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IntroducciónEnviado por LunaBruna el Vie, 13/06/2008 - 11:25.
PORTENTOS, OSTENTOS, MONSTRUOS, PRODIGIOS Y MARAVILLAS
(portenta, ostenta, monstra, prodigia y mirabilia)
Cinco eran las palabras con las que se nombraban las cosas asombrosas: Portentos, ostentos,
monstruos, prodigios y maravillas. Para titular este trabajo, tomo prestadas de Isidoro de Sevilla
las cuatro primeras. Así se refiere él en el libro XI de Las Etimologías a los seres prodigiosos que
habitan la periferia del mundo, la "Terra incógnita".
Explica Isidoro que "Se conocen con el nombre de portentos, ostentos, monstruos y prodigios,
porque anuncian, manifiestan, muestran y predicen algo futuro". Portentos deriva de
portendere, que significa anunciar de antemano; ostentos procede de ostendere, que significa
manifestarse o manifestar algo que va a ocurrir; monstruos se origina en mostrare, porque designa a
algo que se muestra (se manifiesta), y prodigios deriva de praedicere, que significa predecir. "Y éste
es su significado propio, que se ha visto, no obstante, corrompido por el abuso que de estas
palabras han hecho los escritores." (Isidoro de Sevilla, libro XI de Las Etimologías.)
La quinta palabra asombrosa, Maravilla, deriva del verbo mirari que en latín
significa admirar, mirar con admiración, asombrarse. De su plural neutro, mirabili,
deriva la palabra "mirabilia", generadora tanto de ‘maravilla' como de ‘admirable'.
Con el término mirabilia los hombres de la Edad Media nombraron al conjunto de
cosas admirables con las que cada día Dios, por medio de la naturaleza -que lo hace
nacer todo, de ahí su nombre-, les sorprendía y asombraba. Para el hombre del
Medioevo ‘lo maravilloso' no era una categoría mental cargada de interés alegórico; en
el mundo de los ‘mirabilia' lo importante era el fenómeno, no a su significado, pues las
maravillas eran realidades físicas, un universo de objetos con existencia real y
material a los que se podía acceder y conocer, pero que no estaban al alcance de la
mano.
***
El imaginario tardomedieval y renacentista estuvo repleto de criaturas monstruosas que
prosperaban en los espacios periféricos de la obra de arte. En la última etapa de la Edad Media su
presencia era profusa y constante. Aunque casi siempre era el estamento eclesial el que encargaba
los trabajos en los que se prodigaban estas extrañas criaturas, los artistas
que las elaboraban ponían en ellas los aspectos más mundanos, lúdicos e
imaginativos de su arte. Debían, sin embargo, relegarlas a los espacios
secundarios de la obra. De esta ubicación marginal procede la denominación
genérica de ‘marginalias' con la que se les nombra habitualmente. Las
encontramos en los márgenes de los manuscritos ilustrados; en los relieves
arquitectónicos de los pórticos y columnas de las iglesias; en las vidrieras;
en las sillerías de los coros; en las cornisas de los tejados, en las remotas tierras y océanos de los
mapas, y, en general, en todos los espacios secundarios del arte en los que el ingenio y la
imaginación hacían convivir razas humanas de extraña morfología con animales reales o fabulosos,
criaturas híbridas, seres mitológicos y bestias de asombrosa naturaleza.
La representación de los monstruos y prodigios se sustentaba en una amplísima
tradición oral y escrita que había cruzado toda la antigüedad y la alta edad Media
sin perder ni un ápice de su vigor. Salieron de antiguas leyendas de los pueblos
mesopotámicos, índicos, egipcios y hebreos y de sus respectivas mitologías y
religiones; desde allí, se instalaron en el acervo
cultural de occidente. Autores clásicos griegos y romanos
indagaron en su naturaleza y los situaron en un espacio propio y les
esbozaron un paisaje. La tradición cristiana los elevó al rango de
criaturas de Dios y les confirió un significado alegórico que
permitiera extraer enseñanzas morales. La Baja Edad Media
desarrolló en torno a ellos una abundante literatura de aventuras. Al
fin, las crónicas y los relatos de viajeros los consagraron y el
descubrimiento y exploración de nuevas tierras los condujo al fin del mundo; a medida que se
ampliaban los límites de la tierra conocida, su hábitat natural se fue relegando a los siguientes
espacios periféricos. Sucesivamente pasaron a ocupar América, Australia, la Antártida, el centro de
la tierra o, modernamente, el espacio sideral. Porque la fantasía humana ha cambado poco y en
cualquier mundo en el que el hombre imagine que puede poner el pie, pone también un monstruo.
A los monstruos marginales del arte y la literatura, a los prodigios y maravillas, a su mundo y a sus
paisajes, estará dedicado este trabajo.
Pueblos monstruosos y razas extraordinarias 1ª parte
Enviado por LunaBruna el Mié, 25/06/2008 - 16:09.
1.-Blemmias, cinocéfalos, pigmeos y esciápodes
Son muy variados los paradigmas de lo fantástico establecidos en la cultura europea medieval. Uno
de ellos proviene de la cultura clásica, especialmente del mundo griego, y se concreta en dos grandes
tradiciones: el ‘Physiologus', de la que derivará la tradición zoológico-simbólica de los bestiarios
medievales, y una corriente de carácter enciclopedista que se alimenta en la literatura de viajes y en
las descripciones geográficas y etnográficas de los escritores clásicos.
En esta segunda tradición se inscribe el tema de los pueblos monstruosos y razas extraordinarias -de
nombres sofisticados-, que, a pesar de su monstruosa apariencia y salvajes costumbres,
fueron considerados de naturaleza humana y, por serlo, despertaron especial interés e inquietud.
Blemmia, Sciápode y Arimaspo. Ilustración de "El libro de las maravillas" de Marco Polo, S.XV en
la Biblioteca Nacional Francesa.
GENERALIDADES E HISTORIA COMÚN
Aunque los pueblos monstruosos habitaban en distintos lugares y eran de rasgos muy diferentes
entre sí, casi siempre fueron presentados como un corpus monstruoso único. Ninguno de estos
pueblos tomado individualmente tenía la fuerza expresiva necesaria para desarrollar una mitología
propia, pero, tratados todos ellos en conjunto, llamaron poderosamente la atención. El interés que
despertaron les permitió ocupar un lugar preeminente en el imaginario colectivo clásico y medieval.
Parte de su éxito se debió a la convicción, por parte de los autores que trataron
el tema, de que se trataba de seres reales -la maravilla siempre es real, aunque
es la realidad de "lo otro"- en un espacio también real, aunque en "otro" mundo.
En virtud de esta radical alteridad, ocupaban zonas del mundo lejanas e ignotas.
Habitaban el Polo norte; la lejana India; el extremo oriental de África o los
ardientes desiertos meridionales del planeta.
Otra parte de su atractivo residía en su lejanía y marginalidad. Las razas de
pueblos monstruosos estaban siempre al final del camino, pero el camino no tenía final, nunca se
llegaba a ellos. Cuanto más se conocía del mundo, más periférica era la existencia de aquellos
extraños seres humanos, más fuerte la atracción que ejercían y mayor el interés por explicarlos.
LOS REMOTOS ORÍGENES EN EL CONFÍN DE LA TIERRA
"Me has preguntado sobre las tierras incógnitas del mundo y sobre la credibilidad que debe concederse
al gran número de monstruos que se dice que viven en las regiones desconocidas de la tierra, en los
desiertos, en las islas de los océanos y en los escondrijos de las montañas más lejanas." (Prólogo del
"Liber monstrorum" anónimo del siglo VIII)
Ctesias de Cnido, médico de Artajerjes que vivió en el siglo V a C., escribió una ‘Historia de la
India' con la que abrió para occidente la puerta de acceso al lejano oriente y, especialmente, a la
India. Él fue quien introdujo en la cultura griega la idea de una geografía oriental fantástica y con
ella la historia de los pueblos monstruosos. Ctesias habló de los pigmeos que luchaban contra las
grullas; de los esciápodos, que tenían una sola pierna y un enorme pie; de los cinocéfalos, cuyas
cabezas eran de perro; de los acéfalos, que al no tener cabeza, tenían el rostro en el pecho y se les
conocía también como Blemmias. Habló también de hombres de orejas enormes con las que podían
envolver y abrigar todo el cuerpo; de gigantes; de hombres con cola y de muchos animales fabulosos
que siglos más tarde harían fortuna en los bestiarios. De su obra sólo nos han llegado referencias y
algunos fragmentos, pero aún así su influencia fue decisiva para cimentar la mentalidad mágica con
la que el hombre occidental se enfrentaría en adelante al maravilloso mundo de oriente.
A Heródoto debemos la primera aproximación geográfica detallada de las zonas que serán el
entorno natural de estos prodigios periféricos. Habla de tierras remotas muy pródigas y llenas de
recursos. También él, en el siglo V a. C., comenta lo que ha escuchado narrar sobre criaturas
fantásticas y ubica su hábitat en los extremos del mapa, pero no abunda en detalles ni da por cierta su
existencia. Incluso se manifiesta abiertamente escéptico cuando lo que ha oído contar le parece
desmedido. No duda, sin embargo, de cuanto se refiere a las riquezas que parecen abundar en las
lindes de la ecúmene.
