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8/18/2019 La Ruta Nazi de Madrid
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Historia contemporánea
M
adrid era una ciudad
irreconocible. En 1940
la capital asediada
se había convertido
en el emblema deltriunfo franquista.
Las principales calles
cambiaron sus nombres y las zonas más
castigadas por los combates se exhibían
como castigo o como ejemplo de martirio.
Las cicatrices de tres años de guerra
estaban lejos de cauterizar, pero se advertía
un tiempo distinto colmado de revancha y
de nuevas lealtades ideológicas.
Los edificios más insignes izaban
banderas bajo el mismo cielo añil y
limpio que, meses antes, había acogido
símbolos opuestos. Una de ellas presidíamajestuosamente el tramo más noble
La ruta nazi de la capital
Ich bin
MadridDurante la Segunda Guerra Mundial, Madrid se convirtió enla retaguardia del nazismo. La ciudad fue nido de espías, sedede la Gestapo, destino de fugados y capital de la diplomacia deHitler. Un tramo de la Castellana concentraba la mayoría delos edificios germanos, aunque su influencia se extendía a
todos los centros de poder y abarcaba todas las actividades.
La esvástica jalonaba la ruta por el Madrid nacionalsocialista.
JAVIER JUÁREZ
y mejor conservado del Paseo de la
Castellana. La esvástica lucía orgullosa
como símbolo del poder nazi en la capital.
No era casualidad que la zona más
señorial de Madrid se hubiese convertidoen una pequeña Berlín, en la que se
agrupaban edificios oficiales y otros menos
públicos en representación del nuevo
tutor político del franquismo. Alemania
era más que un aliado, aspiraba a ser
metrópoli de una España arrasada que
buscaba definir su espacio en una Europa
encaminada hacia la misma catástrofe.
Justo a un extremo de la Glorieta
de Colón, en el número 4 del Paseo de
la Castellana –entonces denominado
Avenida del Generalísimo– se situaba
la Embajada alemana. Un palaceteneoclásico albergaba desde finales del
siglo XIX la legación diplomática, inmune
a los cambios políticos que en poco más
de tres décadas habían transformado
el Imperio del Káiser en república y
después en una dictadura bajo el dominioomnipresente del nazismo. El edificio se
ocultaba tras un muro que cubría todo
el perímetro, en un discreto aislamiento
que no se correspondía con la poderosa
influencia que la Embajada ejercía.
Gran parte del operativo de los nazis se
desplegaba desde ese palacete neoclásico,
pero también desde numerosos inmuebles
distribuidos estratégicamente en las
proximidades. La embajada en Madrid era
la mayor desplegada por Berlín en ningún
otro país. Se calcula que aproximadamente
medio millar de funcionarios trabajabanen ella.
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La esvástica formaba parte del paisaje de Madrid en 1940.
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El edificio ya no existe. Fue expropiado
en 1949 y posteriormente derruido. En el
mismo solar, el arquitecto Miguel Fisac
construyó en 1966 el edificio que sería
la primera sede de IBM en España. A
un costado, se conserva todavía el único
vestigio de esa época: una pequeña capilla,conocida como la Iglesia Guillermina de la
paz, que aún sirve de lugar de culto para la
colonia protestante alemana.
LOS HOMBRES EN LA SOMBRA
A unos pasos, en el número 18 del paseo
de la Castellana, se ubicaba el Consulado
general alemán, que servía también de sede
a la Gestapo, cuya delegación en España
mantenía bajo control a la comunidad
alemana y gozaba de excelentes relaciones
con la Dirección General de Seguridad y
la policía española. Al frente de la policíasecreta nazi en España figuraba Paul
Winzer, un oficial enigmático e implacable,
cuya responsabilidad era muy superior al
anonimato en el que solía refugiarse.
Otro edificio poco conocido pero
igualmente crucial se ubicaba en el
número 43 del paseo de la Castellana.
Desde allí, un periodista de oscuro pasado
y modales cortesanos manejaba la Oficina
de Prensa alemana. Su nombre era Hans
Lazar y su competencia desbordaba la
mera publicación de boletines y diarios
germanos. Ejercía un control casi absolutosobre la prensa española, tanto en sus
contenidos como en sus decisiones
editoriales. Para ello contaba con un
presupuesto siempre generoso y con la
complicidad de las autoridades españolas.
