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EL IMPERIOY SUS COLONIAS
LAS CAJAS REALES
DE LA NUEVA GRANADA
EN EL SIGLO XVI
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Repblica de ColombiaArchivo General de la Nacin
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ISBN 958-9298-76-1
ARCHIVO GENERAL DE LA NACION DE COLOMBIA. 1999
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EL IMPERIO
Y SUS COLONIAS
LAS CAJAS REALESDE LA NUEVA GRANADA
EN EL SIGLO XVI
HERMES TOVAR PINZN
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TOVAR PINZN, HERMES
El Imperio y sus Colonias: las Cajas Reales de la Nueva
Granada en el siglo XVI. Santaf de Bogot: Archivo Ge
neral de LA Nacin, 1999.
210 p.
ISBN 958-9298-76-1
1. HISTORIA ECONMICA - SIGLO XVI
I. Tit. II. Autor III. Mat.
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A: Diana Luca Gonzlez
"Oh mujercita, convoca a la gente,
t que moras en la casa de la Niebla,
en el lugar del Agua y la Lluvia,
convoca a la gente"
(Poema Nhuatl)
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CONTENIDO
Pgina
PRESENTACIN . ........................................................................................ 11
INTRODUCCIN ...........................................................................................13
I PARTE: LOS MTODOS
Codificacindelsistemafiscal....................................................................21
Los cargos................................................................................................... 25
La minera........................................................................................... 28
El comercio.......................................................................................... 31
Tributos y exacciones.............................................................................34
Tasas y rentas........................................................................................37
La agricultura...................................................................................... 39
Los gastos................................................................................................. 40Los TESTIMONIOS FISCALES! SU PODER Y SUS FLAQUEZAS.....................................45Registros tardos y vacos seriales................................................................49
Variedad de los metales. .... .........................................................................54
Diversidad de monedas ... ...........................................................................58
Totalizaciones y conversiones.......................................................................64
Cuentas paralelas........................................................................................65
II PARTE: LAS SERIES
Caja de Santa Mara la Antigua del Darin, 1514-1526 ..............................71
Caja de Cartagena, 1533-1599 ..................................................................79
Caja de Santa Mara de los Remedios de Ro Hacha, 1539-1599 ... 103
Caja de Santa Marta, 1543-1546; 1576-1580 .......................................... 137
Caja de Santa F, 1538-1599 . . .............................................................. 145
Caja de Cali, 1551 a 1562 ...................................................................... 171
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Caja de Cartago, 1551 a 1560 .................................................................. 176
Caja de Popayn, 1569; 1595 a 1599 . . . ................................................ 179
Caja de Santa F de Antioquia 1546 A 1558; 1595 a 1597........................ 180
Caja de Cceres, 1595................................................................................ 181
Caja de Mariquita, 1590 a 1607 ............................................................... 182
CONCLUSIONES
Los nmeros, un territorio de sueos?.................................................... 185
NOTAS ....................................................................................................... 189
GLOSARIO.................................................................................................. 195
BIBLIOGRAFIA............................................................................................200
Indicedemapasygrficas
Cajas Reales de la Nueva Granada en el siglo XVI....................................... 17
Caja Real de Santa Mara la Antigua del Darin
ingresos en maraveds 1514-1526 .............................................................77
Cajas Reales de Cartagena y Ro Hacha
ingresos en pesos de buen oro 1551-1599...................... '.........................102
Caja Real de Ro Hacha Ingresos
y Remesas de Perlas 1539-1622 ............................................................... 132
Caja Real de Santa F 1559-1599.............................................................
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PRESENTACION
Es bien sabido que el manejo que se dio en Amrica a la Hacienda del Rey-
de Espaa a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII repercuti sensiblemente
en los movimientos emancipadores de los pueblos indianos los cuales, ini
ciando la dcimonovena centuria, trocaron la Hacienda Real por la Hacien
da de los Pueblos. Pero, para comprender los orgenes del fenmeno y estu
diarlo con rigor, hace falta acudir a las fuentes de primera mano, a los
registros contables que se originaron en las llamadas Cajas Reales cuyoobjeto era el de percibir los recaudos fiscales arbitrados en las diferentes
jurisdicciones subordinadas a la Corona. Hablamos entonces de la impor
tancia de las fuentes primarias como elemento necesario para la recons
truccin histrica de nuestro pasado.
Los documentos que han servido de base para el presente estudio forman
parte principalmente del importante acervo del Archivo General de Indias,
de Sevilla. Es evidente que las piezas documentales de este Archivo son de
una riqueza inestimable y sin duda sus canteras no han sido an lo sufi
cientemente explotadas. Si hoy nos asomamos adems a cualquiera de losarchivos hispanoamericanos, encontraremos tambin all que una buena
parte de los testimonios documentales que se conservan del periodo colo
nial registran los movimientos fiscales de los distintos ramos de la Real
Hacienda. Podemos ver en ellos numerosos fondos documentales que con
tienen vasta informacin contable correspondiente a ramos tan diversos
como el de Aguardientes, Naipes, Alcabalas, Cofradas, Media Anata, Pro-
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pios, Quintos, Tabacos.
Tales documentos hacen referencia a distintas unidades de peso y de medi
da -que de por s fueron muy variables a lo largo del periodo colonial- y quecon frecuencia pueden confundir al lector no muy informado, pues pode
mos apreciar en los viejos folios alusiones al oro fino, oro bajo, tejos
del mismo metal, circulacin de moneda macuquina, monedas patias,
granos, maravedes, tomines, escudos, marcos, onzas y otras tantas expre
siones en desuso que hoy nos cuesta trabajo precisar. Por ello es muy re
confortante encontrar en este oportuno y minucioso trabajo del Profesor
Tovar Pinzn las equivalencias correspondientes, e interesantes clculos de
ingresos y egresos atinentes a diferentes cajas reales de la Nueva Granada
en siglo XVI.
A travs de las cuentas que podemos detallar en esta interesante obra tene
mos la oportunidad de dimensionar el calibre de las ingentes sumas que
percibi la Corona a travs de aquellos primeros impuestos, y se echa de ver
en cambio cmo por ejemplo la inversin en obras civiles era bien escasa.
Se evidencian igualmente los desfalcos a la Real Hacienda cometidos por
funcionarios de la Corona, como el caso de aquellos tesoreros que se olvi
daban de sentar algunas partidas -deporte que por lo visto no ha dejado de
practicarse en Amrica- y que a todas luces refleja una conducta permeable
y repetitiva que finalmente incide en el conocimiento objetivo de las cifras
reales de lo producido por esta naciente economa.
El Archivo General de la Nacin de Colombia, dentro de la serie editorial
denominada Historia entrega en esta ocasin tan importante obra, que
indudablemente contribuir de manera sustancial al desarrollo de la
historiografa colombiana y nos obliga a considerar seriamente -con tan elo
cuentes cifras- el impacto social que produjo la manipulacin fiscal en la
sociedad neogranadina del siglo XVI y, por otro lado, se alcanza a compren
der en alguna medida el efecto que produjo el metal americano en la economa del otro lado del ocano.
Mauricio Tovar Gonzlez
Jefe Divisin de Servicios al Pblico
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIN
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INTRODUCCIN
Uno de los fenmenos ms sorprendentes de la administracin colonial
de Espaa en Amrica fue su esfuerzo por hacer rentables los territorios
sojuzgados. La tragedia de los etnocidios y los afanes por convertir a los
millones de seres que habitaban las tierras recin descubiertas al reino
de los cristianos fue poca cosa frente a las ganancias y las espectativas de
los acreedores de Sevilla y de otros puertos espaoles interesados en el
oro y la plata americanos. Los sueos de gloria y de grandeza que acom-
paaban a los guerreros de tradicin y a los que se improvisaban de sol-
dados bajo las fundas de sus armaduras mientras recorran el nuevo mun-
do, no eran nada frente a los botines y a los intermitentes ros de oro y
plata que alimentaban, su ambicin, y el nacimiento de las primeras em-
presas de conquista. En este nuevo orden que se creaba, las autoridades
espaolas realizaron un gran esfuerzo para que todo aquello que quedaba
en pie se convirtiera en factor de produccin y contribuyera a financiar la
gloria del Imperio."
Todos y cada uno de los actos de los europeos en Amrica estuvieron prece-
didos por una intencin econmica. La Corona, como ordenadora del pro-
yecto de conquista no era ajena a los buenos deseos de que en estas fronte-
ras del mundo, el oro, la plata, las perlas y las piedras preciosas la surtieran
de maraveds. Los registros de cuanto poda pertenecerle como partcipe de
la conquista, se dispersaron con los primeros marineros, con las huestes y
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con los grupos de funcionarios encargados de organizar un magro sistema
contable que dara fe de los ingresos y gastos fiscales! Muchos registros se
perdieron y slo se guardaron en la memoria de contadores envejecidos que
arrastraron por el Caribe las cuentas del oro y de las perlas comunes, las
caconas y avemarias que ao tras ao sacaron de los bancos perlferos co-
merciantes, marinos y aventureros para llevar a quintar a los puertos de la
Isla de Cubagua, al Cabo de la Vela y a Ro Hacha. Desde all se embarcaban
con destino al Rey de Espaa. Slo un visitador perdido por entre islas y
playas exuberantes de calor y de color pudo evitar que el volumen de lo
producido quedara reducido a un simple cuento que delatara la naturaleza
de las empresas y de sus sistemas de explotacin.
