LOS ANTIGUOS FONDEADEROS Y TENEDEROS DEL PUERTO

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1989/06/04

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EL DÍA del domingo

LA imagen es de cuando, enla década de los años 30,los veleros, las motonaves

y los vapores de todo tipo y ban-dera atracaban y fondeaban al re-doso del Muelle Sur.

En la antigua estampa —de unpasado casi reciente— gracia devapores y «motorships» en elMuelle Sur con, a la izquierda,dos petroleros abarloados. Unode ellos, el que estaba entoncesadosado al muelle citado, pare-ce es el italiano «Olterra» que,semihundido en aguas de Alge-ciras, durante la Segunda Gue-rra Mundial cedió su nombre ala historia de los submarinistasde la Regia Marina y, también,a los que en otras —Royal Navy,Armadas de Alemania y Japón-mucho y bien operaron con sus«submarinos enanos» y «torpe-dos tripulados».

En fondeo, buena siembra degoletas y balandras dedicadas al«vivero» y el «salpreso» y, justoen el centro —con sus bandasblancas en la chimenea— el«Uad Ras», el guardacostas queel 22 de diciembre de 1930 varóen la costa majorera de CaletaFuster. Allí acudió el «La Pal-ma» —el buen y antiguo «correí-llo» que sestea en Nuvasa— y,pese a sus esfuerzos, el «UadRas», se nos fue para siempre dela mar. En agosto de 1935, enesta misma baja tocó fondo el«Ciudad de Manon» —de lamisma Trasmediterránea— que,con el «Ciudad de Málaga«, ha-bía bajado a Canarias para man-tener los servicios interinsulares.

Buena fila de «viveros» que,rasos al agua, mantenían la pes-ca viva y según las necesidadesdel mercado. Los aljibes flotan-tes —«T\ilga», «Alicia», «Doro-tea», etc.— lanzaban al aire suschimeneas en candela y que, depoca guinda, se alzaban sobre loscasetones que albergaban las cal-deretas.

De los numerosos remolcado-res en puerto, sólo dos en la ima-gen: a la derecha, el «Tenerife»,de Hamilton y Compañía —elque terminó su vida convertidoen pesquero— y, a la izquierda,el «Salamanca», de la EiderDempster, que, años más tarde,marchó a la entonces Guinea Es-pañola con el nombre de «Ataúl-fo» para, sin pena ni gloria, y enel más completo anonimato, de-saparecer de las listas de la flotamercante española.

Falúas de Camacho con suschimeneas blancas y tope negroen primer término. Alguna em-barcación del antiguo y presti-gioso «tren de lancha ^ue, yapor la fecha citada, naoia casi de-saparecido ante el aumento de lí-nea de atraque en el Muelle Sur.

De derecha a izquierda, unode los «Pinillos blancos»—posiblemente el «Turia» o el«Sil», que más tarde fueron se-guidos los «Darro» y «'Riria»—que, justo por su proa, tiene al«Bañaderos», al «Bajamar» o al«Betancuria». Por la proa del«torise» —así se llamaba enton-ces a los fruteros de la Thoresen,ya bajo la contraseña de la actualy bien conocida Fred OlsenLine— la silueta elegante, condos chimeneas de mucha guin-da y en candela, de un «ville» dela Maritime Belge, naviera tan li-gada al puerto de la capital tiner-feña desde los años de su funda-ción.

En la antigua estampa, con losbarcos en fondeo, la silueta del«Albertville» —o «Leopoldvi-lle»— que, respectivamente, na-cieron a la mar en 1927 y año si-guiente en los astilleros de laAteliers et Chantiers de la Loirey Cockerill, en Hoboken. Uni-dades gemelas, eran de fina es-tampa marinera y, entre 1936 yaño siguiente, ambos «liners»fueron modernizados y, al ganareslora, las dos chimeneas fueronsustituidas por una, de corte mo-derno, que bien conservaron has-ta el fin de sus días en la mar.El 11 de junio de 1940, el «Al-bertville» fue hundido en ElHavre por la aviación alemana y,

Vista parcial del puerto de Santa Cruz de Tenerife en los primeros años de la década de los 30. Con buena siembra de barcosen fondeo, en el Muelle Sur un «Pinillo blanco», un «torise» de la Fred Olsen Line y, con dos chimineas gallardas, un «ville» de

la Martime Belga

Los antiguos fondeaderos ytenederos del puerto

O O

gemelo —el «Leopoldville— lofue por el submarino «U-468»cuando, con tropas americanas,se encontraba a cinco millas deCherburgo.

AL REDOSO DELMUELLE SUR

La antigua imagen nos trae—nos sacan a flor de alma— todala historia larga de los fondeade-ros y tenederos de Santa Cruz,de la Isla toda.

Con nueve décadas de historia,un derrotero de las Islas Cana-rias que, muy cargado de años ehistoria, hemos vuelto a ver y re-pasar. Han pasado años y mu-chas décadas, pero aún nos pa-rece adivinar en las páginas delantiguo volumen el polvo de salque dejaron los rociones que, porla proa, asaltaban a los velerosisleños que, blancos de velasabiertas, navegaban arrumbadosa las aguas calientes del Caribehuracanado.

