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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El Sagaz Teniente Alférez
José Cavalheiro Leite
Carlos B. Delfante
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El hombre nació en la barbarie, cuando
matar a su semejante era una condición
normal de la existencia. Se le otorgo una
conciencia. Y ahora ha llegado el día en
que la violencia hacia otro ser humano
debe volverse tan aborrecible como
comer la carne de otro.
Martin Luther King
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Introducción
El objetivo de esta obra busca narrar, además de los
acontecimientos ocurridos durante las cruentas batallas de
la Guerra del Paraguay, la vida periférica del soldado José
Cavalheiro Leite, cuando se ambiciona sacar a la luz de la
Historia hechos imaginarios sobre el varias veces
condecorado “Teniente Alférez” cuando éste se encontraba
a servicio de las tropas del Batallón de Caballería de la
Guardia Nacional Brasileña.
Por consiguiente, la obra se convierte en un florilegio
narrativo y verídico, que fue asentado sobre datos y
documentos sobrevenidos en un lapso de tiempo en el cual
solía ser un factor común las guerras y los conflictos
armados internacionales por casi toda América del Sur;
muchas veces ocurridos nada más que para defender
políticas particulares y/o alianzas estratégicas entre los
caudillos regionales que defendían diferentes banderas e
intereses del momento.
El período principal del relato donde se desenvuelve
la aventura del verídico protagonista, ocurre por los
diversos campos fronterizos de los países de Uruguay,
Argentina y Brasil durante parte de la segunda mitad del
siglo XIX cuando aún Brasil era Imperio.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La misión de llevar adelante la copelación de esta
antología, no es más que un homenaje dedicado al bisnieto
del protagonista, mi duraznense amigo, Julio Mario Reyes
Cavalheiro, así como la intención de rescatar la memoria
de aquellos millares de anónimos que se vieron ceñidos a
los deseos del Emperador y los caciques que gobernaban
los países durante “La Tríplice Alianza”, y un deferente
respeto por todos aquellos cientos de miles que perdieron
la vida en tan sanguinaria contienda, sin mismo
comprender por qué entregaban su alma en cada batalla.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Santana do Livramento en la Historia
Al dar apertura al relato, se hace primordial y
conveniente iniciarlo con una reseña circunstancial de los
antecedentes de la región y, obrando de esta manera, es
posible encontrar registrado en los anales de la Historia
que, hasta el siglo XVI, la franja territorial fronteriza entre
los países de Uruguay, Argentina y Brasil era poblada
únicamente por indios pámpidos Charrúas y Guenoas.
Ha de resaltarse que posteriormente a la invasión
española, algunas familias indígenas de la Banda Oriental
se desplazaron hacia zonas meridionales de la
Mesopotamia argentina y quizás zonas costeras del río
Paraná medio. Aunque los Charrúas fueron, junto con los
Chanaes, los Guenoas y los Yaros, los primeros habitantes
históricamente conocidos de las tierras del actual territorio
del Uruguay.
Por consiguiente, los Charrúas también habitaron el
centro-este de la provincia de Entre Ríos, el sureste de la
provincia de Corrientes y la campaña riograndense, más
conocida como las “pampas” de Río Grande del Sur.
Asimismo, otra parcialidad de los Charrúas (los
Martidanes) vivía en Entre Ríos, Argentina, tribu de la que
se conoce muy poco.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Además de los Charrúas propiamente dichos,
pertenecían al mismo grupo étnico los Minuanes y los
Guenoas quienes formaban un mismo grupo también
denominado Guinuanes.
Igualmente, los Bohanes son considerados por
algunos estudiosos como relacionados a los Yaros de
origen Káingang (tribu del norte de Rio Grande del Sur), y
por otros como integrantes del grupo Charrúa. Por otro
lado, los Chaná-timbú-beguá, muy parecidos a los
Charrúas, eran posiblemente, el producto de reiterados
mestizajes y aculturaciones entre pámpidos y lánguidos.
De forma equivalente, en las costas paranaenses de la
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
provincia de Santa Fe habitaban los Calchines quienes
también son considerados de filiación Charrúa.
Pero entre los siglos XVII y XVIII, este mismo
territorio fue una parte integrante del área de influencia de
las Misiones Jesuíticas denominada “El Tapé”, cuya
eclesiástica autoridad se superponía la del Cabildo de
Montevideo.
De tal forma que hasta el año 1801, el espacio
territorial en donde se ubica la señalada ciudad, era parte
integrante del Virreinato del Río de la Plata y, con más
exactitud, de la Banda Oriental. Pero es justamente en ese
año que, tras la finalización de la llamada “Guerra de las
Naranjas”, comienzan a producirse por allí diversas
incursiones de los crueles “bandeirantes”, -las invasiones
portuguesas en los territorios reclamados por España y
realizadas por una especie de piratas de tierra. Empero, no
demoró mucho para que estas irrupciones fuesen
rechazadas por la población gaucha original.
Solamente a partir del año de 1820, es que el referido
emplazamiento pasa definitivamente a ser parte integrante
del imperio de Brasil, época en que las tropas del Reino
Unido de Portugal, Brasil y Algarve, invaden y ocupan
todo el actual territorio uruguayo. Para tal, raudamente, y
para sentar sus precedentes jurisdiccionales en la
localidad, usando el sistema de sesmarías, el brasileño
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Marqués de Alegrete manda establecer allí un puesto
militar brasileño cuya fecha de fundación corresponde al
día 30 de julio de 1823.
Dicho lugar, incluyendo en él su avanzada castrense,
pronto pasó a ser el centro en donde se concentraban los
ganados vacunos y equinos “cuatrereados” durante las
incursiones brasileñas realizadas a los campos de las
provincias argentinas de Corrientes y Entre Ríos. Una vez
regimentados, tales ganados eran, desde este lugar,
posteriormente derivados hacia la llamada “Ruta del
ganado”; razón por la cual tal puesto fue proyectado como
siendo un cuartel de avanzada brasileña al iniciarse la
Guerra del Brasil (1825), ya que en ese mismo año las
tropas argentino-orientales obligaron a que los brasileños
abandonasen el sitio.
En 1828 y al concluir la guerra precitada, se restaura
otra vez la presencia brasileña en el referido territorio, tal
cual fue posteriormente fue ratificado en 1852 cuando el
entonces llamado Gobierno de la defensa de Montevideo
le cedió al Brasil todos los territorios ubicados entre los
ríos Ibicuy y Cuareim. No en tanto, solamente al
concluirse la llamada Guerra Grande, es restaurada en
definitivo esta cesión al Brasil por parte de Uruguay.
Tras esto, y con la normal evolución de los hechos, en
1857 la población residente en ese paraje termina siendo
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
separada jurídicamente del municipio de Alegrete, cuando
finalmente la región pasa a ser transformada en un nuevo
municipio brasilero.
Cabe destacar que Santana do Livramento (o en
español, Santa Ana del Libramiento) es una ciudad que se
halla emplazada al sudoeste del estado de Río Grande del
Sur, Brasil, y que hoy se encuentra totalmente conurbada
con la ciudad de Rivera, Uruguay. Con el pasar del
tiempo, la materialización del límite geográfico pasó a ser
una avenida, lo cual permite una fuerte relación entre
ambas ciudades; y en particular, los habitantes de la zona
desarrollan su actividad en una u otra indistintamente.
Vale destacar que el actual municipio de Santana do
Livramento abarca una comarca de 6.950 km² situada a
una altitud de 208 msnm situados en la región
riograndense llamada de Campanha do Sul (Campaña del
Sur), y sus habitantes se dedican tradicionalmente a la
explotación y beneficio de la ganadería vacuna. Con
cuchillas, fértiles tierras de pasturas y praderas, se ve
beneficiada por un clima subtropical templado con las
cuatro estaciones bien evidentes.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El origen nativo de la región
Al realizar un análisis más profundo sobre el territorio
en el cual el Alférez Cavalheiro Leite pasó la mayor parte
de su vida, cabe destacar que inicialmente, las tierras en
que se encuentra situado el municipio de Santana do
Livramento, eran tierras de nadie, de muy difícil acceso y
muy poco pobladas. Consta que al inicio, como ya fue
mencionado, hasta la llegada los conquistadores españoles
y por mucho tiempo después, por ellas vagaban solamente
los indios Minuanos y Charrúas que pertenecían al gran
grupo “Guaicurú do Sul”.
Cabe destacar que por aquellos tiempos los indios
tenían un comportamiento semis-sedentario y, antes de la
introducción del ganado, vivían sobre las márgenes de los
ríos, desde la Laguna Mirín y la vertiente del Rio Negro
(Hum), hasta el interior del Uruguay.
Pero cuando sucedió la llegada de João de Magalhães
a dicha región, es que los indios minuanos se aproximaron
más de Rio Grande do Sul y fueron acomodándose en las
inmediaciones de la “sierra do Caverá”, y pasaron a
dominar los campos de Jaráu y Quaraí.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Los Minuanes (o Minuanos) estaban en la costa
argentina del río Uruguay al norte de la desembocadura
del Río Negro. Y los actuales departamentos uruguayos de
Río Negro y Durazno eran ocupados por los Yaros. Los
Bohanes se hallaban en los departamentos de Paysandú y
Salto, aunque sin embargo, algunos mapas jesuíticos los
ubican en Entre Ríos, por lo que es posible que algunas de
sus parcialidades hayan cruzado el río Uruguay. Los
Guenoas estaban en la zona de los departamentos de
Tacuarembó, Treinta y Tres y Cerro Largo extendiéndose
también por el río Ibicuy, al sur del Brasil.
Posteriormente a la fundación de Montevideo, los
Charrúas se desplazaron hacia el norte absorbiendo a
Yaros, Bohanes, Guenoas, Chanas y Minuanes quedando
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
prácticamente confundidos con ellos, por lo que
usualmente se les ha designado a todos estos grupos
genéricamente como Charrúas.
Consta que la mujer Charrúa nativa terminó por
relacionarse -tal vez a la fuerza-, con los hombres
europeos y dio así origen a los primeros mestizos, que en
general, adoptaron una cultura intermedia y fueron
conocidos como “gauchos”, en el caso de los hombres, o
“chinas”, en el caso de las mujeres. Estas últimas
continuaron viviendo en las tolderías Charrúas, y a su vez,
se siguieron mezclando con los colonizadores blancos así
como también con los Guaraníes, complejizando aún más
el proceso de mestizaje.
En su relato, el Dr. Saldanha nos cuenta un poco sobre
ellos, y dice que estos casi no tenían narinas y las
manzanas del rostro eran tan entumecidas como
generalmente los indios lo son. Eran en su mayor parte
corpulentos y bien estructurados físicamente; sin embargo,
en las mujeres nativas predominaba la media estatura y
contaban con las facciones congruentes a la de los indios
americanos.
En cuanto a sus costumbres, relata que los indios
usaban los cabellos sueltos y erizados, los cuales no
crecían mucho. Tenían las espaldas cubiertas con caípis
hasta la altura de los tobillos, esto es, unas mantas de
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
cuero descarnado, sobado y usadas con la parte de los
pelos para dentro, que a su vez eran presas con una tira de
cuero por encima de los hombros y por delante del
pescuezo. Se dice que estos caípis originaron el poncho
del gaucho como atuendo campero. Ellos también se
envolvían desde la cintura hasta las rodillas con vuelta y
media de paño de algodón, y originándose de él el futuro
chiripá que los gauchos posteriormente adoptaron como
vestimenta.
Esas eran las vestimentas que ellos confeccionaban
con pieles de venados o de vitelas sobadas, descarnadas e
unidas unas a las otras. Posteriormente, las pintaban por la
parte carnal, con listas largas y diagonales rojizas y
cenicientas, colores estos retirados de la tierra ocre de
hierro encontrada en las orillas del rio Cacequí.
Sus casas eran armadas, muy raras veces junto a las
matas y, temporariamente, sobre colinas descubiertas.
Estas eran confeccionadas con un tipo de paja de rigidez
semejante a tablas. La cubrían con algunos cueros de res
para tapar apenas tres de sus lados y la cobertura, donde
apropiadamente usaban las esteras tejidas para dejar
resbalar y correr el agua de las lluvias. La entrada era todo
un lado y, alcatifas o tapetes hechos con pedazos de cuero,
se extendían por todo el piso. Dentro de estas chozas no se
acomodaban más que cinco indios, y allí se alimentaban y
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
cocinaban y las mantenían más limpias que el propio
cuerpo, el que nunca veía agua, sino cuando les llovía por
encima.
Con una alimentación de escasa variedad debido a su
propia pereza, pues ellos tenían que ir al campo a carnear
reses o animales y luego traer sus trozos al pie de las
tolderías; esta carne, que generalmente era de ciervos
(venado), era poco o mal asada para su consumo. Su
bebida era el mate siempre y cuanto no les faltase yerba,
así como también les gustaba mascar tabaco de fumo, cuja
masca la conservaban presa entre el labio superior y los
dientes, o tirándolo de la boca y poniéndolo atrás de la
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
oreja al realizar una pausa hasta tornar a masticarlo. Pocos
eran los que lo fumaban dentro de hojarascas o usaban un
cachimbo. No en tanto, casi todos eran llegados a ingerir
un tipo de aguardiente y la bebían entre amigos, hasta
embriagarse.
También puede decirse que los Minuanos vivían
libres de una forma propia entre los portugueses y los
españoles. Para la caza usaban las boleadoras, tradición
que posteriormente también fue incorporada por el gaucho
en las lides camperas. Y sobre su idioma, observadores
decían que era agradable y veloz en el lenguaje, muy
diferente a la de dos indios Tapes y bien semejante y tal
vez idéntica a la de los indios de América Septentrional,
en cuja semejanza se parecían hasta en las facciones.
Como los Minuanos vivían más en los campos de Rio
Grande do Sul, de dice que estos prestaron su nombre al
viento fuerte que viene del sudoeste, frio y cortante, que
sopla en los estados del sur brasileño después de las
lluvias de inverno. Sin embargo, la etimología muestra que
estos eran indios de origen patagónico, así como los
Charrúas y los Guenoas, pero con los cuales ellos nunca se
sobreponían en un mismo territorio.
No en tanto, a partir de 1730, los Minuanos se aliaron
a los Charrúas, originando un mismo grupo con la misma
alcurnia y, en las guerras surgidas en la región, lucharon
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
con los portugueses contra los españoles. Tanto es así, que
hoy todavía existen toldos minuanos en la región de
Arroyo Grande.
En paralelo, e inicialmente, la otra tribu, los Charrúas,
vivía en la margen septentrional del Plata, desde la
desembocadura del rio San Salvador hasta el océano
Atlántico, extendiéndose hasta unas 30 leguas (198km) en
dirección al interior. Eran indios de estatura regular,
tronco robusto, miembros musculosos e de una piel de
color casi negra; tenían la cabeza grande, la nariz
achatada, los ojos pequeños y de una mirada muy
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
penetrante, además, de ser muy hábiles caballeros, una
práctica que adquirieron con la llegada de los caballos al
territorio de la Banda Oriental. Además, estos poseían un
amor instintivo a su libertad salvaje, libertad ésta que
jamás quisieron cambiar por el beneficio que les ofrecía la
civilización presentada por los colonizadores.
Estas tribus no obedecían a gobierno de especie
alguna y se dice que los Charrúas se diferenciaban de los
Minuanos por andar desnudos, aunque tenían los mismos
hábitos alimentares y comían la carne más cruda de que
asada. Además, no profesaban una religión determinada y
eran supersticiosos al extremo.
Como arma, usaban masas (una especie de purrete),
flechas a las que le confeccionaban la punta con huesos y,
boleadoras, las cuales manejaban con una extrema
destreza. En las extremidades de los diversos ríos del
interior del municipio de Santana do Livramento se han
encontrado muchas armas y otros objetos fabricados por
estos indios, prueba irrefutable de la presencia de estos por
el suelo santanense y brasileño.
Ese mismo territorio que fue testigo silencioso de
operaciones multitudinarias de millares de vaqueros
indígenas liderados por capitanes españoles o portugueses
y millares de caballos, durante años y años, siempre
recorriendo leguas e vadeando los ríos de la región, desde
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
el rio Uruguay hasta los ríos Tacuarembó, Ibicuy,
Ibirapuitã...
No en tanto, estos indios, con un extremado perfil de
bravura indómita, persiguieron y fueron perseguidos;
hostilizaron y fueron hostilizados; y quienes de inicio
fueron valor y ataque, años después fueron exhibición y
olvido. Y a los poco fueron siendo expulsos y
abandonaron sus habitaciones a la ruina como prueba
cabal del exterminio, pero mismo así, podemos decir que
nos dejaron su lengua dominante tupi-guaraní como
memoria. Como por ejemplo: tacuarembó - tacuara; batoví
- seno de mujer; itacuatiá - piedra; caraguatá - nombre de
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
planta; butiá - fruto silvestre; cuñapirú - mujer flaca;
uruguay - río de los pájaros; abaeté - hombre fuerte;
biboca - morada humilde; jacú - ave silvestre; maní -
cacahuate; quaraí - rio de las garzas; chácara - plantación...
También se cuenta que existió un descendiente del
indio Sepe en Masoller. No hace mucho que un grupo de
investigadores ganó un concurso del Ministerio de
Educación del Uruguay con el proyecto “Por las huellas
de Sepe”, al investigar la vida del último Cacique Charrúa
Sepe en Masoller (Departamento de Rivera). Son ellos
Yamandú Cruz, Rodrigo Spaenuolo y Sergio Borfain, y
son estos quienes nos cuentan:
La investigación tuvo un carácter histórico, y
comenzó en Montevideo, continuando posteriormente por
Paysandú, Tacuarembó, Artigas y Rivera. Al finalizar las
pesquisas en el territorio uruguayo, estos investigadores
apuntaron que el referido Cacique vivió varios años en la
región donde dejó profundas pegadas en departamento de
Rivera.
Estos peritos visitaron Masoller, por donde el Cacique
estuvo, y allí entrevistaron a mucha gente que quedó
interesada con la historia. Sospechan que Sepe, estuvo allí
antes de matar al Coronel Bernabé Rivera y después huir
para tierras brasileñas, donde se juntó y luchó al lado de la
tropa de los Farrapos (1835-1845).
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Sobre Sepe, los investigadores dijeron que el último
Cacique Charrúa, al fallecer entre los años de 1864/1866,
fue lo que les posibilitó conocer los testimonios de
aquellos que sabían algo sobre su vida. Como por ejemplo,
que se salvó en la batalla de “Salsipuedes” (una
emboscada realizada en un afluente del Rio Negro el 11-
04-1831, y la que fue considerada como el masacre de los
Charrúas, atribuido a Fructuoso y su sobrino Bernabé
Rivera, en el local que fue denominado como “Cueva del
Tigre”).
Se dice que finalmente Sepe regresó al Uruguay
después de terminada la Grande Guerra de 1845, para
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
luego instalarse en los campos de Tacuarembó hasta el
final de sus días.
Los datos levantados les permitió a los investigadores
hablar de un ser del que ya se conocía su modus vivendi,
se sabía que tenía hijos, una tribu que estaba diezmada,
pero mismo así le restaban algunos integrantes.
Por las informaciones recogidas en el lugar, dan
cuentan de que estos, después de alimentarse con la raíz de
una planta contaminada por la varicela, murieron,
permaneciendo vivos solamente Sepe, sus dos hijos, y sus
dos fieles perros, los que, al fallecer su dueño, se
acostaron en su sepulcro y allí murieron de tristeza.
Igualmente, se supone que su fallecimiento posterior
fue a causa del envenenamiento de una bebida en una
pulpería. Pero tal vez el motivo real se deba a que, durante
su existencia, a Sepe le gustaba contar de cómo había dado
muerte a Bernabé Rivera, y ese fuera el pábulo para que se
ganase muchos enemigos en la región.
Fuente: Diário El Norte – Nota del autor: “O Sepé das Missões
morreu em 1756 lanceado por um dragão português e o governador
de Montevidéu, D. José Joaquim Viana, que lhe deu um tiro fatal na
face”.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Los conflictos en la región fronteriza después
de 1850
Con el pasar de los años, toda esta región se fue
poblando poco a poco con todo tipo gente, siendo que
unos vinieron nombrados desde Portugal, otros de España,
y un sinnúmero desde Brasil, Argentina y el propio
Uruguay, pero no pocos fueron los que surgieron como
descendientes directos del cruzamiento de las razas,
estirpes y raleas que allí dejaron su rastro cuando pasaron
o huyeron de las guerras y conflictos, hechos que
cautivaron también a los oportunistas, contrabandistas,
salteadores, forajidos o delincuentes huidos por los más
diversos motivos, tanto desde las capitales y ciudades
rioplatenses y riograndenses o hasta del más allá.
Tanto es así, que viejos documentos nos muestran que
un ejército compuesto por 16.200 soldados separados en
cuatro divisiones, con 6.500 de infantería, 8.900 de
caballería, 800 artilleros y 26 cañones, incluyendo
mercenarios europeos bajo el comando de Luis Alves de
Lima e Silva, entonces Conde de Caxias, cruzó finalmente
la frontera entre Rio Grande do Sul y Uruguay el día 4 de
septiembre de 1851.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Mapa con el movimiento del Ejército Brasileño y de las fuerzas rebeldes argentinas durante la intervención en el Uruguay, antes de
la invasión de Argentina.
La información da cuenta que cerca de otros 4.000
soldados permanecieron en Brasil para proteger su
frontera, y juntamente con otros 17.000 hombres que
permanecieron desparramados por el territorio nacional,
formaban un impresionante efectivo total del ejército
brasileño que lo hacía superior a 37.000 hombres.
Dentro de esa estrategia y en defensa de los intereses
políticos del momento, el ejército brasileño entró en el
territorio uruguayo dividido en tres grupos: la 4ª División
bajo el comando del Coronel Davi Canabarro que partió
de Quaraí y protegió el flanco derecho del grupo principal
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
(la 1ª y 2ª divisiones con 12.000 hombres) bajo comando
del propio Duque de Caxias que había salido de Santana
do Livramento.
Un tercer grupo, la 3ª División liderada por el General
de Brigada José Fernandes Leite de Castro, partió desde
Jaguarão y protegió el flanco izquierdo de las fuerzas de
Caxias. Poco después la 4ª División de Canabarro se unió
a las tropas de Caxias no más allá de la ciudad uruguaya
de San Fructuoso, y la 3ª División de Fernandes se juntó a
la fuerza principal poco antes de llegar a Montevideo.
En ese entonces, hay que destacar que José era apenas
un niño en inicio de edad escolar que poco o nada sabía de
beligerancias y contiendas, pero muy pronto se dejó
embriagar por el encanto al ver pasar por su comarca
aquella gigantesca procesión de soldados, carromatos, y
aquel sinfín de enceres que siempre dan el debido soporte
a una tropa a camino de la guerra. Particularmente, a sus
ojos, el inmenso acantonamiento de las huestes que
estacionaron en aquella plaza, los briosos caballos de las
milicias, los deslumbrantes cañones de bronce
relucientemente ordenados y adecuados para su uso, el
esplendor de los uniformes azules, las resplandecientes
espadas y la estupenda figura de su Comandante-jefe del
Ejército del Sur, el Duque de Caxias con toda sus colección
de medallas presas al pecho, crearon de inmediato en José
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
aquel utópico deseo y la ilusión de quizás llegar a ser un
día uno de ellos.
Y al observar el comportamiento de José, podemos
decir sin ambages que todo lo que sabemos sobre un niño
desde el punto de vista psíquico, no contradice la idea que
los adultos podemos forjar. En todo caso, todo cuanto
sabemos sobre el niño demuestra que el niño de edad
temprana y el pre escolar perciben los objetos como un
retazo de la realidad en su muy compleja concreta
coherencia. Hoy se sabe que la percepción inicial de
objetos aislados que atribuimos al niño por el experimento
con el dibujo corresponde, en realidad, a una etapa más
tardía del desarrollo del niño; y todo lo que sabemos sobre
el desarrollo del pensamiento en el niño de temprana edad
es una demostración de que si se continúa con ese tipo de
experimento llegaríamos, como por arte de magia, a
conclusiones falsas, es decir, a un proceso inverso del
desarrollo del pensamiento del niño.
Estudios han demostrado que el niño al principio
piensa en bloques íntegros y coherentes. Este momento se
denomina sincretismo. El sincretismo es una peculiaridad
del pensamiento infantil que le permite pensar en bloques
íntegros sin disociar, ni separar un objeto de otro. El
carácter sincrético del pensamiento infantil, es decir, el
pensamiento en situaciones íntegras, por partes enteras
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
ligadas entre sí, está tan firme que perdura todavía en el
escolar en la esfera del pensamiento verbal y es una forma
reorganizadora del pensamiento en el niño de edad pre
escolar.
Diría que en los dos ejemplos tomados de Piaget, se
manifiesta claramente la incapacidad del niño para separar
un objeto aislado y denominarlo. Como por ejemplo, si se
le pregunta al niño: ¿qué calienta el sol?, y el niño
responde: Porque es amarillo, está muy alto y se mantiene
arriba. Tenemos que para un niño de esa edad el
“explicar” significa presentar una serie de hechos y
propiedades, impresiones y observaciones que se
relacionan directamente con una impresión, una imagen.
Por consiguiente, el niño ve que el sol se mantiene en lo
alto y no cae, que es amarillo y caliente, que en torno a él
hay nubes, es decir, todo cuanto ve forma un conjunto, no
sabe separar unas cosas de otras.
Empero, en el niño de más edad, el sincretismo
produce confusión, es decir, la uni6n de todo con todo,
que sólo se une en la impresión externa. Y esto queda en
el lenguaje del niño de edad escolar, pues el niño se rige
por tales integridades sincréticas. En otros estudios,
Blonski califica con acierto esa propiedad de coherencia
incoherente del pensamiento.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Por tanto, se comprende que sea “incoherente” ya que
el niño piensa y dice que el sol no cae porque es caliente.
Pero mucho de lo que dice parece incoherente. Al mismo
tiempo es cierto cuando se dice que es una “coherencia”
ya que el niño suele unir aquello que nosotros, los adultos,
solemos diferenciar. El hecho de que el sol sea amarillo y
no se caiga, se funde para el niño en una sola impresión
que para nosotros está diferenciada.
El sincretismo, por lo tanto, es una conexión
incoherente del pensamiento, o sea, la supremacía dela
conexión subjetiva, de la conexión que es fruto de una
impresión directa sobre la coherencia objetiva. De aquí
resulta la incoherencia objetiva y la coherencia general
subjetiva. Por ello, el niño, en su percepción, relaciona
todo con todo.
Pero desde el punto de vista objetivo, esto significa
que para el niño, la conexión de sus impresiones, es la
conexión de los objetos, es decir, percibe la conexión de
sus impresiones como si fuera la conexión de los objetos.
Por ello, conocemos aproximadamente lo que sucede en el
cerebro del niño desde el punto de vista fisiológico.
Pero si intentamos sintetizar las diversas formas del
desarrollo de las funciones psíquicas superiores descritas
anteriormente, veremos fácilmente que es inherente a
todas ellas un rasgo psicológico general al que hasta ahora
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
nos hemos referido, pero que constituye su característica
diferencial con respecto a todos los restantes procesos
psíquicos.
Todos estos procesos, son procesos de dominio de
nuestras propias reacciones con ayuda de diversos medios.
Y a veces la tarea planteada ante nosotros es la de analizar
en qué consiste el proceso de dominio de las reacciones
propias y cómo se desarrolla éste en el niño. No en tanto,
lo que más caracteriza el dominio de la conducta propia es
la elección, y no en vano la vieja psicología, al estudiar los
procesos de la voluntad, veía en la elección la esencia
misma del acto volitivo. Y a lo largo de este sucinto
análisis podemos encontrarnos con los fenómenos
electivos, ya que en los experimentos de la atención, por
ejemplo, hemos podido estudiar la reacción electiva, tal
como está determinada por la estructura de los estímulos
externos. En la reacción electiva con la memorización
mnemotécnica de la instrucción dada, procuramos seguir
el curso de esta forma compleja de la conducta, en
condiciones en que se determina previamente que a ciertos
estímulos, corresponden ciertas reacciones.
Es bien sabido que el principio de ordenación, es
decir, la adjudicación a la cantidad de una cierta estructura
que nos permite abarcar a ojo determinados conjuntos,
sigue siendo hasta la fecha el principio fundamental de la
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
psicología de las operaciones de conjuntos. Siendo así,
resulta mucho más fácil percatarse de la ausencia de un
soldado en la compañía, que darse cuenta de la ausencia
de un hombre en una muchedumbre desorganizada. O si
oímos una canción o un poema y se omite en ellos un
compás o una sílaba, aunque no conozcamos esos
compases ni esas sílabas, nos daremos cuenta,
directamente por el oído, que hay un fallo.
El niño actúa del mismo modo. Toma el montón
desorganizado de objetos, los coloca en fila como si fueran
una compañía de soldados y se da cuenta inmediatamente
de que falta uno. Los niños comprenden el sentido
utilitario de la ordenación y esto se manifiesta, por
ejemplo en lo siguiente: los que están acostumbrados a
construir con cubitos empiezan a comprobar muy pronto
los resultados del reparto, ya que forman con ellos
diversos objetos, por ejemplo, un modelo de carrito. Todos
los niños construyen el mismo modelo y cada uno de ellos
ve si los cubitos han sido suficientes para hacerlo,
mientras comprueban los resultados de la división con
toda sencillez.
Apartándonos del breve análisis sugestivo de nuestro
protagonista, y dando continuidad a los hechos sucedidos
en aquella época, mientras este movimiento belicoso se
llevaba a cabo en la frontera y en el interior del Uruguay,
29
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
las tropas de los generales Urquiza y Eugenio Garzón
comenzaron a cercar el ejército del general Manuel Oribe
en las orillas próximas a Montevideo. Las tropas bajo el
comando del caudillo argentino Urquiza y del general
uruguayo Garzón eran, en aquel momento, de cerca de
15.000 hombres, en cuanto que el ejército de Oribe era de
alrededor de 8.500 personas.
No en tanto, después de descubrir que los brasileños
también se le aproximaban y, acreditando no restarle otra
alternativa, el día 19 de octubre el general Oribe pidió para
que sus tropas se rindiesen sin dar lucha.
Al mismo tiempo, debe ser resaltado que la escuadra
brasileña, ya con sus navíos dispuestos a lo largo del Rio
de la Plata y sus afluentes, buscaba impedir que el ejército
vencido de Oribe pudiese escaparse para la vecina
Argentina.
En todo caso, vale destacar lo que algunos
historiadores suelen afirmar, al decir que en aquel
momento “faltó honor” al final del encontronazo, ya que
el general Urquiza simplemente sugirió a su lugarteniente
Grenfell para que éste ordenase la muerte de todos os
prisioneros de guerra, pero el hombre se recusó a
maltratarlos.
Empero, sabemos que después de los acuerdos
realizados entre ambos interesados, los soldados
30
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
argentinos del ejército de Oribe fueron incorporados al
ejército de Urquiza y los uruguayos, al de Garzón. Mismo
así, durante el desenvolvimiento de tales arreglos en las
cercanías de la capital, el ejército brasileño consiguió
cruzar el territorio uruguayo con seguridad y después de
derrotar las tropas de Oribe, los que atacaron sus flancos
en varios combates. Y una vez derrotado y sin ninguna
posibilidad de continuar la guerra, finalmente el general
Oribe se retiró para su estancia localizada en el Paso del
Molino (un barrio al noroeste de Montevideo).
Posteriormente, el día 21 de noviembre de 1851, en
Montevideo, los representantes de Brasil, Uruguay, Entre
Ríos y Corrientes (provincias argentinas), decidieron
firmar un tratado de alianza teniendo como objetivo
principal: “libertar el pueblo argentino de la opresión que
soportaba bajo el dominio tiránico del entonces
Gobernador-dictador Rosas”.
Luego después surgió un periodo de diez años sin que
registrasen grandes beligerancias en el territorio uruguayo,
permitiendo que los arrasados pueblos del interior
volviesen a la vida normal, y atrajesen para sí a nuevos
pobladores, estancieros y comerciantes para engrosar el
número de ciudadanos en las villas, aldeas y caseríos.
Pero al margen de estos pacatos acontecimientos,
también se sucedió todo tipo de extrapolaciones sobre los
31
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
derechos de unos y las herencias de otros, muchas veces
sucedidos por la propia idiosincrasia de los habitantes y
muchas más por causa de los colores de las divisas que los
vecinos insistían en defender. En ese entonces era común
que las milicias particulares de los caudillos locales
viviesen realizando escaramuzas en busca de provechos
propios, y para limpiar los desentendimientos pasados. Por
otro lado, las tropas del gobierno del momento poco caso
hacían para combatir el abigeato y el contrabando en la
frontera con Brasil.
Pero como ya lo mencionamos anteriormente, del otro
lado de la frontera, José Cavalheiro Leite, no era más que
un jovencito intrépido que al dar sus primeros pasos de
niñez, ya se sentía animoso por querer extornar de una vez
todo su valor juvenil, embaucado que estaba por las
muchas historias de refriegas, luchas, guerras y batallas
que se sucedían desde su infancia.
Con todo ese escenario en su entorno, no es muy
difícil imaginar el tamaño de la enajenación de su
pensamiento, su sueño de conquistar algún día glorias y
laureles tal cual un Aquiles o un Napoleón de los pampas.
32
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La invasión brasileña de 1864
Algunos años se pasaron desde la última intervención
de las tropas del emperador en suelo uruguayo, para que
los brasileños residentes en el Estado Oriental comenzaran
a quejarse contra las violencias que sufrían por parte de las
autoridades uruguayas. Y sin alcanzar resultado con el
intento de otros arbitrajes, finalmente el gobierno imperial
dirigió insistentes reclamaciones al entonces presidente
Aguirre. Pero al convencerse de que nada conseguiría con
el uso de las vías diplomáticas, resolvió mandar para el
Plata a un representante especial, el consejero José
Antonio Saraiva y, al mismo tiempo, mandó aumentar la
escuadra naval allí estacionada, y reforzar también los
cuerpos de infantería que guarnecían las fronteras del país,
fecha en la cual se estima que nuestro personaje haya
ingresado en las huestes del imperio.
En razón de los hechos, el plenipotenciario brasileño,
ulteriormente a su intento de querer llevar adelante
algunas negociaciones frustradas, presentó un ultimato al
gobierno oriental marcándole un plazo improrrogable para
que atendiese a las reclamaciones del gobierno imperial y,
desde ese instante, la administración imperialista tuvo que
33
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
reconocer que la situación, por estas bandas, tocaba un
máximo extremo de gravedad.
A su vez, los dirigentes del partido “blanco”, que
desde el desastre del general Oribe no hacían nada por
disimular sus antipatías y su odio contra el Brasil, pasaron
a influenciar negativamente sobre los rumbos que se
siguieron. Fue así que el presidente Aguirre, confiando en
los acuerdos clandestinos que mantenía su partido con el
déspota de Paraguay, Solano López, le devolvió la nota al
ministro brasileño Saraiva.
Encrespado con tan indigna actitud, el consejero
Saraiva afirmó al insurrecto gobierno uruguayo y a todo el
cuerpo diplomático que, ante esa sublevada situación, el
gobierno imperial se veía forzado a lanzar mano de
recursos extremos contra la nación vecina.
Este fue el hecho que consintió que en el año 1863
Brasil realizase una nueva intervención militar, pero esta
vez sublimada en querer ayudar a poner un fin a la guerra
civil uruguaya que se deflagró cuando se depuso al
entonces presidente Atanasio Aguirre, del Partido Blanco,
y al empozar a su rival colorado, Venancio Flores… En
realidad, más tarde veremos que los intereses enaltecidos
en aquel momento no coadunaban con lo que por tras
pretendía el emperador Don Pedro II.
34
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
En todo caso, tal conflagración quedó conocida
también como “Guerra contra Aguirre” o Guerra del
Uruguay, un nombre coetáneo con los hechos y que los
historiadores convinieron dar a esta intervención armada
efectuada por el Imperio de Brasil, la cual se produjo entre
1864 y 1865 en el marco de una guerra civil que fue
emprendida entre los partidarios blancos y colorados, y
también denominada “Cruzada Libertadora de 1863”, en
que la balanza del conflicto terminó pendiendo en favor de
los partidarios colorados.
Cabe destacar que la intervención se dio en algunas
zonas del actual territorio uruguayo y al sur de Brasil, la
cual tuvo como resultado el estabelecimiento de un
gobierno dictatorial conducido por el caudillo colorado
Venancio Flores y el ulterior desenlace de la trágica
“Guerra de la Tríplice Alianza” que abordaremos a
posterior.
Mientras tanto, en el citado periodo, la agitación
política había vuelto a dominar los campos del Uruguay, y
reflejándose de forma negativa junto a los estancieros
brasileños en la frontera de la entonces Provincia do Rio
Grande do Sul, quienes pasaron a tener sus propiedades
invadidas y su ganado robado durante las operaciones
popularmente conocidas como “californias”.
35
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Recapitulando, es por ello que se dice que los
ciudadanos brasileños establecidos en la Banda Oriental,
estimados en 40 mil personas, pasaron a ser albo de
persecuciones y violencia contra personas y propiedades, y
por ello el gobierno imperial brasileño intentó intervenir
diplomáticamente junto al presidente uruguayo Atanasio
Cruz Aguirre, del Partido Blanco y del que se decía ser un
claro protegido del dictador de Paraguay Solano López.
Pero la aspiración soberana no logró éxito.
De igual modo, en aquel momento el gobierno
uruguayo ambicionaba anular el “Tratado de Límites de
1852”, posición que tuvo que abandonar delante de la
disposición brasileña de ocupar militarmente la parte del
territorio situado entre Quaraí y Arapey, y este conflicto se
terminó por inscribir en la historia brasileña como siendo
en defensa de los intereses del Imperio de Brasil en
aquella región, y delante del rompimiento de las relaciones
diplomáticas sucedido entre Argentina y Uruguay en aquel
mismo año.
Fue así que una “División Auxiliadora”, integrada por
un efectivo de cuatro mil hombres bajo el comando del
brigadier Francisco Félix Pereira Pinto, terminó por
transponer finalmente la frontera en marzo de 1864,
alcanzando la localidad de Bella Unión en junio, donde
estableció su cuartel. Al mismo tiempo, el Almirante
36
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Tamandaré y las fuerzas brasileñas en la frontera,
recibieron órdenes de proceder ante las represalias y
adoptasen las medidas convenientes para proteger los
intereses de los brasileños en la región.
Así mismo, quedó registrado que otra frente de
invasión al Uruguay fue iniciada el 16 de octubre, por un
efectivo de 6.000 hombres bajo el comando del Mariscal
João Propício Mena Barreto. Este efectivo marchó sobre la
ciudad de Melo, y a su vez dividido en dos divisiones de
Infantería.
Haciendo un paréntesis obligatorio en esta historia, se
hace necesario destacar que en 1851, cuando irrumpió la
Guerra contra Oribe y Rosas, los caudillos platinos que
desafiaban los intereses brasileños en la región, João
Niederauer, con apenas 23 años, se presentó como
voluntario, siendo nombrado Alférez del 1º Cuerpo de
Caballería de la Guardia Nacional del Distrito de Santa
María.
Al retornar de la campaña, ostentaba la Medalla de
Plata con cinta verde, por sus servicios relevantes, y luego
fue promovido a Capitán. Pero el 21 de septiembre de
1852, se casó con la prima María Catharina, en la iglesia
que existía donde hoy se encuentra el monumento
levantado en su homenaje, en la Avenida Rio Branco,
próximo a la Plaza Saldanha Marinho. Pero puco duró su
37
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
permanencia en casa, pues ya en marzo de 1854, apenas
tres meses después del nacimiento da primogénita,
Delfina, el ya Capitán Niederauer era llamado a integrar
con su “Escuadrón de la Guardia Nacional
Santamariense”, la División Imperial Auxiliadora, enviada
al Uruguay a pedido del Gobierno de aquel país, para
pacificarlo. Al retornar a Santa María, en 1855, ya era uno
de los ciudadanos más influentes de su comunidad, que en
aquella época se esforzaba por conseguir su emancipación
política de la ciudad de Cachoeira do Sul.
El Capitán Niederauer volvió al servicio en campaña
en los años de 1857 y 1858, sirviendo en el 4º Cuerpo de
Caballería de la Guardia Nacional, que integraba el
Ejército de Observación estacionado en Ibicuy, y
encargado de vigilar las fronteras con los países del Plata,
donde por entonces era constante la agitación político-
militar. Probablemente por ese motivo, dejó de participar
de la Cámara Municipal de Concejales que se instaló en la
nueva Villa de Santa María da Boca do Monte, en 17 de
mayo de 1858. Y el 30 de mayo de 1860, con apenas 33
años, fue promovido a Teniente-Coronel del 41º Cuerpo
de Caballería de la Guardia Nacional, acantonado en Santa
María. El 7 de septiembre del mismo año, fue electo para
la 2ª Cámara de Concejales de Santa María con la tercera
mayor votación, para un mandato de 4 años. Durante su
38
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
mandato, ejerció por largos períodos el cargo de
Presidente de la Cámara, que en la época también era el
Jefe del Poder Ejecutivo Municipal.
En las elecciones siguientes, el 7 de septiembre de
1864, fue el edil más votado, pero dejó de asumir el puesto
por tener que seguir nuevamente para la guerra, en más
una intervención brasilera al Uruguay, en medio a los
desmandes de la administración de Aguirre. Sin saberlo,
dejaba por última vez su casa, su familia y la tierra
adoptiva. En cuanto María Catharina estaba grávida de su
última hija, Adelaide, que ele no llegaría a conocer.
Consta que en la Campaña contra Aguirre, Niederauer
comandó el 7º Cuerpo Provisorio de Caballería, formado
entonces por los voluntarios santamarienses y de todas las
otras regiones por donde su orgulloso batallón pasaba. Y
fue justamente en ese peregrinar, que José vislumbró la
oportunidad de sumarse como uno más en las vistosas
huestes de este Teniente-Coronel, cuya superación
personal tanto lo hipnotizara al pasar por su ciudad,
aunque debe ser preponderado que, los motivos que lo
llevaron a tomar tal decisión, se deben a un carácter más
intrínseco de lo que se pueda pensar, ya que en aquellos
tiempos, las circunstancias proporcionaban poca
oportunidad de progreso para quien quisiese descollar en
la vida.
