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DATOS Y COMENTARIOS DE COYUNTURA COLOMBIANA
No. 67 Enero - Marzo del 2017
Podion: Jaime H. Díaz A.
El avance en un camino culebrero
El gobierno, la guerrilla de las Farc y la ciudadanía que ha rodeado las negociaciones y
votado a favor de los acuerdos, han sido conscientes que la finalización de una larga época
de violencia no iba a transformarse de la noche a la mañana en caminos fáciles de
convivencia y bienestar. Se esperaba mayor voluntad política y ejecutiva de parte del
gobierno nacional que permitiera una mayor dinámica al cumplimiento de los acuerdos.
Con todo en medio de la paquidérmica ejecutoria del Estado y de unas mayorías ciudadanas
lejanas y poco entusiasmadas, aunque con retrasos y deficiencias, lo pactado se viene
cumpliendo.
Finalizando Enero y comenzando Febrero columnas guerrilleras transitaban por trochas,
caminos, carreteras y ríos, a pie o en mulas, en todo tipo de vehículos con destino a las 26
Zonas Veredales Transitorias de Normalización –ZVTN- donde se iban a ubicar los cerca
de siete mil guerrilleros que habían decidido dejar las armas para entrar en la vida política.
Eran especialmente simbólicas en las marchas las guerrilleras con niños recién nacidos en
brazos, o con varios meses de embarazo que evidenciaban que la ley guerrillera de impedir
los embarazos en la guerra, había abierto las compuertas para la construcción de una nueva
vida. Iban a los campamentos provisionales donde estarían los primeros meses para
entregar las armas y prepararse a una vida civil, con optimismo, pero seguramente también
con muchas incertidumbres. La guerra y la violencia debería ser una cosa del pasado.
La llegada a la mayoría de las zonas veredales no fue la mejor. En buena parte de ellas
solamente estaban realizándose explanaciones para allí construir los campamentos. Los
evidentes retrasos en las obras por parte del gobierno generaron angustia en los guerrilleros
que esperaban mayores avances. Es verdad que también se había acordado que los que
llegaban ayudarían en la habitabilidad de los lugares, pero los pocos avances en
infraestructuras necesarias básicas mostraban la ineficiencia de la gerencia de las zonas,
creada por el gobierno nacional. Las excusas del gerente Carlos Córdoba no fueron
suficientemente convincentes. Es verdad que se necesitaba conseguir predios adecuados y
seguros para los guerrilleros que venían a dejar las armas, que la construcción de accesos
no son siempre fáciles, pero en Colombia existen competentes y suficientes ingenieros,
arquitectos y mano de obra cualificada para poder montar “ciudadelas” adecuadas en
tiempos razonablemente cortos. Pero en este caso como en otros la ineficiencia del Estado
ha sido palpable.
Los Mecanismos Tripartitos de Monitoreo y Verificación se vienen cumpliendo de forma
satisfactoria. Allí están: La misión de la ONU, el gobierno nacional y representantes de las
Farc; la ONU ha desplegado 347 observadores, en tanto que los anillos de seguridad
externos están a cargo de la Policía (1.800 hombres) y el Ejercito (11.000 hombres).
Desde el primero de Marzo se están entregando las armas, y deberá cumplirse la total
entrega a finales de Mayo. La ONU está encargada de todo el proceso de recibo,
identificación, almacenamiento y destrucción total. El proceso se realiza según lo acordado.
La guerrilla ha señalado taxativamente que entregarán todas las armas, porque ahora se
dedicarán en serio a la política sin armas.
Si en la rama Ejecutiva la dinámica no ha sido tan ejecutiva, en la Legislativa no obstante el
cacareado “fast track”, no ha cumplido su propósito de rapidez. De una treintena de leyes
para proteger los acuerdos, en los tres meses convocados de sesiones extraordinarias para
tramitarlos (hasta mediados de marzo), tan solo se aprobaron tres, si bien son de gran
importancia: Ley de Amnistía, participación de voceros de las Farc en el Capitolio y
Jurisdicción Especial para la Paz. El Congreso y el Ejecutivo (que propone los proyectos
para cumplir los acuerdos) deberán estar totalmente comprometidos en los próximos seis
meses, pues después se ingresará a una franca carrera política partidista de cara a las
elecciones presidenciales y parlamentarias.
