Post on 11-Feb-2016
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Los Partidos Políticos como grupos intermedios y sus fines
Ariel Pérez Aubel
Hace dos semanas el Gobierno presentó un proyecto de ley que regulaba el financiamiento e inversión de los
partidos y también la prohibición de participar en sociedades con fines de lucro. Este proyecto, nació por la
oleada de corrupciones que han salido a luz pública el último tiempo y que involucra directamente a grupos
económicos, es decir Sociedades con fines de lucro y a los Partidos Políticos. Pero frente a este proyecto, la
Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados, demostró su rechazo a dicho proyecto y además lo sacó
de la tabla de discusión priorizando la anti-delincuencia. Esto deja en evidencia que los Partidos Políticos se ven
perfectamente beneficiados con prácticas que confluyen en corrupción y hacen que los partidos no actúen
conforme a sus partidarios, sino a grupos económicos, por lo que cambiar las reglas del juego no les gusta
demasiado.
Uno de los grupos intermedios reconocidos y amparados más típicos son los partidos políticos. Desde la vuelta
a la democracia deberían haber sido grandes precursores de cambios, pero, no obstante han ocurrido varios
desde 1990 a la fecha, hay partidos políticos que se han opuesto a realizar cambios o, si bien han propugnado
cambios, no han actuado conforme a lo que la sociedad espera. Esto se debe a que los partidos responden a
intereses privados, haciendo que sus fines de organización y estructuración de la sociedad no sean acorde a lo
que sus ideologías, partidarios y adherentes quieren.
El estado se excluye de la organización y estructuración de la sociedad, delegando esta tarea a los grupos
intermedios, dejando en evidencia el Principio de Subsidiariedad, pero de una forma implícita ya que la
Constitución no establece la existencia de actividades prohibidas al Estado, pero sí establece “límites” a la
acción del Estado1. El inc.3 Art 1 de la Constitución tiene como virtud que el Estado se encuentra limitado
respecto de la adecuada autonomía de los grupos intermedios.
Sobre esto se explica que en el seno del grupo mayor, la tendencia a buscar el medio apto para posibilitar que
todos sus componentes puedan caminar hacia la satisfacción de sus necesidades y al cumplimiento de sus
aspiraciones.2
Pero esta limitación del estado se confronta con otra limitación, que debe ser la adecuada acción de los grupos
intermedios, en este caso, centrándonos en los Partidos Políticos, deberían además de darles la adecuada
autonomía de actuar, establecerles límites. Una imposición de límites para los grupos intermedios genera para el
estado una apertura de acción, es decir, si se prohíbe a los Partidos Políticos a no tener financiamiento directo o
indirecto de personas jurídicas en las campañas políticas, el estado abre su límite de acción ya que éste debe
1QUINTANA, Augusto B. El principio de subsidiariedad. Edición Especial. Revista de Derecho Público U. de Chile. 2014. p. 129.2 SILVA, Alejandro S. y Silva, María G. Los derechos naturales ante la constitución. Revista Chilena de Derecho. Vol. 28 n°2. pp. 249-252. 2001. p. 249.
regular dicho financiamiento de los partidos, pero si no se imponen limites a los grupos intermedios, la acción
del Estado se encontrará limitado por la autonomía de los grupos intermedios.
Esto deriva en que los Partidos Políticos tengan plena autonomía en sus acciones y esto es un arma de doble
filo, ya que además de estructurar y organizar distintos sectores de la sociedad, aportan con un componente
ideológico. Arma de doble filo porque al no tener límites, sus acciones pueden estructurar la sociedad como
ellos estimen, obviamente dentro de las garantías y derechos fundamentales. Y además pueden llegar al poder
por apoyo de quien sea, haciendo que sus fines además de ideológicos, no sean generales, sino que particulares
de un sector. A este sector que se hace referencia, corresponde al sector privado, económico, que como se ha
sabido últimamente hace de los Partidos Políticos y de las campañas, un medio para un fin.
La satisfacción de las necesidades de los Partidos Políticos se convierte en una aspiración de sectores contra-
mayoritarios, haciendo de la política, un teatro en donde los actores son los grupos con más influencias y en
donde lamentablemente el espectador de la función es el pueblo. Un espectador pasivo, que sólo tiene derecho a
contemplar cómo ciertos grupos hacen de los fines de los partidos políticos, fines empresariales en donde tienen
como interés, no el bien de sus espectadores (el pueblo) sino el fin de ellos mismos; esto hace que la función
vaya quedando vacía por no tener en cuenta a los principales destinatarios de las decisiones políticas, este
destinatario, lo reitero, es el pueblo, que se ve pasado a llevar al ver que uno de los grupos intermedios que los
pueden representar ideológica y políticamente, lo único que hacen es ser fieles a aquellos sectores que los
financian.
No solamente a los grupos políticos hay que limitarlos y regularlos, sino también a los grupos económicos, ya
que tienen gran relevancia - financiamiento e influencia a los partidos políticos - pero como marca la tendencia
de los grupos intermedios, tienen muy pocos límites, a tal punto de entrometerse y manejar decisiones de corte
político. Esto hace que los grupos económicos jueguen un doble papel – económico y político – convirtiéndolos
en grupos intermedios mayores que abusan de sus influencias y sitúan los fines políticos en un orden meramente
mercantil y privado.
Ante esta situación se ve evidentemente el Principio de Subsidiariedad pero en donde ni en su faz positiva, que
es la de proteger a los grupos menores frente a los mayores, se hace efectiva, ya que los grupos intermedios de
orden económico se adueñan de los fines de los demás grupos intermedios, entre otros, los de orden político.
Esto genera un cuestionamiento del inciso 3° del Artículo 1 de nuestra Constitución en donde le deja la
estructuración y la organización de la sociedad a los grupos intermedios, ya que al ser grupos privados, sus fines
,a veces, no concuerdan con el fin propio del estado que es el de todos y cada uno, por lo que no se hace
efectiva la concepción de bien común porque no es el estado que realmente crea las condiciones necesarias para
que todos y cada uno cumplan su realización sino que son los grupos intermedios, y no los grupos intermedios
como generalidad, sino aquellos grupos que tienen mayor influencia.