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Presentación del Guión homilético 2015-2016
Lema: “misericordiosos como el Padre” (Lc 6,36)
La frase ―misericordiosos como el Padre‖, tomado del Evangelio de San Lucas, nos
recuerda una de las notas fundamentales de Dios, el cual es ―clemente y compasivo, tardo a la
cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones y perdona la
iniquidad, la rebeldía y el pecado…‖ (Ex 34,6-7; cf. Dt 4,31; Jl 2,13; Jon 4,2).
El Santo Padre, el Papa Francisco ha convocado un Jubileo Extraordinario de la
Misericordia (del 8 de Diciembre de 2015, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, al 20
de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey). Para ese fin, promulgó una ―Bula‖ con el
título MisericordiaeVultus (―Rostro de misericordia‖), recordándonos que ―Jesucristo es el
rostro de la misericordia del Padre‖ (cf. MV 1) y que ―siempre tenemos necesidad de
contemplar el misterio de la misericordia‖ (cf. MV 2).
El 8 de diciembre del presente año el Santo Padre ―abrirá la Puerta Santa en el
quincuagésimo aniversario del Concilio Ecuménico Vaticano II‖…porque ―la Iglesia siente la
necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo período de su historia‖
(cf. MV 4).
Fieles al principio sentiré cum Ecclesia, la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP)
estableció como lema para el año litúrgico: ―misericordiosos como el Padre‖ (Lc 6,36) porque
Dios, nuestro Creador, es el principio y fundamento de la Misericordia.
Para dar forma a lo establecido, el Consejo Episcopal Pastoral de la CEP solicitó al
Instituto Superior de Teología la organización de la novena de la Virgen de Caacupé que
servirá de base de todos los novenarios que se realizarán en la Provincia Eclesiástica del
Paraguay.
Para cada día se propone, además de los textos bíblicos que hacen referencia al tema,
una o dos obras de misericordia, que son acciones caritativas por medio de las cuales los
cristianos ponen en práctica la Palabra de Dios.
El esquema del Guión homilético es sencillo: Se parte del enunciado del ―día‖ del
novenario; luego, en algunos casos, se especifica una ―peregrinación‖ especialmente
programada; a continuación se detalla la lista de los dos predicadores del día; se enuncia el
tema y la obra de misericordia correspondiente; sigue la presentación de los textos bíblicos, la
exposición de las ideas centrales y algunos textos del Magisterio que se proponen para la
reflexión. Al final, se ofrece un breve texto sobre la Virgen María.
El material presentado es una pequeña ayuda para el predicador, el cual tiene la misión
de animar e iluminar a la comunidad eclesial, y a cada bautizado, para que comprendiendo la
Palabra de Dios proclamada y celebrada, y viviendo intensamente la Eucaristía, pueda
adherirse cada vez más a Jesucristo, el ―revelador definitivo de la misericordia de Dios‖ (cf.
MV 1)y responda a su vocación de ser ―discípulos y misioneros de Jesucristo, para que
nuestros Pueblos en Él tengan vida‖ (Aparecida).
Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP)
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PRIMER DÍA: sábado 28 de noviembre de 2015
Peregrinación nacional de la juventud
Predicadores:
07:00 hs. Mons. Gabriel Escobar, Obispo del Vicariato Apostólico del Chaco – Alto
Paraguay.
19:00 hs. Mons. Ricardo Valenzuela, Obispo de Villarrica del Espíritu Santo.
Tema: La juventud, alegría y expresión de la misericordia de Dios
Obra de misericordia:Instruir o enseñar a quien no sabe
Quien no sabe es un pobre. Una pobreza física o económica es comprensible, y atendible,
pero ―instruirse o capacitarse‖ para superar la pobreza de salud, en techo y alimentación,
requiere de gente misericordiosa. Del joven, anciano, varón o mujer que ayuden.
La pobreza cultural es más costosa; se requiere de gente que enseñe, instruya para ocasiones
de falta de oportunidades y de formación. El pobre de costumbre no interpreta el pasado y no
puede soñar un futuro mejor.
Recibir la instrucción, en la Biblia, todavía es más necesaria, porque ayuda a vencer la
pobreza relacional, caracterizada por la soledad, la dispersión familiar y la disgregación
social. La pobreza espiritualse supera con la instrucción en la fe, la cual capacita a la persona
anímica y espiritualmente.
Esta instrucción será capaz de promover la participación, la solidaridad, para socorrer los
casos extremos del vacío de Dios, perversión cultural y corrupción moral. La obra de caridad
que instruye no fracasa, siempre queda algo y mucho que agradecer y convertirse en un
eslabón voluntario a favor de quienes son más pobres.
Los jóvenes tienen mucho que aprender y también mucho que enseñar desde ya.
Lecturas: 1 Sam 16,1-13;
Sal 51 (50);
Lc 15,11-32
Ideas centrales delos textos bíblicos
1 Sam 16,1-13
El cuadro final describe a Samuel ungiendo a David, el más ―pequeño‖ o ―joven‖ de todos los
hermanos. Es el cumplimiento de lo que ya había sido anticipado (13,14; 15,28). Como
ocurrió con la unción de Saúl, David es directamente ordenado por Dios. La unción es secreta.
Se le oculta a Saúl; aunque los ancianos de Belén son invitados, no se menciona su presencia.
La unción recae sobre el hijo más joven de Jesé. En la Biblia siempre se privilegia al más
joven: Por ejemplo: Abel en relación a Caín; Jacob en relación a Esaú; aquí David en relación
a sus hermanos mayores, etc. En hebreo, el mismo vocablo para decir ―joven‖ (bajar) se
emplea para decir ―elegido‖ (bajur).
Se subraya el poder profético: ―El Señor no ve como ven los mortales‖ (16,7). Una vez
ungido, ―el espíritu del Señor se apoderó con fuerza de David desde aquel día‖ (16,13).
Samuel vuelve a Ramá. Su tarea ha terminado. En escena queda el nominado para rey. Ahora
queda por desenvolverse los acontecimientos.
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Salmo 51 (50)Miserere
Este Salmo se denomina el ―Miserere‖. El salmista reconoce su culpa, admite que ha pecado y
merece el castigo. No se culpa a nadie; se trata más bien de una ―confesión‖ por la cual el
orante asiente que es proclive al pecado desde el día de su nacimiento.
Es particularmente digno de mención que este salmista no sólo pide perdón sino también
transformación. Una cosa es pedir que Dios ―borre‖ o lave completamente los resultados de
pecados anteriores (51,3.4.9.11) y otra muy distinta pedir la transformación del propio
corazón y el espíritu (51,12). Este salmista penitente pide que lo libren no sólo de las
consecuencias del pecado sino también de toda futura inclinación a pecar. Esto es lo que se
sugiere con las palabras o expresiones como ―espíritu contrito‖ y ―corazón contrito y
humillado‖ (51,19). El sacrificio que Dios quiere es la voluntad de transformarse, de aceptar
una nueva personalidad sin inclinación al pecado.
Evangelio:Lc 15,11-32
En la nomenclatura tradicional se la conoce como la ―parábola del hijo pródigo‖. Se la ha
llegado a considerar como ―la obra maestra de todas las parábolas de Jesús‖. La parábola
combina actitudes como la libertad y responsabilidad, enajenación y despersonalización de la
existencia, nostalgia y retorno, gracia, angustia y reconciliación, rasgos universales de la vida
humana y necesidades básicas de la persona. Se la conoce también como parábola dela
misericordia, del amor o de la alegría del Padre. El Padre, en realidad, es el verdadero
protagonista de la narración (―un padre tenía dos hijos‖: v. 11).
Parece lógico suponer que, en labios de Jesús, el acento recaería esencialmente sobre el amor
del padre; un amor incondicional e ilimitado que no solo acoge con la mayor solicitud al hijo
que retorna de sus extravíos, sino que, además, no consiente que la frialdad del hijo fiel, del
observante, obstaculice la manifestación de ese amor hacia el hijo que ―estaba muerto y ha
vuelto a la vida‖ (v. 32).
Dos aspectos caben destacar: Primero, la parábola refleja una estructura según el esquema
perdido – encontrado (vv. 24. 32) lo mismo que las parábolas anteriores. El final se
caracteriza por la alegría de haber hallado lo perdido. Aquí toma forma de banquete festivo.
Segundo, dentro del contexto de todo el capítulo, es decir incluyendo la introducción (vv. 1-
3), el objeto de la parábola es dar respuesta a las observaciones críticas de los fariseos y de los
doctores de la ley. La actitud del hijo mayor caracteriza indudablemente la postura de esos
personajes, y así quedan alegorizados ciertos detalles, como ―sin desobedecer nunca una
orden tuya‖ (v. 29) o ―tantos años que te sirvo‖ (v. 29).
No hay la más mínima indicación sobre las características del hermano menor, su estado civil,
soltero o casado. Quizá se trata de un muchacho en la etapa de la adolescencia; es el menor, el
más joven.
El hijo menor emigró a un país lejano, derrochó su fortuna y vivió desenfrenadamente. En el
v. 30 se afirma que ese desenfreno se trata de un convivio con prostitutas.
Cuando lo gastó todo, en el marco de un hambre terrible, empezó a pasar necesidad. Entonces
se puso al servicio de un pagano (cuidar cerdos). El cerdo se considera un animal impuro en el
judaísmo. Este detalle es un indicio de la degradación moral a la que se ve sometido del
muchacho. El joven desearía acallar su hambre con la comida de los cerdos, pero sentía una
repugnancia insuperable. Una presentación tan grotesca subraya el extremo de necesidad al
que había llegado el chico.
Obsérvese el proceso: El joven entra en sí (conciencia de su situación y remordimiento por su
conducta errática). Son los primeros pasos de su proceso de conversión. Se dijo: ... Me
levantaré e iré... Diré: He pecado contra el cielo y ante ti (adquiere una conciencia tal que le
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afecta psicológicamente hasta el punto de reconocer que no merece la consideración del hijo
de tal padre); Cuando todavía está lejos, el padre le vio y se le partió el corazón. Acto
seguido sale a su encuentro (es la manifestación del cariño y de la ternura del padre). Luego
sobrevendrá una ―explosión‖ de amor y de alegría: abrazo, besos, se le hecho al
cuello…(manifestación efusiva del perdón paterno). El hijo confiesa sus pecados así como se
había propuesto, pero antes de hacer su petición, el padre le interrumpe y empieza a dar
órdenes y disposiciones a sus criados: la mejor o primera túnica, anillos, sandalias todas
nuevas, lo mejor. El ternero cebado es signo de la satisfacción del padre por haber recuperado
sano y salvo a su hijo. Y se realiza el banquete.
Entra en escena el hijo mayor, el cumplidor, el trabajador. Se indigna por la fiesta; se niega a
entrar aunque lo pida el padre. Reclama y saca a relucir su servicio y fidelidad de tantos años.
Estas actitudes reflejan a los críticos intransigentes de Jesús. El hijo mayor deja entrever su
amargura porque piensa que se premia el vicio y no se reconoce la virtud. No reconoce a su
hermano (―ese hijo tuyo‖); lo acusa; enumera sus pecados. El padre le hace notar que todo lo
suyo le pertenece, que está cerca del padre; es el mayor, el primogénito, depositario de las
bendiciones.
El padre procura que el mayor reconozca al menor: ―ese hermano tuyo‖, le corrige, con
suavidad. En definitiva, el padre conduce la situación con paciencia, con misericordia hacia
los dos hijos. El padre es el verdadero protagonista.
En consecuencia, la parábola presenta al padre como símbolo del amor del propio Dios; un
amor, una misericordia incondicional, abierta, ilimitada, que no sólo se vuelca sobre el
pecador arrepentido –el hijo menor–, sino también sobre el crítico intransigente –el hijo
mayor–, que se obstina en su incomprensión. La parábola es, al mismo tiempo, una espléndida
caracterización del mensaje salvífico de Jesús, el gran predicador del Reino.
La parábola insiste en la misericordia del padre; que por encima de todo, incluso del pecado
más grave, está el amor y la comprensión del padre. Y Si Jesús acoge a los ―recaudadores y
pecadores‖, y hasta ―come con ellos‖, es porque Dios mismo los acepta y los quiere. Dios ama
al pecador aún en su situación de pecado, es decir, incluso antes de que se convierta; es más,
en cierto modo, lo que realmente hace posible la conversión es ese amor misericordioso del
Padre.
EvangeliiGaudium
→ Sobre la alegría, cf. del 2 al 8:
El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una
tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de
placeres superficiales, de la conciencia aislada…Con todo, nadie podrá quitarnos la dignidad
que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. El nos permite levantar la cabeza y volver
a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la
alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que
pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante.
Los libros del Antiguo Testamento habían preanunciado la alegría de la salvación, que se
volvería desbordante en los tiempos mesiánicos. Así, por ejemplo, el profeta Isaías se dirige al
Mesías esperado saludándolo con regocijo. ―Tú multiplicaste la alegría, acrecentaste el gozo‖
(9,2). Y anima a los habitantes de Sión a recibirlo con cantos. ―Dad gritos de gozo y de
júbilo‖ (12,6).
