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8/19/2019 La Fórmula de La Justicia
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Luis Mendizábal y Martín
L A
ó r m u l a d e
la
lusii ia
P R E C I O 0 5 0 P E S E T A S
Z A R A G O Z A
M . Salas, tipógrafo del Ex cm o. Sr . Arzo bispo
1 9 0 0
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L A
ó r m u l a d e l a í u s i i c i a
D I S C U R S O P R O N U N C I A D O
E N LA . S O L E M N E S E S IÓ N Q U E H A C E L E B R A D O
L A A C A D E M I A J U R Í D I C O - L IT E R A R I A D E L A U N I V E R S I D A D
D E Z A R A C O Z A
E N H O N O R D E S A N T O T O M A S D E A Q U I N O
E L DÍA 7 DE MA R Z O DE 19 0 0
POR
© . £ u ,is DyCend izábal y D/Cart ín.
C A T E D R Á T I C O N U M E R A R I O
Se publica con licencia de la Autoridad Eclesiástica
Z A R A G O Z A
M. Salas tipógrafo del Exento. Sr. Arzobispo
1900
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I L M O .
S E Ñ O R :
S E Ñ O R A S , S E Ñ O R E S :
I-
3
L día 7 de m arz o de 127 4 el Do ctor A ng él i-
j
- 6
co exh aló el ú l t im o susp iro , de jando en
^ • ^ B e * * la t ierra, además de sus restos
morta les , que aun
hoy
se ven era n en la prec iosa
Bas í l i ca de San Saturn ino en To l osa de Franc ia ,
sus obras admirables que como estrel las f i jas
bri l lan en el horizonte de la ciencia.
La hermosa fest iv idad de esta mañana se ha
consagrado al Santo entre los sabios : la solemne
velada de esta tarde la dedicamos al Sabio entre
los santos.
Y es qu e en el Á n ge l de las Es cu ela s la v ir
tud y la cienc ia se he rm an ar on de tal sue rte,
que no sabemos s i admirar más aquel la pureza
baut i sm al que s i empre con serv ó , aque l l a conti
nu a pr ese nc ia de Dios ga ran tía firmísima de su
v ida in m ac ula da , aqu el fervor inefable que le
causó tan m arav i l loso s éxtas i s , ó las subl im es
producc iones de su genio in com parab l e .
No sólo se perfeccionó á s í m ism o, s ino qu e
ap licó todas las en erg ías de su espíritu á los
triunfos de la fe sobre la herejía, de la verdad
sob re el er ro r .
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Muchos escr itores han logrado éxitos fugaces
y aú n f icticios; pero ¿d ón de ha l laré is nin gu no
cu yo s escr itos ha ya n m erecido la apro bac ión
v erb a l del m ismo Jesucr i s to y haya n s ido co l o
cados por la Ig les ia , con gregad a en ec um én icos
Conci l ios , a l l ado de la Sagrada Escr i tura?
Lo s autores de todo t iempo han sol ido c i
mentar el edi f icio de la glor ia sobre la ruina y
e l descrédito de los dem ás ; p ero en T o m á s de
A q u in o fué tal el respeto qu e profesó á tod os
los Do ctores , que parece a lcanzó com o pre m io
ser ado rnado con las luces y los con ocim ientos
de todos el los.
S in embargo ser ía notor ia ceguedad, preten.
der que no es preciso ni conveniente sal ir de los
l ímites com pren didos en las ob ras del ex im io
D octo r , la inte l igenc ia hu m an a progresa y e l
dominio c ient í f ico s in cesar agrandado exige
nuevas invest igaciones y nuevos pr incipios : mas
lo que s í podem os ase gu rar es , que nadie debe
pre scind ir de la c iencia dep urad a de error y
c l a r í s imamente expues ta en monumentos tan
ins ignes del saber humano; le jos de esto , hemos
de cimentar sobre el los todas las construcciones
cientí f icas en que pueden servir de base, logran
do así un fundam ento v erdad eram ente só l i
do é indestru ct ib le : rese rvá nd on os el añ ad ir
con nuestro personal es fuerzo a lgún nuevo pr in
c ip io ,
observ ac ión ó desenv o l v imiento c ient í f i
cos á los qu e los respetables Do ctore s , á cu yo
frente se ha l l a Santo To m ás , han dem ost rado y
y expuesto .
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Alo nso de M ad r igal , aque l pre lado ins igne
que recitaba de m em oria la Sa gra da E scr i tu ra
y la su m a Te oló gica y q ue escr ibió tanto y tan
bien , dec ía: A sí com o un ena no puesto sobre los
ho m bros d e u n g igante a l canza á v er lo que
ve el giga nte y algo m ás , s in que por esto pues
to en el suelo pu ed a ve r tanto c om o él ; de la
misma manera , l os que ahora v iv imos , apoyados
en los ing en ios y en las ob ras de los sab ios an
t iguo s , podem os ve r mu ch as cosas m ejor que
el los , au n q u e les seam os m uy infer iores en ta
lento y doctr ina.
