Post on 07-Feb-2018
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La Acumulacin del Capital o lo que los Epgonos
han hecho de la Teora Marxista: una Anticrtica
I. EL PROBLEMA EN DISCUSIN
Habent sua fata libelli: los libros tienen su estrella. Cuando escriba mi Acumulacin,
me asaltaba de cuando en cuando la idea de que acaso todos los partidarios, un
poco tericamente versados de la teora marxista, diran que lo que yo me esforzaba
por exponer y demostrar tan conciezudamente en esta obra era una perogrullada;
que, en realidad, nadie se haba imaginado que la cosa fuese de otro modo y que la
solucin dada al problema era la nica posible e imaginable. Pero no ha sido as.
Por la prensa socialdemcrata han desfilado toda una serie de crticos proclamando
que la concepcin en que descansa mi libro es falsa de medio a medio, que el
problema planteado no exista ni tena razn de ser, y que la autora haba sido
lastimosamente vctima de un puro equvoco. Ms an: la publicacin de mi libro ha
aparecido enlazada con episodios que hay que calificar, por lo menos, de
desusados. La "crtica" de La acumulacin publicada en el Vorwrts del 16 de
febrero de 1913 es, por su tono y su contenido, algo verdaderamente extrao, aun
para lectores poco versados en la materia. Tanto ms extrao cuanto que la obra
criticada encierra un carcter puramente terico, no polemiza contra ninguno de los
marxistas vivos y se mantiene dentro de la ms estricta objetividad. Pero por si esto
no fuese bastante, se inici una especie de accin judicial contra cuantos se
atrevieron a emitir una opinin favorable acerca del libro, accin en la que el citado
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rgano central en la prensa -en la cual no habra, adems, ni dos redactores que
hubiesen ledo el libro- se distingui por su fogoso celo. Y presencibamos un
acontecimiento sin precedente y bastante cmico, adems: la redaccin en pleno de
un peridico poltico, se puso de pie para emitir un fallo colectivo acerca de una obra
puramente terica y consagrada a un problema no poco complicado de ciencia
abstracta, negando toda competencia en materia de economa poltica a hombres
como Franz Mehring y Karl Kautsky, para considerar como "entendidos" solamente a
aquellos que echaban por tierra el libro.
Que yo recuerde, ninguna publicacin de las del partido haba disfrutado jams de
este trato desde que el partido existe, y no son maravillas, por cierto, todo lo que
vienen publicando desde hace algunos aos las editoriales socialdemcratas. Lo
inslito de todo esto revela bien a las claras que mi obra ha tocado en lo vivo a
ciertos sentimientos apasionados que no son precisamente la "ciencia pura". Pero
para poder juzgar el asunto con conocimiento de causa, hay que conocer antes, por
lo menos en sus lneas generales, la materia de que se trata.
Sobre qu versa este libro tan violentamente combatido? Para el pblico lector, la
materia resulta un tanto rida por el aparato, puramente externo y accidental, de las
frmulas matemticas que en el libro se emplean con cierta profusin. Estas
frmulas son el blanco principal en las crticas de mi libro, y algunos de los seores
crticos se han lanzado, incluso, en su severidad, para darme una leccin, a cons-
truir frmulas matemticas nuevas todava ms complicadas, cuya sola vista infunde
pavor al nimo del simple mortal. Como veremos ms adelante, esta predileccin de
mis "censores" por los esquemas no es un puro azar, sino que est ntimamente
ligada a su punto de vista en cuanto al fondo de la cuestin. Sin embargo, el
problema de la acumulacin es, de suyo, un problema de carcter puramente
econmico, social, no tiene nada que ver con las frmulas matemticas y puede
exponerse y comprenderse perfectamente sin necesidad de ellas. Cuando Marx, en
la seccin de El capital en que estudia la reproduccin del capital global de la
sociedad, emplea esquemas matemticos, como cien aos antes de l lo hiciera
Quesnay, el creador de la escuela fisiocrtica y de la economa poltica como ciencia
exacta, lo haca simplemente para facilitar y aclarar la inteligencia de lo expuesto.
Con ello, tanto uno como otro trataban tambin de demostrar que los hechos de la
vida econmica dentro de la sociedad burguesa se hallan sujetos, a pesar de su
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superficie catica y de hallarse regidos en apariencia por el capricho individual, a
leyes tan exactas y rigurosas como los hechos de la naturaleza fsica. Ahora bien,
como mis estudios sobre la acumulacin descansaban en las investigaciones de
Marx, a la par que se debatan crticamente con ellas, ya que Marx, por lo que se
refiere especialmente al problema de la acumulacin, no pasa de establecer algunos
esquemas y se detiene en los umbrales de su anlisis, era lgico que me detuviese
a analizar los esquemas marxistas. Por dos razones: porque no iba a eliminarlos
caprichosamente de la doctrina de Marx, y porque, adems, me importaba
precisamente poner de manifiesto la insuficiencia, para m, de esta argumentacin.