El evangelio, donde deslumbra gloriosa la cruz de Cristo, invita intensamente a la alegría.
Bastan algunos ejemplos: ―Alégrate‖ es el saludo del ángel a María (Lc 1,28). La visita de
María a Isabel hace que Juan salte de alegría en el seno de su madre (cf. Lc 1,41.
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Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin pascua. Pero reconozco que la
alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces
muy duras….
Aparecida
→ Sobre los jóvenes:
443: Los jóvenes y adolescentes constituyen la gran mayoría de la población de América
Latina y del Caribe. Representan un enorme potencial para el presente y el futuro de la Iglesia
y de nuestros pueblos, como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los jóvenes son
sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos de Cristo. Están llamados a ser
centinelas del mañana, comprometiéndose en la renovación del mundo a la luz del plan de
Dios. No temen el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí una vida sin sentido. Por
su generosidad, están llamados a servir a sus hermanos, especialmente a los más necesitados
con todo su tiempo y vida. Tienen la capacidad para oponerse a falsas ilusiones de felicidad y
a los paraísos engañosos de la droga, el placer, el alcohol y todas formas de violencia. En su
búsqueda del sentido de la vida son capaces y sensibles para descubrir el llamado particular
que el Señor Jesús les hace. Como discípulos misioneros, las nuevas generaciones están
llamadas a transmitir a sus hermanos jóvenes sin distinción alguna, la corriente de vida que
viene de Cristo y a compartirla en comunidad construyendo la Iglesia y la sociedad.
→Los jóvenes y la pastoral vocacional (discurso del Papa Benedicto XVI).
En América Latina, la mayoría de la población está formada por jóvenes. A este respecto,
debemos recordarles que su vocación consiste en ser amigos de Cristo, sus discípulos,
centinelas de la mañana, como solía decir mi predecesor Juan Pablo II. Los jóvenes no tienen
miedo al sacrificio, sino de una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les
invita a seguirle. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y
consagradas, o como padres y madres de familia, dedicados totalmente a servir a sus
hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera. Los jóvenes afrontan
la vida como un descubrimiento continuo, sin dejarse llevar por las modas o las mentalidades
en boga, sino procediendo con una profunda curiosidad sobre el sentido de la vida y sobre el
misterio de Dios, Padre creador, y de Dios Hijo, nuestro redentor dentro de la familia humana.
Deben comprometerse también en una continua renovación del mundo a la luz de Dios. Más
aún, deben oponerse a los fáciles espejismos de la felicidad inmediata y de los paraísos
engañosos de la droga, del placer, del alcohol, así como a todo tipo de violencia.
Laudato si
→ Sobre el futuro que depara a los jóvenes o futuras generaciones, podría considerarse los
números: 159 al 162.
159: La noción de bien común incorpora también a las generaciones futuras. Las crisis
económicas internacionales han mostrado con crudeza los efectos dañinos que trae aparejado
el desconocimiento de un destino común, del cual no pueden ser excluidos quienes vienen
detrás de nosotros. Ya no se puede hablar de desarrollo sostenible sin una solidaridad
intergeneracional. Cuando pensamos en la situación en que se deja el planeta a las
generaciones futuras, entramos en otra lógica, la del don gratuito que recibimos y
comunicamos…
160: ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos suceden, a los niños (a los jóvenes)
que están creciendo? Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se
puede plantear la cuestión de modo fragmentario. Cuando nos interrogamos por el mundo que
queremos dejar, entendemos sobre todo su orientación general, su sentido, sus valores…
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161: Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las
próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El
ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las
posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo
puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas
regiones…
162: La dificultad para tomar en serio este desafío tiene que ver con un deterioro ético y
cultural, que acompaña al deterioro ecológico. El hombre y la mujer del mundo postmoderno
corren el riesgo permanente de volverse profundamente individualistas, y muchos problemas
sociales se relacionan con el inmediatismo egoísta actual, con la crisis de los lazos familiares
y sociales, con las dificultades para el reconocimiento del otro. Muchas veces hay un
consumo inmediatista y excesivo de los padres que afecta a los propios hijos, quienes tienen
cada vez más dificultades para adquirir una casa propia y fundar una familia. Además, nuestra
incapacidad para pensar seriamente en las futuras generaciones está ligada a nuestra
incapacidad para ampliar los intereses actuales y pensar en quienes quedan excluidos del
desarrollo. No imaginemos solamente a los pobres del futuro, basta que recordemos a los
pobres de hoy, que tienen pocos años de vida en esta tierra y no pueden seguir esperando. Por
eso, ―además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente moral de una
renovada solidaridad intrageneracional‖.
MisericordiaeVultus
9: En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de
un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el
rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la
de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (cf. Lc 15,1-32).
Es estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona.
En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se
muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el
perdón.
Jesús afirma que la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el
criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos. Así, entonces, estamos
llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado
misericordia… ¡Cómo e difícil perdonar muchas veces! Y, sin embargo, el perdón es el
instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar
caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir
felices…‖Dichosos los misericordiosos, porque ellos encontrarán misericordia‖ (Mt 5,7) es la
bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo….
Virgen María
―Alégrate, has sido llenada de gracia, el Señor está Contigo‖ es el saludo del ángel Gabriel a
la Virgen María (Lc 1,28), preservada por Dios para ser la Madre de su Hijo. La misericordia
de Dios se encarna en el seno de una joven muchacha de Nazaret.
María representa no solo la alegría de Dios por aceptar la voluntad divina sino también la
alegría de la humanidad porque con su ―Sí‖ coopera para que la Misericordia nos visite.
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SEGUNDO DÍA: domingo 29 de noviembre de 2015
Peregrinación de los indígenas
Predicadores:
07:00 hs. Mons. Lucio Alfert, Obispo-Vicario Apostólico del Pilcomayo.
19:00 hs. Pbro. Dr. Cristino Bohnert, Rector del Seminario Mayor Nacional del Paraguay.
Tema: La misericordia llena la tierra
Obra de misericordia:Dar techo a quien no lo tiene
Al parecer la hospitalidad es la virtud que promueve ―posadas para los peregrinos‖ o ―techos
para quienes no lo tienen‖. Los hospedajes nacieron como una obra de caridad a los
peregrinos y viajeros.
Las experiencias de una vida itinerante hacen más conscientes del valor de la hospitalidad. Se
aprende de niños por el ejemplo de los padres, al jugar construyendo unas casitas y al
compartir los campamentos. El movimiento de la Acción católica, tenía la costumbre de
ayudarse para ampliar la casa o dar techo al hermano; y hasta hoy día las cooperativas y
fundaciones ayudan a tener un techo propio.
La meta de ser misericordiosos ayudando a dar cobijo a la familia y a las personas son una
bella inspiración y una gracia de Dios misericordioso.
Lecturas:
a) Textos bíblicos del domingo 29 de noviembre
Jer 33,14-16
Sal 24, 4-14
1 Tes 3,12—4,2
Lc 21, 25-28. 34-36.
b) Textos bíblicos que sean de cualquier día que no sea domingo
Gen 2, 4-9, 15-17 o Eclo 17, 1-13
Sal 33 o Sal 8,1-9.
Mc 4,26-32.
Ideas centrales de los textos bíblicos
―La misericordia de Yahvéhllena la tierra‖, reza el salmista (Sal 33,5). Podemos entender
que esta oración indica que la misericordia es infinita, que no tiene límites ni fronteras. Que
hermoso es comprender que la misericordia de Dios puede llegar a todos los hombres, que
hermoso es sentir que la misericordia podemos experimentar en nuestra existencia humana y
en nuestra vida como cristianos. Esta tierra es obra maravillosa de la creación de Dios para el
uso adecuado de los hombres. La naturaleza creada es una manifestación amorosa de Dios, la
misericordia de Dios se hace presente por medio de las cosas creadas y confiadas a los
hombres para su cuidado y protección.
Misericordia es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
Misericordia es la Ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con
ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia es la vía que une
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Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amado para siempre no
obstante el límite de nuestro pecado.
Destinatarios del amor de Dios son los hombres que viven en una determinada región, en
un planeta llamada ―tierra‖, que se va deteriorando, lamentablemente, en forma acelerada.
Dios ha confiado al hombre el cuidado y la ―administración‖ de este planeta porque es el
hombre el que puede hacerla habitable; pero, al mismo tiempo, tiene el poder de destruirla. La
misericordia del Señor llenará la tierra cuando el hombre tenga el deseo de sentir el amor de
Dios y al mismo tiempo cuando se hace responsable del uso adecuado de la tierra.
La misericordia de Dios llenará la tierra cuando el hombre responda a la llamada Dios,
cuando acepte la invitación amorosa de Dios. ―Dios que quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento de la verdad‖, pero el hombre debe ―querer‖ también y
aceptar libremente a participar de la vida eterna y gloriosa por medio de la fe. La fe es la
puerta de la salvación.
El Papa Francisco invita a todos a acogerse a la misericordia de Dios: ―La palabra del perdón
y la llamada e experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la
conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la
gracia de Dios debido a su conducta de vida. Pienso en modo particular a los hombres y
mujeres que pertenecen a algún grupo criminal, cualquiera que este sea. Por vuestro bien os
pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el
pecado nunca rechaza a ningún pecador‖.
EvangeliiGaudium
218. La paz social no puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de
violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros. También sería una falsa paz
aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o
tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios
puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden.
Las reivindicaciones sociales, que tienen que ver con la distribución del ingreso, la inclusión
social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de
construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz. La dignidad de
la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no
quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una
voz profética.
229. Este criterio evangélico nos recuerda que Cristo ha unificado todo en sí: cielo y tierra,
Dios y hombre, tiempo y eternidad, carne y espíritu, persona y sociedad. La señal de esta
unidad y reconciliación de todo en sí es la paz. Cristo «es nuestra paz» (Ef 2,14). El anuncio
evangélico comienza siempre con el saludo de paz, y la paz corona y cohesiona en cada
momento las relaciones entre los discípulos. La paz es posible porque el Señor ha vencido al
mundo y a su conflictividad permanente «haciendo la paz mediante la sangre de su cruz» (Col
1,20). Pero si vamos al fondo de estos textos bíblicos, tenemos que llegar a descubrir que el
primer ámbito donde estamos llamados a lograr esta pacificación en las diferencias es la
propia interioridad, la propia vida siempre amenazada por la dispersión dialéctica. Con
corazones rotos en miles de fragmentos será difícil construir una auténtica paz social.
234. Entre la globalización y la localización también se produce una tensión. Hace falta
prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana. Al mismo tiempo, no
conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la tierra. Las dos
cosas unidas impiden caer en alguno de estos dos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en
un universalismo abstracto y globalizante, miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando
los fuegos artificiales del mundo, que es de otros, con la boca abierta y aplausos programados;
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otro, que se conviertan en un museo folklórico de ermitaños localistas, condenados a repetir
siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente y de valorar la belleza que
Dios derrama fuera de sus límites.
Aparecida
6. Por eso, ante todo, damos gracias a Dios y lo alabamos por todo lo que nos ha sido
regalado. Acogemos la realidad entera del Continente como don: belleza y fecundidad de sus
tierras, la riqueza de humanidad que se expresa en las personas, familias, pueblos y cultura del
continente. Sobre todo, nos ha sido dado Jesucristo, la plenitud de la Revelación de Dios, un
tesoro incalculable, la ―perla preciosa‖(cf. Mt 13,45), el Verbo de Dios hecho carne, Camino,
Verdad y Vida de los hombres y mujeres, a quienes abre un destino de plena justicia y
felicidad. Él es el único Salvador que, con su muerte y resurrección, rompió las cadenas
opresivas del pecado y la muerte, que revela al amor misericordioso del Padre y la vocación,
dignidad y destino de la persona humana.
84. En las decisiones sobre las riquezas de la biodiversidad y de la naturaleza, las poblaciones
tradicionales han sido prácticamente excluidas. La naturaleza ha sido y continúa siendo
agredida. La tierra fue depredada. Las aguas están siendo tratadas como si fuera una
mercancía negociable por las empresas, además de haber sido transformadas en un bien
disputado por las grandes potencias. Un ejemplo importante en esta situación es la amazonia.
Laudato Si
V. Inequidad planetaria
48. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar
adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver
con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad
afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: «Tanto la experiencia común de la
vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de
todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre». Por ejemplo, el agotamiento
de las reservas ictícolas perjudica especialmente a quienes viven de la pesca artesanal y no
tienen cómo reemplazarla, la contaminación del agua afecta particularmente a los más pobres
que no tienen posibilidad de comprar agua envasada, y la elevación del nivel del mar afecta
principalmente a las poblaciones costeras empobrecidas que no tienen a dónde trasladarse. El
impacto de los desajustes actuales se manifiesta también en la muerte prematura de muchos
pobres, en los conflictos generados por falta de recursos y en tantos otros problemas que no
tienen espacio suficiente en las agendas del mundo.