En cuanto a las Farc, existen zonas grises donde los ciudadanos piden respuestas claras: ¿el
grueso de niños guerrilleros donde están? Los que hasta ahora han entregado no parecen ser
ni mucho menos un número representativo. ¿Las milicias de las Farc donde están? ¿Se van
a reintegrar? ¿O están esperando el sueño de los justos para salir de la clandestinidad
cuando el partido político que funde este movimiento entre en actividad?, pero ¿existen
implicaciones jurídicas?
Si bien en la mayor parte del territorio nacional se puede sentir que la violencia ha
disminuido ostensiblemente, también es cierto que en varios lugares dejados por las Farc
están siendo copados por grupos paramilitares y por guerrilleros del ELN. En estos lugares
las comunidades están muy alarmadas por las implicaciones que tiene para ellas y sus
territorios.
Sobre el medio ambiente pesan algunas de las mayores preocupaciones, compartimos aquí
lo escrito por Cesar Rodríguez Garavito, director de Dejusticia: “Las regiones más
golpeadas por el conflicto, donde ahora se desmovilizan las Farc, coinciden con las más
importantes y frágiles ambientalmente, desde la Amazonía hasta la Macarena y el Chocó
biogeográfico.
El fin de de la guerra, tanto como la guerra misma, tiene efectos paradójicos sobre la
naturaleza. Los impactos más conocidos son los destructivos: el envenenamiento de ríos
por la minería ilegal, que ha financiado a guerrillas y paramilitares; la contaminación de
suelos por la voladura de oleoductos del Eln; las rentas de las Farc sobre los cultivos de
coca en parques nacionales; los humedales desecados para siempre por los paramilitares
para sembrar palma.
Lo que se sabe menos es que, en algunas zonas, el conflicto terminó siendo un inesperado
conservador del ambiente. Tuvo mucho que ver con la preservación de la Amazonía
colombiana, inaccesible de este lado por la violencia, pero abierta en Brasil a la
deforestación voraz y en Perú a las carreteras y la depredación que acompañan las
economías petroleras. Y desde hace tiempo las Farc prohibieron la tala y caza
indiscriminada en departamentos como Caquetá, a la manera de guardabosques autoritarios
en los territorios que controlaban.
Levantadas las fronteras de la guerra, se levantan también las del daño ambiental”1
El profesor Garavito propone en su artículo hacer coincidir la paz territorial con la paz
ambiental y en ese proceso vincular a exguerrilleros y campesinos como guardianes de
zonas de protección ambiental que conocen como nadie, para ello habría que capacitarlos
en gestión de servicios ambientales, reforestación y ecoturismo. Esta propuesta está en total
consonancia con los acuerdos que hablan de “la participación en programas y proyectos de
protección ambiental y desminado humanitario (que) merecerá especial atención”.
Propuestas como esta deben ser llevadas a cabo de toda urgencia, antes que la arrasadora
marcha paramilitar destruya el medio ambiente y multiplique la minería ilegal, la siembra
de coca y de palma.
En varias regiones se escucha a las comunidades angustiadas por la penetración violenta
paramilitar y la nula presencia del Estado. Los campesinos comienzan a señalar que la
anhelada paz no está llegando, que los guerrilleros no debieron abandonar las armas que en
muchos casos los protegían, sabiendo que el gobierno siempre incumple.
Una vez firmados los acuerdos y establecidos los guerrilleros en las ZVTN se esperaba un
rápida y eficaz “copamiento” por parte del ejército y la policía de los territorios antes
controlados por las Farc. Era totalmente razonable pensarlo cuando entre ejército y policía
se dispone de 500.000 hombres en armas, mientras que los guerrilleros que se reinsertan
son solamente 7.000. Esto no se viene dando y menos los necesarios programas sociales
que debe implantar el Estado para la atención a las comunidades que desde siempre han
estado abandonadas de los servicios básicos que debe tener todo colombiano.
1 Rodríguez Garavito, César, De guerrilleros a guardabosques, en El Espectador, 10 de febrero 2017, pág. 23.
El presidente Santos y su gobierno debería tener totalmente claro que no solamente se
requería negociar el fin del conflicto, sino que tal vez lo más importante es la construcción
de paz con justicia social, haciendo frente de manera enérgica a los violentos que se quieren
implantar en los territorios y estableciendo programas sociales y culturales que vinculen a
la población que habitan los territorios que han sufrido la guerra.