E l g igante es Santo T om ás : e lev émonos con
él y f ijemos nue stra m irad a en algú n pun to de
general interés , en que la incompetencia del que
os'
hab la pueda v is lum br ar s iquiera un rayo de
l u z ; y pues nada hay más necesario para la con
serva ción y pro greso de la sociedad qu e la ju s
t icia , pe rm it idm e qu e intente f ijar la fórm ula de
esta pro po rció n, de esta v irtu d qu e con st ituye
la esencia del derecho.
S i contem pl am os l a v o l untad del hom bre ,
esa tendencia racional que todos constantemen
te sent im os que nos im pu lsa a l b ien, h abre m os
de co nsid era rla en sus actos l igada á la regla
qu e la razón le d icta; y cu an do inform ado s de
nuestros deberes los cumpl imos todos , podrá de
ci rse que somos justos , en aquel ampl ís imo sen-
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t ido en que San Jua n Cr isóstom o com pren día
la just i cia , com o la gu ard a de todos los precep
tos; y s i los real izamos s in consideración á bene
fic io a lg un o, l l egarem os a l sub l im e grado qu e
San An se l m o seña l aba en la jus t i c i a , com o r ec
t i tud de la voluntad observada por s í misma.
Pero la f rag il idad hu m an a qu e im pide la
per fecta v i r tu d, y de otra parte la m ay or n ec e
sidad que existe de cumplir nuestros deberes pa
ra con los demás hombres , s i ha de conservarse
la humana sociedad, han restr ingido á lo que so-
cia lm ente d ebem os á los otros ho m bre s y á los
gru po s socia les de que form am os parte la a p l i
cación y a lcance del término just ic ia .
El bien obrar merece á todos los labios uná
nim es a lab an zas , y la sociedad otorga prem ios a l a
v i r tu d y a l he roísm o; m as com o di jo e l Esta -
gir i ta no es en abso luto la m ism a virtu d la del
buen varón y la del bu en c iu da da no : ya que
no neg arem os este t ítu lo a l qu e cu m pla todas
las obl igaciones contra idas con sus semejantes y
con la sociedad, au nq ue por lo dem ás no prac
t ique la conducta más i r reprochable .
La just ic ia ordena a l hombre en sus re lacio"
nes con otro, porque en nuestras acciones se di
ce ser justo lo que corresponde á otra cosa según
alguna cual idad: por e jemplo, l a recompensa de
la merced debida por el servicio prestado; y s i
en esta med ida cu m pl im os , n uestro acto será
justo au n s in aten der á la inten ción ni á cóm o
lo ejecu ta el agen te; pero en ¡os d em ás actos
m or ale s la rect i tud se ap recia en la inten ción y
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la m an era con que el agente la e jecuta: un acto
de car idad ó devoción hechos por gran jearse
alabanzas dejan de ser actos v irtuosos, y hasta
son v i tuperables h ipocres ías ; en cambio no de
jará de ser justo el rest i tuir un depósito, s iquiera
se haga por eludir un proceso por estafa.
Pa ra evitar toda clase de erro res acerc a del
suje to, m anif iesta el Doc tor de A q u in o qu e la
just ic ia
propiamente dicha
no existe sino de un
hombre á o t ro : pud iendo tomarse l a menciona
da re lación ya de indiv iduo á indiv iduo, ya del
indiv iduo á la sociedad de que forma parte .
Su rg en de aq ui dos clases de jus t icia , una
que tiende a l b ien part icu lar y que pu diéra m os
l l a m a r
privada
, y otra qu e tiende al bien gen era l
y que podr íamos des ignar con e l ca l i f i cat ivo de
pública.
Si qu ere m os fijar el asun to de la p r im er a
( l lam ada genera l me nte co nm utat iv a ) , d i remo s
con San A m br os io : L a just ic ia es la que da á
cada uno lo que es suyo, no re iv indica lo a jeno
y descu ida la prop ia u t i lidad para g u a rd a r l a
c o m ú n e q u i d a d .
L o sup érfluo en las cosas que pertenecen á
la just ic ia conmutat iva
se llama lucro
en senti
do lato; como también lo que es menor se
llama
daño según ya indicó Ar is tóte les .
