Post on 03-Feb-2016
El cartero le extendió el telegrama.
José Roberto le agradeció, y mientras lo
abría y leía, en su rostro hubo
una expresión de sorpresa más que de
dolor.
Palabras breves y precisas:
Tu padre falleció. Entierro mañana 18:00 horas: Mamá.
José Roberto continuo parado, mirando al vacío.
Ninguna lágrima, ningún dolor, no sentía ¡Nada!
Era como si hubiera muerto un extraño.
“¿Por que no sentía nada por la muerte del viejo?”
Con pensamientos confusos, le avisó a su esposa, salió de
su casa y abordó el autobús.
Se fue venciendo los silenciosos kilómetros de la ruta,
mientras su cabeza giraba con mil recuerdos.
En su interior, no quería ir al funeral,
y si estaba en camino era solo para que su madre no
estuviera más triste.
Ella sabía muy bien que su padre y él, nunca se llevaron.
La relación con su padre había llegado al final, el día
que, después de una fuerte discusión, José Roberto
había decido irse de casa:
Adolescente aún, guardó su ropa en las maletas y partió
prometiendo nunca más poner los pies en aquella casa.
Después, todo lo había realizado
solo: un empleo razonable, su
casamiento, llamadas a la madre
para Navidad, Año Nuevo o
cumpleaños...
Se había desligado totalmente de la
familia; no pensaba en su padre y la
última cosa en la vida que deseaba
era ser parecido a él.
En el velorio: pocas personas.
La madre pálida y cuando ella vio a su hijo,
las lágrimas corrieron silenciosas.
Hubo un abrazo de solidaridad.
Después - el hijo - observó el cuerpo sereno
de su padre, envuelto por una manta de
rosas rojas, como las que al padre le
gustaba cultivar.
José Roberto no vertió una sola lágrima, su
corazón no se lo permitía.
Era como estar delante de un desconocido
un extraño, un...
Después, se quedó en casa, con su
madre hasta la noche.
Al despedirse la beso y le prometió
que volvería trayendo a los nietos y a
su esposa para que la conociera.
Ahora -pensó- podría volver a casa,
porque aquel que no lo amaba,
no estaba mas para criticarlo.
En el momento de la despedida, la madre
colocó algo pequeño y rectangular en el
saco de Roberto.
Fue un gesto mecánico, minutos después
de comenzar su viaje de regreso, metió la
mano en el bolsillo y sintió el regalo.
La luz mortecina del autobús, le mostró un
pequeño cuaderno de tapa
roja.
Lo abrió curioso.
En la primera hoja, en la parte superior,
reconoció la caligrafía firme de su padre:
“-¡Nació hoy José Roberto!-”
¡Casi cuatro kilos!
¡Es mi primer hijo, un muchachote!”
“¡Estoy orgulloso de ser el padre de aquel
que será mi continuación en la Tierra!".
A medida que hojeaba, devorando cada
anotación, sentía una mezcla de angustia y
perplejidad, pues las imágenes del pasado
resurgieron firmes.
¡Como si acabaran de pasar!
"Hoy, mi hijo fue a la escuela”.
¡Es un hombrecito!
Cuando lo vi de uniforme, me emocioné,
Y deseo para él un futuro lleno de sabiduría.
La vida de él, será diferente a la mía,
Ya que yo no pude estudiar
por haber sido
obligado a ayudar a mi padre.
“Para mi hijo deseo lo mejor”.
Otra página...
- "Roberto me pidió una bicicleta, mi
salario no me alcanza, pero él
se la merece, porque es estudioso y
dedicado, así que pedí un préstamo que
espero pagar con horas extras”.
José Roberto se mordió los labios.
Recordó las discusiones para tener la
soñada bicicleta.
-¡Si todos sus amigos tenían una!-
¿Porqué él no podía tener una?
Continuó leyendo...
“-Es duro para un padre castigar a un hijo, y se
que él me podrá odiar por eso, pero debo
educarlo para su propio bien”.
“-Así fue como aprendí a ser un
hombre honrado y esa es la única forma en que
sé educarlo”.
José Roberto cerró los ojos y recordó la escena
cuando por causa de una borrachera, hubiera
ido a la cárcel aquella noche.
Si no es que antes su padre, hubiera aparecido
para impedirle ir al baile con los amigos que
tuvieron el accidente y murieron...
Las páginas del libro se sucedían con cortas o
largas anotaciones fechadas que revelaban,
en silencio, que su padre siempre lo había amado.
Ahora, José Roberto estaba teniendo la prueba de
que, debajo de aquella fachada de fortaleza que
había percibido en su padre, había un corazón
enorme, tierno y lleno de amor para él.
Llegó hasta la última página... aquella del día en
que había partido:
"Me seguiré preguntando, que hice mal para que
mi hijo me odie tanto”
“¿Por que él me considera culpable,
si solo intenté transformarlo en un hombre de
bien?”
“¿Qué puedo hacer para que este pensamiento
no me atormente para siempre?”.
“Tengo que darme valor para buscarlo y pedirle
perdón de lastimarlo sin querer hacerlo.
Ojala que un día, él pueda comprender y
perdonarme por no haber sabido ser el padre que
el merecía tener”
Después no había mas anotaciones...
las hojas en blanco.
José Roberto cerró de prisa el cuaderno,
el pecho le dolía.
El autobús entró en la terminal, la aurora rompía
el cielo y un nuevo día comenzaba.
"¡Honren a su padre para que los días de su vejez
sean tranquilos!"
En ese momento, se dio cuenta de su egocéntrica
ceguera de adolescente, y que jamás había
intentado pensar en verdades más profundas.
Ahora, el tiempo había pasado, José
Roberto había comenzado a ser adulto
maduro, fatigado y también vuelto
padre. De repente...
En el juego de la vida, ahora él era
el padre y posiblemente estaba
cometiendo el error que su padre
cometió.
¿Cómo no había
pensado en eso antes?
Jamás había tenido la idea de platicar y
jugar con sus hijos, ya que estaba muy
ocupado buscando la provisión de sus
necesidades.
Jamás le había pasado por la cabeza
decirles que sentía orgullo de aquellos
que continúan su nombre.
¡Justamente él... que se consideraba el
padre más completo de la Tierra!
Con vergüenza, aceptó la lección de
humildad. ¿Porqué nunca entendió
todo esto antes?
Quiso tener enfrente a su padre, para
agarrar al viejo, sacudirlo,
abrazarlo y decirle lo que siempre hubiera
querido escuchar, pero... solo encontró el
vacío.
Comenzaron a correr lágrimas y entonces
elevó sus ojos al cielo.
Esbozando una sonrisa, se desahogó en
una confesión con voz alta:
"¡Si Dios me mandara a elegir,
juro que no quisiera haber tenido
otro padre que no fueras
tu viejo!”
“¡Gracias por tanto amor, y perdóname por
haber sido tan ciego!"
El Cuaderno El Cuaderno RojoRojo