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En la ciudad de La Plata a los 12 d�as del mes de di-

ciembre de dos mil dos, reunidos en Acuerdo Ordinario,

los Se�ores Jueces de la Sala Segunda del Tribunal de

Casaci�n Penal de la Provincia de Buenos Aires, docto-

res Fernando Luis Mar�a Mancini, Jorge Hugo Celesia y

Eduardo Carlos Hortel, para resolver en la causa Q��

8754 caratulada ³5(&8562�'(�&$6$&,21�,17(538(672�325�(/�

0,1,67(5,2�38%/,&2�),6&$/�(1�&$86$�Q��������´ el recur-

so de casaci�n interpuesto a fs. 19/24; practicado el

sorteo de ley, result� que en la votaci�n deb�a obser-

varse el orden siguiente: HORTEL ± CELESIA ± MANCINI

A N T E C E D E N T E S

Vienen los presentes autos a consideraci�n de este

Tribunal como consecuencia del recurso de casaci�n in-

terpuesto por los doctores GUSTAVO ADOLFO LAMBRUSCHINI

y RUBEN MARIO SARLO, Adjuntos de Fiscal de C�maras del

Departamento Judicial LA PLATA, contra la resoluci�n

dictada el 23 de actubre de 2001 por la que la C�mara

Departamental, que sobresee a EDUARDO ARIEL CATALAN por

el delito de LESIONES CULPOSAS, por encontrarse extinta

la acci�n penal por prescripci�n.

Practicado el correspondiente sorteo de ley, y en-

contr�ndose la causa en condiciones de ser resuelta, el

Tribunal decidi� plantear las siguientes:

C U E S T I O N E S

Primera: ¢(V�DGPLVLEOH�HO�UHFurso de casaci�n in-

terpuesto?

Segunda: ¢4Xp�SURQXQFLDPLHQWR�FRUUHVSRQGH�GLFWDU"

A la primera cuesti�n planteada, el se�or Juez

doctor Hortel dijo:

I. El presente recurso es interpuesto en tiempo

oportuno contra una resoluci�n dictada por la Excma.

C�mara de Apelaci�n y Garant�as del Departamento Judi-

cial LA PLATA, que reviste el car�cter de sentencia de-

ILQLWLYD�� HQ� ORV� WpUPLQRV� GHO� DUW�� ���� SiUUDIR� ���

C.P.P., han sido agregadas copias de la documentaci�n

de que intenta valerse y de la reserva de recurrir en

casaci�n; por lo tanto, cumple con los requisitos for-

males establecidos por los arts. 450 y 451 del C.P.P.

Tambi�n, y por imperio de lo dispuesto por el art.

����LQF�����GHO�PLVPR�WH[WR�OHJDO��HO�LPSXJQDQWH�VH�Hn-

cuentra legitimado para recurrir.

Por ello corresponde declarar admisible el recurso

intentado (Arts. 456 y 465 inc. 2 del C.P.P.).

Voto por la afirmativa.

A la misma cuesti�n planteada el se�or Juez doctor

Celesia dijo:

Adhiero al voto del doctor Hortel en igual sentido

y por los mismos fundamentos.

As� lo voto.

A la misma cuesti�n planteada el se�or Juez doctor

Mancini dijo:

Adhiero al voto del doctor Hortel en igual sentido

y por los mismos fundamentos.

As� lo voto.

A la segunda cuesti�n planteada, el se�or Juez

doctor Hortel, dijo:

I. Sostienen los impugnantes que el decisorio ata-

FDGR�KD�DSOLFDGR�HUUyQHDPHQWH�ORV�DUWV�����LQF�����\����

SiUUDIR����&�3�

Se agravian porque, seg�n entienden, la C�mara

afirma sin fundamento legal que en la especie no han

existido actos con entidad de secuela de juicio que pu-

dieran acarrear la interrupci�n del curso de la pres-

cripci�n, sin considerar la requisitoria de elevaci�n a

juicio.

