Post on 03-Nov-2018
Observatorio de Política Socio Ambiental (OPSA - PUCE)
Facultad de Economía
Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Panorama de las energías
renovables y de la eficiencia
energética en América Latina
Autor: Josué Montenegro
Orozco Revisión: Econ. María de los Angeles
Barrionuevo
2013
Introducción
El cambio climático se ha convertido en uno de los principales problemas para
la humanidad desde el siglo XX. Este se expresa, según CEPAL (2009), en un
aumento de la temperatura media, en la modificación de los patrones de
precipitación, en el incremento en el nivel del mar, en la reducción de la
superficie glaciar y en la alteración de los patrones relativos a los fenómenos
naturales extremos1. Fenómenos provocados como consecuencia de los
efectos antropogénicos en el planeta expresados en la emisión de gases de
efecto invernadero.
En relación a América Latina es posible enunciar que está región a pesar de
ser una de las menos contaminantes, con un estimado de 12% del total de
emisiones, 5390 MtCO2 eq (CEPAL, 2009), enfrenta grandes riesgos y
desafíos al momento de mitigar y adaptarse a los cambios climáticos por venir.
Esto en consecuencia de que una alteración climatológica tiene efectos
significativos, crecientes e irreversibles sobre las actividades económicas, la
población y los ecosistemas; tres ámbitos que según CEPAL (2009) y
Naciones Unidas (2010) son particularmente sensibles en este subcontinente,
en función de la poca capacidad de adaptación de los grupos vulnerables, la
excesiva dependencia económica al sector primario exportador como fuente de
divisas, las ineficaces regulaciones ambientales y los procesos de
deforestación avanzados2. Factores tales que ya se han observado en las
reacciones ineficaces frente a los cambios climatológicos en la región y que
han dejado como muestra de la incompetencia regional el incremento paulatino
pero persistente de la temperatura (0,74°C ± 0,18°C) entre 1905 y 2005,
además de su tendencia a la duplicación durante los últimos 50 años; así como
también el aumento de las presiones existentes sobre los recursos hídricos y la
pérdida de productividad de ciertas regiones y poblaciones (Trenberth et al,
2007).
Es decir, contextualizando el problema, se puede definir que el reto de
adaptarse a nuevas condiciones climatológicas entraña costos y recursos
económicos que si no son enfrentados de forma correcta y oportuna pueden
llegar a detener el desarrollo económico regional. Como bien lo hace notar
CEPAL (2009) el análisis económico del cambio climático es complejo ya que
aborda un proceso combinado por factores no solo ambientales y económicos,
sino también sociales, tecnológicos, energéticos y de política internacional en
un marco de impactos no lineales y específicos, con procesos de
retroalimentación, alto nivel de incertidumbre y complicaciones éticas
1Un ejemplo del cambio en los patrones climáticos extremos han sido los incrementos en la ocurrencia
de fenómenos como El Niño y las oscilación Austral, además de aumento en la intensidad de huracanes en Centroamérica y el Caribe. También se puede mencionar dentro de esta categoría en aumento de la precipitación en el sudeste de América del Sur (CEPAL, 2010). 2 Las fuentes de emisiones en América Latina responden en su mayoría a prácticas de cambio de uso del
suelo, 46% , motivadas en gran parte por el nivel actual de deforestación y degradación del suelo.
significativas.
Por otra parte, complementando el papel de América Latina frente al cambio
climático, es preciso también decir, a manera de centrar la atención de la
investigación, que las emisiones en América Latina tienen como segunda
mayor fuente al sector energético. Atendiendo solo a las emisiones de CO2
relativas al sector de energía y cemento es posible argumentar que este
significa 5,10% del total mundial de emisiones y tiene una tasa de crecimiento
anual del 2,6%, por arriba de la media mundial de 1,8% al año. En relación a
esto, es preciso mencionar que la estructura energética latinoamericana tiene
como pilar al petróleo (paso del 55% al 48% de la energía primaria entre 1971
y 2007), seguido del uso de gas natural y de la energía hídrica; en relación a
las energías renovables (eólica, solar y geotérmica) se aprecia un aumento
menor a un punto porcentual. Todo esto pone énfasis según CEPAL (2009) en
que la matriz energética latinoamericana si bien está tendiendo a una
composición más limpia desde el punto de vista de emisiones de CO2, al
mismo tiempo no está dando pasos significativos en la adopción de energías
renovables y mejoras en cuanto a la eficiencia energética, situación que podría
mejorar en parte y de manera importante su capacidad de defensa frente al
cambio climático; en especial siendo que el crecimiento económico para la
región presenta pronósticos positivos (en términos de PIB per cápita se prevé
un crecimiento superior al 1,5% en los próximos años) y que según CEPAL
(2009) estimaciones econométricas han mostrado que la elasticidad ingreso3
de la demanda es elevada (por encima de 1) mientras que la elasticidad precio
de la demanda4 es muy baja5 (entre 0 y -0,2), es decir el crecimiento vendrá de
la mano de un aumento de la demanda de energía.