Uno de sus logros fue la prohibición de
vender prensa británica en Madrid.
Muy cerca de allí, en el número 3 de la
calle Hermanos Bécquer, a unos metros de
la Castellana, se ubicaba la residencia del
embajador alemán. Durante la Segunda
Guerra Mundial, tres diplomáticos
ocuparon esta casa señorial que lindabapared con pared con la que habitó el
Al frente de la policía secreta nazi en España
figuraba Paul Winzer, un oficial enigmático e
implacable que se refugiaba en el anonimato
embajador británico: Eberhard von
Stohrer, Hans- Adolf von Moltke y Hans-
Heinrich Dieckoff.Esa exclusiva zona albergaba bastantes
más huellas de la presencia germana, bajo
la apariencia de centros culturales o foros
académicos. Casi a la altura de la Residencia
de Estudiantes, en el número 5 de la calle
Pinar, se encontraba la Asociación Hispano-
Alemana, convertida en esos años en un
núcleo de proselitismo nazi.
Caminando unos minutos de nuevo
hacia la Castellana y subiendo por la
calle Fortuny (número 15), el paseante
se encontraba con el Colegio Alemán,
hoy reconvertido en Embajada de laRepública Federal de Alemania, que
contaba también con un jardín de
infancia anexo en la calle Rafael Calvo.
Completaba este despliegue el Instituto
de Cultura Alemán, en el número 35, de
nuevo, del Paseo de la Castellana, y otro
pequeño anexo del Colegio Alemán en el
número 25 de la misma avenida.
Casi se podía vivir una realidad
netamente berlinesa, genuinamente
Franco y Hitler en Hendaya.
Himmler visitó el Poble Espanyol de Barcelona el 23 de octubre de 1940.
Hanz Lazar era el jefe de la Oficina dePrensa alemana. Gustav Lenz coordinaba a los espíasgermanos.
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alemana, sin abandonar ese triángulo
privilegiado de Madrid que conformaban
el Paseo de la Castellana, la calle Pinar y
la calle Fortuny.
MÁS QUE UN PARTIDOSi además se quería respirar el alma nazi
que sustentaba un despliegue tan evidente,
bastaba con caminar unos metros más, en
dirección a la calle Eduardo Dato, entoncesPaseo del Cisne. En el número 17 tenía su
sede el Partido Nacional Socialista Obrero
Alemán (NSDAP), que operaba como un
centro de influencia que se ejercía por igual
sobre la colonia alemana y la administración
española. Sus oficinas se ubicaban frente
a la iglesia de San Fermín de los Navarros,
templo preferido por la extrema derecha
española en sus actos religiosos, y muy cerca
de la actual sede del Defensor del Pueblo.
La oficina del partido nazi era tan
conocida en Madrid como su máximo
responsable, un gigante de casi dos metrosllamado Hans Thomsen.
En el número 10 de la misma calle
brillaba el lujo del Club Social Alemán, en
una reñida competencia por atraer a la
colonia alemana; quien no rendía cuentas
ante el partido nazi –imposible para el
alemán que pretendiera seguir ligado a su
país– difícilmente se resistía a adentrarse
en la exclusiva reserva aria que hacía del
Club Social una mezcla de cervecería
muniquesa y distinción berlinesa.El peso del partido nazi en la toma de
decisiones evidenciaba la doble realidad
que emanaba del régimen hitleriano. La
Embajada y el partido nazi operaban como
dos ramas paralelas del mismo Estado, con
poderes similares y a veces en clara rivalidad.
Otro ejemplo de esta convivencia
conflictiva la encarnaba el consejero de
la Embajada Erich Gardemann, enviado
por el ministro de Asuntos Exteriores,
Joaquim von Ribbentrop, para vigilar que
las actividades diplomáticas se ciñesen
a las directrices de su departamento. Enla práctica, Gardemann oficiaba como
un segundo embajador en comunicación
directa con Berlín y contaba con su red
de información al margen de los servicios
oficiales de la Embajada.
Gardemann tenía su propia oficina en
la calle Juan Bravo 8, esquina con Claudio
Coello, y allí dispuso de un pequeño
auditorio en el que realizaba proyecciones
de cine, básicamente propaganda alemana,
para él y su círculo de confianza. Su oficina
alberga en la actualidad la Asociación de laPrensa de Madrid.
