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Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas
en el contexto costarricense: un repensar de nuestra evaluación.
Montero Vargas Pedro Alonso
2013
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Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas
en el contexto costarricense: un repensar de nuestra evaluación.
Montero Vargas Pedro Alonso
2013
INTRODUCCIÓN
Este ensayo esta basado en el debate de la educación –bulímica- entorno al
manifiesto de María Acaso (2009) y el curriculum –placenta-, publicaciones
posteriores y relacionadas. Reinterpretando el discurso desde nuestro contexto
educativo costarricense. Busca un repensar de nuestra cultura evaluativa y de las
actuales políticas entorno al tema. Tiene como objetivo concientizar a académicos
y educar a todos los partícipes de procesos de enseñanza-aprendizaje en materia
evaluativa de nuestro país.
PEDAGOGÍAS TÓXICAS, PRÁCTICAS SIGILOSAS Identificar las pedagogías tóxicas dentro de nuestro sistema educativo
puede no ser tan sencillo, más por desconocimiento que por su ausencia, este
término ha sido explotado más dentro de la didáctica específica de las artes
visuales, en España, por María Acaso en su libro “La educación artística no son
manualidades” (2009), sin embargo, la analogía que realiza debate prácticas y
refiere a temas que no compete solo a los españoles, ni a las artes visuales, sino, que
encarnamos en nuestras aulas costarricenses. Para comprender el manifiesto de la
“educación bulímica” y evidenciarlo en nuestro contexto, es necesario reconocer
las pedagogías tóxicas dentro de nuestro sistema educativo.
Acaso (2009, p.40-42) realiza un intento de definición, sobre como entender
las pedagogías tóxicas, ya que como intentamos evidenciar en este ensayo, es un
concepto mutable, que difiere, dependiendo del contexto donde estas se den, por
lo que es prácticamente imposible establecer una definición de pedagogía tóxica
que englobe a todas las prácticas pedagógicas. A partir de sus enunciados
trataremos de ir ejemplificando y contextualizando esta teoría en nuestra propia
“casa”.
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Según Acaso (2009) entendiendo pedagogía como la ciencia que se
ocupa de la educación y de la enseñanza, y “tóxico” como las sustancias
venenosas, es decir las sustancias que, introducidas en el cuerpo, nos ocasionan
graves trastornos o incluso la muerte; define la pedagogía tóxica como:
Un modelo educativo que tiene como objetivos: a) que los estudiantes
formen su conocimiento a través del conocimiento importado
(metanarrativas) y b) sean incapaces de generar conocimiento propio.
Acaso (2009, p.41)
En este sentido, podemos entender que las pedagogías tóxicas son
metodologías o modelos (establecidos o sistematizados) heredados por otros
académicos, y que son repetidos, en muchos casos, inconscientemente (en mayor
cantidad por los docentes con poca experiencia) y en otra gran parte por otros que
lo adoptan a manera de zona de “confort”.
En ocasiones el “veneno” es impuesto por el sistema educativo, en nuestro
caso el Ministerio de Educación Pública (MEP), el cual lo hace por iniciativa propia, o
puede ser manipulado por otros, por entidades con intereses de por medio y con
discursos específicos, lo que la autora llama metanarrativas.
Según la teoría crítica y el posmodernismo, las metanarrativas son esquemas
de cultura narrativa global o totalizador que organiza y explica conocimientos y
experiencias. En este sentido dentro de la sociedad posmoderna, puede ser
cualquier entidad gubernamental, económica o comercial, que con un relato o
discurso media otras instancias para verse beneficiado de ello. De este modo, por
ejemplo, la educación (específicamente el sistema educativo y su currículo) puede
estar sirviendo a otros, sobreponiendo sus intereses sobre los procesos de enseñanza-
aprendizaje y de los estudiantes mismos.
Estos metarrelatos, no solo son impuestos por el sistema, al servicio de otros,
llevados a cabo por docentes “mano de obra” (inmaduros, con poca experiencia,
criterio o con intereses de por medio), sino, que son alimentados y respaldados por
“voceros”, los medios de comunicación (encargados de difundir los metarrelatos
creados por otros y generar nuevos), son igualmente mediados por altos mandos, en
busca también de sus beneficios previamente negociados con los autores
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intelectuales de los metarrelatos. Esta información, busca llegar en primera instancia
a aquellos que necesitan de ese servicio (en el caso de la educación,
prácticamente todos) padres de familia o encargados, y los estudiantes.
