Post on 28-Sep-2018
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Introducción
En sentido general, la actividad astronómica de las remotas civilizaciones se desarrolló a partir de la observación del apa
rentemente universal e invariable orden del cosmos. Sabemos de ello por los numerosos vestigios dispersos en todo el orbe. Desde luego, en la mayoría de los casos se carece de fuentes de información que confirmen la veracidad de las observaciones, así que sólo queda el análisis de dichos vestigios a la luz de las cosmogonías heredadas y de los fundamentos que rigen el actual trabajo astronómico, para acercarnos a la metodología de los antiguos astrónomos.
Templo del Adivino, Cuadrángulo de las Monjas y las Tortugas desde el Palacio del Gobernador, Uxmal, Yucatán.
Entre astros y observadores de cielo
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Estructura principal del grupo A de Xcaret, Quintana Roo.
Conocemos bien la evolución cultural de las notables civilizaciones que desarrollaron actividad astronómica, entre ellas la egipcia, la griega, la romana y la maya, además de muchas otras, como las que prosperaron en Mesopotamia (3000 a 1000 a. C.): la babilónica, la caldea, la asiria y la sumeria. En su seno surgieron las primeras clasificaciones de estrellas y algunos instrumentos astronómicos. El astrolabio es un buen ejemplo.
En el mismo intervalo de tiempo crecieron las culturas nubia, india y china, tal vez una de las más antiguas (siglos xxx a. C. a xiv d. C.). Se tiene noticia de que sus astrónomos ya elaboraban mapas celestes,1 esferas armillares e instrumentos astronómicos;2 de que usaron el concepto de triángulo rectángulo en épocas muy tempranas, y de que construyeron una cartografía en función de parámetros similares a nuestras coordenadas (latitud, longitud).
Entre los siglos ix y xiii heredamos de la astronomía árabe, entre otras cosas, un número importante de nombres de estrellas,3 y recientemente se han descubierto
Introducción
civilizaciones del África meridional cuyos vestigios arqueológicos muestran también orientaciones hacia solsticios y equinoccios, aunque se desconoce su época de desarrollo.
Este rápido recuento demuestra que la mente humana, sin importar su grado de conocimiento, reacciona de modo semejante ante la observación de los fenómenos naturales y que éstos inducen a la creación de conceptos astronómicos similares, si bien elaboran variadas representaciones icónicas dependiendo del entorno natural y cultural.
Respecto de las culturas de América, Kroeber4 señaló que: “El Nuevo Mundo poseyó su propio centro de elevada civilización que integraba desde México Central hasta más allá del Perú”. El eje de la cultura nuclear de América fue creado u orientado sin referencia alguna a la antigua Oikouneme o el Viejo Mundo. El continente americano funcionó a manera de un gran crisol cultural desde los Andes hasta Mesoamérica, el norte de México, Estados Unidos y Canadá. En la parte meridional se aprecian dos áreas arqueológicas: la Norandina, entre Perú y Ecuador, y la Centroandina, que abarca el sur de Perú y el norte de Chile (hacia 1000 a. C.). En ellas se desarrollaron los complejos culturales protochimúa (200 a. C. a 600 d. C.), tiahuanaco (600 a 1000 d. C.), chimú (1000 a 1450 d. C.) e inca (1450 a 1532 d. C.).5 En Ecuador lo hicieron la tolita y la cañari (desde 2000 a. C. hasta la llegada de la inca en 1450 d. C.).
Puesta del Sol en Ecatepec, en el solsticio de inverno, observada desde la Pirámide del Sol en Teotihuacán, Estado de México.
El Castillo al atardecer, cuando se forma la emblemática serpiente de luz y sombra en los días cercanos a los equinoccios. Chichén Itzá, Yucatán.
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Mesoamérica
Se estima que la gran área cultural llamada Mesoamérica surgió hace cuatro mil años en donde ahora se encuentran la parte
meridional de México, Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua y el norte de Costa Rica.
El devenir histórico de las sociedades humanas que poblaron la región se puede clasificar en cuatro fases: el Preclásico (2100 a. C. a 250 d. C.) corresponde al desarrollo de los primeros asentamientos humanos; el Clásico (250 a 650 d. C.), a la consolidación de las grandes urbes y los
centros culturales; el Epiclásico (650 a 1000 d. C.), a las grandes diásporas y la inestabilidad políticosocial generada por la caída de Teotihuacán,6 y el Posclásico (1000 a 1521 d. C.), a la consolidación de los grupos mexicas en el Altiplano y hasta la llegada de los españoles.
Patio interior sur en el Palacio de Palenque, Chiapas.
Entre astros y observadores de cielo
Mascarón de una deidad solar en Edzná, Campeche.