Una sólida alianzaBERLÍN HABÍA situado a Madrid
como el centro del mapa de su
expansión diplomática y económica.
El inicio de la Segunda Guerra
Mundial contribuyó a consolidar este
decisivo papel asignado a España.
No solo les unía una sintonía
ideológica fraguada tras el apoyo
militar de Hitler al ejército franquista,
sino que la aparente neutralidad, o
la no beligerancia de España, sellaba
en la práctica una sólida alianza
que hacía de la península Ibérica
el principal baluarte del espionaje
nazi, permitía el control del tráfico
marítimo en el Estrecho de Gibraltar,
facilitaba el aprovisionamiento de
submarinos y buques de guerra,
o servía como apoyo valioso para
coordinar toda la navegación aérea
en el sur de Europa.
El peso del partido nazi en la toma de
decisiones evidenciaba la doble realidad queemanaba del régimen hitleriano
La embajada nazi en Madrid se alzaba en el paseo de la Castellana número 4.
Iglesia alemana de Madrid. El Embassy fue un nido de espías británicos.
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Ruta por Madrid1. Asociación hispano-alemana.
2. Residencia de los embajadores alemanes.
3. Residencia de sir Samuel Hoare.
4. Oficina de prensa alemana y domicilio de Lazar.
5. Colegio Alemán (anexo del jardín de infancia).
6. Instituto de cultura alemán.
7. Embajada de Estados Unidos.
8. Iglesia de san Fermín de los Navarros.
9. Club social alemán.
10. Residencia del embajador norteamericano.
11. Cuartel general del Partido Nazi.
12. Colegio Alemán.
13. Anexo del Colegio Alemán.
14. Consulado de EE.UU.
15. Embajada británica.
16. Consulado británico y oficina de pasaportes.
17. Oficina de prensa británica.
18. Oficina de Sofindus.
19. Consulado alemán y Cuartel General de la Gestapo.
20. Salón de té Embassy.
21. Compañía General de Lanas.
22. Iglesia alemana.
23. Embajada alemana.
SOFINDUS Y EL IMPERIO ECONÓMICOLa influencia alemana no dejaba ningún
cabo suelto. No solo era diplomática,
cultural o política, también ocupaba
un importante aspecto: el económico.
El artífice de la expansión empresarial
germana era un viejo conocido de Francisco
Franco, quien le debía en gran medida su
triunfo militar en la guerra.
Su relación se inició en el agitado
Marruecos de 1936. Franco acababa desumarse a la rebelión. Johannes Bernhardt
era entonces un modesto comerciante
alemán en Tetuán, sin demasiado éxito
y con escaso peso político pese a su
militancia nazi. El inicio de la Guerra Civil,
sin embargo, le colocó en una situación
privilegiada para prestar un servicio
esencial al militar rebelde, a Alemania,
y, por supuesto, a sí mismo. Con más
determinación que posibilidades de éxito,
viajó a Alemania, consiguió reunirse con
Hitler y convencerle del envío de apoyoy transporte militar para permitir el
La influencia alemana no dejaba ningún cabosuelto. No solo era diplomática, cultural o
política, sino también económica
Otto Skorzeny era apodado Caracortada .
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Nazismo a la cartaEL PARAÍSO NAZI en que Madrid se había convertido incluía algunos
restaurantes de clara filiación ideológica. Horcher, un emblema de la cocina
berlinesa que se convirtió en cenáculo de los dirigentes alemanes, abrió frente
al parque del Retiro otro local después de que los bombardeos sobre Berlín
amenazaran su supervivencia. El restaurante Horcher de Madrid fue fiel a
la misma vocación: el lujo gastronómico al servicio de paladares de bolsillo
solvente y sintonía ideológica. Aún sigue siendo un lugar privilegiado por la
buena comida, los altos precios y la clientela escogida.
Algo parecido sucedió con el restaurante Edelweiss, situado en la calle
Jovellanos, frente al Congreso de los Diputados. Aunque sus inicios no estaban
ligados al nazismo, las circunstancias lo convirtieron en centro de reunión de
funcionarios y agentes alemanes.
Algunos bares próximos a la Cibeles como el Café Lyon o la cafeteríaCorreos, en el inicio de la calla Alcalá, servían como lugar habitual de cita para
espías y agentes de la Gestapo. En el primero de ellos, por ejemplo, estableció
sus primeros contactos con la Embajada alemana Juan Pujol García, alias
Garbo, quien sería un agente doble decisivo para el éxito del desembarco de
Normandía en 1944.