Es gracias a los metarrelatos, que la sociedad acepta la incorporación de
pedagogías tóxicas y no se dan cuenta que están implícitamente funcionando
dentro de las aulas donde estudian sus hijos e hijas, en otras ocasiones, saben que
existen, pero consideran es lo mejor, ya sea, porque ellos son beneficiados por esas
políticas, y en otras, porque aceptan el discurso (o se han dejado manipular) de los
altos mandos y los medios de comunicación, como si fuera la verdad absoluta, y no
los cuestionan.
Como menciona Acaso en su definición, esto (las pedagogías tóxicas)
incapacita que los estudiantes generen conocimiento propio, ya que como vemos,
el conocimiento viene mediado en una gran línea de sucesión por entidades
millonarias, gobiernos, el sistema educativo, los medios de comunicación, los
docentes (encargados de ponerlo en práctica) y en última instancia la familia
(quien se encarga de poner los estudiantes) todos con sus diferentes concepciones
e intereses de educación y conocimiento. Es al parecer en muy pequeña porción, el
docente (que se supone es el “profesional” e intelectual y mayor capacitado en
temas de educación) el encargado de dar opiniones sobre que es lo mejor y más
actualizado que necesitan los estudiantes, el último en construir el curriculum. Según
Acaso la pedagogía tóxica es un modelo de no-educación, un modelo pedagógico
que, aunque resulte paradójico, persigue que el estudiante no llegue a estar
educado. Es un modelo basado en la omisión de conocimientos como eje de la
enseñanza y aprendizaje. Se basa en lo que se denomina curriculum nulo.
Es el curriculum tradicional o academicista nombre oficial y aprobado per
saecula-saeculorum de la pedagogía tóxica, la principal corriente pedagógica que
reproduce aquellas formas de subjetividad preferidas por la cultura dominante o
metarrelatos. Las pedagogías tóxicas son implícitas, “sigilosas”, actúan sin que
sepamos que están allí, y al parecer es el modelo más cotizado por nuestros
docentes (conciente e inconcientemente). Pero ¿cómo logran operar? ¿qué hacen
nuestros docentes? ¿cómo podemos ver el “veneno” en sus estrategias de
enseñanza-aprendizaje?
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Para Acaso (2009) la pedagogía tradicional o tóxica, es un modelo centrado
en los resultados en vez de estar centrado en el aprendizaje. Los contenidos de la
enseñanza se seleccionan sin tomar en cuenta los intereses de los estudiantes (un
contenido desvitalizado) la selección de contenidos se fundamenta en la
ocultación, de manera que los alumnos aprendan más de lo que no se les enseña,
nunca se toma en cuenta las –micronarrativas- las representaciones de la “baja
cultura” ni se trabaja el vínculo poder-saber, ni la doble codificación. No interesa la
participación del estudiante, el poder lo acumula solo una parte de la acción
educativa. Se fomenta el análisis superficial de lectura formal, no interesa la
deconstrucción para llegar al verdadero mensaje, los procesos de evaluación se
convierten en el verdadero eje central del modelo al utilizar las calificaciones como
arma mediante la cual se reproduce un clima angustioso que fomenta la
competitividad por el único objetivo que le interesa al estudiante -la calificación
máxima-. Todo esto crea una alta competitividad que relega a la mayoría y hace
sobresalir a una minoría. La evaluación solo se dirige en una dirección. El fracaso
educativo sólo corresponde al participante, nunca al profesor. Los procesos de
evaluación son sumativos y de resultados nunca continuos y del proceso. No se
incorporan las nuevas tecnologías ni se tiene en cuenta las características de la
localidad, ya que la metodología se implementa de igual manera en cualquier
institución.
EVIDENCIANDO EL “VENENO” EN NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO
¿Dónde evidenciamos estos enunciados en nuestro sistema educativo? en
nuestro país, como en muchos otros, nos interesa saber más, cuantos aprobaron los
exámenes de bachillerato, en vez de saber, cuantos aprendieron, no nos importa el
saber como se llegó a ese número, si fue de forma honesta o deshonesta, si esas
calificaciones reflejan verdaderamente lo que el estudiante aprendió durante esos
cinco años, o simplemente es reflejo de que se esforzó un día antes para aplicarlos.
Los administradores de los centros educativos compiten para saber cuál fue la
institución con mayor cantidad de alumnos aprobados en estas pruebas, evalúan la
calidad de su institución con estas estadísticas, aunque conciente o
inconcientemente sepan como se llegó a ese número. Difícilmente las instituciones
se sienten orgullosos o apoyan a estudiantes talentosos, sin importar la disciplina,
primero se deben fijar en su registro de calificaciones. Se preocupan por aquellos
que rinden en las pruebas, según los estándares que manejan, aquellos que no
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rinden difícilmente reciben apoyo alguno para que se esfuercen a seguir con sus
estudios. El currículo cientifista de nuestro país se ha encargado muchas veces de
truncar la carrera de artistas prodigios o deportistas de alto rendimiento por
considerarlos “malos estudiantes” simplemente por no rendir en pruebas de carácter
memorístico.