En función de lo dicho, este trabajo se presenta como una iniciativa pequeña
en la descripción del uso de energías renovables para mitigar los procesos
subsecuentes de cambio climático y las externalidades negativas que se
derivan de él. El trabajo estará compuesto de un análisis del sector energético
en América Latina por regiones, en donde se delimitara la trayectoria de la
intensidad energética y el uso de energías renovables, posteriormente se hará
un análisis de la situación de estas últimas en relación a distintas subregiones,
para finalmente terminar observando algunas restricciones y medidas de
solución frente al uso de energías renovables.
Sector energético en América Latina
3 La elasticidad ingreso de la demanda se refiere a la variación porcentual en la cantidad demandada de
un bien que resulta de una variación porcentual en el ingreso (Eco-Finanzas, s.f). 4 La elasticidad precio de la demanda mide el grado de sensibilidad de la cantidad demanda de un bien
en relación a un cambio en el precio del bien (Eco- Finanzas, s.f). 5 Esta elasticidad-precio muy baja refleja, según CEPAL (2009), una reducida presencia de alternativas
para mayor eficiencia energética y de tecnología y sugiere limitaciones para controlar la demanda.
Una de las maneras en que es posible transitar hacia una economía verde,
mucho más responsable con el ambiente y con los efectos del ser humano
sobre los ecosistemas terrestres y marinos se encuentra en las fuentes de
energía que son utilizadas para impulsar los procesos productivos y
residenciales en una economía. En esta sección, se realizará un análisis de la
matriz energética regional, poniendo especial atención a la contribución de
cada subregión económica en la utilización de energías renovables.
La matriz energética latinoamericana no ha sido muy dispersa durante las
últimas décadas (Ver Tabla 1). Esta ha estado principalmente estructurada por
un fuerte componente de consumo de hidrocarburos, gas natural y carbón.
Datos de CEPAL (2009) y SELA (2012) confirman tal trayectoria estipulando
que la distribución según tipo de energía se estructuraba de la siguiente
manera para el año 2006: 43,41% Petróleo; 25,44% Gas natural; 14,96%
Biomasa (leña y caña con un 8,8%); 8,72% de hidroenergia; 5,4% de carbón
mineral y apenas 0,5% de energías primarias renovables, considerando
también un 0,85% de energía nuclear y 0,28 de energía geotérmica.
Estructura que da relevancia a la marcada prominencia petrolífera. Según
CEPAL (2009) esto se debe a la falta de reformas y pautas de inversión en la
industria de la electricidad que han dado una marcada preferencia a la
construcción de plantas de producción eléctrica a base de combustibles fósiles
en detrimento de la generación de sistemas alternos de producción limpia y
eficaz. En lo relativo a la inversión en el sector energético es clara una
disminución significativa en su porcentaje de participación, debido a la escasa
oferta de mecanismos financieros, de un marco regulatorio que contribuya a
disminuir el riesgo de los inversionistas, a la falta de bancos nacionales de
fomento y de programas específicos, además de la carente e insipiente
legislación en materia de contingencias legales y tributarias, que claramente
Fuente: CEPAL (2009); SELA (2012)
Elaboración: Josué C. Montenegro Orozco
dificultan, especialmente durante los últimos años la proliferación de
actividades privadas (Altomonte et al, 2003). Según Altomonte (2011) el
crecimiento de la inversión en infraestructura ha disminuido desde representar
el 1,95% del PIB entre 1980-85 a tan solo 0,53% del PIB latinoamericano para
el año 2008 (Ver Gráfico 1)
La trayectoria de la intensidad energética en América Latina
Otro asunto bastante relevante y que forma parte de las características
energéticas latinoamericanas lo constituye la intensidad energética; este
indicador a breves rasgos se identifica como una relación entre el consumo
energético y el producto interno bruto. Su trayectoria en la historia
latinoamericana ha sido muy diferenciada y aun constituye un factor bastante
relevante al momento de entender las posibilidades que se abren a procesos
energéticos más limpios; aún más cuando América Latina muestra patrones de
consumo más intensos, motivados por una demanda residencial sostenible y
creciente y un sector productivo en franco crecimiento frente a sus relaciones
internacionales. Es decir se evidencia, según CEPAL (2010) una cada vez
más evidente relación entre las emisiones per cápita, el consumo de energía
per cápita y el PIB per cápita; especialmente en aquellos países con ingresos
per cápita superiores a la media latinoamericana, como Argentina, México,
Chile y en aquellos con marcadas deficiencias en la instauración de
mecanismos de sustitución de equipos de alto consumo energético. (Ver
gráfico 2.1 y 2.2).
