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5/13/2018 El Carnaval durante el siglo XIX en la ciudad de México - slidepdf.com
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Carnaval: de fiesta popular a diversión burguesa
Martes era, que no lunes,
Martes de Carnestolendas,
Víspera de la Ceniza, primer día de Cuaresma.
Ved qué martes y qué miércoles,
Qué vísperas y qué fiesta;
El martes lleno de risa,
El miércoles de tristeza.
Por qué don Carnaval
El presente trabajo aunque escueto tratará de abordar lo que representó, y
sobre todo visualizar cómo se realizaba el carnaval en la ciudad de México y su
periferia en el período de una década, desde la guerra contra Estados Unidos
hasta el ascenso del gobierno triunfante de la revolución de Ayutla.
¿Por qué esa época? Como mencionaremos más abajo, las carnestolendas
fueron paulatinamente perdiendo su sentido original debido a los castigos
impuestos, ya fuera por autoridades eclesiásticas o civiles, a quienes
participaban en ellos. Con esa censura el carnaval perdió poco a poco todo su
carácter contestatario, y al extirparle esa esencia no tardó en pasar a formar
parte de las filas de las diversiones burguesas o de las élites.
Observaremos también cómo la despresurización social que tenía lugar gracias
al carnaval, que se encontraba en vías de desaparición, iba encontrando cauce
en otras diversiones, pero no con el mismo carácter de las carnestolendas, y en
todo caso algunas de ellas también fueron reprimidas. Las reprimendas al
carnaval, en el período elegido, ya no vinieron por parte de la Iglesia, como
antaño, quien era la principal represora, sino que ahora eran las autoridades
civiles quienes con más afán atacaban esas fiestas populares, principalmente a
la antesala de la cuaresma.
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Hemos decidido dedicar este análisis a tal período por la razón que nos da
Juan Pedro Viqueira en su libro ¿Relajados o reprimidos?, donde hace
mención al poco desenvolvimiento que tuvo la manifestación popular durante
las primeras décadas del México independiente, y su reaparición durante la
década de los 40 del siglo decimonónico. Pero bien menciona él que suaparición fue simplemente una pálida copia del original.
En el presente demostraremos con algunas fuentes de archivo esa afirmación,
o en su caso refutarla.
En el trabajo abordaremos un sistema comparativo del carnaval y trataremos,
en estas pocas líneas, de demostrar o rechazar la tesis con la que culmina el
apartado de carnaval del libro ¿Relajados o reprimidos? Pues veremos que en
todo caso, si las carnestolendas no desaparecieron, su sentido original sí. Nos
apoyaremos en algunas fuentes de primera mano y otras secundarias para
mostrar cómo es que el carnaval pierde gran fuerza y cómo se convirtió en una
parodia de lo que era y más aún, que al haber mermado la fiesta del carnaval,
su antípoda, la cuaresma, murió con él.
Del vulgo al burgués
Don Carnaval contra doña cuaresma. Ése ha sido uno de los temas sobre los
cuales han versado los estudios en lo relativo a aquella época del año en que
el desenfreno era total y la inversión de roles era la premisa. En diferentes
estudios los ponen como la contradicción misma, elementos enemistados y
contrapuestos: si uno, el carnaval, era la libertad, el otro, la cuaresma, era la
censura y la prohibición. Pero realmente los dos se necesitaban. Uno era la
vitalidad del otro.
En el siglo de las luces observamos claramente los intentos que se hicieron por
acabar con el carnaval, edictos, cédulas y bandos iban encaminados a detener
de tajo la celebración popular en la cual no se veía más que una práctica de
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ritos paganos, que atentaban contra el dogma católico. Su prohibición se
realizaba con castigos ejemplares tanto económicos como físicos y morales.
El carnaval en la ciudad de México comenzó a marchitarse cuando las
reformas borbónicas se implementaron en la Nueva España, e iniciaron con elcombate a las fiestas populares, tradiciones y celebraciones de las
comunidades indígenas. Estos ataques asestados durante aquel período
fueron tan duros y demoledores que hicieron al carnaval perder gran parte de
su función social, pues actualmente los estudios realizados demuestran que
era una válvula de escape a la cotidianidad de la vida, a su constante
sometimiento y represión por parte de los poderes establecidos, especialmente
de la Iglesia.
Hay autores que consideran que durante la centuria anterior a la independencia
el decaimiento del carnaval va en aumento, hasta casi hacerlo desaparecer,
pero en la dualidad que era, su contraparte, la cuaresma, se va con él.