La just icia públ ica es la que mira al bien co
m ún com o su objeto prop io , y coordina todos
los elem ento s sociales en v ista de la co nse rva
ción y perfec ciona m iento de la socied ad; y exis-
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t iendo en ésta super iores y subditos , ambas c la
ses deben ord ena rse al bien ge ne ral , som etién
dose los c iudadanos a l Estado en doble manera :
respetando las leyes y contr ibuyendo a l b ien co
m ún en la m edida qu e sea n ecesa r ia , y propor
cionada á sus fuerzas y recursos; y de parte de
las auto r idade s , fac il itando los b ienes co m un es
á todos, y los especiales de qu e la sociedad d is
ponga, según el mérito y capacidad de los ciu
dad ano s ; é im po nien do correct ivos ó penas á los
om isos ó rebeldes en e l cu m pl im ien to de sus
deberes socia les : or ig inándose de aquí cuatro
especies de justicia pú blic a ó leg al : de subordi-
nación
contributiva ( según se orde nan los sub
di tos a l Estado) ,
distributiva y punitiva
(según
el Estad o y su intérprete leg í t imo la au tor id ad
se orden an á los subd itos para e l b ien co m ún ).
A m b a s especies de ju st ic ia , s i b ien recono
cen una base idént ica , d i fieren no tablem ente :
po rqu e el b ien com ún de la c iuda d ó de la n a
ción y el s ingular de una persona son tan diver
sos co m o el todo y la parte á que re sp ec t iva
mente se re f ieren. Además , l a proporcional idad
se establece en igu ald ad de cantidad en la par
t icular ó co nm uta t iva , y tom and o en cuen ta las
cu al ida des perso nales en cu an to con el bien co
m ún se re lacionan en la just ic ia pú bl ica : p o r
que cuando com pram os una finca pro cu ram os
dar la cant idad equ ivalente á su tas ac ión ,y reci
bir porj j tanto igual cantidad que damosjy en cam
bi o , ha l l am os m uy jus to que los cargos y em
pleos pú bl icos se otorguen á los qu e t ienen con -
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¿ l ic iones personales para desempeñar los cum
pl idamente .
R esu m ien do las ideas del Á ng el de las E s
cu elas , bien pu do definir la just icia el H om ero
cr is t iano Dan te A l igh ier i : L a prop orción real y
personal entre los hombres , que conservada con
serva las sociedades y corro m pida las corro m pe .
¿Qué son los pueblos cuando se borra la jus
t ic ia mas que grandes turbas de ladrones , como
di jo Sa n A gu st ín? Y aún quizá ca l i f ique con
dulzura ta les sociedades e l águi la de Hipo-
n a q u e s has ta ent re la s cuad r i l la s de bandol e
ros se guarda cierta just icia en el reparto del in
fame bot ín que sus expol iac iones les granjean,
como notaba P l a tón .
S iendo tan ínt ima, tan general y tan constan
te la no ción de lo justo q ue , com o ob serv a
ju ic iosam ente H or w ick , no carecen de e lla ni
aún los cr im ina les más em brute cido s , no extra
ñare m os qu e los estudios del Doctor An gél ico
se ref ieran á la just icia como cual idad personal ,
como v i r tud; exponiendo con lucidez la esencia ,
los elem ento s y los precep tos con cern ientes á la
jus t i c i a .
No podemos seguir paso á paso tan profun
do estudio y nos l im itare m os á dar com o fór
mul a de l a jus t i c i a ob je t i v aba proporción délos
actos hum anos con el Jin jurídico ó sea el que
se propon e
la coexistencia de las actividades
individuales y el increm ento de las mismas en el
seno de una asociación cada ve\ m ás perfecta:
en
tendiendo q ue es just ic ia su jet iva , la virtud de dar
2
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— lo —
Si la doctr ina verd ad era , só l ida é in m orta l
que sobre los cimientos de la Fe catól ica coloca
los si l lare s del edificio científico fuese rec on oc i
da por todos , term inar ía mi modesta labor con
las breves ref lexiones apuntadas; pero no es as í
desgrac iadam ente ; y aque l l os que nun ca es tu
diaron dere cho , que jam ás med itaron sobre las
grandes obras de los doctores de la Iglesia y de
los escr itores cató l icos, aq ue l los qu e sob re u no s
cuan tos hech os m ejor ó peor ob serva do s levan
tan hipótesis y las presentan como teorías cien
t íf icas que reducen á polvo las do ctr ina s g en e
ra lme nte recib idas , é intentan ex pl ic ar lo todo
mediante una fórmul a prec ip i tadamente conce
bida t ratan de inv ad ir el sagrado recinto de la jüs-
á los demás lo que les corresponde en cuanto
se halla á nuestro cargo facilitárselo y de res-
petarlos en la posesión y disfrute de lo que les
pertenece:
cu ya v irtu d es tan excelente qu e supe
ra á las de m ás v irtu de s que se pro po ne n sólo
el bien de la persona que las t iene; y no inspiran
tanta admiración como la just ic ia , d ice Ar is tóte
les , ni el astro de la no ch e ni el de la m añ an a;
y hasta t iene la ventaja sobre la l iberal idad, que
le s irv e de base y puede ejercitarse con tod os,
m ientras que nuestra m uni f ic iencia forzosam en
te ha brá de ser s iem pre l im itada .
