Post on 26-Sep-2018
ISA Sección Española La sociedad de Instrumentación, Sistemas y Automatización
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Ergonomía en la sala de control
Jesús Villena López Ergotec
Introducción
1. Aspectos medioambientales
2. Aspectos físicos y espaciales
3. Aspectos lógicos... y organizativos.
4. Gestión del proyecto de concepción
Para saber más...
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Buenas tardes,
Antes de comenzar, quiero agradecer a la Asociación su amabilidad por haberme
invitado a compartir con ustedes esta jornada, en particular a Julio Rivas, Diego
Hergueta y Rafael Parrilla.
Me gustaría saludar desde aquí a aquellos con los que he tenido la oportunidad y el
placer de trabajar.
Antes de comenzar, quiero hacer una puntualización: a lo largo de mi conferencia voy a
hablar de operadores de control, panelistas, supervisores, industria, pupitre, panel,
instalación, proceso... sin embargo, las reflexiones que voy a presentarles no se dirigen
exclusivamente a la industria en el sentido convencional del término.
Como bien saben todos ustedes, la importancia que ocupan hoy en día la salas de
control en la industria o los servicios es debida a que podemos encontrar este tipo de
salas no sólo en la industria, también en el ámbito de las telecomunicaciones, en la
gestión de tráfico ferroviario, en la vigilancia de instalaciones, o en el control de la
navegación aérea o marítima, etc.
Pretendo, por tanto, que las ideas que me dispongo a presentar sean útiles para la
mayoría de estas situaciones.
Participar en un proyecto de concepción o reconcepción de una sala de control es
siempre, para un ergónomo, una experiencia difícil. Y apasionante.
Es difícil por muchas razones. La principal quizá sea la de explicar al cliente en qué
consiste la ergonomía y cuál es el alcance de su aportación.
Es apasionante porque, para un ergónomo, una sala de control recoge todos los aspectos
del trabajo que son objeto de nuestra profesión: los aspectos físicos y espaciales, los
fisiológicos, los cognitivos, los organizativos, los formativos, sin olvidar los puramente
tecnológicos.
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Para trabajar en la concepción de una sala es necesario unificar un cuerpo de saberes
heterogéneo y disperso: la biomecánica, la antropometría, la acústica, la psicología de la
percepción, la sociología de las organizaciones... También es necesario ser un poco
antropólogo para comprender la vida dentro de una sala de control. Sobre todo de
noche.
Todos ustedes han venido a esta conferencia con una cierta idea de qué es lo que puede
esperarse de un ergónomo para concebir o mejorar una sala de control.
Les ruego que estén tranquilos, porque no voy a preguntarles qué creen que es la
ergonomía aplicada a una sala de control. Sé que piensan que la ergonomía de una sala
tiene en cuenta el confort térmico de los operadores, la calidad de la iluminación, la
acústica de la sala y, sobre todo, la comodidad del mobiliario.
Y tienen ustedes razón o, si me lo permiten, tienen razón sólo en parte.
Tengo que darles la razón porque he realizado demasiadas visitas a cuartos de control en
los que los operadores no pueden sentarse en sus pupitres durante periodos prolongados
porque no les caben las piernas, o porque ven mejor las pantallas de pie.
O simplemente porque la salida del aire acondicionado les incide directamente sobre las
cabezas. La experiencia más pintoresca la tuve en una empresa en la que los operadores
de control llevaban gafas de sol para protegerse de los deslumbramientos, lo que
ciertamente daba a la sala un aspecto surrealista y al mismo tiempo festivo.
Es por tanto verdad que las prácticas más conocidas de los ergónomos en la concepción
o mejora de una sala tienen que ver con el simple hecho de que los operadores puedan
ver, con claridad, sin reflejos ni deslumbramientos, los paneles o pantallas.
El ergónomo también interviene sobre el ruido de la sala para que no dificulte la
comunicación por radio, para que el sistema de alarmas acústicas haga inteligible la
palabra, para que los operadores no tiriten mientras trabajan o para que las sillas no les
produzcan incomodidad o dolor de espalda.
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Por cierto, es también verdad que el ergónomo puede facilitar que las piernas de los
operadores quepan en el pupitre.
Sin embargo, muchas veces se nos llama porque, después de haber concebido una sala
de control, cálida, confortable y bien iluminada, los operadores o panelistas se quejan, o
siguen quejándose, de la sala de control.
Esto suele ser fuente de irritación y perplejidad para los responsables de proyecto, sobre
todo si han dispuesto de todos los medios para hacer una buena sala de control. A este
enigma intentaré responder más tarde.
Permítanme que les formule la siguiente pregunta: ¿qué es para ustedes una buena sala
de control? No se preocupen, tampoco espero una respuesta. Para mí, una buena sala de
control es la que necesita mi cliente. Y pensarán ustedes que, en este asunto, el cliente
no tiene siempre la razón, que para eso llama a un ergónomo.
Permítanme que esté en desacuerdo. El cliente siempre tiene la razón. Me explico.
Para un ergónomo, su cliente es siempre el operador, o más concretamente, el
ergónomo trabaja para que el operador pueda trabajar. Por tanto, el ergónomo
trabaja para el trabajo, su cliente es el trabajo humano.