Pueblos monstruosos y razas extraordinarias 2ª parte
Enviado por LunaBruna el Dom, 13/07/2008 - 21:19.
"Así se encabeza el Libro VII, cap.II, de la Historia Natural de Cayo Plinio Segundo publicada por
el licenciado Gerónimo de Huerta, médico y familiar del Santo Oficio de la Inquisición, traducción
hecha a instancias de Felipe II. De izda. a dcha. Vemos: Lucha de los pigmeos con las grullas, el
acéfalo con ojos nariz y boca en el pecho, el escita que a voluntad podía convertirse en lobo, el
sciópodo que con su pie podía defenderse del Sol, hombre con inmensas orejas, hombres de cuatro
ojos y con un solo ojo en la frente."
(Imagen y el texto al pie, están tomados del libro "Hacia una nueva imagen del mundo" de Gonzalo
Menéndez Pidal.
Debemos a Plinio el Viejo (siglo I) la exitosa incorporación de las maravillas de oriente al
imaginario cultural de occidente. En diferentes capítulos de los libros V al VII de su "NaturHistoria
Natural", que fue durante siglos la principal fuente de información sobre la naturaleza y sus
prodigios, describió el repertorio de razas monstruosas, frecuentemente denominadas "razas
plinianas", que ya desde entonces poblaron una extensa franja de geografía imaginaria localizada en
la periferia del mundo.
Cuenta Plinio que en el helado norte se encuentra -parte en Asia y parte en Europa- la fría e
inhóspita región de Escitia. En aquella parte del mundo abundan los pueblos extraordinarios;
algunos de ellos, monstruosos. De éstos, el más conocido es el de los arimaspos que, como los
cíclopes, son monóculos, "caracterizados por tener un solo ojo en medio de la frente y que están
continuamente en guerra por las minas con los grifos". Éstos, los grifos, son fieras aladas, que
extraen oro de las entrañas de la tierra, siendo tan admirable su empeño en custodiarlo como el de
los arimaspos en arrebatárselo.
1.-Arimaspos en una ilustración de "El llibro de Alexandre", arriba; y en los mapas de Hereford
y de Ebstorf, abajo.
También viven en Escitia unos hombres salvajes con las plantas de los pies vueltas
hacia detrás de las piernas, que corren a extraordinaria velocidad y vagan de un
lado a otro en compañía de fieras. Hay también mujeres con dos pupilas, a las que
llaman bicias cuya mirada causa maleficio. Otros tienen las pupilas blancas y son
canos desde la infancia. Y es muy maravilloso el pueblo de los andróginos (que
también ubica en África) "con características de ambos sexos, que copulan entre
sí tomando alternativamente una u otra naturaleza".
La India y la región de los etíopes son especialmente abundantes en prodigios. En
la India nacen los seres más grandes. Allí muchos hombres superan los cinco codos de altura, no
esputan y no les afecta ningún dolor de cabeza, dientes u ojos. También hay unos hombres con las
plantas de los pies vueltas hacia atrás y con ocho dedos en cada pie. En las montañas vive una raza
de hombres con cabeza de perro que emite ladridos en lugar de voz. Uno de los pueblos monstruosos
más sorprendentes es el los monocolos, que son hombres "con una sola pierna y de extraordinaria
agilidad para el salto; que también se llaman esciápodas, porque en los mayores calores
permanecen tumbados boca arriba en el suelo protegiéndose con la sombra de los pies".
2.- El extremo meridional de la tierra y las razas monstruosas que la habitan según aparecen
reflejados en los mapas anglo-normandos.
No lejos de ellos viven los trogloditas y un poco más allá, "hacia occidente, hay unos sin cabeza que
tienen los ojos en los hombros". Con estas mismas características habla de otro pueblo que habita los
desiertos africanos y que es conocido con el nombre de blemias. Hay pueblos muy salvajes que no
tienen voz y sólo gritan y tienen el cuerpo cubierto de pelos, los ojos glaucos y dientes de perro. Y
hay uno cuyas gentes, que se llaman esciratas, en lugar de nariz sólo
tienen agujeros. Otro, los ástomos, carece de boca y se alimenta de olores
y si el olor es demasiado fuerte o apestoso, mueren. Más allá de todos
ellos, por la parte más lejana de las montañas, están los pigmeos o
trispítamos, que significa "tres palmos", y se llaman así porque no
sobrepasan los tres palmos de altura. De ellos habló ya Homero y dijo
que los atacan las grullas. También explicó Plinio que "en primavera,
sentados a lomos de carneros y cabras, armados con flechas, descienden en tropel hasta el mar y
destruyen los huevos y polluelos de esas aves; la expedición se lleva a
cabo en tres meses; de otro modo no resistirían las siguientes bandadas;
sus chozas se construyen de barro, plumas y cáscaras de huevo.
Aristóteles cuenta que los pigmeos viven en cuevas, todo lo demás acerca
de ellos, como el resto de los autores".
De los pueblos prodigiosos que habitan en la parte de los desiertos de
África, entre Arabia y la Mauritania, habla Plinio en el capítulo 8 del libro
V. Explica que allí viven Los atlantes, que "son una degeneración de las costumbres humanas".
Entre ellos no existen los nombres propios, contemplan la salida y la puesta de sol como un gran
inconveniente y no sueñan lo mismo que los demás mortales. No muy lejos se encuentran Los
trogloditas que habitan en cuevas, comen carne de serpiente y usan un silbido y no la voz, "pues son
incapaces de comunicarse con palabras". Por aquella parte están también Los garamantes, que
"carecen de matrimonio, viven sin reglas fijas con las mujeres".
Los más interesantes de esta parte del mundo y los que más interés iconográfico despertaron, son los
blemias, a los que les falta la cabeza, y tienen la boca y los ojos puestos en el pecho. También entre
las razas africanas obtuvieron renombre Los sátiros "una especie de animales con aspecto humano
que a veces caminan a cuatro patas y otras, erguidos, y son agilísimos" y los himantópodas, "que
son una especie de cojos cuya manera de andar es reptando".
***
Todas aquellas criaturas se abrieron camino desde la
antigüedad hasta la Edad Media Con el beneplácito
de la iglesia. Fueron especialmente San Agustín y
San Isidoro de Sevilla quienes se encargaron de
infundirles cierto aire de respetabilidad que los
hiciera asimilables por la doctrina cristiana. San
Agustín se interesó por su naturaleza y comentó que
"(...) De ellos habla también la historia profana;
resulta que alguno tenía un solo ojo; otros tenían
los pies al revés; otros eran de dos sexos y tenían el
pecho derecho de hombre y el izquierdo de mujer y
si se acoplaban podían concebir y engendrar
alternativamente; otros no tenían boca y respiraban
tan solo a través de la nariz; otros no medían más
de un metro y por eso los griegos los llamaban
pigmeos; en cierto lugar las mujeres podían
concebir a la edad de cinco años y no vivían más de
ocho. Cuentan también que existía un pueblo de
hombres que tenían una sola pierna y no
flexionaban la rodilla, aunque eran velocísimos: se
llaman esciápodos, porque en verano, cuando se
tumban en el suelo, se protegen con la sombra de su
propio pie (...) " San Agustín (s.IV-V, La ciudad de
Dios, XVI, 8)
Fue precisamente de la mano de San Agustín que
fueron recibidos en el elenco de criaturas de Dios,
pues concluyo que "...O lo que se ha escrito en
torno a estos pueblos es falso o, si es cierto, no se
trata de hombres o, si se trata de hombres,
proceden de Adán".
***
Isidoro de Sevilla les dedica un amplio apartado en el libro XI de sus Etimologías. De esta manera,
de la mano de los padres de la iglesia, estas criaturas fantásticas dejaron de ser meras fantasías
paganas y se consolidaron con todos los parabienes eclesiásticos en el imaginario medieval,
convirtiendo la periferia del mundo en una suerte de horizonte onírico en el que libremente se
desarrollaba la fantasía y se recreaba la imaginación sin ofender a Dios.
En el libro XI de "Las etimologías" de San Isidoro. Cap. 3. Sobre los seres prodigiosos, aparece una
descripción mucho detallada y un catálogo de pueblos monstruosos bastante amplio:
"Del mismo modo que en cada pueblo aparecen algunos hombres monstruosos, así también dentro
del conjunto del género humano existen algunos pueblos de seres monstruosos, (...) Los cynocéfalos
deben su nombre a tener cabeza de perro; nacen en la India. También la India engendra cíclopes.
(...) ostentan un ojo en medio de la frente. Se los designa también con el nombre de agriophagitai,
porque sólo se alimentan con carne de fieras. Se cree que en Libia nacen los blemmyas, que
presentan un tronco sin cabeza y que tienen en el pecho la boca y los ojos. Hay otros que, privados
de cerviz, tienen los ojos en los hombros.
