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Universidad de La Salle Universidad de La Salle
Ciencia Unisalle Ciencia Unisalle
Licenciatura en Educación Religiosa Facultad de Ciencias de la Educación
1-1-2014
Lineamientos de un proyecto para la paz y la convivencia en una Lineamientos de un proyecto para la paz y la convivencia en una
institución educativa confesional católica desde la perspectiva institución educativa confesional católica desde la perspectiva
bíblico-teológica cristiana bíblico-teológica cristiana
Roberto Mario Rueda Quintero Universidad de La Salle, Bogotá
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Citación recomendada Citación recomendada Rueda Quintero, R. M. (2014). Lineamientos de un proyecto para la paz y la convivencia en una institución educativa confesional católica desde la perspectiva bíblico-teológica cristiana. Retrieved from https://ciencia.lasalle.edu.co/lic_educacion_religiosa/26
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LINEAMIENTOS DE UN PROYECTO PARA LA PAZ Y LA CONVIVENCIA EN
UNA INSTITUCIÓN EDUCATIVA CONFESIONAL CATÓLICA DESDE LA
PERSPECTIVA BÍBLICO-TEOLÓGICA CRISTIANA
ROBERTO MARIO RUEDA QUINTERO
UNIVERSIDAD DE LA SALLE
VICERRECTORÍA DE INVESTIGACIÓN Y TRANSFERENCIA-FACULTAD DE
CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN RELIGIOSA
BOGOTÁ D.C. JUNIO de 2014
2
LINEAMIENTOS DE UN PROYECTO PARA LA PAZ Y LA CONVIVENCIA EN
UNA INSTITUCIÓN EDUCATIVA CONFESIONAL CATÓLICA DESDE LA
PERSPECTIVA BÍBLICO-TEOLÓGICA CRISTIANA
ROBERTO MARIO RUEDA QUINTERO
Trabajo de grado presentado como requisito para optar al título de
licenciado en educación religiosa
Director:
JOSÉ MARÍA SICILIANI BARRAZA Ph.D.
UNIVERSIDAD DE LA SALLE
VICERRECTORÍA DE INVESTIGACIÓN Y TRANSFERENCIA-FACULTAD
DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN RELIGIOSA
BOGOTÁ D.C. JUNIO de 2014
3
UNIVERSIDAD DE LA SALLE
RECTOR:
Hno. Carlos Alberto Prada
VICERRECTOR DE INVESTIGACIÓN Y TRANSFERENCIA
Dr. Luis Fernando Ramírez Hernández
VICERRECTOR ACADÉMICO
Hno. Carlos Enrique Carvajal Costa
DECANO FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
Dr. Daniel Lozano
DIRECTOR PROGRAMA
Dra. Amparo Novoa
LÍNEA DE INVESTIGACIÓN:
Formación en valores y ciudadanía
DIRECTOR PROYECTO:
Dr. JOSÉ MARÍA CISILIANI BARRAZA
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Nota de aceptación
____________________________________
____________________________________
____________________________________
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Presidente del Jurado
____________________________________
Jurado 1
____________________________________
Jurado 2
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Jurado 3
Bogotá, D.C., Junio de 2014
6
Dedicatorias
A Hildebrando, mi padre, A Marlene, mi madre.
Dos personas tan humildes que cualquier título quedaría corto, a los dos por inculcarme
el valor y el tesón de luchar por lo que creemos correcto y justo.
7
Agradecimientos
Dios en su bondad nos da los medios para hacer germinar los dones y gracias que nos ha
dado, muchas de ellas son personas que coloca en nuestro camino, nos guían en el
caminar y motivan la lucha, nos acompañan para edificar el Reino común.
Al Dr. José María Siciliani, que en su sencillez y noble espíritu acompañó este proceso
de formación, que junto a otros docentes, han marcado el sendero de este Programa de
Licenciatura en Educación Religiosa.
A Álvaro Hernández, que en sus palabras de aliento y visión de país, logré ver que aún
vale la pena seguir dando la lucha.
A los hermanos corazonistas, que desde mi tierna infancia me han acompañado en la
formación, y que contribuyeron fuertemente a formar el hombre que soy hoy en día.
A Milena, que con una sonrisa y un vamos Ruedita me impulsó a culminar esta
empresa.
Y a ti, Marcela, gracias mi sol, gracias mi luna.
8
Resumen
Este trabajo de grado busca dar una respuesta a esa necesidad de reflexionar la
educación religiosa desde la realidad en que se desarrolla. Para este caso es la ciudad de
Bogotá donde cohabitan las distintas circunstancias que se deben sortear en el país. El
trabajo está dividido en tres momentos. El primero es una aproximación a la realidad
socio-económica en la ciudad, el segundo es un análisis de la reflexión de la Iglesia a
nivel bíblico, magisterial y teológico. El tercer y último es una propuesta de cómo
desarrollar esta temática en el aula de clase.
Palabras claves: Paz, uso de la tierra, desigualdad social, educación para la paz,
cristianismo
Abstract
This paper seeks to provide answers to the needs in religious education since the reality,
for this specific case, is Bogotá, the city where coexist all the circumstances and issues
of the country. It is divided in three steps. The first is a reflexion about the socio-
economic reality in the city. The second one is a reflection about the thought of the
church, in a biblical and theological level, so do in the church teaching. The third and
last one is proposal of how to develop this topic in the classroom.
Keywords: Peace, land use, social inequality, peace education, christianity
9
Tabla de contenido
CAPÍTULO 1: PRESENTACIÒN DEL PROYECTO .............................................. 12
Problema de investigación ....................................................................................... 12
Línea de investigación .............................................................................................. 15
Objetivos .................................................................................................................... 16
Metodología ............................................................................................................... 16
Elementos sobre el estado de la cuestión ................................................................ 18
CAPÍTULO 2: VER LA REALIDAD QUE COMPETE ATENDER ...................... 21
Bogotá, un abanico que se expande ......................................................................... 23
Realidad territorial y uso del suelo en la ciudad ................................................... 26
Distribución de la población .................................................................................. 26
Uso del suelo en Colombia ..................................................................................... 37
Precio del suelo en Bogotá ..................................................................................... 40
Uso del suelo en la ciudad ...................................................................................... 41
La ciudad que lo resume todo .................................................................................. 46
Lo rural y lo urbano ............................................................................................... 46
Un pasado que nos une ........................................................................................... 47
CAPÍTULO 3: JUZGAR A LA LUZ DE LA FE ...................................................... 50
A la escucha de la palabra ....................................................................................... 52
Amós y Miqueas en su contexto .............................................................................. 52
Denuncia profética ................................................................................................. 54
10
El juicio a las naciones en Mateo ........................................................................... 57
En los Padres de la Iglesia ........................................................................................ 60
En el Magisterio de la Iglesia ................................................................................... 61
En el magisterio de la Iglesia universal .................................................................. 62
En el magisterio latinoamericano ........................................................................... 68
Desde la teología de la tierra de Caravias .............................................................. 75
Problemática actual................................................................................................. 75
Jesús ante esta problemática ................................................................................... 78
Conclusiones desde la memoria ............................................................................... 80
¿Por qué la memoria? ............................................................................................. 80
¿Qué tipo de memoria? ........................................................................................... 81
Redimidos por el sufrimiento, movidos por el dolor .............................................. 83
CAPÍTULO 4: ACTUAR ANTE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS ..................... 86
Justificación del proyecto ......................................................................................... 87
Objetivos .................................................................................................................... 89
Propuesta metodológica ........................................................................................... 90
Primera etapa .......................................................................................................... 90
Segunda etapa ......................................................................................................... 93
Tercera etapa........................................................................................................... 94
Cuarta etapa ............................................................................................................ 95
Articulación interdisciplinar ................................................................................... 95
11
BIBLIOGRAFÍA ....................................................................................................... 99
12
CAPÍTULO 1: PRESENTACIÒN DEL PROYECTO
Problema de investigación
El proceso de paz con las guerrillas insurgentes y la búsqueda negociada del
conflicto interno demandan un proceso de preparación de la sociedad civil para el
postconflicto. La generación de jóvenes de los últimos veinte años afronta una doble
dinámica en su proceso de vida: la primera es haber nacido en una nación que ha estado
en guerra desde sus inicios y que ha marcado la manera como la sociedad y el país se
piensan. La segunda, que son hijos de una cultura líquida, donde los grandes relatos e
ideologías que marcaron el siglo XX, han quedado relegados a comentarios anecdóticos.
Se carece de una identidad cultural definida, y esto en gran parte debido al
desconocimiento de la historia nacional que impide la consolidación de un proyecto
como nación.
En un rápido análisis de la historia nacional, se pueden evidenciar dos elementos
que se entrecruzan con los distintos relatos de los habitantes de este país. El primero, es
la violencia y el sufrimiento, el segundo es la lucha por la posesión de la tierra.
En primera instancia se encuentra la violencia, que se ha manifestado desde la
llegada de los españoles, la colonia y el establecimiento de la república. Además, la
guerra y el conflicto han persistido durante los dos últimos siglos: santanderistas y
bolivaristas, liberales y conservadores, ricos y pobres. Igualmente, la centralidad del
gobierno y la lucha de las regiones por autonomía1, se ha convertido en una dinámica
1 Este ha sido un tema que ha venido desde larga data, con tres casos muy sonoros como ha sido la
propuesta de Antioquia federal separada de Colombia, los raízales en San Andrés y Providencia en su
reclamación de mayor atención por parte del estado colombiano con cierto tinte separatista y la reciente
propuesta política de Verano de la Rosa, ex gobernador del Atlántico, candidato presidencial que ha sido
la punta de lanza para una mayor autonomía de toda la región caribe.
13
recurrente y tema de discusión en el país. De la misma forma, los conflictos bélicos,
como la Guerra Santa entre 1877 y 1878, la guerra de los Mil Días, la persecución
política bipartidista durante la primera mitad del siglo XX, el surgimiento de las
guerrillas en los años sesentas del siglo pasado y sus posteriores consecuencias
(narcotráfico, paramilitarismo y BACRIM y dinámica política nacional), han manchado
de sangre los campos, los pueblos y las ciudades en todo el territorio. La violencia en
Colombia ha tomado un matiz distintivo, al ser una situación particularmente interna;
toda confrontación armada, masacre o genocidio ha sido entre ciudadanos colombianos.
El país solo ha participado de dos conflictos bélicos con escala internacional: la guerra
con Perú en 1932 al 1933 y la participación con tropas en la guerra de Corea en 1950.
A renglón seguido se reconoce que la tierra ha sido el segundo tema de debate en
el país. Durante la conformación de los dos partidos hegemónicos (liberal y
conservador) sus militantes se diferenciaban de un grupo a otro en su visión sobre la
tierra; entre los líderes y promotores del partido conservador estuvieron grandes
terratenientes y hacendados que dominaron las tierras productivas, como también la
Iglesia católica tenía el privilegio sobre los inmuebles de manos muertas. Además, es
necesario señalar que el campesino labra la tierra de otro, y en medio de siglo XIX y
XX aun persistía un modelo feudal en el país: el campesino es en su mayoría un obrero,
no un propietario de la tierra. Más aún, la connotación que ha tenido en el conflicto
interno se hace patente al ser seleccionado como el primer y más urgente punto a tratar
en los diálogos que se están llevando a cabo en La Habana entre el gobierno y la FARC.
Pero la situación va más allá de quién tiene la tierra, en el país está igualmente el debate
sobre la manera como ha sido adquirida: se da una situación de acumulación por medio
de mecanismos legales como también se ha dado el despojo por la fuerza, siendo este el
14
común denominador en el país, dejando como saldo que Colombia sea uno de los tres
países con mayor número de desplazados a la fuerza nivel mundial. La protección de la
tierra no es un asunto de competencia económica o para ser tratado como una disputa de
la propiedad privada; en los años recientes la seguridad alimentaria nacional se ve
comprometida por el fenómeno de acumulación por parte de empresas transnacionales
que poseen buena parte de las tierras productivas del país para proyectos
agroindustriales con fines de producción de biocombustibles, la minería y la explotación
petrolera. Finalmente el tema de la tierra no es únicamente rural, sino que la ciudad se
ve aglomerada por personas sin derecho al suelo, grandes grupos acumulan los terrenos
generando un déficit habitacional en las grandes urbes del país que aún no ha sido
resuelto2.
Las relaciones de los ciudadanos de Colombia se cimientan sobre los pilares que
su historia ha erigido: un pasado violento y la lucha por la tierra. De esta situación nace
un problema común para todos: pensar un proyecto de nación que integre a todos y
permita el desarrollo de sus ciudadanos en armonía, aún más necesario de cara al
postconflicto.
Ahora bien, se puede afirmar desde la fe cristiana que la historia del país es un
reflejo del proceso histórico del pueblo de Israel que se narra en las Escrituras: un
pueblo nómada, que lucha por encontrar un lugar donde vivir como promesa de Dios,
presa de imperios extranjeros, muchas veces corrompida desde dentro atacándose y
haciéndose daño entre hermanos. El Programa de Educación Religiosa de la
2. Dada la complejidad de la reflexión que demanda esta coyuntura, el trabajo se desbordaría en sus
posibilidades. Por tal razón la pesquisa y propuesta se limitará al caso concreto de la ciudad de Bogotá
por ser un caso donde se dan todas las circunstancias que se han mencionado previamente, donde se
desarrolla y conjuga todo lo que ocurre en el país por ser punto de encuentro de todos los colombianos.
15
Universidad De la Salle debe aportar en la solución de estos retos que demandan una
educación para la paz, la convivencia y la memoria desde una mirada a partir la fe
cristiana en su enfoque formativo lasallista. Es una obligación como profesionales en
educación colaborar para la formación de las futuras generaciones en una cultura de paz
y de fraternidad, con los pies enraizados en la memoria histórica, para dar una respuesta
coherente a lo que se enfrenta el país en los próximos años. Sumado a esto, es
igualmente una obligación cristiana responder desde la fe ante la injusticia y la opresión
a la cual el pueblo Colombiano, como el de Israel, ha sido sometido. Es imperativo
reaccionar ante la mencionada situación y promover los valores del reino y su
edificación. Como lasallistas es nuestra divisa y común entrega: contribuir desde la
educación para pensar, decidir y servir.
Dicho lo anterior, la pregunta que se pretende responder por medio de este trabajo es
¿De qué manera se puede abordar el tema de la tierra en un proyecto para la paz y la
convivencia de un colegio confesional católico para contribuir a la consecución de la
paz de cara al post-conflicto?
Línea de investigación
El presente trabajo se enmarca en la línea de investigación nacional “Cultura de la
libertad y la responsabilidad ciudadana”, dentro de los horizontes planteados por la
universidad en “Filosofía, praxis y ciencias de la educación”, con los de la facultad de
educación en la línea “Educación, ciudadanía, ética y política” en su sublínea
“Educación y formación religiosa” y particularmente en la línea de investigación del
programa de educación religiosa “cultura, fe y formación en valores”
16
Objetivos
Como objetivo general para este trabajo se ha propuesto Elaborar los lineamientos
de un proyecto para la paz y la convivencia desde la perspectiva bíblico-teológica
cristiana del sentido de la tierra en el Teólogo José Luis Caravias y la memoria en Juan
Bautista Metz para un colegio confesional católico en la ciudad de Bogotá.
Los objetivos específicos son tres: el primero es recapitular la realidad reciente sobre el
problema de la tierra en el distrito capital durante el periodo correspondiente entre 2003
y 2013. En un segundo paso la meta trazada es confrontar el análisis de realidad de la
ciudad de Bogotá a la luz de la teología de la tierra en la reflexión de J. L. Caravias
iluminada con elementos de la teología política de J. B. Metz en su propuesta sobre la
memoria del sufrimiento. Finalmente se busca sintetizar la propuesta con unos
lineamientos de referencia para la elaboración de un proyecto para la paz y la
convivencia para un colegio confesional católico en la ciudad de Bogotá.
Metodología
La metodología para el desarrollo del trabajo es a partir del método Ver-Juzgar-Actuar.
En un primer momento se realizará un rastreo documental sobre la situación del uso del
suelo en la ciudad de Bogotá, entre los periodos de 2000 al 2013. Se escoge la ciudad de
Bogotá por ser el epicentro de la realidad política, económica, cultural del país. Al
analizar las situaciones que ocurren en el distrito capital se vislumbra la totalidad del
país, pues en ella se focalizan y concentran las situaciones que se dan nacionalmente,
siendo así una representación local de lo que ocurre a nivel de país. En ello se hace una
distinción de cómo ha sido la distribución de dichas tierras, la situación de déficit
habitacional y cuáles son las localidades donde se están presentando mayores
aglomeraciones de población desplazada. En la segunda etapa se procederá a analizar
17
esta situación antes mencionada a la luz de las Sagradas Escrituras, además de dos
insumos teológicos: el trabajo sobre la Teología de la tierra (Caravia & De Barros,
1990) y de igual manera la reflexión en cuanto a la memoria y el sufrimiento expuesta
por Metz en su texto Memoria Passionis (Metz, 2007) más otros autores que enriquecen
la reflexión. La clave hermenéutica de la reflexión será el proyecto de Dios para el
hombre en un pueblo sobre una tierra. Con esto se busca un acercamiento a la mirada
veterotestamentaria sobre la tenencia de la tierra, haciendo una mirada rápida por la
promesa de YHW a Abraham en el libro del Génesis, la toma de Palestina en los Libros
históricos y la reclamación en los Libros proféticos. No se buscará hacer exégesis sino
más bien una relectura de esos textos desde la realidad colombiana y en particular de la
ciudad, respetando las distintas circunstancias históricas, el tiempo y el lugar donde se
desarrollaron los hechos. Para concluir esta etapa se sintetizarán los horizontes que se
reconocen en las Escrituras y la reflexión de los autores sobre la tenencia de la tierra.
Al momento de desarrollar el actuar se establecerán las líneas de acción del proyecto
para la paz y la convivencia a partir de los horizontes que se identificaron. Dado que
este trabajo no busca responder una necesidad concreta de un establecimiento en
particular, lo que se hará es esbozar los marcos de referencia para que su adaptación a
otras realidades se facilite.
