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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ECUADOR
PROGRAMA DE ANTROPOLOGÍA
CONVOCATORIA 2008-2010
TESIS PARA OBTENER EL TÍTULO DE MAESTRÍA EN ANTROPOLOGÍA
“ECONOMÍA POLÍTICA E IDENTIDADES EN LAS COMUNAS PERI-
URBANAS DE QUITO”
VÍCTOR JULIO JÁCOME CALVACHE
ABRIL, 2011
www.flacsoandes.edu.ec
FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ECUADOR
PROGRAMA DE ANTROPOLOGÍA
CONVOCATORIA 2008-2010
TESIS PARA OBTENER EL TÍTULO DE MAESTRÍA EN ANTROPOLOGÍA
“ECONOMÍA POLÍTICA E IDENTIDADES EN LAS COMUNAS PERI-
URBANAS DE QUITO”
VÍCTOR JULIO JÁCOME CALVACHE
ASESORA DE TESIS: Carmen Martínez Novo
LECTORES/AS: José Yánez del Pozo
María Elena Bedoya
ABRIL, 2011
DEDICATORIA
Para dos personas muy especiales: mi madre, María Elena, y mi amigo y compañero,
Wilmer Alexander.
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a todos los pobladores de la Comuna de San José de Cocotog, a sus cabildos
(2009 y 2010), asociaciones, dirigencias barriales y religiosas, especialmente, a Sandra
Gualoto y Rosa Cunalata quienes me brindaron su amistad y me apoyaron durante mi
trabajo de campo. A la profesora Carmen Martínez Novo por compartir sus valiosos
conocimientos, acertadas recomendaciones y alentarme con sus consejos, más allá de lo
académico, durante todo el desarrollo de ésta investigación. A mis compañeros de taller
de tesis: Andrea Armijos, Rodrigo Reinoso y Luis Alberto Toaza por su paciencia en la
lectura de los capítulos y todas sus observaciones. A la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO, sede Ecuador) por su apoyo económico para llevar a cabo
éste trabajo.
1
ÍNDICE
ÍNDICE………...………………………...…………………………………………
ÍNDICE DE MAPAS Y FOTOGRAFÍAS………………………………………..
RESUMEN…………………………………………………………..……………..
INTRODUCCIÓN……………...…………...…………………………………..…
Sobre los estudios de indígenas urbanos en Latinoamérica y Ecuador……..…........
Referente a los capítulos………………...…………………………………………..
Sobre la metodología…..……………………………………………………………
PARTE I
COMUNIDADES INDÍGENAS PERIURBANAS EN LA HISTORIA
URBANA DE QUITO
CAPÍTULO 1
EL LUGAR DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS PERIURBANAS EN LA
HISTORIA DEL DESARROLLO URBANO DE QUITO.
“Lo rural y lo urbano”…….……………………………….……………………...…
Las comunidades indígenas periurbanas y los planes de organización territorial de
la ciudad de Quito: esbozo histórico de una segregación espacial…………….……
Las comunas y su situación actual: la proyección de expansión urbana de Quito
para las primeras décadas del siglo XXI……………………………..…………...…
Apreciación final.…………………………………………………………...………
PARTE II.
COMUNA SAN JOSÉ DE COCOTOG
CAPÍTULO 2
HISTORIA Y MEMORIA COLECTIVA DE COCOTOG
Ubicación y límites…………...……………………………………………………..
El problema de límites con Llano Chico…………………………………………....
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Organización comunal………………………………………………………………
Cocotog: reseña histórica y memoria colectiva sobre sus orígenes………………...
La comuna jurídicamente organizada……………………………………………….
La situación actual de Cocotog………………………………………...……………
Apreciación final……………………………………………………………………
CAPÍTULO 3
COCOTOG Y SU ECONOMÍA POPULAR
Definiendo a la economía popular.……………………………….…………………
Economía popular en Cocotog………………………………………………………
Características internas de la economía de Cocotog………………………………..
Tres ejemplos de la economía popular de la comuna……………………………….
“Criando cuyes”: género, identidad y simbolismo en la producción del cuy……….
De la reproducción a la producción del cuy………………………………………...
Usos, género e identidad en la producción del cuy………………………………….
“La señora del dulce”: relatos de la vendedora de chaguarmishqui del Mercado
Central de Quito……………………………………………………………………..
El Chahuarmishqui: una bebida milagrosa………………………………………….
Un recorrido por el bosque: extracción y preparación del chaguarmishqui………...
La venta de chaguarmishqui en el Mercado Central de Quito……………………...
El proceso migratorio internacional y sus efectos en la comuna de Cocotog……....
Migración internacional: una breve mirada a la situación ecuatoriana…………….
Cocotog y las consecuencias producidas por la migración internacional de sus
habitantes……………………………………………………………………………
Apreciación final……………………………………………………………………
CAPÍTULO 4
IDENTIDAD(ES) Y RASGOS CULTURALES DE LA COMUNA DE
COCOTOG.
Definiendo la identidad y la cultura de las comunas periurbanas de Quito………....
Cultura e identidad en Cocotog.…………………………………………………….
El papel de la educación y religión en el abandono y revitalización de la lengua
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kichwa en la comuna de Cocotog…………………………………………………...
De católicos a evangélicos: el proceso de conversión religiosa y su influencia en la
cultura e identidad de Cocotog……………………………………………………...
Elementos culturales de Cocotog: las fiestas barriales y las fiestas comunales…….
Las fiestas de Cocotog………………………………………………………………
Construyendo Identidad (es) en Cocotog…………………………………………...
Entre Kitus y Kitu Karas: la identidad como estrategia política…………………….
De invasores a comuneros…………………………………………………………..
De Cocotog nada más, simplemente Cocotog………………………………………
Apreciación final……………………………………………………………………
CONCLUSIONES…………………………………………………………………
BIBLIOGRAFÍA………………….……………………………………………….
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Índice de Mapas y Fotografías
Mapa 1. Comuna y Distrito Metropolitano de Quito.
Mapa 2. Planímetro de las tierras reclamadas por la Comuna de “Cocotog”.
Foto1. Paisaje de Cocotog.
Foto 2. Grupo Mirachi Huarmicuna.
Foto 3.Primer galpón de producción de cuyes, perteneciente a Andrea Álvaro.
Foto 4. Susana Ojeda.
Foto 5. Jóvenes de la Iglesia Evangélica.
Foto 6. Fiestas de San José 2010
Foto 7. Danzantes de Monedas
Foto 8. Fiestas de fundación de la comuna 2010
Foto 9. Mesa Mantana realizado en las fiestas de San José 2010.
Foto 10. Banda Jesús del Gran Poder
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Resumen
El presente trabajo constituye una etnografía que aporta a la interpretación
teórica de la economía política e identidades indígenas peri-urbanas. Es así, que se
realiza una revisión de estudios sobre comunas indígenas periurbanas en América
Latina cuestionando los límites entre lo rural y lo urbano. También se relata la historia
de la comuna Cocotog, ubicada al nororiente de la ciudad de Quito, para esto se
presenta materiales de archivo del Ministerio de Agricultura y de la propia comuna, los
cuales son combinados con las historias orales de sus habitantes. Además, se encuentra
un trabajo donde se une la cultura y economía política, que detalla las distintas
estrategias de supervivencia de la economía popular de los comuneros, centrándose en
tres actividades: el cuy, la producción de chaguarmishqui, y la migración internacional.
Todo esto, con la finalidad de combinar la articulación entre tradición y modernidad en
los espacios urbano-populares. Por último, este trabajo se centra en la cultura e
identidad de la comuna de Cocotog en este contexto histórico y político-económico,
haciendo uso de la tradición antropológica marxista de la escuela de economía política,
para ello, se cuenta con una sección teórica sobre identidad y cultura, detallando qué
significa la cultura para los comuneros, concentrándose en varios ejemplos concretos: la
religión, las fiestas barriales, y la construcción de identidades plurales donde la hibridez
y el mestizaje no conllevan, necesariamente, a procesos de blanqueamiento y
occidentalización, sino, que se pueden dar, conservando identidades que enfatizan lo
originario y lo indígena.
Con respecto a la metodología, se trata de un trabajo que ha exigido una revisión
de la bibliografía exhaustiva sobre economía política e identidad, así como indígenas
urbanos, estudios urbanos en América Latina, historia de las comunas de Quito y otros
temas, a esto se une un trabajo de campo detallado con numerosas entrevistas y
observación participante, y la revisión en archivos de la nación y archivos comunitarios.
Descriptores: indígenas urbanos, economía popular, comunas periurbanas, identidad,
cultura, lo rural/lo urbano, Cocotog.
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Introducción
Conversando con mi madre, cuyos años de niñez los pasó en el empinado barrio
de San Juan en el centro histórico de la ciudad de Quito, me comentó sobre temas
relacionados con esta urbe. Hablamos sobre algunos oficios que se practicaban en la
ciudad, y que han ido desapareciendo: los lecheros que dejaban las botellas de leche en
la puerta de la casa; los panaderos que repartían el pan en canastos a las 4 y 5 de la
mañana; los hojalateros que recorrían la ciudad “parchando ollas, soldando platos y
tazas”, entre otros personajes; de este modo, tratamos el tema del Mercado Central de
Quito y quienes se ubicaban en sus alrededores durante la feria libre. Me señaló que
hombres y mujeres indígenas provenientes de los sectores de Calderón, Zámbiza y
Llano Chico, poblaciones que se ubican al nororiente de la ciudad, ofrecían una gran
variedad de productos, entre estos una bebida conocida como chaguarmishqui1 o dulce
de penco. Con los años y por las políticas municipales de regeneración urbana, la feria
libre desapareció y con ello muchos de estos vendedores y vendedoras.
Interesado por éste tema empecé a visitar el Mercado Central para conocer si
todavía se vendía ésta bebida, de esta manera, pude conocer que sólo una mujer
mantenía ésta actividad, así conseguí contactarme con Doña Susana Ojeda vendedora
del chaguarmishqui, quien después de varias semanas de conversaciones y entrevistas,
me permitió observar el proceso de extracción y elaboración de la bebida, así conocí la
comuna de San José de Cocotog donde ella vive. Con estos antecedentes, y al investigar
la escasa bibliografía sobre esta comuna, y conocer diferentes problemas que esta
comunidad tiene con el Municipio de Quito (suspensión de la construcción del
alcantarillado, construcción de la vía al nuevo aeropuerto, división de sus territorios
entre las parroquias de Llano Chico y Zámbiza, entre otros), se convirtió, junto a una
mirada de todas las comunas circunsquiteñas, en el tema central de ésta investigación.
Sobre los estudios de indígenas urbanos en Latinoamérica y Ecuador.
La concepción de indígena como estrictamente rural, tradicional, primitivo, no
desarrollado, y que al trasladarse a la ciudad entra en un proceso de blanqueamiento,
cada vez tiene menor peso, ya que su presencia en las ciudades con su identidad y
1 En el kichwa unificado chaguarmishqui se escribe tsawarmishki, sin embargo, a lo largo de este trabajo
he considerado mantener la escritura de esta palabra, como lo señalaron los habitantes de Cocotog.
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cultura propia es una situación indesmentible, y a pesar que, de una u otra forma, la
ciudad los ha excluido, esta población se resiste a desaparecer y va creando estrategias
culturales, económicas y sociales para sobrevivir (Crain, 2001:357).
Los trabajos sobre este tema, a lo largo de Latinoamérica, son numerosos, en
especial aquellos que tratan sobre los indígenas que han migrado a las ciudades, sin
embargo, pocos son los estudios sobre los indígenas urbanos originarios2.
Con respecto a los indígenas que han arribado a las ciudades a través de la
migración, existen amplios debates académicos dirigidos, especialmente, al estudio de
las transformaciones que los indígenas sufren al instalarse en la ciudad, cómo
reivindican sus identidades y cultura en los nuevos espacios, trascendiendo así el área
física que ocupan en sus comunidades y, cómo todo esto se ha ido convirtiendo en
materia de política pública para los gobiernos de las ciudades; así tenemos estudios
sobre las migraciones de quechas y aymaras a la ciudad del Cusco-Perú (Marisol de la
Cadena, 2004); de los aymaras a la ciudad de Arica-Chile (Luis Campos, 2007); de los
mapuches a Santiago de Chile (Nicolás Gisse, 2004), de los Tukano a Manaus-Brasil
(Fígoli y Fazito, 2009) de los nahual-pipiles a San Salvador-El Salvador (Ramón Rivas,
2006), entre otros.
Por otro lado, se encuentran los indígenas urbanos originarios, término que
utilizo para identificar aquellas personas que se autodefinen como indígenas
provenientes de “pueblos originarios” (Gómez, 2008) ubicados alrededor o al interior de
las ciudades, cuya presencia no se debe a la migración desde otras regiones, sino, que
viven en sus comunidades localizadas alrededor de la ciudad o dentro de la misma.
Estos pueblos ocuparon sus territorios antes de la colonia y a lo largo de esta, ya sea
como indígenas libres o como fuerza de trabajo en las haciendas siendo las ciudades
quienes las administraban y controlaban (Kingman, 2008:39), por consiguiente, han
mantenido relaciones más estrechas con las urbes permitiéndoles que adquieran algunos
estilos de vida urbana sin que esto haya significado una desaparición de su estructura de
valores y principios, como son: relaciones sociales, fiestas, costumbres, etc.
2 Hago uso del término “originario”, considerando lo explicado por Álvaro Gómez: “en realidad hablar de
pueblos originarios es solo una formalidad, un hito creador para reclamar la pertenencia a un pasado
que no ha sido reconocido en la historia oficial, que reclama su espacio en la historia y los destinos de la
ciudad del siglo XXI” (Gómez, 2008:10).
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Esta población se caracteriza porque la mayoría ya no habla la lengua materna,
se encuentran en procesos de legalización de sus tierras, sus economías son de
subsistencia y mercado, se hallan en proceso de redefinición de sus identidades y
enfrentan problemas ocasionados por la absorción del proceso urbanizador. Así
podemos mencionar algunas ciudades donde conviven indígenas urbanos originarios
cuyos territorios han sido absorbidos por la expansión urbana o están en este proceso:
La Paz con los aymaras (Laura Escobari, 2009), Bogotá con la comunidad muisca de
Bosa (Jairzinho Panqueba, 2005) Ciudad de México con los pueblos náhuatl ubicados
en Tlalpan, Milpa Alta y Tláhuac (Jorge Rivera, 2005; Claudio Albertani, 1999) y Quito
con las parroquias ancestrales y las comunas (Eduardo Kingman, 1992)3.
En el caso ecuatoriano, las comunidades indígenas andinas siempre han tenido
algún grado de vinculación con las ciudades (Martínez Novo, 2007:264), especialmente,
por las migraciones internas como estrategias para complementar sus ingresos
económicos, temas que han sido tratados por Luciano Martínez (2000), Diego Iturralde
(1995), José Almeida (1995), Clorinda Cuminao (2006), entre otros; no obstante, el
tema de los indígenas urbanos no es nuevo en el Ecuador, en los años 30 ya se dieron
los primeros trabajos que reconocían a “los indios urbanos o indios urbanizados”, a los
cuales, para no visibilizarlos se les denominaba “cholos” o, simplemente, no se hacía un
registro de ellos (Prieto, 2004; Ibarra, 1998; Kingman, 2008), señalando de esta manera
que su incorporación a la ciudad implicaba dejar de ser indígenas.
Con relación a los indígenas urbanos originarios, la mayoría de estudios se
ubican en el Distrito Metropolitano de Quito, ya que estos pobladores se encuentran en
sus alrededores o al interior de esta urbe concentrándose en las comunas jurídicas, así
tenemos, los trabajos auspiciados por el Municipio de ésta ciudad que están dirigidas al
rescate de la historia y memoria colectiva, no específicamente de las comunas
periurbanas y urbanas, sino de las parroquias donde se localizan. Algunas de estas
publicaciones fueron coordinadas por Manuel Espinosa Apolo en ésta última década
(Chilibulo: memoria histórica y colectiva, 2006; Llano Chico: memoria, historia y
colectiva, 2007, entre otros).
3 Otros investigadores que han trabajado sobre el tema de indígenas urbanos tenemos: México.- David Robichaux
(2005), Regina Martínez y Guillermo de la Peña (2003), Pablo Yanes (2005). Guatemala.- Manuela Camus (2002),
Bastos Santiago y Aura Cumes (2007). Colombia.- Manuel Sevilla (2007). Perú.- Faustino Jahuira (2001), Edith
Aranda (2007). Bolivia.- Iván Berrios (2003), Rossana Barragán (2006). Chile.- Leila Noriega Zegarra (2006), entre
otros.
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Otros trabajos han dejado de ser solo registros de memorias e historia de estas
comunidades, y también muestran las construcciones identitarias, la permanencia de las
características culturales propias, los juegos de poder, las relaciones (sociales,
económicas, políticas y culturales) de los pobladores de estas comunas con la ciudad, el
ordenamiento social y los cambios que están viviendo a causa del crecimiento urbano y
la segregación espacial. Así contamos con estudios sobre las comunas de Santa Clara de
San Millán (Ismenia Iñiguez, 2006; Soledad Navas, 2006), Lumbisí (Loreto Rebolledo,
1992; Julie Williams, 2006), Cotocollao (Kathleen Fine-Dare, 1991/2006) San Isidro
del Inca (Karina Borja, 2009), entro otros.
Es por ello, que revisando la bibliografía sobre indígenas urbanos, sean
migrantes u originarios, ha conducido a que esta población sea tratada con una mirada
tanto desde lo rural como desde lo urbano, puesto que constituyen una simbiosis de sus
actividades ejecutadas en la ciudad con las conservadas en sus comunidades, y con una
movilidad muy fuerte que ha implicado un mayor traslado de elementos culturales y la
conformación de una cosmovisión y experiencias urbanas-rurales que se van ajustando,
moldeando y reinventando en sus localidades (Gonzalo Aguirre,1992).
Por último, a pesar que muchos académicos han tratado sobre los indígenas
urbanos y las comunas periurbanas reconociendo su existencia, el discurso de las
organizaciones indígenas de mayor jerarquía ha sido contrario, o han aceptado la
presencia de estos indígenas con algunas limitaciones ya que han sido considerados
impuros y carentes de verdadero espíritu indígena por no hablar la lengua materna, no
encontrarse en sus comunidades o no vestir su indumentaria tradicional; manteniendo
así un sentido homogeneizado de la identidad y de la cultura indígena, sin embargo,
tenemos que las identidades y cultura de estas poblaciones poseen otros elementos que
permiten comprender que estas comunidades no están tan estrechamente delimitadas y
sus identidades no son ni estables ni homogéneas, y que las interacciones culturales
influyen en la construcción y en la negociación de éstas (Crain, 2001:357-8).
Referente a los capítulos
La comuna periurbana de San José de Cocotog ha sido poco considerada por los
investigadores. Durante el proceso de mi trabajo de campo, esta población, con apoyo
del Ministerio de Cultura, publicó (2010) el libro “Comuna San José de Cocotog: un
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relato histórico en construcción” que registra parte de sus historias, costumbres y
tradiciones; una información básica, de la misma línea que la anterior, la encontramos
en la obra: Llano Chico: memoria, historia y colectiva de Manuel Espinosa (2007);
textos más académicos referente a la comuna son Runa Yachai: La socialización infantil
y la lógica de la subsistencia entre los pueblos indígenas del Ecuador de José Yánez
(2003) donde trata sobre el proceso de socialización, parentesco y relación económica
entre Cocotog y Quito en los años 80; por último, se encuentra datos arqueológicos del
sector ubicados en el Atlas arqueológico de Quito de Holguer Jara (2009).
Es así, que en esta investigación visibilizo y analizo aquellas experiencias (no
siempre afines, ni sólo positivas) de los habitantes de Cocotog que no han sido
recogidas y que ayudan a comprender cómo se están reconfigurando las comunas
periurbanas, de qué manera van construyendo sus identidades y, cómo las están
expresando a través de sus cambios, cultura y la dinámica de sus procesos económicos,
todo esto enmarcado en su incorporación, cada vez mayor, a la mancha urbana de Quito,
urbanismo interno y el incremento de su movilidad social, geográfica, cultural y
económica. Todo esto me ha orientado hacia un trabajo multidisciplinario (Antropología
urbana, historia y economía política) dirigiéndome por tres categorías: la economía
popular (Corragio, Núñez, Razeto) la identidad (Hall; Bauman) y la cultura de la mezcla
(Kingman), acompañados por un debate más amplio, a través de la revisión de
publicaciones de contextos similares a lo largo de América Latina para, de ésta manera,
abrir otras vías en el estudio de las comunidades periurbanas.
Referente a la estructura de este trabajo, se encuentra dividida en dos partes que
a su vez se separan en capítulos. Con respecto a la primera parte, está conformada por el
capítulo uno, el cual se centra en la comprensión de lo que es considerado como “lo
rural y lo urbano”, de esta manera, presenta un esbozo histórico y descriptivo sobre la
incorporación de las comunas y parroquias habitadas por indígenas al área urbana de
Quito y las relaciones sociales, económicas y culturales que acarreó, considerando esto,
no como un motivo de pérdida de su identidad y cultura, sino como un medio que les ha
permitido producirlas, reproducirlas y transformarlas, rompiendo así la dicotomía de
urbano-rural y la concepción de indígena como estrictamente rural. Así también muestra
la posición del Municipio de Quito sobre estos pueblos organizados como comunas y
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cuál ha sido la ubicación de éstas dentro de las planificaciones territoriales que
mantienen una segregación espacial heredada del periodo colonial.
La segunda parte se refiere, específicamente, a la comuna de San José de
Cocotog, y está dividida en tres capítulos donde trazo un puente para ver cómo sus
identidades, cultura y economía se encuentran articuladas y van adecuándose a los
procesos de transformaciones producidas por sus movilidades a nivel interno, con la
ciudad y de manera global.
El capítulo dos da apertura a la segunda parte y trata sobre la historia y memoria
colectiva de Cocotog, es así que construye a través de la revisión de archivo y el
testimonio vivo, aquellas experiencias que los habitantes de ésta comuna han vivido
con su territorio y con la ciudad de Quito desde tiempos aborígenes, y que les ha
permitido la incorporación progresiva y dinámica al área urbana, dando lugar a la
configuración de un espacio con características urbano-rurales. Además, se presenta las
transformaciones producidas en sus estructuras económica, política, cultural y social, y
algunos conflictos internos actuales como: el debilitamiento del cabildo, la división de
su territorio, etc., todo esto como un conglomerado que forma parte de sus identidades.
En el capítulo tres se presenta las relaciones de parentesco, género, el
incremento de la movilidad y la creatividad para dar lugar a nuevas estrategias de
subsistencia por parte de los habitantes de Cocotog y que son elementos de su economía
popular, así también los diferentes conflictos que estos han producido y sin los cuales
no podría ser pensada ésta economía. Además, muestra el paso que han dado las
unidades familiares de reproducción de esta población para convertir su producción
agrícola y ganadera en una economía mercantil simple a través de la conformación de
asociaciones, y también para sustituir las actividades agropecuarias por actividades “no-
agrícolas”, todo esto ocasionado por su urbanización interna, las movilidades constantes
hacia la ciudad de Quito, la migración internacional y la introducción de nuevas pautas
de comportamiento que está conduciendo a que aparezcan nuevas formas de
comprender lo comunal.
El capítulo cuatro explora los elementos que intervienen en la construcción de
las identidades y cultura de la comuna de San José de Cocotog, desde la compresión que
no existen culturas sin algún grado de mezcla (situación que no, necesariamente,
significa blanqueamiento) e identidades con la idea de un “yo como núcleo estable”.
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Además, presenta los factores que han influenciado en el aceleramiento de sus cambios
culturales e identitarios, y muestra cómo la cultura y las identidades de esta comuna
tienen diferentes formas de vivirlos, de sentirlos y pensarlos por parte de sus habitantes,
quienes los van reinterpretando y reinventando de acuerdo a la generación (ancianos,
adultos, jóvenes), intereses políticos (grupos Kitu y Kitu Kara) y de adaptación (Barrio
Yurac Alpaloma).
Sobre la metodología
Mí llegada a la comuna de San José de Cocotog ocurrió gracias a Doña Susana
Ojeda, quien al inicio me sirvió de nexo para que otras personas me abran sus puertas y
así poder reunir una vasta información, para esto me trasladé de manera constante a ésta
comuna durante 18 meses comprendidos entre los años 2009 y 2010, intercalando entre
las entrevistas a los comuneros y académicos, conversaciones informales, asistencia a
fiestas barriales y comunales, asambleas, mingas, investigación de archivo y
bibliográfico, y la redacción de los capítulos que forman este trabajo.
Es así, que la información obtenida con las entrevistas se articuló con los datos
estadísticos del INEC y otros obtenidos a través de la revisión bibliográfica y de
archivo, esto se hizo indispensable para construir un relato lo más veraz posible sobre la
comuna de Cocotog puesto que no contaba con muchos trabajos bibliográficos sobre
esta población y, por lo tanto, no era recomendable confiarme ciegamente de lo que me
decían los y las entrevistadas, por ello fue necesario equipararlos con otras fuentes para
obtener un cuadro más cabal, de este modo accedí a algunas actas del cabildo de la
comuna, los documentos que se encuentran en el Archivo Nacional de Comunas del
Ministerio de Agricultura y Ganadería, y notas de prensa que ubicaron a este trabajo,
especialmente, en un espacio temporal comprendido desde los primeros registro de
fundación jurídica de la comuna (1947) hasta el año 2010, a pesar de ello, ha sido
indispensable conocer otros sucesos históricos para comprender las diferentes
interacciones de las comunas periurbanas con la ciudad de Quito desde tiempos
coloniales, ya que ningún grupo puede ser comprendido fuera del contexto histórico que
lo explica y le da significación.
A su vez, traté de propiciar una participación igualitaria de género y edad en la
obtención de la información, por lo tanto, hombres y mujeres fueron parte de quienes
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me proporcionaron múltiples datos y sus edades oscilaron entre los 14 hasta los 90 años.
Con ellos mantuve conversaciones formales como informales que tuvieron una duración
de 30 minutos hasta 2 horas y media, también organice 3 grupos de conversación con
jóvenes, mujeres adultas y adultos mayores, con quienes compartí alimentos, fui testigo
de discusiones internas como en el caso de algunas asociaciones, escuche experiencias,
historias, etc. Toda esta información que compartieron conmigo fue grabada y, en
aquellas conversaciones muy cortas que mantenía con las personas que se sentaban
junto a mí en el puesto de comidas de la señora Rosa, fueron registrados en mi diario de
campo.
De esta manera, apoyado en las técnicas e instrumentos etnográficos pude
generar un cierto grado de confianza con los habitantes de Cocotog, teniendo a mi favor
la cercanía de la comuna a la ciudad, lo que me permitió permanecer allí el mayor
tiempo posible: desde tempranas horas de la mañana compartiendo alimentos, bebidas y
observando cómo crían a sus animales y siembran, hasta horas de la madrugada durante
sus fiestas (observación participante).
La apertura que me dieron dirigentes barriales, religiosos, educativos,
representantes de asociaciones, jóvenes, migrantes y comuneros y comuneras4 en
general, me ayudó a que de sus propias recomendaciones me encuentre con gente clave
como fundadores de la comuna que aún vivían o personas que estaban recién llegados
desde España, o me permitan mantener conversaciones a través del internet con sus
familiares migrantes, por poner algunos ejemplos, y en algunas ocasiones me
trasladaron en sus carros hasta las viviendas de estas personas. Con esta colaboración
pude obtener un gran número de relatos de vida, y así conocer lo que han vivido, su vida
cotidiana y sus dimensiones identitarias, por tal razón, he preferido intercalar la
redacción de los capítulos con citas textuales de las entrevistas, de esta forma, acercar
más al lector a la realidad de la comuna.
En este proceso, también se presentaron algunos inconvenientes, por ejemplo: la
escritura de los capítulos se retrasó por el acceso a la información del Archivo Nacional
de Comunas del Ministerio de Agricultura y Ganadería, ya que para aprobar mi entrada
a los documentos requeridos tuve que obtener una autorización que provino de manera
descendente hasta que llegó a manos de quien está a cargo del manejo de la
4 Los términos comunero, comunera o de Cocotog, son utilizados conforme a cómo se identificaron los
entrevistados.
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información, esto tomó seis semanas de traslados constantes de dependencia en
dependencia en dicha institución.
Ya en el campo me encontré con varios obstáculos relacionados a conflictos
internos y con el Municipio de Quito. Con respecto a los conflictos internos los temas
sobre el papel del cabildo y la presencia de los grupos Kitu y Kitu Kara tuvieron que ser
tratados con sutileza ante muchos habitantes que no se sienten representados por el
cabildo, y otros que están en contra de las organizaciones mencionadas; con respecto a
los conflictos con el municipio, mi trabajo de campo se desarrolló cuando la llama ardía
con mayor intensidad por el proyecto de construcción de la vía al nuevo aeropuerto, por
ello muchos comuneros y comuneras me realizaban varias preguntas antes de darme
alguna información para asegurarse que realmente no era parte del Municipio de Quito
o de la “Sanidad”. Además, se presentó un inconveniente con el idioma, que nunca
pensé que pasaría ya que todos los habitantes de la comuna hablan castellano, pero en
ciertas ocasiones, en especial los adultos mayores se dirigían en lengua kichwa en
momentos que me contaban sus historias, en las mingas del cementerio y en la misma
sesión solemne por la fundación de la comuna. De ahí la colaboración de los habitantes
de Cocotog fue totalmente abierta.
Para finalizar, tenemos que el tema de los indígenas urbanos por migración ha
propiciado una abundante literatura antropológica y sociológica en Latinoamérica, pero
muy poco se ha tratado sobre las indígenas urbanos originarios, sus procesos de
construcción de sus identidades, su dinámica económica, su cultura, su integración a las
ciudades y los problemas que esto les ocasiona, es por ello, que el estudio de la comuna
de San José de Cocotog busca contribuir a la bibliografía sobre este tema en América
Latina y sobre las comunas quiteñas periurbanas y urbanas, para esto presento un
trabajo que conteste interrogantes tanto para los habitantes de estas comunidades, como
para la academia, donde la incorporación de estas comunidades periurbanas a las
ciudades no sea visto simplemente desde el crecimiento urbanístico, sino como
procesos sociales, donde históricamente se ha producido una interacción entre dos
grupos organizados con culturas diferentes, dando lugar a cambios importantes en la
organización de las dos partes.
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PARTE I
Comunidades indígenas periurbanas en la historia urbana de Quito
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Capítulo 1
El lugar de las comunidades indígenas periurbanas en la historia del desarrollo
urbano de Quito.
El proceso de incorporación de las comunidades indígenas a las ciudades, es un
tema que ha sido tratado en Latinoamérica en estos últimos años, y ha sido presentado
de dos maneras: por una parte, los indígenas que han arribado a las ciudades por las
migraciones internas que, agrupándose con miembros de su misma comunidad, dieron
lugar a barrios donde han mantenido sus prácticas culturales y reconstruido sus
identidades de acuerdo a ese nuevo territorio5 y, por otro lado, las comunas indígenas
que han ocupado los espacios –que ahora forman parte de la ciudad– antes, durante y
después de la colonia, ya sea como indígenas libres o como fuerza de trabajo en las
haciendas.
A estos dos grupos se les ha denominado como “indígenas urbanos”, término
que permite mirar de manera diferente a la consideración histórica de relacionar al
indígena con “lo rural” o la determinación de mestizos que se hace sobre ellos solo por
el hecho de que forman parte de la ciudad.
Por esto, el presente capítulo se centra en la comprensión de lo que es
considerado como “campo y ciudad” o “lo rural y lo urbano”, para de esta manera,
introducirnos en la descripción y análisis del proceso histórico que condujo a la
incorporación de las comunas indígenas periurbanas al área urbana de Quito y las
relaciones sociales, económicas y culturales que esto acarreó como consecuencia de la
producción de nuevos espacios urbanos, pero considerando esto no como un motivo de
pérdida de su identidad y cultura, sino, como un medio que les ha permitido producir,
reproducir y transformar éstas. Además, señalo los diferentes planes de organización
territorial de esta ciudad, desarrollados desde 1940 hasta el 2000, donde las
proyecciones de expansión de la urbe fueron, y continúan posesionando, dentro del
mercado de tierras y de las áreas declaradas “potencialmente urbanizables”, a territorios
de comunas indígenas reconocidas legalmente.
5 En el caso de Quito, la migración interna dio lugar a la formación de barrios donde se ubicaron en su
mayoría la población indígena, estos barrios se encuentran, principalmente al sur y en el Centro Histórico
de la ciudad, un ejemplo de ello es el Barrio de San Roque.
17
“Lo rural y lo urbano”
Las imágenes del campo y la ciudad obtuvieron mayor peso con los inicios del
“modo de producción capitalista agrario” en el siglo XVI. Para el siglo XVII se registró
la palabra urbano, ya no desde un sentido físico sino con implicaciones sociales, y esto
dio lugar a las ideas sobre el campo como muestra del pasado y la ciudad como muestra
del futuro6 (Williams, 2001:377). Pero, definir estos términos se ha constituido en un
tema difícil de consensuar entre quienes han estudiado estos contenidos debido a las
diferentes realidades de cada país (Villalvazo, Corona y García, 2002:19).
No podemos hablar de la misma manera, sobre lo urbano y lo rural, en ciudades
capitalistas como precapitalistas (Fine-Dare, 1991:31) o, en las ciudades capitales como
en las no capitales, ya que la concentración del poder económico, político, social,
cultural y demográfico es distinto. Por ejemplo, el proceso de urbanización de México
tomó mayor auge en la década de los años 40 del siglo XX, “estimulado por la política
económica orientada a la sustitución de importaciones que propició el comienzo de
actividades industriales” (Villalvazo, Corona y García, 2002:19), mientras que en Gran
Bretaña, ésta tomó un mayor impulso con la Revolución Industrial y, especialmente, por
la construcción del ferrocarril que incremento la movilidad espacial y la determinación
de este país como mayoritariamente urbano (Williams, 2001:363-6).
Es por esto, que se torna indispensable tratar de establecer qué es lo urbano y lo
rural, para comprender, de mejor manera, lo que está pasando en muchas ciudades
Latinoamericanas referente al área urbana y la situación en que se encuentran las áreas
rurales que les rodean y quienes habitan en ellas:
En primer lugar, tenemos que lo urbano, en muchos casos, ha sido definido a
través de la concentración de individuos, actividades y servicios (LASUR, 2004:39), sin
embargo, esta concepción ha ido cambiando en las últimas décadas y “la urbanización”
ya no es vista, simplemente, en términos de acumulación, sino “en cuanto extensión de
estilos culturales, de modos de vida y de interacción social. Es decir, lo urbano ya no
está únicamente en las ciudades” (Baigorri, 1995:3), sino que es un término que
6 Todavía las poblaciones conservan el sentido de lo urbano como lugar de comercio, recreación,
servicios básicos, infraestructura y equipamiento destinado a satisfacer las necesidades sociales y a elevar
sus condiciones de vida, relacionando todo esto estrictamente con la ciudad (Villalvazo, Corona y García,
2002:21-2).
18
“funciona como un sistema de redes interconectadas, con ubicaciones múltiples, en
buena medida virtuales, que abarcan tanto lugares centrales como periféricos”
(Kingman, s/f: 4). Por lo tanto, la ciudad no es lo urbano ni la oposición de rural, sino
“es el proceso consistente en integrar crecientemente la movilidad espacial en la vida
cotidiana, hasta un punto en que ésta queda vertebrada por aquella” (Delgado, 1999:23).
Concerniente a lo rural, ha sido definida en base a cuatro aspectos: relaciones de
parentesco, vínculos de reciprocidad e intercambio, los trabajos colectivos de la minga y
las identidades culturales del grupo (Ávila, s/f: 7). Además, está enmarcado, tanto por
las nuevas lógicas productivas ocasionadas por sus contactos continuos con la ciudad,
como por la práctica de la agricultura, las actividades ganaderas, el medio ambiente, la
propiedad de las tierras, entre otras (Baigorri, 1995:7).
Con lo señalado se puede dar cuenta que lo urbano está inmerso en lo rural y
viceversa, y que estos términos no pueden ser tratados como mundos diferentes, peor
aún para el caso de las comunidades indígenas periurbanas y urbanas en Latinoamérica,
ya que al hablar, como lo señala Hannerz, sobre “la vida urbana, también incluye a
quienes usan la ciudad sólo una parte del tiempo” por ejemplo: las personas que viven
en el campo y que se trasladan de forma diaria a la ciudad por sus actividades
comerciales o laborales; de igual manera, los habitantes de la ciudad que se movilizan al
campo, muchas veces, para comprar, vender o practicar actividades agrícolas, entre
otras (Hannerz, 1993:82). Es por eso, que las poblaciones y actividades descritas como
rurales o como urbanas están estrechamente vinculadas entre sí, no solo por una clase de
movilidad, sino, por múltiples movilidades de sus habitantes.
Centros urbanos como la ciudad de Guatemala, Bogotá, San Salvador y Cuzco,
son algunos ejemplos donde las prácticas agrícolas pueden estar dentro de las áreas
urbanas o actividades no agrícolas se desarrollaron en las consideradas zonas rurales
periféricas, siendo estos lugares, “directa o indirectamente, de donde se obtiene lo
necesario para vivir” y donde se va produciendo una “explotación del campo en su
conjunto por parte de la ciudad en su conjunto” (Williams, 2001:25; 80).
Ahora, estas zonas rurales periféricas, también ha sido motivo de discusión por
su definición, ya que por estar más cercanas a las ciudades, sus características rurales y
urbanas son menos notorias y más complejas, es así, que se han utilizado términos como
rurbanos, periurbanos o barrios en transición, para indicar que estos lugares se van
19
convirtiendo en la residencia de quienes trabajan o desarrollan sus actividades
cotidianas en la ciudad, dejando atrás algunas características rurales y “entran en
procesos de transformación en los planos demográfico, económico, político, social y
cultural” (Ávila, s/f:3).
Estos lugares periurbanos, mientras se encuentran en los procesos de
transformación, también se convierten en “espacios simbióticos” que van insertando y
asumiendo actividades y funciones que impone la jerarquía urbana, pero que mantienen
sus parcelas agrícolas, áreas forestales y áreas ganaderas, aunque se encuentren cercadas
por las nuevas construcciones, producto de la expansión de las ciudades, que van
alterando la estructura ocupacional y el uso y la tenencia de la tierra.
Las comunidades indígenas periurbanas y los planes de organización territorial de
la ciudad de Quito: esbozo histórico de una segregación espacial.
La ciudad de Quito se encuentra ubicada en la meseta del mismo nombre a 2810
m.s.n.m., y sus territorios se extienden de manera longitudinal de norte a sur,
presentando características potenciales para la producción agrícola (Maximy y
Peyronnie, 2002:19). Esto fue un factor importante, para que desde tiempos aborígenes
sea un sitio predilecto para asentamientos humanos, además cuenta con defensas
naturales que también tuvieron influencia para que los españoles mantengan en este sitio
la capital de la Real Audiencia de Quito.
Esta ciudad, refundada el 6 de Diciembre de 1534, durante la colonia presentó
dificultades para su expansión: por un lado, se encontraba el entorno natural
caracterizado por quebradas que atravesaban lo que hoy constituye el Centro Histórico;
y por otro, el ordenamiento social, que hizo que la sociedad blanca se instale en la
ciudad que se iba extendiendo partir de su trazado a manera de cuadrícula, que era una
planificación colonial impulsada por el rey Felipe II; mientras que en la periferia se
ubicaron parroquias semi-rurales y rurales que se caracterizaban por un mayor número
de presencia indígena. A esto se unía la economía de la ciudad, que en el siglo XVIII
estaba en recesión por la prohibición del comercio intercolonial y el fortalecimiento de
la producción agropecuaria que afectó a los propietarios de empresas textiles que
20
habitaban el centro de la urbe. Estos tres aspectos, hicieron que Quito se mantenga
como una ciudad que no se expandía a grandes pasos hasta principios del XX.