Se ha escrito que en las lejanas tierras de Oriente hay razas cuyos rostros son monstruosos: unas
no tienen nariz, presentando la superficie de la cara totalmente plana y, sin rasgos; otras ostentan
el labio inferior tan prominente que, cuando duermen, se cubren con él todo el rostro para
preservarse de los ardores del sol; otras tienen la boca tan pequeña, que solamente pueden ingerir
la comida sirviéndose del estrecho agujero de una caña de avena. Dicen que hay algunas que no
poseen lengua y utilizan para comunicarse únicamente señas o gestos.
Cuentan que en la Escitia viven los panotios, con orejas tan grandes que les cubren todo el cuerpo.
(...) En Etiopía viven los artabatitas, que caminan, como los animales, inclinados hacia el suelo;
ninguno supera los cuarenta años.
Los sátiros son hombrecillos de nariz ganchuda, cuernos en la frente y patas semejantes a las de las
cabras. (...) Hay quienes hablan de unos hombres que viven en los bosques, y que algunos llaman
faunos higueros.
Dicen que en Etiopía existe el pueblo de los esciopodas, dotados de extraordinarias piernas y de
velocidad extrema. Los griegos los denominan skiópodai porque durante el verano, tumbados de
espaldas sobre la tierra, se dan sombra con la enorme magnitud de sus pies. En Libia habitan los
antípodas, que tienen las plantas de los pies vueltas tras los talones y, en ellas ocho dedos. Los
hipopodas viven en la Escitia, poseen figura humana y patas de caballo.
Se cuenta que en la India existe un pueblo a quien llaman makróbioi, que miden doce pies. También
en aquel país vive otro pueblo cuya estatura es la de un codo, y a quienes los griegos -por medir un
codo precisamente- llaman "pigmeos". De ellos hemos hablado ya. Habitan en las montañas de la
India que lindan con el océano. Dicen igualmente que en la misma India existe una raza de mujeres
que conciben a los cinco años, y cuya vida no pasa de los ocho."
Pigmeos defendiéndose de las grullas e n el Atlas Catalán de Cresques
Los monstruos ridículosEnviado por LunaBruna el Sáb, 28/03/2009 - 20:48.
Después de que en 1480 se descubrieran en Roma el importante conjunto de pinturas de la Domus
Aurea de Nerón, una nueva palabra vino a incorporarse al lenguaje del arte: grutesco o grotesco. El
Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias, recogía en 1611 la
siguiente definición:
Grutesco. Se dixo de gruta, y es cierto modo de pintura, remedando lo tosco de las
grutas y los animalejos que se suelen criar en ellas, y savandíjas y aves nocturnas. (...)
Este género de pintura se haze con unos compartimentos, listones y follajes, figuras
de medio sierpes, medio hombres, syrenas, sphinges, minotauros, al modo de la
pintura del famoso pintor Gerónimo Bosco.
Este tipo de decoración que entrelaza follaje, frutas y
flores con animales imaginarios o reales e inventa formas
fantásticas y caprichosas, fue habitual la pintura
miniaturista de la Edad Media y dio lugar a un original
repertorio de monstruos y criaturas deformes y burlescas
cuya morfología al combinarse con los nuevos esquemas
decorativos, conduciría a que el término ‘grotesco’
adquiriera un nuevo significado: el que designa lo ridículo
y extravagante.
Como apunta Covarrubias, los monstruos grotescos que a final de la edad media generó la
imaginación de los artistas, culminarían en la pintura de El Bosco, ya en el Renacimiento; sin
embargo su origen, como veremos, es muy anterior. A ellos, a los que, siguiendo la terminología
adoptada por Jurgis Baltrusaitis en su libro La Edad Media fantástica, llamaré ‘gryllas’ o ‘grillos’,
va a estar dedicado este capítulo.
***
La principal cuna de monstruos de nuestra cultura se
encuentra en las fantasías y leyendas de la Antigüedad Clásica
y de Oriente. Todos conocemos y podemos recordar una
amplia gama de criaturas zooantropomorfas que casi nunca
aparecen entre los primeros puestos del escalafón pero que,
sin embargo, han estado presentes en el arte desde tiempos
remotos. Estas criaturas de naturaleza mixta, en parte humanas
y en parte animales: górgonas, arpías, sirenas, centauros,
faunos, sátiros... son los antepasados directos de las grillas.
Genéricamente reciben el nombre de ‘grillos’, gryllas’ o ‘Grylloi’ ciertos pequeños monstruos
pseudo-antropomorfos originados a partir de fantásticas combinaciones de partes humanas, animales
e incluso vegetales. Los monstruos resultantes de esta mixtura son de pequeño tamaño y aspecto
gracioso y ligero.
Como sucede con casi todos los componentes fantásticos del imaginario occidental, también esta vez
encontramos a Plinio el Viejo (XXXV, 114) relacionado con estas extraordinarias criaturas. Él nos
explica la razón de su nombre. Plinio narra cómo el pintor Antiphilos dibujó con aspecto ridículo a
un hombre llamado Gryllus, apodado así por su aspecto porcino -pues grylloi o gryllos significa en
griego ‘cerdo’-, y lo hizo tan hábilmente que en adelante se utilizó este término con el significado
que damos hoy a la palabra caricatura. Es más probable sin embargo que el término derive de la
palabra latina “grillos”, nombre del insecto que según la tradición romana personificaba el alma de
los antepasados bajo la forma de “el grillo del hogar”, cuya función era protectora y benéfica. Esto
explicaría el hecho de que fueran para los romanos algo tan cotidiano en su cultura como lo eran los
dioses del hogar y estuvieran presentes entre sus objetos familiares en forma de amuletos. Plutarco
explicó que por su fealdad, aquellas criaturas deformes y ridículas eran capaces de concitar la
atención de los genios malignos y atraer hacia ellos el mal de ojo, disminuyendo así el efecto dañoso
de las maldiciones.
Las gryllas más antiguas –sumerias, escitas, iraníes, cretenses, grecorromanas…- eran de dos tipos
fundamentales: unas se producían por escamoteo de partes del cuerpo, las despojaban el tronco y la
criatura resultante quedaba reducida a una cabeza con extremidades; las otras se generaban por
acumulación de cabezas, entre las que una de ellas, al menos, era de naturaleza humana. Con el
tiempo cada vez se fueron mixtificando más, entrelazando partes humanas, animales y vegetales de
manera cada vez más caprichosa y estrafalaria. Es importante, sin embargo, advertir que en todos los
casos este tipo de monstruos tiene que ser al menos parcialmente humano, esta es su principal
diferencia formal con las criaturas que se describen en el fisiólogo antiguo o del bestiario medieval,
que son meramente animales.
***
LAS DRÔLERIES: EXTRAVAGANCIAS GOTICAS
A principio de la Edad Media, las grillas cayeron en desuso y no volverían a recuperar posiciones
hasta bien entrado el siglo XIII, cuando la drôlerie gótica, heredera de la miniatura medieval y de las
artes decorativas clásicas, empezó a animar las orlas de los códices miniados. A partir del siglo XIII
y sobre todo en el XIV y XV, el catálogo de monstruos se distanció de la iconografía románica
basada en el fisiólogo antiguo, el primer bestiario conocido. La imaginación del artista tardo
medieval, impulsada por un mejor conocimiento de la Antigüedad y por la influencia de las culturas
orientales y los arabescos islámicos, dispuso de una información más extensa, exótica y variada del
mundo de la que hasta entonces había tenido, y aquello, naturalmente, se reflejó también en el
aspecto de los monstruos periféricos. El estilo ornamental que floreció en los márgenes del
manuscrito gótico fue más vivaz y animado que el que había caracterizado a la miniatura románica;
es en estas orlas marginales donde, enredando en el follaje y formando escenas de intensa
animación, vemos reaparecer a las grillas.
La palabra francesa drôlerie, se refiere a algo extravagante, pintoresco o grotesco que por su
singularidad divierte y hace reír. La idea general sugerida por este término es la de algo ligero y
placentero que divierte, entretiene y no debe tomarse en serio; así, las drôleries góticas, liberaron la
decoración de los manuscritos de la severidad románica y manifestaron el lado más alegre, festivo y
humorístico de los monstruos medievales.
Las grillas que aparecen en las La drôleries son criaturas mixtas entre humanas y animales que
aparecen entrelazadas con el follaje no sólo en los códices miniados sino también en otros espacios
periféricos de la obra de arte, representando con frecuencia escenas con mucha actividad y gran
animación. Las encontramos esculpidas en detalles arquitectónicos como gárgolas, capiteles,
ménsulas o canecillos de los tejados, en los grabados y repujados de objetos y en la talla de muebles,
como las sillerías de los coros y los extremos de los bancos. Su intención básica es caricaturizar a
ciertos tipos de personas o de ocupaciones, utilizando para hacerlo la ironía, la fantasía y el humor.