^ Durante el siglo XVI, toda operacin de reconocimiento, rescate u ocupa-
cin deba presentar a los contadores, veedores y fundidores reales los re-sultados econmicos de sus actos J Hasta la ciudad de Santa Mara la Anti-
gua del Darin arribaron mercaderes y soldados a fundir los oros y pagar los
tributos del producto de sus correras y actividades mercantiles. El merca-
der''Alonso Snchez pag los quintos del oro que adquiri en Isla Fuerte( al
igual que lo hicieron los capitanes que cabalgaron y entraron por las provin-
cias de Abr ay mee, Tubanama, Vea, Cirrnaco, Dabaybe y cien lugares ms
con sus caciques comarcanos. Provincias sin nombre que se hundieron en
/esta confrontacin que succionaba el oro mientras destrua centros de
poblamiento y estimulaba largas marchas de gentes que huan lejos de los / )
radios de accin de estos primeros soldados y empresarios1. Al acumularse
los miles de acontecimientos de pillaje de quienes cabalgaban y marchaban
rastrillando la tierra, se iban abriendo libros de registros inimaginables.
Tales fueron los fundamentos de los primeros balances de las llamadas ca-
jas reales de la Real Hacienda, que iban floreciendo all donde se fundaba
una ciudad. Luego proliferaron otros registros cuando la sociedad colonial
se estructur y aparecieron nuevos actores y nuevos modos de organizar la .
produccin, la circulacin y el consumo de bienes.
En Colombia fue la regin del Caribe la que vivi intensas operaciones deregistro y saqueo y, por supuesto, en donde tesoreros y funcionarios
transhumantes llenaron miles y miles de hojas con sus desgarbadas retahi-
las de anotaciones confusas, que daban cuenta tanto de una expedicin
exitosa como de otra que llegaba arrastrando sus fracasos. sta era la etno-
loga de los cargos, pues la de (los egresos o datas ocultaba la burocracia
creciente, las bendiciones de frailes y misioneros, y los celos por incrementar
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Introduccin
las remesas a Espaa. Entre una y otra aventura siempre se pagaban los
quintos, unos derechos judiciales y unos almojarifazgos que estos oficiales
guardaban bajo sus tintas para ir sumando los cargos generales de todo
cuanto producan las colonias por concepto de impuestos, tasas y rentas.'
En la mayora de los casos y durante la primera mitad del siglo XVI casi
nunca sumaron sus registros. Estas cuentas parecen ms bien libretas de
apuntes en donde nunca fue necesario hacer un balance. Con el discurrir
del siglo la sociedad ampli sus actividades y los libros de cuentas se hicie-
ron ms complejos con sus denuncias de cuantos impuestos grababan no
slo a los hombres sino a las almas, pues las bulas de Santa Cruzada entra-
ron a formar parte de las cargas fiscales que avasallaban a los hombres.
Este libro no es un anlisis de todos estos registros. Apenas constituye un
esfuerzo de reconstruccin de unas cifras que servirn de indicadores delpoder fiscal que el imperio espaol impuso en una regin de Amrica. La
obra es un esfuerzo por construir estadsticas histricas que nos permitan
mirar no slo la invasin de los europeos sino los cambios que vivieron las
colonias a lo largo del siglo XVI como consecuencia de su inters por incor-
porar al imperio el llamado Nuevo Mundo. Este trabajo puede ser intras-
cendente en apariencia, pero su raqutico esqueleto de cifras ha sido el
resultado de un esfuerzo arduo y a veces desilusionador. Al final, el libro
es un puente entre el conocimiento de la difusa realidad de nuestra econo-
ma del siglo XVI, como producto de las primeras impresiones de soldados y
cronistas, y la visin ms definida sobre qu y cunto pudieron aportar los
sectores econmicos que prevalecieron en estos primeros aos de contactos
y fundaciones.
Los captulos iniciales cuentan cmo se construyeron estas cifras y dan fe
de la importancia de buscar la consistencia de un nmero. El primer cap-
tulo se refiere a las fragilidades internas de estos valores mientras que el
segundo evidencia su poder cuando se agrupan y sectorizan. Es indudable
que el libro es un reto a la imaginacin y a la verdad histrica. Pero acaso
estamos ms cerca de todas nuestras tragedias leyendo slo a Andagoya, aPedrarias Dvila o a Fernndez de Oviedo? La magnitud no dimensiona la
realidad para que gire sobre s y nos muestre las otras cicatrices de su
movimiento? Las cifras, por ms lejanas que estn de la verdad histrica,
constituyen un jaln que nos acerca a la realidad, la cual tal vez nunca
podremos ver ms all del prisma de otros nmeros mejor construidos y
refinados, pero nunca convertidos en la verdad misma. Millones de seres
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fracasaron antes de que volvieran otros hombres triunfantes con sus
canutillos, cuentas, perlas e indios para hacer los balances de sus xitos o
de su futuro. Estas cifras son indicadores atrevidos que atan la historia
econmica y la historia social en un solo eslabn de pasiones y barbarie.
Este libro es un reto que ser seguido de otros para los siglos XVII y XVIII.
La historia fiscal se encuentra apenas en el plano de las generalizaciones. Al
reconstruir las cifras para la Nueva Granada estamos abriendo la posibili-
dad de comparar tendencias de desarrollo fiscal con otras regiones de Am-
rica. Es indudable que un proyecto que recoja los esfuerzos de descodificacin
de cuentas aisladas nos sumir en nuevas aventuras sobre nuestro pasado.
Pero, como ocurre en Amrica Latina, el pasado no es ms que realidad
virtual cubierta de nostalgias.
El imperio y sus colonias, fue realizado en Sevilla gracias a la ayuda del
Instituto de Estudios Fiscales de Madrid y a la solidaridad de la Universidad
de Alcal de Henares, entre 1987 y 1988 cuando muchas cosas estaban
cambiando en Espaa. Este proyecto se inici en 1984 y nos ha permitido
concluir un libro que la editorial Planeta ha publicado bajo el ttulo de La
estacin del miedo o la desolacin dispersa: el Caribe colombiano en el siglo
XVI. No hay duda de que la sensibilidad de los estudiosos de la historia de
Colombia les permitir darse cuenta de que detrs de esta trinchera de
nmeros y registros se oculta la agitada esperanza de un mundo y las hue-
llas de quienes fueron forzados a producir y pensar necesariamente para el
imperio de tumo. La sensibilidad ensea que en historia no importan las
grandes cifras, los pequeos volmenes tambin esconden el silencio y el
dolor de quienes reproducen en ellos la ausencia de un pan y el hambre de
unos hijos.
Recuerdo ahora tantos das en Espaa diluyendo la vida presente entre las
cuentas del pasado. De Sevilla sobrevive la visin de los caracoles que ex-
plotaban sobre el campo como si fueran versos de Garca Lorca o todas las
sumas de las perlas de La Guajira. Ah estn los primeros besos de octubresobre la Alhambra en Granada, que se confundan con el impacto de una
reforma monetaria sobre el movimiento de los ingresos de la real hacienda.
El invierno de Madrid y el sol de Crdoba, atados uno y otro por el vino y la
aceituna, nos alejaban a ratos de las remesas de metales hechas desde las
colonias. Es decir, que un libro no es una fra reconstmccin de nmeros,
sino la nave de una piel encallada en nuestros sueos. Los libros son tambin
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Introduccin
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las imgenes de todo lo que callamos, son las pginas de cuanto se muere
en nosotros. Los libros son como una risa cuyos mapas esconden las bande-
ras de una ilusin efmera.
HERMES TOVAR PINZN
Profesor HonorarioUniversidad Nacional de Colombia
10 de agosto, 1998
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PRIMERA PARTE
Los Mtodos
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iiim
lif
I
ij
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Codificacin
del sistema fiscal
U n informe de 1572, presentado por un funcionario colonial, daba cuenta de la
breve biblioteca que debera acompaar a los encargados de la contabilidad
del imperio espaol en Tierra Firme. Los libros seran la base de un cuida-
doso archivo que resguardara los registros de todos y cada uno de los ingre-
sos percibidos diariamente por la hacienda real. El citado informe deman-
daba la necesidad de'tener un libro llamado Manual de fundicin, en el cual
se asentaran y registraran da a da todos los impuestos que por concepto
de oro de minas o de demoras y tributos llegaran hasta la fundicin!. El
funcionario encargado de esta labor de registro debera anotar cuidadosa-
mente no slo la cantidad de oro trado de las minas, sino el nombre de las
provincias de donde provena el metal.
iEn un segundo libro llamado Manual de caja, se asentaran todos los dere-
chos reales percibidos, relacionando cuidadosamente los individuos que pa-
gaban sus impuestos, as de oro de minas, como de oro de demoras, como
de quintos de esmeraldas apreciadas de oro, como de quintos de esmeraldasen piedras e derechos reales de plata2! Es decir que el manual de fundicin
acentuaba su inters en la geografa del oro, mientras el manual de caja, en
los empresarios y productores. Uno y otro libro dibujaran el espacio cir-
cunscrito por los hombres que buscaban afanosamente el imn aurfero
mientras trazaban rutas y condicionaban la oferta y la demanda de bienes
de produccin y consumo.