39
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Al partir la tropa, José Cavalheiro Leite con sus
escasos veinte años ya era un Alférez del 7º Cuerpo
Provisorio de Caballería del Ejercito Imperial, dispuesto a
hacer valer sus sueños de ascenso a una vida mejor y
quien sabe, si los dioses, los Zoroastros, Cristos, Budas y
Mahomés se lo permitían. Y así, el 2 de enero de 1865, en
su primer baño de muerte, esa tropa participó de la
conquista de Paysandú y del cerco a Montevideo, que
capituló el 21 de febrero del mismo año.
Dando continuidad a la historia, una vez alcanzado el
objetivo inicial, la invasión del Uruguay, las tropas
brasileñas avanzaron sobre Paysandú, sitiada desde hacía
un mes, en cuanto las fuerzas brasileñas iban de a poco
concentrándose en sus inmediaciones. Mientras tanto, con
el apoyo de la Armada Imperial, las fuerzas uruguayas
bajo el comando de Venancio Flores sitiaron la villa de
Salto en el Rio Uruguay, la cual vino a capitular sin
resistencia, el día 28 de noviembre de ese mismo año.
Finalmente, a las 9 horas de la mañana del 31 de
diciembre de 1864, las tropas brasileñas (con las del
Brigadier Antonio de Sampaio y las de Carlos Resin,
yuxtapuestas), contando con el apoyo naval de la escuadra
brasileña bajo el comando de Tamandaré, lanzaron el
ataque final a la ciudad de Paysandú.
40
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Registros históricos dan cuenta que las tropas
brasileñas atacaron frontalmente y por el flanco derecho, y
las del general Flores por el izquierdo. Empero, la
resistencia de Paysandú fue denodada y pertinaz, habiendo
durado todo el día y entrado noche adentro. Pero en la
mañana del 1º de enero de 1865, la población capituló,
siendo su comandante Leandro Gomes hecho prisionero, y
viniendo a ser muerto por sus compatriotas, en
contradicción a las normas de conducta de guerra.
La iglesia de Paysandú. 3 de enero de 1865. Archivo General de La Nación - Uruguay.
Luego de conquistada la ciudad de Paysandú, las
tropas imperiales brasileñas recibieron órdenes de marchar
sobre la capital, Montevideo. Fue cuando, exasperado, el
presidente Atanasio Aguirre quemó públicamente los
tratados firmados con Brasil, y ordenó el ataque y
41
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
conquista de la ciudad brasileña de Jaguarão, la cual se
llevó a cabo entre los días 27 y 28 de enero, con una
fuerza de mil y quinientos uruguayos. Dicho ataque fue
repelido por los brasileños.
Justamente en ese momento llega a los oídos del
emperador en Rio de Janeiro, la noticia de la insólita y
hostil actitud tomada por el dictador de Paraguay, quien
andaba queriendo entrar en la disputa por la región. Sólo
entonces los hombres del imperio se percibieron de la
audacia temeraria de Solano López, quien pretendía aliarse
con sus vecinos, y ahora se aventuraba a querer trabar
conflicto con el imperio.
A la par de los hechos ocurridos a fines de enero,
Atanasio Aguirre, en una maniobra política, hizo arrastrar
una bandera de Brasil por las calles de Montevideo,
afirmando haber sido la misma que fuera conquistada en la
ciudad de Jaguarão; pero esta tentativa de nada le sirvió,
ya que las tropas brasileñas, pasando por Colonia do
Sacramento, le impusieron sitio a la capital el día 02 de
febrero.
Definitivamente, el 15 de ese mes Aguirre fue
depuesto, constituyéndose entonces un Gobierno
Provisorio que sería dirigido por el general Venancio
Flores. Después de su pose, éste declaró nulos los actos
contra Brasil, desagravió la bandera brasileña izándola en
42
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
el Fuerte de San José y saludándola con una salva de 21
tiros, respondida, al mismo tiempo, por la Corveta
Bahiana, con la bandera uruguaya izada en su mástil
grande.
Finalmente, el 20 de febrero de 1865 se firma la
“Convención de Paz” contando con la presencia del
Vizconde de Rio Branco y del nuevo Presidente del
Senado uruguayo, Tomás Villalba. Por ella, se acordó que
todas las propiedades confiscadas a los súbditos brasileños
en Uruguay, les eran devueltas.
En secuencia, el gobernante de Paraguay, Francisco
Solano López, y como ya fue mencionado, pretendiendo
ser el defensor de los intereses del partido Blanco en el
Uruguay en medio a este conflicto, terminó por precipitar
la eclosión de la “Guerra de la Tríplice Alianza”.
Luis Osorio Mariscal del Ejército del Imperio de Brasil, héroe de la Guerra Cisplatina, de
la Guerra del Plata, de la Guerra del Paraguay y de la Guerra de la
Independencia de Brasil (1822/1824).
43
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
En reciproca a esa nueva actitud beligerante, y una
vez asumido el poder gubernativo, Flores auxiliaría a
Brasil en el embate que se prenunciaba contra el Paraguay.
Sintetizando, la Batalla de Paysandú ocurrió el 2 de
enero de 1865, y fue comandada en tierra por el general
brasileño Mena Barreto y por el propio Venancio Flores,
teniendo el apoyo por el mar de la escuadra del almirante
Tamandaré, mientras la topa brasileña de tierra contaba
con la presencia de un avispado y perspicaz Alférez de
nombre José Cavalheiro Leite entre sus hileras.
44
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
TRATADO DE LA TRIPLE ALIANZA CONTRA
PARAGUAY (1° de mayo de 1865)
Art. 1. La República Oriental del Uruguay, Su Majestad
el Emperador del Brasil, y la República Argentina
contraen alianza ofensiva y defensiva en la guerra
provocada por el gobierno del Paraguay.
Art. 2. Los aliados concurrirán con todos los medios de
que puedan disponer, por tierra o por los ríos, según
fuese necesario.
Art. 3. Debiendo las hostilidades comenzar en el
territorio de la República Argentina o en la parte
colindante del territorio paraguayo, el mando en jefe y
la dirección de los ejércitos aliados quedan a cargo del
presidente de la República Argentina y general en jefe
de su ejército, brigadier don Bartolomé Mitre. Las
fuerzas navales de los aliados estarán a las inmediatas
órdenes del Vice Almirante Vizconde de Tamandaré,
comandante en jefe de la escuadra de S.M. el
Emperador del Brasil. Las fuerzas terrestres de S.M. el
Emperador del Brasil formarán un ejército a las órdenes
de su general en jefe, el brigadier don Manuel Luis
Osorio. A pesar de que las altas partes contratantes
están conformes en no cambiar el teatro de las
operaciones de guerra, con todo, a fin de conservar los
45
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
derechos soberanos de las tres naciones, ellas
convienen desde ahora en observar el principio de la
reciprocidad respecto al mando en jefe, para el caso de
que esas operaciones tuviesen que pasar al territorio
oriental o brasileño.
Art. 4. El orden interior y la economía de las tropas
quedan a cargo exclusivamente de sus jefes respectivos.
El sueldo, provisiones, municiones de guerra, armas,
vestuarios, equipo y medios de transporte de las tropas
aliadas serán por cuenta de los respectivos Estados.
Art. 5. Las altas partes contratantes se facilitarán
mutuamente los auxilios que tengan y los que
necesiten, en la forma que se acuerde.
Art. 6. Los aliados se obligan solemnemente a no
deponer las armas sino de común acuerdo, y mientras
no hayan derrocado al actual gobierno del Paraguay, así
como a no tratar separadamente, ni firmar ningún
tratado de paz, tregua, armisticio, cualquiera que ponga
fin o suspenda la guerra, sino por perfecta conformidad
de todos.
Art. 7. No siendo la guerra contra el pueblo paraguayo
sino contra su gobierno, los aliados podrán admitir en
una legión paraguaya a todos los ciudadanos de esa
nación que quisieran concurrir al derrocamiento de
46
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
dicho gobierno, y les proporcionarán los elementos que
necesiten, en la forma y condiciones que se convenga.
Art. 8. Los Aliados se obligan a respetar la
independencia, soberanía e integridad territorial de la
República del Paraguay. En consecuencia el pueblo
paraguayo podrá elegir el gobierno y las instituciones
que le convengan, no incorporándose ni pidiendo el
protectorado de ninguno de los aliados, como resultado
de la guerra.
Art. 9. La independencia, soberanía e integridad
territorial de la República, serán garantizadas
colectivamente, de conformidad con el artículo
precedente, por las altas partes contratantes, por el
término de cinco años.
Art. 10. Queda convenido entre las altas partes
contratantes que las exenciones, privilegios o
concesiones que obtengan del gobierno del Paraguay
serán comunes a todas ellas, gratuitamente si fuesen
gratuitas, y con la misma compensación si fuesen
condicionales.
Art. 11. Derrocado que sea el gobierno del Paraguay,
los aliados procederán a hacer los arreglos necesarios
con las autoridades constituidas, para asegurar la libre
navegación de los ríos Paraná y Paraguay, de manera
que los reglamentos o leyes de aquella República no
47
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
obsten, impidan o graven el tránsito y navegación
directa de los buques mercantes o de guerra de los
Estados Aliados, que se dirijan a sus respectivos
territorios o dominios que no pertenezcan al Paraguay,
y tomarán las garantías convenientes para la efectividad
de dichos arreglos, bajo la base de que esos
reglamentos de política fluvial, bien sean para los
dichos dos ríos o también para el Uruguay, se dictarán
de común acuerdo entre los aliados y cualesquiera otros
estados ribereños que, dentro del término que se
convenga por los aliados, acepten la invitación que se
les haga.
Art. 12. Los aliados se reservan concertar las medidas
más convenientes a fin de garantizar la paz con la
República del Paraguay después del derrocamiento del
actual gobierno.
Art. 13. Los aliados nombrarán oportunamente los
plenipotenciarios que han de celebrar los arreglos,
convenciones o tratados a que hubiese lugar, con el
gobierno que se establezca en el Paraguay.
Art. 14. Los aliados exigirán de aquel gobierno el pago
de los gastos de la guerra que se han visto obligados a
aceptar, así como la reparación e indemnización de los
daños y perjuicios causados a sus propiedades públicas
y particulares y a las personas de sus ciudadanos, sin
48
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
expresa declaración de guerra, y por los daños y
perjuicios causados subsiguientemente en violación de
los principios que gobiernan las leyes de la guerra. La
República Oriental del Uruguay exigirá también una
indemnización proporcionada a los daños y perjuicios
que le ha causado el gobierno del Paraguay por la
guerra a que la ha forzado a entrar, en defensa de su
seguridad amenazada por aquel gobierno.
Art. 15. En una convención especial se determinará el
modo y forma para la liquidación y pago de la deuda
procedente de las causas antedichas.
Art. l6. A fin de evitar discusiones y guerras que las
cuestiones de límites envuelven, queda establecido que
los aliados exigirán del gobierno del Paraguay que
celebre tratados definitivos de límites con los
respectivos gobiernos bajo las siguientes bases: La
República Argentina quedará dividida de la República
del Paraguay, por los ríos Paraná y Paraguay, hasta
encontrar los límites del Imperio del Brasil, siendo
éstos, en la ribera derecha del Río Paraguay, la Bahía
Negra. El Imperio del Brasil quedará dividido de la
República del Paraguay, en la parte del Paraná, por el
primer río después del Salto de las Siete Caídas que,
según el reciente mapa de Mouchez, es el Igurey, y
desde la boca del Igurey y su curso superior hasta llegar
49
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
a su nacimiento. En la parte de la ribera izquierda del
Paraguay, por el Río Apa, desde su embocadura hasta
su nacimiento. En el interior, desde la cumbre de la
sierra de Mbaracayú, las vertientes del Este
perteneciendo al Brasil y las del Oeste al Paraguay, y
tirando líneas, tan rectas como se pueda, de dicha sierra
al nacimiento del Apa y del Igurey.
Art. 17. Los aliados se garanten recíprocamente el fiel
cumplimiento de los acuerdos, arreglos y tratados que
hayan de celebrarse con el gobierno que se establecerá
en el Paraguay, en virtud de lo convenido en este
tratado de alianza, el que permanecerá siempre en plena
fuerza y vigor, al efecto de que estas estipulaciones
serán respetadas por la República del Paraguay. A fin
de obtener este resultado, ellas convienen en que, en
caso de que una de las altas partes contratantes no
pudiese obtener del gobierno del Paraguay el
cumplimiento de lo acordado, o de que este gobierno
intentase anular las estipulaciones ajustadas con los
aliados, las otras emplearán activamente sus esfuerzos
para que sean respetadas. Si esos esfuerzos fuesen
inútiles, los aliados concurrirán con todos sus medios, a
fin de hacer efectiva la ejecución de lo estipulado.
Art. 18. Este tratado quedará secreto hasta que el objeto
principal de la alianza se haya obtenido.
50
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Art. 19. Las estipulaciones de este tratado que no
requieran autorización legislativa para su ratificación,
empezarán a tener efecto tan pronto como sean
aprobadas por los gobiernos respectivos, y las otras
desde el cambio de las ratificaciones, que tendrá lugar
dentro del término de cuarenta días desde la fecha de
dicho tratado, o antes si fuese posible.
En testimonio de lo cual los abajo firmados,
plenipotenciarios de S.E. el Presidente de la República
Argentina, de S.M. el Emperador del Brasil y de S.E. el
Gobernador Provisorio de la República Oriental, en
virtud de nuestros plenos poderes, firmamos este
tratado y le hacemos poner nuestros sellos en la Ciudad
de Buenos Aires, el 1º de Mayo del año de Nuestro
Señor de 1865.
Carlos de Castro – F. Octaviano de Almeida Rosa –
Rufino de Elizalde.
51
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La Batalla del Riachuelo en 11/6/1865
Cabe decir que se muy pronto se vieron frustradas las
esperanzas de José y de los demás bravos caballeros de
Niederauer de poder volver para casa, pues una nueva y
más sangrienta guerra se diseñaba en los charcos del
Paraguay. El apresamiento del vapor brasileño Marqués de
Olinda y la invasión de los territorios del estado brasilero
de Mato Grosso y de la provincia argentina de Corrientes
por parte de las fuerzas paraguayas, culminaron con el ya
descripto tratado de la Tríplice Alianza y la consecuente
declaración de guerra al Paraguay.
Por aquel tempo, José Cavalheiro Leite ya era un
joven veinteañero ambicioso que no hacía mucho había
recibido su bautismo de sangre de guerra, pero que aun así
continuaba lleno de bríos al contar con la energía propia
de un lozano y con la suficiente disposición para defender
los dominios del imperio brasileño, que en ese momento
se veía bajo la amenazadora sombra beligerante de un
vecino tirano. Por lo tanto, no titubeó cuando fue llamado
a continuar integrando el batallón de caballería del
emperador y colocarse bajo las órdenes de su capitán.
Mientras tanto, en otro ámbito periférico de la guerra
que se avecinaba a grandes pasos, el déspota de López
52
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
había decidido emprender la invasión a Rio Grande do
Sul, casi al mismo tiempo en que intenta realizar un golpe
de fuerza contra la escuadra brasileña que se encontraba
anclada en el rio Paraná. Y desde Candelaria, manda
destacar una división de doce mil hombres para arremeter
contra la frontera brasileña, lo que permite que al cabo de
alguna resistencia, el día 18 de junio lograse que la ciudad
de São Borja cayese en poder de los paraguayos.
No obstante, días antes, más exactamente el día 11 de
junio de 1865, acabara de ser realizada la primera batalla
naval entre las fuerzas brasileñas y del Paraguay, la cual
posteriormente quedó conocida como “Batalla del
Riachuelo”.
En la mañana de aquel día, los navíos enemigos
bajaron hasta el Riachuelo, muy cerca de donde se hallaba
fondeada la escuadra de Brasil. Por entonces, las fuerzas
paraguayas de tierra ya habían, durante la noche anterior,
levantado sus baterías en las barrancas del rio, desde
donde debían cooperar con sus fuerzas navales. Estas,
descendiendo el rio, pasaron por la escuadra brasileña sin
que casi se efectuaran hostilidades, pero cuando los barcos
llegaron junto a sus baterías mascaradas, rompieron fuego
con una violencia descomunal, antes mismo de que la
escuadra brasileña intentase rechazar los navíos rio arriba.
53
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La táctica de los paraguayos era sin dudas arrojada,
pero se dice que si no tuviese existido la bravura de los
brasileños, ella habría producido, tal vez, el desastre más
asombroso de toda la historia militar de América. Por
consiguiente, ha quedado registrado que en aquel
encuentro, además de las seis formidables baterías
fluctuantes que poseían, los enemigos también pusieron en
acción ocho vapores y numerosas chalanas
(embarcaciones de fundo plano propias para la navegación
fluvial), y grandes canoas de guerra.
Ante el inesperado ataque y, frente a la sorpresa de las
maniobras de estratagema de ambas partes, se juntó luego
el desorden y la confusión producida por el extraño
vocerío que se sobresalía en el ambiente y por los ímpetus
de locura con que los fanáticos paraguayos investían
contra las embarcaciones enemigas. Aquella batalla duró
diez horas.
El Amazonas en la Batalla del Riachuelo
54
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
A la postre, del lado brasileño, armado de un coraje de
inflexión épica durante la contienda, el Almirante Barroso
maniobró rápidamente y chocó su navío, el “Amazonas”,
contra las embarcaciones paraguayas logrando poner a
pique a tres de ellas.
Al actuar de una forma decisoria, quedaba de vez
asegurada la victoria de las armas brasileñas en esta
cruzada, y con lo que se escribió una de las páginas más
gloriosas da la historia naval del imperio.
En uno de los tantos libros que ya han sido escritos
sobre las glorias de la marina de guerra brasileña, aparece
registrado el siguiente preámbulo referente al Almirante
Barroso:
“Desde el primer momento, un ardor aquileano
(de Aquiles, célebre héroe griego) inflama el pecho
del viejo guerrero. Sus ojos dardean relámpagos a
través de la nube de su larga barba blanca agitada
por el viento; la lanza que sólo él puede manejar
como el héroe de Homero, es la proa del
Amazonas, y Gustavito es su Automedonte.
Una vez envuelto en la pelea, él renuncia al mando
a la distancia, más allá de las bordas del
Amazonas; en un nuevo señal de la capitana (navío
jefe), grita…
¡QUE CADA UNO CUMPLA SU DEBER!
55
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
…y pasa a comandar por su ejemplo, y por la
presencia de su bulto en el pasadizo del navío; él
siente que la unidad táctica que obedece a su voz
inmediata, es lo bastante para exterminar toda a
escuadra enemiga...”.
Escenas de la Batalla de Riachuelo
56
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El cerco a Uruguaiana en 17/8/1865
El resultado alcanzado en la rotunda victoria de
Riachuelo, consintió a los aliados que fuese aniquilado
casi que completamente el poder naval de los paraguayos.
A partir de esa fecha, los cuatro vapores que ellos
pudieron salvar y que muy pronto se recogieron al fuerte
de Humaitá, se limitarían de allí en adelante a realizar
asaltos y abordajes sobre algunos navíos desgarrados de la
escuadra brasileña. Como derivación de la derrota, el
dictador López tuvo que volcar todas sus esperanzas hacia
el ejército que por esa fecha marchaba sobre el territorio
de Rio Grande do Sul.
Algunos ensayistas llegan a afirmar que al pretender
invadir el imperio por aquella provincia, en donde López
presentaría su ejército como si este fuese una cruzada por
la emancipación de los esclavos del Brasil y,
simultáneamente, permitirse marchar para el Estado
Oriental a fin de realizar con los “blancos” lo mismo que
los brasileños habían hecho con los “colorados” en un
momento reciente, parecieron ser los cálculos
trascendentales que dominaron el espíritu del dictador. Y
si así o no, parecería que para alcanzar tales cómputos,
éste determinó a sus generales que la división paraguaya
57
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
se separase en dos columnas, y que estas siguiesen rumbos
paralelos por ambas márgenes del rio Uruguay.
Pero no queriendo atropellar los sucesos de la
Historia, se torna necesario retroceder en el tiempo,
haciéndose ineludible destacar que en inicio de siglo XIX
había, a 30 quilómetros de la actual ciudad de Uruguaiana,
una localidad llamada Santana Velha, paraje donde
funcionaba un puesto fiscal, un acampamento militar y en
donde sólo existían algunos ranchos con moradores. El
lugar quedaba situado justamente en el punto donde las
tropas y los comerciantes de aquella época se
acostumbraron a franquear el río Uruguay. No obstante,
consta en registros que en el año de 1840 este poblado fue
destruido totalmente por una violenta inundación.
Además, cabe inclusive destacar que la provincia de
Río Grande, en la época que ocurrió el referido
desbordamiento (final de la primera mitad del siglo XIX),
se encontraba en plena insurrección dentro de lo que fue
denominado como “Revolución Farroupilha”. Por tanto,
las fuerzas farrapas tenían una hacendosa presencia en la
parte suroeste de la entonces jurisdicción imperial,
concibiendo esta ciudad como un punto estratégico
también para ellos, pues desde allí sus milicias podían
atravesar la frontera para Argentina o Uruguay cuando les
fuese necesario.
58
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Fue entonces que el día 24 de febrero de 1843,
probablemente después de evaluar criteriosamente la
situación geográfica y estratégica que representaba el local
donde sería emplazada la futura ciudad de Uruguaiana, los
principales dirigentes farrapos fundaron, junto al “Capão
do Tigre”, una capilla curada con el nombre de “Capela
do Uruguai”. Sin embargo, todo indica que la cimentación
de la capilla ya habría sido decidida un año antes por la
Asamblea Constituyente de la Revolución, que fue
realizada en la ciudad de Alegrete por los mismos regentes
de las tropas farrapas.
También cabe subrayar que esta villa fue la primera y
única localidad constituida durante el régimen de
gobernanza farroupilha, y es por ello que sus moradores la
llamaban de “hija predilecta de los farrapos”. De igual
modo, queda sobrentendido que esta localidad pronto fue
poblada por simpatizantes y sectarios del propio
movimiento farroupilha, durante y después de la
conflagración contra las fuerzas del emperador.
Pero con la finalización de la Guerra por la
independencia de la provincia -en 1845-, el entonces
gobierno provincial, bajo las órdenes del emperador,
reconoció la excelente situación geográfica del local y
trató de “refundar” la ciudad de Uruguaiana en 1846,
otorgándole ahora sí su nombre definitivo y elevándola a
59
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
condición de villa por medio de legislación provincial. Y
como si estuviese precaviéndose de futuros problemas, la
administración provincial instaló también un puesto fiscal
y de milicias, un acuartelamiento más que necesario para
poder controlar el movimiento de cargas y personas en la
frontera.
No en tanto, la emancipación de la nueva ciudad
ocurrió en 29 de mayo de 1846 cuando esta se desvinculó
definitivamente del municipio de Alegrete, jurisdicción a
la cual pertenecía anteriormente. Y se cuenta que cerca de
la data de su emancipación, algunos viajantes de la época
relataban haber encontrado en el local no una ciudad
brasileña, y sí una con un perfil hispano-francés en sus
relaciones de vida y comercio, aspectos apoyados en aquel
tiempo mucho más en Buenos Aires y Montevideo, de que
Porto Alegre.
Pero el hecho de emanciparse y desenvolverse,
permite que del otro lado de la costa del río Uruguay
también se emancipe la comuna de Paso de Los Libres,
municipio localizado en la provincia de Corrientes,
Argentina. Entre tanto, como Uruguaiana es una ciudad
enclavada entre suelo argentino y uruguayo en plena
región de lo fuera la Banda Oriental, no fue tan fácil
establecer las fronteras de Brasil, y tampoco mantener la
ciudad sobre eterna paz.
60
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Retomando nuevamente el punto de la Historia justo
en el momento en que se sucedía el movimiento
estratégico que venía siendo realizado por las tropas
paraguayas luego después de finalizada la batalla del
Riachuelo, debe destacarse que esta inclinación atrajo la
atención convergente de los aliados. De tal forma que, dos
meses después de la antedicha batalla naval, la columna
paraguaya que entonces marchaba a lo largo de la margen
derecha del río Uruguay, fue desbaratada en Jataí por las
fuerzas de los generales Flores y Paunero, de tal suerte que
el propio comandante paraguayo, Mayor Duarte, cayó en
poder de los aliados el día 17 de agosto de 1865.
Empero, suerte contraria ocurrió en el lado de la
margen izquierda del río, cuando finalmente la ciudad de
Uruguiana acabó por ser invadida el día 5 de agosto de
1865 por las tropas paraguayas que actuaban bajo el
caudillaje del Teniente-coronel Antonio de la Cruz
Estigarribia, que se desplazó raudamente por dicha margen
sin encontrar resistencia.
Tal acto marcó el comienzo de la denominada
“Guerra del Paraguay”, que convirtió a la ciudad de
Uruguaiana en eje y palco de una de las batallas más
importantes del conflicto. Y al convertirse la propia en un
teatro de guerra, en él culminó la rendición de las huestes
paraguayas el 18 de setiembre, a continuación de
61
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
totalizarse 44 días de cerco a la villa. Pero posteriormente
nos detendremos a analizar mejor tal contingencia.
Registros muestran que en la época, la ciudad contaba
con cerca de 2.500 habitantes que, después de la invasión
y rendición de los paraguayos, encontró la mayoría de las
residencias y los demás estabelecimientos del paraje
destruidos, no en tanto, a los pocos, la ciudad de fue
recuperando. Historiadores destacan que en 1900, ésta ya
poseía cerca de 23.194 habitantes.
Cuantificando los hechos, simultáneamente al ataque
naval de Riachuelo, una fuerza de 13.000 paraguayos
atravesaba la provincia argentina das Misiones. Y una vez
alcanzando el río Uruguay, esta se dividió en 2 columnas
que rumbearon para el sur, marchando por ambas
márgenes do río. El Teniente-coronel Antonio de la Cruz
Estigarribia, comandante general de la expedición
beligerante, lideró cerca de 7.500 hombres en la margen
este, y el Mayor Pedro Duarte comandó 5.500 hombres en
la margen oeste.
Como de inicio los paraguayos encontraron poca
resistencia por parte de los argentinos en la margen oeste,
y de los brasileños en la margen este, el tirano López
acreditó que si consiguiese controlar el territorio de Río
Grande do Sul e invadir el Uruguay, los esclavos
brasileños irían sublevarse, y que los recién expulsos
62
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
revoltosos “blancos” uruguayos volverían a levantarse en
armas uniéndose a la fuerza paraguaya.
Cabo brasileño que pertenecía al 1° Batallón de Voluntarios da Patria, infantería
pesada, 1865.
Conjuntamente a este afanoso pensamiento, algunos
emisarios paraguayos intentaban incitar la sedición entre
las tropas irregulares que habían sido instituidas durante
los últimos años por el caudillo Urquiza en la provincia de
Entre Ríos.
Pero no nos podemos olvidar de que Urquiza, quien
una vez finalizado el sitio a Montevideo había recibido el
comando de la vanguardia aliada, tomó la decisión de
retornar a su provincia para restaurar allí el orden. Pero
una vez arribado en su jurisdicción, desertó de cumplir con
63
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
el adeudo y retornó a su rancho, buscando aumentar aún
más su fortuna vendiendo caballos para las fuerzas aliadas,
y las tropas irregulares que entonces merodeaban por sus
llanuras desertaron para sus estancias y ranchos.
En todo caso, dando continuación al relato, en suelo
brasileño, buscando cumplir fielmente las órdenes de
López, el Coronel Estigarribia atravesó el río Uruguay y se
dio bien, ocupando sucesivamente, de junio a agosto, las
poblaciones de São Borja, Itaquí y posteriormente
Uruguaiana. Mientras como lo mencionamos, lo contrario
sucedía en la margen opuesta, cuando los contactos del
Mayor Duarte con su superior fueron interrumpidos por
causas ocasionales: el asedio de dos embarcaciones de la
armada brasileña que eran comandadas por el Teniente
Floriano Peixoto, y por el propio pantano que los
separaban.
Por tanto, y como lo mencionamos antes, cabe agregar
que pretendiendo aprovechar la inmejorable congruencia
de factores que se le presentaban justo adonde estaban
acantonas sus tropas paraguayas, es que el presidente
uruguayo Flores decidió atacar el contingente de menor
fuerzas bélicas. Tal enfrentamiento sucedió el día 17 de
agosto, en la batalla de Jataí, una localidad situada en la
margen derecha del río Uruguay, justo cuando la columna
64
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
bajo las órdenes del Mayor Pedro Duarte pretendía llegar a
las orillas de dicho río.
Pero en cuanto esto ocurría, por la margen izquierda,
el coronel Estigarribia, partiendo de la villa de São Borja,
hizo avanzar sus fuerzas sobre Uruguaiana, al considerar
que allí sería un excelente punto estratégico para las
futuras acciones de los ejércitos paraguayos, y en donde al
llegar, se fortificó con cerca de nueve mil hombres,
esperando por más refuerzos.
Solamente el día 16 de julio, el ejército brasileño
logró llegar en definitiva a esta parte de la frontera de Río
Grande do Sul y luego se predispuso a realizar el cercó a
la Uruguaiana ya tomada por los paraguayos. Y en cuanto
los aliados iniciaron el cerco a la plaza, la tropa fue
recibiendo asistencia y refuerzos, y se enviaron por lo
menos tres intimaciones de rendición a Estigarribia.
En tiempo, se hace imperioso destacar que el día 21
de julio de 1865, Manuel Luis Osorio, primero y único
Barón, Vizconde y Marqués do Herval, resulta promovido
al puesto de Mariscal-de-campo y hace notificar su
presencia para participar de la retomada de la ciudad.
A la par y por esas fechas, en la sede imperial de Rio
de Janeiro, la ocupación de la Villa de Uruguaiana por las
fuerzas paraguayas, comenzó a producir un verdadero
pánico, a tal punto que el propio emperador Don Pedro II,
65
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
acompañado de su yerno (el Conde D'Eu, que se había
casado con la princesa Isabel el año anterior) partió para
Río Grande, donde una vez venido, su presencia incitó el
entusiasmo de toda la población y de la propia tropa.
Al cabo de un mes de cerco, el coronel Estigarríbia,
ya exhausto, finalmente se rindió (aquel día los aliados
aprisionaron también a más de seis mil soldados). Y el 18
de septiembre, ante la presencia del emperador Don Pedro
II, del Conde D'Eu y de varios oficiales-generales, entre
ellos el propio Osorio y Caxias, sobreviene la rendición de
Uruguaiana.
Rendición de Uruguaiana (1865), por Víctor Meirelles.
66
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Fatos sobre Estigarribia y la Liberación de
Uruguaiana
Resulta que el General Barón de Porto Alegre, por
causa de sus sufrimientos físicos de carácter crónico, había
solicitado, y obtuviera, la reforma militar el día 7 de julio
de 1856, instante puntual en el que pasó a dedicarse a la
carrera política. Pero después que el dictador del Paraguay
Solano López le declaró guerra al Brasil e invadió los
territorios de Mato Grosso el 26 de diciembre de 1864 y
de Rio Grande do Sul el 10 de junio de 1865, el Barón de
Porto Alegre se colocó nuevamente a disposición del
gobierno imperial. Y así, por medio del decreto firmado el
21 de julio de 1865, este resulta nombrado comandante en
jefe del ejército en operaciones en Rio Grande do Sul.
Cabe mencionar que a inicios del mes de octubre del
referido año, las tropas paraguayas de ocupación que
estaban estacionadas en Corrientes (Argentina), recibieron
de López la orden para retornar a sus bases en Humaitá.
En ese ínterin, las tropas aliadas ya estaban reuniéndose
bajo el comando de Mitre en el acantonamiento de la villa
de Concordia, en la provincia argentina de Entre Ríos en
la margen derecha del río Uruguay, y ya contaban con el
67
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Mariscal de campo Manuel Luis Osorio al frente de las
tropas brasileñas.
Inmediatamente, parte de este contingente fue
dislocado para la ciudad de Uruguaiana, donde se buscó
reforzar el cerco que estaba siendo realizado por el ejército
brasileño en Rio Grande do Sul, y que estaba siendo
comandado por el Teniente-general Manuel Marques de
Sousa, Conde de Porto Alegre. Y entre la tropa brasileña
que allí fue enviada, se encontraba el Alférez José
Cavalheiro Leite.
S.M. el Emperador S.A. el Sr. Duque de Saxe en traje de campaña. Copiados de las
fotografía enviadas de Porto Alegre.
Henrique Fleiuss, Semana Illustrada, 10/09/1865
Sin mediar demoras, el día 11 de septiembre, Don
Pedro II también arriba al local del cerco junto con su
68
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
comitiva, donde se incluían el Conde D’Eu, Duque de
Saxe, y el ministro del Ejército, Ferraz. Allí lo aguardaban
también los presidentes: el argentino Bartolomé Mitre y el
uruguayo Venancio Flores, además de diversos líderes
militares, como el Almirante Tamandaré y el Duque de
Caxias. En ese momento, las fuerzas aliadas del cerco ya
contaban con 17.346 combatientes, siendo 12.393
brasileños, 3.802 argentinos y 1.220 uruguayos, además de
contar con 54 cañones de desiguales calibres.
Y vale decir que como fiel genízaro entre el grupo de
esa inmensa soldadesca brasileña, ya se encontraba a
puestos el Alférez José Cavalheiro Leite a modo de
miembro integrante del Batallón de Caballería del
Imperio, que al llegar pasó a actuar bajo las órdenes del
Teniente-general Manuel Marques de Sousa.
Perspicaz, este lugarteniente se mantenía desde su
puesto, atento al desarrollo de los acontecimientos. Estaba
inquieto, quería acción, ansiaba por el ataque final que
demoraba en ocurrir. Al final de cuentas ya se pasaban
ocho meses desde la última batalla en que hizo martillar
con frenesí el gatillo de su arma.
Se consigna que quien lo reparase en esos momentos
cruciales, estaría capacitado a afirmar que este muchacho
sentía el deseo imperioso de atacar. Ya que dos por tres se
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
le veía echar los hombros hacia adelante, y su nuca se
hinchaba, haciendo resaltar la musculatura.
Pero sus súplicas siempre eran en vano, y siempre
acababa dejando caer los hombros. No en tanto, nunca se
le vio encoger de hombros ni menear la cabeza en gesto de
desaprobación. Por esos días estaba demasiado tenso como
para permitirse ligerezas de ese tipo. A veces algún
mechón de pelo se escapaba por los lados de su bonete, se
erizaba, quedaba colgando y se balanceaba acariciándole
la frente o la nuca, movido por alguna corriente de aire.
Parecía hasta que estaba congelado en su puesto, y el
hecho de mantener esa posición por horas, tenía que ser
por fuerza doloroso. Pero el Alférez no se importaba con
él, Quería luchar, quería dar rienda suelta a sus bríos
contenidos. Quería derrotar de una vez al enemigo y
libertar de vez a sus vecinos oprimidos.
No obstante, el destino lo contrarió, pues al llegar el
General Vizconde de Porto Alegre para asumir la jefatura
de la comandancia del Ejército brasileño, es que la
rendición de la plaza comenzó a delinearse a mediados de
septiembre, cuando a la sazón Estigarribia buscó entrar en
acuerdo con los generales de la fuerza aliada escrutando el
entendimiento sobre las condiciones por él exigidas para la
rendición.
70
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Pero al sonar el clarín en la mañana del día 18 de
septiembre, el lozano José y todo el resto de las tropas
aliadas tomaron posición frente a las trincheras de los
sitiados; el nuevo comandante así lo había determinado
previamente antes del envío de la última intimación a
Estigarríbia, y en la cual se leía:
“La prolongación del rigoroso sitio en que se
hallan las fuerzas bajo el comando de V. S., deberá
por cierto haberlo convencido de que sentimientos
meramente humanitarios retienen los ejércitos
aliados en operación en esta provincia ante el
punto del territorio que V. S. ocupa. Estos
sentimientos que nos animan y que siempre nos
dominaran, cualquiera que sea el resultado de la
guerra, me obligan a ponderar a V. S. que
semejante posición y estado de cosas debe tener un
paradero, y, en nombre del emperador y de los
jefes aliados, anuncio a V. S. que dentro del plazo
de dos horas, nuestras operaciones van comenzar.
Toda la proposición que V. S. realice, que no sea
la de rendirse a las fuerzas de su comando sin
condiciones, no será acepta, visto que V. S. repelió
las más honrosas que le fueron ofrecidas y
enviadas por las fuerzas aliadas. Cualquiera que
sea, pues, su resolución, debe V. S. esperar de
71
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
nuestra generosidad el tratamiento consentáneo
con las reglas admitidas por las naciones
civilizadas.
Dios guarde a V. S.
Acampamento junto a los muros de Uruguaiana,
18 de septiembre de 1865.
Barón de Porto Alegre, Teniente-general – Al Snr.
Coronel Antonio Estigarríbia, comandante en jefe
de la división paraguaya en operaciones sobre el
río Uruguay, sitiada en Uruguaiana”.
Estigarríbia todavía intentó colocar algunas
condiciones para la rendición, que fueron luego asentidas,
excepto las que solicitaban que los oficiales saliesen de la
plaza con las armas y que pudiesen volver al territorio
paraguayo en cuanto durase la campaña.
Al día siguiente, cuando la tropa formó en posición de
sentido para escuchar la divulgación del “Orden del día”,
nuestro protagonista se mostraba tenso mientras un aire
insolente y pendenciero estaba dibujado en su rostro con
una puntillosa acritud, aun así, con los sentimientos aun
embotados, creyó observar también en los otros soldados
un estado de aturdimiento semejante, no importando
cuáles fueran los temperamentos personales y políticos de
cada uno. Mirando hacia el frente junto con todo el
72
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
ejército brasileño y demás aliados, tomaron conocimiento
de dos proclamaciones:
“¡Soldados! El territorio de ésta provincia se
encuentra libre gracias a la simple actitud de las
fuerzas brasileñas y aliadas. Los enemigos ya se
rindieron; pero no está terminada nuestra tarea.
La honra y la dignidad nacional no fueron del todo
vengadas; partes de la provincia de Mato Grosso y
del territorio de la República Argentina jasen
todavía en poder de nuestro enemigo. Avante,
pues, que la Divina Providencia y la Justicia de la
causa que defendemos, coronaran nuestros
esfuerzos.
Don Pedro II, Emperador Constitucional y
Defensor perpetuo de Brasil.
Ângelo Muniz da Silva Ferraz.”
Basta decir que a José, las palabras disertadas le
llegaban claras a sus oídos, y pudo percibir que estas
soflamas que estaban siendo narradas, a veces con voz
entrecortada, a veces con exaltación, producían en todos
ellos una visible perturbación emocional y un extremo
entusiasmo que hasta lograba arrancar lágrimas de algunos
de sus compañeros, en cuanto otros dejaban escapar leves
susurros o dibujaban una sonrisa en sus labios. No en
tanto, la necesidad imperiosa de guardar compostura,
73
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
hacía que sus caras recuperasen pronto su expresión
normal sin mostrar cualquier amago de impaciencia.
Imágenes del cerco a Uruguiana y formación de la tropa aliada
Claro que no se puede decir que todos ellos tenían la
amplia experiencia que se adquiere junto a los campos de
batalla, ese hábito que surge tras sobrevivir mes a mes con
la barbarie, y por fin lo hace a uno acostumbrase a la
situación y observa con indiferencia lo que se proclama;
que todo lo observa con el mismo estado de
74
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
embrutecimiento con que se percibe el barullo que
provoca un disparo y la muerte que le sucede. Pero en ese
entonces, él mal sabía lo que el futuro le deparaba.
Un nuevo toque de clarín sacó al joven José de ese
circunstancial devaneo por el cual su mente vagaba, y
luego escuchó con atención redoblada la voz del
comandante que pronunciaba la también famosa “ORDEM
DO DIA NÚMERO 13”:
“¡Soldados del imperio brasileño en operaciones
en esta provincia!”
“¡Guerreros del ejército aliado en Rio Grande do
Sul!”
“¡Compañeros en la vindita de la honra nacional
de las tres potencias Sul-Americanas!”
“La división paraguaya en operaciones sobre el
río Uruguay, la guarnición de Uruguaiana ante
vuestra presencia depuso las armas sin haber
disparado un tiro”.
¡Al frente de vuestras armas, ante el bulto augusto
de SU MAJESTAD EL EMPERADOR; en
presencia del Exmo. Snr. Ministro de guerra, de
los augustos príncipes y de la corte, vistes desfilar
ayer, desarmados, a las 4 horas de la tarde, siete
regimientos de infantería y un cuerpo de caballería
del ejército paraguayo!
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
“Vuestros fusiles y vuestras lanzas estaban
descansados; vuestros cañones no anunciaban un
combate de sangre, cuando los himnos de la
Tríplice Alianza proclamaban la espléndida
victoria de la civilización contra el vandalismo”.
“¡Soldados de la libertad!”
“En nombre del emperador, el general en jefe del
ejército imperial vos saluda, y vos conjura que
respetéis la desgracia del enemigo vencido”.
“El general en jefe agradece la dedicación de cada
uno de vosotros, así como el entusiasmo de todos;
y esperando poder una vez más se orgullecer de
haberse hallado a vuestra frente.
Barón de Porto Alegre.”
Durante el descorrer de los meses siguientes, las
tropas aliadas, con Mitre como su comandante en jefe,
continuaban a luchar y libertaban los últimos reductos
paraguayos en territorio argentino, las ciudades de
Corrientes y de San Cosme, en la confluencia de los ríos
Paraná e Paraguay, casi a fines del año 1865.
Lo que permite afirmar que al fin del mismo año, la
ofensiva de combate ya era liderada por las tropas de la
Tríplice Alianza. Sus ejércitos ya contaban con más de 50
mil hombres y se preparaban para invadir el Paraguay.
Empero, al iniciarse el nuevo año, el joven Alférez José
76
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Cavalheiro Leite fue sorprendido por un nuevo
asentamiento.