***
RENACIMIENTO: EL INFIERNO DE EL BOSCO
Durante la Edad Media tardía lo grotesco funcionaba en los márgenes de la obra de arte como si
fuera una risa o un murmullo que se dejara escuchar gratamente, sin dar ni quitar consistencia al
discurso. Y así fue hasta que la escalada del monstruillo prodigioso y grotesco llegó a la cima de la
mano de Hieronimus Bosch, el Bosco, que lo sacó de la marginalidad para convertir al comparsa en
uno de los personajes centrales de la obra.
El Bosco desarrolló una iconografía fascinante en la Holanda del siglo XVI y llenó su obra de
figuras de gran expresividad y viveza, aparte de la carga simbólica que contuvieran. Trabajó cada
centímetro de la superficie de sus obras con tanto abigarramiento que es casi imposible llegar a
conocer toda la ristra de magníficos monstruitos infernales que imaginó. No puedo, por su tamaño,
escanear el libro en el que me entretengo en observar los detalles del tríptico del Juicio o de las
Tentaciones de San Antonio y tampoco es fácil conseguir buenas imágenes en internet de detalles
tan menudos, así que me he dedicado fotografiar mis propios libros, pero el andamio que he montado
para hacerlo tampoco da mucho de sí. Encarecidamente aconsejo a quienes tengan tiempo y ganas de
profundizar en la obra de este autor, o simplemente de disfrutar de algo bien hecho, que vean la
maravilla que el Museo del Prado y Google Earth han realizado con el “Jardín de las Delicias” y no
se pierdan la ocasión de verlo en todo detalle y alta definición.
De “El Jardín de las Delicias”
Del tríptico de “el Juicio final”
El Bosco fue el primer artista que trajo al primer plano de la obra de arte todos los temores y
obsesiones que sobre el pecado, la culpa, el castigo y el infierno habían aterrorizado durante siglos al
hombre del Medievo. El los verbalizó y les dio una forma tangible, pero a muchos de sus demonios,
al mismo tiempo que los hacía aprehensibles, los formaba ridículos. Ciertamente no es el objetivo de
este trabajo adentrarse en los recovecos de la mente del artista y analizar la intención que impulsó su
obra ni abundar en el valor simbólico de su pintura o esclarecer los significados y mensajes que la
obra recoge y transmite. Hacerlo así sería un trabajo ímprobo y el presente artículo sólo pretende
constatar el valor formal, concreto y plástico de las criaturas monstruosas y maravillosas que El
Bosco imaginó y plasmó. Y no de todas, solamente de aquellas que encajan en el título del trabajo:
las que por su aspecto grotesco son sucesoras directas de las grillas antiguas y medievales.
Boceto de Las Tentaciones de San Antonio
Otros boceto de El Bosco
También Pieter Bruegel el Viejo, otro pintor flamenco del siglo XVI, pintó magistralmente el mundo
infernal y sus criaturas. Lo hizo en los grabados de Los siete pecados capitales, en 1558, y las grillas
que en ellos dibuja son más bulliciosas y divertidas que amenazantes. Lo hizo también en algunos de
sus cuadros, como La caída de los ángeles rebeldes o Dulle Griet, pero en ellos el aspecto terrorífico
predomina sobre el lúdico.
De la serie de Los pecados capitales, de Bruegel
De la Caída de los ángeles rebeles, de Bruegel. 1562
n el Atlas Catalán de Cresques
"Puede afirmarse que a las zonas más remotas de la tierra
habitada les ha correspondido los recursos más preciosos"
"La india (...) es hacia oriente la zona más remota de las
tierras habitadas (...) hay en ella una incalculable abundancia
de oro (...) además en dicho país los árboles silvestres
producen un fruto consistente en unos copos de lana (...) Los
indios utilizan una ropa confeccionada con el fruto de estos
árboles." (Heródoto, Historia, Libro III, 106). "Arabia es por
el sur la más remota de las regiones habitadas y en ésta es en
la única región del mundo en que se produce incienso, mirra,
canela, cinamomo y lédano." (Heródoto, Historia, Libro III,
107). "Hacia el sudoeste, por otra parte, se extiende Etiopía,
la más remota de las tierras habitadas, pues bien, dicho país
produce oro en abundancia, enormes elefantes, toda clase de
árboles silvestres, incluso el ébano, y, además, unos hombres
de una talla, una apostura y una longevidad excepcionales."
(Heródoto, Historia, Libro III, 114). "Asimismo, es indudable
que en el norte de Europa es donde hay una mayor
abundancia de oro (...) En cualquier caso parece ser que las
zonas más remotas del mundo, que circundan el resto de la
tierra y delimitan su extensión, poseen fundamentalmente los
productos que a nosotros se nos antojan más preciosos y más
raros." (Heródoto, Historia, Libro III, 116).
Las expediciones de Alejandro Magno contribuyeron a afianzar la leyenda. Megástenes, en el siglo
III a Jc. fue embajador alejandrino en la corte del rey indio Chandragupta y compuso una obra
llamada Indica, sobre aspectos geográficos e históricos del extremo oriental del mundo. Fue
cuidadoso y fiable en sus descripciones geográficas, pero cuando se refiere a la etnografía de las
zonas remotas, rebosa fantasía. Él sí se dejó llevar por la magia de la imaginación en lo referente a
los pueblos monstruosos y, a la nómina iniciada por Ctesias, añadió hombres sin nariz, otros sin
bocas, otros extremadamente peludos que caminaban reptando, pueblos con un solo ojo, con orejas
de perro, con los pies al revés y otras maravillas más.
Hubo una corriente ilustrada entre los escritores antiguos, como Estrabón y Aulo Gelio, que
rechazaron de plano la existencia de estas criaturas, hijas del exceso de fantasía; sin embargo, su
existencia fue admitida por otros autores clásicos, como Plinio el Viejo o Solino, que recopilaron las
leyendas y las trasmitieron al mundo medieval.
Diversos pueblos monstruosos habitantes de las Indias lejanas
Teratología renacentistaEnviado por LunaBruna el Vie, 22/05/2009 - 19:04.
TERATOLOGÍA RENACENTISTA: La edad de oro de los prodigios
Este capítulo es extenso y lo he estructurado en tres partes bien diferenciadas. En la primera de ellas
pretendo explicar los prodigios renacentistas viendo cómo la idea clásica de lo monstruoso, que
había llegado plenamente vigente desde la antigüedad atravesado toda la Edad Media, evolucionaba
en el Renacimiento y el Barroco.
La segunda parte es un romance que descubrí hace años en el sitio web de la facultad de
antropología de la universidad de Granada. A mí me parece magnífico e ilustra muy bien la
mentalidad prodigiosa de la época. Baste, para que vaya apeteciendo leerlo, su título: “Retrato de un
monstruo, que se engendró en un cuerpo de un hombre, que se dize Hernando de la Haba, vezino del
lugar de Fereyra, Marquesado del Cenete, de unos hechizos que le dieron. Parteole Francisca de
León, comadre de parir, en veynte y uno de Junio, de 1606 por la parte tras ordinaria”.
La tercera parte está destinada a notas bio-bibliográficas y a ir registrando sitios de internet que me
parezcan interesantes a medida que los vaya descubriendo. Hasta hace poco no era fácil encontrar
buena documentación sobre el tema de los prodigios renacentistas y barrocos en Internet, pero
últimamente están apareciendo cada vez más espacios dedicados a ello. En parte ha sido ver que
somos bastantes los tipos raros a los que este tema interesa lo que me ha animado a desarrollar este
capítulo.
1ª Parte: LA EDAD DE ORO DE LOS PRODIGIOS
1.- De lo que ocurrió cuando se supo que los animales míticos no estaban allí
Cuando Marco Polo descubrió y dio a conocer al mundo que “Los unicornios no son blancos y
esbeltos sino que tienen el pelo de búfalo y las patas como ellos; el cuerno es negro y
desagradable, la lengua espinosa y la cabeza parecida a un jabalí (…) y además no es verdad
que se dejen atrapar por una doncella virgen", no sospechaba siquiera que estaba marcando un
camino para la observación de la realidad por el que se iba a ir al traste el bestiario medieval, que se
nutría en el animalario mítico. Y es que, después de aquella penosa desmitificación de una de las
más tiernas leyendas conocidas, ya nada en el mundo se los monstruos volvería a ser lo mismo.
El cambio no fue inmediato.
Después de Marco Polo, muchos autores siguieron
narrando y explicando con todo detalle las maravillas del
oriente y de los seres excepcionales que lo habitaban.
Los aventureros siguieron viajando, descubriendo y
explorando hasta que llegaron al fin del mundo; pero, por
largo que fuera el viaje y lejano el final del camino,
nunca fueron hallados los esperados monstruos
legendarios.
Fue más tarde, a lo largo del XVI, cuando los descubrimientos y exploración de las nuevas tierras y
el impulso renacentista, indujeron cierto escepticismo respecto a las criaturas moralizantes del
bestiario medieval, cuya realidad empezaba a parecer dudosa. No significa esto que desaparecieran
los monstruos, al contrario: con el advenimiento de la modernidad llegó también la edad de oro de
los prodigios y el imaginario artístico se llenó de criaturas tan raras como las de siempre, e incluso
más, pero cuyas posibilidades de existir eran mucho más claras.