Su misión es la de tener en cuenta las particularidades biológicas, cognitivas y
sociales de los operadores en el contexto en el que desarrollan su actividad para que el
equipamiento se adapte a sus características y su trabajo, y no a la inversa.
Ese es el gran objetivo de la ergonomía, adaptar el equipamiento, la organización, la
documentación o la formación a las características del trabajador. Como indica el título
de un libro clásico en nuestra profesión, el ergónomo persigue comprender el trabajo
para transformarlo.
Tanto el equipamiento, como la organización o la documentación, pueden adaptarse o
modelarse sin mucha dificultad, sin embargo, el ser humano tiene límites y
características que no se pueden cambiar de ningún modo.
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Es evidente que no se pueden acortar las piernas para que quepan en un pupitre, ni
estirar los brazos para que lleguen bien a un pulsador, o retocar las características del
aparato visual para que discrimine los colores en condiciones de muy baja iluminación.
Tampoco pueden modificarse los parámetros que rigen los ritmos nictamerales para
evitar la fatiga nocturna, o la estructura biológica que determina el aprendizaje o la
atención.
La cuestión es, en principio, sencilla pero ardua: exige un conocimiento exhaustivo de
las características propias de los seres humanos cuando trabajan.
Pero no basta con esto, es primordial conocer minuciosamente el trabajo, la actividad
que se desarrolla en sala, las características del proceso, del sistema organizativo que
rige la instalación...
He vivido en algunos proyectos cómo la empresa que nos contrata para un proyecto de
concepción de una sala de control establece como principal prioridad el impresionar a
los clientes cuando realizan una visita, o a los periodistas o representantes políticos.
Es evidente que esto se puede hacer, también que la concepción del ambiente térmico
tenga más en cuenta las necesidades de refrigeración de los equipos que el confort
térmico de los operadores. Un director de producción me dijo una vez: ¡Que trabajen
con chaquetones y guantes, como los que están en campo!
Debo decir que es legítimo que la empresa que nos contrata quiera hacer una bonita sala
de control para enseñar a sus visitas, con el entorno térmico adecuado para que su
equipamiento funcione de forma óptima.
Sin embargo, y ésta es la primera observación que me gustaría hacer sobre la
concepción ergonómica de una sala de control, es que estas exigencias estéticas, o de
funcionamiento del equipamiento, son perfectamente compatibles con el hecho de que
los operadores puedan desarrollar su actividad de manera satisfactoria y fiable.
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Una sala de control debe responder a criterios estrictamente funcionales y,
lógicamente, estos criterios funcionales no tienen por qué estar en desacuerdo con una
determinada voluntad estética, de belleza de la sala.
Pero los ergónomos no nos dedicamos a la decoración, sino al estudio de la función, de
la operación, para desarrollar especificaciones que puedan ser tenidas en cuenta en un
proyecto constructivo como el de una sala de control.
La función de una sala de control es recoger y agrupar la información sobre el proceso
para que pueda ser analizada por operadores humanos, con las implicaciones de todo
tipo que esto conlleva.
Pero, sobre todo, una sala de control es un lugar desde el que estos operadores buscan,
ordenan y seleccionan esta información, analizan el funcionamiento del sistema o
del proceso, anticipan disfunciones e intervienen sobre la instalación.
Debo señalar, desde este momento, que los operadores no son meros receptores
pasivos de la información.
Los operadores no trabajan a golpe de estímulo, sino que mantienen una posición
activa ante los acontecimientos del proceso e intentan adelantarse a las posibles
disfunciones, mediante una exploración y búsqueda de la información que es selectiva
y, sobre todo, continuada.
Una buena sala de control -y con esto doy una respuesta quizá demasiado sencilla a la
cuestión que formulaba antes- es aquella que pone los medios para que este trabajo, de
carácter cooperativo, pueda realizarse de manera eficiente.
Una buena sala de control ayuda al operador a anticipar e identificar de manera
precoz las derivas, a construir soluciones originales y seguras a los imprevistos e
incidentes en que se producen en la instalación, sin que ello suponga un deterioro de sus
condiciones de trabajo o de su salud.
Y llegados a este punto, y sin voluntad de alargarme en exceso, voy a apuntar algunos
aspectos funcionales y operativos que interesan particularmente al ergónomo y que
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considero esenciales para alcanzar con éxito la concepción o reconcepción de una sala
de control.
1. Aspectos medioambientales
En primer lugar, voy a hablarles de los aspectos físicos y espaciales, los más conocidos
de la ergonomía. Dentro de éstos, los aspectos puramente higiénicos o
medioambientales deben cuidarse con un mimo especial.
En términos generales, en una sala de control las situaciones de verdadero riesgo para la
integridad de las personas no son verdaderamente apreciables: no hablaremos, por
ejemplo, de estresores térmicos, ni de riesgos de sordera o quemadura.
El objetivo de mejora para el medioambiente en sala siempre estará dirigido a la
concepción y diseño de puestos de trabajo confortables, de una situación de trabajo que
facilite esta labor de análisis de la información y minimice el riesgo de error y la
aparición de la fatiga perceptiva.
De este modo, el medioambiente de trabajo en sala debe concebirse teniendo en cuenta
las siguientes variables básicas que caracterizan el trabajo de control:
a) En primer lugar, el panelista debe mantener la concentración: Esta variable
puede verse muy afectada por el entorno físico de trabajo.