Así era el puerto con tenede-ros y fondeaderos, el de los ve-leros y vapores fondeados a lagira y que, en años anteriores ala radiotelegrafía —a las «cuatrotorres» santacruceras que dieronnombre a todo un barrio— se co-municaban con tierra merced aun código establecido de antema-no. Este no es el puerto de la pi-tada larga por cada cien tonela-das que solicitaba el recién lle-gado —una corta significaba cin-cuenta de agua potable— pues,por radiotelegrafía, con muchaantelación se anunciaba la llega-da y la necesidad de los suminis-tros de combustible, agua y ví-veres.

Con la implantación de la ra-dio —telegrafía sin hilos, se de-cía entonces— se nos fue del ves-tíbulo de Santa Cruz la campa-na de la atalaya marinera del cas-tillo de San Cristóbal, lacampana que con lágrimas debronce cantaba y encantaba y atodos llenaba de orgullo.

Ya los barcos no fondean al re-doso del Muelle Sur ni amarrana las boyas situadas frente a lasplayas de La Peñita, San Anto-nio y Los Melones. Tampoco lohacen en los antiguos tenederosy, desde hace años, lucen sus es-tampas marineras frente a SanAndrés, Las Teresitas e Iguestede San Andrés.

A la vista de la estampa por-tuaria —de casi un pasado

ro que, con respecto a la antiguarada, dice que, «situada al NE.de la Isla viene a ser una ense-nada profunda de la costa, diri-giéndose desde Antequera al S.62° W. hasta el cerro de PasoAlto, tuerce en este punto A. S.18 W. hasta el castillo de SanJuan, que defiende la parte S. dela rada».

El texto marinero añade que,«abrigada de los vientos del SW.al NNE. por el N. no lo está porlos del NE., que generalmentereinan y levantan a veces algu-nas marejadas, y mucho menosa los del SE., que hacen peligro-sa la estancia al ancla en noviem-bre y diciembre, obligando a dara la vela».

«Debe esto verificarse —añadael derrotero— en dichos mesescuando se presente el cariz (muypronunciado) de la travesía y lamar del SE., que por lo regularrecala antes que el viento; y encaso de que precise volver al fon-deadero, es lo más convenientedirigirse a las llamadas calmasde Canarias, que efectivamentese encuentran entonces en todala parte NW. de dicha Isla, don-de se puede permanecer cómo-damente al ancla, hasta que pa-sado el temporal, puede volver-se a Santa Cruz.

Algunos buques, sin embargo,montan la Punta de Anaga y vana abrigarse a la costa occidentalde Tenerife; pero parece másventajoso lo primero. De todosmodos, nunca debe esperarsepara dar la vela a que haya enta-blado completamente el vientodel SE., porque la mar gruesa yarbolada, que ya entonces se ex-perimenta, puede hacer muy di-fícil la maniobra, aun cuando setrate de arriar los cables».

La última vez que vimos a unbarco montar la Punta de Anagapara abrigarse en la costa occi-dental de la Isla fue tras la ter-minación de la campaña de LasMalvinas. Un buen día, el«Queen Elizabeth 2» pasó anteSanta Cruz de Tenerife con lossupervivientes y heridos de losbuques hundidos-H.M.S. «Sheffield», H.M.S.«Antelope», H.M.S. «Sir Gala-had», etc.— en aquellas lejanasaguas. Más tarde, y muy en elhorizonte, el portaviones H.M.S.«Hermes» cruzó rumbo al Nor-te y bien a la vista de nuestra ciu-dad y, posteriormente, en día de

land», uno de los varios ferriesrequisados por la Royal Navy.

El «Norland» venía con unaavería en el sistema eléctrico y,llorando herrumbre por la supe-restructura y bandas, fondeó jus-to en la bocana del Muelle Sur,embarcó técnicos tinerfeños y,tras virar el ancla, arrumbó a lazona encalmada al redoso dePunta de Anaga. Allí reparó du-rante uno o dos días y, de nuevoen aguas de Santa Cruz, en muybreve escala desembarcó a quie-nes habían reparado la avería y,de nuevo, se hizo a la mar.

La imagen refleja los tiemposde muchos barcos en atraque yfondeo. Eran los tiempos en losque, fondeados a la gira, los va-pores llevaban a cabo las opera-ciones de relleno de carbonerasy refresco de la aguada; eran lostiempos de los «liners» siempreapresurados, de los carbonerostiznados y retiznados, de los len-tos y viejos «tramps» y algún queotro velero de altura, de los po-cos —muy pocos— que dabanpoesía a la mar. Aquellos eranlos tiempos del ir y venir de pa-sajeros en las falúas de vapor deCamacho y la firma Barrera yLlombet. Con ellas, empenacha-das de humo, los botes que aremo, atendían el servicio desdeel desembarcadero de «los plati-llos» que, a partir de 1913, seconvirtió en el de «la marque-sina».