En cuanto a los resultados pretendidos por este trabajo, sobre todo los que tienen que
ver con la apropiación social del conocimiento generado, se espera hacer una propuesta
de divulgación mediante la publicación parcial del trabajo –en forma de artículos– en
alguna revista de la Universidad de la Salle u en otras revistas que tengan relación con
la educación y la teología.
18
Elementos sobre el estado de la cuestión
Sobre el uso del suelo hay un amplio repertorio documental por parte de las entidades
gubernamentales tanto a nivel distrital como nacional. Entre dichos documentos se
pueden mencionar los siguientes: Caracterización socioeconómica de Bogotá y la
región: formulación del plan maestro de movilidad para Bogotá D.C. que incluye
ordenamiento de estacionamientos3. Este documento aporta a la pesquisa un gran
porcentaje del trabajo documental del marco socioeconómico actual, con sus numerales:
evolución de la población
estratificación socioeconómica
calidad de vida
actividad económica
mercado de trabajo
evolución de ingresos
productividad y uso de suelo
Además, enriquecido por las figuras y tablas de referencia sobre el uso del suelo y la
distribución del coeficiente GINI por localidad.
También se usará como como fuente el documento escrito en el 2008 por PNUD
Colombia titulado Bogotá una apuesta por Colombia: informe de desarrollo humano
20084. Este material complementa al anterior agregando datos como morfología de la
población, situación de servicios públicos para la fecha, una caracterización de la
población y una breve pero interesante mirada del papel de la ciudad para el futuro del
país.
Otro material elaborado sobre la temática tratada es el documento titulado Colombia:
suelo urbano y vivienda para los hogares de bajos ingresos Bogotá-Soacha-Mosquera;
3http://www.movilidadbogota.gov.co/hiwebx_archivos/ideofolio/06-CaracScioecoBta_15_1_40.pdf
4http://pnudcolombia.org/IDH_Bogota_2008.pdf
19
Medellín y área metropolitana5, desarrollado por equipo de Development Planning Unit
del University College London en asociación con el departamento nacional de
planeación, publicado con fecha del 2006. Este trabajo aporta elementos importantes
para el análisis de la lógica de ocupación del suelo para vivienda formal e informal, del
costo y de la medición de la capacidad institucional para conocer y controlar los
desarrollos urbanos formales e informales. Estos elementos se ubicarán especialmente
en los apartados de este documento dedicados a la ciudad de Bogotá
Otra fuente por emplear es el informe mensual sector hipotecario6 de la Titularizadora
Colombiana, con fecha de mayo del 2013. Este informe presenta con gráficas la realidad
del suelo en el Distrito Capital, cual es la realidad que se está viviendo en la actualidad
sobre el uso del suelo, y ante todo sobre la construcción, con notas importantes sobre
vivienda de interés social (VIS) y cuál es la disponibilidad de uso del suelo en la ciudad.
Finalmente se propone el documento de memorias titulado revisión del POT de Bogotá:
acceso a suelos para viviendas de interés prioritario (No. 5)7, desarrollado por el
Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.
En los documentos sobre la paz y la convivencia en el país podemos enumerar los
siguientes: Política educativa para la formación escolar en la convivencia8 del
Ministerio de Educación Nacional; el proyecto de la corporación Nuevo Arcoíris
Construcción de ciudadanía en comunidades educativas de Bogotá a través de la
socialización de los diálogos de paz9; el programa Promoción de la convivencia
10
5https://www.dnp.gov.co/Portals/0/archivos/documentos/DDUPA/Desarrollo_Urbano/TITULO_03_D
01_Cities%20Alliance_UCL.pdf 6http://www.titularizadora.com/archivos/documentos/interes/FinHipotecario/SectorHipotecarioMarzo
2013.pdf 7http://www.institutodeestudiosurbanos.info/publicacionesieu/item/12-revisi%C3%B3n-del-pot-de-
bogot%C3%A1-acceso-a-suelo-para-vivienda-de-inter%C3%A9s-prioritario-no-5 8http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-90103_archivo_pdf.pdf
9http://arcoiris.com.co/educacion/acerca-del-proyecto/
20
propuesto por el programa de las Naciones Unidas para el desarrollo PNUD; finalmente
las memorias de la reunión del tres de agosto de 2007 para la formulación del plan
decenal de educación 2006-2015 en su asamblea general con el tema educación en y
para la paz, la convivencia y la ciudadanía.
A nivel bíblico está toda la reflexión aportada por José Luis Caravias, en particular en
su título Teología de la tierra. Los problemas de la tierra vistos desde la fe, como
tambien el documento más reciente del 2007 de un facículo completo de la prestigiosa
revista Concilium dedicado exclusivamente al tema de la tierra (Concilium; Revista
internacional de Teología, 2007)
Otra fuente a nivel bíblico y teológico es el articulo de Garibay Gómez en la revista
Christus titulado La tierra: don de la comunidad. a partir de las conclusiones de
Brueggemann (Garibay Gómez, 1988); a renglón seguido el documento patrocinado por
el CINEP ¿Qué pasó con la tierra prometida? : aspectos históricos de tenencia de la
tierra. Aanálisis comparativo de proyectos y leyes de reforma agraria en Colombia,
desarrollado por Julio César Quintero Latorre en 1988 (Quintero Latorre, 1988).
Finalmente, y como aporte donado para la reflexión, está La biblia y la teología de la
historia: tierra y promesa de Dios de Xavier Pikaza en su mirada directamente desde la
reflexión teológica.
10http://www.pnud.org.co/img_upload/38373837383761656165616561656165/PROGRAMA%20PR
OMOCION%20DE%20LA%20CONVIVENCIA.pdf
21
CAPÍTULO 2: VER LA REALIDAD QUE COMPETE ATENDER
Según la metodología propuesta, a este capítulo corresponde ver la realidad, es
decir, realizar una mirada crítica sobre la situación que se ha vivido en el distrito capital
en los últimos diez años. Por el momento no se enunciará ningún juicio, solo se
presentará de manera estructurada, mediante datos y por medio de herramientas
estadísticas, dicha coyuntura.
A pesar que este trabajo está dedicado a la educación religiosa, y por ende, su
mirada de la realidad se hace desde la teología (cristiana católica), no es ajeno a la
reflexión y aportes que le puedan hacer otras ciencias como los son la sociología, la
antropología y la historia. En el método latinoamericano, escogido para este trabajo, se
parte siempre de una visión de lo que acontece a los sujetos, de donde se sigue que la
reflexión teológica será siempre un acto segundo.
La fuente que se ha escogido para esta ocasión es el documento elaborado por el
grupo de consultoría Duarte Guterman & Cia. Ltda. Junto con el equipo de C&M para
la secretaría de tránsito y transporte de la ciudad de Bogotá titulado Formulación del
plan maestro de movilidad para Bogotá D.C., que incluye ordenamiento de
estacionamientos (Secretaria Tránsito y transporte Bogotá; Cal y Mayur y Asociados;
Duarte Guterman & cia. ltada). Del mencionado documento nos interesa el apartado
siguiente: “Caracterización socioeconómica de Bogotá y la región”. (págs. 6-1 a la 6-36)
Se elige este material como fuente de consulta por ser una trabajo serio que aporta
los datos necesario para dar una idea clara de lo que ocurre en el Distrito Capital, con el
valor agregado de discriminar la información a partir de las localidades y en unidades de
22
planeamiento zonal. Más aún, tiene un rico material de tablas y mapas que brindan
mayor claridad e ilustran de manera precisa la idea que se desea trasmitir.
En este capítulo se propone el análisis territorial y el uso del suelo en la ciudad,
dividido en cuatro secciones: uso del suelo en Bogotá, distribución de la población con
respecto a la nación, distribución de la población en el distrito capital (crecimiento
poblacional, densidad, distribución de la pobreza, costos y uso de suelo).
Finalmente se presentarán las conclusiones de este primer capítulo para proseguir
a la parte del juzgar, que será la revisión de esta realidad a la luz de la fe cristiana y su
Escritura Sagrada.
23
Bogotá, un abanico que se expande
Colombia se he estructurado a la manera de círculos concéntricos que se van
cerrando en la medida que se aproximan a su centro geográfico y político. Se puede
hacer un símil entre el territorio nacional y el círculo de mayor radio. En la periferia del
país se ubican departamentos como La Guajira al norte, Nariño, Cauca y Putumayo al
suroccidente, el Amazonas al sur, Guanía y Vichada al oriente, Chocó al occidente, y
San Andrés, Providencia y Santa Catalina que ni siquiera se encuentra en la plataforma
continental o en el imaginario colectivo nacional. Estos departamentos distan del centro
geográfico del país como a su vez del centro de poder nacional. Esto forma a su vez el
segundo círculo, el de las regiones.
La región andina, dominada por las tres cordilleras, tiene características propias
que otras regiones no comparten. Para entender su importancia basta mencionar que de
las seis ciudades más importantes del país por población y aporte al PIB nacional
(Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga) cuatro de ellas están en
la región central. La mayor parte de la población vive en esta zona del país, igualmente
tiene los centros productivos más desarrollados y la infraestructura de mayor calidad.
Estas condiciones distan mucho de las posibilidades económicas11
y de desarrollo de
otras partes como la Orinoquía o la cuenca del pacífico.
Continuando con la misma dinámica, la región andina a su vez gira en torno a la
ciudad de Bogotá como distrito capital, centro político, económico, cultural, educativo y
financiero del país. No hay ninguna otra ciudad en Colombia que logre hacer contrapeso
11 Se hace referencia al PIB per capital, Índice de desarrollo humano y coeficiente GINI presente. No
se pueden negar las incuestionables potencialidades de estas otras regiones y su capacidad productiva y
generadora de bienestar para sus habitantes.
24
a la capital de la república en ningún nivel. Se genera un efecto embudo que recoge y
concentra todos los ámbitos en un solo lugar denotando que desde la colonia se pensó el
país desde su centralidad geográfica, distante de las costas, replicando el sistema de
metrópolis-provincias pero a nivel local.12
No basta con lanzar una afirmación sin pruebas, por ello es necesario analizar los
datos estadísticos recogidos por el Departamento Administrativo Nacional de
Estadísticas (DANE) que, según resultados del último censo nacional llevado a cabo en
el año 2005, se calculó la población nacional en 46’039.144 habitantes, de los cuales
7’408.482 vivían en la ciudad de Bogotá, es decir, aproximadamente el 16% de la
población nacional se concentra en la capital. Pero al revisar las estadísticas del mismo
censo en cuanto a niveles económicos, la misma ciudad aporta al producto interno bruto
(PIB) del país un valor cercano al 22%, por ende, cerca de la cuarta parte de la
economía del país se genera en una sola ciudad. Para mayor claridad se presentan los
datos comparados de los años 1995, 2000 y 2005 en la tabla número 1.1
Población 1.995 2.000 2.005 % al 2005
Total país 38.541.630 42.321.386 46.039.144 100
Bogotá
D.C.
5.678.343 6.539.525 7.408.482 16
12 El sentido de la concentración de poder es algo heredado de la cultura española. Otras naciones
desarrollaron sus ciudades de cara al mar y el comercio, como lo fue Constantinopla o Alejandría en la
antigüedad, Venecia en la edad media; Londres, Nueva York, Hong Kong, Tokio y otras grandes ciudades
siempre fueron abiertas al mar. El modelo español es de centralidades. Madrid es el centro geográfico de
España, el modelo urbano que heredamos es de una plaza central, donde deben estar el ayuntamiento y la
iglesia, o las mismas casas giraban en torno a un patio central.
25
Sin embargo, el diagrama de círculos concéntricos se cierra aún más a nivel de
ciudad. A localidades como Sumapaz, casi netamente rural, apartada del centro de la
ciudad, se le podría equiparar con el Vichada: amplia zona poco aprovechada,
marginada al olvido por alejamiento del foco donde emana el poder. Igual sucede con
localidades de periferia como Ciudad Bolívar, Usme, Bosa, Engativá o Suba.
La ciudad de Bogotá es un abanico que se expandió desde la Candelaria en su
origen colonial, creciendo hacia el río Bogotá en el occidente, teniendo como frontera
natural los cerros orientales. Su centro es un espacio claramente delimitado, que se
puede identificar con precisión y al que se le ha denominado como margen oriental; en
esta área se concentra la mejor calidad de vida y el desarrollo económico, financiero y
cultural.13
Para mayor claridad se puede ver la similitud del mapa de Bogotá con la
imagen analógica del abanico en la gráfica 1.1
14
13 La excepción que confirma la regla es la zona de los cerros de Suba, única área de estrato
socieconómico seis que no se encuentra en el margen oriental de la ciudad. 14
Consultado en la pàgina web el 22/02/2014 11:05 am https://encrypted-
tbn1.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcSDA9H2NYnXIQTSJ39CM2onn0JeLUAYCj8AOKk2uiarpYJO7joQeg
26
Realidad territorial y uso del suelo en la ciudad
Lo anteriormente dicho tiene que ser sustentado mediante datos estadísticos. En el
siguiente apartado se expondrán los datos, gráficas y tablas que demuestran lo
enunciado. Se presentará en particular la distribución de la población en su densidad,
distribución de la riqueza y desigualdad, los costos y uso del suelo.
Distribución de la población
A continuación se presenta en la tabla 1.2 en la que se puede ver la población
estimada para el censo del 2005 de cada una de las localidades con su variación
porcentual en referencia a lo estimado para el año 2000. Los datos se presentan
ordenados de manera creciente teniendo en cuenta la variación porcentual.
población por localidad para el 2005
LOCALIDAD estimado al
2000
estimado al
2005
variación
%
Antonio
Nariño 100.143 102.568 2%
Barrios
Unidos 179.761 184.115 2%
La Candelaria 27.949 28.626 2%
Teusaquillo 128.417 131.528 2%
Puente
Aranda 287.625 294.593 2%
Tunjuelito 208.081 213.122 2%
Chapinero 125.226 128.260 2%
Los Mártires 97.277 99.634 2%
Santa Fe 108.989 111.630 2%
Rafael Uribe 391.613 402.435 3%
San Cristóbal 463.298 483.882 4%
27
Engativá 762.682 836.897 10%
Sumapaz 44.663 49.979 12%
Kennedy 929.370 1.057.126 14%
Usaquén 428.977 488.559 14%
Usme 248.709 294.975 19%
Suba 719.369 864.959 20%
Fontibón 283.812 349.577 23%
Ciudad
Bolívar 586.009 744.340 27%
Bosa 417.552 541.676 30%
Total 6.539.522 7.408.481 13%
Como claramente se logra ver, las localidades más pobladas son Kennedy, Suba,
Engativá, Ciudad Bolívar y Bosa en su respectivo orden. A su vez, las que tuvieron el
crecimiento mayor en variación porcentual fueron Ciudad Bolívar y Bosa, las dos
ubicadas en el extremo sur occidental de la ciudad, que junto a Kennedy, el municipio
conurbano de Soacha (406.449 hab. Al censo del 2005) constituyen la zona más poblada
de toda el área metropolitana de Bogotá y cuyos números se equiparan a ciudades
intermedias como Pereira o Santa Marta. En contraposición a lo anterior las localidades
de menor crecimiento (2% en promedio) son las localidades ubicadas al borde oriental
de la ciudad, dentro del llamado centro ampliado15
. Cabe anotar que la ciudad en
general tuvo un crecimiento del 13% en el mismo periodo de tiempo, es decir, 868.959
15 Término acuñado en el los documentos de la administración distrital que hace referencia a la zona
central de recuperación de la ciudad. Sus límites al norte son la calle 80 y 100, al occidente la futura
avenida longitudinal de occidente (ALO), Fontibón y avenida Boyacá, al sur la avenida Boyacá y Caracas
y al oriente el barrio 20 de julio, calle 65 y la autonorte. Estos datos se pueden consultar en la siguiente
página WEB del Instituto de Planeación del Distrito Capital:
http://www.scabogota.org/images/stories/eventos/noticias/ano_2012/noticias/presentaciones_foro_concej
o_2012/presentacin_planeacin_Distrital_revitalizacion.pdf Consultado en la pàgina web el 22/02/2014 14:00
28
habitantes más en un periodo de cinco años, cifra nada despreciable, equivalente a la
población de la cabecera municipal de Cartagena calculada al mismo periodo (842.228
para 2005).
Ahora bien, estos datos quedan sueltos si simplemente se considera el número de
habitantes de estas zonas. Por ello es necesario mirar cual es la distribución de estratos
socioeconómicos de estas localidades según los datos de Catastro. De esta manera
podemos analizar cuáles son las niveles correspondientes por localidad, en donde se
agrupan los de mayor nivel como los de menor. A continuación se presentan los datos
de los valores porcentuales de las unidades habitacionales correspondientes a cada
estrato en la tabla 1.3. Se considera bajo a los niveles uno y dos. Para el medio son tres
y cuatro y al alto los cinco y seis. De igual manera se incluye la media aritmética que
nos indica cual es el estrato promedio para la localidad. Algunas localidades no serán
incluidas pues no han sido consideradas dentro de los estudios catastrales por no estar
habitadas o no ser consideradas residenciales.
distribución de estrato socio-económico por localidad
Localidad estrato
bajo
estrato
medio
estrato alto estrato
promedio
Usme 100 1,5
Bosa 97,4 2,6 1,6
Ciudad Bolívar 96,8 3,2 1,6
San Cristóbal 85,8 14,2 1,8
Santa Fe 85,2 14,8 1,8
Tunjuelito 67,2 32,8 2,2
La Candelaria 60,8 39,2 2,3
Rafael Uribe 59,7 40,3 2,3
29
Kennedy 42,3 57,7 2,7
Suba 35,8 47 17,2 3,1
Engativá 14,7 85,3 3,2
Fontibón 13,1 86,9 3,2
Antonio Nariño 6,6 93,4 3,4
Los Mártires 5,7 94,3 3,4
Puente Aranda 1 99 3,5
Barrios Unidos 97,2 2,8 3,6
Teusaquillo 0,1 92,9 7 3,6
Usaquén 11,1 56,7 32,2 3,9
Chapinero 12,8 33,6 53,6 4,3
Sumapaz n/a n/a n/a n/a
Como se había señalado anteriormente, a las localidades más pobladas les
corresponde en estrato promedio los siguientes valores: Kennedy (2,7), Suba (3,1),
Engativá (3,2), Ciudad Bolívar (1,6) y Bosa (1,6). Mirando con más detalle, las que
presentaron mayor crecimiento poblacional son precisamente las que menor estrato
promedio tienen de estas cinco localidades. Además, las localidades que tienen un nivel
socio-económico inferior al dos son Usme, Bosa, Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Santa
Fe y Tunjuelito. Todas ellas, con excepción de Santa Fe16
, están ubicadas en las
periferias de la ciudad fuera de los límites del centro ampliado. Los valores no indican
necesariamente la realidad, pero dado que según los valores se determinan el costo de
los servicios públicos domiciliarios, o los impuestos que se deben pagar, estos datos sí
dan un indicio de cuáles son las necesidades básicas y comodidades que los ingresos
permiten costear.