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Un tercer libro apuntara en forma clara y detallada las condenaciones de
Penas de cmara, Gastos de justicia y Estrados de cmara. All figurara el
nombre de los sujetos sancionados y el de la autoridad que haba impuesto
las penas pertinentes.,Estas cuentas contribuiran a medir las disputas del
Estado con una sociedad siempre renuente a pagar impuestos.
Debera haber un cuarto libro de registro de las Almonedas de los tributos de
mantas de los indios de su majestad.-En el libro se tendra cuidado de regis
trar los precios pagados en los mercados de las almonedas, los nombres de
los rematadores, as como los ingresos provenientes de los remates y venta
de estos bienes.j Se registraran tambin, los^gastos propios de la real ha
cienda, ya fuera en papel, tintas o plumas, en honorarios a funcionarios
reales o a quienes tenan el encargo de transportar el oro que, con destino a
la corona, iba por los caminos del reino hasta los puertos de embarque endonde las flotas de retomo lo trasladaban a Espaa.
En un^quinto libro se apuntaran las rentas y los repartimientos puestos en
la corona real, especificando cuidadosamente los pagos realizados al igual
que las llamadas deudas pendientes.jEn una economa tan precaria como la
de la Nueva Granada estas cuentas eran simblicas y existan para mante
ner la uniformidad de una contabilidad imperial.3 No obstante, las cuen
tas dan fe de los bienes de la Corona y, sobre todo, obligan a reflexionar
sobre el peso de estos valores relativos en la configuracin del sistema colo
nial estructurado por economas y sociedades diversas. No es necesario
esperar ingresos por millones de pesos en estos mbros para valorar el
poder de expoliacin y para medir el impacto del colonialismo en el seno de
una comunidad.
Unsexto libro llamado el Mayor principal servira para trasladar a l los
asientos de los tres primeros libros antes anotados y registrar los ingresos
por concepto de otros derechos reales como el arrendamiento de la fundi
cin y ensaye, los derechos de escobilla y los arrendamientos de puertos.
All tambin debera quedar constancia de cualquier otro ingreso operadoen la caja real, como por ejemplo, las remisiones que llegaban desde las
cajas subalternas.
En este libro el escribano vertira su tinta de burcrata rutinario para dar
cuenta de los tributos pagados o pendientes de cada cacique y de cada re
partimiento, los descargos o salidas por concepto de salarios y las remesas
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Los Mtodos
hechas a Espaa. En fin, ah quedara el testimonio de todos los libramien
tos que pudiera hacer la tesorera, en un movimiento montono de das,
meses y aos en donde si acaso algo cambiaba eran las razones de los pagos
y los nombres de los receptores. Pero en esta estabilidad yaca contradicto
riamente el movimiento y la vida de la economa fiscal de la Nueva Granada.
A estos registros directos de cargo y data se uniran los apuntamientos de
todas las provisiones hechas por su majestad tanto a los funcionarios como
a los frailes, monasterios y dems personas que pudieran recibir emolu
mentos del Estado ./A los seis libros reseados les debera acompaar un
libro de acuerdos, en donde se anotara lo que acordaran el oidor ms anti
guo y los oficiales reales en materia de hacienda4y
Esta relacin detallada de los libros de contabilidad del siglo XVI, es ajena ala masa de datos enviada al Consejo de Indias por visitadores llegados a las
colonias a buscar los originales de tales libros para reconstruir nmeros
aproximados de ingresos y egresos de la real hacienda, para ofrecer a su rey
una imagen de sus rentas y de las ventajas de sus colonias./festos libros
poco tienen que ver con las cartas-cuentas de la contadura real y que hoy
da se usan como testimonio bsico para la reconstruccin del poder fiscal
de muchas regiones de la Amrica espaola. /
Tenemos, entonces, dos fuentes en donde estudiar no slo los ingresos, la
poltica fiscal, los combates por una administracin eficaz, las desazones de
los tributarios de toda estirpe por los nuevos tributos, y los mecanismos
empleados para evadir sus responsabilidades con el fisco. Una fuente hist
rica est constituida por los archivos propios de las Amricas y otra por los
que nacieron de los resumidos informes de funcionarios especializados en
cargados de remitir al Consejo de Indias y a la Corona espaola los resulta
dos finales de las operaciones anuales. En los fondos de Contadura del
Archivo General de Indias es fcil seguir las cotas del crecimiento o del
estancamiento de las rentas sin tener que entrar en ese enmaraado uni
verso de los registros cotidianos propios de los libros de la Hacienda Real dela Nueva Granada o de otras regiones. La innumerable informacin que
reposaba en Amrica era capaz de avasallar a los contadores encargados de
obtener una cifra global hasta configurar las llamadas cartas-cuentas.
En otras palabras, es viable conocer las grandes tendencias de la fiscalidad
americana sin atender a los archivos de las colonias. Pero en estos
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interminables libros de Amrica es posible conocer otras dimensiones de la
vida cotidiana y los motores que impulsaban los grandes y pequeos acon
tecimientos, as como la fuerza del ciclo corto que al final va condicionando
el movimiento de largo plazo. No obstante, uno y otro tipo de documento se
complementan y se necesitan. Pero se observa ms rpidamente el funcio
namiento del imperio cuando se mira desde la documentacin de Sevilla. En
Amrica los documentos histricos revelan una sociedad desgarrada cuyo
dolor se regionaliza y pierde su funcin universal al dispersarse entre hom
bres annimos.
stos elementales caprichos de la disponibidad de las fuentes afectan en la
naturaleza del discurso que se construye con uno u otro tipo de fuente. Toma
ms tiempo miramos a nosotros mismos en nuestros libros de real hacienda
y es ms difcil observar el imperio en todo su juego de intereses. Tal vez estarealidad ha atentado contra la comprensin de mltiples fenmenos sociales
y econmicos y por supuesto del colonialismo como sistema global.
Ho sabemos si para la Nueva Granada se abrieron todos y cada uno de los
libros sugeridos por el citado funcionario, o si al menos existieron despus
de 1572. No conocemos libros de los primeros aos del siglo XVI sino res
menes generales de visitas efectuadas en aos anteriores a 1572, al igual
que algunas cartas-cuentas y resmenes para algunos aos de la segunda
mitad del siglo XVI. En otras palabras, la contabilidad de las colonias la
conocemos ms por cartas-cuentas y visitas que por aquellos posibles libros
an refundidos en archivos que ocultan el anonimato de sus testimonios.5
Para gran parte del siglo XVI, los asientos de cargo y data que efectuaban los
oficiales reales6 nos han permitido organizar una contabilidad cuyas cuen
tas corresponden a los diversos sectores de la economa colonial. Ellas nos
han permitido conocer su participacin en el conjunto de los ingresos y
gastos fiscales. En tales cuentas se respira la prisa y la sospecha, el celo y la
viveza tanto de aquellos que cancelaban sus tributos e impuestos, como de
quienes tenan bajo su responsabilidad hacer que se cumplieran las disposiciones reales. All est el Estado con su conducta fiscalizadora registrando
las huellas de un espacio fiscal y tomando medidas para pulir la respectiva
legislacin._[
Los ingresos y gastos se han sistematizado al agrupar las partidas dispersas
en cuentas de cargo y data. Luego se ordenaron por sectores econmicos
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Los Mtodos
como la minera y el comercio, los salarios, las remisiones y los gastos de
iglesia. Nos proponemos dar una explicacin rpida de los criterios que he-
mos tenido en cuenta para su agregacin y desagregacin y para elegir la
importancia histrica de algunos de dichos sectores de la economa colonial.
Los CARGOS
LLa estructura de los cargos ofrece como rasgo central la presencia de ingre-
sos provenientes de la minera. Este hecho es casi comn en todas las cajas
reales de la Nueva Granada en el siglo XVI. Despus, el comercio adquiere
importancia en la estructura del ingreso fiscal, llegando a desplazar en al-
gunas regiones al sector de la minera. Tanto los almojarifazgos, un impues-
to sobre las exportaciones, como las alcabalas, un impuesto a las transac-
ciones internas, son los ejes de la actividad mercantil en su esferainternacional y regional.7 Estos impuestos son indicadores del poder
monoplico espaol y signos del desarrollo de los primeros mercados inter-
nos en las colonias.
Casi que como una respuesta a los cambios en la forma de operar y de
dominar de los hombres blancos, los registros fiscales posteriores a 1560 se
convierten en indicadores de nuevos proyectos de exaccin y de complejos
esfuerzos administrativos por ampliar la presin fiscal. Mientras el peso de la
minera se reduca a lo largo del siglo XVI, las rentas, tasas, tributos y exacciones,
adquiran una importancia creciente^
La cuenta que contribuye a conocer la importancia de la minera, agrupa los
quintos de oro, de plata, de perlas y de esmeraldas. stos no son meros
valores arropados por el saco de su propia dimensin cuantitativa, sino que
son signos de actividades econmicas y por supuesto de formas sociales de
explotacin y de desarrollo empresarial. A su vez, las remesas del oro que
llegaban en rsticos y maltratados cofres desde las cajas subsidiarias, des-
pus de recorrer caminos imperceptibles, no son indicadores del poder de
una u otra regin sino que encierran los diseos de espacios sometidos a lavoluntad del imperio a la vez que nos hablan de los esfuerzos que la admi-
nistracin colonial haca por incorporar fronteras aisladas y ajenas al mun-
do transatlntico.