En nuestro país nunca se le ha tomado la palabra al estudiante para que
opine sobre que contenidos quieren recibir, aprender, o se deberían incorporar en
sus planes de estudios, y como quieren recibirlos; al contrario, las políticas educativas
de nuestro país se están inclinando cada día más, a decirles a los estudiantes, que
deben estudiar y que no, porqué deben estudiar ciertas carreras y porqué otras no,
cuál te va a generar dinero y con cuál te vas a “morir de hambre”. Es claro que la
apertura de colegios técnicos por todo el país, la clausura de cursos de filosofía,
psicología, música y artes plásticas, la reducción de lecciones en las mismas y las
ciencias sociales, y el incremento en el ingles, las ciencias exactas, en especial las
matemáticas, refleja el nivel de incidencia de empresas en el curriculum,
demostrando que carecen de mano de obra barata, de personan que trabajen
para sus fabricas, de más personas para trabajar en call centres, personas más
deshumanizadas y menos pensantes, que no se cuestionen nada de esto, ni lo
manifiesten, de menos profesionales a quienes darles trabajo y pagarles sus salarios
correspondientes.
Los metarrelatos expuestos por los medios de comunicación en nuestro
contexto costarricense, por enlace nacional, comerciales o las noticias, se han
encargado de lavar la mente a las personas, haciéndoles creer que es la mejor
solución para que sus hijos tengan un trabajo rápido y estable después de que se
gradúen, pero no les dice, que los horarios de trabajo y salarios que reciben,
difícilmente los dejará seguir estudiando o aspirar a algo más que eso. Esa calidad
de vida momentánea en la juventud, no alcanza en el momento que tengan
nuevos planes de desarrollo personal, como acceder a un mejor trabajo para
mantener a una familia, los salarios que reciben serán insuficientes, y la ley
difícilmente variara para que un trabajador técnico reciba pagos más altos. Es claro
que el tener que pagar menos bachilleres y licenciados, reducirá los costos a
aquellos que antes los contrataban, dándole más trabajo a técnicos, pero menos a
profesionales universitarios, el nivel de desempleo se reducirá relativamente a costa
de otros, al igual como se reducirá de manera abrupta el nivel de ciudadanos
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críticos y con altos niveles de estudio, para seguir siendo un pueblo domesticado por
altos mandos que quieren hacer con nosotros lo que quieran.
Nuestro estudiantes igualmente, domesticados, aprenderán lo que otros
quieren que aprendan, a costa, de ocultarles lo que otros no quieren que aprendan,
y ellos en su mismo desconocimiento nunca exigirán que se les enseñe algo que no
conocen. Es aquí donde paradójicamente buscamos que los estudiantes aprendan
mientras se les oculta conocimiento, en especial, aquél que desarrolla el
pensamiento crítico y no solo el lógico-matemático. Estamos formando robots y no
personas, estamos sobrevalorando el pensamiento mecanizado y sistematizado, por
encima del pensamiento creativo y crítico. Estamos desalmando nuestro sistema
educativo.
Por medio de las metanarrativas estamos haciendo que los estudiantes no se
interesen o resten importancia a las micronarrativas, no queremos conocer el
discurso marginado, de los indigentes, de los emigrantes e inmigrantes, de los negros,
de los indígenas, de las personas con discapacidad, de las religiones, de los
homosexuales, de las mujeres, de las madres adolescentes, de los adultos mayores y
de los niños, no tomamos en cuenta la “baja-cultura”, el vínculo poder-saber y la
codificación del doble discurso. Se quiere que pensemos de una única forma, se
quiere masificar la forma de pensar, homogeneizar el pensamiento, un pensamiento
globalizado, restarle importancia a las micro-culturas, pensar solo como las personas
con poder quiere que pensemos, sin cuestionarnos ni decodificar la contraparte de
su discurso. Todo eso logrado mediante el currículo nulo, quiere decir, un currículo
impuesto que no permite que se haga otro (o sea, no existe currículo), por lo que el
diseño curricular vigente difícilmente pueda hacer algo, si antes no se toman en
cuenta las metanarrativas y NO las micronarrativas, no se toma en cuenta las
necesidades específicas de una cultura, centro o contexto.