139. Cuando se habla de «medio ambiente», se indica particularmente una relación, la que
existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza
como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en
ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Las razones por las cuales un lugar se
contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su
comportamiento, de sus maneras de entender la realidad. Dada la magnitud de los cambios, ya
no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada parte del problema.
Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas
naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y
otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución
requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los
excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.
227. Una expresión de esta actitud es detenerse a dar gracias a Dios antes y después de las
comidas. Propongo a los creyentes que retomen este valioso hábito y lo vivan con
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profundidad. Ese momento de la bendición, aunque sea muy breve, nos recuerda nuestra
dependencia de Dios para la vida, fortalece nuestro sentido de gratitud por los dones de la
creación, reconoce a aquellos que con su trabajo proporcionan estos bienes y refuerza la
solidaridad con los más necesitados.
MisericordiaeVultus
6. «Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su
omnipotencia». Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia
divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia
de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo:
«Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón». Dios será
siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano, providente, santo y
misericordioso.
Virgen María
Dios ha cumplido en la Virgen María grandes cosas que ella aceptó. Virginidad significa
ausencia de hombre y presencia de Dios. No es una fuga de lo humano inducida por el
pesimismo o autosuficiencia, sino absoluta confianza en Dios. La Iglesia invita a la Virgen
María no tanto para proclamar sus propias palabras ―no conozco varón‖, sino para testimoniar
una afectiva y confiada dependencia de Dios solo. Ella será modelo de amor, de la alabanza,
de la complementación de la Trinidad, ella que es santa como es santa la Iglesia a la que
pertenece.
La misericordia de Dios llena la tierra por que la Virgen María se ocupa y se preocupa de
todos sus hijos que vivan en dignidad respetando y cuidando la naturaleza que es fruto de la
misericordia divina. El amor de Dios es el mismo amor de la Virgen María hacia los hombres
que están llamados a la salvación eterna, a una vida plena y alegre.
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TERCER DÍA: lunes 30 de noviembre de 2015
Peregrinación del Clero Nacional
Predicadores:
07:00 hs. Mons. Joaquín Robledo, Obispo de San Lorenzo.
19:00 hs. Pbro. Dr. Mariosvaldo Florentino, Custodio de los Padres Capuchinos del Paraguay.
Tema: Dios nuestro Padre es misericordioso
Obra de misericordia: Perdonar las injurias al ofensor
El perdón es un don recibido de Dios para perdonar a ―los que nos ofenden‖, como rezamos
en el Padrenuestro y está atestiguada en la Sagrada Escritura. San Mateo (6,9) escribió: ―Si
perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo los perdonará‖.
La voluntad y la confesión para perdonar son necesarias y suficientes para obtener el perdón
de Dios y acercarse a la comunión sacramental. Pero los recuerdos, las heridas y las penas
remanentes después del sacramento, no son faltas de la misericordia de Dios. Harán falta el
tiempo, la indulgencia y la orientación espiritual para crecer en el amor y la misericordia para
con los demás y consigo mismo.
Mucho se ha escrito al respecto y las ofensas, deudas o injurias lo confiamos para otro espacio
de la sabiduría y misericordia de Dios.
Lecturas: 1 Pe 1,13-21
Sal 145 (144)
Mt 5,38-48
Ideas centrales de los textos bíblicos
1 Pe 1,13-21
La esperanza es el tema en torno al cual gira el mensaje. Se habla de la llamada a la santidad y
a una conducta religiosamente respetuosa. La memoria creyente del acontecimiento liberador
llevado a cabo gracias a la sangre de Cristo es la razón profunda del cambio de conducta de
los cristianos, del paso de una vida sin sentido a una vida en la esperanza, y de la ignorancia a
la santidad.
La vida de santidad es una vida testimoniada mediante los valores del evangelio. Consiste
en la adhesión a Cristo, a su persona, a su modo de ser, de pensar, de obrar, de relacionarse
con los demás. Y la clave de estos valores es la misericordia.
La razón última de la santidad es la santidad de Dios: ―Seréis santos, porque santo soy yo‖
(1 Pe 1,16) y Dios es santo porque es fiel y misericordioso.
Dios nuestro Padre nos ha rescatado, Él, mediante Jesucristo nos ha procurado la
salvación, por eso debemos vivir en el santo temor de Dios, es decir, en la búsqueda de Dios y
en la asimilación a Jesucristo. En él ciframos nuestras esperanzas.
Sal 145 (144)
El salmista canta una oración de alabanza celebrando la suprema realeza de Dios. La
soberanía de Dios comprende creación y providencia, se difunde sobre todo el ser; carece de
principio y fin (v. 13), es eterna y se manifiesta en la majestad (vv. 3-5), es justicia y bondad
12
(vv. 6-7), clemencia y amor (vv. 8-9), fidelidad y protección (vv. 13-14), liberalidad (vv. 15-
16) y ternura paterna (vv. 17-20).
Pero el rostro real de Yhwh dibujado en el Salmo se parece mucho más al de un padre
amoroso, misericordioso y lleno de ternura que a la figura de un emperador. Ciertamente Dios
es un soberano trascendente, pero está también atento al hambre de sus criaturas (vv. 15-16).
Evangelio: Mt 5,43-48
Mientras el amor al prójimo se halla en el Código de Santidad (Lv 19,18), el mandamiento del
odio hacia los enemigos, así como se plantea en nuestro texto, no aparece en el Antiguo
Testamento. Con el término ―prójimo‖ se indica al que pertenece al pueblo de Dios, mientras
los enemigos son paganos que, idólatras, constituyen una amenaza para la fe de Israel. Por
tanto, si bien no existe en el Antiguo Testamento un mandamiento explícito de odiar a los
propios enemigos, se puede concluir que en la tradición bíblica el adversario de Dios es el
mismo que el del pueblo (Sal 139,21-22).
En la tradición judía, junto a los textos que invitan a contraponerse al enemigo, existen otros
que en cambio exhortan a la misericordia. Por tanto Jesús parece colocarse sobre esta línea
que dilata y extiende el amor en manera universal, también de frente al adversario.
El amor o la misericordia, que no se reduce a un sentimiento psicológico, sino se realiza en
los gestos concretos de ayuda y de socorro, halla el mejor ámbito de verificación en la oración
que, hecha ante Dios, hace emerger la verdad en las relaciones. Es precisamente en la oración
donde el amor hacia los enemigos no es fruto de conveniencia, de demagogia, de buena
educación, sino es únicamente moldeado / modelado por la relación con Dios.
La misericordia o el amor, por tanto, no corresponde a una ideología o a una acción
política, sino tiene su modelo en Jesús mismo, el cual ha sido rechazado o crucificado por su
pueblo.
Ser misericordiosos y amar al enemigo constituye al hombre ―hijo del Padre celestial‖.
Esta identidad no es estática, sino corresponde a un proceso dinámico: se ya es hijo, pero se
llega a la plenitud de la filiación cuando se reproduce la misma lógica del Padre, el cual
extiende en manera universal su amor y su misericordia. De hecho, precisamente con esta
actitud, de por sí no requerida en la tradicional ética de la época, que los hombres revelan en
modo más evidente la peculiaridad de Dios: la paternidad. Solamente dos veces el primer
evangelio recurre a la expresión ―hijos de Dios‖ en referencia a los hombres (cf. 5, 9). En los
dos textos, la filiación indica a quien crea relaciones de paz y de amor. Estas dos actitudes
propias de los hijos en el modo más preciso y adecuado revelan el rostro paterno de Dios, el
fundamento de este amor sin barreras se tiene en la misma imagen de Dios, el cual no solo es
Padre, sino también dador de los bienes de la creación destinados en manera indiscriminada a
todos los hombres.
El estilo del ―padre‖ se indica mediante breves ejemplos. El amor que solo es de intercambio,
porque se da en el marco de una relación corporativa y elitista, no puede ser distintivo del
discípulo; recuerda más bien el comportamiento de los ―publicanos‖ que, excluidos del pueblo
santo, buscaban una recompensa humana. Del mismo modo, el saludo dirigido
exclusivamente al propio compatriota o correligionario no corresponde a la dinámica de la
―justicia sobreabundante‖ (Mt 5,20) que distingue y connota al creyente, pero hace pensar en
el comportamiento de los ―paganos‖. El saludo, de hecho, que en el ambiente del tiempo
corresponde a un augurio sincero de la paz no puede limitarse exclusivamente al propio
―hermano‖, indicando con este término la pertenencia a la comunidad creyente, sino debe ser
dado sin exclusiones o diferencias.
Esta apertura, que no crea separaciones, puede ser comprendida también a la luz de la
eclesiología de Mateo. Su comunidad está compuesta, de hecho, de justos e injustos que, en
13
el tiempo histórico están llamados a convivir juntos, porque solo al final de la historia serán
definitivamente separados (13, 24-30.36-43.47-50).
La frase final, inspirada en el principio de la imitatio Dei, no concluye solamente este texto
sino recapitula y procura la clave de interpretación de todo el texto (vv. 21-48). La perfección
no es aquella propuesta por el mundo griego, sino tiene su modelo en Dios, según la
revelación bíblica. Si bien la expresión no tiene paralelo en el Antiguo Testamento, el
estribillo que se halla en el Código de Santidad: ―Sed santos como yo soy santo‖ (Lv 19,2; 20,
26; 21, 8), parece proponer la misma lógica en la invitación a la santidad que está fundada
sobre aquella misma de Dios. Dios es perfecto porque es misericordioso.
El término ―perfecto‖ (griego: teleios) aparece de nuevo en el requerimiento planteado al
joven rico de seguir a Jesús (19, 21). La perfección, que no se realiza en la observancia de los
mandamientos sino en dar a los pobres los propios bienes y en ponerse en seguimiento de
Jesús, se pone en movimiento, por eso, en el amor pleno hacia él. Este amor misericordioso
indiviso no es solamente sinónimo de perfección, sino también de ―justicia sobreabundante‖
(5,20), indicada como el cumplimiento de la ―ley‖ y de los ―profetas‖ (5,17).
EvangeliiGaudium
3:―Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su
misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar ´setenta veces siete‘ (Mt 18,22) nos da ejemplo:
Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie
podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite
levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que
siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos
declaremos muertos, pase lo que pase‖.
Aparecida
17: ―El amor del Padre nos ha sido revelado en Cristo que nos ha invitado a entrar en su reino.
Él nos ha enseñado a orar diciendo ´Abba, Padre‘ (Rm 8,15; cf. Mt 6,9)‖.
23: ―Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase
de bendiciones en la persona de Cristo (cf. Ef, 1,3). El Dios de la Alianza, rico en
misericordia, nos ha amado primero; inmerecidamente, nos ha amado a cada uno de nosotros;
por eso, lo bendecimos, animados por el Espíritu Santo, Espíritu vivificador, alma y vida de la
Iglesia. Él, que ha sido derramado en nuestros corazones, gime e intercede por nosotros y nos
fortalece con sus dones en nuestro camino de discípulos y misioneros‖.
MisericordiaeVultus
9: ―En las parábolas dedicadas a la misericordia (cf. Lc 15,1-32), Jesús revela la naturaleza de
Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado
y superado el rechazo con la compasión y la misericordia… En estas parábolas, Dios es
presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el
núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que
todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón‖.
12: ―En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin,
dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de
misericordia‖.
Laudato Si
65: ―El Creador puede decir a cada uno de nosotros: ´Antes que te formaras en el seno de tu
madre, yo te conocía‘ (Jr 1,5). Fuimos concebidos en el corazón de Dios, y por eso ´cada uno
14
de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno
es amado, cada uno es necesario‘‖.
Virgen María
―El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos
acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de
Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre.
Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del
Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó
íntimamente en el misterio de su amor‖ (Misericordiaevultus 24).
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CUARTO DÍA: martes 1 de diciembre de 2015
Predicadores:
07:00 hs. Mons. Adalberto Martínez Flores, Obispode las FF.AA y la Policía Nacional.
19:00 hs.Mons. Mario Melanio Medina, Obispo de San Juan Bautista de las Misiones.
Tema: Jesucristo, “el buen samaritano”
Obra de misericordia: Visitar a los enfermos
El amor y la misericordia tienen su lugar ante todo en las relaciones humanas de proximidad.
Pero a partir de la cultura de la misericordia, condición fundamental de convivencia en la
familia y en los pueblos.
Los indigentes más que los familiares y amigos siempre están presentes con el paciente.
Los legionarios, las cofradías y los ministros de la comunión realizan una hermosa obra de
misericordia. En otros lugares, los enfermos no permanecen en los hospitales y pueden recibir
ayuda hospitalaria a domicilio.
La visita al enfermo, como obra y cultura de misericordia, es sobre todo una exigencia de la
caridad cristiana. Cristo nos da la salud desde la cruz, nos redime con el perdón de los
pecados y, en ese sentido, somos deudores de Cristo. Visitar al enfermo es un deber y un
derecho, y un poderoso antídoto de caridad para el enfermo, que debilitado no debe dudar del
amor de Dios. Más aún, ofrecerá sus oraciones y sufrimientos como oblación por sus seres
queridos y por las personas.