Resulta que durante el caluroso día 19 de enero de
1866, el Comando de la Guerra que entonces se hallaba
acomodado en el cuartel general de Tuyutí, buscando
cumplir las órdenes del “Comandante en Jefe de todas las
fuerzas Brasileñas en operaciones contra el Gobierno del
Paraguay”, le informa a nuestro Alférez a través de la
“Orden del día Nº 31”, que fue designado para
incorporarse nuevamente al 7º Cuerpo Provisorio de
Caballería de la Guardia Nacional del 1º Cuerpo del
Ejército Brasileño. Del mismo modo, en la referida orden
también se comunicaba que la 3ª Brigada estaría
compuesta por el 6º y 7º cuerpo provisorio, y comandado
por el Coronel João Niederauer Sobrinho. Tal disposición
está firmada por el Coronel João de Souza da Fonseca
Costa, Jefe del Estado Mayor. (Véase en los anexos, en las
páginas 165 e 173 de dicha Orden del Día).
Vale destacar que João Niederauer había sido
promovido a Coronel y nombrado Comandante Superior
de la Guardia Nacional de Santa María da Boca do Monte
y São Martinho, en substitución al Coronel José Alves
Valença, que falleciera en el combate llevado a cabo en
Corrientes.
77
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
No en tanto, José no demostró sorpresa con la
designación recibida, posiblemente por no saber o no
entender muy bien lo que lo aguadaba en un futuro
próximo. Pero en su subconsciente, se auto juzgaba estar
preparado para lo que fuese, ya que durante su formación
letrada había alcanzado a leer las leyendas de algunos
supervivientes que a su momento lograron narrar por
escrito sus experiencias. Estas hablaban del
embrutecimiento del ser humano, en el que las funciones
de la vida quedan reducidas a su mínima expresión,
mientras el comportamiento se vuelve indiferente y
desaparecen los escrúpulos, cuando se convive de cerca
con los gases y el humo de los incendios provocados
durante las batallas y los cuerpos inertes estirados por los
campos de combate se convierten en hechos cotidianos.
Su conciencia no paraba de aturdirlo con este tipo de
reflexiones, pues José también estaba a la par de que los
criminales, en sus escasos relatos, acostumbraban
presentar la muerte como siendo su entorno de cada día, y
se pintaban a ellos mismos como si estuviesen reducidos a
unas pocas funciones embrutecidas o embriagadas en su
falta de escrúpulo y su indiferencia, sumergiéndose en su
embotamiento.
Sin embargo, pasada la euforia del momento siguiente
a la liberación de la villa de Uruguiana, durante los meses
78
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
siguientes a José todo le pareció monótono y con mínimas
variaciones. Le bastaba con ver cómo el verde se hacía
semana a semana más intenso, con ver la llanura del río
unas veces enturbiada por el calor, otras velada por
cortinas de lluvia primaveral y otras coronada por nubes
de tormenta, u oler las hierbas del monte cuando el sol las
calentaba, y la tierra y la hojas mustias del año anterior
cuando llovía. En realidad, no necesitaba ni buscaba más
variedad en la lejanía del horizonte. Sólo la ociosidad del
momento lo incomodaba.
¿Hasta cuándo tendré que esperar?, se preguntaba
ansioso. Pero mal sabia él lo que le esperaba el mañana.
79
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La 1ª Batalla de Tuyutí - 24/5/1866
A esta altura de los acontecimientos, y en virtud de
los últimos eventos y reveces, el tirano López ya estaba
convencido de que necesitaba replegarse lo antes posible a
la defensiva y, por lo tanto, ordenara la retirada general
pasando a concentrar en las fronteras todas las fuerzas de
que podía disponer.
Él cree que por el momento le bastaba con levantar
fortificaciones en todos los puntos posibles de los ríos
Paraná y Paraguay, y que se encontraban expuestos al
ataque y a la invasión de las tropas aliadas, y entonces de
dedica a cuidar principalmente de las regiones de Itapurá,
Itapirú y Humaitá.
No en tanto, por todas partes, ya sea en las propias
repúblicas del Plata y hasta en las lejanas del Pacífico, las
voces de los provincianos se elevaban clamando por la
paz. Empero, todo ese vocerío no pasó de un sordo
murmullo que no impidió que los comandantes aliados
continuasen a mantenerse fieles a la alianza que habían
realizado. Y ante la consternación de quienes sólo veían la
guerra desde lejos, los caudillos resuelven emprender una
inmediata ofensiva contra las fuerzas de Paraguay.
80
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
A partir de tal determinación, las mesnadas aliadas
pasan a incorporarse al norte de la provincia de Corrientes,
y buscan como tratar de invadir el territorio enemigo y
atacar de vez el bien defendido fuerte de Humaitá, local
donde el dictador ya se encuentra personalmente
dirigiendo a sus ejércitos.
Vale decir que a los historiadores de renombre les
gusta afirmar que ese periodo fue uno de los momentos
más solemnes de toda la campaña:
“los enemigos, uno delante del otro, aparentando
aprehensión, hesitan en querer partir para el
ataque”.
Resulta que durante algunos meses, ambos bandos
permanecieron vacilantes, en la inactividad, y solamente
en abril de 1866, los aliados, al juzgarse ya estar
suficientemente preparados, decidieron tomar la iniciativa
de la guerra. Y en cuanto la escuadra brasileña busca
atacar el fuerte de Itapirú, el Mariscal Osorio, con las dos
divisiones a su cargo, transponía el Paso de la Patria y
desembarcaba en territorio enemigo en la mañana del día
16 de abril.
Al percibir la extrema audacia con que actuaban los
soldados aliados, los combatientes paraguayos pasaron a
levantarse de todos los lados y buscaron embestir
furiosamente contra las fuerzas invasoras. Empero, este
81
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
fue un intento inútil, pues el desespero y la
desorganización con que luchaban los soldados de López,
permitió a los aliados el éxito de rechazarlos para el norte,
causándoles pérdidas enormes, al mismo tiempo en que la
escuadra de Brasil se apoderaba del fuerte de Itapirú.
Durante las semanas siguientes no sobraba tiempo
alguno para el descanso. Los lapsos en que no acontecían
batallas, eran dedicados exclusivamente a la movilización
de las tropas en busca de sojuzgar el territorio del objetivo
siguiente. El viento les soplaba a favor, pensaron los
comandantes aliados, de tal forma que el 2 de mayo se da
el combate de Estero Bellaco, y el 24 de mayo se registra
la más notable batalla de toda la campaña, la “Batalla de
Tuyutí”.
Se ha encontrado que en los registros historiográficos
del ejército brasileño, la revelación de que durante el
desarrollo de dicha contienda, el total de las fuerzas
aliadas tuvieron 650 muertos y 2.600 heridos; mientras
que los paraguayos registraron la suma de 4.000 muertos y
370 heridos.
No en tanto, y mismo ante la gran victoria alcanzada
en Tuyutí, la situación del futuro entorno de la guerra
también llenaba de preocupación la mente de los
comandantes aliados, al ofrecerse nuevas dudas en
vanguardia a los embarazos que estos iban adquiriendo
82
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
durante el andamiento de la conflagración. Sabían que al
norte y al oeste, tenían por delante las líneas del fuerte de
Rojas, unas temerosas fortificaciones que servían de ante
paro al formidable refugio del no menos protegido fuerte
Humaitá, donde el dictador paraguayo se encontraba
presente para encender el ánimo de sus aclimatadas y
adiestradas legiones.
No obstante, llegó el momento en que el intranquilo
Mariscal de campo Osorio comienza a insistir de forma
vehemente con el general en jefe de los aliados
(Bartolomé Mitre), para que se avance con las columnas
inmediatamente y no se dé más tregua al enemigo, pero
Mitre lo impugnó, al hallar mejor conservar las posiciones
ya conquistadas hasta que les llegasen nuevos refuerzos
expedicionarios.
Pero tampoco se puede decirse aquí, que ese fue un
periodo de inactividad total, pues estos mismos
impedimentos no estorbaron para que se levantasen
trincheras en frente a las líneas de Rojas, mientras que
para diversos otros puntos se expedían algunas tropas
avanzadas y algunos piquetes de reconocimiento.
A la par de lo antedicho, el general Mitre, que
formalmente se opusiera a la marcha del ejército aliado
hacia el norte, instaba impetuoso con el Almirante
Tamandaré para que éste atacase de una vez el fuerte de
83
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Humaitá por el río. Empero, el Almirante igualmente se
negó, pues pensó que no debía de hacerlo por considerar
que ese acto era una locura que podría sacrificar la causa
que todos ellos estaban defendiendo.
Mientras tanto, otras contrariedades se sumaron
durante el trascurso de las desavenencias del comando,
pues el enemigo no cesaba de molestar a los invasores,
tanto por río como por tierra. Y yuxtapuesto, el clima
inhóspito de la región también iba causando daños
enormes a los aliados.
Sin embargo, mismo que la elocuencia nos permita
insistir en afirmar que ese era un periodo de ocio y apatía
para la tropa, muy pronto llegó el día en qué, molesto por
tener que enfrentar aquella inacción de lucha tan
prolongada, el Mariscal Osorio finalmente se desentendió
de vez con o general Mitre, y el 15 de julio de 1866 pasó
en definitivo el comando de su ejército para el general
Polidoro y se retiró de vuelta al Brasil.
Con todo, así que asumió el comando de las tropas
brasileñas, el general Polidoro cuidó urgentemente de salir
de aquella situación de holganza e inactividad que tanto
perturbaba a él y a la soldadesca. En aquella misma noche,
el general Xavier de Sousa, con la 4ª División de
Infantería, gestiona atacar una nueva trinchera que los
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
paraguayos estaban levantando y, no obstante a la fuerte
resistencia encontrada, consigue tomarla del enemigo.
Oficial de la caballería brasileña (izq.) y soldado paraguayo aprisionado (der.), entre
1865 y 1868. Las vestimentas de los militares paraguayos eran precarias y prácticamente todos andaban descalzos.
Pero resulta que durante el transcurso de los tres días
siguientes, como si ellas fuesen atizadas por el diablo, las
huestes enemigas, todavía que bajo un fuego continuo, no
descansaron de su furor de exterminio y, en cierto
momento, todo indicaba que el ejército paraguayo estaba
reculando de a poco, pero reiteradamente los aliados
fueron siendo barrados una y otra vez, ahora delante de
Curupaytí.
85
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Solamente a fines del mes de agosto (un mes y medio
después), ocurre la bienvenida llegada del Barón de Porto
Alegre al local, trayendo consigo los pertinentes socorros
y ayudas que tan ansiosamente se esperaba.
Una vez que advirtieron estar con las tropas
reforzadas y ya subyugada la porfiada obstinación del
general Mitre, es que el consejo de generales resuelve
avanzar sobre el fuerte de Humaitá, momento en que se
combina la realización de operaciones simultaneas por
parte de la escuadra (todavía comandada por Tamandaré)
y de las fuerzas de tierra. Sin embargo, antes de lograr el
objetivo, entendían que era necesario atacar Curupaytí, un
fuerte bien guarnecido que estaba localizado al sur del de
Humaitá, la formidable plaza de guerra que se había
convertido en el albo principal de los aliados.
Solamente el día 1º de setiembre de 1866, el general
Porto Alegre, con cerca de nueve mil hombres
pertenecientes a diversas milicias de los ejércitos aliados,
finalmente logra embarcarse en navíos de la escuadra,
siguiendo río arriba con destino a Curupaytí.
Sin embargo, antes de lograr alcanzar aquellas
fortificaciones, las fuerzas aliadas se ven retenidas frente
al bien defendido fuerte de Curuzú. Entonces los
comandantes deciden enfrentar la cuestión sin pestañear, y
ordenan que allí se desembarque a la tropa, y se pase a
86
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
trabar en tierra combates que, posteriormente, permitieron
ser catalogados como desesperados e iracundos, en cuanto
la escuadra del Almirante pasaba a bombardear el referido
fuerte.
El 26º Batallón de Voluntarios da Patria proveniente de Ceará, en acción durante la
guerra, entre 1867 e 1868
En paralelo a las pugnas guerreras que estaban
ocurriendo durante los meses siguientes a la manumisión
de la Villa de Uruguaiana, nos permite decir que todas las
circunstancias venideras sirvieron para ir calando hondo
en el ánimo de José, y cada vez más podía ser apreciado
cómo todo el hábitat por donde al muchacho le tocaba
estar, con sus muertos, sus mutilados, sus heridos junto
con su consecuente sequito de almas agonizantes, sumado
a los fogonazos de cañón, los tiros de las arma de fuego,
87
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
las bayonetas, los puñales y las espadas que silbando por
encima de las cabezas como si fuesen pájaros de mal
agüero, iban de a poco y cada vez más ahondando su
entorpecimiento psíquico e inmaterial, dejándolo como si
estuviese petrificado en él.
Al mismo tiempo, la situación me permite apuntar que
el alma de aquel barbilampiño adolescente que había
iniciado con fervor juvenil sus pasos en las huestes
imperiales, de pronto y a fuerza de golpes y porrazos,
había madurado y la situación lo había convertido en un
santiamén en un soldado rudo, sin sentimientos de
vergüenza o culpabilidad dentro del cuerpo de un hombre
aun siendo un muchacho. Y por entonces, cuando le
llamaba la atención ese aturdimiento que tomaba cuenta de
si, especialmente el hecho de no afectarle solo las muertes
y las víctimas, sino también los vivos, los supervivientes y
el propio comportamiento de los otros soldados, es que le
surgían preguntas como: ¿Cómo debía interpretar su
generación, o la de los nacidos más tarde, la información
que ellos recibían sobre los horrores acontecidos en los
campos de batalla?
No creo que sea necesario responder aquí los
cuestionamientos morales y éticos que zumbaban dentro
de la mente de José, pero sí vale la pena rescatar un
contundente relato oficial donde se narran casi en detalle
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
los sucesos ocurridos durante la cruenta batalla de Tuyutí,
y que nos ha de servir de ensayo para comprender un poco
mejor las incertidumbres del propio José, así como las
muchos otros combatientes jóvenes que unieron filas en el
hecho:
El Dispositivo Aliado
En la mañana del 24 de mayo de 1866, en el campo
aliado, la línea de batalla se encontraba dispuesta de la
siguiente forma:
Avanzada:
Batallones “Libertad” e “Independencia”.
Ala Derecha:
1º Cuerpo Argentino con toda su caballería
montada, excepto el Batallón “San Martín”, y
teniendo el Regimiento de Artillería Ligera de
Vedia, en posición.
Centro:
Una Batería del 1º Regimiento de Artillería Ligera
Brasileña (25 piezas rayadas), y los Batallones
orientales “Florida” y “24 de Abril”, a las órdenes
de León de Palleja.
Ala izquierda:
2º Batallón de Infantería brasileña. Batería Oriental
(6 piezas). Y otros tres batallones brasileños.
89
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Reserva:
Una Brigada de la División Victorino (Brasil)
El asalto sobre la Izquierda Aliada
Desde las tempranas horas de ese día, se escucharon
movimientos en la línea enemiga, pero que no fueron
debidamente interpretados.
Igualmente se sabía que por su ala derecha, entre el
pajonal del estero, los paraguayos disponían de 4
Batallones y 2 Regimientos de Caballería.
A las 10 horas, un cohete tipo Congrève que cayó
sobre el Batallón “Florida”, fue la señal de ataque. La
columna enemiga avanzó sin disparar, a la bayoneta o con
sable en mano la caballería, sobre las líneas avanzadas
aliadas.
Los Batallones “Independencia” y “Libertad” fueron
tomados por sorpresa y no tuvieron tiempo de formar,
siendo deshechos por los paraguayos. Por su vez, el
“Libertad” perdió a su Comandante, D. H. Castro y una
bandera. Los hombres retrocedieron sobre las fuerzas del
Centro Aliado.
Inmediatamente, las Baterías Oriental y Brasileña
comenzaron a disparar metralla y bala, derribando a
cuantos paraguayos les era posible en pajonales y bañados.
La caballería enemiga, repelida por la izquierda, se lanzó
contra el Centro, pero la Batería allí dispuesta era
90
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
impenetrable. Los paraguayos llegaron, sin embargo, a 50
metros de la boca de nuestros cañones, provocando bajas
entre los servidores.
Tras retirarse, la columna paraguaya se rehízo en el
monte de sus primeras bajas, penetrando por fuera de los
Batallones Brasileños e ingresando al campo aliado.
Atacada por la Artillería de la Segunda Línea,
retrocedió, siendo asaltada en ese momento por las tropas
del “Florida” y el “24 de Abril”, enviadas especialmente
por Flores a reforzar el flanco, tras el rechazo del asalto al
Centro. Los paraguayos fueron perseguidos por los
aliados, que les capturaron 5 obuses de a 16.
El asalto a la Derecha
Al mismo tiempo, dos fuertes columnas enemigas
asaltaban el Centro y el ala Derecha. La fuerza enemiga
comprendía 7 Batallones y 2 o 3 Regimientos de
Caballería que estuvo a punto de envolver al Cuerpo
Argentino, asaltándolo por la espalda antes que pudiese
formarse en cuadro.
La caballería paraguaya fue totalmente aniquilada por
la Artillería de Vedia y el fuego de fusilería. Luego de tres
horas de sangrientos combates, los paraguayos se retiraron
dejando el campo cubierto de muertos.
91
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Soldados uruguayos atrincherados durante la batalla de Tuyutí.
Asalto al Centro
El Centro aliado fue atacado por otra columna de 4
Batallones, una Batería de Cohetes y 2 o 3 Regimientos de
Caballería.
Aquellos hombres avanzaron ciegamente contra los
cañones y las armas de la Brigada brasileña “Victorino”,
las tropas orientales y otros dos Batallones brasileños,
además de los restos reagrupados de tropas del “Libertad”
y del “Independencia”.
El resultado fue una carnicería: el campo quedó
sembrado de cadáveres de hombres y animales, quedando
los paraguayos clavados a 200m de la línea aliada, después
de establecer tres asaltos infructuosos.
Tras el rechazo del peligro enemigo en el flanco
izquierdo, el General Flores ordenó a León de Palleja
asaltar el centro paraguayo, cosa que realizaron el
92
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
“Florida” y el “24 de Abril”, recién regresados del flanco
izquierdo.
Los orientales arrollaron al enemigo hasta el bañado,
capturando una bandera, pero sufriendo fuego graneado de
una batería paraguaya de 20 o 30 piezas durante 2 horas,
debiendo retirarse de Palleja sin poder explotar el éxito.
A las 14:30 horas todo había terminado, aunque la
columna paraguaya retirada al monte continuó
intercambiando fuegos con los aliados durante varias
horas.
Palleja anotó en su Diario que la Batalla de Tuyutí
debió ser la batalla decisiva de la guerra, pero que “faltó
orden” para la debida explotación del éxito.
Contemplando la carnicería del enfrentamiento y el
shock del ataque, esto es, al menos, dudoso que se
consiguiera.
Las pérdidas
Cuando los combates cesaron a las 15:30 horas y se
hizo el recuento de bajas, León de Palleja estimó que los
paraguayos habían tenido 7.000 muertos, 500 heridos y
habían perdido 2.000 caballos, 5 piezas de artillería y
varias banderas.
Los Aliados habrían sufrido 400 muertos, 800 heridos
(entre ellos el General Sampayo, el Coronel Rivero, los
93
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Comandantes Pagola, Marcelino Castro, Galván, Meneses
y Cavalcante).
Al día siguiente, -siempre según las anotaciones de
León Palleja-, se reveló que las pérdidas orientales fueron
éstas:
Batallones “Florida” y “24 de Abril”: 17 muertos y 40
heridos.
Batallones “Libertad” e “Independencia”:
Comandante Castro y dos oficiales muertos. Las bajas
debieron ser cerca de 200, puesto que luego de Tuyutí
los dos Batallones se fundieron en uno solo, llamado
de “Voluntarios Independientes”, a cargo del Mayor
Evia. Parte de estas bajas fueron a causa de “fuego
amistoso” (propio), ya que la metralla de las baterías
aliadas alcanzó por igual a amigos y enemigos en el
Ala izquierda.
Escuadrón de Artillería: Teniente Aguilar (herido de
muerte) y 10 heridos.
Esto indicaría alrededor de 300 bajas orientales.
Existen, sin embargo, fuertes controversias en cuanto a la
cantidad de hombres que cayeron ese día. Según Eduardo
Acevedo, que reproduce el “Boletín del Ejército Aliado”,
las bajas realmente fueron estas:
Paraguayos: 4.200 muertos y 350 heridos
Brasileños: 413 muertos y 2.090 heridos
94
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Argentinos: 126 muertos y 480 heridos
Orientales: 133 muertos y 163 heridos (esto
coincide con lo anotado por Palleja)
Total de bajas Aliadas: 672 muertos y 2.733
heridos (3.405)
No en tanto, un corresponsal de guerra, quizás
exagerando, al emitir su resumen casi duplicó las cifras
totales:
Paraguayos: 5.993 muertos, 210 heridos
prisioneros, 1.672 heridos retirados por sus
camaradas (7.875 en total)
Brasileños: 3.572 bajas
Argentinos: 800 bajas
Orientales: 253 bajas (vuelve a coincidir bien)
Total de bajas Aliadas: 4.625 hombres
Esto significaría decir que en Tuyutí -la Batalla más
sangrienta de la Guerra del Paraguay- las bajas fueron de
12.500 hombres, sobre 50.000 que combatieron ese día
(25%).
Palleja ha sugerido también que los soldados
paraguayos avanzaron ebrios, pues es un hecho que se
había distribuido bebida entre ellos, antes del combate. Y
esto se repetiría luego en las cargas suicidas de otras
batallas.
95
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
También se dice que sus oficiales les ordenaron
apoderarse de los cañones, en el falso supuesto de que las
tropas aliadas huirían frente a un asalto decidido.
Asimismo se afirma que entes de que se diese inicio al
combate, los jefes paraguayos, Generales Resquín y
Barrios y Coronel Díaz, fueron convencidos por Solano
López de que ésta sería la batalla decisiva de la guerra.
Pero no lo fue, y como lo muestra el detalle de la
pintura de Hequet, el nombre “Tuyutí” (que significa barro
blanco o “barro bayo” en guaraní) bien debería ser
cambiado por el de “barro ensangrentado”...
Esta fue la mayor batalla campal de la guerra,
envolviendo 56.000 combatientes: 24.000 paraguayos y
32.000 aliados (21.000 brasileños, 9.700 argentinos y
1.300 uruguayos). Los combates se iniciaron por la
mañana y al final de la tarde, los paraguayos tendrían
perdido, entre muertos y heridos, 13.000 soldados, e los
aliados, cerca de 4000.
Batalla de Tuyutí: detalle del cuadro de Cándido López
96
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El Vencedor de Curuzú
También ha sido un consenso entre los historiadores,
destacar que Tuyutí era un local sumamente insalubre que
provocaba las más diversas enfermedades en las tropas, ya
sea debido a los cadáveres insepultos o enterrados en
vallas que de por sí contaminaban el agua para beber, o
por la falta de remedios en los hospitales de campaña, o
hasta mismo por causa de la insuficiencia en la nutrición
de los soldados, factores que sólo hacían rarefacer la moral
de las tropas que muchas veces recibían sus sueldos con
varios meses de atraso.
Richard Francis Burton llega a relatar con acuidad la
región inhóspita que las tropas aliadas tenían que suplantar
para atacar el Paraguay, resaltando que la región es una
“tierra de nadie” [...] la laguna es, en verdad, un pozo o
una pequeña charca que se llena con las inundaciones y
que retiene el agua gracias a un lecho de argila dura. “El
bañado” es un campo de profunda lama pegajosa y agua
estancada, un tanto más mojado que uno “pantano” o un
cenagal. El “Estero” [...] es una corriente que fluye
perezosamente a través de un pantanal. “[...] los brasileños
instalaron allí una batería de 8 cañones, en óptimas
condiciones para destruir “Guardia Carracha”, también
conocida como Fuerte Itapirú”
97
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Sirviéndonos de las fuentes visuales para intentar
componer una narrativa aunque más no fuese mental de la
contienda, José se resentía por la ausencia casi que
completa de temas que no fuesen los referentes a la cólera,
a la higiene precaria, a la alimentación y a las dificultades
de toda orden que asolaban a los beligerantes. Bravuras
que se comprueban no apenas en el calor de las batallas,
pero, principalmente, por la resignación y la privación a
que los soldados estaban siendo sometidos en sus
inhóspitos campamentos.
Acampamento argentino e hospital brasileiro, foto de Bate y Cia W.
Claro que los humanos no podemos aspirar a
comprender lo que en sí es incomprensible, ni tenemos el
derecho a comparar lo que en sí es incomparable, ni a
realizar cualquier pregunta, porque es sabido que el que
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
pregunta, aunque no ponga en duda el horror, si lo hace
objeto de comunicación en lugar de asumirlo como algo
ante lo cual sólo se puede enmudecer, el sujeto termina
siendo presa del espanto, la vergüenza y la culpabilidad.
Por lo tanto, no hay lugar a dudas de que José se pasaba el
tiempo cavilando que, en realidad, hay cosas en las que el
ser humano no debe nunca mezclarse, así como tampoco
debe negarse a hacerlas a menos que le cueste la vida.
Por consiguiente, las acciones bélicas llevadas a cabo
en tierras paraguayas meses después de la rendición de
Uruguaiana, bajo muy precarias condiciones humanas,
continuaban perpetrándose, y en ese entonces el comando
general convino que las fuerzas terrestres brasileñas
quedarían constituidas por dos Cuerpos de Ejército: El
primero, a la orden de Osorio y, el segundo, a la del
Vizconde de Porto Alegre, aunque solamente en 15 de
mayo de 1866, éste último tuvo autorizada su licencia para
apartarse de la Cámara de Diputados y permanecer en el
comando y así entrar en tierras paraguayas. Y es ahí que
su obra surte singular efecto con la tomada de Curuzú, el 3
de septiembre de 1866, cuando las lideró.
Quedó registrado que al clarear el día, el Vizconde
mandó formar la infantería en peso, a la retaguarda y a la
izquierda de la batería de 6 bocas de fuego del regimiento
provisorio, aprovechándose de las ondulaciones del
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
terreno, y cubriéndose de modo conveniente la frente y la
izquierda por los tiradores que lo apoyaban por este flanco
del río y por la derecha con cerca de 3.500 hombres de
caballería, que se encontraban a pie, y de 200 de la brigada
ligera (montada).
Dada la señal de fuego este fue realizado con
verdadero entusiasmo por los artilleros, pero siendo
enérgicamente respondido por los cañones de los
enemigos paraguayos, a pesar de las bajas que ellos
sufrían por parte del cañoneo de la escuadra brasileña.
Luego fue ordenado el asalto: “en pocos minutos las
fuerzas brasileñas, cubiertas por una lluvia de hierro y
chumbo que no les embargaba el paso, vencieron el foso y
escalaron el repecho, donde la lucha se torna casi personal
con los artilleros e infantes enemigos”.
Ese día, la victoria fue alcanzada exclusivamente por
los brasileños.
100
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Los resultados de Boquerón y Sauce
Después de la escabechina ocurrida en la célebre
batalla del 24 de mayo, el tirano López buscó reorganizar
su ejército lo antes posible y en julio de 1866 decide
deflagrar casi que consecutivamente, las batallas de
Iatayti-Corá el día 11, la de Boquerón el día 16 y la de
Sauce, el día 18. Para el tirano, en su mente arbitraria, no
había tiempo a perder.
En realidad, estas eran sólo pequeñas escaramuzas
que más se caracterizaban por ser disputas de trincheras y
de defensa de fortificaciones, de lo que se convendría
llamar de una verdadera querella por conquista de
posiciones enemigas.
Sin embargo, mismo siendo abreviados altercados, y
según nos lo resalta el historiador Doratioto: “en tres días,
en las batallas de Boquerón y Sauce, los aliados tuvieron
bajas que llegaron casi a 5.000 hombres puestos fuera de
combate, mientras que los paraguayos tuvieron tan sólo
2.500”.
Pero a pesar de que las pérdidas humanas resultasen
pesadas para los dos lados, en ese entonces no hubo un
gran avanzo territorial por parte del ejército guaraní, y las
fuerzas aliadas tuvieron que permanecer en Tuyutí por un
101
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
largo tiempo, siendo severamente castigadas por el cólera-
morbus.
Aun así, consta que Tuyutí fue el mayor
acantonamiento de tropas aliadas levantado en territorio
paraguayo. Tenía hasta comercios establecidos para
atender a los militares, y que según nos cuenta Ricardo
Salles: “fue durante el día-a-día de los acantonamientos,
que los soldados consumían la mayor parte del tiempo de
guerra”.
Igualmente, relata que: [...] el terreno era alagadizo,
cubierto por matas densas y desconocido, en cuanto el
clima era húmedo, llegando a ser muy caliente durante el
verano y muyo frio en el inverno”. Situación no muy
distinta según afirma el relato de Benjamín Constant,
quien atestigua: “además de ser un territorio cubierto de
matos, de bañados, y de pantanos inmensos, tenemos las
epidemias, las aguas pésimas, el calor excesivo que
quema, que asfixia en el verano, y el frio que congela
durante el inverno... No hay aquí medio término”.
Consecuentemente, se puede agregar conforme nos
destaca el combatiente Dionísio Cerqueira al respecto de
la mala calidad de las comidas con que se alimentaba a la
tropa, al dejar bien claro que los soldados hacían versos
para ironizar la manducatoria que era servida a los
batallones:
102
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
“Osorio nos daba churrasco...
Y Polidoro harina...
El Marqués nos daba jabá...
Y Su Alteza, sardinas”.
En un otro pasaje de su libro, Cerqueira también
destaca que, para que el campamento pudiese ser
considerado adecuado, este debería tener,
obligatoriamente, tres condiciones esenciales:
Una casa para el Sr. Marqués;
Un naranjal para el Sr. General Osorio;
Un bañado para la artillería.
Ciertamente que, para poder encarar de una forma
más leve la dureza de la vida en campaña, los soldados
buscaban divertirse haciendo versos y así satirizaban las
condiciones extremamente precarias a la que ellos fueron
sometidos.
Cabe aclarar que Dionísio Cerqueira asentó plaza a
los diecisiete años cuando recién se iniciaron las
hostilidades en el sur de Brasil. Participó de los cinco años
de la contienda y, cuarenta años después, escribió sus
reminiscencias. Comenzó actuando como soldado y volvió
como teniente de infantería. Fuera de los relatos épicos
que este autor cita a lo largo de su texto, su libro trae
muchas curiosidades sobre la campaña militar de la Guerra
103
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
del Paraguay. Su prosa no deja de ser un relato precioso,
pues el autor fue testigo ocular de los acontecimientos.
En el pasatiempo de esta lucha de trincheras que una
hora toman los paraguayos, y en la hora siguiente los
aliados, quedó determinada la victoria paraguaya, pero los
aliados mudaron su mira para la fortaleza de Curupaytí.
104
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La retirada de Curupaytí - 22/9/1866
Las tremendas y fatigosas luchas que se establecieron
en los campos de Curuzú, Iatayti-Corá, Boquerón y Sauce
fueron a tal punto, desmedidas, que los historiográficos se
permiten afirmar que los contextos de la querella le hizo
posible a los aliados antever las sorpresas que aun los
aguardaban en el río Paraguay.
Pero recapitulando un poco, cuando las fuerzas
aliadas aún estaban en los alrededores Curuzú, en cierto
momento, en medio al progreso del combate, del tronar de
los cañones y del chasquear de la fusilería, se escuchó un
estampido. Era la explosión de un torpedo que, en pocos
minutos, puso a pique a uno de los vasos de guerra
brasileño. Era el encorazado Rio de Janeiro, cuja
tripulación fue casi toda sacrificada.
Tremenda catástrofe, no en tanto, no disminuyó el
vigor de la investida, y en pocas horas el fuerte terminó
siendo tomado de asalto por los aliados, a pesar de los
prodigios de heroísmo con que él fue defendido hasta el
último instante por parte de la topa guaraní. Por
consiguiente, aprovechando la buena mano que le
proporcionaba la ocasión y una vez justipreciando sentirse
ya los señores del fuerte de Curuzú, el general Porto
105
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Alegre trató de avanzar lo más rápido posible sobre
Curupaytí, esperando apenas por la llegada de algunas
tropas de refuerzo que deberían venir del campamento
general.
No en tanto, mientras aún eran perceptibles las
señales de jolgorio y los festejos entre las tropas que
conmemoraban la victoria alcanzada con tanto sacrificio,
sucede que en paralelo, entre los líderes aliados
sobrevienen divergencias tales, que casi llegan a
comprometer la suerte de la Tríplice Alianza y el propio
éxito de la campaña hasta aquí llevada con tanta
abnegación y coraje.
Resulta que el general Mitre, el hasta entonces
comandante en jefe argentino que aún continuaba parado
en Tuyutí, toma por decisión personal recibir a un
emisario del dictador paraguayo Solano López, que había
requerido una conferencia con los generales aliados.
En desaprobación a la realización de tal parlamento,
el general Polidoro, entonces comandante de las fuerzas
brasileñas, se recusa terminantemente a entrar en
negociaciones con el dictador, e insiste impetuosamente
por la avanzada inmediata sobre los fuertes de Curupaytí y
Rojas. Entre tanto, el general Flores (comandante
uruguayo) se une a la intención de Mitre, y resuelven por
sí tratar con el jefe enemigo.
106
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Conforme rememora el historiador George
Thompson, en el momento del encuentro, las escoltas
hicieron un alto, y solamente los dos presidentes
avanzaron, los que después de cumplimentarse, apearon y
dejaron los caballos con sus ordenanzas, y comenzaron la
conferencia, manteniéndose los ayudantes de ambos a una
distancia apropiada de ser llamados para una eventualidad.
Pasados algunos minutos, Mitre mandó convidar a Flores
y Polidoro para que cumplimentasen a López y a asistir a
la conferencia. El comandante brasileño respondió que,
estando allí el general en jefe, su presencia era
desnecesaria.
La entrevista de Iatayti-Corá el 12 de septiembre de 1866 - Álbum de la Guerra del
Paraguay, nº 4, 15 de marzo de 1893.
107
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
No en tanto Flores siguió, y fue presentado a López,
quien lo acusó de haber sido el propio el causador de la
guerra, al procurar por la intervención brasileña en
Montevideo, a lo que Flores le respondió que así lo hizo,
para preservar la independencia da Banda Oriental.
La discusión no quedó zanjada, pues Mitre se apoyaba
en el tratado de la Tríplice Alianza mientras que López no
aceptaba los términos que estaban previstos en las
cláusulas del referido acuerdo.
En cuanto esto ocurría, las naciones vecinas –Perú,
Bolivia y Chile– protestaban para que la paz se consumase
de una vez en el territorio guaraní, principalmente en
recurrencia de la matanza que ocurría en aquel país. Por
otro lado, en la gobernación Argentina fue considerada
una salida posible, ya que la guerra era impopular. Con
tales ocurrencias en contrario a lo que había sido pactado,
el emperador pasó a desconfiar de la diplomacia del líder
argentino quien podría estar negociando la paz en
desacuerdo al tratado de la Tríplice Alianza.
Como ya fue dicho, lo antes relatado ocurrió luego
después de la victoria de Curuzú, y el ayuntamiento se
llevó a cabo en la célebre conferencia de Yataity-Corá, y
mismo que en ella no se haya firmado la paz, el
entretiempo de demora proporcionó al dictador paraguayo
108
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
un período más que suficiente para fortificar la posición
que ocupaba en Curupaytí.
Además, vale destacar que por esa época una lluvia
torrencial tomaba cuenta de la región, lo que terminó
postergando el ataque que fuera marcado para el día 17, y
el cual terminó ocurriendo solamente el día 22, cuando los
aliados, comandados por Mitre, fueron entonces repelidos.
En efecto, al celebrarse la conferencia en la cual no
tomó parte el general brasileño, el desarrollo de los hechos
permitió que el dictador tuviese un relámpago de
esperanza al vislumbrar una fractura en la unidad aliada, y
por ello pretendió entrar en acuerdo sólo con los dos
generales, pero al darse cuenta de la estratagema del
dictador, Flores protestó y Mitre terminó imponiendo a
López que este renunciase al poder y se retirase lo cuanto
antes del Paraguay, como una condición absoluta para que
se firmara paz, y en acuerdo con los términos firmados en
el pliego de la Tríplice Alianza.
Finalmente, al quedar burlada la tentativa del tirano,
los jefes aliados deliberaron que tenían que atacar sin más
demora el fuerte de Curupaytí, resultando de tal
consideración que Mitre iría ser quien comandaría el
ataque personalmente, lo que, como ya fue dicho, ocurrió
en verdad el 22 de setiembre de 1866.
109
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Sin embargo, esta fortaleza era considerada por los
aliados como inexpugnable, no sólo por causa de los
grandes recursos de combate de que disponía, como
también por las líneas de trinchera que era necesario
destruir para lograr llegar hasta ella. Por consiguiente, el
día del ataque, al cabo de largas horas de fuego, el general
Mitre mandó tocar la retirada, teniendo como corolario a
esta altura de la batalla, una suma de elevadas pérdidas en
las huestes aliadas que llegaron a la cifra de 4.000
hombres, entre muertos y heridos. Por otro lado, y ante la
retirada de los invasores, los paraguayos ya se
consideraban victoriosos.
Soldados paraguayos en Curupaytí tirando desde una trinchera contra las tropas aliadas.
Posteriormente, por causa de los pifies resultados del
ataque, un gran desánimo pasó a tomar cuenta de la tropa
que componía los ejércitos aliados, y otra vez vuelven a
110
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
agravarse las divergencias y los descontentamientos entre
los jefes. Fue entonces que el general Flores decide
abandonar su puesto y se retira para el Uruguay, mientras
que el Almirante Tamandaré también se exonera del
comando de la escuadra brasileña por causa de sus
divergencias junto a Mitre. En ese momento la situación se
torna sumamente embarazosa para el comando de la
alianza.
El propio general Porto Alegre, en una
correspondencia escrita tres días después del malogrado
ataque de Curupaytí, y enviada a un amigo, -el coronel
Tristão de Araújo Nóbrega-, realiza una detallada
descripción de la situación, así como de las alteraciones
que él indicó y de los acontecimientos que se siguieron:
“Luego después de la tomada de esta posición,
pedí un auxilio de cuatro mil hombres de
infantería, para poder proseguir de acuerdo con la
escuadra en la ejecución del plano que en junta de
guerra habíamos combinado, tomando Curupaytí y
atacando Humaitá, que estaba mal guarnecida de
tropas”...
“...No siendo desgraciadamente satisfecho aquel
mi pedido, sólo el 12 de este mes es que el general
Mitre aquí llegó con su ejército argentino trayendo
junto una fuerza de ocho a nueve mil hombres, y al
111
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
día siguiente una brigada de 2.000 hombres de
infantería, que el Sr. General Polidoro me
mandara. Como los argentinos no vinieron prontos
para realizar luego el ataque, tanta demora, como
yo previera, dio lugar a que el enemigo diese un
gran desenvolvimiento a su atrincheramiento de
Curupaytí, acumulando allí más de 50 bocas de
fuego, siendo una gran parte de grueso calibre, 68
e 32, y concentrando en aquel punto la mayor
parte de la fuerza de su ejército”...
“...la presencia de medios de resistencia tan
poderosos, como eran aquellos a que me refiero,
entendí que ya no podía tener lugar el premeditado
ataque conforme lo habíamos combinado,
debiendo sufrir una modificación en sus
disposiciones, esto es, que en vez de ser
simultáneo, el ataque de Curupaytí y el de las
líneas de atrincheramiento enemigo sobre el
Tuyutí, donde está el 1º cuerpo del ejército,
convenía que el ataque de aquel punto precediese
al de las mencionadas líneas, para que el general
Polidoro pudiese venir con su ejército, que dista de
aquí a menos de dos leguas, y atacar pela
retaguarda las fortificaciones de Curupaytí, al
paso que nosotros le haríamos el ataque por la
112
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
frente, y entonces ellos serían forzados a
abandonar la posición, teniendo dos expedientes a
tomar: concentrar sus fuerzas en Humaitá, lo que
no me parece probable que hiciesen, porque
tendrían allí la suerte de las que comandaba
Estigarribia en Uruguaiana, o retirarse
procurando pasar el Tebicuarí, operación ésta
que, con los poderosos recursos de que
disponemos por agua, podríamos malograr,
embarcando aquí y haciendo desembarcar más
arriba de aquel río una fuerza tal que los
imposibilitase de intentar cualquier resistencia en
Asunción o de llegar primero que nosotros a Villa
Rica”.
Claro está que la mudanza sugerida por general Porto
Alegre no fue acepta por los otros generales en jefe, y el
plano inicial para ejecutar el ataque fue mantenido. Pero
en la misma correspondencia, puede observarse otra
expectación que el general escribió:
“…Prosiguiendo el ataque hacia la segunda línea
de la fortificación, que consistía en sobrepasar un
foso, conteniendo un gran terraplén erizado de
artillería, teniendo a su frente un bañado muy
atollado y sobre el cual se habían establecido
abatíes (árboles derrumbadas), imposible fue
113
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
realizar el asalto, ya que a las mejores tropas del
mundo le sería también imposible llevar a
efecto”…
114
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El Manuscrito de Cándido López
Campamento del 29º Cuerpo del Ejército Brasilero en
Guiuzú, 20 de septiembre de 1866.
“El Vizconde Porto Alegre, jefe del 29º Cuerpo del
Ejército Brasileño, tuvo la gloria de conquistar
esta posesión el día 3 de septiembre de 1866,
donde derramaron copiosa sangre sus valientes
batallones de Voluntarios de la Patria.
Inmediatamente se ocupó de hacer abrir un foso a
trescientos metros (al norte) apoyando su costado
izquierdo en el bosque de la barranca del río, y su
flanco derecho en la laguna; colocó en posición su
artillería y parte de la que había sido tomada al
enemigo y quedó de este modo resguardado de
algún ataque que pudieran traerle los paraguayos
por el lado de Curupaytí.