En nuestro sistema educativo, no importa la participación del estudiante,
siempre y cuando este asista, cumpla con el plan de estudios del profesor, que viene
pre-establecido desde el MEP por constructores de metanarrativas, y cumpla con los
requisitos de aplicación de pruebas. Un estudiante bien podría nunca participar,
llegar a las clases que necesite (solo para no reprobar por ausencias), aplicar todos
los exámenes, inclusive los de bachillerato, y graduarse. Resulta un asunto tan
mecanizado, que no es necesario en absoluto el aprendizaje, un estudiante podría
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recibir un día antes las respuestas de los exámenes, memorizarlas, ir el día siguiente,
resolver el examen y obtener los mismos resultados que si estudiara honestamente.
Estamos hablando de una educación completamente impersonal, sin
aprendizaje, que con las tecnologías que tenemos ahora, para el tipo de educación
que estamos recibiendo, no es necesario ni siquiera el profesor, porque un
ordenador puede darle la misma o más información, y dentro de la misma
comodidad de su casa, podría aplicar un examen por Internet. Vemos la figura de
un docente completamente ausente dentro de los procesos de enseñanza-
aprendizaje, donde se supone, por su profesionalidad, debería ser junto con el
estudiante quienes construyan el aprendizaje. Si el docente no participa, difícilmente
el estudiante lo hará. El docente actualmente no valora ni defiende su propia
profesión, y aquellos con vocación que si lo hacen, no son suficientes, o son mirados
con ojos de envidia por sus colegas, al querer destacar y realizar cambios dentro de
un sistema y una sociedad con personas que menosprecian la figura del profesor,
aceptan la mediocridad del mismo en muchas ocasiones, al no querer que salgan
del estándar del currículo tradicional y academicista, satanizando los que buscan
romper esos esquemas.
Dentro de las aulas costarricenses consumimos libros, casi dogmáticos, ya
que no cabe la posibilidad que el estudiante pueda contradecir o cuestionarse la
información que allí está, mucho menos, sacar el verdadero mensaje detrás de esos
libros de texto, lo peor es que muchos profesores lo respaldan, estamos
menospreciando el discurso y pensamiento de nuestros estudiantes, les estamos
imponiendo un libro y diciendo que el siempre va a tener la razón por encima de
ellos, como si fueran tontos y carecieran de criticidad, como si los autores del libro no
se equivocaran o tuvieran intereses de por medio sobre sus publicaciones, en la
mayoría de casos los libros de texto (como todo dentro de una sociedad capitalista)
tienen como prioridad el negocio, que el propio aprendizaje, las mismas comisiones
que reciben los docentes por venderlos dentro de sus aulas, deja ver que el docente
le preocupa en esas instancias servir más de agente de ventas, que de docente. La
zona de confort que generan estos libros a los educadores, al decirle que no tienen
que planificar sus clases y de paso reciben un incentivo monetario, los aleja de sus
obligaciones como docente, como profesional e investigador. Ya no se busca
construir el material propio, investigar nuevas formas de enseñar los contenidos de la
disciplina, -¿para qué? ¡si ya todo está hecho!- como si hubiese una única forma de
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enseñar los contenidos, “bien”, por las casas editoriales con profesores con pocas
ganas de trabajar, ambiciosos y sin vocación, en ellos mantienen vivo el mercado
de los libros de texto “educativos”.
Las políticas educativas costarricenses, han intentado incorporar las nuevas
tecnologías, regalando una computadora a cada estudiante, parece paradójico y
a la vez absurdo, entregar computadoras a estudiantes que nunca han usado una,
que en zonas rurales difícilmente cuenten con un laboratorio de informática donde
los enseñen a usarla, tengan un familiar que alguna vez en su vida hayan podido
adquirir alguna, y hasta el mismo hecho que tengan donde conectarla. Si tienen la
posibilidad de tener alguna de estas ventajas, muy probablemente el docente no
las utilice dentro de su modelo pedagógico tradicional, ya sea porque no saben
usar el recurso, porque no saben como incorporar ese recurso a sus lecciones o su
disciplina, o porque simplemente no quieren romper sus esquemas mentales y salirse
de su modelo pedagógico. Cuando hablamos de este tema dentro del área
urbana, o dentro de instituciones privadas que tienen mayor facilidad adquisitiva de
este tipo de tecnologías, y vemos que los docentes tienen los recursos a la mano
(ordenadores, proyectores, dispositivos multimedia, audio-visuales e Internet) y no
hacen esfuerzo alguno para incorporarlo a su práctica, estamos limitando a los
estudiantes que puedan explotarlos dentro de su disciplina, obtener resultados
innovadores e impredecibles.