La Comunidad Internacional ha mostrado especial interés y apoyo al proceso de paz
colombiano. Lo hemos visto reflejado en las visitas a Colombia y específicamente a
algunas ZVTN de los presidentes de Francia e Irlanda y del Ministro de Relaciones
Exteriores de Alemania .Estas visitas se hicieron a mediados de Enero y a comienzos de
Febrero. El primero en venir fue el Ministro Alemán, Frank-Walter Stenmeier (hoy
presidente de la República Federal), quien visitó una ZVTN en Mesetas –Meta-, mientras
que en Bogotá dio apertura oficial al “Instituto Colombo-Alemán para la paz”;
posteriormente estuvo de visita el presidente francés, François Hollande, quien estuvo en
Buenos Aires –Cauca-; finalmente vino a Colombia el presidente de Irlanda, Michael D.
Higgins, que visitó la ZVTN de Anorí en Antioquia.
Líderes sociales en la mirilla de los violentos
El asesinato y los atentados a líderes sociales o defensores de derechos humanos no cesan.
En los dos últimos años, cada tres días fue asesinado un dirigente social. El Programa no
gubernamental “Somos Defensores” contó 80 asesinatos de dirigentes y activistas
sindicales y 42 atentados para el año 2016, por encima de los 63 asesinatos y 35 atentados
de 2015. Los blancos son líderes campesinos, reclamantes de tierras, defensores de
derechos humanos, militantes de organizaciones de izquierda, en particular la Marcha
Patriótica.
No obstante lo evidente, para la Fiscalía no existe sistematicidad. El monitoreo permanente
que realiza la MAAP-OEA a las condiciones de seguridad en los territorios más afectados
por el conflicto y la criminalidad le ha permitido realizar varios hallazgos basados en las
percepciones recogidas durante el proceso. Por ejemplo, en 2016, la misión conoció más de
100 casos de agresiones contra líderes sociales, principalmente amenazas, homicidios,
desapariciones forzadas, atentados y desplazamientos. En todos los casos se trataba de
personas que realizaban una labor social.
El profesor Rodrigo Uprimny recuerda que: “Muchos estudios han evidenciado este patrón
antidemocrático de la democracia colombiana, conforme al cual, las aperturas democráticas
y los avances de nuevas fuerzas políticas, en general de izquierda, son violentamente
cerradas por el aumento de la violencia contra los líderes sociales desplegada usualmente
por grupos paramilitares. El ejemplo más dramático es sin lugar a dudas el genocidio contra
la UP. Pero infortunadamente no es el único”2
En este contexto, el nerviosismo en la guerrilla que se está desmovilizando es evidente.
Durante la negociación se levantaron protocolos, se llegaron a acuerdos para evitar al
máximo que un genocidio como el de la UP se repita. Es hora que todas las instancias a
quienes corresponda en el Estado pongan todo de sí para salvaguardar la vida y bienes de
los dirigentes sociales y defensores de derechos humanos, además evitará que el proceso de
paz que apenas comienza se eche a pique.
La coca y el narcotráfico un problema con muchas aristas
Si de récords se trata, nunca antes en la historia de Colombia se había tenido tantas matas
de coca sembradas. La cifra oficial para 2015 era de 96.000 hectáreas de cultivos. Hoy se
estiman en 150.000 y algunos señalan que se ha llegado a 200.000. Para la DEA se superan
las 180.000 hectáreas.
El narcotráfico que requiere unos robustos cultivos de coca ha multiplicado la violencia y
ha sido combustible para la guerra en Colombia. La aclimatación de la paz requerirá una
masiva erradicación concertada en algunos casos y forzada en otros y la sustitución de
cultivos, tal como se estableció en La Habana. La meta para 2017 es reducir en 100.000
hectáreas el área cultivada, con el concurso de las Farc.