Las pequeas cajas provinciales administraban minas y cascajeros, canali-
zando hacia las arcas reales el oro de centenares de trabajadores annimos
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forzados a pagar un tributo ineludible. Cuando el oro se acab en unas
provincias surgieron otras que las sustituyeron, y aun la plata pali la falta
del dorado metal. As Mariquita, erigida como caja subsidiaria despus de
1590, hizo fluir una masa notable de marcos de plata8 logrando sensibilizar
la tendencia de los ingresos por concepto de metales preciosos.
Los excedentes formaban parte del oro sacado de las orillas de los ros,
quebradas y arroyos o desde las escasas y tenues minas de veta que apenas
Cuadro1
Lascuentasdelarealhaciendasegnsuorigen, sigloXVI
Cargos procedentes de:7 . M i n e r a : _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ a .Q u i n t o s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
b . D e r e c h o s d e f u n d i c i n y e n s a y e
c . O r o d e e s c o b i l l a
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ . _ _ _ _ _ _ _ _ _ d . R e m i s io n e s d e o t r a s c a j a s
2 . A g r i c u l t u r a : _ _ _ _ _ _ _ j_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ :_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ a . D i e z m o s '_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
3 . C o m e r c i o : _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ a . A lm o ja r i f a z g o s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
b . A v e r a
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ c . D e r e c h o d e p u e r t o s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ d . A l c a b a l a s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
4 . R e n t a s y t a s a s : _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ a . A zo g u e s _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
b . V e n t a d e o f i c i o s
c . P e n a s d e c m a r a
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ d . G a s t o s d e j u s t ic i a_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ e . R e n t a s d e l a f u n d i c i n_ _ _ _ _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ._ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ f . A r r e n d a m i e n t o s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ g . V e n t a d e b i e n e s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ h . P r s t a m o s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
i . D e u d a s c a n c e l a d a s
j . D e u d a s p o r c o b r a r
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ k . S e d e v a c a n t e_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
5 . T r i b u t o s y e x a c c i o n e s : _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ a . E n tr e g a s d e l fa ct o r_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
. b . C o m p o s i c io n e s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ c . T r ib u t o s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ d . R e q u i n to s _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ e . B u l a s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ f . N a i p e s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
6 . C a r g o s e x t r a o r d i n a r i o s y o t r o s _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
F u e n t e : E l c u a d r o e s t b a s a d o e n l a s c u e n t a s d e l s i g lo X V I d e l F o n d o C o n t a d u r a d e l A G I ( S e v i l la ) .
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Los Mtodos
producan para refrescar la esperanza de quienes cada da acudan a los
valles ardientes del trpico y a las escarpadas montaas de los Andes. Tales
excedentes eran registrados en las cajas principales, apenas bajo el ttulo de
remisiones de otras cajas. Sin embargo, la cuenta de las remisiones ofrece el
inconveniente de que su lquido total estaba constituido por los oros prove-
nientes, no slo de los quintos, sino de las penas de cmara, de los tributos
y de los almojarifazgos9. Como no se dispone de otra informacin ms preci-
sa, es de suponer que fue la minera de los entornos la que contribuy a
engrosar el monto que se remita a las cajas que succionaban el metal,
sustrayndolo del mercado, y en donde poda diluirse por las vas del ateso-
ramiento, del ahorro, del contrabando y, en fin, por los canales de esas
economas subterrneas e informales que iran a constituirse, desde enton-
ces, en el refugio de importantes sectores sociales que la economa formal
rechazaba por razones elementales de desempleo.
fEn la medida en que las regiones crecan con sus centros de extraccin de
oro, era necesario convertir las cajas subsidiarias en cajas principales. Las
divisiones administrativas que puso en prctica la poltica colonial para ejer-
cer un mayor control sobre la produccin de oro, le permitan ampliar la red
de control geogrfico. Los centros Urbanos que acompaaban esta penetra-
cin, crecan a la sombra del metal, pero el traslado de los excedentes haca
que la prosperidad social se esfumara. La riqueza individual no estaba acom-
paada de una redistribucin social de la riqueza de las regiones. El colo-
nialismo estimul el poder econmico de unos pocos mientras generaba
miseria y abandono. Lo que poda ser progreso para algunos centros mine-
ros era crisis para otros y, en medio de esta lucha de agravios y desagravios,
el que se beneficiaba era el imperio. La crisis vivida por la ciudad de Tunja
en 1610, fue atribuida entre otras razones al
haberse puesto fundiciones en los Remedios, Zaragoza, Antioquia (y)
Cceres, cuyo oro se sola traer a fundir a la ciudad de Santaf, y los que
los traan los empleaban todo o lo ms en este Reino y en aquella ciudad y
en sta, con que el trato era muy grande y la tierra se enriqueca.10
Aunque el texto es de principios del siglo XVII, remite a la prosperidad de la
ciudad de Tunja a mediados del siglo XVI, como efecto de la riqueza minera
del nordeste antioqueo que flua hacia el Nuevo Reino, pero con la creacin
de las casas de fundicin, el oro se qued all para estimular otros mercados
y a otros hombres.. \
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y Las remisiones internas, aunque muy importantes, no pueden ser tomadas
como remisiones de quintos, pues son excedentes de oro procedentes de
diversos rubros. Por ello es muy difcil usar los datos globales de las remi
siones para efectuar clculos de produccin total de oro de las provincias de
donde proceda el metal. Las remisiones de estas pequeas cajas eran el
monto de lo que sobraba, despus de satisfacerse el gasto bsico generado
por la burocracia local. Pero tambin era el oro de los arbitrios o rentas de
|nu majestad que deban remesarse en los aos de 1590.
La variedad de los registros y las denominaciones cambiantes de las dife
rentes cuentas de la real hacienda imponen la necesidad de introducir nive
les de uniformidad, con el fin de hacer manipulables los datos. Una clasifi-
' cacin muy sencilla por sectores productivos contribuye a apreciar cules
eran los que movan, a lo largo del siglo XVI, el inters de los recolectores ycmo sus desplazamientos, no slo temporales sino espaciales, iban dando
cuerpo a la geografa fiscal de la Nueva Granada.
Cada uno de estos sectores agrupa las cuentas ms comunes, a las cuales
se redujo la multitud de registros dispersos de los informes de visitas de la
real hacienda, gracias a esa voluntad caprichosa de los escribanos y tesore
ros de ir denominando de tiempo en tiempo, ciertos ingresos y gastos segn
los nombres que las pocas iban dando a tales registros. Otros rubros per
manecieron uniformes, contribuyendo a crear ua sensacin de estabili
dad, a pesar de que los grupos de tributarios cambiaran, los objetos gravables
aumentaran y los porcentajes de la imposicin variaran.
Entre la permanencia y la variabilidad se construan series temporales,
expresin de sntesis de fuerzas econmicas y sociales. Veamos algunos de
estos sectores econmicos y el grupo de impuestos que pueden servirnos
para encarar una explicacin econmica, social y fiscal de la sociedad del
siglo XVI.
La minera
El quinto era el impuesto sobre todos los metales, piedras preciosas y perlas
descubiertas o tomadas en Amrica. Su monto vari a lo largo del siglo XVI.
Empez por ser un 50% de los oros rescatados, tal como se mand por una
cdula real:
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Mandamos que todo el oro e plata e piedras e perlas y otras cosas que se
hallaren ohieren ans en los enterramientos, sepulturas o aras o templos de
yndias como en los otros lugares donde solan ofrezer sacrificios a sus
ydolos o en otros lugares religiosos ascondidos, enterrados en casa o hen
eredad o tierra, o en otra cualquiera parte pblica o conzegil o particular//
de qualquier estado o condicin o dinidad que sean de todo ello e de todo lo
dems que desta calidad se obiere e fallare agora se halle y por
acaescimiento o buscndolo de proposito se nos pague la mitad, sin
desquento de cosa alguna quedando la otra mitad y para la persona que
ansi lo hallare o desqubriere con tanto que si alguna persona o personas
encubrieren el oro i plata e piedras que hay aren e ovieren..., pierdan todo
para nuestra camara e fisco.11
No obstante el inters de la Corona por participar de esta aventura en el
Nuevo Mundo, compartiendo el botn de los conquistadores, un impuesto
tan alto resultaba desestimulante por lo cual dicho porcentaje se redujo al
20% y luego al 10%. Por ejemplo, la real provisin del 10 de octubre de 1555
hizo merced, para que las gentes del
Nuevo Reino de Granada que por tiempo de 5 aos que comenzaron a co-
rrer deste primero de enero de myll e quinientos e cinquenta e seys aos,
paguen el diezmo de oro de las minas y su provisyon se publico en esta
cibdad de Santa Fe, por el mes de junio del ao de quinientos e cinquenta e
seys e los que avian traydo oro de mynas a la fundicin desde el dicho da
1 de enero haban pagado el quinto e pidieron en la abdiencia que se les
volviese lo que haban pagado demasiado...12
El 10% se aplic al oro proveniente de minas, diferencindolo del oro de
rescates y tributos. A fines del siglo XVI, los quintos terminaran por ser el
5% de la produccin de oro. No obstante los valores anteriores, es necesario
tener en cuenta que todas las escalas porcentuales operaron entre el 50% y
el 5%, lo cual hace complejo y difcil calcular la produccin global basados
en dicha cuenta. Estas disposiciones no son un mero referente jurdico sino
que inciden en los registros que se efectuaron en las cajas reales. De ah que
es muy importante conocer cundo se dictaron normas fiscales con el fin de
reconocer los aos en que los montos de los ingresos cambian por efecto de
la ley y no de la produccin misma. ^
Varias cajas reales usaron la norma de cobrar el 10% sobre el oro prove-
niente de minas y el 20% sobre el que provena de tributos y actividades
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g
i
Q
mercantiles13. Sin embargo, durante mucho tiempo se cobr a los mineros y
comerciantes un quinceavo. Con la rebaja de los impuestos no slo se esti-
mulaba la produccin minera sino que se disuada a los contrabandistas de
sacar el oro clandestinamente, invitndolos a llevarlo a las casas de fundi-cin. De paso, la Corona incrementaba sus rentas. Pero la tendencia del
metal a disminuir, forzaba a los mineros a presionar para que se bajaran los
impuestos y se les premiara con exenciones temporales. La bsqueda de
exenciones y rebajas de los impuestos marc el movimiento de la produc-
cin y el mercado del oro en la Nueva Granada del siglo XVI.