La supervisión de parámetros en evolución, el seguimiento y recuperación de una
disfunción en planta, el diálogo con los operadores y técnicos que se encuentran
fuera de la sala, no pueden verse perturbados por la sensación de frío o calor, o por
las distracciones acústicas y/o visuales.
Un medioambiente de trabajo que no facilite este esfuerzo de concentración puede
generar fatiga al operador. También distracciones o errores en la producción que
pueden estar ligadas a esta pérdida de concentración o al cansancio provocado por
un entorno de trabajo concebido de manera inadecuada.
b) En segundo lugar, el panelista necesita utilizar, de manera continuada, su
aparato visual y auditivo: Cuando la iluminación de un puesto de trabajo no es la
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adecuada, aparece un fenómeno fisiológico transitorio que puede acabar por ser
definitivo. A este fenómeno se le denomina fatiga visual.
Si esta fatiga es continuada, puede transformarse en una disminución de la calidad
perceptiva, la cual se caracteriza por limitaciones transitorias de agudeza visual,
malestar físico -como las náuseas- o incluso la aparición de fenómenos puntuales de
“vista borrosa”.
La supervisión de sumarios de alarmas, notas y documentos escritos, parámetros y
esquemas en paneles y pantallas, durante largos periodos de tiempo, debe estar
asistida por una iluminación óptima, de tipo local y general, y de una luminancia
homogénea y adecuada.
Una iluminación inadecuada es aquella que no facilita que el aparato visual se
recupere. En estas situaciones, el ojo no descansa porque sólo trabaja en distancias
cortas, en situación de sobreesfuerzo, como un músculo que realiza el mismo
movimiento repetitivo en condiciones forzadas.
Al igual que el aparato visual, el aparato auditivo puede sufrir fatiga auditiva. Esta
fatiga, a diferencia de la fatiga visual, sólo degenera en pérdida auditiva si la
agresión acústica es muy grave y continuada.
Sin embargo, la fatiga auditiva, al igual que la visual, puede producir trastornos
transitorios, como cansancio físico, o dificultades para mantener la concentración.
Estos trastornos pueden afectar a la calidad del trabajo realizado, particularmente en
los momentos de alta carga de trabajo: en este periodo el operador escucha y
supervisa de manera más atenta y continuada.
Y es en estos momentos en los que una concepción inadecuada del medioambiente
puede provocar errores fatales que afecten a la conducción de un determinado
sistema o proceso.
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c) En tercer y último lugar, el panelista no realiza esfuerzos físicos
importantes: Esta aparente obviedad tiene un fuerte impacto sobre el
medioambiente térmico de la sala de control.
Sólo pueden concebirse el medioambiente térmico de trabajo para supuestas medias
de población con una actividad física determinada, una vestimenta dada, unas
características fisiológicas y metabólicas preestablecidas.
Desde este punto de vista, el medioambiente físico de la sala debe concebirse para
el panelista. Esto quiere decir que el panelista no se mueve o se mueve muy poco,
su aparato termorregulador no cuenta con la movilidad ni el esfuerzo físico que
suele darte en una gran parte de los trabajos de fábrica y es especialmente sensible a
las diferencias térmicas en su cuerpo o su zona de trabajo.
Es necesario, así, evitar estas diferencias térmicas que generan incomodidad o
incluso enfriamientos y molestias. Todo esto por la misma razón que antes hemos
apuntado: la sensación de frío o calor distrae, genera irritación y es fuente potencial
de error.
En conclusión, las diferencias entre un medioambiente óptimo o inadecuado para el
trabajo en sala de control son de detalle.
Estos detalles pueden no resolverse con la simple aplicación de normativa general y
suponen un esfuerzo añadido en beneficio del bienestar de los operadores y, en
definitiva, de la calidad y la productividad. De la normativa también diré algo más
adelante.
Debo insistir sobre el hecho de que, más allá de la discusión sobre la comodidad o el
confort de los operadores, estamos hablando de los operadores como la parte más
importante del proceso, pero al mismo tiempo, se trata de su elemento más frágil.
Es algo ridículo, pero si se pudieran hacer unas especificaciones de uso del operador
humano, una especie de manual de instrucciones de este producto de la naturaleza, en
estas especificaciones se diría que el motor humano no trabaja bien de noche, con frío,
con ruido, o con molestias físicas, con una formación o experiencia escasas.
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No es una cuestión caprichosa. En esta situación, el software biológico puede cometer
errores graves, aunque involuntarios, para la conducción del proceso.
2. Aspectos físicos y espaciales
Otro asunto de la mayor importancia para la concepción de una sala de control es el
establecimiento o la redefinición del espacio de trabajo.
La primera observación que debe hacerse es muy obvia, pero no siempre se tiene en
cuenta: el trabajo en la sala de control no es la mera suma de posiciones, paneles o
pupitres individuales de control.
En este caso sí que podría decirse que la suma de los factores altera el producto, ya que
un conjunto de puestos de trabajo, bien definidos cada uno de ellos, puede formar una
sala mal concebida.
De todos modos, el primer paso es el de la concepción del propio puesto de trabajo:
dentro de la posición individual de control deben estudiarse con mucho cuidado las
distancias, las alturas y alcances, las dimensiones, la ubicación de los dispositivos de
información visual, los de accionamiento manual y los desplazamientos necesarios para
trabajar sobre ellos.