Según Altomonte et al (2003) la intensidad energética y el crecimiento
económico que la determina han mostrado tendencias a las baja y a la alta
desde la década de 1970. Específicamente entre 1970 y 1980 es evidente en
su estudio “Energías renovables y eficiencia energética en América Latina y el
Caribe” que existió un crecimiento económico acompañado por un menor uso
de energía por unidad de producto elaborado, indicando ganancias en términos
de eficiencia y en el uso de recursos energéticos. Sin embargo, esta tendencia
sufrió una contracción durante la década de 1980 en razón de la recesión de
los mercados internacionales y por ende de las economías latinoamericanas,
en razón de una disminución en la demanda de sus exportaciones; a partir de
aquel entonces si bien existió una recuperación de los ingresos no se hicieron
intentos por favorecer un consumo más eficiente de energía; por lo menos en
lo que se refiere a determinados países, tales como Venezuela, Bolivia y los
países caribeños.
Adentrándose más en este análisis es posible especificar, como bien lo hace
Altamonte et al (2003), que la realidad latinoamericana es bastante compleja;
en razón del tamaño, las tendencias de consumo sectorial y reformas
energéticas de los países de la zona (Ver gráfico 3.1 y 3.2); y es que en efecto
la intensidad energética de las diferentes subregiones presenta trayectorias
bastante parecidas en sus tendencias pero muy diferentes en los valores
absolutos
Esto se debe por ejemplo a que en el Caribe y Venezuela, como ya se dijo con
anterioridad, existe una intensa utilización de equipos de alto consumo
energético (aires acondicionados y aparatos de refrigeración) y una baja
intensión en reformar esta situación; probablemente debido a la alta
dependencia de combustibles fósiles (más del 97% del consumo comercio de
esta región se basa en productos derivados del petróleo), el crecimiento
económico bajo y al escaso nivel de desarrollo de energías alternativas.
Mientras que en la subregión del cono sur y en México6 se dieron procesos de
aplicación de equipamientos y tecnologías energéticas más avanzadas,
además de iniciativas en lo que se refiere a restructuraciones en el
funcionamiento del mercado y en las empresas productoras y distribuidoras de
energía (Altomonte et al, 2003).
En lo que se refiere a la intensidad energética residencial e industrial es
fundamental decir también que en relación a la primera se ha apreciado una
tendencia al alza (entre 1991 y 2001 la intensidad energética residencial creció
desde 0,38 GWH residenciales/habitante a cerca 0.57 GWH
residenciales/habitante) en parte debido a programas incompletos de incentivo
al ahorro energético; mientras que en virtud del segundo sector es posible
mencionar que solo Bolivia ha mostrado un avance significativo, desde inicios
del siglo XXI en razón de la introducción del gas natural en sus procesos
productivos; en el resto de países se ha mostrado más bien estable a pesar de
cierta liberalización que se ha dado en los mercados energéticos (Altamonte et
al, 2003).
Es decir, contextualizando todo es posible decir que la intensidad energética,
6 En México se dio una reducción de en la intensidad energética, en razón de la promulgación de
ambiciosos programas de ahorro energético nacional y del cambio estructural que se dio en lo que se refiere a la industria, donde se favoreció un desplazamiento de la producción y del valor añadido industrial hacia sectores menos intensivos en energía, junto con una expansión de la pequeña y mediana industria (menos consumista de recursos energéticos).
Intensidad energética en Subregiones
Fuente y elaboración: Altamonte et al (2003)
en América Latina, como un conglomerado (excluyéndose casos particulares)
no ha tenido un avance significativo, no se han dado mejoras en el consumo
energético. Esto según Naciones Unidas (2010) deja sentado el hecho de que
no existe una coincidencia con una tendencia ideal de desarrollo, ya que si así
fuera existiría una disminución gradual de la intensidad energética y de la
intensidad del carbono emitido durante el tiempo (la intensidad de carbono por
uso energético se ha mantenido desde 1980 una tendencia creciente,
rondando tasas del 5% y del 2%, (Ver gráfico 4.1 y 4.2). Entre las causas que
remontan a tales fenómenos es común encontrar en términos más generales,
según Naciones Unidas (2010): a) La estructura económica de la región y el
hecho de que el sector primario representa una proporción elevada del PIB
regional (por arriba de la media mundial), b) El lento crecimiento y las crisis
económicas que se han cernido sobre Latinoamérica, c) La escasa prioridad
que hasta ahora se ha asignado a políticas de eficiencia energética (esto
incluye desarrollar medidas eficaces para controlar la expansión del transporte
urbano) asignando volúmenes variables de recursos a su desarrollo y
promulgando legislaciones débiles (Ver tablas 2 y 3), a pesar de haber firmado
la mayoría de países el Protocolo de Kyoto7, que pone énfasis también en
mejorar el consumo energético y en desarrollar fuentes alternativas de
políticas.
A pesar de aquello, existen ciertas iniciativas latinoamericanas y de
cooperación internacional que podrían mejorar el panorama energético a
futuro. Actualmente son cuatro las organizaciones que están desarrollando
programas de eficiencia energética en la región: Organización Latinoamericana
de Energía, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA),
Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y Comisión Económica para
América Latina (CEPAL). En lo que concierne a organismos de cooperación
internacional es posible encontrar al BID, a la comisión europea, a GIZ de
Alemania, a la cooperación española y holandesa; además del fondo para el
medio ambiente mundial (FMAM), quien en los últimos años ha asumido un rol
importante en la promoción de la eficiencia energética y de las energías
renovables en América Latina, mediante proyectos, por ejemplo, de
electrificación rural.