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t ícia . Otros, aunque conocedores de las leyes y de
sus pr incipios generales , admiten las nuevas teo
r ías con decid ido en tus iasm o, s iqu iera por dar
se e l p lacer de fundar nu evas escuelas y d i r ec
c iones . Co ntra estos enem igos hem os de reñir
campal bata l la ; y ya que invaden nuestro terre
no y aten ían con tra nuestra p atr ia cientí f ica,
fund ada so bre la ve rd ad y el bien , justo es qu e
hasta los más débi les nos aprestemos á la lucha:
que s i en e l la su cu m bié ram os por la debi l idad
de nuestro personal esfuerzo, el hueco que deje
m os b ien pronto se cu br i r á con m ás va l ientes
ada l ides , cu ya v ictor ia es seg ura po rqu e hasta
sus m ism os enem igos ha brán de reco nocer la
just ic ia de su causa .
Inm enso cam po de obse rvación ofrece á los
inve st igad ores cientí ficos el m un do qu e nos ro
dea y e l organ ism o hu m an o: obcecación ser ía
no ap rec iar en su justo va lor los descu br im ien
tos que tanto promueven la cul tura , l a r iqueza y
el bien estar de la soc iedad ; pero red uc ir todo
cuan to exis te á pu ra m ater ia , y pretender ap l i
car la ind ucc ión com o ún ico método cientí f ico
es un absurdo y una utopía .
L a E tho log ía ó c iencia del carácter se ap oy a
toda entera sob re la Psico logía . La P sico log ía
actual la comprenden como estudio de los fenó
menos del mecanismo nerv ioso del indiv iduo y
es desde luego la fisiología ce re br al . De otra p a r .
te la Psicología depende directamente de la So
cio log ía, los factores sociológicos im pe ran en la
con duc ta del ho m br e; y el espír i tu , este pr i n ci -
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pió que forma nuestra personal idad, queda anu
lado por la m ater ia q ue con st i tuye nue stro cu er
p o , y por e l ambiente en que nos desenvolvemos .
L a influe ncia de tan craso s erro res en el or
den del derecho puede señalarse por las conclu
siones ju r íd ica s á q ue con du cen las hipó tesis
m ater ia l i s ta y evo lucio nis ta .
Ad m it ida la base de que ex is te com un idad
de te j idos entre las gen eracion es qu e proceden
de un com ún or ig en , es incontestable qu e una
cierta par te de la m ate ria v iv ie nte de un orga
nismo dado no m ue re , s ino que v iv e en la pos
ter idad inmediata , que á su vez la t ransmite á la
s igu ien te . . . y esta m ater ia v iv a pas a , com o un
hi lo no inte rru m pid o, á t ravés de la ser ie de ge
neraciones suces ivas , representando ev idente
m ente un m edio de t ransm it i r l a orga nizac ión
y las cu al ida de s de los an tep asa do s á sus des
cend ientes .
N aeg el i , sob re esta hip ótes is , ha trazad o la
teor ía del id ioplasma; base molecular que deter
mina las cual idades y la estructura entera del
c u e r p o h u m a n o . A l t r a n s m i t i r l a v i d a , u n a p a r
te del id ioplasma se separa y entra en la concep
ción como fundamento del cuerpo de un nuevo
o r g a n i s m o , t r a n s m i t i é n d o l e in potentia l as cua
l idades de sus pad res ; y según W ei ss m an n la
parte del id ioplasma ( id ioplasma de Naegel i )
út i l á la transmisión de la v ida, forma las
células
germinales; en tan to q ue la otra se difer en cia y
forma las
células somáticas
que const i tuyen e l
cuerpo entero del in div idu o. S i l as cé lu las ge r-
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m ínales se hal lan com pletam ente separada s de
las somát icas , y só lo pueden sufr i r una inf luen
c ia ind irecta por cam bio de nut r i c ión , pe rm a
necerán aquél las a jenas á toda cual idad adqui
r ida que no podrá t rasmit i rse por herencia .
Si se admite que el sólo factor de la evolución
es la selección natural , es preciso rechazar todas
las bases de la moral contemporánea, es preciso
ad m itir que la luch a po r la existencia jueg a el
pap el pr inc ipa l en el proceso de la evo lució n.
L o s ven cedo res deben destruir á los ven cidos ,
es prec iso no deja r que se m ult ip l iqu en los e n
ferm os, los dé bi les , los v icios os: po rqu e la con
serv ació n de los déb i les , de los m al ada ptad os,
los desv elos por su salud y su biene star no pue
den eng en dra r m ás que la degen eración y pre
parar la ru ina def ini t iva del género humano.