Si me lo permiten, voy a pasar de puntillas sobre este asunto, porque se trata de un
aspecto del proyecto muy técnico, en el que hay que emplear conocimientos y técnicas
propias de la fisiología del trabajo, como la biomecánica y la antropometría, técnicas
con las que no voy a aburrirles.
En muchos casos, los grandes proveedores del equipamiento de las salas de control
asumen un cierto grado de responsabilidad sobre la ergonomía de sus productos, como
la altura de los planos de trabajo, la inclinación de las pantallas, la posición de los
teclados, etc.
Muchos de entre ustedes son proveedores. Sin embargo, y antes de vender o adquirir un
determinado producto, les recomiendo que reflexionen con rigor sobre las necesidades
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locales y contextuales que puede tener la sala de control en la que se utilizará el
equipamiento.
En muchos casos, los proveedores de equipos venden productos que se acogen a todas
las normativas imaginables pero que no se adaptan a las necesidades de los usuarios. Lo
prioritario es conocer estas necesidades.
A veces se ignora, como antes indicaba, que en un pupitre de control no sólo se
supervisa el proceso de forma pasiva, se busca activamente información, lo que
supone que los operadores también toman notas, consultan a los colegas o a la
documentación disponible, obviamente, también hablan por teléfono y radio. Incluso a
veces se hace todo esto a la vez.
El espacio de la consola no siempre tiene en cuenta esta situación, porque parece poco
importante para el trabajo de control, pero cualquier persona que conozca este trabajo
sabe de sobra que observar las pantallas es sólo una parte del trabajo en sala. El
operador vive en la sala, por tanto habla, come, escribe, se desplaza...
Por otro lado, sólo quiero apuntarles un asunto que suele pasar desapercibido: en el
puesto de trabajo del panelista no sólo trabaja el titular del puesto, también trabaja el
personal de mantenimiento, o los técnicos de instrumentación y control o...el personal
de limpieza.
En otros casos, el operador no trabajará solo, estará en formación, o recibirá ayuda o
instrucciones de sus superiores jerárquicos.
Estas cuestiones son relevantes porque, en muchos casos, se concibe una posición de
control para un único operador, su usuario principal.
Esto está muy bien, pero en el mundo del trabajo es importante concebir para las
situaciones reales, no para las situaciones teóricas imaginadas, que son poco
representativas de la verdadera vida en una sala.
Tener en cuenta estas situaciones obliga a considerar el espacio para usuarios que
tienen necesidades distintas y, en algunos casos, para situaciones particulares.
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Por ejemplo, el técnico de mantenimiento podrá intervenir sin interrumpir el trabajo,
tendrá su propio sistema de iluminación, también un sistema físico de acceso a al
pupitre o al panel sin que ello le obligue a realizar esfuerzos innecesarios o a adoptar
posturas de trabajo que puedan dificultar su trabajo o afectar a su salud.
No voy a hablarles, porque me extendería en exceso, de las necesidades de limpieza.
Tan sólo déjenme que les cuente una anécdota: hace unos meses intervine sobre una
serie de pupitres en los que las dificultades de limpieza eran tan grandes que habían
tenido que fumigar para exterminar los parásitos. Me resulta muy chocante que, en la
industria, los trabajos de limpieza de la sala de control sean especialmente ignorados,
sobre todo cuando se trata de procesos continuos.
En cualquier caso, y como decía hace un momento, el éxito en la concepción del
espacio de una sala de control no se basa sólo en la creación de espacios individuales de
trabajo, de puestos de trabajo para cada panelista o para los técnicos que trabajan
puntualmente en la posición de control, sino en la creación de un espacio común de
trabajo.
Me gustaría detenerme un momento sobre esta cuestión. Si hablamos de paneles o
pupitres con pantallas, la tendencia general es la de concebir espacios estéticos, o
mejor dicho, simétricos: agrupamientos lineales frente a retroproyecciones,
distribuciones redondeadas o cuadradas que, insisto, corresponden más a decisiones
estéticas que funcionales.
Antes de decidir sobre la posición y anclaje de las posiciones de control, los ergónomos
nos formulamos muchas cuestiones que deben ser objeto de un análisis sobre el terreno.
Nos hacemos muchas preguntas que ayudarán a definir el paisaje de la sala.
Permítanme que les presente algunas de estas cuestiones y sus posibles respuestas:
¿Qué relaciones funcionales hay entre las posiciones de control? ¿Se producen
desplazamientos para obtener información, para consultar documentación o para
comunicarse? ¿Cómo se producen estas relaciones funcionales en situaciones de
calma o en situaciones incidentales?.
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Estas cuestiones afectan a la cercanía o alejamiento entre paneles y pupitres, al
agrupamiento funcional de consolas o paneles, a la posición de cada puesto de trabajo
con relación al resto de puestos.
Por ejemplo, hay posiciones de control en las que la posibilidad de verse o escucharse
sin gritar favorece la conducción del proceso o la intervención ante un incidente.
En otros casos, se ignora que el operador necesita consultar un procedimiento, recoger
unos datos en la impresora o revisar un plano sin dejar de ver la información en el
panel.