“Dentro de ese recinto acampó su ejército y en un
grupo de ranchos que abandonaron los
paraguayos en su fuga rodeado de altos curupayes,
estableció su Estado Mayor. Aún se conservaba en
uno de estos altos árboles una tosca y frágil
escalera donde el enemigo colocaba un vigía para
que observase la escuadra cuando esta
115
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
evolucionaba del otro lado de la isla. Al pie de la
muralla que da frente al río, estaban sepultados
los oficiales que sucumbieron gloriosamente en la
lucha. Unas humildes cruces señalaban este
enterratorio que era mirado con veneración y
respeto por sus camaradas cuidando de no
profanarlas con sus patas. Un grupo de soldados
vestidos de zuavos llamaban la atención con sus
vistosos uniformes, únicos en el ejército.
“Claro que el río no podía presentar, a la vez, un
aspecto más animado y pintoresco; gran cantidad
de buques se movían en distintas direcciones, allí
estaba fondeada la numerosa Escuadra brasileña,
también los pocos buques argentinos y sus
transportes fletados.
“A tal imagen debe agregarse la gran cantidad de
embarcaciones de comercio, de variadas
dimensiones y formas. Del otro lado de la isla de
Curuzú se vela una línea interminable de mástiles
con banderas de distintas naciones, siendo las más
italianas.
“El patriota almirante don José Muratore que me
honraba con su amistad y cariño, fue el que me
proporcionó los útiles para hacer estos bocetos, y
este fue el último que trazó mi mano derecha dos
116
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
días antes de ser destrozada por la metralla
enemiga, y dio la casualidad que a este paraje
llegué cuando me retiré herido del combate, donde
me encontré con el Dr. Lucilo del Castillo quien
con toda solicitud puso hilas y vendas a mi herida.
“En el asalto de Curuzú, las fuerzas brasileñas
tuvieron 11 oficiales muertos y 40 heridos. Eran
dos compañías de negros Bazanos que servían a
bordo. Dicen que era la guardia del almirante de
la escuadra. Muy raras veces estos se veían en
tierra. Un capitán de estas compañías de nombre
Marcelino Díaz, tomó participación en el ataque
de Curuzú como agregado al batallón 8º de
Voluntarios de la Patria de Río de Janeiro y este
tuvo la gloria de arrear la bandera paraguaya que
allí flameaba”.
117
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Revista Súper interesante, año 13, nº 9, septiembre de 1999. pg. 32-41.
Brasil
“Los trabajos de Cándido López (1840-1902), fueron
comprados por el Estado argentino y se encuentran
actualmente en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el
118
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Museo Histórico Nacional, ambos en Buenos Aires.
Ciertamente la documentación pictórica de Cándido
López es la mayor encontrada sobre la contienda.
Favoreció su a representación verosímil de los cuadros de
López su conocimiento y actuación como fotógrafo, y
debido a la participación directa del artista en la
campaña”.
119
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El Reflejo de una Situación Alarmante
En cuanto los aliados sufrían consecutivos reveses
tanto en el campo de batalla como en el artejo de las
estrategias, Solano López buscaba incendiar de alguna
manera los ánimos de sus tropas y aprovechaba el tiempo
que le concedían los aliados para aumentar lo máximo
posible sus obras de defensa.
Además, es conveniente apuntar que al cruento
escenario de la guerra también se le acumulaban otros
pormenores inherentes a esta, ya que en las dos repúblicas
platinas (Uruguay y Argentina), las condiciones de la
política interna de esos países eran muy precarias y sus
sucesos dificultaban la acción ilimitada de los respectivos
gobiernos. Envueltos en disputas política, los líderes
aliados cayeron rendidos en torno de Curupaytí y, luego
enseguida, Mitre se retira del teatro de operaciones para
buscar ahogar una insurrección interna que amenazaba la
estabilidad en Argentina. Flores también vuelve a su país
por causa de una presión internacional promovida por los
Estados Unidos, pues ese país tenía simpatías con
Paraguay.
Por derivado, el soberano brasileño anteveía que,
probablemente de ese momento en adelante y frente tales
120
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
circunstancias gobernativas que acontecían en los países
vecinos, Brasil tendría que sustentar solo todo el peso de
la campaña ante Paraguay. Por lo tanto, negándose a
aceptar tremendo compromiso, el gobierno imperial,
alarmado por el incorrecto curso que tomaban los eventos,
tomó nuevas y enérgicas medidas. Entre ellas, ordena que
el Mariscal Luis Alves de Lima y Silva, también conocido
como el Marqués de Caxias, asuma lo cuanto antes el
comando general de tropa, (ver anexos, orden del día Nº 1,
del 18 de noviembre de 1866).
Al le ser concedida la comandancia general de las
fuerzas brasileñas al Marqués de Caxias, este se vio
obligado a partir luego para el teatro de guerra, llegando al
cuartel de Tuyutí en mediados de noviembre de 1866. En
otras de las medidas tomadas por el emperador, se destaca
que para substituir al Marqués de Tamandaré en el
comando de la escuadra, se nombre en aquel momento al
Vice-almirante Joaquim José Inácio, el Vizconde de
Inhaúma.
Vale la pena destacar que a la par de estos hechos, las
condiciones de los ejércitos aliados se estaban volviendo
penosas, ya que más allá de las inmensas dificultades que
las tropas tenían que vencer durante el desarrollo de una
ofensiva, cuyo éxito se tornaba cada vez más gravoso por
causa de la morosidad de las operaciones, se le sumaba la
121
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
peste que labraba los campamentos con una intensidad
asustadora, y otras consecuencias de orden moral.
En todo caso, vale destacar que mismo soportando las
dificultades para lograr subyugar al enemigo, de las
inclemencias del tiempo y de la exigua calidad de
salubridad que poseían en los campamentos al final de
más de seis meses en los cuales las tropas permanecieron
estacionadas en Tuyutí, el Marqués de Caxias, a quien
Mitre le pasara de vez el comando general, emite
sucesivas “Órdenes del Día” para organizar la fuerza
sobre su comando y se reestructura y prepara para
avanzar (ver en los anexos parte de las referidas
órdenes).
Imágenes del campamento Aliado en Tuyutí
122
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Durante el transcurso de ese periodo de inactividad
belicosa, más exactamente en principios de julio de 1867,
el general Osorio, un gran amigo de Caxias, es
nuevamente incorporado a los ejércitos aliados y, con su
división compuesta de siete mil hombres, permitió que el
efectivo total disponible subiese para cuarenta mil
soldados.
Por consiguiente, una vez vencidos los enormes
obstáculos existentes hasta ese momento, el ejército
finalmente se puso en marcha hacia el fuerte de Humaitá,
no antes de fortificarse en Tuiucué, un local bien en frente
a la temerosa plaza de guerra.
En ese ínterin, el general Mitre vuelve de Buenos
Aires y reasume el comando de las fuerzas aliadas, y
consta que se sorprendió por encontrándolas en mejores
condiciones que antes de su partida.
No en tanto, durante todo el tiempo en que la
capacidad de Caxias era requerida para lograr poner a las
huestes aliadas en condiciones mínimas de hacer una
avanzada segura sobre el fuerte de Humaitá, en la
provincia de Mato Grosso, los paraguayos sufrían grandes
reveses y eran expulsos de cuasi todos los puntos que ellos
ocupaban en aquella provincia.
123
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Mariscal Luís Alves de Lima e
Silva
Marques y Duque de Caxias.
124
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Efemérides de la 2ª Batalla de Tuyutí
En la madrugada del día 3 de noviembre de 1867, el
Vizconde de Porto Alegre ya se encontraba preparando el
uniforme para el acostumbrado paseo a caballo que
realizaba por el camino que une Tuyutí a Tuiu-Cué. Era el
día de la llegada del convoy de mantenimientos, aunque de
esta vez vendría desfalcado de dos fuertes batallones.
Empero, cuando ya estaba pronto para salir con su estado
mayor, el general escuchó tiros.
Rápido, no hizo más que volver la batería del 2º
Cuerpo, y se colocó frente a los soldados del batallón de
Voluntarios da Patria, expidiendo de allí las órdenes
pertinentes. El acantonamiento se mantuvo en silencio
mientras estaban siendo invadidos y asediados por los
mejores hombres de las tropas paraguayas que, en el
momento, divididos en tres columnas, 8.000 paraguayos
buscaban llegar al reducto central.
La sangrienta lucha que allí se desarrolló fue contada
con detalles por el coronel Cunha Júnior, que también fue
sorprendido por el ataque:
“¡En el momento de la reyerta, la relación era de
1 para 20! Por entre el humo que se desprende de
las armas, los paraguayos reconocen al general
125
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
brasileño, lo que no era difícil, porque él no
abandona su uniforme; pero le apuntan las
espingardas, y, por dos veces, le matan los
caballos. Así, por dos veces se halló el bravo Porto
Alegre a pie, pero siempre combatiendo –La
infantería no era un arma conocida para él, pero
mismo así dejaba que su homérica figura fuese
vista por los bravos soldados brasileños”.
– ¡Cayó el general! – dijeron ellos, más
sorprendidos que eufóricos.
“El grito de furor que soltaron nuestros bravos
soldados todavía debe impresionar aquellas
regiones tan célebres en la siempre memorable
Guerra del Paraguay. Y como si fuesen impelidos
por un resorte, todos nuestros oficiales y soldados
se agruparon y cercaron el general, dispuestos a
vender caro la vida en su defesa. El enemigo creyó
que la victoria se inclinaba para su lado, y, viendo
caer al general, supuso haberlo muerto”.
“En un arranque desesperado, los paraguayos se
esforzaron para romper las línea, o antes a nuestra
muralla, para apoderarse de su cadáver. El grande
poder de Dios, que se manifiesta en los lances más
supremos, inflamando de valor y de patriotismo a
nuestros bravos, les detuvo el ímpetu y mudó la
126
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
perspectiva del cuadro. Rápido, el general cabalgó
otro animal en substitución del aquel que el
enemigo le matara. Se encendió el entusiasmo en
nuestras filas. El enemigo, o admirado ante tanta
audacia, o para recomponer sus hileras, se
recogió. Porto Alegre mandó entonces cargar la
bayoneta”.
“Obedeciendo a la bravura, nuestros soldados se
arrojaron como leones. Toda la línea enemiga
cedió –como cede el arco cuando sobre su centro
se actúa. En sus extremidades, con las sirtes
(peligros) de un dilema, querían prender un
puñado de héroes que le disputaron la victoria”.
El fuego de la batalla cesó luego después del
mediodía y los batallones brasileños,
lamentablemente reducidos a menos de la mitad,
volvieron victoriosos a su campamento. El general
Porto Alegre, a los 63 años, realizaba así su última
batalla ya que al inicio del año siguiente volvió al
Brasil. Él no fue herido en esa batalla, pero en
aquel momento le fueron contados 47 agujeros de
proyectiles de infantería en su uniforme, y dos de
sus caballos estaban acribillados de balas.
Aún más, en dicho relato, el coronel Cunha Júnior
afirma que: “La jornada del 3 de noviembre de
127
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
1867 fue una de las más importantes en las que se
hiriera durante la siempre memorable campaña
del Paraguay. Fue la única, tal vez, en que
combatimos con notable inferioridad numérica.
Estoy convencido que si el astuto plano de López
tuviese vengado, no es lícito aventurarse a pensar
de qué modo tendría mudado la fase de la guerra”.
Puede decirse que el final de esta batalla dejó una
marca de sangre que asusta a América Latina hasta los
días de hoy. La victoria fue de los aliados y el número de
muertes no es preciso, variando de fuente para fuente. Y a
pesar de los pesares, todas las pesquisas muestran que la
Batalla de Tuyutí fue el túmulo del ejército paraguayo. Sus
bajas estimadas fueron de aproximadamente seis mil
hombres, entre la artillería del frente y los generales.
Capturados, heridos y mutilados llegaron a seis mil
soldados. Algunas de sus unidades fueron aniquiladas por
completo, como el 40° Batallón de Infantería.
Ya entre los soldados de la Tríplice Alianza, las bajas
estimadas (muertos + heridos) pasaban de la casa de los
cuatro mil combatientes. Sólo en el ejército de Brasil se
estima entre 719 e 736 muertos, además de 2.292 heridos.
Entre los que murieron se encontraba el general Antonio
de Sampaio. En el ejército Argentino, las bajas fueron de
128
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
126 muertos y 480 heridos. En las de Uruguay, 133
muertos y 299 heridos.
Según el relato del brasileño Dionísio Cerqueira:
“…los Batallones avanzaban; la Artillería rugía rápida, a
revolver; era un continuo tronar. Parecía una tempestad. Cornetas
tocaban a la carga; lanzas se enrizaban, se cruzaban las bayonetas
rasgando los cuerpos sanos de los héroes; espadas blandidas a dos
manos, como los montantes en los pares de Carlos Magno, abrían
cráneos, cortaban brazos, decepaban cabezas”.
Mismo delante de este panorama de destrucción, y
hasta el final de la guerra, los aliados continuaban a poseer
una fuerza de combate con cierta significancia, al
contrario de López que, a partir de ese día, nunca más tuvo
fuerzas para armar tropas de aquella magnitud y de dar
inicio a nuevos combates, tamaño fue el número de
muertes de los paraguayos.
A partir de esta fecha, las tropas aliadas consiguieron
asentarse en territorio paraguayo con más firmeza. No
obstante, ya sin condiciones para revidar, ni por tierra ni
129
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
por vías marítimas, Solano López resistió entre la fortaleza
de Curupaytí y la de Humaitá, local donde se encontraba
atrincherado, y continuaba a presentar armas.
Mismo con las bajas y el fin de una grande parte de su
ejército, la esperanza de Solano todavía era, seguir
desgastando al máximo las fuerzas enemigas.
Batalla de Tuyutí (1866); Detalle del óleo de Diógenes Hequet; "Historia del Ejército".
130
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El singular informe del Marqués de Caxias
Como fue anticipado, la situación en aquel momento
era compleja, imprecisa y enmarañada no solamente a los
escasos resultados que los aliados conquistaban con sangre
y sudor, sino más bien debido a los intereses que poseían
cada uno de los integrantes de la alianza y, principalmente,
los subyacentes anhelos imperiales sobre los territorios de
la cuenca del Plata. Por lo tanto, creo conveniente
transcribir una carta particular y en privado, que el
Marqués de Caxias redactó directamente para el
emperador brasileño, donde se nos hace posible
comprender que empeños y voluntades movía a cada parte
de los aliados:
“DESPACHO PRIVADO DEL MARQUES DE CAXIAS,
MARISCAL DE EJÉRCITO EN LA GUERRA CONTRA
EL GOBIERNO DEL PARAGUAY, A S.M. EL
EMPERADOR DEL BRASIL DON PEDRO II”
Cuartel General en Marcha en Tuyucué, 18 de
Noviembre de 1867
Majestad:
131
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Después de besar respetuosamente la mano
Imperial de V.M., paso a cumplir con su augusta
orden de informar a V.M. por vía privada, de la
situación e incidentes más culminantes de los
ejércitos imperiales, y de manera precisa que V.M.
me ha encargado.
No obstante el esfuerzo destinado en formar la
conciencia de las tropas, de que el lamentable
acontecimiento de Tuyutí fue favorable para
nuestras armas, por tener el pequeño resto de
nuestras fuerzas en aquel campo restablecido la
posesión de las posiciones perdidas en manos del
enemigo, durante el combate, tales han sido sus
efectos, como ya tuve la honra de informar a V.M.,
que es moralmente imposible sofocar la profunda
conmoción que ese deplorable acontecimiento
produjo y aún está produciendo en nuestras trepas.
Los gloriosos e importantes acontecimientos que
por su parte coronaron nuestras armas en
Vanguardia y nos dieron la ocasión de realizar la
ejecución de nuestro gran pensamiento, de nuestra
gran operación militar y nuestro gran paso
estratégico de sitiar completamente al enemigo por
agua y tierra, como el más eficaz, el más poderoso
y el único medio de vencerlo, haciéndole rendirse
132
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
por falta de víveres, por falta de municiones y por
falta de todo recurso de que se provea con su
comunicación con el resto del país, ha servido, no
hay duda, de un admirable y prodigioso estímulo
para nuestras fuerzas. Después de cortar la línea
telegráfica en su curso desde Villa del Pilar,
después de tener cortada la comunicación terrestre
del enemigo, sobre la parte oriental del río
Paraguay, y llegar hasta la margen izquierda de
este río y establecido en un punto de la fuerte
batería, de nuestros mejores cañones, como tengo
oficial y particularmente informado de todo eso a
V.M., era natural que hubiese un gran y universal
regocijo en todo el Ejército, en que participamos, al
más alto grado, sus jefes, porque creíamos,
ciertamente, que no más de cuatro o seis, y cuando
mucho, ocho o diez días, serían únicamente
necesarios para que López se rindiese
incondicionalmente con todo su ejército.
El contraste de Tuyutí fue adormecido por esta
inesperada y felicísima perspectiva; pero me es
pesaroso tener que informar a V.M. que si grande
fue la esperanza, el ánimo y la satisfacción de los
ejércitos imperiales del que tengo la gran honra de
ser su comandante en jefe y en grado aún mucho
133
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
mayor fue su creciente desilusión y su
desmoralizador desaliento, cuando se vio por
hechos prácticos de lamentables efectos y
consecuencias, que el enemigo no solo conserva su
vigor, después de tantos días de cerrado sitio, sino
que, burlando nuestras esperanzas y nuestros
medios, abrió un camino grande y largo de
comunicación por la parte del Chaco, que se
encuentra protegido y fuera del alcance de nuestras
armas.
Un estratega europeo, un militar cualquiera que
conozca el arte de la guerra, opinará, sin duda, que
enviemos nuestras fuerzas al Chaco para que nos
apoderemos de esa nueva vía de comunicación del
enemigo; pero aquel que estuviese en el teatro de la
guerra, aquel que estudiase y sintiese las
operaciones y los acontecimientos existentes en
ella, estoy persuadido que dirá lo que digo: que esa
operación es de todo punto de vista imposible,
apoyado en los siguientes fundamentos.
Todos los encuentros, todos los asaltos, todos los
combates existentes desde Coimbra y Tuyutí,
muestran y demuestran, de una manera
incontestable, que los soldados paraguayos están
caracterizados por una bravura, por un arrojo, por
134
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
una intrepidez y por una valentía que raya a la
ferocidad, sin ejemplo en la historia del mundo.
Cuando esos soldados eran reclutas, esas
cualidades ya las tenían y se habían adiestrado de
una manera sorprendente. Hoy esos soldados
reúnen a esas cualidades la pericia militar
adquirida en los combates; su disciplina proverbial
de morir antes que rendirse y morir antes de caer
prisioneros, porque tienen esa orden de su jefe,
había aumentado por la moral adquirida, es
necesario decirlo, porque es la verdad, en las
victorias, lo que viene a formar un conjunto que
constituye esos soldados en un soldado
extraordinario, invencible, sobrehumano.
López tiene también el don sobrenatural de
magnetizar a los soldados, infundiéndoles un
espíritu que no se puede explicar suficientemente
con las palabras: el caso es que se vuelven
extraordinarios, lejos de temer el peligro,
enfrentando con un arrojo sorprendente, lejos de
economizar su vida, parece que buscan con
frenético interés y ocasión de sacrificarla
heroicamente y venderla por otra vida o por
muchas vidas de sus enemigos. Todo eso hace que,
ante los soldados paraguayos, no sean garantía la
135
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
ventaja numérica, la ventaja de elementos y las
ventajas de posición: todo es fácil y accesible para
ellos. A estas circunstancias que son de inestimable
importancia, se une un fenómeno verdaderamente
sorprendente. El número de los soldados de López
es incalculable, todo cálculo a este respecto es
falible, porque todos los cálculos han fallado.
López tiene un gran número de fuerzas en su
cuadrilátero de Paso Pucú; tiene fuerzas fuera de
esas posiciones; tiene fuerzas en el interior de la
República; tiene fuerzas en el Alto Paraguay; tiene
fuerzas estacionadas en varios campamentos como
Asunción, Cerro León y otros, y tiene fuerzas en el
Chaco: y todas esas fuerzas son una misma en su
valor, en su entusiasmo y su disciplina y moral; y
todas esas fuerzas no son de soldados sin armas, ni
de armas sin soldados, sino de fuerzas tanto al N.
como al S.; aquí y en todas partes, ayer y hoy ya se
han experimentado. Esas fuerzas tampoco son de
hombres desnudos y hambrientos, sino de hombres,
no obstante, mal vestidos, robustos, de soldados
que sean de nueve palmos o de cinco, todos son
uno.
Vuestra Majestad, tiene a bien encargarme muy
especialmente del empleo del oro, para,
136
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
acompañado al sitio, solucionar la campaña del
Paraguay, que viene haciéndose demasiado larga y
cargada de sacrificios y aparentemente imposible
por la acción de las armas, pero el oro, Majestad,
es recurso ineficaz contra el fanatismo patrio de los
paraguayos desde que están bajo el mirar
fascinante y el espíritu magnetizador de López. Y
es preciso convencerse, pues será crasa necedad
mantener todavía lo contrario, que: los soldados, o
simples ciudadanos, mujeres y niños, el Paraguay
todo cuanto es él y López, son una misma cosa,
una sola cosa, un solo ser moral e indisoluble; lo
que viene a dar como resultado que la idea
proclamada de que !a guerra es contra López y no
contra el pueblo paraguayo, no solo es asaz
quimérica, sino que, comprendiendo ese pueblo de
que López es el medio real de su existencia, se
comprenda también que es imposible que López
pueda vivir sin el pueblo paraguayo, y a éste sea
imposible vivir sin López, y es aquí Majestad, un
escollo insuperable, un escollo que por sí mismo
quiebra y repele el verbo de la guerra al Paraguay,
en la causa y en los fines. Y es aquí lo que muestra
la lógica de que es imposible de vencer a López, y
que es imposible el triunfo de la guerra contra el
137
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Paraguay; porque resulta insostenible de que se
hace contra López, y que en vez de ser una guerra
que apunte hacia la meta de legítimas aspiraciones,
sea una guerra determinada y terminante de
destrucción, de aniquilamiento.
Esto muestra, incuestionablemente, que si no
tuviéramos doscientos mil hombres para continuar
la guerra al Paraguay, habríamos en caso de
triunfo, conseguido reducir a cenizas la población
paraguaya entera; y esto no es exagerado, porque
estoy en posesión de datos irrefutables que
anticipadamente prueban que, si acabásemos de
matar a los hombres, tendríamos que combatir con
las mujeres, que remplazarán a éstos con igual
valor, con el mismo ardor marcial y con el ímpetu
y la constancia que inspiran el ejemplo de los
parientes queridos y nutre la sed de venganza. ¿Y
sería admisible un posible triunfo sobre un pueblo
de esa naturaleza? ¿Podemos, acaso, contar con
elementos para conseguirlo, y si aún lo
consiguiésemos, cómo lo habríamos conseguido?
¿Y, después qué habríamos conseguido?
Cómo habríamos conseguido, fácil es saber,
tomando por exacto o infalible antecedente del
tiempo que tenemos empleado en esa guerra, los
138
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
inmensos recursos y elementos estérilmente
empleados en ella; los muchos millares de hombres
también estérilmente sacrificados en ella; en una
palabra, los incalculables e inmensos sacrificios de
todo género que ella nos cuesta; y si todo eso no
haya dado por resultado más que nuestra abatida
situación, cuánto tiempo, cuántos hombres, cuántas
vidas y cuántos elementos y recursos precisaremos
para terminar !a guerra, esto es, para convertir en
humo y polvo toda la población paraguaya, para
matar hasta el feto del vientre de la mujer y matarlo
no como un feto, aunque como un adalid.
Y lo que tendríamos conseguido, también es difícil
decir: sería sacrificar un número diez veces mayor
de hombres de lo que son los paraguayos; sería
sacrificar un número diez o veinte veces mayor de
mujeres y niños de lo que son los niños y mujeres
paraguayas; sería sacrificar un número cien mil
veces mayor de toda clase de recursos de lo que
son los recursos paraguayos; sería conquistar no un
pueblo, pero un vasto cementerio en que
sepultaríamos en la nada toda la población y
recursos paraguayos y cien veces más la población
y recursos brasileños. ¿Y qué seríamos sobre un
vasto cementerio? Seríamos los sepultureros que
139
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
tendrían que enterrar las cenizas de nuestras
víctimas, que responder a Dios y al mundo de sus
clamores; y más que esto, desaparecida la
población paraguaya, desaparecida la nación
paraguaya y desaparecida en proporción
equivalente la población brasileña, ¿quién sería,
sino, única y exclusivamente el Brasil, el
responsable delante de las naciones extranjeras de
los inmensos daños causados con esta guerra y a
sus súbditos?
Y exhausto de recursos y de población el Brasil,
cómo responder a estas deudas sino con sus vastos
territorios: ¿Qué harían las naciones extranjeras,
aún con el mejor derecho de lo que hicieron las
naciones bárbaras sobre el Imperio Romano? Qué
derecho y qué práctica internacional alegaría en su
apoyo el Brasil cuando se encontrase sepultando
sobre una fosa de una nación soberana y de sí
mismo, haría mucho menos que el Imperio
Romano, que delante de los bárbaros se encontró
como un cuerpo helado y frío, el Brasil ante las
poderosas naciones extranjeras se encontrará como
una planicie con entrañas de oro y diamantes. No
habría una sola nación europea, como no habría
una sola nación americana, que no se aliste y forme
140
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
en las filas de esa revolución reparadora, y es para
no dudar que nuestros aliados de hoy, el Estado
Oriental y la República Argentina, que no se han
sacrificado tanto como pretendíamos y habíamos
deseado, reunirían sus restos, formando un cuerpo
unido y compacto, poniéndose al frente de esa
desesperada expedición sobre el Brasil, reclamando
también, no solo los territorios de que se les ha
despojado, sino hasta los mismos gastos y todos los
daños y perjuicios causados por la guerra.
Pero, como en el cuadro que dejo trazado y se
destacan dos acontecimientos inesperados, y de los
menos esperados y no premeditados efectos de la
guerra; y que, por tanto, lejos de tomar parte,
contradice extremada y abiertamente el risueño
repertorio de felices resultados que esperábamos de
ella, basados en la gran facilidad de triunfar sobre
el Paraguay, que no encontraríamos resistencia
alguna que nos detuviese en nuestra marcha
triunfal un solo minuto y que como César sobre
Farnaces en el Asia, diríamos a V. Majestad lo que
él dijo al Senado Romano “Vini, vidi vici”,
cúmpleme informar a V. Majestad, como me
propuse, lo que es en sí nuestra situación y nuestros
elementos actuales para la guerra, suponiendo que
141
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
ya tengo transmitido a V. Majestad de una parte
muy importante que es el conocimiento del
enemigo contra quien combatimos, y ojala
hubiésemos tenido de él siquiera una remotísima
idea, en lugar del cúmulo de falsas y erróneas
apreciaciones que se han hecho de él.
Tengo dicho a V. Majestad que la operación de
pasar fuerzas al Chaco para apoderarnos de la
nueva vía de comunicaciones del enemigo, y desde
todo punto de vista, imposible, ya por lo que dejo
expuesto a V. Majestad, relativo al enemigo y
también porque, comprendiendo el enemigo la
importancia vital de esa vía, pondrá todos los
medios de que es capaz para conservarla a
cualquier costo; pondrá todos los medios para
colocarla a cubierto de cualquier riesgo, y para eso
cuenta con todos los elementos que podrá necesitar
y, cuenta, además, con el conocimiento del terreno
de que nosotros carecemos absolutamente, pues
siendo un terreno jamás transitado y, a su vez,
apenas sabido pero no conocido, nuestros
baqueanos se encuentran totalmente inhabilitados
para suministrar la menor noción de él y aunque
ese esencialísimo e indispensable conocimiento lo
142
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
tuviéremos, ¿cómo hacer el pasaje de nuestras
fuerzas?
No tenemos embarcaciones para eso y las
embarcaciones tendrían que ser acorazados; el río
es caudaloso y las márgenes occidentales son sólo
bañados, terreno falso, carrizados y enraizados
montes y el pasaje de nuestras fuerzas, ¿podríamos
efectuarlas sorprendiendo o burlando la vigilancia
del enemigo, impunemente? Imposible: el
enemigo, en su radio de actividad, reúne una
vigilancia superior a toda idea, y estoy en la verdad
que ninguno de nuestros movimientos, sean ellos
ejecutados de día o de noche, escapan a su
observación, lo que circunscriptamente haría
sumamente peligrosa una expedición rodeada de
tan serias desventajas; y aún en el caso de que
pudiésemos efectuarla, ¿qué fuerzas dispondríamos
para ello? No solamente correríamos un eminente
peligro de que sucediese lo de Tuyucué, un
contraste de mayores proporciones y de más fatales
consecuencias que lo de Tuyutí, por la simple
razón de que nuestras posiciones quedarían
sumamente debilitadas por la falta de hombres; y
entonces no solo se perdería Tuyucué, sino que
también se perderían las fuerzas enviadas al Chaco,
143
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
que quedarían aisladas, cortadas y a merced del
enemigo, sujetas a toda clase de penurias y
calamidades; en una palabra, se perdería todo; hay
que además tener en cuenta una circunstancia de
enorme peso, en nuestra consideración, que es la
cualidad de nuestras tropas.
Perdida la esperanza de que el enemigo se rindiese
sin condiciones después de haber cerrado el sitio
hasta la margen izquierda del río Paraguay y
después de conocer la nueva vía de comunicación
abierta y usada por el enemigo, no se oculta a la
vista ni del más miope de nuestros soldados que:
después de una campaña de tres años, plena de toda
clase de privaciones y penurias, cribada de
contrastes, en que todas las risueñas esperanzas se
cambiaron por amargas y profundas decepciones; y
cuando se confiaba estar al tan esperado final de
ella, se abre una nueva campaña cuyo fin se pierde
detrás de los horizontes de las borrascas que la
amenazan. Esta idea que es hija de la realidad
engendrada en los hechos, que es firme e
ineludible, no cree V. Majestad, procediendo con
buen raciocinio, ¿que sería más que suficiente para
atemorizar, para alejar, para asustar y espantar
también a los soldados ejemplares de Napoleón I, y
144
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
que les haría caer las armas de las manos si es que
no se pronunciaran en abierta conspiración?
Ciertamente que sí, porque no hay razón y menos
derecho alguno para poner a tan dura prueba al
hombre, y tanto más a un buen súbdito en una
guerra, no de defensa, que puede ser con justicia
indefinida, pero en una guerra de agresión, en una
guerra de mera ofensa, cuyo final está sujeta al
agresor y por cuya razón cae sobre él la
responsabilidad del tiempo y de los
acontecimientos.
Y si esto aún debería de ocurrir con los soldados
que tengan cubierto el mundo en sus armas y que
guiados por un gran Capitán marchaban de victoria
en victoria, juzgue V. Majestad lo que debe pasar
con nuestras tropas. Nuestras tropas virtualmente
opuestas a la milicia y a la carrera militar, encara a
los sufrimientos, disciplina y peligros que le son
inherentes; nuestras tropas, que el amor a los gozos
de familia es superior y dominante a todo otro
sufrimiento es que hoy se encuentran a millares de
leguas de esos gozos y mucho más aún distantes
todavía de la esperanza de volver a ellos; nuestras
tropas que sin antecedentes, sin predisposición y
sin hábitos militares, sí tendrán que arrojarse .de
145
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
frente a una campaña de más sacrificios, de más
sangrientas y formidables batallas, y todas
funestas, de cuántas en la América y en Europa
presenta la historia contemporánea; nuestras tropas
que abandonan por la acción de la fuerza sus
queridos lares y se lanzan a remotos climas, y un
clima que por sí solo es bastante para combatirlas y
consumirlas, como ha sucedido; nuestras tropas
que antes de ser soldados han sido diseminadas o
destrozadas por las armas enemigas o la peste;
nuestras tropas, que se componen de reservas de
niños y ancianos; que han venido a impregnarse de
la desmoralización de los que con la muerte han
conducido su carrera y que debajo del constante
azote del enemigo, no consiguen respirar más que
el pestilente aire de la desesperación; nuestras
tropas, mezcladas con tantos extranjeros, muchos
sin patria, como los franceses, ingleses, austriacos,
suizos, prusianos, italianos, norteamericanos, etc. y
otros trayendo su patria como los argentinos y
orientales, sin aspiración legítima alguna en favor
de la causa del Imperio, y generalmente todos
ellos, corrompidos y por demás antipáticos a los
súbditos brasileños, y viceversa; nuestras tropas
que no han tenido en su frente más que ruinas,
146
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
montones de cadáveres y crudas derrotas en que
inspirarse y que, al final se encuentran reducidas ya
materialmente a una quinta parte de lo que fueron y
moralmente a una quincuagésima parte.
¿Cree, V. Majestad, por ventura que con ellas
puede continuarse la campaña del Paraguay, que
podrá triunfar sobre el Paraguay, o cree, como creo
yo, que no serán capaces de sostenerse en nuestras
posiciones fortificadas en caso de que el enemigo
nos haga un ataque? Pues, en la verdad, si nuestras
mejores tropas y nuestras enteramente excelentes
fortificaciones de Tuyutí, que no sirvieron sino de
juguete a unas pocas fuerzas paraguayas, porque
realmente las deshicieron, apoderándoselas,
incendiároslas e hicieron de ellas cuanto quisieron,
causándonos inmensos e irreparables males y
pérdidas, ¿qué no habrá de esperar de un ejército
vencedor sobre nuestras tropas y dentro de
posiciones muy inferiores a las de Tuyutí?
Algo más, Majestad: la alianza con el General
Flores y el General Mitre, suponía el concurso de
fuerzas argentinas y orientales, y en buena hora
ellas servirían moralmente o tendrían por objetivo
hacer segura y tranquila la consumación de los
fines de V. Majestad sobre el Paraguay, y
147
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
materialmente aniquilar y destruir el elemento
militar argentino y oriental, para cuando las armas
imperiales triunfantes sobre el Paraguay
convergiesen sobre la República Argentina y la
Oriental, éstas se encontrasen sin hombres, sin
soldados, sin nada que pudiese oponerse a los
deseos de V. Majestad, anexándolas al Imperio con
toda facilidad; servirán como era consecuente de
carne de cañón, de pasto para los combates; las
fuerzas argentinas y orientales estaban siempre en
la vanguardia, sufrían la peor parte y por último se
acabaron volviéndose apenas un pequeño resto, y
resto pernicioso.
De los orientales ya no tienen metido en el ejército
de V. Majestad un solo hombre; y de los
argentinos, si bien han venido algunos, han venido
con el espíritu de revuelta y anarquía, de un
espíritu claramente manifiesto de oposición a la
guerra, de hostilidad a la causa imperial y de
simpatía a la del enemigo. Así es, pues, si para
llegar a los fines de V. Majestad desearía de
dejarse de cuantos argentinos y orientales viniesen
al campo de la guerra para resguardar con su vida a
los súbditos de V. Majestad, hoy se presenta una
alternativa funesta de dos caras: si vienen, vienen a
148
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
infiltrar su desmoralizado espíritu, su espíritu de
oposición y si no vienen, las fuerzas brasileñas
tendrán que sufrir inmediatamente los efectos de
las armas, como ya ha ocurrido en muchos
encuentros, desde Tuyutí y después de Tuyutí. Ya
en las pocas fuerzas argentinas que existen, hubo
en estos días un comienzo de motín que fue
sofocado, pero creo que el fuego no se extinguió y
precisamente no nació en esas fuerzas sino que
vino de la República Argentina y allí tiene su foco;
lo que me hace temer que de un momento a otro,
reviente una sublevación que será de todos modos
funesta, porque dará lugar a un combate entre las
tropas argentinas y brasileñas; el éxito de nuestra
parte se hace dudoso, porque, en buena hora,
nuestras fuerzas serán superiores en número a las
argentinas, éstas, con el arrojo que caracterizan a
las conspiraciones, con las ventajas de poder tomar
las mejores posiciones de apoyo y con el amparo
que en todo caso podrá encontrar el enemigo, esto
es, si no .fuese su eficaz protección, nuestras
fuerzas se encontrarían envueltas en una difícil y
sumamente crítica situación.
Mis serios temores en ese sentido me han hecho
concebir la idea de colocar en la vanguardia a este
149
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
resto de fuerzas argentinas para que, si el enemigo
nos ataca, perezcan ellas como por acaso entre dos
fuegos, como hemos hecho en muchas ocasiones
anteriores; y en caso de conspiración, queden
nuestras fuerzas aseguradas en sus posiciones y
asegurada también su retaguardia; no obstante, por
otra parte, estas fuerzas rebeldes que están
contagiadas ya de la idea práctica de la
conspiración que pulula en todas partes de la
República Argentina contra la causa imperial sobre
el Paraguay, porque el misterio retiró sus vendas y
las consecuencias ya comienzan a sentirse y
temerse, ¿qué harán en la vanguardia? Nada más
natural que conjeturar, sino que se pondrán de
acuerdo con el enemigo, franqueándole sus
posiciones en caso de un ataque a nosotros,
incorporándose y operando conjuntamente sobre el
ejército brasileño; o se pasen simplemente al
enemigo debajo del expreso pacto que garantice
sus vidas y sus actos pasados.
Ya ve V. Majestad que la alianza con el General
Mitre y el General Flores hoy ya no existe en
cuanto a las condiciones en las propuestas; y que si
de alguna forma algo se cumplió por la
desaparición de más de veinte mil argentinos y más
150
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
de ocho mil orientales, hoy que estos ya no vienen
al campo de guerra y van aumentando los peligros
que nos cercan, parece de extrema conveniencia
que los ejércitos de V. Majestad queden
estrictamente reducidos a sus súbditos brasileños;
pero si esto se hizo así, no tendremos, por lo que
dejo expuesto a V. Majestad, ni como sostener la
campaña, ni la guerra contra el Paraguay y
corremos el peligro de que a un golpe del enemigo
desaparezcan de sobre la tierra los ejércitos de V.
Majestad, y entonces, ¿qué será del Imperio? V.
Majestad debe pensarlo muy bien.
No se oculta, a primera vista, que mis precedentes
observaciones resultan como corolarios en relación
directa de la frustración de la operación ejecutada
con el fin de sitiar completamente al enemigo y
hacerle por medio del hambre, rendirse
incondicionalmente. Pero hay otras
consideraciones no menos serias que parten de esa
misma operación y que me permito exponerlas a
las ilustradas vistas de V. Majestad.
En justa apreciación del poder extraordinario,
moral y materialmente hablando, del enemigo,
probado en los muchos contrastes que activa y
pasivamente han sufrido nuestros ejércitos, es que
151
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
lo hemos reducido a la posible formación compacta
y abandonando la idea de seguir adelante, por la
propia seguridad, empleamos todos los medios de
estricta defensa en que se han agotado todos los
medios y la inteligencia de los numerosos
ingenieros enviados por Vuestra Majestad.
Vuestra Majestad tuvo la bondad de hacerme
conocer cuan triste y aflictiva era nuestra situación
de manera general. Que la alianza había dejado de
existir de hecho, mientras era manifiesta, sostenida
y vigorosa la oposición del pueblo de las
Repúblicas Argentina y Oriental a ella; y que, para
calmarla o disfrazarla, ha sido necesario usar del
único medio, de prometerle la cesación de la guerra
y una próxima paz honrosa; pero que, siendo esa
contradicción a los vastos fines del Imperio,
Vuestra Majestad apenas utilizaba esa embriaguez
embargadora de esos pueblos para activar la
guerra, ya que acreditaba que el enemigo al fin
tendría que rendirse y con su rendición todo se
habría alcanzado. Que los cofres estaban
exhaustos; que la deuda era inmensa y ya
comprometía la tranquilidad del Imperio; que las
Cámaras habían resistido abiertamente a
aumentarlas, y que el gobierno pueda contraer
152
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
nuevos empréstitos; y negándose también a admitir
más emisiones de título de crédito nacional; que
por ese lado se hacía casi imposible la continuación
de la guerra por más tiempo.
Que sintiendo los contrastes de la guerra y sus
desastrosos efectos, que habían mudado
diametralmente su apariencia de fácil y breve a la
de penosa e imposible, los gobiernos extranjeros
que habían consentido en inducir públicamente a
sus ciudadanos en sus mismas plazas, calles y
puertos, hoy ellos negaban y también protestaban
contra esos actos; y que los mismos extranjeros,
que por ambición de oro, fácilmente abdicaban de
su nacionalidad y de sus derechos y engañados
venían de todas partes a ingresar en los ejércitos
imperiales, hoy ya no había medios posibles para
seducirlos, y que por tanto nuestros ejércitos se
encontrarían en el futuro privado de ese valioso
contingente. Que en cuanto a nuestros súbditos,
desde las Cámaras generales de los gobiernos de
Provincias y hasta la última choza en los montes,
sostenían, una vigorosa oposición a la guerra, todo
envío de contingentes a ella. Que V. Majestad,
sobreponiéndose también al derecho
constitucional, había allanado todas las garantías
153
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
que éste proporcionaba al pueblo brasileño, y había
ordenado la aprehensión capciosa y coercitiva de
hombres, reclutando por este medio, a padres de
familia, a ancianos y a toda clase de trabajadores y
artistas y hasta niños, para encarcelarlos y
mandarlos a nuestros ejércitos; pero que en
Pernambuco, en Bahía y en casi todas las
provincias del Imperio ocurrieron sublevaciones
armadas, destrucción de cárceles y manifiestas
conspiraciones contra esos medios violentos y
anticonstitucionales, con marcada tendencia de una
abierta oposición a la guerra, y que amenazando
muy seriamente la unidad del Imperio, había
Vuestra Majestad, para aquietar el espíritu público,
hacer lo que hizo con la República Argentina y
Oriental: prometido la paz próxima y algo más, que
ya no marcharía un solo brasileño a la guerra. Que,
por estas razones y otras no menos capitales que
dejo de mencionar, con lo relativo a algunas
repúblicas sudamericanas, los últimos sucesos de
México con el Emperador Maximiliano y los
Estados Unidos del Norte, V. Majestad había
tenido por bien comunicarme su indeclinable
resolución, en consideración a mi responsabilidad,
de salir de nuestro plan de defensa; pero que sin
154
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
abandonarlo, active mis operaciones hasta llegar al
rio Paraguay y cerrar allí el sitio al enemigo por
agua y por tierra para alcanzar el deseado objetivo
de hacerlo rendirse sin condiciones.
