"El secreto de los libros mágicos".

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Esteban de las Heras García.

Los niños y niñas de la clase de 2ºD

del C.E.I.P. José Ortega y Gasset de Ceuta.

- «¡Shhh! Tenemos un plan». Silencio por favor, he escuchado algo.- ¿Qué hora es?- Son las ocho y media de la mañana. ¿Serán las limpiadoras?- Puede ser, suelen abrir antes el colegio. Dile a alguno de los libros de la biblioteca que baje a mirar.- Oye, «¡Cómo mola tu escoba!», ¿puedes acercarte volando hacia la puerta de la clase y mirar si vienen los niños y su maestra?- ¿Y por qué no mandas a «Epaminondas»?- ¿Qué quieres que lo haga todo al revés y en vez de ir a la puerta de la clase, se vaya a la pizarra a escribir la fecha?- De acuerdo, lo haré yo. Me voy volando. No viene nadie.

En la biblioteca de la clase de 2º D del Colegio José Ortega y Gasset, estaban ocurriendo cosas extrañas. Todos los días al finalizar las clases, su maestra y sus alumnos ordenaban los libros con mucho cuidado y esmero, poniendo cada uno en su sitio. Pero a la mañana siguiente, siempre se encontraban libros esparcidos por diferentes sitios del aula.Al lado de la puerta de clase, aparecía siempre, «¡Cómo mola tu escoba!», pegado a la pizarra, «Epaminondas», encima de la mesa de la seño, «Leer, ¡qué gran aventura!». Así era todos los días.

El alumnado y su maestra estaban ya cansados de dar quejas, ellos pensaban que algunos “ladrones” eran los causantes de tal desorden. Hubo días que llamaron a la policía, visitaron el colegio para investigar sobre lo sucedido, pero no encontraron nada.

El policía siempre decía lo mismo:

- Tenéis duendes en clase.

Los niños se miraban unos a otros extrañados, pero no llegaban a entender muy bien qué quería decir aquel policía.

Esos niños no tenían ni idea de lo que estaba pasando, su maestra estaba desesperada, menos mal que habían leído “Cómo corregir a una maestra malvada” y podían utilizar algunas estrategias para calmarla. Cuando se enfada, se pone de muy mal humor, en su otro cole la conocían como “Bruja malvada”.

- ¡Seño, no te enfades! Algún día encontraremos una solución, dijo Randa.

Rápidamente intervino Adriana, la cual llevaba un vestido monísimo, perfectamente peinada:

- ¡Claro seño! A partir de ahora yo voy a llegar un poco antes a clase para ver si descubro algo. Valeria Espinosa, mientras tanto, pensaba en hacer algún tipo de trampa con cajas de cartón, folios, pegamento, cuerdas y bolígrafos. Le chiflaban las manualidades.

Volvieron a ordenar los libros, como cada día. Y empezaron a dar clase, siguiendo las rutinas diarias: calendario, maestros de equipo, desayuno saludable... Nada extraño se palpaba en el ambiente…hasta que llegó la hora del cuento.

- ¡No aguanto más, tengo que decirlo!.

- ¡Cállate, nos van a escuchar! Tenemos al lado a los encargados de la biblioteca.

La seño comenzó a leer el cuento elegido para ese día y en mitad de la historia, como por arte de magia, un libro se cayó al suelo.

- ¿Cómo se ha caído ese libro?, preguntó la seño.

Aiman y Alejandro pegaron un respingo y dijeron al unísono: - ¡No tenemos ni idea!

- Martín, por favor, ¿puedes coger el libro?

Martín se levantó de su asiento y fue en busca del libro, al intentar cogerlo, no podía despegarlo del suelo.

- Seño, no puedo cogerlo.

- Mohamed Said ¿puedes ayudarle?

Mohamed Said fue en ayuda de su compañero, en la clase se ayudaban mucho, la seño estaba implementando algunas estrategias cooperativas, y los alumnos estaban aprendiendo a cooperar. Se estaban dando cuenta de que trabajando en equipo se superan más retos que trabajando cada uno por su cuenta.