Todas estas necesidades son siempre necesidades de comunicación e información, tan
importantes a veces como las conversaciones por radio. Sin embargo no siempre se
tienen en cuenta.
En consecuencia, para concebir la distribución del espacio, los ergónomos necesitamos
definir, si me permiten un poco de poesía, el paisaje visual y auditivo de los
operadores.
Si el resultado de este paisaje produce una distribución que no es simétrica o no se
parece a la sala de control azulada de Cabo Cañaveral, lo siento por las visitas o las
fotos de la prensa, pero los operadores se podrán ver, podrán escucharse y dialogar. En
definitiva, podrán realizar un verdadero trabajo colectivo.
Otra cuestión aparentemente trivial pero que debemos considerar de manera precoz:
¿Quién accede a la sala y quién no debe acceder? Este asunto es de la mayor
importancia para concebir el espacio. Lógicamente, un espacio puede facilitar el acceso
o dificultarlo.
Un espacio define los flujos y los tránsitos de las personas. Estoy seguro de que todos
ustedes tienen en la cabeza el enorme problema para las salas de control que es el de las
constantes visitas de proveedores o trabajadores de contratas, la solicitud de firmas y
permisos de mantenimiento, o simplemente las visitas de los colegios de la zona.
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Una prioridad en la concepción del espacio es ubicar y ordenar estos flujos para velar
por el trabajo que se realiza en la sala de control, definiendo con cuidado los accesos
principales y secundarios, las barreras físicas necesarias, los pasillos perimetrales y, lo
que resulta también importante, la señalética, que facilita la orientación.
La ordenación de estos flujos también afecta de manera inestimable a la seguridad de la
sala, sobre todo si se trata de evacuarla.
En las empresas, la señalética o la cartelería suele concebirse más como una cuestión
corporativa o decorativa que funcional. Es frecuente ver grandes carteles en el acceso
principal de la sala, en los que aparece el logo de la compañía y la frase “sala de
control”.
Una vez dentro, las personas que han accedido a la sala deben preguntar varias veces,
interrumpir o molestar incluso a los operadores de control, antes de encontrar el
departamento o la persona que buscan, ya que no hay forma de orientarse dentro del
edificio.
Otra cuestión aparentemente obvia: ¿Cuál va a ser el futuro previsible de la sala de
control que es objeto de concepción o remodelación?.
En muchos casos, los directores de proyecto no hacen ningún pronóstico sobre el
futuro, bunquerizan o limitan las posibilidades de crecimiento o transformación de la
sala, lo que supone importantísimos costes para la empresa al cabo de unos pocos años.
Una recomendación que le hago es la de concebir a unos años vista, dejando espacios
para posiciones de control potenciales o para eventuales servicios que se incorporarán a
la sala.
Ni siquiera menciono que este espacio de reserva debe contar con los “huecos” o
servicios auxiliares necesarios para estas futuras posiciones (armarios técnicos, falsos
techos y suelos sobre los que realizar modificaciones, etc...).
Una última cuestión que afecta, y mucho, a la concepción general de la sala de control.
¿Cuáles son las necesidades auxiliares del trabajo que se realiza en sala?.
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Estas necesidades van, desde lo más básico, como son la proximidad de servicios y
vestuarios a la provisión de zonas para la restauración. Aunque sea de pasada, es
necesario recordar que las salas de control están permanentemente habitadas.
Dentro del abanico de cuestiones que afectan a este punto y, en definitiva, a la vida en la
sala, hay una especialmente polémica en todo proyecto: ¿es necesaria la creación de
salas de descanso para los controladores del proceso?.
Si les parece, podemos charlar después sobre este asunto, pero lo que sí parece evidente
es que es los operadores, dependiendo del tipo de proceso que gestionan, estarán
sometidos a periodos puntuales de fuerte tensión y fatiga.
Un operador que ha estado gestionando en solitario un incidente, durante horas, es
posible que necesite un periodo de recuperación física y psicológica. Nada mejor que
habilitar un espacio para este fin.
Pero como ustedes saben mejor que yo, la cuestión de los “confort room” es una
cuestión políticamente delicada en muchas empresas, sobre todo porque afecta a la
dotación de efectivos que trabajan en la sala de control.
Pero las necesidades auxiliares de los panelistas no son exclusivamente las que afectan a
su aseo, a su almuerzo o a su descanso.
Es necesario pensar que la óptima comunicación e información entre técnicos (de
control, de mantenimiento, de planificación), y operadores internos o externos a la sala
de control se fundamenta no sólo en una buena red telefónica o en el equipamiento
radio. Un proyecto de reconcepción de una sala puede facilitar la proximidad física y el
contacto cotidiano o puede, por el contrario, imposibilitarlo.
He conocido empresas en las que los operadores de sala y los operadores de campo no
se han visto durante años. O técnicos que no visitan jamás la sala de control, lo que no
deja de ser preocupante, por muchas razones que no voy a abordar aquí.
En cualquier caso, una decisión de carácter estratégico es la de facilitar la proximidad
entre todo el personal de operación mediante, por ejemplo, la ubicación de los
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vestuarios de los rondistas junto a la sala de control. Esto permite que durante el relevo,
se produzcan intercambios de puntos de vista con los operadores de control,
intercambios de experiencias o informaciones que no siempre pueden o deben
transmitirse por teléfono o radio.
