Post on 25-Jan-2017
CONSTRUCCIÓN DE PAZ DESDE LAS AULAS DE CLASE
"La educación es el arma
más potente para
cambiar el mundo"
Nelson Mandela
*Daniel Alejandro Contreras Castro, Normalista Superior egresado del Programa de Formación
Complementaria de Educadores de la ENS de Villavicencio, y estudiante de la licenciatura de lengua
castellana y literatura en la Universidad Santo Tomás. Correo electrónico:
danielcontreras@ustadistancia.edu.co o danielcontrerasensv@gmail.com.
En los discursos progresistas que han tomado contienda en nuestro país sobre la paz; este
maravilloso concepto que aún nos cuesta dimensionar, conceptualizar y aún más llevar a
la práctica. El gobierno colombiano ha pretendido desde el Ministerio de Educación
Nacional (MEN) institucionalizarlo desde la catedra de la paz.
En este sentido, cabría resaltar que la paz como el conocimiento -desde la óptica
constructivista- no se transmite, ni se adquiere, sino que se construye. Por lo tanto, para
empezar este proceso se hace necesario el reconocimiento del sí mismo, es decir, partir
desde la claridad de la identidad de cada sujeto.
De esta manera, se hace necesario reflexionar que la identidad en la actualidad se
reconoce como aquella manifestación relacional en la cual dialoga el reconocimiento del
sí mismo, del otro, y de los otros hacia nosotros, es decir, un proceso dialógico entre la
alteridad y la otredad (Taylor, 1993; Bauman, 2003), por lo tanto, es esto lo que constituye
las formas en las que actuamos. En este sentido, un principal elemento que constituiría
este proceso sería la empatía ya que en su definición más elemental se define como “un
conjunto de constructos que incluyen los procesos de ponerse en el lugar del otro y
respuestas tanto afectivas como no afectivas que resultan de estos procesos” (Davis,
1996).
Ahora bien, llevar lo anterior al aula de clase implica que los educadores reconozcan que
los niños y las niñas como sujetos de derecho, de saber; que tienen una historicidad; un
contexto, una cultura, unas experiencias y vivencias que le han permitido construirse y
reconstruirse a lo largo de su vida, por tanto, es preciso cuestionarse constantemente cómo
expresan las capacidades los niños y niñas; y cómo se vincula emocionalmente estos
aprendizajes a sus realidades (Zapata-Ospina & Restrepo-Mesa, 2013).
Por lo cual, para que esta construcción de identidad se pueda fortalecer a través de la
empatía, se hace necesario que la educación sea un espacio democrático en donde se dé
posibilidad de dialogo, de disentir y aún más de la existencia de personas que en su libre
elección puedan escoger el no ejercicio de la empatía. Lograr esto, implica reconocer que
“…la educación, tal como ella está, reprime el pensamiento, así no se lo proponga.
Su acción se reduce a transmitir datos, saberes, conocimientos, conclusiones o
resultados de procesos que otros pensaron. No enseña a pensar por sí mismo, a
sacar conclusiones propias” (Zuleta, 1985).
Además, se puede comprender como la empatía influye sobre la “red “de las relaciones
humanas, en donde quienes eligen no ejercerla pueden llegar a desencadenar momentos
de tensión o violencia porque cada uno buscaría crear “un mundo” a su manera, en nivel
general esto lo podemos constatar al observar en nuestro contexto la existencia de
diversos grupos guerrilleros, armados, paramilitares, que en síntesis buscan tomar el
poder y poner en práctica sus principios de verdad, en vez de optar por el camino
democrático, esto es en un macro-contexto.
De igual manera, en el diario vivir de una persona ya sea en una empresa, un hospital, un
colegio e inclusive en una cárcel, al no practicar la empatía generaríamos un caos porque
siempre se buscaría realizar las cosas a la manera de cada quien, indiferente si beneficia
al otro o no…
No nos vayamos tan lejos, esto lo podemos notar en los cientos de casos que han ocurrido
a las puertas de los hospitales en donde la gente muere por simplemente no estar afilados,
ser indigentes o desechables -concepto que refleja nuestra carencia de empatía-. Es aquí
en donde se evidencia la falta de ponernos en los zapatos del otro.
Por estas razones, el educador debe saber manejar las relaciones horizontales sin perder
su línea de autoridad “pues como dice Enrique Dussel no puede haber comunicación
cuando uno de los interlocutores está en un nivel más bajo” (Beorlegui, 2004).
En este orden de ideas, se hace necesario que los educadores reconozcan que la
incertidumbre que se encuentra en el mundo contemporáneo -y también en las aulas de
clase- ha cuestionado las verdades absolutas, dogmáticas y cerradas. Inclusive la ciencia
no se ha escapado de esta confrontación; al cuestionar sus procesos lineales, verticales, y
deterministas propios del paradigma positivista (Enciso & Fonseca, 2013: 3), es decir,
que en la actualidad se abandona la “(…) búsqueda casi esquizofrénica del orden y el
control…” (Campos, 2008: 3) que tanto ha caracterizado las clases del profesorado.