A manera de conclusión de esta sección y abarcando un poco más en el tópico
de eficiencia energética es preciso mencionar que si bien esta y las energías
renovables son usualmente puestas dentro de la misma categoría, debido a su
rol común en la mitigación del cambio climático, las inversiones en eficiencia
energética y energías renovables difieren en aspectos importantes (Ver tabla
4), tales como índoles, propósito, volumen de inversiones, conocimiento,
destreza, riesgo de los proyectos, métodos y fuentes de financiamiento
(Naciones Unidas, 2010). Esto condiciona la incidencia de cada una de ellas en
el desarrollo productivo y social de un país y por lo tanto el papel del país en
7 Solo San Cristóbal y Nieves, en Latinoamérica no ha firmado el protocolo de Kyoto.
mitigar los efectos del cambio climático.
Energías Renovables en América Latina
El estado actual de las energías renovables en América Latina
La energía renovable se refiere a la electricidad generada a partir de fuentes de
energía renovable, como la eólica, solar, geotérmica, hidroeléctrica,
mareomotriz y diversas formas de biomasa. Estas fuentes de energía se
consideran renovables debido a que sus fuentes de combustible continuamente
se reponen, a diferencia de las energías fósiles no regenerables, tales como el
carbón, petróleo y gas natural, cuya provisión es limitada a un horizonte de
producción (reserva/producción) (Meisen & Krumpel, 2009).
En el año 2007 el suministro total de energía primaria8 fue de 12.026 millones
de toneladas equivalentes al petróleo (tep), de los cuales según Meisen
&Krumpel (2009), 12, 4% fue producido a partir de energías renovables. Dentro
de esto, en razón de su amplio uso no comercial en los países en desarrollo la
biomasa se constituyó en la mayor fuente de energía renovable, representando
el 9,3% del suministro total de energía primaria; seguidamente se encontró la
energía hidráulica, representando el 17,7% de las energías renovables
utilizadas; en tercer lugar vino la energía geotérmica, aunque en un nivel
bastante insignificante, albergando tan solo 0,4% del suministro total de
energía primaria; en último lugar se ubicó la contribución de las fuentes de
energía renovable de reciente utilización (eólica, solar, mareomotriz y
undimotriz), con un porcentaje de 0,2% del total de energías primarias
utilizadas o 1,6% de la oferta de energías renovables (Meisen & Krumpel,
2009)
En lo que se refiere a producción eléctrica las energías renovables ocuparon el
tercer lugar a nivel mundial, representando el 17,9% de la generación durante
el 2007, después del carbón (41,6%), del gas (20,9%), pero por delante de la
energía nuclear (13,8%) y el aceite (5,7%) (Meisen & Krumpel, 2009).
En lo que se refiere a la región latinoamericana la situación de las energías
renovables no es demasiado optimista, aun y cuando en esta parte del mundo
su utilización ascienda a 18% del suministro total de energía primaria, muy por
sobre la media de los países pertenecientes a la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD), donde la utilización de estas
no supera el 6%. El resultado en la región se ve en parte justificado
precisamente por la gran abundancia de recursos, ya que al contar con una
gran cantidad de petróleo y gas, es en general mucho más fácil, más barato y
técnicamente viable mantener la explotación de recursos energéticos
convencionales en lugar de promover el desarrollo de energías renovables y la
8 Energía primaria se refiere a la que se obtiene directamente de la naturaleza, a diferencia de la energía
secundaria que proviene de la transformación de la energía primaria (ej. la gasolina).
creación de políticas apropiadas (Meisen & Krumpel, 2009). Sin embargo, esta
situación solo es viable en el corto plazo; esto en función de que según CEPAL
(2004) la relación/producción de petróleo se estima en 35 años y la de gas
natural en 50. En otras palabras los niveles de combustibles fósiles son cada
vez menores, y esto a futuro si no se modifican los patrones energéticos
significa mayor dispendio de las arcas públicas nacionales y alto nivel de riesgo
en las actividades productivas (base del empleo de la sociedad).
Complementando lo anterior, como ya se ha mencionado contantemente a lo
largo del trabajo, es necesario disminuir los niveles de emisiones de gases de
efecto invernadero; el desarrollar energías alternativas de bajo contaminación
puede ayudar a subsanar, por lo menos como iniciativa de América Latina,
efectos del calentamiento global, retrasándolo y atenuando su capacidad de
incidencia sobre las actividades humanas, dado que no es posible eliminarlo.