Lo m br os o se bu r la de los v ie jos jur i s tas qu e
hablan de una just ic ia d iv ina y eterna como in
herente á la naturaleza ; pero s i echamos, añade,
una o jeada á los fenómenos naturales vemos que
la naturaleza , como dice Renán, nos da e jemplo
de la más implacable insens ib i l idad y de la más
gran de inm ora l ida d : a s í , c i ta l as p l antas inse c
t ívoras qu e com o la Drosera atraen con sus se
creciones odorí feras á ciertos insectos, que al po
sarse en sus ho jas se repl iegan éstas sobre su
víc t im a, la m ata y luego la digiere por la a c
ción de un ácido y un fermento segregado por
1
las glándulas colocadas en la base de sus nume
rosos ten tácu los . De scub re con Fe rr i 22 clases
de ases inatos entre animales de la misma espe-
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— i*. —
cíe ,
y una perversidad tan grande en el los , que el
Cód igo penal l l am ar ía bruta l m al ic ia : no cho
cándonos que la l l amara bruta l , pues de brutos
se trataba. Y es que olv idan los evolucionistas el
inm enso abism o que m edia entre e l ho m bre y
lo s a n i m a l e s , a b i s m o q u e h a b í a v i s l u m b r a d o ,
cuan to á la m ora l idad , e l pag an o Hes iodo qu e
v iv ió hace quizá t re inta y un s ig los , cuando de
cía : E l h i jo de Saturno ha ordenado á las aves y
á los peces q ue se co m an los uno s á los o tros ,
pero ha imp uesto á los ho m bres la just ic ia qu e
es m uch o m ejor .
Esta pretendida contradicción entre las leyes
de la natura l eza y l a m ora l hu m an a la ha n se
ña l ado Huxl ey , Mor i son y Ga l tón , hab iendo re
c ib ido su pleno desarrol lo en las obras de Fede
r ico Nietzsche, que reconoce la necesidad del per
fecc ionamiento de l hombre como de una espe
cie zoo lógica . E s e l pr im er o, d ice Za les k i , q ue
ha pronunciado l a pa l abra uebermensch , super
ho m bre , e spec ie super ior h um an a . Dentro de
las ideas evolucionistas es lógico. Si los seres v i
vos han creado otros super iores ¿habrá de ser e l
ho m bre una excep ción de la reg la? Pa ra l l egar
á este fin no h ay otro m edio qu e la selec ción
natura l .
E n cuan to á la just ic ia dice: La m ora l de la
igualdad y de la fraternidad no es más que una
m oral de esc lavos . E s preciso crear una m ora l
nuev a que nos enseñe á v encer , á subyugar , á
destru ir á los débi les y á los m al co nf orm ad os ,
para desen v o l v erno s nosot ros , para mu l t ip l i ca r
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nuestras neces idades y para a lcanzar grados su
periore s de desa rrol lo de las funcion es de la
v ida .
Más mod erado au nq ue meno s l óg ico T i l l e ,
s i bien admite que debemos concurrir al éxito del
per feccionamiento del hombrecomo especie zoo
lógica, se l imita á creer que no es preciso, en las
condiciones contemporáneas , destruir los indiv i
duo s dest inados á ser el im ina do s; pero s í es n e
cesar io obl igar les á que no tengan descen denc ia .
Gustavo LeBon declara que la p iedad, la car i
dad y el alt ru ism o son restos sin prestigio y sin
acción de un pasado que vem os m or ir : el porve
nir no los conocerá.
Menos radica l Her iberto Spencer desecha los
s i s temas de Jere m ías Ben tham y de Stua rt M i l i ,
y combina el pr incipio de la adaptación al m edio
que nos rodea con el de la
selección
natural s is
temat izado por Darwin .
Es tud ia Spencer l a jus t i c i a subhumana cuya
ley fun da m en tal consig na en las s iguien tes fra
ses—cada individuo debe recibir los beneficios y
su fr i r lo s d años de su propia naturaleza y de la
conducta cons iguiente : por donde hal lamos será
justo qu e un an im al se nu tra y engo rde , s i es de
bu en a raza y está bien m an ten ido ; ó q ue , por el
co ntr ar io , perezca s i su org an ism o es endeb le ó
su a l imen tación def ic iente ó dañosa ¿T iene n a l
go que ver esta noción y la de la justicia?
Sin embargo hay autores tan entus iastas co
m o el f inlandés W es te rm ar ck , qu e dice no pode
m os com pren der la raza h um an a en su v ida
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psíq uica y social s in tener
en
cuenta la
de
las
especies infer io res , y se ocu pa n de las inst itu
c iones jur íd icas de los animales : l l egando e l na
tura l is ta Bre hm á sostener que e l verda dero m a
tr imonio solo se encuentra en las aves . Y no ha
blem os de la tern ura p aterna de los av es tru ce s,
ni de la abn egac ión hero ica del go ri la que pasa
la noc he ac ur ru ca do al pie del árb ol sob re el
cual anidan su esposa y sus hi jos , protegiéndolos
así de los ataques del leopardo; ni del buen
juic io de los g ibon es s iam an go s , entre los c u a
les el pad re se en carg a de los hi jo s va ro n es
y la mad re de las hi ja s , s in du da pa ra darles la
educación m ás con venien te ; n i de aq ue l la pa
tr iarcal dulzura de los chimpancés sentados en
la floresta
parloteando
entre s í ,
regalándose
frutos
en buen a
armonía
m ientras que en re
dedor suyo sus t iernos hi jos sal tan ó brincan por
las ramas con ruidosa alegría, ni del juicio oral
y pú bl ico entre las corn ejas todo esto, qu e no
es s ino la interpretación exagerada de los hechos
con que d iversos an im ales nos m uestran el ad
mirable inst into de que Dios les dotó, es nada en
comparación de las apl icaciones erróneas de co
noc imien tos m uy c ient í ficos y m uy c ier tos .