Desde lo acordado en La Habana la erradicación debe privilegiar la concertación. El
objetivo es que 72.000 familias firmen pactos voluntarios de sustitución en un plan de dos
años, para el cual se destinarán 36 millones de pesos por familia. El primer año las familias
recibirán unos 24 millones en seguridad alimentaria, insumos, asistencia técnica y
proyectos de corto rendimiento. En el segundo año, el resto del dinero irá a proyectos de
mayor envergadura. Todo acompañado de la implementación del punto sobre reforma rural
integral pactado en La Habana, que incluye los Planes de Desarrollo con enfoque territorial.
El gobierno colombiano que siempre se siente intimidado y enredado por el Gran Hermano
del Norte, ve con cierta angustia que el nuevo inquilino de la Casa Blanca puede imponer
exigentes condiciones para su relación con el país desde una lucha frontal antidrogas. Las
fumigaciones aéreas suspendidas por múltiples razones, de salud pública y de afectación
grave a cultivos lícitos y al medio ambiente, se pueden imponer nuevamente para echar al
traste los acuerdos establecidos con la guerrilla, pero sobre todo con graves perjuicios para
las comunidades campesinas y seguramente con pocos logros concretos para la real
sustitución de cultivos y búsqueda de otras alternativas dignas para los habitantes de las
ahora zonas cocaleras.
2 Umprimny, Rodrigo, ¡Basta ya!, en El Espectador, 12 de febrero 2017, pág., 37.
Si el Estado Colombiano está realmente comprometido con los campesinos que muchas
veces se han visto obligados a cultivar la coca como producto rentable, y quiere una
perspectiva distinta para ellos debería en serio cumplir con lo planeado, concertando de
forma eficiente con los campesinos la sustitución de cultivos con asistencia técnica y
financiera. Un llamado de nuevo a cumplir compromisos y no dejarlos simplemente
estampados en el papel.
Un nuevo actor para el ajedrez de la paz
La fase pública de negociaciones entre el Gobierno Nacional y la guerrilla del ELN se
inauguró el 7 de febrero, después de 11 meses de haberse anunciado. Múltiples obstáculos
se había atravesado, entre ellos la práctica del secuestro de este grupo guerrillero, que
cuenta con un rechazo general.
La delegación del gobierno conformada por personas del más alto nivel está presidida por
el varias veces ministro conservador Juan Camilo Restrepo, hombre serio y ponderado, que
cuenta con una alta credibilidad nacional. A él lo acompañan 14 plenipotenciarios más y
dos asesores. La guerrilla del ELN está presidida por el veterano guerrillero “Pablo
Beltrán”, que es acompañado por jefes guerrilleros que representan los distintos comandos
y tendencias, entre ellos Juan Carlos Cuellar y Eduardo Martínez Quiroz que estaban
recluidos en una cárcel de Medellín durante más de diez años. Se estima que hacen parte de
este grupo insurgente 1.800 personas.
El acto de instalación se llevó a cabo en una hacienda a 25 kilómetros de Quito, propiedad
de la Universidad Católica del Ecuador. La sesión inaugural fue relativamente modesta,
distante a la anunciada inicialmente para el 27 de Octubre de 2016, que hubiera estado
presidida por el presidente Correa y al menos cinco cancilleres de la región. Se destacó la
presencia de cinco obispos colombianos, presididos por Monseñor Darío Monsalve
Jaramillo, Arzobispo de Cali, estos obispos y algunos sacerdotes colombianos vienen
contribuyendo de forma discreta al acercamiento de las partes. Mostrando el interés que
para esta mesa de diálogo tiene la sociedad civil colombiano se contó con la presencia de
400 personas de diferentes movimientos sociales del país.
La agenda a discutir está compuesta de seis temas gruesos: participación de la ciudadanía,
democracia para la paz, transformaciones para la paz, víctimas, fin del conflicto e
implementación.
En principio se tiene pactado realizar rondas de 45 días seguidos, eventualmente rotándose
por en cada uno de los cinco países garantes del proceso de paz, con excepción de Noruega.
La rotación está por verse si se quiere ser funcional y con amplia participación de la
sociedad civil colombiana. Los países garantes son Ecuador, Venezuela, Chile, Brasil y
Cuba (además de Noruega). El contexto político de algunos de estos países ha ido
cambiado y no necesariamente para facilitar la negociación (casos Venezuela y Brasil).
