Post on 22-Jan-2016
LA LA ESPIRITUALIDAESPIRITUALIDA
DDen la Pastoral de en la Pastoral de
la Saludla SaludMESCMESC
Corpórea
SocialIntelectual
Emocional
Espiritual
Dimensión Espiritual
Sentido unificador
Valores
Opciones fundamentales
Creencias filosóficas y religiosas
Sentido de “vocación”
“RIGE” las demás dimensiones
RELIGIOSA
ESPIRITUAL
Dimensión Religiosa
Relación de una persona con un
SER TRASCENDENTE (Dios)
Puede no estar presente en las
vivencias de una persona
“Nos hiciste para Ti, y nuestro corazón es inquieto hasta que
descanse en Ti”,
nos recuerda San Agustín.
Esta es la identidad más profunda del ser humano: la vocación al encuentro, a la fe: reconocimiento – confianza – abandono -
seguimiento.
Juan Pablo II en la Familiaris Consortio, nos presenta una reflexión antropológica muy bella y profunda: “Dios ha creado al
hombre a su imagen y semejanza-
Creándola a su imagen, Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la
vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la
comunión.
El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser
humano”.
La espiritualidad se caracteriza por ser “respuesta” de amor al Amor que
nos llama:
diálogo.
Creados a imagen y semejanza de Dios,
llevamos una huella divina,
una orientación hacia a Dios, al encuentro con Él.
Si no realizamos esta “vocación”,
hay el fracaso existencial.
Es el PRINCIPIO DIALÓGICO
La vida cristiana es
vida animada por el Espíritu Santo
es “respuesta”
a la “vocación” fundamental
de seres que tienen una orientación hacia Dios.
La espiritualidad no atañe sólo
nuestra relación con Dios,
sino todos los aspectos de la vida humana
familia, trabajo y escuela, relaciones interpersonales, gestión del dinero y del
tiempo libre, sufrimiento, etc.
Según la doctrina, en la fe se distingue entre la actitud de quien cree – la fe como confianza y abandono – y las verdades que
se creen – el conjunto de la doctrina.
Las dos dimensiones, sujetiva y objetiva, deben conjugarse.
Por supuesto el verdadero abandono supone un conocimiento de la persona a
quien nos abandonamos
y el conocimiento de Jesús (la doctrina) lleva a confiar en Él.
Sin embargo, parece como si, en el Evangelio, la actitud personal sea
prioritaria.
La espiritualidad encuentra su manifestación: oración, culto, pertenencia a una comunidad
La fe no es sólo un hecho personal e íntimo; necesita poder encontrar su manifestación.
No se trata sólo de una creencia que se puede vivir en el espacio íntimo de nuestra conciencia; involucrando a toda la vida del
que cree, tiende a manifestarse exteriormente y públicamente, tiende a
encontrar formas de agregación.
La oración es sí diálogo con Dios, sin embargo puede tomas manifestaciones
comunes y comunitarias. El culto es por sí mismo algo comunitario y público.
La misma comunidad originada por la creencia en el mismo Dios tiende a
estructurarse, a garantizar la continuidad de la propuesta de salvación, a ayudar a sus
miembros más débiles y necesitados.
La mentalidad liberal e individualista concibe la fe y la religión como algo
exclusivamente interior o que se ha de jugar en la cerca de lugares exclusivos, pero que
no puede tener manifestaciones públicas, ni puede entrar en los asuntos sociales,
culturales, económicos y políticos. Se le reconoce a cada individuo el derecho – tal
vez también un deber correspondiente – de contribuir al bien común de la sociedad,
pero se le impide que lo haga como creyente.
La espiritualidad en la biografía personal: etapas fundamentales
Para mucha gente la experiencia religiosa constituye una de las más significativas actividades y experiencias de su vida.
Inspira la conducta, da un sentido a los quehaceres de la vida, ofrece un horizonte de sentido, caracteriza las elecciones más
importantes y da un matiz religioso al paso de una etapa a otra del desarrollo de la
persona.
Las fechas más significativas de la biografía personal, tienen muy a menudo un relieve
religioso. Parece como si la biografía personal se entrelazara con una historia de salvación que Dios va guiando: también los
acontecimientos que pueden aparecer irrelevantes, adquieren en una perspectiva
espiritual un valor único y fundamenta para la persona que los vive.