Por otra parte hay autores que mencionan que el carnaval no perdió mucha
fuerza, pues a mediados del siglo decimonónico siguió celebrándose, y se
sustentan en la existencia de bandos y actas que demuestran su prohibición, o
en su defecto reglas de comportamiento para la época de carnestolendas, que
cada año mandaba a colocar el Ayuntamiento del Distrito Federal. Pero en ellos
mismos se observa su decaimiento, pues muchos de los bandos mandados a
colocar no variaban de un año a otro, sólo se acomodaba de distinta manera, lo
cual nos demuestra que no existían los excesos de antaño en los cuales había
que anotar nuevas indicaciones.
El carnaval
El carnaval surgió como rompimiento a las normas establecidas por el
cristianismo. Fue una válvula de escape para mantener sana a la sociedad que
se encontraba encajonada, y a la cual se le intentaba extirpar sus creencias
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prehispánicas. Las carnestolendas eran una dosis de catarsis para soportar
durante el resto del año la miseria y la pesada losa impuesta por las élites.
El carnaval aunque traído por los españoles, al igual que la religión cristiana, se
mezcló con las tradiciones naturales de aquí, por ello en los desfiles decarnaval abundaban los simbolismos ³paganos´, mismos que después fueron
utilizados como pretexto por las autoridades para irlo censurando. Ya bien
menciona Juan Pedro Viqueira y también Cristina Oehmichen: ³el carnaval
empezó a ser combatido por los poderes civiles y eclesiásticos de la Nueva
España a finales del siglo XVI («) [y] entre los motivos esgrimidos para
[detenerlos] se encuentran los desórdenes masivos provocados por los
participantes, así como las actividades paganas e idolátricas que eran
atribuidas a los indios´1, pero en realidad sólo eran pretexto para detener el
carácter crítico y contestatario del carnaval, esa llave que dejaba escapar un
poco de la presión causada por la cotidianidad. El autor de ¿Relajados o
reprimidos? nos menciona que el carnaval empezó a ser castigado porque los
participantes realizaban ciertas ofensas y burla a los poderes establecidos.
En pocas palabras el carnaval intentaba ³ritualizar el momento más importante
del año (...). Su importancia está en la batalla entre la muerte y la vida («) de
asegurar la fertilidad del mundo («) lograr que la muerte se convierta en
resurrección, requiere la totalidad de fuerzas humanas y sobrehumanas y la
concentración de los rituales mayores´2 por ello las tradiciones cristianas se
amoldaron muy bien a las prácticas de los antiguos mexicanos o viceversa.
Pero qué es el carnaval, según la definición del diccionario nacional de Joaquín
Domínguez Ramos el carnaval es el tiempo de fiestas y diversiones que
precede a la cuaresma, y en el cual se entrega el mundo a disfraces, bailes,
máscaras, etc.3 Y el diccionario castellano de Esteban de Terreros y Pando lo
define así ³ [son] los días que hay desde pasando los Santos Reyes hasta
1Cristina Oehmichen, ³El carnaval de Culhuacán: expresiones de identidad barrial´ en Estudios sobre las
Culturas Contemporáneas, Colima, año/vol. IV, número 13-14, 1992, Universidad de Colima, pág. 171.2
Ileana Azor, los carnavales en México. Teatralidades de la fiesta popular , pág. 61.3 Ramón Joaquín Domínguez, Gran diccionario clásico de la lengua española (2 vols.), 2 ed., Madrid,
establecimiento léxico-tipográfico de R. J. Domínguez, MDCCCXLVII, pág. 345.
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cuaresma («) y que algunos toman el carnaval por sólo los tres días
precedentes a la Cuaresma4, el mismo autor nos menciona que
carnestolendas es el martes de carnaval, de carnal.5
Podríamos completar la definición con lo escrito por Cobarrubias en su Tesoro
de la Lengua Española al mencionar que ³también llamamos carnal el tiempo
del año que se come carne, en respeto a la cuaresma y los días cercanos a ella
llamamos carnaval, porque nos despedimos de ella, como si le dijéremos,
carne vale, y por otro nombre carnestolendas´.6 Según esas definiciones el
carnaval es la antesala de la cuaresma y es el tiempo de despedirse de la
carne y de los placeres de la vida, para guardar penitencia.