Esa operación se efectuó en lo que a nosotros nos
toca y mi responsabilidad, séame permitido decir
respetuosamente a V. Majestad, está a salvo. Pero
esta operación, además de lo ya dispuesto, nos
tiene colocado fatalmente en una nueva y
peligrosísima situación. Nuestros ejércitos han
disminuido y disminuyen considerablemente por
los contrastes bélicos, por las pestes, entre las
cuales se destaca el cólera. Que en todos los
cuerpos de nuestros ejércitos y Armada, y en
nuestros hospitales hasta lo que tenemos en
Corrientes, hace diaria y espantosa mortandad.
Nuestros recursos de boca también se han tornado
tan difíciles y escasos que mantienen a nuestros
ejércitos en una mala e insuficiente alimentación.
Las deserciones son continuas, considerables y no
habrá cómo contenerlas.
Y en este estado que hemos salido de nuestro plan
de defensa y extendido hasta llegar a lo imposible
nuestra línea; habiendo la misma escasez de
hombres y la naturaleza del terreno, nos vimos en
155
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
la necesidad de fraccionar nuestro poder militar en
siete contingentes: la 1ª - que es la División
acorazada que quedó en Humaitá y Curupaytí; la 2ª
- División no acorazada, que está acantonada desde
abajo de Curupaytí hasta Itapirú; la 3ª - los
esclavos, restos de la División del Ejército que se
salvó el 3 de noviembre próximo pasado en Tuyutí;
la 4ª - División que está sobre mis inmediatas
órdenes en este lugar de Tuyucué; la 5ª - División
que se ocupa del transporte de ganados, víveres y
municiones de Tuyutí a este punto; la 6ª División
de Vanguardia situada entre este punto y el de
Tayí, y que también se ocupa de transportes de
municiones de boca y de guerra a Tayí y la 7ª -
División de Tayí.
Estas fracciones se encuentran aisladas y apenas
protegidas entre sí, y muchas de ellas hasta en
difícil y costosa comunicación. Circunstancia que
presenta al enemigo y facilidad de hacer con
cualquiera de ellas o lo que hizo con la mejor
fortificada que era la de Tuyutí. Por mi parte, debo
francamente manifestar a V. Majestad que mis
temores crecen de momento a momento, como de
momento a momento decae nuestra situación y se
alienta al del enemigo, de que éste, repentinamente
156
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
dé un asalto a las posiciones que ocupo con la 4ª
División de nuestros ejércitos; y si tal sucede, no es
posible responder del resultado, pues ya tengo visto
y experimentado que los soldados de López no sólo
son invencibles, sino que son irresistibles. Si
fuesen destruidas, que el cielo no permita, nuestras
posiciones de Tuyucué, habríamos perdido el punto
céntrico o centro de gravedad, el corazón de toda
nuestra línea: sería perdida infaliblemente la 6ª
División que quedaría cortada y sin apoyo alguno;
quedaría perdida y perdida por rendición, la 7ª
División de Tayí y las demás Divisiones, excepto
la acorazada que se encuentra imposibilitada de
subir o descender, entre Humaitá y Curupaytí sería
obligada a abandonar sus posiciones; y los demás
de este aciago porvenir, V. Majestad puede medir.
Los peligros que cercan la situación del Ejército y
Armada de Vuestra Majestad en el Paraguay, no es
posible narrarlos detalladamente sin caer, quien lo
haga, en la sospecha de que se encuentra dominado
de un gran miedo, que está atemorizado y
acobardado, pero confío que V. Majestad, haciendo
justicia a mis antecedentes y mis sentimientos, no
encontrará en esta exposición sino rasgos de lealtad
157
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
y probidad, de amor a la suerte del Imperio de
Vuestra Majestad.
Debo aún agregar sobre este punto dos palabras
más, por lo que me atrevo a llamar no menos
seriamente la atención de V. Majestad.
Hace algún tiempo que estoy haciendo notar
ciertos incidentes desagradables y sensibles en
nuestros ejércitos, que inspiraban recelos de que el
enemigo tuviese en ellos alguna parte. Ese género
de incidentes han sido advertidos más frecuentes y
más graves desde que pisamos Tuyucué. Más
frecuentes y más graves aún desde que nuestra 7ª
División se encuentra en Tayí; y mucho más
frecuente y más grave aún a medida que
avanzamos.
Es un hecho que, habiendo más líneas nuestras de
fortificaciones, haya más cuerpos avanzados de
grandes retenes y sus detalles, en vigilante
observación del enemigo, que se han establecido
uniformemente en todas las fricciones de nuestro
ejército, cuadruplicados cordones de puestos,
también de observaciones y vigilancia; pues
Majestad, a través de todos estos medios, ni dejan
de haber los que pasan al enemigo, ni dejan de
existir desertores por todas las partes y lo que es
158
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
más, han ocurrido robos de ganado en cantidad
considerable, han habido incendios en el interior de
nuestros campamentos que revelan el punto casi
infalible que, en el interior de nuestros cuerpos, el
enemigo tiene considerable número de cómplices
que conspiran constante y secretamente contra
nuestra causa y en su favor, lo que nos hace temer
mucho prudentemente que de un momento a otro
haya acontecimientos funestos y desgraciados,
cuya extensión no puede calcularse, o que reviente
una rebelión en favor del enemigo, que estará
siempre activo en protegerla, y cuyos resultados,
serán fatales y funestos.
Vuestra Majestad, no dudo, habrá de ver que veo a
través de esa situación: de que nuestros ejércitos,
en cuanto a su organización, que es, en general, la
combinación de elementos constitutivos de los
mismos ejércitos, basada en los intereses militares,
políticos y económicos del país; y que tuvieron por
objeto especial: garantizar la seguridad interna y
externa del país, desarmando a sus enemigos;
sostener y defender las instituciones patrias;
desagraviar el honor nacional y mantener los
derechos del Estado en sus relaciones con las otras
potencias, han dejado de existir. Como han dejado
159
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
de existir como el medio poderoso y único de
sustentar la guerra contra el Paraguay y de llegar a
los fines del Gobierno Imperial en ella.
No solo es pesaroso decírselo, sino un cuerpo que
contiene las flagrantes infracciones del derecho
público interno del Imperio; un cuerpo, que lejos
de salvar el honor y sustentar sus intereses y la
deshonra y el poder en inminente peligro; y es un
cuerpo que lejos de prometer la consecución de los
fines de la guerra, compromete la vitalidad del
Imperio y engrandece al enemigo, enalteciendo su
fama que ya tiene subido a un grado eminentísimo
y que, sin más accidentes que el hecho de su
resistencia por tanto tiempo, es bastante para que
ante el mundo, ante la historia, ante nosotros
mismos y para sí mismo, aprecie una gran victoria
ganada en cada hora, en cada minuto, en cada
instante, es victoria, Majestad, sobre nosotros,
sobre el Imperio, sobre la Alianza y sobre nuestros
recursos.
Extrañará tal vez a V. Majestad, que en mis
apreciaciones y en mis datos, se hayan guiado
independientemente de nuestra Armada; pero si lo
tengo hecho es porque ella no influyó de manera
160
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
alguna para mejorar nuestra situación y antes, lo
contrario, para empeorarla; pero pasaré a ella.
La escuadra ha jugado y juega aún importante su
papel de bloquear los ríos Paraná y Paraguay en
sus desembocaduras y privar de toda comunicación
al enemigo, también con las naciones neutrales;
pero la Escuadra, no obstante en combinación
inmediata con el Ejército, jamás adelantó una
pulgada en las operaciones de la guerra. La
división acorazada de la Escuadra pasó Curupaytí
para operar conjuntamente con el Ejército sobre
Humaitá; pero quedando en su pasaje de Curupaytí,
inutilizada para afrontar las fortificaciones de
Humaitá, tuvo que detenerse, escondiéndose de los
fuegos de Curupaytí como de Humaitá. El primer
efecto fue frustrar el plan de ataque sobre el
enemigo; el segundo, se deterioraron nuestros
mejores navíos acorazados; el tercero, que quedan
sin acción y bloqueada, y el cuarto, dar lugar al
enemigo que haga en todo punto inexpugnables las
fortificaciones de Humaitá; pues lo mismo que
éstas no hubiesen absolutamente existido, no
hubiesen tenido un solo cañón, un solo torpedo,
una sola corriente, en cuatro meses ya había con su
actividad proverbial, más que sobrado y suficiente
161
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
tiempo para crear fortificaciones, para establecer
todo género de obstáculos y hasta para cerrar de
paredes de hierro el río.
La División acorazada, pues, nuestra Escuadra,
queda inutilizada, queda impotente no solo para
ascender afrontando los peligros de Curupaytí, que
si antes se afrontaron con gran daño para nosotros,
hoy no podrá hacerse sino con inminente peligro de
perderse ante ella nuestra División acorazada. Esto
sería sin duda, el mejor de los resultados en
perspectiva, pues aún temo, y temo seriamente, que
López, que todo puede con sus soldados, haga
abordarla y la tome como prisionera; y entonces
todo y todo estará perdido, y hasta no vería distante
el peligro de ser bombardeada la Capital del
Imperio. Entonces todos nuestros planes sobre las
Repúblicas Argentina y Oriental, y las demás
repúblicas sobre el Amazonas, quedarán frustrados
y frustrados para siempre.
Ante este cuadro, diseñado con el pincel de la
verdad y la tinta de una saludable razón, como
dirigido por los purísimos sentimientos de amor a
V. Majestad y al Imperio, ¿qué camino nos toca
seguir, cuál paso nos cumple dar? Yo no veo otro.
Majestad Imperial, que el de hacer la paz, y hacerla
162
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
cuanto antes, con López. Con la paz tendremos
equilibrado en su manifestación moral nuestra
causa, con la paz tendremos a salvo los “i” estos de
nuestros ejércitos y nuestra Armada; con la paz
tendremos a salvo el Imperio; con la paz tendremos
conservada nuestra actitud “d”; un mejor tiempo
para llevar adelante y con los otros medios a las
pretensiones imperiales sobre las repúblicas
americanas, con la paz conservaremos nuestra
ascendencia sobre las Repúblicas Argentina y
Oriental, por razón de los compromisos que el
General Mitre y el General Flores han contraído
con el gobierno de V. Majestad y por razón
también de la aumentada deuda de estos pueblos
con el Imperio.
Un punto de fácil solución que me resta aún
mencionar a V. Majestad, y esto es lo que se refiere
a nuestros aliados. Cuando al General Flores se le
había retirado ex-abrupto del campo de la guerra y
no concurrido con un solo hombre, claro es que no
tiene derecho a gestión alguna sobre los actos de V.
Majestad en la solución de la cuestión; debiendo
considerarse por todos los acatamientos, como un
miembro pasivo de las deliberaciones de V.
Majestad.
163
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Y en cuanto al General Mitre, después de su
obstinado empeño en hacer prevalecer su
personalidad de acuerdo con el tratado del 1º de
Mayo, está convencido que sin pueblo y sin
soldados debe no solamente someterse a cuanto V.
Majestad haga por bien disponer, sino más aún, de
ser las armas imperiales a las que debe concurrir
buscando el único amparo que debe buscar. El
General Mitre está resignado plenamente y sin
reservas a mis órdenes; él hace todo cuanto le
indico, como ha estado muy de acuerdo conmigo,
en todo, hasta a que los cadáveres coléricos sean
lanzados desde la escuadra, como de Itapirú a las
aguas del Paraná, para llevar el contagio a las
poblaciones ribereñas, principalmente las de
Corrientes, Entre ríos, y Santa Fe, que le son
opuestas; pero convencido de nuestra situación y
aunque con la paz queden nulas sus aspiraciones de
virreinato, comprende también que es razonable e
imperioso abandonarlas, y que la paz es el único
medio salvador de nuestra peligrosa situación.
El General Mitre está también convencido que
deben exterminarse los restos de fuerzas argentinas
que aún le sobran, pues que de ellas no divisa sino
peligros para su persona. Pero él espera,
164
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
finalmente, que por medio de la paz tendrá
satisfecho el clamor del pueblo argentino y de sus
tropas y que así habrá podido terminar pacífica y
honrosamente su presidencia y que conservando la
ascendencia de su partido, podrá continuar
trabajando en favor de la idea que hoy quedará
postergada y podrá con el tiempo, pudiendo hacer
valer su influencia oficial para la elección del
nuevo presidente, preparar el país y las cosas, con
el poderoso auxilio de V. Majestad, a los mismos
objetivos de la Alianza, que esta vez no se puede
realizar. Si así no fuese y la guerra consumiere el
tiempo bastante cono que le resta de su período
presidencial, si es que no fuese depuesto por la
revolución que sigue triunfante y tomando mayores
proporciones en las provincias del Norte,
seguramente, que su abatido partido caerá por
tierra, el partido nacional se encontrará
preponderante y en los trabajos electorales que ya
habrían comenzado, saldría sin duda triunfante la
candidatura de un Corifeo de ese partido, que el
General Mitre teme mucho que sea el General
Urquiza; y el General Urquiza, Majestad, en buena
hora había procedido favoreciendo con eficacia los
fines de V. Majestad en la guerra al Estado
165
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Oriental apoyando la conducta del General Mitre
en cuanto a la Alianza, y cooperando aunque
disimuladamente pero poderosamente en la guerra
actual contra el Paraguay y el General Mitre y ya
creemos que el General Urquiza tendrá necesidad
de buscar garantías de su posición en el mismo
partido nacional; y si la República Argentina en
general así como el Estado Oriental, les son
antipáticas a la Alianza de la guerra al Paraguay, a
ese partido nacional le es odiosa; en cuanto al
General Urquiza que cuando ha necesitado del
Brasil le sirve bien y cuando no, le huele mal, no
ofrece vacilación al juicio que a él en la
presidencia de la República Argentina, le importará
la rescisión de la Alianza, la denuncia contra ella,
que será nada menos que la Alianza con el
Paraguay y la guerra contra el Brasil, que es para
temer que no sea simplemente la de la triple
alianza de las Repúblicas del Paraguay, Argentina
y Uruguay sino de toda la América, inclusive la del
Norte, pues todas estas repúblicas, más que las
causas pendientes que han tenido con el Imperio,
no les faltarán pretextos que alegar; y así como el
Gobierno del Brasil en la guerra con el Estado
Oriental rechazó la mediación del gobierno
166
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
paraguayo; rechazó el arbitraje de las naciones
neutrales y rechazó todos los medios de
conciliación, porque la guerra le prometía un
triunfo fácil y seguro, la alianza americana estará
en el mismo derecho, autorizada, por esos notorios
antecedentes, para lanzarse a la guerra sin previa
declaración, sin manifestación de motivos y de una
manera intransigente y de irrefrenable
arbitrariedad, apoyada por el buen argumento de la
seguridad y la facilidad del triunfo; seguridad y
facilidad infalibles, pues que el Imperio se
encontraría entonces absolutamente incapacidad
para enfrentar por un solo día esa guerra, que traerá
por resultado la desaparición del Imperio cuyos
territorios serán recuperados por las repúblicas
limítrofes que fueron sus propietarias primitivas;
otras fracciones serán conquistadas y otras serán,
con su población, constituidas en varias naciones
independientes que abrazarán el gobierno
democrático y que hoy mismo aspiran muchas
provincias del Imperio y es natural en todas las
asociaciones políticas del mundo. A la sombra de
esa guerra, nada puede librarnos de que aquella
inmensa esclavitud del Brasil del grito de su divina
y humanamente legítima libertad; y tenga lugar una
167
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
guerra interna, como en Haití, de negros contra
blancos, que siempre tiene amenazado al Brasil, y
desaparezca de él la escasísima y diminuta parte
blanca que hay.
Todas esas consideraciones y otras que aún omito,
por dejarla a la ilustrada interpretación de V.
Majestad, me hacen insistir en la idea de la paz.
A la paz con López, la paz, Imperial Majestad, es
el único medio salvador lo que nos resta. López es
invencible, López puede todo; y sin la paz,
Majestad, todo estará perdido, y antes de
presenciar ese cataclismo funesto, estando yo al
frente de los ejércitos imperiales, suplico a V.
Majestad la especialísima gracia de otorgarme mi
dimisión del honroso puesto que V. Majestad me
tiene confiado.
Entiendo cumplidos mis altos deberes, de Mariscal
y Comandante en Jefe de los Ejércitos de V.
Majestad, de leal súbdito de V. Majestad, de las
calificadas dignidades que me ligan a la casa
imperial, y de mi lealtad de ciudadano, ruego a V.
Majestad, quiera dignarse recibir en buena hora mi
exposición privada.
Hago sinceros votos por la augusta vida de V.
Majestad, por la excelente salud de la familia
168
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
imperial, y el acierto del Gobierno Imperial de V.
Majestad.
Beso la Imperial Mano de V. Majestad.
El Marqués de Caxias
169
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Una evaluación del “Jus in bello” o derecho en
la guerra
Una vez que hemos logrado apreciar el contenido de
los privativos secretos del estado imperial, para la
comprensión en mejor grado de la profundidad descrita en
sus parágrafos, hay que destacar asimismo, la necesidad de
percibir, bajo la óptica de la ética y la moral, que el
proceder militar de estas conductas, nada más es que un
conjunto de prácticas y discursos que sirven para orientar
a las fuerzas armadas y a todos sus integrantes -en todos
los tiempos-, para que ellos actúen conforme dentro de los
valores y normas determinadas, y para mostrar al conjunto
de la ciudadanía cuáles son esos valores de referencia.
No en tanto, también hay que sopesar que la conducta
militar se apoya, para empezar, en una contradicción, la
cual dice que: “La profesión militar es la única cuya
función fundamental es inmoral. Y la ética militar es una
paradoja que trata de establecer una relación entre los dos
conceptos antitéticos de la moralidad y del asesinato”.
En realidad, se sabe que la humanidad ha estado
ocupada en organizar guerras a lo largo de los últimos
5.000 años, y durante todo este tiempo también ha
intentado, a bien de la verdad con muy poco éxito, crear
170
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
regímenes capaces de impedir la guerra o de limitar los
efectos destructivos que ella genera en su entorno.
Pues es justamente ahí que la ética militar tradicional,
y especialmente la teoría que trata de la guerra justa, se
ocupa sobre las cuestiones relativas a las justificaciones
dadas para el uso de la fuerza (jus ad bellum o “derecho a
la guerra”), y de qué cosas pueden justificarse en el
contexto del uso de esta fuerza (jus in bello o “derecho en
la guerra”), y finalmente las preguntas relativas a la
reconstrucción después de la guerra (jus post bellum).
Por otro lado, una visión alternativa realiza una
llamada de atención sobre el papel que los militares en la
construcción progresiva de la paz, como un estado
(aunque este sea incompleto) de justicia social de carácter
multifacético (económico, legal, política, cultural,
religiosos, simbólico, etc.) que debe siempre condicionar
la resolución de los conflictos por vías que no sean
necesariamente las violentas.
Que yo me recuerde, desde siempre, varias corrientes
se han posicionado de forma diferente ante la justificación
de la existencia o no de los ejércitos. Y al ser así, tenemos
que los llamados “utilitaristas” consideran que es preciso
justificar la existencia de los ejércitos en un mundo
imperfecto dónde hace falta defenderse y asegurar la
seguridad frente a los enemigos exteriores, de la misma
171
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
forma que ellos consideran que la policía es necesaria para
protegerse de los crímenes dentro de un Estado.
Pero desde un otro ángulo de expectación, los
“pacifistas radicales” igualmente niegan cualquier
justificación a la existencia de los ejércitos. Para ellos, la
guerra es siempre un mal moral, o al menos tan solo
justificable en algunos casos, como por ejemplo para los
pacifistas nucleares.
No en tanto, otro tipo de pacifismo menos idealista,
considera que, sobre todo, el dilema se establece no entre
la guerra y la paz sino entre, de un lado, una concepción
del mundo según la cual el sentido de la política es el
conflicto en sí mismo y, por otro lado, la convicción de
que ningún poder puede justificarse si su objetivo
principal no es el respeto de la dignidad humana y el
desarrollo de las condiciones que permitan maximizar el
bienestar y el desarrollo de las potencialidades humanas.
Así, frente a la opción realista consistente en
comprender el mundo y actuar en consecuencia, como si el
ser humano fuera violento por su propia naturaleza, lo cual
nunca ha sido demostrado, la alternativa de esta “utopía
realista” y nada más que para parafrasear las palabras de
Kant, “es de actuar como si la paz existiera, participando
así en su fundación”.
172
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
En todo caso cabe preguntarse si la naturaleza, la
realidad y la gravedad de la amenaza a la seguridad del
estado o de las personas ¿justifican el hecho de ser el
primero en usar la fuerza militar en un conflicto por
iniciativa propia? Y en caso de que existan amenazas
interiores, ¿hay riesgo de genocidio u otros tipos de
masacre, de limpieza étnica o de violaciones graves del
derecho internacional humanitario, efectivos o
inminentes?
Es dudoso decirlo, pero entre los motivos llamados de
“legítimos” los más argumentados son la autodefensa; la
defensa de otros; la resistencia frente a una agresión, la
protección de inocentes frente a regímenes agresivos y
brutales; y el castigo de errores graves aún no sancionados
o reparados.
Claro que cualquier Estado puede recurrir a la guerra
sólo si ya ha agotado todas las alternativas no violentas o
pacíficas plausibles de resolución del conflicto en
cuestión, especialmente con base a la negociación
diplomática.
Empero, la proporcionalidad de los medios utilizados,
es no usar medios más allá de los necesarios para
conseguir el objetivo, ya que la violencia en el conflicto
debe ser proporcional al objetivo buscado. Cualquier
estado que quiera iniciar una guerra, debe comparar
173
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
primero los bienes que serán obtenidos por todas las partes
(su propio ejército, el ejército contrario y terceras partes)
con la suma de los males que afectarán también a todos,
especialmente a las víctimas.
Al apreciar las consecuencias que genera una guerra,
un Estado no debe iniciar una agresión si este considera
que no tiene posibilidades de obtener el éxito. La
probabilidad de éxito debe ser siempre mayor que los
daños y perjuicios ocasionados. El objetivo en sí, sería
impedir cualquier violencia gratuita y el fin último de que
la intervención armada debe ser el restablecimiento de la
paz. Dicho esto, cabe destacar que el derecho internacional
no incluye este requisito, pues este es favorable al punto
de vista de los estados más poderosos en detrimento de los
menos poderosos.
Empero, en la actualidad ya existen reglas morales
internacionales para reglamentar la autoridad legítima y la
declaración oficial pública. Tanto es así, que un
documento de las Naciones Unidas habla de un mandato
del Consejo de Seguridad. La autoridad legítima
“apropiada”, según los defensores de la teoría de la guerra
justa, debe especificarse en la constitución del país
involucrado, y puede ser a menudo el propio poder
ejecutivo, independientemente de su carácter democrático
o no.
174
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
No obstante, el consejero Davenport, un especialista
en el tema, afirma que los militares, a lo largo de la
historia, han creído que tenían más experiencia que los
ciudadanos a los que prestaban servicio, y teniendo como
corolario resultados nefastos. Para este experto de la ética
militar, la decisión de iniciar una guerra no puede
corresponder solamente a los gobiernos sino a los
responsables de nombrar y destituir los gobiernos, es
decir, por ejemplo, en el caso de los Estados Unidos, el
pueblo y sus representantes.
Podría decirse que la función y la misión de los
militares, según la visión tradicional, es la de hacer la
guerra. Sin embargo, Richard T. DeGeorge afirma que
esto es verdad tan sólo en parte, ya que la función más
adecuada, para él, sería la de asegurar la paz, y por
consiguiente, sólo participar en misiones defensivas. En
este sentido, desde su óptica, toda guerra de agresión
estaría moralmente injustificada.
Esta visión fundamenta el concepto de disuasión.
Asimismo, un ejército más poderoso o igual, disuade a
otro más pequeño de emprender cualquier acto de
agresión. Este punto puede ayudar a legitimar en sí misma
la existencia de los ejércitos, si bien eso no impide que
esta disuasión se acompañe de un intento de reducción de
efectivos de los ejércitos así como de su influencia (iniciar
175
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
procesos de desarme proporcional en la medida de lo
posible).
Por consiguiente, el “derecho en la guerra” tiene por
objetivo, en tiempo de guerra, de aliviar la condición de
los militares heridos y de los prisioneros, de la población
civil y de sus bienes. También lleva en sí la esperanza,
contradictoria por naturaleza, de preservar lo que queda de
moral universal en un estado de cosas que se sitúa fuera de
las normas morales.
Cabe destacar que el jus in bello ha sido creado hace
más de 150 años y ha estado en una constante evolución.
Las Convenciones de Ginebra de 1949 son su núcleo
fundamental.
Para que sea posible obtener una mejor comprensión
de todo el escenario del periodo en cuestión abordado en
esta obra, se hace necesario presentar algunos principios
de conducta practicados durante la guerra:
“Inmunidad de los no combatientes: la mayoría de los
expertos están de acuerdo sobre el valor inviolable de este
principio en el que se establece que está totalmente
prohibido matar civiles, si no es como medio de
autodefensa y sólo cuando es realmente necesario. Sin
embargo las diferencias aparecen cuando se habla de no
combatientes muertos como daños colaterales, un
eufemismo utilizado para ocultar la falta de interés por las
176
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
pérdidas de civiles o incluso a veces los ataques
premeditados sobre objetivos civiles”.
Es oportuno destacar que el “derecho en la guerra”
aparece, para algunos, relacionado a la consciencia y a las
valoraciones individuales sobre la guerra o sobre una
guerra en concreto. La implicación individual e incluso
colectiva y lo que comportan, merecen un papel más
importante en la organización de un acto bélico, del que
les otorga la máquina de mando militar.
Gal, un otro estudioso del asunto, considera que la
complejidad y la ambigüedad que acompañan al carácter
justo de ciertas guerras, a la legitimidad del uso de la
fuerza y a las normas de este uso, hacen de la implicación
crítica una modalidad preferible de comportamiento
militar, en lugar de la obediencia irreflexiva.
En la misma línea de pensamiento, el mismo
Davenport afirma que los militares profesionales (que se
diferencian, según este, de los asesinos a sueldo, por la
primacía de su obediencia a unos valores morales) no
pueden justificar la práctica de acciones destructivas
contra enemigos civiles solamente porque estas acciones
pueden beneficiar a sus propios intereses o incluso los de
los ciudadanos de su país.
No se puede descartar que el soldado está obligado,
según el derecho militar, a “promover la seguridad y el
177
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
bien de la humanidad” y ésta obligación pasa por delante
de las obligaciones con el Estado particular que lo contrata
o en un sentido más amplio, los ciudadanos de ese Estado,
que representan un fragmento particular de esta
humanidad.
Sin embargo, para DeGeorge, el acto de obedecer,
implica en cumplir las órdenes recibidas por un superior,
teniendo en cuenta al mismo tiempo el propio criterio
moral. De esta forma no existe una obligación moral de
cumplir una orden que comporte un acto inmoral, como
matar inocentes. Al mismo tiempo, los superiores tienen la
obligación de no dictar órdenes que sean ilegítimas a
causa de su inmoralidad. Finalmente, piensa este, que no
se debe dictar una orden y al mismo tiempo pretender no
responsabilizarse de cómo ésta orden se lleva a cabo,
sobre todo respecto del tipo de armas usadas y el número
de víctimas y de daños quizás innecesarios, que comporta
la acción en ambos bandos.
A su vez, Wakin y Kempf describen y se cuestionan
sobre las formas de protesta moral a disposición de los
oficiales del ejército norteamericano ante una demanda de
ejecución de una orden contraria a su consciencia moral
(como matar prisioneros o civiles, envenenar pozos,
incendiar edificios civiles, etc.) en el marco del respeto a
los valores democráticos y a la cohesión del ejército. Estos
178
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
autores explican algunas alternativas posibles a la
ejecución de órdenes inmorales, como la dimisión, el
rechazo de su ejecución, la petición de traslado como acto
de protesta, y la demanda de intervención de una autoridad
de rango superior a la que transmitió la orden. Los autores
critican el hecho de que el ejército americano, a diferencia
de los ejércitos británico y francés, no haya elaborado aun
una doctrina de objeción moral a las órdenes moral o
éticamente inaceptables.
Por supeditado, tenemos que la “objeción de
conciencia” es un nivel más elevado de crítica sobre el
carácter justo o injusto de las guerras. Si la tolerancia
oficial al respecto de la objeción de consciencia
generalizada está consolidada en la mayoría de estados
occidentales, en comparación, los objetores de consciencia
selectiva (los que se oponen a implicarse en ciertas guerras
porque consideran que éstas son injustas) no sólo no son
aceptados como objetores, sino que pueden, en ciertos
países, ser juzgados por desobediencia.
Un ejemplo reciente y paradigmático de objeción de
consciencia selectiva, es el que constituyen los reservistas
del ejército israelí, que han objetado a los diferentes
conflictos en que este país ha participado, o en el ejército
alemán, en el que el Tribunal de Justicia Federal ha
reconocido en 2005 el derecho a la objeción de conciencia
179
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
selectiva a un comandante que había rechazado ejecutar
misiones de apoyo logístico a las fuerzas americanas
implicadas en Irak.
Por otro lado, la ausencia de consciencia moral entre
los soldados siempre va acompañada de seguidismo. Y por
seguidismo en la esfera militar, se entiende la ausencia de
un juicio propio a respecto de las órdenes dadas por los
superiores y que son contrarias a la moral de los propios
ejecutantes, tanto sea por miedo a ensuciar su currículum o
de perder su cargo.
Claro que ya se pasaron casi 150 años desde el fin de
la Guerra del Paraguay, y por consiguiente, se hace
necesario exponer que estas inclinaciones éticas recién
estaban en pañales, lo que no justifica para nada el
comportamiento de aquellos comandantes, del propio
imperio y del emperador, y de todos aquellos oficiales y
soldados que debían cumplir ciegamente las órdenes que
recibían bajo pena de ser castigados hasta con la propia
vida.
En realidad, ese era el dilema que atormentaba la
mente de José, nuestro protagonista, en los momentos
cruciales de la batalla, pues en realidad para él no existían
pruebas suficientes para poder acusar o defender a quienes
así procedían. En su subconsciente, merodeaba aquella
incertidumbre en la cual conjeturaba que una buena
180
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
defensa habría podido negar de manera convincente tales
hechos, sin alterar en todo o en parte lo sustancial de las
acusaciones.
A su vez, entendía que las declaraciones de testigos
nunca fueron, por diversos motivos, lo bastante precisas, y
ni podrían serlo; al final y al cabo, siempre había un
comandante, oficiales, compañías de soldados, y hasta el
envolvimiento de otras milicias y toda una jerarquía de
tareas y disciplinas de la cual los testigos solo verían en
parte, y por lo tanto no podrían conocer al completo.
A bien de la verdad, José no tenía una única queja, al
final de cuenta el lamento desde hacía mucho ya no hacía
más parte de su lenguaje. Lo único que buscaba al fin de
cada día, de cada combate, de cada escaramuza, y de cada
reyerta, mismo concibiéndose mudo y pasmado con lo que
sucedía, era tener ropa con que abrigarse, comida
suficiente para mantener las fuerzas y un lugar seco en
donde descansar y recuperar las energías para el próximo
encontronazo con el enemigo, este cada vez más audaz,
intrépido y fanático.
181
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La carnicería de la guerra
Para la fecha del 15 de agosto de 1867, finalmente los
encorazados imperiales logran atravesar la fortaleza de
Curupaytí. Y en la visión histórica de Thompson, este
destaca que [...] el Almirante Ignácio enarboló las
banderas de la Tríplice Alianza, y con diez acorazados,
pasó como perico por su casa por la batería de Curupaytí
[...]. El pasaje tenía como resultado llevar a los paraguayos
a comprehender que, contra los acorazados, nada podían
hacer con su artillería de pequeño calibre. Pero al mismo
tiempo, López anunciaba a su ejército que fuera él quien
permitiera que la escuadra pasase por Curupaytí, para que
sus tripulaciones se muriesen luego de inanición, pues la
escuadra no podría recibir mantenimientos donde ella se
encontraba –entre Curupaytí y Humaitá-, y que en breve
estos irían necesitar retornar y descender el río pasando
otra vez por Curupaytí, cuando entonces los paraguayos la
hundirían.
La estrategia aliada era aislar Humaitá cortando las
comunicaciones entre la fortaleza y la capital, dando
condiciones para que la escuadra imperial controlase los
ríos y dispusiese de ambientes logísticos satisfactorios
para que las tropas avanzasen. Delante de tal posibilidad,
182
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
el ejército aliado cerró el cerco para encorralar a los
paraguayos en Humaitá y abrir camino con la escuadra
acorazada, atacando la fortaleza por agua y tierra. En su
obra, Thompson comenta que “[...] Cinco acorazados
abrieron fuego a la vista de la iglesia de Humaitá, y la
bombardearon durante meses, pues ella era la única cosa
que podían ver en Humaitá desde el rio.
Vista que la escuadra brasileña tenia de la fortaleza. Colección de Cristian Favier
Dubois
La fortaleza era temida por los aliados y eso mucho
los detuvo, o por lo menos atrasó el avance de la marina
imperial hasta Asunción. “[...] Fue necesario más de un
año (agosto de 1868) hasta que Humaitá fuese finalmente
ocupada”.
183
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Como esta era la única edificación que podía ser
desde vista desde el río, dicha iglesia fue bombardeada
constantemente, como así lo demuestra una toma
fotográfica de su interior. Pero una vez ocupada la
mitológica fortaleza, algunos curiosos personajes de la
tropa fueron a conferir los estragos producidos y
preocupados en asomar su imagen en la retrato. Aunque al
analizarlo por otro ángulo, también es posible razonar que
la fotografía de la iglesia de Humaitá fuese igualmente
utilizada a posterior como forma de probar el tremendo
poderío armado brasileño y, aún más, insinuar a los
vecinos sudamericanos para que ellos no intentasen querer
desafiar el imperio, pues los resultados estaban bien
demostrados delante de sus ojos.
A la par, da para especular de como este documento
visual podría ser utilizado, entre las tantas opciones
posibles que se me ocurren, inclusive para mostrar a los
aliados argentinos y uruguayos que no dudasen de la
fuerza de la monarquía.
En fin, la representación pictográfica de la caída de la
mítica fortaleza, no es más que una prueba cabal de lo que
podría llegar a acontecer para aquellos que intentasen
confrontar al imperio en sus intrínsecos intereses,
conforme lo testifica la correspondencia anteriormente
examinada.
184
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Iglesia de Humaitá destruida por el bombardeo. Albumina, 1868.
Colección M&MC.
Interior de la iglesia de Humaitá. Albumina - 1868.
Otro pormenor que cabe indicar, es que antes de que
la secreta correspondencia de Caxias fuese enviada al
emperador, según lo describen los historiadores, en agosto
de 1867, los aliados lograron rechazar al enemigo hasta
185
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Pilar y a seguir se fortificaron en Tayí, no sin antes tener
que vencer increíbles embarazos.
Consta que fuera lo ya dicho, en aquel momento la
escuadra debía operar simultáneamente con las fuerzas de
tierra. La maniobra definía que ésta debería subir el río
con os diez encorazados. El Almirante Joaquim Inácio, su
nuevo adalid, no obstante la resistencia desesperada que
encontró, consiguió pasar por Curupaytí, aunque tuvo de
fijar anclas luego río arriba, quedando bloqueado por las
fortificaciones de aquel puesto y las de Curuzú, que los
brasileños ya habían abandonado. Por consiguiente, en esa
ocasión el campamento de Tuyutí, -donde se encontraba el
general Porto Alegre-, sufrió un ataque sorpresa, pero
felizmente sin dejar otras consecuencias que la pérdida de
800 hombres, entre muertos y heridos.
Hago este paréntesis, porque el comentario del
historiador Paulo Victorino menciona:
Ha de observarse la gran mortandad en las
guerras de antiguamente. En cuanto, por ejemplo,
el Brasil perdió 500 hombres en la Segunda
Guerra Mundial, durante la Guerra del Paraguay,
cualquier batalla originaba bajas en torno de
4.000 soldados. Sin embargo, al describir este
ataque, Rocha Pombo narra que “no hubo otras
consecuencias, más allá de la pérdida de 800
186
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
hombres”. Como si ese número fuese cosa de
nada…
Pero al fin con el pasaje de Humaitá desobstruido el
18 de febrero de 1868, el camino fluvial para Asunción
estaba definitivamente abierto. Sin embargo, por esa fecha
la ciudad ya fuera evacuada por los habitantes que, no
entando, todavía permanecían en las proximidades tan
luego supieron que los acorazados brasileños subían el río
Paraguay.
Finalmente la escuadra termina por aportar en la
capital paraguaya cuatro días después de haber cruzado
Humaitá, no sin antes bombardear el palacio de Solano
López, y así lo registra el coronel Centurión: “El 5 de
enero de 1869, los brasileños entraron en Asunción,
aquella ciudad solitaria y silenciosa por cuyas calles solo
cruzaban hambrientas ratas [...] fue ocupada y saqueada
por los brasileños de una manera bárbara. Los vencedores
“entraron a saco”… (apud Cuarterolo).
En verdad, la ciudad fuera realmente saqueada por los
soldados brasileros, aunque analizando la foto, no es
posible afirmar tal evento. El río Paraguay corre detrás del
palacio y se puede observar el vacío de la heredad debido
a las ventanas abiertas y a la edificación en ruinas. Y por
allí se observa que el mismo quedó bien averiado por la
escuadra, aunque no hay evidencias de las bombas que
187
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
podrían haber alcanzado la construcción arquitectónica,
haciendo creer que estas cayeron del otro lado, de frente
para el río Paraguay.
Palácio de López bombardeado. 1870. Coleção M&MC.
Una vez en la ciudad, allí se instala el nuevo gobierno
provisorio al mando de los ejércitos aliados. Con todo, el
embate no cesa y López resiste a los avanzos aliados que
de a poco van diezmando el pueblo guaraní. Por lo tanto,
se torna imperativa una reflexión que trate de esa tenaz
resistencia que el líder guaraní impone a los aliados y
también a su población, que tan denodadamente resistió a
las peores condiciones. El hambre era la principal de ellas
y, analizando algunos otros retratos de la época, se pueden
ver cuerpos esqueléticos que expresan con veracidad la
188
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
situación de inanición a la que fueron impelidos a vivir,
sobre todo en los actos finales de la campaña, más
precisamente en 1869-1870.
Por aquel entonces Solano López esperaba el auxilio
del exterior para poner fin al conflicto. Una de las
hipótesis, sería la de que los Estados Unidos interviniesen
a favor del Paraguay debido a la simpatía que estos nutrían
por el país guaraní. Hay registros que muestran que hasta
lo intentaron, pero sin éxito. No en tanto, otra de las
hipótesis soñadas por el tirano, era de que los vecinos de
América del Sur también se levantasen contra el imperio,
hecho que hasta llegó a ocurrir con Bolivia y que pronto
fue sofocado por el imperio.
Una tercera, y la más probable de todas, es que en la
Argentina se produjese un levantamiento “antimitrista” –
por parte de un grupo que mantenía correspondencia
secreta con López– que depusiese al líder presidente de la
Argentina, Mitre. En verdad, esto hasta que sucedió
durante los momentos más arduos del conflicto con
Paraguay e hizo con que Mitre tuviese que apartase de la
campaña para retornar a Buenos Aires con el propósito de
contener y asfixiar los insurrectos. Pero igual suerte no
tuvo Venancio Flores, que fue asesinado el 19 de febrero
de 1868 en las calles de Montevideo.
189
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Algunas de estas presunciones o una parcela de cada
una, aliada a la inflexibilidad del emperador brasilero,
explican en todo o en partes el interés por el
prolongamiento del conflicto hasta la captura de Solano
López.
Fuera el aparte de los comentarios políticos que se
sucedían en paralelo a la guerra, después de las
escaramuzas entre los beligerantes, que del lado aliado se
dividían entre el reconocimiento del terreno y el
desplazamiento de las tropas, mientras que por el lado
paraguayo con López fortificándose atrás de trincheras y
en la busca incesante de la mejor manera de defender sus
posiciones, llega finalmente el fatídico mes de diciembre
con sus luchas encarnizadas entre las que mencionamos la
de Itororó, el día 6, Avaí el día 11 y Lomas Valentinas
entre los días 21 a 27.
No obstante, la de Itororó quedase marcada por la
tomada y retomada de un puente de tres metros de largo,
conforme lo destaca el historiador Ricardo Salles:
“…durante el auge del combate, los aliados
retrocedieron bajo intenso fuego enemigo, para
enseguida, Caxias, lanzarse en un avance suicida
sobre el puente para levantar la moral de sus
tropas. El acto fue de un alto riesgo y osadía de
Caxias que caso fuese muerto, la guerra podría
190
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
haber tomado rumbos diferentes. Las bajas otra
vez fueron pesadas de ambos los lados y Caxias se
resentía de la falta de disciplina y espíritu de
combate de sus tropas y de sus comandantes, pues
estos habrían reculado evitando el confronto con
el enemigo”.
Pero durante la Batalla de Avaí, nuevamente las tropas
brasileras cedieron delante del enemigo y comenzaron a
desbandar. En este encuentro, Osorio fue herido y
posteriormente obligado a parar de comandar sus tropas,
en cuanto Caxias nuevamente tuvo de interferir para evitar
la debandada brasilera. Decepcionado con ciertas actitudes
vergonzosas de sus tropas, Caxias relata en su diario que
muchos oficiales fueron perdidos por la indisciplina.
Cabe aquí mencionar que el 7º Cuerpo Provisorio de
Caballería, comandado por el teniente coronel Manoel
Cipriano de Morais, estaba ligado a la 3ª Brigada de
Caballería, bajo las órdenes del coronel Niederauer y por
su vez incorporado a la División de Andrade Neves, y así
permaneció hasta la toma de Asunción, actuando siempre
en la vanguardia del ejército de Caxias.