Continuando con el análisis del potencial latinoamericano en energías
renovables, se puede también decir que solo dos formas de energía de este
tipo han tenido y siguen teniendo gran importancia en el sector energético
latinoamericano, estas son la energía hidroeléctrica y los biocombustibles9, que
representan respectivamente el 36% y 63% de las energías renovables
(Meisen & Krumpel, 2009). El problema con ello es que estas formas de
energía no han sido en todos los casos las más apropiadas, siendo muy
cuestionable su carácter renovable y el impacto social que ocasionan; en
relación a este último punto, basta notar el efecto de la construcción de una
planta hidroeléctrica en Tucuruí (Brasil), que inundo 2.400 kilómetros de selva
tropical y desplazó a 30.000 personas indígenas de territorios hasta entonces
ancestrales.
En relación a los biocombustibles, su papel ha sido bastante criticado, en virtud
de que no contribuyen a reducir los gases de efecto invernadero, compiten con
la producción de alimentos por tierra, pueden llevar a la deforestación de
ciertas zonas y eventualmente conducir a prácticas nada sostenibles a largo
plazo.
Por otra parte, enfocándose en las nuevas energías renovables (solar, eólica,
geotérmica, mareomotriz, undimotriz, etc.) es preciso también mencionar que
todos los países de la región tienen abundantes fuentes; algunas acentuadas
en algunos territorios, como se verá más adelante; pero en general todos las
naciones gozan de gran potencial en la región. La fuerza de los vientos, que
puede ser manipulada para producir energía mecánica y electricidad (SENER,
2009; López, 2012) puede ser muy bien utilizada en el sureste de México y en
la mayoría de países centroamericanos y del caribe, que están sujetos a la
influencia de los vientos alisios, que soplan constantemente en verano, en el
9 Los biocombustibles se descomponen en dos: tradicionales e industriales. Los tradicionales son
aquellos relacionados al consumo energético de subsistencia, mientras que los industriales se refieren a la producción de combustibles elaborados como el etanol.
hemisferio norte; de igual existe un gran potencial en América del Sur
(Principalmente en Brasil y Argentina). La energía solar, por otra parte, se
encuentra ampliamente difuminada en toda la región, ya que buena parte de la
masa continental se encuentra dentro de lo que ha dado por llamar el Cinturón
de Sol, una zona de alta radiación solar, es decir como lo mencionan Meisen &
Krumpel (2009), a excepción de sitios específicos con microclimas adversos la
energía solar es un recursos previsible y confiable. En relación a la energía del
oleaje y de las mareas si bien su potencial es enorme, considerando que
América Latina comprende el 13,5% de la masa continental mundial emergida,
las tecnologías para aprovechar sus recursos están lejos de la
comercialización.
Abarcando un poco más en el estudio de las energías renovables por
subregionales en América Latina; se pueden diferenciar algunos aspectos.
Antes de analizar a estos en su totalidad, se hace necesario dividir a la región
en 5 zonas, tomando como fuente la subdivisión realizada por CEPAL (2004):
América Central: Guatemala, El Salvador, Honduras Nicaragua, Costa
Rica y Panamá
Caribe 1: Surinam, Guyana, Barbados, Trinidad y Tobago, Jamaica y
Granada.
Caribe 2: Haití, Cuba, Republica Venezolana
Comunidad Andina: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Chile
Mercosur: Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile
Zona del Caribe 1: La generación de electricidad aquí depende principalmente
de generadores de diésel; solo algunos países poseen centrales hidroeléctricas
o de tratamiento de biomasa. En general su sistema eléctrico, al tratarse de
pequeñas economías de escala limitada, se enfoca también en la importación
de derivados de petróleo. En lo que corresponde a energías renovables solo
4,7% de su potencial contribuye al suministro de energía (Hidroenergia: 0,8%,
Leña residencial 1,5%, Carbón Vegetal 0,2%, Productos de caña 2,0% y otras
renovables 0,1%, Ver gráfico 5); en el pasado se dieron procesos por los
cuales inversionistas privados regionales e internacionales estimularon el
desarrollo de energías renovables en lo que corresponde a los sectores eólico,
hidroeléctrico y geotérmico. Sin embargo la legislación nacionales de los
países del zona del Caribe 1 limitaron los campos de actuación y finalmente las
inversiones fueron cerrándose poco a poco. Actualmente en esta región se
está llevando a cabo privatizaciones del sector energético, a pesar de ello, gran
parte de las nuevas inversiones se están direccionando a sectores energéticos
convencionales (CEPAL, 2004)
Zona del Caribe 2: El potencial de energías renovables es amplio,
comprendiendo un gran potencial en energías alternas tradicionales
(Hidroeléctrica) y en energías nuevas (solar, eólica, biomasa, termosolar.) (Ver
Gráfico 6). En lo que se refiere, por ejemplo, a la energía termosolar, se han
estado realizando iniciativas en lo que compete a la dotación de sistemas de
calefacción del agua. De igual forma se han construido parques eólicos (a
mediados del 2000 se construyó uno con una capacidad de 9MW, antes ya se
habían construido varios con un requerimiento de 3MW). Respecto a la
energía de biomasa se han utilizado subproductos agrícolas (bagazo y puntas
de caña de azúcar), residuos agroindustriales (melaza de la elaboración del
azúcar), biomasa marina, madera y materiales leñosos. Por otra parte en
energía fotovoltaica se han desarrollado diversas aplicaciones para la
iluminación de seguridad, bombas de agua y electrificación rural independiente
(CEPAL, 2004)
Zona de América Central: Esta subregión se caracteriza por ser una de las
más eficientes en el desarrollo de normativas (tratados, convenios, instituciones
especializadas) y en generación de fuentes de energía renovable. En lo que se
refiere a normativas, existe en la mayoría de países (principalmente en Costa
Rica) marcos normativos relacionados al uso sostenible de los recursos y
mandatos ministeriales que incorporan en sus decretos alusiones a la
promulgación de energías renovables. Dentro de las energías que han
cobrado fuerza se encuentran los biocombustibles de caña de azúcar y maíz, la
energía hidráulica ( se estima que su capacidad de explotación se encuentra
en torno a los 24.4 TW), energía geotérmica ( su capacidad de explotación se
estima en 2.1 TW), energía eólica ( es un sector por desarrollarse, ya que solo
Costa Rica posee centrales eólica de gran producción). A pesar de todo
aquello, aún no se ha utilizado la energía solar (100% de potencial de energía
no explotado) (CEPAL, 2004).