Hablando de recursos tecnológicos, si no se tiene acceso a todos, debemos
explotar lo que tengamos, si el mayor recurso que tenemos dentro de nuestra
institución, es la naturaleza misma, salgamos de la clase a disfrutar de ella, aprender
de ella, a observarla, si lo que tenemos cerca es un museo o patrimonio histórico,
salgamos a conocerlo, si lo que tenemos simplemente son cuatro paredes y una
pizarra, tirémonos al suelo, utilicemos las paredes o dibujemos en la pizarra, pero lo
importante es salirnos de lo habitual, que el recurso se utilice, no solamente para lo
que fue pensado desde un principio, debemos romper el esquema y el concepto de
aula, el aula no son cuatro paredes, el aula es más que un espacio físico
contemplado entre cuatro paredes, el aula es un área intangible donde el profesor y
el estudiante ¡aprenden!, por lo que el aula trasciende infinitamente hacia cualquier
espacio físico/virtual donde se dé el proceso de enseñanza-aprendizaje. Debemos
explotar nuestro contexto, ningún espacio por más pobre que parezca, es tan pobre
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como para no ser creativo, en muchos casos la misma escasez se convierte en
nuestra ventaja y propio incentivo para ser innovadores.
Hay un aspecto que se relaciona y compete mucho a nuestro contexto
costarricense, y es el de tomar en cuenta las características de la localidad, ya que
usualmente implementamos la mismas metodologías de igual manera, no importa la
institución, aludimos que una persona rural y otra urbana, una persona de colegio
público y otro privado, que alguien de bajos recursos, con discapacidad alguna, de
adecuación curricular significativa o superdotado, nacional o extranjero, pueden
hacer el mismo examen como si no afectara en diferente medida la calificación su
contexto en ello, hasta aspectos emocionales, como si en ese día tuvo un problema
familiar, amaneció deprimido o simplemente enfermo, o si su contexto varia su
estado anímico esporádicamente. Difícilmente pensamos que el lugar de trabajo
deba influir en nuestras metodologías y que es motivo necesario para adaptar
nuestras estrategias de enseñanza-aprendizaje. Es necesario estar conciente que de
el contexto depende nuestro planeamiento, quiere decir, que no hay razón para
aplicar un mismo modelo ni planeamiento en todas nuestras clases y lugares de
trabajo por igual, con todos los alumnos, en cualquier situación, sin indagar
previamente su cultura y contexto específico.
Cuando hablamos de evaluación dentro de nuestro sistema educativo hay
una serie de prácticas que según Acaso, pertenece a la pedagogía tóxica, y que
veremos, son alimentadas mediante lo que hemos titulado en este ensayo como
educación “bulímica”, un producto de este modelo educativo “tóxico” tradicional,
es la forma en como se lleva a cabo las metodologías y la evaluación. La
educación bulímica se nutre de las calificaciones como arma angustiosa que
fomenta una competitividad destructiva. Una evaluación unidireccional. Una
evaluación sumativa, que no evalúa el proceso y no retroalimenta. Estamos claros
que es producto del modelo tradicional y academicista (la pedagogía tóxica) que
infecta y se expande como un “veneno” dentro de nuestro sistema educativo, pero,
¿por qué hablar de bulimia?
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EDUCACIÓN BULÍMICA, DESNUTRICIÓN EVALUATIVA
Si entendemos como bulimia ese trastorno alimentario y psicológico
caracterizado por la adopción de conductas en las cuales el individuo se aleja de
las pautas de alimentación saludables consumiendo comida en exceso en períodos
de tiempo muy cortos, para después buscar o eliminar el exceso de alimento a
través de vómitos o laxantes. Influyendo de esta manera en su estado anímico que
en poco tiempo desembocará en problemas depresivos. Si hacemos la analogía
con nuestros procesos de enseñanza-aprendizaje, donde los estudiantes consumen
materia en exceso en períodos de tiempo muy cortos, para después buscar la forma
de “evaluar” la exhaustiva cantidad de materia a través de un examen escrito de 80
minutos de carácter memorístico, estamos concluyendo que la información que allí
depositan en ese examen, no es más que un desecho (un vomito) algo que se
pierde, que dicha estrategia, en como es obtenida la información, no es saludable,
por consiguiente, produce angustia y depresión en el estudiantado. En ese caso
podemos hablar de educación “bulímica”.
Para algunos puede parecer desde soez, transgresor y un poco irrespetuoso
la terminología, pero cuando de educación se habla, diría Acaso, estamos
hablando de un asunto meramente visceral, por lo que el término analógico puede
que no esté lejos de la realidad, principalmente cuando se refiere al asunto del
currículo –placenta-, menciona Acaso:
“me ha costa mucho decidirme por este nombre, sobre todo porque las
vísceras no están bien vistas en el consumo-mundo(…) Nadie sabe cómo es
una placenta (…) a pesar de su increíble generación y su increíble vida: es un
órgano creado con la misión de alimentar al ser en gestación y, una vez
cumplido su objetivo, el órgano se retira, se marcha, sale para dejar que la
nueva vida a la que alimentaba empiece a alimentarse por sí misma. (…)
considero que la educación ha de ser un proceso de paulatino abandono,
de paulatina lejanía, de desprendimiento. De dar pero sobre todo de dejar
una vez que lo dado se ha convertido en otra cosa, como lo que ocurre con
el alimento que las madres transmitimos a nuestros hijos a través de la
placenta”
Acaso, Ellsworth y Padró (2011 p.22)
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Los estudiantes y el profesor son indivisibles, los estudiantes son al currículo
educativo y al profesor, como el bebé en gestación es a la placenta de la madre.