Para suerte de la negociación en Ecuador se eligió como presidente al candidato del partido
de Rafael Correa, quien ha facilitado de forma loable el inicio de estas negociaciones.
El Jefe negociador del Gobierno Juan Camilo Restrepo, señaló que el compromiso de las
partes es “avanzar con tanta celeridad como la prudencia lo permita”. Que “espera que el
ELN también valore y comprenda que este es el momento de la paz” y que “muy
difícilmente se nos volverá a presentar en el futuro”.
En tanto “Pablo Beltrán” indicó que “no defraudaran el anhelo de paz de la comunidad
internacional y de los colombianos”. Reiteró que unos de los primeros acuerdos debe ser
lograr el cese al fuego bilateral. Manifestó que la guerrilla asiste a estas negociaciones “con
la convicción de que los cambios no deben ser de apariencia ni de una de las partes”. Sobre
la pasada negociación con las Farc, dijo: “De este proceso estamos dispuestos a aprender”.
Concluyo, así: “Unámonos alrededor de las coincidencias y dejemos a un lado lo que nos
separa”.
El proceso ha sido mirado desde muy lejos por la sociedad colombiana, por la baja
credibilidad que tiene el grupo guerrillero y por la dilatación del tiempo en iniciar unos
diálogos largamente anunciados. Del escepticismo se ha pasado en algunos momentos al
pesimismo y en ello los Elenos han contribuido drásticamente. Por ejemplo, apenas pasaban
10 días de la inauguración de los diálogos, cuando esta guerrilla hizo explotar un petardo en
pleno centro de Bogotá el 19 de febrero, dejando un policía muerto y 25 personas heridas,
además de daños materiales en un número importante de viviendas. El propio movimiento
guerrillero se atribuyó el hecho, señalando además que “Reiteramos al Gobierno Nacional
la urgencia de un cese bilateral al fuego de manera inmediata, tal como lo solicitan diversas
expresiones de la sociedad civil colombiana”. De forma inmediata el señor Juan Camilo
Restrepo respondió: “Si el ELN cree que con actos terroristas como el de la Macarena, cuya
autoría ahora reconoce con cinismo, va a presionar un cese al fuego, está equivocado. El
cese al fuego se alcanzará cuando el ELN comprenda que a éste se llega desescalando, no
escalando el conflicto”.
La primera ronda de negociación concluyó el 6 de Abril con el acuerdo de trabajar en un
plan piloto de desminado humanitario y en medidas para proteger a la población civil de los
daños del conflicto armado.
Defender el medio ambiente, tarea que se impone
¿Desarrollo es destrucción? ¿Es acabar y acaparar las fuentes de agua? ¿Es exportar la
riqueza de las entrañas de la naturaleza para dejar desolación, miseria y no futuro? En fin
parece que esa fuera la divisa que han venido vendiendo y jalonando los cuatro últimos
periodos presidenciales, dos de Uribe y dos de Santos. Concesiones mineras a diestra y
siniestra no importando donde y a pesar de los bienes primigenios de la naturaleza: el agua,
la tierra y la contaminación del aire.
La cacareada confianza inversionista en la que insiste el ex presidente Uribe y protege
Santos no es más que la entrega inmisericorde de nuestras entrañas de país a las
multinacionales.
Ante esas consecuencias y ante la insensatez del gobierno central y buena parte de los
regionales, se viene levantando acciones plebiscitarias del pueblo que con cordura
defienden el agua y la tierra para cultivar. Los habitantes quieren perder sus paisajes para
tranzarlos por la destrucción de sus ríos y montañas. Reclaman del gobierno que hagan
frente a la minería ilegal prohijada la mayar parte de las veces por la violencia, pero
también por la necesidad.
El 27 de Marzo los ciudadanos de Cajamarca (Tolima) dieron un paso fundamental y
esperamos definitivo para la defensa de su territorio en contra de la gran minería que unía al
gobierno nacional con la multinacional sudafricana AngloGold Ashanty. Cajamarca está
situado en montañas idílicas, donde se encuentra la estrella fluvial para los departamentos
de Tolima y Quindío, de allí toman el agua dos millones de personas, es un municipio
despensa de alimentos agrícolas para ciudades como Bogotá. Es allí donde se pretende una
explotación minera a cielo abierto que convertiría la región en el más grande cráter del país.