¿ C ó m o h u b i e r a p o d id o p e n s a r T e o d o r o S h w a n
el autor de la «teoría histogenética celular» mer
ced á la cual v ióse confirmada claramente la idea
de que era pos ib le s impl i f icar , los e lementos pr i
m ordia les de la m ater ia y da r , com o s i d i jéra
mos , con e l pu nto in ic i a l de todos l os org an i sm os ,
q u e h a b í a n
de
ut i l izar estas ar m a s las hipó tesis
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— 17 —
t ransformistas ,dando lugar á s i s temas catól icos ,
teístas, ateos y ag nó stico s, mu y. distantes en su
m ayo ría de la doctr ina ortodo xa? Bien le jos de
inicia r tal direcció n, el fundador de la C ito
log ía, catól ico ferviente, som etió sus descu
br imientos y a f i rmaciones á la censura del
Arzobispo de Mal inas , obteniendo la más com
pleta aprobación; yes que la Iglesia bendice to
das las conquistas del progreso y únicamente t ie
ne censuras para e l error .
A d m ir é m o s l a pac iente l abor , l a sagac idad
de cr í t ica , la poderosa ima ginación de m uch os
invest igadores m ode rnos , t r ibutemos los hono
res qu e se m erecen á Ra m ón y Cajal y á Golgi
qu e han form ulad o ideas precisas acerca de las
cé lu las cereb rales , sus conex iones y dependen
cias ;
pero la universal idad de nuestros conceptos
esca pa á toda teoría ce lula r y de loca lizacio nes
cerebrales ; y en esta misma se apoya Jorge Sur-
bled pa ra decir que el cerebro h um an o se reve
la s imp lem ente com o órgan o de sens ib i lidad y
de mov imiento .
Por encima de ese océano de v ibraciones d i
ve rsa s , qu e se ca m bia n al contacto de nuestros
nerv ios en v ibra ción nerv iosa y que llegan bajo
esta forma á la corteza gr is , está nuestro pensa
miento inmater ia l , intangib le , universa l , y núes
tra voluntad que se alza sobre las sensaciones á
un ideal más elevado s iempre que los bienes
ac tua les , dem ostran do la necesidad de aqu el la
dich a qu e c olm a todo deseo y ún icam ente se
hal la en e l Supremo Ser .
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— í 8 —
E n las ob ras de Ps ico log ía fisiológica enc on
traréis m u y bien descritas las funcione s del s is
tema nerv ioso, per fectamente d ibujados los e le
m entos a natóm icos é h is to lógicos que lo co m
pon en; pero en l legan do á las fun ciones eleva
das del esp ír i tu, las desc r ipcio nes son m uy con
vencionales y d iversas en cada autor , los d ibujos
desaparecen ó se l imitan á f iguras principalmen
te geom étr icas : es deci r , que ab an do na nd o cas i
por com pleto la observa ción acud en a l espír itu
y á sus conocimientos más deduct ivos y abs
tractos.
¿Qué impor ta , por e jempl o , que determinen
los d i ferentes centros cerebra les para la a u d i
c ión y lectura de las pa lab ras , para su pro nu n
ciación y para su escr i tura? ¿H ab rán hech o
m ás que desc ubr i r l as funciones del or ga ni sm o,
conc om itantes y re lacion ada s con la facultad
anímica cor respondiente? ¿Cómo exp l i car que
yo lea lo que esc r ibo , coo rdin an do en un solo
acto cu atro funcion es di ferentes , s i no ha } ' en
mí un pr incipio super ior á la mater ia?
¿Po drán los mater ia l i stas presen tarno s una
Lógica
fisiológica?
¿Por qué niegan e l espír i tu humano? ¿Es que
no com pren den su ínt im a n aturalez a? y ¿saben
acaso lo qu e es el in flujo , la corr ien te n er vio sa ,
térm ino s que han sust ituido á los de v ap or ó es
pír i tu animal de los car tes ianos , pa labras sabias
dest ina das , com o dice un ins igne m édico fran
cés ,
á cu br i r l a igno ran cia que exis te sobre los
fenóm enos ínt im os de la acción ne rv ios a? S i no
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— ig —
cono cem os, según aseg ura M aur ic io de F l eu ry ,
más que los atr ibutos exter iores de las cosas : su
color , su forma, su olor ó las sensaciones que nos
pro cu ra su contacto ¿cóm o son cienc ias exa ctas
las m atem áticas que prescinden de la m ateria
individual y emplean el método racional?
