Mala racha de martin

Post on 06-Jul-2015

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Desde hace dos años Dieter vende polos a S/.20 con estampados de frases e imágenes ingeniosas y

controvertidas a sus compañeros de universidad y amigos del barrio de Magdalena del Mar (y a los

amigos de sus amigos también).

Tras varios años de esfuerzo, finalmente Martín inauguró su taller de carpintería metálica en Villa El Salvador.

A diferencia de los talleres vecinos, Martín se había especializado en la elaboración de muebles de restaurantes, cafés y discotecas

Tras hacerse conocida su habilidad en el diseño de mostradores (barras de bar), estanterías, ambientación de locales y decoraciones especiales.

En el taller contaba con la siguiente maquinaria:

Dos tornos, Dos taladros, Un esmeril, Una fresadora, Una sierra cortadora de planchas, Una sierra circular mecánica, Tres equipos de soldadura eléctrica

Asimismo, Martín trabaja con cuatro operarios: Michel, Daniel, Marlon y Pedro, todos ellos inscritos en la planilla de su MYPE Diseños Metálicos Martins EIRL

Además de dos practicantes, Christian y Dámaris, que se los recomendaron en el Senati.

Martín se encargaba de dirigir la empresa y supervisar directamente los trabajos junto con José, su mano derecha, quien en su condición de jefe de planta distribuía las

labores a cada operario.

A un año de iniciar actividades, el taller de Martín al parecer nunca paraba, debido a la complejidad cada vez mayor de los pedidos de sus clientes. Sin embargo, como en todo

taller, siempre se presentaban percances. Por ejemplo:

Christian se fracturó un dedo del pie, cuando en una mala maniobra le cayó una barra de acero. Justo ese día no usó los zapatos de punta metálica.

Marlon tuvo quemaduras leves al operar mal la máquina de soldar. El operario no usó guantes, y estaba vestido solo con una camiseta corta (sin mangas).

Pedro se cortó un brazo con una astilla metálica al operar la máquina de esmerilado. Este empleado tampoco llevaba la vestimenta adecuada.

Todos estos accidentes fueron atendidos inmediatamente sin consecuencias mayores, aunque generaba retrasos en la producción.

José los consideraba como parte de la labor a la que estaban expuestos, a tal punto que descartó la iniciativa de Martín de darles uniformes especiales a los operarios y

obligarlos a utilizar los implementos de seguridad.

Renovar el vestuario y los implementos de seguridad, no estaban dentro de presupuestado en el corto plazo por Martín, quién necesitaba dinero en efectivo para

comprar barras de acero con las que atendería un pedido importante.

Es decir, necesitaba el dinero como capital de trabajo para seguir creciendo y no podía invertirlo en mejoras para los trabajadores.

Sin embargo, el empresario ya había solicitado una cotización a una compañía de seguros para cubrir en un futuro eventuales accidentes.

Justo cuando le llegó la propuesta a su oficina, ubicada al costado del taller, escuchó un grito desgarrador.

Martín salió disparado hacia el taller y encontró en el suelo a Michel quien tenía un enorme corte en el brazo, mientras que el resto de sus compañeros lo miraban

horrorizados sin saber qué hacer ante la gran cantidad de sangre que brotaba del corte de su compañero accidentado.