Ni siquiera el turismo, incluso en tiempo de guerra, estaba ausente de las
inquietudes alemanas. En el número 42 de la calle Alcalá permaneció abierta al
público durante toda la guerra la Oficina de Turismo, que servía también como
delegación de la compañía de ferrocarriles. El servicio aéreo de Lufthansa tenía
su propia sede en la calle Antonio Maura, 6.
traslado de las tropas del protectoradoa la península. Así comenzó la campaña
victoriosa de Franco desde el sur, y una
creciente colaboración militar que se
concretaría en el envío de la Legión Cóndor.
Bernhardt supo desde un primer
momento sacer provecho personal de
su gestión. Primero creó la sociedad
HISMA, Sociedad Hispano Marroquí
de Transportes, que se enriqueció
canalizando como intercambio comercial
el envío de material militar alemán.
Posteriormente, transformó la compañía
en un complejo empresarial llamadoSOFINDUS, Sociedad Financiera
Industrial, que aglutinaba casi la totalidad
de las inversiones alemanas en España,
controlaba gran parte de las explotaciones
mineras estratégicas para la maquinaria
militar alemana, como las de wolframio,
y monopolizaba el intercambio comercial
entre ambos países.
El modesto hombre de negocios era
entonces un hombre intocable, respaldado
por ambos Gobiernos y propietario de una
fortuna siempre en equilibrio entre sus
negocios y la política. Dirigía su imperiodesde –no podía ser otro lugar– el Paseo
de la Castellana número 13, aunque tenía
sedes de empresas repartidas por toda la
ciudad. Una de las más conocidas era la
Compañía General de Lanas, cuyas oficinas
se encontraban en la calle Ayala 10, casi
esquina con la Castellana y al lado del
célebre salón de té Embassy.
La Compañía General de la Lana
sirvió de tapadera a varios agentes
y espías alemanes, que afinaban sus
intrigas en el mismo salón de té que era
utilizado por la inteligencia británicapara captar información y como centro
de un vasto operativo de evasión de
refugiados y fugados del nazismo.
Además de SOFINDUS, todavía quedaba
margen para otras empresas germanas,
coordinadas desde la Cámara de
Comercio Alemán en el número 125 deClaudio Coello.
EL OCASO DE LOS DIOSES Al término de la Segunda Guerra Mundial,
el emporio germano en España se
derrumbó con la misma facilidad que
se desplomó el poder nazi en Berlín.
El Consejo de Control Aliado, unaorganización que reproducía en España el
SOFINDUS aglutinaba casi la totalidad de lasinversiones alemanas en España y controlabalas explotaciones mineras de wolframio
Leon Degrelle, el “hijo” favorito de Hitler.
Interior del restauranteHorcher .
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Intrigas en MadridTODOS LOS SERVICIOS de espionaje alemanes, militares o políticos, tenían en
España su principal centro de actividad en el exterior. El más importante era el
Abwehr, el servicio de información militar, que dirigía desde Berlín el almirante
Canaris, un profundo conocedor de España, amigo personal de Franco y un militar
plenamente consciente de la importancia estrategia de la península.
Al frente del Abwehr en España había nombrado a un hombre de su máxima
confianza, Wilhelm Leissner, como él marino profesional, militar competente y un
funcionario profesional que trataba de servir a su país sin incurrir en el servilismo
al partido nazi, al que íntimamente detestaba.
Leissner se hacía llamar Gustav Lenz. Con cualquiera de sus nombres
cultivó un merecido crédito como agente discreto y casi invisible, del que
apenas se conocía nada y cuya relación personal limitaba a un reducido círculo
de funcionarios, incluyendo al embajador.
Su anonimato tiene aún más mérito si
se considera que el Abwehr manejabauna maquinaria de casi 2.000 agentes y
colaboradores repartidos por toda España, y
centralizaba informaciones desde el estrecho
de Gibraltar hasta el Golfo de Vizcaya.
Junto al Abwehr, el SD, el servicio de
información del partido nazi, también tenía una
delegación en la sede de la Embajada, además
de la mencionada Gestapo, que operaba desde
el Consulado, y el servicio de inteligencia,
centrado en información diplomática, que
coordinaba Gardemann, al que se conoció
como Dienstelle Gardemann o red Gardemann.