16 La localidad de Santa Fe, en el centro de la ciudad, ha sido una área deprimida, de mayor vocación
comercial-productiva que residencial, zona de tolerancia. No obstante su población es superior a los
100.000 habitantes
30
Analizando los datos presentados en la gráfica 1.2 correspondiente a la densidad
de población (habitantes por metro cuadrado), vemos que no únicamente la población es
más alta, sino que además la densidad de habitantes es mucho mayor en las zonas de
periferia a los niveles que se tienen en el centro ampliado. Es decir, no solo la población
es mucho mayor, sino además se concentra en un área más reducida por persona. Este es
un factor más de la diferencia y desigualdad que hay entre la zona céntrica y los bordes
de la ciudad. En la gráfica 1.3 vemos el estrato promedio según la zona de la ciudad, de
esta manera visual se logra asimilar mejor la información de la tabla 1.3
31
Al observar detalladamente las dos graficas anteriores es fácil percatarse de que la
distribución de la población, considerando la densidad de habitantes por kilómetro
cuadrado corresponde a las zonas que tienen menor nivel socio-económico promedio.
Más aún, si a esto sumamos la población bruta podemos establecer una relación entre
población-densidad-pobreza.
El estudio fuente aporta igualmente datos de la proporción de población con
necesidades insatisfechas para los años 2001 y 2003. Para el estudio de este indicador se
consideran cinco ítems: vivienda inadecuada según materiales de paredes y pisos,
servicio de acueducto y baterías sanitarias, hacinamiento o alta densidad de ocupación
del hogar, asistencia escolar de niños en edad escolar y el número mínimo de personas
en el hogar por trabajador-ocupado. En la siguiente tabla (1.4) se presentan los datos
con su respectiva variación porcentual, algunas localidades no tienen datos para el
estudio.
32
Distribución de personas con necesidades básicas insatisfechas
Localidad 2001 2003 variación
%
Teusaquillo 4,2 0,2 -95%
Tunjuelito 12,8 1,1 -91%
Chapinero 5,9 1,6 -73%
Suba 10,1 2,8 -72%
Antonio
Nariño
7,6 3 -61%
Barrios
Unidos
6,9 3,5 -49%
Puente Aranda 7,2 3,7 -49%
Engativá 8,1 3,8 -53%
Usaquén 11,4 3,9 -66%
Los Mártires 8,1 5,1 -37%
Fontibón 11,7 6,8 -42%
Total Bogotá 13,4 7,8 -42%
Rafael Uribe 14,3 8,3 -42%
La Candelaria 12 9 -25%
Kennedy 12,6 9,1 -28%
Bosa 17,1 9,7 -43%
Santa Fe 16,3 12,8 -21%
San Cristóbal 17,8 15,8 -11%
Ciudad
Bolívar
26,1 16,2 -38%
Sumapaz n.d. n.d. n.d.
Usme 23,8 n.d. n.d.
33
Es grato observar como en todas las localidades de las que se tienen datos hubo
una variación significativa positiva; no obstante, en este análisis fue incluido
intencionalmente el promedio para el total de la ciudad de Bogotá (7,8%) con el fin de
identificar cuáles son las localidades que presentan un nivel superior a esta cifra, las
cuales son las localidades de Rafael Uribe (8,3%), La Candelaria (9%), Kennedy
(9,1%), Bosa (9,7%) Santa Fe (12,8%), San Cristóbal (15,8%) y Ciudad Bolívar
(16,2%). De estas localidades solo dos se encuentran dentro del centro ampliado,17
todas
las demás se encuentran en los perímetros de la ciudad. Destacan la localidad de
Tunjuelito, que redujo sus niveles de desigualdad a estadios deseables para toda la
población. La localidad de Usme no ofrece datos para el año 2003, sin embargo en el
año 2001 era la segunda localidad, luego de Ciudad Bolívar, que tenía el porcentaje más
alto. Se sigue replicando el modelo de periferias donde se concentra la pobreza
repitiendo el patrón identificado anteriormente.
Para profundizar la mirada sobre la ciudad es menester indagar la distribución de
la línea de pobreza en la ciudad. Para ello se toma como referente la distribución de
hogares por debajo de la línea de pobreza y de indigencia. Estos datos fueron
procesados por el Centro de Estudios de Desarrollo de la Universidad Nacional en el
año 2003. Para determinar quién es pobre o no-pobre se considera el ingreso per capita
de los hogares, aquellos que tienen ingresos menores a dos dólares diarios se consideran
pobres, menores a uno, indigente según el marco de la UNESCO. En la tabla 1.5 se
presentan los datos de distribución de los hogares por localidad incluyendo también el
de la totalidad de la ciudad de Bogotá.
17 Precisamente una de ellas, Santa Fe, es la que según los planes de la alcaldía distrital, tendrá la
mayor intervención.
34
Localidad hogares
debajo la línea
de pobreza
hogares
debajo la línea de
indigencia
Chapinero 13,1 4,5
Teusaquillo 14,4 4,3
Usaquén 22,3 4,7
Barrios Unidos 32,7 8,4
Suba 34,1 8,8
Puente Aranda 37,5 8,5
Engativá 38,2 8
Fontibón 44,1 11,7
Antonio
Nariño
45,6 12,7
Los Mártires 47,7 17,3
La Candelaria 49 19,5
Kennedy 49,7 13,8
Santa Fe 52,7 17
Tunjuelito 62 16,5
Rafael Uribe 67,7 19,2
Bosa 70,7 23,3
Ciudad Bolívar 76 25,2
San Cristóbal 76,3 29,8
Usme 82 30,9
total Bogotá 49,1 14,6
Nuevamente saltan a la vista los datos del estudio. Las localidades que tienen los
niveles más bajos son las ubicadas en el margen oriental, mientras los más altos:
Tunjuelito (62%), Rafael Uribe (67,7%), Bosa (70%), Ciudad Bolívar (76%), San
35
Cristóbal (76,3%) y Usme (82%) alcanzan niveles alarmantes, todas ellas del contorno
de la urbe, en los límites sur de la ciudad. El 49,1% de los hogares de la ciudad son
pobres, considerando que los niveles de pobreza de estas localidades no son datos
aislados, pues ellas presentan los niveles de población y densidad más altos.
Para concluir este numeral, se presentan los datos del indicador GINI18
por
localidad, este representa los niveles de desigualdad teniendo como referente el ingreso
per capital de la población. En la tabla 1.6 se presenta la distribución del coeficiente
GINI por localidad, los valores se dan en nivel porcentual acorde a cada quintil del total
del ingreso estimado en la zona. Los datos son tomados del estudio realizado por el
DAPD en el 2003. Los datos están organizados de manera creciente según el coeficiente
GINI.
Localidad porcentaje de la población (quintil) coeficie
nte GINI
20 40 60 80 100
Puente
Aranda
4,8 10,1 15,7 23,1 46,2 0,4
Ciudad
Bolívar
4,9 10,8 15,7 22,4 46,1 0,4
San Cristóbal 4,8 9,6 14,5 21,3 49,7 0,43
Bosa 5 9,4 14,1 21,7 49,9 0,43
Kennedy 4,5 9,1 14,5 23,3 48,7 0,43
Antonio
Nariño
4,1 9,5 14,7 23,6 48 0,43
Tunjuelito 4,4 9,5 14,6 21,7 49,8 0,44
Rafael Uribe 4,4 9,7 14,2 20,7 51,1 0,44
18 Este método distribuye la población en quintiles acorde al ingreso per capital. Luego haya la razón
entre el ingreso del quintil de menor ingreso sobre el de mayor ingreso. Entre mayor sea el valor indica
que es más desigual, pues hay una brecha mayor entre los de mayores y los menores ingresos.
36
Engativá 4 8,6 13,6 22,1 51,7 0,46
Teusaquillo 3,5 8,4 13,1 22 53,1 0,48
Fontibón 3,5 7,4 12,2 20,9 56 0,5
Los Mártires 3,2 6,8 12,3 22,2 55,5 0,51
Barrios
Unidos
3 6,9 11,7 19,6 58,9 0,53
Chapinero 1,8 6,1 12,7 22,5 57,1 0,54
La Candelaria 2,7 5,9 9,8 19,2 62,5 0,56
Usaquén 2,1 5 10,7 21,1 61,1 0,57
Suba 2,6 5,5 9,7 17,2 65 0,58
Santa Fe 2,6 5,8 9 17,2 65,4 0,59
total Bogotá 3 6,2 10,2 17,8 62,9 0,56
Contrastando con los anteriores datos, las localidades que presentan mayores niveles de
desigualdad son precisamente las que se encuentran en el borde oriental de la ciudad:
Santa Fe (0,56), Usaquén (0,57), La Candelaria (0,56), Chapinero (0,54), Barrios
Unidos (0,53) y los Mártires (0,51)19
. Al analizar los datos se puede afirmar que el
borde oriental no es únicamente un lugar no accesible para la población de bajos
recursos, sino que además es una zona desigual en sí misma. Las demás localidades
tienen un coeficiente GINI equiparable a países europeos, pero se debe tener presente
que el coeficiente GINI no es un indicador de bienestar, sino de distribución de los
recursos y desigualdad; los valores son entre comillas buenos pero por la razón que
todos son pobres, a diferencia de otras donde hay pobres pero otros sumamente ricos.
1919 La única localidad que tiene un nivel de desigualdad equiparable es la de Suba, que tiene
características particulares que es necesario tener en consideración al momento de analizar los datos: es la
única que tiene una zona de estrato económico seis por fuera del borde oriental, además, es una de las de
mayor extensión, teniendo una parte cercana al centro como otra que colinda con el municipio vecino de
Cota.
37
Como se puede constatar, la ciudad no únicamente se divide entre favorecidos y
marginados, sino que la diferencia entre un grupo y otro revela una profunda brecha
social.
Hasta el momento solo se han tomado datos referentes a la población, en el
siguiente apartado se analizará el uso del suelo en la ciudad teniendo en cuenta el costo
por metro cuadrado, déficit habitacional en la ciudad y planes de mitigación.
Uso del suelo en Colombia
El uso del suelo y, en consecuencia, el de la vivienda no es una problemática
exclusiva de la ciudad de Bogotá sino que tiene implicaciones nacionales. Para
visualizar esta idea retomamos los datos recogidos por el grupo de investigación The
Development Planit Unit (DPU) del University College London, realizado en el año
2008. Comentaron en la investigación:
La crítica situación actual de la vivienda en Colombia puede resumirse
en las siguientes cifras: en 2003 se estimaba que existía un déficit
nacional de unas 2.3 millones de viviendas (1.5 millones cuantitativo, 0.8
millones cualitativo), que el 30% de los hogares presentaba alguna
carencia de vivienda, y que 1.35 millones de hogares vivían en
asentamientos precarios (0.23 millones en viviendas no susceptibles a
mejorar, 0.85 millones con déficit cualitativo y 0.27 millones en zonas de
alto riesgo). (…) mientras que la producción entre 1999 y 2004 fue de
94.000viviendas/año, se formaron 185.000 nuevos hogares anualmente
en el mismo período (DNP, 2005). (…) Por supuesto el déficit de
vivienda no está distribuido homogéneamente a través de las clases
38
sociales. Los estratos socio-económicos más altos (4,5 y 6) gozan de las
condiciones económicas necesarias para acceder a una vivienda a través
del mecanismo del mercado formal, solución negada a una proporción
significativa de los estratos más bajos (1,2 y 3). Al tener en cuenta que
los 205.000 hogares que se formaron en 2005, el 70% corresponde a
estos estratos socio-económicos inferiores, y por lo tanto a la demanda de
una vivienda de interés social (DPN, 2005), entonces no es de
sorprenderse que la informalidad, es decir, aquellas soluciones de
vivienda construidas por fuera de las normas jurídicas, administrativas,
financieras y técnicas, sigue siendo el destino de un creciente número de
familias. (DPU, 2008, págs. 22 - 23)
No se puede negar que ha habido mejoría en el déficit de vivienda a nivel nacional,
sin embargo, sigue siendo una situación que desborda los límites económicos y toma
matices socio-culturales. Las grandes ciudades, en especial Bogotá, han tenido un
crecimiento exponencial en algunas de sus zonas como se corrobora con la variación
porcentual de la población según la tabla 1.2. Así como otras urbes, Bogotá no sólo
debe satisfacer las necesidades de servicios básicos y habitacionales a los hogares que
se conforman por ciclo natural, sino que además se suman las millares de personas que
llegan de otros centro urbanos y regiones apartadas, desplazadas por la violencia y la
falta de oportunidades a las que también debe atender. La población crece
exponencialmente pero los recursos físicos incrementan linealmente, esto hace crecer
más y más la brecha que separa los dos extremos. E esto se suma la regulación de
precios por la oferta y demanda que impone el mercado, que genera un efecto bola de
nieve que parece no tener reversa.
39
El informe de investigación que consultamos también muestra que en Bogotá la
mayoría de los asentamientos informales están localizados en los bordes sur y
suroccidental de la ciudad, en localidades como Ciudad Bolívar, Usme, Bosa, donde
alrededor del 90% de la vivienda tiene un origen informal. (DPU, 2008, pág. 27). Lo
anteriormente señalado se ve con mayor claridad en la gráfica 1.4 que representa los
lugares donde hubo crecimiento informal entre la década de los cincuenta al años
2000.20
En amarillo se representan las zonas de asentamiento informal.
La dinámica de crecimiento de la ciudad ha estado marcada por la relación formal-
informal. La urbe no ha tenido un crecimiento parejo y organizado, sino que se ha
formado como una colcha de retazos que se vinculan a lo largo de las décadas. Esto
conlleva a que no haya una unidad en la oferta de servicios, acceso a necesidades
básicas y desorden jurídico. La ciudad se vincula por fronteras invisibles que
difícilmente se diluyen y forman escaras en el tejido social que cuesta sanar. Hay una
Bogotá para los que la vida les ha favorecido y otra para los que tienen que lidiar con la
inclemencia de la vida, pero todos ellos con las mismas necesidades por satisfacer.
20 Fuente de la gráfica (DPU, 2008) página 53
40
Precio del suelo en Bogotá
No hay registro o acceso a un documento oficial que determine los precios del
suelo21
en la ciudad, sin embargo por pesquisas realizadas por el DAPD se tienen datos
para el 2005 del precio del suelo en la ciudad. Estos se puede observar en la tabla 1.7.
Para esta ocasión se considera suelo al área no urbanizada ni construida, solo los costos
aproximados por metro cuadrado de los lotes que pueden ser aprovechados para
crecimiento de la ciudad.
21 Áreas aun no construidas
Precios del suelo urbano y rural en áreas de
expansión (2005) (pesos/m2)
Zona rural urbano
Borde occidental 10.000-12.000 25.000-30.000
Suroriente 10.000-12.000 25.000-30.000
Norte 16.000 50.000-70.000
41
Como se puede observar en la tabla, los precios de la zona norte doblan a los del sur
y borde oriental (zonas de periferia). Dado los precios que esto maneja, el área norte22
no puede ser considerada para vivienda de interés social (VIS).
El déficit habitacional, como vimos anteriormente, se concentra en el área exterior al
centro ampliado, y donde se dan las áreas de desarrollo informal más grandes en la
ciudad. Estás zonas son las consideradas para el desarrollo de proyectos futuros de
soluciones de vivienda, pero pecan en mantener la brecha entre los que puedes costear
los precios de vivir más cerca del centro y los que se deben limitar a las fronteras de la
ciudad. Para sostener esta afirmación, es necesario ver de qué manera se está utilizando
el suelo en la ciudad.
Uso del suelo en la ciudad
Este análisis no se puede limitar a establecer costos del suelo en la ciudad, sino de
mirar en qué manera ese suelo ha sido utilizado. A continuación se observan en la tabla
1.8 los datos por localidad teniendo como categorías: residencial exclusivo (solo
residencial y baja densidad), suelo mixto (comercial predominante, residencial
intermedio y comercial compatible), suelo de desarrollo informal (pobreza, expendio de
drogas, desarrollo sin consolidar, deterioro urbanístico y desarrollo progresivo
consolidado) y suelo industrial. Todos los datos son tomados del documento de la
secretaría de movilidad anteriormente citado, tomando datos de la secretaría de Hábitat
de Bogotá en el año 2001. (DPU, 2008). En esta tabla se presenta la información según
los ítems mencionados anteriormente, y cuál es su valor porcentual sobre el cien por
22 El área norte ha sido fuente de especulación dado a los proyectos que se tienen pensado a futuro en
esta zona. Dentro de esta tabla no se considera el borde oriental pues ya ha sido totalmente urbanizado y
los cerros orientales es área de bosque protegida.