Para alimentar la imaginación, no faltaron en las nuevas tierras animales rarísimos y pueblos de
hombres salvajes casi tan extraordinarios como los hasta entonces imaginados, pero, ahora sí,
absolutamente reales y capaces de impulsar una nueva teratología conducida por la incipiente
curiosidad científica y a la vez cargada de ingenuidad, imaginación, inventiva, creatividad e ingenio.
También las ciencias médicas y biológicas aportaron nuevos objetos al fijar la mirada en seres
portentosos que lo eran por la anormalidad de su fisonomía. Además, el mar, cada vez más extenso y
navegado, siguió siendo una gran incógnita y por ende, cuna de monstruos: no en vano fuentes
fiables aseguraban que sus aguas estaban pobladas por seres de naturaleza desconocida sobre los que
no dejaba de especularse.
Monstruos dibujados por Ulisse Aldrobandi en el S.XVI; a cada una de estas imágenes acompaña
una leyenda:
1.-En alguna isla del mar Caspio hay leones como el que se ve, tienen rostro humano pero son
salvajes y feroces...
2.-En el último lugar de África, al final de la tierra, hay hombres que son del todo humanos excepto
porque tienen el cuello de grulla y en el rostro, pico y barba de gallo...
3.-En el país del gran Tamerlán hay centauros de esta forma...
4.-En algún lugar de Tartaria se han encontrado monstruos como el que veis, tienen un cuello largo
sobre el busto y en el extremo una cabeza de grifo, y en el pecho un rostro humano...
2.- De cómo los monstruos, para serlo, deben existir realmente
El monstruo de los nuevos tiempos, aunque diferente en su
generación, es heredero de los que le precedieron y, como
ellos, criaturas a respetar y tener en cuenta. Cabe recordar
aquí que la idea que se tenía de lo monstruoso en la
antigüedad y en la Edad Media no era en absoluto parecida
a la actual. En tiempos antiguos y medievales, nada
monstruoso se había originado fuera de la naturaleza. Esta
idea era tan inconcebible como la posibilidad de que
hubiera ‘creaciones’ paralelas a la Creación o ‘naturalezas’
paralelas a la Naturaleza.
Tampoco dependía la monstruosidad de cuestiones
estéticas o del temor que las criaturas causaran, tan monstruoso era un ser horrible que causara
miedo como otro que produjera asombro o maravilla. Fieles a la idea planteada por Aristóteles en la
Generación de los Animales, se tenía por monstruoso aquello que acontecía en contra de lo normal
en la naturaleza, pero nunca en contra o fuera de ella. Los teólogos medievales aceptaron este
principio y, con la finalidad de afirmar la Creación divina, añadieron que lo extraordinario,
monstruoso, anormal o prodigioso en la naturaleza, también formaba parte del plan divino y no era
un accidente o una aberración.
Grabado de faunos en la obra de Conrad Lycosthenes, 1557
“Los que llamamos monstruos no lo son para Dios, que ve en la inmensidad de su obra la
infinitud de las formas que en ella ha comprendido; y es de creer que esta criatura que nos
asombra refleje y dependa de alguna otra figura del mismo género desconocida para el
hombre. De su infinita sabiduría nada sale que no sea bueno y común y ordenado; más no
vemos nosotros ni la armonía ni la relación. (…) Llamamos contra natura aquello que
acontece contra la costumbre, más nada es sino según ella, sea como que sea.” (Michel de
Montaigne; Ensayos completos, libro segundo, cap. XXX. Ed. Cátedra, col. Biblioteca
Aurea)
En cuanto a la naturaleza final de los monstruos, el Renacimiento adaptó a la incipiente mentalidad
científica el mismo principio que dominó en la antigüedad y la Edad Media. Las diferencias
importantes entre el nuevo imaginario y el antiguo y medieval tienen más que ver con cómo se
inventaron y generaron los nuevos monstruos que en las formas finales obtenidas.
Si en la tradición antigua, lo natural estaba constituido tanto por los seres reales y contrastables
como por todo un universo de criaturas híbridas, animales fantásticos y razas humanas prodigiosas
de cuya existencia real no se dudaba, aunque nadie nunca hubiera conseguido dar con ellas, desde
finales del siglo XV la revolución ocasionada por la observación positiva de la naturaleza en los
aspectos de ésta que involucraban a los monstruos, como en todos los ámbitos del conocimiento, fue
espectacular. La curiosidad se vio estimulada no ya por las criaturas ilusorias, sino por otras reales y
de existencia contrastada que fascinaban al hombre del siglo XVI y de las primeras décadas del
XVII. Pero, aunque todo lo relacionado con la teratología le entusiasmaba, su mentalidad positiva
exigía realidades. Prefirió descartar todos aquellos monstruos enraizados en el mito y se esforzó en
documentar la existencia real de lo prodigioso y en explicarlo desde las nuevas disciplinas.
Grabado de Fortunio Liceti en "De monstruorum causis, natura et differentis". Edición de 1616.
Aquella inquietud dio extraños frutos, pues la mirada que escrutaba la naturaleza era la de un
hombre que maravillado y desbordado por la diversidad de lo que veía, ponía en su afán por
desentrañarlo tanta ciencia como imaginación. Resultó así que los nuevos mecanismos para generar
monstruos dieron frutos tan sorprendentes y fantásticos como habían sido los de antaño.
3.- De las criaturas que acontecen fuera del curso de la naturaleza o contra ella
De la obra “Monstruos y prodigios” de Ambroise Paré, 1575
1.- Retrato de un monstruo asombroso con un cuerno, dos alas y una sola pata de ave de rapiña, un
ojo en la articulación de la rodilla y participando de ambos sexos.
2.-Niño monstruoso que nació con dos cabezas, dos piernas y un solo brazo.
3.-Hombre sin brazos que sin embargo puede hacer con la cabeza o con los pies lo mismo que los
otros hombres hacen con las manos
«Las causas de los monstruos son varias. La primera es la gloria de Dios. La segunda, su
cólera. Tercera, la cantidad excesiva de semen. Cuarta, su cantidad insuficiente. Quinta, la
imaginación. Sexta, la estrechez o reducido tamaño de la matriz. Séptima, el modo
inadecuado de sentarse de la madre, que, al hallarse encinta, ha permanecido demasiado
tiempo sentada con los muslos cruzados u oprimidos contra el vientre. Octava, por caída, o
golpes asestados contra el vientre de la madre, hallándose ésta esperando un niño. Novena,
debido a enfermedades hereditarias o accidentales. Décima, por podredumbre o corrupción
del semen. Undécima, por confusión o mezcla de semen. Duodécima, debido a engaño de los
malvados mendigos itinerantes. Y decimotercera, por los demonios o diablos.» (Ambroise
Paré; “Monstruos y prodigios” edición de Siruela, col. Biblioteca sumergida, en 1987)
Así empieza la obra “Monstruos y prodigios” de Ambroise Paré, paradigma de la literatura
renacentista sobre lo prodigioso. (Personalmente pienso que la más poderosa de las trece causas
mencionadas, es la quinta. La imaginación, debidamente asociada con la curiosidad, la inquietud y el
ansia de analizar y entender los fenómenos de la naturaleza, dio frutos muy juiciosos, pero también
alumbró otros muy asombrosos y fantásticos).
Varios fueron los métodos de los que se valió la imaginación para generar monstruos. Una parte
esencial de la teratología renacentista se forjó en la observación de procesos biológicos anormales,
que quedaron registrados en una exhaustiva literatura médica elaborada con mucha curiosidad
científica y no poca ingenuidad. Los monstruos de este tipo ya no pertenecerían a razas y pueblos de
criaturas legendarias, sino que, aunque su aspecto fuera tan sorprendente como el de aquellos de
antaño. Se trataba de portentos individuales: criaturas malformadas por haber sido concebidas con
deformidades físicas o fruto de partos anómalos; otras con trasmutaciones producidas por
hibridación -pues se aceptaba la posibilidad de fecundaciones entre especies diferentes-, y otras con
características particulares que se suponían de carácter mágico o diabólico o de cualquier otro tipo
que les confirieran una morfología distinta a la de sus progenitores.
De la ‘Monstrorum historia’ de Ulise Aldrovandi (1522-1605)
1.- Mujer con rostro de simio
2.- Monstruo tricéfalo y anfibio que vivió en el Nilo
Se escribieron una cantidad importante de crónicas de lo milagroso recopilando, clasificando y
analizando todo lo que de extraordinario acontecía -o había acontecido a lo largo de la historia- en el
campo de las ciencias naturales. Aunque todos los autores estaban fascinados por las curiosidades
biológicas y las anomalías anatómicas su manera de enfocar lo prodigioso fue diversa.
Unos, como Conrad Lycosthenes (“Prodigiorum ac ostentorum chronicon, 1557) o Pierre
Boaistuau (Histoires Prodigieuses , 1560), dedicaron al tema la atención del historiador y cronista
registrando todos los prodigios conocidos desde la antigüedad hasta el momento en que publicaron
sus crónicas.