Este ordenamiento social y entorno natural de la ciudad, llevó a que los barrios se
mantengan separados, por ejemplo, en el siglo XVI existieron parroquias indígenas que
para el final de la colonia ya formaban parte de la ciudad: al norte San Blas y Santa
Bárbara, al sur San Roque y San Sebastián; también coexistían otras comunidades un
poco más alejadas que mantenían relaciones comerciales directas con la ciudad: San
Juan Evangelista de Chimbacalle, Chillogallo, Guajaló, Turubamba, Santa Prisca, El
Batán, Zámbiza, Calderón, Chaupi-Cruz y Cotocollao (Minchom, 2007:46-7). De esta
manera, la zona urbana constituyó el centro de control de estas poblaciones periféricas,
especialmente, de sus actividades económicas. Para este fin, en vez de eliminar
costumbres, formas de organización, entre otros, propios de los grupos indígenas, lo que
los españoles hicieron fue ir incorporando elementos prehispánicos al nuevo orden
social (Minchom, 2007:37), permitiéndoles que mantengan terrenos a manera de “tierra
de indios, de resguardo, sobrantes o comunales”, de acuerdo a lo dictaminado por las
Leyes de Indias, según la Ordenanza de Felipe II del 18 de enero de 1552 que
manifiesta lo siguiente:
“Debe el Visitador procurar cuanto sea posible que los indios tengan bienes de
comunidad y planten árboles, a que no se hagan holgazanes y se apliquen a su trabajo,
para su aprovechamiento y buena policía, y que la Audiencia les de instrucción de
todo lo que le pareciere conveniente y digno de remedio, aunque no esté provisto por
las leyes de este título”. Ley IX. Lib. II Título XXXI (Piedad y Alfredo Costales,
1962:50).
A pesar de esta ordenanza, muchas de estas poblaciones en los siglos posteriores fueron
desapareciendo, principalmente, por la disminución de dichas tierras que las utilizaban
para pastoreo, y que fueron divididas entre algunas haciendas que desarrollaban una
agricultura intensiva (Minchom, 2007:48).
Pero, existían otras poblaciones indígenas más alejadas que también mantenían
un intercambio continuo con la ciudad y, que en conjunto con las anteriores, formaban
el Corregimiento de Quito, así tenemos: Yaruquí, Mulaló, Cumbayá, Alangasí,
Pomasqui, Conocoto, Machángara, San Antonio de Lulubamba, Tumbaco, Guápulo,
entre otras (Lozano, 1991: 83). Estas poblaciones, hasta inicios del siglo XX,
presentaban espacios estrictamente rurales y eran lo contrario al símbolo de ornato,
prestigio y confort que representaba el centro urbano de Quito (Kingman, 2008:42).
21
Es así, que las relaciones económicas que mantenían los indígenas de estas
poblaciones con la ciudad, consistían esencialmente en el abastecimiento de alimentos y
fuerza de trabajo para la ejecución de actividades como: las obras de infraestructura de
la ciudad, labores agrícolas, cuidado de ganado y el servicio doméstico, por ejemplo, los
indígenas de Zámbiza, Llano Chico y Calderón eran encargados de la limpieza de la
ciudad; los de Nayón estaban encargados de colocar y encender las velas de los faroles
para iluminar las calles de la ciudad; los de la Magdalena, Chimbacalle y Chillogallo
eran cargadores, criadores de mulas y arrieros para el trasporte inter-regional; los de
Conocoto eran picapedreros y albañiles (Salomon y Carrera, 2006; Espinosa, 2007;
Minchom, 2007; Prieto, 2004), haciéndose innecesario ocupar mano de obra de
indígenas foráneos, y la presencia de los indígenas de la periferia en el centro de la urbe
se hizo indispensable. Así, Quito se convirtió en un medio de atracción para la ejecución
de oficios urbanos y comercio para los indígenas, quienes al retornar a sus comunidades
continuaban con su producción agrícola y artesanal, tanto para su consumo como para
el intercambio con la ciudad (Kingman, 2008:13; 94).
Entre otros factores que condujeron a una mínima expansión urbana durante la
colonia, fueron los declives económicos que, de cierta manera, intervinieron en el
mayor o menor número de pobladores asentados en Quito, por ejemplo, para el siglo
XVIII la caída del comercio textil por la “afluencia a los mercados de la América
meridional de textiles europeos (…) las erupciones volcánicas y terremotos” (Büschges,
2007:37-8), incentivaron para que las actividades económicas sean dirigidas hacia el
norte de la ciudad que permitía más oportunidades de intercambio comercial, llevando a
la ruina a las parroquias situadas al sur donde se ubicaban grandes obrajes, a esto se
unían epidemias y las nacientes guerras por la independencia, que produjeron un
descenso demográfico: de 64 966 habitantes que tenía todo el Corregimiento de Quito
para 1781 a 57 843 para el año 1814 (Minchom, 2007:142). Es así que, durante este
periodo, Quito se presentó como una ciudad poco comercial y la satisfacción de sus
necesidades de alimentación y fuerza de trabajo dependía de la población indígena de
las zonas periféricas (Peyronnie y De Maximy, 2002:43).
Estas relaciones sociales y económicas continuaron durante todo el siglo XIX,
así tenemos que la denominación de tierras comunales o de resguardo fue mantenida por
Simón Bolívar en el decreto del 15 de Octubre de 1820, que señala: “Art.19.- En las
22
parroquias en donde hayan tierras de comunidad o resguardo, se asignará a cada familia
de indígenas la parte necesaria, para su habitación y cultivo particular, a más de lo que
necesite en común para su ganado y otros usos”. De igual manera, ya en la república, la
ley de Indígenas de 1851 y algunos decretos expedidos en 1854 y 1865, reconocieron
“la propiedad comunal de indios” (Costales, 1962:59-64; Prieto, 2004:134). De esta
forma, se continuaba marcando la distancia entre el sitio donde se ubicaba la sociedad
blanca y la que debía ser para los indígenas.
Para finales del siglo XIX y comienzos del XX, Quito entró en un proceso de
crecimiento urbano, especialmente, en los alrededores de Chimbacalle, sitio donde se
construyó la estación del ferrocarril en 1908. Esto fue un paso para la continua
absorción de las poblaciones indígenas de la periferia de Quito por parte de la expansión
urbana durante el siglo XX. Es así, que muchas tierras que eran ocupadas por estas
poblaciones se vieron amenazadas, especialmente, por la construcción de barrios
destinados a los nuevos habitantes que atraídos por la creación de nuevas fuentes de
empleo iban arribando a la ciudad; en cambio el centro de la urbe iba convirtiéndose en
un espacio para la instalación de bodegas, tiendas y para arrendar a las personas que
iban llegando a la ciudad, impulsando con esto la construcción de ciudadelas al norte de
Quito que iban adquiriendo mayor prestigio (Capel, 2008:27) y estaban destinadas para
las personas de buenos recursos económicos que habían habitado el centro.
Todo este proceso de crecimiento urbano hacia el norte y sur de la urbe, fue
tomando impulso a partir de 1930 (Lozano, 1991:187), pasando de un crecimiento que
se mantuvo nuclear, a un crecimiento de tipo longitudinal (Peyronnie y De Maximy,
2002:29), sin embargo, este transcurso fue complejo, principalmente, porque los lugares
a donde se extendía Quito eran tierras de comunidades indígenas, pero los intereses de
los grupos de poder de la ciudad condujeron al irrespeto de estas tierras. Ismenia
Iñiguez señala los diferentes conflictos que la comunidad de Santa Clara de San Millán,
ubicada al norte de la ciudad, tuvo en este periodo y, cómo fueron cercenadas sus
tierras, es así que durante todos esos años sus habitantes fueron presionados tanto por
autoridades municipales como por grupos económicos para que vendan sus terrenos o,
simplemente, les fueron expropiados a través de juicios, de esta forma, el sector de
Pambachupa donde se ubicaba su cementerio, y que corresponde a la actual parroquia
de Santa Prisca, fue entregado a Enrique Chiriboga Gangotena en un trueque con
23
borregos en 1932, que posteriormente se dividió en 142 lotes, así estos pobladores
fueron alejados del centro de la comunidad y enviados a las zonas más altas (Iñiguez,
2006:104-5).
Por el sur el problema iba avanzando a la parroquia de la Magdalena donde se
ubicaban las comunidades de Tarma y Chilibulo-Marcopamba-La Raya y hacia los
alrededores de la estación del ferrocarril, sectores que fueron destinados a la vivienda de
soldados y obreros, respectivamente; en el caso de la Magdalena, aparecieron dos
primeras ciudadelas: León (1920) y Yaguachi (1930), pero la expansión urbana a estos
sectores tomó mayor fuerza en la década de los 50, dando lugar al aparecimiento de la
ciudadela Hermano Miguel (1958) perteneciente a la Caja de Pensiones (Espinosa,
2007:72).
Estos medios de expropiación o presión que sufrieron todas las poblaciones
indígenas ubicadas en zonas que el municipio iba declarando potencialmente
urbanizables, no se detuvieron a pesar que sus pobladores se fueron jurídicamente
organizando7 como comunas al amparo de la Ley de organización y régimen de las
Comunas expedida el 7 de diciembre de 1937, y cuya finalidad fue el incorporar a estos
centros poblados conocidos como anejos, a la división territorial nacional, y que desde
tiempos aborígenes y durante la colonia ocuparon esas tierras donde mantenían sus
tradiciones y costumbres. De esta manera, se legalizaron jurídicamente: Tarma (18 de
mayo de 1938), Chilibulo – Marco Pamba – Raya (24 de noviembre de 1938), San
Isidro del Inca (9 de febrero de 1939) y Santa Clara de San Millán (29 de mayo de
1942) (ANC-MAG: Base de datos/Provincia de Pichincha).
Por consiguiente, en este proceso urbano muchas tierras que eran utilizadas para
la agricultura y el pastoreo por parte de estas comunas fueron urbanizadas, y haciendas
donde muchos de ellos aún laboraban empezaron un proceso de lotización anticipándose
a la reforma agraria de 1964, dando lugar a que las comunas estén cada vez más cerca a
la estructura urbana, originando un proceso de cambios acelerados en el aspecto físico,
cultural e identitario de la comuna, esto impulsado por la “ampliación de las relaciones
de mercado, una creciente secularización de la vida social, el desarrollo de la
urbanización y la ampliación de los medios de trasporte, las comunicaciones y el
7 Para legalizarse jurídicamente como comunas, los anejos, caseríos, barrios, comunidad o parcialidad,
debían cumplir con un poblado de más de 50 habitantes.
24
sistema escolar” (Capel, 2008: 19), sin embargo, esta nueva organización territorial que
se producía en la ciudad, continuaba con parámetros de segregación mantenidos desde
la colonia (Carrión, 1987:73).
Ahora, todas las comunas, ubicadas en las cercanías de Quito, mantenían
problemas territoriales con las haciendas que las rodeaban, a esto se une la lotización
apresurada que los dueños de las haciendas impulsaron, por lo tanto, la presencia de las
comunas de cierto modo resultaba un obstáculo para el imaginario de una gran urbe por
parte de las autoridades locales, es por ello, que las tierras de estas poblaciones
indígenas eran, en los diferentes planes de organización territorial, declaradas como
espacios urbanizables, además, el problema también se encontraba en que estas
comunas no contaban con planos que demuestren su verdadera extensión territorial, por
lo tanto, los intereses de las constructoras condujeron a una expansión inevitable de la
ciudad hacia dichas tierras, de esta manera, el Municipio impulsó políticas de
planificación urbana caracterizadas por la necesidad cada vez mayor de expandir la
extensión de las tierras urbanizables.
De esta forma, aparece el primer plan de ordenamiento urbano de Quito
elaborado por el Ing. Eduardo Pólit Moreno en 1939, pero el que tuvo mayor
trascendencia e influencia en las siguientes planificaciones urbanas fue el Plan
Odriozola elaborado por el arquitecto Guillermo Jones Odriozola en 1944 y aplicado a
partir de 1946, y que vaticinó una ciudad de 700 000 habitantes para el año 2000. Este
plan fue concebido con conceptos socioespaciales del momento y totalmente
clasificatorio: al norte se ubicaban todo lo referente al centro cívico de gobierno,
centros culturales, centro universitario, deportivo y hospitalario; mientras que al sur se
localizaban los barrios obreros, centro de transporte y fletes, y la zona industrial,
manteniendo de esta manera la segregación social que se venía practicando en Quito
(Peyronnie y De Maximy, 2002:29-30).
En esta primera etapa, la tasa de crecimiento poblacional de Quito se
caracterizaba por un descenso significativo, producto de las migraciones que se dirigían
hacia la región costa, hecho que duró hasta el periodo de explotación del petróleo que
hizo de Quito un foco de atracción para la migración interna.
En este proceso de descenso poblacional, la expansión urbana no se detuvo, no
tanto porque la mancha urbana estaba densamente poblada y necesitaba mayor espacio,
25
sino por la necesidad de ir consolidando la segregación residencial y ubicando las
viviendas de los nuevos habitantes de la ciudad, dando lugar a barrios populares
periféricos.
Así, se produce el rompimiento de la concentración del espacio urbano (modelo
concéntrico) y para esto, se va dando paso a la apertura de nuevas avenidas como Av.
Gran Colombia, 18 de Septiembre (10 de Agosto) y la Av. Colón, al norte de la urbe
(Kingman, 2008:223; 235); y por el sur, se abrió paso a la calle Chilibulo y el camino al
Cinto dando lugar, alrededor de este sector, al barrio moderno de Chilibulo y el
mejoramiento de la carreta a Chillogallo (Espinosa, 2007:69-70).
Esta situación no fue propia solo de las comunas, ya que muchas parroquias
consideradas rurales donde habitaban un buen número de indígenas como
huasipungueros de las haciendas y que eran originarios del sector, fueron incorporados a
la ciudad a través de la integración física de los terrenos que los mantenían como
parroquias rurales, y de esta manera, continuar con la expansión de la ciudad, así
tenemos: Guápulo, Chillogallo y Cotocollao (Echeverría, 1992:43;63), trayendo consigo
la implementación de nuevas actividades urbanas, la construcción de calles aledañas a
las plazas y de nuevas edificaciones, pero considerando que estas nuevas tierras fueron
ocupadas por gente que llegaba con las migraciones de campo-ciudad y buscaban estos
lugares alejados de la zona central porque el costo de las tierras eran más baratas. Esto
tomó mayor fuerza con el auge de la explotación y producción petrolera (Carrión,
1987:104).
Por consiguiente, con una ciudad más extensa y de mayores necesidades básicas,
puesto que las haciendas que fueron lotizadas dejaron como responsabilidad al
municipio la provisión de los servicios básicos, era imprescindible nuevos proyectos de
planificación territorial, así aparecieron: el Plan regulador (1967) cuyo sentido estuvo
basado en una segregación de acuerdo a los ingresos de cada individuo y que situaba a
“los obreros en barrios de obreros, los empleados en los barrios para clases medias, los
adinerados con los adinerados, los indígenas ahí donde nada se ha previsto: en el centro
antiguo deteriorado, y los barrios periféricos construidos a menudo de forma ilegal”
(Peyronnie y De Maximy, 2002: 38-9), posteriormente, surgió el Plan del área
metropolitana (1973) que fue elaborado acorde a la nueva movilidad espacial
intraurbana, es decir, el traslado desde el centro de la ciudad hacia aquellos barrios que
26
contaban con mejores servicios y condiciones ambientales, dando origen a los centros
urbanos satélites (Mena, 2008:7).
De esta forma, el proceso de expansión urbana de Quito, fue integrando a las
comunas y parroquias rurales más alejadas, proceso que se ejecutó en dos periodos: una
conurbación lenta y progresiva en la década de los 70 y una conurbación más rápida y
amplia en la década de los 80, esto relacionado a un crecimiento demográfico donde
Quito, con una población de 599.828 habitantes en 1971 pasó a 1 057 488 para 1987
(Carrión, 1987:116-7), dando paso al Plan Quito (1981) y el Plan Consolidación del
Distrito Metropolitano (1989-1993)8 (Carrión y Vallejo, 1998: 467).
En todos estos planes de organización territorial, especialmente los anteriores a
1989, las comunas no fueron consideradas a pesar que para la década de los cuarenta,
cuando aparecen los primeros planes de organización territorial, ya existían comunas
legalmente reconocidas.
En el caso del Plan Quito, se muestra una mayor importancia hacia las
poblaciones periféricas y su acelerado poblamiento, pero su interés se centra en la
preservación de los núcleos históricos de estas parroquias rurales (Municipio de Quito,
1980:201; 533; 602).
Con el Plan Maestro de Consolidación del Distrito Metropolitano de Quito
(1989-1993), se considera por primera vez, dentro de la organización territorial del
cantón Quito a las “comunas urbanas y rurales” y reconoce que existen habitantes
indígenas que han formado barrios dentro de la ciudad a través de la migración interna,
e indígenas que viven en comunas que son producto de su permanencia como
“mitimaes, reducciones coloniales o a partir de ex huasipungos luego de la Reforma
Agraria de 1964”. Con este plan se toma en cuenta a las comunas que están dentro de la
ciudad y las que están en las parroquias rurales, su participación en la economía de la
ciudad, y los efectos culturales, sociales y económicos que va produciendo la
urbanización de sus territorios, además, propone el papel que debe tener el gobierno de
la ciudad y los cabildos comunales, centrándose esencialmente en la conservación de las
comunas como sitios históricos y su importancia como áreas ecológicas (Municipio de
Quito, 1992:389-402). Para llevar a cabo estas propuestas se incluyó una normativa
8 El Distrito Metropolitano está conformado políticamente por 12 zonas (4 urbanas y 8 suburbanas; 16
parroquias urbanas y 33 parroquias suburbanas (Carrión y Vallejo, 2006: 466).
27
dentro de la Ordenanza de Reglamentación Metropolitana de Quito (Art. 1 y 18), donde
el control sobre la utilización y ocupación del suelo de las comunas queda a cargo del
municipio de la ciudad en mutuo acuerdo con el Ministerio de Agricultura y Ganadería
y los cabildos comunales.
Este mismo plan fue incorporando al área urbana tierras de parroquias
potencialmente urbanizables y, en la década de los 90, la ciudad empezó una mayor
expansión hacia los sectores orientales de Quito: Zámbiza, Calderón, Llano Chico,
Nayón, Cumbayá, Tumbaco, Conocoto y el Valle de los Chillos, que pasaron a ser
consideradas como parroquias suburbanas, por lo tanto, estas zonas presentaban una
menor movilidad espacial pero ya eran parte de la estructura urbana, y comunas como la
de San Isidro del Inca fueron urbanizadas gracias al incremento de vías y servicios
(Borja, s/f:9), mientras que muchos sectores originarios fueron cambiando de nombres,
por ejemplo, en Calderón: Tushumbuy cambió por Santa Anita, Chinguiltina por
Mariana de Jesús, y Tajamar por San José de Morán (Simbaña, 1995:189).
Este proceso fue incrementándose con la ampliación del sistema de transporte,
que permitió que las poblaciones indígenas que se encontraban a menos de 15 Km. de
Quito tengan mayor facilidad para salir de sus comunidades hacia la ciudad en busca de
mejores trabajos, a esto se unió la presión demográfica, que hicieron que estas zonas se
vayan acercando más a las actividades de la ciudad, manteniendo sus empleos urbanos y
viviendo en sus comunidades.
De esta manera, se extendieron las áreas urbanizables, y así se satisfizo la
demanda de viviendas fuera de la ciudad, lugares que fueron poblados porque las
regulaciones eran menos restrictivas por encontrase en el límite urbano, pero al igual
que en la década de los treinta, el proceso urbano iba anexando tierras agrícolas y
afectando a la participación en comunidad de los sectores.
Todo este proceso histórico de crecimiento urbano y políticas municipales, que
ha sido tratado en esta primera parte puede ser resumido de la siguiente manera: 1. El
modelo de cuadrícula desarrollado en la colonia (Minchom, 2007:30). 2. Longitudinal,
que se dio en los primeros años de la república. 3. Longitudinal polinuclear, del periodo
de auge de la industria de la construcción, dado en los años posteriores a la década del
veinte, y 4. Irregular dispersa, en la década de los 70, cuando la ciudad empezó el
28
desarrollo basado en la explotación petrolera (Jaramillo y Rosero, 1996:18, citado en
Mena, 2005:4).
Las comunas y su situación actual: la proyección de expansión urbana de Quito
para las primeras décadas del siglo XXI.
En esta primera década del siglo XXI, Quito vive un nuevo proceso de
crecimiento urbano, especialmente, para el suroriente y nororiente de la ciudad, esto ha
conducido a la elaboración del Plan General de Desarrollo Territorial 2000-2020 por
parte del municipio de la ciudad, donde la mancha urbana proyectada incorpora gran
parte del territorio de las parroquias suburbanas al espacio urbano, categorizando a la
ciudad de la siguiente manera: compactada en la ciudad central, dispersa en los valles
suburbanos, y separada físicamente de las áreas rurales (MDMQ, 2006:12).
La característica más relevante de este plan se encuentra en que la expansión
urbana está basada en el otorgamiento de la categoría de urbanizable a tierras de la
periferia, puesto que por “razones laborales, falta de terrenos en la ciudad central, y por
alejarse del estrés que produce la urbe”, los habitantes de la ciudad buscarían edificar en
estas zonas sus viviendas, presentando para el 2020 un crecimiento poblacional de 3.2
por ciento (MDMQ, 2006:11).
En este sentido, muchas de las comunas que se encuentran en estos sectores
serían afectadas puesto que sus tierras son consideradas urbanizables, y otras ya palpan
los problemas que ocasiona la construcción del nuevo aeropuerto de Quito y de sus vías
de acceso, esto ha originado que las constructoras como los especuladores de tierras
vayan hasta estos lugares, dando los primeros pasos para lo que posteriormente serían
conjuntos habitacionales, a esto se une la instalación de algunas empresas que se
adelantan a la terminación de la construcción del aeropuerto, ocasionando un mayor
número de componente migratorio a todos los sectores que rodean a este nuevo
aeropuerto, sobre esto, un comunero de Cocotog manifiesta:
Muchas empresas, como florícolas y otras, que me parece están relacionadas con esto
del transporte aéreo, ya se han ubicado por ahí. Claro que están produciendo fuentes
de trabajo, más para los albañiles, por eso han venido personas buscando arriendo, y
29
en la parte baja de la comuna, ya vive gente que no conocemos, no sabemos si
comprarían esos terrenos, pero la mayoría son negros (E: MG.A, 2009)9.
Mapa 1. Comunas y Distrito Metropolitano de Quito.
Fuente: Álvaro Gómez (2009). Pueblos originarios, comunas, migrantes y procesos de etnogénesis del
Distrito Metropolitano de Quito. Tesis de maestría. FLACSO, Ecuador, pp.: 75
9 Las entrevistas, a lo largo de todos los capítulos, están identificados con la siguiente codificación: E.-
entrevista, M.A.- iníciales del nombre y apellido de la persona entrevistada, año de la entrevista,
ejemplo: (E: M.A, 2009). En los casos que consten los nombres es por pedido del o la entrevistada.
30
Todo esto muestra que dichos sectores se están configurando a partir de una
mancomunada acción de integración de diversas localidades comunales, parroquiales,
cantonales y provinciales que están dando lugar a nuevas actividades económicas y
relaciones sociales, principalmente, en las comunas jurídicamente organizadas, las
cuales están reactivando memorias de sus habitantes, ya que su preocupación se está
centrando en la continuidad de sus prácticas culturales, sociales y económicas en estos
nuevos ambientes urbanos (Yánez, 2003:14).
Además, están enfrentando problemas de delimitación de sus territorios, de
legalización de sus tierras, falta de servicios básicos, arrasamiento de sus tierras
agrícolas y falta de agua de riego. La mayoría de estos conflictos están relacionados con
el municipio de Quito. Por señalar un ejemplo tenemos: la presión que sufrieron las
poblaciones del sector de Tababela para que consientan la construcción del nuevo
aeropuerto y permitan la expropiación de terrenos a cambio de obras públicas. Estos
problemas han conducido a un proceso de etnogénesis y la exigencia del cumplimiento
de los derechos colectivos de los pueblos indígenas que les asiste la Constitución
Política del Ecuador del 2008 y el derecho internacional expresado en el Convenio Nro.
169 de la OIT.
El proceso de etnogénesis en estas poblaciones, es decir, de recuperación de su
historia y de re-construcción de la identidad indígena, ha impulsado la organización y
legalización del pueblo Kitu-Kara10
(Gómez, 2008:108) para enfrentar la exclusión y los
procesos de urbanización que debilitan los referentes que les hacen diferenciarse de los
habitantes de la ciudad y de otros grupos indígenas, pero también, como un impulso
para la reconstrucción de sus identidades que ahora poseen características urbanos-
rurales como producto de su incorporación a Quito o la estrecha relación tanto cultural,
política, económica, religiosa y social con esta urbe y otros grupos étnicos que se han
ido ubicando en sus tierras.
Este despertar étnico contra la subordinación de la que han sido víctimas, les
ha conducido a que se definan como indígenas (no necesariamente kitu kara), y para
sustentar esta identidad étnica propia, han ido recuperando su historia y memoria
10
El pueblo Kitu-Kara fue legalizado con el acuerdo de CODENPE 006 del 7 de agosto del 2003, está
conformado por los grupos étnicos de kitus, carapungos y zámbizas con 80 000 hab. Aprox. Se
caracterizan porque el 40% de sus tierras no son legalizadas, ya que son herencia generacional, y se
encuentran en proceso de definición de su identidad (www.codenpe.gov.ec/index.php? option=com_
content &view= article&id=80&Itemid=117).
31
colectiva, los vínculos con el territorio, con la cultura y con los rituales, que les permite
conocer sus raíces ancestrales y reconstituir una serie de agentes culturales que pesan
sobre sus concepciones, y de esta manera, superar las consideraciones de lo que es “lo
indígena” por parte del Estado: vestimenta, lengua y tierras rurales (Ibarra, 1999:72-
73), y de esta forma, defender el acceso a sus recursos naturales y económicos.
Por consiguiente, este proceso de etnogénesis les ha servido para que se
visibilicen, analicen su situación frente a una creciente urbanización, sean considerados
por las mismas organizaciones indígenas que no los han tomado en cuenta, y para que
no sean tratados de la misma forma que el resto de la ciudad. Es así, que están
recuperando sus prácticas culturales, el trabajo en minga, los lazos de parentesco, el
reconocimiento de sus derechos lingüísticos, la reciprocidad y redistribución (Gómez,
2008: 110), características que les proporcionan identidad en los ámbitos urbanos donde
están ubicados o en aquellos que están en proceso de absorción. De esta manera, buscan
un acercamiento a su pasado indígena, como estrategia para tener presencia política,
legalizar sus tierras, ganar espacios, entre otros.
En este contexto, algunos investigadores se han dedicado al estudio de
celebraciones que mantienen estas poblaciones y que constituyen elementos de
resistencia al avance de la ciudad, por ejemplo: El baile del Yumbo en San Isidro del
Inca (Karina Borja); La Fiesta de santa Clara de Asís en Santa Clara de San Millán
(Ismenia Iñiguez; Soledad Navas, 2006); las festividades en Zámbiza (Mesías Carrera y
Fran Salomón, 2007); Fiestas de San Bartolomé y Día de los Difuntos en Lumbisí (Julie
Williams, 2006); la Yumbada de Cotocollao (Kathleen Fine-Dare, 2006), entre otros,
que constituyen referentes de identidad y que son víctimas de agresiones constantes,
como la intervención del Municipio de Quito que se ha empeñado en mantener estas
celebraciones, pero a manera de espectáculo, quitando todo el sentido de obtención de
prestigio, reconocimiento y respeto que éstas otorgaban a los pobladores y trasladando
muchos de estos rituales a otros lugares a lo largo del año con fines turísticos,
despojándoles de sus significados simbólicos.
Todo este proceso de etnogénesis, ha permitido una autoreflexión de estos
grupos sobre sus culturas y sus identidades, tratando de dejar a un lado el discurso que
la urbanización es una causa de mestizaje como identidad y mejor han ido fortaleciendo
símbolos que constituyen elementos básicos de la definición de sus identidades como
32
son: el cabildo que ha sido fundamental en su organización política; su ciclo anual de
fiestas sociales y culturales estrechamente relacionadas con la religión; sus prácticas
culinarias o sus modos de producción que todavía siguen abasteciendo a la ciudad con
productos agrícolas y ganaderos.
Apreciación final
Lo urbano y lo rural en esta investigación, aparte de ser modos de vida también
están regidos por una multiplicidad de movilidades expresadas en los flujos de personas,
fuerza laboral, bienes, información, capital económico y cultural, entre otros, que han
actuado como vínculos entre las zonas rurales, la ciudad y sociedades de otros países.
En el caso de las comunas y parroquias ancestrales de Quito han alcanzando cada vez
mayores niveles de movilidad por su cercanía a la ciudad, por el urbanismo interno y la
migración internacional de sus pobladores. Con respecto al crecimiento urbano de
Quito, tenemos que todos sus modelos de planificación territorial se caracterizan por
una histórica segregación espacial y la ocupación violenta de tierras dedicadas al
pastoreo y agricultura de estas comunas y parroquias. Esta incorporación a la trama
urbana, nos dirige a mirarlas, no solamente desde “lo rural” o “lo urbano”, sino desde
las dos perspectivas, para poder comprender la construcción de sus identidades actuales,
su proceso de etnogénesis, la permanencia de sus rasgos culturales y de organización11,
y el fortalecimiento y la permanencia de su categoría de comuna a pesar que van
formando parte de una metrópoli en crecimiento.
11
Teodoro Bustamante señala que desde la década de los 80 se ha dado una discusión a la inversa, donde
ya no se habla de la disolución de las comunas que se encuentran en las áreas urbanas, sino que se
mantengan como tales (Bustamante, 1992: 15).
33
PARTE II.
Comuna San José de Cocotog
34
Capítulo 2.
Historia y memoria colectiva de Cocotog
Los relatos de los pobladores de Cocotog sobre su historia y memoria colectiva
han sido muy poco recogidos, por lo tanto, este capítulo presenta a través de la revisión
de archivo y el testimonio vivo, aquellas experiencias que los habitantes de ésta
comuna han vivido con su territorio y con la ciudad de Quito durante décadas, y que les
ha permitido la incorporación progresiva y dinámica al área urbana, dando lugar a la
configuración de un espacio con características urbano-rurales. Además, se presenta las
transformaciones producidas en sus estructuras política y social, y algunos conflictos
internos actuales, todo esto como un conglomerado que forma parte de la reactivación
de su memoria colectiva, de sus construcciones identitarias y de un proceso de
etnogénesis.
Ubicación y límites de Cocotog.
La comuna de San José de Cocotog está ubicada en la meseta de Guangüiltagua
entre los 2400 y 2500 m.s.n.m., a 12 km de distancia del nororiente de la ciudad de
Quito. Esta comuna fue legalizada en 1948 como parte de la parroquia de Zámbiza y
cuenta con una extensión de 856 hectáreas que limitan al norte, con la quebrada de
Tantaleo; al sur, con la quebrada de Chaquishcahuaycu; al occidente, con la población
de Gualo y, al oriente, con el río Guayllabamba (Yánez, 2003:69). Su población es de
3.000 habitantes (Censo interno, 2005), de los cuales, 1.113 son registrados como
comuneros (ACC-Q: nómina de comuneros, 2008), que están repartidos entre los
barrios de San Miguel, Central, Jesús del Gran Poder, Santa Ana y Yurac Alpaloma (E:
M.M.S, 2009).
El problema de límites con Llano Chico.
Al tratar sobre los límites de la Comuna de Cocotog, también se debe considerar el
conflicto limítrofe que existe entre esta comuna con la parroquia de Llano Chico, y por
lo tanto, se incluye la parroquia de Zámbiza, ya que parte de Cocotog se encuentra ahí.
Es así, que se visibilizan dos clases de intereses: por una parte los de la comuna:
35
relacionados a la definición de su territorio, la pertenencia a una sola parroquia como
parte de su identidad y, para poder solicitar obras públicas; y por otro lado, los intereses
de estas parroquias: relacionados con una mayor designación presupuestaria; sobre este
tema un comunero menciona:
Verá, los problemas no han sido solo con Llano Chico, porque el problema también
incluye a toda la parroquia de Zámbiza (…) entonces el problema está en que Llano
Chico quería abarcar todo esta zona para formar su parroquia, esto era por el año de
1942. Fue una pelea tremenda, todos peleaban para ser cabecera parroquial y decían
que como Llano Chico tenía sus familiares en el cementerio de Zámbiza, no se
pueden separar, ahí hubo una pelea con heridos, ahí se fueron con escopetas algunas
personas (…), pero se dividió y a Cocotog también (E1: M.M.S, 2009).
Esta narración nos sitúa al inicio del conflicto, es decir a 1944 cuando se creó la
parroquia de Llano Chico. Entonces, esta división involucró y colocó como afectado
principal a la Comuna de Cocotog, especialmente, cuando el Municipio redefinió los
territorios de las jurisdicciones de Llano Chico y Zámbiza en 1993, fraccionando a
Cocotog entre estas dos parroquias, ocasionando con esto un desequilibrio en la armonía
comunal, relacionada a los vínculos que los comuneros poseían con el territorio y la
dotación de obras públicas por parte del Estado:
“Los problemas graves y fundamentales ha sido la división territorial de la comuna de
Cocotog hacia Zambiza y Llano Chico, la cual, no ha contribuido a conseguir obras
que vayan en beneficio de la comuna por cuanto las autoridades competentes se han
negado por el problema anteriormente expuesto, han sido dos años que se ha tratado
de buscar la solución definitiva a este problema sin resultados positivos” (ACC-Q:
actas del cabildo, 2004).
De esta manera, la Comuna de Cocotog ha tenido que afrontar un conflicto que ha
durado por más de 15 años, todo en búsqueda de la demarcación definitiva de su
territorio y la pertenencia total a la parroquia de Zámbiza, con la cual la mayoría de sus
pobladores se identifica y, a través de este conflicto, lo que se puede evidenciar es un
sentido de apropiación y valorización, por este grupo humano, de su territorio donde el
espacio que ocupa la comuna, más que una demarcación jurídica, expresa identidad para
sus habitantes y un sentimiento de pertenencia ancestral de sus tierras.
Además, este conflicto limítrofe ha servido para que la comuna sea considerada
y escuchada ante las autoridades, quienes no la tomaron en cuenta al momento de la
división territorial, es por eso, que actualmente se acogen a los derechos colectivos de
los pueblos indígenas que protegen su posesión y permanencia territorial; a su vez como
36
una forma para enfrentar al gobierno de la ciudad y sus políticas que están afectan a la
comuna.
A pesar de sus reclamos, este conflicto limítrofe no obtiene solución,
especialmente, porque el caso ha ido de dependencia en dependencia, iniciando en el
Ministerio de Agricultura y Ganadería como responsable actual de las comunas, quien
dejó la competencia al Ministerio de Gobierno a través de la Comisión Especial de
Límites Internos de la República del Ecuador, delegación que estableció los límites de
las parroquias de Zámbiza y Llano Chico en el 2004, organismo que, a su vez, solicitó
un levantamiento topográfico al no existir un plano del territorio de la comuna, el cual
estableció los límites de la siguiente manera:
Norte: Unión de la desembocadura de Chaquishca huayco, quebradilla de Rubianes y
quebrada de Tantaleo aguas abajo hasta el tope del Río San Pedro
Sur: Puente de quebrada de Zámbiza hacia abajo y quebrada Nayón hacia abajo hasta
el tope del río San Pedro.
Este: Río San Pedro
Oeste: Punto quebrada Zámbiza – Cocotog, hacia arriba, de ahí hacia la calle
Paquisha en dirección sur-norte hasta calle Gran Colombia hacia abajo, de ahí calle sin
nombre y una sola recta hasta tope de desembocadura de Chaquishca huayco y
quebradilla Rubianes (ANC-MAG, carpeta 165: memorando nro. 61).
Después de este paso, se dictaminó que la competencia, para la circunscripción
definitiva era del Municipio de Quito, que solicitó a las juntas parroquiales involucradas
que realicen una consulta popular por pedido de los habitantes de Cocotog; sobre esto
un comunero menciona lo siguiente:
Ahora, esto de los límites fue, que Llano Chico quería abarcar más, para tener más
presupuesto, entonces Llano Chico empezó a cobrar del agua y de la luz a la gente de
Cocotog, y como la mayoría eran personas mayores y no avanzaban a ir muy lejos,
prefirieron hacerlo en Llano Chico, así se fue apropiándose del barrio Santa Ana, y
después ya estaba apropiándose del barrio Central (…). Entonces, dijimos: a ver a
dónde mismo, y de ahí se hizo una junta y se pidió al municipio que se delimite, y este
nos dijo que hagamos una consulta, de ahí sacamos un documento en el Tribunal
Electoral y con la presencia de las dos juntas parroquiales se hizo la elección, y a la
final, solo el barrio Santa Ana, a pesar que no es 100%, no decidió por Zámbiza (E1:
MG.A, 2009).
Esta consulta popular fue llevada a cabo el 4 de noviembre del 2007, y a pesar que la
mayoría de la población de la comuna voto por Zámbiza el problema no ha sido resuelto
ya que el Municipio de Quito no ha dado paso para que la resolución de la consulta
37
popular conste en el Registro Oficial y se haga efectiva, y los dirigentes comunales
continúan con estos trámites y la inversión económica que esto acarrea.
Mapa 2. Planímetro de las tierras reclamadas por la Comuna de “Cocotog”.
Fuente: Ministerio de Agricultura y Ganadería: Sistema de Información Geográfica y Agropecuaria
Organización comunal
La organización comunal de los pueblos originarios se ha mantenido hasta la
actualidad junto con sus territorios, esto tanto en las áreas rurales como urbanas, y ha
sido motivo de estudio en algunos países de Latinoamérica, por ejemplo, tenemos las
publicaciones sobre los pueblos de Milpa Alta en México (Sánchez y Martínez, 2008)
que nos muestran las formas de gobierno indígena como una mezcla de las prácticas
precolombinas y las normas establecidas en la colonia para ejercer un efectivo control
político, económico, espiritual y social sobre la población indígena, a través de la
conformación del cabildo de indios.
Este tipo de gobierno comunal fue establecido en todas las colonias españolas, es
por ello, que algunas comunidades indígenas latinoamericanas mantienen el sistema de
38
cabildos, que fue rescatado e institucionalizado por los diferentes Estados ya en la época
republicana; es así, que la elección del cabildo por parte de una asamblea general,
puede ser apreciado en las comunidades aymaras del Altiplano del Perú (Jahuira, 2003),
en la comunidad Muisca de Bosa en Colombia (Panqueba, 2006), en las comunidades
mapuches que forman la comuna del Alto Biobio en Chile (Norero, 2007), entre otras.
Esto no significa que dichas comunidades no hayan mantenido formas de gobierno
totalmente diferentes a las del cabildo, mejor han conservado otros tipos de autoridades
(longko para los mapuches, xulaltequetl en Milpa Alta, Kurakas para el pueblo kichwa
Kayambi), que junto al cabildo son muestras de su identidad y parte de su discurso
étnico.
En el Ecuador, el origen del cabildo se encuentra muy ligado a las misiones
evangelizadoras de la iglesia colonial, a las que servían como alcaldes de doctrina y
mediante el cual, obtenían los párrocos réditos económicos a través del sistema de
fiestas y mano de obra (Choque, 1992:31). Actualmente, a pesar de la diversidad de los
grupos étnicos que conviven en este país, los gobiernos comunales mantiene
similitudes, y esto se da porque muchas comunidades, mediante la Ley de Comunas de
1937, lograron un reconocimiento jurídico, y esto implicaba la legitimización de sus
territorios, el apoyo gubernamental y la elección de cabildos (Art. 8), es decir se
integraron a la institucionalidad del Estado nacional (Castañeda, 2008: 28-9).
Con respecto a la organización comunal de Cocotog, ésta se relaciona con lo
expuesto anteriormente: Ley de Comunas y el rescate de la figura del cabildo de la
época colonial; anterior a esto, la comuna estaba sujeta a las autoridades de Zámbiza.
Ahora, esta comuna se presenta con una historia propia y diferente al resto de
comunidades del sector, ya que ha ido desarrollando organizaciones propias tanto
políticas, sociales y culturales, que dan lugar a su actual organización comunal.