No podemos hablar de evaluación del currículo, si entendemos cada elementos
como elementos independientes, si construimos el aprendizaje juntos (como un
bebé se gesta en el vientre materno) es imposible aunque se convierta
posteriormente en un ser autónomo, y se de el “alumbramiento” (Acaso 2009), negar
que algún día remoto fueron uno solo. Aún en esas primeras instancias el sujeto debe
ser mediado por mucho tiempo hasta obtener toda las competencias necesarias
para independizarse, teniendo en cuenta posteriormente que “biológicamente” aún
debe su aprendizaje a su gestor.
Si desde esta analogía de Acaso podemos concluir que lo que busca la
educación es alimentar al estudiante, podemos también concluir, que nuestro
sistema educativo actual, está invadido por un modelo completamente
antipedagógico, donde “abortamos al ser en gestación” (visto desde el punto de
vista del embarazo) no estamos alimentando bien a esos estudiantes, y por ende,
suelen “nacer” con problemas cuando se ven enfrentados al mundo (nuestra
sociedad) no son competentes, técnicamente y mucho menos cognitivamente para
laborar para la misma, tomando en cuenta que los lugares de trabajo son pocos, y
donde la selección natural de Darwin se encarga de escoger a los más “fuertes” y
desechar al resto. Y si hablamos de educar para la vida, nos quedamos mucho más
atrás, porque si no estamos generando buenos “obreros” (lo que actualmente
requieren empresas, y para lo que está formando nuestro sistema educativo, véase
la cantidad abismal de apertura de colegios técnicos, a petición de ellos a través de
los metarrelatos) mucho menos podemos hablar de un sujeto que sea capaz, según
los cuatro pilares de la educación, de conocer, hacer, vivir y ser.
Por ahora olvidémonos del ser en gestación y regresemos a los “trastornos
alimenticios” pero sin dejar de lado la alimentación. Una persona nenecita una
alimentación balanceada, podemos decir, un currículo integral, donde se pueda
alimentar de todos los grupos alimenticios al mismo tiempo, sin llegar a excesos de
uno y escasez de otro. Nuestro sistema nos está alimentando con un currículo
cientifista, sólo con pensamiento lógico y matemático, un poco de ciencia e ingles,
es tanto como decir, que nos están alimentando solo con dulces, de vez en cuando
nos dan harinas y otro tanto carnes, olvídense de la frutas y las verduras (el
pensamiento crítico, el arte, las humanidades y los valores), puede que al inicio sepa
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muy bien, pero en algún momento nuestro cuerpo llega a pagar las consecuencias,
desnutrición, sobrepeso o enfermedades, nada de eso es saludable para nuestro
organismo. Así sucede, creemos que formando a nuestros estudiantes en una sola
orientación, les aseguramos un trabajo (no importa si lo pagan bien o mal, o te
explotan o no, si te sientes a gusto y realizado en el, lo “importante” es que lo tienes)
te “formamos” para que pases el resto de tu vida trabajando malhumoradamente,
pero nuca te formamos para la vida misma. Necesitamos una educación integral, y
menos comercial (que busca satisfacer las necesidades de los metarrelatos) una
educación que se preocupe por la vida y por el bien común, pensando en formar
personas críticas, humanas, espirituales, creativas, inteligentes, saludables, con
sentimientos, una persona integral. Dejemos de fraccionar el cerebro por disciplinas y
asignarles tajadas más grandes a ese “pastel” y pensemos transdisciplinariamente.
Siguiendo con el tema que nos compete más, la evaluación en nuestro
sistema educativo, llega a ser el reflejo de toda esta maraña de situaciones. Ya que
todo este currículo cientifista, la mediación de personas no profesionales en el
campo de la educación, con intereses de por medio (a través de las
metanarrativas), la sucesión de modelos educativos obsoletos, el poco compromiso
(investigación, capacitación y educación continua) y poca vocación de nuestros
propios profesionales en educación, una sociedad manipulada (por los medios de
comunicación) domesticada, deshumanizada y completamente sin alma, es
imposible como no se vea reflejado en los procesos de evaluación. Teniendo en
cuenta que la evaluación no es un número, que es más que un proceso sumativo
donde un valor numérico es protagonista de una acción, donde la calificación
debe ser reflejo significativo de lo aprendido. Nuestra sociedad costarricense tiene la
cultura de valorar el número por encima de las cualidades apremiantes que puedan
surgir en el proceso.
