Post on 08-Mar-2016
description
1
2
EL SOL. DIARIO INDEPENDIENTE Año V. Número 1.108 Madrid, sábado 26 de Febrero de 1921 La Línea de ayer y La Línea de hoy Dos sentimientos completamente opuestos nos produce el hablar de
La Línea: alegría y dolor; alegría, al ver que de aquellas humildes barracas del año 70 se ha formado una gran ciudad de 80.000
habitantes, floreciente y rica, gracias, únicamente al esfuerzo, a la laboriosidad y al trabajo de sus honrados hijos, de los que, aun sin
nacer aquí, la consideran como madre ubérrima que los colmó de
beneficios; de los que se enorgullecen al darle el hermoso nombre de madre y de haber contribuido al engrandecimiento de esta ciudad,
para ellos tan querida, a pesar de que alguien, por
poca oportunidad y peor gusto, se atrevió a
llamarlos “acampados”. Dolor, y dolor muy hondo,
nos causa cuando pensamos que si,
conjuntamente con el esfuerzo de sus habitantes,
hubiese marcado la protección, el amparo
oficial, La Línea, por sus condiciones climatológicas, por su situación
topográfica, nada tendría que envidiar a la más hermosas poblaciones del mundo; La Línea sería, como bien dijo un escritor, el verdadero
paraíso terrenal. Desgraciadamente, no ha sido así; por consideraciones estratégicas,
desprovista de todo fundamento, esta ciudad, tan digna de mejor suerte, ha sido la verdadera cenicienta, postergada y huérfana de
toda tutela por parte de los Gobiernos; recientemente se ha podido conseguir una carretera que la comunique con el resto de la
Península; hace muy pocos años estábamos por completo aislados, y hasta en eso parece que se ha querido hacernos una afrenta, porque
esa carretera, que debiera ser de primera clase, como corresponde a la importancia del tránsito que por ella forzosamente circula, es, sin
duda alguna, la carretera peor de España; es un mal camino vecinal, al que por sarcasmo se llama carretera, y, por ende, enteramente
descuidado, hasta el extremo de que en cuanto cae alguna lluvia, ya
se hace de todo punto imposible el paso de vehículo alguno. Eso es lo único que se le debe al Estado; pues, con ser tan poco,
todavía se les debe menos, todavía han hecho mucho menos los más directamente obligados a hacer algo, los Ayuntamientos que se han
sucedido desde la época de la fundación de esta ciudad hasta la fecha.
3
No es únicamente dolor lo que produce el pensar que en una
población como la muestra no haya ni un asilo, ni un hospital, ni un local para escuelas; es indignación justísima contra los que teniendo
en sus manos la administración de este pueblo han consentido y
siguen consintiendo que La Línea, de población importante, no tenga más que el número de habitantes; en todos los demás aspectos de la
vida sólo puede parangonarse con el más inmundo y salvaje aduar africano.
Carecemos de todas esas cosas tan absolutamente necesarias, y en cambio los administradores del procomún, fámulos asalariados
cuando no esbirros pretorianos al
servicio del secular cacique, bautizan
pomposamente con el título de
hospital y de escuelas a locales
antihigiénicos y malsanos, verdaderos focos de infección donde se
hacinan niños y enfermos, con inminente peligro de su desarrollo y de su vida; locales que no tienen otro mérito que se de la propiedad del
cacique o familia, títulos más que bastantes para cobrar por ellos exageradísima renta.
Se creerá que es una exageración nuestra o una extrema parcialidad contra el cacique; ni lo uno ni lo otro. La Línea, con sus 80.000
habitantes y con ser de tan moderna fundación, razón de más para que se hubiesen tenido muy en cuenta estas cuestiones tan
imprescindibles en todos los pueblos de grande o de poca importancia, no tiene ni un hospital ni un local para escuelas públicas,
y no los tiene porque así ha convenido a los particulares intereses del cacique, que viene sacando un tanto por ciento enorme al capital que
presentan las inmundas barracas donde están instaladas esas dependencias.
Quizá muy pronto tengamos un hospital; pero, para mayor
vergüenza de nuestros Ayuntamientos, si llegamos a tenerlo no será por iniciativa ni por las gestiones del Municipio. Un hombre a quién La
Línea nunca sabrá agradecer bastante se ha impuesto la tarea de construir un hospital, y es casi seguro que su tenacidad, la
perseverancia en su empeño, la enorme voluntad con que sabe orillar las dificultades que se ponen a su paso, lograrán que corone la
empresa. ¡Loar a D. Adolfo Díaz Enríquez por su generoso intento, por su
proceder caritativo! Allá donde le lleve su carrera, allí le acompañarán las bendiciones de los verdaderos hijos de La Línea.