El proyecto minero denominado La Colosa ubicado en el municipio de Cajamarca, había
sido anunciado por el presidente de la multinacional en el año 2007 como “el más grande
hallado en los últimos diez años en todo el mundo”3 Allí se encontrarían 28 millones de
onzas de oro.
En Colombia se tiene establecido que el subsuelo es del Estado y que está en condiciones
de hacer concesiones a quien lo demande. En los últimos años, sobre todo durante el
gobierno Uribe, se concesionó casi todo el país. Sin embargo ante la debacle que se
vislumbraba y frente a las razones y presiones de la ciudadanía la Corte Constitucional
determinó que los entes territoriales pueden prohibir la minería, además abrió el camino
para las Consultas Populares. De esta manera la Corte Constitucional declaró
inconstitucional una norma del Código de Minas que les prohibía a los municipios excluir
la minería de sus territorios, pero además dejó sentado que “la prohibición de la minería
puede resultar o bien de las decisiones de las autoridades locales, o bien de las consultas
convocadas por los ciudadanos o los alcaldes”4
3 Monsalves, María Monica, Proyecto minero La Colosa: ¿sí o no?, en El Espectador, 24 de Marzo 2017, pág.,
2. 4 Rodríguez Garavito, Cesar, Claridades de Cajamarca, en El Espectador, 31 de Marzo 2017, pág., 49.
La consulta realizada en Cajamarca toma especial interés porque es la primera que se
realiza por iniciativa popular. Anteriores consultas como las de Piedras (Tolima) o Cabrera
(Cundinamarca) fueron convocadas por las administraciones municipales. En estos dos
municipios el No a la minería fue absolutamente mayoritario. En Cajamarca la
administración municipal se oponía a la consulta y ha sido aliada de la multinacional.
Los ciudadanos de Cajamarca se enfrentaban a la multinacional que invirtió ingentes
recursos en regalos, propaganda viciada con mentiras, la administración municipal
totalmente al lado de la multinacional, el gobierno nacional desinformado y la
Registraduría dificultado el ejercicio del voto, dado que redujo sensiblemente el número de
mesas donde se consignarían los votos en relación con otros comicios electorales.
Líderes campesinos en una acción de persuasión, visitando a sus hermanos casa por casa,
despejando dudas y mentiras, pero sobre todo valorando lo que tienen y pueden perder
enfrentaron la votación que culminó con un radical rechazo a la minería y a favor de su
vocación agrícola y la protección del agua para ellos y todos los municipios vecinos. Tenía
una consigna simple y pegajosa: ¡Queremos agua, queremos maíz, AngloGold Ashanty
fuera del país” El resultado no pudo ser más diciente: 97,92% voto por el No a la minería.
El 1,21% estuvo de acuerdo.
El Ministro de Minas en lugar de salir a respaldar la decisión ciudadana, declaró en los
medios como si fuera el vocero de la multinacional: “El resultado no puede romper el
Estado Social de derecho”. ¿A qué se refería? ¿No había avalado la Corte Constitucional
máxima instancia judicial del país dicha consulta? Es una pena que el país tenga
funcionarios de ese talante.
Diana Rodríguez, investigadora especial de Dejusticia, asegura que la Ley 134 y la Ley
1757 establecen que el resultado de una consulta popular, si supera el umbral necesario es
obligatorio y vinculante “Jurídicamente, lo que tiene que pasar en este caso es que el
Consejo municipal deberá adoptar la decisión y el mandato popular y prohibir la minería en
el municipio”.
Animados por los resultados de Cajamarca ahora se estudian consultas en Cumaral (Meta);
Paujil, Doncello y Valparaiso (Caquetá); Simacota (Santander); San Martín (Cesar), y por
iniciativa de la administración municipal en Ibagué la capital del Tolima.
Los campesinos de Cajamarca tienen nuestro reconocimiento por su entereza, por el amor a
su tierra y en ella a toda Colombia, que saluda y agradece su ejemplo de dignidad y defensa
de un desarrollo sostenible para goce de las presentes y futuras generaciones.