Debemos preguntarnos: ¿realmente un número me define, y certifica lo que
aprendí? Pues la respuesta es simple, no. Yo no soy un 10 o un 7, ni mucho menos un
0, es quizás lo que el docente pretende dar a entender a otros (todos) que es lo que
soy, o lo que el sistema necesita saber para hacer su selección natural (un embudo
estudiantil) un mero proceso fiscalizador tan semejante al “juicio final”, a manera de
Apocalipsis. Es una forma de medir, lo inmedible, lo que solamente el buen docente
puede observar de cerca, y lo que el estudiante realmente nos puede decir que
aprendió, es un requisito de nuestro sistema, que nos hemos tomado tan en serio,
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como para frustrar sueños y vidas. Nos hemos llegado a creer dueños del destino de
un sujeto, somos capaces de truncar su vida con un número. Si conocemos los
desastres de la “guerra” de una evaluación completamente deshumanizada,
¿porque repetirla?, usemos estas imposiciones a nuestro favor, en lugar de detener el
surgimiento de un estudiante, impúlsemelo, no le “cortemos las alas” y permitámosle
que siga creciendo como profesional y como persona, ¿cómo?, dándole apoyo,
aconsejando y estimulando sus potencialidades, para que por último, de ser posible,
por si mismo, hacerle ver sus limitantes. Dejemos de estar señalando errores y
calificándolos con un gran “reprobado” en rojo. Cambiémoslo primero por palabras
de aliento, y luego por un número consiente que refleje el aprendizaje significativo
que tuvo ese estudiante, y a la par quizás una leyenda que te diga: “puedes
mejorar”, “esfuérzate más, eres talentoso”, “vas por buen camino, sigue así”, “te faltó
estudiar, pero tu sabes que puedes hacerlo mejor”. Cualquiera de estas frases busca
que tu aprendizaje no se quede en un número soso, sino, en un aliciente, que
incentive, la auto-evaluación, la introspección y produzca metacognición.
No hay duda que el examen escrito se ha convertido en la zona de confort
de aquellos docentes que se han dejado “envenenar” por “víboras” que quieren
(conciente o inconcientemente) ir enfermando nuestro sistema educativo y
dejándolo al borde de la muerte, que se han encargado de desnutrir a nuestros
estudiantes, alimentándolos mal y cultivando en ellos el hábito de la “bulimia”
educativa, desechando en cada una de esas pruebas el “conocimiento” (a manera
de vómito, ya que nunca les sustento) que los docentes quisieron meter a la fuerza
en sus cabecitas. Una cantidad de contenidos poco útiles, ya que no están
pensados en función de la vida, que se pretende, consuman sin rechistar, sin
cuestionárselos, sin objeción alguna, ¿para qué? para que el profesor en un examen
espere ver lo que solo el quiere ver, o lo que muchos otros de manera dogmática
estipularon en un libro de texto. Y el estudiante ¿qué hace?, memoriza, “come y
come” hasta quedar “lleno”, para que en un santiamén reproduzca lo que
memorizó, eliminándolo “por medio del vómito” en un documento oficial de unas
cuantas páginas, para que al día siguiente ya no tenga nada en su “estomago”
(mente) y tenga que volver a alimentarse para desecharlo nuevamente en la
próxima prueba, convirtiéndolo prácticamente en un trastorno o hábito alimenticio
que nunca acaba, por lo tanto, nunca se alimenta (nunca aprende) y que en última
instancia produce la “muerte”, una muerte cognitiva, una muerte del alma. Esta es
la esencia de la educación bulímica. El tradicional examen escrito o test, se ha
Reinterpretaciones de la educación bulímica y las pedagogías tóxicas
en el contexto costarricense: un repensar de nuestra evaluación.
Montero Vargas Pedro Alonso
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convertido en la zona de confort del educador y estudiante de nuestro sistema
educativo per saecula, saeculorum. Al parecer la propuesta (para nada nueva) de
una evaluación autentica aún está muy por encima del docente conformista que
no quiere cumplir su labor docente de investigador. Es mucho mejor sentarse en el
“sillón confortable” del sistema tradicionalista, a ser un docente creativo e
innovador.
ROMPIENDO ESQUEMAS:
CONCLUSIONES COMO ANTÍDOTO PARA CURAR NUESTRO SISTEMA EDUCATIVO.