En este punto cabría preguntarse, ¿qué estrategias se pueden utilizar en aula de clase para
disolver estas posibilidades de conflicto y/o violencia?, ¿cómo evitar que el discurso de
la paz se desborone ante la mayor disensión de los estudiantes dentro de la escuela?, para
abordar una posibilidad y empezar a abrir una brecha en lo desconocido, habría que
contemplar la utilización de estrategias de negociación, sí, esto no es sólo para la guerrilla
también la podemos traer al aula…
Para lograr esto, se hace necesario reconocer sin saber en infinidad de casos los
educadores han utilizado la negociación colaborativa en la cual el docente en esto casos
pasa a ser un mediador a través de la confianza, imparcialidad, claridad y consenso,
buscando la consolidación de un acuerdo que satisfaga los intereses de ambos bandos (en
el caso de los niños y niñas que no los anoten en el observador, les hagan citación o algún
otro castigo que regularmente la Escuela se inventa).
Sin embargo, se debe tener en cuenta los acuerdos solo ocurren “ocurren cuando, y sólo
cuando, las partes creen que, en consideración a todas las cosas, el trato que han logrado
los deja mejor que lo que estarían si abandonaran la mesa de negociación” (WHEELER ,
1989).
Hasta este punto, cabe considerar que en nuestras aulas de clase se necesita algo mucho
más elaborado y sistemático que permita organizar objetivamente la conciliación a la que
se quiere llegar con tiempos establecidos, por esta razón, el modelo de negociación de
Roger Fisher y William Ury sustentado por Nocetti (2007) -en parte podría ser de gran
utilidad- ya busca que las partes puedan lograr lo que desean, sin embargo, habría que
desfasar su debilidad en la cual las alternativas -dentro de esta posición- “es la posición
buscada por cada parte sin consideración a los deseos de la otra parte” afirma el autor,
que irónicamente los niños y niñas desean tanto lograr cuando hablan con uno aparte
sobre el altercado.
En última instancia, los métodos que pueden utilizar los docentes serán variados, híbridos,
e incluso innovadores, sin embargo, se debe buscar la voluntad de los implicados durante
la negociación, estableciendo lazos e intereses conjuntos (Redorta, 2007) para llegar a
culminar este proceso con resultados reales y concretos.
Finalmente, el producto de todo este proceso es la construcción de convivencia ciudadana
la cual se convierten en un elemento que les permite a los diferentes conjuntos sociales
en los cuales los seres humanos suelen estar integrados desde sus dimensiones coexistir
con los demás al interactuar, proyectarse, producir y sobre todo ser, ya sea en ámbitos
familiares, comunitarios, laborales o ciudadanos. En otras palabras, lo que mantiene en
existencia los tejidos sociales, en medio de nuestra pluralidad ideológica y, divergencia
psíquica y motivacional es la convivencia ciudadana, para lo cual, la educación es el
medio para construirla en nosotros y en los que viene desde ahí podemos “formar
ciudadanos libres, democráticos, responsables y críticos, que contribuyan a la
construcción de una sociedad más justa, igualitaria y equitativa, donde exista la
convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, promoviendo valores
(Gallardo, 2009).
BIBLIOGRAFÍA
BEORLEGUI, Carlos (2004). Historia Del Pensamiento Filosófico Latinoamericano:
Una Búsqueda Incesante de la Identidad.
BAUMAN, Zygmunt (2003): “De peregrino a turista, o una breve historia de la
identidad”, en Stuart Hall y Paul du Gay, Cuestiones de identidad cultural, Buenos Aires,
Amorrortu, pp. 40-68.
CAMPOS, Rodrigo. (2008). Incertidumbre y complejidad: Reflexiones acerca de los
retos y dilemas de la pedagogía contemporánea, Volumen 8, Numero 1.
DAVIS, Mark H.(1996) Empathy: A Social Psychological Approach
ENCISO, Julieta & FONSECA, Ruth (2013), Intervención desde proyecto de aula en
básica primaria.
GALLARDO, Eduardo (2009). Educación ciudadana y convivencia democrática.
Universidad de Sevilla.
NOCETTI, Víctor (2007) Fundamentos de Negociación. Escuela de Ingeniería
Informática Empresarial, Facultad de Ciencias Empresariales, Universidad de Talca.
Casilla 721, Talca. E-mail: vnocetti@utalca.cl
REDORTA, Josep (2009). Entender el conflicto: La forma como herramienta. PAIDOS
IBERICA.
TAYLOR, Charles (1993): El multiculturalismo y la “política del reconocimiento”,
México, FCE.
WHEELER, Michael. 1989. “Negotiation Analysis: An Introduction”. Harvard
Business School, Note 9-801-156, 13 Junio 2002, Boston, USA, Harvard Press.
ZAPATA-OSPINA, B. E. & RESTREPO- MESA, J.H (2013). Aprendizajes relevantes
para los niños y las niñas en la primera infancia. Revista Latinoamericana de Ciencias
sociales, Niñez y juventud, 11 (1), pp. 217- 227.
ZULETA, Estanislao. LA EDUCACIÓN,. UN CAMPO DE COMBATE. * …. Entrevista
con Hernán Suárez. Entrevista realizada en 1985.