42
ciento de las edificaciones de toda la localidad. La tabla ha sido organizada teniendo
como referencia el valor porcentual de las edificaciones que tienen desarrollo informal,
en una escala de menor a mayor. Otro ítem que se incluye es lo institucional u otros,
donde también están los edificios del gobierno nacional y distrital, como también las
zonas verdes, parques y mobiliario de la ciudad (parques y hospitales).
Distribución porcentual del suelo por localidad
Localidad residencial
exclusivo
Mixto desarrollo
informal
industrial institucional u
otros
Teusaquillo 33,4 46,7 11,1 1,6 7,1
Usaquén 19,6 41,8 12,6 15,7 10,4
Barrios
Unidos
16,1 33,8 15,3 25,7 9,1
Antonio
Nariño
7,5 - 16,9 72,9 2,7
Engativá 4,6 4,5 19 62,9 9,1
Chapinero 9,9 60,3 27,3 - 2,5
Suba 9,4 32,9 28,8 18,4 10,6
Fontibón 1 10,4 37,3 24,1 27,2
Kennedy 3,2 1,4 40 40,9 14,5
Rafael Uribe 3,9 - 40,3 54,5 1,3
Puente Aranda 6,5 - 40,5 50,4 2,7
Tunjuelito 11,5 - 49,1 22,6 16,7
Los Mártires 6,3 2,4 53,5 31,1 6,6
La Candelaria 14,8 2,1 66,3 14,5 2,3
San Cristóbal 2,1 - 74,9 18,4 4,6
Bosa 1,6 - 81 3,3 14,1
43
Santa Fe 5,6 3 81,9 3,3 6,1
Usme 10,1 - 84,5 - 5,4
Ciudad
Bolívar
0,8 - 92,2 4,3 2,8
Como podemos observar las localidades que tienen los porcentajes más altos de
desarrollo informal son las ubicadas fuera del centro ampliado (Ciudad Bolívar, Usme,
Bosa, San Cristóbal) y las de más bajo están dentro de dicho borde (Usaquén,
Teusaquillo y Barrios Unidos). Para aportar mayor claridad se representa la distribución
de uso informal en la gráfica 1.5 donde se puede reconocer que las zonas de desarrollo
informal coinciden nuevamente con las esas zonas donde se concentra la mayor parte de
la población, la mayor densidad, y como es de suponer, los estratos socio-económico
más bajos. (Véase gráfica 1.2 para referencia)
44
Como se puede identificar en la gráfica, la mayor parte de la ciudad es de desarrollo
no consolidado, formado un arco que circunvala la urbe en su borde occidental, es decir,
donde la mayor parte de la población vive, donde los niveles de densidad por persona
son más altos, y donde hay mayor nivel de necesidades básicas insatisfechas. La zona
central de la ciudad, como se puede apreciar, tiene otros tipos de desarrollo mobiliario.
Sumado al lugar donde las personas viven, es menester identificar en qué zonas de la
ciudad las personas trabajan, pues es allí a donde se van a dar los desplazamientos, las
concentraciones de personas la mayor parte del día. Estos datos se representan en la
gráfica 1.6 citada del mismo documento.
45
Queda claro que la mayor densidad de empleo se da en el área central de la ciudad,
es decir que los desplazamientos de personas se dan de manera centrípeta. Otro
referente que se puede emplear para entender esta misma dinámica es ubicar en el mapa
los lugares donde las personas estudian. A continuación se presenta en la gráfica 1.6,
mediante puntos rojos, las universidades y centros de educación superior en la ciudad a
partir de la información suministrada por el servicio de mapas de Google. La mayor
parte de ellos se encuentran ubicados al margen oriental de la ciudad, en las localidades
de Usaquén, Chapinero y La Candelaria. Son pocas las que salen de este cuandrante.23
Las personas tienen que desplazarse grandes distancias para poder participar de la
propuesta educativa y cultural.24
23 La universidad Minuto de Dios, pensada por los padres Eudistas y la sede de la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas en Bosa. 24
Un signo contrario a esto es la red de bibliotecas públicas en la ciudad, que atiende población en los
distintos puntos cardinales de la ciudad, tanto en el centro ampliado como fuera de él.
46
La ciudad que lo resume todo
Lo rural y lo urbano
Al igual que el país, el distrito capital está marcada por la separación urbano-rural, la
mayor parte del territorio es rural, no obstante está fuera del imaginario colectivo de sus
habitantes, que se piensan únicamente desde su casco urbano. Hay una desvinculación
entre la urbe y el Sumapaz como la que hay entre la Colombia de las ciudades y esa
nación de las veredas, del campo, donde habitan esos otros colombianos que no son
percibidos como compatriotas y que solo ocupan titulares de prensa cuando tienen que
recurrir a las vías de hecho y al paro agrario para hacer respetar sus derechos y hacer
cumplir las obligaciones que el estado tiene para con ellos. Localidades que se creen
netamente urbana, que reúnen veredas con producción agrícola, como son Las
Mercedes, Quiba Bajo, Mochuelo Bajo, Santa Rosa, Guabal en la localidad de Ciudad
Bolívar, En Suba la de Chorrillos; La localidad de Usme reúne también las veredas Las
Margaritas, Curibital, El destino, La Requilina, Soches y Olarte; Y la enorme localidad
de Sumapaz, que conecta el territorio de Bogotá con el departamento del Tolima. (Arias
Guerrero, 2007)
Del mismo modo la población indígena, que según datos recogidos por el diario
Nuevo Siglo, en el artículo 87, pueblos indígenas residen en Bogotá (García Bejarano,
2012)25
estando ubicados la mayor parte de ellos en Bosa, Engativá, Suba y Rafael
Uribe. Una de sus grandes dificultades es la falta de suelo donde llevar a cabo su estilo
de vida agrícola por lo que se ven obligados a vincularse laboralmente a trabajos de
25http://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/9-2012-en-bogot%C3%A1-residen-87-pueblos-
ind%C3%ADgenas.html citado y consultado el 28/03/2014 11:24am
47
construcción o informales. La mayor parte de ellos, 55,4% han nacido por fuera de la
ciudad, en su gran mayoría víctimas del desplazamiento forzado.
Bogotá y sus habitantes han olvidado el espíritu rural del país Desde la gran
migración durante los años sesentas y setentas del siglo XX y el crecimiento
exponencial de las ciudades se ha dado un proceso de desconexión entre campo y
ciudad. Se da una diferencia sorprendente de oportunidades como también el impacto
sufrido por el conflicto armado. Lo peor de esto es que, como se ha visto, las personas
que llegan a la ciudad en su mayoría se ubican en las localidades de mayor crecimiento,
es decir, las más pobres, con mayores necesidades, alejadas de los centros de trabajo, y
sin posibilidades de vincularse a un trabajo formal por falta de preparación que no pudo
ser adquirida en los lugares de origen.
La misma dinámica se da al interior de la ciudad, donde las personas deben superar
grandes barreras económicas y sociales (sin excluir las mentales) para poder ubicarse
debidamente en la ciudad, ser reconocidas como parte de ella, gestores de su propia
historia y desarrollo personal, coartado por las circunstancias y el olvido del estado.
Un pasado que nos une
Colombia, a diferencia de otros países de Latinoamérica, tiene muy marcada la
distinción entre las regiones culturales que la conforman. La manera de ser, pensar y
sentir de un colombiano de la región norte es distinta a la de un nariñense, cuya cultura
es andina y no caribe. Así se pueden enunciar muchas diferencias entre paisas, rolos,
vallunos, opitas, llaneros, santandereanos, amazónicos o raizales. Por esta razón,
Colombia, profundamente diversa desde sus orígenes hasta el tiempo presente, no puede
integrar toda su historia en un único capítulo integrador que recopile por costumbres y
48
folclor la identidad nacional. Sin embargo, se han desarrollado históricamente 204 años
de nación y continúa la lucha por lograr formular y llevar a cabo un proyecto común a
todos.
Hay dos elementos que son comunes a todos los colombianos y que pueden ser
considerados como los integradores del proyecto nacional: la violencia y la lucha por la
tierra. Todos los colombianos han sido tocados de una u otra manera por alguna de las
etapas de la violencia en el país: desde el periodo colonial, que hacia su final estuvo
marcado por la lucha de los criollos contra los peninsulares por tener igualdad de
derechos; por la guerra de independencia; por la conformación de la república, que
desde su origen estuvo polarizada en dos bandos y que conllevó a la guerra partidista
(uno de sus elementos catalizadores del conflicto fue la tierra); por los conflictos del
siglo XX, con el nacimiento de las guerrillas insurgentes a mediados del siglo pasado
como respuesta del campesinado ante el abandono estatal; por el narcotráfico y la
cocalización del agro colombiano; por los grupos paramilitares y más recientemente por
las BACRIM26
con sus consecuencias latifundistas en extensas zonas del país.
La violencia y la tierra han sido dos elementos de la historia del país que han ido
siempre yuxtapuestas y de las cuales ninguna región ha estado exenta. Cabe anotar que
la violencia no es entendida únicamente como el conflicto armado, sino que se
manifiesta de diversas formas y toma matices distintos que se pueden enumerar: el
abandono por parte del Estado, un sistema judicial amañado e inoperante que camina
solo cuando hay dineros de por medio, el desplazamiento forzado a causa del conflicto
interno, el reclutamiento forzado de niños, la falta de oportunidades para el desarrollo
26 Bandas criminales que surgen como consecuencia del fracaso de inclusión social de muchos de los
desmovilizados de la Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
49
del agro y competencia inequitativa contra actores internacionales, la concentración de
recursos naturales estratégicos en manos de corporaciones transnacionales sin
compensación reciproca ni respeto por las comunidades locales o el medio ambiente,
una juventud que no tiene medios para acceder a la educación superior o el irrespeto de
los derechos fundamentales son solo algunas situaciones que se pueden codificar como
violencia.
La ciudad de Bogotá, como se ha querido presentar a lo largo de este capítulo, es una
fracción del país donde se resume y representa la situación nacional. En ella
compaginan lo bueno y lo malo de la coyuntura que se está viviendo.
El siguiente capítulo estará dedicado a juzgar esta realidad a la luz de la fe cristiana,
desde la reflexión de la teología y las palabras de esperanza de las Escrituras. No se
buscará justificar lo que ocurre o dar explicaciones, sino ante todo es una reflexión que
motiva a tomar postura ante los signos de los tiempos y sobre todo, asumir la
responsabilidad de todo cristiano de edificar Reino.
50
CAPÍTULO 3: JUZGAR A LA LUZ DE LA FE
El segundo estuvo dedicado a reflexionar la realidad que se viven en la ciudad
mediante datos estadísticos. Esa mirada de la realidad quedaría corta si no se filtra a
través de una experiencia creyente, pues en últimas, las motivaciones de este trabajo no
son sociológicas, sino que busca en sí mismo ser una respuesta pastoral, por ende,
creyente.
Mas no se puede perder de vista que la revelación cristiana, como recuerdan los
padres conciliares en la Dei Verbum, es un acto de amor por parte de Dios que se da en
la historia, haciendo partícipe al hombre del plan salvífico (cf. DV 2). Por tanto, es en
los acontecimientos de la vida cotidiana donde el cristiano debe reconocer la Presencia
del Padre en su historia personal, y de manera especial en la comunitaria, respondiendo
en un acto de fe y haciéndose un constructor más del Reino. Se recuerda en la carta de
Santiago que la fe sin obras es muerta, pero las obras sin fe carecen de sentido o si son
limitadas a un único grupo social no representan la verdadera voluntad de Dios (St 2, 8-
10. 18), por ello este segundo capítulo está dedicado a dar una mirada sobre esa realidad
que se viven en la ciudad de Bogotá pero desde la fe cristiana.
Tal como subraya igualmente la DV en el numeral 9, hay una mutua relación entre
las Escrituras y la Tradición, por ello, para mantenerse fiel a la invitación de la
constitución dogmática, se pensará desde los dos estadios, el bíblico (incluyendo la
tradición vétero-testamentaria y evangélica) y el Magisterio de la Iglesia a nivel de
iglesia universal y a escala latinoamericana. Sin embargo, la vida cristiana no se ve
únicamente inspirada por el Magisterio eclesial y la Palabra revelada, sino también por
la reflexión que hace el pueblo de Dios desde sus bases. Por ello también se incluyen
dentro de esta monografía algunas reflexiones teológicas de diversos autores, de
51
mención especial las de José Luís Caravias con su teología de la tierra y las de Juan
Bautista Metz desde su teología política y su aporte de la categoría memoria.
Este capítulo pretende presentar algunas de las fuentes que inspiran el actuar del
cristiano ante las situaciones que viven, en este caso concreto, la realidad de
desigualdad e injusticia que se vive en la ciudad de Bogotá, reflejo de una dinámica
mayor a nivel nacional. No se tratará de realizar un tratado sobre la teología de la tierra,
tema que sirve de hilo conductor para esta monografía, sino de recoger la experiencia
socio-cultural y de fe del pueblo de Israel en dos contextos particulares (Amós y
Miqueas) junto a la de la comunidad cristiana primitiva (Mt 25, 31-46; Hch 4, 32-37 y
1Co 1, 10-17) desarrollar una proceso hermenéutico de la coyuntura actual en el Distrito
capital de Bogotá.
Para la revisión del Magisterio eclesial se recurrirá a la lectura de algunos
documentos eclesiales, en especial aquellos que hagan mención al tema y aporten a la
reflexión; lo mismo se hará con los documentos de la conferencia episcopal
latinoamericana.
52
A la escucha de la palabra
Las Escrituras son fuente de inspiración para el pueblo de Dios, a ellas recurre en
todo momento para descubrir las palabras que Dios tiene para decir. Como se sabe,
siendo Palabra de Dios está igualmente marcada por las vivencias de una comunidad o
de una persona que recibió la moción de poner por escrito lo que Dios daba a
comunicar. Por ello no se puede perder de vista que las Escrituras muestran también a
una comunidad, a personas comunes con necesidades concretas: persecución,
sufrimiento, alegría y esperanza para el futuro.
A continuación se realizará una aproximación a dos de esas experiencias particulares
que fueron Amós y Miqueas, los cuales comparten una situación similar a la que se
tiene en Colombia actualmente: prosperidad económica de la nación, esplendor del culto
religioso, pero una desigualdad social que sumía en la miseria a muchos y engordaba a
otros.
Amós y Miqueas en su contexto
Al profeta Amós se le puede ubicar aproximadamente en el año 760 a.C., en tiempos
de Jeroboam II (783-743 a.C.), periodo durante el cual las fronteras se extendieron y
tomó fuerza la monarquía israelita (cf. 2 R 14,25-27). Era oriundo del sur, de Tecoá,
poblado cercano a Belén (Am 1,1), pero su acción misionera la desarrolló en el norte
como queda presente en sus oráculos para el reino de Israel (Am 7, 15). Es de origen
campesino (cf. Am 1,1; 7,14a) más no necesariamente pobre. Su denuncia se centra en
la desigualdad e injusticia que implica que, a pesar de la prosperidad económica que
está teniendo el país, algunos se llenen hasta hartarse, cometiendo toda clase de
inmoralidades mientras que otros padecen el hambre y la miseria.
53
El profeta Miqueas es igualmente de esta misma época. Se ubica hacia la segunda
mitad del siglo VIII a.C. entre los años 750 y 700. Era oriundo de Moréset (Mq 1,1)
poblado ubicado a 40 kilómetros al suroccidente de Jerusalén, es decir que se le puede
ubicar en una zona rural fértil en el reino de Judá, sin embargo su mensaje es tanto para
el norte como para el sur. (Mq 1,1b). En el libro de Miqueas, a diferencia de Amós, no
se hace referencia a su oficio, pero el consenso general indica que seguramente era
campesino, algunos afirman que sin tierra, y que igual que Amós se siente llamado por
Dios a responder ante la situación de injusticia y desigualdad que está viviendo en su
contexto.
Con respecto al contexto geográfico conviene señalar que la región de Palestina era
un paso obligado entre los dos mayores imperios de la época: Egipto y los pueblos de
Mesopotamia (Asiria en particular), esto la convertía en paso obligado para el comercio
y la política, con tierras aptas para el cultivo pero acaparadas en manos de pocos.
La nación que controla a las otras es Asiria, la cual había dado un giro en la política
exterior para tiempos del profeta. Comentan Quiñónez y López al respecto:
En el año 745 a.C. las cosas cambian. Asiria cambia de rey. Sube al trono
Teglat-Falasar III (745-727 a.C.) y con él cambia la política nacional e
internacional. (…) Hasta ahora Asiria se conformaba con recibir tributos
(impuestos) de los países que conquistaba (o dominaba), a cambio de la
“protección” que les ofrecía. En el nuevo reinado la política va a cambiar. Al
conquistar un país lo ocupan y se instalan en él de forma permanente. (…) Con
esta política Asiria se levantará como el imperio más poderoso de la época.
Todos los pequeños reinos de aquella parte del mundo se ven amenazados por el
“hambre” expansionista e imperialista de Asiria. (pág. 34)
54
Sobre la situación social se puede comentar que estaba marcada por el desequilibrio
social. La expansión de Jeroboam en el norte y por Azarías en el sur se logró gracias a
varias campañas militares que fueron financiadas con los impuestos, tanto de dinero
como de especies, junto al reclutamiento de los hijos de los campesinos para la guerra.
Al respecto comentan los autores anteriormente citados:
Muchos campesinos que no podían pagar estos elevados impuestos acababan
abandonando el campo y probando suerte en la ciudad. Allí pasaban a formar
parte de los “barrios marginales”, fuera de las murallas de la ciudad (…) Los
estudios arqueológicos, hechos en la ciudad de Samaria, demuestran que en esta
época la expansión de los “barrios marginales” era muy grande. El “éxodo rural”
de los campesinos que buscaban alternativas y refugio en las ciudades fue muy
intenso. Si ya la situación en el campo era dura, con esta política y sistema de
impuestos se hacía insostenible. (Quiñónez & López, 1999, pág. 40)
Denuncia profética
El libro de Amós se puede dividir en cinco partes: un prólogo muy corto (1, 1-2), el
oráculo contra las naciones y contra el pueblo de Israel (1,3-2,16), denuncias y
amenazas sobre Israel (3,1-6,14), las visiones proféticas de las langostas, el fuego, la
plomada, la cesta de frutas (7,1-9,10) y un epílogo de esperanza (9,11-15). El profeta
Miqueas guarda una estructura más sencilla organizada en tres momentos: la sección de
denuncias (cap. 1-3), la visión y promesa de restauración (cap. 4-5) y los reproches del
Señor y promesas de salvación (cap. 5-6). No obstante, los dos coinciden en la misma
temática: la denuncia ante la desigualdad entre los habitantes del mismo pueblo.