Zona de Comunidad Andina: En algunos países de esta zona se han creado
fondos rotatorios de electrificación rural; estos han promovido el uso de
energías renovables; entre los países que los han desarrollado se encuentran
Ecuador (Fondo de Electrificación Rural y Urbano Marginal) y Perú (Fondo de
Electrificación Rural). Por otra parte, al hablar de recursos energéticos en la
subregión se tiene que estos son abundantes, aunque estos no son totalmente
conocidos, muestra de aquello es la concentración energética en Colombia y
Ecuador, países donde es posible apreciar que existe una gran cantidad de
estudios preliminares (Ver Tabla 5.1 y 5.2) (CEPAL, 2004).
Así también, se puede decir que la comunidad Andina ocupa una franja
tropical con altos niveles de insolación, pero también se extiende a regiones
áridas y áreas de clima frio; esto le dota de muy buenas características
productivas en distintas ramas energéticas. Sin embargo, la oferta de equipos
para la conversión y utilización de energía renovable es limitada, muestra de
ello es que la tecnología utilizada en los programas rurales andinos, que
básicamente se trata de celdas fotovoltaicas, es totalmente importada. Al
analizar la oferta de energías renovables es posible ver que esta representa el
28% de la oferta total de energía (Ver gráfico 7); en primer lugar se ve una gran
utilización de la hidroenergia (20,8%), le siguen la leña sostenible (3,4%), los
productos de caña (2,6%) y otras fuentes primarias (0,6%).
MERCOSUR: Los socios del MERCOSUR presentan características
socioeconómicas semejantes, sim embargo, al analizar su componente
energético es posible apreciar que este es diverso. A pesar de ello es posible
abstraer algunas conclusiones, según CEPAL (2004), como que el análisis
conjunto de los países es bastante semejante con los de la Comunidad Andina,
especialmente en lo que se refiere a perspectivas futuras promisorias.
Respecto a su oferta energética renovable esta se encuentra conformada por
Hidroenergia (14,2%), Productos de Caña (8,8%), Leña residencial (3.6%),
Carbón Vegetal (2%), Leña Industrial (1,3%) y otras energías renovables
(2,4%)10 (CEPAL, 2004).
Barreras y alternativas para la promoción de energías renovables
Como se ha dejado entrever en las secciones anteriores las políticas referentes
a la producción de energías renovables no han sido fácilmente incorporadas
dentro de la matriz energética latinoamericana; esto responde a tres causas
fundamentalmente: Económicas, Políticas y Financieras. En esta sección se
analizará cada una de ellas, proponiendo alternativas fiables a la instauración
efectiva de prácticas más eficientes en el sector energético regional;
considerando para ello que cualquier solución se enmarca en la mitigación del
cambio climático, pero también en la eliminación de la pobreza (propendiendo
a patrones energéticos más sustentables) y en la reducción de problemas de
contaminación local.
Barreras económicas
La principal barrera económica hace referencia al costo de las energías
renovables en comparación con el costo de explotación de los combustibles
fósiles. Específicamente mientras que las energías renovables mantienen una
estructura de altos costos iniciales y bajos costos de procesamiento después,
la energía no renovable por lo general evoca a una situación contrapuesta
(OEA, 2004). Sin embargo, en el corto plazo únicamente constituyen la
inversión y el costo promedio de generación los únicos factores de
comparación entre las tecnologías que utilizan procesos más contaminantes y
aquellas que se fundamentan en fuentes continuas, mucho más limpias; esto
resulta en un panorama adverso para la implementación de sistemas más
eficientes (Altomonte et al 2003).
10
La energía eólica no se contabiliza pues su uso es marginal.