De acuerdo a lo que establece la ley de Comunas, los cabildos deben ser elegidos
en diciembre de cada año a través de la Asamblea General (Art. 11), este proceso es
cumplido en Cocotog desde que se legalizó, y el desarrollo ha sido el siguiente: 1)
Convocatoria a elecciones por parte del Tribunal Electoral de la comuna. 2) Después de
varias semanas se instala la sesión, donde se procede a la lectura del acta anterior y el
informe del cabildo saliente. 3) Cada comunero ejerce su derecho al voto de manera
secreta, en caso de no existir candidatos, la Asamblea General nombra ese instante los
39
candidatos. 4) Se elige presidente, vicepresidente, tesorero, síndico y secretario (E: J.
G., 2009). Es así, que el primer cabildo elegido, ya como comuna legal (1948), estuvo
conformado por:
Presidente: Mariano Simbaña
Vicepresidente: Juan Manuel Álvaro
Tesorero: José Miguel Álvaro
Secretario: Manuel Mesías Simbaña12
Síndico: Martín Álvaro (ACC-Q, libro actas del cabildo: 1948)
Las elecciones siempre deben ser realizadas con la presencia del Teniente Político
(Art.12), en este caso, a pesar que la comuna está dividida entre Zámbiza y Llano
Chico, los cabildos salientes han solicitado siempre la presencia del Teniente Político de
Zámbiza, quien emite el informe al Ministerio de Agricultura y Ganadería para que
otorgue los respectivos nombramientos. En los primeros años de la comuna, los
Tenientes Políticos fueron quienes interrumpían la tranquilidad comunal, puesto que
eran los que más cercanía tenían con los habitantes de las comunas, y servían de
intermediarios entre las instituciones del Estado y estas comunidades.
Actualmente la organización de la comuna no se centra solamente en el cabildo,
y la Asamblea General no está compuesta solo por comuneros, sino, por todas las
organizaciones, comisiones especiales y el barrio de foráneos que se ha constituido al
interior de la comuna. Es así, que existen 23 organizaciones conformadas por:
presidentes de los cinco barrios, bandas de músicos, cajas solidarias, asociaciones de
mujeres, organizaciones de adultos mayores, iglesia católica y evangélica, cooperativas
de transporte, escuela y jardines, y organizaciones culturales, “todos ellos pueden
concurrir a la Asamblea General, y están sujetos a participar en todas las reuniones del
cabildo” (E2:J.G, 2009).
Pero la situación actual del cabildo no es la mejor, ya que ha ido perdiendo
representación y muchos pobladores de la comuna no se sienten identificados. En los
últimos años las elecciones del cabildo han sido posibles gracias a la Liga Deportiva
quien solicita la papeleta de votación como requisito indispensable para que los
12
Manuel Mesías Simbaña, es el último, de los miembros del primer cabildo, que todavía se encuentra
con vida, actualmente, posee un archivo documental y fotográfico que ha reunido en todos los años de
existencia jurídica de la comuna, así como una vasta cantidad de información oral. Gracias a su
colaboración he contado con una serie de datos que permitieron desarrollar este capítulo.
40
jugadores se puedan inscribir en los campeonatos de fútbol. Sobre ésta situación jóvenes
comuneros señalaron lo siguiente:
No nos sentimos identificados por el cabildo, todo mundo se queja (…) los anteriores
cabildos tenían más poder, hasta en las reuniones, pero estos últimos cabildos no
llenan las expectativas y no sabemos en qué están centrados. Da coraje, parece que al
cabildo no le importa los problemas de la comuna. Desde hace algunos años el cabildo
ha perdido poder, ya nadie quiere ser parte del cabildo y si alguien asume ya no ejerce
como debería (…). En estas elecciones si se vio apoyo, hubo 1600 votantes y ahí
estuvimos los jóvenes apoyando en la mesas, pero ahora también el cabildo de donde
se coge actualmente es de la liga porque como aquí a un 90 por ciento les gusta el
fútbol, entonces la liga obliga a votar porque, sino, no pueden jugar (…) ahora a los
jóvenes ya no interesa, somos pocos que nos interesa conocer los problemas, a mi me
interesa porque quiero que todo sea en beneficio de todos pero, de ahí a jóvenes de mi
edad ya no les interesa el cabildo (E: S. GL., 2010).
Con respecto a las asambleas la gente es quemimportista, empezando desde mí
porque en cualquier tema que se trata en la asamblea anterior continúan en la siguiente
con lo mismo y se alargan hasta la una o dos de la mañana, por eso la participación de
los jóvenes en las elecciones del cabildo es casi nula, no van, y la gente más van es por
obligación mas no porque la gente dice yo quiero que él sea el presidente (…) yo creo
que el problema está en que ahora cada uno vela por su propio bienestar, pero la gente
antigua es la que más siente la vida de comuna y van a las asambleas porque ellos
dicen yo soy comunero.
Existen algunas causas que han conducido al debilitamiento del cabildo en Cocotog, por
una parte es la fuerza que han ido adquiriendo otros tipos de organización como son las
asociaciones que se han ido formando sin apoyo del cabildo, pero si con presupuestos
otorgados por ONGs. Por otro lado, tenemos a las dirigencias barriales que prefieren
trabajar independientemente a éste, situación que se presenta ya que los miembros del
cabildo no reciben remuneración alguna y alternan los trabajos que mantienen en la
ciudad con las funciones comunales, por lo tanto, el hecho de no ver obras,
principalmente de infraestructura, conduce a los habitantes de Cocotog a no sentirse
representados. Sobre esta situación ex dirigentes han expresado lo siguiente:
Los muchachos que no tienen experiencia y no conocen del asunto piensan que son
revolucionarios, entre comillas, pero están más involucrados en sus propios intereses y
no en los de la comuna, por eso es que el presidente debe involucrarse con las
dirigencias de los barrios (…). Yo si quiero decir que el presidente se involucre con
las instituciones grandes y pequeñas, un ejemplo de instituciones grandes: la iglesia
evangélica, la escuela, la guardería; instituciones pequeñas: las cajas solidarias,
entonces debe de meterse ahí, pero si no se mete ahí, no hace esa dirigencia, los
dirigente viejos ven y retornan y quieren tener al cabildo como era antes y no es así,
las personas ya han evolucionado y ya no somos los analfabetos de hace 25 años,
ahora ya somos preparados, estudiados gracias a Dios (E: M. P., 2010).
Los dirigentes nos vamos cansando por los insultos de los mismo compañeros y con
los cabildos que vienen y no dan continuidad, además se necesita de tiempo, de plata
41
(…) uno se andó para que nos ayuden con el centro de salud, algunas microempresas
de crianza de cuyes, pero se paró porque no hubo continuidad, además los
compañeros no quieren colaborar todo quieren gratis y así ya no hay como (E: C. N.,
2010).
El cabildo está perdiendo fuerza porque la directica del cabildo trabaja en otro lado,
entonces el tiempo que sobra pone su voluntad, entonces siempre he dicho que hay
que “renumerarlo” al dirigente que entra, debemos pagarle, entonces como podemos
exigir si dirigente tiene familia debe comer, su familia viste debe movilizarse,
entonces debe trabajar y el tiempo no le da y es porque no les “renumeramos” ni un
medio sueldo, si yo fuera presidente yo les dijera acaso me están pagando yo estoy
poniendo mi voluntad, el tiempo que me sobra, pero si le pagamos el dirigente dice no
pues, me están pagando yo tengo que recontribuir, entonces a mí hasta vergüenza me
da pedirle cuentas (E: P.G., 2010).
Por otra parte, también tenemos el desconocimiento de los cabildos sobre los derechos
que poseen por ser una comuna, y por tal razón el Municipio de Quito le ha tratado
como un barrio más y la asistencia técnica por parte de Ministerio de Agricultura y
Ganadería ha sido casi nula, todo esto ha conducido no a la desaparición del cabildo
pero si a su debilitamiento y al fortalecimiento de otras clases de organización al interior
de la comuna.
Cocotog: reseña histórica y memoria colectiva sobre sus orígenes.
Las comunas quiteñas se presentan como comunidades con una historia propia,
en este sentido, la comuna de Cocotog presenta una historia y memoria colectiva
diferente a la de los pueblos cercanos, pero también con similitudes con respecto a sus
elementos simbólicos (sociales, étnicos, culturales, género) y sus interrelaciones con la
ciudad de Quito.
Es así, que la historia de Cocotog, en especial, de sus años de existencia como
comuna legal, se encuentra en los libros de actas del cabildo, en los archivos del
Ministerio de Agricultura y Ganadería, y en la memoria colectiva de los hombres y
mujeres de la comuna.
Sobre sus orígenes anteriores a la conformación como comuna, la información
existente es escasa, pero de acuerdo a lo señalado por José Yánez, empezaría en el
periodo aborigen del Ecuador ya que sus territorios estuvieron poblados antes de la
llegada de los Incas (Yánez, 2003: 41). A estos datos se unen los estudios realizados por
el FONSAL que proporciona información sobre los restos arqueológicos aquí
42
encontrados que datan del periodo de Integración (500 a.C. al 1450 a.C.) y que se
sitúan, en su mayoría, en el barrio Jesús del Gran Poder (Jara, 2009:101; 111). Esto es
corroborado por Francisco Sánchez, quien hace un estudio sobre los restos de obsidiana
encontrados en este sector, señalando que, por sus características, fueron traídas desde
el cerro Mullumica que está en un trayecto de 26 a 32 km. de distancia en línea recta,
además, señala que posiblemente Cocotog fue un campamento para receptar la
obsidiana y trasladarla hacia las poblaciones que se ubican en la meseta de Quito
(Sánchez, 2005: 5-9). Sobre este mismo tema, el arqueólogo Holguer Jara indica:
En el caso concreto de Cocotog, Gualo y el nuevo aeropuerto, a pesar que este último,
es un caso especial, lo que hemos hecho es nada más que una observación general, sin
embargo, en una de las salidas que tuvimos oportunidad por el trayecto del puente de
Gualo hacia Cocotog, se ha encontrado osamentas humanas (…), encontramos que el
material cultural descubierto en la zona pertenece al periodo de integración (…), es un
material más bien utilitario, no es ritual, no es ceremonial, es un material disperso que
no está centrado, no es que tengamos ahí unas poblaciones agrupadas o nucleares,
quizá si haríamos una excavación arqueológica se encontraría algunos recintos, casas,
pero no creo en conglomerados o en grupos nucleados, más bien creo que son
dispersos (…) Mire, no encontramos material inca, eso nos llamo la atención, pues
sabiendo que esa zona es muy rica, solamente encontramos restos locales: una
cerámica burda, gruesa, y utilitaria (…). En síntesis, si quisiera yo dar un diagnóstico
rápido de la zona de Cocotog, diría que el material de superficie nos diagnostica la
presencia de una población de integración que pudo estar comprendida entre los años
700-900 d.C. hasta la venida de los Incas y de los españoles (…) una población de
poca riqueza económica, pienso que su agricultura era de subsistencia, metida un
poco en el comercio e intercambio de productos, luego sus limitantes geográficos y
topográficos: por el norte y el oriente: la gran quebrada del rio Guayllabamba; y por el
sur: una zona bastante escarpada que no les permitió desarrollarse (E: H.J, 2009).
Esta información considera también el tiempo de los Incas y la colonia, señalando que
no fue un sector densamente poblado. De acuerdo a algunos investigadores, y para tener
una visión de quienes habitaron esta zona ya sea en menor o mayor número de
habitantes, estaríamos tratando sobre los indígenas que formaban parte de la llakta de
Zámbiza perteneciente al grupo Quitu (Salomón, 1981: 213; Pérez, 1960:295; Costales,
1961:52) y que fueron sometidos por los incas. Estos pobladores, al igual que el resto de
agrupaciones a lo largo de la meseta de Quito, se dedicaban al intercambio de productos
agrícolas.
Durante la colonia estos pobladores pertenecieron a la encomienda de Zámbiza,
siendo el primer encomendero Alonso Jeréz, y en 1584 la zona pasó a denominarse San
43
Miguel por pedido de Diego Alonso de Bastidas párroco de San Blas. Pero, hasta el
momento, no se ha encontrado documento alguno de este periodo que trate
estrictamente sobre Cocotog, así como este sector no presenta muestras que apunten a la
presencia de haciendas o una gran concentración colonial. A pesar de esto, en la
memoria de los habitantes de esta comuna, se encuentra la idea que fueron indígenas
libres dueños de sus tierras, entonces, se estaría hablando que Cocotog existió en la
colonia como “tierras de resguardo” (Costales, 1962:48).
En la república, los datos más alejados son las escrituras de algunos terrenos, por
ejemplo en el Archivo Nacional se encuentra un testamento de 1903 donde se señala el
“punto de Cocoto”, esto es importante ya que uno de los mayores intereses que tiene
esta población como parte de su identidad y de grupos culturales internos y externos
como parte del proceso de etnogénesis, es conocer desde cuándo se llama a ese lugar
Cocotog, porqué se aumento la “g” o cuál es el significado de dicha palabra. Y como
parte de las opciones que pueden presentarse como respuesta a estas inquietudes, se
puede mencionar el año de 1948, cuando la comuna es legaliza con el nombre de “San
José de Cocotog”, es decir, ya está anexa la “g”, con respecto a esto, Holguer Jara
menciona: “Ahora la g, en el caso de ser Cocoto, solamente es añadido, tal vez es un
añadido semántico, es como los quiteños, aumentan la f cuando hablan, lo mismo pasa
con el kichwa” (E:H.J, 2009). Respecto al significado de Cocotog tenemos, por una
parte, el que se mantiene en la memoria de sus habitantes y otra otorgada por Holguer
Jara, y que las señalo a continuación:
Lo que nosotros queremos saber es porque es San José de Cocotog, mi abuelo que
murió a los 125 años, cuando yo tenía unos 12 años, ahí me dijo que aquí había
algunas personas que tenían unas cosas así (se señala el cuello) que les llamaban
coto13
, de ahí viene cocoto, pero lo que si nos interesa saber si realmente eso es así,
porque de ahí San José fue puesto en 1925 (E: M.M.S, 2009).
Cocotog, de seguro no es kichwa, coto es quichua, porque la o y u suenan igual en el
kichwa, pero en kichwa solo hay tres vocales: la i, la a y la u. Sin embargo, uniendo
las palabras de Gualo y Cocotog encontraríamos una respuesta, “gualo” significa
aquello que no está muy maduro y se refiere al choclo, en cambio tenemos el kutug
que es la que cubre al choclo y que les daban a sus cuyes, tal vez por ahí puede ser
posible (E:H.J, 2009).
Pero, considerando otras descripciones realizadas por los comuneros, se podría también
dar otra definición a la palabra Cocotog:
13
Cutu en kichwa significa bocio o papera.
44
“Cocotog es de clima bueno bastante seco, pero, Cocotog tiene árboles de guabas
únicos, creo que no hay en otras partes, por donde vaya siempre ve un árbol de guaba,
eso es lo típico: el árbol de guaba” (E: J.A, 2009).
“Esta tierra siempre se ha caracterizado por las guabas, antes había más, tú podías
cogerlas sin que nadie te reclame. A veces estaban caídas, pudriéndose, todo esto era
lleno de guabas (indica los terrenos), y por eso los Gualomishos (habitantes de Gualo),
sabían venir y aun siendo tiernas se iban llevando” (E: M.T., 2010)
Con estos relatos, también se puede decir que Cocotog se relacionaría con la palabra
Kutug que significa guaba o fruta verde, esto porque una de las características de este
sector es este fruto. Aún así, conocer un significado verdadero sobre este nombre o un
dato que nos indique una existencia más antigua de la comuna, todavía es un tema
pendiente.
La comuna jurídicamente organizada
Las comunas jurídicas en el Ecuador, aparecieron con la promulgación en 1937
de la Ley de Organización y Régimen de Comunas que denominó como comuna a
“todo centro poblado que no tenga la categoría de parroquia, que existiera en la
actualidad o que se estableciere en lo futuro, y que fuere conocido con el nombre de
caserío, anejo, barrio, partido, comunidad, parcialidad, o cualquiera otra designación”
(Art. 1). Este reconocimiento de las comunas por parte del Estado, tuvo lugar ya que
estas poblaciones no tenían posición jurídica dentro de la estructura administrativa
territorial del país.
Referente a la conformación legal de Cocotog, esta se inició a través de la
gestión de sus pobladores encabezados por Mariano Simbaña, “la primera persona que
recibió educación en esta comunidad porque siguió la vida militar” (E: S.A., 2010),
quienes lograron legitimar su institucionalidad en el acuerdo ministerial Nro. 821 del 15
de junio de 1948, después de la aceptación del informe realizado por el delegado del
Ministerio de Previsión Social en 1947, y que concluye de la siguiente manera:
1º Que el número de habitantes que radican habitualmente en el anejo son de unos
ochocientos más o menos; 2º que la mayor parte se dedican a la agricultura; 3º Que no
poseen bienes en común, y 4º Que casi todos saben leer y escribir.
Por lo expuesto, y salvando en todo caso el mejor criterio del señor Subsecretario, mi
parecer es el de que puede ordenarse la constitución de esta comuna. Dejo en estos
términos cumplida la orden impartida por usted.
Muy atentamente,
José Sánchez Pérez (f.)
45
Entre los puntos que más llaman la atención de este informe, se encuentran el tercero y
el cuarto, que tratan sobre los bienes comunales y la educación.
Referente a los bienes comunales, y a pesar de no ser un requisito para la
conformación de una comuna, se tornan necesarios en la vida comunal, como lo
apreciaremos posteriormente, pero lo que conduce a los habitantes de Cocotog a
impulsar la aprobación legal de la Comuna, es el sentido de “mejorar” aunque no
posean “bienes en común”, sobre este tema un comunero señala:
Antes de formar la comuna era muy duro, ahí habían unos 400 o 300 indígenas a lo
mucho, éramos explotados por los sacerdotes de Zámbiza, entonces nosotros
empezamos a tener más conocimiento de las leyes, nos fuimos a quejar en la curia, de
ahí dijimos que ya no nos vamos a dejar. Ahí, nosotros nos hicimos comuna para
mejorar y pedir obras a las instituciones, pero de ahí, terrenos comunales nunca
hemos tenido, todos tenían su propiedad a pesar de no tener títulos, pero
respetábamos, entonces la comuna era para mejorar, y por eso que no hay terrenos
comunales (E: M.M.S, 2009).
Este sentido de “mejorar” está relacionado con la obtención de obras públicas, en
especial caminos, ya que las únicas vías de comunicación eran “pequeños chaquiñanes”
(E: S.A., 2010), que les mantenían alejados de la ciudad y de una mayor dinámica
comercial, además, para ya no depender de las autoridades de Zámbiza, parroquia de la
cual eran anejo.
Con respecto al segundo punto: “casi todos saben leer y escribir”, los adultos
mayores señalan que debe ser un error, y que tal vez se referían al Cabildo (E: S.A.,
2010). Manuel Mesías Simbaña, que fue secretario del cabildo en 1948 indica: “En este
cabildo todos sabíamos leer y escribir, el presidente era de la carrera militar, el me daba
clases y a veces me ayudaba” (E: M.M.S, 2009). La Escuela “Jacinto Collaguazo”
ubicada al interior de la comuna empezó su funcionamiento a partir de 193214
, a pesar
de ello, no todos asistían ya que las actividades agrícolas y ganaderas no les permitía:
“Ya había escuela ka, donde vende la comida para los pollos, ahí era la escuela, pero
había pocos alumnos, mi mamacita nos dijo que debíamos ayudar a pastar los chivos, a
sacar la leche, por eso no entramos a la escuela” (E: R.A., 2010).
Legalizada la comuna, se procedió a la elaboración del reglamento interno, y
aquí se establecieron los requisitos para poder ser parte de la comuna: en el Art. 6
literales a, b y c instituyeron que solo pueden ser comuneros los indígenas nativos y los
14
Documentos Dirección de la Escuela Jacinto Collaguazo: Resolución 150. Documento de
funcionamiento: Dirección Provincial de Educación de Pichincha 8 de noviembre de 1996.
46
hijos de nativos de otro lugar pero siempre que habiten en la comuna, también los
individuos hombre o mujer extraños a la comuna, pero de raza indígena y que hubieren
contraído matrimonio con un comunero (ACC-Q: Reglamento interno, 1948). Estos
requisitos nos demuestran que la definición como indígenas y comuneros era muy fuerte
y reflejaba el sentir de todos los que dieron origen a la comuna, puesto que los
reglamentos internos eran y son elaborados en Asamblea General.
Pero la creación de la comuna ocasionó también varios problemas en un inicio,
es así, que el hecho de no poseer tierras en común, fue motivo para que el Teniente
Político se negara a asistir a la elección del cabildo con la finalidad de desaparecerla, y
el 18 de diciembre de 1951 remitió una carta al Ministro de Previsión Social señalando
lo siguiente: “Debo también manifestar a Ud. Que se ha formado esta comuna, sin que
tenga una sola sanja de terreno que administrar, ni para repartir a los comuneros, como
establece la ley y régimen de comunas” (ANC-MAG, carpeta 63). Así también, algunos
problemas internos entre el cabildo y los comuneros, ya que no todos deseaban ser parte
de la comuna, especialmente, por no poseer tierras comunales, característica que ha
influenciado hasta la actualidad:
La comuna es jurídica, pero comparando con Lumbisí, esa si es comuna, porque ellos
tomaron una hacienda, entonces el cabildo lo que da a la gente de la comuna es una
hectárea para que cultiven, pero en cambio aquí es comuna, pero cada quien es
privado, entonces esta comuna es de sistema capitalista porque de la comuna no hay
nada, ni una hectárea de terreno, entonces comuna-comuna no es, pero claro que está
aprobada la comuna , todo eso es jurídica, pero en nuestro caso solo es el nombre, por
eso es que vivimos bajo el mando del municipio: el impuesto pagamos al municipio, a
nosotros a quien nos ordena es el municipio, entonces nosotros no podemos llamarnos
comuneros, o deberíamos llamarnos comuneros de sistema capitalista (E: M.A, 2009).
Esta versión, es el reflejo del proceso de cambios que está viviendo Cocotog, por
ejemplo: las versiones de comuneros de que fueron “obligados a pertenecer a la
comuna” y que lo han trasmitido a sus hijos, quienes van reproduciendo este discurso,
ha sido causa para el debilitamiento del cabildo; la misma falta de tierras comunales ha
impulsado una dependencia mayor hacia el municipio de Quito, especialmente, por los
trámites para construir viviendas, la obtención de escrituras de sus terrenos y el pago del
impuesto predial, y de este modo poderlos vender. Esta movilidad ha ocasionado que
los miembros de la comuna ya no acudan al cabildo para solicitar permisos de venta de
tierras o de construcción de viviendas (E: J.G., 2009), estos aspectos han sido parte del
alejamiento de los pobladores de Cocotog de las actividades que hacían como
47
comunidad, conduciendo a la idea de “comuna de sistema capitalista” donde las
personas a pesar de considerarse comuneros, realizan actividades que no necesariamente
sean para el bien de toda la comuna, así los intereses individuales se muestran como una
causa para que se resquebraje la cohesión grupal de Cocotog.
A todo esto se une la idea, en algunos comuneros, de “comuna jurídica”, que
está estrechamente unida a la definición otorgada por parte del Estado y que está
relacionado a la imagen de posesión y uso de bienes colectivos (Ley de Comunas. Art.
6), aspecto que no posee Cocotog. Pero, al mismo tiempo, apreciamos en esta
población el pensamiento de “comuna como comunidad”, y que es lo que permite que
gran parte de los habitantes de Cocotog se sigan definiendo como comuneros, y que
vayan impulsando la permanencia y fortalecimiento de sus relaciones de parentesco
real (por sangre), ritual (compadrazgo) y de vecindad a pesar de los cambios,
transformaciones y conflictos que aquí se producen.
La situación actual de Cocotog.
Las poblaciones ubicadas tanto cerca como lejos de las ciudades han ido
acrecentando sus movilidades, puesto que cada vez van incrementando sus interacciones
con los grandes centros urbanos.
Estas movilidades han sido parte de la construcción de nuevos espacios rurales
y urbanos, tanto dentro como en las cercanías de las ciudades, y cuyos habitantes los
han ido convirtiendo en lugares de convivencia intercultural, que ya no permiten negar
las diferencias culturales de los diversos grupos que conviven en la ciudad.
La ciudad de Arica, al norte de Chile, es un ejemplo claro de la configuración de
estos nuevos espacios, donde se han ido construyendo barrios conformados por
indígenas aymaras que han arribado de comunidades cercanas y algunos desde Bolivia y
Perú, que mantienen su cosmovisión e identidad, así también se ha ido formando
espacios dentro de la ciudad que han sido un eje importante en el desarrollo de las
prácticas económicas comunitarias de esta población indígena urbana (Zegarra, 2006:
85-9).
En el Ecuador, y especialmente en Quito, las nuevas economías populares han
ido generando vínculos más fuertes entre el campo y la ciudad, dando lugar a una
48
simbiosis de las formas de vida y hábitos de los que habitan las poblaciones periféricas
con los que habitan en la ciudad, característica que ha tomado mayor fuerza por el
aparecimiento de nuevos medios de comunicación (teléfono, carreteras, cooperativas de
transporte, entre otros).
En relación a Cocotog, esta dinámica empezó a incrementarse a partir de la década
de 1960, sobre esto, un comunero nos relata:
Nosotros viajábamos a pata hasta Quito, donde es ahora la Iglesia del Carmelo, ahí era
una quebrada grande y todas las aguas, cuando llovía, bajaban por ahí y como era el
paso, nos tocaba quedar a dormir ahí. Esos caminos, que nos dirigían a Quito, fueron
abiertos por García Moreno en 1865, pero solo eran pequeños chaquiñanes, por ahí
llevábamos maíz, zambos, zapallos y guabas; siempre íbamos a pata y a pata
regresábamos. Salíamos a las 3 o 4 de la mañana y llegábamos a las 12 o 1 de la tarde
porque tocaba ir vendiendo, ofreciendo y negociando, por eso llegábamos al mercado
de San Blas al medio día, porque todo ese parque era mercado. Nosotros cambiamos
las cosas por carne, sangre, sal y todos nos esperaban en el mercado para cambiarnos
las cosas. Todo vino a componerse en los años 60 cuando Velasco Ibarra hizo arreglar
todo esto (caminos), hizo ampliar estas vías con nuestro propio trabajo, ahí nos daban
unos tickets que señalaban que habíamos trabajo en la carretera (E: M.M.S, 2009).
Este relato, se sitúa entre la década de los 30 a los 60, posteriormente, entre las décadas
de los 70 y 80 la comuna empezó a tener mayor facilidad para trasladarse a la ciudad de
Quito, principalmente, por el mejoramiento de la vía y el aparecimiento de la línea de
transporte:
A pesar de los años (40) que tengo, siempre he sido nativo de aquí y he sufrido en
carne propia salir a pie de aquí al Inca o salir en camionetas uno encima de otro como
animales, luego vino el primer bus, era un lujo, salía pitando las mañanas y regresaba
en la tarde, luego ya fue poco a poco creciendo y los compañeros que pudieron
fundaron la compañía Cocotog, pero al principio se llamaba compañía Ñuka llakta
(E1: MG.A, 2009).
Los primeros carros venían de Llano Chico, uno era del difunto Don Juanito
Lincango, del Héctor Pullas, bueno a la final había cuatro carros, yo trabajé de
muchacho, de 15 años, en una fábrica y me tocaba madrugar a las 4 de la mañana a pie
hasta el trabajo, 20 para las 6 ya estaba abriendo, era guardia, y de ahí me decían
bueno regrese después de cuatro horas (se ríe), lo que si no me gustaba era la velada,
principalmente el horario que era de 2 a 10 de la noche porque de ahí me tocaba venir
a mi casa y en ese tiempo de guambra, no tan rápido ni tan despacio, normal me hacia
1 hora 20 minutos desde la fábrica que estaba donde hoy es la Ecovía, hasta la casa, y
era duro, lo peor cuando nos cogía el aguacero en la mitad de la ladera y a uno le
tocaba estar debajo de un chilco hasta que pase (E1: V.G, 2009).
En ésta misma época, se construyó la cancha de futbol (1975), la iglesia (1978) y el
cementerio (1981), sobre tierras que fueron donadas por comuneros y con convenios
con el municipio (ACC-Q: actas del cabildo).
49
Este proceso de una mayor movilidad espacial, también implicó un mayor
traslado de elementos culturales, cosmovisión y experiencias urbanas-rurales que, para
las próximas décadas fueron ajustándose, moldeándose y reinventándose en esta zona
que se la podría considerar como “nueva ruralidad”15
(Martínez 1999; Camus, 2007).
Es por eso, que a partir de la década de los 90 y en esto últimos años, la Comuna
ha estado sufriendo algunos cambios en sus relaciones comunitarias, y que tienen
mucha conexión con su problema limítrofe con Llano Chico, la venta de la tierra
realizada por los habitantes de Cocotog, la mayor injerencia del Municipio de Quito
dentro de la comuna, el debilitamiento del cabildo interno, el desinterés de las nuevas
generaciones sobre las actividades comunitarias, entre otras; sobre estos temas una
comunera señala:
De palabra somos comuneros, porque de comuna ya no. Tenemos muchas diferencias,
entonces, como decía mi papa: somos comuna capitalista, porque aquí no hay tierras
comunales y cada quien somos independientes, cada quien tenemos lo que cada quien
trabaja, lo que podemos lo que está a medio de nuestro alcance, para las obras de agua
potable de esas cosas, si se sale a las mingas, no todos, así para limpieza de cunetas,
pero hay personas que dicen: si yo no tengo bastante para que le voy a dar limpiando
al otro; entonces, con nuestras propias manos hacemos lo que nos pertenece, al menos
yo pienso que no es tan real eso de la comuna, no se pone en práctica más bien dicho.
Antes, las persona hacían mingas hasta para la desherbada, hoy eso ya se acabó.
Ahora se mete la mano de obra de peones o con nuestras propias familias, yo diría
como tal, que ya no funciona la comuna, Entonces la comuna en si no hay, pero lo
que si somos es buenas gentes (E: G.A, 2009).
Además las relaciones sociales internas de la comuna se vieron afectadas por la
urbanización interna ya que la necesidad de la instalación de la luz eléctrica, agua
potable y alcantarillado condujo a una alteración del trazado original, que nada tiene que
ver con la forma de cuadrícula practicada desde tiempos de la colonia, así se fueron
delimitando los terrenos, abriendo calles y construyendo cerramientos en terrenos que a
pesar que tenían su propietario era utilizado para el pastoreo del ganado, es decir,
Cocotog entró en un proceso más acelerado de alteración de su paisaje rural. A esto se
unión la dilatación de la interacción comuna-Quito que dio paso a nuevas formas de
producción, fuentes de trabajo y una mayor formación académica de la juventud
(médicos, ingenieros agrónomos, ingenieros petroleros, entre otros) e inició la
15
En el caso de Cocotog, la nueva ruralidad se expresa en una desordenada urbanización y cambios en
sus modos de vida, que indica que esta comuna ya no puede ser interpretada como dependiente de las
actividades agrícolas, sino, como un lugar donde la ciudad siempre han ejercido influencia (Martínez,
1999:12-5).
50
migración externa, que con los años fue dando una mayor capacidad adquisitiva a las
familias. También emergió la religión evangélica que ha producido cambios al interior
de la comuna, ya que fue alterado los procesos de socialización y la cultura del sector.
Estos procesos también han traído conflictos internos por la venta de terrenos a
desconocidos, el trazado de calles por el terreno de algún habitante que se opone y, en el
2006, los conflictos ocasionados por la construcción del alcantarillado cuando la obra
fue paralizada al hallarse restos arqueológicos en las excavaciones, motivo suficiente
para que la organización Kitu solicite la suspensión de la obra, ocasionando con ello el
malestar de muchos pobladores:
Yo había luchado para que se supere Cocotog, cuando fui presidente de la comuna en
el año 2005, habíamos hecho las gestiones para el alcantarillado, que ahorita debía
estar terminado de construir, pero lamentablemente no se concluye porque cuando
estaban ya en la excavación por acá arriba, y según me dicen que han encontrado
restos arqueológicos, como no hay un estudio arqueológico ya no se dio paso, me
siento dolido porque ya debíamos haber tenido, no sé qué paso con el presupuesto, no
sabemos, ahora no soy dirigente ya no estoy al tanto, cuando yo estaba deje con un
millón de dólares de presupuesto para construir alcantarillado, eso es lo único
lamentable (E: J.A, 2009).
Estos disque Kitu Karas, que son solo el Tupiza y la mujer, que nada tienen que ver en
el cabildo, él es el que ha ido a Quito y ha dicho que no sigan con el alcantarillado, a
éste nadie lo quiere en las Asambleas, mejor lo quieren es pegarle por lo que ha hecho,
le quieren sacar la mierda. Por su culpa, ahora seguimos con los pozos sépticos, y se
llenan rapidito, mi hija, la Elvia, ya va haciendo sacar 5 veces con la bomba (E: A.A,
2009).
Actualmente, la comuna enfrenta un problema mayor y de preocupación para la mayoría
de sus habitantes que, de la misma forma que el caso del alcantarillado, ha ido
desequilibrando la armonía de la comuna, produciendo dos puntos de vista relacionados
con “lo moderno” y “lo tradicional”: quienes ven como retraso el no permitir que se
construya servicios básicos, y quienes están defendiendo el mantener vestigios de su
pasado; este problema es la expansión urbana acelerada y, estrictamente, la construcción
de la vía al nuevo aeropuerto de Quito. Ahora, el proyecto de construcción de la vía ha
sido descartado pero, para los habitantes de Cocotog es un tema que todavía se
encuentra en discusión ya que señalan que es la opción más corta para acceder al
aeropuerto y en futuro podría ser puesto en práctica:
Yo no quiero que pase la vía, no ve que los impuestos han de subir bastante, ya no
hemos de poder tener las tierras que tenemos ahora, ya no hemos de poder pagar, ha
de tocar vender e ir de aquí, eso temo, pero no se qué pasará, por más que están
luchando los directivos, pero no sé, no hay unión. (E: E.A, 2009).
51
No sé a qué medida nos puede afectar la construcción de la vía, pienso yo, es mi
criterio personal, que si pasa la vía, nosotros podríamos impulsar el turismo, que la
gente extraña venga, algunos les gusta el campo, nos comprarían comidas
tradicionales (E: J.S, 2009).
Yo no creo que sea bueno que pase la vía al aeropuerto, porque la población va a ir
aumentando y se va a ir quitando terrenos a muchas personas, y en estos casos, son
terrenos en donde se cultiva, entonces, si hubiera la oportunidad me quejaría ante el
municipio porque muchas personas que tienen animales tendrían que dejar eso (E:
G.G, 2009).
Por el paso de la vía al aeropuerto hay división , pero yo no participo en ningún lado
ni en el otro, ahí hay grupos que dicen que no, otros que dicen que si, el grupo que
dice que no, no saben que decir, pero los que dicen que si, dicen que pase nomas, pero
los que dicen que no, no tienen ni terrenos por esa zona, entonces algunas personas
que tienen terrenos ahí, más bien están con abogados para hacer una mediación y que
mejor les paguen, porque es propiedad privada (E: G.A, 2009).
Estas voces de comuneros y comuneras, nos hacen pensar en cómo las políticas
municipales han afectado, y continúan perturbando, la tranquilidad de la comuna.
Así mismo, el proceso de expansión urbana de Quito, es un desasosiego más
para los habitantes de Cocotog, quienes lo miran como una causa para la pérdida de sus
formas propias de organización, sus tierras de cultivo y sus superficies boscosas. A esto,
se articula la determinación del sector de Cocotog como área de espacio residencial,
expresado en el Plan General de Desarrollo Territorial del Distrito Metropolitano de
Quito que proyecta un incremento poblacional en las áreas comprendidas entre
Calderón, Nayón, Llano Chico y Zámbiza de 74. 830 habitantes para el 2020 (MDMQ,
2006: 53).
Este incremento poblacional seria producto de la construcción del nuevo
aeropuerto y las fuentes de empleo que este produciría, y el “reflujo”16
impulsado por la
necesidad de viviendas fuera de la ciudad y el bajo valor de terrenos. Pero, con estos
procesos, no solo se va alterando el paisaje del sector, sino, que abre sendas a cambios
sociales, económicos y culturales dentro de la comuna; con relación a esto, algunos
comuneros manifestaron:
Ahorita están incendiado todito, toditas las plantas de la periferia de Cocotog se
acabaron, las pencas se acabaron, se ha incendiado todito, ya han de querer vender,
16
Efraín Portero en su tesis de maestría (1983) “Las migraciones internas y práctica migratoria en
Quito. Estudio de caso de la migración de reflujo en Llano Chico”, avizora el incremento de la población
en Llano Chico, a causa de una migración a la inversa, es decir, si antes los habitantes del campo
migraban a ciudad, ahora los habitantes de la ciudad se trasladan al campo cercano a la ciudad con la
finalidad de construir sus viviendas (FLACSO, Ecuador).
52
pero eso no deberían hacer, no ve que las pencas no necesitan de aguacero, ahora vino
la quemazón y estamos dolidos, hay que hacer una motivación para sembrar pencas
(E: J.A, 2009).
Yo no sé, si esto es autorizado por el municipio o si el Ministerio de Cultura deja, pero
los nombres que nuestros antepasados pusieron a los barrios han sido cambiados, verá
San Miguel no es nuestra historia sino, es Pogyopata o Tagnipata, lo mismo es Jesús
del Gran Poder, es Acerochupa y Patapamba, esos son nombres tradicionales. En toda
la zona hay cerca de 130 nombres en kichwa, las quebradas, las cuadras, tienen sus
nombres tradicionales: Inga huayco, Incha Rumi, porque pusieron así nuestros
antepasados, también tenemos Inticocha, Tantaleo (E1: M.M.S, 2009).
Está aumentando la población, pronto creo que nos tocaría poner nuestras propias
seguridades para que no ingresen personas ajenas a esta comuna, personas que quieran
lotizar, hacer multifamiliares o un empresario, o alguien quien tiene dinero, ese es el
temor de aquí, porque alguien quien tiene dinero le puede decir: por este pedazo tome
tanto, y a cualquiera le brilla los ojos, y así van vendiendo la tierras y eso a mí me
preocupa (E: J.G. 2009).
Yo lo que quiero es que los compañeros (comuneros) se metan en la cabeza, que el
municipio no nos van a mandar sacando de aquí, los que nos van a mandar sacando
son la gente que viene de afuera que están ingresando acá, con sus asientos, con sus
compras de tierras, ellos son los que nos van a mandar sacando de aquí, eso quiero que
reflexionen (E: MG.A, 2009)
Foto1. Paisaje de Cocotog. Al fondo una de las nuevas edificaciones que se están
construyendo en la comuna.
53
Apreciación final.
La memoria colectiva ha ocupado un papel muy importante en este capítulo,
considerando que se encuentra en la cotidianidad de los habitantes de Cocotog, y que
constituye un conjunto de representaciones producidas por ellos a propósito de una
memoria supuestamente compartida por todos los miembros de esta comuna (Giménez,
2008: 21), con esto se ha intentado reconstruir una historia que es producto de estas
memorias, pero siempre conscientes que éstas se encuentran en constante interacción
con un sistema de valores del presente que implica que estos sujetos olviden y dejen
recuerdos fuera.
A su vez, tenemos que esta memoria colectiva de los habitantes de Cocotog está
ligada con procesos de etnogénesis, ya que a través de ella nos presenta una búsqueda
de su reconocimiento como grupo sociocultural distinto, del respeto a sus derechos
territoriales y colectivos, del respeto a su pasado histórico como parte de Zámbiza, entre
otros, y que denotan la subordinación y desigualdad de la que son víctimas, pero, que ha
su vez han contribuido a una reactivación de la memoria colectiva de esta población.