Lecturas: Dt 30,9-14
Sal 68,14. 17. 30-31. 36-37
Lc 10,25-37
Ideas centrales de los textos bíblicos:
Deuteronomio (30,9-14)
La palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques. Este texto
es como el ―evangelio‖ del Deuteronomio. Los israelitas estarán llenos de su palabra porque
se restaurará el gobierno de la Palabra del Señor. El precepto no es superior a nuestras fuerzas
ni está fuera de nuestro alcance (v. 11).
Ya ha sido pronunciada la Palabra del Señor y está en nuestra boca y en nuestro corazón.
Si nos llenamos de su palabra, se realizará su voluntad (v. 14). Y la voluntad del Señor
consiste en estar cerca y amar a nuestro prójimo, brindarle nuestra ayuda y nuestro auxilio
oportuno, mostrar un gesto de amor y misericordia.
Salmo 69 (68)
El sufriente suplica al Señor por una respuesta. Su situación es desesperada, de peligro. Este
peligro amenaza con bajar al orante hasta el abismo de la muerte.
Ante la amenaza y el peligro inminentes, el salmista reza, suplica, grita a Dios. Al final, se
muestra confiado en que el Señor escucha sus clamores.
16
Evangelio: Lucas 10,25-37
Jesús nos invita a ser prójimos (próximos) de los demás.Jesús le da la vuelta a la pregunta del
doctor de la Ley antigua: le indica como él mismo puede y debe ser el prójimo de los demás.
No quiere responder cuál es el prójimo en pasivo, sino que quiere descubrir quién es el
prójimo en activo. Cristo traslada el centro de interés. El doctor de la ley se pone a sí mismo
en el pedestal; y a los demás los pone a su alrededor. Pero el centro no es el yo, sino todo el
que se encuentra en mi camino y tiene necesidad de ayuda, de comprensión, de amor.
El problema fundamental del cristiano no es el de saber quién es su prójimo. Su problema
esencial consiste en hacerse prójimo, desplazando el centro de interés del yo a los demás. El
samaritano ha sabido colocarse en la perspectiva exacta, es decir, en la parte del otro, del
necesitado.
Además, Jesús rechaza las diferentes categorías de prójimos, como las indicaba la ley.
Anuncia un mensaje nuevo y original: todos los hombres son nuestros prójimos. No sólo hay
que amar a los hermanos de raza o de religión. Hay que amar también a los extranjeros, e
incluso a los enemigos, a cada uno de los seres humanos. Sólo así somos sujetos portadores de
la misericordia de Dios para los hombres. La Iglesia está llamada a comportarse como el buen
samaritano delante del mundo.
MisericordiaeVultus
4. He escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia reciente de la
Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo aniversario de la conclusión del
Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia siente la necesidad de mantener vivo este evento.
Para ella iniciaba un nuevo periodo de su historia. Los Padres reunidos en el Concilio habían
percibido intensamente, como un verdadero soplo del Espíritu, la exigencia de hablar de Dios
a los hombres de su tiempo en un modo más comprensible. Derrumbadas las murallas que por
mucho tiempo habían recluido la Iglesia en una ciudadela privilegiada, había llegado el
tiempo de anunciar el Evangelio de un modo nuevo. Una nueva etapa en la evangelización de
siempre. Un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor
entusiasmo y convicción la propia fe. La Iglesia sentía la responsabilidad de ser en el mundo
signo vivo del amor del Padre.
Vuelven a la mente las palabras cargadas de significado que san Juan XXIII pronunció en la
apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: « En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo
prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad … La
Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad
católica, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y
de bondad para con los hijos separados de ella ». En el mismo horizonte se colocaba también
el beato Pablo VI quien, en la Conclusión del Concilio, se expresaba de esta manera: «
Queremos más bien notar cómo la religión de nuestro Concilio ha sido principalmente la
caridad … La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio
… Una corriente de afecto y admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno.
Ha reprobado los errores, sí, porque lo exige, no menos la caridad que la verdad, pero, para
las personas, sólo invitación, respeto y amor. El Concilio ha enviado al mundo
contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores, en vez de
funestos presagios, mensajes de esperanza: sus valores no sólo han sido respetados sino
honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos, sus aspiraciones, purificadas y bendecidas…
Otra cosa debemos destacar aún: toda esta riqueza doctrinal se vuelca en una única dirección:
servir al hombre. Al hombre en todas sus condiciones, en todas sus debilidades, en todas sus
necesidades ».
17
Con estos sentimientos de agradecimiento por cuanto la Iglesia ha recibido y de
responsabilidad por la tarea que nos espera, atravesaremos la Puerta Santa, en la plena
confianza de sabernos acompañados por la fuerza del Señor Resucitado que continua
sosteniendo nuestra peregrinación. El Espíritu Santo que conduce los pasos de los creyentes
para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y apoyo del Pueblo de
Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia.
Aparecida
417: La Iglesia ha hecho una opción por la vida. Esta nos proyecta necesariamente hacia las
periferias más hondas de la existencia: el nacer y el morir, el niño y el anciano, el sano y el
enfermo. San Ireneo nos dice que ―la gloria de Dios es el hombre viviente‖, aun el débil, el
recién concebido, el gastado por los años y el enfermo. Cristo envió a sus apóstoles a predicar
el Reino de Dios y a curar a los enfermos, verdaderas catedrales del encuentro con el Señor
Jesús.
418. Desde el inicio de la evangelización, se ha cumplido este doble mandato. El combate a la
enfermedad tiene como finalidad lograr la armonía física, psíquica, social y espiritual para el
cumplimiento de la misión recibida. La Pastoral de la Salud es la respuesta a los grandes
interrogantes de la vida, como son el sufrimiento y la muerte, a la luz de la muerte y
resurrección del Señor.
419. La salud es un tema que mueve grandes intereses en el mundo, pero que no proporcionan
una finalidad que la trascienda. En la cultura actual no cabe la muerte y, ante su realidad, se
trata de ocultarla. Abriéndola a su dimensión espiritual y trascendente, la Pastoral de la Salud
se transforma en el anuncio de la muerte y resurrección del Señor, única verdadera salud. Ella
aúna, en la economía sacramental del amor de Cristo, el amor de muchos ―buenos
samaritanos‖, presbíteros, diáconos, religiosas, laicos y profesionales de la salud. Las
instituciones católicas dedicadas a la Pastoral de la Salud en América Latina representan un
recurso para la evangelización que se debe aprovechar.
420. En las visitas a los enfermos en los centros de salud, en la compañía silenciosa al
enfermo, en el cariñoso trato, en la delicada atención a los requerimientos de la enfermedad,
se manifiesta, a través de los profesionales y voluntarios discípulos del Señor, la maternidad
de la Iglesia que arropa con su ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo
acompaña en el tránsito definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el perdón, el
Sacramento de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. El sufrimiento humano es
una experiencia especial de la cruz y de la resurrección del Señor.
421. Se debe, por tanto, alentar en las Iglesias particulares la Pastoral de la Salud que incluya
distintos campos de atención. Consideramos de gran prioridad fomentar una pastoral con
personas que viven con el VIH Sida, en su amplio contexto y en sus significaciones
pastorales: que promueva el acompañamiento comprensivo, misericordioso y la defensa de los
derechos de las personas infectadas; que implemente la información, promueva la educación y
la prevención, con criterios éticos, principalmente entre las nuevas generaciones, para que
despierte la conciencia de todos a contener esta pandemia. Desde esta V Conferencia,
pedimos a los gobiernos el acceso gratuito y universal de los medicamentos para el Sida y las
dosis oportunas.
Deus CharitasEst(Benedicto XVI)
25. Llegados a este punto, tomamos de nuestras reflexiones dos datos esenciales:
a) La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de
Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad
(diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la
18
Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría
dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia
esencia.
b) La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra
por falta de lo necesario. Pero, al mismo tiempo, la caritas-agápe supera los confines de la
Iglesia; la parábola del buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra la
universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado «casualmente» (cf. Lc 10,
31), quienquiera que sea. No obstante, quedando a salvo la universalidad del amor, también se
da la exigencia específicamente eclesial de que, precisamente en la Iglesia misma, como
familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad. En este sentido, siguen
teniendo valor las palabras de la Carta a los Gálatas: «Mientras tengamos oportunidad,
hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe» (6, 10).
Virgen María
La madre de nuestro Señor Jesucristo ha vivido en su vida cotidiana esta atención de ser el
prójimo (próximo) de los demás, como se ve en su visitación a su pariente Isabel que estaba
esperando un hijo en su vejez. Ella se hizo prójima, se aproximó a su pariente para ayudarla
en un momento difícil de su vida. Su amor a Dios, su docilidad al Espíritu, la hizo a ella
sujeto misionero de la misericordia de Dios: «su misericordia llega a sus fieles de generación
en generación» (Lc 2,50.54).
19
QUINTO DÍA: miércoles 2 de diciembre de 2015
Predicador:
07:00 hs. Mons. Francisco Javier Pistilli, Obispo de la Santísima Encarnación.
19:00 hs.Mons. Francisco Javier Pistilli, Obispo de la Santísima Encarnación.
Tema: La mujer, destinataria de la misericordia divina
Obra de misericordia: Aconsejar y dar de comer al hambriento
Quién no recuerda o valora los consejos de las madres o abuelas; y quién olvida la casa o la
comida a cargo de la mujer. El hogar donde se aprende la actitud y la obra de misericordia
desde el seno materno. La casa donde llama el hambriento y el pobre en la mayoría de los
casos es regido por la mujer.
Los consejos son funciones de los sabios, ancianos, profesionales (…) y de la mujer, cuando
se la reconoce, dignifica y promueve. Ella realiza por sí y por nosotros las obras de
misericordia, que en caso contrario reinarían en las familias y en la sociedad personas
inmisericordes, expuestas a graves males.
Las mujeres, en nuestra nación y en otros pueblos, son un don privilegiado de misericordia
para cada persona y para la Iglesia. Sólo faltaría que a falta del reconocimiento se tolere y
consienta todo aquello que deje que las cosas sigan de la misma manera, sería un dejar hacer,
una falsa misericordia, por razones éticas de colegialidad o de amistad.
Lecturas: 1 Re 17,17-24
Sal 116
Lc 7,36-50
Ideas centrales de los textos bíblicos:
1 Reyes 17,17-24
Se trata del caso de la viuda de Sarepta en Sidón, una mujer extranjera que fue destinataria de
la misericordia y de la acción milagrosa de Yhwh por mediación del profeta Elías. Este es un
hecho significativo, teniendo presente que la intervención de Dios se realiza en el país de
Jezabel, la reina pagana, esposa del rey Ajab, cuyo dios es el ídolo Ba‘al.
Cuando Elías resucita al hijo de la viuda, esa mujer extranjera exclama: ―Ahora reconozco
que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor que tu pronuncias se cumple‖ (v. 24).
Esta acción profética que pone en movimiento la acción misericordiosa y prodigiosa de
Dios, indica que para el Señor no hay fronteras para la misericordia; no hace acepción de
personas; al contrario, derrama su favor sobre los pobres, extranjeros, sobre las mujeres
desamparadas como la viuda de Sarepta.
Sal 116
Es un himno de acción de gracias unido a una súplica y a expresiones de confianza. Se narra
la historia de una grave dolencia, una auténtica trampa mortal. Pero Dios ha intervenido y el
orante, en un soliloquio, evoca la liberación con gran intensidad de sentimientos y de
imágenes.
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Además, el orante reconoce que Dios no es indiferente a la muerte de sus fieles, que el justo
es miembro de la familia de Dios y que el Señor rompe las cadenas de la muerte.
Se trata, pues, de un canto de enorme confianza en el poder de Dios, que prevalece sobre la
muerte física y sobre el mal.
Evangelio: Lc 7,36-50
En este pasaje se centra sobre el tema del amor, del perdón y de la misericordia.El principio
que emerge es el siguiente: A mucho amor corresponde mucho perdón.
El contexto se desarrolla en un banquete en casa de un fariseo. Y nos pone en contraposición
entre los dones (ofrendas) del fariseo y los de la mujer. El fariseo le invita a una comida
material. El fariseo se atreve a sancionar la actitud del maestro. Tiene su verdad hecha,
conoce ya a Dios y no necesita que nadie le enseñe la nueva profundidad del reino y de la
vida. Sin embargo, la pecadora pública, no está invitada pero viene. Sabe que Jesús busca la
salvación, lucha por los demás, la mujer viene a ofrecerle lo que tiene, el perfume que usa en
su propio ―trabajo‖, sus propias lágrimas y sus besos. El fariseo juzga a la mujer por su
conducta alejada de los mandatos de Dios y, además, también juzga a Jesús por recibir a una
mujer pecadora, dejar que lo toque y que lo bese, dejándose contaminar por una mujer siendo
pecadora pública.
Jesús, sin embargo, interpreta la actitud de la mujer como consecuencia de su amor hacia ella,
es una expresión de agradecimiento por ser amada, comprendida y perdonada.
Jesús ilumina la situación con una parábola, la de los dos deudores insolventes: Amará más
aquel deudor que tenía mayor deuda. Jesús ofrece el perdón de Dios a las personas insolventes
de la tierra, lo que nos indica que nunca se merecerá recibir el perdón, sino que siempre será
un regalo.
