Desde El Mirador de La Guerra II

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Artículo de Antonio Machado

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LA VANGUARDIA Página 3. Sábado 14 de mayo de 1938

Desde el miradorde la guerra

Cuando vemos desde el mirador de la gue-rra la llamada política conservadora quedomina hoy los Estados, no las naciones,de las llamadas democracias, advertimosclaramente toda su ceguera, toda su insu-perable estolidez. Los hombres que repre-sentan esta política (poned aquí los nom-bres que queráis, sin reparar en su filia-ción de partido), no vacilan en divorciarsede sus pueblos, en permitir que sean éstosamenazados, lesionados y hasta invadidos,con tal de poner a salvo los intereses de unaclase privilegiada. La posición es un pocoabsurda; porque una clase privilegiada nopuede llegar hasta el sacrificio... de todaslas demás; pero, al fin, no es t an nueva enel mundo, que sea para nosotros motivo déescándalo. Lo verdaderamente monstruosoes que esos hombres sigan simulando echarsus viejas cuentas, como si entre el año 14 yel ario 38 de nuestro siglo no hubiera pasadonada sobre el mísero planeta que habita-mos. Su actitud ante una posible (para ellosinevitable) guerra grande es, agravada porel tiempo, aproximadamente la misma quetuvieron en vísperas de la guerra europea.Ellos nos hablan, como entonces hablaban,en nombre de sus respectivos países, comosi ellos fueran los representantes legítimosde entidades compactas, suficientemente uni-ficadas para ser arras t radas a una guerramortífera, bajo el mismo uniforme y l a mis-ma denominación (franceses, ingleses, etcé-tera), sin cambio algún» de la estructura so-cial, en el momento de ser atacadas porotras naciones no menos compactas, no me-nos unificadas, donde las discordias inte-riores se apagan al sonar los primeros tam-bores. En el año 14 la guerra, con todos sushorrores, fue una admirable simplificaciónde las contiendas íntimas, una tregua san-grienta dé la paz. El mismo crimen que eli-minó a Jaurés se silbó por superfluo. Jauríaera — ¡cuántas veces se dijo! — francésantes que socialista, y nada había que temerde su influencia sobre las masas proleta-rias.: Pero los políticos conservadores denuestros días saHen muy bien que esto ya noes posible. Lo saben y n i siquiera tienen elpudor de ocultarlo. Siguen, no obstante, yseguirán ahuecando la voz para hablarcomo antaño: «En los momentos decisivospara los cuales activamente nos apercibi-mos, contamos con enorme provisión de ma-terias primas destinadas a industrias deguerra, con fábricas cuyo trabajo para laguerra será incesante, el enorme poder denuestras escuadras, la fecundidad de nues-tras mujeres, y el material humano, difícilde mantener en la paz, pero de oportunoempleo y fácil consumo en las horas mar-ciales. Y todo ello arderá en la gran ho-guera cuando llegue su día. Que nadie aten-te a la integridad de nuestro territorio, a laindependencia de nuestra nación, a la in-tangibilidad de nuestro imperio colonial, osea obstáculo a su futuro engrandecimien-to». Todas estas palabras suenan hoy a re-tórica hueca, puesto que no contienen yaun átomo de verdad en labios de quieneslas pronuncian. Porque sus pueblos saben,y ellos mismos no ignoran, lo siguiente:

Primero. —- Que estos políticos conserva-dores sólo representan a una clase qaelleva el escudo al brazo, una plutocracia enposición defensiva, cuyo cimiento no tienela firmeza que tuvo en otros días.

Segundo. '—- Que sus adversarios, los po-líticos que definen, alientan o impulsan unapolítica amenazadora (un Mussolini, imHitler) son algo más cínicos que ellos, peroacaso menos estúpidos, y que les asiste, ensus pueblos, t ina corriente de opinión másconsiderable. Son hombres, también, con elescudó a l brazo, pero representan el momen-to de suprema tensión defensiva de la bur-guesía (fascio), que se permite el lujo de laagresión. Espíritu de miedo envuelto en ira,que dijo nuestro Herrera.

Tercero. — Que ellos, los políticos conser-vadores de las grandes democracias, tiendena simpatizar, necesariamente, con los jefesfrancamente imperialistas de los países ad-versarios, porque son lobos de la mismacarnada, dicho ds otro modo: defensores deuna misma causa: el apuntalamiento deledificio burgués, minado en sus cimientos.