Dicen que el proceso penal en el r�gimen adjetivo

actual, comprende la etapa de la investigaci�n penal

preparatoria y la etapa de juicio, que se integra no

s�lo por el juicio propiamente dicho o debate y el ve-

redicto consecuente, sin� tambi�n por otros actos pre-

liminares esenciales, conducentes al avance del tr�mite

hasta la audiencia de debate, siendo el primero de es-

tos actos la requisitoria a juicio (art. 334 C.P.P.),

demostrativo de la voluntad del representante del Esta-

do de impulsar el procedimiento hacia el acto especial

de juzgamiento, y muestra de ello es que el pedido de

elevaci�n a juicio puede ser el punto de partida para

el juicio abreviado (art. 397 C.P.P.), que puede ser

formulado desde el pedido de elevaci�n a juicio hasta

antes que se fije la audiencia de debate (art. 397 �l-

tima parte C.P.P.), por eso, la requisitoria es el acto

SURFHVDO� TXH� FRQWLHQH� HO� ³KHFKR� PDWHULDl de la acusa-

FLyQ´��DUW������&�3�3���

Contin�an, que la interpretaci�n de la palabra

³MXLFLR´�HQ�HO�&yGLJR�3HQDO��DUWV�����\����ELV���WLHQH�

dentro del nuevo sistema procedimental mayor amplitud

que en el r�gimen anterior (ley 3589), por lo que si

bien podr�a llegar a pensarse que pierde relevancia la

doctrina de la Suprema Corte sostenida entre otros en

HO� IDOOR� ³&DQ]RQHLUR´�� H[LVWH� XQ� SDUDOHOLVPR� HQWUH� OR�

HQWRQFHV�VRVWHQLGR�HQ�FXDQWR�D�TXp�FRQVWLWXtD�³VHFXHOD�

GH�MXLFLR´�HQ�ORV�WpUPLQRV�GHO�DUW�����SiUUDIR����&�3���

esto es la acusaci�n fiscal, que hoy se resume en la

requisitoria de elevaci�n a juicio regulada por el art.

334 C.P.P.

Concluyen que el Tribunal ha incurrido en mani-

fiesta arbitrariedad porque no ha expresado jur�dica-

mente qu� motivos los llevaron a una interpretaci�n

contraria a la aqu� expuesta.

Finalmente solicitan se haga lugar a su reclamo

casando la resoluci�n atacada.

II. A fs. 29/30, se expide el se�or Fiscal de Ca-

saci�n doctor CARLOS ARTURO ALTUVE, propiciando se haga

lugar al reclamo y se case la resoluci�n dictada.

Discrepa el se�or Fiscal con el criterio adoptado

por la Excma. C�mara de Apelaci�n y Garant�as intervi-

niente, entendiendo que en la causa en examen no se ha

extinguido la acci�n penal por prescripci�n, cuyo curso

ha sido interrupdo por la concresi�n de la requisitoria

ILVFDO� GH� HOHYDFLyQ� D� MXLFLR� DFWR� TXH� FRQVWLWX\H� ³Ve-

FXHOD�GH�MXLFLR´��FRQIRUPH�HO�FULWHULR�TXH�KD�VRVWHQLGR�

HQ�FDXVDV�Q�������³/ySH]´��Q�������³6RVD´��HQWUH�RWUDV�

Afirma que es la requisitoria fiscal de elevaci�n

a juicio, el primer acto que tiene por finalidad deter-

minar la imputaci�n, promoviendo fehacientemente la

persecuci�n y concentr�ndola objetiva y subjetivamente.

Manifiesta que la acusaci�n, como acto complejo

que es, tiene origen en el requerimiento de elevaci�n a

juicio y conclusi�n al momento de formular los alega-

tos; en consecuencia, en ese origen queda exteriorizada

de manera inequ�voca la intenci�n del Estado, represen-

tado por el Ministerio Fiscal, de llevar al imputado a

juicio. Agrega que as� lo ha entendido la Sala III de

este TriEXQDO�HQ�FDXVD�Q�������³/ySH]´�

Finalmente, y en funci�n de lo expuesto entiende

que en la causa seguida a Edgardo Ariel Catal�n por el

delito de lesiones culposas, han existido actos inequ�-

vocos de persecuci�n penal por parte del Titular de la

Acci�n P�blica, que interrumpen el curso de la pres-

cripci�n, tal el caso de la requisitoria fiscal de ele-

vaci�n a juicio efectuada el 8 de mayo de 2001, antes

de haber transcurrido el plazo establecido por el art.