Pues era justamente esa celebración popular en la que las personas buscaban
invertir el orden de las cosas y desatar su locura, e igualmente eso fue lo que
ocasionó que se fueran prohibiendo, y para lograrlo se fueron castigando y
vetando determinadas cosas durante todo el siglo XVIII, y posteriormente se
adaptaría a la forma burguesa. ³Ya adelantado el siglo XIX («) el carnaval en
la ciudad de México no se recuperó, su resurgimiento («) no fue sino una
pálida copia, una desnaturalización burguesa («) su celebración se redujo
entonces a elegantes bailes de máscaras, concurridos por lo más granado de
la sociedad .7 Otro método que también sirvió para extirpar los excesos de las
celebraciones del carnaval fue que en esas temporadas empezara a haber
³variadas distracciones para los habitantes de la ciudad´8 con artistas
callejeros, músicos, etc.
Esto lo podemos comparar con dos situaciones, una es la que nos ofrece el
libro El carnaval en México, donde nos menciona, hablando del carnaval:
4Esteban de Terreros y Pando, Diccionario castellano con las voces de ciencia y artes y sus
correspondientes en las tres lenguas, francesa, latina e italiana (3 vols.), Madrid, imprenta de la viuda de
Ibarra, hijos y compañía, MDCCLXXXVI, pág. 363.5 Ibíd., pág. 364.6
Sebastián Cobarruvias Orozco, Tesoro de la lengua castellana, o española, Madrid, Luis Sánchez
impresor del rey N. S., MDCXI, pág. 203.7 Juan Pedro Viqueira, ¿ Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de
México durante el siglo de las luces, 2ª reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, pág.
148.8 Ibíd . pág. 149.
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³En la época colonial, no sólo se improvisaban mascaradas para celebrar el
cumpleaños de los reyes, canonización de algún santo, dedicación de los
templos («) los disfraces representaban personas de calidad, históricas,
bíblicas o mitológicas, ridiculizando a veces a gente de alcurnia o de gobierno
(«) la comparsería se entregaba a brazos de µmomo¶ con gran regocijo que
rayaba, casi siempre, en desacatos y ofensas, y hasta graves injurias, al grado
que las justicias tenían que intervenir para impedir tales desacatos´.9
Se menciona que en la Colonia hubo siempre ese ímpetu y organización propia
del populacho que no pedía permiso para realizar ³su´ fiesta, y vemos que en la
década de los cuarenta del siglo XIX, se tenía que elaborar una carta para
pedir permiso para realizar alguna actividad, así lo hacen constar varias
peticiones como la de la empresa La Compañía empresarial del principal que
solicita licencia para dar unos bailes de máscara en el próximo carnaval. 10 Así
como la compañía, varias personas solicitaban permiso para realizar sus
presentaciones.
Al hacer las solicitudes y anunciar los lugares donde se realizaba los eventos,
dejaban completamente alejado al carnaval de su lugar originario, ya que los
bailes de máscaras muchas veces tenían un costo nada accesible al vulgo.
Observamos también con ello que los bailes y muchas de las diversiones que
se hacían para paliar la extinción del carnaval se realizaban en lugares que la
élite solía concurrir como lo eran el teatro principal y el teatro de Santa Anna.11
Pero la expedición de licencias para ofrecer diferentes entretenimientos no
quitaba que se cometieran ³excesos´, por los cuales el ayuntamiento del DF
emitía año con año reglamentos que en realidad no variaban mucho, pareciese
que fueran copias simplemente; entre las cosas que se decía en ellos era: ³la
prohibición de vender bebidas embriagantes, entrar al salón con armas o
bastones´, además de amenazar a los que incurrieran en una falta:
9 Haydée Quiroz Malca, El carnaval en México, abanico de cultura, México, Conaculta, 2002, pág. 48.10
Archivo Histórico del Distrito Federal (de aquí en adelante AHDF), Diversiones públicas, vol. 798 exp.
113.11
AHDF, Vol. 798 exp. 136.
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³Serán detenidos por la policía y puestos a disposición de la autoridad, todos
aquellos que con motivo de la fiesta tiren piedras o cualquier otra cosa, con las
que lastimaban a las personas y los que se valían del disfraz para decir
insultos, palabras indecentes o asuntos que perturben la tranquilidad de los
asistentes´ del mismo modo señala que serán acreedoras a encierro las
personas que ³solas o en grupo entren a las casas a robar . De igual manera
sostiene: ³las cantinas que con el permiso correspondiente se colocaban fuera
o dentro de los teatros donde se realizaban los bailes de máscaras, cobrarían
el precio normal de la bebidas y pasando la media noche podrán subir un
poco´.12
Ahí vemos cómo se contradecían las mismas autoridades, ya sea por falta de
voluntad, por la corrupción o porque ellos también ganaban con la venta de las
bebidas alcohólicas durante los bailes de máscaras, pues mientras en unos
bandos prohibían la venta o entrada de personas en estado de ebriedad, por el
otro mencionan que sí se venden y se castigará a quien venda más caro. Pero
con esas medidas se intentaba limitar los daños o procurar que ocurriera el
menor posible en tiempos de carnaval, sin esas limitaciones o reglas,
seguramente el carnaval se hubiera ido recuperando.