Por otro lado, Cocotog se presenta como una configuración entre lo rural y lo
urbano, es decir, en términos de Katheleen Fine-Dare, como “barrio en transición”
donde se observa una “mixtura de ciudad y de campo” (1991:90), o también se lo podría
denominar como la “nueva ruralidad” (Camus, 2007). Todo esto como resultado de su
cercanía a la ciudad de Quito y su mayor movilidad educativa, cultural, laboral y
comercial, que dado lugar a nuevas formas de vivir, de sentir y de pensar lo comunal,
su cultura e identidad, así como formas novedosas de insertarse y relacionarse con la
ciudad.
54
Capítulo 3
Cocotog y su economía popular
Las relaciones de parentesco, género, la distribución del excedente, el papel del
Estado y ONGs, y los diferentes conflictos que esto produce, son elementos de la
economía popular de la comuna de Cocotog y que son tomados en cuenta en el
desarrollo de este capítulo, el cual muestra el paso que han dado las unidades familiares
de reproducción de esta comuna para convertir su producción agrícola y ganadera en
una economía mercantil simple a través de la conformación de asociaciones, y también
para sustituir las actividades agropecuarias por actividades “no-agrícolas”, todo esto
ocasionado por su urbanización interna, las movilidades constantes hacia la ciudad de
Quito y la migración internacional.
Definiendo a la economía popular
Luciano Martínez (2000) señala que en el Ecuador, a partir de la década del 70,
las comunidades indígenas han experimentado cambios en su vida política y económica,
característica que ha influenciado en las alteraciones radicales en su “sistema de
reproducción”, donde las “actividades mercantiles” (venta de mano de obra y venta de
productos) han tomado mayor importancia que las “actividades agropecuarias de
subsistencia” y artesanales, esto como consecuencia de la pérdida de tierras comunales
(Martínez, 2000:36) ya sea por venta o por la distribución, ya que la población aumenta
en estas comunidades y los nuevos miembros solicitan su extensión de tierra.
Estos cambios no han conducido a la desaparición de las actividades
agropecuarias, sino que se han mantenido a la par con las nuevas actividades
económicas que se van desarrollando al interior de estas comunidades y que están muy
relacionadas con sus movilidades hacia los centros más poblados.
Es así, que estas comunidades ubicadas fuera de la provincia de Pichincha,
dentro de ella, en las cercanías de Quito o al interior de ésta, han ido desarrollando una
serie de actividades económicas y prácticas sociales con el fin de garantizar, a través del
uso de su fuerza de trabajo y de los recursos que disponen, la satisfacción de sus
necesidades integrales (individuales y sociales), a todo este proceso se lo ha
55
denominado “Economía Popular17
” (José Luis Corragio, 1998; Orlando Núñez, 2007 ),
donde se han establecido relaciones económicas radicadas en los valores de
camaradería, reciprocidad, parentesco y cooperación. Pero esta definición debe ser
también tratada con los conflictos que presenta, como la falta de capital para invertir u
obtener permisos exigidos por el Estado, unidades familiares de producción que son
marginales dentro de las mismas comunidades, la asistencia técnica que unos grupos
poseen y otros no, los intermediarios que quieren aprovecharse de la situación de
muchas de estas asociaciones para pagar por su producción precios bajos, entre otros, y
sin los cuales no se podría hablar de la realidad de la economía popular.
Este tipo de economía ha venido desarrollándose a lo largo de América Latina,
impulsando un carácter social de la producción, donde sus relaciones se van
estableciendo a través de intercambios no solo materiales, sino simbólicos, y los
recursos económicos que se obtiene son producto de la “asociatividad”, es decir de la
unión de esfuerzos y recursos por parte de los participantes de una unidad de
reproducción (Núñez, 2007:111) donde no existe la explotación de la fuerza laboral a
través del salario.
Este trabajo en conjunto se encuentra enmarcado por una unidad de
reproducción, que no necesita ser definida como microempresa, y sus actividades
económicas no están relacionadas con una “economía empresarial capitalista” o una
“economía pública”18
, pero si por el “subsistema de la economía popular” (Coraggio,
1998:70-3), y por ello, su producción es impulsada por los miembros de una o varias
familias de una sociedad local (Coraggio, 2004:133), que al “sentirse marginados en la
asignación de recursos y distribución de ingresos por parte del mercado como del
Estado”, han optado por establecer un negocio de carácter familiar y vecinal,
17
La definición de economía popular no ha considerado algunos conflictos que se presentan en su
desarrollo, manteniendo la siguiente definición: “Subsistema que vincula y potencia (mediante relaciones
políticas y económicas desarrolladas sobre un sustrato de relaciones de parentesco, vecinales, étnicas, y
otras relaciones de afinidad) las unidades domésticas populares (unipersonales, familiares, comunitarias,
cooperativas) y sus organizaciones particulares y sociales relativamente autónomas” (Coraggio 1998: 81). 18
La economía empresarial capitalista se caracteriza por la separación jerárquica entre los propietarios y
los no propietarios, la organización científica del trabajo, la organización empresarial obtenida a través
del ejercicio del poder, la flexibilidad y máxima movilidad del capital para la obtención de ganancias y su
sentido de acumulación; mientras que, la economía pública se caracteriza por la separación jerárquica
entre los niveles de dirección y operación, las relaciones de producción donde predomina el clientelismo
político, la lucha de poder, cooperación interna lograda a través del ejercicio del poder político-
burocrático y transacciones formales e informales y las remuneraciones determinadas por la posición en
la jerarquía burocrática (Coraggio 1998: 70-2).
56
considerando alternativas que les posibilite ingresos, no solamente, para sobrevivir o
subsistir, pero tampoco con fines de acumulación (Razeto, 1990: 78-81).
En los países Latinoamericanos, estas unidades de la economía popular han sido
conformadas en su mayoría por mujeres, quienes han impulsado la formación de
asociaciones con números superiores a las diez integrantes, y que han recibido el apoyo
de organizaciones no gubernamentales como gubernamentales, esto ha dado lugar, a
partir de 1992, a la conformación de la Red de Educación Popular entre Mujeres de
América Latina y el Caribe (REPEM) y dentro de ésta, el Grupo de Trabajo
Latinoamericano Género, Educación y Economía Popular (GTL) que van impulsando
programas de capacitación para estas asociaciones.
En el caso de las comunas aledañas a la ciudad de Quito, su economía popular
está caracterizada por la solidaridad entre familiares, amigos-amigas y vecinos-vecinas
que buscan una mejor calidad de vida, y que permite que todavía se mantenga la
actividad de la minga a pesar que sea en bienestar de una unidad de reproducción, y no
necesariamente para toda la comunidad.
Además, se caracterizan por una serie de conflictos entre los grupos económicos
internos, como puede ser la competencia o compra de productos a las asociaciones más
pequeñas por parte de las grandes a precios más bajos de lo que ellos venden para
completar sus pedidos evitando así el ingreso de nuevos miembros al grupo, así también
por las constantes transformaciones en sus estructuras productivas, en la tenencia de la
tierra y en su conformación social, que ha dado lugar a la “pérdida de importancia de la
actividad agrícola” y “la generalización de la multiocupación” (Martínez, 2002:54), por
ello las comunas quiteñas, cada vez son menos agrarias y ganaderas, ya que van
desarrollando actividades “no-agrícolas” (construcción, trabajo en industrias, empleos
acordes a la preparación académica, etc.) (Martínez, 2000:21). Estas actividades “no
agrícolas” son ejecutadas en la ciudad de Quito y en sus comunidades tanto por
hombres como por mujeres sin que esto implique que las actividades agropecuarias sean
abandonadas en su totalidad ya que muchos de estos habitantes (hombres y mujeres) las
practican en horas de la tarde o fines de semana, es por ello que “la feminización” de la
agricultura y ganadería como señala Luciano Martínez (2002) no se acopla al caso de
las comunas periurbanas.
57
A esto se une, que la movilidad económica de los habitantes de estas comunas,
ya no está estrictamente relacionada con la ciudad de Quito, sino que han expandido sus
relaciones de intercambio, y ahora lo hacen con otras sociedades a través de la
migración internacional y con otras ciudades del país cercanas o lejanas, superando el
localismo (Coraggio, 2004:78), y los ingresos económicos otorgados por las familias
que han migrado a Europa o Estado Unidos han sido utilizados, junto con los entregados
por ONGs, en la conformación de asociaciones o “microemprendimientos” (Coraggio,
2002:133).
Es así, que tratar a las comunas quiteñas desde la economía popular permite
comprender sus convivencias sociales, sus formas de reproducción-producción y sus
relaciones de intercambio, todo esto, como parte de su reconocimiento. Asimismo,
demuestra la heterogeneidad de la ciudad de Quito y sus alrededores tanto en aspectos
económicos, sociales, étnicos y culturales.
Economía popular en Cocotog
La economía popular de la comuna siempre estuvo relacionada con la ciudad de
Quito y las poblaciones que se ubican en la cuenca del río Guayllabamba, ocasionando
que sus relaciones de intercambio sean totalmente diferentes en relación a otras
comunas que se ubican a lo largo de la sierra ecuatoriana y que también han mantenido
estrechas relaciones económicas con esta ciudad.
De acuerdo a las investigaciones de Frank Salomon (1981), los intercambios que
realizaban los zámbizas (llakta a la que perteneció Cocotog) durante el periodo
aborigen, fueron de manera vertical a través de los pisos ecológicos. Según los relatos
de pobladores de avanzada edad de la comuna, este tipo de intercambios fueron
sostenidos hasta la década de los 80 cuando la movilidad hacia Quito mejoró con la
apertura de vías y el aparecimiento del trasporte público, es así que señalan que hasta
hoy mantienen terrenos en los sectores de Nanegal, Nanegalito, Tulipe y Uyunguilla
como producto de sus relaciones comerciales con estas poblaciones ubicadas en la zona
subtropical del noroccidente de la provincia de Pichincha. Entre otros lugares donde se
trasladaban para intercambiar sus productos se encuentran: Perucho, Alonguincho,
Collagal, Malchinguí, Calacalí, San Antonio de Pichincha y Pomasqui, lugares donde
58
los hombres practicaban la cacería de aves (perdices y pavas de monte), o donde
arribaban antes de enviar el producto de su cacería para que sea comercializado en
Quito:
Sabíamos ir a pescar a Mojanda, sabíamos irnos por el camino antiguo de Malchingui-
Otavalo (…) nos íbamos por encima de Atahualpa, sabíamos ir a Alonguincho y
Collagal que eran haciendas porque nosotros éramos dedicados a la cacería; entonces,
por esos sectores había bastante perdices, había cacería de pavas, había como mala
yerba había, del monte salía bastante que no sabíamos ni a que disparar, ahí una vez
cogimos 89 pavas (…) pero nosotros no íbamos a vender en Quito, sino que había
como mensajeros que esperaban y ahí recibían (…) Entre dos o tres nos íbamos a
cazar, de ahí cace o no cace, entre todos nos repartíamos igual, y a veces unos se
quedaban cazando y otros iban vender (E: M.M.S., 2009).
Yo sabía ir con mi tío más allá de San Antonio, a Perucho, allá íbamos a comprar
naranjas, aguacates…caminando iba a la hacienda de Toruco, cuando tenía nueve
años, agarrada burro con carreta, llevábamos pondos para traer guarapo (…) A
Nanegal, también íbamos llevando burro, sabíamos ir a comprar maqueño, así sabia ir
por monte, tres días enteritos me tardaba, 65 maqueños cargaba cuando era parejito,
80 cuando más delgado, así cargaba yo, todo el día yo cargaba (E: R.A., 2010).
Respecto a las poblaciones más cercanas con quienes comercializaban tenemos a Llano
Chico, Calderón, Oyacoto, Llano Grande, Tumbaco y Zámbiza; siendo la cabuya
(penco) uno de los productos que más vendían, puesto que con este material se
elaboraban sogas y alpargatas (Espinosa, 2007:131).
A la ciudad de Quito se trasladaban con productos agrícolas y ceniza de
eucalipto, circulaban a través de pequeños chaquiñanes que les conducía hasta la
comuna de San Isidro del Inca, desde este sector iba ofreciendo sus productos hasta
llegar al sector de San Blas en el centro histórico de Quito, donde se encontraba el
mercado, allí culminaban la venta e inmediatamente retornaban a su comunidad con
víveres como pescado, pan, velas, sal, entre otros.
Calderón y Zámbiza también se constituyeron en mercados importantes para los
habitantes de Cocotog, el primero continúa siendo su sitio preferido para la venta de
animales, además tomó mayor importancia después de la prohibición del Municipio de
Quito para la realización de la feria libre en el Mercado Central de la ciudad, donde las
vendedoras y vendedores de ésta comuna ofertaban sus productos.
Actualmente, la economía popular en la comuna de Cocotog está conformada
por unidades domésticas de reproducción que se dedican a actividades económicas “no-
agrícolas” y agropecuarias. Así tenemos unidades dirigidas a la venta interna de
59
electrodomésticos, agroquímicos, muebles, materiales de construcción, zapatería, entre
otros; también aquellas que describe Coraggio, conformadas por miembros
profesionales de alto nivel de educación, y con los hijos dedicados exclusivamente al
estudio (2004:109) y cuyas actividades económicas se desarrollan, en la mayoría de los
casos, en la ciudad de Quito; asimismo, tenemos las que se dedican a la crianza y
comercio del pequeño ganado (cuyes, conejos, cerdos) y productos agrícolas (maíz,
hortalizas, frutas), entre otros.
A esto se unen las migraciones diarias hacia Quito para comercializar sus
productos agrícolas, ganaderos, ofrecer algunos servicios (construcción, servicio
doméstico, administrativos, docentes, etc.) y por motivos educativos. Este incremento
de la movilidad de la comuna, no solo a la ciudad sino a países de Europa y Estados
Unidos, ha originado un proceso de cambios internos económicos, sociales y culturales.
Con respecto a lo económico, los actuales habitantes de la comuna han recibido
de sus padres otras formas de socialización que han influenciado para que pongan en
práctica nuevas formas de actividades económicas. La conformación de asociaciones ha
sido una de ellas, pero esto ha dado lugar a una mayor diferenciación social interna, ya
que cada asociación se preocupa por las necesidades de sus miembros y no de toda la
comuna.
Estas asociaciones han sido impulsadas por organismos municipales, pero más
injerencia han tenido los organismos no gubernamentales (ONGs), mientras que
instituciones como el CODENPE y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (M.A.G.),
se han encargado en legalizarlas y no han contribuido con asesoramiento técnico o
algún otro programa, por lo tanto las ONGs han adquirido una importancia creciente en
la ejecución de programas sociales al interior de la comuna.
En muchas ocasiones, estos organismos no gubernamentales han colaborado sin
considerar algunas limitaciones naturales de la comuna o su configuración urbana-rural,
es así que algunas asociaciones han recibido materiales para riego pero no cuentan con
agua, les han construido galpones para la crianza de cuyes pero no les han capacitado
adecuadamente y terminan abandonándolos o, les han entregado maquinaria eléctrica
pero no toda la comuna cuenta con electricidad:
El grupo de Alemania nos ayudó también a comprar un terreno. Ahora, ya tenemos un
grupo de 16 mujeres; entonces, nosotras mismo sembramos y secamos, y secamos en
un cuarto no más (…) si tenemos secadora, los alemanes nos dieron, pero como abajo
60
no hay luz eléctrica, no la usamos, entonces eso es lo malo: que no tenemos la luz (E:
R.M.A., 2010).
Verá, al Ministerio de Agricultura nosotros no nos hemos acercado mucho salvo que,
solamente en las elecciones… se va a dejar el acta de que se ha hecho las elecciones
para que ellos den el respectivo nombramiento, eso es lo único que hemos hecho y de
ahí nunca hemos tenido ningún asesoramiento, a pesar que en la ley de comunas existe
que nos pueden dar maquinarias, que nos pueden asesorar en la agricultura, bueno, un
fin de cosas que nunca ha hecho (E: J.G., 2009).
Cocotog también se presenta como una comunidad donde las actividades que realizan
sus pobladores están cada vez más separadas de la agricultura y ganadería,
especialmente en los jóvenes cuyas actividades están más identificadas con la ciudad,
mientras sus padres las van alternando con las actividades agropecuarias.
Es así, que en los últimos años, las nuevas generaciones están dejando a un lado
el trabajo agrícola y ganadero siendo el 24.59% de la población, de acuerdo al censo del
2001, que se dedican a estas actividades19
, ya que se van formando en otras ramas al
acceder al nivel universitario. Y en muchos casos han utilizado sus ahorros, realizado
préstamos bancarios o a las cajas solidarias de la comuna, y las remesas enviadas por
sus familiares desde el extranjero, en el impulso de una serie de negocios o trabajan para
quienes lo han hecho, así complementan sus ingresos o los ingresos de sus padres, con
trabajos internos como: servicio de taxis, adquisición de buses para la cooperativa de
transportes Cocotog, alquiler de carpas y sillas para fiestas, producción de miel de abeja
y turrones, alquiler de Cd móviles, puesto de internet, entre otros; y son pocos los que
continúan ejerciendo los servicios que desde hace muchos años atrás sus padres venían
ejecutando en la ciudad: servicio doméstico (9.22%), la construcción (11.48%),
trabajadores municipales (19.03 %): jardinería, recolección de basura, empresa eléctrica,
empresa de agua potable, entre otros (INEC, 2001).
Características internas de la economía de Cocotog
La comuna de Cocotog posee características muy importantes que definen su
economía popular, por ejemplo: sus relaciones de producción y de parentesco, la
tenencia de la tierra, temas de identidad y género, entre otros, que están marcadas por
19
Los cifras presentadas en este capítulo, fueron proporcionados por el Instituto Ecuatoriano de
Estadísticas y Censos (INEC), obtenidos con el censo del 2001, de acuerdo a los mismos comuneros y
comuneros la realidad es distinta, especialmente, porque el número de personas con educación de tercer
nivel se ha incrementado.
61
aquella búsqueda de soluciones para sus problemas de subsistencia. Esto les ha
conducido a una “multiocupación” en donde ponen en práctica aquellos conocimientos
que les han sido trasmitidos por sus padres, haciendo que la economía en Cocotog
también esté relacionada con elementos culturales que se han conservado y modificado.
A su vez, tenemos una comuna donde sus actividades económicas son muy
diversas y están relacionadas con su cercanía a la ciudad y algunos problemas internos
como es la falta de agua. Estas actividades se han ido desarrollando gracias al proceso
de urbanización que les dotó de agua potable, luz eléctrica y vías de comunicación, que
facilitó el desarrollo de otras actividades y una mayor movilidad espacial, logrando
fortalecer la capacidad de autosuficiencia, la competitividad de su economía popular y
el incremento de la diferenciación interna.
En la actualidad, la mayoría ve a las actividades agropecuarias como un
suplemento para los ingresos económicos obtenidos con sus trabajos en la ciudad, un
ejemplo de esto es la venta en los mercados, actividad muy poco practicada hoy en día
por la población de Cocotog (3.28%). Las comuneras y comuneros que mantienen la
venta en los mercados ofrecen, así como lo hacen habitantes de otras comunas
periurbanas y rurales, productos agrícolas y ganaderos, como son: maíz, el fréjol, la
arveja, el aguacate, hortalizas; cerdos, borregos, cuyes, gallinas y chivos
respectivamente.
Los productos agrícolas dependen del ciclo agrícola practicado en esta comuna,
que consiste en “la preparación y siembra del maíz y el fréjol a mediados de septiembre
y arveja en el mes de marzo” meses que coinciden con las fiestas de San Miguel
Arcángel y San José (E: R.A., 2010). Con respecto a la ganadería, sus productos son
muy poco ofertados en la ciudad, y el espacio para la venta es el mercado de Calderón y
los propios hogares de los comuneros y comuneras, además, el estiércol de los animales
es vendido como abonos naturales al interior de la comuna.
La agricultura, es el área donde más asociaciones o “microemprendimientos” se
han conformado, principalmente impulsados por mujeres y con ayudas de ONGs que
mantienen sus proyectos de desarrollo rural en este sector, así tenemos: grupo Mirachi
Huarmicuna, Organización de productoras agrícolas de Cocotog, Asociación de mujeres
indígenas de producción agrícola Wiñay Sisa, entre otras:
Más antes no sabíamos hacer nada, pasábamos solo en nuestras casas sembrando:
maíz, fréjol, choclo y criando ganado. Arábamos con ganado, cosechábamos arveja y
62
de ahí volvíamos a arar para sembrar maíz, y así, después se fueron formando grupos.
Aquí hay muchos grupos, yo pertenecía a un grupo de hortalizas, este funcionaba por
arriba, se llamaba Jesús del Gran del Poder (…) una compañera que trabaja ahí nos
dijeron que suban, pero se acabó porque con las hortalizas no podíamos vender, no
teníamos mercado, claro que teníamos todo el terreno sembrado pero no podíamos
vender, entonces ahí deje (…) Después me invitaron a que entre al cultivo de las
plantas medicinales, haciendo unas camitas de mejorana, menta, de todo, de todo (…)
Así nosotras mismos cogimos y enfundamos, y las funditas vendemos a 50 centavitos,
también vendemos aliños a lo mismo, en total tenemos 7 productos. Hacemos estas
cremitas (las indica) estas se hace con una florcita que se llama caléndula, también
tenemos esta con ortiga (…) Nosotras mismo sembramos, nosotras mismo
cosechamos, nosotras mismo empacamos, sólo para las cremas compramos cera de
abeja y aceite de girasol, de ahí lo demás hacemos nosotras mismo. Ahora, gracias a la
señora Maritza de Alemania, ella nos ha ayudado a poder vender, nos dio un puestito
en el Parque Metropolitano (E: A. AL., 2010- Grupo Mirachi Huarmicuna).
Foto 2. Grupo Mirachi Huarmicuna. Socias preparando las plantas medicinales para su
posterior secado.
Estas asociaciones se caracterizan porque practican la agricultura de acuerdo a los que
sus padres les enseñaron arando la tierra con bueyes o en mejor de los casos con tractor
y utilizando abonos naturales.
La posesión de la tierra es otra característica de la economía de Cocotog,
primero, y como ya lo mencioné anteriormente, la comuna se formó sin tierras
comunales, y esto ha influenciado en la ganadería, ya que no existen tierras donde pastar
63
y por ello ha predominado la crianza de los cerdos. Actualmente, la mayoría de los
habitantes de la comuna ya poseen escrituras o se encuentran en trámite, y cada terreno
tiene una extensión aproximada de 800 m2 separados con pencos, árboles de guabas o
lecheros, pero está predominando la construcción de cerramientos en los últimos años.
Estas tierras llegaron al poder de los comuneros y comuneras a través de herencia,
matrimonio o compra. Los padres, antes de morir, dividen sus terrenos en parcelas
según el número de hijos y los entregan ocasionando con ello que el área agrícola y
ganadera sea cada vez menor:
El terreno es de mi papi. Él, ósea, había comprado hace unos 40 años, entonces como
somos tres hermanos verbalmente estamos dados la ubicación. Ahorita estamos en
trámites nos está entregando, pero aún no está finiquitado. Estamos a mano de los
abogados, de ahí es de mis padres, de ellos son el terreno, ellos han comprado (E:
G.A., 2009).
Mis difuntos abuelitos han dejado terrenito a mi mamá, pero han dado así, solo fruto
nomás, sin escrituras, y ahorita estamos jodidos porque el municipio nos quiere quitar
mil metros, quinientos míos y quinientos de mi hermano diciendo que no hemos
tenido escrituras, entonces nos quiere quitar, porque por ahí va a pasar la vía al
aeropuerto, pero yo no quiero que pase, entonces yo le dije que no nos quite que
podemos comprar, pero el abogado dice que el municipio dice que no, que eso le
pertenece al municipio y entonces quiere quitar (E: C.G., 2010).
Un gran número de habitantes de Cocotog poseen dos o más terrenos al interior de la
comuna, así como en otras poblaciones, es por ello que se observa pequeñas parcelas
agrícolas a un costado de sus casas ya que las parcelas más grandes y los galpones de
cuyes, chancheras y corrales de gran tamaño son ubicados en sus otros terrenos.
La falta de agua, es otro problema que se presenta en Cocotog, ya que al no
encontrarse ríos o fuentes cercanas, los sistemas de riego son inexistentes, lo que da
lugar a que no siempre exista alimento para los animales o para regar los cultivos,
teniendo que acudir a la compra de alfalfa o buscar la manera para obtener agua para
sus sembríos, puesto que si usan el agua potable son multados. Esto implica gastos que
muchas veces no están en condiciones de afrontar afectando a la producción, en este
sentido el pedido de los habitantes de la comuna es apoyo:
Nosotros íbamos a coger el agua de los pogyos, lo único que ahora hemos
conservado es Inticocha, de ahí había otros y eran inmensos, servía para los animales,
para lavar la ropa y para cocinar. Teníamos la vertiente de Tantaleo, esa venía de La
Bota y del Comité, pero como todo esta cambiado, ahora estas vertientes están
contaminadas y ya no se puede tener animales porque ya no tiene donde tomar agua
(E: M.M.S., 2009)
64
El problema es que falta apoyo para producir, porque así haya propaganda, vienen los
clientes, pero si no hay lo suficiente, falta agua. Agua potable no nos dejan regar en la
alfalfa, en nada, por la noche con una jarrita; hierba solo comprado no rinde, en
cambio hierba propia, ahí si queda para uno, aunque sea un poco (E: E.A., 2009)
Ojalá algún gobierno, alguna entidad se acordara de nosotros, nos ayuden, porque toda
la comunidad no tenemos nadie, ósea, es que carecemos de este líquido vital, no
tenemos de donde, no hay cerca un nevado, que se yo, aunque sea para traer haciendo
minga (E: G.A., 2009)
Otra característica de la economía popular de Cocotog es la minga, esta forma de
“cooperación en el trabajo, sea en la familia o entre familias, indican la presencia y
permanencia de relaciones que no están atravesadas por el salario” (Martínez, 2000:42).
En Cocotog existe dos formas de practicar la minga: las convocadas por las
instituciones internas (Cabildo, Escuela, Iglesia, Liga Deportiva) y la que es practicada
en el proceso de producción en los hogares y en las asociaciones.
Con respecto al primero, la minga ha ido perdiendo fuerza, especialmente, las
convocadas por el cabildo, mientras han tomado impulso las convocadas por la escuela.
Pero existe una minga constante en Cocotog, y esta es la del cementerio, esta minga se
realiza cada mes por cada uno de los barrios que forman la comuna, además, es
obligatoria, ya que cada comunero y comunera debe cumplir con seis mingas al año
para tener el derecho de enterrar a sus muertos en este cementerio. Mientras que, en las
asociaciones, esta clase de trabajo colectivo sigue siendo una práctica común:
Cada persona hace seis mingas aquí (cementerio), eso es el que le da el derecho para
que puedan enterrar, porque las mingas le ayuda para meter al nicho o al suelo a los
difuntos, aquí no se paga como en otros cementerios, que cuando no paga le sacan
enseguidita, aquí no, el cementerio es de la comunidad, por eso no sacan a nadie, esto
es para siempre, entonces no pagan nada, pero si deben cumplir con las seis mingas al
año, no se cobra multa, son las seis mingas (E: MG.A., 2009).
La minga todavía se mantiene, dígase usted, en la unidad educativa, por ejemplo:
recientemente se construyeron ahí las aulas y eso se hizo a base de mingas, igual si
hay que abrir alguna vía también existe la minga, el cementerio también se mantienen
a través de las mingas, entonces ahí hay una directiva que se encargan de organizar, y
como aquí todavía hay plomeros, albañiles, se usa la mano de obra (…) los jóvenes
todavía participan un poco, pero ellos mas participan en lo deportivo, pero más
participan cuando se organiza por barrios, entonces ahí si participan porque sino
después nos dicen compañero usted no ha participado en la minga tiene que pagar
tanto, entonces ahí si se hace duro (E: M.AL., 2010).
La economía de Cocotog también se identifica por las relaciones de parentesco y son
fácilmente reconocibles en las asociaciones, donde predominan las relaciones de tipo
consanguíneo y ritual (compadrazgo) (Yánez, 2003:20). Estas asociaciones se van
65
conformando por alianzas entre miembros de una familia y personas más allegadas, esto
ha conducido a que personas que no compartan algún tipo de relación no puedan ser
parte de estas organizaciones, quienes a su vez conforman otras más pequeñas o
trabajan de manera individual, esto ocasiona que no todos puedan acceder a mercados
más amplios, convirtiéndose las unidades de reproducción más pequeñas en
proveedoras de los productos que necesitan las más grandes, sin que esto implique que
sean parte de dichas asociaciones o compartan de manera igualitaria los beneficios, por
ejemplo, las cajas solidarias que han aparecido en la comuna se van formando con
miembros de un mismo barrio o de una misma familia que buscan una alternativa al
sistema bancario que solicita el cumplimiento de una serie de requisitos para otorgar
algún préstamo, entonces estas cajas solidarias acumulan un capital con la colaboración
de sus miembros y lo prestan de una manera más ágil y con bajos intereses, pero estos
beneficios no son para todos los habitantes de la comuna, ya que los préstamos son
realizados a nivel de barrio en el caso de las primeras, y a familiares en el caso de las
segundas.
Con respecto al trabajo, está divido por género y edad. Las mujeres tienen un
papel muy importante en la economía de la Comuna: tenemos aquellas que laboran en la
ciudad en empresas privadas y estatales, y las que desarrollan el trabajo doméstico y al
mismo tiempo su trabajo productivo al interior de la comunidad, cuya producción está
muy conexa con características culturales, puesto que lo aprendido en el proceso de
socialización es lo que utilizan en la producción agrícola o ganadera destinada al
comercio, en cambio los hombres laboran en Quito y colaboran con el trabajo de las
mujeres al retornar a la comuna o los fines de semana, en todos estos casos el dinero
obtenido, tanto en la ciudad como en el trabajo productivo interno, es invertido en la
satisfacción de las necesidades familiares. En cambio los niños y los más jóvenes
ayudan a sus padres después de retornar de las instituciones educativas, y generalmente
están encargados de la alimentación de los animales, pero estas actividades cada vez son
menores, en especial, porque los jóvenes, tanto hombres como mujeres, las van dejando
mientras van avanzando en el proceso educativo y van adentrándose en nuevos empleos
en la ciudad:
Los jóvenes nos estamos alejando de la agricultura, porque ello no da muchas
ganancias, por ejemplo: yo tengo la casa y el terreno que me ha dado mi suegro, y
más es por el tiempo, porque debemos cumplir con los deberes que nos mandan en la
66
universidad. Además, muchos ya no quieren, por ejemplo, pastar a los chivos o a los
borregos (E: J.P., 2010).
Tres ejemplos de la economía popular de la comuna.
En la comuna de San José de Cocotog existe una gran diversidad de asociaciones
y personas que desarrollan diferentes actividades económicas, es por ello, que he
seleccionado tres ejemplos (producción del cuy, la extracción del chaguarmishqui y la
migración internacional) de la economía popular de la comuna para representar de
mejor manera aquellos sistemas de parentesco, los procesos de identidad y demás
características que se desarrollan en la economía de Cocotog:
“Criando cuyes”: género, identidad y simbolismo en la producción del cuy
Como parte de la economía popular de Cocotog se encuentra la crianza del cuy,
esta actividad ha sido ejercida por un gran número de familias como parte de su
alimentación y, actualmente, ha sido dirigida su crianza para la venta. Es por ello, que
he considerado este tema para poder otorgar una respuesta a la pregunta: ¿de qué
manera han cambiado los procesos de reproducción del cuy, sus usos y valores
simbólicos al momento de ser dirigida hacia la comercialización?:
De la reproducción a la producción del cuy
El cuy “es un mamífero que pertenece al orden rodentia familia cavide, especie
cavia porcellus” (MAG, 1995: 2). Su nombre: cuy toma diferentes denominaciones de
acuerdo al sector, por ejemplo, “en el Cono Sur se usa la variante cuis; en México cuyo,
y, en Chile cuye” (Fernández:2007: 18), en España es conocido como el cobayo y
“conejillos de indias” e Irene Paredes indica que en la sierra ecuatoriana también es
denominado como cuytiaco, pero que el nombre cuy proviene del sonido que emiten
estos animales: “cui, cui, cui” (1962: 56).
De acuerdo a Lilia Chauca, este mamífero fue domesticado hace 2500 a 3600
años, por lo tanto, los pueblos andinos de estos periodos ya contaban con un “cuyero”
(Chauca, 2008: 76). Durante el periodo incásico, los cuyes se convirtieron en los únicos
animales que pertenecían a los habitantes, puesto que las llamas y alpacas eran de
67
propiedad del Inca, su consumo estaba destinado para días de fiesta y ceremonias, es
decir, no formaban parte de la alimentación diaria.
Con respecto a la meseta de Quito, en La Florida, grupo que se ubicó en los
declives del Pichincha en el 260 d.C, ya consumían la carne de cuy como lo demuestran
los restos fósiles encontrados en este sector, de igual manera, se hallaron restos en
Chilibulo (600d.C-100d.C.) junto a los de venados, patos, tórtolas, perdices y conejos, y
el sitio que más hallazgos presenta es Cochasquí en el cantón Pedro Moncayo (Pazos,
2008: 36-42). Con la conquista y colonización española, el consumo del cuy pasó a
formar parte de la alimentación de indígenas y mestizos, especialmente, en las fiestas
religiosas, siendo criados con el fin de consumirlos en fechas de importancia y en
número no superior a los 50 cuyes, que los mantenían al interior de la cocina, tal y como
algunas familias mestizas e indígenas aún los crían.
La crianza del cuy no fue practicada solamente en el Ecuador, sino que es una
característica de los Andes: Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y sur de Colombia, por
ejemplo, el cuy se ha convertido en el plato símbolo de la ciudad de Pasto y Nariño en
Colombia, así también como el elemento principal en sus artesanías. En el caso del
Perú, su producción y consumo tiene mayor importancia, enfatizando la producción del
cuy para la exportación, para ello el gobierno ha impulsado programas para la creación
de microempresarios de la Sierra peruana, en especial, en Cajamarca (Chauca, 2008:
80). Es así, que este país se ha convertido en el primer productor y consumidor de carne
de cuy a nivel mundial (INIA: 2007:22).
En el caso de Cocotog, se observa un cambio en el proceso de reproducción del
cuy, ya que la influencia de la ciudad de Quito y el auto-proceso urbanizador de la
comuna, ha conducido al retiro de estos animales de la cocina (que era su hábitat), para
colocarlo en cuyeras o galpones separados de la casa, ya que la producción es mayor.
Esta producción del cuy en Cocotog no está dirigida para la exportación, ni para
comercializarlo a nivel nacional, ya que es un proceso donde se conjugan los
mecanismos de reproducción doméstica con las de producción, por consiguiente,
estamos tratando de una producción, no a gran escala, que está dirigida tanto para el
consumo de la familia y en ceremonias importantes, como para la comercialización a
nivel local.
68
Una de las características de la economía de la comuna es el predominio de las
relaciones de parentesco en el proceso de producción, y en el caso de la producción del
cuy se ha mantenido un “subsistema de parentesco por descendencia” y matrimonio,
donde las relaciones están dadas por “filiación” (padres-hijos), “germanidad”
(hermanos) y afinidad (matrimonio) (Franco, 1992:148), mostrando así, que en estos
procesos de producción del cuy existen relaciones tanto económicas como parentales
que dan lugar a la división del trabajo por género y edad, donde el hombre está
designado a recoger el alimento para los cuyes, pero las mujeres son las encargadas de
alimentarlos y limpiarlos; en cambio los hijos van incorporándose a las tareas
productivas a medida que crecen, pero a su vez van alejándose de estas actividades
mientras avanzan en los niveles educativos (escuela, colegio y universidad). Con todo
esto, la producción de cuy se ha constituido en un “trabajo doméstico de sentido
mercantil”.
Algunos habitantes de la comuna de Cocotog han recibo apoyo económico por
parte de ONGs con la finalidad que produzcan cuyes, pero no han tenido resultado, por
una parte, influye la falta de alimento en el sector por la escasez de agua de riego; y por
otra, el gran esfuerzo físico que se necesita para producir una cantidad considerable de
cuyes. Es así, que en la comuna se han mantenido, salvo ciertas excepciones, la
reproducción del cuy en los hogares, que rara vez son destinados para la venta, así lo
especifica un comunero: “Todas las familias en Cocotog tienen cuyes, algunos en la
cocina, ahí se abre la puerta y no asoma ninguno, muy poco crían para vender” (E: J.A.,
2009).
La Familia Acero se constituye en la que más cuyes tiene en la comuna, pero
como sus miembros lo especifican, cada matrimonio tiene su galpón independiente,
pero al momento de vender el producto colaboran entre todos para cumplir con el
número solicitado si el pedido es grande. A pesar que no tienen grandes cantidades, lo
interesante recae en que ningún miembro de la familia conoce con exactitud cuántos
cuyes posee, pero al intentar brindar una cifra, señalan un aproximado de 1500 cuyes
en total, que “en época de invierno aumenta considerablemente” porque existe más
forraje para alimentarlos (E: E.A., 2009). Con respecto a programas de capacitación,
Elvia ha sido la única que ha asistido a uno de ellos, a esto se une los conocimientos que
69
comparte con su hijo graduado en Agronomía, mientras que el resto de la familia se ha
autoeducado.
Todo el proceso de producción del cuy inició con sus visitas a la granja F-420
en
Conocoto a finales de la década del 80. Es así, como pusieron mayor importancia en el
aprovechamiento del abono, la calidad de la alimentación, la salud de los animales, la
construcción de galpones y cubículos, donde fusionaron los conocimientos adquiridos a
través de los procesos de socialización entre padres a hijos (experiencia), las
recomendaciones otorgadas por folletos publicados por las instituciones del Estado y los
conocimientos adquiridos por sus hijos en la universidad, sobre esto señalan:
Yo tengo amor a los animales, yo estoy pendiente, yo tengo más práctica que mi hijo
el ingeniero […] yo me he ido a un curso, me costó 80 dólares, fue en Tumbaco, ahí
aprendí a no colocar a los cuyes en cama de viruta porque del hambre se comen y eso
hace daño a los intestinos, se enferman, por eso mejor pongo la caña de maíz (E:
E.A., 2009).
De esta manera, la producción del cuy se fue relacionando a la vida cotidiana de la
familia, designando tareas dirigidas a la alimentación de los cuyes y el resto de
animales; actividades que ya lo ejecutaban anteriormente, por tal razón, la producción
del cuy no es vista solo como un negocio, sino, está regido por el “amor” que tienen a
los animales destinados al consumo, y el sentido de gratitud por los beneficios que
obtienen con su venta. En este caso, cuando los cuyes mueren por alguna enfermedad o
descuido en su alimentación, es motivo de tristeza en las mujeres de ésta familia,
demostrando que el cuy no es considerado solamente como una mercancía: “Que
bonito criar cuyes, a mi me ha dado bastante amor, con mis cuicitos he dado de estudiar
a mis hijos, estoy bien contenta con estos cuicitos, están bien gorditos, cuando estoy con
ellos hasta me quedo sentada dormida, yo amo a mis cuyes, hasta que me muera me he
de quedar con ellos” (E: E.A., 2009).
Respecto a la producción, cada hogar tiene una manera diferente de cuidar sus
galpones, pero las características más importantes son compartidas, por ejemplo: con
respecto a los cubículos, han sido construidos con bloque, cemento y malla y cada uno
ocupa un espacio comprendido aproximadamente de 1.50 m. de largo por 1m. de ancho
y unos 50 cm. de alto, solo en el caso de Andrea (madre), los cubículos son menos
técnicos, pero a su vez, son los más antiguos (30 años).
20
El grupo F-4 es un centro de capacitación que forma parte del Instituto Nacional Autónomo de
Investigaciones Agropecuarias (INIAP).
70
Al momento de separar los cuyes en los diferentes cubículos, consideran color,
tamaño y sexo. Los gazapos (los más pequeños) nacen después de dos meses y medio
de gestación de la madre y comen forraje de manera casi inmediata de su nacimiento,
por eso los separan de sus madres a las dos semanas: a este proceso lo denominan “el
destete”, generalmente estos cuyes son los que más se venden. Además, la separación
sirve para saber qué cantidad de alimentos necesita cada cubículo y evitar peleas entre
los machos.