���LQF�����FRQ�UHlaci�n al art. 94 C.P.

III. Debe se�alarse como cuesti�n pervia, y como

ya lo he hecho en otras oportunidades (Confr. Causas

QURV� ����� ³&KD]DUUHWD�� 5DPyQ� $QWRQLR� V�UHF�� GH� FDVa-

FLyQ´��VHQW��GHO����������UHJ��1�������\������³0ROLQD��

+XJR�V�UHF��GH�FDVDFLyQ´, sent. del 19/4/01; reg. 349),

que las decisiones de la Suprema Corte de Justicia Pro-

vincial no resultan obligatorias para los tribunales de

las instancias inferiores.

Apel�bamos en los antecedentes citados para fundar

nuestra opini�n a lo argumentado por la propia Suprema

Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires con

relaci�n a la no obligatoriedad de los fallos de la

Corte Suprema de la Naci�n (S.C.B.A., causa P. 39.149,

sentencia del 29/9/92). Sostuvo el m�ximo tribunal pro-

vincial que "...La obligatoriedad general de las doc-

trinas de la Corte Suprema implicar�a introducir un

componente externo dentro del sistema del art. 31 de la

Constituci�n Nacional... Si las sentencias de la Corte

Suprema impusieran dependencia m�s all� de los procesos

en que se dictaren equivaldr�an, cuando interpretaran

leyes, a la ley misma, y cuando interpretaran a la

Constituci�n, a la propia Constituci�n. Pero el Poder

Judicial no puede ejercer poderes legislativos ni cons-

tituyentes. Y no se advierte una zona intermedia: ni

bien la sentencia judicial fuese dotada de imperativi-

dad general, impersonal y objetiva resultar�a provista,

por ese solo hecho, de los caracteres que nuestro sis-

tema republicano reserva a la Constituci�n y a la ley.

La diferencia existente entre las normas constituciona-

les y legales y las sentencias judiciales es cualitati-

va y, en consecuencia, no puede obviarse, por alta que

sea la jerarqu�a institucional, moral y cient�fica de

un tribunal de justicia."

"Es de la esencia de la funci�n judicial el deber

de aplicar directamente la Constituci�n y la ley, sin

que estas normas deban ser previamente interpretadas,

con efecto vinculante, en otras sentencias judiciales

en su momento dictadas para resolver otros casos con-

cretos. Contra lo expuesto no pueden invocarse razones

de seguridad jur�dica, tranquilidad p�blica y paz so-

cial, ni de buen orden, necesidad y estabilidad insti-

tucional puesto que, precisamente, a la inversa, en el

sistema jur�dico argentino la satisfacci�n de tales ob-

jetivos se busca mediante la organizaci�n de divisi�n

de poderes que obsta al ejercicio de la jurisdicci�n

m�s all� de los casos a que se refieren las sentencias

judiciales."

"Tampoco son atendibles supuestos motivos de eco-

nom�a procesal en tanto ellos no estuvieran receptados

por la Constituci�n y la ley; y por otra parte, en

nuestro r�gimen procesal no media la certeza de que los

Tribunales mantengan indefinidamente sus doctrinas."

Agreg�bamos a continuaci�n: "...opini�n que com-

partimos totalmente, desde la �poca en que no invest�a-

mos la funci�n jurisdiccional, y que nos sirve en cada

caso para decidir, acerca de la inobservancia o err�nea

aplicaci�n de la ley."