No tenemos agua potable; el agua que se utiliza para consumo público es de pésima calidad, procedente de pozos hechos en la
arena; a esto se añade que tampoco hay alcantarillado para el desagüe de la población, sino que se emplea el sistema de pozos
4
negros, que, además de ser excesivamente caros para el vecindario,
son eminentemente antihigiénicos como contrarios a los mas rudimentarios preceptos de la higiene pública.
Resulta, pues, que las emanaciones de los pozos negros
contaminan, por su proximidad con el subsuelo, a los pozos de agua para beber, y esta llega a las casas llena de toda clase de microbios,
que la hacen en un todo nociva y perjudicial para la salud. No es de extrañar que las epidemias se ceben tanto en estos
vecinos; la fiebre tifoidea es casi endémica, y la última epidemia gripal hizo aquí verdaderos estragos.
Pudiera creerse que este punible abandono por parte del Municipio en estas cuestiones de
capital interés para la vida del pueblo tendría
atenuantes en el grado de responsabilidad moral y
material; la atenuación de lo que constituye un delito,
así dicho, un verdadero
delito atentatorio a la salud de los habitantes de La
Línea, estaría justificada si nuestro Municipio no
tuviese ingresos suficientes para atender a esas necesidades de urgencia.
Pero es el caso que son tan copiosos los ingresos municipales, que sólo con un poco de buena voluntad, y dedicando algo del inmenso
superávit que queda después de cubrir los “gastos oficiales” que hoy tiene el Municipio, hace ya tiempo que nuestra ciudad estaría dotada
de todos esos servicios de que hoy carece, y que al no tenerlos ponen el nombre de España tan bajo a las mismas puertas de una nación
extranjera. Sólo en los cuatro años de la pasada guerra han ingresado en las
arcas municipales (o han debido ingresar) las pesetas, no por cientos
de miles, sino por millones; millones que, bien administrados, hubieran servido para acometer la empresa del alcantarillado, la
traída de aguas potables, la fundación de un hospital y la construcción de algunos locales higiénicos para escuelas.
¿Dónde han ido a parar esos millones? ¿Por dónde se han filtrado? Es difícil hacer una afirmación categórica en este sentido; pero el
rumor público, con certero instinto, señala algunas fabulosas fortunas hechas en pocos días, sin que hayan tenido como base ni herencias ni
la suerte jugando a la lotería, y es extraña coincidencia que los nuevos ricos, o son altos empleados del Municipio, o personas muy
allegadas al cacique. Pruebas de que han ingresado esas cantidades y de que no son
gratuitas nuestras afirmaciones: La Línea contribuye a la provincia y al Estado a base de una población de 30.000 habitantes; el cálculo
5
para hacer los presupuestos municipales de ingresos y gastos ha de
descansar sobre esa cifra; pero como su población es de 80.000 habitantes, resulta que los gastos se presupuestan a razón de 30, y
los ingresos, en realidad, son como 80. ¿En donde se emplea esa
enorme diferencia de 50? En ninguna parte. Luego es evidente que hay una filtración grandísima en los rendimientos de arbitrios,
consumos y demás recursos con que cuenta el Ayuntamiento para subvenir a sus necesidades; y es claro como la luz del sol que, si no
existiera esa filtración, la elevada cantidad que supone sería más que suficiente para que con ella estuviese dotada nuestra ciudad de
tantas cosas como necesita. Si así se hubiese hecho, la ocultación de población tendría una plena
justificación a nuestros ojos; al fin y al cabo, la ocultación envolvía anhelos legítimos, ansias de engrandecimiento de La Línea por parte
de sus administradores; más que de censuras, esta conducta sería acreedora al aplauso del
vecindario. Y si en tiempos normales
las cosas han marchado de
esa manera, ¿qué hemos de decir durante los años
de guerra? En consumos solamente han ingresado, a
más de lo que indican los presupuestos de los años
respectivos, sobrada cantidad para haber hecho de nuestra ciudad un modelo de policía,
higiene y beneficencia; en esos años puede asegurarse que han ingresado por el solo concepto de impuesto de consumos más que en
una población de trescientos mil habitantes; con efecto, la población nuestra, con motivo del excesivo trabajo en los arsenales de Gibraltar
aumentó considerablemente; además, ¿por qué no decirlo?, la vecina plaza se aprovisionaba de aquí, y todavía, a mayor abundamiento, las
exportaciones clandestinas, o no clandestinas que por aquí se hacían,
y que eran de una cuantía exorbitante, sólo necesitaban un marchamo, y era haber satisfecho lo que se les exigía por consumo;
a pesar de todo esto, cada año de guerra nuestros celosísimos administradores sólo han calculado que ingresaban veinticinco mil
pesetas más que los anteriores. ¿Cabe mayor ignominia? ¿Cómo han podido cometerse tamaños desafueros? Con la facilidad
con que aquí se hacen todas las cosas, contando de antemano con la impunidad. No hace muchos años se instruyó contra este Municipio
un expediente en el que se probaba, como dos y dos son cuatro, una malversación de fondos por valor de cientos de miles de pesetas;
pues bien: el expediente famoso duerme el sueño de los justos en cualquier oficina burocrática, y continúan desempeñando sus puestos
los mismos que aparecían como culpables.