Con respecto a la alimentación, lo realizan más a “la criolla” como ellos lo
definen, es así, que los alimentan con alfalfa, hoja de maíz, morochillo, hierba del suelo
o alfagiwa, y en época de verano, cuando la hierba es escasa, les alimentan con avena,
cebada, brócoli y col (E: A.A.,2009). Esto les ayuda a abaratar los costos de
producción, puesto que ellos mismos siembran las plantas en terrenos que poseen dentro
de la comuna como en aquellos que poseen en el Quinche y Cusubamba, donde existe
accesibilidad a agua de riego y, para trasportar la hierba han adquirido pequeñas
camionetas. El objetivo de esto es no alimentarlos con balanceado, puesto que señalan
que da un sabor diferente a la carne. También indican que no toda hierba sirve para la
alimentación de los cuyes, por ejemplo, entre las perjudiciales se encuentran: perejil,
cicuta, cola de caballo, diente de león, yerba mala, mora, culantrillo, mostaza, acerba,
leche leche, entre otros. (Figueroa, 1999: 10).
Esta forma de producir los cuyes exige de mayor esfuerzo físico, pero la calidad
que obtiene el producto es la que atrae a sus clientes, “quienes pagan lo que es” (E: J.S.,
2009). Ya que sus cuyes se diferencian de los que producen los grandes acopios que
venden en el mercado nacional e internacional, principalmente, la diferencia se
encuentra en el periodo de crecimiento: mientras la Familia Acero lo hace en seis
meses, estos centros de acopio lo realizan en tres, y esto se produce por la alimentación.
Sobre esto, Andrea menciona:
Nuestros cuyes son grandotes, buenos cuyes, vienen a comprar buenos señores.
Capitanes, coroneles, gente de Quito, ellos pagan nomás, yo les digo 12 dólares, ya
señora dicen, tanto coja para llevar a los Estados Unidos, tanto coja para llevar a Italia,
así trabajamos, mis hijas también siguiendo a mí se han puesto sus galpones (E: A.A.,
2009).
Entre los clientes que nombran se encuentran: miembros de la policía, las vendedoras de
comidas típicas, señoras de Calderón, Pomasqui, Cayambe, Otavalo y el Colegio
Militar, esto demuestra que sus conexiones están avanzando más allá de su interacción
71
con la ciudad y van abriendo nuevos mercados internos. Estos clientes, en la mayoría de
las ocasiones, han llegado a la comuna por recomendaciones de otras personas que
adquirieron los cuyes anteriormente, y el caso de los militares y policías por los mismos
habitantes que han seguido estas carreras y conocen de la calidad del producto.
Respecto a su experiencia de exportar el cuy, no es muy alentadora, ya que
fueron víctimas de explotación por grupos exportadores de carne, quienes exigían un
buen producto (cuyes grandes) a bajos precios y debían entregarlos pelados y
empacados, además, se dieron cuenta que no estaban en la capacidad de completar con
el número de cuyes que la empresa contratante solicitaba, estos factores les obligaron a
que se retiren y no continúen con el proyecto.
A pesar de estos esfuerzos por lograr una mayor producción del cuy, todavía
continúa siendo uno de los pocos productos cuya demanda es mayor que la oferta, y en
el caso de la comuna de Cocotog, la oferta es menor por el hecho que la producción del
cuy es a nivel de hogar, método que de cierto modo dificulta una producción para
mercados más amplios, ya que el producirlos a “la criolla” implica mayor fuerza de
trabajo, capital económico y tiempo de producción. En este caso, y como señalan los
miembros de la familia Acero, mientras no reciban algún apoyo, la producción del cuy
en Cocotog se mantendrá utilizando la fuerza de trabajo totalmente familiar puesto que
la misma producción no permite contratar otras personas y abastecer a la ciudad de
Quito y sus alrededores.
Foto 3.Primer galpón de producción de cuyes de la familia Acero, perteneciente
a Andrea Álvaro.
72
Usos, género e identidad en la producción del cuy
Se ha tratado el tema de la reproducción y producción del cuy como parte de una
economía popular regida por relaciones de parentesco, pero también es importante
centrarlo, y considerando la propuesta de Archetti sobre la apropiación de lo social y lo
simbólico como eje que permite reconocer al cuy como un animal para comer (Archetti,
s/f: 222), en el análisis de aquellos valores simbólicos que van cambiando a causa de la
producción del cuy para su comercialización, también, en la relación de estos
significados con temas de género e identidad de quienes producen y consumen el cuy.
Generalmente, al hablar sobre la producción y consumo del cuy se lo relaciona
con lo indígena y lo rural, pero en el caso de Cocotog estos valores cambian,
especialmente en la comercialización, ya que la producción está dirigida hacia una
demanda totalmente urbana, igual, el mercado ha cambiado, ya que no está solamente
dirigido hacia la ciudad de Quito. Pero, más allá de esto, los significados en la crianza
del cuy se han transformado por el mismo hecho de considerarlo como una excelente
alternativa de producción, ya que ha conducido al retiro del cuy de su “hábitat
reproductivo ancestral” (Archetti, 1992:1) que constituía la cocina para ubicarlo en
galpones y cubículos de producción.
Al mismo tiempo, se han mantenido algunos significados adquiridos por
herencia social, por ejemplo: el sentido de tener cuyes para sacar de apuros cuando hay
visitas, como una comida del día cuando faltan otros alimentos o, como una función de
ahorro, ya que es usado como un medio para obtener dinero en días de necesidades, así
lo señala Gladys:
A veces el dinero no alcanza, y con el sueldo de mi marido, no. A veces me quedo en
cero económicamente, porque todos mis hijos estudian, y me quedo solo para los
pasajes, entonces, voy a la granja y cojo unos dos cuicitos, los mato y hago una
coladita de harina de maíz […] Así necesito para los libros de mis hijos, ya se vende
dos, tres cuyes y ya tengo (E: G.A., 2009).
Los procesos de división del trabajo, asignación de tareas, tiempo de trabajo y status
social de los actores principales, tampoco han sufrido mucha alteración; en cambio, esto
si ha ocurrido con el valor de uso y de cambio del cuy, puesto que ya no está dirigido
solamente a la satisfacción de una necesidad, sino, el sentido actual se dirige a la
obtención de una utilidad que se relaciona con el valor nutritivo que tiene su carne y el
tiempo de producción, que son los que determinan su precio (5 a 12 dólares).
73
Con respecto a los usos del cuy, se encuentra el consumo de la carne, que ha
mantenido el sentido de ser una “comida extraordinaria” y no de consumo diario,
vinculándola con eventos importantes como son confirmaciones, graduaciones, visitas
importantes, inaugurar amores, afianzar amistades, cerrar negocios, entre otros (Cortez,
s/f, 2), es decir, todavía permanece el sentido de prestigio. Entonces, la preparación de
alimentos con cuy tiene su significado, que varía de acuerdo al lugar donde se los
prepare, por ejemplo, en los estudios realizados por Archetti en la Sierra Centro del
Ecuador señala que “sería imposible” comer maíz con cuy por ser comidas calientes
(s/f, 225), pero en el caso de Cocotog como en otras comunidades, los platos preferidos
son realizados con esta gramínea.
Es así, que los platos más representativos son: el ají de cuy, el locro de papas
con paico y pan, el cuy asado con choclo y salsa de maní, la colada de choclo con carne
y sangre de cuy, mote con cuy, cuy al horno y en sartén (frito) con papas, y la salsa de
vísceras de cuy que es muy exquisita como explica Andrea: “Nosotros hacemos de azar
los cuyes y con lechuguita, rico es. También se coge shungo de cuye con tripita,
picamos y ponemos salsita de maní, rico es. Bien picadito, rico es; bien lavadito, rico es
tripita” (E: A.A., 2009). De esta manera, la comida con cuy expresa el reencuentro
familiar y evita que se rompan los lazos de afecto.
Pero, no todos estos platos son ofrecidos en fechas o ceremonias especiales, en
el caso del cuy hervido, no es un plato de fiesta (Archetti, 1992: 82), sino que se
convierte en la comida del día cuando no tienen otros alimentos, por consiguiente, el
consumo del cuy tiene que ver con los procesos de identidad, donde un mismo producto
es comido de forma diferente, y donde toma importancia lo que se come y cómo se
come (Mintz, 1985: 13).
En las fiestas de Quito, por ejemplo, consumir el cuy posee otros significados, y
no estrictamente de prestigio, unidad y afectividad, sino, como un plato típico
acercándose más a un sentido turístico, pero esto también implica que los significados
de comida no cotidiana se mantenga, aunque en otro contexto. Para este caso, Cocotog
se ha convertido en el sector que abastece a los festivales de comidas típicas con un
buen cuy (vivo) a precios cómodos, a pesar de esto, el consumo del cuy no ha dejado de
ser una carne de alto costo, ya que el valor de un cuy (preparado) oscila entre los 12 a
15 dólares.
74
En el caso de las denominadas “élites”, el consumo de platos que contienen cuy
poseen otros significados, y a pesar de contar con los recursos para consumirlo,
simplemente no lo hacen, pero este es un tema que queda por estudiar a profundidad, ya
que actualmente, la preparación del cuy está siendo adecuada a los gustos de ésta clase
social para que la puedan consumir. Sobre este tema, Guido señala:
La gente denominada de clase alta no consume cuy porque desconoce, no saben de
dónde viene y piensan que sólo porque vienen de granjas no les puede gustar. Pero en
cambio, generales, coroneles y otras personas si consumen porque la carne es rica, es
mejor que la de pollo y al prepararla casi no se desperdicia nada (E: G.G., 2009).
Por consiguiente, el consumo del cuy, tanto en ceremonias de importancia como en
festivales de comidas típicas, se halla más en los sectores de clase media y en menor
porcentaje en la clase media-alta.
Entre otros usos del cuy se encuentran los procesos de curación, por ejemplo,
Elvia expresa: “El cuy ha sido alimento bueno. Mi esposo, cuando le paralizó la cara,
ahí me mandaron a que cocine un cuy maduro toda la noche, que haga un locro y que le
dé, ya que es medicinal” (E: E.A., 2009), es decir, relaciona al cuy con la medicina
tradicional21
. En el caso de Cocotog, este tipo de medicina se practica muy poco, Rosa
Álvaro es una de las pocas mujeres que utiliza el cuy para curar, pero la Familia Acero
provee de los cuyes que necesitan las personas que lo hacen en otras comunidades,
generalmente, de Calderón, quienes los usan en “la soba del cuy22
o radiografía” para
poder diagnosticar, pronosticar y curar enfermedades (Reina, s/f: 1), tales como: colerín,
golpeado, quebrados los huesos, mal aire, cogido del cerro, demasiada sangre en el
corazón, gripe, sarampión y brujeado (Barahona, 1982: 146)23
.
21
Al hablar sobre medicina tradicional, y en relación con el uso del cuy en ésta área, estamos hablando
sobre “las prácticas médicas que han tenido su origen en los espacios geográficos y sociales de los
pueblos indígenas, y que surgieron antes de la colonia, y/o en el proceso, cuyos conceptos, metodologías
terapéuticas se basan en la historia, la cosmovisión y la identidad cultural indígena” Instituto
Interamericano de Derechos Humanos. Organización Panamericana de la Salud (2006). Medicina
indígena tradicional y medicina convencional. Costa Rica. OPS. pp : 7. 22
El cuy como instrumento operativo de un ritual aparece con toda claridad si analizamos la “sobada del
cuy”. La sobada, practicada por los sobadores, es simple pero está saturada de significados sociales y
simbólicos. El animal muere durante la ceremonia al ser frotado intensamente en el cuerpo del paciente.
Luego de su muerte el sobador observa los órganos del animal con el objetivo de encontrar la enfermedad
que aqueja al cliente. Esta es una práctica ejercida desde tiempos preincas e incas. (Archetti, s/f: 226;
Maguiña, 1987: 45). 23
Estas enfermedades tienen una explicación andina: Quebrada de los huesos, cogida del cerro y mal
aire están relacionadas con el susto y sus síntomas más comunes son dolor de huesos, diarrea,
decaimiento general, perdida de fuerzas, tristeza y temperatura. Colerín está relacionado con emociones
fuertes como el disgusto y presenta dolor de cabeza, cólicos y vómito. Demasiada sangre en el corazón
se relaciona con manchas moradas en el cuerpo y hemorragias nasales para las mujeres y hombres.
75
A su vez, el cuy también es utilizado como remedio para la anemia y
deficiencias nutricionales, aumenta el coeficiente intelectual, artritis, bronquios, asma,
dolor de cabeza, migraña, paludismo, posparto, incrementa el sistema inmunológico,
entre otras (Villanueva, 2009: 85-6; Pazos, 2008: 87).
Con respecto al tema género en el proceso de producción del cuy, se presenta
con la división sexual del trabajo: las mujeres son las responsables de las tareas
domésticas y de actividades productivas en el campo; mientras que el hombre colabora
en la alimentación de los cuyes. De esta manera, la producción de cuy, en el caso de la
Familia Acero, se presenta como una inspiración de los hombres pero llevado a la
práctica por las mujeres.
Por ello, la mujer posee una mayor importancia en las relaciones de producción,
y esto es reconocido por sus esposos, hijos y por ellas mismo. Es así, que la producción
del cuy y las actividades domésticas son consideradas como un trabajo no remunerado,
pero que permite obtener ingresos económicos que no son vistos como un apoyo a los
ingresos que obtienen los hombres con la venta de su fuerza de trabajo en la ciudad,
sino, como el medio que les permite cubrir todos sus gastos consuntivos: alimentación,
vestido, calzado, educación, transporte, entre otros. Con respecto a esto, los esposos de
Elvia y Andrea señalan:
Yo vengo por la tarde con la camioneta, ahí mi mujer ya ha cortado la hierba, yo
recojo y doy a los cuyes. Mi esposa es 100% cuy, vende y con eso nos da de comer,
cuy es todo. Yo siembro la alfalfa y ella siembra la avena […] en un mes espero tener
más hierba, ahí el trabajo será menos forzado para mi esposa (E: J.A., 2009)
Mi mujer tiene el negocio de los cuyes, yo le ayudo a desherbar alfalfa, todo eso (E:
M.A., 2009).
De esta manera, la independencia económica obtenida por la producción del cuy es
motivo de orgullo y forma parte de las construcciones identitarias de estas mujeres, y así
lo trasmiten a sus hijos:
Mi esposo casi no trabajaba, yo iba a trabajar, con eso compre terrenos, yendo a
vender cuicitos en Calderón […] yo no he sido como otras mujeres, mi marido no
tendrá que hablar, que decir – ésta ha sido una vaga, una ociosa, usted no colaboraba –
Yo compré este terreno, aunque amanezca, aunque anochezca, con trabajo, porque él
no tenía ningún trabajo. Yo lástima, será sábado, será domingo. Yo una lástima,
vendía cuy, buena venta tenía (E: A.A., 2009).
Golpeado se produce por castigos de la tierra y causa dolencias como golpeado, aplastado, pisado y está
acompañado con pesadillas. Brujeado es un mal que realiza otra persona y que va allá del cuerpo físico
sino que se proyecta a la vida familiar, trabajo, negocios, salud y espíritu.
76
Mientras yo criaba a los cuyes mi marido iba a trabajar, pero a veces no pagan a
tiempo, se demoran 2, 3 meses. Ahí, yo vendía una caja, dos cajas de cuyes y ya había
para la comida, para los pasajes. Con el sueldo de mi marido no es para vivir, ahí toca
trabajar con la crianza de los cuyes […] una vez quedó mi esposo 4 meses sin pago,
ahí abastecía yo, vendiendo cuicitos, yendo a vender, porque yo desde chiquita he
trabajado, siempre he trabajado con mis animalitos (E: E.A., 2009).
Criar a los cuyes es mi trabajo, es como su trabajo, debemos cumplir con un horario,
eso hago ver a mis hijos: voy a la granja a 7:30 y regreso a las 11 para hacer el
almuerzo, a seguir lavando, ir a la sesión del colegio, entonces yo también tengo
trabajo aquí (E: G.A., 2009).
El papel que tienen los hijos en la producción del cuy es muy importante, ya que se
insertan en el trabajo desde muy pequeños, especialmente, en la alimentación; de esta
manera, van aprendiendo de sus padres todo lo referente al cuidado de los animales
(Yánez, 2003. 80) y así van alternando las actividades escolares con las agrícolas y
ganaderas, dando mayor importancia a la primera, puesto que la educación de los hijos
también es un medio de prestigio en la comunidad, y en el caso de la Familia Acero,
este se ha obtenido a través de la venta del cuy, puesto que esos ingresos económicos
permitieron financiar la educación de sus hijos. Por ejemplo, sus hijas e hijos han
logrado obtener títulos universitarios o se encuentran estudiando a nivel superior, y esto
es motivo de satisfacción para toda la familia, es así, que Elvia se siente orgullosa de su
hijo que pudo estudiar una maestría en Holanda, y de cierto modo serviría como
ejemplo a seguir por los hijos de Gladys, quienes también piensan estudiar en el
extranjero. Esto, a su vez ha ocasionado que esta nueva generación esté menos
relacionada con las actividades de la granja, y de cierto modo con la tierra. Es así, que
los hijos que más colaboran en la producción del cuy son los más jóvenes:
A mí me gusta dar de comer a los cuyes, darles lo que haiga […] yo ayudo más lo
sábados y domingos, mis padres me han indicado y como a mis hermanos a cómo
tratar a los cuyes, así aprendí: viendo a mis hermanos y mis padres. Yo ayudo desde
los 10 años en la granja y mi vida no ha cambiado mucho, me gusta cuidar a los
animales. […] yo pienso ser ingeniero mecánico para tener una vida un poco mejor,
comprarme un terreno y hacerme una casa, ahí ya no podré criar muchos cuyes o
chanchos, pero sí tendría un poco (E: G.G., 2009).
A su vez, este proceso de producción del cuy ha ocasionado cambios en los mecanismo
utilizados para matar y pelar al cuy (que lo aprendieron de sus abuelos y padres) ya que
han tenido que adaptarlos a mecanismos impulsados por empresas exportadoras de
carne, quienes les indicaron que este producto era enviado a Bulgaria, por lo tanto
77
debían cumplir con una cantidad específica, para ello les enseñaron nuevos métodos con
el fin de hacer más efectivo su trabajo: retirar los ojos de cuy para un desangrado más
rápido, la temperatura del agua al momento de retirar el pelaje y las nuevas formas para
extraer las vísceras.
Con respecto al excremento del cuy es utilizado como abono para mantener la
humedad de sus terrenos o venderlo a los pequeños agricultores que los usan como
fertilizantes orgánicos.
Para finalizar, la producción del cuy impulsada por la Familia Acero no está
enmarcada, solamente, en un sentido de obtener mayores ingresos económicos, sino
también está relacionado con la identidad, ya que el poseer cuyes grandes y gordos
demuestra trabajo, dedicación y el reconocimiento de estas características por parte de
sus clientes; por lo tanto, para esta familia, es importante vender dos cuyes como cien.
Y estos significados son los que les mantienen produciendo el cuy en Cocotog a pesar
de los problemas existentes: la falta de agua, la escasez de hierba y el proceso
urbanizador, ya que las actividades que realizan les brindan tranquilidad y armonía.
“La señora del dulce”: relatos de la vendedora de chaguarmishqui del Mercado
Central de Quito.
Otro ejemplo de la economía de Cocotog es la extracción del chaguarmishqui,
bebida que fue utilizada en fiestas, mingas y alimentación diaria de la población de esta
comuna, cuya extracción fue dirigida hacia la comercialización en la ciudad de Quito.
Por ello, a continuación presento el relato de vida de Susana Ojeda, la única mujer de
Cocotog que han mantenido la venta del “dulce de penco” en el Mercado Central de
Quito. Con esto, trato de explicar la movilidad constante de los habitantes de esta
comuna hacia Quito con fines laborales, así también, el grado de influencia que han
tenido las políticas emprendidas por el municipio de esta ciudad en la economía popular
de Cocotog.
El Chahuarmishqui: una bebida milagrosa.
El chaguarmishquies un líquido que se lo obtiene del penco negro, que en
nuestro país crece entre los 1500 y 3200 m.s.n.m. (Pazos, 2008:105), también es
78
conocido como agave americana o maguey, cuyo uso se remonta a unos 300 años a.C. y
150 años d.C., especialmente, por grupos mesoamericanos que lo utilizaban para
elaborar un tipo de cerveza y también como objeto de comercio24
.
Otro dato más cercano, es el registrado por un cronista español en una de sus
cartas a los Reyes de España en el año de 1500 que señala: “He identificado un árbol
sagrado para los indios que se lo venera tanto como a un Dios, ya que los provee de
alimentos y vestimenta, de su mismo corazón extraen su sangre blanca para beberla y
con ello ingerir la vida misma, dicen ellos”25
. De esta manera, se describió en esos años
al penco de donde se extrae el chaguarmishqui.
Esta bebida fue consumida desde tiempos aborígenes y formaba parte de la
alimentación de los pueblos indígenas, quienes la consumían directamente de la planta
mezclada con otros alimentos para endulzarlos o en forma de licor, práctica que aún se
conserva, como tal, “el chaguarmishque es el jugo dulce que se obtiene del tronco de la
planta que ha llegado a su media madurez. Su nombre es terminante, del quichua (v):
chaguar, maguey y mishqui, dulce. Se sirve como curativo del reumatismo, pero más
comúnmente como endulzante de las comidas indígenas y de los campesinos de la
Sierra” (Carvalho – Neto, 1964: 158). O también se lo puede definir como “miel de
cabuyo; pulque” (Cordero, 1992: 25); y como una última definición tenemos lo
señalado por Irene Paredes:
El chaguarmishqui, es otro medio líquido que ayuda a la alimentación aborigen; a
través de los campos circundan caminos y chaquiñanes bordeados de plantas de
cabuya o pencos como generalmente se conoce y de cuyo centro se yergue un tallo
llamado chaguarquero que termina en una inflorescencia, y en la base de la planta o
tambor obtiene el indio el chaguarmishqui (Paredes, 1962: 15)
En la primera enunciación, el autor menciona algunos beneficios que se obtiene al
consumir esta bebida, a estos, se puede unir los indicados por Susana Ojeda, vendedora
de esta bebida en el Mercado Central de Quito:
Esto le cura la artritis, los pulmones cuando están con la tos. Para las que no pueden
quedar embarazadas tienen que tomarse por nueve mañanas (…) ¡Ah! es bueno para
los ataques del corazón, también para la epilepsia (…) El chaguarmishqui sirve para el
dolor de los huesos, sirve para todo, para toda enfermedad. (E: S.O., 2009).
24
http://sonrisaparatodos.org/pmishqui.htm. 25
Esta información fue extraída del video “Chahuarmishqui: bebida sagrada del penco” realizado por el
Programa la Televisión-Ecuador.
79
El chaguarmishqui es considerado como una “bebida caliente” que es muy útil para la
artritis y el reumatismo, y estos conocimientos sobre los beneficios de consumirlo ha
influenciado para que su venta continúe, por esto, Susana resalta que esta bebida toman
“los que saben”, además, una investigación realizada en México señala que “es rica en
nutrientes como la vitamina C, hierro, fósforo y sobre todo calcio”26
Aparte de los beneficios relacionados con la salud, la planta de donde se extrae
esta bebida, tiene otros usos que estuvieron muy relacionados con la economía de
Cocotog, por ejemplo, del penco se obtenía la cabuya que servía para la elaboración de
sogas y alpargatas o, para la venta directa de cabuya en las comunidades de Llano Chico
y Gualo, es así, que esta actividad complementaba los ingresos de quienes laboraban en
la ciudad:
Nosotros trabajábamos en Quito, ganando al diario nomás cuando trabajamos en
construcción, de aquí salíamos caminando temprano, de ahí cogíamos el carro en el
Inca o en Chaupicruz hasta la Colón ahí buscábamos trabajo (…) también algunos
trabajábamos haciendo cabuya, así, con una tabla se golpeaba y se hacía cabuya, eso
íbamos a vender en Llano Chico para que hagan sogas, también sacaba
chaguarmishqui y hacia alpargatas de cabuya, bueno era esa venta, si siguiera, bueno
todavía sería la venta (E: S.A., 2010)
Pero, otros pueblos dieron más usos al penco, así lo indica el Padre José María Vargas:
El penco fue la planta predilecta de los indios, para quienes la naturaleza descubrió
sus secretos industriales. Desde luego, escalonado en cercas, señalaba los linderos de
las propiedades. No tarda el penco en brindar su espina para aguja provista de
filamento propio, para coser los costales y telas, que se confeccionan con sus fibras
reducidas a jarcia. De sus hojas maduras el indio extrae la cabuya para atar los tallos
secos del maíz o para enlazar el maderamen y la cubierta de sus chozas. Ahuecado el
tronco surte del pulque, el sabroso chahuarmishqui, que endulza los potajes de la
masa indiana. La madurez se delata en el chahuarquiru, de que se vale el indio para
tejer sus balsas, armar sus escaleras o trabar la armazón de sus viviendas. Aun la hoja
seca sirve de combustible y el tambor de su tronco de asiento acogedor (Vargas,
1960: 352)
Retornando al uso de chaguarmishqui, este también sirve para hacer el guarapo que es el
mishque fermentado y como licor en celebraciones indígenas, para obtener el guarapo
era necesario dejar en fermentación más de 10 días. Sobre esto, Susana menciona:
Para hacer el guarapo se pone mitad frío, mitad caliente (...) luego hay que ponerle
purito, así eso es, y a propósito para eso mismo, pero yo no tengo eso, no tengo,
entonces ahí ya le fermenta (...) yo no le hecho nunca, sino que rogábamos a una vieja,
que ya es muerta, ella nos daba haciendo (…) el guarapo que se le dice, para hacer eso
también hay que saber, también tienen que saber para preparar, para que se venga
hacerse fuerte (E: S.O., 2009).
26
Vídeo del Programa La Televisión.
80
Es así, como el chaguarmishqui fue ocupando un sitial relevante en la economía y
cultura de la comuna de Cocotog, y de los pueblos de la sierra ecuatoriana. Ha
constituido parte de sus relaciones de intercambio, alimentación y salud, siendo su uso
un factor que otorga identidad.
Un recorrido por el bosque: extracción y preparación del chaguarmishqui
Susana Ojeda forma una unidad de reproducción, donde sus actividades
domésticas van de la mano con la agricultura, la extracción del chaguarmishqui y las
relaciones interpersonales que se van formando al momento de vender esta bebida en su
espacio laboral: el Mercado Central de Quito.
El chaguarmishqui ofertado por Susana en el Mercado Central, presenta el
siguiente proceso: inicia sus labores a las tres de la mañana para ir, en compañía de su
hija, a coger el chaguarmishqui desde los pencos que ya los tiene ubicados y agujerados
en el bosque; al llegar a su casa, procede a cernir y hervir para que no “se haga agrio”, y
posteriormente, le agrega arroz de cebada y la harina de maíz mientras bate
continuamente, nunca le pone “azúcar ni raspadura”, ya que con el dulce propio es
suficiente. Esta actividad es el legado de su abuela y madre, quienes comercializaban la
bebida en Quito de esa forma: “Me enseñó mi mamá y parte de mi mamá le ha
enseñado mi abuelita” (E: S.O., 2009).
De manera más específica, el recorrido diario de Susana para obtener el
chaguarmishqui es el siguiente: por la mañana, sale de su casa y continúa el trayecto por
un camino de tierra que le conduce hacia el bosque, más o menos a unos 20 minutos
desde su hogar. Al llegar se adentra entre los matorrales donde se observan algunos
pencos (blancos y negros) allí, sin camino alguno, Susana sabe donde se encuentran los
pencos seleccionados, además, no puede coger la cantidad de pencos que ella desee,
puesto que el bosque cada vez está más reducido producto del aumento de viviendas, y
el sitio donde se encuentran los pencos es propiedad privada, por consiguiente, la dueña
del terreno le cobra según la cantidad de pencos que haya agujerado. Ya ubicados los
pencos empieza la extracción de la siguiente manera:
Me voy a huequiarle a las matas con estas herramientas que tengo aquí: con este
barretón y éste cuchillo (los indica) y hay que verle una hoja principal para quitarle
(...) eso demora tres días para rasparle, se le raspa y a los tres días comienza a salir
81
poquito a poquito y a los ocho días se llena todo ese huequito que yo lo hago (E:
S.O., 2009).
Por cada penco, obtiene un balde (2 a 3 litros), pero todo depende del tamaño de la
planta, inmediatamente se dirige a su hogar donde coloca en grande ollas, lo cierne y lo
pone al fuego, en años pasados hervía el chaguarmishqui en leña como lo habían hecho
su madre y abuela, ahora se ha comprado una cocina industrial que le permite agilitar la
preparación, aún así, sus horarios cotidianos no han variado: “(...) yo le paro a la olla,
como hago en cocina industrial, paro la olla y ya (...) yo hacía en leña por lo que se
ensucia, se hace olor a humo ya no le hago en leña, aunque en leña es más bueno, es
más sabroso hecho en leña, ahí viniera más natural” (E: S.O., 2009).
De esta manera, Susana continúa con la venta del chaguarmishqui, tal y como su
abuela y madre le enseñaron en los procesos de socialización, actividad que iniciaron
hace 50 años cuando la necesidad de otros ingresos económicos les impulsó a extraer
esta bebida en mayor cantidad.
La venta de chaguarmishqui en el Mercado Central de Quito.
Susana Ojeda se presenta como una mujer fuerte, luchadora y trabajadora,
“formada en el campo”, en el cual siempre ha vivido y donde piensa siempre estar. Su
vida se inició en una pequeña casa de adobe a la cual quiere mucho y se siente orgullosa
de seguir viviendo allí.
Todavía conserva nítidamente los recuerdos de cómo salían sus abuelas de la
comuna de Cocotog con el fin de vender el chaguarmishqui en el Mercado Central27
, así
como lo hacían muchas mujeres más (con este y otros productos):
“Mucho más antes no ha sabido haber carros, han sabido salir a pie de aquí al Inca y
del Inca han sabido coger el carro e irse a vender, mucho más antes no ha sabido haber
carros, después hubo carros, de ahí, cargados unas maltas han sabido ir a vender (…)
yo no viví eso cuando mi mamá me mando a vender, ya habían las camionetas que
nos llevaban hasta el Inca” (E: S.O., 2009).
En estos últimos años, la forma de preparación ha cambiado así como el ambiente de su
lugar de trabajo: el mercado, que constituye “uno de los pocos espacios públicos
femeninos por excelencia” (Barragán, 2006: 569). Anteriormente, los habitantes de
27
El Mercado Central de Quito fue diseñado entre los años de 1950 a 1951 por el Municipio de la ciudad
y su construcción inició en 1951 y terminó en 1952. Está ubicado en la calle Fermín Cevallos y Av.
Pichincha, sector de San Blas – Centro Histórico
82
Quito, quienes bebían el chaguarmishqui no tenían problema alguno de consumirlo
hervido en leña, pero Susana señala que actualmente ya no les gusta por el sabor y
porque caen residuos en la bebida, por ello, ahora utiliza la cocina industrial; también ha
dejado a un lado el uso de las maltas para utilizar el balde ya que le permite mayor
movilidad; así también, ha sustituido los pilches por los vasos de cristal.
Pero más allá de la simple venta del chaguarmishqui, Susana se siente orgullosa
por su trabajo y la venta de esta bebida tanto en el Mercado Central como en Cocotog, y
este reconocimiento forma parte de su identidad. Ya son 30 años que ejerce esta
actividad en los alrededores del mercado, pero actualmente es la única mujer que vende
esta bebida en aquel sector, es por ello que las personas del mercado le han llamado “La
señora del dulce”:
Ella (madre) me daba haciendo, me daba haciendo y una vez me vino a indicar para
que venda, y no creo que demoré ni cuarto de hora, la gente todito se fue tomando y
de ahí ya comencé a venir ya (...) yo me acuerdo en sucres, que me hacía mis 30
sucres por el balde (…) y era bastante ya vender 30 sucres.
Como la señora del dulce, sí, así me conocen aquí (...) No, por mi nombre ellos no se
dan aquí nadie, me dicen vea señora le estaban buscando para el dulce, le estaban
buscando ya. Si he venido avisan, si no he venido dicen no, no ha venido, así ya me
conocen (E: S.O., 2009).
Susana tiene una forma diferente de ver al mercado, esto como producto de la división:
vendedoras del interior del mercado y las vendedoras del exterior que no cuentan con un
puesto fijo, y que se han visto afectadas por las políticas de regeneración urbana
emprendida por el municipio de Quito, que consistió en la eliminación de la feria libre y
la prohibición de ventas ambulantes, por supuesto, Susana fue una de las tantas mujeres
de Cocotog que no accedió a un lugar al interior del mercado, por consiguiente, los
ingresos de estas mujeres, por concepto de la venta de sus productos en la feria libre,
disminuyeron y empezaron a ir en menor número al mercado:
Cuando era la feria libre, ahí vendía bastante, pero el municipio quitó y rebajó
bastante la venta (…) con la feria libre, ahí se vende más, pero ya no han de dejar (E:
S.O., 2009).
Nosotras sabíamos ir a vender en el Mercado Central, que dicen hasta ahora hay
mercado central, cuando era tiempo de choclos, zapallo, arveja, fréjol, ahí nos íbamos
a vender en esas veredas. Salíamos a las 5:30 y hasta las 8 de la mañana ya
terminábamos, y así, cuando había algo, siempre íbamos a vender, después ya no se
podía vender nada, el municipio no dejaba (E: R.M.A., 2010).
Por lo tanto, las políticas urbanísticas tomadas por las autoridades del municipio
impulsó la desaparición de la presencia de las mujeres de Cocotog, y de otras
83
comunidades, del Mercado Central y el aparecimiento del temor a la vigilancia de la
policía municipal.
Susana ha mantenido la venta del chaguarmishqui de manera constante, a pesar
de los problemas que se le presentan: por un lado, aquellos relacionados con el clima y
la misma venta, por otro, la policía municipal. Relacionado con la primera, los
problemas se presentan en los días de lluvias, considerando que no tiene un puesto al
interior del mercado, a esto se articula lo referido a la venta, ya que no puede estar en un
solo lugar, en muchas ocasiones tiene que trasladarse alrededor del mercado para poder
terminar con todo el balde de chaguarmishqui; lo segundo, se relaciona con lo primero,
ya que por el hecho de no tener un puesto y recorrer por los alrededores del mercado,
ocasiona que la policía municipal le retire el balde donde tiene la bebida: “Sí, yo no más
vendía, he vendido aquí, vino otra pero no, como la policía no nos dejaba, se fue, era
vecina (…) La policía no nos dejaba, cuando son buenos, son buenos, cuando toca
policías malos, vuelta no dejan, mejor pasan regando. Me sacan de aquí, pasan regando
el balde entero porque no quisieron llevarse el balde” (E: S.O., 2009).
Entonces, con el “discurso de ornato” el Municipio de Quito se apropió del
espacio urbano para controlarlo y ordenarlo (Majluf, 1990: 20) utilizando un sentido
equivocado de lo qué es el patrimonio, consiguiendo con esto, la exclusión de unidades
domésticas de reproducción provenientes no solamente de Cocotog, ocasionando que
estas unidades aceleren sus cambios referentes a las actividades de subsistencia.
Finalmente, la venta del chaguarmishqui muestra los traslados constantes desde
la comuna de Cocotog a la ciudad de Quito, que no están relacionados solamente con su
economía popular, sino forman parte de su cultura, además, muestra el paso de un
alimento producido para el consumo familiar, a un producto que otorga ingresos
económicos, y en el caso de Susana Ojeda, la extracción del chaguarmishqui, forma
parte de su identificación individual.
84
Foto 4. Susana Ojeda. Venta del chaguarmishqui con
arroz de cebada en el Mercado Central de Quito
El proceso migratorio internacional y sus efectos en la comuna de Cocotog.
Trato el tema de la migración internacional como parte de la economía popular
de la comuna de Cocotog, ya que mi interés es mostrar los efectos que esta movilidad
espacial mayor, ha producido en esta comunidad y, de esta manera, señalar que “estos
procesos modifican las vidas de los que se quedan y de los que se van y de las
sociedades de destino” (Herrera, s/f: 1). A su vez, muestro los motivos que han
impulsado a los habitantes de esta comuna a ser parte de una “mano de obra mundial”,
con esto presento un tema cuya literatura es escasa con respecto a esta población, es por
ello, que su contenido ha sido desarrollado con los testimonios de migrantes que
salieron de Cocotog y que se encontraban en la comuna durante el mes de mayo del
2010, así también, conversaciones con sus familiares y una entrevista realizada a través
del internet con un migrante radicado en Madrid.
85
Migración internacional: una breve mirada a la situación ecuatoriana.
El proceso migratorio internacional, a gran escala, en el Ecuador tiene sus
inicios a finales de la década de los noventa, sin embargo, en los años 60 y 70 ya se
presentaron los primeros movimientos migratorios que se dirigían a los países de
Venezuela y Estados Unidos, especialmente, por habitantes procedentes de la parte
austral del país: Provincias del Azuay y Cañar (Herrera, s/f: 2), donde sus efectos fueron
tomando niveles sociales, culturales, económicos y políticos, tanto en las zonas urbanas
como en las rurales.
En la década de los 90, el proceso migratorio aumentó considerablemente a
causa de la grave crisis económica que atravesaba el Ecuador e impulsada,
generalmente, por personas jóvenes que muchas veces dejaban a cargo de algún familiar
a hijos de cortas edades siendo, durante este periodo, las mujeres quienes migraban en
mayor número, ya no para encontrarse estrictamente con sus parejas o dedicarse a
labores del hogar, sino para incorporarse al mercado laboral (Ramírez, 2007:7).
En los últimos años de la década de los 90, el destino para los migrantes
ecuatorianos fue Europa, en especial España ya que eran favorecidos por los acuerdos
bilaterales de 1962 que permitían un acceso libre hacia este país, sin visa y con
categoría de turistas. De esta forma, España se fue convirtiendo en el país que mayor
número de migrantes ecuatorianos poseía, quienes tenían que compartir la situación de
migrantes junto a personas procedentes de Marruecos, Colombia y Perú, así lo señala
un migrante: “Ahora en España, es como estar en Quito, la mayoría somos
ecuatorianos, de ahí vienen colombianos y peruanos. De Europa también hay migrantes,
tú puedes encontrar, por decir: rumanos y polacos. Entonces, ahí en España, al menos en
Madrid, es todo una mezcla” (E: H. C., 2010)28
.
Entre otros países, donde se fueron ubicando los ecuatorianos y ecuatorianas, se
encuentran: Holanda, Italia, Alemania e Inglaterra. De esta manera, Europa fue llenando
algunas plazas de trabajo que sus habitantes no los ejercían, en especial, por el serio
problema demográfico que atraviesa, donde la población mayor de 65 años va en
incremento. Es así, que la mano de obra migrante fue utilizada en gran parte para el
sector agrícola, esencialmente por ser más barata.
28
La entrevista: (E: H. C., 2010) fue realizada el 14 y 16 de mayo del 2010 a un habitante de la comuna
de Cocotog que actualmente se encuentra radicado en Madrid-España, gracias a la colaboración de sus
familiares que me permitieron contactarme vía internet.
86
En la actualidad, la migración internacional no solo de los ecuatorianos y
ecuatorianas, sino, de los latinoamericanos, se está tornando más difícil, especialmente,
por las regulaciones adoptadas por Estados Unidos y Europa que hacen más rígido su
derecho a decidir quién puede acceder a su territorio, y en todo caso, si el motivo de
ingreso a estos países es laboral, deben someterse a procesos de selección o viajar con
contratos de trabajo:
Ahora está más difícil la situación allá, está más difícil la entrada a Europa, y ahora
está más fácil irse a los Estado Unidos que a Europa porque los países de Europa están
económicamente mal y ya no quieren que un latinoamericano vaya a Europa, pero de
todos los países de Europa, España es el más afectado y el motivo ha sido que hubo
mucha inmigración (O. G., 2010)29
En estos años ya no van muchos, pero si ha aumentado los hijos que van para
agruparse con sus familias, de ahí solamente que venga con un contrato de trabajo o
que ya le hayan conseguido, pero de ahí ya no han venido porque está duro entrar a
España y los hijos que van, ahora estudian allá (E: T. L., 2010).