Algunos de los que se quejaban por los mínimos excesos cometidos, si los
comparamos con otros tiempos, eran los religiosos y las autoridades civiles,
pues eran quienes recibían las burlas, ofensas e insultos, ya que si bien se
castigaba a quien usara trajes, máscaras o que hiciera alusión a alguna
autoridad, ellas se seguían manifestando, por ello mismo se seguía censurando
y castigando con severidad.
Veamos ahora cómo es que en realidad esas plétoras podrían estar infladas o
eran vistas con horror sin serlo tanto, ya que existen descripciones del carnaval
por gente de la élite, ello nos puede dar una visión de lo que sucedía en esa
época.
12Archivo General de la Nación de México (de aquí en adelante AGNM), gobernación, vol. 431, exp. 4.
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Pondremos algunos ejemplos de cómo es que veían el carnaval las personas
que no eran habitantes de la ciudad de México, en especial de extranjeros que
estaban acostumbrados a otros aires, por ejemplo una crónica hace alusión al
carnaval de la siguiente manera:13
³U na de las épocas del año más alegres que hay en México es el Carnaval; y
aunque las diversiones no son tan numerosas ni espléndidas como en Roma y
Nápoles, hay en esta población juiciosa y recatada más exuberancia de vida y
más demostraciones públicas de alegría y placer que en cualquier otra época
del año«
´Los teatros se transforman en salones de baile y los adornan a gusto por lo
común («) desde hace unos pocos años los elegantes se han abstenido de
tomar parte en las ruses de las mascaradas; y han dejado el campo libre sobre
todo a los pasteleros, modistas y peluqueros franceses de la calle de Plateros´.
Por su parte Madame calderón de la Barca, esposa del primer embajador
español en México mencionó:
³El carnaval no fue muy alegre, excepción hecha de los bailes de máscaras y
los lucidos paseos («) se celebraron tres bailes de máscara («) entre las
mujeres dominaban los dominós, adoptados por más encubridores, pues se
estima en poco asistir a estos bailes («) [hay mujeres] vestidas de hombres
(«) y muchos hombres vestidos de mujeres; y poblanas de antifaz, sin medias
y con faldas demasiado cortas; caballeros armados («) la música era muy
buena, y los que bailaban, valsaron y galoparon, y dieron vueltas por la sala
como furias´.14
Por su parte un mexicano liberal como Guillermo Prieto observó bien el cambio
que hubo en el desenvolvimiento del carnaval ya que inicia una crónica
resaltando las peculiaridades del carnaval, dando un par de palabras a su
13 Citado en Haydée Quiroz Malca op. cit., pág. 54.14
Ibíd. pág. 55.
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origen el cual describió como alborotador de conciencias, escandalizador de
ancianas y sembrador de inquietudes en el corazón de las familias, por su parte
caracterizó el período que nos corresponde de la siguiente manera:
³Corrieron los tiempos; las comparsas se organizaron; ya no eran vestidos de
papel ni de cucharas, ya no panaderos y léperos, eran parejas con ricos
vestidos de fantasía, descendiendo de los trajes de moros, de chinos y las
carretas de moros, («) máscaras y comparsas, como hemos dicho, se
solazaban en las casas particulares, conservándose mucho tiempo memoria de
las recepciones en los grandes salones de las Casas de Monedas («) las
fiestas callejeras del carnaval se reducían a retozos más o menos groseros,
con el pretexto de quebrantar cascarones de tizar, de salvado, de miel y aguas
pestilentes, y entre la gente bien educada, lanzar flores, aguas de olor y
agasajos´.15
Por su parte otro personaje importante en la historia de México pero del bando
conservador, Antonio García Cubas, manifiesta que en los carnavales durante
la década de los 40 y 50 ya no eran los indios quienes los llevaban a cabo, ni
siquiera eran un componente importante, pues ya no cometían los excesos de
siempre, sino que salían a la calle a danzar alegremente y hacían bonitos
carros alegóricos.