6
Para poder hacer esa jugada descomunal en el asunto de consumos
se han valido de procedimientos en abierta pugna con la ley. La ley preceptúa terminantemente que el impuesto de consumos ha de
recaudarse por administración municipal, y, sin embargo, aquí han
venido simulando una especie de subasta entre paniaguados que entregaban oficialmente lo que el presupuesto consignaba por el
ingreso… y el resto, ¿dónde se han empleado?; ¿qué mejoras se notan en nuestra población?
Y como las cosas hay que llamarlas por su verdadero nombre, en este año pasado, que siguieron el mismo procedimiento, los
rematantes de la subasta ficticia no se tapan la boca para decir que han ganado en el negocio muchos miles de duros, lo cual ha sido
razón suficiente para que en el presente año no sigan siendo empresario-administradores.
A pesar de la clarividencia de estos asuntos, y como es imposible que continuemos sin aguas, sin alcantarillado, sin escuelas, etc., etc.,
se susurra, con visos de veracidad, que el Ayuntamiento, para atender a esas urgencias que reclaman imperiosamente el decoro de
este pueblo, proyecta un empréstito de 1.500.000 pesetas; se dice
que hay empresa que lo facilita con un seis por ciento de interés y con la garantía de quedarse con el impuesto de consumos y la
recaudación de arbitrios de esta ciudad. ¿Contubernio? ¿Enjuague? ¿Chantaje? Ello es lo cierto que, como decíamos al principio, es un
dolor, y dolor muy grande, ver como se dilapidan los intereses de este pueblo, que, bien administrado, sería el más hermoso de
España, superior a los de la Costa Azul: la verdadera Meca del turismo mundial; apena y contrista el ánimo no vislumbrar por parte
alguna la aurora que indique el día venturoso de la redención de La Línea, condenada a seguir uncida al carro del caciquismo que padece
desde el mismo día de su fundación.
UN LINENSE.
El “Diario de la Mañana” Hace poco tiempo que las clases
mercantiles independientes del Campo de Gibraltar, ansiosas por
servir los intereses del vecindario de La Línea y Algeciras -intereses
escarnecidos por aquel caciquismo horrendo- crearon un periódico diario
que, bajo el nombre que arriba se indica, es editado en Algeciras, con
material propio, novísimo. Desde su primer número, el “Diario
de la Mañana” ha adquirido merecida popularidad. ¡Ojalá no desmayen en
7
la empresa los interesados; pues ese periódico, fuerte, honrado,
incansable, luchador, podrá ser el que redima a linenses y algecireños del yugo de esclavitud bajo el cual sufren!
Nuestros votos más fervientes por la prosperidad y arraigo del
“Diario de la Mañana”.
El Círculo Mercantil Es sin duda alguna el Círculo Mercantil la sociedad más importante
de La Línea. Cuenta con más de cuatrocientos socios pertenecientes al comercio,
industria y profesiones liberales.
Como sociedad de recreo, tiene todo lo necesario para solaz y
esparcimiento de sus socios: billares, salones de baile, de tresillo, buena
biblioteca y cuanto requieren los casinos de su clase; pero lucha con la
deficiencia del local, insuficiente de todo punto para establecer dentro del
mismo cuartos de baños, peluquería, y otros muchos detalles que le faltan
para hacer de él un casino de primer orden, como corresponde a la
importancia de La Línea y como es el deseo unánime de todos sus socios.