Es así, como los países que constituyen focos de atracción para la migración van
captando a profesionales y personal “calificado” de Latinoamérica, donde su nivel
académico y experiencia le permite migrar por vías legales, sumándose así, a los
veinticinco millones de migrantes latinoamericanos que viven en el exterior,
principalmente, por motivos laborales de acuerdo a lo que señala el Centro
Latinoamericano y Caribeño de Demografía CELADE (2005) ( Yépez y Bach, 2008:
26).
Finalmente, y retornando al caso de Ecuador, el Instituto Ecuatoriano de
Estadísticas y Censos (INEC), a través de los datos obtenidos con el Censo del 2001 y
con información proporcionada por la Quinta Ronda 2005-2006; la Encuesta de
Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu) de diciembre del 2006; y la Encuesta de
Empleo, Desempleo y Subempleo de septiembre del 2007, presenta información más
actualizada sobre los migrantes ecuatorianos en el exterior, estableciendo que existen
1’571.450 ecuatorianos migrantes, de los cuales, el 66 % se encontraban con empleo
antes de migrar, el 3.2% estaba en el servicio doméstico, el 11.2% eran jornaleros o
peones agrícolas, y el 19.7% se desempeñaba por cuenta propia, también señala que la
población migrante se concentra en mayor cantidad en tres países: en España el 48.6%;
29
Las entrevistas (E: O. G., 2010) y (E: T. L., 2010) fueron realizadas el 18 y 20 de mayo,
respectivamente, a un comunero y comunera de Cocotog que migraron y que se encontraban en la
comuna en dichas fechas.
87
en Estado Unidos el 28.2% y en Italia el 10.8%. Con todo esto, el INEC indica que los
migrantes ecuatorianos viajaron por dos motivos esenciales: para buscar trabajo con
mejores salarios y otros, estrictamente, para obtener la residencia.
Cocotog y las consecuencias producidas por la migración internacional de sus
habitantes
Al tratar el tema de la migración internacional de los habitantes de Cocotog, se
está hablando sobre los desplazamientos que han realizado desde la comuna (residencia
habitual) hacia países de Europa y Estados Unidos, movimientos realizados de manera
voluntaria y que han implicado un cambio en la comuna.
La migración internacional tiene sus inicios en Cocotog a finales de la década de
los 90, en especial cuando el Ecuador se encontraba en una de las más fuertes crisis
económicas y políticas, que condujo a un feriado bancario, devaluación constante de la
moneda (sucre), entre otros, como consecuencia del mal manejo de la administración
pública por parte del Estado, que terminó con la sustitución del sucre por el dólar y el
derrocamiento del presidente de la república Jamil Mahuad. En ésta época los habitantes
de la comuna empezaron a migrar a Europa, especialmente a España, país preferido por
los migrantes ecuatorianos, y entre los factores que impulsaron la salida de los
habitantes de Cocotog más que el feriado bancario, fue la migración como una
estrategia económica para incrementar sus ingresos y satisfacer sus necesidades
inmediatas como alimentación y educación de sus hijos, esto impulsado por el
decaimiento de la economía agrícola, los bajos salarios que recibían en sus empleos en
la ciudad o porque se presentó la propuesta de migrar por parte de algún familiar o
amigo que ya lo había hecho :
En España están la mayoría: más o menos hay unas 60 personas de Cocotog, hay
algunos que están con la familia completa, tengo primos que le llevaron a toda la
familia, y todos hemos viajado por la cuestión económica (…) Yo fui de la segunda
remesa, los primeros salieron en 1998, entonces algunos que están allá empezaron
hacerse los importantes porque entraron a una empresa buena, entonces esto de la
ayuda comunal ya no importa ven solo por ellos (E: T. L., 2010).
La mayoría de los que han venido somos los que tenemos oficios como albañiles,
carpinteros, y las mujeres se han dedicado a trabajar en las casas en el servicio
doméstico (…) un 50 % por ciento se han ubicado en Madrid, hay otros que están en
Alicante, otros en la Rioja, y otras provincias, pero la mayoría están aquí (…) ahora
que yo sepa no han venido más de la comuna, no, lo que sí han venido es sus familias
(E: H. C., 2010).
88
A pesar que la migración ha traído cambios, en algunos casos en los procesos de
parentesco de tipo ritual (compadrazgo) y de vecindad, las redes familiares se han
fortalecido convirtiendo a la migración internacional de la comuna en una decisión
familiar (Goycoechea y Ramírez, 2002:33). Es así, que la mayor parte de las comuneras
y comuneros han migrado porque algún familiar se encuentra en Europa y les ayuda a
mantenerse hasta que logren estabilizarse, o también la decisión ha sido tomada entre
familiares para viajar juntos, asimismo estando ya en Europa la ayuda es entre
latinoamericanos que permite una adaptación más fácil a las condiciones de vida del
país de acogida:
Mis hermanos decían que siempre, algún día, querían conocer y se fueron, y como la
economía siempre ha estado difícil, entonces se fueron, pero mis hermanos siempre
dijeron que ellos no iban a vivir aquí, que se iban por la familia, y que su pensamiento
era siempre eso de ir y venir (E: JO. G., 2010).
Somos tres hermanos los que estamos allá. Con mis tres hermanos decidimos ir a
España, porque queríamos dedicarnos a la música (…) ahora un hermano mío esta en
Inglaterra, ahí está, él si es 100 por ciento música (…) Los primeros años viví con mis
hermanos y el resto sólo. Los primeros años es duro, hasta obtener los papeles, hasta
estabilizarse, conseguir un trabajo, además todo es diferente, el idioma a pesar que es
más fácil, pero si hay palabras que no les entiende y además ellos hablan más rápido
(…) pero de ahí, las cosas se hacen más fáciles por lo que nos llevamos entre
latinoamericanos (E: O. G., 2010).
Los habitantes de Cocotog que migraron, y que constituye 15% de la población (El
Universo: marzo 21, 2004), viajaron a través de varios mecanismos: solicitando
préstamos a algún familiar o compadre que ya ha migrado, por vías legales en el caso de
esposas e hijos, hipotecando sus terrenos o con ayuda de los familiares que ya se
encuentran en el exterior.
Con respecto a la economía de la Comuna, esta no han cambiado mucho, muy
pocos se han puesto alguna clase de negocios y la mayoría ha invertido su dinero para la
construcción de casas. Es así, que la migración se convirtió en una estrategia de
sobrevivencia, y el dinero enviado sirvió para ayudar en la manutención de los hijos
(alimentación, vestimenta, educación, medicinas, entre otros), reunir el dinero para
pagar deudas y organizar la agrupación de toda la familia en el país donde se encontraba
la persona que ha migrado, muchas veces, porque dicho miembro de la familia no puede
retornar por cuestiones legales, también ha sido usado para el gasto diario, pero
asimismo, algunos habitantes de Cocotog han dejado de enviar dinero, especialmente
89
por las deudas que han adquirido en España, especialmente por la adquisición de
“pisos” o departamentos, o por deudas adquiridas para poder enviar dinero a la comuna
y así poder construir sus casas:
En la comuna lo que ha cambiado es la construcciones de sus casitas, lo que si no se
ha abierto mucho son negocios, mejor ellos se han puesto allá, porque allá nos dieron
oportunidad para hacernos más fácil los prestamos, decían: toma 5000 euros solo
lleva los roles de pago, y listo 5000 euros en tu cuenta, pero ellos pensaban que
íbamos a invertir ahí, pero no fue así, la mayoría envió a sus familias acá, un ejemplo,
yo me saque un préstamo en Caja Madrid, ahí me dijo: dime la verdad quieres el
dinero para comprar aquí o para mandar allá, entonces me puse a pensar y dije: si les
digo aquí y les digo quiero para comprar un coche, me dirán bueno te damos
comprando, entonces les dije no; y dije: yo para decirle, sinceramente, tengo mi
familia allá y me estoy haciendo la casita, entonces me dijo ya, y me dio (E: O. G.,
2010)
La economía de la comuna no ha cambiado en mucho, porque lo único que se han
hecho es sus casas, pero no vive nadie, entonces es lo mismo, no han cambiado (…)
la mayoría de tierras han quedado en manos de los padres o de los hermanos, porque
ya se han ido llevando a sus familias (E: T. L., 2010).
Acá hay bastantes inmigrantes latinoamericanos y alquilaban pisos a unos 800 euros
mensuales, entonces los bancos empezaron a vender los pisos y decían: cómprate un
piso, no pagues el alquiler sino paga tu propio piso por el mismo valor o por menos.
Entonces en las paradas de los metros de las salidas te ofrecían y te decían quieres un
piso solo tráeme tu rol de pagos llenaban los datos y enseguida le daban los pisos a
unos 30 a 35 años plazo (…) los de la comuna se compraron los pisos, entonces ellos
decían ya me compre un piso, entonces ya no enviaron dineros allá (E: H. C., 2010).
Esto indica que los habitantes de Cocotog que migraron y los familiares que se
quedaron, no utilizaron el dinero enviado en inversiones productivas a largo plazo, sino
lo invirtieron en los procesos de transformación constructiva de la comuna, que dio
lugar a demoliciones de viviendas y construcción de grandes casas, o a la edificación de
nuevas viviendas junto a las antiguas, proceso que continua en estos años, dejando
abandonadas las casas antiguas que ahora han sido convertidas en bodegas o corrales, y
a pesar que no toda la comuna cuenta con luz eléctrica, agua potable y alcantarillado, en
los lugares más apartados de la comuna se observa grandes construcciones, que al decir
de los mismos entrevistados y entrevistadas, con eso, muchos comuneros y comuneras
han tratado de demostrar su ascenso social durante su estancia en el extranjero. Es así,
que el hecho de comprarse una buseta, construir una casa o educar a sus hijos en el
extranjero, va formando parte de la conformación de sus identidades y demuestra que
hicieron algo que no pudieron haber hecho si permanecían con sus trabajos en Quito o
con las actividades agrícolas y ganaderas que ejercían en Cocotog.
90
También se puede mencionar, que los habitantes que han migrado desde la
comuna constituyen personas en edades productivas que ejercían varias actividades
cuando estaban en Cocotog (carpintería, cerrajería, agricultores, etc.). Ahora, estos
procesos migratorios no son estrictamente de tipo laboral, sino que se presenta una
migración por cuestiones educativas y para la reunificación familiar, por ejemplo, es
bien conocido en la comuna que 5 jóvenes se encuentran en Europa estudiando un
postgrado, esto a través de becas o por el esfuerzo de sus padres tanto migrantes como
no migrantes, este proceso de movilidad social nos muestra los cambios de estrato
social de una generación con respecto a la anterior, es así que la posición social por los
ingresos adquiridos por la migración u otros, ha cambiado a la que tenían cuando eran
niños o al de la generación de sus padres, esto es visible al comparar los datos sobre ésta
comuna recogidos por José Yánez en la década de los 80 (2003) con la información
otorgada actualmente, y que muestran el paso cualitativo a una ocupación diferente a la
ejercida por sus padres o por ellos mismos (de campesinos a profesionales) influyendo
esto en la ampliación o reducción de su identidad comunal:
Mi madre nos motiva para que sigamos en la granja pero al menos yo le digo: no, no,
yo no voy a vivir aquí, yo me voy al extranjero, allá quiero sacar la maestría y
posiblemente consiga un trabajo y me toque vivir allá, pero mi mamá dice que aunque
sea construya una casa aquí, y así podría venir de visita o de paseo (E: CR. A., 2010).
Yo si le he dicho a mi mama: mamacita no trabaje, ya no avanza, nosotros estamos
haciendo un sacrificio para estudiar, nosotros no vamos a trabajar en la casa, en la
agricultura, nosotros vamos a trabajar en cuestiones de petróleo, ya no trabaje, mejor
haga una huerta. Así mi mamá mando a traer de Tumbaco árboles de aguacate y
chirimoya (…) Bueno, las chirimoyas mi mamá se va a vender en San Isidro (…) Mi
papá trabajaba en el mercado Central de barrendero (…) Bueno, mi mamá me ayuda
en los estudios porque como ya estoy en último año de Ingeniería en la Politécnica no
puedo trabajar. Mi mamá de la venta de las chirimoyas, del maíz y las pensiones de mi
padre que ya falleció, me ayuda, pero ahora ya está más duro porque ya me toca coger
otro nivel de inglés y no hay plata (…) (E: J.GM.,2010)
Otro de los aspectos de la migración en Cocotog es la desintegración familiar, ya que
algunos niños y jóvenes en las épocas cuando migraron sus padres quedaron al cuidado
de familiares y ahora con mayor edad, ya es difícil brindar el cariño, afecto, sobre la
educación y guía que necesitaban:
Con respecto a mis hijos, la relación es diferente, la confianza no es la misma sino es
más con la abuelita, en estos días que he estado aquí no me piden permiso sino a la
abuelita, entonces ahorita lo que trato de hacer es restablecer un poco la confianza,
pero ya es un poco más difícil (E: T. L., 2010).
91
Yo Salí en el 99, salí a Madrid (…) de ahí yo siempre he regresado cada dos años,
por eso que tengo aquí a mis hijas y a mis hijos; he venido por unos dos o tres meses
(…) pero no es lo mismo, siento que están alejados de mí. A mi esposa le lleve a
Madrid, pero no a mis hijos no, porque me di cuenta que allá es otra vida, que no es
un lugar para vivir con mi familia, es otro estilo de vida, y en mi caso no me convenía
llevarle a mis hijos, pero eso me afectado mucho la relación (E: O. G., 2010).
La migración también ha influenciado en la construcción de las identidades de los
habitantes de Cocotog, impulsando en las primeras personas que migraron un
sentimiento de identificación más profundo con la comuna, es por ello, que muchas de
las fiestas que celebran en Cocotog (San Miguel, San José, Fundación de la Comuna y
Jesús del Gran Poder) los realizan en España; en cambio, los niños y jóvenes que
migraron con objetivo de agruparse con sus padres, y que muchas veces ha vivido la
mayor parte de sus vidas en Europa, van recibiendo otro tipo de socialización y para
ellos “la comuna ya no tiene mucha importancia”. Sin embargo, son testigos de las
diversas conexiones que sus padres mantienen con la comuna: ya sea enviando las
remesas, viajando, comunicándose, manteniendo las celebraciones en el país de acogida,
enviando y recibiendo productos, entre otros, es decir, y parafraseando a Gina
Maldonado, van redefiniendo el espacio local, a través de los elementos construidos
como significantes de sus prácticas cotidianas que legitiman su cultura en otros espacios
culturales (Maldonado, 2002: 51):
Bueno, hay muchos que regresan para casarse, por bautizos, primeras comuniones o
son escogidos como padrinos de matrimonio, regresan solo para ello, y la familia es la
que le atrae (E: JO. G., 2010).
Acá (España) lo que si hacen son las fiestas que se hacen allá, no sé si usted ha visto
las caretas, los disfraces de monos y todo eso de las fiestas (…) eso se viene trayendo,
y acá también se hacen las mismas fiestas que se hacen allá (E: H. C., 2010).
Respecto a la situación económica actual de los migrantes de Cocotog, han señalado que
no es muy alentadora para quienes están en España, ya que las condiciones laborales
están muy difíciles, puesto que la crisis económica ha conducido a que muchos puestos
de trabajo se cierren, a tal punto que señalan que la realidad está peor que en el Ecuador
y que por tal motivo muchos piensan regresar, pero se encuentran con varios obstáculos,
por ejemplo, hay migrantes que no invirtieron su dinero en Ecuador, sino que
compraron “pisos” (departamentos) que ahora ya no pueden pagar, y por las
circunstancias tampoco es fácil vender, ya que el alza de los intereses (euroworld) por la
hipoteca dificulta el pago de la cuotas a los bancos, por otra parte, no todos cuentan con
92
la nacionalidad española y si la tienen siente un temor de perderla si regresan al
Ecuador, a esto se une la interrogante sobre a qué se dedicarán si retornan, y en las
entrevistas realizadas, un migrante señala no confiar en los préstamos que el gobierno
nacional ofrece para quienes retornen al país:
Los préstamos que da el gobierno no es a todos que les dan, sino que debe armar un
proyecto, por ejemplo: son unas 100 carpetas y de ahí aprueban unas 10 y de ahí le
dan esos préstamos, pero no es para todos. Tenía un amigo que se regreso y se vino
renunciando allá haciendo un proyecto pensando que le iban a dar el dinero, pero no le
dieron y estaba arrepentido porque no le dieron y dejó allá el trabajo y la residencia y
ya no puede regresarse (…) Ahora en España está muy difícil, es como aquí en Quito,
dicen: es que los colombianos abaratan los precios; los españoles decían eso también:
ustedes vienen y abaratan los precios nosotros ganábamos más y ustedes vienen por
menos (E: O. G., 2010).
Además, consideran que un apoyo sería el cabildo comunal si gestionara con
instituciones para poder retornar a la comuna y contar con dichos préstamos, pero
este gobierno local ha perdido credibilidad, ya que durante este tiempo no han
considerado este tema: “el cabildo no ha actuado ya que es un asunto personal,
nosotros no podemos decir: oye compañero no se vaya, entonces no se ha hecho
nada por eso” (E: J. M., 2009).
Para finalizar, la migración internacional de los habitantes de Cocotog forma
parte de su economía popular, ya que al igual que sus traslados constantes a la ciudad de
Quito por cuestiones laborales, y la permanencia de sus actividades agrícolas y
ganaderas al interior de la comuna así como la conformación de las asociaciones
productivas, la migración también es una estrategia de subsistencia de una unidad de
reproducción, con la diferencia que la movilidad espacial es a nivel global y no
solamente a nivel local.
Apreciación final
La economía popular de la comuna de Cocotog está constituida por un mosaico
de asociaciones de corte mercantil simple que se fueron creando como estrategias de
subsistencia y por impulso de ONGs, para incrementar los ingresos adquiridos por los
habitantes de la comuna en los trabajos que mantienen en la ciudad de Quito.
Por otra parte, esta economía también presenta algunos conflictos afines con las
relaciones de parentesco, reciprocidad, solidaridad, entre otros, que han ido ocultando
93
relaciones de explotación, competencia, exclusión, etc., y que no han sido considerados
en la definición de economía popular manteniendo así una visión romántica donde se la
presenta como homogénea y custodia de virtudes propias inalterables.
Así también, la economía de ésta comuna es analizable desde la cultura ya que
muestra un estilo propio de trabajo y una división de roles y procesos procedentes del
incremento de las movilidades de sus habitantes, que han permitido que incorporen
nuevas actividades económicas a aquellas que aprendieron en los procesos de
socialización de sus familias; todo esto se une a la visibilidad de aspectos como el
trabajo de las mujeres, de los jóvenes, de los adultos mayores, la migración
internacional, etc., sin cuales la economía popular no podría ser pensada, de esta
manera, permite apreciar aquel dinamismo y creatividad de los habitantes de Cocotog
para dar lugar a nuevas estrategias de subsistencia y, para mantener relaciones
económicas y simbólicas con la ciudad de Quito y que van incrementándose y
demostrando que no son entes pasivos como son las ideas de las ONGs.
Por último, tenemos que en los pobladores de Cocotog, la movilidad social ha
dado lugar al cambio cualitativo de sus ocupaciones, pasando de campesinos a
profesionales, de actividades agropecuarias a no agropecuarias y los procesos de
migración internacional y que están dando lugar al aparecimiento de otras formas de
entender la comuna y de organización económica.
94
Capítulo 4
Identidad(es) y rasgos culturales de la comuna de Cocotog.
Este capítulo se centra en la exploración de los elementos que intervienen en la
construcción de las identidades y cultura de la comuna de San José de Cocotog, desde la
compresión que no existen culturas sin algún grado de mezcla ni identidades
inalterables y homogéneas al interior de una comunidad. Además, presentó los factores
que han influenciado en el aceleramiento de los cambios culturales e identitarios de ésta
comuna.
Definiendo la identidad y la cultura de las comunas periurbanas de Quito.
Otorgar una definición a las categorías de identidad y cultura es cada vez más
difícil en la contemporaneidad, especialmente si tratamos los temas desde lo local/lo
global, lo rural/lo urbano. Sin embargo, y primero tratando el tema de la identidad, me
inclino por la apreciación de ésta categoría, no desde la idea del “yo como núcleo
estable” que desde principio a fin se desenvuelve sin cambios siendo siempre el mismo
(Hall, 2003:17) sino, me encauzo hacia el sentido “fragmentado”, es decir que se
construye a través de discursos, prácticas y posiciones diferentes que le sujetan a un
proceso de constantes transformaciones, con los cuales se mantienen vigentes las
opciones identitarias (Bauman, 2003:40) que a su vez son producto de los elementos
culturales provenientes de lo local y lo global (Kingman, Slaman y Van Dam, 1999:43).
En el caso de las comunas periurbanas de Quito, las identidades que parecen que
invocan un origen en un pasado histórico, más bien lo que están haciendo es usar los
recursos de la historia, la lengua y la cultura para fundamentarse como está ocurriendo
con las identidades kitu y kitu kara quienes otorgan una respuesta a la pregunta ¿quiénes
somos y de dónde venimos? a través de dicho uso para definir a todas estas comunas
como indígenas30
kitu o kitu kara, autodeterminación que en la mayoría de los casos ha
sido otorgada por actores externos (intelectuales, intelectuales populares, políticos) a
cada una de estas comunidades, situación que ocurre a lo largo de Latinoamérica y que
30
La categoría indígena emergió con el colonialismo y fue introducido por los europeos, con el afán de
distinguirse de los pueblos conquistados...de esta manera se agrupó en una misma categoría social al
conjunto de etnias nativas del continente (Cliche y García, s/f: 24-5).
95
nos muestra quienes están definiendo lo indígena (Martínez Novo, 2006). Es así que las
interrogantes que las bases deben realizarse sobre sus identidades deben estar más
acordes con la “representación”: qué piensan de sí mismos, cómo los otros los están
representando y en qué medida afecta esto a la manera de cómo se pueden estar
representando (Hall, 2003:17).
Con relación a la cultura, ésta se encuentra en constante aprendizaje, innovación
y cambio, que producen una serie de elementos que contribuyen a marcar una identidad.
En el caso de las comunas quiteñas, la conformación de sus culturas son el resultado de
la coalición de concepciones tradicionales con “códigos y valores culturales modernos”
(Naranjo, 2007:7-14; Kingman y Salman, 1999:22) que le han nutrido de “elementos de
origen rural como urbanos” (Kingman, 2006: 11). Es por ello, que estas culturas se
relacionan con la memoria, ya que estas concepciones tradicionales son trasmitidas de
manera oral y reconstruidas en el presente con los elementos de las culturales globales
para crear su propia identidad (Bhabha, 1996:54).
Estas mezclas culturales han sido explicadas a través de términos como
aculturación, transculturación, creolismo y el que está en apogeo: hibridación; con esta
última categoría se ha explicado el proceso que siguen las culturas para generar nuevas
estructuras y prácticas que permiten hablar de identidades no como algo fijo, sino,
como significados que se van reconstruyendo a través de la mezcla (García Canclini,
2001:29). Sin embargo, esta categoría no ha considerado temas relacionados a la
subordinación étnica, social y de género (Camus, 2002:44), procedentes del proceso de
movilidad social y que son factores que interviene en los actuales construcciones
identitarias, es por ello, que Eduardo Kingman, Ton Salman y Anke Van Dam (1999)
han propuesto, en vez de hacer uso de este término, re-investigar el concepto de
mestizaje, ya que éste no está reducido a aspectos biológicos, sino también indica el
proceso de cambio cultural que no necesariamente significaba blanqueamiento.
Por consiguiente, las comunas quiteñas periurbanas se encuentran en un proceso
de mestizaje de sus elementos culturales (cambio constante) y al mismo tiempo de una
autoidentificación indígena y comunera (no disolución de la cultura) (Robins,
2003:108), de esta forma, se deja a un lado la concepción de ver a estas comunas como
fortalezas en cuyo interior se desarrolla una identidad y cultura inamovible, sino como
96
poblaciones que gozan de un extraordinario grado de movilidad que contribuye en la
construcción de sus identidades individuales y colectivas (Grossberg: 2003: 172).
En los últimos años, el Municipio de Quito se ha empeñado en impulsar los
estudios relacionados con las identidades y culturas de estas comunas reconociendo la
pluralidad que existen entre ellas, así también ha considerado a las parroquias
denominadas ancestrales, es así que ha promovido la restauración de sus elementos
culturales pero con fines netamente turísticos, de esta manera ha ido inventando
tradiciones31
, por ejemplo: organiza las fiestas del Inti Raymi en ciertos sitios
arqueológico de reciente apertura al público, uno de ellos es Tulipe (la tierra de los
yumbos) al noroccidente de Quito, a este lugar son trasladados los danzantes de las
yumbadas que se realizan en algunos barrios de la ciudad (San Isidro del Inca,
Magdalena, Cotocollao, etc.) y que, de acuerdo a la versión de algunos miembros de
estos grupos y que han sido registrados por la antropóloga Katherine Fine-Dare, no
tiene ninguna conexión, ni con el Inty Raymi ni con el sector, sino que están
relacionados con festejos religiosos dedicados a santos católicos (Fine-Dare, s/f:16). Es
así, que este uso de los rasgos culturales de las comunas, lo único que está obteniendo
es que se vayan convirtiendo en “sinónimo de espectáculo, desprovistos de
cuestionamientos y de contenidos” (Kingman, 2004: 31).
Cultura e identidad en Cocotog
Los elementos culturales de Cocotog están relacionados a sus construcciones
identitarias, y al igual que todas las comunas quiteñas, se encuentran al margen de algún
tipo de mezcla como producto de sus interacciones con la ciudad, los procesos
migratorios, el sistema educativo, el urbanismo interno, entre otros; es decir de su
constante movilidad social, económica, espacial, cultural y política.
Este proceso es el que permite explicar los cambios que han hecho que este grupo
cultural perdure, y a su vez, identificar a los grupos identitarios que aquí se han
construido (comuneros y comuneras; indígenas, kitu, kitu kara o simplemente Cocotog)
31
Se entiende por tradiciones inventadas a una serie de prácticas regidas habitualmente por unas normas
aceptadas explícita o tácitamente y por un ritual de naturaleza simbólica, que tratan de inculcar a partir de
su reiteración constante determinados valores y normas de comportamiento, lo que automáticamente
implica un vínculo con el pasado (Hobsbawm, 2001:203).
97
y que le distinguen de las demás comunas. Estos grupos, al contrario de pensar que
están separados, mejor se encuentran articulados por elementos que han permitido que
Cocotog se conserve como comuna, entre estas tenemos: el espacio donde viven y
conviven, el parentesco, la lengua materna, los apellidos y las fiestas. Con relación a
estos puntos un comunero expresó:
Kuishka taita kuna, kuishka mama kuna Jatun Kayme mandik amuna nunpak kay
Kumuna tapushi presidente runa reina sumak warmi kuna ñukanchik kausay ashkada
kushikwirun kay chirishi kay ñukunchik punta mama ñukunchik punta taita kay
Kumuna llaktapi kausay ishina pay kuna miluku sha kausay pi sikiabuna manta
ishina pay kuna tarpushpa kaushka kikin kuna manta chaita llulla risha chaita
pinsarisha shungu manta llullaripa pay kunata llullarishka ña guillami yukuchi kakay
tanti Kunada u Kantana nishikia Kunada ñuka shaita kriskani ñuka olvido ñuka
pinsarish kiaumu punta lugarka jawa panchi yaya Dios ñukancha kuidawashkamanta
kashna yuka shai llurida jamushcay ñukunchi piricay Kumuna San José de Cocotog
(Félix Lincango, 15 de junio de 2010)32
La iglesia evangélica, católica y el sistema educativo también ha tenido un papel muy
importante en la conformación de identidades y los cambios culturales de la comuna,
especialmente en la lengua, por tal motivo desarrollo estos temas a continuación:
El papel de la educación y religión en el abandono y revitalización de lengua kichwa
en la comuna de Cocotog.
La educación y la religión son instituciones que tienen un alto grado de
influencia en los procesos de cambios culturales y construcción de identidades de la
comuna de Cocotog, especialmente en el uso de la lengua kichwa. Su participación ha
contribuido en el desuso o revitalización de esta lengua, y demuestra que estos cambios
no están relacionados simplemente con las movilidades sociales, culturales y
económicas hacia la población mayoritariamente de lengua castellana ubicadas en la
ciudad, sino también por procesos transformadores al interior de la comuna.
32
Agradezco por la transcripción de los textos en Kichwa a Segundo Roldán
Traducción texto: bonito papa, bonita mama ahora grande es el que ordena, antes en esta comunidad
presidente indígena hacia fiesta, reina y mujeres bonitas, como vivimos bien contentos en esta
comunidad con nuestros padres, con nuestra madre. En esta comunidad vivieron indígenas y sembraban
los granos, por eso quiero agradecer de todo corazón, por eso vivo acordando a nuestros padres por haber
enseñado a cantar, a escribir, gracias a mis padres por eso no olvido. Yo en primer lugar quiero agradecer
a mi Dios por haber cuidado y por haber vivido en esta comunidad San José de Cocotog
98
En años anteriores, para los comuneros y comuneras que sus hijos no aprenden
castellano representaba una falta de herramientas que les ayuden a superarse y
relacionarse con los habitantes de la ciudad donde laboraban, entonces la lengua fue
vivida con etiqueta de discriminación y marginalidad, situación que ha cambiado en la
actualidad, ya que se evidencia un deseo de rescatar la lengua Kichwa en las comunas
de Quito puesto que ya no es trasmitida a las generaciones más jóvenes, quienes han
aprendido como primera lengua el castellano gracias, y entre otros elementos, a su
ingreso más temprano al sistema educativo.
La religión católica y evangélica también tienen un papel importante en este
asunto, la primera participando en el proceso de cambio lingüístico en las comunas, a
través de la misa y el catecismo que se lo viene realizando en castellano y, por otro lado,
la iglesia evangélica que está impulsando un proceso de etnogénesis: recuperación de la
lengua y vestimenta como parte de la identidad indígena.
En el caso de Cocotog, el idioma está muy relacionado con la edad, ya que
tenemos en los adultos mayores un uso mayor del kichwa, adultos utilizan sólo el
castellano pero muchos si hablan o entienden el kichwa, en cambio los jóvenes y niños
solo hablan castellano y muy pocos entienden el kichwa.
Con respecto a los adultos mayores y los adultos que todavía hablan kichwa o lo
entienden, es un idioma utilizado en círculos familiares o vecinales, en las mingas, en
fiestas, en las iglesias o en las reuniones de la escuela. Pero en sí, la comuna es
mayoritariamente monolingüe castellano. Es así, que gestores culturales de esta comuna
están empeñados en rescatar los nombres originarios de los lugares naturales del sector
y sus significados, pero su equivocación se encuentra en señalar a todos como de origen
kichwa, pero como lo indican los Esposos Costales (1961) y Aquiles Pérez (1960)
existen muchos toponímicos de procedencia Kitu.
En Cocotog la escuela33
ha ejecutado un papel muy importante en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, siendo la institución que más ha fusionado los elementos
culturales que se transmiten a través de los materiales didácticos y la enseñanza del
maestro con aquellos que fueron transmitidos a los estudiantes por parte de sus padres
33
Paul Cliche y Fernando García definen a la escuela como una “institución eminentemente compleja y
atravesada por múltiples contradicciones, que se encuentra bajo el control jurídico-administrativo del
Estado y cuya función social primordial es la transmisión cultural con fines de socializar a la juventud”
(Cliche y García, s/f: 15).
99
en el proceso de socialización, y esto ha sido un factor para los diferentes cambios de su
cultura e identidades.
La escuela Jacinto Collaguazo desde su fundación en 1932, impartió la
obligatoriedad de la educación pública en lengua castellana, y a pesar que esta comuna
era considerada una comunidad y una comuna indígena (ACC-Q: reglamento interno
1948) nunca se implantó una educación bilingüe34
, y el Ministerio de Educación y los
encargados del área de Educación Bilingüe nunca consideraron la creación de una
escuela con estas características (E: LS. C., 2010), esta situación se repite en todas las
comunas periféricas a Quito como lo señala Katherine Fine-Dare (s/f: 14). Además, las
mismas organizaciones indígenas no han reflexionado sobre este punto, puesto que
muchos líderes no consideran como indígenas a los habitantes de las comunas quiteñas
(E: J.GL., 2010):
En los 20 años que trabajo aquí no se ha hablado de educación bilingüe, además ya
muy pocas personas hablan el Kichwa, la mayor parte hablan castellano (…) ahora
he escuchado que el centro educativo de más abajo están impulsando el kichwa (…)
ese centro pertenece a la iglesia evangélica, ellos tal vez tengan algún proyecto para
dar importancia, retomando o actualizando esto del kichwa y las tradiciones que
habían antes (…) nosotros tenemos los planes y programas que señala el Ministerio
de Educación pero referente a esto de valorar o hacer hincapié en las tradiciones de
cada sector o comunidad, no, no tenemos alguna disposición (…) a esta comuna si se
le puede seguir definiendo como indígenas, tenemos dos compañeros que viven aquí
que son de aquí, ellos saben sobre sus vivencias, sus costumbres, su música como se
alimentan (LS. C., 2010).
El proceso educativo ha influenciado en la perdida de la lengua kichwa35
al interior de
la comuna, los primeros comuneros y comuneras han señalado que antes que aparezca
la escuela todos hablaban esta lengua y muy pocos el castellano, cuando surge la
institución educativa la maestra obligaba a los estudiantes a expresarse en castellano
caso contrario eran castigados, es así, que los hombres fueron quienes aprendieron más
34
La educación bilingüe en el Ecuador tiene sus antecedentes en la creación de escuelas prediales en las
haciendas en 1906, pero que no se cumplió en la mayoría de los casos. En 1945 a 1963 aparecieron las
escuelas sindicales en el cantón Cayambe con la orientación de Dolores Cacuango. En 1952 ingresó el
Instituto de Verano con la finalidad de estudiar las lenguas aborígenes del Oriente para que estos grupos
se integren al país. De 1962 a 1986 aparecieron las escuelas radiofónicas populares orientado al desarrollo
de un proceso educativo desde y para la población indígena y que fue impulsado por Monseñor Leonidas
Proaño, así también en 1972 las escuelas radiofónicas Shuar. En 1970 aparecieron las escuelas
autogestionarias de la Fundación Runacunapac Yachana Huasi en la provincia de Bolivar. Para la década
de los 80 se inició el programa de alfabetización bilingüe con el convenio entre el Ministerio de
Educación y Cultura y la Universidad Católica del Ecuador, demás organismos fueron apareciendo hasta
que se creó la Dirección Nacional de Educación Indígena Intercultural Bilingüe en 1988 35
La Constitución Política del Ecuador del 2008, determina en el Art. 2 al kichwa y shuar como idiomas
oficiales de relación intercultural
100
rápido este idioma ya que muy pocas mujeres asistían a las clases, todo este proceso dio
lugar a una diferenciación social más fuerte en la comuna con la separación entre
quienes habían estudiado y entre quienes no:
Antes no sabíamos hablar castellano, solo los que iban al cuartel sabían castellano, ni
mis papas, ni yo, hablamos. En la escuela, por el año 34 o 35, la profesora nos pegaba,
se quejaba porque le hablamos en Kichwa, le iba avisarle a mi papa (E: M.M.S., 2009)
Papa decía a mamita, decía: para que tiene que ir a la escuela, yo decía a mamita
(llora), a mi ka no abra memoria, ka otros hermanos si han terminado cuarto grado,
sexto grado, si quiera escuela han terminado, a mí mandada de mamita, pastando
ganado, pastando chivos, así ka he vivido, ka por ser mujer me dejaron así lástima, por
eso dije a mamita a mi dejarame terrenito (E: M.A., 2009).
Las clases eran en castellano, aquí hablaban más o menos el castellano porque solo en
kichwa se hablaba (…) me sabían decir que en los colegios no quieren a los naturales,
a los indios, no enseñan, no quieren, eso me sabían decir (…) los de la comuna eran
groseros querían pegar (…) los que más sabían leer y escribir ponían a un lado a
quienes no sabíamos leer bien y nos trataban mal, sabían querer pegar (E: S.A., 2010).
A pesar que la educación bilingüe fue impulsada desde 1906, esta comuna ha sido
marginada, las mismas investigaciones dirigidas al tema de la educación no han
considerado a las comunas quiteñas y sus instituciones educativas. Actualmente, al
revisar el marco epistemológico de la educación intercultural bilingüe, no ha
considerado a las comunas periurbanas y mejor impulsa el desarrollo de programas
pedagógicos dirigidos hacia una concepción de la identidad indígena como homogénea.
El estudio de estas instituciones educativas es necesario, porque contrario a las
investigaciones realizadas en la ciudad de Quito donde conviven los estudiantes
indígenas de familias migrantes con quienes habitan en la ciudad, las comunas
periurbanas mantienen otros tipos de relación ya que estas poblaciones son las que se
encuentran en un proceso de migración de reflujo (Portero, 1983) y quienes deben
convivir con personas de otro origen (no comuneros) son los estudiantes de estas
instituciones, en el caso de la escuela de Cocotog la mayoría de estudiantes son
procedentes de la comuna, pero también encontramos estudiantes que provienen de
barrios de Quito.
En el caso de los jóvenes, muy pocos hablan o comprenden el kichwa, otros
solo conocen pocas palabras. Este conocimiento de la lengua kichwa se da, no porque
sus padres hablan la lengua, sino porque sus abuelos y abuelas se dirigen a ellos en este
idioma, mientras sus padres prefieren socializar con ellos en castellano (Büttner,
101
1993:24), es decir, esta diglosia36
ha llevado a que los habitantes de Cocotog hagan
uso del castellano en contextos formales y públicos y quienes todavía hablan el kichwa,
lo utilicen en ámbitos informales (Cliche y Gracía, s/f: 27).
Esta desaparición de la lengua kichwa en Cocotog no ha sido motivo de
desvinculación con la comunidad, y mejor se muestra un interés en el rescate de la
lengua materna como parte de sus identidades indígenas, además también tenemos un
interés más político del uso del kichwa por parte de las organización Kitu, Kitu-Kara y
del cabildo, ya que existe un fuerte respaldo tanto de adultos como de jóvenes de la
comuna por la recuperación de la lengua materna.
La educación formal ha sido tomada por los habitantes de Cocotog como un
medio que les permite salir del “atraso”, actualmente el nivel educativo entre los
pobladores de la comuna es alto, con un buen número de comuneros y comuneras con
títulos de tercer y cuarto nivel, y un grupo se encuentra cursando estudios en el
extranjero. Es así que la educación ha permitido que los habitantes de Cocotog asuman
aquellos códigos culturales que el Estado quiere trasmitir, a su vez fue un medio que
incremento su movilidad social y que ha contribuido en la sustitución de las labores
rurales y la desaparición paulatina de la lengua kichwa.
De católicos a evangélicos: el proceso de conversión religiosa y su influencia en la
cultura e identidad de Cocotog.
Los evangélicos arribaron al Ecuador a partir del siglo XX y tuvieron su
florecimiento en los años 70 (Andrade, 2004:201). Durante todo este tiempo, su trabajo
no estuvo estrictamente relacionado con el aspecto religioso, es por ello y siguiendo la
recomendación de Carmen Martínez Novo, ha sido necesario considerarlo desde su
trabajo realizado al interior de la comunidad (2005:21), en este mismo sentido, no
puede quedar excluido de este análisis el papel desplegado por la iglesia Católica, de
esta manera, y para conocer el grado de influencia en los cambios culturales e
identitarios de la comuna de Cocotog, estas dos instituciones han sido analizadas.
Con respecto a la iglesia evangélica en Ecuador, tiene sus antecedentes en el
protestantismo norteamericano que estuvo más interesado en evangelizar a los pueblos
36
La diglosia es producto de la relación de subordinación, donde existe un idioma dominante y otro
dominado, que paulatinamente van sustituyendo el primero al segundo (Cliche y García, s/f: 27).
102
indígenas que a las poblaciones blanco-mestizas, con la finalidad de erradicar toda
forma pagana de la cultura indígena (Andrade, 2005:50).
