Reflexiones filosoficas acerca del proyectar

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UNIVERSIDAD DEL ATLANTICO DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIONES

I SEMINARIO FILOSOFIA Y EPISTOMOLOGIA DE LA CIENCIA

REFLEXIONES FILOSOFICAS ACERCA DEL PROYECTAR

Autores: Luis Sanchez Bonett Orlando Jiménez González Herman W. Suárez Glasser

BARRANQUILLA JUNIO 1993

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REFLEXIONES FILOSOFICAS ACERCA DEL PROYECTAR1

El fin que se persigue a través del proceso proyectual, es regulado por la conciencia; si bien la conciencia es punto de partida de lo objetivo, este punto no se ofrece como elemento acabado a materializarse. La conciencia traza un proceso abierto a las características sociales en que se inserta como proceso de trabajo, de tal forma que el proceso de materialización se lleva a cabo por el contrapunteo de las características que asume esa apertura.

En el proyecto, para cristalizar la idea, se genera un proceso de abstracciones que finaliza en un elemento "material" o "modelo a escala": los planos ejecutivos. Más esta labor no es el fruto de una finalidad consciente que reguló cerradamente el proceso, en que idea y producción "material" sencillamente sufrieron una duplicación o desdoblamiento desde ese centro generatriz, por el contrario, como conciencia abierta respondió a exigencias intrínsecas ideales a un primer nivel, constituido entre otros por las características de la disciplina, el almacenamiento de experiencias, el bagaje informativo-cultural, los razonamientos sobre significados y contenidos a atribuir al proyecto de quien proyecta, así mismo responde a exigencias externas objetivas que potencializan la materialización del trabajo, (la técnica, lo presupuestario, lo geográfico, etcétera) y que acota la dimensión subjetiva o conciencia que se desarrolla en la persecución del fin propuesto en el proceso proyectual.

Advirtiendo que el proceso proyectual tiene como fin generar un "modelo ideal" del deber ser material; podemos definir este primer resultado como expresión organizada de la conciencia y como cualificación sistemática de las múltiples experiencias del propio proceso que al finalizar permite establecer la particularidad de la ley que genera en su proceso.

La forma que el sujeto le quiere imprimir a la materia, existe como forma generatriz en la conciencia, pero la forma que se plasma definitivamente en la materia no es la misma ni duplicación de la que la preexistía originariamente.

Ahora bien a esa cualificación de la actividad consciente del hombre como fin del mismo, hay que subrayarle su carácter creativo por cuanto sella un significado histórico de su existencia, que le aleja de la producción incesante de las cosas que realiza cotidianamente, ésto permite observar a la actividad consciente y en particular su "presencia" en el proceso proyectual, como el conjunto de actos orgánicos y racionales creativos y cualificados que permiten dar esos saltos innovadores, culturales, en que el hombre verdaderamente se identifica con o en el fin perseguido, dejando de ser éste, el reducido desdoblamiento de ideas, para acomodarse significativamente a esas nuevas situaciones.

Se afirma entonces la actividad consciente del proyectar, por un lado, como la organización de una serie de actos que se articulan intencionalmente para la conformación en el tiempo de un 1 Ponencia presentada por los arquitectos Luis Sánchez Bonett, Herman Suárez Glasser y Orlando Jiménez

González. Esta es una síntesis de un documento elaborado por Luis Sánchez Bonett bajo el título "La proyectación: actividad consciente y significativa".

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resultado ideal que regula a un fin propuesto, en que ambos, (resultado y fin), en la medida que sus factores internos y externos se resisten a la forma final del acto, se verán sometidos a transformaciones continuas impidiendo que el resultado sea calco y copia del fin. Por otro lado, esa serie de resistencias dan lugar a los saltos cualitativos de la subjetividad del hombre como parte de su proceso de objetivación.

En efecto, el proceso proyectual es escenario de la objetivación del sujeto, pues así como el proyecto no es producto de un voluntarismo y los datos estudiados, en cuanto negación de valores existentes, permiten fundamentar proposiciones lógicas en la conexión y elaboración de las hipótesis que materializan crítica y ordenadamente el significado de sus sentimientos, la ordenación de la operación proyectual observa en cada suceso un sentido que en conjunto traduce una determinada forma de objetivación del sujeto en la formalidad del proyecto, en tanto producto de unas condiciones históricas a las cuales el fin igualmente regula. Más sin embargo este conjunto de saltos o hechos exige de la actividad proyectual su reflexión sobre las necesidades específicas en que se sustenta el fin a perseguir, ya que todo acto proyectual no es creador en sí mismo, sino que deriva de las necesidades y momentos históricos que exigen las nuevas formulaciones.