³La animación y la alegría que reinaban el domingo y martes de carnestolendas
eran extraordinarias. Las calles se hallaban henchidas de gente que se dirigía
al Paseo de Bucareli por las tardes, y a los portales y calle Vergara por las
noches, para divertirse con los enmascarados («) por la noche la fiesta era
más animada [«] si grande era el gentío que invadía los portales y las calles
principales de la ciudad .16
Vemos con esos ejemplos que es verdad que el carnaval en la ciudad de
México inició su debacle y pasó a formar parte de las diversiones de clases
altas, a tal grado que diferentes personalidades hicieron alguna referencia a él.
15 Ibíd., pág. 59-61.16
Ibíd., págs. 62-63.
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Esto también nos remite a que el carnaval si bien estaba en agonía, existían, y
si no era el caso, se crearon maneras de paliarlo, como el ya tan conocido baile
de máscara, hemos hecho referencia a la popularidad de ese evento. El
detrimento del carnaval se ve en las normas prohibitivas, ya que antaño las
autoridades cambiaban cada año la forma de censura y eso demostraba que seseguía realizando aunque con menos libertad, pero se realizaba, lo que nos
lleva a deducir que en la época que analizamos los puntos provisorios que
lanzaba el ayuntamiento eran una mera formalidad, pues desde 1847 a 185417
no trae cambios significativos, sino meramente diversas maneras de acomodar
el texto.
Conclusiones
Gracias a las diversas fuentes consultadas nos percatamos de varios puntos. A
través de las primarias que fueron especialmente bandos y edictos,
observamos que si bien no prohibían el carnaval sí lanzaban medidas
amenazantes a quienes participaran en él, y sí se cometían abusos. Las
fuentes de segunda mano a las que nos remitimos hacen referencia a la
evolución y censura del mismo, nos pudimos percatar de que en verdad el
carnaval sufrió una transformación de fondo, pues si bien se trató de limitar
seguía subsistiendo, por ello se hizo imperante mejor deslizar esa necesidad a
nuevas actividades, que poco a poco fueron adoptadas por las clases altas
hasta matar el origen del carnaval.
Tal vez el carnaval sea el ejemplo más representativo sobre los asuntos que el
gobierno y la autoridad eclesiásticas desterraron para tener un mejor control
sobre la población, pero no fue el único, ya que lo mismo ocurrió con muchas
otras fiestas y costumbres con tintes paganos que tendían a realizarse de
manera más o menos violenta, y a los ojos de aquéllos eran manifestaciones
rebeldes, que necesitaban ser opacadas, para después ser absorbidas por las
élites para calmar al pueblo. Ello hoy día lo podemos observar en fiestas como
el día de muertos o más específicamente con la Guelaguetza.
17Revisando las actas de bandos del Archivo Histórico de la Ciudad de México se hace constar esto.
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Hoy el carnaval sigue vivo gracias a su apartamiento de la zona centro de la
ciudad de México y de otros lugares turísticos, en pueblos en el interior de la
república se ha preservado, si bien no en su totalidad, en su sentido original,
conservando grandes rasgos de la época en que la inversión de roles y loviolento están de manifiesto. Y sigue siendo una catarsis de lo cotidiano.
Bibliografía
Fuentes de archivo
Archivo General de la Nación de México.y Gobernación.
o vol. 431, exp. 4.
Archivo Histórico del Distrito Federal.y Diversiones públicas.
o vol. 798 exp. 113.o vol. 798 exp. 136.
Fuentes primarias
Cobarruvias Orozco, Sebastián, Tesoro de la lengua castellana, o española, Madrid,
Luis Sánchez impresor del rey N. S., MDCXI.
Joaquín Domínguez, Ramón, Gran diccionario clásico de la lengua española (2 vols.), 2 ed., Madrid, establecimiento léxico-tipográfico de R. J. Domínguez, MDCCCXLVII.
Terreros y Pando, Esteban de, Diccionario castellano con las voces de ciencia y artesy sus correspondientes en las tres lenguas, francesa, latina e italiana (3 vols.), Madrid,imprenta de la viuda de Ibarra, hijos y compañía, MDCCLXXXVI.
Fuentes secundarias
Oehmichen, Cristina, ³El carnaval de Culhuacán: expresiones de identidad barrial´ enEstudios sobre las Culturas Contemporáneas, Colima, año/vol. IV, número 13-14,1992, Universidad de Colima
Quiroz Malca, Haydée, El carnaval en México, abanico de cultura, México, Conaculta,2002, pág. 48.
Viqueira, Juan Pedro, ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social enla ciudad de México durante el siglo de las luces , 2ª reimpresión, México, Fondo deCultura Económica, 1995.