En 1968 aparecen los primeros evangélicos en la comuna de Cocotog, la
situación no fue fácil en sus primeros años, puesto que la gente era totalmente católica
y los primeros evangélicos tuvieron que enfrentarse muchas veces a sus familiares:
Los evangélicos se inician aquí porque dos personas trabajaban en una institución
cristiana en Quito que se llamaba Alianza Americana, también se llamaba iglesia
Bautista Universal, ahí trabajaban y escucharon la palabra de Dios, se arrepintieron de
sus pecados y aceptaron a Jesucristo y su vida cambió, y eso trajeron acá para
trasmitirlo, pero era muy difícil trasmitir el evangelio. Estamos hablando en los años
60, era muy difícil porque había el reino de la Iglesia Católica Romana y los señores
sacerdotes y las monjitas eran los reyes y aunque hacían mal, aunque decían mal,
tenía que aceptar la gente (…) la iglesia de Zámbiza era la que mantenía la jerarquía.
Los primeros evangélicos fueron tratados muy mal y eran tratados como gente
diabólica y había una gran persecución solo porque ya no tomaban, solo porque ya no
hablaban malas palabras, solo porque ya no pegaban a la mujer, solo porque ya se
dedicaban para Dios y para su mujer y para sus hijos. Para la gente era algo nuevo,
diferente, y ellos no querían aceptar eso, pero desde cuando vieron en las personas que
verdaderamente Dios cambio sus vidas, por ejemplo, esos hombres que conocieron a
Jesús eran bien viciosos, tenían otras mujeres y trataban mal a la mujer (…) había
machismo, el hombre hacia lo que quería y la mujer decía: bueno marido es, aunque
pegue, aunque mate igual marido; ahí la gente empezó a comprender. Hasta los años
85 y 90 había una gran separación (E: M. P., 2010).
En las décadas posteriores, los evangélicos aumentaron el número de sus miembros y a
pesar de las prohibiciones que la iglesia evangélica dispone, en el caso de Cocotog, ésta
ha permitido la participación de sus miembros en ciertas manifestaciones culturales, por
ejemplo: la participación en las danzas ancestrales o en los festejos por la fundación de
la comuna, pero manteniendo el rechazo a toda “adoración de santos”. Esta
participación en algunas manifestaciones culturales está relacionada con “el proceso de
valoración cultural, mejorar la autoestima, la recuperación y reinvención de elementos
de su antigua cosmovisión y prácticas culturales”, que están siendo impulsadas por toda
la institución evangélica a nivel nacional (Andrade, 2005:56).
Dentro de estas políticas de recuperación y reinvención de aspectos culturales
por parte de los evangélicos, se encuentra la lengua kichwa37
que forma parte de sus
identidades culturales indígenas como lo expresa el Pastor de la iglesia evangélica, es
37
Actualmente existen 12 millones de habitantes que hablan el idioma kichwa en seis países: el extremo
meridional de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y provincias septentrionales de Chile y Argentina
(Gómez, 2008:14).
103
así, que han creado coros y cánticos en ésta lengua para sus celebraciones. El coro Rosa
de Sarón realiza sus presentaciones en Kichwa:
Ñuka llakta kambak llakta
Cocotog nishka llaktami
Chaikunata yuyarishpa
Shungumanta kushikuni
Ñukanchig taita kausana
Ñukanchik mama kausana
Sumak Sumak llaktanari
San José de Cocotog ka
wawakuna yuyarikhik
kambak taitapak rimaita
Ama kungashpa kausangui
Allí rimaita rimaichik
Allí sarata tarpushpa
Sara kutata mikushpa
Allí mikuita mikushpa
Sumak sumakmi kausarka38
Aparte del esfuerzo que hace la iglesia evangélica por recuperar rasgos culturales de
Cocotog, también es una de las instituciones que ha contribuido en la transformación de
las mismas, así tenemos las relaciones de parentesco que han cambiado
significativamente, por ejemplo: el compadrazgo ha sido sustituido por las “relaciones
de reciprocidad y ayuda mutua” entre hermanos y hermanas (Andrade, 2004:244). Estas
relaciones han tomado mayor fuerza en esta primera década del siglo XXI, pero una de
las estrategias de los evangélicos para no separarse del resto de los pobladores de la
comuna, ha sido compartir los beneficios de las fundaciones, asistencia social, asistencia
educativa, entre otros proyectos, con toda la comuna.
Todo este trabajo ha sido posible por la gran aceptación que tienen sus líderes,
que son originarios de la comuna, situación que les diferencia de la iglesia católica que
todavía depende ritualmente de los sacerdotes blanco/mestizos (Muratorio, 1992:18) y a
pesar que algunos miembros de ésta iglesia han manifestado que hay que cambiar de
dirigencia ya que por muchos años una sola familia ha estado a cargo de la
administración, no niegan su eficiente estructura.
38
Himno en honor a Cocotog coreado en la sesión solemne por la fundación de la comuna el 15 de junio
del 2010.
104
Foto 5. Jóvenes de la Iglesia Evangélica de Cocotog. Representación del pueblo Tsáchila en
un domingo de alabanza.
En relación a la iglesia católica, desde tiempos coloniales todas las poblaciones
ubicadas en las actuales parroquias de Llano Chico, Llano Grande y Calderón estaban a
cargo de la parroquia eclesiástica de Zámbiza, por tal motivo, los indígenas de este
sector debían asistir de manera obligatoria a esta iglesia para cualquier acto religioso y
recibir el catecismo. Los más ancianos y ancianas de la comuna recuerdan cómo era el
recorrido para llegar a la iglesia de Zámbiza y cómo eran tratados por los sacerdotes de
este sitio:
Los padres cobraban lo que ellos quería cuando íbamos a enterrar, de acuerdo al
número de los hijos cobraban, entonces gran negocio que hacían los padres con los
indígenas, entonces esto término cuando creamos la comuna, ahí tuvimos más
conocimientos y nosotros nos fuimos a la curia y mandamos informes y ahora ya no
pueden hacer como antes (…) Este camino nos llevaba a Zámbiza, allá teníamos que
ir a escuchar la misa, los padres daban la misa dando las espaldas, que tan sabrían
decir, de ahí se daban la vuelta y predicaba en el púlpito. Pero era receloso entrar a la
iglesia, peor si era una persona indígena mayor o una mujer, automáticamente no
podía entrar, todo nos controlaban: matrimonios, bautizos, todo nos controlaban, como
hacíamos las fiestas (E: M.M.S, 2009).
Posteriormente, arribaron a la comuna los padres salesianos con la finalidad de
contribuir en la construcción de la iglesia, proyecto impulsado por el Padre Carolo, con
esto aparecieron los festejos por San José cuando se adquirió la imagen. En los distintos
barrios, también se adquirieron otras imágenes como la de San Miguel y Jesús del Gran
105
Poder, de esta manera los habitantes de Cocotog dejaron de asistir a Zámbiza y sus
fiestas tomaron mayor impulso, ya que anteriormente festejaban a San Miguel y San
Juan pero lo realizaban en dicha parroquia.
Con los años, la Iglesia Católica dejó a un lado la catequización en kichwa,
característica que se desarrolló en la colonia con el proceso de kichuización por parte de
las órdenes religiosas como medio de una exitosa evangelización (Gómez, 2008:13),
especialmente porque en estos sectores era un idioma con menor uso, así los cánticos
en kichwa fueron abandonados.
Con el arribo de los evangélicos, la iglesia católica emprendió una campaña de
total rechazo, situación que fue desapareciendo con los años pero que ha dejado sus
huellas, y a pesar que miembros de las dos iglesias señalan que ya no existen roces entre
ellos, algunas versiones muestran que todavía se mantiene algunas distancias:
“Nosotros nos llevamos muy bien con los jóvenes de la iglesia evangélica, pero dicen
que son evangélicos y son peleones, saben estar peleando. También dicen que no
toman pero yo les he visto chumadotes, de ahí ellos participan solo en las fiestas de la
comuna, en los desfiles (E: VI. C., 2010).
Mi cuñada cambiada a religión evangélica, pero eso que ha seguido camino de Dios,
más malo mi cuñada (…) disculpe jovencito más me gusta ir a la misa, domingo día
del señor, abajo en la iglesia (evangélica) no hacen caso a la virgencita, a la nuestra
madre, dicen que no hay nada que lo único hay señor Jehová, nuestro señor nomás
hay, nada más hay dicen. Pero si hay nuestra madre María, ahí me sabe dar iras, me
saben hacer doler que no hacen caso a la virgencita, no adorar al tronco solo tronco es
saben decir, pero en la Iglesia Católica si nos enseñan que hay la virgencita, San José.
Mi hermano recién nomas se cambió de la religión, es evangélico pero se ha dañado,
ha cambiado bastante, no quiere ayudarle a mi mamá, pero terreno si quiere coger (…)
En la Iglesia Católica nos ordenan, nos dicen que no hay como se cambeen después
que ya han bautizado, tiene que morir así sabe hablar el padre, deben tener una solo
religión no dos religiones así sabe decir el padre (…) los evangélicos ya no comparten
las fiestas, ni quieren oír de eso, ni saben, pero para murmurar, para hablar ahí si son,
todo murmuran: como come, como anda, como se va a tomar, pero ellos como siguen
religión evangélica deberían dejar de hablar, mi tía es evangélica y es buenaza para
hablar, buenaza para murmurar (E: C.G., 2010).
La Iglesia Evangélica está creciendo por la familia del mismo pastor, pero ahora ya
está dividida esa iglesia, el mismo hermano del pastor creó una iglesia en
Alvaropamba, el suegro de la hermana está organizando otra iglesia más abajo (…)
con esto del diezmo y recursos que dan los organismos internacionales hay más
iglesias, solo ellos manejan y no dejan manejar a los demás (E: L. C., 2010).
Cocotog es una comuna donde la religión en sus dos formas presentes: evangélica y
católica, todavía se mantienen activa y esto se puede observar en las ceremonias que
cada una realiza. Así también, la religión, en especial la evangélica, está impulsando la
106
reconstrucción de la identidad indígena a través del rescate de su lengua materna:
kichwa, además se muestra como una religión de prácticas más activas (reuniones
diarias, grupos de oración que visitan cada hogar, etc.) y programas de ayuda social;
mientras que la iglesia católica se apoya en la conservación de fiestas de santos y cuyo
origen está relacionado con la adquisición de los mismos: San José, San Miguel y Jesús
del Gran Poder.
Con todo esto, comprendemos la influencia que la religión tiene en la
“sustentación de ideologías y en la definición de la identidad” (Bastos y Cumes,
2007:241-2), además, que su presencia en las comunas quiteñas, sea cual sea su
denominación, está relacionada con el poder, el contenido de la cultura y la
construcción de la identidad.
Elementos culturales de Cocotog: las fiestas barriales y las fiestas comunales.
Bonfill Batalla señala que los elementos culturales “son todos los componentes
de una cultura que resulta necesario poner en juego para realizar todas y cada una de las
acciones sociales: mantener la vida cotidiana, satisfacer necesidades, definir y solventar
problemas, formular y tratar de cumplir aspiraciones” (1988:21). En este sentido, a lo
largo de éste y los capítulos anteriores, se ha mostrado algunos elementos culturales de
Cocotog relacionados con su organización, su economía, sus conocimientos (trasmitidos
e incorporados), también simbólicos y emotivos, que han sido desarrollados por los
habitantes de la comuna de Cocotog no de forma separada, sino articulada (Bonfil
Batalla, 1988: 22) y a su vez con sus diferentes problemas que nos demuestran que las
comunidades andinas no son totalmente armónicas como se les ha presentado, así
también con sus dinamismo producido de manera interna y por sus interacciones con la
ciudad de Quito y otras sociedades.
En esta parte, el análisis se dirige hacia los elementos culturales simbólicos de la
comuna, que constituyen una mezcla de rasgos que han permitido la reproducción,
mantenimiento y transmisión de esta cultura. Es así, que para explicar estos elementos
culturales se considera como idea central las fiestas barriales y comunales de Cocotog.
Algunos elementos culturales de la comuna han sido trasmitidos a través de la
memoria de los adultos mayores, esto ha sido útil para que esta población mantenga
107
algunas tradiciones, pero también ha producido que otras vayan quedando en el olvido
y no han logrado llegar a las generaciones más jóvenes o han sido trasformadas por
ellos (Gómez y García, 2007:340) a través de la incorporación de elementos propios, de
la ciudad, y de símbolos y contenidos católicos (Irarrázaval, 2007:164).
Entre los elementos culturales que recorren entre las voces de los comuneros y
comuneras de acuerdo a sus edades, se encuentran historias, leyendas, canciones,
tradiciones, entre otros; por ejemplo, entre las historias y leyendas, algunos relacionados
con temas de moral, tenemos las siguientes:
Yo con chukyu tanda he soñado, choclo tanda, humita sin avanzar comer he soñado,
eso es ka lisiado, que va a lisiar es soñar con humita, soñando comiendo humitas eso
es ka pa lisiar (E: M.S., 2010).
Abajo hay una piedra de que por sí ha salido, una piedra grande, del cerro traído, es
así como ojos y boca, así es, así hay. Esta piedra así se lleve a botar a donde sea, a
una quebrada le iban a botar con la maquinaria en una volqueta, pero regresa y vuelve
aparecer en el mismo lugar. Incharumi se llama esa piedra, ahí saben tener con flores
con agua, los sabios dicen que saben curar ahí (E: C.G., 2010)
De donde sale el arco iris decían: no señalarás con el dedo se te va a podrir, y eso era
porque la energía de la tierra se transforma en cualquier cosa, mi abuelita la había
visto que era una chancha bien rubia con doce chanchas que se metía al agua, al pogyo
y salía como el arco iris, y una vez yo me fui a Tacpi y ahí vi como sale haciendo un
ruido como que chillla mmm, así hace y se ve como vidrios que sale y sale el arco iris
(...) la piedra de Incharumi la trajeron de Tantaleo, que trajeron para fregarse, para
bañarse y de pronto empezó a crecer y ahí no podían llegar las mujeres, no podían ir
las mujeres embarazadas por que los niños salían con defectos físicos, por ejemplo:
había una mujer que iba todos los días a sentarse ahí y el niño salió con cabeza de
elefante (E: J. T., 2010).
Yo si le tengo miedo a la Suca, mi vecino dice que le ha visto y que anda por estos
lugares ahora (…) La Suca es una mujer que se le asoma a los hombres borrachos y
dicen que también se asoma nomás cuando están pasando los carros justo en esa vuelta
del camino que es para ir a Zámbiza, siempre hay accidentes ahí (…) la Suca dicen
que es una mujer rubia, alta, blanca y cuando se asoma los hombres le ven la cara y
que de una se hace una calavera (E: F. L., 2010)
Tenemos también las prácticas endogámicas que todavía se mantienen salvo algunas
excepciones y eso ha conducido a que toda la comunidad se conozca y se identifique
por sus apellidos, así lo señala un comunero:
Las familias se fueron extendiendo a la final con el árbol genealógico, pues se van
casando entre primos y por una parte es hasta saludable…porque bueno a pesar que si
han venido de la costa, de Colombia, pero nos restringe a nosotros, ya quedamos poco
suspenso porque no hay una neta confianza y hay recelo, si hay recelo puchas quien
será hasta no enojar puede ser, quien sabe que en una fiesta, menos pensado puede
sacar las uñas, pero entre nosotros ya nos conocemos como es: sabe hablar, sabe
108
insultar y después esta abrazado, comiendo, tomando, ya nos conocemos el medio (E:
P.G., 2010).
Aquí nos conocemos entre todos, los apellidos son muy comunes como Guachamines,
Simbañas, Gualatos, Álvaros, Cóndores, Aceros. Aquí ya sabemos quién es estudiado
y quién no, quién es evangélico y quien no (E: C. N., 2010).
Las fiestas de Cocotog
La fiesta es una instancia de reforzar los lazos de parentesco tanto reales
(consanguinidad y afinidad) como rituales (compadrazgo) así como las relaciones
comunales e intercomunales (Botero, 1991:28).
En el caso de Cocotog se identifican tres clases de fiestas: unas relacionadas
estrictamente con los lazos de parentesco reales y rituales que constituyen los
relacionados con la Iglesia Católica como son matrimonios, bautizos, misas de santos,
entre otros, pero a nivel familiar; así también existen fiestas relacionadas con el
parentesco ritual y que son desarrolladas por los barrios San Miguel y Jesús del Gran
Poder donde se selecciona un grupo de priostes para cada año; y por último tenemos las
fiestas de relaciones comunales que son las celebraciones por la fundación de la comuna
y las de San José. Bien, esta clasificación es más con un sentido metodológico, esto no
implica que estas fiestas se encuentren aisladas entre sí.
Con respecto a las fiestas comunales son llevadas a cabo el 19 de marzo como
festejo de San José patrono de la comuna, y las Fiestas de Fundación que duran un mes
cuya fecha principal es el 15 de junio. En cambio las fiestas barriales se las realiza en
honor a sus santos patronos: San Miguel el 29 de Septiembre y Jesús del Gran Poder la
segunda semana de febrero.
Estas fiestas constituyen una de las expresiones más importantes de Cocotog, y
poseen una cosmovisión y simbología propias, además tienen un fuerte sentido de
cohesión comunal donde se pone el mayor empeño para que sean exitosas. Además
constituyen un elemento que permite que sus habitantes vayan restituyendo su memoria,
reforzando su sentido de pertenencia a la comuna y los lazos de solidaridad y
reciprocidad.
En el caso de las fiestas religiosas, los santos tienen su jerarquía al interior de la
comuna, especialmente para los más ancianos, quienes prefieren a San Miguel Arcángel
que a San José, ya que el primero tiene sus festejos desde que ellos eran niños y tenían
que ir hasta Zámbiza para las fiestas o para llevarle al santo en procesión,
109
específicamente cuando era tiempo de sequía, ya que San Miguel es considerado para
ellos un santo de la agricultura, aquí presento dos relatos sobre estas procesiones :
Cuando no llovía, con mi sobrino dijimos vamos a traer San Miguelito, siempre
íbamos llevar, pero primera vez la manito que tiene alzado, cuando saliendo la
bandera que tiene manito sacando, trancando se cayó, entonces padre hablando salió: -
¡para que llevan vamos via doña, vamos para que via acaso es Dios, es tronco de
guabas! -, dos veces diciendo, pero ques pues no siendo Dios a de ver hecho, igual yo
llorando me dice una señora: no llore, compadre en Toctiucu sabe componer rápido,
entonces yo decía diosito es grande ojala me ayude -¡de dónde vais a pagar no tenés
nada, no es Dios es tronco de guaba!- yo ka pensaba ha de ser Dios, pero si ha sido
Dios mismo, no ha sido ni tronco nada, así diciendo me hizo topar, y así haciéndose
mierda se quedó el cura, de ahí entre cuatro hombres cargando, cuatro mujeres, dos
adelante dos atrás, viniendo cuando una de las mujeres grita -¡aaiiiihhhhhhhhh, aaiihh
comadrita haga favor señor reverendo, taita cura ya se murió abajito del socavón
caballo se fue para adentro!- así estaban gritando -¡ay diosito lindo!-, así murió por
andar diciendo tronco nomás es, ¡ele porque no va a morir! caballo adentro cayendo,
por eso digo Dios es grande, taita padre era padre Galvas Richo, ahí abajo en panteón
está enterrado, pero Dios mismo ha de ver hecho nacer más que sea del tronco. Ahí
veníamos llorando, llorando, diciendo así Diosito grande quizá que me ayude porque
tenemos guaguas y ya no hay ni que comer, ya son más de cuatro años que no hay que
coger ni maicito, de ahí fuimos por Llano Grande, de ahí Dios bastante ayudó coger
plata tan, granos tan, bastante usted ka ni ha de creer. Así hacíamos mesa mantana
para San Miguelito, a veces me hace soñar que San Miguelito me dice no vas a morir
(E: R.A., 2010).
En las procesiones de San Miguel también cantábamos, porque él es nuestro defensor,
nuestro primer defensor, donde quiera él está a favor de nosotros, con Jesucristo,
nosotros íbamos cantando así:
Sumak Shamuiri
ñushpa Diospak
Alli wakichinki
Wakcha runata
Dios wiñachishkanki
Ankilkunata
Wiñachirkanki
Kan kausachun (E: S.A., 2010)
Las fiestas de San José son actuales, y aparecieron cuando se adquirió la imagen para la
iglesia, estas celebraciones son desarrolladas por los priostes que pueden ser un barrio o
alguna organización de la comuna. En años pasados, las fiestas de fundación de la
comuna estaban unidas a las de San José, pero por pedido del sacerdote de Zámbiza se
diferenció entre la “fiesta política y la fiesta religiosa” situación que hasta ahora molesta
a algunos comuneros y comuneras.
110
Foto 6. Fiestas de San José 2010. Procesión por las calles de la comuna.
Lo que diferencia a las fiestas de fundación de la comuna es el tiempo de duración, ya
que la participación de la banda, quema de chamiza, vacas locas, entre otros, se presenta
en todas las demás celebraciones barriales y comunales. En estas fiestas se organizan
festivales artísticos, deportivos y gastronómicos; elección de la reina, desfile de
confraternidad y de antorchas; carreras de coches de madera y concursos de danza,
pintura y bandas de pueblo, etc.; muchas de estas actividades fueron incorporadas en los
últimos años, en especial cuando se dio lugar al encuentro interparroquial de cultura en
1998 que dio origen al Centro Cultural Ñukanchik Kawsay de Cocotog. Estas son las
fiestas donde se unen todos los barrios sin diferencia de sus creencias religiosas y
participan con algún programa o carro alegórico.
Estas fiestas, a su vez, presentan algunas características comunes como lo
mencione anteriormente, y entre estas se encuentran:
Los Danzantes de Monedas, este es un elemento esencial en las celebraciones,
así como un elemento identitario para los habitantes de Cocotog, desde los jóvenes
hasta los más ancianos reconocen que esta danza es única en el Ecuador y que no está
relacionada a las celebraciones kichwas, ni a las yumbadas de algunos sectores que
fueron incorporados a la urbe quiteña. De acuerdo a algunos testimonios de ancianos y
111
ancianas de la comuna, siempre existieron los danzantes quienes tienen la denominación
de monedas porque sus trajes están elaborados con este material, en sus tiempos de
infancia jugar a los danzantes colgándose las monedas era algo muy común, además
señalan que su origen está relacionado con las fiestas de San Miguel en Zámbiza y las
procesiones que se hacían en su honor puesto que en éstas se recogía dinero que luego
era entregado en la iglesia, con respecto a los personajes que integran el grupo Víctor
Guachamín señala:
Las monedas son el adorno para el agradecimiento a San Miguel y la fertilidad de la
tierra (…) el que lleva el pingullo y el tambor es el maestro pingullero, el que grita es
el campio, las mujeres que están adorando y los danzantes. Esta costumbre viene
desde hace fuuu, y esto es lo que se mantiene y es heredado de los abuelos, de los
antepasados, de ahí maestro pingullero, así también, solo al oído nomás aprendí a
entonar, no fui a aprender a ningún lado (E: V. GH., 2010).
A estos danzantes les acompañan disfrazados: payasos, monos y morenos, intercalando
sus papeles, mientras ejecutan su ritual los danzantes de monedas los disfrazados
descansan, y mientras la banda toca, los disfrazados bailan.
Foto 7. Danzantes de Monedas. Realización de su ritual en las fiestas de San Miguel 2009
112
En estas celebraciones la alimentación también constituye un aspecto importante, ya
que es parte de sus identidades. Durante estas fiestas se distingue la diferencia entre los
alimentos denominados por los comuneros y comuneras como “comidas típicas
especiales” y las “comidas típicas cotidianas” que comparten la característica de ser
“naturales”, y esto implica que no son procesadas, que tienen un mejor sabor y son más
nutritivas (Borrega, 2007:360), entendiendo que para los habitantes de Cocotog la
simbología de nutrición lo han aprendido de manera oral y por ello consumen los
siguientes alimentos: cuy asado; mishqui (dulce de penco), la apiwa o champus que es
una bebida hecha de harina de maíz con raspadura y que se sirve en fiestas comunales y
matrimonios con tortillas de maíz hecho en tiesto; la chica de jora, hornado y fritada;
mote y granos como arveja y habas cocinadas; uchucuta que es hecho con harina y
granos; catzos y colada de churos; sopa de paico y de cuy con pan; chuchuka o sopa
hecho con maíz maduro molino y el uchucaldo que es una sopa de mote con bastante col
y el corazón de la vaca hecho pedazos pequeños.
Por su cercanía a la ciudad de Quito y la movilidad económica de sus habitantes,
el modelo de consumo originario ha cambiado, es así que el aumento del comercio de
productos alimenticios procedentes de la ciudad ha influenciado mucho en estos
cambios, aún así, todavía se distingue los alimentos que son consumidos en ocasiones
cotidianas y los de ocasiones especiales siendo esto parte de sus autodefiniciones
(Mintz, 1985:3).
El uso de la vestimenta tradicional por parte de la mujeres en las fiestas de la
comuna también es importante, solo en estas fechas se puede ver a algunas mujeres de
toda edad utilizarlas, ya que solo las abuelitas son las que las usan de manera diaria.
Entre los elementos que conforman estos vestidos tenemos: tucuyo que lo usan en la
cabeza; la cutuma que era una especie de camisa de algodón; la facha que cubre el
cuerpo de cuello a talones; la sargabayta que es una prenda para cobijarse, y el anaco
sostenido con fajas denominadas guaguachumbi y la mamachumbi (Centro Cultural
Ñukanchik Kawsay y Colectivo Comuna Hormiga, 2010:28).
113
Foto 8. Fiestas de fundación de la comuna 2010. Las mujeres usan su indumentaria
tradicional en estos festejos.
Otro elemento común es la mesa mantana, que consiste en tender un mantel largo sobre
dos chaguarqueros (troncos del penco) y sobre este se coloca mote y otros granos
cocidos, a su alrededor se ubican los más ancianos de la comuna y en el centro el
personaje de mayor jerarquía, es decir, aquel que posee mayor capital simbólico y
durante su vida ha sido escogido en varias ocasiones como compadre y prioste, y por
consiguiente, es el más respetado. Después de que éste da la bendición en gratitud a la
Dios y a la tierra por los alimentos otorgados, los demás ancianos al igual que todos los
presentes son invitados a comer el alimento como símbolo de la solidaridad, así
hombres y mujeres recogen el mote en fundas, en sus manos o ponchos:
En misa mantay un mantel largo se ponía, en misa mantay toda clase de granos
cocinado: trigo, habas, arveja, mote, todo mezclaba todito, mesa sabían decir, ese
mantel en el suelo todo se ponía, ahí se principiaba a comer, primero orando. En
matrimonio también se hacía, cuando oraban el maestro de la cabecera que eran los
más mayores ellos oraban y cavando de orar empezaban a comer, los mayores
iniciaban así como yo, ahí a los de la cabeza se les ponía algo más para que coman, de
ahí de por aquí de por allá se cogía para comer, de ahí se cogía que ni la mano
alcanzaba (E: R.A., 2010).
114
Foto 9. Mesa Mantana realizado en las fiestas de San José 2010.
Con respecto a la banda Jesús del Gran Poder, ésta se ha convertido en un elemento
indispensable para el desarrollo de las fiestas y en la construcción de las identidades de
Cocotog, siendo una de las organizaciones que representa a la comuna en programas de
la ciudad y de otras parroquias, actualmente la mayoría de sus miembros son jóvenes
quienes reciben capacitación con un profesor que les proporciona el Municipio de
Quito; durante el desarrollo de las fiestas la banda descansa mientras suena el CD
móvil, en años anteriores la banda tenía que tocar por varias horas. En muchas
ocasiones el Municipio como una forma de pago por el profesor que les otorgaba, les
hacía tocar en alguna esquina de la comuna una vez por semana. Sobre su conformación
se señala lo siguiente:
Éramos cuatro los que fundamos la banda en 1963, éramos guambritos, el que más
menos tenía, por ejemplo, el más viejo que decíamos era el Guamán, él tenía 25 años,
yo tenía 22, y el Félix Lincango que es ahora evangelista tenía 22 años y el
Pachubando tenía 24 años. Nosotros teníamos un equipo que se llamaba Santiago
hambre, y nosotros siempre perdíamos o ganábamos y solo chupe y chupe, entonces
dijimos, no pues si ni siquiera sacábamos nada ni un vicecampeonato nada, entonces
digamos, guambras en ese entonces, dice vea amigos formemos una orquesta y entre
los cuatro, primerito pensó el Félix Lincango, luego el José Miguel Guamán, yo
también quien habla y el difunto, en paz descanse, Francisco Cóndor se llamaba.
Bueno, ahora qué más podemos hacer orquesta, porque dicen que orquesta es buena
porque solo banda de Zámbiza, rogando, entonces ahora les cagamos a ellos. Después
de unos 15 días dice: vamos a ver a Quito cuánto cuesta, y un día sábado nos vamos a
115
Vivanco que hasta ahora existe, era en Santo Domingo, y llegamos allá, entre los
cuatro embolsillados unos 20 sucres y 30 sucres, cuanto nos dijo eso que se necesita
para la orquesta 20 000 sucres, de dónde vamos a sacar tanto, entonces regresamos y
conversando, tomando, jóvenes entonces, ahí dijimos vamos haciendo una banda
porque la banda de Zámbiza es muy rogado (E: V.G., 2009).
Foto 10. Banda Jesús del Gran Poder de Cocotog. Actuales miembros presentándose
en las fiestas de San Miguel, 2009.
Por último, tenemos que en la comuna de Cocotog sus fiestas están circunscritas a
acontecimientos que abarcan a una persona o a su grupo cercano, donde predominan
lazos de parentesco y vecindad; así también, existen fiestas fundamentales que exigen la
participación de toda la colectividad y son realizadas en fechas establecidas, donde
conmemoran sucesos que ocurrieron en el pasado o fechas religiosas, constituyéndose,
para los comuneros y comuneras, en elementos que deben ser mantenidos vivos, y esto
lo hacen a través de la memoria.
A su vez, las características que aparecen en dichas fiestas muestran que
Cocotog continúa siendo una comuna donde su espiritualidad está expresada a través de
sus celebraciones, devoción a los espíritus de sus parientes, en sus sueños39
y
39
Los sueños en la religión mágica de los indígenas es incuestionable, los indígenas dan mucha
importancia a sus sueños ya que anuncian el futuro y permiten establecer contacto con los dioses y
trasmitir mensajes de los muertos (Andrade, 2004:231).
116
significados, y que, de manera reconstruida, van permaneciendo entre los adultos como
entre los jóvenes, fortaleciendo así valores y principios culturales (Andrade, 2004:86)
que terminan constituyéndose en elementos de resistencia al avance de la ciudad, sin
que esto implique que las influencias urbanas sean desechadas, al contrario, han sido
incorporadas.
Construyendo Identidad (es) en Cocotog
La comuna de Cocotog debe ser tratada, más allá de una identidad definida,
como identidades que se van construyendo, donde el proceso de crecimiento urbano, la
urbanización interna y el incremento de sus movilidades ha formado parte de los
factores que influyen en estas construcciones. Al tratar este problema, encontramos que
la identidad no constituye una unidad, es así que ubico tres grupos identitarios: Kitu,
Kitu Kara y los que se identifican como de Cocotog bien sea como indígenas,
comuneros/comuneras o “simplemente de Cocotog”, contenidos que desarrollo a
continuación con el fin de otorgar una respuesta a la pregunta: ¿Cuáles son las
particularidades que hace concebirse a los habitantes de Cocotog con identidades
diferentes de quienes residen en la ciudad y de aquellos con los que viven y conviven al
interior de la comuna?
Entre Kitu y Kitu Kara: la identidad como estrategia política
El pueblo indígena Kitu Kara es una organización que se considera a sí mismo
como pueblo indígena originario del Distrito Metropolitano de Quito (Gómez,
2008:107). Las primeras reuniones de ésta organización se realizaron en los años 2001 y
2002 (Gómez, 2009:70) con representantes de algunas parroquias consideradas
ancestrales y algunas comunas periurbanas, quienes consiguieron que el CODENPE
(Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador) los reconozca
como parte de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador el 7 de agosto del 2003.
Ricardo Gómez hace un estudio sobre esta organización, tratando el tema desde
la categoría de indígenas urbanos, así nos muestra el proceso de conformación, los
elementos que presentan para justificar su identidad étnica, y los fines que persigue este
grupo, pero no considera a profundidad la pluralidad de identidades que se presentan en
117
las comunas y parroquias ancestrales de Quito y a quienes dicen representar. A pesar
que su estudio fue presentado en el 2009, la situación ha cambiado y los mismos
miembros Kitu Kara ya no se reconocen como pueblo, sino como nación40
, sobre este
proceso se menciona lo siguiente:
Desde el 2000 hasta adelante trabajamos sin ser jurídicos, a pesar que como un pueblo
originario no necesitamos ser jurídicos, pero para poder recibir ayudas u obras
entonces hubo que hacer esa legalización (…) la compañera Esther Collaguazo de
aquí de Cocotog fue la primera presidenta del pueblo kitu kara de manera legal y eso
fue el 7 de agosto del 2003 (…) el pensamiento del pueblo kitu kara es estar dentro de
todas la comunidades que se autoidentifiquen como pueblos indígenas, el segundo
esfuerzo es recuperar la lengua materna que es el kichwa, otro aspecto es trabajar en el
aspecto de identidad y de cultura (…) Desde el año 2009 ya no se llama pueblo kitu
kara sino se cambia a nación originario Kitu Kara, y ahora ya no se llama presidente
ahora se llama gobernador y ahora se viene trabajando desde el nuevo concepto del
nombre, y así se han adherido algunas comunidades: Cocotog como siempre, Llano
Grande, la comuna de Lumbisí, la comuna de Mango Guantag, como parroquia esta
Tumbaco, la comuna de Tola Chica, barrio Carcelén Bajo de la Mitad del Mundo,
Amaguaña, Cutuglahua y una pequeña parte del sector de la Merced (E: J.GL., 2010).
La organización Kitu Kara es un organismo político, que en el caso de Cocotog sus
pobladores muy pocos se sienten representados por ellos, a pesar que la organización
tuvo mayor fuerza por el trabajo de quienes procedían de esta comuna. Los comuneros y
comuneras no aceptan ser parte de este grupo porque las personas que participaron en la
conformación del pueblo kitu kara no eran miembros del cabildo comunal.
Otro grupo que ha aparecido en la comuna son los Kitus, grupo que se define
como la Gran Nación Originaria Kitu cuyos representantes fueron parte del pueblo kitu
kara, y en versiones compartidas por ambos organismos la división fue por causas
políticas y económicas, sobre el origen de esta organización tenemos el siguiente relato:
Los Kitu empezamos cuando nos unimos con la comuna de San Francisco de Oyacoto,
y más desde que entramos en problemas con esta zona, que lo hizo este sinvergüenza
del Paco Moncayo que hipotecó esto para que le den los 800 millones de dólares para
el aeropuerto, entonces nosotros hemos puestos los causales, entonces hablamos con el
Paco Moncayo y el consejo en pleno, les mande al sebo porque no tenían que hacer
eso, porque nos querían botar, tenemos informes que decían que la mitad nos van a
mandar a Sigchos y a la otra mitad a las lomas de Malchinguí., así apareció la Gran
Nación Kitu y lo que nosotros estamos haciendo es la reconstrucción de la Gran
40
La CONAIE define como pueblo indígena a las “colectividades originarias, conformadas por
comunidades o centros con identidades culturales que les distinguen de otros sectores de la sociedad
ecuatoriana, regidos por sistemas propios de organización social, económica, política y legal”; mientras
que una nacionalidad es definida como “Pueblo o conjunto de pueblos milenarios, anteriores y
constitutivos de Estado ecuatoriano, que se autodefinen como tales, identidad histórica común, idioma,
cultura, que viven en un territorio determinado, mediante sus instituciones y formas tradicionales de
organización social, económica, jurídica, política y ejercicio de autoridad propia (CONAIE, 2001:7, en
Bazurco, 2006:169).
118
Nación Kitu, entonces estamos invitando a las organizaciones, a los dirigentes,
acercándonos a las comunas para que sepan que no somos cualquier etnia, igual nos
han pisoteado, han hecho lo que ellos han querido, por eso le dije al Paco Moncayo
que él se equivocó de personas, porque tal vez a los del frente (aeropuerto) fueron
tontitos pero acá se equivocó le dije como va a querer hacer esas barbaridades que en
pleno siglo XXI, quiera aplicar el sistema de los Incas, el sistema de los mitimaes (E:
J. T., 2010).
A pesar de los problemas entre los dos grupos, tienen algunas características en común,
por ejemplo: las dos organizaciones persiguen fines políticos y fondos económicos para
llevar a cabo sus proyectos, y ambas sostienen su existencia en un grupo ya
desaparecido que son los Kitus, quienes fueron conquistados por los Karas de acuerdo a
lo que señala el Padre Juan de Velasco. Con respecto a este dato, Alfredo Costales
señala que los descendientes actuales de los Kitus son los Chachis que se ubican en la
Provincia de Esmeraldas y que en la época de los Kitus hablaban el idioma shillapanu;
con respecto a los Karas indica que los descendientes actuales son las Tsáchilas que se
ubican en la Provincia de Santo Domingo y que hablan el tsafiqui (Costales, 2002:84) y
que fueron pueblos que en el proceso de mezcla, tanto con Incas como españoles,
desapareciendo hasta dejar como única huella de su presencia en la zona de Quito varios
toponímicos y antropónimos.
Sin embargo, las organizaciones Kitu y Kitu Kara señalan que ellos son los
descendientes directos de los grupos que habitaron toda la zona de Quito durante la
historia aborigen, y hacen uso de la historia del padre Juan de Velasco para sustentar su
pasado. Así tenemos un fragmento de una versión histórica proporcionada por un
representante del grupo Kitu:
En la historia del Padre de Juan de Velasco, en la parte dos, ahí especifica que el
centro de gobierno de la gran nación kitu era Zámbiza por eso ahí vivía el mantaya o
rey que llamaríamos hoy, por eso es que aquí hay lugares sagrados (…) los incas
cuando vinieron a la conquista, acá no llegaron solo se quedaron en San Isidro, no
pudieron entrar porque los kitus eran cazadores de cabezas por eso Zámbiza viene de
tzantza como los españoles no pudieron pronunciar le dijeron Zámbiza, es así que los
primeros en entrar acá fueron los españoles y fueron mandados a traer por el mantaya
Zuquillo y él los manda atraer porque los Kitus, la nobleza Kitu no estuvieron de
acuerdo con el matrimonio de Huayna Capac con la princesa Paccha(…) Nosotros no
somos mitimaes porque nosotros no tenemos la piel cobriza porque los que tiene piel
cobriza son venidos de Bolivia y del Perú, pero como los incas no ingresaron no
podemos ser mitimaes. Con respeto al idioma, nosotros no deberíamos hablar el
kichwa, porque el idioma de los kitus era el shillipano o chachipano que se asemeja a
esta lengua que hablan los chachis, pero como los conquistadores entraron con la cruz
y la biblia, y a fuete nos enseñaron el kichwa del norte y el kichwa del sur.
119
Con este sustento histórico, tanto los Kitus como los Kitu Karas señalan que son
pueblos que nunca desaparecieron, sino que por su cercanía a la ciudad de Quito fueron
adaptando características de la misma, esencialmente, la vestimenta y el idioma que les
identificaría como indígenas, por eso ahora reaparecen para ser reconocidos y como
herramienta para enfrentar la discriminación y la violación a sus derechos por parte del
municipio de Quito, como lo señala la Organización Kitu.
Por el hecho de ya no parecer indígenas, organizaciones como la CONAIE y
ECUARUNARI no los han reconocido en su totalidad como tal, ya que su concepción
de indígena todavía está relacionado con la idea de ruralidad, idioma o vestimenta, y no
han tomado en cuenta la existencia de indígenas urbanos originarios:
Nuestras organizaciones madres que decimos, no nos han querido reconocer como
nación kitu kara porque ya no vestimos con anaco, ni hablamos el kichwa ya no
usamos alpargatas, entonces nosotros hemos indicado cual es nuestra identidad, y por
eso hemos estado trabajando en al rescate de nuestra lengua materna, así nos
definiríamos porque definirnos por vestimenta es muy difícil, pero sí con la lengua
materna (…) el rechazo ha sido más por la ECUARUNARI porque el actual
presidente es muy indigenista, pero nosotros hemos dicho que nación kitu kara en su
mayoría ya no está con su vestimenta, con su lengua, y la mayoría se ha mezclado y
ahorita la definición kitu kara esta en nuestro corazón, en nuestra mente mas no en la
vestimenta (…) Todavía estamos viendo eso sobre asuntos de identidad, no queremos
decir estos son y estos no son, sino que toca trabajar bastante para definir y decir estos
somos y que no haya divisiones como indígenas evangélicos o católicos, de Oyacoto y
de Cocotog, sino ser una nación como tal, entonces la nación Kitu Kara estamos
trabajando para que esta idea se cristalice (E: J.GL., 2010).