La actividad proyectual subraya la sistemática y mutua correspondencia entre un acto objetivo real, como materialización del fin propuesto y un acto subjetivo del pensa miento. Si aceptamos los esquemas, los bosquejos, las imágenes difusas, en sus diversas representaciones como elementos de orden práctico en cuanto cercanía al modelo del fin propuesto, ellas expresan una continuidad de saltos y claridades en torno a esquemas compositivos, de área, de volumen, etcétera, que sólo son posibles por la presencia del contrapunteo subjetivo, en que uno y otro acto cambian de acuerdo a la confrontación, cualificando paulatinamente el fin propuesto, y en tal sentido, al conjunto de actos "materiales" (llamando así a los esquemas) no le corresponde una identidad lineal del mismo orden en que éstas se dieron en la conciencia, es decir, no existe en cada paso una duplicación entre lo ideal y lo real.

La imagen formal es el producto de un largo y paciente proceso de conversación, discusión, cotejación de gráficos y documentos que se solidifican con la "introducción" significativa de un dato, la relectura de otro, sus incongruencias con otros y donde el conocimiento general y esquemático, en un principio, se convierte en proceso rico en experiencias que aportan claridad hacia la forma, que puede tener su sustrato en un núcleo determinado del proyecto, implicando una reelaboración parcial o total del conjunto, de tal manera que en el proceso de relaciones subjetivas y objetivas solidifican un conocimiento que se traduce en una mayor precisión en la figuración y en la evasión de la resistencia que se presenta en las "materialidades" representadas, que no pueden reducirse a esquemas dibujados.

La proyectación se presenta como cualificación de los fines propuestos al realizar su actividad en el pensamiento donde se objetiva en términos de conceptos, modelos y no como transformación material.

En este proceso, el resultado ideal propuesto por el fin a alcanzar no deviene linealmente; éste supone una actividad del sujeto frente al mismo, que deriva en las características anotadas, para concretarse en un resultado formal-ideal, que en si constituye la prefiguración del fin propuesto, como paso previo al segundo momento del proceso que debe objetivar materialmente al fin que se responde. Esta es la etapa de producción material donde las formas organizativas de la sociedad y los instrumentos de trabajo, adquieren características específicas.

En efecto, la acción consciente del hombre, al modelar la producción material de los objetos, no sólo crea la tangibilidad de su existencia a partir de fines "puros", sino que dialécticamente crea, determina y deduce sus valores como condición de expresar el lugar específico que le corresponde en la realidad. En otras palabras a la humanización de la realidad le corresponde un

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"alejamiento" del sujeto del objeto para observarlo, contemplarlo, medirlo, gozarlo y a través de ello, darle sentido, sentido que sólo es posible por su humanización, que lo hace utilitario pero también afectivo y estético. Por consiguiente la actividad proyectual deja de ser un mero instrumento para potencializarse como "instrumento" que articula actos con criterios sensibles que permiten valorar en su dimensión humana el fin, al subrayarle un sentido determinado.

A partir de estas características la actividad proyectual racionaliza la realidad histórica al recalcar la existencia de los hechos materiales, en un lenguaje que además de describirlos, los fundamenta como expresión de la necesidad o del papel que juegan en la relación con la presencia del hombre, y no en razón del utilitarismo, a secas, que del hecho se "deriven". Por el contrario, como acto de la realidad, la crea y la manifiesta a través de la lectura racional de la objetividad-subjetividad de los diferentes materiales, los cuales se convierten en genera dores de fines, cuyos resultados se ajustan a las siempre nuevas condiciones históricas del hombre.

En otras palabras el resultado o logro de un fin se presenta como una sedimentación de niveles de complejidad, de comprensión y explicación de experiencias parciales o actos objetivos y subjetivos que en su transcurso se suceden eslabonadamente, y que permiten al final, elaborar una ley acerca de la particularidad organizativa y significativa de su situación totalizante.