Ha pretendido la Directiva anterior
subvenir a estas necesidades, que cada día se sienten con más
intensidad, por el aumento continuo de socios, y, al efecto, quisieron construir un edificio “ad hoc” de nueva planta en el local de su
propiedad, que hoy ocupa el Casino de La Línea; pero a pesar de haber cumplido el contrato de arrendamiento de dicha casa, a pesar
de habérsele notificado el despido con tiempo oportuno, como previene la ley, se celebró juicio de desahucio, y fundándose en
consideraciones que, con todos los respetos que merece la justicia, no parecen pertinentes, ello es que el Tribunal Municipal “no ha lugar
al desahucio”; no es de suponer que en esta sentencia haya podido influir el hecho de que el Casino de La Línea, según de público se
afirma, es una dependencia del Ayuntamiento. Hay que tener muy en cuenta que el Círculo Mercantil, a más de su
carácter de sociedad de recreo, tiene otra misión muy especial en sus
estatutos, que es la defensa de las clases mercantiles e industriales y de todo lo que afecte a los intereses generales del pueblo, y nunca
dejó pasar ocasión de demostrar que sabe cumplir con uno de los fines que presidieron a su fundación, dificultando los atropellos del
cacique, única plaga que azota a este pueblo y la eterna rémora que tiene La Línea en el camino de su liberación y engrandecimiento.
8
¿Guardará alguna relación esta actuación del Mercantil con la
sentencia denegando el desahucio que se pedía al Casino de La Línea? ¡Quién lo sabe!
Nuevamente este año intentará desahuciar a los vecinos de
enfrente; en la Directiva figuran elementos jóvenes y valiosos que cifran todo su empeño en hacer un hermoso Casino que responda a
las necesidades de la población, y si consiguen entrar en posesión de su casa, si otra vez los distingos y sutilezas de los Reales decretos y
Reales órdenes no le privan de lo que ellos estiman un indiscutible derecho, entonces, en breve plazo, La Línea podrá enorgullecerse
teniendo un hermoso edificio, donde se establecerá esta simpática sociedad, que cuenta con capital suficiente para no escatimar en la
obra cuanto sea preciso para llegar al fin que se proponen. Como prueba de que esta entidad
no se amolda a consentir sin protesta que los administradores
del Municipio hagan mangas y capirotes de los intereses del
procomún, en fecha muy reciente
han surgido serios disgustos con el diputado por el distrito Sr. Torres
Beleña, cruzándose con tal motivo cartas que han dejado al diputado
en ridículo y fuera de la presidencia honoraria del Círculo,
y la entidad ha mantenido su criterio de vivir alejada y en franca
lucha con los amigos del diputado, que son los caciques de siempre y
los eternos enemigos del pueblo. Las aspiraciones del Círculo
Mercantil respecto al porvenir de La Línea, y que publicó EL SOL en su suplemento de Marruecos y Campo de Gibraltar, son:
“La Línea necesita:
Primero. Un censo electoral de verdad, donde estén incluidos cuantos tengan legítimo derecho entre los setenta mil habitantes que
la integran, a fin de que puedan defenderse del feudalismo caciquil que hoy los esclaviza.
Segundo. Rehabilitación de su aduana, a fin de que el comercio honrado pueda desarrollarse en bien de la nación, sin tener que
sucumbir a las inmoralidades de agentes y caciques. Tercero. Un Juzgado de primera instancia que sirva de base para la
defensa de la ciudadanía, que tanto ansían los “acampados”. Cuarto. Un hospital de nueva planta para poner término a la
vergonzosa explotación que hoy realiza el caciquismo local con unas barracas de alquiler.
Quinto. Un tranvía eléctrico que una a La Línea con el puerto de Algeciras.
9
Sexto. Un ramal de ferrocarril que, enlazando con la red peninsular,
evite el recargo que actualmente sufren las mercancías, siendo acarreadas desde la estación de San Roque.
Séptimo. Agua potable, teniendo en cuenta que a su consecución se
han estado oponiendo hasta hoy razones nacidas en fósiles cerebros, reñidos con todo principio político y militar.
