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5/10/2018 Cr nica una cuartilla. Monarcas vs Chivas - slidepdf.com
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Porque la pasión de uno, puede no ser
la de otro.
GRITOS, PASIÓN Y
HASTA SALIVA, ESOES FUTBOL.
Monarcas Morelia vs. Chivas. Niñas jugando durante la segunda parte del partido.
DEPORTES / Monarcas Morelia
5 Morelia, Michoacán a 23 de agosto de 2011
P
Por: Ana Rangel Fernández
Gracias a Dios es viernes. Enel ambiente se respira tran-quilidad, ya se siente el fnde semana, hay futbol y ade-más de todo, hay promesa defesta. El estacionamiento delEstadio Morelos huele a cer-veza y desde lo lejos se oyenlos gritos de una afción an-siosa por ver un partido quepromete mucho: Monarcascontra Chivas, el clásico deOccidente.
Todos parecen estatuas,sólo sus ojos se mueven alver un balón rodar sobre un
pasto verde. Familias enterasasistieron al encuentro, aun-que muchos niños parecíanajenos a lo que estaba pa-sando en la cancha. Algunosde ellos corrían en los pasi-
llos de las tribunas, otros, de-cidieron jugar en sus lugaresy una cantidad más optó por
platicar con sus compañerosde asiento.45 minutos pasan…y nada,
hasta que suena una tonadabien conocida por muchos ypor otros no tanto: la manza-nita, en voz del ex académicoErasmo Catarino, entre variascanciones que gran parte delpúblico decidió ignorar por ir a comprar algo de beber y co-mer.
Entre ese grupo se encuen-tra una mamá, que asistió alpartido con sus dos hijas pe-queñas, un bebé enyesadoen brazos y ningún un es-
poso a la vista. Como debeser, madre e hijo beben. Elbebé leche de su biberón yla mamá tomando cerveza,crean un contraste entre todala situación que se vive en elmomento.
La gente pretende ser unamezcla de director técnico/ jugador profesional gritándo-le cosas a los uniformadosdesde sus lugares y pocodespués, un gol hace que lamamá casi tiré a su hijo de losbrazos al brincar de su asien-to. A pesar del tanto, las dosniñas no mostraban atenciónalguna en el partido, su inte-
rés estaba principalmente enbabear a su hermana sin quesu madre lo notara.
Minutos después, la situa-ción se repitió y las tribunassoltaron un sonoro grito quehizo voltear prácticamente
todas las cabezas, pero nola de las niñas que seguíanentretenidas en sus juegosy su madre, ajena a los jue-gos de sus hijas, se manteníaesta vez en su asiento mante-niendo la compostura, cuan-do fnalmente notó a sus hijasllenas de saliva ajena y tuvoque ponerles un estate-quietopara que se calmaran y la de-
jaran disfrutar del partido quehabía ido a presenciar.Cerveza, saliva, lágrimas y
líquidos de dudosa proceden-cia fueron lo derramado al dar el pitazo fnal: Monarcas per -día otra vez.
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