55
La riqueza del texto permitiría extenderse ampliamente, pero dadas a las limitaciones
de espacio se concentrará la mirada en dos perícopas paralelas en los dos profetas, la
primera es Am 2, 6-16, estableciendo un paralelo con Miq 2, 1-5. La segunda es Am 9,
11-15 con Miq 7, 11-13.
El profeta Amos anuncia el oráculo sobre Israel, mostrando la ira de Dios por
aquellos pecados que han cometido (y que actualmente en la doctrina social de la Iglesia
se denominan pecados sociales). Dice en el versículo seis “Así dice el Señor: los de
Israel han cometido tantas maldades que no dejaré de castigarlos; pues venden al
inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias” (Am 2,6). El profeta continúa su
acusación: “Oprimen y humillan a los pobres, y se niegan a hacer justicia a los
humildes” (Am 2,7). Queda claro que la denuncia es para los acaudalados y ricos de su
tiempo, pero hay que subrayar que su pecado no es tener riquezas sino el despilfarrarla y
hacer daño a los otros por querer más dinero. Esto mismo se puede confrontar con Miq
2, 1-2:
¡Ay de aquellos que aun en sus sueños siguen planeando maldades, y que al
llegar el día las llevan a cabo porque tienen el poder en sus manos! Codician
terrenos, y se apoderan de ellos, codician casas, y las roban. Oprimen al hombre
y su familia, al propietario y a su herencia.
La denuncia de los dos profetas es clara: el pueblo acaudalado ha caído en pecado al
desear acumular y apoderarse de todo sin importarle el sufrimiento que esto conlleva a
sus compatriotas, la idolatría por el dinero los ha llevado a olvidar la voluntad de Dios,
a cumplir la ley moral y cultural contemplada en la tradición (Torá).
56
Esta denuncia que hacen los dos profetas es fuerte y clara. Con ella queda igualmente
patente que Dios no quiere la aniquilación sino la con-versión de esos que han perdido
el rumbo; Dios quiere que conviertan su corazón y sus actos a la voluntad divina, es
decir, lo que en categorías actuales sería la equidad entre todos los habitantes, el respeto
por el otro y el reparto justo de los bienes de la tierra. Cerrando los dos libros se enuncia
lo mismo: la conversión y la justicia es lo que traerá la prosperidad al pueblo, ya lo dice
bien Amós:
Entonces traeré del destierro a mi pueblo Israel. Reconstruirán las ciudades
destruidas, y vivirán en ella; plantarán viñedos, y beberán su vino; sembrarán
huertos, y comerán sus frutos. Pues los plantaré en su propia tierra, y nunca más
volverán a ser arrancados de la tierra que les di. Dios el Señor lo afirma. (Am 9,
14-15)
A lo que Miqueas hace eco:
Jerusalén, ya viene el día en que tus muros serán reconstruidos y tus límites
ensanchados. Ya viene el día en que acudirán a ti de todas partes: desde Asiria
hasta Egipto, desde el río Nilo hasta el Éufrates, de mar a mar y de monte a
monte. (Miq 7, 11-12)
Estos dos libros son la muestra fehaciente que ya desde la antigüedad se daban estas
situaciones, pero que la lucha y las motivaciones religiosas para trasformar esa realidad
son de la misma data. La voluntad divina siempre estuvo del lado del desprotegido, de
aquel que no tiene como defenderse solo, por ello la defensa de los derechos, la
promoción de la justicia y la dignidad del ser humano es un tema que no solo no es
ajeno a la fe sino que además es un imperativo moral. La tradición vétero-testamentaria,
57
desde el pentateuco y los profetas, ofrece innumerables ejemplo de la actitud de Dios en
favor del débil y el desamparado, pero esto no se enraíza únicamente en la tradición
judía, sino que se hizo eco del mismo clamor en el mensaje cristiano del nuevo
testamento como se presentará a continuación.
El juicio a las naciones en Mateo
Hay distintos pasajes de los evangelios y las Cartas neo-testamentarias que son una
invitación al justo reparto de los bienes. Pero el juicio a las naciones en el evangelio de
Mateo ejemplifica claramente lo que la comunidad cristiana primitiva aceptó como
verdad de fe y mensaje acorde a las enseñanzas de Jesús. El autor sagrado colocó en la
misma boca del maestro, para enseñar mediante una visión escatológica, el sentido de la
justicia y las obras para con los hermanos: “todo lo que hicieron por uno de estos
hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron.” (Mt 25, 40).
El juicio hace parte de todo el discurso escatológico que comprende todo el capítulo
25 del evangelio de Mateo, el cual es una invitación a estar preparado para la segunda
venida. Apartándose de esa lectura apocalíptica, se pueden descubrir en este apartado
instrucciones para vivir la vida cristiana de la mejor manera, y además, una lectura de
las situaciones que se presentaban en la comunidad destinataria del texto.
El juicio se puede dividir en tres partes. La primera corresponde a la llegada del Hijo
del hombre, aquel que va a fungir de juez de todas las naciones. Corresponde a los
versículos 32 y 33:
Cuando el Hijo del hombre venga rodeado de esplendor y de todos sus ángeles,
se sentará en su trono glorioso. La gente de todas las naciones se reunirá delante
58
de él y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras.
(Mt 25,31-32)
El texto muestra que el mensaje va dirigido a todas las naciones, es decir, supera las
fronteras de lo cristiano para entrar al plano de lo social. Así se revela como una
invitación universal que, en palabras del ya santo papa Juan XXIII, está dirigida a todos
los hombres de buena voluntad.
Más aún, y retomando la línea que se ha mantenido a lo largo de esta monografía, la
invitación no espiritualiza el llamado, como se detalla en la segunda parte (Mt 25, 33-
40), sino que exige responder a situaciones concretas, materiales: hambre, sed,
alojamiento, desnudez, enfermedad, aflicción. (vv. 35-36). La respuesta parece tomar
por sorpresa a los espectadores que se preguntan: “¿cuándo te vimos con hambre y te
dimos de comer? ¿O cuándo te vimos con sed y te dimos de beber?” (v. 37). La
respuesta del rey es precisa y sin titubeos: “les aseguro que todo lo que hicieron por uno
de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron”. (v. 40)
La tercera parte (Mt 25, 41-46) es la yuxtaposición de la segunda, donde se condena
la falta de caridad por los hermanos. Como se puede ver, la fe de la que habla el texto
exige una conducta moral, es decir, la práctica de la caridad con el prójimo, como lo
recuerda claramente la carta de Santiago en el capítulo dos:
Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe, si sus hechos no lo
demuestran? ¿podrá salvarlo acaso esa fe? Supongamos que un hermano o una
hermana les falta la ropa y la comida necesaria para el día; si uno de ustedes le
dice: “que les vaya bien; abríguense y coman todo lo que quieran”, pero no les
59
da lo que su cuerpo necesita ¿de qué les sirve? Así pasa con la fe: por sí sola, es
decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta. (St 2, 14-17)
La fe cristiana, en la tradición católica, ha asumido como propia el justo reparto de
los bienes como uno de los pilares de la doctrina social de la Iglesia; como se puede ver,
tanto la denuncia de los profetas Amós y Miqueas como el juicio a las naciones
coinciden en varios puntos que centran la idea de lo que la comunidad cristiana asume
como lo justo: la denuncia que se hace es intracomunitaria, son los grandes
terratenientes lo que despojaron de tierras a los pobres en el tiempo de los profetas, son
a los hermanos a quienes hay que hacerles justicia, dice el evangelio. No se espiritualiza
la fe, sino que se hace un reclamo sobre la dimensión concreta o material de la vida real
en la que se vive la fe: tierra, alimento, vivienda, vestido, acceso a necesidades básicas.
Así, la desigualdad es cizaña que carcome a la comunidad creyente, y Dios desea que
todos sus hijos vivan de la misma manera, pero no contempla justificar a aquél que obra
indebidamente, actuando con maldad. Tanto los profetas como el evangelio culminan
dando un sentido escatológico al mensaje, que a pesar de contener en sí mismo
condenas (Cf. Mt 25, 45-46; Mq 1, 2-5; Am 1,3-5) también es un mensaje cargado de
esperanza, de puertas abiertas al cambio y a la restauración: invitación a vivir como un
solo pueblo donde todos se ven y tratan como hermanos. (Cf. Am 9, 11-15; Mq 7, 14-
20; Mt 28, 19-20).
Esta tradición no se limita únicamente a la Palabra de Dios, sino que además es
retomada en las enseñanzas de los Padres que han sucedido a los apóstoles,
manteniendo viva la fe, fiel al evangelio. A continuación se retomarán apartados de esta
enseñanza que el Magisterio eclesial ha heredado a la comunidad de creyentes, esto a
nivel de la Iglesia universal como también a nivel de Latinoamérica.
60
En los Padres de la Iglesia
La Iglesia ha sido enriquecida inmensamente por la sabiduría inspirada por el
Espíritu en los Santos Padres. La patrística es fuente de inspiración y aprendizaje para
los creyentes de todo tiempo y lugar, y por medio de ella se puede descubrir la voluntad
de Dios revelada a la comunidad.
Decía San Policarpo en su análisis de la carta a los Filipenses que el amor al dinero
es fuente de todos los males, por ello es necesario armarse con las armas de la justicia y
seguir los mandamientos de Dios para obrar como es debido (Peinado Peinado, 2010).
La patrística, tanto latina como la griega, desarrolló sin una intención oficial, una
doctrina económica para la Iglesia; la comunicación de los bienes fue uno de los pilares
de la enseñanza para las comunidades del primer milenio de historia cristiana (U.C.T,
2014).
Lactancio (s. III-IV) enseñaba que hacer el bien es ayudar a los humildes y
desgraciados, dar de comer al que no tenga.27
A lo que podemos agregar las buenas
palabras de san Ambrosio (340-397): “Yo te muestro donde puedes guardar tu trigo,
dónde puede estar seguro de que no te lo arrebatarán los ladrones: dalo a los pobres”28
.
San Isidoro (556-636) le recordaba a sus fieles: “dos cosas se deben observar
respecto al amor al prójimo: una, no hacer mal a nadie; otra hacer el bien a los demás.
Primero evitar hacer el daño, después saber distribuir”.29
De esta manera se podrían citar a muchos otros santos Padres. Y de toda la reflexión
patrística se podría entonces resaltar esta idea fuerza que está en el centro de este
27 Citado en Pistas para el diálogo N° 203,
http://ruralescristianos.org/revistas/Pistas/203%20Comunicacion%20cristiana%20de%20bienes.pdf el día
10/06/2014 6:30pm
28 Loc. Cit.
29 Loc. Cit.
61
trabajo: los Padres de la Iglesia exhortaron al justo reparto de los bienes. Cabe aclarar
que para el tiempo y contexto donde los Padres de la Iglesia se desenvolvieron, la
pregunta que inspiró el evangelio y sus opciones se concentró en el tema del reparto de
los bienes. Los Padres no reflexionaron tanto sobre lo que hoy llamaríamos un análisis
estructural sobre las causas de la desigualdad. Ellos eran conscientes de la relación
dialéctica entre riqueza y pobreza, no condenaban al rico, sino a la manera como habían
obtenido esos bienes (si los recursos están para todos, es porque en algún momento
hubo un acto injusto que desequilibró la balanza). (U.C.T, 2014).
En el Magisterio de la Iglesia
Dice la constitución dogmática Lumen Gentium, en su primer numeral, que la misión
de la Iglesia es ser sacramento de Cristo, y que por medio de su acción y labor procura
reunir a todos en la plena unidad del Señor (cf. LG 1). Por ello es necesario reconocer
que recae sobre ella la responsabilidad de ser germen del Reino:
“Por esto la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando
fielmente sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de
anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y
constituye en la tierra el germen y el principio del Reino” (LG 5 § b).
Así pues, el mensaje de la Iglesia no es ajeno a la justicia y a la caridad, todo lo
contrario, los hace suyos y los vive intensamente, más aún, reconoce que los gozos y las
esperanzas, alegrías y tristezas de los pueblos, son los mismo de los discípulos de Cristo
(cf. GS 1). Por consiguiente, el pueblo debe tener los oídos y los ojos atentos al clamor
que el mismo Padre Celestial escucha y ve en los que sufren, y estar prestos al llamado
que él mismo les hace.
62
En el magisterio de la Iglesia universal
Este mensaje ha sido asumido y expandido de diversas maneras, unas más enérgicas que
otras, por parte de las conferencias episcopales. Por medio de escritos ha sido dado a
modo de exhortación y súplica a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena
voluntad en el mundo entero. En particular el tema del justo reparto de los bienes, y en
especial el reparto de la tierra, no ha sido la excepción, de lo cual se pueden señalar
varios ejemplos.
La carta encíclica Laborem Exercens de Juan Pablo II reflexiona sobre la relación que
hay entre el trabajo y la tierra, señala el Santo Padre al respecto:
“El trabajo entendido como una actividad «transitiva», es decir, de tal naturaleza
que, empezando en el sujeto humano, está dirigida hacia un objeto externo,
supone un dominio específico del hombre sobre la «tierra» y a la vez confirma y
desarrolla este dominio. Está claro que con el término «tierra», del que habla el
texto bíblico, se debe entender ante todo la parte del universo visible en el que
habita el hombre; por extensión, sin embargo, se puede entender todo el mundo
visible, dado que se encuentra en el radio de influencia del hombre y de su
búsqueda por satisfacer las propias necesidades. La expresión «someter la tierra»
tiene un amplio alcance. Indica todos los recursos que la tierra (e indirectamente
el mundo visible) encierra en sí y que, mediante la actividad consciente del
hombre, pueden ser descubiertos y oportunamente usados”. (LE 4 § c)
Cuando el Papa se refiere a la tierra lo hace es en relación a los recursos que de ella se
puede obtener. El Pontífice ve como justo y necesario el disfrute de dichos bienes. Sin
embargo, y es lo que vale la pena subrayar, el texto es claro al referir que es para el
sujeto humano, es decir, para todos y cada uno de los que habitan la tierra. Por ello la
63
acumulación de los recursos va en contravía del desarrollo pleno de las personas, porque
las aleja de ese proceso de parecerse más a su creador. En ese sentido el texto afirma:
“En época más reciente se coloca en primer plano el problema del «mundo». Por
lo tanto, se considera no sólo el ámbito de la clase, sino también el ámbito
mundial de la desigualdad y de la injusticia; y, en consecuencia, no sólo la
dimensión de clase, sino la dimensión mundial de las tareas que llevan a la
realización de la justicia en el mundo contemporáneo. Un análisis completo de la
situación del mundo contemporáneo ha puesto de manifiesto de modo todavía
más profundo y más pleno el significado del análisis anterior de las injusticias
sociales; y es el significado que hoy se debe dar a los esfuerzos encaminados a
construir la justicia sobre la tierra, no escondiendo con ello las estructuras
injustas, sino exigiendo un examen de las mismas y su transformación en una
dimensión más universal”. (LE 2 § d)
Haciendo resonancia a lo anterior, el Pontificio Consejo Justicia y Paz (PCJP), en el
documento titulado “Para una mejor distribución de la tierra. El reto de la reforma
agraria” señala que el actual modelo industrial ha sido capaz de producir riquezas nunca
antes vistas, sin embargo ha fracasado en el proceso de la distribución de la misma.
(PCJP, 1997, Nº 1) Dentro de sus denuncias señala la concentración de grandes
extensiones de tierras en manos de unos pequeños latifundistas (Nº 4a), lo que
marginalizó a las pequeñas propiedades (Nº 4c). Este proceso, catalizado por la
industrialización de la economía, conllevo al empobrecimiento del pequeño agricultor, y
la perdida de sus tierras a mano de grandes grupos económicos. Igualmente las reformas
agrarias han sido ineficaces para detener esta concentración que marcha rampante a sus
64
anchas (Nº 8), vulnerando los derechos de las comunidades y sus tradiciones (Nº 8b) y
consumiéndose en la corrupción que impera en la sociedad. (Nº 8c).
Igualmente dicho documento, en el numeral 12, hace una enérgica acusación sobre el
uso de la violencia y el terror de las élites terratenientes para hacerse a los recursos:
“La élite terrateniente y las grandes empresas de explotación de los recursos
mineros y madereros no han tenido reparos en muchas ocasiones en instaurar un
clima de terror para calmar las protestas de los trabajadores, obligados a soportar
ritmos de trabajo inhumanos y retribuidos con salarios que a menudo no cubren
los gastos de viaje, las comidas y el alojamiento. Se ha instaurado este clima
también para ganar los conflictos con los pequeños agricultores que llevan
mucho tiempo cultivando tierras de propiedad del Estado o bien otras tierras o
para apoderarse de las tierras ocupadas por los pueblos indígenas.
En estas luchas se utilizan métodos intimidatorios, se efectúan detenciones
ilegales y, en algunos casos extremos, se reclutan grupos armados para destruir
los bienes y las cosechas, para quitar poder a los líderes de las comunidades,
para deshacerse de algunas personas, incluidos los que defienden a los más
débiles, entre los cuales también hay que recordar a muchos responsables de la
Iglesia. (PCJP, 1997, Nº 12)
La situación actual contradice las exigencias que ya su Santidad Pío XI hacía en la
década del treinta del siglo XX en su carta encíclica Quadragesimo anno. En ella, en el
numeral 75 señala y exige:
65
A esto contribuye grandemente también la justa proporción entre los salarios,
con la cual se relaciona estrechamente la proporción de los precios a que se
venden los diversos productos agrícolas, industriales, etc. Si tales proporciones
se guardan de una manera conveniente, los diversos ramos de la producción se
complementarán y ensamblarán, aportándose, a manera de miembros, ayuda y
perfección mutua.