Conrad Lycosthenes (“Prodigiorum ac ostentorum chronicon, 1557)
Ambroise Paré por su parte, realizó una amena recopilación de portentos en su libro “Monstruos y
prodigios” publicada en 1575, una obra que fue escrita con voluntad científica y resultó ser, sobre
todo, sugestivamente literaria.
“Los monstruos son cosas que parecen fuera del curso de la Naturaleza (y que en la mayoría
de los casos constituyen signos de alguna desgracia que ha de ocurrir), como una criatura
que nace con un solo brazo, otra que tenga dos cabezas y otros miembros al margen de lo
ordinario. Prodigios son cosas que acontecen contra la naturaleza, como una mujer que dé a
luz una serpiente o un perro, o cualquier otra cosa opuesta a la Naturaleza” (Ambroise Paré;
“Monstruos y prodigios” edición de Siruela, col. Biblioteca sumergida, en 1987)
Otros lo hicieron desde la perspectiva de la ciencia médica y los estudios anatómicos, biológicos o
zoológicos. Entre ellos las obras de Ulisses Aldrovandi, autor de “Monstrorum historiae, cum
paralipomenis historiae omnium animalium”, una vasta obra publicada póstumamente, en 1642, que
servirá de base para toda la literatura zoológica, botánica y médica ulterior; la de Conrad Gessner,
cuya extensa obra “Historiae animalium” publicada en 1558, le llevó a merecer el honor de ser
considerado el padre de la zoología moderna, o, ya en el siglo XVII, la de Fortunio Liceti, cuya
obra "De monstruorum causis, natura et differentis" se imprimió en 1616.
Diversos monstruos y prodigios dibujados por Aldrovandi (arriba) y por Liceti (abajo)
Otros aún, como el mismo Alberto Durero, se asomaron a la teratología con la mirada del artista y
realizaron muchos de los grabados que posteriormente formarían parte de las grandes cosmografías
enciclopédicas características de aquella época.
La cerda monstruosa de Landser, Alberto Durero, 1496
Si el prodigio renacentista y barroco resultó tan seductor, no fue solo por la extraordinaria forma en
que la naturaleza se manifestaba en ellos, sino también y sobre todo, por el significado final que se
les atribuía. En la mentalidad de la época, todo lo portentoso tenía una razón de ser, los monstruos
eran designios divinos y existían para mostrar o anunciar algo que debía ser interpretado y atendido.
El monstruo cursaba contra la forma normal de mostrarse las cosas en la naturaleza, y, con la misma
fuerza de su anomalía, anunciaba acontecimientos que ocurrirían fuera del normal acontecer de los
sucesos en la historia. Mientras la ciencia y los naturalistas se esforzaban en desentrañar su misterio
formal, menudeaban los adivinos y augures empeñados de leer en los fenómenos y descubrir los
misterios -generalmente contratiempos y catástrofes- que auspiciaban.
4.- De algunos monstruos terrestres que al fin resultó que no lo eran
A medida que el mundo se ensanchaba en cada viaje de exploración y cada descubrimiento, el
imaginario europeo se iba poblando de nuevas criaturas extrañas y maravillosas que, si bien podían
producir espanto, resultaron ser plenamente naturales. Los tigres, las jirafas, los rinocerontes, los
elefantes, la mayoría de los monstruos marinos u otros que habitaban en los espacios más recónditos
e intrincados de la tierra, causaron verdadero estupor e impresión. Eran seres vivos nacidos de
progenitores que a su vez eran iguales a ellos y que en nada cursaban a contracorriente de la
naturaleza. Tenían existencia real y podían ser observaos directamente, y, por ende, sus cualidades
podían ser constatadas, descritas y clasificadas cada vez con mayor coherencia y acierto.
Ambroise Paré (“Monstruos y prodigios”, 1553)
1.-“En la India interior, al otro lado del rio Ganges, a unos cinco grados más allá del Trópico de
Cáncer, se encuentra la bestia llamada jirafa por los germanos occidentales (…) tiene el cuello de
una toesa más o menos de largo, extraordinariamente largo, y también sus piernas son diferente, ya
que las tiene más altas que ningún otro animal del mundo.”
2.-Elefante. “Nacen en Africa más allá de los desiertos, en Mauritania y también en Etiopía. Los
más grandes son los que nacen en la India (…) De su nariz, que es muy larga y hueca como una
gran trompeta, y casi toca el suelo, se sirven como si de manos se tratata (…) Son de naturaleza tan
libre que no pueden soportar brida alguna (…) Viven doscientos años.
3.-El toro de la Florida. “Este animal es de los más feroces que se conocen, ya que jamás se deja
domesticar (…) Sus cuernos son muy apreciados, debido a la propiedad que tienen contra el
veneno.”
En general, nada más que su rareza había de monstruoso en ellas, pero fueron mal percibidas o mal
descritas en su momento. Un insuficiente conocimiento de la naturaleza y una transmisión oral
deformada, condujeron a incluir a algunos animales exóticos, que nada tenían de anormal, en el
elenco de los monstruos. Muchos fueron incluidos en los catálogos de portentos pues, según solía
aceptarse en las definiciones más básicas, eran criaturas extrañas que no cursaban según la manera
más frecuente de mostrarse los seres en la naturaleza. Sin embargo el término “monstruo” nunca fue
el más apropiado para nombrar a la mayoría de aquellas criaturas sorprendentes, pero plenamente
conformes con la recta natura..
Un buen ejemplo de aquellos que causaron gran asombro cuando fueron descritos en Europa, fue el
rinoceronte, cuyo capítulo propio puedes encontrar aquí.
Durante un tiempo siguieron describiéndose criaturas con más componente fantástico que real
habitando los nuevos continentes y tierras exploradas, pero se avanzaba con firmeza hacia un
naturalismo científico y con él, hacia la creciente especialización y autonomía de las diversas
disciplinas de la naturaleza: la verdadera maravilla estaba en la zoología, la botánica, la química, la
mineralogía etc. De esta manera, a lo largo de los siglos XVI y XVII, la mayoría de las criaturas
reales que habían pertenecido al mundo de lo prodigioso salieron de él para convertirse en objeto de
estudio de las ciencias biológicas.
5.- De cómo los monstruos marinos siguieron poblando el mar
Cuando ya los continentes
estuvieron explorados y seguían
sin aparecer los pueblos
extraordinarios y las bestias
míticas, parecía llegado el fin de
los monstruos: la realidad los
desmentía. La ciencia había
tomado de la mano la
clasificación y descripción de
los prodigios y nadie quería
afirmar seriamente nada de la
naturaleza que no pudiera
constatarse o estuviera ya
probado. Pero lo cierto es que, a
pesar del empeño en
racionalizar la naturaleza, los
monstruos nunca han dependido
de lo que se sabe de la realidad,
sino de lo que se supone de ella.
Y, para seguir suponiendo,
quedaba un vasto mundo aún
desconocido: quedaba el mar
enorme y tenebroso, capaz de
mantener la fantasía, la magia y
el misterio. En él proyectó el
hombre sus temores más irracionales llenándolo de monstruos tan terroríficos como fascinantes y
mucho más atroces que los que había imaginado caminando sobre la tierra.
La mejora de los navíos y los nuevos instrumentos científicos relacionados con las artes de la
navegación, permitieron navegar por rutas cada vez más arriesgadas. Las largas travesías de
inseguridad y miedo, lejos de facilitar el final de la imaginación mágica, la potenciaron. Mientras los
monstruos de la tierra se iban racionalizando, la leyenda del mar fue en aumento y los terrores que lo
habitaban atravesaron toda la modernidad llegando casi hasta nuestros días. Entre lo que lo que los
navegantes imaginaron ver sobre el mar, lo que realmente vieron y lo que contaron que habían visto,
se forjó una nueva mitología náutica tenebrosa y sublime de una diversidad iconográfica
espectacular. A los clásicos caballos de mar que conducían el carro de Neptuno, a las nereidas, las
sirenas, los tritones y otras criaturas acuáticas, se sumaron una ingente cantidad de bestias de muy
variada morfología, gran tamaño y cualidades extraordinarias.
Portentos marinos en “Monstruos y prodigios” de Ambroise paré
El atlántico norte, habitualmente denominado “mar tenebroso” fue a principios del siglo XVI el más
temible de los mares conocidos y navegados y, por tanto, el escenario natural en el que se ubicaron
los monstruos marinos más pavorosos. Paradigma de todos ellos fue la ballena en todas sus formas.
Su leyenda se remonta al mito bíblico de Leviatán, la feroz criatura en parte pez y en parte serpiente
que en algún momento libraría batalla con el mismo Dios, pues simbolizaba las fuerzas del mal y
contenía toda la esencia los monstruos marinos.
El cosmógrafo Sebastian Münster, el obispo sueco Olaus Magnus y el geógrafo y humanista
Abraham Ortelius, autor del primer atlas mundial que bajo el título “thetrum orbis terrarum” fue
publicado en 1570, reunieron en él una extensa e imaginativa cantidad de prodigios marinos.
Este tema está desarrollado con más extensión en el capítulo dedicado a las ballenas, que puedes
encontrar aquí.