"Sin duda que en la gran mayor�a de los casos, la

sabidur�a de los fallos de la Suprema Corte nos conven-

cer�n de la aplicaci�n de la ley de tal manera inter-

pretada. Pero nos reservamos el derecho de decidir, en

cada caso, conforme nuestro leal saber y entender, de

acuerdo con el magistral fallo de la Suprema Corte al

que hemos hecho referencia. Al igual que lo que sucede

con las sentencias del Tribunal de Casaci�n Penal, res-

pecto de las cuales la ley no establece la obligatorie-

dad futura de sus antecedentes, �stos deben prevalecer

en cuanto convenzan de la bondad de sus afirmaciones y

conclusiones, pero la uniformidad de la aplicaci�n de

la doctrina establecida por sus sentencias, se logra

simplemente por la mera interposici�n del recurso de

FDVDFLyQ�´

Sostenida, entonces, la no obligatoriedad de los

fallos de la Suprema Corte, cabe ahora evaluar los ar-

gumentos en los que se fundan cada una de las posicio-

nes respecto a la interpretaci�n de la expresi�n "se-

cuela de juicio" en el art. 67 del C�d. Penal.

Ya he tenido oportunidad de pronunciarme sobre la

cuesti�n en tratamiento al votar en el Plenario de la

Excma. C�mara Tercera de Apelaciones en lo Penal del

'HSDUWDPHQWR� -XGLFLDO� /D� 3ODWD� ³*RQ]iOH]� 0XHL´� -causa

Q��*-83.417, sent. del 20 de abril de 1995- oportunidad

en la que adhiriendo al voto de mi colega de Sala, el

doctor Soria, me manifestara en favor de llamada tesis

³DPSOLD´��SDUD�OD�FXDO�OD�H[SUHVLyQ��GHO�MXLFLR��FRQWe-

nida en el cuarto p�rrafo del art. 67 del C�d. Penal

incluye tanto la etapa de investigaci�n preparatoria o

sumario como la de plenario o juicio propiamente dicho.

Esta tesis fue sostenida por la mayor�a en el an-

tecedente de la Suprena Corte de Justicia Provincial en

OD�FDXVD�3���������³&DxyQ´��VHQW��GHO����������\�OXHJR�

HQ� PLQRUtD� HQ� OD� FDXVD� 3�� ������� ³&DQ]RQHLUR�� &DUORV�

$UWXUR�� /HVLRQHV� FXOSRVDV´�� /RV� DUJXPHQWRV� HVJULPLGRV�

en esas oportunidades fueron los siguientes:

-Una interpretaci�n teleol�gica permite establecer

que la norma penal ha empleado la voz "juicio" en su

acepci�n amplia, pues de los antecedentes parlamenta-

rios de la ley 13.569 que sustituy� el art. 67 del C�-

digo Penal, surge que la misma ten�a por finalidad im-

pedir las maniobras dilatorias que en los procesos per-

segu�an el prop�sito de obtener la prescripci�n y, si

esta ha sido la voluntad de la ley, resulta claro que

ha querido referirse al "juicio" en su acepci�n amplia

pues tales maniobras dilatorias podr�an producirse en

ambas etapas del juicio.

-El sentido de la voz "juicio" debe extraerse del

C�digo Penal, pues constituye materia exclusiva del

Congreso de la Naci�n legislar sobre la prescripci�n de

la acci�n penal; de otro modo, en lo que ata�e a la in-

terrupci�n por "secuela del juicio" pasar�a a estar re-

gulado por las normas de procedimiento sancionadas por

las Legislaturas de las provincias.

-La interpretaci�n amplia no solamente emana de

los antecedentes de la ley sino de otras finalidades:

"Lo que en realidad se pretende es que no se prescriba

la acci�n mientras est� en movimiento, cosa que ocurre

por igual en las dos etapas" (Voto del doctor Rodr�guez

Villar en causa Ca��n, citado tambi�n por el doctor La-

borde en causa "Canzoneiro").

-Para desentra�ar el significado del texto legal

debe acudirse a un m�todo interpretativo integral y

sistem�tico que, sin despreciar el meramente gramati-

cal, no se reduzca a �l. As� no pueden separarse las

expresiones "secuela" y "del juicio" porque el C�digo

no expresa que el curso de la prescripci�n es interrum-

pido por "el juicio" sino por su secuela. De otra mane-

ra, la conclusi�n no coincide "con un significado t�c-

nico admisible" porque si etimol�gicamente secuela es

"resultado o consecuencia de una cosa" si se la viera

como algo que el juicio genera para el futuro, la ex-

presi�n resultar�a un desprop�sito en tanto conducir�a

a negar la causal de interrupci�n, pues la consecuencia

del juicio es la sentencia y despu�s de que �sta est�

firme, no puede operar sino la prescripci�n de la pena

(Voto del doctor Mercader en causa "Ca�on").