Gobierno aliado de Alemania, ejerció un
insistente y a veces infructuoso reclamo
sobre el patrimonio nazi y muchas de las
personas asociadas al régimen derrotado.
Durante varios años, la
administración franquista y el CCA
practicaron el juego del gato y el ratón.
Cuánto mayores eran las evasivas
españolas, más contundente se volvía
la presión ejercida por EEUU y Gran
Bretaña. El resultado final fue la
repatriación y detención de centenares
de agentes, funcionarios y dirigentesnazis en Madrid. La mayoría de los bienes
inmuebles citados en este artículo fueron
incautados y posteriormente vendidos.
Sin embargo, no todos los integrantes
de la lista negra aliada fueron entregados.
Los más destacados, de hecho, evitaron su
detención gracias a sus conexiones con el
régimen de Franco. El más importante fue
Johannes Bernhardt, quien permaneció
en España hasta que la presión aliada hizo
insostenible ocultarle por más tiempo.
Emigró a Argentina, donde vivió varios
años sin responder ante la justicia. Segúnsu testimonio posterior, Franco le regaló
El emporio germano
en España se
derrumbó con la
misma facilidad que el
poder nazi en Berlín
Una estampa del Madrid de la posguerra.
Wilhelm Canaris.
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en el momento de su partida tres cuadros.
Dos de ellos los vendió. El tercero, un
Greco cuyo título se desconoce, decoraba
el salón de su finca La Elena, próxima a
Buenos Aires. En ella conservaba también
el uniforme que le acreditaba como
general honorífico de las SS.
Paul Winzer, el poderoso hombre
de la Gestapo, falleció en un accidente
aéreo en los meses finales de la guerra.
Hanz Lazar, que tan generosamentehabía retribuido a numerosos periodistas
españoles, intentó evitar su repatriación
durante años, a veces ocultándose y
en ocasiones alegando enfermedades
graves. Murió en Viena en 1961. Poco
se sabe de Gustav Lenz, el jefe de los
espías alemanes, salvo que sobrevivió
modestamente en Madrid y que tampoco
fue entregado a las autoridades aliadas.
No obstante, la derrota alemana
activó otro tipo de colaboración
clandestina, destinada a proporcionar
acogida y rutas de evasión a destacados
nazis y colaboracionistas de diversa
nacionalidad. Habitualmente, España
se utilizó como paso intermedio en un
viaje más amplio hacia Latinoamérica,
fundamentalmente a Argentina. La nieta
del fundador de la fábrica de cervezasMahou, Clarita Stauffer, o el periodista
Víctor de la Serna, hijo del director del
diario Informaciones, fueron dos activos
colaboradores en estas rutas de escape.
En otros casos, España fue el destino
final y permanente de destacados
combatientes nazis. Dos de ellos gozaron
durante décadas de protección y una
destacada vida pública: Otto Skorzeny y
Leon Degrelle.
Ambos llegaron como huidos,
utilizando documentación falsa y
manteniendo en un principio una actividaddiscreta. Por poco tiempo. Pronto se
revelaron como hombres acogidos por el
régimen, prosperaron en sus respectivos
negocios y se dedicaron al proselitismo de
sus ideas. Se convirtieron en referentes de
los movimientos neonazis de toda Europa
y propiciaron la creación en España de
CEDADE, un grupúsculo de extrema
derecha vinculado al revisionismo históricoy a la ideología nacionalsocialista. Ambos
murieron en España.
Ningún otro país, a excepción de la
Argentina bajo la presidencia de Perón,
dedicó tanto esfuerzo y apoyo a la
protección de dirigentes y funcionarios
del régimen nazi. Madrid ya no era
la pequeña Berlín, pero su huella no
despareció hasta muchos años después,
cuando las complicidades que habían
servido a ambos regímenes dejaron de
tener una justificación. La esvástica dejó
ser una imagen recurrente de Madrid paraconvertirse en un recuerdo incómodo.
La derrota alemana activó otro tipo decolaboración clandestina, destinada a
proporcionar acogida y rutas de evasión
El siniestro Paul Winzer.
Diversas estampasdel
Reichsführer-SS
Himmler durante su periplo por España, queincluyó una visita al Museo Arqueológico de Madrid y a la plaza de toros de Las Ventas.