Por el cuadro anterior es posible observar que el costo de las energías
renovables excede al precio de los combustibles de alta generación de CO2,
por ejemplo, el costo de generar un 1kWh utilizando energía geotérmica es casi
el doble que el de utilizar gas natural, manteniendo este mismo patrón la
inversión promedio; mientras que el costo de la energía fotovoltaica es en
promedio 11, 4 veces mayor que el costo de producción en base a carbón
(Altomonte et al, 2003)
A pesar de lo dicho con anterioridad, según OEA (2004), se evidencia una
tendencia a la disminución del costo de las energías renovables, que podría
llevar a que estas hasta el año 2020, lleguen a ser plenamente competitivas.
Esto sumado a una implementación rápida, por parte de los países, de
sistemas de promoción de energías renovables, podría permitir aprovechar
con el tiempo la curva de aprendizaje (Ver gráfico 8) que se genere, de tal
forma a que cuando los costos de generación de energías renovables sean lo
suficientemente bajos, los países ya estén plenamente preparados para asumir
su producción y comercialización.
Barreras financieras
Uno los factores principales al momento de insertarse en un mercado,
cualquiera que este sea, son las fuentes de financiamiento; el mercado de las
energías renovables no es diferente en este aspecto. En América Latina no es
mucho lo que se ha realizado en este segmento; en muchas ocasiones
propuestas de implementación han quedado estancadas en proyectos
demostrativos de corta duración (Altomonte et al, 2003). En función de esto
OEA (2004), Altomonte (2011), Gomelsky (2003) y Coviello et al (2012)
sugieren que: a) Se establezcan mecanismos de mercado claros y estables vía
Fuente y elaboración. Altomonte et al (2003).
marco regulatorio, de tal forma a disminuir la percepción de riesgo11 de los
inversionistas (esto puede también hacerse suscribiendo contratos de compra
de energía de largo plazo, con garantías de pago), b) Se promuevan fuentes de
financiamiento estables, a través de Bancos Nacionales de Fomento y líneas
de crédito multilaterales o bilaterales, c) Se estimule la provisión de garantías
de financiamiento bancario a empresas pequeñas y medianas, para promover
el desarrollo de proyectos de energías limpias, d) Se incentive la colaboración
conjunta entre el sector público y privado, para reducir la brecha de
financiamiento existente, e) Se creen carteras estables de energía renovable,
de tal forma a requerirse un porcentaje mínimo de este tipo de energía en la
cartera general de suministro12, f) Se imponga un impuesto ambiental, con el
objetivo de utilizar la ganancia percibida en un fondo de estímulo a las energías
renovables y al desarrollo de tecnologías de eficiencia energética, g) Se den
exenciones fiscales para fomentar proyectos de energía renovable; estas
pueden incluir reducir trabas a las importaciones especializadas.
Barreras políticas
Según Altomonte et al (2003) en América Latina es posible apreciar una falta
de integración de la eficiencia energética y de las energías renovables en las
políticas energéticas de la mayoría de países. Esto es claramente observable al
analizar los discursos de los responsables de política nacional, el
establecimiento de la agenda pública (Agenda Setting) y los fondos públicos
asignados a instituciones, programas y actividades relacionadas a la promoción
de este tipo de energías. En función de esto, según Altomonte et al (2003) es
imprescindible realizar lo siguiente: 1) Separar las acciones e instrumentos de
políticas sobre uso eficiente de energía renovable; esto significa dar cierto
grado de autonomía a la implementación de estrategias de utilización de
energías renovables; 2) Integrar los instrumentos normativos con la política
energética nacional, es decir, desarrollar instrumentos de adaptación
energética que no se aparten de los objetivos establecidos, o modificar los
objetivos cuando estos no abarcan temas de energías renovables; 3) Otorgar
un horizonte de mediano plazo para la materialización de los resultados, en
otras palabras dar el tiempo de maduración que se necesite a los proyectos
energéticos que se incorporen, de tal forma que estos no estén solo sujetos a
la voluntad política cortoplacista, 4) Apalancar el debate regional de temas que
abarquen el diseño de propuestas conjuntas en materia de energías
renovables, sirviéndose de foros gubernamentales.
11
Los riesgos más importantes son aquellos asociados al contexto político (permanencia de normas regulatorias y comprometimiento del gobierno estatal), a los riesgos comerciales relacionados con actividades de exploración (cantidad y calidad del recurso) y al desarrollo industrial de plantas de procesamiento. 12
En Brasil, la ley requiere que Electrobras, la empresa estatal de electricidad, compre una cantidad mínima de electricidad proveniente de fuentes renovables (OEA, 2004)
Conclusiones y recomendaciones
En conclusión a lo largo de este documento se ha podido observar que el
cambio climático se estructura como una amenaza considerable sobre la región
de América Latina. Se dejó entrever que si bien la región participa de 12% del
total de emisiones de CO2, su capacidad de adaptación y mitigación en los
sectores económicos, ambientales y sociales es baja. Esto se debe, entre
algunas otras causas, a la alta dependencia de la región frente al sector
primario exportador, a la escasa oferta de mecanismos financieros y de un
marco regulatorio estable que atraiga nuevos inversionistas, de tal forma a que
estos desarrollen procesos productivos más limpios.