Este mismo coronel santamamriense que
mencionamos al inicio de nuestro relato, además de contar
con el reconocimiento y la admiración de sus superiores,
por quien fue muchas veces oficialmente elogiado,
191
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
contaba además con la estima y respeto de sus
comandados, que casi lo endiosaban. Documentos
muestran que Niederauer fue agraciado con las más
importantes condecoraciones del imperio: La Orden Rosa,
por bravura en el campo de batalla, después de la Batalla
de Tuyuti; y por la Imperial Orden do Cruzeiro do Sul,
también por bravura, en 2 de abril de 1868.
Empero, después de participar al frente de sus
ejercitados caballeros en 14 combates y 2 batallas, resulta
que el Coronel Niederauer fue mortalmente herido por un
traicionero lanzazo cuando coordinaba la remoción de los
muertos y heridos, después de la Batalla de Avaí, en la
cual una vez más se cubría de gloria, el día 11 de
diciembre de 1868. Vendría a fallecer dos días después, en
el Hospital de Villeta, y allí cerca sepultado. Sus restos
mortales nunca fueron identificados.
Sin embargo, con referencia a la indocilidad de la
tropa y sus oficiales, la citación realizada por Doratioto va
en dirección opuesta a lo que indica la pintura histórica
que fuera realizada por Pedro Américo, y que enaltece
exactamente ese ejército que tanto ataría decepcionando a
Caxias. Otro historiador, Vladimir Machado, defiende la
tese de que Pedro Américo lanzaba mano de fotografías
para la consecución de sus obras y, particularmente, la de
la Batalla de Avaí.
192
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Dando secuencia al curso de los hechos, y como ya
fue citado anteriormente, por fines de julio de 1868 se
logra evacuar la tan famosa plaza de guerra de Humaitá y
sus últimos defensores atravesaron el río y se refugiaron
en la mata fronteriza, donde, algunos días después,
muchos acabaron por rendirse. En ese entonces la
escuadra ya domina el río hasta la capital enemiga, pero
los comandantes creen ser imprudente ocuparla, por lo
menos mientras López estuviese fortalecido en Tebiquarí,
donde había levantado poderosas fortificaciones en una
grande extensión del río. Además, la ciudad de Asunción
representaba ser una presa inútil, porque ya había sido
abandonada y estaba casi que desierta. Mientras tanto,
López, como jefe de las legiones desmanteladas, ahora
obligaba a su pueblo a seguirlo, en verdadera debandada,
por las florestas y montañas del interior.
Pero lo que aún no fue mencionado, es que en los
finitos días de agosto de 1868, los aliados avanzaron sobre
Tebiquarí y fueron de a poco rechazando a los paraguayos
belicosos. En ese entonces López se ve obligado a levantar
el campamento de San Fernando. Pero al seguir sus pasos
y llegando a ese punto del mapa, los aliados se deparan de
vez con un espectáculo horroroso que hasta llega a
repugnar nuestra imaginación. A los ojos de la fuerza
aliada, y posteriormente del mundo todo, se desvendan los
193
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
vestigios de la ferocidad de un bárbaro: el campo
abandonado se hallaba cubierto de cadáveres.
Consta que bajo el pretexto de que se estaría gestando
una conspiración contra su poder, el tirano López ordenara
sin piedad el sacrificio de 400 hombres, entre los que se
encantaban algunos de los más notables que otrora ya lo
habían servido con lealtad y dedicación. Entre los muertos
estaban, por ejemplo: Carrera, el ex ministro de
extranjeros en el Estado Oriental y que se refugiara en
Paraguay cuando Flores entrara en Montevideo; también
estaba el obispo de Asunción, el cónsul portugués, el
hermano del dictador, Benigno López, su cuñado Barrios,
y hasta la vieja madre del coronel Martínez.
194
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
López ordenara esas ejecuciones en la víspera de su
partida de San Francisco. Pero igual carnicería continuó
durante la marcha de retirada. Testigos irrecusables
narraron los horrores que presenciaron y afirman que,
siempre que el tirano se retiraba, vencido, de un campo de
batalla, hacía punir y martirizar a todos los prisioneros,
“economizando a penas a aquellos que prefería llevar
consigo para continuar el martirio”.
Se cuenta que de igual modo, también los oficiales y
soldados que perdían un combate eran, inexorablemente,
sacrificados, por más fieles que estos hubiesen sido a la
causa de aquella sacrílega tiranía.
“Cuando las primeras noticias de tales carnicerías
llegaron a Europa -dice Thomas Fix-, nadie creyó en ellas:
parecían espantosas, absolutamente contrarias al concepto
hasta entonces formado acerca del carácter heroico de un
hombre que resistía, solo, a la lucha contra tres naciones”.
Familia paraguaya. Álbum de retratos y vistas referentes al Paraguay.
FBN
195
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Buscando elucidar el maltrato
Según el relato, hemos tenido la oportunidad de
justipreciar hasta aquí el sobrentendido comportamiento
de los soldados, oficiales y comandantes en todo su nivel
jerárquico. Por lo tanto, cabe decir que al observarlo desde
el punto de vista ético y moral que circunscribía la tropa
en esta guerra, queda supeditada la ocasión en que es
permisible destacar otro enfoque antes de abordar los
perecederos días que se sucedieron y los brutales
acontecimientos que allí ocurrieron.
Consecuentemente, ya que también es posible analizar
ese mismo comportamiento dentro de la óptica de la
psiquiatría, porque sólo por medio de esta especialidad es
que se puede establecer y determinar a través de cualquier
estudio morfológico de la personalidad, que cualquier
individuo “Maltratador” puede a veces llorar como un
bebé al mirar cómo sufre el bueno de la película, y a
continuación destruir sin piedad los sentimientos de su
Víctima.
Empero, también se dice que cualquier Maltratador
puede llorar como un bebé frente a su confesor religioso -y
mostrarse seriamente arrepentido- y, a continuación
regresar a su trabajo o a su casa y volver a maltratar a su
196
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Víctima habitual o a otra nueva. Y hasta que, cualquier
Maltratador puede llorar como un bebé ante el fiscal que le
acusa y, tras ser absuelto, volver a maltratar sin piedad a la
misma o a otra Víctima.
Pues bien, al ser tomando como criterio básico la
frecuencia de las acciones de un individuo cualquiera, es
que se pueden diferenciarse tres tipos generales de
Maltratador Psíquico: el Maltratador Sistemático, el
Maltratador Cíclico y el maltratador Circunstancial.
Diversos estudios de la psiquis del ser humano
muestran que sólo los dos primeros tipos representan lo
que realmente constituye un Maltratador. Y solamente el
último tipo representa a cualquier persona, entidad, grupo,
asociación, etc., que en un momento dado maltrata, pero
que no tiene por qué tratarse realmente de un Maltratador.
Para explicar mejor este punto nebuloso, varios
compendios nos muestran lo siguiente:
El Maltratador Sistemático - Es aquel individuo
que mantiene su conducta maltratadora con la
Víctima en forma continua, sin intervalos, y
normalmente sin dar muestras de arrepentimiento,
lo que implica un perfil psicológico enfermo o
patológico, claramente clasificable como “grave”.
Su conducta responde principalmente a sus propias
características mentales, pero mucho menos a
197
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
circunstancias socio-ambientales situadas en el
presente.
El Maltratador Cíclico - Es aquel sujeto que
mantiene su conducta maltratadora con la Víctima
por ciclos, períodos o temporadas, tras los cuales sí
suele ser capaz de dar contundentes muestras de
arrepentimiento, lo que implica en un perfil
psicológico enfermo o patológico de menor
gravedad, dado que a veces muestra un margen de
racionalidad. Su conducta también responde
principalmente a sus propias características
mentales, y en menor medida a circunstancias
socio-ambientales situadas en el presente.
El Maltratador Circunstancial - Es aquel que
mantiene su conducta maltratadora con la Víctima
sólo bajo una determinada circunstancia, ámbito o
contexto específico, tras el cual no sólo es capaz de
dar muestras de arrepentimiento, sino que además
es capaz de abandonar definitivamente su conducta
por voluntad propia o por imperativo casual
(desaparición de la circunstancia que lo ha
favorecido). Ello implica un perfil psicológico no
necesariamente enfermo o patológico, y que sus
acciones responden principalmente a las
198
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
circunstancias socio ambientales presentes, y no
tanto a sus características mentales.
Pero de descubrirse éstas últimas, ya no se tratará de
un Maltratador Circunstancial, sino de un Maltratador
Cíclico o Sistemático.
Por lo tanto, se puede afirmar que tanto el Maltratador
Sistemático como el Maltratador Cíclico actúan motivados
por una estructura psicológica que, a diferencia con la del
Maltratador Circunstancial, les impulsa a buscar, esperar
y/o favorecer ellos mismos las circunstancias apropiadas
para ejercer su Maltrato.
Estos sujetos tienen una necesidad interna, subjetiva
y/o personal de provocar sufrimiento, y son conscientes de
ello, pero -salvo durante las pausas del Maltratador
Cíclico- ello no les importa en absoluto, les da igual, y no
suelen dar muestras de arrepentimiento a menos que lo
consideren conveniente para alcanzar sus fines o aquello
que les motiva a ejercer el Maltrato.
En la psiquiatría, se entiende que la estructura mental
de estos tipos de Maltratadores, es lo que les otorga una
particular percepción de la realidad que les obliga a actuar
como si el fin siempre ira a justificar los medios
empleados, a pesar de que ellos sepan que no siempre
debe ser así. Actúan como si pensaran que la realidad es
otra o, incluso, como si pensaran que determinadas
199
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
realidades directamente no existieran o carecieran de total
importancia. En definitiva, actúan como si las razones y
los sentimientos de los demás no le importaran en
absoluto.
Tal actitud, en parte es una simulación, dado que
saben y son perfectamente capaces de comprender lo que
hacen, pero, por otra parte, implica un defecto emocional
muy grave que les impide percibir adecuadamente el
aspecto emocional de la vida, permaneciendo siempre en
un nivel muy elemental, superficial o primario. Pueden
hasta sentir placer y dolor, reír y llorar, pero, en cuanto a
sentimientos o emociones más profundas, ello será
siempre pobre, frío y efímero (de corta duración) y estará
siempre referido a sí mismos, enfocado de manera
egocéntrica y egoísta.
Siendo así, tanto el Maltratador Sistemático como el
Maltratador Cíclico serían el equivalente a una persona
con las aptitudes intelectuales reducidas, pero a nivel de
los sentimientos, es decir, una persona con un reducida
Inteligencia Emocional.
Así como las personas con Síndrome de Down, estos
suelen presentar una emotividad exacerbada que está en
contraste con sus carencias intelectuales, y estos tipos de
Maltratador suelen presentar una inteligencia
aparentemente superior a la media, en contraste a sus
200
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
graves carencias emocionales, en parte debido a que,
precisamente, una mayor frialdad emocional -lo que
socialmente se conoce como “actuar en frío” -siempre
permite un mejor desempeño de la inteligencia (de lo
“racional”, no de lo “razonable”), independientemente del
verdadero C.I. En otras palabras, un Maltratador con un
C.I. mediocre siempre aparentará mayor inteligencia
gracias a su frialdad y demás defectos emocionales.
Por otra parte, el Maltratador Circunstancial siempre
actúa motivado principalmente por el contexto, es decir,
por presiones de Terceros o por influencias
socioculturales, sin que sea necesariamente poseedor de
una estructura mental enferma. No busca, espera y/o
favorece la circunstancia apropiada. Al finalizar la misma,
puede suponerse que ya no necesitará una Víctima
(aunque debería determinarse claramente la verdadera
causa de su Maltrato).
Por lo tanto, la existencia del Maltratador
Circunstancial puede explicarse (pero no justificarse) en
que todo ser humano tiene un límite frente a las múltiples
presiones impuestas por su entorno personal,
independientemente de sus propias frustraciones o
defectos personales. Por ejemplo:
“…es el caso de aquellos soldados o militares que,
motivados por el contexto de una guerra, por
201
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
presiones de sus superiores o, incluso, por la
ausencia de valores morales, en un momento dado
llegan a maltratar a prisioneros o a personas
inocentes. Pero muy diferente es el caso de los
soldados o militares que maltratan de manera
cíclica o sistemática amparándose en su posición
superior de poder”.
Adicionalmente, debe desmitificarse la idea de que un
Maltratador es una persona desagradable y que actúa en
forma desagradable todo el tiempo y en todo contexto. Por
el contrario, hasta podría decirse que un Maltratador suele
ser una persona muy agradable y simpática de cara a las
personas ajenas a su relación con la Víctima.
De la misma manera que cualquier otra clase de
persona, ningún Maltratador Psíquico lo es todo el tiempo.
Además, todo Maltratador tendrá el control de la situación,
siempre y cuando permita que las tensiones que provoca
no sobrepasen el límite de lo tolerable por su Víctima.
Aún el Maltratador más violento y desagradable, es
capaz de tener comportamientos sanos y/o normales,
incluso, dentro de su relación con la Víctima, por lo que
debe comprenderse que ello es justamente de lo que se
vale para confundir, no parecer tan indeseable y así retener
a la misma.
202
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
No en tanto, las características del “Maltratador
Antisocial” según el manual de clasificación de trastornos
mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría
(D.S.M.-IV) son:
Un patrón general de desprecio y violación de los
derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15
años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:
- fracaso para adaptarse a las normas sociales en
lo que respecta al comportamiento legal, como lo
indica el perpetrar repetidamente actos que son
motivo de detención.
- deshonestidad, indicada por mentir
repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros
para obtener un beneficio personal o por placer.
- impulsividad o incapacidad para planificar el
futuro.
- irritabilidad y agresividad, indicados por
peleas físicas repetidas o agresiones.
- despreocupación imprudente por su seguridad
o la de los demás.
- irresponsabilidad persistente, indicada por la
incapacidad de mantener un trabajo con
constancia o de hacerse cargo de obligaciones
económicas.
203
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
- falta de remordimientos, como lo indica la
indiferencia o la justificación del haber dañado,
maltratado o robado a otros.
Pero cuando un determinado sujeto tiene al
menos 18 años, existen pruebas de un trastorno
disocial que comienza antes de la edad de 15
años.
- el comportamiento antisocial no aparece
exclusivamente en el transcurso de una
esquizofrenia o en un episodio maníaco.
- aunque este tipo de persona comparte un perfil
muy próximo del más popularmente conocido
como “psicópata”, les diferencia un mayor nivel
de gravedad de éste, así como un historial
delictivo no necesariamente presente en el
mismo.
Se ha hecho costumbre que oigamos decir que en las
unidades de combate que cuentan con una historia y
tradición de acometimiento aproximado, que la matanza
en combates “cuerpo-a-cuerpo” inspira un miedo y un
terror especial en el enemigo, al estos capitalizar la
aversión natural al “odio” manifestado en su
determinación, un deseo de querer encajarse dentro de una
agresión interpersonal de corto alcance.
204
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
En tiempos recientes, por ejemplo, tenemos que los
batallones de Gurkhas británicos, históricamente han sido
particularmente muy efectivos en esta arte (como puede
ser visto en el terror que los argentinos tuvieron de ellos
durante la Guerra de las islas Falklands o Malvinas), pero
cualquier unidad que colocase una dosis de fe en la
bayoneta, lograría percibir un poco de ese miedo natural
con que un enemigo responde a la posibilidad de enfrentar
un oponente determinado a llegar hasta cierta “distancia y
espetar”.
Lo que estas unidades (o por lo menos sus líderes)
deben entender, es que el verdadero “espetar” casi nunca
acontece; pero una profunda repugnancia humana a la
amenaza de tal actividad, cuando confrontada con una
pose superior, representada por una voluntad, o por lo
menos una reputación de participación de matanza de
corto alcance, tiene un efecto devastador sobre la moral
del enemigo.
Esta profunda repugnancia a ser muerto con hierro
frio puede ser observado cuando soldados rebeldes
hindúes, durante el Motín dos Sipaios “imploraron por la
bala”, pidiendo para ser ejecutados con un tiro de fusil, en
vez de la bayoneta.
La combinación de proximidad con incerteza
(especialmente por la noche), nos ayuda a explicar porque
205
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
los ataques por el flanco o la retaguardia siempre
destruyen la voluntad del enemigo en querer luchar. La
suposición de que el enemigo está muy próximo, es lo que
eleva el nivel de incertidumbre. Esta aproximación, y la
incertidumbre, se combinan y conspiran con la falta de
vigilancia mutua en la oscuridad, de tal forma a echar
abajo y destruir a voluntad del enemigo en querer luchar.
Durante los combates, el valor de capacitación de la
distancia psicológica puede ser observado en el hecho de
que las tasas de bajas crecen significativamente después
que las fuerzas enemigas vuelven sus espaldas y
comienzan a huir.
Tanto Clausewitz como du Picq, dos versados
estudioso del asunto, hablan detalladamente sobre el hecho
de que la mayor parte de las bajas en las batallas de la
historia, fueron infligidas sobre el lado perdedor durante la
persecución que se siguió a la victoria.
Siguiendo esta misma línea, el propio du Picq apunta
con el ejemplo sobre Alexandre el Grande, cujas fuerzas,
durante todos sus años de guerra, perdieron menos de 700
hombres “bajo la espada”. Estos sufrieron tan pocas bajas
por que nunca perdieron una batalla y, por lo tanto,
solamente tuvieron que sufrir las reducidas bajas infligidas
por los combatientes reluctantes en el combate
aproximado y nunca tuvieron que sufrir las bajas de por si
206
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
significativas, asociadas al ser perseguidos por un enemigo
victorioso.
Así mismo, la matanza durante la persecución
también ha sido conducida por unidades de caballería,
bigas o de tanques, y estas de por sí tienen su propia forma
de distancia psicológica, que capacita su actividad de
matar.
En combate, un buen caballero se torna uno junto a su
montaría y se transforma en una notable especie. No es
más un hombre, y sí al contrario, una “pseudoespecie”,
con tres metros de altura, cuatro patas y pesando media
tonelada, semejante a un centauro, que no tiene hesitación
en liquidar con los seres inferiores que están siendo
perseguidos y que voltearan sus espaldas.
Y agrega un dato importante, mencionando:
“Estudios realizados por psiquiatras del Cuerpo
Médico con los casos de fatiga de combate en el
Teatro Europeo... descubrieron que el miedo de
matar, al contrario del miedo de ser muerto, era la
causa más común de las fallas en combate de los
soldados”.
De tal forma que, habiendo sido establecida una
fundación específica para estudiar el entendimiento del
dilema que el soldado en combate enfrenta, debemos mirar
207
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
para la naturaleza de las respuestas del soldado
combatiente individual y a su medio ambiente.
Se dice que en el mundo animal, cuando dos criaturas
de una misma especie entran en conflicto, su combate casi
nunca es hasta la muerte. Cascabeles usan sus presas
ponzoñosas en otras criaturas, pero estas luchan por
constricción entre sí; peces del tipo pirañas muerden todo
lo que se mueve, pero luchan unos con los otros con los
piparotes de sus caudas; y animales con galladas y cuernos
intentan perforar y extirpar otras especies con esas armas
naturales, y enfrentan a otros de la misma especie en
combates de cabezada, relativamente inofensivos.
Contra la propia especie de una criatura, las opciones
preferenciales de la naturaleza son de “posar” antes y
durante un combate simulado, “someterse” y tornándose
inofensivo o exponiéndose a un golpe mortal, o hasta
“fingir” de ser un agresor. Por lo tanto, la opción de
“lucha” casi nunca es usada, asegurando así la
sobrevivencia de la especie.
Es ampliamente asumido que solamente el hombre no
tiene tal resistencia a matar. ¿Pero será que la tiene? El
General de la 2ª Guerra Mundial, S.L.A. Marshall, un
veterano e Historiador Oficial del Teatro europeo durante
la 2ª Guerra Mundial, fue el primero en llamar la atención
del mundo sobre el hecho de que solamente 15 a 20 por
208
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
ciento de los fusileros en combate dispararían sus armas
contra un enemigo expuesto.
Vale destacar que Marshall fue la primera persona en
la historia a conducir entrevistas sistemáticas con soldados
individuales, inmediatamente después del combate y, a
pesar de sus procedimientos metodológicos haber sido
recientemente rexaminados, su concepto básico, de una
mayoría de soldados dejando de perseguir de forma activa
la opción de “lucha”, sobrevive a un examen más
detallado.
Foto de Bate y Cia W. Acampamento argentino e hospital brasileiro.
209
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Los últimos capítulos de una gran tragedia
Una vez que había sido levantado el acuartelamiento
general guaraní de San Fernando (Tebiquarí), López partió
de inmediato en busca de una mejor posición de defensa
entre Angostura y Villeta, a cerca de quince quilómetros
de Asunción. A su vez, los aliados, a vistas claras ya
avanzaban tanto por tierra como por el río, pero mientras
seguían los pasos del tirano, por el camino, iban
encontrando enormes dificultades.
Cabe destacar que al inicio de la operación, los
aliados intentaron realizar una maniobra divisionista por el
noroeste, fingiendo con la estratagema amenazar la capital
enemiga. El dictador, no en tanto, no se preocupó en
defenderla (ya está prácticamente vacía) y cuida apenas de
mostrarse fuerte delante de los ejércitos aliados. Sin
embargo, el propio Marqués de Caxias se pone al frente de
cerca de 10.000 hombres, atraviesa el río Paraguay, sube
el torrente por la margen derecha, atraviesa nuevamente
para el lado izquierdo y entonces, ataca al enemigo por la
retaguardia.
Por toda aquella redondez la lucha fue fiera durante
muchos días, quedando reducida al fin a un único y vasto
campo de batalla formado por Villeta, Angostura, Piquicirí
210
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
e Itororó. La condición victoriosa de los aliados
finalmente obliga a López a huir para Lomas Valentina.
Imágenes de la masacre final
Esa nueva posición estaba ligada a Angostura y a
otros puntos donde las guarniciones paraguayas todavía
resistían. Pero estamos ya en 27 de diciembre de 1868, y
al romper la aurora, el general en jefe (Caxias) ordenó el
ataque directo a Lomas Valentina y el enemigo no se
resiste por mucho tiempo. Entonces López huye para
Cerro León. Tres días después, Angostura capitulaba.
En ese entonces se pensó que el tirano había recibido
el golpe de muerte y los aliados marcharon sobre
Asunción entrando en la capital el día 1º de enero de 1869.
211
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Comprobado lo contrario, los comandos aliados
entendieron que ahora era necesario hacer una nueva
suspensión de armas para lograr localizar la ruta de fuga
del dictador vencido, errante en las montañas, y
arrastrando consigo toda una población, fiel y obediente
hasta el martirio y la muerte.
Empero, en el transcurso de los entretantos, el
Marqués de Caxias y el Vizconde de Inhaúma caen
gravemente enfermos y son obligados a abandonar el
campo de batalla. Y la historia cuenta que Inhaúma tuvo
su estado de salud tan agravado, que vino a fallecer poco
después de llegar a Rio de Janeiro.
“¿Cuánto tiempo, cuántos hombres, cuántas vidas,
cuántos elementos y recursos necesitaremos para terminar
esta guerra, para convertir en humo y polvo a toda la
población paraguaya, para matar hasta el feto en el vientre
de cada mujer?”, se preguntaba el Marqués de Caxias,
Mariscal del ejército brasileño, en aquella trascendente
carta que le dirigió al emperador Pedro II, antes de tener
que resignar su cargo a manos del Conde D’Eu.
Por consiguiente, antes de continuar se debía zanjar la
crisis interna que acometía el gobierno de Don Pedro II en
Brasil, y también la del presidente argentino Bartolomé
Mitre, ya que para estos la guerra debía prolongarse hasta
el final, y el final era la masacre.
212
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Conde D´Eu pasando en revista a las tropas brasileñas en campo abierto, 1869
Percibiendo los acontecimientos, en la mañana del 16
de agosto, el mariscal Francisco Solano López ordenó
organizar una resistencia en Acosta Ñú para permitir su
retirada hacia Cerro Corá, para cuando las derrotas
paraguayas ya se sucedían una tras otra.
También se dice que en aquel momento el general
Bernardino Caballero fue el encargado de armar y vestir a
un batallón de tres mil quinientos niños para apostarlos,
junto con quinientos veteranos, en el paraje de Ñú Guassú,
frente a un ejército brasileño de veinte mil hombres,
alineados junto con mercenarios provenientes del
Uruguay, Argentina y otros países más.
Pero pese a las reiteradas cargas de los soldados
brasileños desde los cuatro flancos y a la debilidad lógica
de la heroica resistencia paraguaya, la batalla de Acosta
213
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Ñú demoró toda una tarde en resolverse, mismo cuando
las madres de los niños comenzaron a bajar del monte para
sumarse a la batalla y defendiéndose con las armas de sus
hijos caídos.
Y así, con los últimos vestigios de sol cayendo sobre
los campos, el Conde D’Eu no titubeó al ordenar el
incendio de la pradera, con heridos y prisioneros incluidos,
antes de continuar la marcha.
Esta derrota paraguaya encerró el ciclo de las
encarnizadas batallas de tan funesta guerra. Los pasos
siguientes se concentraron en la mera cazada a López, que
abandonó Ascurra y, seguido por menos de trescientos
hombres, se embreñó en las matas, marchando siempre
para el norte.
Prisionero paraguayo en enero de 1868. Excursión al Paraguay, FBN.
214
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Coronel Joca Tavares (tercero sentado, de la izquierda para la derecha) y sus
auxiliares inmediatos, incluyendo José Francisco Lacerda, más conocido
como “Chico Diabo” (tercero en pie, de la izquierda para la derecha)
Dos destacamentos fueron enviados en persecución
del tirano paraguayo, y el día 1° de marzo de 1870, las
tropas del general José Antônio Correia da Câmara, el
Vizconde de Pelotas, lograron sorprender el último
acantonamiento paraguayo, en Cerro Corá, donde Solano
López terminó siendo herido a lanza por el cabo Chico
Diabo (Chico Diablo) y después baleado, junto a las
barrancas del arroyo Aquidabaniguí luego a continuación
de recusarse en aceptar la rendición.
Registros dan cuenta que posteriormente al hecho de
Cerro Corá, las tropas brasileñas se pusieron eufóricas,
215
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
pasando a asesinar civiles, poniendo fuego en
campamentos y matando a heridos y enfermos que se
encontraban escondidos en los ranchos.
Seguramente no era ese el deseo del emperador Don
Pedro II, quien prefería tener López preso que muerto. No
en tanto, en Rio de Janeiro, la muerte del déspota de
López fue muy bien recibida y el emperador pronto
recuperó la popularidad que había quedado abalada pela
dispendiosa guerra.
Con la muerte de Solano López en Cerro Corá, la
guerra había terminado definitivamente y la batalla de
Acosta Ñú pasó a formar parte de la historia olvidada del
continente. Sin embargo, el vergonzoso papel de los
gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay en defensa de
los intereses comerciales británicos aun tardaría mucho en
apagarse. Al igual que el fuego que consumía de a poco
los restos de la masacre en el Cerro Gloria.
216
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Tristes detalles de Acosta-Ñú - 16 de agosto de
1869
En la referida batalla, 3.500 niños paraguayos
enfrentan a 20.000 hombres del ejército aliado, hecho que
se tiene como un acto de heroísmo sin igual en la historia
contemporánea. Y por la masacre producida, actualmente
en Paraguay se conmemora la triste data de recordación,
como el “Día del niño”.
Relatos puntuales de varios historiadores dan cuentan
que luego de la derrota sufrida por sus tropas en el
combate de Piribebuy, Solano López sintiendo amenazada
su retaguardia por las fuerzas que avanzaban por Altos y
Piribebuy al mando de los generales Emilio Mitre y José
Antonio da Silva Guimarães, resolvió retirarse dividiendo
sus tropas en dos divisiones, una de vanguardia, que
confió al general Resquín, y otra de retaguardia, a las
órdenes del general Bernardino Caballero.
A las cinco de la tarde del 13 de agosto se puso en
marcha con rumbo a Caraguatay, donde llegó a las ocho
de la noche del día siguiente. De paso, mandó fortificar la
entrada de la picada que conduce a dicho pueblo, dejando
allí 1.200 hombres, con algunos cañones, a las órdenes del
coronel Pedro Hermosa.
217
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
El movimiento de la columna paraguaya de
retaguardia era, y tenía que ser, muy lento porque seguía el
compás de la larga fila de carretas en que iban los bagajes
de su ejército. La extrema flacura de los animales de tiro
hacía que aquéllas apenas anduvieran. Y así, pronto
Caballero se vio separado de los suyos, solo, en medio del
enemigo, librado a su propia suerte. Era como el escudo
del ejército en retirada, contra el cual se estrellaría todo el
poder de las huestes de la alianza.
Recién el 15 de agosto entró el Conde D’Eu en
Caacupé, donde se enteró de la retirada total de las fuerzas
paraguayas. Esta noticia -por razones ocultas- lo dejó
anonadado y sumido en el desaliento. Pero ante la noticia
de que una fuerte columna paraguaya se retiraba
lentamente por una picada que conducía a la llanura de
Barrero Grande, el Conde D’Eu ordenó al Mariscal
Victoriano Carneiro Monteiro que marchara rápidamente
hacia el pueblo de Barrero Grande, para cortarles la
retirada, mientras él caía sobre la retaguardia de los
paraguayos.
El mariscal Monteiro se alejó a las dos de la tarde del
15 de agosto, llegando a su destino a las diez de la noche.
Desde allí desprendió una división de caballería, a las
órdenes del general Cámara, con rumbo a Caraguatay, y
allí llegando esta fue detenida por el coronel Hermosa.
218
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Solamente a las seis de la mañana del día siguiente se
movió el primer cuerpo del ejército brasileño, comandado
por el general José Luis Mena Barreto, quien acababa de
remplazar al general Osorio.
Dos horas después, el general Vasco Alves Pereyra,
que mandaba la vanguardia del ejército imperial,
intercambiaba los primeros tiros con la retaguardia de
Caballero. A lo lejos se escuchaba la artillería paraguaya,
que rechazaba en ese momento las cargas del general
Cámara en la boca de la picada de Caraguatay.
Moreno y Franco hubieron de soportar en seguida la
presión de nueve batallones y el fuego de numerosas
piezas de artillería. Hostilizados en los dos flancos por
219
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
regimientos de caballería, se cuenta que lucharon con
extraordinario heroísmo.
El mismo Conde D’Eu reconoce en su Diario de
Campaña “la gran desventaja” con que peleaban los
paraguayos, por la manifiesta inferioridad de sus armas. Y
registró:
“Nuestros fusiles a lo Minié llevaban la muerte
hasta a sus reservas, al paso que a nuestros
soldados más avanzados poco perjuicio sufrían”.
Mientras tanto, el general Caballero impidió con
habilidad que sus fuerzas fueran rodeadas y por fin
consiguió llegar a la orilla opuesta del arroyo, donde
emplazó la artillería. Entonces, el Conde D’Eu colocó sus
cañones frente al paso y abrió un nutrido fuego contra la
posición paraguaya, ordenando una carga a fondo sobre el
puente, que fue repelida.
La batalla llegaba a su momento culminante. Era ya
mediodía, y desde el amanecer la lucha no tenía tregua ni
descanso. Nuevamente se produjo una nueva carga y de
nuevo esta fue repelida por Caballero. La carnicería fue
tamaña, que el cauce del arroyo quedó colmado de
cadáveres. Fue el momento que el ejército imperial optó
entonces buscar un vado, para intentar evitar que
fracasasen en otro ataque frontal.
220
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Caballero volvió a hacerse fuerte sobre el puente de
Piribebuy, conteniendo con todo éxito el avance de sus
persecutores. La tarde ya inclinaba. Pero de pronto los
paraguayos se vieron acometidos por la retaguardia. Era el
segundo cuerpo del ejército brasileño que llegaba. Se
trataba de una fuerte columna de infantería, con ocho
bocas de fuego, a las órdenes del general Resín, quien
obligó a que se dividiesen las escasas fuerzas de Caballero
para este tener que atender dos acometidas simultáneas.
Los veteranos de Franco (muerto en el combate)
habían desaparecido, y con ellos el nervio principal de la
resistencia paraguaya. No le quedaban sino niños y jinetes
mal montados.
Y tal escenario lo registra en sus notas Juan José
Chiavenatto:
“Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la
batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas
de los soldados brasileros, llorando para que no
los matasen. Y eran degollados en el acto.
Escondidas en la selva próxima, las madres
observaban el desarrollo de la lucha. No pocas
agarraron lanzas y llegaban a comandar un grupo
de niños en la resistencia”……. “El Conde D´Eu,
un sádico en el comando de la guerra, después de
la insólita batalla de Acosta Nú, cuando estaba
221
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
terminada, al caer la tarde, las madres de los
niños paraguayos salían de la selva para rescatar
los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos
sobrevivientes, el Conde D´Eu mandó incendiar la
maleza, matando quemados a los niños y sus
madres”. Su orden era matar: “hasta el feto del
vientre de la mujer”.
“Mandó hacer un cerco frente al hospital de
Peribebuy, manteniendo en su interior los
enfermos – en su mayoría jóvenes y niños – y lo
incendió. El hospital en llamas quedó cercado por
las tropas brasileras que, cumpliendo las órdenes
de ese loco príncipe, empujaban a punta de
bayoneta adentro de las llamas los enfermos que
milagrosamente intentaban salir de la fogata. No
se conoce en la historia de América del Sur por lo
menos, ningún crimen de guerra más hediondo que
ese”. (Chiavenatto: “A guerra do Paragauai”)
Casi simultáneamente, Caballero, formando un cuadro
con sus tropas, se defendió como pudo hasta que,
dispersados los restos de sus fuerzas, confundido en el
tumulto inmenso de la lucha, pudo cruzar, sin ser
reconocido, entre regimientos y batallones, llevando en
tras de sí a los pocos que habían escapado de la matanza.
222
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Crímenes y punciones durante la Guerra
(1864-1870).
Se me hace que otro punto importante, es poder
evaluar por medio de las informaciones registradas, las
condiciones sobre las cuales tuvieron que conducirse y
operar todos los integrantes de la tropa a lo largo de estos
casi seis años de guerra.
Siendo así, la concentración de una inmensa masa de
combatientes y no combatientes en los acampamentos
militares, por supuesto exigió la necesidad de garantir el
orden y la disciplina, ya que as deserciones, los actos de
cobardía y de insubordinación, los homicidios, las peleas,
los robos, los atentados contra la propiedad, las
violaciones y otros delitos, estaban lejos de ser raros.
Muy por el contrario, eran bastante frecuentes y
constan en una profusa documentación. Por lo tanto, el
siguiente relato de María Teresa Garritano, que es parte de
su tesis de doctorado, se propone a analizar el
funcionamiento de la Junta de Justicia Militar en un
acampamento del Ejército brasilero que vivía bajo
indispensables reglas disciplinares, muchas veces
quebradas, y sus estudios han privilegiado fuentes como
memoria de combatientes (oficiales y plazas) y las órdenes
del día, en archivos públicos y particulares.
223
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Entonces tenemos que, a lo largo de casi cinco años
de sucesivos acampamentos en que se instaló el ejército
brasileiro, generalmente próximo a los ocupados por los
aliados argentinos y uruguayos, fueron el hábitat de
millares de hombres y mujeres de distintas clases sociales
y profesionales, que fueron igualados por las privaciones,
por los padecimientos de la guerra, y obligados a
acostumbrase con la vida áspera y ruda de campaña.
Por otro lado, en cierto momento de su obra, Taunay
destaca que: “En los ejércitos de la época, era un hábito
común que las familias de los soldados, niños,
amancebadas o legítimas esposas, además de comerciantes
y aventureros civiles, acompañasen las tropas que
marchaban para la guerra.”
Se trataba de simples acantonamientos, barracas y
muchas veces cuchitriles cubiertos de capín, en donde las
tropas pasaban días, meses y hasta años, algunas veces
teniendo como abrigo solamente capotes y sombreros.
Vivian bajo indispensables reglas disciplinares, muchas
veces quebradas, donde se desenvolvía una vida compleja
y variada.
Estos eran acampamentos casi siempre apartados de
las ciudades, montados en terrenos abiertos o rodeados de
vegetación frondosa y mata cerrada, próxima, cuando era
posible, a cursos de agua, desenvolviéndose allí una
224
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
cotidiana instrucción militar, organizando desafinadas
bandas, encuentros junto al fuego, o entreteniéndose con
juegos de azar, largas conversaciones íntimas, las bebidas,
los amores confesados o no, con los soldados con sus
mujeres, casados o no, movidos entre toques de clarín y
señales de alerta, envueltos por discusiones políticas,
literarias y artísticas, con los sueños de gloria de jóvenes
oficiales, que se aborrecían con el paso lento del desplegar
de la guerra, y hasta a algunos con horror de las batallas.
La vida de un acampamento militar era regida por la
“Órdenes del Día (enviados a través del cuaderno de
orden; véase algunas de ellas en los anexos), de escalas y
toques de corneta, que recordaban funciones, transmitían
órdenes, convocaban al trabajo, a los ejercicios y al
descanso, y anunciaban la esperada hora del magro, sin
embargo indispensable rancho (comida).
Pero el incumplimiento de esas órdenes, fue lo que
acarreó a lo largo de cinco años de guerra, penalidades de
varios tipos como: algunos días de guardia en el frente,
anotaciones en los archivos de fe de oficio del adherido,
prisión en la propia barraca, castigos con espada de
plancha, expulsión, exoneración, etc.
Vale destacar que los jefes militares necesitaban
contar, a cualquier hora y en cualquier situación, con un
grupo de soldados disciplinados y en condiciones de
225
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
guerrear, bajo un régimen férreo, estando conscientes de
las graves sanciones de aplicación inmediata, a la que
estarían sujetos, en caso de incumplimiento de sus
reglamentos. Esto de debía porque actuando delante de un
enemigo, ellos estarían colocando en risco la propia vida y
la de sus compañeros. Por lo tanto, se tornó imperioso que
tuviesen total control sobre sus ejércitos.
La cuestión que se coloca al historiador, que tiene por
objetivo la reconstitución de los crímenes y penalidades,
es la de analizar los problemas que habían sido generados
por la concentración de grandes masas de combatientes, y
la de comprehender porqué había tantos casos de
transgresiones tanto por parte de un simple soldado cuanto
de oficiales, y porqué la justicia tan bien delineada a través
de decretos y leyes, no llegaba de forma total a los campos
de batalla, cuestiones esas que todavía no fueron
exploradas debidamente por la historiografía oficial.
Lo que la autora de este estudio desea apuntar, es que
las tres fuerzas armadas que actuaron en la Guerra del
Paraguay, sean cuales sean: ejército de línea, guardias
nacionales y voluntarios de la patria, tenían orígenes, en su
mayor parte, en elementos no dotados del espíritu militar,
sin disciplina y orden, oriundos de una estructura social no
muy consciente con normas y reglas y, por tanto, teniendo
226
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
grandes dificultades en adaptarse al cotidiano del régimen
militar.
Sobre ese respecto, el General Caxias había escrito
refiriéndose a los años anteriores a la guerra, que: “por un
conjunto de circunstancias deplorables, nuestro Ejército
contaba siempre en sus filas con una grande mayoría de
hombres que la sociedad repudiaba por sus pésimas
cualidades”.
Al ser analizadas las Memorias de Combatientes
(oficiales superiores y plazas), Libros de Entradas y
Salidas de los Hospitales y Enfermarías de los
acampamentos, Prensa de la Época, Ordenes del Día,
Informes de los Presidentes de Provincia, Discursos,
Partes, Narrativas de propio puño, Correspondencias
particulares y oficiales, los propios objetivos de la
pesquisa, es que la autora de este documento ha
encontrado valiosos documentos, testimonios de la época,
que deja abierta la posibilidad de ser estudiada las diversas
actividades ejecutadas dentro de un acampamento militar,
en especial la violación de leyes que el desespero del
hambre y de las enfermedades provocaba, poniendo en
riesgo la disciplina militar.
El conflicto que entonces comenzaba en 1864,
multiplicaría los problemas, pues sería prolongado y se
desenvolvería en un terreno inhóspito. También porque la
227
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
composición humana del Ejército y la Marina: veteranos,
prisioneros (según Fragoso), extranjeros, presos,
voluntarios, involuntarios (de acuerdo con Rodrigues), y
guardas nacionales apartados de sus ocupaciones y lares,
no era la más apropiada y a su vez, la que tornaba más
difícil todavía obedecer las severas normas disciplinares y
los estrictos principios jerárquicos que condicionaban toda
la vida personal y profesional de un soldado.
Además, se sabe que en todo el territorio nacional
había el reclutamiento de presos, que permanecían en las
prisiones hasta que fuesen conducidos, encadenados a los
cuarteles. Las autoridades policiales igualmente reclutaban
a todos los individuos considerados peligrosos, quienes
enfrentaban también los castigos corporales que aun
existían en el ejército brasilero.
Empero, muchos voluntarios también fueron
reclutados contra su voluntad, y esclavos libertos seguían
para la guerra acreditando en una nueva vida. Muchos
hombres lucharon, pegaron en armas, entusiasmados por
las promesas del gobierno Imperial, las gratificaciones, los
sueldos vitalicios y las tierras prometidas. Estas eran las
principales razones que llevaron a estos hombres a los
campos de batalla, además del sentimiento patriótico de
dar la vida por la nación. Por otro lado, también sería
228
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
necesario contener la arbitrariedad y la crueldad frecuentes
de aquellos que poseían el comando.
El 28 de abril de 1869, en propio Taunay describió un
panorama general de la situación de los presos en los
campos de batalla, diciendo:
“en Humaitá existían 230 presos, de los cuales 90
habían respondido a un Consejo de Investigación,
46 al de Guerra, 9 sentenciados a muerte
esperaban el resultado de un último apelo, uno fue
expulso del Ejército porque no podía ser suelto por
la necesidad da restitución de cierta suma, y al
final 92 estaban a espera de procesos que o se
habían extraviados, o nunca habían sido
instaurados. Entre esos últimos se dio el mayor
número de solturas; con todo, aquellos que
permanecían sin proceso, mismo estando acusados
de crímenes graves como muertes, herimientos,
etc., fueron entregues a la guardia del Ejército
para que se procurase alguna información en los
Cuerpos, como medio de regularizar el
andamiento de los papeles de acusación. Entre
tanto, las disoluciones de muchos batallones, y las
frecuentes transferencias de soldados de uno para
otro cuerpo, tornaron imposible tal resultado.