El valor “terapéutico” de la experiencia religiosa
Según algunos maestros de la sospecha, el fenómeno religioso es fuente de patologías
y de una visión distorsionada de la realidad. Es producto humano patológico,
fuente de injusticia, de pasividad y resignación, de mecanismos psicológicos
inconscientes y potencialmente neuróticos.
Para Marx, la religión es un producto inventado por la sociedad, los poderosos, para lograr la explotación de los pobres:
instrumento de evasión para los explotados y de justificación para los
explotadores. En ella el hombre alienado busca una felicidad ilusoria, un paraíso artificial; como consecuencia el hombre
explotado acepta pasivamente las injusticias y renuncia a luchar para
cambiar la situación: es un anestésico peligroso, es “opio de los pueblos”.
Para Nietzsche la religión es un invento de los hombres, no de los fuertes como en
Marx, sino de los débiles; ellos elevan su ideal de debilidad, resignación, cobardía a
valores universales que todos deben aceptar, renunciando los fuertes y valerosos
(los super-hombres) a desarrollar sus potencialidades.
Para Sigmund Freud la religión es una “ilusión”, obra del proceso de sublimación de la “libido” por acción del super-yo. Los
deseos naturales reprimidos toman la forma y la manifestación religiosa, creando sí la
cultura (religión, moral, arte, instituciones y leyes, etc.), pero creando en las personas
descompensaciones y neurosis.
Al contrario, otros estudiosos – pienso que también la experiencia puede avalar
nuestra convicción – subrayan la positividad de la espiritualidad y la
religión. Veamos algunos elementos:
A pesar de los avances de la ciencia y la técnica, el hombre experimenta una situación
de finitud, de contingencia, de fragilidad. Todos los intentos para “dominar” la
situación, parecen ilusorios y fuente de problemas más grandes. El reconocimiento
de Dios es fuente de equilibrio y de humanización contra una tecnología que
tiende a reducir al hombre a insignificante engranaje en la máquina de la vida, producto
que se puede ensamblar y desechar.
No siempre la vida es fácil; se asoman en nuestra vida experiencias-límite:
enfermedad, fracaso, incomprensión, dudas, dificultades relacionales y
traiciones, dificultades económicas y duelos, etc. La espiritualidad (la fe) ayuda a encontrar un sentido en estas situaciones que sacuden las certezas y crean estados
de inseguridad e incertidumbre. El sentido permite salir adelante, no hundirse en un estado de depresión, cultivar la esperanza
y motivar al compromiso.
A diferencia de lo que afirman los “maestros de la sospecha”, la fe religiosa
ha animado a lo largo de la historia y continúa motivando a un sinnúmero de personas al compromiso y a la entrega para transformar y humanizar nuestra
civilización. Es una mentira que la religión nos saque de la vida real para
crear un refugio artificial, acolchonado de desempeño y estilo burgués.
En el tiempo de la enfermedad – es nuestra experiencia – la espiritualidad
actúa como fuente de sentido, de equilibrio y alimenta la esperanza
En algunas situaciones particularmente marcadas por el sufrimiento, la dimensión
religiosa es la única dimensión que se conserva “sana”. A pesar del avance de la patología, la persona mantiene íntegra su
vivencia espiritual, su fe como abandono en Dios, su capacidad de oración.
La pastoral en el conjunto de la orquestación de los cuidados
Por la verdad intrínseca de la experiencia religiosa y por las razones aducidas arriba, se puede afirmar que la espiritualidad y la
fe no sólo son importantes e imprescindibles, sino que pueden ser un
válido recurso en todos los procesos terapéuticos.
Una consideración integral del ser humano (también de su espiritualidad) y la necesidad
de un acercamiento interdisciplinario a la persona que sufre, exigen una valoración de
su dimensión espiritual y un involucramiento de las personas que acompañan en los
procesos de la vida espiritual, es decir de quienes desarrollan la actividad pastoral.
Una alianza terapéutica para acompañar al enfermo en todas sus necesidades y factores;
una valoración de todos los recursos.
“¿Se irritan contra mí porque he devuelto la salud plena a un hombre en sábado?”
(Jn 7,23).
Holon ánphropon dice el griego del NT; “holon”: holístico, decimos nosotros. La
salud y la asistencia holística: nuestro reto y objetivo. Todos involucrados, medicina,
psicología, pastoral y trabajo social, familias y voluntariado.