El fariseo no está preocupado en aceptar el perdón, porque no se siente aludido a lo que Jesús
dice, cree que paga siempre la deuda con sus méritos, cumpliendo estrictamente lo que Dios
manda, él ya merece recibir el perdón, por lo tanto, no le afecta lo que Jesús está diciendo.
La mujer se siente pecadora ante Dios y ante los hombres, se confiesa insolvente, pues nunca
podrá pagar toda la deuda de sus pecados. Antes se sentía condenada, porque no podría pagar
todos sus pecados, y ahora que llega Jesús, se siente acogida, comprendida y amada
profundamente.
El amor de la mujer es una respuesta al Amor de Dios porque Dios siempre toma la iniciativa,
ya que ―Él nos amó primero‖ (1 Jn 4,10), aun sabiendo que sería traicionado, regala todo su
amor a través de su Hijo. Además, luego del encuentro y el gesto de gratitud, tendría que
venir, las ganas de seguirlo, convirtiéndose en su discípula.
Jesús no sólo recibe a esta mujer pecadora, sino que deja que ella lo toque, y lo bese. Y
porque se reconoce pecadora con todos los gestos que hace con Él, entonces la pone como
ejemplo de humildad ante los que están ahí en la casa. Y finalmente, le dice que sus pecados
le son perdonados.
―Cada hombre vale, lo que puede valer su amor. El amor no tiene precio lo hemos escuchado
tantas veces, por eso si alguien quisiese comprar el amor con sus riquezas, se hace el más
despreciable entre los hombres.
El amor es algo inapreciable y vale más que todas las riquezas del mundo, por eso vale más la
persona capaz de amar. ¿Quieres saber cuánto vales? No cuentes lo que tienes, mira si te
aman y si amas; como la pecadora del Evangelio que amaba a Cristo y Cristo lo amaba porque
sabía que le daba no sólo un valioso perfume, sino un valioso amor que vale más que todas las
riquezas del fariseo.
21
El fariseo dejaba de lado a todos aquellos que él consideraba pecadores pero no sabía que en
el corazón de Jesús no hay apartados. Él ama a todos los hombres y espera ser correspondido
por cada uno de nosotros. De igual forma el Señor nos invita: a amarnos los unos a los otros,
sin mirar condiciones sociales u otras diferencias o defectos. El amor cubre una multitud de
pecados, por eso ella escucha de labios de Jesús, ¡vete en paz!
Benedicto XVI
―El amor es la fuerza del alma y la llave que abre todas las puertas‖ (7 de marzo de 2008).
EvangeliiGaudium
24. ―La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se
involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. ‗Primerear‖: sepan disculpar este
neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha
primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin
miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar
a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber
experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva‖.
Aparecida
451. ―La antropología cristiana resalta la igual dignidad entre varón y mujer, en razón de ser
creados a imagen y semejanza de Dios. El misterio de la Trinidad nos invita a vivir una
comunidad de iguales en la diferencia. En una época de marcado machismo, la práctica de
Jesús fue decisiva para significar la dignidad de la mujer y su valor indiscutible: habló con
ellas (cf. Jn 4,27), tuvo singular misericordia con las pecadoras (cf. Lc 7,36-50; Jn 8,11), las
eligió como primeras testigos de su resurrección (cf. Mt 28,9-10), e incorporó mujeres al
grupo de personas que le eran más cercanas (cf. Lc 8,13). La figura de María, discípula por
excelencia entre discípulos, es fundamental en la recuperación de la identidad de la mujer y de
su valor en la Iglesia. El canto del Magnificat muestra a María como mujer capaz de
comprometerse con su realidad y de tener una voz profética ante ella‖.
453. ―…su urgente dignificación y participación (de la mujer) pretende ser distorsionada por
corrientes ideológicas, marcadas por la impronta cultural de las sociedades del consumo y el
espectáculo, que son capaces de someter a las mujeres a nuevas esclavitudes‖.
MisericordiaeVultus
9. ―La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es
decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos…Como ama
el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser
misericordiosos los unos con los otros‖.
14. ―¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y
envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a
comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar
significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que
deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo,
esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y
dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de
Dios‖.
22
Virgen María
MisericordiaeVultus 24. ―El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La
dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la
alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio
de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia
hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia
divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor‖.
23
SEXTO DÍA: jueves 3 de diciembre de 2015
Predicador/es:
07:00 hs. Mons. Miguel Ángel Cabello, Obispo de la Santísima Concepción.
19:00 hs.Mons. Guillermo Steckling, Obispo de Ciudad del Este.
Tema: El sacramento de la reconciliación, lugar de la misericordia de Dios
Obras de misericordia:Consolar y confortar
La acción de consolar se orienta a cubrir de misericordia a la persona sola, abatida y
sobrecargada. Es un don de Dios ofrecido sobretodo en el sacramento de la reconciliación. El
sacerdote en el ejercicio del ministerio y el perdón ofrecido y recibido entre los cónyuges son
los lugares privilegiados. También toma la forma de visitar al encarcelado o redimir al
cautivo.
Pero siempre se necesita de una compañía, unos gestos o palabras, como lo sugiere San Pablo:
―reír con el que ríe, llorar con el que llora‖, o como se valora en esta época el ―compartir‖.
Confortar, en cambio, se traduce por ―corregir al pecador‖ o hacer fuerte al débil según el
apoyo que precise. El conocimiento de la persona, las disculpas de los defectos y las palabras
o ejemplos oportunos pueden confortar o ayudar la misericordia de Dios, bajo las formas del
perdón, el consuelo y el fortalecimiento.
A propósito, el fortalecimiento es un uso actual en las instituciones, personas y programas que
requieren de una acción oportuna de apoyo: es una forma secular de la obra de misericordia.
Lecturas: Is 40,1-8
Sal 51(50) Miserere
Lc 5,17-26
Ideas centrales de los textos bíblicos:
Isaías 40,1-8
Isaías declara que Dios quiere el consuelo para su pueblo porque ya se ha cumplido su
condena. La voz declara: ―Hablad al corazón de Jerusalén‖, anunciando de esta forma una
palabra que, en lenguaje bíblico, debe afectar no sólo a los sentimientos, sino a la inteligenica
y a la voluntad del que la recibe. Una voz (anónima) confía a un grupo la misión de bajar las
monstañas (cf. las montañas de la arrogancia del I Isaías), con objeto de abrir el camino de la
humildad que Yhwh exige para venir a su pueblo.
Se trata de un texto muy misterioso puesto que, a raíz de lo que precede, se ha constatado que
para hacer renunciar al orgullo se necesita una mediación sobrenatural, que supera, con
mucho, las posibilidades de la buena voluntad del hombre. ¿Quién será el encargado de llevar
a cabo esta obra? En el v. 6 la voz se dirige al profeta, que tendrá que recordar al pueblo la
solidez de la palabra de Dios (v. 8) que viene. Esta venida se refiere a la del Todopoderoso
que es presentado como el pastor que colma de ternura y atenciones a su rebaño (cf. v. 11).
Salmo 51 (50) Miserere
24
* Sobre este salmo, cf. la explicación presentada para el ―Primer día del novenario‖, en la
página 3.
Evangelio: Lc 5,17-22
La escena descrita en este relato está llena de dramatismo. A media mañana una multitud
estaba apiñada en una casa, ansiosa por escuchar a Jesús. También está presente un grupo de
expertos religiosos que han oído hablar de los hechos de Jesús. Se muestran llenos de
suspicacia porque han oído qué clase de cosas hace. Pero son ciegos al poder de Dios y no lo
reconocen en Jesús.
Encima, en la terraza, unos hombres han subido allí a un enfermo y han quitado las tejas
para poder bajar la camilla directamente frente a Jesús. Hubo protestas por esa acción; pero a
Jesús le agradó: ―hombre, tus pecados quedan perdonados‖. Las autoridades religiosas quedan
consternadas al oír lo que consideran una blasfemia. Aquellos fariseos estaban convencidos de
que sólo el Dios de Israel podía perdonar los pecados, después de los sacrificios y actos
penitenciales apropiados.
Jesús les pregunta: ¿Qué es más fácil, decir: ―Tus pecados quedan perdonados‖ o decir
―levántate y anda‖? Por supuesto, ninguna de esas cosas es ―más fácil!‖; las dos requieren
poder divino.
Pero los expertos religiosos estaban tan ciegos que no podían ver que el poder de Jesús
para curar y su poder para perdonar procedían del mismo Dios.
La muchedumbre volvió a sus casas atónita, lo cual significa que en realidad no habían
comprendido lo que acababa de suceder.
Por lo menos tienen que suceder tres cosas para que los fieles redescubran la belleza y el
poder del Sacramento de la Reconciliación. En primer lugar, es necesario recuperar la
conciencia del poder destructivo del pecado. En segundo lugar, es necesario recuperar una
saludable conciencia de nuestra tendencia pecaminosa. En tercer lugar, es necesario lograr
una visión clara de los beneficios tangibles que provienen de sentir la curación y el
fortalecimiento del poder de la misericordia de Dios en este Sacramento.
En la primera lectura se presenta por eso a Dios que quiere consolar a su pueblo atribulado
por sus propios pecados y lo llama a la conversión. El Salmo, que es el pedido de perdón por
excelencia, es la súplica de quien se reconoce pecador, requisito esencial para recibir el
sacramento de la reconciliación. La Iglesia pide que si no existe una contrición perfecta, por
lo menos una contrición imperfecta, que es aquella en la que la persona humana reconoce
necesitar de la misericordia de Dios, es necesaria para recibir con fruto el sacramento del
perdón de los pecados.
Dios mismo en Jesucristo a través de su Iglesia sigue perdonando los pecados de las personas
humanas, lo cual tiene consecuencias en la vida integral de la persona. El sacramento de la
reconciliación es un sacramento de curación de las consecuencias funestas del pecado en la
vida de los seres humanos.
El Dios de misericordia sigue esperando a todos sus hijos con los brazos abiertos para
ofrecerles su abrazo, su perdón, su amor infinito que pide no ser desdeñado.
MisericordiaeVultus
17.La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte
para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada
Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro
misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos
repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no
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mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a
compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás
en el fondo del mar todos nuestros pecados (cf. 7,18-19).
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor atención en este tiempo de
oración, ayuno y caridad: « Este es el ayuno que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar
los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu
pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no
abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu herida se curará
rápidamente; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces
llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: ―¡Aquí estoy!‖. Si eliminas de ti
todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento
y sacias al afligido de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al
mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los ardores del desierto y llenará
tus huesos de vigor; tú serás como un jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas
aguas nunca se agotan » (58,6-11).
La iniciativa ―24 horas para el Señor‖, a celebrarse durante el viernes y sábado que anteceden
el IV domingo de Cuaresma, se incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo
a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una
experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver al Señor, para vivir un
momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida. De nuevo ponemos
convencidos en el centro el sacramento de la Reconciliación, porque nos permite
experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente
de verdadera paz interior.
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero signo de la misericordia
del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos
nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa
participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor
divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido el don del Espíritu Santo
para el perdón de los pecados, de esto somos responsables. Ninguno de nosotros es dueño del
Sacramento, sino fiel servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles
como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al encuentro del hijo no
obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los confesores están llamados a abrazar ese hijo
arrepentido que vuelve a casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán
de salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz de alegrarse, para
explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene ningún sentido ante la misericordia del
Padre que no conoce confines. No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la
parábola interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán capaces de
percibir en el corazón de cada penitente la invocación de ayuda y la súplica de perdón. En fin,
los confesores están llamados a ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de
todo, el signo del primado de la misericordia.
Carta del Papa Francisco a Mons. RinoFisichella, ante la cercanía del año de la
Misericordia (01 de setiembre)
La carta está dirigida al Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva
Evangelización y contiene indicaciones específicas sobre el perdón de pecados graves como
el aborto, las indulgencias plenarias y otros temas de interés para todos los católicos.
Uno de los graves problemas de nuestro tiempo es, ciertamente, la modificación de la relación
con la vida. Una mentalidad muy generalizada que ya ha provocado una pérdida de la debida
sensibilidad personal y social hacia la acogida de una nueva vida. Algunos viven el drama del
aborto con una consciencia superficial, casi sin darse cuenta del gravísimo mal que comporta
26
un acto de ese tipo. Muchos otros, en cambio, incluso viviendo ese momento como una
derrota, consideran no tener otro camino por donde ir. Pienso, de forma especial, en todas las
mujeres que han recurrido al aborto. Conozco bien los condicionamientos que las condujeron
a esa decisión. Sé que es un drama existencial y moral. He encontrado a muchas mujeres que
llevaban en su corazón una cicatriz por esa elección sufrida y dolorosa. Lo sucedido es
profundamente injusto; sin embargo, sólo el hecho de comprenderlo en su verdad puede
consentir no perder la esperanza. El perdón de Dios no se puede negar a todo el que se haya
arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se acerca al Sacramento de la Confesión
para obtener la reconciliación con el Padre. También por este motivo he decidido conceder a
todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad
de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden
por ello perdón. Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar
palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e
indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso
perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia.