Debo agregar a ello, en primer lugar, que no cabe

ninguna duda de que las �ltimas reformas al C�digo Pe-

nal y la sanci�n de los nuevos c�digos procesales pena-

les de la Naci�n y de la Provincia de Buenos Aires uti-

OL]DQ� OD� H[SUHVLyQ� ³MXLFLR´� UHILULpQGRVH� DO� VHJXQGR�

segmento del proceso penal, esto es, la etapa contra-

dictoria, sin embargo no puede afirmarse con la misma

certeza, -o como derivaci�n de ello- que la reforma in-

troducida en el art. 67 del C�d. Penal en 1949 haya

utilizado la expresi�n en este sentido.

Entiendo tambi�n de utilidad reiterar lo sostenido

por mi colega el doctor Soria en voto al que adher� al

pronunciarme el Plenario "Gonz�lez Muei" ya citado,

quien en esa oportunidad expresaba que:

"...A�n cuando la palabra 'juicio' en el procesa-

lismo cient�fico se la reserva algunas veces para alu-

dir al juicio oral o plenario, en los mismos medios ju-

r�dicos -sean doctrinarios o pr�cticos- se la utiliza

como acepci�n m�s gen�rica de 'proceso' o 'causa'".

Y citaba a Blasco Fern�ndez de Moreda, quien en un

art�culo publicado sobre el tema (LL, t. 87, p. 19)

sosten�a: "los juristas de la lengua hispana vieron en

la voz 'juicio' un sin�nimo de 'proceso' o 'causa',

apreciando en el orden penal dos per�odos diversos, el

de instrucci�n sumarial o informaci�n y el de debate o

contradicci�n entre las partes, a cada una de las cua-

les y al conjunto era aplicable el t�rmino, habl�ndose

as� de juicio sumario y de juicio plenario como de los

momentos del juicio penal en general".

Por ello tambi�n sostengo que el argumento que

apela a desentra�ar el significado de la expresi�n

"juicio" por remisi�n a otras normas del C�digo Penal

no tiene asidero pues en este cuerpo legal, claramente,

la expresi�n no se utiliza con un sentido un�voco en

todos los casos. Advi�rtase, por ejemplo, el contrasen-

tido que significar�a atribuir a la expresi�n "juicio"

una acepci�n restringida en el art. 271 del C�d. Penal.

¢3RGUtD�VRVWHQHUVH�YiOLGDPHQWH�TXH�HO�DERJDGo o manda-

tario judicial que representa a partes contrarias du-

rante la etapa de investigaci�n penal preparatoria no

comete el delito de prevaricato?

Adem�s, y puntualmente con relaci�n a la reforma

introducida por la ley 24.316 al art. 64 del C�digo Pe-

nal, que se ha sostenido como argumento, debo repetir

aqu� lo que expresara en el Plenario "Gonz�lez Muei":

si se hubiese querido asignar una exclusiva acepci�n a

la palabra juicio, de ello deber�a haberse dejado cons-

tancia en el art. 77 y no en el 64 del C�d. Penal.

La expresi�n "juicio" tambi�n es utilizada en am-

bos sentidos en la Constituci�n Nacional, aunque la ma-

yor�a de las veces con un sentido amplio. As�, en los

arts. 18, 24, 45, 51, 52, 95, 100 y 102 (conf. texto

1853); y 18, 24, 53, 59, 60, 70, 114 LQF������SiUU�����

\���������\�GHFLPRFXDUWD�GLVSRVLFLyQ�WUDQVLWRULD��FRQI��

texto reforma 1994).

En el art. 18 de la Constituci�n Nacional, para

tomar un ejemplo, se utilizan conjuntamente los t�rmi-

nos "juicio" previo y ley anterior al hecho del "proce-

so", juez natural anterior al hecho de la "causa" y de-

fensa "en juicio", indicando que para el constituyente

tienen similitud conceptual. Pi�nsense en este caso,

las consecuencias que tendr�a asignar a la expresi�n

"juicio" un sentido restrictivo: las garant�as del de-

bido proceso no alcanzar�an al imputado en la etapa in-

vestigativa, quien reci�n podr�a gozar de ellas cuando

la causa fuera elevada a la etapa que t�cnicamente se

denomina juicio.