Por otro lado, se debe reflexionar sobre el hecho de que la sala de control y los
despachos de los técnicos permitan una cierta relación personal. Por el contrario, un
exceso de proximidad puede dificultar el trabajo, porque esta proximidad puede
transformarse en una sensación disciplinaria de supervisión.
El asunto es complejo; se trata, como diría el gran Aristóteles, de encontrar ese justo
punto medio donde se encuentra la virtud.
3. Aspectos lógicos
Otra familia de problemas que afectan a la concepción de la sala de control son los
aspectos lógicos, propios del trabajo y del equipamiento.
Sobre esto voy pasar muy rápidamente, tan sólo para indicarles que el ergónomo está
especialmente interesado en todas las cuestiones que afectan al tratamiento de la
información por parte de los operadores, en el diálogo hombre-máquina, en la
definición del interfaz, una palabra de nuestro idioma y que me gusta mucho más que
interfase y, desde luego, que interface.
Les hablo de estos aspectos porque es muy frecuente que los aspectos físicos del
espacio de la sala se hayan desarrollado con toda la profesionalidad del mundo, pero –
como antes señalaba- los operadores se sigan encontrando incómodos o insatisfechos.
Esto puede ser debido a que se cometen errores con frecuencia, o a que es costoso
navegar por las aplicaciones, o porque cualquier incidente, por mínimo que sea, provoca
un verdadero guirigay acústico, con centenares de alarmas solicitando su atención.
Esto explica, a veces, las quejas de los operadores tras el proyecto de reconcepción de la
sala.
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Las quejas de los operadores suelen tener fundamento. Aunque no siempre hay una
relación directa entre la queja y el verdadero motivo de la queja, esa es, al menos mi
experiencia.
Un operador puede quejarse de la iluminación de la sala pero en realidad puede que se
esté quejando de la calidad de la información que aparece en la pantalla o el panel.
Esta falta de calidad puede dificultar lo que antes he considerado como la esencia del
trabajo esencial de control: la búsqueda precoz de información pertinente y
contextual para optimizar el proceso, pero sobre todo para anticipar disfunciones.
Por seguir hablando de estos aspectos a los que he llamado lógicos, también puede
concebirse la iluminación de la sala de la manera más exquisita e ignorar el tamaño de
los caracteres de una aplicación.
U olvidar algunos estándares culturales mínimos en el empleo de ubicaciones y
colores en el panel, cuando incluso la grifería de los sanitarios discrimina con claridad
el rojo y el azul, la derecha y la izquierda.
Puede parecer también una simpleza, pero a veces se sobreilumina una sala para poder
leer mejor las informaciones del pupitre, lo que tiene como consecuencia la aparición de
reflejos en las pantallas y de deslumbramientos en los puestos de trabajo.
Este problema se podría resolver de forma sencilla, bastaría con mejorar la calidad
gráfica, el tamaño y las características de los tipos, o emplear adecuadamente la forma y
el color de los esquemas de las aplicaciones. Esto permitiría reducir la iluminación
sobre la posición de control y, en consecuencia, la fatiga visual. Si me permiten recordar
la broma del pianista, para ver mejor la partitura es más fácil acercarse el taburete que el
piano.
En otro plano, el ergónomo pasa mucho tiempo sobre el terreno y obtiene durante sus
análisis informaciones que pueden ser de gran ayuda para los desarrolladores de
cualquier dispositivo de información visual.
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El ergónomo escanea, por decirlo de alguna manera, esta relación que los operadores
mantienen con la información de un determinado proceso.
El ergónomo radiografía el trabajo real de los operadores. Esta radiografía ayuda al
ingeniero a definir la mejor manera de representar la instalación, a mejorar o depurar los
sinópticos y esquemas, o los dispositivos de accionamiento desde los que se conduce la
instalación.
Las técnicas y los métodos del ergónomo permiten mejorar los sistemas de
representación de la información, los medios para acceder y tratar esta información,
los aspectos gráficos de forma y color de las aplicaciones, las características que deben
tener los sistemas de advertencia, de mensajería, de alarma.
Como decía mi maestro Alain Wisner, uno de los objetivos del ergónomo es ayudar a
poner a punto tecnologías que sean compatibles con el cerebro.
Un problema clásico en ergonomía es, por ejemplo, el de los sumarios de alarmas. Es
bien conocido por todos ustedes el uso abusivo que se ha hecho y se hace, en los
modernos sistemas de control, de las alarmas.
El trabajo del ergónomo permite asistir al técnico de control en la depuración y
jerarquización de los sumarios de alarmas, en enriquecer las maneras de alertar a los
operadores.
Me gustaría precisarles que se puede advertir al operador por múltiples vías, no sólo las
acústicas: los cambios de forma o color, los destellos visuales son, a veces, mejores
sistemas de advertencia y pueden ser menos fatigosos para el operador.
Pero lo más importante a la hora de definir un sumario de alarmas o cualquier
representación informativa del proceso no es la forma, sino el fondo de la cuestión: se
trata de hacer compatibles dos lógicas.
- Por un lado, la lógica de concepción, que proviene del ingeniero de control o de
proceso y que está basada en la optimización teórica y en la operación segura del
proceso.