Tragedia en Mocoa
La capital del departamento del Putumayo, la ciudad de Mocoa se vio afectada
dramáticamente por los deslaves y flujo de lodo ocasionados por fuertes lluvias durante la
noche del 31 de marzo y la madrugada del 1 de abril provocando los desbordamientos de
los ríos Mocoa, Mulato y Sancoyaco. En la cabecera municipal fueron arrasados viviendas,
vías y puentes, destruyendo 17 barrios, cinco de ellos en su totalidad. Se han reportado 320
personas fallecidas, 400 heridas y unos 300 desaparecidos.
El origen de este desastre que enluta a cientos de personas en su mayoría pobres y
desplazadas que habitaban a orillas de los rio mencionados, en una zona de alto riesgo, se
debió además de las lluvias extremas a las pésimas condiciones de los suelos por
deforestaciones inmisericordes y actividades agropecuarias.
Luz Marina Mantilla, directora del Instituto de la Amazonía en Colombia (Sinchi), señala
que las causas de este desastre anunciado esta en la deforestación, la praderización, la
degradación de las rondas hídricas y la fragmentación de los bosques. A eso se suma la
ganadería, los cultivos ilícitos y la extracción selectiva de especies forestales de uso
comercial. Lo anterior lo precisa de la siguiente manera: “En 2015 teníamos unas 9.214
hectáreas de deforestación en Putumayo, lo que equivale al 7,4% de la nacional. El
departamento era el quinto con más alta tala en el país. Hemos perdido en bosque, entre
2014 y 2016, 25.977 hectáreas en Putumayo y se han preaderizado 71.617 hectáreas entre
2014 y 2016. En el municipio de Mocoa hemos perdido 151 hectáreas de bosque y se han
praderizado 1.489 hectáreas a 2016. La degradación de bosques ha sido de 3.331 hectáreas
de bosques fragmentados en el departamento, y en Mocoa de 26. A esto hay que agregarle
todo el problema de la frontera agropecuaria en Putumayo, que en 2002 era de 61.300
hectáreas y en 2016 superó las 82.000…,(además) existe un problema de planeación de las
ciudades porque en cualquier parte no se pueden poner barrios. Las imágenes de Mocoa
muestran que los barrios estaban al pie de quebradas, pero no se puede olvidar que las
aguas tienen memoria.”5
¿Dónde está el Estado? Hace varios meses se había advertido que podía pasar una gran
tragedia en Mocoa. Pero ¿además que vigilancia se tiene sobre el territorio, su inadecuado
uso y abuso y los desastres ecológicos y en vidas humanas que está produciendo? La falta
de presencia del Estado y la corrupción que permite la degradación del país una vez más se
hacen palpables.
5 Baena Jaramillo, María Paulina, “La Amazonía no es para tener vacas y estar sobrepoblada”, entrevista a
Luz Marina Mantilla, directora del Instituto Sinchi, en El Espectador, 3 de Abril de 2017, pág., 8
Reconocimiento a un ser admirable
Con ocasión de la visita de Señor Presidente de la República de Irlanda, Michael D.
Higgins, el 14 de febrero se reunieron con él algunos representantes de comunidades
indígenas del Alto Putumayo en Bogotá para agradecer a su país por la denuncias
realizadas hacia 1910 por el Cónsul británico en Belem do Pará, sir Roger Casement
(nacionalista y héroe irlandés), quien los salvó a manos de los explotadores de caucho. El
Cónsul Casement había sido comisionado para viajar hasta el sector de La Chorrera (en el
Amazonas Colombiano), para verificar la violación de derechos humanos de la empresa
Peruvian Amazon Company (hasta 1907 se había llamado Casa Arana).
Se estima que más de 5.000 indígenas colombianos de las etnias huitoto, muinane y bora,
murieron por la explotación de caucho en el Alto Putumayo entre 1905 y 1915.
Se invitó al presidente irlandés que a mediados de 2018 los acompañe para la inauguración
de un monumento en honor de Casement y de las víctimas que dejó la explotación
cauchera en la Amazonía. Véase más información en la nota: 6
6Díaz Ahumada, Jaime, Selvas y llanuras, sufrimientos y retos, discurso en Villavicencio, 22 de junio de 2011: La casa Arana
A finales del Siglo XIX y comienzos del XX, la “Casa Arana”6 instauró en las selvas de los hoy
departamentos del Amazonas y Putumayo, como también en la zona vecina del Perú un feroz
régimen de terror y muerte contra los indígenas. Ante la fiebre del caucho que se vivía en la
época el peruano Julio Cesar Arana, quien era subsidiario de una compañía inglesa, se
propuso la destrucción de sus rivales caucheros minimizando el costo de la mano de obra
mediante la instauración de un régimen de esclavitud sobre la extensa población indígena
que habitaba la zona de explotación cauchera.