Por todo ello, entonces, no puedo sino acompa�ar a

quien fuera mi otrora colega en la Sala I de la C�mara

de La Plata, cuando al votar en el Plenario aludido se-

xDODED��³���FXDQGR�QR�VXUJH�FODUDPHQWH�HO�VHQWLGR�GH�XQ�

concepto contenido en un cuerpo legal, dicho significa-

do debe ser indagado cada vez que aparece porque �ste

est� determinado por m�ltiples circunstancias y no ex-

clusivamente por su pertenencia a un conjunto que en

DOJXQD�SDUWH�OR�GHILQH´�

El alcance de la expresi�n debe ser tambi�n busca-

do en otras finalidades del instituto como las ya se�a-

ladas. Y como bien se�ala Ramayo -citado por el doctor

Rodr�guez Villar en su voto en causa "Ca��n"-:

"La acci�n penal que se origina en el mismo momen-

to en que se comete un delito tiene por objeto realizar

la pretensi�n punitiva del Estado. Vale decir, que has-

ta que la acci�n penal no se extingue...la pretensi�n

punitiva del Estado sigue en pie, y sus �rganos compe-

tentes tienen el deber ineludible de ejecutar todos los

actos tendientes a que esa pretensi�n punitiva pueda

concretarse. El bien jur�dico tutelado por la 'secuela

del juicio' como causa interruptora de acci�n penal

consiste en impedir que la acci�n penal pueda prescri-

birse mientras los �rganos judiciales...expresen su in-

equ�voca voluntad de reprimir al delincuente, actuali-

zando la pretensi�n punitiva del Estado".

Cabr�a agregar, finalmente, que tampoco puede

asignarse relevancia alguna a la forma en que es utili-

zada la expresi�n "juicio" en el nuevo C�digo Procesal

penal, porque en ese caso, estar�amos atribuyendo a la

determinaci�n de los alcances de un concepto de una

norma de fondo a las legislaturas provinciales, en vio-

laci�n de lo establecido por los arts. 75 inc. 12 y 121

de la Const. Nacional.

Adem�s, y como bien se�ala el doctor Riggi al vo-

tar en el fallo "Patat" citado de la Sala III de la C�-

mara de Casaci�n Penal Nacional, con relaci�n a la re-

forma introducida al C�digo Procesal Penal de Naci�n:

"...seguir tal concepci�n nos llevar�a al absurdo de

pensar que en el r�gimen procesal anterior no pod�a

existir 'secuela de juicio' habida cuenta que en el

viejo c�digo de rito no se utiliza la referida palabra

'juicio' para denominar a la etapa contradictoria, a la

que se le adjudica el nombre de 'plenario'".

As�, entonces, y por todo lo expuesto, no cabe si-

no conclu�r que en el art�culo 67 del C�digo penal, la

expresi�n "juicio" tiene un alcance amplio que incluye

tanto la etapa de investigaci�n penal preparatoria, co-

mo lo que hoy se denomina "juicio" en un sentido t�cni-

co estricto.

Debe ahora establecerse, para completar la res-

puesta al interrogante que nos convoca, qu� actos pue-

den considerarse "secuela" del juicio y, por lo tanto,

susceptibles de provocar la interrupci�n del plazo de

la prescripci�n.

En este sentido entiendo que deben inclu�rse en

esta categor�a aquellos actos con aptitud persecutoria,

es decir, los que mantienen la vigencia del reclamo de

quienes impulsan el ejercicio de la pretensi�n punitiva

contra una persona determinada, soluci�n que aparece

como sistem�tica con relaci�n a los principios y el

sistema establecido por el C�digo Penal Argentino.