Cuarto. — Que el pacto a que ellos tien-den es un pacto entre entidades polémicas,un pacto entre fieras, y las fieras sólo pue-den ponerse de acuerdo en dos cosas: o paradevorar al débil o pa ra devorarse entre PÍ.

Quinto. — Que ellos, dadas su ideología ysn estructura moral, y dado el ambiente enque oneran, no pueden escaparse de estatr,,..;Mp alternativa.

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Séptimo. — Que su actuación política es,

no ya superflua, sino perjudicial a sus na-ciones, porque ella oscila necesariamenteentre la amenaza y la claudicación, la ame-naza, que irrita al enemigo y refuerza susresortes polémicos, y la claudicación, quedeshonra a los pueblos y los entrega mo-ralmente vencidos al adversario.

Octavo. — Que ellos no pueden respondera estas preguntas: ¿A dónde vamos? ¿Quécamino es el nuestro en el futuro histórico?Que ellos contribuyen a poner un tupido velode mentiras ante los ojos de sus pueblos.Porque ellos ignoran — o aparentan igno-rar — el hecho ingente de la Revoluciónrusa, y pretenden que se vea en ella unpoder demoníaco y un foco de infección quepuede contaminar a sus pueblos, en lo cualestán de perfecto acuerdo con los llamadosfascistas. Y pretenden, sobre todo, que na-die vea en Moscú, el aborrecido Moscú, elfaro único de la Historia que hoy puedeiluminar el camino futuro. Les aterra sobretodo — reparadlo bien — que la gran Revo-lución rusa haya pasado de su período de-moledor al creador y constructivo y que loque allí se hace sea la experiencia maravi-

llosa de una nueva forma de convivenciahumana.

Noveno. — Que, honradamente, sólo • pue-den hacer una cosa: retirarse a su vida pri-vada de cazadores aristocráticos o de no me-nos distinguidos pescadores de caña, y dejarloa puestos de pilotos que hoy ocupan a loshombres que tengan la conciencia integralde sus pueblos, de su ruta y de su porvenir,porque sólo a éstos incumben la heroicafaena y la terrible responsabilidad deltimón.

Y no sigo, por ahora, enumerando, por-que no aspiro a los trece puntos, númerosagrado para nosotros, después del insupe-rable manifiesto del doctor Negrín.

Dejemos para otro día el tratar de la di-plomacia conservadora, que tanto hubierahecho reír a un Maquiavelo, y que tanto nosrecuerda los versos del coplero español:

Cuando los gitanos tratan,es la mentira inocente:se mienten y no se engañan.

'ANTONIO MACHADO

LAS FINANZAS REPUBLICANAS

El balance del Banco de EspañaLa Gaceta publicó ayer, conforme había pro-

metido el ministro de Hacienda en sus declara-ciones a la Prensa, el balance del Banco de Es-paña. Tenemos que subrayar la claridad conque ©1 Gobierno de la República expone anteel país, siguiendo su norma de conducta, todolo relativo a la efectiva situación, tanto en losfrentes de guerra como de la política en todoslos órdenes. Al comunicar hoy los datos de la si-tuación financiera, es un testimonio más deesta lealtad de conducta para con los ciuda-danos españoles, que de este modo han servidopara granjearles su confianza; pero, además,tenemos que subrayar también que esta lealtades a la vez un acierto, puesto que ha validopara despejar muchas informaciones tendencio-sas y para que los medios financieros que hayantenido conocimiento de los datos del balancedel Banco de España, hayan experimentadola firmeza de la situación financiera del paíssobre números claros y precisos, tal como repe-tidas veces había anunciado, en declaraciones,el Presidente del Consejo de ministros, cuandoregentaba la Cartera de Hacienda.

No nos corresponde hacer un análisis técnicodel balance del Banco de España; quede estalabor para los órganos de Prensa de carácterprofesional, pero sí interesa del mismo destacaraquellos datos fundamentales que deben llegara conocimiento del público. Era muy frecuenteapreciar, como consecuencia de informacionestendenciosas y las más de las veces procedentesdel campo faccioso o de los enemigos de laRepública, el que España estaba sosteniendo!a guerra con una inflación violenta y a ex-pensas de un aumento en las emisiones de bi-lletes del Banco de España y, al propio tiempo,se cifraban éstas en cantidad fabulosas, quehoy queda claro lo desviados que se hallabande la realidad. También se hablaba de losgastos (le la guerra sobre cifras inverosímilesque hacían temer al observador propicio a estasdepresiones de espíritu, o que no habría posi-bilidad de mantener la guerra durante muchotiempo o que se entraría en una situación ecc-nómica ruinosa.