Los sistemas enferman y mueren, y uno envenenado acelera ese proceso, es
claro que lo que buscamos no es eliminar los procesos sistemáticos, ya que son
indispensables para un sistema educativo estable y proactivo, pero cuando un
sistema no resulta, es necesario sustituirlo o hacer algo por él, difícilmente puede
tener cura alguna, puede resultar difícil curarlo, sin embargo, a pesar de esto, si es
posible salvar un sistema educativo como el nuestro, pero la pregunta es la siguiente,
¿qué resulta más sencillo?, ¿implementar un nuevo sistema? O ¿salvar el que ya
tenemos?, esa respuesta no es sencilla, la única forma de saberlo, es intentando
hacer algo por el mismo, lo que si es cierto, es que si queremos modificar nuestro
sistema educativo, tenemos que romper esquemas. La educación no es un proceso
cuadrado donde los lineamientos ya están predeterminados. Al contrario, los
educadores desconocen que esta –mi vocación- es un círculo infinito, donde la
posibilidad de ser creativo en el proceso de planificación, enseñanza-aprendizaje y
evaluación hace más atractiva y significativa la labor trascendental de educar.
Es por esto, en base a todo lo que hemos planteado, evidenciado y
justificado, que establecemos a manera de conclusión, romper esquemas, no solo
esquemas administrativos o sociales, sino también esquemas mentales, grupales e
individuales. El cambio en nuestro sistema educativo depende de que cada
docente que tenemos en nuestro sistema educativo y en diferentes ambientes
académicos, que busquen un cambio en -si mismo-, se preocupe por investigar, por
estudiar, por capacitarse, por buscar un perfil de excelencia. Se nivele y este a la
altura de los mejor formados en su disciplina y trasciendan, que no se conformen,
que busquen ser mejores, que estén al día en todo. De esta manera empezamos a
cambiar modelos educativos obsoletos, comenzamos a salir de las pedagogías
tóxicas, de la educación bulímica, nos comenzamos a sentir incómodos en ese
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“sillón”, por lo tanto, buscamos hacer algo, cambiar las cosas, compartir nuestros
conocimientos, pasar de las palabras a los hechos, llegar a instancias grandes, no
quedarnos estáticos y crecer constantemente, como profesional y como persona,
en beneficio de la disciplina y nuestra sociedad.
Con docentes así de competentes comenzamos a incursionar es espacios
administrativos por medio de la investigación y las publicaciones respectivas. De esta
manera desde arriba y a manera de retroalimentación, desde sus puestos
jerárquicos, administradores comprometidos con la educación, profesionales, que se
encargarán de brindar capacitación a aquellos que desconocen de la teoría y de
dichos conocimientos, serán los responsables que los educadores busquen un
Standard de calidad, pero que mantengan en movimiento, no basta con lograr
equiparar los conocimientos de los docentes, si se estancan allí, debe ser continuo,
se debe seguir impulsando cambios anualmente, y brindando diariamente
información clásica de peso y actualizada.
Son por lo tanto, docentes, junto con administrativos, que comienzan a
evidenciar y mostrar cambios, ponen en manifiesto las consecuencias negativas de
los “metarrelatos”, por ende obligan reformas, ya no solo en beneficio de estos, sino
pensando como debe ser, en los estudiantes, por medio de los docentes, para
mejorar los centros en beneficio de toda la sociedad y no de un grupo de
empresarios. De esta forma los altos mandos tendrán evidencias suficientes para
empezar hacer cambios de fondo en nuestro sistema educativo, desde la parte
curricular hasta el espacio áulico y todos los procesos de enseñanza-aprendizaje.
De manera muy utópica, planteo un ideal, pero no hay que verlo como algo
muy lejano, sino esto no tendría sentido alguno, hay que analizarlo de manera crítica
y reaccionar. Busco que hagamos algo, que este ensayo a manera de catarsis, ya
sea, provoque incomodidad y nos haga pensar, o abra el diálogo. No es difícil lograr
hacer algo por esto, si realmente, comenzamos a trabajar en ello. No es en vano el
esfuerzo si a uno solo cala el mensaje y lo comparte.
Entonces, que estamos esperando, evidenciemos el veneno aún presente,
alimentemos correctamente a nuestros estudiantes, busquemos un antídoto,
sanemos nuestro sistema y rompamos esquemas.
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Referencias:
Acaso M. (2009). La educación artística no son manualidades: nuevas prácticas en
la enseñanza de las artes y la cultura visual. Los libros de la catarata. Madrid,
España.
Acaso M., Ellsworth E. y Padró C. (2011). Conversaciones: El aprendizaje de lo
Inesperado. Los libros de la catarata. Madrid, España.