Si el cerebro es el sujeto pensante, las propor
c iones , e leme ntos , es t ructura y funcionam iento
de este órg an o darían la m edida exac ta de la ca
pacida d m ental de un sujeto ; y s in em ba rgo , el
suizo L a va te r , e l a lem án G al l , e l inglés Sp ur -
zheim y todos cuantos han quer ido adiv inar por
la inspección del cuerpo las facultades y tenden
cias del individuo han fracasado, s in excluir al
profesor de Ps ichiatr ía de la Un ivers idad de T u -
r ín César L om bro so ; y es que m uch os expe r i -
m enta l istas no tom an en cuen ta qu e: L a ciencia
exp er im en tal no debe l igarse á ningú n s is tema
filosófico, y el pa pel del sab io es b u sc ar la ve rd ad
por s í m ism a, s in hacer la serv i r de co m pr ob a
ción de ta ló cual pr inc ipio adm it ido de antem a
n o ; según observación profunda de Claudio Ber-
nard .
Quizá pueda presentar mi pensamiento de
una manera más def inida y más p lást ica , inspi
rán do m e en un del ica dís im o pasaje debido á la
e legante p luma del l i terato f rancés Víctor Char-
bone l .
La escena tiene lugar á la hora del cre
p ú s c u l o .
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— ¿O —
E l sol esplénd ido del m ás he rm oso día de
rramaba sus últ imos destel los sobre el lago azul .
Las col inas, á lo le jos , parecían dormir en la no
che m ister iosa de las br um as : re inab a una paz
serena.
Con el ag ua de la or i l la ju ga ba u na niña de
rub ia cabe l l e ra y herm osos o jos . L a n iña co g ía
e l ag ua con una con ch a de ná car . L a pr im e
ra vez m iró la conc ha l lena de ag ua , y p ar e
c ió le vac ía ; volv ió la á l l en ar , y a l co n te m p la r
la de la misma suerte hizo un gesto de ira:
en f in, llenóla tercera ve z, la m iró m ás lar go
t iem po, y v iendo su esperanza defraudada
rompió á l l o rar .
Q uis iéron la con solar los t ranseún tes en su
af l icc ión, pre gu ntá ron le la cau sa de sus lágr i
m a s .
La respuesta les hizo reír y prosiguieron
s u c a m i n o .
Grav e , pensat iv o , acer tó á l l egar un anc iano .
T en ía los cabel los b lancos com o la nieve de las
montañas , l a mi rada pro funda como e l mar ; c l a
ra com o el a gu a de las fuentes . U n sab io s in
d u d a .
L o s l lantos de la niñ a le atr aje ro n, desan do
su ca m ino lentam ente , se a pr ox im ó á e l la y le
di jo : ¿Qué pesa r t ienes? ¿P or qu é l loras?
¡Oh an cian o le contestó la niñ a m ás tran
qu i la . ¡Qué herm osa es el agu a del l ago Y o que
rr ía de esta ag ua azu l ; pero m ira , en cua nto yo
la tomo con mi concha de nácar , e l agua pierde
sus hermosos colores y se vuelve b lanca .
¿Y por eso l loras? Ven, s igúeme; y desatando
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una lanch a que se hal lab a am arra da junto á la
or il la , su bió en el la con la niñ a: la ba rca su rcó
l igera el lago az u l , dejando tras de s i arge ntad a
estela, se meció entre ondas verdes como la es
m erald a , des l izándose entre las l im pias agu as
en que se miraban el oro y la purpura de un cie
lo encantador .
T u v és , di jo el v ie jo, que en tu pobre con
ch a el ag ua no es azu l com o en el lag o, tu vés
que no tiene los argentados reflejos de la estela,
ni el ve rd e colo r de las on da s, ni la m agn ífica
pú rp u ra del cielo ¿P or qué te entr isteces? E s
preciso que as í sea . U na ley sup rem a quiere
que ning ún niñ o, que ningún, ho m bre pueda
en ce rrar en tan peq ueñ o recinto com o esa co n
cha de nác ar las gran deza s de la creació n, que
no nos es dable contemplar más que á distancia
en m edio de las inefables ar m o ní as de la v id a;
y de la m ism a suerte ha sustraíd o á las direc tas
invest igaciones de nuestra v ista material los in
mensos arcanos del espír i tu .