Intentemos enfocar aqu el problema en su mxima sencillez, prescindiendo de toda
frmula matemtica.
El rgimen capitalista de produccin est presidido por el inters en obtener
ganancia. Para el capitalista, la produccin slo tiene finalidad y razn de ser
cuando obtiene de ella, un ao con otro, un beneficio neto, es decir, una ganancia
lquida sobre todos los desembolsos de capital por l realizados. Pero lo que
caracteriza a la produccin capitalista como ley fundamental y la distingue de todas
las dems formas econmicas basadas en la explotacin, no es simplemente la
obtencin de ganancias en oro contante y sonante, sino la obtencin de ganancias
en una progresin cada vez mayor. Para conseguirlo, el capitalista, diferencindose
en esto radicalmente de otros tipos histricos de explotadores, no destina
exclusivamente, ni siquiera en primer trmino, los frutos de su explotacin a fines de
uso personal, sino a incrementar progresivamente la propia explotacin. La parte
ms considerable de la ganancia obtenida se convierte nuevamente en capital y se
invierte en ampliar la produccin. De este modo, el capital se incrementa, se
acumula, para usar la expresin de Marx, y por efecto de esta acumulacin, a la par
que como premisa, la produccin capitalista va extendindose continuamente, sin
cesar.
Mas, para conseguir esto, no basta con la buena voluntad del capitalista. Trtase de
un proceso sujeto a condiciones sociales objetivas, que pueden resumirse del modo
siguiente.
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Ante todo, para que la explotacin pueda desarrollarse, es necesario que exista
fuerza de trabajo en proporcin suficiente. El capital se cuida de hacer que esta
condicin se d, gracias al propio mecanismo de este rgimen de produccin, tan
pronto como cobra auge en la historia y se consolida ms o menos. Lo hace de dos
modos:
1) permitiendo a los obreros asalariados a quienes da empleo que subsistan, bien o
mal, mediante el salario que perciben, y que se multipliquen por medio de la
procreacin natural;
2) creando, con la proletarizacin constante de las clases medias y con la
concurrencia que supone para los obreros asalariados la implantacin del
maquinismo en la gran industria, un ejrcito de reserva del proletariado industrial,
disponible siempre para sus fines.
Cumplida esta condicin, es decir, asegurada, bajo la forma de proletariado, la
existencia de material de explotacin disponible en todo momento, y regulado el
mecanismo de la explotacin por el propio sistema del asalariado, surge una nueva
condicin bsica para la acumulacin del capital: la posibilidad de vender, cada vez
en mayor escala, las mercancas fabricadas por los obreros asalariados, para de
este modo convertir en dinero el capital desembolsado por el propio capitalista y la
plusvala estrujada a la fuerza de trabajo. "La condicin primera de la acumulacin
es que el capitalista consiga vender sus mercancas, volviendo a convertir en capital
la mayor parte del dinero as obtenido. (El capital, I, Seccin Sptima, Introduccin).
Por tanto, para que la acumulacin se desarrolle como proceso ascensional ha de
darse la posibilidad de encontrar salida a las mercancas en una escala cada vez
mayor. Como hemos visto, el propio capital se encarga de crear lo que constituye la
condicin fundamental de la acumulacin. En el volumen primero de El capital, Marx
analiza y describe minuciosamente este proceso. Ahora bien, en qu condiciones
son realizables los frutos de esta explotacin? Cmo encuentran salida en el mer-
cado? De qu depende esto? Reside acaso en la fuerza del capital o en la
esencia de su mecanismo de produccin la posibilidad de ampliar el mercado en la
medida de sus necesidades, del mismo modo que adapta a stas el censo de las
fuerzas de trabajo? No, en absoluto. Aqu se manifiesta la subordinacin del capital
a las condiciones sociales. A pesar de todo lo que lo distingue radicalmente de otras
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formas histricas de produccin, el rgimen capitalista tiene de comn con todas
ellas el que, en ltima instancia, aunque subjetivamente no tenga ms designio
fundamental que el deseo de obtener ganancia, tiene que satisfacer objetivamente
las necesidades de la sociedad, sin que pueda conseguir aquel designio subjetivo
ms que en la medida en que se cumpla esta misin objetiva. Las mercancas