Virgen María
La Virgen María, la Inmaculada Concepción, Madre de la Iglesia, Madre de todos los
cristianos es ejemplo de la postura necesaria para acceder a la reconciliación con el Señor: es
la humildad: «He aquí a la sierva del Señor, se cumpla en mí según tu palabra», «Ha mirado
la humillación de su esclava», «[el Señor] enaltece a los humildes».
SEPTIMO DÍA: viernes 4 de diciembre de 2015
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Predicador:
07:00 hs. Mons. Juan Bautista Gavilán, Obispo de Coronel Oviedo.
19:00 hs.Mons. Juan Bautista Gavilán, Obispo de Coronel Oviedo.
Tema: Justicia y misericordia, plenitud del amor:
Obras de misericordia:redimir al cautivo
Cautivo es el que está sometido a un régimen de privación de la libertad en razón de una
causa justa o injusta. Es el ―cautivo‖, el ―encarcelado‖, el ―recluso‖, el ―confinado‖, el que
vive en cautiverio forzoso. Y por tanto, vive en una situación de ―límite‖ por el cual no puede
desplazarse o irse donde quisiera.
Es verdad que muchos presos y encarcelados van a las penitenciarías por causas justas,
pero también es cierto que muchos están en las cárceles injustamente, sin haber cometido
delito alguno fueron llevados por error, por falsa acusación o por otro motivo. Jesús fue
puesto en prisión injustamente; también Pedro y Pablo, los apóstoles y tantos cristianos que
dieron testimonio de Jesús.
Jesús mismo se identifica con el ―preso‖: ―(estuve) en la cárcel y acudisteis a mí‖ (Mt
25,36). Mucho bien se puede hacer visitando a los presos, llevándoles palabras de aliento, de
esperanza, interesándose por su causa, promoviendo sentencias justas o luchando por su
liberación si son inocentes.
Lecturas: Sir 28,1-7
Sal 34 (33)
Mt 5,1-8
Ideas centrales de los textos bíblicos
Sirácide (Eclesiático) 28,1-7
Dos de los atributos básicos de Dios en la Biblia son la justicia y la misericordia. Los que
tratan de vengarse de los demás tendrán que hacer frente a la justicia de Dios. Sobre esta
misma dinámica se comprende la parábola del siervo injusto de Mt 18,23-35.
Los que van tras la misericordia de Dios deben estar dispuestos a ser misericordiosos con los
demás (28,2-5). Como ulterior motivación para el perdón, el sabio es invitado a ―recordar‖ la
muerte y los mandamientos dela alianza de Dios (28,6-7). Solo quienes son misericordiosos
con los demás pueden esperar misericordia de Dios. De otro modo, habrá que estar preparado
para la estricta justicia de Dios.
Salmo 34 (33)
El salmista bendice a Yahvéh en el que se gloría su ser y clama para que ―lo oigan los
humildes y se alegren‖ (v. 2). Yahvé libra al orante de sus temores (v. 5) y escucha el grito del
pobre y lo salva de todas sus angustias (v. 7). El cantor antiguo invita a buscar a Yahvéh
porque quien lo posee de nada carece (v. 11). Insiste en el ―temor de Dios‖ que es principio de
toda sabiduría.
El Salmista recomienda, en su oración, la prudencia, ―guardar del mal la lengua‖, evitar la
mentira, huir del mal y obrar el bien, buscar constantemente la paz. Dios protege al justo, oye
sus gritos y lo libra de sus angustias, da muerte al malvado. Se advierte que Dios hará pagar al
que odia al justo.
28
Evangelio: Mateo 5,1-8
El texto se refiere a las bienaventuranzas, inicio del sermón del monte: Discurso programático
de Jesús al inicio de su ministerio en Galilea.
En los motivos de bienaventuranza, justicia y misericordia guardan estrecha relación. De
hecho, justicia y misericordia no se oponen; son dos bienaventuranzas anunciadas por Jesús
como signo de la pertenencia al Reino; no se oponen sino se complementan porque el Dios de
la Biblia al tiempo de ser misericordioso es también un Dios justo.
Actuar con misericordia, por tanto, no implica actuar injustamente; al contrario, quien es
misericordioso no desconoce la justicia; la asume y la dimensiona en un espíritu
misericordioso y compasivo; la justicia es el contenido fundamental de las Bienaventuranzas;
se repite 2 veces, resume las bienaventuranzas; es el contenido fundamental del programa de
Jesús que vino para que se cumpla toda justicia.
En el centro del anuncio se halla, precisamente, las bienaventuranzas que hacen relación a la
justicia y a la misericordia:
Sobre la justicia: Se declara bienaventurados a los que tienen hambre y sed de la justicia.
Hambre y sed son necesidades espontáneas y elementales. Se trata de un deseo que requiere
satisfacción inmediata. Sin esa satisfacción, en un lapso breve de tiempo, la vida del hombre
se expone a la muerte. Se trata de una necesidad fuerte y natural.
La justicia de la que habla Mateo no es ni legislativa ni distributiva. Se trata del proyecto
de Dios, de su voluntad que actúa a través del hombre mediante el ejercicio del amor (25,37).
Hambrientos y sedientos de la justicia son aquellos que han hecho del cumplimiento de la
voluntad de Dios la máxima aspiración y realización de la propia vida, hasta tal punto que su
búsqueda resulta vital para ellos, para su sobrevivencia, como el comer y el beber. La
recompensa consiste en la saciedad, en la comunión plena y definitiva con Dios y con los
hermanos.
Sobre la misericordia: se declara felices a los misericordiosos. La misericordia es una de las
actitudes que en el Antiguo Testamento Dios ejerce con más frecuencia en relación con su
pueblo: perdonándoles los pecados, socorriendo a los necesitados. Mateo presenta a Jesús
como misericordioso, apelando al dicho de Os 6, 6: misericordia quiero y no sacrificios (Mt
9, 13). Se trata de una actitud que se opone, básicamente, al puritanismo (cf. 12, 7). De hecho,
la religiosidad de Jesús no estaba centrada ni preocupada por una pureza cúltica sino en el
amor solidario o en el amor manifestado en la solidaridad con los más necesitados. Por eso,
cura a enfermos, dan pan al hambriento, socorre al necesitado. En este sentido, un ejemplo de
anti-misericordia se plantea en el relato que describe al siervo despiadado que fue incapaz de
actuar con misericordia con su colega, al contrario del rey que tuvo misericordia de él (cf. Mt
18, 21-35).
De hecho, el perdón fraterno es la única condición (según el v. 35) para poder obtener
también el perdón de Dios. Esto mismo plantea la oración del Padre Nuestro: ...Perdona
nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores...
La misericordia, amor solidario con relación al prójimo, es el criterio para recibir la
misericordia de Dios.
Finalmente, la última bienaventuranza de nuevo plantea el tema de la justicia. Se refiere a los
perseguidos por causa de la justicia.No cualquier persecución hace del perseguido un
bienaventurado. Solo por causa de la justicia; justicia realizada por aquel que actúa en
conformidad con la voluntad de Dios.
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Los discípulos sufren persecución a causa de Jesús porque su actuación contraviene la lógica
del mundo. Por eso, hay un paralelismo entre las dos expresiones ―a causa de la justicia‖ y
―por causa mía‖. El cumplimiento de la justicia está en estrecha relación con Jesús, el
revelador definitivo. La persecución puede tomar varias formas: insulto, maledicencia,
difamación.
Los perseguidos por causa de la justicia se asocian a todos los mártires, desde Abel
hasta Zacarías (cf. Mt 23, 34-35); se asocian al destino del crucificado. Por eso, a ellos les
corresponde el Reino, la misma promesa de la primera bienaventuranza (los pobres en el
espíritu).
EvangeliiGaudium
No a la inequidad que genera violencia
45. Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la
exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible
erradicar la violencia. Se acusa de violencia a los pobres y a los pueblos pobres, pero, sin
igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo
de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad –local, nacional
o mundial – abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni
recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad.
Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos
del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. Así como el bien
tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia
dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más
sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras
de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado
en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos
lejos del llamado ―fin de la historia‖, ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en
paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas.
→ Puede verse también, los números 182 al 185: La enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones
sociales; y los números 202 al 208: Economía y distribución del ingreso.
Aparecida
384:Ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos, en Él, tengan vida,
nos lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que
contribuyen a la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás
ciudadanos e instituciones en bien del ser humano. El amor de misericordia para con todos los
que ven vulneradas su vida en cualquiera de sus dimensiones, como bien nos muestra el Señor
en todos sus gestos de misericordia, requiere que socorramos las necesidades urgentes, al
mismo tiempo que colaboremos con otros organismos o instituciones para organizar
estructuras más justas en los ámbitos nacionales e internacionales. Urge crear estructuras que
consoliden un orden social, económico y político en el que no haya inequidad y donde haya
posibilidades para todos. Igualmente, se requieren nuevas estructuras que promuevan una
auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo
constructivo para los necesarios consensos sociales.
385: La misericordia siempre será necesaria, pero no debe contribuir a crear círculos viciosos
que sean funcionales a un sistema económico inicuo. Se requiere que las obras de
misericordia estén acompañadas por la búsqueda de una verdadera justicia social, que vaya
elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos como sujetos de su propio
desarrollo. Benedicto XVI afirma que ―el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea
principal de la política‖ y no de la Iglesia. Pero la Iglesia ―no puede ni debe quedarse al
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margen en la lucha por la justicia. Ella colabora purificando la razón de todos aquellos
elementos que la ofuscan e impiden la realización de una liberación integral. También es tarea
de la Iglesia ayudar con la predicación, la catequesis, la denuncia, y el testimonio del amor y
de justicia, para que se despierten en la sociedad las fuerzas espirituales necesarias y se
desarrollen los valores sociales. Sólo así las estructuras serán realmente más justas, podrán ser
eficaces y sostenerse en el tiempo. Sin valores no hay futuro, y no habrá estructuras
salvadoras, ya que en ellas siempre subyace la fragilidad humana.
→ Puede verse también: 386 al 430.
Laudato si
93: …La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la
propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada. San
Juan Pablo II recordó con mucho énfasis esta doctrina, diciendo que ―Dios ha dado la tierra a
todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni
privilegiar a ninguno‖. Son palabras densas y fuertes. Remarcó que ―no sería verdaderamente
digno del hombre un tipo de desarrollo que no respetara y promoviera los derechos humanos,
personales y sociales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las naciones y de los
pueblos‖. Con toda claridad explicó que ―la Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la
propiedad privada, pero enseña con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava
siempre una hipoteca social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios les
ha dado‖. Por tanto, afirmó que ―no es conforme con el designio de Dios usar este don de
modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos‖. Esto cuestiona seriamente los
hábitos injustos de una parte de la humanidad. Cf. la continuación en el No 94.
→ Puede verse también del 159 al 162 (―justicia entre las generaciones‖).
MisericordiaeVultus
20: No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia.
No son dos momentos contrastantes entre sí, sino dos dimensiones de una única realidad que
se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor…
21: La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios
hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer…
Virgen María
La justicia de Dios no consiste en una justicia forense, como la de los Tribunales; es una
justicia ―causativa‖, sobreabundante que ―justifica‖ y ―redime‖; por eso, Dios es justo cuando
nos salva y nosotros somos justos cuando nos dejamos salvar, cuando decimos ―sí‖ al plan de
Dios.
María, Madre de nuestro Redentor fue la primera entre todos quien dio su ―Sí‖ generoso al
enviado de Dios. Ella permitió que la ―Justicia de Dios‖ se haga realidad colaborando con el
plan de salvación, aceptando humildemente que el Dios Todopoderoso derrame su gracia y su
misericordia sobre la humanidad.
OCTAVO DÍA: sábado 5 de diciembre de 2015
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Predicador/es:
07:00 hs. Mons. Ignacio Gogorza Izaguirre, ObispoEmérito de la Santísima Encarnación.
19:00 hs.Mons. Ignacio Gogorza Izaguirre, Obispo Emérito de la Santísima Encarnación.
Tema: “misericordia quiero y no sacrificios”
Obras de misericordia:vestir al desnudo y enterrar a los muertos
La desnudez es una expresión de la disminución de la dignidad, al que pueden acompañar los
sentimientos de vergüenza u ofensa. Es próxima a la mendicidad y requieren de mucho
respeto, cercanía y apoyo discreto.
Para que sea una auténtica obra de caridad, el desnudo no debería quedar dependiente, deudor
o humillado por su situación, para que reconozca la misericordia de Dios. Al contrario, la baja
autoestima, el crecimiento espiritual y la promoción humana quedarían al margen; o se
cambiaría por una nueva dependencia de quienes los ayudan. En esto vale el refrán: ―que la
mano izquierda no sepa lo que hace la derecha‖.