El balance del Banco de España demuestracon la claridad de sus números dos cosas: quala circulación de billetes que en 18 de juliode 1936 era de 6.000 millones de pesetas, sola-mente ha aumentado en unos 3.000 millones.La elocuencia de estas cifras es de por síbastante para desvirtuar todos los equívocos.

Claro es, que los gastos de guerra, tal y

como se reflejan en el Balance del Banco deEspaña por los saldos de la cuenta de Tesore-ría, suman una cifra mucho mayor, pero gra-cias al buen funcionamiento del mecanismobancario crediticio del país, que ha dado prue-bas de una eficacia que no puede ser mejoradapor ningún país en circunstancias análogas alas que atraviesa nuestro pueblo y, sobre todo,a la confianza de los españoles, y lo que esmás expresivo aún. a la confianza del dinero,que ha vuelto a las cajas del Banco de España,por la vía de los ingresos, en las cuentas co-rrientes y en los depósitos bancarios. Y así, lacifra total de lo gastos de la guerra puede con-siderarse distribuida en dos partidas: una, lamenor, el aumento de la circulación, y otra,la más cuantiosa, el aumento de los depósitosy cuentas corrientes en. el Banco de España,como consecuencia del aumento de los depósitosbancario» Es tan expresiva esta cifra comoprueba de confianza del dinero en las institu-ciones bancarias que funcionan bajo el impulsoy dirección del Gobierno de la República, queel volumen de cuentas corrientes en él Bancode España, que en 18 de julio de 1936 era,aproximadamente, de unos 1.000 millones depesetas, es hoy seis veces mayor y, por consi-guiente, como decíamos, la parte más impor-tante áe los gastos de la guerra ha vueltooirá vez al Banco de España para servir alacervo común de la economía nacional.

Si hacemos cifras comparativas podremosver, que mientras en España a los 22 meses deguerra el aumento de la circulación representasolamente un 41 por ciento de los préstamosdel Banco de España al Tesoro, en otros paí-ses, como Francia en 1918, el incremento dela circulación de billetes representaba un 126por ciento de los anticipos del Banco deFrancia.

Nada más expresivo puede decirse de unapolítica en período como el que nuestro paísatraviesa, ni nada más expresivo tampoco delpatriotismo de los españoles que, sin ningunaclase de solicitaciones y simplemente sirviendoa la confianza que les merecía ej mecanismode crédito regido por el Gobierno de la Re-pública, han contribuido con sus ingresos encuentas corrientes, a mantener una situación fi-nanciera, que si bien no puede ser brillante,como no puede serlo la de ningún país enguerra, revela una firmeza a prueba de sacri-ficios y unas posibilidades de resistencia queno es preciso encarecer más.

SE COMPRENDE, por Bagaría

DEPURACIÓN DE LA RETAGUARDIA

l ió

(Franco ha firmado un decreto dejando sin efecto legal todos los matrimonios civiles.)—¡No quiero más parejas civiles que las del tricornio!

La especulacióndesmandada

La campaña represiva de las autoridades con-tra la especulación se ha intensificado a últimahora, en la misma medida que los agiotistas,roto el miramiento postrero, se precipitaban porlos despeñaderos de la inmoralidad, vendiendosus géneros a un precio que triplicaba o cuadru-plicaba el de coste. Parecía —diríamos mejor pa-rece, porque el abuso está lejos todavía de ha-ber sido parado en seco— que la guerra y la re-volución hablan estallado obedeciendo a una mis-teriosa confabulación de mercaderes sin conciencia para batir el arecord» de \os negociospingües.

La ocultación de los artículos mds solicitadospor el público la denunció la Prensa ya en losprimeros meses de la crisis convulsiva en quenos estamos debatiendo, en plena euforia de loscomités revolucionarios, en aquella etapa pinto-resca en que la categoría individual de los ciuda-danos podía medirse, a primera vista, por el ca-libre de las pistolas que ostentaban en el lugarmás visible de su pergeño. Sorprendió que coin-cidiera con la entrada en funciones de los Comi-tés de empresa y de control, algunos de los cua-les parecían querer demostrar de este modo elavanzado desarrollo de su espíritu mercantil, desu iniciativa y de su previsión, dejándose muyatrás en esta aptitud específica para la transac-ción ampliamente remunerativa, a los tiburonesde la compraventa que medraban con el anti-guo régimen.