*****
2ª Parte: RETRATO DE UN MONSTRUO. ROMANCE
El romance que a continuación reproduzco lo tomé hace tiempo “Gazeta de antropología” de la
Universidad de Granada. Afortunadamente sigue allí todavía, (
http://www.ugr.es/~pwlac/G08_08JoseAntonio_Gonzalez_Alcantud.html ) precedido de un
interesante trabajo realizado por el profesor de antropología cultural José A. González Alcantud.
El título completo del romance es “Retrato de un monstruo, que se engendró en un cuerpo de un
hombre, que se dize Hernando de la Haba, vezino del lugar de Fereyra, Marquesado del Cenete, de
unos hechizos que le dieron. Parteole Francisca de León, comadre de parir, en veynte y uno de Junio,
de 1606 por la parte tras ordinaria”. Se llamaba su autor Pedro Manchego, fue publicado en
Barcelona en el año 1606 y se conserva en la Biblioteca General de la Universidad de Granada.
Romance
Oy si me prestas silencio
y auditorio a mis palabras
pienso declarar un caso
que es caso que al mundo espanta.
No quan vanos oradores
diré lisonjas, ni fábulas,
sino una verdad notable,
y por verdad aprovada.
Una cosa nunca vista
digna de ser memorada,
y de tener en memoria
por ser una cosa estraña.
Aunque es verdad que ay algunos
incrédulos que se jatan
de dezir, que son mentiras
estos sucesos que pasan.
Pero con todo pretendo
será de tanta eficacia
mi obra, que dará al mundo
crédito por ser tan clara.
No ha sucedido en las Indias,
ni en las islas de Canarias,
ni en la tierra del gran Cayre,
ni en Chipre Africa y Asia.
En el cercuyto heroyco,
que encierra la Isla Hispana
junto a una insigne ciudad,
que se intitula Granada.
En esta ciudad reside
un mercader que se llama
dentro del Alcayzería
Bartolomé de Mestança.
Este acude de ordinario
cada año a las Alpuxarras,
a cobrar algunas deudas
de muchas cosas fiadas.
A veynte y uno de Iunio
deste año que se halla,
por cuenta mil y seys cientos
y seys, según se declara.
Salió el dicho mercader
para hazer sus cobranças
y en el lugar que dire
este propio día estava.
Ocupado en sus negocios
con un Alguazil andava,
y un escrivano haziendo
execucion por casas.
Pasando por una calle
byen vozes temerarias,
que rompen los elementos
con grandes lastimas dadas.
Llegan preguntas ques esto,
y responde una muchacha,
mi padre es que esta pariendo
señores, que es lo que mandan.
Pues tu padre ha de parir
que es lo que dizes rapaza,
y por informarse bien
mas adelante se lança.
Vieron a un hombre sentado
en una silla, y sentada
una mujer a sus pies,
que en tal trance le ayudava.
Empuge señor le dize
la vieja muy angustiada,
no ahogue la criatura,
que el peligro es la tardança.
Estando atentos mirando
con un gemido se arranca,
de las entrañas del triste
esta figura endiablada.
Apenas huvo caydo
quando del barreño falta,
y a la comadre le asió
con las uñas en la cara.
Santo Dios dize la vieja
confusa y atribulada,
este sin duda es el diablo
bien lo muestra en su arrogancia.
Pusieron al monstruo fiero
en un librillo de agua
para conocer mejor
sus partes proporcionadas.
Y desque huvieron mirado
su figura y semejança,
certificaron ser esta
que ya mi pluma relata.
Pierna y pantorrilla de hombre,
y en el pie quatro uñas largas,
y el otro nadie puede
juzgarle, porque no es nada.
El medio cuerpo de ganso
de puerco espino la espalda,
de galápago la cola,
la natura entienda Bargas.
El pescueço de cavallo
y orejas la misma traça,
los ojos grandes de buey
hozico y lengua sacada.
De traça y suerte de un perro
quando de corage rabia,
si yerro en algo, otro puede
juzgarlo si en ello ay falta.
Después que hubieron mirado
la gente escandalizada,
deste espectáculo fiero,
se estava maravillada.
Unos dizen es demonio,
otros es cosa tan mala,
que a todos nos pone espanto
su figura endemoniada.
No vivió mas de hora y media
y en este tiempo graznava,
a modo de un lechoncillo
dando al agua coleadas.
Tomaron le juramento
y la comadre apremiada,
declaro, que le parió
por la parte extraordinaria.
Pidió testimonio desto
el mercader y retrata,
en un papel este monstruo
por dar dello fe en Granada.
Lo demás que sucedió
deste preñado, o preñada,
en el segundo Romance
lo verán sino se cansan.
****
Segundo romance
En el Reyno de Granada
en el famoso Obispado
de la Ciudad de Guadix
en el rico Marquesado,
Que le llaman de Cenete
del Duque del Infantazgo
sucedió lo que dire,
si atención prestan un rato.
En esta tierra que digo
ay un lugar ques llamado
Pites de Fereyra, allí
sucedió este caso extraño.
Vivió y vive en el lugar
que al presente he declarado,
un hombre apacible, afable
de trato senzillo y llano.
Estando en su juventud
tuvo amistad ciertos años
con una muger del pueblo
ciego del amor liviano.
Prometióle casamiento,
dándole palabra y mano,
y la muger en su casa
le dio entrada y passo franco.
En este tiempo prolixo
causo molestia este estado,
y el hombre mudo de gusto
porque el mal gusto es enfado.
Pago con la ingratitud
el que antes avia estado,
con mas firmeza que un rico,
preso del amor tyrano.
Al fin le cobro afición
a una muger de su barrio,
y el casamiento se hizo
con fervor y no despacio.
Vino a oydos del amiga,
y ella de zelos rabiando,
juro de tomar vengança
de su enemigo contrario.
Sintió la burlada dama
el averla ansí burlado,
el que primero avia sido
de su amor vivo retrato.
Pasaronse algunos días
y el hombre que aquí he nombrado,
de una enfermedad estuvo
de salud necesitado.
El amiga que lo supo
que estaba de salud falto,
procuro tomar vengança
de los enojos pasados.
A una vieja hechizera
le descubrió el pecho falso,
y la vieja le responde
solicita de sus cuydados.
No os aflijáis hija mía,
que prometo de vengaros,
porque un negocio de honra
no es bien que se pase en blanco.
No es razón que vuestro honor
ansí quede ultrajado,
y que aquel que mal pago os dio
es bien se le de mal pago.
Mirad que me quereys dar
y prometo de ayudaros,
que yo haré de manera
que viva siempre afrentado.
Si lo hazeys madre mía
prometo gratificaros,
vuestro trabajo, y are,
que no echeys el lance en vano.
Desde aquí os prometo dar
para una saya y un manto
y si os pareciere poco
no faltara mas que daros.
Viendo el cebo entre las uñas
a la promesa aplicado,
con grande liberaleza
la vieja acude al reclamo.
Diziendo: Pues eso basta,
mas falta lo necesario,
y esto vos lo aveys de hazer,
lo de mas quede a mi cargo.
Andad con Dios, y traedme
en breve aquese recado,
y prometo de hazer
un hecho que sea sonado.
El secreto es la importancia
pone a la boca un candado,
que si se viene a saber
hemos de pagar el pato.
Creedme señora dixo,
que aunque me hagan pedaços,
nadie lo sabrá de mi,
en eso perded cuydado.
Llegando el día siguiente
la vieja tocada a papos
fue a visitar al enfermo
con un pequeño regalo.
Como esta señor vezino?
el le respondió: Muy malo,
sabe Dios si lo he sentido,
en el alma me ha pesado.
Estuvo algunas horas
con el enfermo hablando,
con palabras amorosas
doradas con el engaño.
Dixo, Yo se un bevedizo
que otros muchos lo han tomado,
y se han sentido mejores
y es muy fácil de tomarlo.
Quedad con Dios que mañana
yo bolveré a visitaros,
y os traeré, que pretendo,
que sentireys gran descanso.
La vieja hizo un hechizo
y en un pequeño vaso,
el enfermo lo llevo
otro día con recato.
El dicho enfermo lo beve
como el que esta deseando
la salud, que no repara,
en lo que es dulce o amargo.
Pero al fin se levanto,
y aunque andava levantado
andava triste, afligido
sin color pálido y flaco.
Hinchósele la barriga,
andava lerdo y pesado,
unos le dizen que es trópico,
otros dizen, que del baço.
Dixo un día a su muger
vive Dios que estoy preñado,
porque en la barriga siento
que ma dan brincos y saltos.
Tentóle pues la muger
y dixo, por Dios hermano,
que teneys razón, no ay duda,
qual diablo os ha empreñado.
Aconsejóle que tome
tres días aguas de esparto,
porque mueva lo que tiene,
y el dixo, será acertado.
Tomólas y un cierto día
sintiéndose muy fatigado,
cubriósele el coraçon,
dieronle grandes desmayos.
Llamaron a la comadre,
y certifico ser parto,
sentóse y parió con el
lo que aquí esta retratado.
