6 78,4
7b(86-87)
d i
80 80 25,5 25,5 25 24,5
41,5 42,5
29,5 20,5
102 104,1
97,6 69,5
8(86-87)
d i
33 22
66,7
336 71 71
20,5 31,5
20,5 27,5 28
65,1 73,2
41,5 43,5 20,5 95,4
2(88)
d i
1,58
Tabla 6. Sansol (Muru-Astrain): caracteres métricos esqueleto miembros inferiores (femeninos).
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 311
Coxal
Altural coxal Anchura íleon Longitud Isquion Longitud pubis Alt. esc. ciática * Anch. cot.-ciática I. anch. coxal I. isq.-púbico
Sacro Anch. máxima Alt. proyección Arco anterior Diám. antpost. sup. I. anchura sacro
d 2(86-87)
d 215
87
55 33,5
115,5 108,5 111 35
106,5
d 6(88)
d
35,5
113,5
32
d 7(88)
i 217
92
55 42
9 1(86-87)
d i 209 211 164 163 83 82 84 79 53 53 37 36,5 78,5 77,3
101,2 96,3
112 110 123
101,8
9 7-la(86-87)
d i 192
159 155 81 76
76 81 34 32,5
80,7 93,8
108 109 121 32,5 99,1
Tabla 7. Sansol (Muru-Astrain) : caracteres métricos de los huesos coxal y sacro
312 C. DE LA RUA
Neurocráneo g-op g-in n-ba eu-eu ft-ft co-co Biasterica ba-b po-b A. Bóveda C. horiz. ar. transv. ar. total ar.frontal ar. pariet ar. occipit. ar. escama cu. frontal cu. parietal cu. occipit. cu. escama inclín, front. I. cefálico I. vert. long. I. vert, trans. I. auric, long. I. auric, tran. I. transfron. I. tr. fr. par. I. sag. frontal I. sag. pariet. I. sag. occip. I. sag. escama
Esplacnocráneo Alt. cara sup. Anch. órbita Alt. órbita Anch. interorb Anch. biórbit Alt. nasal Anch. nasal long, maxalv. anch. maxalv. anch. paladar I. orbitario I. nasal I. maxalveolar I. fr. goniaco
8(88)
192,5 185 103,5 139 99,5
118 111 128,5 111
537 305
126
117 60
112 121 90 54 45 72,21 66,75 92,45 57,66 79,85 84,32 71,58 88,8
76,07
78 42 32 27 90 54 22 53 55 32,5 76,2 40,7
103,8 100,5
9(88)
192 179
137
105
105
383 128 127 128 80
112 114 104 73
71,35
87,5 89,76 81,25
36,5 33
51
90,4
2(86-87)
187
132
105
134 129
112 116
56,15
80,3
83,58 89,92
30
105
6(88)
191
148 90
145
126,5
77,48
60,81 85,59 87,24
40 29
72,5
101,7
Tabla 8. Sansol (Muru-Astrain): medidas craneales de los sujetos recuperados (masculinos)
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 313
Mandíbula co-co go-go Alt. cuerpo Alt. sinfisis Esp. cuerpo Esp. sinfisis Long, total Alt. rama gnat.-go A. bimental A. mín. rama A. máx. rama Prof, escot. Ang. goniaco Ang. sinfisis cor-cor Long, cuerpo po-go Alt. foramen Alt. rama pr Alt. coronoid. I. go/co I. mandíbula I. rama I. robus, sinf.
d 8(88)
116 100 31,5 37,5 15 17
105 63,5 83,5 42 32 43 12
117,5 69
100,5 92,5 86 13,5 60 67 86,2 90,51 50,39 45,33
d 9(88)
28,5 28 16 14
38,5
63
13,5
50
d 6(88)
91,5 31 37,5 15 16
60 80 43 32 45
115 79 97,5 85 81 13,5
64
53,33 42,66
d 2(86-87)
121 90
33
15 99,5 58,5 73 42 29 42 13
122 64
111 86,5 75,5 16 53,5 63 74,38 82,23 49,57 45,45
9 7a(86-87)
24,5 29 13 12
56,5
26,5
117 73
13 54
46,9 45,4
9 7b(86-87)
100 92 25 34 15,5 11,5
104,5 53 85
31
122 63,5
90,5 85 13 49,5
92 104,5 58,4 33,8
Tabla 9. Sansoi (Muru-Astrain): caracteres métricos de las mandíbulas
314 C. DE LA RUA
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Figura 6 Calota incompleta de un sujeto adulto maduro recuperado en la Sepultura 6(88) (visión lateral y posterior):
LOS POBLADORES DEL ASENTAMIENTO PROTOHISTORICO DE SANSOL 315
Figura 7 Sepultura 8(88): cráneo (visión lateral y posterior) y mandíbula (anterior y lateral).
316 C. DE LA RUA
Figura 8 Calota de un sujeto adulto, metópico (visión lateral y posterior) exhumado en la Sepultura 9(88).