Post on 21-Jul-2015
La Sal de la Vida
Hace unos días fui al cine. Quería descubrir si en mi extensa lista de personajes que admiro y
con los que me hubiera gustado o gustaría compartir mesa y sobremesa, tales como Nelson
Mandela, Saramago, Lorca, Frida Kahlo, Simone de Beauvoir, Chaplin, Karen Blixen, Ghandi,
Martin Luther King o tantos otros tenía cabida este apasionado aventurero y mago de las luces
y las sombras que es Sebastiao Salgado. No hubo decepción. Wim Wenders y Juliano Ribeiro
Salgado, a través del documental La Sal de la Tierra, lo acompañan en ese particular e íntimo
viaje a sus más profundas convicciones y desgranan ante nosotros el alma de un gran hombre,
que hizo de la fotografía la herramienta para ser testigo de las miserias humanas y la
microhistoria de estos tiempos convulsos y contradictorios que vivimos. El documental no nos
habla solamente de Salgado el fotógrafo, sino de un hombre con una capacidad de reinvención
y asunción del riesgo digna de admiración. Un hombre con un prometedor futuro como
economista en las más altas instancias de los organismos internacionales como el Banco
Mundial, que decidió contribuir al bienestar humano desde una perspectiva más intimista y
cercana que la de las estadísticas, los estudios de viabilidad y los planes de desarrollo. En sus
frecuentes viajes a Africa cuando trabajaba para la Organización Mundial del Café tomó una
decisión trascendental en su vida: que la cámara que le acompañaba siempre se convirtiera en
la protagonista de sus viajes.
De esta decisión, siempre formando un admirablemente bien ensamblado tándem con su
esposa Leila, surgieron grandes proyectos como The Other Americas, Sahel, Workers
o Migrations, entre muchos otros.
Entre 1977 y 1984, Sebastiao
hizo varios largos viajes a
América Latina, recorriendo
las tierras bajas del Nordeste
de Brasil, las montañas de
Chile, Bolivia, Ecuador y
México. Sus fotografías
retrataron el misticismo
indescriptible del Sertao
brasileño, de hombres ajados
como el cuero en su lucha por
la supervivencia en tierras tan
áridas, pero que son el refugio
espiritual de todo un país.
Recorrió la Sierra Madre, sus densas nieblas, sus setas y peyotes mágicos escuchando historias
de muertos tan vivos en la imaginación de sus gentes, donde los dos mundos se tocan
constantemente y donde el tiempo tiene otra medida. 7 años de búsqueda de las raíces
comunes de América, sus pueblos, sus identidades, sus creencias, sus pérdidas y sus
sufrimientos.
Entre 1984 y 1985 el Sahel
sufrió una terrible sequía y
hambruna, que provocó un
movimiento de gentes
desesperadas sin
precedentes. Sebastiao
acompañó a los sanitarios
de Médicos sin Fronteras en
un viaje a través de Mali,
Chad, Somalia y Etiopía,
cuyo fruto fueron las
fotografías que recorrieron
el mundo para concienciar
sobre el problema, recopiladas en el libro “Sahel,l’homme en détresse”, cuyos beneficios se
destinaron a las campañas de Médicos sin Fronteras.
Desde 1986 a 1992 Sebastiao sacudió al mundo con su serie de reportajes llamada “Workers”.
En una época altamente tecnologizada, en la que una gran parte de los bienes se producen de
manera mecanizada, controlada por robots, nos olvidamos de que para que 1/5 de la
población mundial considerada consumidora pueda ejercer el consumo, hay 4/5 partes que se
desloman en condiciones inhumanas y son víctimas de guerras por el control de recursos
preciados para producir lo que nosotros en fracciones de tiempo cada vez más irrisorias
tiramos con desprecio. Sebastiao los refleja como los héroes románticos de una era que
sucumbe al paso arrollador de la teconologización, al de los trabajadores manuales de la
arqueología industrial.
Así se acercó a las minas de oro de Sierra Pelada en Brasil, donde comprendió cómo de una
manera similar se pudieron construir las pirámides de Egipto o las de los Mayas por auténticos
ejércitos de hombres que sin ser formalmente esclavos, viven esclavizados con el obsesivo
sueño de encontrar un filón con cuya riqueza salir de su vida de parias. Viajó a Sicilia para
convivir con los pescadores artesanales, a la India para conocer a las mujeres que desde hace
40 años construyen un canal que en algún momento surtirá de agua al norte de la India,
convivió con los esforzados bomberos que en jornadas agotadoras luchaban contra las llamas
de los pozos petrolíferos de Kuwait durante la primera Guerra del Golfo….26 países, 26
historias, miles de esforzados trabajadores.
1994 – 1999: Migrations. Este extenso
reportaje le llevó nuevamente a África
principalmente para retratar el drama de
la migración. 36 espeluznantes historias
de mujeres, hombres y niños huyendo de
la guerra, la pobreza, la sequía… en busca
de un futuro que muchas veces termina
en los gigantes campos de refugiados y
en los cinturones suburbanos de miseria
de las grandes ciudades del planeta.
El final de este trabajo marcó una profunda crisis en el alma de Sebastiao. Dolido
profundamente por toda la miseria humana de la que fue testigo, se sumió un tiempo en la
desesperanza, atormentado por encontrarle un nuevo sentido a su vida. Con su mujer y su hijo
volvieron a Brasil, a la hacienda de sus padres, donde Sebastiao creció. Allí germinó un nuevo
proyecto con el que convertir su desesperanza ante tanta destrucción en un canto a la vida.
Decidieron repoblar las 6.000 Ha de tierras depauperadas por la sequía y la desertización con
mata atlántica, base de los bosques tropicales de Brasil convirtiendo la antigua Facenda Bulcão
en el Instituto Terra, un impresionante proyecto que en 15 años ha convertido el Valle del Rio
Dolce, desahuciado y territorio de alimañas en un vergel tropical, donde anidan y viven
nuevamente cientos de especies amazónicas. Más de 4 millones de plantones de cientos de
especies autóctonas del Brasil fueron el laboratorio de lo que hoy en día constituye uno de los
Parques Nacionales de Brasil y ejemplo de reforestación sin precedentes en el Brasil moderno.
Sebastiao y Leila, porque no se puede concebir la vida y logros de este hombre sin trabajo y
aliento de esta extraordinaria mujer, a través de este titánico emprendimiento vuelven a
encontrar una nueva motivación en lo que en realidad es su vida, la fotografía. En 2004
comienzan Génesis, un extenso trabajo que les lleva a recopilar fotografías de los últimos
reductos vírgenes del planeta, una nueva vuelta de tuerca a su apasionante carrera. ¿Iba a
entender el mundo que un hombre que dedicó su vida a retratar líricamente la injusticia y la
desigualdad humana de repente consagrara su energía a la fotografía de naturaleza? Pero
como en todo en la vida, depende del punto de vista, del enfoque y la intención. La motivación
de Sebastiao no es producir imágenes de paraísos perdidos, sino alertar del peligro que supone
romper el frágil equilibrio de las pequeñas comunidades y asentamientos humanos que
conviven en paz con la naturaleza en estos reductos vírgenes del planeta. Un alegato
ecologista y profundamente humanista como no era de esperar menos de un gran hombre
como Salgado.
Wim Wenders se acerca al Salgado más íntimo, al aventurero, al alma de un gran hombre que
dedica su vida a retratar el mundo, las crueldades y debilidades humanas con un ojo sensible,
cálido, intimista y humano, quizá el último romántico de los grandes fotógrafos, que retrata a
los seres humanos que al fin y al cabo, son la sal de la vida.