Ante las denuncias del joven ingeniero norteamericano W. Hardenburg, quien había visitado la zona, el periódico londinense Thurth publicó su testimonio bajo el título “El paraíso del diablo”, donde se relataba a partir de su visita a Iquitos (Perú) el régimen de esclavitud que vivían los indígenas forzados a trabajar, sometidos a tortura en el cepo y a látigo, expuestos a hambrunas y a pestes provocadas por las precarias condiciones de trabajo. Mientras tanto el gobierno colombiano no se ocupaba del asunto y, el peruano consideraba a Arana “su hombre” en la región ante la disputa territorial con Colombia. La publicación del periódico londinense desató un escándalo internacional que obligó al Foreing Office a abrir una investigación. Para tal efecto comisionó a Roger Casement, cónsul ingles en Belem do para (Brasil) para llevarla a cabo.
Sir Roger Casement visitó la región en 1910 y produjo un informe conocido como El Libro Azul, donde corrobora las atrocidades cometidas por los caucheros y denunciadas por Hardenburg.
Bogotá, 08.04. 21017.
Los indios, según su testimonio, eran forzados a extraer el látex; si no entregaban las cuotas exigidas, eran castigados en el cepo, flagelados y torturados. Si huían se les penalizaba con la muerte; no se les permitía sembrar sus cultivos tradicionales, sus armas habían sido confiscadas; debían hacer penosas travesías a los centros de acopio del látex. Para que sobrevivieran como mano de obra se les proporcionaba una ínfima comida enlatada a la que no estaban acostumbrados. Se estaba produciendo un auténtico genocidio.
La historia de Roger Casement y sus informes sobre el Congo Belga y el Putumayo son recreados, en “El sueño del celta”, obra del Nobel Peruano, Mario Vargas Llosa. Allí se narra también como el antiguo cónsul inglés, convertido a la causa de la independencia de su natal Irlanda, fue llevado a la horca (03.08.1916) por el gobierno de su serenísima majestad Jorge V, considerado (Casement) como traidor por los ingleses y héroe por los irlandeses.
El Papa Pío X, que además de la prensa había sido informado por misioneros y delegados apostólicos de las atrocidades que se venían cometiendo en la región dirigió el 7 de junio de 1912 la Encíclica “Lacrimabili statu”6 a los Arzobispos y Obispos de América Latina sobre los indios de Suramérica. En ella condena los
Crímenes contra la población indígena y solicita que se ponga remedio a “tan monstruosa ignominia y deshonra”. De manera firme señala: “Para qué puede ser tan cruel y tan bárbaro en
cuanto a hombres del látigo y calificarlos con hierro caliente, a menudo para las causas más triviales, a menudo para la lujuria mera de la crueldad: o, repentinamente derrocándolas, para matar centenares o millares en una masacre incesante; ¿o para perder aldeas y distritos y matar
a los habitantes, de modo que algunas tribus, como entendemos, haya llegado a estar extintas en estos últimos años?”. Y añade: “La lujuria del dinero ha hecho mucho para hacer las mentes de los hombres tan bárbaros”
Ante este panorama el gobierno colombiano, quien hasta la fecha se había mostrado indolente, reactivó sus reclamos limítrofes frente al Perú. Pero ni antes ni después hizo algo a favor de los indígenas atropellados.
Frente al conflicto territorial entre Colombia y Perú (1932) la compañía cauchera peruana desplazó forzadamente a los indígenas sobrevivientes hacia el Perú, dejando desolado el territorio localizado en el actual departamento del Amazonas.
En Colombia, nuestro novelista José Eustasio Rivera en su obra “La vorágine” denuncia también el régimen de opresión y muerte contra los indios por parte de los caucheros. La Chorrera debe quedar consignada en la historia como un lugar de la ignominia humana.