El sepelio de los muertos, en cambio, es también una obra de misericordia que expresa la
piedad. Está presente en todas las religiones y culturas ancestrales. No acompañar y expresar
las condolencias sería como un acto irreverente o de ateísmo. Pero tal vez, es uno de los pocos
deberes que no han perdido del sentido real y profundo de la misericordia, aún en las
sociedades secularistas.
Sin embargo, en esta época corre el riesgo de ocultar el sentido familiar y social, cuando no se
cuidan los camposantos o cementerios y pierden la conexión con la vida de la ciudad. La
memoria de los difuntos, el respeto y acompañamiento a los familiares y el cuidado de los
cementerios se suman a las obras de misericordia.
Lecturas: Os 6,1-6
Sal 103 (102)
Mt 9,9-13
Ideas centrales de los textos bíblicos
Oseas 6,1-6
El texto no es una exhortación del profeta a la conversión, ni una auténtica declaración de
los deseos e intenciones de Efraím y Judá, sino un presunto discurso del pueblo pronunciado
por el profeta en nombre de Yhwh, que pone al descubierto la engañosa conversión de su
pueblo.
En los vv. 1-3 el pueblo se aplica a sí mismo de modo positivo las amenazas del anterior
discurso de Yhwh (5,13-15ª): Yhwh se aleja, vayamos pues detrás de él; Yhwh desgarra, pero
cura; Yhwh espera hasta que el pueblo busque su rostro, el pueblo está dispuesto a vivir en su
presencia (―ante su rostro‖); Yhwh espera que lo busquen, y el pueblo supone que su
manifestación será segura como la aurora. Pero Yhwh retoma a su vez (vv. 4-6) la respuesta
del pueblo para denunciar esta ilusoria conversión. Su voluntad se manifestará seguramente,
como la aurora; él no vendrá como la lluvia de invierno o primavera porque la fidelidad de
Israel es como la nube matutina, que promete lluvia, y luego se disipa.
El conocimiento de Yhwh no irrigará la tierra porque la fidelidad de Israel es tenue como
el rocío, que desaparece ante el sol de la mañana. La contraposición se resume en 6,6: ―Quiero
misericordia y no sacrificio‖.
32
Salmo 103 (102)
Este himno de alabanza y de acción de gracias se desarrolla en dos movimientos: En el
primero (vv. 2-10) se exaltan el amor y el perdón de Dios. Dios es el que perdona, sana,
redime, corona, sacia. Dios pone en acción su misericordia divina que perdona.
En el segundo movimiento (vv. 11-19) se comparan el amor eterno de Dios y la fragilidad
humana. Las dimensiones vertical y horizontal del espacio y la psicología de la profundidad
del amor paterno son aplicadas a la ―ternura‖ divina.
Evangelio: Mt 9,9-13
La vocación de Mateo se describe de manera muy escueta. Jesús, pasando por el lugar, da
origen a un movimiento en el que el llamado es solicitado a responder con el seguimiento.
Mientras en el primer evangelio el destinatario de la quinta llamada es Mateo, aquel que
inmediatamente entrará a formar parte del grupo de los ―doce apóstoles‖ (10,3), en los otros
dos sinópticos es en cambio Leví (Mc 2,14; Lc 5,27), que para Marcos es el hijo de Alfeo.
Jesús llama a Mateo mientras él, encontrándose en el banco de los impuestos, ejercita su
profesión de cobrador de impuestos (recaudador). Con mucha posibilidad en Cafarnaúm –
lugar donde Jesús se encuentra– donde hay una aduana sobre la ruta comercial y militar que
lleva a Damasco. Mateo recogía las tasas que iban a parar en la casa del tetrarca. En el
ambiente judío la profesión del recaudador era considerada impura porque la ganancia era
fruto de estafas y de tráficos ilícitos. Por esta razón, los publicanos eran tenidos por
―pecadores‖ (v. 11; cf. Mt 11, 19). Equiparados a los ladrones, delincuentes, jugadores de azar
o al ―pueblo de la tierra‖ que no conocía ni practicaba la ley, los publicanos eran evitados por
los judíos observantes que no querían tener ningún contacto con ellos.
El relato de la vocación de Mateo no es una repetición de la llamada de los primeros cuatro
pescadores (Mt 4,18-22), sino pone a la luz un nuevo aspecto del seguimiento: Jesús, al llamar
a sus discípulos, no mira su pasado, a su condición social o intelectual, ni mucho menos a su
estatuto religioso. Discriminante, en cambio, para entrar a formar parte de los discípulos de
Jesús es la respuesta a su invitación (―sígueme‖) que debe ser inmediata: ―Y él levantándose
lo siguió‖. ―Seguir‖ supone compartir el mismo destino del que llama y abandonar todo
aquello que constituía su realidad precedente (En este caso su actividad profesional).
La tradición sinóptica es concorde respecto al episodio que sigue: Jesús en la mesa con los
publicanos y los pecadores. Para un judío, compartir la mesa era signo de comunión, del
compartir. Jesús, comiendo con ellos, desencadena inmediatamente la reacción de los fariseos
para quienes la separación de los pecadores, y consecuentemente la abstención del pecado,
eran los signos de una auténtica religiosidad.
Los fariseos, con la pregunta dirigida a los discípulos de Jesús: ―¿Porqué vuestro maestro
come con los publicanos y pecadores?‖, evidencian su extrañeza en relación al ―maestro‖. El
apelativo es puesto siempre en los labios de personas extrañas que, al contrario de los
discípulos, no lo reconocen como ―Señor‖. Pero, por el otro lado, el título pone en luz la
misión que Jesús tiene de enseñar y prepara al lector a la sentencia sobre la misericordia que
constituye uno de los aspectos más específicos de su misión.
Vértice de todo el relato es la respuesta de Jesús. Con una sentencia de estilo proverbial él,
recurriendo a la figura del médico que recurre en socorro de los enfermos, funda su misión
hacia los pecadores, que son los verdaderos enfermos. La atención que presta Jesús por los
pecadores, que culmina en su llamada, es equiparable a su acción terapéutica: el pecador es un
enfermo que se cura, entrando a formar parte del grupo de los discípulos.
33
La segunda sentencia, introducida por una invitación al aprendizaje (―¡aprended!‖), aparece
solamente en Mateo y se compone de una citación bíblica tomada de Oseas (6,6), el cual
critica una fe basada exclusivamente en la práctica cultual a la que no se puede participar si se
está contaminado por el contacto con los pecadores. Contra una religiosidad de tipo formal y
ritualístico el texto profético reclama la misericordia, actitud cardinal de Dios, el
misericordioso por excelencia (Ex 34,6) en virtud de su alianza con el pueblo de Israel. El
amor, síntesis de la voluntad de Dios (Mt 23,23), es el modo de vivir las relaciones humanas y
la ―carta de presentación‖ de toda experiencia de fe‖.
El slogan ―misericordia quiero y no sacrificio‖, que se halla exclusivamente en Mateo, se
vuelve a mencionar en el episodio en el que los discípulos de Jesús recogen las espigas en el
día del Shabat (12,7). Esta frase se convierte en el programa no solo de la misión de Jesús
(―no he venido‖ [cf. Mt 5,17; 10,34] sino funda también el estilo de las relaciones humanas
del creyente.
Precisamente por ser tales, los pecadores, son conscientes de no ser justos y, al contrario de
los fariseos, de no poder salvarse con sus acciones; por esto ellos se adhieren a la llamada
salvífica de Jesús, el cual desde el inicio tiene la misión de liberar al pueblo de sus pecados
(Mt 1,21) y, dirigiéndose a los jefes judíos, afirma: ―Los publicanos y las prostitutas os
precederán [lit.: pasarán delante de ustedes] en el reino de los cielos‖ (Mt 21,31-32). La
misión de Jesús es particularmente dirigida a aquellos que son expulsados, apartados o
separados del sistema religioso judío, que a su vez, expulsa a Jesús de su entorno
calificándolo de ―amigo de los publicanos y pecadores‖ (Mt 11,19).
MisericordiaeVultus
10. La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción
pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su
anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de
la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia ―vive un
deseo inagotable de brindar misericordia‖. Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de
indicar y de andar por la vía de la misericordia….
Papa Francisco
―Un Dios que se hace cercano por amor, camina con su pueblo y este caminar llega a un punto
que es inimaginable (…) El Señor nos ama con ternura. El Señor conoce aquella bella ciencia
de las caricias, aquella ternura de Dios. No ama con palabras. Él se acerca y nos da aquel
amor con ternura. ¡Cercanía y ternura!‖ (7/junio/2013).
Virgen María
María, a través del ángel, se encuentra con la Misericordia. Todo su ser queda impregnado
del amor misericordioso de Dios que se fijó en ella, en una humilde criatura. El ―sí‖ de Dios
suscita un ―sí‖ de correspondencia, el ―sí‖ de María. Ella descubre la maravilla de Dios en el
acto más misericordioso realizado por el Creador por la humanidad: El plan de la redención
que la involucrará para su realización.
NOVENO DÍA: domingo 6 de diciembre de 2015
Predicador/es:
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07:00 hs. Mons. Edmundo Valenzuela, Arzobispo de la Santísima Asunción.
19:00 hs.Pbro. Dr. Narciso Velázquez, Rector de la Universidad Católica ―Nuestra Señora de
la Asunción‖.
Tema: La Virgen María, testigo de la misericordia de Dios
Obras de misericordia: sufrir (la injusticia) con paciencia
Tal vez, el ejemplo más cercano de esta obra de misericordia lo encontramos en la Virgen
María, testigo de la misericordia. Después de Jesús, quien sufrió y murió con paciencia por
nosotros, la más cercana a la humanidad es Ella.
Algunos agregan a esta obra, el sufrir la injusticia, mientras otros lo omiten.Las injusticias o
los defectos de los demás, que sufrimos por misericordia, atentan contra la común libertad, el
deseo de plenitud y las leyes del derecho, pero por un bien superior: el de la caridad y de la
misma justicia.
La caridad de Cristo y el deber de la justicia son una herencia que nos responsabiliza ante los
demás y ante el futuro del cual somos responsables. Aquí vale también la expresión: ―vivir el
pasado con gratitud, el presente con pasión, y el futuro con esperanza‖, por misericordia hacia
el prójimo y los demás.
Finalmente debemos afirmar que todos tenemos defectos y tenemos que ser indulgentes con
los demás y más autocríticos, y no al revés.
Lecturas: Judit 15,8-10
Sal 56 (55)
Lc 1,46-56.
Ideas centrales de los textos bíblicos
Judit 15,8-10
Israel pudo vencer al enemigo gracias a la intervención de Dios que actuó a través de Judit
(15,8). Joaquím, el Sumo Sacerdote y el Consejo (cf. 4,6.8) vinieron a Betulia para aclamar a
Dios por las hazañas que había realizado por la mano de Judit, la salvadora de Israel.
Judit es encomiada como ―la gloria de Israel‖ y el ―honor de nuestra raza‖. Este elogio
puede considerarse como un antecedente de la alabanza en favor de María en el Nuevo
Testamento. De hecho, puede aplicarse a ella (Judit 15,9-10):
Al llegar a ella, todos a una la bendijeron diciendo: “Tú eres la exaltación de
Jerusalén, tú el gran orgullo de Israel, tú la suprema gloria de nuestra raza. Al hacer
todo esto por tu mano has procurado la dicha de Israel y Dios se ha complacido en
todo lo que has hecho. Bendita seas del Señor Omnipotente por los siglos infinitos‖.
Tras la victoria, los israelitas celebraron su victoria, las mujeres con coronas de hojas de
olivo y bailando (cf. Ex 15,20), y los hombres llevando coronas y cantando. Judit se une a
ellos en su celebración.
Sal 56 (55)
35
El salmista, en su oración, nos deja el mensaje que el ―fiel no sucumbirá‖. El orante inicia
su plegaria clamando ―misericordia‖: ―Misericordia, oh Dios, que me pisan, me atacan y me
oprimen todo el día. Todo el día me pisan mis enemigos, son muchos los que me atacan desde
la altura‖ (Sal 56,2-3).
La confianza depositada en Dios ahuyenta el miedo. El hecho de confiar en el ―Altísimo‖ nos
recuerda que un adversario humano no es más que una frágil caña (―un mortal‖) en contraste
con el poder y la permanencia de Dios (cf. Rom 8,31).
El salmista confía en que Dios sigue la pista del sufrimiento y el dolor humanos (56,9) y
hace que los enemigos de los fieles retrocedan cuando los fieles piden ayuda (56,10). El tono
del salmista cambia en 56,13 de súplica a acción de gracias. El salmista da las gracias a Dios
por haber sido rescatado de la situación descrita anteriormente y que amenazaba su vida.
Dios, con su gran misericordia, auxilia al que es fil, al que acude a su protección y busca su
amparo.
Evangelio: Lc 1,46-56
Apenas oyó la noticia de su embarazo, María fue deprisa a visitar a su prima Isabel. Se
preguntaba por qué el Señor la había visitado milagrosamente, con qué propósito. Cuando
Isabel oyó el saludo de María en la puerta, el niño Juan saltó de alegría en su seno y el
Espíritu Santo entró en Isabel. Inspirada, exclamó las famosas palabras: ―Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre‖. Fue una experiencia profunda para las dos mujeres,
que habían concebido, cada una de ellas, un niño singular.