Al llegar a Martín, lo agarró de la cintura y empezó a tirar de él, pero no había manera. El libro seguía pegado al suelo.

-Seño, no podemos despegarlo.La seño se levantó, y al dar el primer

paso, tomé la decisión de abrirme, y echar a volar. Todos los niños se quedaron como estatuas, no movían ni un músculo de su cuerpo. La seño se quedó petrificada. Pocas veces una maestra y su clase ven a un libro volar por su aula.

Durante mi vuelo por la clase, pude ver todas esas caras, llenas de ilusión y alegría por la lectura. Todos tenían esa mirada en los ojos. Eso había hecho que yo cobrara vida, que yo pudiera moverme, que yo pudiera hablar….

-¡Por favor, no os pongáis nerviosos! Sé que es un poco raro que un libro os hable, no hace falta que me presente, ¿sabéis quién soy? Antes de nada os quiero presentar a mis amigos.

-¡Chicos podéis salir!

Todos los libros de la biblioteca echaron a volar por la clase, fue un espectáculo grandioso. Después de un rato volando, todos se posaron sobre la mesa de la seño. En la clase no se movía ni un alfiler, y estaba todo en riguroso silencio. No daban crédito a lo que estaban viendo.- Mis amigos y yo, queremos daros las gracias a todos vosotros y a la seño, por leer nuestras historias, cada vez que lo hacéis, uno de nosotros cobra vida, cada vez somos más en esta pequeña biblioteca. Queremos que sigáis leyendo muchas y muchas historias, para que podamos ser muchos, muchos más. En vuestra clase no hay “ladrones”, ni “duendes” como dice ese policía, somos nosotros, que en ocasiones, por las noches nos aburrimos y estamos deseando que lleguen las nueve de la mañana para veros llegar. Nos divertimos mucho cuando os vemos trabajar en

clase, nos mola mucho el aprendizaje cooperativo o cuando la seño os graba en vídeo hablando en público. ¡Qué pasada! Todos habéis hecho muchos progresos. Estamos muy orgullosos de vosotros.

De repente, Daniel Vázquez se levanta de su silla y dice:

-¿Le puedo contar a mis padres lo que ha pasado aquí?

- No, por favor, esto tiene que ser nuestro secreto. Si le contáis esto a alguien, la policía volverá y se pondrá a investigar y nos llevarán a analizar. ¿Queréis vosotros eso? A mí me habéis devuelto la vida, yo era un libro casi olvidado, ya nadie me compraba ni me leía. Tengo que agradecerle mucho a mis autores Esteban de las Heras y Ángeles Lara por haberme dado vida, y a Laura Garret por haberme dado forma, pero entiendo que me hago mayor, que hay historias muy bonitas y autores muy buenos. Por eso quería daros las gracias, gracias por confiar en mí, gracias por leer mis pequeñas historias, gracias por haberme permitido conocer otras como «Chivos chivones», «¡Cómo mola tu escoba!”, “Epaminondas”, “¡¡¡Abuelaaa!!!”, “¡Shhh! Tenemos un plan”, “El gigante Pintanubes”, “La vaca y la mosca”.

Y todas las que me acompañan en la biblioteca, que es mi casa, y también vuestra casa.

-»Leer, ¡qué gran aventura!», quedan diez minutos para que suene el timbre y la próxima clase es de inglés, viene el profe Paco, ¡nos van a descubrir!- Tranquila, «Doña Desastre», acabo en ocho minutos y nos sobran dos para que todos estos niños nos coloquen en nuestro sitio. A partir de ahora, tenéis que guardar el secreto, como Zara es la encargada de la biblioteca, ella tendrá la llave mágica, se la daré cuando esté dormida, a través de uno de sus sueños. A partir de ahora seremos amigos para toda la vida.