Debido a esto, los acusados fueron sueltos, por el
229
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
principio básico de que no puede haber pena para
aquel cuya culpabilidad no puede ser probada”.
Dionísio Cerqueira también nos recuerda
detalladamente el caso de dos soldados brasileños que
fueron castigados hasta la muerte aparente, por causa del
asalto a un oficial argentino para robarlo, crimen para el
cual estaba prevista la pena capital en su 18º artículo de
guerra, y que no fueron llevados a juzgamiento por la
Justicia Militar. El propio Cerqueira justificó que los
Generales comandantes del Cuerpo del Ejército,
impedidos de aplicar la pena de muerte, que era una
prerrogativa del emperador, preferían la punición
inmediata en lugar de dejar la cuestión a cargo de un
tribunal que se arrastraba en largas discusiones, alegando
que la demora en la aplicación de la justicia enflaquecería
los principios de autoridad, disciplina y respeto mutuo
entre superiores e inferiores. Pero ponderaba que el
castigo era excesivo, y en este caso específico, 1500
planchadas, ya que las puniciones con golpes de espada de
plancha, sin punta ni borde según el código, indicaba no se
podía castigar con más de 50 pancadas de espada y por eso
la ley estaba siendo violada. (Cerqueira, 1929:59).
Sin embargo, “el mismo General en Jefe que punía
con extrema severidad, en otras ocasiones era benévolo
para los soldados, a quien les perdonaba muchas faltas,
230
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
pues cuando se dirigía al lugar en donde se encontraban
los presos, la Guardia, así llamada, causaba alegría en los
detenidos, pues el General mandaba soltar luego los de
culpas leves, y los otros luego después de un ligero castigo
o sin él”, (citación de Magalhães, 1978:122).
Los crímenes sin solución eran frecuentes en los
campos de batalla, y asesinatos y robos difícilmente eran
solucionados debido a la propia dinámica de un
acampamento militar. Para ejemplificar, cito aquí lo que
Cerqueira nos dice: “El joven e ilustre capitán João Dias
Cardoso de Mello fue traicioneramente asesinado por un
aliado, a la noche, en su rancho en Tuyutí. El amigo
Bormann me contó el horroroso crimen con detalles de
erizar”. Cerqueira cita también otro caso: “de un oficial
muerto, este, por accidente, en que, un soldado dejó caer el
arma al bajarse de su puesto, hiriendo mortalmente el
oficial”. Pero en ambos casos, Cerqueira no revela las
puniciones y ni si hubo juzgamiento.
También cabe destacar que había bastante indulgencia
por parte del emperador Don Pedro II que interfería, por
ejemplo, mandando soltar a 51 presos el 28 de abril
de1869 en el campamento de Humaitá, y otros 12 más de
Asunción, todos los que, sin haber posibilidad de le ser
instaurado proceso penal, no tenían culpa formada, lo que
para el emperador representaba que, “los crímenes eran de
231
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
poca importancia y el tiempo de prisión era castigo
suficiente, pues algunos se encontraban detenidos desde el
26 de enero, 25 de agosto y 15 de septiembre de 1867”.
(Fuente de Taunay, 1958:29). Por tanto, no pocas veces la
decisión imperial substituía los tribunales militares y la
posibilidad de revisión de las sentencias.
Es importante agregar que la Historia de la Justicia
Militar en Brasil, se inició con la llegada de la Familia
Real al Brasil, en 1808, cuando la ciudad de Rio de
Janeiro pasó a ser sede de la Corona Portuguesa. “La
situación del país, de simple colonia, se altera
profundamente, y por consecuencia directa de esas
mudanzas se hace necesaria la más completa
reorganización del País”, (citación de Vianna, 1967:13).
Por lo tanto, al año siguiente de ser iniciada la guerra,
fueron creadas provisoriamente dos Juntas de Justicia
Militar, una en la provincia de São Pedro do Rio Grande
do Sul, y otra en la de Mato Grosso, cuando se estableció
por primera vez una Justicia Militar especial para actuar
fuera del territorio brasilero.
En principio, estas Juntas desempeñarían el papel de
instancias máximas de esa justicia especial, funcionando
en lugar determinado por el gobierno, en cuanto los
Consejos de Guerra actuarían como primera instancia.
Cada una de ellas debería ser presidida por el presidente
232
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
de la provincia en cuestión e integrada por más seis
miembros. Pero a pesar de eses órganos ser
estructuralmente diferentes de la Justicia Militar que
actuaba regularmente en territorio brasilero desde 1808, su
funcionamiento debería ser determinado por los mismos
códigos que regían la actuación de los Consejos de Guerra
y del Consejo Supremo Militar y de Justicia del territorio
brasileño.
Sin embargo, debe ser destacado que algunas
dificultades y escrupulosidades envolvían el pleno
funcionamiento de la justicia durante la guerra, como: el
dislocamiento de los acusados al local del juzgamiento, las
disoluciones de batallones, las decisiones del Comandante
en Jefe y las formalidades jurídicas que regían el proceso
como en el caso de no haber en el Código Militar punición
para algunos tipos de crímenes.
En una carta de Inocêncio Velozo Pederneiras al
Almirante Vizconde de Tamandaré, datada en 03 de
diciembre de 1876, seguidamente después de terminada la
guerra, pero que traduce la continuidad de las dificultades
encontradas en penalizar algunos casos, y critica el
sistema militar de juzgamiento de faltosos, al hacer
referencia al “caso de su ayudante de órdenes que cometió
indisciplina y desobediencia a las órdenes, teniendo que
233
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
responder al código criminal ordinario”. (AM, libro IX,
doc.838, p.46).
“Diferentes transgresiones de oficiales y plazas
eran penitenciadas con la pena capital, por
ahorcamiento o fusilamiento, entre ellas la
deserción en tiempo de guerra, la cobardía delante
del enemigo, atacar centinelas, dormir o se
emborrachar cuando estuviese de guardia en
tiempo de guerra, encabezar motín o traición,
hurtar o dejar hurtar material bélico (inclusive
caballos), desobedecer las órdenes superiores
usando armas o amenazar y herir a traición o
matar un camarada”. (Fuente Doratioto, 2002:
282).
Pero al encontrarse presionados por las disímiles
condiciones reinantes en los acampamentos militares, los
soldados huían, una actitud que bien podría ser justificada
delante del hambre y del miedo de la muerte que las
epidemias provocaban a los millares. Empero, en los
diarios del Ejército es posible observarse los constantes
mapas demostrativos por armas, de las deserciones,
prisiones y presentaciones de desertores, lo que demuestra
la alta frecuencia con que ocurrían, adquiriendo
proporciones alarmantes según lo describe Taunay.
234
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Era común ver soldados cansados y debilitados,
muchos con los pies exulcerados y sangrando, debido a las
largas caminatas a las que eran obligados a cumplir por
orientación de los oficiales de espada en puño, para
transportar los heridos. Pero estos contestaban las
autoridades aumentando la indisciplina entre ellos e
influenciando en la desorganización jerárquica, situación
que llegó al auge cuando se concretó el abandono de los
colegas que habían sido atacados de cólera-morbo. De
acuerdo con la narrativa de Taunay, memoria bastante
usada pela historiografía de la guerra, expone el caso:
“Se multiplicaron durante toda la tarde los casos
epidémicos a punto de se tornar imposible
imaginar cómo podríamos avanzar. Nuevo arreglo
imaginado por el comandante, para las parihuelas,
llevó al desespero y descontentamiento de los
soldados, que en él percibían un aumento de carga
y de fatiga. Llegamos a presentir que entre ellos se
generaba la idea general de un “sálvese quien
pueda”. Metiéndonos en el mato, digieran, “al
menos algunos de nosotros llegaran a Nioac; en
todo o caso dejaremos de ser esclavos de
moribundos, por la mayor parte desvariados”.
(Taunay, 1952:111).
235
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Pero inclusive había casos de oficiales que eran
responsabilizados por los soldados que abandonaban sus
puestos provocando la desmoralización de sus batallones:
“...el Teniente-coronel Bento Martins de Menezes,
en el más completo abandono de sus deberes, se
recoja preso a esta villa, para responder al
Consejo de investigación, después al de guerra, a
fin de justificar su procedimiento en una
desagradable emergencia, por ocasión de las
deserciones realizadas en masa, y sin que
encontraran el menor obstáculo...” (Orden del Día
Nº24, p.131. 13 de octubre de 1865).
No obstante, hay que resaltar que para incentivar el
alistamiento, el 31 de mayo de 1865, el emperador
“concedió amnistía a todos los soldados de la tropa de
línea y de la Guarda Nacional, que desertaron una o dos
veces y que se presentaren dentro de dos meses”; (Becker,
1968:46). Por lo tanto, se puede afirmar que, no en tanto
las deserciones fuesen sangrías constantes en todo el
contingente de soldados, el Gobierno Imperial sancionaba
decretos perdonando los faltosos, pero estaba lejos de
evitar las fugas, expresando la dificultad del Estado en
movilizar los ciudadanos para la guerra, en ausencia de
instrumentos que garantiesen su permanencia en las
hileras de los contingentes militares.
236
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Ya al final de la guerra, en julio de 1869, el Conde
D´Eu, ya nombrado comandante jefe de todas las fuerzas
brasileñas, remitía al Ministro de Guerra dos peticiones de
soldados apelando a Don Pedro II de la pena de muerte a
que habían sido juzgados por crimen de deserción y
condenados en Consejo de Guerra, con definitivo
juzgamiento de la Junta de Justicia Militar. Esta cuestión
era idéntica a muchas otras ya presentadas a consideración
del gobierno imperial, derivada de los trámites legales a
que estaban sujetos los desertores, pero en otros casos era
suficiente el castigo corporal de 50 planchazos de
espada… “Ponderaba Su Alteza la injusticia de tales casos
y alertaba sobre el riesgo de haber penalidades diferentes
para el mismo crimen. (Afirmación de Taunay, 1958:93).
Al llegar a Campinas, la Columna Expedicionaria
enviada a Mato Grosso, fue víctima de la viruela sufriendo
159 deserciones, principalmente de plazas del Cuerpo
Policial de São Paulo y de la Compañía de Caballería de la
Guarnición de São Paulo, (según Souza, 1971:49). En
Uberaba desertaron 96 soldados, de los cuales 20 eran
mineiros (Minas Gerais) y otros 13 fallecieron. Para evitar
nuevas deserciones, otros 25 soldados mineiros
convocados para la guerra, fueron colocados en régimen
de prisión, pero mismo así huyeron para el campo. Se
reafirmaba de este modo, el dictado muy citado por la
237
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
historiografía ante la perspectiva de tener que ir a la
guerra: “Dios es grande, pero la mateo es aún mayor”.
(Taunay, 1948:133).
En cierto momento, el Brigadero Soares de Andréa
oficializó documento al General Osorio, participándolo de
que: “la deserción de 34 plazas del 1º y 2º Cuerpos de la
Guardia Nacional, procurando justificativa de que el hecho
fue la voluntad de ellos volver a sus lares y porque tenían
mal tratamiento en los acampamentos, sufriendo por falta
de barracas y enfermedades constantes”. El General
respondió cobrando providencias de prisión tanto de los
plazas como de los oficiales de servicio en el día de la
fuga por un periodo de 3 días, porque “si ellos estuviesen
vigilantes, los plazas no llevarían armamento y
arreamiento del cuartel”. (Memorias de Osorio, 1915:47).
Cuanto a las causas de las fugas bajo la visión del mismo
General, el deber de la Guarda Nacional en destacamento,
es estar donde el gobierno manda. Y coloca también en su
oficio, que las deserciones tenían su mayor origen en la
costumbre y en las más doctrinas de muchos oficiales,
quienes cometen la imprudencia de lamentarse a la vista
de los soldados, deseando que algunos de ellos deserten,
para volver todos a sus casas.
En un oficio del Teniente-Coronel Antonio José da
Rocha Junior, Comandante del 12º Cuerpo de Caballería
238
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
de la Guarda Nacional, datado en 12 de febrero de 1866 y
expedido en el campamento en marcha en el Paço do
Umbu, documento encontrado en el Archivo Histórico de
Rio Grande do Sul y que contiene una “relación nominal
de los plazas de aquel Cuerpo, que desertaron desde el 2
de julio de 1865 hasta el 31 de enero de 1866”, se aprecia
que dicha relación se compone de 104 nombres, de los
cuales 55 son de origen alemana.” (Becker, 1968:179). El
historiador percibe, en ese documento raro, la
preocupación en colocar la grafía cierta de cada nombre,
lo que es poco común ver en otros documentos, los que
sólo relataban el número de desertores sin especificar sus
nombres.
En todo el Ejército Aliado desde los primeros
momentos de la guerra, se produjeron escenas de cobardía
y miedo delante del enemigo. Así consta en el auto de
investigación, firmado por Melcíades Augusto de Azevedo
Pedra, Auditor de Guerra del Ejército, que procedió a la
inquisición de testigos e interrogatorios, referentes al
abordaje que sufrió la cañonera “Parnaíba” en el combate
naval del 11 de junio de 1865, y del cual resultó la
culpabilidad de falta de cumplimiento de órdenes y
cobardía de algunos oficiales. El Consejo de Investigación
absolvió al comandante y oficiales por falta de pruebas el
2 de septiembre de 1867. (AM, Libro IX. Doc.769 e 770,
239
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
p.2-3). Por tanto, dos años después de ocurrido, lo que
demuestra la morosidad de los procesos y la dificultad de
interrogar a los testigos.
Hubo hasta el caso de un teniente que tenía la
habilidad de eclipsarse en los días de combate…,
“jamás había tomado parte en acción de guerra
alguna. Le daban náuseas y fiebre el tronar de los
cañones y el crepitar de la fusilaría, le causaban
vértigo el relucir de las bayonetas y el crujir de las
lanzas;” (relato de Cerqueira, 1929:158). Además,
algunos comandantes eran demasiado prudentes, y
tenían miedo de provocar al enemigo, lo que “a los
ojos de la soldadesca era señal de cobardía”…
“Una vez vi agachado atrás de una casa de
termitas, a un teniente, escondiéndose de la línea
de fuego”, y comentando esas situaciones,
Cerqueira cita a Fernando Machado que dice:
“Miedo, todos, más o menos, tenían, pero quien
tiene bríos no se lo muestra a nadie;” (Cerqueira,
1929:111).
En la creencia sobre lo citado en las órdenes del día, la
cobardía frente al enemigo provocaba más allá de prisión,
demisión y citación en la fe de oficio de los combatientes, que
en aquella época era una deshonra, ya que ellos quedaban
marcados para el resto de la vida:
240
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
“Determina, su S. Exc., que sea preso por espacio
de quince días y demitido del puesto que ejercía, el
Sr. Teniente del 12º Cuerpo Provisorio de
Caballería: Arnaldo José de Oliveira, por haberse
comportado con cobardía en la cualidad de
comandante del piquete, que, en el día 1º del
corriente, hizo la descubierta en el acampamento
de las fuerzas destacadas en el Chaco”. (AE,
Orden del Día nº189, p.13).
Tanto en Itororó como en Avaí, el General Caxias
llegó a relatar al Ministro de la Guerra, Muritiba, que
asistió a “muchos actos vergonzosos, y a veces fue
necesario que yo abandonase mi posición de General en
Jefe para conducir el fuego y la carga de batallones
enteros, y los Cuerpos de Caballería, que mismo así, ni
todos llegaron a las fileras enemigas”. Y agregó que
muchos soldados brasileños perdieron la vida en
recurrencia de la “indisciplina y la tibieza de los Cuerpos
que comandaban”, (citación de Doratioto, 2002:366).
…Fue necesario que Caxias, al pasar por la tropa que se
resistía a combatir, dio voz “de firme” y se arrojó sobre
aquella posición; (agrega Cerqueira en otro trecho,
1929:274).
A su vez, al ser aplicada en casi todas las
civilizaciones a lo largo de la historia de la Humanidad,
241
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
tanto en tiempo de paz como de guerra, la pena de muerte
fue instalada en la Guerra del Paraguay por la Justicia
Militar, pero Don Pedro II era contrario a ella y terminó
por conmutar entre octubre de 1867 y julio de 1870, 30 de
las 35 condenaciones a muerte, tanto para oficiales como
para soldados.
Se piensa que las seguidas conmutaciones de las
penas de muerte, reducirían la eficacia de un instrumento
con que el General Caxias esperaba contar para imponer la
disciplina de la tropa en situaciones se combate, y hasta
llegó a reclamar sobre ellos con el Ministro de Guerra
sobre esas resoluciones concedidas por Don Pedro II a
militares que recibieron condenaciones por parte del
Consejo de Guerra y de la Junta Militar de Justicia,
(comentario de Doratioto, 2002:369).
Por otro lado, el mismo Taunay describe una vez más,
un caso ocurrido el 1º de noviembre de 1865, cuando
estaba en la Villa de las Dolores de Rio Verde,
vulgarmente llamada de Abóboras, por ocasión del
asesinato del capitán de la policía Alexandre Magno de
Jesús, muerto por un furriel, posiblemente por cuestiones
de mujer. “... el asesino, empozado, fue condenado a
muerte, consiguiendo, entre tanto, escapar en mayo de
1867, por lo tanto 2 años después del crimen cometido”
(Taunay, 1927:29).
242
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Pero, en algunos casos la pena no era perdonada, y en
este aspecto, las Órdenes del Día son prodigiosas en
informaciones, y también en los aspectos de expulsiones,
dispensas y sentencias ejecutadas:
“Que, habiendo sido condenado a pena de
muerte por sentencia del consejo de guerra, y
confirmación de la junta de justicia militar, como
incurso en la 2ª parte del art. 1º de los de guerra
del reglamento de 1763, el reo Pedro Antonio
José Dias, soldado do 52º cuerpo de voluntarios,
por el crimen de insubordinación y tentativa de
muerte en la persona del teniente del mismo
cuerpo, Joaquim Monteiro da Rosa Lima,
comandante del piquete de las líneas avanzadas
de la cual hacía parte, y habiendo S. M. el
Emperador, juzgado que el mismo reo no era
digno de su Imperial Clemencia, fue esa
sentencia ejecutada en el acampamento del 2º
cuerpo del ejército en Tuyutí, el 6 del corriente,
con todas las formalidades de la ley”. (AHE,
Orden del Día nº200,18 de mayo de 1868, p.226).
“Soldado José Pedro Alves Barbosa, por haber
asesinado a una mujer de nombre Delfina María
da Conceição. Condenado por el consejo de
guerra a pena de muerte, como incurso en la 2ª
243
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
parte del artículo 8º de los de guerra de 1763. La
junta de justicia militar, en 16 de septiembre,
confirmó la sentencia del consejo de guerra pero
juzgó al reo incurso en el artículo 192 del código
criminal grado máximo. Determinó igualmente la
misma junta, que la sobredicha sentencia se
ejecutase, guardándose las formalidades
relativas al recurso de gracia. Se mandó cumplir
en 24 también del corriente.” (AHE, Orden del
Día nº 250, 14 de septiembre de 1868).
Dos otros casos de pena de muerte fueron registrados
por Cerqueira, y que lo hicieron “sentirse horrorizado”:
…“en São Fernando, en Tebiquary y en Caraguatay, en las
Cordilleras. El primero, fue aplicado a un soldado de
artillería, que osó sacar la espada contra el General Osorio,
que ya era el ídolo del Ejército; fue muerto y
“vergastado”, que era la muerte a través de azotes con una
vara fina. El segundo, un soldado fue golpeado hasta morir
por haber matado a un viejo paraguayo para robar un
carnerito que este criaba”. Empero, Cerqueira no registró
si hubo investigaciones sobre esos crímenes, mientras
afirma que los comandantes mandaban realizar esas
ejecuciones para ejemplo, a lo que agrega, que no fueron
buenos ejemplos, porque “luego lo imitaron otros
comandantes, los que excedieron muchas veces el límite
244
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
reglamentar del castigo corporal”, (comentario de
Cerqueira, 1929:61).
En las obras analizadas, fue muy común el uso de
términos como “irregularidades en servicio”, no
especificándose exactamente cual falta fuera cometida por
los soldados, aunque sufrieron, además de la prisión en la
barraca, el asentamiento de esa nota en su fe de oficio.
(Taunay, 11958:24). No en tanto, Dionísio Cerqueira, en
su esfuerzo por fijar una memoria sobre la guerra, de la
cual hizo parte, nos ha dejado un rico relato de
informaciones sobre las irregularidades cometidas por los
soldados, no en tanto, en algunos casos no especifica la
pena: “... dos de mis camaradas subyugaban a dos
soldados de artillería, que andaban haciendo pillajes y
fueron agarrados en flagrante robando las imágenes de un
oratorio. Mandé que los llevasen ante Felinto, que les dio
una buena lección”.
El propio Cerqueira cuenta sobre las prisiones que él
sufrió durante los años que permaneció en los campos de
batalla: la primera por haber demorado a volver para el
acampamento deteniéndose a conversar con los
compañeros, y fue recogido a guardia de frente; la
segunda, por haber mandado atacar durante las avanzadas
a una fuerza paraguaya. La tercera, ya como capitán, en
1872, en la Escuela Militar, cuando a frente de la 1º
245
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Compañía de alumnos, haber errado de propósito una
maniobra y desobedecido con escándalo el superior del
día. Pero reitera que todas las tres quedaron sin efecto
inmediatamente y sin citaciones en su fe de oficio.
(Cerqueira, 1928:50).
Para corroborar los registros de Dionísio Cerqueira, el
alférez Francisco Pereira da Silva Barbosa, también
registra los crímenes y los castigos a que estaban sujetos
los combatientes en la Guerra del Paraguay. Preso diversas
veces, él registra en su Diario de Campaña, en tono
bastante irónico y crítico, por causa de las prisiones y sus
consecuencias; la primera vez, porque llevó para la
formación de parada a un soldado sin el uniforme
completo, y hallando injusta la orden de prisión no se
presentó, lo que resultó en una segunda orden de prisión,
acarreando “más algunos días de guardia en la frente. La
tercera y cuarta vez, fue preso por responder con altivez al
Mayor Fiscal y con aspereza al Comandante de la
Compañía, y en varias otras veces por faltar al toque de
alarma de las 4 de la mañana;” (Silva, 2000:04), y otros
delitos menores que resultaron en prisiones en las barracas
y anulaciones por parte del Consejo de Investigación.
Por otro lado, el triste vicio de la embriaguez, o la
incompetencia para realizar determinadas funciones,
246
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
acarreaba exoneración y dispensa del servicio del ejército.
(AHE, Orden del Día nº184, 26 de janeiro de 1868, p.77).
Un caso de expulsión fue relatado por Rodrigues da
Silva, cuando algunos oficiales de la Caballería de la
Guarda Nacional se apartaron en demasía del
acampamento, posiblemente intentando escaparse, pero
fueron reconducidos y expulsos, como indignos de
pertenecer al Ejército Brasilero en operación en el
Paraguay. A pesar de haber existido el Consejo de
Investigación, el Comandante en Jefe, Conde D’Eu, no
admitió las justificativas. (Rodrigues da Silva, 1924:85).
El propio Rodrigues da Silva, en la calidad de 1º
Cadete y 2º Sargento del 4º Regimiento de Caballería
ligera, reclamaba que el reglamento era implacable, y por
ocasión de la marcha para Paysandú, perdió una pistola y
“no fue preso por milagro”, pero que la pérdida de esa
pieza del armamento, fácilmente desprendida de la cintura
al galope de caballo, consta en su fe de oficio. El extravío
de cualquier pieza del uniforme por parte de los
combatientes del Ejército, además del descuento de la
quinta parte del sueldo, también era castigado con
pancadas de espada de plancha.
“No se llevaba en cuenta el imprevisto de la falta,
y ni mismo si el soldado tenía conducta ejemplar.”
(Rodrigues da Silva, 1924:128).
247
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
En otro documento datado en 04 de junio de 1865 en
el acampamento en marcha del Cuerpo de Guarnición de
Minas en la ciudad de Piumhy, teniendo como autor del
oficio a Francisco de Souza Mascarenhas y enviado para
el comandante de la Brigada Mineira, Coronel José
Antônio da Fonseca Galvão, se informa que se han
infringido castigos corporales en dos soldados a saber:
soldado de la 1ª Compañía, Joaquim Alves de Brito y a
otro soldado de la 2ª Compañía, José Manoel Pereira, por
ambos haberse embriagado y faltado con respeto en le
presencia de oficiales y plazas.
“Habiendo sido sentenciados el primero a
cuarenta pancadas de plancha y el segundo a
treinta cuyos castigos se hicieron en la Fazenda de
Ponte de Pedra el día veintinueve del mes pasado
con las formalidades de estelo (sic), teniendo el
primero sufrido 30 y el 2° 20 pancadas de espada
de plancha en virtud del Médico ayudante, haber
declarado que los mismos no podían ser
castigados conforme adherirán en el referido
consejo”. (Fuente FBN/RJ – AM/CMB, 34A, 05,
005 n° 004, 04/06/1865).
Las formalidades que se trataban en documento
oficial entre los comandos, son pruebas de medios lícitos y
adoptados a los ojos de la sociedad imperial de los años
248
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
ochocientos. Como en la anterior, no existe la negación de
la práctica establecida con toda competencia que el oficial
encargado conduce, a no ser de lo que fue declarado en el
consejo que el médico ayudante mencionó. Pero vemos
que la coerción ejercida no inhibió la insubordinación o
indujo al miedo antes de practicarla, pero si al miedo, las
dudas, los deseos, el desánimo que ellos sentían y que
condujeron para las prácticas indisciplinares.
Los nombres de los acusados son de extrema
importancia, pues son los principales participantes del
período de guerra y no serán apenas recordados como
plazas, soldados, marineros o voluntarios, aun mismo que
en estado de humillación, en procesos, o en las sentencias,
estos serán recordados por sus nombres y no como un
mero coadyuvante de la Guerra del Paraguay.
249
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La presencia femenina durante la Guerra
Como la historia del mundo es, en larga medida, una
historia de guerras, eso se debe a que en su mayoría, los
países nascieron luego después de conquistas, guerras
civiles o de luchas por la independencia. Y esos
enfrentamientos no son más que una opción de un grupo
contra el otro, y tan antiguo cuanto la propia historia, y tan
universal cuanto la humanidad.
Sin embargo, es importante agregar otros factores
componentes al tema aquí en cuestión, ya que
innegablemente, la guerra es una actividad de la cual las
mujeres, con algunas excepciones insignificantes, siempre
y en todos los lugares han quedado excluidas de las
citaciones que merecen, y nunca figurando como atores
principales.
Cuando se habla sobre las guerras ocurridas en los
siglos pasados, luego la gente se imagina a hombres
marchando a pie o a caballo, y siempre en situación de
combate. Por tanto, se acostumbró señalar que, en la
teoría, la guerra era invariablemente un universo de
hombres, armas, caballos, hambre, enfermedades,
padecimientos, muertes, etc. Pero en la práctica, ha
quedado corroborado que las mujeres tuvieron siempre un
papel preponderante en las guerras.
250
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Por consiguiente, en esta Grande Guerra, las mujeres,
tanto las brasileñas como las de los países aliados o las
paraguayas, formaron un segmento bastante significativo
en la retaguardia del ejército, pero nunca pasivo. Por
cierto, no es de extrañarse que de él hiciesen parte madres,
esposas legítimas o no, enfermeras, prisioneras, esclavas,
fugitivas, y otra clase de etc., que siempre actuaban en las
más diversas frentes de trabajo y enfrentando, junto con
los hombres, todo lo que el sacrificio que una guerra
pueda proporcionar.
Pero mismo existiendo escasez de fuentes
informativas y un número poco significativo de estudios
que traten sobre la historia social de la Guerra del
Paraguay, esto no dificulta los trabajos sobre el tema, pues
al ser cotejado lo dicho por los memorialistas con las
pesquisas más recientes, es posible avanzar en los relatos
de la historia de las mujeres en esta guerra.
No en tanto, al manosear el tema en cuestión, nunca
recordamos que ellas, muchas veces con hijos a cuestas,
acompañaban sus maridos soldados y, como no había un
abastecimiento regular para las tropas, entonces ellas
tenían que resignarse a trabajar alimentando, socorriendo,
plantando, luchando, o hasta mismo comercializando
géneros de primera necesidad.
251
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Empero, aunque parezca, la vida no les era fácil, pues
vivían ocupadas por demás en mantener todo aquel
aparato de guerra. De hecho, la actuación femenina,
siempre en la retaguardia, no aparece como un elemento
que poseyó cierta importancia en las batallas. El registro
de la presencia femenina y los destaques que a ellas
podrían ser dados, se convierten en una raridad, pues sólo
a los hombres les cabían los papeles principales. Pero no
hay duda que las mujeres allí, fueron héroes viriles.
Escribir sobre este tema es un verdadero trabajo de
rastreo, porque la escasez de vestigios acerca del pasado
de las mujeres, producidos por ellas propias, se constituye
en uno de los grandes problemas enfrentados por los
historiadores. E en eso no se puede dejar de lado que en la
historiografía brasilera, los hombres en el poder escribían
sobre hombres transformados en “héroes”, siendo las
mujeres, cuando mencionadas, meros detalles que en nada
contribuyen para la comprensión del episodio, o mismo,
del proceso histórico.
Pero cuando las mujeres simples de ese pueblo
nómade, seguidoras del ejército, como las andariegas,
vivarachas, prostitutas, pervertidas “corrompidas sin
nombre ni familia”, que movidas por los más diversos
motivos: económicos, afectivos, comerciales, entre otros,
acompañaban a los hombres creando modos de vida y
252
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
sobrevivencia en la retaguardia de las tropas, si lograron
salir del anonimato tornándose visibles, fue porque
demostraron algún acto de heroísmo y coraje. Mismo así,
ellas sólo tuvieron derecho al primero nombre, siendo la
etnia de afinidad somática recordada con singular
preconcepto, lo que invariablemente las remitía a grupos
sociales de origen humilde.
Cuanto a las vivarachas, puede decirse que eran
mujeres que acompañaban el ejército para vender víveres,
bebidas y otros objetos de necesidad; aunque muchas de
ellas eran también prostitutas. Pero con todo el prejuicio y
ojeriza existente, fueron muy pocas veces notadas, aunque
igualmente sufrían como los hombres a la marcha
extenuante, el sol, el frio, el hambre, y las lluvias que
alagaban los campos, así como de las enfermedades, las
pestes, y a los acampamentos sin las mínimas condiciones
de higiene y las muertes.
Cabe destacar que una fuente preciosa de información
sobre el cotidiano de cualquier guerra, son los diarios,
crónicas y memorias, entre otros documentos, que fueron
escritos por los propios combatientes, plazas u oficiales. Y
de ellos, apoyado en los relatos de los Generales José Luiz
Rodrigues da Silva y Dionísio Cerqueira, que con afición
registraron la presencia femenina y el comercio de las
vivarachas, se sabe que: “el acampamento del comercio
253
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
era el boulevard, nuestro famoso club..., y ese pueblo
infeliz dio pruebas repetidas de caridad y altruismo, en
medio de las agruras de su infortunio..., esas mujeres que
seguían el ejército, no tenían miedo de cosa alguna...,
desgarraban sus ropas en ataduras y allí permanecían hasta
el fin de la refriega, atendiendo a todos con solicitud
cariñosa”.
Autoría desc. (1867): La calle del comercio. Biblioteca Nacional, RJ.
Al darse inicio a la marcha en el año de 1865 para la
frontera con la Banda Oriental del Uruguay, en el Arroyo
Negro, con dirección a las operaciones de campaña, el
254
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Coronel Cândido José Sanches da Silva Brandão da
explicaciones en un oficio encaminado al General Osorio,
al hacer referencia a la orden expresa del Comandante de
la 1ª División para liberar a los soldados Thomas Pedro
Antônio y Joaquim Felício de Souza, presos por llevaren
mujeres consideradas prostitutas junto al regimiento. Y
aun comenta el Coronel Brandão, que algunas mujeres que
los acompañan, son casadas con plazas del Regimiento,
siendo dada orden para no llevaren sus mujeres para la
marcha. A seguir, parte de sus argumentos para la prisión
de dichos soldados:
“En Pirahy, siendo ellas vistas, mandé prender a
dichos soldados y repetí la orden, y estos plazas
siempre desobedientes tuvieron hasta este ponto
las traído, al paso que allí una de ellas, de
carácter muy bajo, dio causa a pelea entre los
soldados José da Silva Soares y Joaquim Felício
de Souza, ambos se hirieron, fueron tratados en
el hospital; en fin, son “chinas” de pésimo
comportamiento, muy prejudiciales a la
disciplina y dando causa a falta ya en las
formaciones [...] y que tengo prohibido la estada
de semejantes mujeres, ahora, me parece que este
Comando de alguna forma pierde su fuerza
moral cuando por el recalcitrante procedimiento
255
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
de estos soldados las ven en pleno gozo de su
libidinoso deseo”. (Fuente IHGB/RJ –
ACP/CGO, 11/01/1865).
La preocupación del alto oficial con la disciplina,
queda bien clara en su observación al comandante del
Ejército en aquel momento, el Barón de Herbal, por el
relajamiento de los soldados penitenciados, pues la
pérdida del control para la formación de los batallones
sería a su ver un agravante para nuevas insubordinaciones.
Pero este control no era determinantemente riguroso
debido a mandos e desmandes, o por la simple aceptación
por parte de algunos oficiales. Sin tratar de la cualidad pre
conceptuosa del oficial para cualificar a las mujeres que
acompañaban a los dos soldados presos por la
desobediencia, se tornó corriente la presencia de grupos
femeninos y familias siguiendo al Ejército para el
territorio paraguayo.
En otra correspondencia del comando del 4°
Regimiento de Caballería Ligera al mismo Coronel
Cândido José Sanches da Silva Brandão, se confirman sus
preocupaciones cuanto a la liberación de mujeres para
acompañar a las tropas, actitud hasta entonces permitida
por el Comandante de la 1ª División, General Osorio, y
transmitida por el Brigadero José Luiz Mena Barreto.
Osorio, como comandante del Ejército Imperial en aquella
256
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
primera fase de la guerra, solicita que cesen los castigos a
los soldados por llevar mujeres, y que admitiesen a estas
en los cuerpos. En la misma correspondencia hay otras
observaciones que dicen a respecto de la salud de los
cuerpos militares que están siendo devastados por la sífilis
causada por las compañeras.
“…Así espero que Sª Exª Brigadero Comandante
de la División se digne resolver si debo consentir
en el Regimiento tantas mujeres, cuantas fueren
aquellas que declaren acompañaren los plazas
del mismo [...]. Notándose que las casadas y con
hijos allá quedarán en Jaguarão sujetándose al
trabajo para alimentarse, a excepción de una con
avanzada edad y enfermiza con tres hijos
menores, que no pudiendo sujetarse al trabajo,
procuró el Regimiento para que sus hijos no
sufriesen hambre, y yo admití sobre mi
responsabilidad, ministrándole alimento de mi
bolsillo, teniendo declarado a ella y al viejo
soldado que la acompaña que se procedía a la
promesa formal en atención a sus inocentes
hijos”. (Fuente IHGB/RJ – ACP/CGO, pasta
7725, 11/01/1865).
Siendo una práctica común de los gauchos el de llevar
a sus familias para las refriegas desde la época de las
257
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
luchas platinas anteriores a la Guerra del Paraguay, al
inicio de la campaña esto fue acepto por parte del alto
comando.
Pero la presencia marcante de ellas fue objeto de
discriminadas evaluaciones sobre su participación por
parte de oficiales contrarios a la presencia de mujeres, y
aun las de algunas con hijos en los acampamentos junto
con las tropas. Empero, muchas no tenían ni cómo
sobrevivir sin que sus compañeros las alimentasen a ellas
y sus hijos, restando acompañar para sobrevivir a costa de
las sobras del Ejército.
En un informe confidencial encaminado al Consejero
Francisco Otaviano, datado en 15 de julio de 1865 en
Buenos Aires, en el que consta minuciosamente datos
cuantitativos de las tropas, enfermos, informaciones de
transportes, enfermarías, médicos y armamentos; el
observador enviado por el consejero del Imperio, Sr. João
Carlos Pereira Pinto, comunica que el Ejército Imperial
bajo el comando del General Osorio acampado próximo a
Concordia, en la República Argentina, contaba el día 10
de julio del mismo año, con un total de 16.186 de las tres
armas, inclusive oficiales y enfermos: “...además,
acompañan el mismo Ejército, 278 mujeres y 122 menores
hijos de estas”.
258
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La constatación en este informe del entonces Ministro
de los Negocios de la Guerra sobre la presencia de mujeres
e incluyendo familias que acompañaban al Ejército, es uno
de los pocos documentos oficiales que mencionan con
fidelidad la presencia femenina con su familia para el
teatro de guerra. (Fuente FBN/RJ – AM/CMB, 34A, 03,
004 n° 053, 15/07/1865).
A su vez, el Capitán Pedro Werlangv relata que
algunas mujeres eran utilizadas como baqueanas y para
cargar material de artillería: “…y como baqueanas o guías
les servían las mujeres que habían permanecido
remanecientes en aquella zona... Todas las mujeres que
acompañaban nuestro ejército, tenían que cargar munición
de artillería; nuestra caballería iba a pie, pues ya nos
habíamos librados de los caballos”.
En la “Retirada de la Laguna”, una narrativa
romanceada sobre cierta expedición brasilera en la
frontera entre Mato Grosso y Paraguay, el autor, Alfredo
Taunay, expone las agruras vividas por los diversos
segmentos femeninos, quienes fueron discriminados y sin
derechos a remedios, cuidados o abrigo en caso de
enfermedad. En dicha expedición, que no suportó ni dos
meses de lucha debido a la falta de abastecimiento y la
virulencia de la cólera, cupo a las mujeres el papel de
coadyuvantes anónimo. “…Eran setenta y una mujeres,
259
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
todas a pie, excepto dos, montadas en bestias; cargaban
casi todos los niños de pecho o poco más viejas. Por
heroína pasaba una y todas la apuntaban, cuando un
soldado paraguayo al intentar arrancarle un hijo, tomó una
espada que estaba largada en el suelo, y en un salto matara
el asaltante”. El autor encierra el relato diciendo que, no
obstante esa madre hubiese adquirido el status de heroína
por su bravura, su nombre no fue registrado en lugar
alguno.
A su vez, Dionísio Cerqueira explicó también el
aumento poblacional que ocurría en los acampamentos:
“Eses hijos del regimiento se creaban fuertes y libremente,
crecían en los acampamentos, bien avispados y vestidos de
soldaditos, con un gorro viejo en la cabeza, y siempre
comiendo la magra ración, repartiéndose con las madres,
los panes, y aunque con un comportamiento brutal algunas
veces, pero casi siempre amorosos y buenos”. Pero al
contrario de Cerqueira, otro memorialista de nombre
André Rebouçasvi, redactó un minucioso diario en el que
abordó la presencia femenina con ironía:
“Nada de más cómico de que el embarque de esa
pobre Bohemia femenina…”.
El General-de-brigada Joaquim Silvério de Azevedo
Pimentelvi, en sus escritos menciona a dos mujeres que lo
impresionaron: la gaucha Florisbela y la pernambucana
260
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
María Francisca da Conceição, apellidada de María
Curupaiti. Y sobre Florisbela, sobre quien no se conoce el
nombre completo ni la familia, cuenta que se envolvía en
luchas y auxiliaba en los hospitales de sangre, al paso que
María Curupaiti, esposa de un cabo-de-escuadra, luchaba
al lado de los hombres siempre vestida de soldado. Su
marido murió en el asalto a Curuzú, pero ella continuó
combatiendo hasta ser herida y llevada a un hospital donde
al fin se descubrió que era una mujer. Da ahí en adelante,
pasó a ser llamada de María Curupaiti, y respetada por
todos los colegas de farda.
Al inicio de la guerra con el Paraguay, los periódicos
brasileños que funcionaron como instrumento para
incentivar el sentimiento de nacionalidad y el entusiasmo
patriótico de la población, transmitían a muchos joven
brasileros el amor por la patria y la voluntad de “servir al
Brasil”. El caso más conocido de alistamiento de los
Voluntarios de la Patria fue bastante registrado pela
imprenta de la época y por Taunay, quien atribuyó a una
mujer un papel significativo en la guerra. A pesar de
parecer irónico y pre conceptuoso, constató que hubo
hasta mujeres soldadas, como la Sargenta Jovita, y cuenta
que: “Llegaron los retratos do Viegas, mi antiguo
inspector, y de la interesante Jovita, la que me pareció
muy cómica en sus trajes de primera Sargenta…”.
261
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Jovita Alves Feitosa, de tan sólo diecisiete años, era
una joven piauiense (estado de Piauí) procedente de una
familia simple, que vestida orgullosamente de hombre, se
cortó los cabellos y se presentó incógnita, al Ejército. Pero
no demoró mucho en ser descubierta, viró noticia, y su
historia alcanzó los periódicos, siendo retratada por el
Diario Liga y Progreso, en 1865. No se conoce toda la
trayectoria de Jovita después del alistamiento, ni las
circunstancias de su muerte en 1867. Según una versión
que circula entre los memorialistas, ella se tendría
suicidado, inconformada con el olvido a que fue relegada,
a pesar del recibimiento de homenajes y regalos cuando
retornaba de los combates. Otra versión conocida es la que
afirma que ella tendría embarcado para el Paraguay en el
vapor Jaguaribe, y muerto durante la batalla de Acosta-Ñú.
Sin embargo, vale decir que las raras mujeres que
fueron vistas y mencionadas por los memorialistas, con
derecho a nombres y sobrenombres, se destacaban
individualmente por ser casadas con hombres que
pertenecían a la elite imperial, como, por ejemplo;
Ludovina Portocarrero, quien era casada con el
comandante del Distrito Militar del Bajo Paraguay, en
Corumbá, a las márgenes del río Paraguay. Doña
Ludovina ganó destaque por su participación en el grupo
de resistencia a la invasión del fuerte por parte de las
262
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
tropas paraguayas en 1864. Cuando cerca de setenta
mujeres, casi todas esposas de militares, fabricaron 3.500
balas de fusil al adaptar los cartuchos de menor calibre con
pedazos de sus ropas. No en tanto, otras dos mujeres
simples del pueblo, Aninha Gangalha y María Fusil,
también tuvieron sus nombres registrados, cuando se
aprovecharon de la oscuridad de la noche, y descendieron
hasta el río en busca de agua para os defensores del fuerte.