Claro que la ocasión hace al ladrón y que unaguerra, con las subversiones y desórdenes que lesiguen, con el desequilibrio que introduce en. laley de la oferta y la demanda, es para hacerque se tambaleen las conciencias más firmes yausteras. El hecho es que la regla no falló porla circunstancia de hallarse la> industria y elcomercio controlados por comités de trabajado'res, que antes sirvieron de acelerador, no defreno, para la danza ascensional y epiléptica delos precios,.para exprimir el fruto aleatorio que,con relumbres de oro, se vela flotar sobre lasrevueltas y turbias aguas de la anormalidad.

Y este es el punto neurálgico del problema:que se pueda imputar a determinados obreros, s ídía siguiente de haber triunfado sus reivindica-ciones, un afán de ganancia desmedido, que en,nada se distingue, si no es por haber rebasadosus límites, de la codicia individual atribuida alburgués. Ocultaciones, acaparamientos, preciosabusivos, resistencia al cumplimiento de las la-sas, desprecio a las reclamaciones del eon$umtdor, todas estas señales de corrupción fueronacentuándose a medida que la guerra se hacíamás dura y la facilidad para la especulación au-mentaba.

Llegados al puerto de arrebatacapas, tenía elGobierno que acudir a los resortes de preserva-ción y salud públicoi, y ahí están los Tribunalespopulares operando como cirujanos sobre estetumor maligno de la retaguardia y haciendocada día más profunda, con unánime y esperan'zado estremecimiento de los órganos todavía sa-nos, la penetración del bisturí. Multas de 1.000,de 5.000, de 10.000, de 50.000, de soo.ooo pesetas,con tantos más cuantos meses de reclusión sa-nitaria, para los comités desaprensivos que ven-dían a veinte lo que hablan comprado a cinco,hasta llegar, si las circunstancias lo requieren, aescarmientos todavía más rigurosos. La especU'lación inmoral es una fiebre que harán remitirlos remedios heroicos y de efecto traumático,sólo aplicados, por supuesto, excepcionalmente,mientras los justifiquen los peligros de la guerra.

¡Ah, la guerra! ¿Cuándo pensaron en ella esoscomités de control que vendían zapatos a $90 pe-setas el par, asequibles sólo para los potentadosQue la revolución había querido suprimir?. ¿Y¡esos tsandwichs* homeopáticos, destinados a nu-trir de ilusiones al consumidor desmoralizadopor las colas, que no pesaban lo que su coste enpapel moneda, no hubieran hecho en pocas se-manas la fortuna de su despreocupado inven-tor,'que así extraía del antifascismo lo que faltaba en sus bocadillos con relación al «sand-wich" normal?

La guerra es para sus aprov echador es la eradel desafuero ganancioso, mientras la sangre desus mártires corre a raudales. Pero asi aconteceen todos los períodos convulsivos y no debemosdesmoralizarnos por ello. Cuando las aguas ha-jan de la montaña en torrentera, están turbias.Mientras esperamos que se canalicen y sedimen-ten, es ineludible deber de todos separar las im-purezas de mayor volumen que flotan en la su-perficie. De lo contrario, sucumbiríamos, aunquesólo fuera por efecto de los miasmas.

IRBMSSBI9CS8

Notas vanasde ia mujer

Las mv-chachas libertarias celebraré unaasamblea mañana, jueves, a las seis üe la tar-de, en el local ele la Federación Local, Puerta»ferrisa, 25, rara tratar de la ocupación de tospuestos de responsabilidad en fábricas, camposy talleres, a fin de dar magnífico ejemplo dedesinterés y de abnegación antifascista.

Los certificados de enfermedadesEl Sindicato Único de Sanidad, C.N.T. (Sec-

ción Médicos), advierte a sus afiliados que seabstengan en absoluto de atender Jas pe-ticiones de certificación de enfermedades in-existentes, porque ello daría lugar a sancio-nes de gravedad, así por parte del Sindicatocomo por la de las autoridades de la Repú-blica.

Conferencia de Policiano AlonsoMañana, domingo, día 15, a las once y me-

dia dP !a mañana, se r&leibrará en 4 Ateneo•1e RT rce'ona Cañirla R. la XVT1 conferenciadel ci-ilo organizado por el Ateneo Profesionalde Periodistas, a cargo del consejen, regidordel Ayuntamiento de nuestra ciudad . secreta-rio de la Federación Regional de Transportes,don Ponciano Alonso, quien desarroHaTá, eü ta-ma «El transporte y 1\ guerras.