En sus viejas páginas, el de-rrotero —manchado por losrociones— nos dicen que «el me-jor fondeadero durante la buenaestación se encuentra entre losparalelos de las baterías de SanPedro y San Antonio, por 24 a30 m., arena negra, demorandoel castillo de Paso Alto (que estáal pie de la montaña más al N.de la bahía) al N. y al de San Pe-dro (que es el primero al N. delmuelle, después de la Alameda)un poco al W. para el S.; comoregla general nunca deben fon-dear los buques mayores en si-tio en que se marque el citadocastillo al E. del N.

Desde hace unos años —relativamente pocos años— losgrandes petroleros y mineralerosdan fondo y muestran sus estam-pas macizas entre las playas deLas Teresitas, Igueste de San An-drés y Antequera. En la épocadel antiguo «Derrotero» que co-mentamos aquella era una zonadonde la mar toda se rizaba deespuma y, dulcemente, moría en

Los buques de guerra fondea-ban algo más al No., «entre losfuertes de Paso Alto y Santa Isa-bel, por 32 a 34 metros, arenafangosa, buen tenedero. En estesitio también se está más libre delos abordajes de los buques delcomercio».

Otro de los antiguos tenederosse encontraba frente a la antiguabatería de la Candelaria, reser-vado a los vapores en tránsito.«Para los buques de vapor es unbuen fondeadero por 16 metros(en bajamar), arena negra, exce-lente tenedero, a 416 metros delsitio en que se hallaba la antiguabatería de la Candelaria, que seha demolido, demorando éste alN. 60 W., y la medianía del cas-tillo de Paso Alto al N.».

Los vapores que llegaban con«patente sucia» y quedaban en ré-gimen de cuarentena, fondeabanal ESE del muelle por 17, 20, 25,28, 40 y 55 metros de agua.Elantiguo derrotero hace mención—destacada mención— del yacasi olvidado «petón de San Tel-mo». En este fondeadero —diceel derrotero— hay un bajo depiedra denominado Petón de SanTelmo, «que aunque tiene 40 me-tros de agua se debe tener encuenta para no dejar caer el an-cla sobre él. Se halla aproxima-damente a unos tres cables al E.1/4 SE de la torre de San Telmo».

Las luces de señalización y re-calada estaban bien —muybien— señaladas y definidas enel antiguo derrotero que, ademásdetalla las obras entonces enmarcha, las que bien se realiza-ban para lograr las metas queSanta Cruz, sus hijos, se habíanpropuesto.

Con las obras en el MuelleSur, las del Norte: «el contra-muello construido al N. junto alfuerte de San Miguel tiene —añadía el derrotero— longitud de150 metros y entre ambos mue-lles encierran una superficie de400 ha. con fondo en bajamardesde 3 a 24 metros».

Para la construcción del Mue-lle de Ribera, Santa Cruz cediósus playas de Ruiz, La Peñita,San Antonio y Los Melones.También desaparecieron las deMaría Jiménez, Bufadero, Cue-va Bermeja, Jagua y Los Trabu-cos. Con la muerte de las prime-ras desaparecieron los fondeade-ros que, con sus respectivas bo-yas —metálicas, circulares ypintadas de blanco y con fondosrojos— se encontraban situadasa poca distancia de la costa. Eranlas boyas destinadas a los carbo-neros tiznados y retiznados que,por las planchas colocadas a ban-da y banda, dejaban resbalar ha-cia las gabarras abarloadas el ne-gro Cardiff que abarrotaba susbodegas.

Por allí, y en años de la Segun-da Guerra Mundial, fondeo obli-gado de mercantes italianos yalemanes —«Taigete», «Arcóla».«Teresa Schiaffino», «Andalu-sia», «Sangro», «Rudoif Al-brectch», etc.— y, sólo duranteunas horas, la estampa gris delcrucero italiano «Scipkme Afri-cano» —uno de los buques deguerra más veloces del mundo—que traía las tripulaciones nece-sarias para llevar a aguas patriasa los cargueros de su nacionali-dad acogidos a la paz española.

Al crecer el Muelle Sur y elDique del Este desaparecieronlos fondeaderos situados entreambos. También desapareció eldel «petón de San Telmo*, si biendespués de la guerra lo utilizó elcarguero polaco «Stalowa Waia»—que llegó con averías en lamáquina— y, mucho más tarde,el petrolero «Ptecos», de la Ma-rina estadounidense.

Hoy, desde el Dique del Estea Igueste de San Andrés —haciael Sur hasta el campo de boyasde la Cepsa— las aguas de San-ta Cruz nos ofrecen el diario re-galo de los barcos en fondeo que,siempre tirando del ancla, yamucho difieren de los que, enaños idos para siempre, llegabanempenachados de humo y prepa-rados para, siempre con prisa,rellenar sus exhaustas carbone-ras.

Juan A. P&drónAlbornoz

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