Como ya sabéis, en los personajes de mi libro hay dos grupos: Las Maris y Los Chulitos. A partir de ahora vosotros seréis otros dos grupos:

«Los Chulilectores», donde podremos encontrar, a los magníficos: Aiman, Alejandro, Martín, Mohamed Said, Manuel elías, Abdelah, Samir, Daniel Muñoz, Daniel Pérez, Diego, Adrien, Enzo y Daniel Vázquez.

«Las Marilectoras», donde estarán, las maravillosas: Randa, Adriana, Valeria Espinosa, Zara, Yasmina, Alicia, Irene Manzanares, Almudena, Insaf, Laura, Ana, Irene Rosillo, Andrea, Valeria María y Paula.

Recordad, tenéis que guardar el secreto, por eso no podéis ni aplaudir, ni gritar, ni contárselo a nadie, pero a nadie, a nadie. Os prometo que nos volveremos a ver, siempre que leáis nuestras historias nos daréis vida. Un último favor, ordenadnos cuando termine de hablar. ¡Muchas gracias a todos! ¡Muchos besos! ¡Os quiero mucho!

¡Ringgggggg! Los libros se quedaron inertes, en cuestión de segundos los alumnos, en un plis plas , ordenaron todos los libros en la biblioteca y se pusieron a trabajar. La seño seguía en estado catatónico. Los niños entendieron perfectamente el mensaje.

- ¡Good morning! –dijo el profe Paco al entrar por la clase.

- Nothing, nothing teacher.

Los niños miraban todos a la seño mientras ésta abandonaba la clase y con disimulo le hacían el gesto del dedo índice puesto en la boca. Se notaba que había gran complicidad entre ellos.A la mañana siguiente la policía se personó en el aula, para preguntar cómo iba todo.

- ¡Hola chicos! ¿Qué tal va todo? ¿Se han vuelto a mover los libros?

La contestación que le dieron al policía sólo la podéis saber vosotros…………

- Sí, porque el profe Don Joaquín dio un portazo e hizo que todos los libros se cayeran de la biblioteca.

Daniel Vázquez contestó:- ¡Bueno, se han vuelto a....!

Entonces, antes de que terminara la frase, toda la clase dijo:

- ¡No se han vuelto a mover!

El policía respondió:

- Entonces, me voy.

Al momento, entra el profe Paco y le ocultamos todo lo que estaba ocurriendo en clase. Disimulábamos diciendo:

- ¡Aquí no ha pasado nada!

Y así guardamos el secreto de la clase de 2ºD.

- No se ha movido ningún libro.

- Me tengo que ir, adiós.

Y mirando hacia la biblioteca, el policía dijo:

- ¡Shhhh, hasta luego, libros!

- Vale, te lo vamos a contar, pero no se lo digas a nadie.

Y colorín, colorado este cuento que hemos contado de nuestro querido y amigo Esteban de las Heras García, se ha acabado.

Un beso para todos.

Martín responde:

- No.

Y al día siguiente, toda la clase de 2º D recibió una gran sorpresa:

¡¡¡LA VISITA DEL PROFE ESTEBAN!!!

Randa contestó:

- Un día más, los libros se movieron.

Irene Rosillo añadió:

- Pero en la clase no hay ningún duende, policía.

Así fue como le contamos una verdad a medias.

Y colorín, colorado esta aventura se ha acabado.

“El hombre del saco es muy malo porque secuestró al profe Esteban”.

Así representa Samir “la magia de la lectura”

de 2º D.

“Un día decidieron escribir unos cuentos en los que los protagonistas son ellos mismos y sus alumnos. ¡No se me ocurre una herramienta mejor para motivar y animar a los niños en la lectura! Los alumnos se reconocen, se ríen, se sorprenden, se implican en el proceso de creación de las historias...”.

Estas amables palabras las escribió nuestro amigo Salvador Rodríguez Ojaos sobre el libro “Leer, ¡qué gran aventura!”, pero creo que definen perfectamente la intención que tenía Esteban cuando escribió y regaló a mis alumnos esta historia.