Una otra señora respetable, con derecho a nombres y
sobrenombres en las citaciones, fue Rafaela Senhorinha
María da Conceição Barbosa, más conocida como Doña
Senhorinha. Era una moradora de la frontera internacional
en litigio, y con sus límites todavía removibles, perdidos
en una naturaleza primitiva, cuando entonces se luchaba
por la tierra y enfrentando todos los tipos de adversidades
impuestas por una situación pionera. Le tocó vivir en un
contexto de opresión generado por propia la guerra y en
eterna lucha por la sobrevivencia.
Fue casada, en primeras nupcias, con Gabriel
Francisco Lopes, un desbravador de las estepas, que fundó
en la cabecera del Río Apa, una pose de tierra, y que acabó
siendo asesinado por dos esclavos. Pero en 1849, Doña
Senhorinha, sus hijos, esclavos y más algunas personas
fueron llevados por tropas paraguayas para el interior de
aquel país. Fueron rescatados por interferencia del
263
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Vizconde de Rio Branco, cuando entonces ella se casa
nuevamente con José Francisco Lopes, el famoso Guia
Lopes da Laguna, eternizado por Taunay en “La Retirada
de la Laguna”.
Pero la eclosión del confronto bélico con el Paraguay,
representó para Doña Senhorinha una nueva prisión, en
1864, ahora juntamente con sus hijos y esclavos, y al lado
de centenas de otros moradores de la frontera, y que por
consiguiente se encontraban mucho más expuestos a las
agruras de la guerra. Nuevamente son internados como
prisioneros en el interior del Paraguay, aunque ahora por
un tiempo y sufrimiento mucho mayor. Fueron rescatados
por el Ejército Brasilero bajo el comando del Brigadero
Câmara, en el Distrito de Concepción, en 1869, enfermos,
desnutridos, sin comida, ropas y zapatos.
Entre todas las mujeres registradas por la Historia en
esta guerra, la más conocida es la de la enfermera
voluntaria, Ana Justina Ferreira Nery, por entonces viuda
de un hombre de proyección en la época, el capitán-de-
fragata Isidoro Antônio Néri, y acompañó y cuidó de los
tres hijos combatientes hasta el Paraguay. En la época que
residió en Corrientes, Humaitá y Asunción, trató de
enfermos y heridos en hospitales y sufrió la pérdida de un
hijo y un sobrino. Por su actuación, quedó conocida como
la “madre de los brasileños” y recibió una corona de oro
264
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
de un grupo de señoras donde se leía “a la heroína de la
caridad, las bahianas agradecidas”. Pero todo hace posible
pensar que, si ellas no tuviesen esposos vistos como
héroes, jamás serían conocidas. Por tanto, la mujer que,
esporádicamente es recordada en los relatos de esta guerra,
es una esposa corajosa, fiel y abnegada.
Po lo tanto, la temática femenina en la Guerra del
Paraguay fue abordada por la historiografía tradicional,
por los memorialistas, artistas, viajantes extranjeros y
también por los historiadores contemporáneos,
produciendo una historia permeada de lagunas y silencios,
tornando precario el reconocimiento de las mujeres que
vivieron este cotidiano y en él tuvieron un papel, pero que,
casi siempre, no aparecieron en los registros oficiales.
Lo que vemos, es que a lo largo del siglo XX, la
Guerra del Paraguay fue abordada por los memorialistas e
historiadores bajo algunas premisas específicas, siendo
que el discurso histórico, con fuertes connotaciones
memorialistas, y deja que pensar si él ha sido construido
por los intelectuales, y estuvo atado a grupos que
disputaban y se repartían el poder, dándoles,
principalmente, legitimidad.
Pero la historia, por más distante que esté, siempre
tiene por objetivo provocar reflexiones sobre el mundo
actual. Y sería un error pesquisar los hechos pasados, dar
265
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
luz a una época, interpretar hechos que tengan significado
algo, leer en las entrelineas, en fin, dar voces al pasado, y
eso nada significa o contribuye para las personas de la
época presente.
Pero como la historia ha sido siempre contada del
punto de vista del dominador, que era el hombre blanco,
fueron raras las mujeres que constaron en los textos
oficiales. Por tanto, no es mi objetivo crear nuevas
menciones o insinuaciones sobre nuestro personaje, ni
agregar ideas de lo que le sucedió, y simplemente permitir
imaginar, por falta de documentos que lo comprueben, que
parte de todo esto debe haber tocado a José de alguna
manera, sea en los castigos y rapapolvos a que eran
expuestos los integrantes de las huestes brasileñas, así
como los entreveros con polleras que diesen algún tipo de
calor a su barraca.
Mujeres y niños paraguayos venidas de San Pedro.
266
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
A modo de balance
Se puede afirmar que antes de la guerra, la población
del Paraguay contaba con 1.300.000 habitantes; pero al
terminar la misma en 1870, quedaban tan solamente
200.000 habitantes, de los cuales sólo 28.000 eran
hombres, y en su gran mayoría niños, ancianos y
extranjeros.
Además, el Ejército paraguayo, que entonces contaba
con 100.000 hombres en 1864, sólo tenía 500 en 1870,
incluyendo niños de 11 años y viejos de 75.
Pero se sabe que no todos ellos murieron en combate,
o de hambre y enfermedades: otros muchos fueron
esclavizados por las tropas Aliadas o forzados a combatir
contra su propia Bandera, bajo pena de muerte.
¿Y los países de la Triple Alianza? - Informaciones
dan cuenta que Brasil perdió 168.000 hombres, Argentina
25.000, Uruguay 3.000 muertos. Números que no incluyen
a los que murieron por causa de la epidemia de cólera que
barrió la región del Plata en 1867, proveniente de los
campamentos brasileños. Los historiadores detallan que,
en valores de la época, se gastaron 70 millones de libras en
la guerra.
267
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
¿Quién ganó? - Sin lugar a dudas, Brasil. Obtuvo
tranquilidad interna ahogando los movimientos
secesionistas en sangre; destrozó a la única potencia
mediterránea que podía hacer peligrar sus inversiones
económicas y su desarrollo industrial; obtuvo buena parte
de los 154.000 km2 que le arrebataron al Paraguay,
además de las consabidas reparaciones de guerra (900
millones) y la libre navegación del río Paraná.
¿Qué pasó después de la Guerra? - Como estaba
previsto, los Aliados impusieron a los vencidos (¡vae
victis!) un gobierno manejable, destruyeron a casi todas
sus industrias, le demolieron las fortificaciones e les
impusieron indemnizaciones de guerra.
Terminada la guerra, Inglaterra concedió un préstamo
al nuevo gobierno liberal de 200.000 libras.
Posteriormente su refinanciación llevó la deuda a
3.200.000 libras. Aún en 1908, Paraguay debía 7.500.000
libras...
Consta que en 1883, el entonces presidente uruguayo
Máximo Santos, firmó un Tratado de Paz, Amistad y
Reconocimiento de Deuda con la República del Paraguay;
y renunció a cobrar los gastos de guerra del Estado y
devolvió todos los trofeos de guerra paraguayos. Sus
palabras merecen ser mencionadas aquí:
268
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
“La admiración y respeto a los vencidos en los
campos de batalla donde lucharon confundiendo
la buena fe en la defensa de un tirano con la del
territorio de la patria, se impone como un
instinto de nobleza de carácter y como un deber
de hidalguía.
Los trofeos arrancados de la mano de los héroes
moribundos cuyos semblantes reflejaban en vez
de rencor y odio al hermano vencedor, la
conciencia del sentimiento del deber impuesto
por la fatalidad, esos trofeos no tienen
colocación posible en nuestros museos y deben
ser devueltos al noble pueblo que los sostuvo con
gloria inmarcesible aún en la hora suprema de la
agonía”.
Posteriormente, el General Máximo Tajes llevó los
trofeos a Asunción, donde el pueblo paraguayo vitoreaba
al Uruguay mientras sus Pabellones cubrían de flores a
nuestros hombres, y viejos veteranos paraguayos caían de
rodillas, llorando y saludando sus banderas recuperadas.
Tajes entonces expresó: “¡Nobleza grande la de este
pueblo que perdonó nuestras ofensas, al entender que
también nosotros volvíamos humillados a pedirle
disculpas!”
269
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La Argentina recién devolvió sus trofeos de guerra
durante el Gobierno de Perón, a mediados del Siglo XX,
mientras que Brasil, no los devolvió jamás.
270
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Epílogo
Posiblemente se especule que nuestro sagaz personaje
se haya quedado de a pie en esta historia, quien sabe
perdido en medio al fragor de algún combate, que haya
sucumbido ante alguna lanza guaraní, que el cólera lo
hubiese consumido en diarreicas convulsiones, que la
inanición le agotase el cuerpo y hasta que tal vez tuviese
desertado encaramándose con alguna china solitaria
colgada en la montura y cabalgado rumbo a lo
desconocido. Para ciertos, hasta que es posible que
hubiese enloquecido después de ver y participar de tanta
barbarie junta en un solo lugar. Nunca se sabe.
En verdad, no fue así. La repetición consecutiva de
tantos hechos y vicisitudes obligó a que dejáramos en
suspenso relatos ingénitos sobre nuestro protagonista, ya
que este no pudo más que dejarse envolver por las brutales
efemérides que se refrendaron en los postreros años de la
guerra, como si ellas fuesen cascadas, despeñaderos o
abismos insondables ante los cuales el alma humana se
deja llevar de la mano cuando ya no se vislumbra una
solución coherente, y cuando el espíritu se enferma con
todo lo que entrevé.
271
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Ya lo fue sentenciado antes, cuando disertamos sobre
el carácter inicial de José, de quien en su niñez se podría
hasta afirmar -que igual a cualquier niño- era dócil y
cariñoso, al mismo tiempo que de pronto se volvía terco.
Pero en realidad, eso más se debía al ir cambiando de a
poco su personalidad. Hoy, esos cambios son interpretados
como las llamadas “crisis de la edad”, relacionadas la
mayoría de ellas con los cambios que sufre el cuerpo.
Para entenderlas y saber cómo tratarlas, hoy en día los
terapeutas indican que hay que saber primero lo que se
entiende por crisis. Ya que se define como crisis una
situación de cambios debidos a la evolución y al desarrollo
psicofisiológico de la persona. Es por tanto un estado
temporal con cierta desorganización y caracterizado por la
dificultad del menor para abordar las situaciones nuevas.
En aquella época poco se sabía de todo esto, pero
estas crisis de la edad son y siempre han sido necesarias,
ya que de otra forma el niño no podría evolucionar,
desarrollarse, crecer y madurar. Por lo tanto, son positivas,
pero hay que saber actuar ante ellas de manera correcta.
Ciertos pedagogos afirman que desdramatizar la
situación y tener paciencia, son buenas herramientas para
los padres, que no deben olvidar que el niño es el primero
que se siente en disconfort con él mismo. Y esto se debe a
que el desarrollo de cualquier persona no es regular.
272
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
En algunos momentos cambia de forma lenta y
gradual, pero en determinados periodos se producen
“saltos” que son los que llamamos crisis. En estos
periodos el comportamiento cambia, ya que cambian sus
hábitos y cualidades físicas y psíquicas. Parece que el
mundo se amplia y sus formas de actuar, relacionarse y
resolver problemas ya no le son útiles, así que busca
nuevas maneras. Pero no es un proceso fácil,
principalmente cuando a posterior la persona tiene que
actuar bajo la presión emotiva a la cual José fue expuesto,
yuxtapuesto a todos aquellos terribles escenarios
indiscutibles, como lo fue la Guerra del Paraguay.
El paso de la infancia a la juventud no es fácil para
nadie, ni para los padres como tampoco para los niños. Si
en la pubertad el cambio de comportamiento y carácter del
niño está más provocado por cambios fisiológicos, en la
adolescencia son los cambios psicológicos y afectivos los
que provocan la “crisis”.
Hoy está más explícito para un lego, que esa es una
etapa cargada de contradicciones, en la que los amigos y
compañeros cobran más importancia, por lo que el
adolescente debe crear su propia personalidad, lo que
supone un distanciamiento de los padres, no sólo en sus
opiniones, como también en su forma de vestir y hablar.
273
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Del mismo modo, es sabido que la adolescencia se
caracteriza por la rebeldía, el inconformismo y las crisis de
identidad, lo que hace multiplicar los conflictos. Siempre
ha sido así, aunque antiguamente esas constantes
discusiones eran realizadas con el propio yo,
principalmente por razones de respeto hacia los mayores,
en cuanto que hoy día, la evolución de la sumisión y el
sometimiento ha hecho que los hijos no suelan obedecer,
contestando mal, encerrándose en su habitación y le hacen
más caso de los amigos que de los adultos.
Sin embargo, José ya no era un niño, ni un joven o un
adolecente. Mismo con sus veintipocos años, era un
hombre maduro que vivía un momento de confusión e
incertidumbre que ni él mismo entendía; de hecho, los
frecuentes sentimientos de culpa y arrepentimiento sobre
las situaciones en las que se comportara en contrario a lo
que le gustaba, lo habían forzado a hacerlo sin gestionar.
Por otro lado, pensaba que tal vez él seguía viviendo de
sueños y presentes inmediatos, cautivo involuntario del
“carpe diem”.
No habiendo sido encontrados los registros de su fe de
oficio, es imposible afirmar si José fue herido en algún
combate o escaramuza, si padeció de alguna enfermedad,
si estuvo internado en algún incierto hospital de campaña,
si se entretuvo con alguna pollera bajo la sombra de su
274
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
barraca, o si sufrió amonestaciones y tuvo que cumplir
pena tanto en barraca como en la Guardia de frente, o
recibió algún que otro golpe de espada en el lomo. Todo
lleva a creer que sí, pues a lo largo de tanto tiempo y bajo
las condiciones reinantes, José participó de alguna forma
de tales arengas que aquí han sido relatadas. Al final de
cuentas, era uno más en aquella inmensa aglomeración de
gentes.
Pero la guerra llegó a su fin y en su mente ponderaba
que algunos de esos infortunios ocurrían en momentos en
que se sentía terriblemente solo, o con sus fantasmas
particulares, rodeado de amigos con los que cada vez tenía
menos cosas en común, y cada día más lejano del resto de
un mundo en el que pensaba que ya no se encajaba.
Pero, ¿qué se le va a hacer?, se cuestionaba ya de
vuelta a sus pagos, mientras que de tiempo en tiempo
descubría que estaba obcecado en tener familia y en
valorar demasiado las propiedades o el reconocimiento
ajeno, mientras que en otras no hacía más sentido
participar de muchas de las actividades que lo fuesen a
dejar anclado en un mismo lugar.
Al final de cuentas, necesitaba considerar que de muy
joven había partido como Alférez del 7º Comando
Provisorio de Caballería de la Guardia Nacional, y seis
años más tarde estaba volviendo a su terruño como
275
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Teniente Alférez de Caballería de la Guardia Nacional, lo
que en perspectiva significaba disfrutar de una posición
más noble en la sociedad, mejores proventos, la
oportunidad de construir un lar, formar una familia, y aún
más, el derecho de exhibirse ante su coterráneos con todas
sus condecoraciones colgadas en su solapa. Hasta
recordaba con un ligero sonriso en los labios, cuando en la
“Orden del Día” Nº 21 del 12 de junio de 1869, salió
publicado en la página 234, su ascenso a Teniente del 7º
Comando Provisorio de Caballería. Y mucho más feliz se
sintió cuando su nombre apareció publicado en la página
93 de la lista de oficiales honorarios con el puesto de
Teniente Alférez el 31 de julio de 1872.
¿Qué más?, pensó José, luego después de llegar y al
recordar que en 1869 también recibiera la “Medalla de
Recompensa a la Bravura Militar”, la que fuera instituida
por Don Pedro II por medio del Decreto 4131 del 28 de
marzo de 1868, y comunicada por intermedio del “Orden
del Día” emitido por la Repartición del Ayudante General
de la Secretaria de Estado de los Asuntos de Guerra,
evento que fue registrado con el número 683 el día 20 de
julio de 1969.
Peri si en aquel día se le había atiborrado el pecho de
orgullo, que decir cuando el 28 de marzo de 1971 recibió
la “Medalla por la Rendición de Uruguaiana”, de acuerdo
276
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
con el Decreto 3515 del 20 septiembre de 1865 y
comunicado por la Repartición del Ayudante General de la
Secretaria de Estado de los Asuntos de Guerra, cuando era
ya Teniente de Caballería de la Guardia Nacional.
Además, también tenía la Medalla recibida del Estado
Oriental de Uruguay, por las manos de Manuel Lucas de
Souza, quien lo condecorara por “Mérito Militar” según lo
atestaba el documento de “Forma Pública” que tenía entre
manos, y con dos sellos del Imperio de Brasil de 200
contos de reis cada uno.
Sin embargo, en otros instantes de soledad, José
recapacitaba que ya llevaba varios años rodando de aquí
para allá que ni guijarro en el lecho de un río, sin hacer
ascos a nada en caso de necesidad, y le afligía pensar que
ya estaba llegando a una edad en que la gran mayoría ya
tiene casa, esposa, y un par de mocosos con los quien
compartir sus días. No en tanto, a fin de sortear esos
instantes de melancolía, concluía que se había
acostumbrado a viajar desde muy joven, y desde entonces
le había sido imposible concebir una vida diferente a la
que llevaba desde su regreso.
En todo caso, sirve destacar y no se puede negar, que
en ocasiones, a José le asaltaban las dudas, inmensas
dudas sobre esa corta vida ya repleta de honores y
sacrificios, de muertes y desgracias, de ceremonias y
277
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
expiaciones, y se planteaba si aún tenía sentido lo que
estaba haciendo en un cuartel de frontera.
En esas se le fue el tiempo y los años posteriores a su
retorno. Por veces hasta se olvidaba un poco de los
disgustos, de las batallas, de los pestilentes bañados, del
cólera mórbus, del hambre, de las inclemencias de los
campamentos, de las terribles tormentas, de los calores
abrazantes y, principalmente, de los muertos, de los
heridos y de los que agonizaban entre gritos porque ya no
había remedios para sus males. En otros, hasta ponía en
tela de juicio todo ello, y se cuestionaba exaltado si es qué
aun valía la pena continuar en el ejército.
Pero elevadas ansias incontenidas le decían que no,
que no debía pedir su baja, si en verdad quería casarse un
día con aquella bella doncella por la cual últimamente su
corazón no paraba más de palpitar alocadamente. No
podía dejar de recapacitar que difícilmente encontraría un
empleo u ocupación capaz de proporcionarle una vida
holgada para ellos y los hijos que tanto soñaba tener un
día.
Y así, finalmente por los alrededores de 1873 José se
casó con Leonidia y de su matrimonio nacieron 4 hijos:
Fidelis en 1875, Eugraça en 1879, Natalia en 1881, y
como si fuese una gracia de Dios, el 30 de diciembre de
1888 nacía la pequeña Ana Cecilia.
278
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Después de la muerte de José, su hija más joven, Ana
Cecilia, pasó a recibir la pensión de combatiente a la que
tenía derecho por ser hija y en falta también de la madre, y
la que le fue otorgada el 20 de noviembre de 1953.
279
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
ANEXOS
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Histórico sobre el “Regimiento de Caballería”:
Normalmente, la tropa de Caballería, al inicio de las
operaciones de guerra, era empleada al frente de los demás
integrantes de la Fuerza Terrestre, para efectuar la
búsqueda de informaciones sobre el enemigo y sobre la
región donde se realizarían las operaciones. Igualmente,
participa de acciones ofensivas y defensivas, aplicando sus
características básicas: movilidad, potencia de fuego,
acción de choque, protección y sistema de comunicaciones
amplio y flexible. Sus elementos pueden ser blindados,
mecanizados o de guardas. También participa del
ceremonial con escoltas mecanizadas y a caballo.
La Caballería brasileña tiene su origen ligada a la
organización del Regimiento de Dragones Auxiliares, en
Pernambuco, al término de la guerra contra los holandeses,
y era remunerada por hombres abastados, como João
Fernández Vieira. Más tarde, en la época del gobierno del
Marqués de Pombal, se creó, en Rio de Janeiro, el
281
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Regimiento de Dragones, que visaba garantir la autoridad
y el cumplimento de las leyes, permaneciendo en
condiciones de acorrer, en tiempo de guerra, donde fuese
necesario.
En el sur de Brasil, durante las luchas en torno de la
Colonia del Sacramento, el general Silva Pais organizó el
Regimiento de Dragones de Rio Grande para guarnecer las
fronteras, en fase del fracasado “Tratado de Límites” de
1750 (Madrid). Durante el II Reinado, la Caballera tuvo
activa participación en los conflictos sulinos.
En 1851/52, el 2º Regimiento de Caballería, con
Osorio a su frente, integró las tropas que invadieron
Uruguay, culminando con su participación en la Batalla de
Monte Caseros, en la cual fue derrotado Juan Manuel
Rosas, dictador argentino. Durante la Guerra de la Tríplice
Alianza, Brasil empeñó seis divisiones de Caballearía
(DC), distinguiéndose a frente de ellas, la figura
legendaria del Mariscal Osorio, el futuro Marqués de
Herval.
Después de las reformas de 1908/15 y por causa de la
influencia de la Misión Francesa (1921), la Caballería
brasileña fue albo de profundas modificaciones, que se
intensificaron a partir de la década de 1960, con el
“Acuerdo Militar Brasil-Estados Unidos”. Ese acuerdo le
posibilitó a la Caballería brasileña dotar sus regimientos
282
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
con los más modernos materiales blindados de América
del Sur de aquella época.
Hoy, existen dos regimientos de Caballería de Guarda
(Porto Alegre e Brasilia) y el Regimiento Escuela de
Caballería (Rio de Janeiro); brigadas de Caballería
Mecanizada y Blindada; regimientos de Caballería
Mecanizada en las divisiones del ejército, y regimientos de
carros de combate en las brigadas de Infantería Blindada.
En las últimas décadas, la Fuerza adquirió nuevos
carros de combate, los blindados M60 A3 TTS,
norteamericano, y el Leopard 1A1, alemán, de
procedencia belga, dando seguimiento a la modernización
de la Caballería brasileña.
283
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
No obstante la creciente complejidad del campo de
batalla moderno, donde el imperio de la más alta
tecnología dinamiza la integración de los sistemas
operacionales del campo de batalla, las Fuerzas Blindadas
todavía permanecen siendo un factor decisivo durante el
combate, gracias a las características cada vez más
perfeccionadas de movilidad, potencia de fuego,
protección blindada y comunicaciones amplias y flexibles.
Por otro lado, la modernización, el desenvolvimiento
de una doctrina basada en su empleo eficaz, el
adiestramiento duro y realístico de esas fuerzas, es lo que
constituye motivo de constante preocupación y elevada
prioridad para todos los ejércitos del mundo.
284
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
¿Qué significaba ser un integrante del Batallón
de Caballería?
SER DE CAVALARIA – é mais do que um privilégio.
É principalmente, uma pesada responsabilidade. Quem
não souber medir a verdadeira extensão desta
responsabilidade, para trás! Só assim não virá a ser um
pigmeu entre gigantes!
SER DE CAVALARIA - é ser diferente com
espontaneidade e sem arrogância, com discrição e
lealdade.
SER DE CAVALARIA – é perseguir um ideal que não
se ofusca. Pela glória, o cavalariano peleja, se supera e se
sacrifica até chegar, pelo menos, à vizinhança do infinito.
Pela tradição ele se molda, se robustece, age e reage, sob
a inspiração da perpetuidade, que é o fundamento
existencial da Arma.
SER DE CAVALARIA – é ser da astúcia, enamorado;
da bravura, amante; da audácia, apaixonado.
SER DE CAVALARIA – é fazer da renúncia um credo
e da resignação um apostolado. A renúncia é a
285
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
inesgotável fonte de energia que mantém acesa a chama
interior do cavalariano. A resignação retempera sua
alma, para transmudar espinhos em flores e para vencer o
vírus do desestímulo.
SER DE CAVALARIA – é amar com exaltação o
cavalo, num misto sentimento de amizade e de
reconhecimento. Reconhecimento pela sua capacidade de
pagar com afeto, o afeto que lhe é dedicado.
Reconhecimento pela sua cooperação nas glórias
imorredouras da Arma.
SER DE CAVALARIA – é prestigiar os blindados e
sentir que neles também pulsa um coração cavalariano. A
eles caberá nos conduzir na guerra moderna,
impulsionado pela chama imortal que arde em nossas
entranhas.
SER DE CAVALARIA – é, ao mesmo tempo, ser
monarca e ser escravo. Monarca dos espaços livres e
profundos, de ínvias e ásperas veredas. Escravo penoso
do tributo, só comparável à beleza de suas missões
clássicas antes, durante e depois da batalha.
SER DE CAVALARIA – é, antes de mais nada e
apesar de tudo, nascer, viver e morrer SEMPRE DE
CAVALARIA!
De “Carta a um Cadete” – de Luís Felipe Azambuja, Cel. Cav.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La función de un Alférez
La denominación de “Alférez” corresponde a un
puesto o graduación militar existente en las fuerzas
armadas de algunos países. Normalmente, es concerniente
a un puesto de las categorías de oficial subalterno o de
cadete-oficial alumno.
Originalmente, el alférez era el encargado del
transporte de la bandera o estandarte de un ejército, unidad
militar, orden de caballería u otra institución militar, civil
o religiosa.
Posteriormente, se transformó en un puesto militar en
el cual ya no era necesariamente inherente el ejercicio de
la función de porta bandera. No en tanto, en diversas
fuerzas armadas de muchos países, se continúa
manteniendo la tradición de utilizar a los alféreces más
nuevos de cada unidad, para ser designados con la función
de porta banderas.
En la caballería de los ejércitos de algunos países, el
puesto correspondiente al alférez, es designado al
“corneta” de la unidad. Esta designación se refiere a la
corneta, un tipo de bandera triangular usada en el pasado
por las unidades de caballería y aun hoy usada como
bandera de señales por la marina.
287
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
A pesar de que en el pasado, haya existido en casi
todas las fuerzas armadas del mundo, posteriormente, el
puesto de alférez fue extinto en muchas de ellas, y siendo
substituido por el de segundo teniente o subteniente.
Del mismo modo, puede decirse que el puesto de
“alférez” existe en diversos países de lengua portuguesa y
en su variante de “alférez” en diversos países de lengua
española.
Existen dos teorías para el origen de la palabra
“alférez”. La primera es de que esta palabra deriva de la
lengua árabe, donde “a” es articulo definido y el “fere”
significa caballero (educado, especializado, de saber y
gentil), o caballero (el hombre que monta un caballo y que
se sabe comportar en sociedad). La otra teoría es de que
esta palabra deriva del termino latino “aquilifer”, nombre
con el que se designaba al soldado que transportaba a
águila (la insignia de las legiones romanas).
En países de lenguas eslavas, los puestos
correspondientes a los de alférez, se designan por termos
que se refieren a un porta bandera o porta estandarte. Es el
caso de los términos “ о щик [praporshchik]” en
ruso, y “chorąży” en polaco.
En otras lenguas, los puestos equivalentes a alférez
son designados por términos que, etimológicamente,
designan directamente un tipo de bandera usada por la
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
infantería y que, por extensión, pasaron también a designar
a su porta bandera. Son los casos de los términos
“Fähnrich” en alemán, “enseigne” en francés y “ensign”
en inglés.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Las Honras
Cabe mencionar los reconocimientos honorarios
recibidos por el Teniente Alférez José Cavalheiro Leite,
referentes a sus méritos durante el desempeño militar:
Medalla por la Rendición de Uruguaiana.
Fue creada por medio del Decreto 3515 del 20 septiembre de 1865, para los civiles y militares, inclusive aliados, que participaron de la rendición de Uruguaiana el día 18 septiembre de 1865, a los aliados en la presencia de Don Pedro II. Era circular. En su anverso, entre dos ramos, uno de café (izquierda) y otro de fumo (derecha), consta la inscripción – “Uruguaiana”. En su reverso, al centro de una corona de laurel, la data – 18 de septiembre de 1865. La cinta era de tres listas, siendo la central verde y las laterales de azul celeste. El metal era oro para los miembros de la Familia Real, Ministro Real, Ministro de Guerra y Generales. Plata para los oficiales, civiles de la Secretaria de Guerra, magistrados y personas de distinción, y de zinc-antimonio para los plazas y civiles no encuadrados en la categoría anterior. Las de oro y plata eran para ser usadas del lado derecho del pecho, caso excepcional. Las de zinc-antimonio eran para ser usadas del lado izquierdo del pecho, como era normal y con pasado normal. Consta en registros que existe dos acuñaciones.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Medalla de recompensa a la bravura militar.
Fue creada por Don Pedro II por medio del Decreto 4131 del 28 de marzo de 1868, y era destinada para los que de ella se tornaron dignos por su bravura en cualquier acción de guerra durante la Campaña del Paraguay.
Era oval, de bronce y debía ser usada del lado izquierdo del pecho. Ella pendía de una cinta con tres listas, la central escarlata y las extremas verdes. También poseía tantos pasadores cuantos fuesen las concesiones otorgadas por las acciones en que se practicó acto de bravura. Las acciones figuraban por data, o por el nombre histórico que tomó la acción.
En su anverso: Un conjunto de trofeos circundados por la legenda – “Exército em operações contra o Governo do Paraguai”.
En su reverso: La inscripción central “Recompensa à Bravura Militar”, circundada por la inscripción: “Decreto de 28 de marzo de 1868”. Posteriormente, ella fue extendida a la Marina por medio del Decreto 4143 del 5 abril de1868.
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Retrato de época de José Cavalheiro Leite luciendo su uniforme de gala y las
condecoraciones recibidas por el emperador Don Pedro II en reconocimiento
de sus actos de bravura durante las batallas en la Guerra de Paraguay
Modelo de uniformes utilizados por los Integrantes de Caçadores a Pé - 1866 a
1870: a) Alferes, Uniforme de meia marcha; b) Coronel, pequeno uniforme; c) Soldado,
idem; d) Soldado, idem.
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Documentación comprobatoria
Carta fundamentada que permanece en manos de
familiares y hacen referencia a la entrega de la
“Condecoración por la Rendición de Uruguiana”, y con
la firma del titular al pie del documento.
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Modelo de la medalla de la toma de Uruguaiana
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Carta documental entregue a José Cavalheiro Leite, y
referente a la entrega de la condecoración por
“Recompensa a la bravura militar”, creada por Don
Pedro II por medio del Decreto 4131 del 28 de marzo de
1868.
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Documento de “Pública Forma” donde es descrita en
minucias la participación del personaje por diversa
acciones en territorio brasileño, con sello del imperio al
pie de la misma.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Foto de la época adulta de los hijos de José Cavalheiro
Leite, captada em una reunión familiar realizada en
Santana do Livramento
Sentados de la izquierda para la derecha: Ana Cecilia
Cavalheiro (1888-1978); Eugraça Cavalheiro; Fidelis
Cavalheiro (1875-1950); Nathalia Cavalheiro (1885-1975)
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Documento emitido el 22 de diciembre de 1977, que
otorga el derecho de “Pensionista del Ejército de la
República Federativa de Brasil” para Ana Cecilia
Cavalheiro Leite, hija de José Cavalheiro Leite y Leonidia
Cavalheiro Leite, entonces residente en la ciudad de
Santana do Livramento, Rio Grande do Sul, Brasil.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Informe del origen del nombre: Cavalheiro
Es necesario advertir que no existe una disposición
plena al respecto, pero entre las pesquisas realizadas,
fueron encontrados muchos indicios de que el apellido
Cavalheiro puede ser de origen judío, tal vez proveniente
de las comunidades judías de España y/o Portugal.
Cuando los romanos conquistaron la nación judía en
el año 70 Ac., gran parte de la población judía fue enviada
al exilio a lo largo de todos los territorios del Imperio
Romano. Y así fue como muchos judíos llegaron a la
Península Ibérica. Pero los 750.000 judíos que vivían en
España en el año 1492, casi que todos ellos fueron
expulsados del país por Real Decreto de los reyes
Fernando e Isabel.
No en tanto, los judíos de Portugal fueron expulsados
varios años después, y a los judíos que se convertían al
catolicismo se les prometía el indulto a la expulsión. Pero
a pesar de que algunos se convirtieron por su propia
voluntad, la mayoría de estos nuevos cristianos fueron
denominados CONVERSOS o MARRANOS (un término
despectivo que significa cerdo en español), o ANUSIM
(que significa “forzados” en hebreo) y CRIPTOJUDÍOS,
303
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
cuando continuaban secretamente practicando los
preceptos de la religión judía.
Una minuciosa investigación halló que el apellido
Cavalheiro es citado, en relación a los judíos y
criptojudíos, en al menos una de las referencias
bibliográficas investigadas, sean estas documentales o
electrónicas.
Dicionário Sefaradi de Sobrenomes (Diccionario Sefardí de Apellidos), G. Faiguenboim, P. Valadares, A.R. Campagnano, Rio de Janeiro, 2004.
Vale destacar que el “Diccionario Sefardí de
Apellidos”, es una obra bilingüe (portugués/inglés) que
incluye los apellidos de cristianos nuevos; conversos,
304
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
criptojudíos (marranos) italianos, bereberes, y su historia
en España, Portugal e Italia.
El referido estudio contiene más de 16.000 apellidos
presentados en 12.000 entradas, con cientos de fotografías
excepcionales, escudos de familias, y todo tipo de
ilustraciones.
Asimismo, contiene un sumario de 72 páginas de la
historia sefardí, antes y después de la expulsión de España
y Portugal, así como 40 páginas de un ensayo lingüístico
acerca de los apellidos sefardíes, incluida una interesante
lista de los 250 apellidos sefardíes más frecuentes.
El diccionario abarca un período de 600 años, desde el
siglo XIV hasta el siglo XX, y el área que cubre incluye a
España, Portugal, Francia, Italia, Holanda, Inglaterra,
Alemania, Los Balcanes, Europa Central y Oriental, el
antiguo Imperio Otomano, Marruecos, Argelia, Túnez,
Libia, Egipto, Irak, Yemen, Siria, Líbano, Israel, América
del Norte, América Central y el Caribe, América del Sur, y
demás.
Otro dato que no se puede descartar, es que alrededor
del siglo XII comenzó a generalizarse el uso de apellidos
en la Península Ibérica, muchos de los cuales estaban
relacionados con la tierra o eran descriptivos. En España,
en donde la influencia árabe-judía era significativa, estos
nuevos apellidos conservaron su estructura original, de tal
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
manera que muchos de los apellidos judíos derivaban del
hebreo.
Otros estaban directamente relacionados a localidades
geográficas y fueron adoptados debido al forzoso
deambular provocado por el exilio, las persecuciones y las
oportunidades negadas. Había también apellidos que
surgieron como consecuencia de la conversión, al aceptar
la familia el apellido de su protector cristiano. En muchos
casos, los judíos portugueses portaban nombres de origen
puramente ibérico/cristiano. Muchos de ellos fueron
cambiando en el transcurso de la migración de un país a
otro. En otros casos, adoptaron “alias” o nombres
completamente nuevos por temor a la Inquisición.
Por otro lado, y consultando otras fuentes, la historia
y heráldica del apellido Cavaleiro aparece en el “Armorial
Lusitano” de Antonio Sergio, así pues, los Cavaleiro son o
bien de origen portugués o con ramas en Portugal.
También hay que tener en cuenta, es que los nobles
portugueses estaban enlazados con la nobleza castellano-
leonesa y gallega, además de que Portugal estuvo en
tiempos unido a España, razón por la cual no se puede
descartar de cara al estudio del apellido Cavaleiro, ya que
dicho apellido figura en la lista de apellidos de Gabinete
Heráldico por lo que su historia completa y escudo o
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
escudos heráldicos pueden ser conocidos en su página
web: http://www.heraldico.com
En esa página web se recogen algunos datos
interesantes y útiles para el estudio de la historia y de la
heráldica del apellido Cavaleiro. Pero lo más importante
es la información bibliográfica en la que se recogen datos
de los Cavaleiro.
Se sabe que los Cavaleiro tienen o tuvieron
radicación, entre otros lugares, en Portugal.
Genealogía y heráldica. Árbol genealógico de su familia Cavaleiro con heráldica e
historia.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Escudo, origen e historia del apellido Cavaleiro
Pergamino con el escudo del apellido Cavaleiro y su origen e historia
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Mapa de la región del conflicto con sus principales batallas.
Reproducido de la obra de Cuarterolo, que lo extrajo del libro de George Thompson,
1870.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Fuentes de Consulta
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Círculo Militar, 1973
CÁRCANO Ramón José - Guerra del Paraguay,
Domingo Viau y Cía., 1941
CASTAGNINO L. - Guerra del Paraguay. La Tripe
Alianza contra los países del Plata
CHIAVENATTO Julio José. - Genocidio Americano: A
Guerra do Paraguai.-Sao Paulo
ROSA José María. - La Guerra del Paraguay y las
Montoneras argentinas.
DE MARCO Miguel Ángel - La Guerra del Paraguay,
Emecé, 2007
DONATO, Hernâni. - Dicionário das batalhas brasileiras.
2a ed., IBRASA, 1996
Foros del Uruguay Militaria -Diversas informaciones
FURTADO, Joaci Pereira. - A Guerra do Paraguai (1864-
1870).
Gabinete Heráldico de España -Pesquisas sobre nombres.
GARMENDÍA José Ignacio - Recuerdos de la guerra del
Paraguay, Peuser, 1890
IBGE Divisão Territorial do Brasil e Limites Territoriais -
Instit. Brasilero de Geografia y Estatística.
310
El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
La Gazeta Federal: www.lagazeta.com.ar
LAVARDA Marcus Túlio Borowiski - Iconografia da
Guerra do Paraguai.
MUÑOZ, Javier Romero - La Guerra Grande: The War of
the Triple Alliance, 1865-1870.
PEDROSA, J. F. Maya. - A Catástrofe dos Erros. Rio de
Janeiro: Bibl. do Exército, 2004,
Portal del Ejercito Brasilero - Ordens do Dia...
POMBO, Rocha
Wikipédia - Diversas consultas y extracción de datos
varios de sitios públicos.
Historiar.net - História e Genealogia - Livros antigos
pesquisáveis.
BELTRÂO, Romeu - Cronologia Histórica de Santa Maria
- volumen 1.
GARRITANO, Maria Teresa - Crimes e punições na
Guerra do Paraguai (1864-1870).
Gran parte de las imágenes aquí expuestas, proceden del
libro de recopilación de Miguel Ángel Cuarterolo
“Soldados de la Memoria, Imágenes y hombres de la
Guerra del Paraguay”, Planeta, Buenos Aires. El resto de
las fotografías, así como las pinturas de Cándido López y
otros más, han sido extraídos de sitios públicos de
Internet.
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Nombre: Carlos Guillermo Basáñez Delfante
País de origen: República Oriental del Uruguay
Fecha de nacimiento: 10 de Febrero de 1949
Ciudad: Montevideo
Nivel educacional: Cursó primer nivel escolar y secundario en el
Instituto Sagrado Corazón.
Efectuó preparatorio de Notariado en el
Instituto Nocturno de Montevideo y dio inicio a
estudios universitarios en la Facultad de
Derecho en Uruguay.
Participó de diversos cursos técnicos y
seminarios en Argentina, Brasil, México y
Estados Unidos.
Experiencia profesional: Trabajó durante 26 años en Pepsico & Cia,
donde se retiró como Vicepresidente de Ventas
y Distribución, y posteriormente, 15 años en su
propia empresa. Realizó para Pepsico
consultoría de mercadeo y planificación en los
mercados de México, Canadá, República Checa
y Polonia.
Residencia: Desde 1971, está radicado en Brasil, donde
vivió en las ciudades de Río de Janeiro, Recife
y São Paulo. Actualmente mantiene residencia
fija en Porto Alegre (Brasil) y ocasionalmente
permanece algunos meses al año en Buenos
Aires (Rep. Argentina) y en Montevideo
(Uruguay).
Retórica Literaria: Elaboró el “Manual Básico de Operaciones” en
4 volúmenes en 1983, el “Manual de
Entrenamiento para Vendedores” en 1984,
confeccionó el “Guía Práctico para Gerentes”
en 3 volúmenes en el año 1989. Concibió el
“Guía Sistematizado para Administración
Gerencial” en 1997 y “El Arte de Vender con
Éxito” en 2006. Obras concebidas en portugués
y para uso interno de la empresa y sus
asociados.
Obras en Español: Principios Básicos del Arte de Vender – 2007
Poemas del Pensamiento – 2007
Cuentos del Cotidiano – 2007
La Tía Cora y otros Cuentos – 2008
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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite
Anécdotas de la Vida – 2008
La Vida Como Ella Es – 2008
Flashes Mundanos – 2008
Nimiedades Insólitas – 2009
Crónicas del Blog – 2009
Corazones en Conflicto – 2009
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. II –
2009
Con un Poco de Humor - 2009
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. III –
2009
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. IV –
2009
Humor… una expresión de regocijo - 2010
Risa… Un Remedio Infalible – 2010
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. V –
2010
Fobias Entre Delirios – 2010
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. VI –
2010
Aguardando el Doctor Garrido – 2010
El Velorio de Nicanor – 2010
La Verdadera Historia de Pulgarcito - 2010
Misterios en Piedras Verdes - 2010
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. VII
– 2010
Una Flor Blanca en el Cardal - 2011
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. VIII
– 2011
¿Es Posible Ejercer un Buen Liderazgo? - 2011
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. IX –
2011
Los Cuentos de Neiva, la Peluquera - 2012
El Viaje Hacia el Real de San Felipe - 2012
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. X –
2012
Logogrifos en el vagón del The Ghan - 2012
Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. XI –
2012
El Sagaz Teniente Alférez José Cavalheiro
Leite - 2012
El Maldito Tesoro de la Fragata - 2013
Carretas del Espectro - 2013
313
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