No ad iv in am os la i lac ión l óg ica que condu
ce á H er iberto Sp en cer á es tablecer la fórm ula
de la just ic ia humana dic iendo que e l
hom bre es
libre de obrar como bien le plazca siempre que
no perturbe la libertad igual de cualquier otro
hombre. Es te pr inc ip io ,que en modo a l guno pue
de con siderarse corno desarro l lo de la just icia su b-
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humana , e ra una remini scenc ia de conoc imien
tos jur íd ico s má s ó m en os con fusos. E l profesor
de la Un ivers idad de Ca m brid ge, M ait land le
av i só ,
en 1883 ,de que Kant había enunciado aná
loga doc tr ina un s iglo ante s ; y aú n fal tó q uien
av isase a l ingeniero inglés , que su fórmula es
taba contenida en la definición del derecho dada
por e l Pb ro i ta liano An ton io Ro sm ini-S erb at i , y
que el derecho no puede identificarse con la l i
bertad, á pesar de las teorías de Kant, de Hegel ,
del profesor de Pa tolog ía, de la U n ive rsid ad de
Viena, Str ickery de otros escr i tores .
Lo s soció logos m odern os se preo cup an poco
de la m ora l idad y de la just icia : segú n P ab lo de
Li l ienfeld bastar ía para inc ulc ar la m ora l á la
juv en tud , exp on er sus preceptos de v iv a voz en
las ocas iones so lemnes , aniversar ios , f ies tas na
ciona les , etc. R en ato de W o rm s no dedica ni
un solo párrafo en su Higiene social á la just icia ,
haciendo no más referencia l igera del senti-,
m iento de lo justo al estud iar la so l idarid ad so
cia l . D. Gumers indo de Azcárate , en su plan de
la Sociología total sistemática verdadera y cier-
ta
no v em os que se ocupe determ inadam ente
de la justicia.
E l Dec ano del Colegio de Ab ogad os de Bru
se l as Edmundo P icard , pre tende abordar y des
envolver dentro de la d i rección sociológica lá
fórm ula de la jus t icia , y la da en el tetr ag ram a:
de cada uno según sus
F A C U L T A D E S ,
á cada uno
según sus
N E C E S I D A D E S
por el esfuerzo de
C A D A
U N O
y por el esfuerzo de
T O D O S : c o m b i n a c i ó n '
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_ 23 —
Séame permit ido, antes de ba jar de esta t r i -
que confunde nociones d iversas , mal expresa
d a s , y q ue con duc e á exa gera cion es indefendi-
bles.
No deseo m olestar m ás á este i lustrado a u
dito rio, ind ican do tantas y tan divergen tes
teor ías jur íd icas como han engendrado las
ideas po sit iv istas , las cuales dem uestra n con su
discordante y confuso clamoreo y sus incesantes
var iaciones , que, le jos de hal lar la verdad,no con
siguen m ás que lev an tar insubsistentes hipóte
s is sobre unos cuantos hechos mejor ó peor ob
serv ados , acudiend o en definitiva á las fórmulas
de los juristas
de los cua les d ice León H en ne -
bícq : qu e su cienc ia rut ina ria l legó s in em barg o
á com pren der la verdad era naturaleza del Dere
c h o ,
esta propiedad que le dist ingue, de hal larse
indefect iblem ente en la real idad antes de es
tar en la ley. Y es qu e se ha n fund ado en los
rectos juic ios de la razón hu m an a en cua nto á
las relaciones sociales ; y ha bastado la considera
ción de los he ch os co tidian os de la vida soc ial ,
pa ra form ar los sen timien tos justo s , la opinión
pú bl ic a , l a costu m bre jur íd ica , la c iencia del
derecho, la ley y los códigos, inspirándose la hu
manidad en aquel destel lo de la Razón y Volun
tad Divin a que i lu m in a nuestro espir í tu y nos
hace com pren der nuestros derechos y deberes ,
per suad iéndon os á rea l i zar en nues tra conducta
el ideal d e la justicia.
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4
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buna enaltecer cual corresponde á la Academia
jurídico literaria que tan gallarda muestra de
su valer ha dado en todas ocasiones y muy sin-
gularmente en el día de hoy: asimismo dirigir
mi respetuoso saludo al limo. Sr. Rector Auto-
ridades y Claustro universitario tan ligados á la
bandera de la ciencia como á las respetables tra-
diciones de esta casa; á las distinguidas señoras
que han constituido el ornato más bello de esta
solemnidad; á los ilustrados estudiantes y de-
más personas que han honrado el acto con su
asistencia; rogándoles á todos que pues he da-
do la fórmula de la justicia apliquen conmigo
la fórmula de la c a r i d a d . = H E C O N C L U I D O .
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BIBLIOTECA NACIONAL DE ESP AÑA
1104225009
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El producto de la ve nta de este fo
lleto lo destina el autor á la Conferencia
escolar de Sa n V icente de Paú l que b a
jo la advocación de Sa nto T om ás de
Aquino se ha fundado recientem ente en
Zaragoza por Profesores y alumnos de
esta Universidad Literaria.