De tal manera, el llamado a declaraci�n del impu-

tado ±no la declaraci�n misma que es, en esencia, un

acto de defensa- prevista en el art. 308 del C.P.P. y

la requisitoria de elevaci�n a juicio regulada en los

arts. 334/335 del mismo texto, en el nuevo ordenamien-

to, aparecen como ejemplos claros de actos impulsores

de la acci�n y por lo tanto susceptibles de ser consi-

GHUDGRV�³VHFXHODV�GHO�MXLFLR´��GXUDQWH�OD�HWDSD�GH�Ln-

vestigaci�n penal preparatoria, conforme la posici�n

que hemos sostenido.

En la presente causa se investiga el hecho ocurri-

do el 10 de mayo de 1999, constitutivo del delito de

lesiones culposas (art. 94 C.P.), habi�ndo formulando

el se�or Fiscal requisitoria de elevaci�n a juicio el 8

de mayo de 2001, conforme se desprende del formulario

obrante a fs. 17, se han producido actos constitutivos

GH�³VHFXHOD�GH�MXLFLRV´��LQWHUUXSWLYRV�ORV�SOD]RV�HVWa-

EOHFLGRV�SRU�HO�DUW�����LQF�����&�3���SRU�WDQWR�QR�KD�

operado la extinci�n de la acci�n por la causal de

prescripci�n. Asimismo, corresponde agregar con rela-

ci�n a lo decidido por el se�or Juez de Garant�as a fs.

7/8, que la requisitoria fiscal de elevaci�n a juicio,

como lo dispone el art. 334 C.P.P., s�lo peticiona que

se celebre el juicio, por entender el Fiscal contar con

elementos suficientes para el ejercicio de la acci�n

penal, para acreditarlo en el juicio.

Por todo lo expuesto es que propicio declarar ad-

misible el recurso tra�do por los se�ores Fiscales Ad-

juntos y casar la resoluci�n de la Excma. C�mara de

Apelaci�n y Garant�as del Departamento Judicial LA PLA-

TA que sobresee totalmente a Eduardo Ariel Catalan en

el delito de lesiones culposas por no haberse extingui-

do la acci�n penal, toda vez que se han producido actos

interruptivos del curso de la prescripci�n. Sin costas

�DUWV�����LQF���������LQF���������SiUUDIR��������&�3���

464, 465, 530, 532 y cc. C.P.P.)

As� lo voto.

A la misma cuesti�n planteada el se�or Juez doctor

Celesia dijo:

Adhiero al voto del doctor Hortel en igual sentido

y por los mismos fundamentos.

As� lo voto.

A la misma cuesti�n planteada el se�or Juez doctor

Mancini dijo:

Adhiero al voto del doctor Hortel por sus funda-

mentos, m�s a�n cuando por fuera de acompa�arlo en la

idea de que en el caso existieron actos interruptivos

del plazo de prescripci�n, adem�s de ello pienso que no

solamente tienen esa eficacia interruptiva los actos

persecutorios, sin� otros tantos cuya caracterizaci�n

es ocioso ahora mencionar.

As� lo voto.

Con lo que se termin� el Acuerdo, dict�ndose la

siguiente

S E N T E N C I A

Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, la Sa-

la II del Tribunal

R E S U E L V E:

I. DECLARAR ADMISIBLE el recurso de Casaci�n in-

terpuesto a fs. 18/24 por los se�ores Adjuntos de Fis-

cal de C�maras, doctores GUSTAVO ADOLFO LAMBRUSCHINI y

RUBEN MARIO SARLO, contra la resoluci�n del 23 de octu-

bre de 2001, dictada por la Excma. C�mara de Apelaci�n

y Garant�as del Departamento Judicial LA PALTA que so-

bresee a EDUARDO ARIEL CATALAN por el delito de LESIO-

NES CULPOSAS, por encontrarse extinta la acci�n penal

por prescripci�n. SIN COSTAS (Arts. 421, 451, 530, 531

y concs., C.P.P.).

II. CASAR la resoluci�n del 23 de octubre de 2001

dictada por la Excma. C�mara de Apelaci�n y Garant�as

del Departamento Judicial LA PLATA, en virtud de haber-

se producido actos interruptivos del curso de la pres-

criSFLyQ��DUWV�����LQF���������LQF���������SiUUDIR�����

94 C.P., 464, 465, 530, 532 y cc. C.P.P.).

Reg�strese, notif�quese y oportunamente arch�vese.