Es obvio que una racionalidad como la aludida, por lo menos, deja entrever que no se trata de la eficiencia ante la irracionalidad, o bien, del accionar el dispositivo de una razón fuera de la misma realidad para su "transformación". Nos referimos más bien a la existencia y puesta en práctica de una razón que sólo existe en la realidad misma: objetividad-subjetividad.

En consecuencia, una argumentación que escinda lo objetivo y lo subjetivo, para dar sólo cuenta de lo objetual, o sobrevalore lo subjetivo para mistificar al sujeto, deja la realidad misma fuera de si y a la significación de la actividad proyectual en explicaciones "adjetivadas".

Reconocer a la proyectación su carácter racional, su especificidad, y a la vez, concebir ésta como existencia de un contexto mayor, significa reconocer su particularidad racionalizadora sobre una actividad determinada. Bajo este entendido, habría que reconocer su pertinencia al pro ceso de la dialéctica objetividad-subjetividad, de tal forma que cada elemento que participa, se presenta como una significación totalizante de los demás, constituyéndose la actividad proyectual en una verdadera "estructura significativa".

“ Reunir todos los hechos no significa aún conocer la realidad y todos los hechos (juntos) no constituyen la totalidad. La comprensión de la realidad es totalidad concreta que se convierte en la estructura significativa para cada hecho o conjunto de hechos.” (Kosic 1963)

La cita anterior nos pone en guardia frente a actitudes asumidas muy frecuentemente en la actividad proyectual, por aquellos que la racionalidad sólo la consideran como integración o adición de elementos, y a la totalidad como su simple extensión cuantitativa, de tal forma, que el proyectar sería para ellos "el hacer algo que se relaciona con múltiples aspectos de tal totalidad". En efecto, partiendo del ideal universal de un proyectar que supone la transformación de una idea en una acción, llegan a la conclusión de que "hacer algo" significa igualmente una acción como la referida, y que por tanto, proyectar y hacer algo se relacionan mutuamente. Será necesario aclarar que si bien proyectar y "hacer algo" pueden tener cierta relación, proyectar es hacer algo, más no todo "hacer algo" es proyectar.

Significado diferente es aquel que contempla la actividad proyectual como actividad humana creadora de la realidad, que pone de manifiesto la articulación de todos los actos como elementos de un proceso total, presente en toda su secuencia, desde su inicio como resultado ideal, pasando por el primer resultado real-abstracto, hasta su resulta do material concreto. Esta

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articulación y relación totalizante deriva su experiencia de la conciencia social, que se objetiva en el proceso y resultado. Objetivación que es racional en cuanto es regulada por el fin por ella propuesto. Así, la actividad proyectual es actividad conscientemente racionalizada de la realidad. Racionalización que no deja nada fuera de sí para presentarse como una "estructura significativa".

En consecuencia, si el proyectar fuera simplemente "hacer algo" proyectar sería el universo operativo del hombre; más sin embargo proyectar es acción concreta sobre un objeto que aún "no existe", es actividad humana hacia el logro de un fin, producto del carácter social y práctico de la conciencia humana, que obedece a formas organizativas de la sociedad en la cual se levanta como necesidad y respuesta histórica, hallando así su razón de ser.

Esto nos lleva a plantear que la actividad proyectual es acción consciente histórica, esto es, su racionalización es un proceso totalizante que se cualifica historicamente y por ello, se nos presenta más como tal, que como resultado.

Refiriéndonos a la actividad proyectual de los objetos arquitectónicos, la materialización de los mismo, (como fin propuesto para satisfacer necesidades de carácter social), no es posible sin conocer las particularidades sociales a las que como materialidad responde, como también los actos específicos que se le impregnan en el proceso prefigurador, es decir, en el proceso que transforma el resultado ideal en resultado real.

En síntesis la actividad proyectual está basada en un conocer concebido como "estructura significativa", que en este caso tendría como campo particular de indagación a los objetos arquitectónicos. La proyectación no es deseo, es relación de una exigencia de carácter social, que racionaliza los fines de su prefiguración y exige un conocimiento para posibilitar los fines de la conciencia social.

Barranquilla, junio de 1993