En las cuentas de las cajas reales surgen otros aspectos que merecen tener-
se en cuenta al momento de construir series de larga duracin. De un lado
estn las conmutaciones que hacan los dueos de plata, esmeraldas y per-
las, quienes preferan retenerlos y pagar sus quintos en oro. De ah que sea
necesario discriminar estos rubros, pues no se trata de produccin de oro,
sino que de la misma masa que circulaba ya legalizada, se hacan estas
conmutaciones. Posiblemente la escasa circulacin de plata en la Nueva
Granada haca atractivo retener el metal con el cual transaban sus opera-
ciones los comerciantes venidos de otras colonias. Tal vez Cartagena era un
centro de conmutacin de un metal por otro, pues sus cuentas se dan en
algunos aos, en pesos de plata ensayada14. De otra parte, se encuentran
los llamados quintos rezagados, los cuales se refieren a aquellos que se de-
moraban en ser cancelados.
Del mismo modo es necesario tener presente que hay unas cuentas meno-
res que se ubican como componentes del sector minero. Se trata del derecho
de fundicin, cancelado por todo aquel que llevara oro a fundir. Normalmen-
te se cancelaba el 1% y del 99% restante se cobraba el quinto. De este 1%, la
mitad era para la Corona y la otra mitad para el fundidor. Pero esa cifra no
fue uniforme y como todas las cuentas, hay que tener mucho cuidado en las'
disposiciones legales que las afectaron a lo largo del siglo XVI15. Esta cifra es
importante porque hipotticamente uno podra obtener con ms precisin
la masa de oro producida en una regin, tomando como base de clculo elderecho de fundicin. Pero al igual que con otros impuestos, antes de adop-
tar criterios de validez sera necesario un cuidadoso seguimiento de la cifra,
como por ejemplo si tal cifra se pagaba anualmente o si el fundidor retena
este 1% y pagaba a cuenta gotas el 0.5% a la Corona, haciendo variar los
montos de la cuenta de un ao a otro.
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La renta' que en Cali (Provincia de Popayn) se denominaba del fundidor
mayor, era diferente de la que se llam derecho de fundicin y ensaye. Aqu-
lla se refera al arrendamiento que se haca para administrar la casa de
fundicin y sta a la cuenta cuando la administraba el Estado. Una cuentatambin de cierto inters, es la llamada Oro de escobillas. Se refera al metal
que iba quedando sobre la mesa cuando se llevaba a pesar y fundir, o sobre
la hornaza cuando se funda. Al final de las operaciones diarias, la mesa se
limpiaba con una escobilla y como no poda reintegrarse a sus tericos due-
os, una real disposicin orden que pasara a la real hacienda:
Yten, porque en aquella tierra ay una que se dice la escobilla, que es el oro
que sala de los crisoles y cay perdido en la forja de la hornaza quando se
hazen las fundiciones del oro, y suelen recogerse... porque no se puede
averiguar de quales de los (que) an fundido all sus oros es, por aver sidomuchos, y porque esta es hazienda aceta para mandarse espender en li
mosnas...16
stas son ms o menos las cuentas que nos pueden ayudar a comprender la
magnitud del sector minero, a medir su poder econmico, las rutas del co-
mercio y la formacin de poderes locales y regionales. En su doble dimen-
sin de moneda y mercanca, el oro adquira una capacidad de intervencin
tal, que ningn sector de la economa colonial escap a sus influencias y a
su magia de hacer ricos a quienes lo posean pero miserables a quienes loextraan como trabajadores o tributarios. El oro no es slo un signo econ-
mico sino monetario, y tras su poder se esconderan las formas sociales que
enmarcaran las regiones en donde surga. Prosperidad y miseria fueron los
patrones propios de la minera que como un sino trgico recorrera la Am-
rica espaola y portuguesa17.
El comercio
Otras cuentas de la real hacienda apuntan a dejar constancia de los
gravmenes impuestos al comercio y al trfico de mercaderas. Desde el
comienzo de las operaciones en Tierra Firme, la Corona espaola cobr un
impuesto sobre los bienes introducidos a sus colonias. Tal fue el derecho de
almojarifazgo que se cobraba al 7.5% sobre el 66% del avalo de las merca-
deras. En Indias, se cobraba de las mercaderas que se traan a vender...
quince por ciento, la mitad pagado en ellas, y la otra mitad en Espaa 18.
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En Santa Mara la Antigua del Darin, lo mismo que en Ro Hacha, se pag
el almojarifazgo al 7.5% de las mercaderas que llegaban en las naves prove-
nientes de Castilla y de las Antillas. En Cali las mercaderas que entraron
por Buenaventura tambin pagaron un 7.5% de almojarifazgo. Por Buena-
ventura se introducan ropas de indios y sal procedentes del Per, a ms de
caballos y terneras.19 El almojarifazgo como otros impuestos, no fue unifor-
me a lo largo del siglo XVI. Si durante la primera mitad prevaleci el 7.5%,
en la segunda mitad tendi a incrementarse. La tarifa del 15%, que se paga-
ba en Sevilla y Amrica, cambi su proporcin. Despus de 1565 en Sevilla
se pagaba slo el 5% y el 10% en Indias20.
Estos pequeos detalles manifiestan la importancia de las mediciones delos mercados internacionales compuestos no slo por los bienes que llega-
ban desde la pennsula sino por los que recorran las colonias. Adems, una
curva de ingresos que no tenga en cuenta los cambios en estos porcentajes
puede conducir a equvocos.
El almojarifazgo, decano del sistema impositivo e indicador del movimiento
mercantil de Espaa hacia Amrica, estuvo acompaado de otros impues-
tos, como el derecho de Avera y el derecho de Puertos. Este ltimo se cobra-
ba por el arrendamiento de las bodegas instaladas en los puertos fluviales a
donde llegaban las mercaderas que suban por los ros desde el Atlntico
para internarse en los Andes colombianos. Por ejemplo, en 1557, el capitn
Diego de Ospina, arrend los puertos del Ro Grande de la Magdalena en
1.300 pesos por tres aos21. En 1553 las autoridades de la real hacienda
haban afirmado que los puertos eran cossa particular de vuestra real ha-
cienda y, en consecuencia, todos los productos que pasaran por ellos de-
ban pagar un arancel22.
El comercio, esa esfera que pona en movimiento lo que la tierra produca,
vinculaba territorios aparentemente aislados. En la construccin del espa-cio mercantil, el oro elaborado de los indios, el de las minas de veta y el de
aluvin actuaron como correas transmisoras de la circulacin. Junto a esta
esfera de las comunicaciones lentas y dificultosas, propias del Caribe y de
los Andes, se abra el otro gran crculo que serva de enlace entre el interior
del reino y el mundo europeo, en una operacin mercantil que el mundo
conoce como estructuras atlnticas y transatlnticas.
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La esfera mercantil que circulaba atando el Atlntico y el Caribe era dibu-
jada por navos de todo tipo y tonelaje que llevaban lo exportable de la
economa de tierra firme: palo brasil, oro, perlas e indios esclavos. En 1503,
la casa de Contratacin registr las muestras que el 28 de junio se envia-
ron a la Reina: un sartal de cuentas coloradas y otro de azules y blancas
que en las Indias liaban gibas, ocho piedras verdes y negras que son
hachas con que cortan en las Yndias e con un astil de palo, piedras pe-
queas azules y verdes y un talegn de piedras de muestras de veneros.
A su vez se registraron los 30 quintales de palo brasil que Rodrigo de
Bastidas llev de fuera de la Ysla y los 41 quintales tambin de palo
brasil que Cristbal Guerra llev de las Yndias e Tierra que descubri al
postrimer viaje23. El 16 de marzo de 1519, los oficiales que rresiden en la
gibdad de Santa Mara del Antigua que es en la Provincia del Darin nosynbiaron con el Obispo Juan de Quevedo 1.844.880 maraveds de oro de
diferentes leyes, mientras que de Castilla del Oro se haban enviado en
1515, 1.329.444 maraveds, 23 quintales de palo brasil y 16 marcos en
perlas gruesas como berruecos24. Estos y otros productos iban en barcos
de vela que el viento inflaba como globos mentirosos, hasta llegar a los
puertos y bahas de Sto. Domingo, las Canarias y la misma Espaa.