Estas organizaciones están reconstruyendo identidades que les diferencie del resto de
habitantes de la ciudad, y por ello impulsan el rescate de la lengua, la educación no
formal y su historia, pero este proceso de etnogénesis del pueblo Kitu y Kitu Kara como
lo explica Ricardo Gómez, constituye una “estrategia de cohesión para enfrentar el
avance de la ciudad sobre sus comunas” y para que los indígenas urbanos de Quito se
“mantengan visibles ante un gobierno que aún no encuentra cómo incluirlos de manera
satisfactoria en los destinos de la ciudad” (Gómez, 2009:47), pero esta estrategia no
está totalmente acorde a los intereses de las bases, en el caso de Cocotog, la paralización
de la construcción del alcantarillado por parte de la organización Kitu, ha impulsado un
rechazo mayor a la autoidentificación como Kitu o Kitu Kara, y otros grupos ligados al
cabildo de la comuna han impulsado de manera independiente el respeto a la tierra, a
sus territorios ancestrales y a sus derechos colectivos, y se encuentran en la
120
recuperación de su historia como comunidad indígena, cuyo primer libro ya fue
publicado (2010).
Con todo esto, comprendemos que la construcción de los discursos de
recuperación de la identidad y orgullo de ser pueblos descendientes de los kitus y de los
karas, está realizándose de acuerdo a los intereses de quienes los están impulsando, ya
que lo indígena que fue estigmatizado en años anteriores, ahora cuentan con un capital
simbólico que le ubica en una posición de relativa ventaja en comparación con otros
grupos subalternos (Bazurco, 2006:152). Pero ese error, ha llevado a la división de la
Organización y a que las bases no conozcan la existencia de estos grupos o no se sienten
para nada identificados, a esto contribuye sus lineamientos de impulsar una historia
común de las comunas periurbanas y parroquias ancestrales de Quito, y la búsqueda de
una identidad homogénea que son “categorías históricas occidentales y modernas”
(Muratorio, 2000:240) y que no están acorde a las realidades de estas poblaciones
andinas.
De invasores a comuneros
El crecimiento de la ciudad de Quito, en las últimas décadas, condujo a la
transformación acelerada de zonas rurales en urbanas, es así que los asentamientos
indígenas reconocidos como comunas o simplemente como comunidades rurales fueron
rodeados por barrios que se iban conformando con migrantes provenientes de varias
provincias.
De este proceso no se ha escapado Cocotog, es así como apareció el barrio
Yurac Alpaloma al interior de esta comuna cuyo origen condujo a un conflicto judicial
entre el cabildo y la señora María Álvaro, puesto que esta comunera vendió 35 hectáreas
de terreno, tierras que de acuerdo al cabildo eran de derecho común41
. Este conflicto
duró desde 1995 hasta 1997, y la resolución fue a favor de María Álvaro, quien poseía
escrituras particulares de esas tierras desde 1963. Es así, que estos terrenos fueron
lotizados y vendidos a la gente “invasora”, produciendo algunas controversias entre los
41
En el acta de transacción y división de 1903, Bartolomé Pulupa, Ramona Pilapaña y Victoria Junia,
señalaron que estas tierras eran de uso común para los hijos de Felipe Cóndor y Andrea Junia, y su uso
estaba destinado al pastoreo de animales, por consiguiente, el cabildo señaló, que estas personas formaron
parte de la comuna en 1948, y por tal razón, estos terrenos fueron utilizados para el pastoreo de toda la
comuna. (A.N.C. - M.A.G.: copia del Archivo Nacional – Quito: Acta de transacción y División
celebrada entre Bartolomé Pulipa, Ramona Pilapaña y Victoria Junia, el 30 de mayo de 1903. Tomo de
Menor Cuantía, 1906, pág. 660-666. Volumen Notaría Segunda).
121
comuneros, quienes estaban a favor de aceptar a estos nuevos habitantes y quienes
objetaban que sean tomados en cuenta en las actividades de la comuna, de esta manera,
los comuneros y comuneras terminaron aceptando y su reglamento interno fue
reformado de acuerdo a las nuevas realidades de la comuna, es así que sustituyeron las
palabras “indígenas nativos” por “organización campesina formada por agricultores”,
además, los requisitos para ser comunero pasaron de “ser indígenas” a “ser nacidos en la
comuna y todos los extraños que radiquen dentro de la comuna” (ACC-Q: Reglamentos
Internos, 1948 y 1995):
Parece que no hay unión, pero cuando hay algún problema, ahí si nos unimos todos,
cuando llegaron los invasores, sí, así los llamamos a los de Yurac Alpaloma, cuando
recién llegaron todos nos unimos, fuimos con palos a sacarlos, pero después
regresaron, porque a la final no habían sido invasores, sino que les habían vendido
esos terrenos, entonces terminamos aceptándolos. Ahora en las asambleas dicen que
ellos son más colaboradores y que asisten más a las mingas que los propios comuneros
(E: J.P., 2010).
Este barrio está constituido por afroecuatorianos, indígenas provenientes del
Chimborazo y Bolívar, y pobladores de las regiones costa y sierra. Ocupan estas tierras
con escrituras generales y se encuentran en trámite para las escrituras particulares.
Sobre el origen de este barrio se mencionó lo siguiente:
En 1999 ingresó a formar este barrio, desde ahí se hizo un primer asentamiento, de
hecho tuvimos un poco de problemas con los vecinos (comuneros) que no querían
dejarnos posesionar, pero los problemas ya se acabaron (…) Ahora, el barrio está
legalmente organizado: tenemos estatutos y reglamentos como un barrio cualquiera.
Al inicio empezamos unos 20 fundadores, después fuimos sumando poco a poco y
ahorita el barrio tiene 259 socios (…) la extensión del barrio es 8 hectáreas y no nos
salimos, ni nos extendemos más, entonces ahí fuimos adquiriendo 200 metros o 400
metros cuadrados y otros tiene 1200, todo depende de las posibilidades de comprar
(…) Al inicio tuvimos problemas no querían acoger porque decían que somos de otro
lugar y lo que hubo fue una mala interpretación de la comuna, pero después ya fueron
conociendo. Yo les he invitado, han venido, entonces que desde que soy presidente he
respaldado al cabildo en las elecciones y ahora nosotros ya somos como cualquier
comunero y el barrio acoge las actividades de la comuna y en años anteriores nosotros
hemos sido los que hemos puesto al cabildo…ya no hay roces ya no hay problemas
(E: A. C., 2010).
Con la aceptación de los comuneros y comuneras, los habitantes de este barrio tuvieron
que adecuarse a las prácticas y creencias de Cocotog, y de esta manera no ser aislados,
es así que participan en mingas, en elecciones de reinas, desfiles de fundación de la
comuna, en las fiestas y últimamente en las Asambleas y en las elecciones del cabildo,
la única organización que todavía no les ha aceptado es la Liga Deportiva,
122
argumentando que deben reformar sus estatutos, razón por la cual han tenido que
trasladarse a la Liga de Llano Chico.
Los mismo comuneros han aceptado que los habitantes de Yurac Alpaloma
colaboran más con la comuna que ellos mismo. En este proceso, llama la atención la
construcción de identidades en estos habitantes, quienes han señalado que ellos también
son comuneros, esta autodeterminación les ha permitido asegurarse beneficios políticos,
económicos y sociales al interior de la comuna, además, los mismos habitantes de
Cocotog ya los ven como comuneros y comuneras:
Nosotros ya somos comuneros, en cualquier lugar del país cuando ya está dos años es
como ser nativos, entonces nosotros somos ya parte de la comuna y por eso nosotros
participamos en todos los eventos y quien sabe que en las próximas elecciones ya
participemos con candidatos. Nosotros tenemos los mismos derechos que los
comuneros, nosotros participamos en todo evento, en todas las fiestas, en todo lo que
la comuna haga. Ahora estamos hablando sobre lo que es el cementerio porque el
barrio Yurac Alpaloma ya tiene un asentamiento de 12 años y por eso nosotros ya
vamos a participar desde este año en la mingas del cementerio, para que las personas
que no tienen dinero para llevar a enterrar en otros lados ya puedan usar el cementerio
(…) Muchas comunas han desaparecido cuando se hacen varios grupos, cuando no
hay participación de todos los barrios, pero nosotros no queremos que desaparezca la
comuna y estamos dispuesto apoyar para que no ocurra eso, ahora que ya no hay
separación de Yurac Alpaloma y que hemos sido ya acogidos (E: A. C., 2010).
Con todo esto, la identidad se convierte más en una definición política que cultural,
puesto que los habitantes de este barrio están en un proceso de reinvención de sí
mismos, y ésta responde al contexto político de la comuna. Algunos habitantes de este
barrio que han sido comuneros y comuneras en sus provincias de origen comparten sus
experiencias con el cabildo, al cual le ven debilitado por la división de los dirigentes de
cada barrio, por tal razón no quieren que desaparezca la comuna ya que conocen los
beneficios de mantener esta categoría:
Esta comuna es indígena, yo soy de una comunidad indígena, yo conozco como se
manejan los comuneros, yo les he dicho que proyectos se sacan en la comuna, como
se maneja y por eso que yo si he dicho que se mantenga la comuna y aún más como
indígena (…) El cabildo está debilitado porque no están trabajando como debe de ser,
en las sesiones se ve separación en los mismos barrios que dicen yo trabajaré sólo,
entonces el cabildo debe ser la cabeza para trabajar con todos los barrios, es por eso
que yo les he dicho no deben separase sino deben llamar a los dirigentes, programar,
mandar estudios, presentar el proyecto que van hacer por el barrio, entonces lo que
falta es trabajar con los barrios, con la gente interesada en trabajar, pero si falta que el
cabildo trabaje más con la junta parroquial. Yo soy de la comuna Veintimilla de
Bolívar y es más grande que esta comuna pero nosotros trabajamos con la junta, con la
prefectura y tenemos todos los servicios y aquí, en la comuna que esta a cinco minutos
123
de la capital falta agua, falta alcantarillado, falta luz eléctrica, entonces también es
desconocimiento del cabildo (E: A. C., 2010).
De Cocotog nada más, simplemente Cocotog
Las construcciones de identidad entre los habitantes de Cocotog ha tomado otro
rumbo, muchos adultos y adultos mayores han indicado que durante muchos años los
jóvenes negaron ser de Cocotog. Actualmente, esta negación de su lugar de origen ha
ido perdiendo fuerza entre la juventud, quienes ya reconocen a Cocotog como su lugar
de procedencia, pero esto no implica que se autodefinan como indígenas o como
comuneros y comuneras, a pesar que muchos han reconocido su descendencia indígena
y aceptan la continuación de la comuna.
A su vez, muchos habitantes de Cocotog prefieren que sean reconocidos como
de “Cocotog, nada más” sin ninguna clase de adjetivos gentilicios como cocotenses o
cocoteños. Es así, que identificarse con el lugar donde viven es muy fuerte en los
habitantes de la comuna.
Grupos identitarios formados al interior de la comuna, por ejemplo, aquellos
relacionados con la música (como rockeros, hip hoperos) y que son considerados más
cercanos la ciudad por los mismos habitantes de Cocotog, no niegan ser de esta comuna
y mejor indican sectores de Cocotog con los cuales se identifican, ya sea porque de
niños iban a realizar alguna labor encomendada por sus padres o porque iban a caminar,
nadar y pescar entre amigos, o identificarse con la comuna porque los habitantes son
honrados, solidarios y respetuosos, es así que para ellos, la identidad de Cocotog está
expresada por sus redes laborales, las fiestas, los rituales religiosos, el sentido de
pertenecía, el deporte, entre otros:
[Yo sabía ir a la quebrada a pastar a los chivo, eso lo hacía de niño, hasta que ya
tuve uso de razón (se ríe), por ahí mismo sabemos ir a pasear] [Ese sector se llama
Tacpi, queda abajo, ahí hay ríos, hay cascadas, culebras y pescados, es como irse a la
selva a nosotros nos gusta mucho ese sector] [Vamos a las Playas de Cocotog eso
queda en Urapamba ahí hay hasta cangrejos, está cerca del Guayllabamba] [También
sabemos ir a Tomoloma ahí hay bastante árboles de espinos, de eucalipto, también
sabemos ir a Piraloma] [Por eso no queremos que desaparezca la comuna, no
queremos que esto se urbanice ni que pase la vía del aeropuerto, si eso pasa va haber
más contaminación, van a cortar los árboles y van abrir calles y va a ver accidentes
de tránsito] [Van a venir nueva gente que no es de acá y habría asaltos y robos, se
acabaría la comunidad] (Grupo de conversación, 26 de junio de 2010)
En estas identidades de Cocotog convergen prácticas culturales locales y globales
(Muratorio, 2000: 236), es por esto, que a pesar que la procedencia y afecto comunitario
124
son importantes en los habitantes de Cocotog para identificarse, no constituyen las
únicas, aquí también se incluye las actividades económicas ejercidas en los países donde
han migrado, la educación, etc. Todo esto ha conducido para que la mayoría de los
habitantes de esta comuna se definan como comuneros o comuneras, como indígenas o
simplemente de Cocotog, más que identificarse como Kitu o Kitu Kara o denominarse
mestizos, de esta manera han logrado diferenciarse del resto de comunas y de los
habitantes de la ciudad:
No somos kitu karas, yo me he puesto a pensar qué somos, y lo que pienso es que
nosotros somos de Cocotog, somos nativos de aquí y nada más y las pruebas son los
terrenos que son herencias (E: O. G., 2010).
Muy poco los habitantes de Cocotog se identifican como kitu karas por que la mayoría
de esas organizaciones son politiquería (…) la iglesia evangélica lo que quiere es que
seamos políticos no politiqueros (…) nosotros nos identificamos como comuna San
José de Cocotog, parroquia Zámbiza, cantón Quito, provincia de Pichincha,
República del Ecuador (E: M. P., 2010).
Antes muy pocos aceptaban que son comuneros, y si alguien preguntaba tenían
vergüenza, pero ahora con esto de que ya hay agua, ya hay luz, ya hay teléfono, hay el
jardín, el mismo bus tiene ese letrero grandote: Cocotog; entonces eso parece que ha
hecho madurar más a los jóvenes y ahora ya dicen soy de Cocotog (E: M.A., 2009)
Nosotros somos comuneros, vivimos en Cocotog, cuando preguntan algunos que no
conocen que de donde soy, les digo de Cocotog, del barrio San Miguel (E: C.G., 2010)
Cuando a mi me preguntan ¿de dónde es? Yo si digo de Cocotog, yo estudie en la
escuela de Cocotog y ahora regrese otra vez a mi escuela pero ya no como estudiante
sino como profesora (…) todavía podemos ser considerados comuneros porque
todavía sigue siendo comuna (E: J.P., 2010).
Esta es una comuna indígena, porque no se ha cambiado y somos reconocidos por el
Ministerio de Agricultura, entonces por eso somos comuneros. Los kitu kara, claro
que no son gente de aquí, bueno si hay alguno pero más se meten para obtener
beneficios personales, pero aquí no somos kitu kara (E: C. N., 2010).
Para finalizar, las identidades en Cocotog están muy relacionadas con la edad, los
jóvenes prefieren identificarse como simplemente de Cocotog más que comuneros, en
los adultos y adultos mayores utilizan más el término comunero, comunera e indígena.
Otra característica es, que no hacen uso del término mestizo ni para autoidentificarse, ni
para identificar a los habitantes del barrio Yurac Alpaloma, el término más cercano es
de mishos que significaba que están más cercanos a los blancos o los que viven en el
centro de Llano Chico. Por consiguiente, si queremos utilizar el término mestizo para
125
esta comunidad, se lo debería hacer con un significado alternativo como lo indica
Marisol de la Cadena en el caso del Cusco (De la Cadena, 2004: 22).
Además, tenemos que sus identidades están trascendiendo el espacio físico que
ocupan y que en ellos se ha desarrollado mejor un sentido de pertenecía donde
intervienen el rescate de elementos lingüísticos, prácticas rituales, aspectos morales,
organización social, alimentación y estrategias económicas que han permitido que sus
traslados a la ciudad, la migración internacional, la expansión urbana y el urbanismo
interno, no impliquen una ruptura de su comunidad, sino, al contrario su persistencia
por mantenerse como tal.
Apreciación final
Las identidades en Cocotog es algo reinventado y reinterpretado por cada
generación y por cada individuo, lo que nos demuestra ese dinamismo de las comunas
con respecto a su cultura e identidad. Así también, esto nos permite pensar en la
identidad de Cocotog no como una “unidad” sino desde un “pluralismo de identidades”
(Camacho, 2007:443-5) que mejor nutre a los rasgos culturales de la comuna sin que
esto signifique su desaparición, sino cambio. Es así, que en vez de otorgarles una
etiqueta, es preciso dejar que ellos tengan la libertad de construir sus identidades ya sea
como comuneros, indígenas, Kitu, Kitu Kara o simplemente de Cocotog en el caso
particular de esta comuna. Por otro lado, encontramos que el sistema educativo y la
religión han influenciado en las identidades y cultura de las comunas periurbanas. En el
caso de la educación, es indispensable dirigir las investigaciones hacia las instituciones
educativas que se encuentran en estas comunas ya que presentan características
diferentes a las que se ubican al interior de la ciudad o en las zonas consideradas rurales,
y que han sido parte de la obligatoriedad de estudiar en una educación pública o privada
homogeneizante y castellanizada. Con respecto a la propuesta Kitu y Kitu Kara, es
necesario que replantee su papel y cambie sus intereses dirigidos a la etnogénesis de un
pueblo con una identidad única y una historia común, por aquellos dirigidos al respeto a
la microhistoria y las diferentes identidades que existen en las comunas y parroquias
ancestrales de Quito. Por último, la cultura y la identidad deben ser estudiadas desde el
sentido que todas tienen algún tipo de mezcla y que no existen culturas ni identidades
126
totalmente puras o aisladas, y que sus cambios culturales e identitarios se producen a
través del discernimiento de valores provenientes tanto de la propia cultura como de
una extraña.
127
Conclusiones
El tema de los indígenas urbanos, en Latinoamérica, ha sido tratado con mayor
intensidad en las últimas décadas, y se ha dirigido por el alejamiento del imaginario de
indígena como sinónimo de ruralidad, indumentaria tradicional, lengua u opuesta al
mestizaje urbano, y se ha encausado por el sostenimiento que estos individuos
mantienen sus identidades y cultura en espacios que ya no son estrictamente su
comunidad, esto en relación con su fuerte grado de movilidad social, económica,
cultural y geográfica hacia las ciudades donde se van fusionando sus costumbres,
tradiciones y modo de vida rural con la urbana. También se presentan los grupos
indígenas que se trasladan a los grandes centros urbanos con los cuales mantienen
relaciones de toda índole (laborales, comerciales, salud, entre otras), quedándose en
estas urbes pocos días, para luego retornar a sus respetivas comunidades, en estos dos
casos, muchos de estos indígenas dejan a un lado lo que les definiría a simple vista
como “lo indígena”, sin que esto implique que lo hagan también con su
autoidentificación como tal, y mejor se está produciendo un “proceso de etnogénesis y
no la disolución de sus identidades étnicas” (Martínez Novo, 2004:240).
Por otro lado, tenemos que los indígenas urbanos tampoco conforman una
unicidad, ya que en estas ciudades encontramos a indígenas provenientes de múltiples
comunidades, y también a indígenas que no han migrado, sino que son pueblos
originarios del sector y, que por la expansión de las ciudades sus territorios fueron
formando parte de éstas como un barrio más, o se encuentran en este proceso de anexión
por su cercanía a la mancha urbana. Esto dirige a mirar a estas comunidades no
solamente desde “lo rural” o “lo urbano”, sino desde las dos perspectivas, para poder
comprender la construcción de sus identidades actuales, la permanencia de sus rasgos
culturales y de organización, y el fortalecimiento de su sentido de pertenencia. Además,
debemos mirarlos como una estructura donde el epicentro es la ciudad y las comunas
indígenas son satélites que guardan una relación de interdependencia (Aguirre, 1992:21)
que nos hacen pensar en una ciudad intercultural.
En el caso de Quito la mayoría de investigaciones sobre las comunidades,
organizadas en comunas de tipo urbano y periurbano habitadas por personas que se
definen como indígenas, han sido dirigidas por el municipio de la ciudad, por lo tanto
128
están acorde a sus objetivos: “recuperación histórica y cultural de Quito donde se
incluye el rescate de la memoria colectiva de las comunas quiteñas” (Fine-Dare,
2006:63). Por tal circunstancia, muchas experiencias, de las personas que habitan en
dichas poblaciones, relacionadas a la ejecución de las políticas municipales de ornato, la
construcción del nuevo aeropuerto de Quito y sus proyectos viales de acceso, la
ocupación violenta de las tierras dedicadas al pastoreo y agricultura por los
especuladores de tierras, las obras para la instalación de servicios básicos sin estudios
antropológicos y arqueológicos de las zonas, entre otras, se han quedado al margen y no
han sido recogidas, negando con esto la realidad de estos grupos, sus aspiraciones, y una
historia larga de dominación.
Esta posición también ha influenciado en los últimos planes de organización
territorial del municipio (1989-1993 y 2000-2020), que a pesar que consideran la
presencia de las comunas, sus proyecciones de crecimiento de la ciudad están dirigidos
hacia las tierras de estas poblaciones, sin considerar que éstas localidades conservan aún
elementos de sus culturas, y las designan como urbanizables, dando lugar a la
construcción de conjuntos habitacionales y una migración de reflujo.
Con respecto al término “indígenas urbanos originarios”, ha permitido conocer
la lógica diferente que los habitantes de las comunas periurbanas y urbanas quiteñas
tienen con respecto a lo comunal en relación al resto de comunidades andinas
ecuatorianas, donde el sentido de armonía, solidaridad y reciprocidad es distinta por su
relación con la ciudad de Quito, mostrándonos así que los grupos indígenas no pueden
ser tratados de manera homogénea sin considerar sus diferencias étnicas, políticas,
sociales y religiosas, como lo ha venido impulsado las organizaciones indígenas
consideradas madres: CONAIE y ECUARUNARI, que siguen manteniendo parámetros
como el territorio, vestimenta y lengua para establecer qué es lo indígena, de esta
manera han ubicado al margen a los indígenas urbanos por no poseer dichos rasgos.
En relación a la comuna de San José de Cocotog, se muestra como una
población cada vez más cercana a la ciudad de Quito, con un proceso acelerado de
urbanización interna (comprendiendo a ésta no como concentración de población sino
como modo de vida) y con una fuerte movilidad social, geográfica, cultural y
económica no solo hacia Quito sino con otras sociedades a través de la migración
internacional, que ha logrado que sus habitantes vayan unificando sus rasgos rurales con
129
los urbanos y rompiendo así la dicotomía entre lo urbano y lo rural, esto ha impulsado la
recuperación de su memoria colectiva e historia para dar respuestas sobre sus raíces
ancestrales, el origen de sus tierras y elementos culturales como parte de la construcción
de sus identidades actuales y sus procesos de etnogénesis, aspectos que les diferencian
del resto de habitantes de la ciudad y de otras comunas, y que no pueden dejarse a un
lado ya que revelan que esta comuna no es una localidad cerrada y que se encuentran en
perpetuo proceso de redefinición (Camus, 2007:16).
Estos procesos de urbanización han ido alterando el trazado original de la
comuna, aumentando la escolaridad, generalizando el trabajo asalariado, incrementando
la especulación inmobiliaria y la deforestación de los bosques, es así que la
urbanización (interna y expansión de Quito) es apreciada en la comuna como desarrollo
por la adquisición de servicios básicos y apertura de nuevas vías, pero también como
sinónimo de inseguridad, destrucción de su ambiente natural e inevitable desaparición
de la comuna, de su cohesión grupal y continuidad cultural.
Entre otros procesos de cambios de la comuna de Cocotog se encuentra su
organización comunal. El cabildo como máximo representante de la comuna muestra
un serio debilitamiento, y ya no es el único sistema organizativo presente, esto se debe
al desinterés por parte de un buen número de habitantes, en especial de las nuevas
generaciones, quienes no se sienten representados por el mismo y su asistencia a
elecciones o mingas es mínima; además, porque se ha fortalecido otros tipos de
organización (deportivos, barriales, culturales, sociales, económicos y religiosos),
especialmente, porque cuentan con presupuestos otorgados por ONGs o
autofinanciamientos que les permite trabajar, ocasionando que la población vea al
cabildo como ineficaz al no cumplir con sus ofertas de campaña. Estos
incumplimientos son producto de una falta de remuneración a los dirigentes quienes no
pueden dedicar mucho tiempo a la administración de la comuna, ya que deben cumplir
con sus trabajos en la ciudad, así también porque no cuentan con un presupuesto propio.
Concerniente a la economía popular de Cocotog, se presenta como un
combinado de asociaciones de corte mercantil simple, promovidas por ONGs o por
habitantes de la comuna como estrategias de subsistencia, para incrementar los ingresos
que adquieren en los trabajos que realizan en Quito o las remesas de sus familiares
migrantes. A su vez, ésta economía muestra el continuum de formas intermedias en las
130
que se entreveraron la economía de subsistencia de esta comuna periurbana y la
economía de cambio de la ciudad de Quito.
De igual manera, exterioriza algunos conflictos afines con las relaciones de
parentesco, reciprocidad, solidaridad, trabajo no remunerado, entre otros, que han ido
ocultando relaciones de explotación, competencia y exclusión, y que no han sido
considerados en la definición de economía popular conservando así una visión
romántica de la misma y exhibiéndola como homogénea, inalterable y con una tradición
eterna de cooperación solidaria (Camus, 2007:16).
Además, esta economía es analizable desde la cultura ya que la forma del trabajo
de los habitantes de Cocotog muestra un estilo propio con la división de roles y de
género, la formación de nuevas estrategias de subsistencia y el incremento de sus
movilidades, que ha dado lugar a que las y los jóvenes pasen de ser campesinos a
profesionales, y su posición social sea diferente a la que vivieron cuando eran niños o la
generación de sus padres, sin embargo, esto no ha implicado, especialmente en los
adultos mayores y adultos, que dejen a un lado las actividades económicas
agropecuarias asimiladas en los procesos de socialización de sus familias.
De la misma manera, visibilizar el trabajo de las mujeres, de los jóvenes, de los
adultos mayores, la migración internacional, etc., han sido necesarias para comprender
la economía popular y mostrar que los habitantes de las comunas periurbanas son seres
dinámicos y no pasivos como son las ideas de las ONGs, y que el salir de sus
comunidades para ejecutar trabajos en la ciudad o por la migración internacional no
implica que se desliguen de su territorio de origen, sino encierra intercambios de tipo
político, cultural, económico y social que cada día contribuyen en la renovación de las
comunas.
Relativo a las construcciones identitarias, es un tema que ha permitido
comprender las identidades que se han ido conformando en Cocotog y que no se
encuentran relacionadas estrictamente con la memoria e historia de la comuna, sino que
implica una serie de discursos de autoidentificación, pertenencia, invención de
tradiciones; procesos migratorios, económicos y socialización; y el sistema educativo y
religioso. Estos elementos van adquiriendo fuerza dependiendo de la generación de los
pobladores: adultos mayores, adultos, jóvenes y niños, dando lugar a una identidad no
homogénea ni estable, sino a una pluralidad de identidades al interior de la comuna
131
(comuneros y comuneras, indígenas, Cocotog u originario, indígena kitu y kitu kara).
Esta pluralidad también tiene sus rasgos comunes, por una parte se encuentra el
reconocimiento de sus raíces indígenas a pesar de que no todos se identifican como tal,
de igual manera, la consideración de “lo indígena” está por encima de características
relacionadas a una indumentaria tradicional y la práctica de la lengua kichwa, pero
dispositivos como el sentido de pertenencia al espacio que ocupan tienen mayor fuerza,
ya que constituye una unidad con las formas de producción, la memoria colectiva, la
historia, la cultura y el medio natural, creando un fuerte lazo de apropiación y
valorización del espacio donde viven y conviven.
Así también, presenta una expansión y apertura de las fronteras simbólicas de su
identificación, permitiéndoles que reproduzcan rasgos culturales de la comuna fuera del
espacio original como lo realizan los migrantes, o la integración de personas
provenientes de otras provincias que viven en el barrio Yurac Alpaloma, consiguiendo
su colaboración para el desarrollo comunal y contribuyendo en la autoidentificación, de
estos nuevos habitantes, como comuneros.
Otras de las identidades que se han desarrollado en Cocotog, son los kitu y kitu
kara, organizaciones que han impulsado un proceso de reivindicación, revalorización, y
resignificación del indígena, justificando sus identidades a través de la historia de un
grupo étnico ya desaparecido (los Kitus). Estas organizaciones se están desarrollando de
acuerdo a los intereses de quienes los están impulsando, que ven a lo indígena con un
capital simbólico que les permite obtener mayor ventaja en relación a otros grupos para
participar políticamente y conseguir financiamientos para el desarrollo de sus proyectos,
además, manejan un proyecto identitario con una visión homogénea que incluye a todas
las comunas y parroquias ancestrales de Quito, donde no consideran la realidad de los
pobladores e impulsan la desaparición de toda identidad relacionada con el espacio,
religión, género, entre otras, quedando como única la kitu o kitu kara. A su vez, por sus
vínculos con organizaciones políticas y la integración mínima de las bases ha
ocasionado que sean rechazadas por la mayoría de estas.
Con todo esto, nos encontramos ante una comuna que presenta sus identidades
cada vez más híbridas, múltiples y cambiantes, mostrando que “no existen identidades
en estado puro” (Crain, 2001:375), y que estos procesos de mezcla ha conducido a la
construcción y reconfiguración de sus identidades como indígenas o comuneros.
132
Referente a los rasgos culturales de la comuna de Cocotog, han sido tratados
desde el punto visto de que toda cultura tiene algún tipo de mezcla (mestizaje cultural)
(Kingman, 2002:4), donde existe una mixtura de los rasgos indígenas con los de la
ciudad, que no necesariamente significa que uno de ellos desvanezca o den lugar a una
nueva, sino que se funden, es así que no ha promovido un sentimiento de dimisión a su
cultura, sus creencias, sus tradiciones y costumbres, y mejor ha incorporado nuevos
rasgos, pero reivindicando con mayor fuerza los elementos propios. Esta mezcla es
visible en la vida cotidiana de las comunas periurbanas y en la ciudad de Quito
(Kingman, 2008:353) siendo una situación que no se puede ser desmentida ni detenida,
ni tampoco considerada como blanqueamiento y occidentalización.
Tenemos también, que esta fusión y cambios de elementos culturales se han
visto acelerados por la presencia de instituciones como: la iglesia Católica con el
sostenimiento de celebraciones religiosas relacionadas con santos, propias del periodo
colonial, que se reinventan con la adquisición de nuevas efigies; la iglesia Evangélica
con su injerencia en las prácticas cotidianas, desvalorización de las relaciones de
parentesco ritual e incremento de las relaciones familiares, matrimonios endogámicos,
impulso de procesos de etnogénesis y desarrollo de proyectos de ayuda social; y el
sistema educativo que interna a los pobladores de Cocotog en la cultura nacional
castellanizada, jugando un papel importante en la desaparición paulatina de la lengua
kichwa, ya que se ha presentado la prohibición del uso de la lengua materna por parte
del maestro rural, y no se ha instaurado una educación bilingüe en estos sectores; a esto
se une la llegada de nuevos habitantes que no hablan el kichwa y las movilizaciones al
centro urbano.
Por todas las características mencionadas a lo largo de este texto, nos
encontramos ante una comuna que se hallaría más cercana al sentido de “barrio en
transición”, ya que Cocotog se ha convirtiendo en la residencia de quienes trabajan o
desarrollan sus actividades cotidianas en la ciudad, sean estos originarios del sector o
migrantes, además, porque esto ha ocasionado cambios en las formas organizacionales,
económicas, identitarias, en los componentes materiales del hábitat de la comuna, entre
otros, que hacen de Cocotog una mixtura de lo rural con lo urbano, y estos cambios de
transición muestran su incorporación paulatina al resto de la trama urbana de Quito y su
mayor integración a la vida social y política del municipio de esta ciudad, sin embargo
133
esto no ha significado la desaparición de elementos que podrían ser llamados de
resistencia al avance de la ciudad, a pesar de sus agresiones constantes, y un ejemplo
claro de esto son sus fiestas.
Con todo lo señalado, es preciso recomendar lo siguiente: en relación al
Municipio de Quito, éste debe promover la elaboración de nuevos proyectos
congruentes a las contextos actuales de estas poblaciones, pero de manera conjunta con
sus habitantes, donde se formule una nueva convivencia intercultural y los indígenas
urbanos originarios formen parte integrante y reconocible de esta ciudad con su propia
cosmovisión e identidades, es decir, impulsar nuevos niveles de integración que nos
conduzcan al ejercicio práctico, por otro lado, las políticas municipales impulsadas en
estas comunidades deben ser sustentables, diversas y plurales, tomando en cuenta la
amplia capacidad para generar cambios que tienen estos pobladores. Acerca de la
cultura de estas comunidades, ésta debe ser estudiada desde el sentido de la mezcla
(mestizaje que no significa blanqueamiento) ya que no existen culturas puras o aisladas
y todas tienen un cierto grado de mixtura y sus cambios son producto del discernimiento
de valores derivados tanto de la propia cultura como de una extraña. Con respecto al
estudio de la identidad y específicamente de la propuesta Kitu y Kitu Kara, es necesario
que replantee su papel y cambie sus intereses conducentes a la etnogénesis de un pueblo
con una identidad única y una historia común, y considere la microhistoria y las
diferentes identidades que existen en las comunas y parroquias ancestrales de Quito. En
el caso de la educación, es imprescindible dirigir las investigaciones hacia las
instituciones educativas que se encuentran en las comunas periurbanas quiteñas ya que
presentan particularidades diferentes a las de la ciudad, pero que son parte de la
obligatoriedad de estudiar en una educación pública o privada homogeneizante y
castellanizada y donde no se ha desarrollado una educación intercultural bilingüe.
Por último, las experiencias de los habitantes de la comuna de San José de
Cocotog recogidas y analizadas en esta investigación es una contribución a la reflexión
y conocimiento sobre las comunas periurbanas y urbanas, y de los indígenas urbanos
originarios, y busca ayudar en la comprensión de la desaparición, en los habitantes de
estas comunidades, de una forma de comprender lo comunal y el surgimiento de otras
formas de entenderlo como producto de sus movilidades, urbanización interna e
integración espacial a las ciudades, y que van dando lugar a nuevas formas de
134
organización social, política, cultural y económica, cambios que forman parte de la
construcción de sus identidades, y que nos hace entender que constituyen una síntesis
cultural donde se han ido sumando nociones y practicas tanto desde los habitantes de
estas comunas como desde las ciudades y de manera global. Con esto nos damos cuenta,
en el caso de Quito, que las comunas periurbanas son móviles y que sus identidades son
múltiples y enfatizan lo originario, lo indígena y lo moderno.
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147
170186002999003; 170186006999001; 170186007999003; y cifras actualizadas
sobre migración ecuatoriana 2008.
Entrevistas42
CÓDIGO NOMBRE FECHA
E: S.O, 2009 Susana Ojeda 23/01/2009
“” “” 30/01/2009
“” “” 06/02/2009
“” “” 13/02/2009
“” “” 14/02/2009
E: J.G., 2009 15/06/2009
“” “” 21/11/2009
“” “” 19/12/2009
E: J.S., 2009 23/09/2009
E: M.U., 2009 23/09/2009
E: E.A., 2009 Elvia Acero 27/09/2009
E: J.A., 2009 José Amores 27/09/2009
E: G.A., 2009 Gladys Acero 29/09/2009
E: S.G., 2009 Segundo Guanoluisa 29/09/2009
E: G.G., 2009 Guido Guanoluisa 01/10/2009
E: M.A., 2009 Manuel Acero 01/10/2009
“” “” 02/10/2009
E: A.A., 2009 Andrea Álvaro 01/10/2009
“” “” 02/10/2009
E: M.M.S., 2009 Manuel Mesías Simbaña 21/11/2009
“” “” 18/12/2009
E: H.J., 2009 Holguer Jara. (FONSAL) 23/11/2009
E: MG.A., 2009 Miguel Álvaro 14/03/2009
E: M.T., 2010 Miguel Tipán 13/03/2010
E: S.A., 2010 Sebastián Acero 17/03/2010
E: R.A., 2010 Rosa Álvaro 18/03/2010
E: J.P., 2010 Janeth Pulupa 18/03/2010
E: LS. C., 2010 Luis Chantera 18/03/2010
E: M.S, 2010 Melchora Simbaña 17/03/2010
E: C.G, 2010 Carmen Guamán 17/03/2010
E: J.GM, 2010 José Guamán 18/03/2010
E: L. C., 2010 Luis Cóndor 19/03/2010
E: R.M.A, 2010 Rosa María Álvaro 19/03/2010
E: C. N., 2010 Carlos Narváez 20/03/2010
E: M.AL., 2010 Manuel Álvaro 10/04/2010
E: CR. A., 2010 Carolina Álvaro 25/04/2010
E: H. C., 2010 Heriberto Cóndor 16/05/2010
E: JO. G., 2010 Jobita Guamán 18/05/2010
42
Los nombres que no constan es por pedido de los o las entrevistadas.
148
E: O. G., 2010 Olmedo Guamán 18/05/2010
E: T. L., 2010 20/05/2010
E: S. GL., 2010 08/06/2010
E: P.G., 2010 Pedro Gualoto 09/06/2010
E: A. C., 2010 Alberto Cunalata 10/06/2010
E: J. T., 2010 26/06/2010
E: M. P., 2010 Manuel Pumisacho 30/06/2010
E: V. GH., 2010 Víctor Guachamín 30/07/2010
E: J.GL., 2010 30/07/2010
Grupo de conversación (5 y 28 de noviembre, y 12 de diciembre del 2009)
E: MG.A., 2009 Miguel Álvaro
E: V.G., 2009 Vicente Gualoto
E: M.M.S., 2009 Manuel Mesías Simbaña
Grupo de conversación (22 del marzo de 2010 y 29 de marzo del 2010)
E: A. AL., 2010 Andrea Álvaro
E: C. A., 2010 Celia Álvaro
E: Mª. A., 2010 María Álvaro
E: R.M.A., 2010 Rosa Álvaro
E: J. C., 2010 Juana Cóndor
E: M. C., 2010 Marcia Corral
E: B. G., 2010 Beatriz Guachamín
E: E. L., 2010 Edelina Loachamin
E: F. L., 2010 Fabiola Loachamín
E: R. L., 2010 Rosa Loachamín
E: J. L., 2010 Jenny Loachamín
E: J. R., 2010 Jimena Ramírez
E: E. R., 2010 Etelina Rojas
Grupo de conversación (26 de junio del 2010)
E: D. A., 2010 Dayana Álvaro
E: M. G., 2010 Maribel Gualoto
E: E. G., 2010 Erika Gualoto
E: E. A., 2010 Ronald Álvaro
E: J. B., 2010 Jhonny Betancourt
E: MR. S., 2010 Marcelo Simbaña
E: D. A., 2010 Diego Álvaro
E: JS. B., 2010 Jesús Betancourt
E: K. G., 2010 Kevin Gamboa
E: ED. R., 2010 Edgar Romero
E: H. C., 2010 Hernán Cóndor
E: L.G., 2010 Luis Gualoto
E: E. AG., 2010 Estefanía Aguilar
E: M. R., 2010 Maribel Ramírez
E: V. C., 2010 Verónica Campoverde
E: VI. C., 2010 Viviana Cóndor