Ya que la economía social logrará un verdadero equilibrio y alcanzará sus fines
sólo cuando a todos y a cada uno les fueren dados todos los bienes que las
riquezas y los medios naturales, la técnica y la organización pueden aportar a la
economía social; bienes que deben bastar no sólo para cubrir las necesidades y
un honesto bienestar, sino también para llevar a los hombres a una feliz
condición de vida, que, con tal de que se lleven prudentemente las cosas, no sólo
no se opone a la virtud, sino que la favorece notablemente. (QA 75)
Esta misma exigencia se repetiría bajo el pontificado, de feliz memoria, de Juan XXIII,
con su carta encíclica Pacem in Terris. En ella su Santidad comienza a enumerar los
derechos del hombre, colocando en primer lugar de la lista el derecho a la existencia y a
un decoroso nivel de vida. Se escribió en esa ocasión:
Puestos a desarrollar, en primer término, el tema de los derechos del hombre,
observamos que éste tiene un derecho a la existencia, a la integridad corporal, a
los medios necesarios para un decoroso nivel de vida, cuales son,
principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el descanso, la asistencia
médica y, finalmente, los servicios indispensables que a cada uno debe prestar el
Estado. De lo cual se sigue que el hombre posee también el derecho a la
66
seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y,
por último, cualquier otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los
medios necesarios para su sustento (PT 11).
Como se evidencia, la iglesia siempre ha defendido el derecho al sostenimiento de la
persona para poder desarrollar una vida digna, pero esto es por medio del justo reparto
de los bienes, eje articulador de la doctrina social de la Iglesia, del cual, el actual
pontificado de Francisco no ha sido ajeno; todo lo contrario, se ha caracterizado por una
mayor apertura a temas sociales y a la opción preferencial por los pobres. En su
exhortación apostólica Evangelii Gaudium el Santo Padre invita a todos los fieles a
recordar que la evangelización tienes repercusiones sociales, (EG 177) y no se puede
hacer una separación entre kerygma y compromiso social pues confesar la fe en
Jesucristo es igualmente reconocer la dignidad del ser humano, lo que se traduce en
desear, buscar y cuidar el bien de los demás (cf. EG 178).
Señala el papa en la misma exhortación que la refrescante novedad del evangelio no
puede perder el sentido que se le quiso dar, la ley del amor es un recordatorio perenne
de que en el compromiso con el otro se encuentra la manera de vivir la fe y la
obediencia a Dios. (cf. EG 179). Más aún, anotó Francisco al respecto:
Leyendo las Escrituras queda por demás claro que la propuesta del Evangelio no
es sólo la de una relación personal con Dios. Nuestra respuesta de amor tampoco
debería entenderse como una mera suma de pequeños gestos personales
dirigidos a algunos individuos necesitados, lo cual podría constituir una «caridad
a la carta», una serie de acciones tendentes sólo a tranquilizar la propia
conciencia. La propuesta es el Reino de Dios (cf. Lc 4,43); se trata de amar a
Dios que reina en el mundo. En la medida en que Él logre reinar entre nosotros,
67
la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para
todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a
provocar consecuencias sociales (EG 180).
El Reino de Dios se hace presente ya, pero como realidad escatológica no se ha
consumado aún; el Reino es construido por cada uno de los fieles que con su tesón y
búsqueda de la justicia lo van edificando en la realidad histórica concreta. Por ende, sin
que la justicia social se pueda identificar absolutamente con el Reino, ella sí es un
elemento constitutivo y muestra fehaciente de que el proyecto de Dios se está
consolidando.
Para concluir este apartado sobre el Magisterio eclesial, es menester rescatar la
reflexión que el Santo Padre hace con respecto a la relación entre religión y sociedad, la
cual ha sido marginada y rechazada como fuera de lugar. Todo lo contrario. Dice el
Papa Francisco en el numeral 183 del mencionado documento:
Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la
intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y
nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil,
sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. ¿Quién
pretendería encerrar en un templo y acallar el mensaje de san Francisco de Asís
y de la beata Teresa de Calcuta? Ellos no podrían aceptarlo. Una auténtica fe
-que nunca es cómoda e individualista- siempre implica un profundo deseo de
cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro
paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y
amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con
sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa
68
común y todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y del
Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe
quedarse al margen en la lucha por la justicia» Todos los cristianos, también los
Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor.
De eso se trata, porque el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y
propositivo, orienta una acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser
un signo de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo. Al mismo
tiempo, une «el propio compromiso al que ya llevan a cabo en el campo social
las demás Iglesias y Comunidades eclesiales, tanto en el ámbito de la reflexión
doctrinal como en el ámbito práctico» (EG 183)
En el magisterio latinoamericano
La conferencia del episcopado latinoamericano (CELAM) en respuesta a los signos
de los tiempos e iluminada por el Espíritu ha llevado a cabo en momentos particulares
de la historia eclesial latinoamericana algunas “conferencias generales” donde los
obispos del subcontinente se han reunido a debatir, pensar y discernir el futuro eclesial
de la región, buscando responder al llamado del pueblo que camina junto a su Dios.
Fruto de estas reuniones han salido documentos que, a pesar de los años, siguen
alimentando la reflexión teológica latinoamericana, motivan a la praxis eclesial de las
comunidades e inspiran a realizar una mirada retrospectiva de la historia de los pueblos.
A continuación se retomarán los mencionados documentos, en su orden cronológico,
acotando los aportes al tema que competen a esta monografía. Dicho sea de paso, no se
buscará profundizar en ellos, sino sacar a flote esos referentes pastorales para que sirvan
de guía en este proceso de juzgar la realidad.
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El año de 1968 se dio la conferencia de Medellín, la segunda de su tipo, pero la
primera en profundidad, la cual abrazó con gran vigor al Concilio Vaticano II y los
vientos de renovación que llegaron con él. Los obispos de América latina y el Caribe
reunidos en presencia del Espíritu tomaron una actitud profética que después de casi 50
años sigue resonando en la Iglesia.
Los obispos reunidos de la conferencia expresaron claramente que una de las grandes
preocupaciones para Latinoamérica era precisamente la situación que se estaba dando
en el campo. Queda escrito en el numeral 14 del documento:
Esta Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano no quiere
dejar de expresar su preocupación pastoral por el amplio sector campesino, que
si bien está comprendido en todo lo anteriormente dicho, requiere, por sus
especiales características, una atención urgente. (…) Esta promoción no será
viable si no se lleva a cabo una auténtica y urgente reforma de las estructuras y
de la política agraria. Este cambio estructural y su política correspondiente no se
limitan a una simple distribución de tierras. Es indispensable hacer una
adjudicación de las mismas bajo determinadas condiciones que legitimen su
ocupación y aseguren su rendimiento, tanto en beneficio de las familias
campesinas, cuanto de la economía del país. Esto exigirá, además de aspectos
jurídicos y técnicos, cuya determinación no es competencia nuestra, la
organización de los campesinos en estructuras intermedias eficaces,
principalmente en formas cooperativas, y estímulo hacia la creación de centros
urbanos en los medios rurales, que permitan el acceso de la población campesina
a los bienes de la cultura, de la salud, de un sano esparcimiento, de su desarrollo
espiritual y de una participación en las decisiones locales y en aquellas que
inciden en la economía y en la política nacional.
70
La conferencia episcopal de Medellín en 1968 no intervino únicamente por la
situación de los campesinos en la región, sino que además de lo anteriormente
comentado, el desarrollo de las urbes estaba marcado claramente por el difícil acceso a
la educación y las posibilidades de desarrollo en los grandes centro urbanos que
comenzaban a crecer para aquel entonces. Dentro de sus búsquedas por respuestas a los
problemas sociales de la época, la Iglesia latinoamericana se planteó unos lineamientos
pastorales al respecto, de manera especial, a responder ese clamor del pueblo pobre y
marginado.
La conferencia de Puebla se desarrolló para revigorizar la experiencia creyente del
subcontinente latinoamericano y poner al día la reflexión eclesial acorde a las
necesidades que se vivían. El documento dedica un capítulo para reflexionar sobre la
visión de la realidad eclesial hoy en América Latina. Dentro de esta sección hay un
apartado (3.3) que es ante el clamor de justicia.
En dicho apartado la Iglesia se pone de frente a la realidad social que se vivía en
aquel entonces (aunque la experiencia presente sigue manifestando rastros de las
mismas problemáticas). Los padres de la conferencia recogen ese clamor que sube al
cielo demandando justicia, libertad y respeto por los derechos. (cf. nº 87); ellos
reconocieron lo siguiente: “Las profundas diferencias sociales, la extrema pobreza y la
violación de derechos humanos que se dan en muchas partes son retos a la
evangelización” (nº 90). También reconocen que hubo (hay) agentes externos que
niegan la posibilidad de una iglesia coherente con estas necesidades y se resisten a
reconocer ese trabajo de promoción social. Queda reflejada en el documento la
experiencia de esa confrontación entre capitalismo y marxismo:
71
Se puede decir que, ante el peligro de un sistema claramente marcado por el
pecado (marxismo), se olvida denunciar y combatir la realidad implantada por
otro sistema igualmente marcado por el pecado (capitalismo) (nº 92).
Los numerales 270 al 281 del mismo documento recuerdan que la Iglesia está al
servicio de la humanidad como formadora de comunión. Reconoce que la Iglesia es un
pueblo de servidores de todos los hombres, sin distinción (nº 270) cada uno desde su rol
particular (271), siendo formados como sujetos capaces de forjar la historia común
encaminándola al Reino (274). Sin embargo, dicha responsabilidad social de la Iglesia
no es como la de una ONG o alguna otra organización por el estilo, ya que está
enraizada en Jesucristo, de quien emana la voluntad de transformación. La Iglesia debe
actuar y transformar la realidad, pero no debe olvidar que la confianza ha sido
depositada en Dios, y es Él quien actúa, siendo dóciles a su mensaje y su voluntad. (cf.
nº 276-279).
Los padres durante la reunión de Puebla también reflexionaron sobre el papel de los
laicos en la ejecución y promoción de una enseñanza social de la Iglesia. Reza el
numeral 475 al respecto:
El objeto primario de esta enseñanza social es la dignidad personal del hombre,
imagen de Dios y la tutela de sus derechos fundamentales. La Iglesia ha ido
explicando sus enseñanzas en los diversos campos de la existencia, lo social, lo
económico, lo político, lo cultural según las necesidades. Por tanto, la finalidad
de la doctrina social de la Iglesia -que aporta su visión propia del hombre y de la
humanidad- es siempre la promoción de la libración integral de la persona
humana, en sus dimensiones terrena y trascendente, contribuyendo así a la
construcción del Reino último y definitivo, sin confundir sin embargo progreso
terrestre y crecimiento del Reino de Cristo (nº 475).
72
De esta manera la Iglesia se compromete con el desarrollo social motivada por el
proyecto del Reino, ella no da recetas de cómo solucionarlo, ni toma partido por una
política particular, esa tarea ya le corresponde a cada uno de sus miembros, que guiado
por el evangelio, sus pastores, y la recta consciencia, debe discernir, decidir y servir a la
humanidad desde su espacio propio, sus capacidades y talentos, y las necesidades que
demanda la sociedad donde desarrolla su vida apostólica y cultural.
Santo Domingo fue una conferencia que se desarrolló en 1992, conmemorando los
quinientos años de presencia europea en América. Esto explica en gran parte por qué su
reflexión se centró en la relación fe y cultura. También se tocaron otros elementos de
reflexión, ya que parte de la situación socio-cultural latinoamericana tenía que ver con
la tenencia y uso de la tierra como elemento que alinea y da soporto a la sociedad.
En el capítulo dos, titulado “la promoción humana”, se condensa la reflexión sobre
las necesidades imperiosas del pueblo latinoamericano. El numeral 171 comenta: “estos
límites en el uso de la tierra miran a preservar la justicia y el derecho que todos tienen a
acceder a los bienes de la creación, que Dios destinó al servicio de todos los hombres
que vienen a este mundo”. Los padres no hacen maña para denunciar el mercantilismo
sobre el uso del suelo, tanto para los que viven en las ciudades como para aquellos que
dependen de la producción agrícola:
La visión mercantilista considera la tierra en relación exclusiva con la
explotación y el lucro, llegando hasta el desalojo y expulsión de sus legítimos
dueños. El mismo mercantilismo lleva a la especulación del suelo urbano,
haciendo inaccesible la tierra para la vivienda de los pobres, cada vez más
numerosos en nuestras ciudades. Además de los tipos anteriores, no podemos
olvidar la situación de los campesinos que trabajan su tierra y ganan el sustento
de su familia con tecnologías tradicionales (nº 172).
73
El mismo documento, en un cambio de metodología, establece unas líneas pastorales
para trabajar al respecto, que se resumen en los numerales 176 y 177. Estas líneas son:
promover un cambio de mentalidad sobre el valor de la tierra, desde la cosmovisión
cristiana; recordar a los fieles laicos que han de influir en las políticas agrarias de los
gobiernos siendo más justa y participativa la repartición, uso y producción de la tierra;
favorecer una reflexión teológica en torno a la problemática de la tierra, haciendo
énfasis en la inculturación y en una presencia efectiva de los agentes de pastoral en las
comunidades de campesinos; apoyar la organización de grupos intermedios, que sean
instancias de defensa.
La conferencia también propuso sobre el empobrecimiento y la solidaridad (nº 178),
el trabajo (nº 182), la movilidad humana (nº 186), el orden democrático (nº 190), el
económico (nº 194) y la integración latinoamericana (204 y 205).
Completa este bloque del capítulo la conferencia en Aparecida-Brasil, en el año
2007, bajo el pontificado de Benedicto XVI. En ella la invitación fue acoger la misión
de discípulos y misioneros para que los pueblos tengan vida en Cristo. La segunda
sección del documento es la mirada de los discípulos misioneros sobre la realidad; en
ella los numerales 125 y 126 recogen la buena noticia del destino universal de los bienes
y la ecología. Reflexionaron sobre ello los padres y concluyeron en el numeral 126:
La mejor forma de respetar la naturaleza es promover una ecología humana
abierta a la trascendencia que respetando la persona y la familia, los ambientes y
las ciudades, sigue la indicación paulina de recapitular todas las cosas en Cristo
y de alabar con él al Padre. El Señor ha entregado el mundo para todos, para los
de las generaciones presentes y futuras. El destino universal de los bienes exige
la solidaridad con la generación presente y las futuras. Ya que los recursos son
74
cada vez más limitados, su uso debe estar regulado según un principio de justicia
distributiva respetando el desarrollo sostenible.
El numeral no lo dice pero sí lo manifiesta, que la inequidad en la distribución de los
recursos es contraria al plan de Dios, y si no se dan los cambios propicios ahora, el
Reino de Dios seguirá siendo un proyecto inalcanzable. Esto se hace más patente
cuando se reconoce que no es simplemente algo a tener en consideración, sino que es
misión de los discípulos de Cristo luchar por una sociedad más justa y equitativa:
Pero, las condiciones de vida de muchos abandonados, excluidos e ignorados en
su miseria y su dolor, contradicen este proyecto del Padre e interpelan a los
creyentes a un mayor compromiso a favor de la cultura de la vida. El Reino de
vida que Cristo vino a traer es incompatible con esas situaciones inhumanas. Si
pretendemos cerrar los ojos ante estas realidades no somos defensores de la vida
del Reino y nos situamos en el camino de la muerte (…). Hay que subrayar la
inseparable relación entre amor a Dios y al prójimo, que invita a todos a suprimir
las graves desigualdades sociales y las enormes diferencias en el acceso a los
bienes. Tanto la preocupación por desarrollar estructuras más justas como por
trasmitir los valores sociales del evangelio, se sitúan en este contexto de servicio
fraterno de la vida digna. (nº 358).
Queda claro que ser cristiano es luchar contra estos mecanismos opresores que no
permiten el pleno desarrollo de los hombres y mujeres en una vida digna, justa,
equitativa para todos, y de una verdadera paz.
75
Desde la teología de la tierra de Caravias
La reflexión para esta monografía no podía estar completa sin la mirada de esos
hombres y mujeres que han dedicado su vida a pensar las situaciones de su gente desde
la fe que ha movido su vida. La teología latinoamericana está marcada por ser acto
segundo, por partir del contexto, por escuchar, sentir, ver y saborear lo que el hombre de
a pie siente en su piel cada día. El espíritu de este documento ha estado orientado por
ese principio, por querer dar respuesta a una de esas muchas necesidades que se viven
en la ciudad de Bogotá, desde la educación y la fe cristiana. Uno de esas personas es el
padre José Luis Caravias, sacerdote jesuita que ha dedicado su vida a la lucha
campesina, desarrollando toda una reflexión en torno al asunto y problema de la tierra.
Problemática actual
Dice el padre José Luis en su libro La teología de la tierra:
Parece que aquel primer grito de los navegantes de Colón, "Tierra a la vista",
sigue vivo en el corazón de muchos "aventureros" hambrientos de codicia y
poder, sin importarles quiénes viven en esas tierras y de esas tierras. Entonces y
ahora sus acaparamientos se revisten con hermosos ropajes de honestidad y
progreso (Caravia & De Barros, 1990, pág. 9).
Como es evidente al mirar la realidad que se vive en Latinoamérica, las grandes
ciudades, como la capital de Colombia, padecen igualmente una inequitativa
distribución de la tierra y del suelo. Como se puede evidenciar en las estadísticas
presentadas en el primer capítulo, los habitantes de la ciudad han sido marginados a la
periferia, excluyéndolos de las posibilidades de acceder a las comodidades y beneficios
que se pueden permitir las personas del centro extendido. Cabe aclarar, que no se está
hablando de poder costearse un automóvil, o lujos, sino de acceso al agua potable, de
76
evitar larguísimos desplazamientos para llegar a los lugares de trabajo o estudio, de
poder disfrutar de una vivienda digna, sin hacinamiento y sin la violencia que conlleva
la situación de extrema pobreza.