Al retomar a costas americanas canjeaban en las costas del caribe o en la
tierra adentro, abalorios, hachas, vinos, trigo, negros esclavos, sedas y mer-
caderas propias del Renacimiento y de los trficos del oriente. Esta esfera
del Caribe era oxigenada por aqulla otra ms dbil, la del interior de las
colonias, pero por ello no menos vital para el funcionamiento de la pesada
maquinaria del comercio internacional. An quedara aquella cadena que
vinculaba, todo este sueo de metales y riquezas con los ms alejados mer-
cados de Europa, Asia y Africa25.
Aunque la ley prohiba la salida de metales preciosos y llevar de Espaa
oro, plata o joyas a las Indias, labrada ni en pasta, ni hecha moneda, pena
de que se pueda tomar por perdida26
, gran parte del oro de Amrica sedeslizaba hacia otros pases, de tal manera que miles de millones de
castellanos salan de Espaa. El mismo Enrique IV, rey de Francia, procla-
maba que los espaoles eran sus deudores y tributarios y sin que l los
buscara, los espaoles le buscaban y le llevbamos cada ao ms de cua-
tro millones27.
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El siglo XVI constituye una compleja red de eslabones que encadena el mundo
europeo con sus intereses africanos y asiticos al mundo atlntico y caribeo
y, en ltimas, al mundo indgena con sus encomenderos y alguaciles, apa-
rentemente perdidos y aislados en el interior de los Andes. Sin esta viela del
oro, el motor del comercio mundial de la primera mitad del siglo XVI, y en
menor escala en los aos siguientes, no hubiera logrado tan fastuosos mo-
vimientos de integracin mundial.28 No obstante Vilar piensa que el oro en
la transformacin comercial dele siglo XVI, no tuvo ms importancia que
otros productos (especias) y finalmente menos que la plata29
CFinalmente, debemos' sealar que el impuesto de la alcabala creado a fina-
les del siglo XVI para el Nuevo Reino de Granada, es un indicador de los
trficos y de las operaciones de internacin de mercaderas a lo largo de los
caminos, pueblos y asentamientos que marcaron el rumbo de la domina-cin espaola. Este impuesto se introdujo apenas en 1593, despus de ml-
tiples consideraciones y experimentos en otras regiones como Mxico, en
donde se instaur en 1574 y en el Per en 1591.30J
El valor de la alcabala fue del 2% sobre toda operacin mercantil y lleg a,
ser uno de los recursos fiscales ms importantes del Estado colonial des-
pus de 1600. El impuesto no slo es indicador de la magnitud de las opera-
ciones comerciales sino de los niveles de integracin regional y de la configu-
racin de mercados urbanos e interregionales. En sus menudos registros se
oculta la dinmica o la pasividad econmica de los ms alejados rincones de
la Nueva Granada. Todos estos impuestos constituyen una base cuantitativa
para el anlisis del comercio colonial en sus diversos circuitos y, como en el
caso de la minera, es necesario conocer cundo variaron los montos de las
imposiciones y qu productos fueron objeto de cambios en los aranceles.
fTributos y exacciones
Una de las cuentas ms atractivas para el estudio de la historia social es la
de los tributos y exacciones. Despus de la poca de los rescates, de laesclavitud indgena y de la guerra de exterminio, los indios transitaron ha-
cia un sistema de relacin que les obligaba a pagar un tributo a los euro-
peos, primero a cambio de unos abalorios que mantenan el sentido del
rescate, y luego sin ningn tipo de contraprestacin sobre todo cuando la
encomienda se generaliz despus de 1550. O mejor, la contraprestacin
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dej de ser en bienes materiales para convertirse en figura mental e ideol-
gica: tal era el valor de la religin.
Originalmente, el tributo en oro que se pagaba a los espaoles se haca de
tiempo en tiempo y los naturales reciban como contraprestacin hachas,
cuchillos u otros abalorios; era una forma de preservar los principios de la
reciprocidad. Pero con la consolidacin de la encomienda, el tributo en oro
dej de tener contraprestaciones y surgi el pago en especies31. Al surgir
quejas, disputas, desacuerdos y an retrasos en el pago de los tributos, se
ordenaron visitas que ratificaron o reformaron las cargas impuestas o esta-
blecieron normas y ordenanzas para conmutar las formas del tributo te-
niendo en cuenta el origen de las quejas, los recursos disponibles y las
ventajas ecolgicas de los territorios indgenas.32
Cuando la Corona decidi dejar bajo su jurisdiccin a importantes enco-
miendas, su administracin se entreg a un factor33 quien llevaba un cuida-
doso registro de lo que pagaban los caciques y sus naturales. El factor re-
caudaba los tributos en mantas y otras especies, los almacenaba y luego los
venda. Gracias a estas cuentas del factor hoy sabemos cunto pagaron los
caciques y cundo tuvieron que atrasarse por razones crticas en el cumpli-
miento de sus obligaciones34. Al final, este funcionario entregaba los recaudos
al tesorero, quien deba manejar los recursos de la Corona. A comienzos del
siglo XVI el factor deba dar cuenta de los bienes que la Corona embarcaba
a Amrica. As, cuando la Armada de Pedrarias lleg a Amrica en julio de
1514, entreg al factor Juan de Tvira bizcocho, vino, carne, pescado, aceite
y vinagre que la casa de Contratacin le haba entregado para el gasto de la
tripulacin una vez arribara a Amrica35.
Las cuentas entregadas por Juan de Tvira reflejan no slo problemas re-
lativos a la administracin de los bienes de la Corona sino otros fenme-
nos de la economa mercantil,. Por ejemplo, el factor Tvira no slo admi-
nistraba los bienes llegados de Espaa sino los que llegaban de otros
mercados en el Caribe. Tres fueron las fuentes de bienes recibidos por elfactor y cuyos precios ascendieron a 13.284 pesos 7 reales. Unos bienes
llegaron en la Armada de Pedrarias, otros llegaron de Jamaica y otros de
Castilla; lo llegado de Jamaica apenas alcanz a ser el 6%. En 1514 ya
exista un mercado antillano de cerdos, cazabe, tocino y maz, necesario
para abastecer a Urab. Pero la corrupcin y el mal uso de los fondos oficiales
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tambin era un fenmeno temprano pues Tvira fue acusado de tratar por
muchas partes y enviar navos suyos a Castilla y a Jamaica habiendo en-
tregado a tesorera apenas 3.000 pesos de los ms de 13 mil que ha debido
depositar en tesorera36
.
El factor y el tesorero eran dos de las figuras ms importantes en Indias
durante el siglo XVI37. El factor no deba manejar los dineros recibidos; ste
deba proceder a entregar al tesorero el producto de las ventas de los bienes
enviados por la casa de Contratacin o los procedentes de las ventas de las
demoras y de otros bienes, como aves, animales domsticos y todo aquello
que los naturales pagaban como tributo. Como los fondos manejados por el
factor no generaban contraprestaciones, la cuenta entregas del factor, en la
segunda mitad del siglo XVI, la hemos asimilado a la cuenta de tributos.
Es importante advertir que en 1593, los indgenas y otros grupos de la so-
ciedad colonial se encontraron frente a nuevas imposiciones que buscaban
aumentar la renta del imperio. Las medidas de exaccin de estos aos se
definen como reformas fiscales, concepto que no expresa el fin ltimo de las
disposiciones reales y que encubre bajo un eufemismo el inters expoliativo
del sistema colonial38.
Las medidas fiscales de los aos noventa del siglo XVI procuraban integrar
los desarrollos de dos economas: la rural y la urbana, que a lo largo del
siglo XVI haban venido evolucionando por lo cual era preciso articularlas
para responder a presiones econmicas internas y externas. As, las compo
siciones,los repartos de indios,las alcabalas,los requintos yotras imposiciones
afectaron no slo a indios y mestizos sino a mulatos y blancos, a traficantes
y empresarios. El sistema de composiciones de tierras que legaliz la apro-
piacin indebida de tierras por parte de grupos de encomenderos y no
encomenderos, estuvo acompaado de normas que agrietaron el monopolio
de la fuerza de trabajo mantenido por la encomienda, gracias al sistema de
repartos. Este sistema dio acceso a la fuerza de trabajo a grupos de hacen-
dados, mediante la intervencin del corregidor, un funcionario que entr amediar entre el Estado y los naturales, desplazando a los encomenderos de
sus ilimitadas jurisdicciones sobre las comunidades39.