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- Por el otro, la lógica de operación de la instalación, una lógica que reside en los
conocimientos tácitos del operador, Estos conocimientos se han construido con la
experiencia continuada en la conducción de la instalación y en el trabajo colectivo
que se realiza con el personal que está fuera de la sala.
Esto supone, por decirlo de algún modo, un continuo diálogo operación-ingeniería,
diálogo que resulta extremadamente beneficioso para la concepción de la sala de
control, pero también para cualquier ámbito del trabajo industrial.
Así mismo, el ergónomo también ayuda a la construcción y ordenación del espacio
lógico de la posición de control, a la distribución de los contenidos entre las pantallas y
paneles, para favorecer con ello esta búsqueda activa de información que realizan los
operadores de control. También contribuye a la construcción de los manuales de
procedimiento, de consulta y asistencia al operador,
En definitiva, si de lo que se trata es de garantizar la calidad y la fiabilidad de
operación desde la sala, es necesario entender que los aspectos físicos y los aspectos
lógicos de una posición de control están estrechamente imbricados.
Desde mi punto de vista, son indisociables. A estos aspectos, debo añadir los aspectos
organizativos y formativos del trabajo en sala y su relación con el exterior, pero ésta es
una cuestión un poco lejana al objeto de esta conferencia y espero abordarla en mejor
ocasión.
Pero no puedo resistirme a lanzar las siguientes cuestiones que afectan a la organización
del trabajo y, de manera más marginal, al proceso de concepción de una sala de control:
En primer lugar,
¿Cómo hacer que el operador de control mantenga una representación actualizada
y por tanto completa, exacta y fiable de la instalación y del trabajo que sobre ella
realizan los operadores de campo, teniendo en cuenta que el operador de control
termina por estar tan anclado a la sala como los racks?
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En segundo lugar,
¿Cómo hacer que los operadores de campo tengan una representación cualificada
del trabajo en sala, cuando la reducción de efectivos dificulta que estos operadores
se acerquen a los edificios de control?
Debo recordar que algunos grandes accidentes se han debido a las dificultades que
tuvieron los operadores de campo y sala para ponerse de acuerdo sobre el problema que
estaban afrontando.
En tercer lugar, y dada la robustez con la que avanzan los sistemas de supervisión y
control,
¿cómo conseguir que la cualificación y el oficio del operador de control se
mantengan vivos teniendo en cuenta que los incidentes son más raros pero más
graves?
En cuarto y último lugar,
¿cómo deben evolucionar la documentación de operación, la formación y el
adiestramiento de los operadores para mantener viva esta cualificación y, en
definitiva, la memoria histórica del gobierno de la instalación?
Creo que esto último también enlaza con la problemática de la simulación dinámica de
los procesos y la construcción de escenarios de simulación.
Se trata, de definitiva, de dar un salto hacia delante y de tratar la concepción de la sala
de control como espacio para la formación y el adiestramiento, un espacio para la
el mantenimiento y adquisición de conocimiento, lo que nos obligaría a reflexionar
sobre cuestiones que aquí no tengo oportunidad de desarrollar y que son bien conocidas
en sectores como el nuclear o el de la navegación aérea.
Todas estas preguntas, aparentemente tangenciales al objeto de mi exposición, me han
dado muchos quebraderos de cabeza en mi práctica profesional sobre las salas de
control y espero que las abordemos en nuestro diálogo posterior
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4. Gestión del proyecto de concepción o reconcepción
Me dispongo a terminar y me he dejado muchas cuestiones que podemos ver después,
durante la charla.
Para no extenderme en exceso, he dejado algunas cuestiones que son también
importantes como, por ejemplo, la selección de los materiales constructivos. O cómo
integrar en los dispositivos de información el envejecimiento de los operadores, o la
concepción del espacio si se trata de integrar a otros colectivos, como los discapacitados
motores (un discapacitado puede ser un director de control avanzado que ha tenido un
esguince y utiliza unas muletas).
Pero antes de terminar quiero presentar dos cuestiones.
En primer lugar, la cuestión de la normativa.
Debo decir, con toda claridad, que la normativa nacional e internacional, que afecta
directa o indirectamente al trabajo en sala, da orientaciones lo suficientemente genéricas
como para iluminar los primeros pasos de un proyecto de este tipo.
Pero, sin ninguna duda, no puede concebirse una sala de control sólo con
normativa.. Me permito presentarles algún ejemplo:
ISO 11064-3:1999: Reducir las obstrucciones y estructuras que dificultan el trabajo.
ISO 11064-3:1999: No se recomienda dispersar las posiciones de trabajo.
ISO/DIS 11064-2:1999: Las comunicaciones extrañas a las funciones de la sala no
deben distraer al personal de la sala.
Sin embargo, de la normativa que conozco me gustan estos principios propuestos por la
norma ISO/DIS 11064-1:1999, porque son revolucionarios y, al mismo tiempo, muy
modestos:
1. Aplicar un diseño centrado en el ser humano.
2. Integrar la ergonomía en la práctica de la ingeniería.
3. Mejorar el diseño hacia la interacción.
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4. Analizar y evaluar un sistema existente comparable.
5. Considerar las tareas de los operadores.
6. Diseñar sistemas tolerantes ante el error.
7. Asegurarse la participación de los usuarios.
En segundo lugar, querría enmarcar la aportación del ergónomo en la concepción de
una sala de control en un contexto bien preciso, el de la gestión de un proyecto
industrial.