Comenta al respecto Caravias:
El problema de la tierra no sólo es grave en el campo. Los millones de campesinos
que se ven obligados a dejar el agro, al llegar a la ciudad se encuentran de nuevo
con un serio problema de tierra: no tienen ni dónde construir una casa digna. Y
tampoco en esta ocasión es porque la tierra sea un recurso escaso, sino porque
abundan los especuladores de tierra urbana (Caravia & De Barros, 1990, pág. 10).
Esta misma situación que se replica en las grandes ciudades suramericanas se ve
agravada en el caso particular de Bogotá al ser la gran captadora de personas
desplazadas, caso único en la región, dado que en otras latitudes se da por búsqueda de
mejores condiciones de vida. En el caso colombiano, los desplazados son generalmente
personas que sufrieron el desarraigo por la violencia de un conflicto interno de más de
cincuenta años.
Las ciudades siguen creciendo, como se evidencia en las estadísticas desarrolladas
por el DANE. No obstante, de la misma manera como se ha dado el crecimiento
poblacional, se ha ampliado la brecha que separa ricos y pobres, como se demuestra en
los datos del coeficiente GINI presentes al principio del documento.
Esa frustración se ve catalizada por el desarraigo cultural al que se someten sus
habitantes. En efecto, cada uno de aquellos que llegó a la gran ciudad tuvo que mutar
sus costumbres y cosmovisiones para poder adaptarse. Se da esa pérdida de identidad y
de arraigo que genera el terruño personal y se disuelve en la gran masa humana.
77
Las ciudades, y Bogotá nuevamente es ejemplo de ello, han crecido
descontroladamente en las últimas décadas. El problema no nace en el crecimiento
poblacional, sino la incapacidad de satisfacer necesidades básicas para todos los
pobladores, dándose una cacería de juegos del hambre, donde el poderoso, es decir, el
que tiene el dinero y las posibilidades, va a sobrevivir. Comenta el padre Caravias al
respecto:
Los problemas de los suburbios de estas ciudades son muy serios: sus moradores,
apartados de sus raíces culturales agrarias, viven de forma infrahumana, hacina-
dos, con muy pocos metros cuadrados mal cerrados y techados, sin infraestructura
básica, lejos de los sitios de trabajo, en condiciones de salud muy deficientes (...)
La convivencia humana en un espacio mínimo se vuelve dura y violenta, sin
ninguna privacidad. Además de esto, las amenazas de los poderosos..., así como la
represión policial, provocan una constante situación de inseguridad y miedo (…)
Pero lo que sobre todo engendra situaciones de violencia es el libre mercado de
las tierras urbanas. Es de hecho estridente el contraste entre las áreas urbanas
intensamente ocupadas y las que permanecen ociosas esperando su valorización
(…) No se trata de dar prioridad a una ocupación vertical del suelo urbano, sino
de llamar la atención sobre el mercado inicuo de tierras, que impide a los
trabajadores urbanos tener acceso a lotes mejor situados. Por un lado, sectores de
la sociedad defienden el derecho absoluto de propiedad, sin límite de extensión.
Por otro, no existe el acceso a la propiedad para innumerables trabajadores, que
aguardan indefinidamente el momento de convertirse en propietarios de una
pequeña y digna morada (Caravia & De Barros, 1990, pág. 11).
78
Jesús ante esta problemática
Como se puede ver, los temas que conciernen a este trabajo no son ajenos a la
reflexión teológica, todo lo contrario. Se puede identificar en las palabras de Jesús o en
los evangelios esa misma lucha y exhortación para luchar contra el anti-reino. Jesús,
trasmite la buena nueva a través de parábolas, muchas de ellas tienen referencias
campesinas, y sobre la tierra: buen pastor (Jn 10, 1-16), el pastor que encuentra su oveja
(Lc 15, 1-7), el sembrador (Mt. 13, 3-8), la mala hierba entre el trigo (Mt 13, 24-30), la
semilla de mostaza (Mt 13, 31-32), la vid verdadera (Jn 15, 1-6), los labradores
malvados (Mt 21, 33-44). Es decir, que dentro de la predicación que se nos muestra de
Jesús en los evangelios, sus destinatarios debían ser campesinos y obreros rasos,
aquellos que estaban familiarizados con estas situaciones. Además, la Buena Nueva trae
consigo una reforma no únicamente a nivel espiritual sino que también a nivel socio-
cultural. Afirmó José Luis Caravias:
El Reino de Dios viene a subvertir los padrones de justicia de este sistema. El
Señor da el merecido salario a los trabajadores que soportaron el peso del calor
del día, pero quiere dar a los últimos lo mismo que a los primeros, creando así
una igualdad sin proporción con los criterios del mundo (Mt 20), (Caravia & De
Barros, 1990, pág. 100)
No únicamente habla en un lenguaje que los humildes entienden, sino que responde a
las necesidades que estos tenían. Los milagros de Jesús son en su mayoría curaciones,
trae paz y sosiego al que sufre, al que ha sido marginado, lo re-integra a la sociedad.
Jesús convierte a sus oyentes en hombres y mujeres nuevos, que pueden mantener la
frente en alto sin temor.
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Si el Reino de Dios es Vida y Salvación, la primera señal de su venida es combatir
la enfermedad. Los Evangelios no describen mucho cómo se realizaban las
curaciones; son sobrios en esas narraciones. (…) La acción de Jesús asume estos
elementos, pero va más allá de ellos: ofrece una muestra de lo que es el Reino de
Dios. Por esto algunas veces rompe con las prácticas religiosas legales de los
judíos dirigentes, atrayendo con ello sobre sí el odio y la decisión de matarlo.
Perdonar los pecados significa para Jesús revelarle al pecador que Dios le ama y
que le incluye en su amistad. Al mismo tiempo, como el considerado "pecador"
era generalmente alguien de despreciada categoría social, el perdón le reintegraba
a la sociedad que le estaba marginando. Además, Jesús liberaba a las personas del
miedo y de la dependencia de la religión oficial (Caravia & De Barros, 1990, pág.
100).
80
Conclusiones desde la memoria
¿Por qué la memoria?
Juan Bautista Metz, en su libro Memoria passionis, recordó la relación que hay entre
la fe cristiana y la sociedad occidental. Para él, no tanto el influjo pero sí el aporte que
hace la fe en Cristo, le da a la cultura esa capacidad de traer de lo hondo la presencia
viva de lo que ya ha acontecido, haciendo actuar a la persona. Dijo textualmente al
respecto:
Las tradiciones bíblicas no sólo pertenecen a la historia de la fe, sino también a
la historia intelectual del cristianismo. Y, a su vez, el cristianismo fundado en el
espíritu de su herencia bíblica forma parte de la historia intelectual europea y, a
través de ella, de la historia de la constitución de una razón que quiere plasmarse
en la práctica como libertad solidaria vinculada a la condición de sujeto. (Metz,
2007, pág. 228)
Colombia, cumple dos de estas características, la primera es su tradición cristiana, la
segunda es la pregunta por el ser y quehacer del sujeto influenciada por la filosofía y la
cosmovisión europea. Se puede afirmar que desde el tiempo de los españoles ha calado
una forma particular de vivir la fe. Sin embargo, no se puede afirmar que se haya
desarrollado en la Iglesia local la experiencia en torno a la anamnesis. ¡Todo lo
contrario! Se dio fue una tradición ritual, muy marcada por la religiosidad popular, las
devociones y los rezos, y no una experiencia viva de traer a la memoria lo vivido como
pueblo, y menos una reflexión-pregunta por la trascendencia de esto.
Con respecto a lo segundo, guste o no, el país es fruto más de la experiencia reflexiva
de los griegos, de los pensadores modernos del viejo continente, que de tradiciones
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nativas. Por ello, a pesar de que la reflexión de Metz haya sido escrita en el contexto del
viejo continente, es aceptable esta misma reflexión para el contexto local.
Teniendo esto claro, se puede pretender que para la situación nacional es deseable un
cristianismo más cercano a la experiencia vivida por las primeras comunidades: la
memoria, la tradición, la opción por el otro como elemento cohesionadores de la
asamblea que se ha congregado. Por ello, esta monografía, orientada a promover una
cultura de paz en los colegios confesionales católicos, no puede ser pensada desde una
categoría distinta a la de memoria. Ahora bien, esta anamnesis no es únicamente la
acción de recordar el pasado, sino de vivir una introspección más profunda, una
arqueología misma de la historia nacional, eclesial y personal del sujeto creyente.
¿Qué tipo de memoria?
Como ya se dijo anteriormente, no se puede considerar la memoria como una simple
mirada al pasado, como aquella que busca únicamente llenar los libros de texto con
datos anecdóticos de lo sucedido. Es la memoria del sufrimiento la que toma el carácter
cristiano. La presencia de Dios, su ser ahí (Da sein) en el sufrimiento del ser humano,
en su clamor que sube al cielo para ser escuchado, y respondido (cf. Ex 3, 6-9). El Dios
del cristianismo es el Dios que hace presencia, el que es siendo. Metz emplea el término
compassio para designar esta opción del Padre por aquel que sufre. En ese sentido, Dios
se manifiesta al y en el que sufre. Y para dar una respuesta de fe a ese Dios que se
compadece, se debe emplear como medio la praxis en pro del marginalizado. Metz
formuló esa concepción teológica de la siguiente manera:
Si entiendo bien las enseñanzas bíblicas, y en especial las enseñanzas de Jesús,
esta alianza mística se experimenta y se acredita sobre todo en el modo en que
afrontamos el sufrimiento del otro. Un tanto desconcertado, he caracterizado esta
82
agudizada percepción y consideración del sufrimiento ajeno en la propia vida y en
el propio actuar como el término compassio. Para esta compassio, la autoridad de
Dios se manifiesta en la autoridad de los que sufren, la única autoridad bajo la que
Jesús coloca al entero género humano es la famosa parábola del juicio final de Mt
25. De este modo, los que sufren no son considerados un equivalente terreno de la
cercanía de Dios, pero sí un vislumbre anticipador de ésta. (Metz, 2007, pág. 111)
Es decir, para dar una respuesta a la revelación se debe dar por medio de las acciones
(cf. St 2, 12-24), lo cual exige a la persona acercarse a la realidad de los últimos. La
revelación es en la historia, en los acontecimientos que le ocurren a los seres humanos.
¿Cómo dar respuesta a la realidad si no se le conoce? En este orden de ideas, la
memoria se debe entender desde lo que acontece, desde aquello que afecta a las
personas.
Ahora bien, ver la realidad no es suficiente. El sujeto se ubica ante esta realidad, en
medio de un contexto y tiempo particular, en situaciones determinadas por el manto de
la historia. De ahí que la memoria se da en una comunidad contextual determinada, no
es algo ajeno al sujeto, sino que en su propio entorno, con las personas que le rodean se
da la realidad que debe acontecer.
La memoria que se requiere es pragmática, elaborada en conjunto, que atienda al
dolor y sufrimiento. No se contenta con mirar lo bueno y lo bello, sino aquello que se
focaliza particularmente sobre aquello que desgarra las entrañas, y que de ese hecho
señala como algo digno que merece ser igualmente contemplado. Este es el tipo de
memoria cristiana.
83
Redimidos por el sufrimiento, movidos por el dolor
La indiferencia ante el sufrimiento ha sido uno de los grandes pecados de la Iglesia.
Ella, olvidando el origen de la fe, el recuerdo de la pasión y muerte de Jesucristo en la
cruz en pro de los hombres y mujeres, en favor de la justicia y para combatir el anti-
reino, perdió su sentido profético. La memoria del dolor no es morbosa, no consiste en
regocijarse en el sufrimiento de los seres humanos, ni invocar a un dios sediento de
sangre, que actúa como un niño que quema hormigas con su lupa. La opción cristiana es
distinta: al contemplar al Señor, colgado en el madero, desfigurado por las heridas,
reconoce que la prueba más grande del amor de Dios es asumir la condición de miseria,
com-padecerse de su criatura, responder a su lamento, pero no desde la violencia, sino
desde el amor. Asume una postura tan radical que sacrifica su vida, da hasta su última
gota, se entrega a sí mismo.
El acto redentor no está en la manifestación gloriosa de poderío, sino en asumir con
convicción la realidad, enfrentarla y buscar cambiarla hasta las últimas consecuencias.
La redención está en la acción profética de los hombres sencillos, de los hombres y
mujeres que asumen su compromiso de fe con entereza y valor.
Son motivadoras las palabras de Metz al referirse a la opción de Dios por el hombre
marginalizado, por aquel que sufre. Comentó al respecto en Memoria passionis:
El cristianismo conlleva todavía, en otro sentido, una memoria redentora del ser
humano. La rememoración cristiana de Dios es, en su esencia, una remembranza
del sufrimiento, una memoria passionis: un inmitigable recuerdo del sufrimiento
no desagraviado. En medio de los procesos de ilustración y secularización, el
cristianismo intenta formular en forma de recuerdo peligroso la pregunta -
implícita en la fe en la resurrección de los muertos y en el juicio final- por la
84
justicia para quienes sufren injustamente, para las víctimas y los vencidos no
desagraviados de la historia. (Metz, 2007, pág. 96)
Es decir que, contrario a lo que la cultura líquida quiere presentar como lo bueno y
deseable, el cristianismo asume una postura radical. La mirada escatológica que debe
tener todo creyente lo mueve a actuar, no esperando una recompensa en la otra vida,
sino viviendo en el aquí y el ahora el Reino de Dios. Dice Metz al respecto:
Hace falta un cristianismo del todo despierto y socialmente crítico, que se
entienda a sí mismo como comunidad de memoria y narración comprometida en
el único e indiviso seguimiento de Jesús y que, en cuanto tal, no se sirva solo de
una fantasía socio-crítica copiada, sino que sea “ingeniosa” a este respecto:
desde la resistencia productiva contra el creciente hastío de la condición de
sujeto, contra la pérdida de memoria, contra la degradación del lenguaje, contra
una segunda minoría de edad. (Metz, 2007, pág. 97)
A lo largo de esta monografía se ha pretendido dar una mirada a la realidad que se
vive en la ciudad de Bogotá desde la luz de la fe. Y como se ha podido mostrar, la fe
cristiana no es ajena a las necesidades de los hombres y mujeres de este tiempo, todo lo
contrario, es una demanda de la fe atender esas necesidades. Ya desde la voz de los
profetas que aún resuena en los corazones, denunciando la injusticia cometida entre
hermanos, por la avaricia y la injusticia. De la misma manera la comunidad primitiva
exigía que aquel que se haga llamar cristiano debe atender esas necesidades básicas de
todos (en términos socio-culturales ser buen ciudadano), vivir la caridad unos con otros;
es en esa defensa de los derechos, la dignidad de las personas, atender las necesidades
materiales y espirituales del prójimo donde se satisface la voluntad de Dios, como dice
el salmo: misericordia quiero y no sacrificios (Sal 50).
85
En sus enseñanzas, la Iglesia ha querido presentar, desde los Santos Padres, pasando
por su Magisterio universal y particular, una doctrina social, una manera de vivir
adecuadamente la caridad. El justo reparto de los bienes, y para este caso concreto, la
tierra, es una exigencia no únicamente humana, sino divina, para lograr la edificación
del Reinado del Señor en este mundo marcado por el odio y la violencia sistemática.
Los fieles no han sido indiferentes a este dolor, pues religiosos, sacerdotes, teólogos,
hombres y mujeres seglares comprometidos con la causa de Jesucristo han dado sus
vidas en la defensa del otro, por el cumplimiento de la ley del amor.
La comunidad hace memoria de su dolor, no para quedarse lastimera esperando que
las cosas cambien por sí solas, sino que ésta clava su mirada, arraigan su corazón y
actúan movidos por el Espíritu. Hacer memoria es descubrirse hijos de un mismo Padre,
hermanos del mismo Señor, convocados en la misma Iglesia. Es reconocer que se
comparte un pasado, un presente y un futuro, un lugar donde vivir y donde luchar, unas
mismas luchas y sufrimientos, como iguales gozos y esperanzas (GS 1).
La respuesta del creyente no se puede hacer esperar, ha de darse por medio de las
realidades, opciones y caminos que cada uno ha escogido. Este trabajo busca contribuir
a sembrar esa necesidad en las futuras generaciones, prepararlos en su proceso de
discípulos y misioneros a la que han sido llamadas. Es dar señas del camino que se
espera recorrer y las maneras como juntos, hombro con hombro, edificar el reino de los
cielos aquí y ahora.
86
CAPÍTULO 4: ACTUAR ANTE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
Este es el cuarto y último momento de la reflexión. Al principio se observó la
realidad de la ciudad de Bogotá, en ella se observaron las profundas desigualdades que
se dan entre sus habitantes: cómo la pobreza y el poder se yuxtaponen para representar
la realidad del país condensado en las relaciones sociales de los barrios y localidades.
Mientras unos gozan de privilegios y devengan grandes ingresos, a pocos kilómetros
otras personas sufren de desnutrición, necesidades insatisfechas, frustración ante la
adversidad de la vida.
De la misma manera, puesto que se analizaron los datos, fue menester aproximarse a
ellos con una mirada de fe. La voz de los profetas Amós y Miqueas siguen resonando en
las calles bogotanas; el mismo lamento del pueblo de Israel de los tiempos bíblicos es el
de los de los habitantes de la urbe moderna: claman al cielo para que aquel que es su
conciudadano o su hermano no siga con esta dinámica de injusticia, que cambie para
que todos puedan compartir ese sueño que está en el corazón del Padre. La demanda por
misericordia, por satisfacer las necesidades fundamentales como son el alimento, la
vivienda, la seguridad, la caridad fraterna y la hospitalidad siguen sintiéndose en medio
del pueblo. Cuesta creer que la sociedad tenga que ser separada entre cabras y ovejas
(cf. Mt 25, 40) para poder avanzar.