As, las nuevas medidas fiscales de 1593 para atender el servicio real afecta-
ron a los dueos de las tierras, a los encomenderos, a los extranjeros, a los
comerciantes, a los negros y mulatos no sujetos a control tributario y, de
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Los Mtodos
modo especial, a las comunidades que vieron brotar sobre el tributo otra
carga ms llamada requinto. Este impuesto lo constitua
lo procedido del servicio que hacen los yndios de este distrito dems de sustasas conforme a la cdula del Rey nuestro seor, que por otra de 28 de
noviembre de 1593, dirigida a nos los oficiales reales manda que lo proce
dido deste gnero y de otros arbitrios que ha mandado practicar en estas
partes para fundacin de la Armada que ha de estar en el mar ocano para
guarda d la Carrera de las Indias, se le enve por cuenta aparte distinto y
separado de la hacienda real.40
En el interior del reino, el requinto y las composiciones hicieron saltar la
tendencia de los ingresos generales del Estado al duplicarse asombrosa-
mente. Del mismo modo, las remesas a Espaa fueron cada vez ms genero-sas, conforme al deseo de su majestad. Claro que el afn de exaccin no
perdon siquiera la fe de los sbditos que pagaban con bulas los servicios
del otro reino. Pero como en cuestin de fe no haba opcin y las retribucio-
nes eran marginales o propias del otro mundo, optamos por incluir en
tributos y exacciones las llamadas bulas de Santa Cruzada, dado el carcter
abierto e intolerable de esta imposicin, gracias al indiscutible monopolio
del mercado de Dios41. Con las bulas, la frontera espiritual fue cubierta por
la poltica fiscal. Ahora no se cavaban tumbas sino la frtil tierra de las
almas con su misterioso mundo de creencias y temores.
Tasas y rentas
En el extremo opuesto de la cuenta exacciones y tributos hemos organizado
otra llamada tasas y rentas. Aqu se incluyen aquellas cuentas cuyas
erogaciones tenan una contraprestacin del Estado colonial. La cuenta ms
importante por su significado social y por las implicaciones que tuvo en la
estructuracin del poder colonial, fue la llamada venta de oficios.
La Corona encontr en la ambicin personal y en la vanidad de los nuevospobladores una frontera que poda producir ingresos importantes. Al orga-
nizarse la administracin de las colonias, el poder y los privilegios polticos
y burocrticos fueron redistribuidos entre quienes posean suficientes re-
cursos econmicos y estaban dispuestos a pagar por ellos42. La compra de
un puesto pblico no slo ofreca un beneficio para los usufructuarios sino
que se haca beneficiosa para la familia que, al acumular servicios prestados
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a la Corona, alimentaba un activo que luego podra traducirse en beneficios
para sus herederos. Al consolidar poderes locales y regionales la poltica
colonial hizo que las escribanas, los alguacilazgos, las alcaldas y los regi-
mientos se feriaran entre los mejores postores que, una vez posesionados desus cargos, lucharon por reconvertir en derechos adquiridos todos estos
puestos. Estos oficios administrativos y burocrticos institucionalizaron for-
mas de influencia personal,, sistemas de corrupcin y desbordamientos de
fuerza fsica que como instrumentos legitimadores del orden contribuan a
mantener provechosos rendimientos fiscales en beneficio del Estado.
Los ingresos por venta de oficios adquirieron una importancia inusitada no
slo por las magnitudes econmicas sino por la dimensin poltica pues este
recurso fiscal se constituy en un mecanismo que hizo rentable el afn de
poder de peninsulares y de criollos enriquecidos o con afanes de enriqueci-
miento. Es indudable que la dispersin espacial de los centros de control
poltico contribuy al desarrollo del principio de delegacin del poder impl-
cito en la venta de oficios. Desde el comienzo de la colonizacin grupos de
familias y empresarios controlaron la vida de las localidades y de las regio-
nes. Ellos no slo velaban por el incremento de las rentas del Estado sino
por las de sus regiones y, por su puesto, por las suyas. Esta eficacia era
premiada con nuevas mercedes y reconocimientos burocrticos.
Otras cuentas como los arrendamientos hacan referencia al producto debienes urbanos posedos por el Estado. En realidad, como no haba una
actividad constructora de edificios pblicos los montos no tenan significa-
cin mayor en la Nueva Granada. Pero es necesario llamar la atencin sobre
inversiones en herramientas y esclavos necesarios para la construccin de
casas y bodegas que luego se arrendaban y vendan. El inters por las ren-
tas dejaba muy pocos recursos para la inversin en desarrollo social y urba-
no. Por ello se prefiri a los particulares para este tipo de inversiones. Acti-
tud que la economa neoliberal impulsa como novedad en pleno siglo XX.
Los caminos, por ejemplo, fueron responsabilidad bsica de empresarios,
de gremios de comerciantes y de los gobiernos regionales que recibieron
alguna merced para su fomento. As, cuando fue necesario construir en Cali
una crcel, edificios y obras pblicas, los regidores recibieron el 50% de las
penas de cmara como merced por cinco aos43. Tambin, para reparar cal-
zadas, caminos y puentes, se le asign un tercio de los bienes de Rodrigo de
Bastidas44a la ciudad de Santa Marta.
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Los privilegios a individuos o empresas pudieron convertirse en monopolios
tal como ocurri con la construccin de puertos. Un ejemplo lo constituye la
solicitud de Pedro de Sotelo, quien en septiembre de 1555 pretendi, en
nombre de la ciudad de Vlez, que no se construyera otro puerto syno elque agora se haze en los Panches, pues de construirse el que se proyectaba
en la ciudad de Mariquita, se recibira gran dao a causa de estar como
estn pobres y con el dicho puerto se ha comenzado a remediar... la crisis
econmica de la ciudad. Eso s, Sotelo ampliaba su pretensin de excluir a
Mariquita, solicitando una exencin de impuestos para todos los que quisie-
ran introducir mercaderas por el puerto de Vlez. El pretendido monopolio
se fundamentaba en que los vecinos con gran trabajo de sus personas e
costa de sus haziendas descubrieron el puerto e desembarcadero que esta
en trminos de la dicha cibdad por donde hasta agora se han metido los
bastimentos a este Reyno.45
La real hacienda consider los puertos como propiedad del Estado y fue
norma comn su arrendamiento a empresarios o a las ciudades mismas. En
funcin de este principio, el puerto de la Canoa, en trminos de Tocayma,
pagaba una renta, al igual que en 1597 los puertos del ro Magdalena fueron
propuestos para su arrendamiento en 8 mil pesos de oro de 20 kilates46.
Finalmente, en tasas y rentas hemos incluido los prstamos y las deudas
canceladas. Los prstamos constituan un ingreso ocasional que normal-mente hacan hombres adinerados a la Corona. Las deudas canceladas, se
refieren a reintegros de prstamos que el Estado haca a las provincias o a
comunidades para satisfacer alguna calamidad. Al superarse el factor de
disturbio y la necesidad del prstamo, los dineros deban ser reintegrados a
la hacienda real47. Es decir, que ni aun en tiempos de desastre o de crisis
econmica y social el Estado haca inversiones. Los socorros y auxilios eran
esencialmente a crdito. Un rasgo ms del poder exaccivo del sistema colo-
nial que se encuentra oculto en estas inocentes cuentas de la real hacienda.
La agricultura
Parece contradictorio que siendo la agricultura el fundamento del desarrollo
econmico de las sociedades indgenas, no se hubiera recibido una presin
fiscal por parte del imperio. Las razones de tal decisin parece que respon-
den al proceso mismo de conquista. En los primeros aos de la ocupacin
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espaola la agricultura fue vista ms como un recurso alimenticio que como
un elemento para ser tasado. Esta actitud no impidi que se luchara por
destruir cosechas en un esfuerzo estratgico por liquidar las bases alimen-
ticias de los naturales y debilitar su resistencia. En estos primeros aos delsiglo XVI primaba el inters por el oro y por el saqueo. Los sistemas de
cultivos y el desarrollo de la agricultura fueron tardos y estuvieron acompa-
ados del establecimiento de la encomienda y de la consolidacin de los
ncleos urbanos. A estos procesos se vincul el tributo en especies, inclui-
dos los alimentos que comienzan a ser comercializados por los mismos
encomenderos.
El pago en productos de la tierra abri el camino hacia la supresin del oro
como forma nica de tributar. Estos cambios tan importantes en la base
econmica de las colonias permitieron que los diezmos reclamados por la
iglesia se convirtieran en el indicador ms temprano de su expansin. Como
su nombre lo indica, consistan en el pago de una dcima parte de la
produccn agrcola y ganadera. Aunque el impuesto fue extendido a los
blancos que optaron por hacer de la agricultura la base de su riqueza, para
los indgenas fue una carga ms, pues el impuesto estaba adscrito como un
tributo para la iglesia48.
Hubo otras cuentas menores que se han agrupado bajo el ttulo de cargos
extraordinarios. Todos estos rubros de ingresos fundamentan parcialmente
el conocimiento sobre la naturaleza del sistema colonial. Su decodificacin
nos remite a espacios, a formas laborales, a sistemas de poder, a crculos de
comercializacin y de consumo, a cambios de hbitos, a teoras y a concep-
tos sobre las relaciones entre los hombres de dos mundos. La multiplicidad
de datos de estas cuentas de ingresos, una vez ordenadas, pueden deparar-
nos notables sorpresas sobre el impacto de la presin fiscal en la sociedad
del siglo XVI. Queda por conocer la estructura de los gastos que nos remite
a fenmenos que tienen que ver con la distribucin de los recursos fiscales.