María respondió con un cántico de alabanza, conocido como el ―Magníficat‖. Sus palabras
se hacen eco del hermoso y conmovedor cántico de Ana en el Antiguo Testamento cuando el
Señor le concedió dar a luz al profeta Samuel (1 Sam 2).
El cántico de María expresa bellamente cómo el Señor se acuerda de los pobres y de los
oprimidos para salvarlos. Contrasta la bendición de los temerosos de Dios con la miseria de
los incrédulos, los orgullosos y los rebeldes. La promesa de Dios al patriarca Abraham
encontrará finalmente su ―sí‖ en Jesús, hijo de María.
EvangeliiGaudium
286. (María) es madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de
parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para
acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una
verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la
cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas
generalmente a los santuarios, comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el
Evangelio, y entra a formar parte de su identidad histórica.
Aparecida
141. Imagen espléndida de configuración al proyecto trinitario, que se cumple en Cristo, es la
Virgen María. Desde su Concepción Inmaculada hasta su Asunción, nos recuerda que la
belleza del ser humano está toda en el vínculo de amor con la Trinidad, y que la plenitud de
nuestra libertad está en la respuesta positiva que le damos.
272. …María ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de entrega y de
gratuidad que deben distinguir a los discípulos de su Hijo. Indica, además, cuál es la
pedagogía para que los pobres, en cada comunidad cristiana, ―se sientan como en su casa‖.
Crea comunión y educa a un estilo de vida compartida y solidaria, en fraternidad, en atención
y acogida del otro, especialmente si es pobre o necesitado. En nuestras comunidades, su fuerte
presencia ha enriquecido y seguirá enriqueciendo la dimensión materna de la Iglesia y su
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actitud acogedora, que la convierte en ―casa y escuela de la comunión‖ y en espacio espiritual
que prepara para la misión.
MisericordiaeVultus
24. El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos
acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de
Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre.
Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del
Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó
íntimamente en el misterio de su amor.
Elegida para ser la Madre del Hijo de Dios, María estuvo preparada desde siempre por el
amor del Padre para ser Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Custodió en su corazón
la divina misericordia en perfecta sintonía con su Hijo Jesús. Su canto de alabanza, en el
umbral de la casa de Isabel, estuvo dedicado a la misericordia que se extiende ―de generación
en generación‖ (Lc 1,50). También nosotros estábamos presentes en aquellas palabras
proféticas de la Virgen María. Esto nos servirá de consolación y de apoyo mientras
atravesaremos la Puerta Santa para experimentar los frutos de la misericordia divina.
Virgen María
Todos los textos del Magisterio, arriba citados, se refieren a la Virgen María.
VÍSPERAS SOLEMNES: lunes 7 de diciembre de 2015
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Predicador/es:
07:00 hs. Pbro. Dr. César Nery Villagra Cantero, Director del Instituto Superior de Teología
(Universidad Católica).
19:00 hs.Mons. Eliseo Antonio Ariotti, Nuncio Apostólico de Su Santidad en Paraguay.
Tema:Los sacerdotes, administradores de los misterios de Dios
Obras de misericordia:Aconsejar / dar de beber al sediento
―Aconsejar‖ consiste en persuadir, sugerir, y proponer, al que no sabe, ―caminos‖ de verdad,
de rectitud, de fidelidad y de misericordia. Es función de sabios y maestros, de aquellos que
han hecho de su vida una experiencia de Dios, experiencia que comunica y comparte con
aquel que necesita de instrucción y orientación.
―Dar de beber al sediento‖ es una obra de misericordia que no quedará sin recompensa (cf. Mt
25, 34.35.37.46). Con todo, la ―sed‖, en el lenguaje bíblico no se reduce a la necesidad de
satisfacer las ganas de ingerir el líquido vital. Adquiere, además, un fuerte significado
simbólico: ―sed de Dios‖, ―sed de su Palabra‖, ―sed del amor y de la misericordia de Dios‖,
―sed de justicia‖, ―sed de una cultura de la paz‖, de una ―civilización del amor‖.
―saciar al peregrino‖ y ofrecer un vaso de agua son acciones concretas de misericordia y, al
mismo tiempo, son signos de la misericordia de Dios para tantos hermanos nuestros cuyos
anhelos y quebrantos esperan respuesta.
De modo particular los sacerdotes, al frente de la familia de Dios, la Iglesia, madre y maestra
de humanidad, han de tener ―olor a ovejas‖ con el fin de guiar, aconsejar y testimoniar la
misericordia de Dios que se comunica mediante la misión de la Iglesia en el mundo.
Lecturas: 1 Cor 4,1-5
Sal 22,1-6
Mt 10,5-15
Ideas centrales de los textos bíblicos
1 Corintios 4,1-5
Probablemente, Pablo se está defendiendo de las críticas de los corintios. En última
instancia, lo que cuenta — según el Apóstol — es la fidelidad. Pablo, como ―ministro de
Cristo y administrador de los misterios de Dios‖, será juzgado, no por los hombres antes de
tiempo, sino por Cristo en su segunda venida (―parusía‖). Deja entrever que recibirá el elogio
de Dios.
Sal 23 (33),1-6
El Salmo comienza y termina con el nombre propio de Dios (vv. 1.6b). Haciendo honor a su
nombre, Yahwéh se muestra como pastor y anfitrión del piadoso, de la comunidad de los que
temen a Dios y que se entienden a sí mismos como los pobres.
La atención de Dios hacia el orante se expresa según la metáfora del pastor que conduce a
su grey hacia verdes praderas y hacia aguas de remanso, es decir, se preocupa de la comida y
de la bebida (v. 2); como anfitrión prepara una mesa y llena la copa (v. 5). Como pastor,
Yahwéh consuela con su vara y su cayado pastoral (v. 4); como anfitrión, concede
graciosamente bondad y clemencia (v. 6). El pastora acompaña con su protección al rebaño
transhumante; el anfitrión concede la feliz estancia y permanencia
38
Evangelio: Mt 10,5-15
Jesús envía a los Doce con el encargo de anunciar la buena noticia del reino, sobre todo
para restaurar la comunión de Israel con Dios. Los Doce han de ser como su maestro y pasar
por las ciudades y aldeas de Israel como heraldos, anunciando y poniendo de manifiesto el
programa del Evangelio.
La gratuidad de la redención está en la base del desprendimiento de los ministros de Dios,
de los misioneros.
Hay en la proclamación un sentimiento de urgencia, por lo que simplemente deben ir sin
preocuparse de dinero y provisiones. Dios se encargará de que nada les falte. Jesús prohíbe
todo uso ―comercial‖ de la autoridad que confiere a los Doce.
No será necesario llevar alforjas ni túnicas ni ropas para remuda, ni sandalias ni un cayado
ni siquiera lo básico para un equipo de viaje. Estas prohibiciones subrayan el carácter
inmediato y espontáneo de la misión, y significa que, al llevar a cabo dicha misión, los
discípulos se ponen totalmente en las manos de Dios para que éste provea a sus necesidades.
Los misioneros deben saludar y anunciar la paz y el bienestar de quienes los reciben y
hospedan. Los Doce son transmisores de la paz mesiánica que restablece la relación con Dios.
Si la gente del lugar rechaza el mensaje del reino, entonces dicha paz se ha de retirar. No hay
paz para el malvado (Is 48,22; 57,21). Los discípulos no han de quedarse ni discutir con
quienes no acepten la proclamación (v. 14) sino que han de marcharse a otro lugar.
EvangeliiGaudium
44. Por otra parte, tanto los Pastores como todos los fieles que acompañen a sus hermanos en
la fe o en un camino de apertura a Dios, no pueden olvidar lo que con tanta claridad enseña el
Catecismo de la Iglesia católica: «La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden
quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la
violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o
sociales». Por lo tanto, sin disminuir el valor del ideal evangélico, hay que acompañar con
misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van
construyendo día a día. A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una
sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien
posible. Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a
Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes
dificultades. A todos debe llegar el consuelo y el estímulo del amor salvífico de Dios, que
obra misteriosamente en cada persona, más allá de sus defectos y caídas.
141. Uno se admira de los recursos que tenía el Señor para dialogar con su pueblo, para
revelar su misterio a todos, para cautivar a gente común con enseñanzas tan elevadas y de
tanta exigencia. Creo que el secreto se esconde en esa mirada de Jesús hacia el pueblo, más
allá de sus debilidades y caídas: «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha
parecido bien daros el Reino» (Lc 12,32); Jesús predica con ese espíritu. Bendice lleno de
gozo en el Espíritu al Padre que le atrae a los pequeños: «Yo te bendigo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, se las has
revelado a pequeños» (Lc 10,21). El Señor se complace de verdad en dialogar con su pueblo y
al predicador le toca hacerle sentir este gusto del Señor a su gente.
154. El predicador necesita también poner un oído en el pueblo, para descubrir lo que los
fieles necesitan escuchar. Un predicador es un contemplativo de la Palabra y también un
contemplativo del pueblo. De esa manera, descubre «las aspiraciones, las riquezas y los
límites, las maneras de orar, de amar, de considerar la vida y el mundo, que distinguen a tal o
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cual conjunto humano», prestando atención «al pueblo concreto con sus signos y símbolos, y
respondiendo a las cuestiones que plantea». Se trata de conectar el mensaje del texto bíblico
con una situación humana, con algo que ellos viven, con una experiencia que necesite la luz
de la Palabra. Esta preocupación no responde a una actitud oportunista o diplomática, sino
que es profundamente religiosa y pastoral. En el fondo es una «sensibilidad espiritual para
leer en los acontecimientos el mensaje de Dios», y esto es mucho más que encontrar algo
interesante para decir. Lo que se procura descubrir es «lo que el Señor desea decir en una
determinada circunstancia». Entonces, la preparación de la predicación se convierte en un
ejercicio de discernimiento evangélico, donde se intenta reconocer –a la luz del Espíritu–
«una llamada que Dios hace oír en una situación histórica determinada; en ella y por medio de
ella Dios llama al creyente».
Aparecida
192. Una mirada a nuestro momento actual nos muestra situaciones que afectan y desafían la
vida y el ministerio de nuestros presbíteros. Entre otras, la identidad teológica del ministerio
presbiteral, su inserción en la cultura actual y situaciones que inciden en su existencia.
193. El primer desafío dice relación con la identidad teológica del ministerio presbiteral. El
Concilio Vaticano II establece el sacerdocio ministerial al servicio del sacerdocio común de
los fieles, y cada uno, aunque de manera cualitativamente distinta, participa del único
sacerdocio de Cristo…El sacerdote no puede caer en la tentación de considerarse solamente
un mero delegado o sólo un representante de la comunidad, sino un don para ella por la
unción del Espíritu y por su especial unión con Cristo cabeza.
194. El segundo desafío se refiere al ministerio del presbítero inserto en la cultura actual. El
presbítero está llamado a conocerla para sembrar en ella la semilla del Evangelio, es decir,
para que el mensaje de Jesús llegue a ser una interpelación válida, comprensible,
esperanzadora y relevante para la vida del hombre y de la mujer de hoy, especialmente para
los más jóvenes…
195. El tercer desafío se refiere a los aspectos vitales y afectivos, al celibato y a una vida
espiritual intensa fundada en la caridad pastoral, que se nutre en la experiencia personal con
Dios y en la comunión con los hermanos….
MisericordiaeVultus
10. La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción
pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su
anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de
la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia « vive un
deseo inagotable de brindar misericordia ».[8] Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado
de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender
siempre y solamente la justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e
indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y
más significativa. Por otra parte, es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra
cultura se desvanece cada vez más. Incluso la palabra misma en algunos momentos parece
evaporarse. Sin el testimonio del perdón, sin embargo, queda solo una vida infecunda y
estéril, como si se viviese en un desierto desolado. Ha llegado de nuevo para la Iglesia el
tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo esencial
para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una
fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza.
Virgen María
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María es la madre de Cristo, Dios hecho hombres, por obra del Espíritu Santo. Es madre y
modelo de la Iglesia madre. Una cualidad del amor materno de la Iglesia que intenta imitar tal
modelo es la misericordia la cual es paciente, generosa solicita y solidaria. La Iglesia madre
permanece fiel al modelo mariano proclamando tangiblemente la misericordia del Señor.
Para el oriente cristiano María es santa, santísima, porque está llena de gracia, colmada del
Espíritu Santo. En ella actúa el Espíritu como santificador, iluminador, purificador,
vivificador. En la maternidad divina se tiene el mejor ejemplo de la sinergia o colaboración
del Espíritu Santo para todos los sacerdotes, religiosos, religiosas. Bajo su impulso María se
hace contemplativa, cuyo grado supremo es la contemplación de la Trinidad.
Finalmente el Espíritu vivificante comunica a María la vida eterna (Asunción) y la fecundidad
para ser también ella dadora de vida.
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DÍA PROPIO: martes 8 de diciembre de 2015
Predicador: Mons. Claudio Giménez, Obispo de Caacupé
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