Octavo. Una buena administración municipal que urbanice y atienda debidamente las necesidades de la población, posponiendo a ellas
todo interés personal o político. Con esto, y con que el obrero se convenza de que el mayor tirano
para él son el vicio y el olvido del ahorro, debiendo huir de toda concurrencia a sitios que la burguesía y el agio le ofrecen para
explotar sus debilidades y mantenerlo en la esclavitud, La Línea de la Concepción sería el paraíso terrenal de que nos hablan las
Escrituras”. No hemos de terminar esta información sin enviar nuestro
testimonio de agradecimiento a todos los socios y la Directiva del Mercantil por las innúmeras atenciones recibidas durante nuestra
estancia en La Línea, y un saludo muy especialísimo a su presidente,
D. Joaquín Ortega Durán, profesor de instrucción primaria, médico, abogado, jefe del partido reformista, orador elocuentísimo, periodista
notable y no sabemos cuántos títulos más; pero indudablemente la figura más popular y simpática de La Línea, y una de las
personalidades de más prestigio y valía en todo el Campo de Gibraltar.
DON JUAN BEATY VIAGA Misión ineludible del informador comercial es la de dar a conocer por
medio de los grandes órganos de publicidad los nombres de aquellas
personas a cuya actividad deben las respectivas regiones buena
parte de su prosperidad y bienestar.
Así, nosotros, en esta página dedicada al Campo de Gibraltar no
podríamos prescindir, so pena de ser injustos, por omisión, de
rendir el homenaje que se merece al Sr. John Beaty Viaga, industrial
acreditadísimo de Gibraltar y La
Línea de la Concepción. Es negocio principal del Sr. Beaty
el negocio de las carnes frescas, para cuya venta cuenta con un
puesto en el mercado de Gibraltar y otro en la Línea. Este último puesto (a cargo de D. José
10
Domínguez) es realmente el puesto regulador que evita los abusos de
precio y peso en el mercado linense. Durante la guerra, en aquellos días en que la carne llegó a
tener un precio fabuloso, el
Sr. Beaty, con generoso desprendimiento, que le
ocasionó fuertes pérdidas, hizo bajar el precio de la
carne, de golpe, en seis reales kilogramo,
beneficiando de este modo al pueblo de La Línea.
Otro de los negocios del Sr. Beaty es el de
abastecimiento a los barcos de toda clase de artículos alimenticios y de agua. Para este último servicio cuenta con varias cisternas de su
propiedad, tan perfectamente acondicionadas, que, aun en los días de peor estado del mar, no han dejado de cumplir su cometido. Presta
este servicio de abastecimiento de agua, con carácter exclusivo, a la
Marina de guerra española. Abarcando otras modalidades mercantiles, el Sr. Beaty, como
empresario de espectáculos, es arrendatario del Teatro Cómico y de la Plaza de Toros de La Línea. Y como prueba de su desprendimiento
y buen gusto, de su acierto insuperable, siempre sabe llevar a los carteles de sus espectáculos la nota vibrante y bulliciosa de las
novedades y los grandes éxitos. Sobre todo en los toros, desde que el Sr. Beaty es empresa se dan las mejores combinaciones que pueden
conocerse en las más acreditadas plazas. Además, ha dotado al circo taurino de una instalación eléctrica propia, adecuada para sesiones
cinematográficas durante el verano. En Ceuta, y en el edifico “ad hoc”, situado en la Ribera de
Pescadores, tiene el Sr. Beaty una importantísima fábrica de salazones y conservas, a cuyo frente, e interesado como socio
industrial, figura el inteligente técnico don José Rosa Hueso.
Son representantes de dichas fabricaciones en Italia, su principal mercado, los Sres. Groz y
Lanata, de Génova. En Rincón de Médik tiene
también depósito de salazones.
Muy pronto estarán dispuestos para navegar
cuatro barcos a motor, cuyos últimos útiles
pesqueros se están preparando en estos días.
Por último, el Sr. Beaty, emprendedor arriesgado, activo, acude a grandes subastas y adquiere todo lo que es susceptible de comercio.
11
Para todos los asuntos enumerados, y algunos otros que
seguramente habrán escapado a la memoria infiel del amnésico periodista, cuenta el Sr. Beaty con la asociación de su hijo político, D.
Manuel Vergara, joven incansable, que goza de generales simpatías,
y que saber “ver” los negocios con rápida ojeada. Lástima que hombres como los señores Beaty y Vergara, de que tan
necesitados están los pueblos, lejos de ser ayudados y fortalecidos por quienes, debido a su cargo y a su responsabilidad ante el pueblo,
debían prestarles todo su apoyo, se vean, ante la amargura de las trabas y componendas caciquiles, en momentos de desmayo que
hacen pensar en abandonarlo todo o en huir hacia tierras más hospitalarias…
¡Lástima, lástima!...