La Iglesia ha querido dar respuesta a estas necesidades, exhorta a sus fieles y a los
hombres y mujeres de buena voluntad que tornen su corazón y se conviertan al Dios del
amor, a aquel que los mueve a responder a esas cosas nuevas (no tan nuevas) que están
pasando. La doctrina social de la Iglesia, tanto a nivel universal como local
latinoamericano
87
Finalmente llega el momento de traducir esas reflexiones en actos, en desarrollar una
praxis coherente con lo anteriormente dicho, que responda a las necesidades originales.
Esta empresa debe desembocar en unos horizontes para una educación transformadora,
capaz de recuperar los sentidos y encaminar a un grupo por el camino de la
reconciliación, la justicia y la paz.
Justificación del proyecto
Pensar un proyecto transversal para la paz y la convivencia, en un colegio
confesional católico, ha de tener razones de ser. La invitación que hace la congregación
para la educación católica en Instrumentum laboris30
es a reconocer los desafíos
actuales:
“La afirmación de la disponibilidad de la Iglesia para cumplir una obra de
servicio en apoyo a la promoción de las personas y la construcción de una
sociedad cada vez más humana. El reconocimiento de la instrucción como ‘bien
común’. (…) La tesis según la cual la cultura y la educación no pueden estar
sometidas al poder económico y a sus lógicas. La llamada al deber que tiene la
comunidad y cada uno de sostener la participación de la mujer en la vida
cultural. La delineación de un contexto cultural de “nuevo humanismo” (GS, n.
55), con el cual el Magisterio está en constante diálogo”.
Es por esto que pensar en un proyecto educativo católico es pensar en responder a
esos retos que se vienen para la escuela de hoy, pero en el caso particular de Colombia,
se pueden enumerar otros factores propios de la realidad nacional:
30
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccatheduc/documents/rc_con_ccatheduc_doc_20140
407_educare-oggi-e-domani_sp.html
88
El desarraigo que han padecido las víctimas del conflicto interno, creando
nuevos tejidos sociales en las grandes urbes del país.
El conflicto interno de más de cincuenta años en el que todas las generaciones
vivas han tenido que padecer, siendo víctimas o victimarios de uno u otro bando.
Las heridas en la conciencia colectiva que no permiten la aceptación del otro,
donde a los mismos compatriotas se les ve como enemigos a eliminar.
El ser un país sin memoria histórica, a pesar de su tradición cristiana que busca
(en el sentido teológico) vivir la anamnesis como elemento que cohesiona a la
comunidad.
La iglesia colombiana, y para este caso especial los educadores católicos, deberían
ser los abanderados en los procesos de reconciliación y reparación de la historia
nacional, no únicamente por ser una necesidad socio-cultural del pueblo colombiano,
sino porque es una demanda evangélica, una exigencia ética y un compromiso cristiano.
Siendo así, se propone aquí una línea transversal para un proyecto educativo católico,
que entienda la pastoral más allá de las acciones comunes del acompañamiento, sino
que conlleve a la formación de verdaderas comunidades cristianas, donde los sujetos
que participan de ella se descubran hijos e hijas de un mismo Padre, hermanos en Cristo
Jesús, herederos del Reino y por ende, responsables del futuro de la humanidad.
Ese futuro debe encarnarse en la realidad que viven los educadores católicos
colombianos. Porque una educación descontextualizada es como un tren sin rieles: un
gran poder para mover pero sin un camino que andar. Es desde el aquí y el ahora donde
se debe generar la posibilidad de cambio; esto implica también empoderar a los sujetos
(los educandos) para que transformen la realidad, haciéndolos responsables de lo que
puede ocurrir a su alrededor.
89
Finalmente hacerlos sentir parte de una Iglesia viva, que nos sea ajena a sus
necesidades puntuales y concretas, a la que se le ve operar en pro de la humanidad,
combatiendo el anti-reino y defendiendo los derechos de todos los hombres y las
mujeres, es decir, una Iglesia coherente con el evangelio.
Objetivos
Objetivo general:
Desarrollar una exploración histórica por parte de los sujetos para formular un proyecto
comunitario de vida.
Objetivos específicos:
Redescubrir la historia personal mediante una arqueología de vida
Confrontar la historia personal con la experiencia de fe revelada y otros procesos
de identidad
Elaborar un proyecto comunitario de vida
El objetivo de este proyecto para la paz y la convivencia es lograr que los sujetos que
participan del proceso educativo se hagan conscientes de su realidad histórica, su
pasado, presente y futuro. Para ello, es necesario realizar una arqueología de vida, es
decir, una exploración para encontrar los orígenes de los procesos de vida, ver como se
entrelazan con un pasado común y con un proceso histórico concreto. En un segundo
momento se busca desarrollar una confrontación entre las acciones de vida que los
sujetos tienen con las de otras comunidades. Esto con el fin de establecer puntos
90
comunes como también diferencias. Es en la confrontación con el tú que el sujeto logra
identificarse como un Yo, y por consecuencia, con un Nosotros.
Finalmente, el redescubrir el pasado común, el establecer esa relación Yo-Tú-
Nosotros, motiva a visualizar los horizontes que guíen el camino, es establecer un
proyecto comunitario de vida, ya sea como revisión del proyecto de nación, de Iglesia,
de comunidad de base. Invita a la persona a entrelazar el proyecto personal junto al de
otros, para desarrollar un tejido social.
Propuesta metodológica
A continuación se presentará una propuesta metodológica de cómo desarrollar el
mencionado proyecto. Éste se divide en cuatro momentos a lo largo del año escolar, esto
por finalidades prácticas para ser distribuido de la misma manera que el año lectivo,
correspondiendo una etapa a un periodo académico, de esta manera se facilita su
aplicación.
Primera etapa
La primera etapa es una introducción a las actividades, se contextualiza cuáles son
las finalidades, que se busca con él y ante todo por qué se debe hacer. Es sumamente
importante que los participantes tengan claros estos puntos, ya que el éxito del proyecto
depende de la motivación y compenetración de las personas.
A renglón seguido está el proceso de relectura histórica. En esta etapa lo que se
busca es que el estudiante realice un rastreo de su historia en distintos estadios. Se
propone hacerlo a modo de arqueología, es decir, no simplemente un rastreo documental
91
sino que se establezcan las causas y los efectos que esas acciones tuvieron para
comprender la realidad presente.
Como se ha dicho, es en cuatro estadios. El primero es una mirada a la historia
latinoamericana, la meta es que conjuntamente se exploren las razones de porqué la
cultura latinoamericana es lo que es hoy día. Se puede realizar una aproximación desde
las culturas pre-colombinas, el periodo de conquista por parte de los españoles y
portugueses, las consecuencias que esto trajo consigo, la colonia y la influencia de la
Iglesia, las luchas de independencia en la región, el surgimiento de las repúblicas y los
estados nacionales, las dictaduras militares y las guerrillas insurgentes hasta llegar a
nuestros días. Se puede complementar el trabajo con bibliografía, películas,
recreaciones, socio-dramas y jornadas de reflexión.
Un segundo momento es delimitar la reflexión a Colombia. De la misma manera
como se dio a nivel regional, se busca la reflexión directa sobre la historia nacional
colombiana. Por medio de las mismas reflexiones se procura un acercamiento desde
otras perspectivas a los hechos que marcaron hitos, para así encontrar causas e
identificar efectos.
La reflexión se va haciendo cada vez más más propia y cercana a los participantes.
En efecto, la historia familiar es el tercer estadio de reflexión. Lo que se espera de esta
etapa es que los estudiantes indaguen sobre la participación de su familia en la historia
nacional: cuáles fueron las filiaciones políticas, los lugares de origen, cuáles fueron los
recorridos territoriales de los miembros de la familia, las razones por las que tuvieron
que moverse, de qué manera llegaron a donde están, cuál ha sido la lucha por obtener un
92
lugar donde vivir y cuáles son las metas que se han propuesto como familia para
lograrlo.
Finalmente se llega al estadio personal. Aquí la dinámica es distinta, pues lo que se
busca es realizar una síntesis progresiva de las tres etapas anteriores, donde se
concatenen las causas y los efectos de manera que el sujeto que reflexiona se ubique en
un contexto de lugar y tiempo determinado, en medio de distintos grupos (cultura
latinoamericana, nación, familia). Los procesos de memoria han de incluir las etapas de
lucha y sufrimiento en todo nivel, retomando lo aportado por Metz en su anamnesis.
Para mayor claridad se puede ver en la figura 3.1 la representación gráfica del
diagrama del proyecto en esta primera etapa:
Dada la extensión, se propone para el desarrollo de esta etapa todo un semestre
académico, dividido en dos momentos: el primero para el espacio de Latinoamérica y
Colombia, el segundo para familia y síntesis de la historia personal.
Latinoamérica •desarrollo histórico del pueblo latinoamericano en sus
distintas etapas y situaciones
Colombia •Origenes del conflicto por la tierra, causas y efectos de la violencia, situación actual
Familia •Participación de la familia en la historia nacional, cuál fue el
proceso de obtención de la tierra, proyectos futuros
persona
•síntesis de los tres estadios anteriores
93
Segunda etapa
La segunda etapa se desarrollaría en el segundo semestre académico (tercer periodo
lectivo). Dado que ya se ha dado un proceso de arqueología de la historia personal y
familiar, teniendo en cuenta los trasfondos socio-culturales del país y la región, se
buscará concretar esa experiencia de vida confrontada con la realidad del otro. El
objetivo de esta etapa es hacer consciente al estudiante que su proceso histórico
comparte rasgos comunes con otros. Para cumplir esta meta lo que se busca es la
yuxtaposición de la historia personal junto a la de sus compañeros, comunidades y
experiencias colectivas. Éstas pueden ser cercanas como de otros países y culturas. Aquí
cabe para el área de educación religiosa la lectura de la historia de Salvación, de cómo
Dios estuvo al lado de su pueblo marchando, presente en su historia.
Se puede desarrollar preguntas que guíen la reflexión para las actividades:
¿Qué he logrado yo, como persona perteneciente a una comunidad, qué otros no
lo han hecho?
¿De qué carezco que otros sí han podido obtener? ¿por qué? ¿en verdad lo
necesito? ¿qué puedo hacer para lograr esas metas?
¿Cómo me reconozco al confrontar mi historia personal con la de otros? ¿qué
sensaciones me genera? ¿me siento identificado con alguna otra persona?
Estos son algunos de los ejemplos de preguntas motivadoras para la reflexión. El
objetivo para esta etapa es identificar metas para lograr objetivos, que para el caso de
este proyecto es el buen uso y tenencia de la tierra.
94
Tercera etapa
Las etapas anteriores han sido un proceso de recolección de datos para este
momento. El objetivo es el desarrollo de un proyecto personal de vida de cara a un
situación concreta que compete a todas las personas. Aquí lo que se busca desarrollar es
que la persona identifique cómo dar solución al problema de la tierra y desigualdad
desde su historia personal. Para ello se proponen los siguientes puntos a considerar para
el desarrollo de la reflexión. No son camisa de fuerza para su ejecución, pero sí se desea
que el proyecto de vida trascienda más allá de tomar una decisión sobre la carrera
profesional a la cual se desea orientar el futuro. Se propone que incluya:
Características personales
Características de la historia de vida
o Metas
o Fracasos
o Éxitos
Profesionalización:
o De qué manera los proyectos laborales/proyección académica
contribuyen a dar solución a un problema estructural de desigualdad e
injusticia
Relaciones:
o con el medio en donde desarrolla su vida (ciudad, barrio, colegio)
o con la comunidad con quien comparte
o con su historia personal y comunitaria
Proyección trascendente del sujeto:
o motivaciones
o sueños
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o anhelos
o Potencialidades
Contribuciones a:
o Su familia
o Su ciudad
o Su país
o Su cultura
Cuarta etapa
La cuarta etapa es la culminación del proyecto, en esta se busca que una vez se haya
desarrollado la elaboración y propuesta del proyecto personal de vida, se establezcan
nodos de trabajo, donde cada uno de los proyectos personales se entrelacen, dándose
una sinergia entre ellos, elaborando un proyecto comunitario común. Fruto de esta etapa
se esperan pequeños proyectos que puedan ser desarrollados por los estudiantes,
articulados a la pastoral, y proyectándose a los años venideros.
Articulación interdisciplinar
Este proyecto ha sido pensando desde una propuesta para la Educación Religiosa
Escolar, no obstante se plantea como un proyecto transversal para toda la comunidad
educativa, donde se conjugan los saberes. A ella se pueden vincular las áreas
concernientes a las humanidades, sin excluir a las ciencias básicas. A continuación se
proponen algunas ideas para el trabajo conjunto de las distintas áreas de conocimiento:
Educación religiosa escolar: la experiencia de comparación entre la historia
personal de vida y la de un modelo socio-cultural distinto se puede desarrollar
96
con la experiencia del pueblo de Israel. En sí este proyecto es respuesta a esa
experiencia que se hereda de la tradición cristiana, donde la memoria juega un
papel fundamental para la comunidad.
Ética: la reflexión de la historia debe llevar a asumir una actitud ética frente a las
circunstancias. En ella puede lograrse un proceso reposado, mirando las escalas
axiológicas que desarrolla cada una de las personas que participan del proyecto.
Historia: es una de las áreas que mayor peso aporta en la reflexión, el acercarse a
ella desde la búsqueda de los porqués le da un especial matiz.
Geografía: la geografía no es únicamente ubicar en el mapa accidentes
geográficos, sino conocer cómo se dan las relaciones de los sujetos con su
espacio. Desde esta asignatura se puede dar un increíble aporte al ubicar al
estudiante en su espacio vital, llevarlo a comprender qué es lo que ocurre con el
suelo, su tenencia, su distribución, su aproximación a su ciudad y a su país.
Filosofía: aunque se da únicamente en los grados de media vocacional, debe ser
un proceso tendiente a formar para pensar. La filosofía, según los lineamientos
del Ministerio de Educación, ha sido básicamente entendida como una historia
de la filosofía, pero no como un proceso reflexivo para los sujetos. Debe
contribuir en procesos de construcción y deconstrucción de las ideas
establecidas, del deber ser para ser transformado al poder ser. No únicamente en
su dimensión mundana, sino además, en su proyección metafísica y
trascendental.
Democracia: llevar a pensar, a decidir para servir a la sociedad, una más justa,
incluyente, con cabida para todos, donde las riquezas de distribuyan de manera
más equitativa, donde se pueda pensar desde la escuela, con niños y jóvenes un
proyecto de nación.
97
CONCLUSIONES
La educación religiosa escolar debe hacer un aporte significativo a las situaciones
de vida de los hombres y mujeres de hoy. Ante la injusticia y el clamor de tantas
personas que se ven agobiadas por la desigualdad y falta de oportunidades la clase de
Educación Religiosa no puede permanecer muda. Hay distintas opciones para responder
a este clamor, una de ellas es la que buscó este trabajo: empoderar a los sujetos para
hacerse responsables de su propia historia. No se buscaba dar respuestas, sino generar
interrogantes; interpelados por la situación que se vive en la ciudad de Bogotá se
analizaron las cifras que crudamente muestran la situación de vida de muchos. Estos
datos aparecen fríos en los informes, pero cada uno de esos números es una persona, un
prójimo, uno de esos “pequeños” que se enuncia en el juicio a las naciones de Mateo:
“Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber”, responder a
estas suplicas es deber del cristiano.
Pero la transformación no se da por asistencialismo, sino por la transformación de
esas estructuras opresoras del pecado (anti-reino) que tienen aprisionada a la sociedad
colombiana; no es únicamente la violencia, la guerra, la falta de oportunidades, pues la
peor de ellas es la indiferencia de muchos ante el dolor de sus compatriotas. El deseo de
la paz duradera y estable lleva a juzgar la realidad. La voz de los profetas luego de
tantos años aún debe resonar en los corazones creyentes y en las mentes de los hombres
y mujeres de buena voluntad.
El país está ante una oportunidad maravillosa de cambio, la posible salida
negociada al conflicto interno se vislumbra como una opción cada vez más real. Sin
embargo, este sería solo el primer paso para la transformación de la historia. Pensar
desde las escuelas el post-conflicto es un imperativo categórico: es menester educar a
las futuras generaciones para la paz y la convivencia, para ser capaces de establecer
98
acuerdos, desarrollar proyectos conjuntos, reconocerse mutuamente como hermanos,
hijos de un mismo Dios, destinados a la felicidad del Reino.
Desde la mirada de fe se desea precisamente eso: que en Colombia se dé
vivamente el Reino de Dios, donde su ley de amor impere para el futuro. Un país justo,
unido, solidario, capaz de recordar su pasado y forjar su futuro.
En la ciudad de Bogotá se da una situación concreta de desigualdad entre quienes
tienen acceso a la tierra y aquellos que no, algo viven cómodamente otros sufren de la
angustia de no tener donde vivir, de carecer de los medios necesarios para la
subsistencia. Esta misma situación se refleja a mayor escala. El país está marcado por la
desigualdad social que impera en las ciudades, pueblos y regiones del territorio
nacional.
La fe debe mover al creyente a actuar ante esta situación de injusticia, a buscar la
edificación del Reino en su contexto particular y en la coyuntura que le ha tocado vivir.
Pensar una educación religiosa que no busque dar respuesta a estas necesidades es una
incongruencia total.
Este trabajo ha deseado ser un pequeño aporte a la reflexión eclesial, ser semilla
del reino para Colombia, queriendo dar una respuesta concreta desde un espacio
determinado, en un contexto de una licenciatura de educación religiosa, desde la escuela
católica y la pastoral educativa. Convertir la escuela, como dice el Señor de La Salle, en
un lugar de salvación.
Ha pretendido ser un proceso de pensar la realidad, para decidir sobre ella, y se
vea traducido en un servicio, pequeño o grande, para la humanidad.
99
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