Los GASTOS
En la contabilidad de los contadores era normal que despus de los cargos,
una resolucin de descargos acompaara las cuentas de la real hacienda. El
balance final consista en sumar todos los cargos y los descargos de acuerdo
con los totales de cada hoja de registro y se confrontaban para encontrar los
alcances. Con algunas excepciones, la larga relacin de descargos no
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sistematizaba ninguna cuenta en particular. Por ello hemos realizado la
ardua tarea de agrupar rubros cuyos destinos son similares y se les ha
otorgado un nombre. Es algo as como si se estuviera realizando una funda
cin fiscal con el fin de iniciar la conquista de una frontera. Con estas cuentas buscamos ordenar el conocimiento sobre el destino de los egresos.
Como existen gastos ms o menos permanentes y similares fue fcil confi
gurar algunas cuentas como salarios, gastos de iglesia y remesas. Las otras
cuentas no ofrecen la misma solidez, claridad, reiteracin y permanencia.
La cuenta salarios se ha dividido entre los salarios de los funcionarios de~t
la administracin colonial, es decir, los presidentes, gobernadores, regidores,
tesoreros y dems oficiales reales, y los llamados salarios ocasionales. Es
decir, que a ms de los pagos realizados a la burocracia oficial del Estado
haba otra burocracia de contrato. Estos oficios temporales eran desempe
ados por escribanos, carpinteros, transportistas y otros tcnicos y especia
listas que el Estado ocasionalmente necesitaba. Eran especies de trabajado- ,
res golondrinas. Esta cuenta puede ayudarnos a comprender el impacto del
gasto oficial a travs de reducidos grupos de especialistas y artesanos. Ellos
y la burocracia ofical eran canales de irrigacin de recursos monetarios en-
tre la sociedad.
De otro lado, a los gastos del sector burocrtico civil se unan los gastos deiglesia que incluyen no slo los salarios de obispos, curas, sacristanes,
doctrineros y misioneros, sino que contienen todo lo erogado en
construcciones y equipamiento de templos, consumo de aceite, vino para el
culto cristiano y medicinas para atender al innumerable cuerpo de los servi
dores de Dios. Los movimientos bruscos en los gastos que se observan en
algunos aos obedecen a las demandas del transporte de misioneros, espe
cialmente franciscanos, enviados desde Espaa y cuyos fletes y gastos de
viaje corran a cargo del Nuevo Reino. La magnitud de este rubro es impor
tante porque ayuda a explicar cmo un aparato ideolgico tan importante
como la iglesia consuma un alto porcentaje de la renta social.
Otra cuenta que merece destacarse por su magnitud es la denominada re-J
misiones a Espaa. Es el rubro ms importante de los descargos. Su monto
oscil entre el 40 y el 60% de los ingresos fiscales, reflejando el carcter
expoliador del sistema colonial. Las remesas de metales, junto con los gas
tos de la burocracia civil y religiosa, consuman ms del 80% de los ingresos
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Cuadro2
Cuentasdelarealhaciendasegnsudestino, sigloXVI
Steakigm_______________________________________________________1 . S a l a r i o s a . D e a d m i n i s t r a c i n
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ b . O c a s i o n a l e s_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _2 . G a s t o s d e I g l e s i a3 . R e m i s io n e s a E s p a a4 . D e u d a s c a n c e la d a s
5 . C o n s t r u c c i o n e s y e d i f i c i o s6 . G a s t o s m i li t a re s
7 . G a s t o s c o r r i e n t e s ' a . D o n a c i o n e s y a s i s t e n c i a s o c i a l
b . E n s e r e s y h e r r a m i e n t a sc . t i l e s d e e s c r i t o r i od . A r r e n d a m i e n t o s
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ e . O t r o s _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
F u e n t e : E l a b o r a d o s e g n l a s c u e n t a s d e C o n ta d u r a d e l A G I ( S e v i l la ) .
fiscales anuales de la Nueva Granada. Puesto que las colonias estaban para
rendir, las remesas a Espaa constituyen una clave fundamental para ex-
plicar la naturaleza expoliativa del sistema colonial.
Frente a lo que se remesaba como a lo que se consuma en propaganda
ideolgica, aparecen otras cuentas menores que ayudan a reconocer la mag
nitud de ciertas inversiones que hoy podramos considerar como ms im
portantes que el sustento y proteccin a formas ideolgicas de poder. As,
las inversiones en construcciones y edificios no tienen una mayor signifi
cacin tal como lo hemos anotado al estudiar en los cargos la cuenta de
arrendamientos. A su vez, las llamadas deudas canceladas, incluyen los
pagos hechos por concepto de prstamos a particulares y de otras deudas
f pendientes. Curiosamente la cuenta de gastos militares no ofrece una con
tinuidad en el tiempo. Los gastos militares dependieron de emergencias o de
operaciones de pacificacin alentadas por el Estado, especialmente despus
de que la Conquista dej de ser la empresa de un individuo o de un grupo deLpersonas. En 1559 fue necesario gastar cerca de 200 mil maraveds para
una armada en Cartagena, mientras que en el mismo ao Luis Lanchero
recibi 300 pesos (135 mil maraveds) para la pacificacin de la ciudad de
Trinidad provincia de los Muzos48. Igualmente, entre 1553 y 1557, se saca
ron 2.600 pesos (1.170.000 maraveds) que se entregaron al capitn Sali
nas, para la pacificacin de los yndios alterados50.
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encomendados a la Corona real, cuando las enfermedades llegaban con sus
bocanadas fatales de pestes desconocidas que todo lo diezmaban en su guerra
invisible contra los cuerpos de los indios. Con unos cuantos maraveds para
los mdicos, su majestad daba ejemplo de lo que deban hacer los
encomenderos en cuestiones de salud. Se trataba de preservar la fuente de
todas las riquezas generadas en el Nuevo Mundo: el trabajo de los indios.
Esta cuenta de donaciones y asistencia social, contribuye a cimentar la
hiptesis de que el hecho colonial apuntaba a una buena administracin
que redujera toda inversin superflua, y superfluo era lo que tena que ver
con gastos dirigidos a atender las necesidades colectivas de sus sbditos
en los campos de la sanidad, de la proteccin social, de la educacin y de
la construccin de infraestructura necesaria para el desarrollo comunal y
regional.
Al discriminar esta superflua contabilidad con los cargos y las datas, he-
mos podido aproximarnos, en forma racional, al conocimiento de algunos
de los rasgos propios de la historia del siglo XVI. Una historia que precede
a las grandes expediciones de Corts y Pizarro, pero que despus de Mxi-
co y Per se minimiz como si la Conquista no hubiese sido un fenmeno
lineal que comenz en 1492 en el Caribe y recorri el continente hasta
recalar en los grandes centros de poder indgenas de mesoamrica y los
Andes. Lo que intentamos descifrar a lo largo de la centuria son los proce-
sos de poblamiento construidos tras la mscara de tantos e inocentes n-
meros congestionados en la ceremoniosa escritura cortesana de funciona-
rios aburridos pero delirantes en su conviccin de expoliar para servir al
rey y a la grandeza de su imperio.
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Testimonios fiscales:
poder y flaquezas
Quienes gustan de leer novelas antes que historia imaginan los trabajos y los
das de un historiador, repletos de aburrimiento y de pereza mientras arras-
tra sus intiles esfuerzos por constatar verdades imposibles. Tal vez tengan
razn. Llegar hasta una montaa de papeles que guarda la contabilidad de
cuanto produjeron las colonias espaolas del siglo XVI, no es grato ni apaci-
ble para nadie. Pero qu hace tan hostil este oficio cuyos laboratorios se
componen de hojas amarillas, polvorientas y de signos casi que
indescifrables? Qu contienen, por ejemplo, los registros de las llamadas
cajas reales de la real hacienda, y qu relacin guardan con las casas en
donde se fundan los oros que produca la frontera del Nuevo Mundo? El
historiador encuentra en esta celosa y primitiva contabilidad de ingresos y
gastos, una avalancha de letras cortesanas y procesales, cercadas de nme-
ros romanos, que se acumula sobre volmenes y volmenes inmanejables y
casi que ilegibles. Sin embargo, debemos admitir que la voluminosa e insis-
tente informacin all recolectada es una autntica caja de Pandora. Es nada
ms ni nada menos que un universo de testimonios minsculos desperdigados
a lo largo del siglo XVI. Cada cuenta de esta curiosa contabilidad de letras
informes, constituye una molcula que recrea mltiples relaciones sociales.El investigador que arriba hasta sus linderos enfrenta un mundo enrevesa-
do de voces envejecidas por el tiempo, y sabe que all se esconde el ruidoso
devenir de quienes fundaron ciudades, instituciones y creencias. Las cifras
se asemejan a una selva con sus ros de limpias apariencias y con sus soni-
dos de sorpresas inimaginables. Al final, debemos admitir que este motn de
nmeros testimonia el xito y el fracaso de la Conquista y parecen ser, en s
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mismos, una tempestad de enigmas histricos, una inagotable frontera de
misterios y un infierno desafiante a la imaginacin.
Las fuentes histricas dejadas por los contadores y los oficiales reales del
siglo XVI, nos empujan a pensar si los primeros funcionarios y burcratas
de la hacienda real no trataban de reproducir en miles y miles de hojas y
nmeros fraccionados y mal puestos, las dificultades de las empresas de
conquista. Nubes de datos escritos por oficiales reales se fueron cerrando
con el tiempo al acceso del camino fcil, hasta convertirse en pequeos
habitculos del saber. Estos registros contables se asimilan a c