****
Tercer romance
El fin de toda esta historia
oyrán si prestan silencio
adelante en el discurso
deste Romance tercero.
Parió como tengo dicho
el hombre este monstruo fiero
de cuyo prodigioso caso
quedaron todos suspensos.
Hizieronle a este parido
torrijas con miel y huevos,
comiólos, pero después
le hizieron mal provecho.
La justicia del lugar
pone al parido hombre preso,
remetiéndolo a Granada,
como es razón de derecho.
Los señores de Granada
guardando justicia hizieron
las diligencias cumplidas,
que requiere tal exceso.
Tomáronle confesión
y respondió al pedimento,
que no sabe de que suerte
sucedió este desconcierto.
Es verdad que yo he parido,
y pues que parí pretendo,
que devía estar preñado:
pero de quien no lo entiendo.
No me pidan otra cosa
en aquesto me resuelvo,
no piense declarar mas
porque aunque quiera no puedo.
Apriétanle los cordeles
y dixo lo dicho es cierto,
aunque me maten señores
no he de dezir mas, ni menos.
Al fin fueron informados,
que tuvo el hombre en un tiempo
una amiga, y siendo así
embiaron por ella al pueblo.
Siendo venida el amiga
la pusieron a tormento,
y en su dicho declaro
el preñado por estenso.
Y a la vieja condeno
que fue autor deste enredo,
y sabiendo la verdad
van por la vieja al momento.
Siendo la vieja venida
confusa llena de miedo,
sin apremiarla declara
mucho mas que le pidieron.
Dixo, que hizo un hechizo
y se lo dio estando enfermo,
persuadida de su amiga
como atrás dixe primero.
Declaróles el hechizo
mas por ser tan suzio y feo,
lo dexo pasar en blanco,
que sabe Dios mi deseo.
Al hombre dieron por libre,
porque los señores vieron,
que no merece castigo
por ser innocente desto.
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Quarto romance
El castigo que se dio
a las mugeres se advierta,
que en este quarto Romance,
lo sabrán si atención prestan.
Hecha pues la información
y la confesión ya hecha,
de los dichos delinquentes
retificados en ella.
El Sábado es diez y nueve
de Agosto, a las dos condenan
y ellas consienten y otorgan
sin apelar la sentencia.
A veynte y uno del dicho,
Lunes a las diez y media,
de la Inquisición sacaron
a la vieja hechizera.
Cavallera en un borrico,
con una coroça puesta,
con grande aplauso y trofeo
bien repatingada y tiesa.
Acompañada de muchos
a la Vivarambla llegan,
donde todos los mochachos
tuvieron alarde y fiesta.
Tanto pepino amarillo
tanto de berengenas,
de cortezas de melón
no se parece la vieja.
Qual se sacude en la cara,
qual le da en la cabeça,
paráronle las costillas
mas maduras que una breva.
Dize jurando la Cruz,
bellacos pues para esta,
que si me apeo que os haga
tener respeto y verguença.
Traviesan el Zacatín,
llegan a la plaça nueva,
van azia la puerta de Elvira
toda la calle derecha.
Llegaron al quemadero
adonde la vieja apea,
el verdugo y el arriero
a un palo que estava en tierra.
Ahógala en breve espacio,
y acercándole la leña
le pego y ardió
con una furia violenta.
Y así hizieron ceniza
a la vieja fraudulenta,
que quien haze mal que pague
que es muy justo que así sea.
A la amiga a otro día
danle un jubón para cuenta,
y con dozientos cruzados
de la ciudad la destierran.
Abrid los ojos señores
no os fieys de malas hembras
la que mejor cara os haze
os vende en buena almoneda.
Mirad que son gusanillos
del alma y de la conciencia,
que os van chupando la sangre
qual haze la sanguijuela.
Son víboras ponçoñosas
son falsas y lisongeras,
es basilisco en los ojos
la que mejor rostro os muestra.
Guardad no os hagan parir
como hizo esta alcagüeta
a este hombre, escarmentad
todos en cabeça agena.
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3ª Parte: ALGUNOS DATOS BIO-BIBLIOGRÁFICOS
Conrad Lycosthenes, 1518-1561, estudió filosofía en Heidelberg y fue profesor de gramática y
dialéctica en Basilea. Escribió en latín una enorme e influyente antología de prodigios titulada
"Prodigiorum ac ostentorum chronicon (...) ab exordio mundi usque ad haec nostra tempora”. Era,
como su nombre indica, una crónica de todos los prodigios (presagios) y ostentos (signos) que
habían sucedido desde el principio del mundo hasta los días en que Lycosthenes los recopiló. Se
publicó por primera vez en Basilea, Suiza, en 1557. Es una obra rara y poco conocida hoy día, sin
embargo fue un recurso muy valioso en su época pues recogía y explicaba cientos de prodigios,
incluida la importante colección particular que Julio Obsequente recopiló en el siglo IV d.C. Más
aún, Lycosthenes ilustró su libro con magníficas xilografías, y, como entonces nadie se entretenía en
temas como los derechos de autor ni se creía en el plagio o en el copyright, sus dibujos fueron
cumplidamente copiados y difundidos en la obra de otros autores.
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Ambroise Paré, 1510-1590. Cirujano autodidacta que a pesar de su falta de formación académica y
de no hablar latín, logró ser miembro del Colegio de San Cosme, dignidad reservada a los más
doctos cirujanos de Francia. Convertido en cirujano real, sirvió a cuatro reyes franceses: Enrique II,
Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Su obra principal es “Des Monstres et Prodiges”; publicó
también varios tratados de cirugía y una obra titulada “Discours de la Licorne” dedicada a los
animales con cuerno. Su obra, concretamente Des Monstres, es muy entretenida, y ha sido tan
alabada como criticada. Se ha dicho de ella que su valor científico fue siempre dudoso, aún así, no
carece de valor literario. También se han lanzado contra Paré acusaciones de plagio al hacer uso de
imágenes de otros autores. Es una acusación ésta que podría hacerse extensiva a otros muchos
autores del siglo XVI, pues no era nada infrecuente que las mismas láminas iluminaran distintas
obras de varios autores. Por otra parte, el interés principal de los grabados era el de informar e
ilustrar los textos, así que la acusación de plagio parece excesiva en este caso. Sí cabe aceptar que su
obra, llena de curiosidad y fascinación, es una mirada imaginativa sobre lo insólito y que su
intención de realizar una obra seria y científica se vio desbordada por su prodigiosa imaginación.
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Olaus Magnus 1490-1557, sacerdote católico que se trasladó a Roma durante la Reforma religiosa
de Suecia. Aunque en 1544 fue designado obispo de Upsala en el exilio, nunca volvería a su Suecia
natal. Su obra lo enmarca entre los más destacados geógrafos renacentistas. La “Carta Marina de
Olaus Magnus” se publicó en Venecia en 1539 con el título "Carta marina et descriptio
septentrionalium terrarum ac mirabilium rerum". Fue el primer mapa detallado del norte de Europa,
incluía el área que se extiende desde el sur de Groenlandia hasta las costas rusas del Báltico,
Islandia, las Islas del Norte, Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia. Es un mapa muy historiado y
en él, junto a su otra gran obra, la “Historia de gentibus septentrionalibus” (1555), sigue la tradición
de las cosmografías humanista y proporciona un brillante retablo de las tierras y gentes del norte en
el umbral de una nueva era. Su obra fue frecuentemente reeditada y traducida a varios idiomas a lo
largo del siglo XVII y durante mucho tiempo fue la principal fuente documental respecto a las gentes
y pueblos de Escandinavia.
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Muchas de las imágenes que ilustran este tema las he sacado directamente de Internet. Otras las
escaneé yo misma cuando era difícil encontrar buenas reproducciones en la red. Hoy día, sin
embargo, hay páginas de muy buena calidad en la web, con más y mejores reproducciones que las
que yo he escaneado. Sugiero a quienes interese todo lo relacionado con las cosmografías y las
Ciencias de la Naturaleza en el Renacimiento y Barroco que no dejen de visitar algunas de ellas.
• Ulisse Aldrovandi: www.filosofia.unibo.it/aldrovandi/
• Fortunio Liceti: www.taringa.net/tags/Fortunio%20Liceti
• Conrad Lycosthenes: www.propheties.it/nostradamus/prodigiorum/prodigiorum1.html
• Ambroise Paré: www.bium.univ-paris5.fr/monstres/biblio/bib001709img.htm
http://archive.nlm.nih.gov/proj/ttp/paregallery.htm
• Conrad Gessner: http://archive.nlm.nih.gov/proj/ttp/Gesnergallery.htm
• Olaus Magnus http://bell.lib.umn.edu/map/OLAUS/TOUR/indext.html
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Diccionario de los monstruosEnviado por LunaBruna el Mar, 26/08/2008 - 12:41.
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Acéfalos o Blemmias
Ballenas
Cinocéfalos, los hombres con cabeza de perro
Onagro, el asno salvaje
Panotii, pueblo mítico de orejones
Sciápodas, los hombres de un solo pie
Sátiros, silenos y faunos
Rinoceronte europeo