En lo referente al sector energético latinoamericano, se estableció que este es
el segundo mayor emisor de CO2 en la región, participando del 5,10% del total
de emisiones mundiales. Situación que, según CEPAL (2009), tenderá a
perpetuarse durante los próximos años en función de que el crecimiento
previsto en el PIB per cápita será superior al 1,5% y la demanda de energía se
mostrara inelástica frente al precio, es decir el consumo de energía se
incrementara de la mano del alza en el PIB. Frente a esto se analizó el papel
de la eficiencia energética, comprobándose que está no ha sufrido ningún
avance significativo durante las últimas décadas, sino más bien ha mostrado
una situación precaria en términos de la escasa prioridad que se le hado en la
elaboración de políticas.
En lo referente al rol de las energías renovables en la región se encontró que
estas representan cerca del 18% de la oferta total de energía primaria, siendo
que tal magnitud se concentra en su mayoría en hidroenergia y en la
explotación de la biomasa forestal, actividades que pese a ser basadas en un
recurso natural renovable pueden tener impactos ambientales y sociales muy
graves, sin hablar de su alta incidencia sobre el cambio climático a través de la
emisión de CO2. A pesar de ello, como se demostró, existen grandes
potencialidades para las energías renovables en toda la región, en especial en
lo que se refiere a energía solar, eólica, geotérmica y mareomotriz. Entre las
principales barreras a la utilización de esta clase de energía, como se analizó,
se encuentran barreras económicas, políticas y financieras.
Es decir, en definitiva, la situación de las energías renovables y de la eficiencia
energética aún sigue siendo una enigma a ser desentrañado en las distintas
subregiones de América Latina; esto corresponde a que si bien existe un gran
potencial, este se ve enfrentado a escasos marcos normativos y a situaciones
económicas inverosímiles de apoyo a energías contaminantes; esto dificulta la
implementación eficaz de programas de desarrollo energético alternativo. A
pesar de esto se ve cierta mejoría, que podría ser catalizada si se utilizan
herramientas adecuadas en materia de financiamiento y estímulo fiscal y si se
generan programas de apoyo a la curva de aprendizaje tecnológica y comercial
que las nuevas energías alternativas presentan, considerando que variados
estudios dejan en evidencia que estas disminuirán su costo en los próximos
años.
Es vital, entonces, la generación de una conciencia ambiental y social, que se
expanda a través de la sociedad y llegue a los tomadores de decisiones
políticas nacionales; fomentando de esta forma la implementación de energías
más limpias y la responsabilidad frente a la situación internacional de cambio
climático.
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2007. Cambridge: Cambridge University Press.
.
Anexos
Tabla 1
Grafico 1
Grafico 2.1: PIB per cápita frente a consumo de energía per cápita, 2007
(en barriles equivalentes de petróleo y dólares)
Fuente y elaboración: Altomonte (2011)
Fuente y elaboración: CEPAL (2010)
Fuente y elaboración: CEPAL (2009)
Oferta Energética Latinoamericana
Grafico 2.2: PIB per cápita e intensidad energética, 2007 (en barriles
equivalentes de petróleo por cada 100.000 dólares)
Grafico 3.1: Intensidad energética en países con reformas estructurales
Grafico 3.2: Intensidad energética en países con reformas energéticas
parciales
Fuente y elaboración: CEPAL (2010)
Fuente y elaboración: Altamonte et al (2003)
Fuente y elaboración: Altamonte et al (2003)
Grafico 4.1: Intensidad de carbono por uso energético entre 1980-2005
Grafico 4.2: Crecimiento de la intensidad carbónica 1990-2005.
Tabla 2: Legislación sobre eficiencia energética en América Latina
Fuente y elaboración: Torre (s.f)
Fuente y elaboración: Torre (s.f)
Fuente y elaboración: Naciones Unidas (2010).
Tabla 3: Financiación de la eficiencia energética a nivel nacional
Tabla 4: Comparación entre eficiencia energética y energías renovables;
según inversión
Grafico 5. Oferta energética de la zona Caribe 1, 2002
Fuente y elaboración: Naciones Unidas (2010).
Fuente y elaboración: Naciones Unidas (2010).
Fuente y elaboración: CEPAL (2004).
Grafico 6: Oferta energética de la zona Caribe 2, 2002
Tabla 5.1. Estudios sobre los recursos de energía renovable en Colombia
Fuente y elaboración: CEPAL (2004).
Fuente y elaboración: CEPAL (2004).
Tabla 5.2: Estudio sobre los recursos de energía renovable en Ecuador
Grafico 7. Oferta energética de la Comunidad Andina, 2002
Fuente y elaboración: CEPAL (2004).
Fuente y elaboración: CEPAL (2004).
Grafico 8: Curva de aprendizaje de las energías renovables
Fuente y elaboración: Altomonte (2011).