Uno de los principales problemas que aquejan a los proyectos de concepción o
reconcepción de una sala y en consecuencia, a los ergónomos que intervenimos en estos
proyectos, es que no suelen gestionarse con los mismos criterios con los que se
gestiona cualquier otro proyecto industrial.
Quizá por lo que señalaba antes, a saber, que suele entenderse el proyecto de
remodelación o concepción de la sala como un proyecto de orden decorativo. Nada más
alejado de la realidad.
Para comenzar, es necesario un verdadero director de proyecto, que oriente y canalice
las opiniones y las reuniones múltiples que suelen acompañar a este tipo de proyectos.
Estos proyectos suelen ser gestionados por comités en los que los hitos, la secuencia de
actividades y las responsabilidades del proyecto no se definen siempre con precisión.
También es imprescindible, de manera precoz, disponer de una requisitoria
exhaustiva, de pliegos de condiciones técnicas que ordenen y sistematicen el trabajo
de todos los miembros del grupo de proyecto, sobre todo de los proveedores.
El mayor problema con el que me encuentro, cuando trabajo en un proyecto de este tipo,
es que se pide opinión al ergónomo sobre cuestiones que ya han sido objeto de una
decisión.
En algunos casos, o se improvisa un pliego de especificaciones técnicas cuando ya
prácticamente se ha adjudicado el proyecto y los estudios de detalle están muy
avanzados.
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En otros casos se elaboran los requisitos sin haber realizado una visita a situaciones
comparables, situaciones de referencia sobre las que necesitamos trabajar los
ergónomos para identificar errores de concepción o efectos no deseados que puedan
evitarse en el proyecto de la nueva sala.
La experiencia de más de una década en este tipo de proyectos me permite sugerirles
que la mayor aportación del ergónomo es, seguramente, la de la participación en la
construcción de estos cuadernos de prescripciones o requisitos técnicos de la futura
sala.
El ergónomo, después de sus análisis sobre las situaciones existentes que van a ser
objeto de modificación, o sobre las situaciones de referencia, si se trata de un proyecto
constructivo de concepción, esta armado de técnicas y métodos que permiten definir de
manera precoz las condiciones que debe cumplir la sala de control.
La definición de estas condiciones debe ayudar a que los operadores puedan realizar su
trabajo de forma segura, fiable y eficiente en un contexto de mejora de sus propias
condiciones de trabajo.
Muchas gracias por su atención.
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Para saber más…
Amalberti, R. (1996): La conduite de systèmes à risques, Paris, PUF
Daniellou, F. (1986): L’opérateur, la vanne, l’écran. L’ergonomie des salles de
contrôle, ANACT, Montrouge.
Duarte, F. (2000): Ergonomia & Projeto na industria de processo contínuo, Lucerna-
COPPE/UFRJ, Rio de Janeiro.
Edward, E. y Lees, F.P. (1974): The human operator in process control, Taylor &
Francis, London.
Keyser, V. de (1998): “El error humano” en Castillo, J.J. y Villena, J. (1998):
Ergonomía. Conceptos y Métodos, Madrid, Editorial Complutense, pp.211-229.
Koukoulaki, T. y Boy, S. –eds. - (2003): Globalizing technical standards. Impact and
challenges for occupational health and safety, Bruselas, BTS.
Lautier, F. (1999): Ergotopiques. Sur les espaces des lieux de travail, Toulouse,
Octarès.
Martin, C. (2000): Maîtrise d’ouvrage. Maitrîse d’oevre. La contribution de
l’ergonome à la conduite de projet architectural, Toulouse, Octarès.
Millanvoye, M. (1990): Données physiologiques et ergonomiques pour la conception
du poste de travail, Paris, CNAM-Collection des Cours
Panero, J. y Zelnik, M. (1998): Las dimensiones humanas en los espacios interiores.
Estándares antropométricos, Barcelona, Gustavo Pili.
Reinberg, A., Adlauer, P. y Vieux, N. (1981): Night and shiftwork, biological and
social aspects, Oxford, Pergamon Press.
Villena, J. (1998): “Organización del trabajo y cognición en la sala de control” en
Castillo, J.J. y Villena, J. (1998): Ergonomía. Conceptos y Métodos, Madrid, Editorial
Complutense, pp.231-259.
Weil-Barais, A. (1993): L’homme cognitif, Paris, PUF
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Whitfield, D. (1984): Ergonomics problems in process operations, Pergamon Press,
Oxford.
Woodson, W.E. y Conover, D.W. (1978): Guide d’ergonomie. Adaptation de la
machine à l’homme, Paris, Les Éditions d’Organisation
Para acceder fácilmente a la normativa y la legislación española, consultar la web del
Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo:
http://www.mtas.es/insht
Algunas orientaciones normativas internacionales
ISO 8995:1989: Principles of visual ergonomics
ISO 9241:1999: Ergonomic requirements for office work with visual display terminals.
ISO 11064:1999: Ergonomic design of control centres.
ISO 1996. ISO 7779: Accoustics
ISO 7726: Thermal environments
ISO 7731: Danger signals for work places – Auditory danger signals.: accoustics
ISO 9241 part 6: ergonomic requirements for office work with visual display terminals
– Ergonomic design of the workplace and work environment in office and factory.