Post on 11-Jan-2016
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El problema lenguaje escrito y oral, pensamiento y mundo en los diálogos de
Platón desde la hermenéutica de Verdad y método.
1. El mito de Theuth y la ilusión de las ventajas que nos pueda ofrecer la escritura
Este diálogo se estructura en dos partes: la primera, que está compuesta por los
monólogos que constituyen el discurso de Lisias (reproducido por el interlocutor
receptor: Fedro), y las respuestas persuasivas de Sócrates; la segunda parte, es una
conversación sobre la utilidad de la retórica que desemboca en el monólogo que versa
sobre el mito de Theuth y Thamus, contado por Sócrates y que dan luz sobre la visión
negativa que tiene Platón sobre la escritura. Algunos autores afirman que la estructura
de este diálogo encierra un propósito que subsume a otros tópicos o intereses
identificables, esto es, “la preocupación por mostrar las fuerzas que presionan en la
comunicación verbal, en la adecuada inteligencia entre los hombres”. (Fedro, 275b).
Luego de haber tratado los problemas que presenta el lenguaje oral1, Platón, ahora,
explicitará las aporías que presenta la escritura, que es el planteamiento central sobre el
problema que si la filosofía debe ser oral o escrita. A continuación desarrollaremos las
principales tesis que Platón brinda en este mito.
1.1. La escritura y el descuido de la memoria
El mito se inicia con la ofrenda de Theuth, divinidad egipcia, al rey Thamus,
también llamado Amón:
(…) cuando llegaron a lo de las letras, dijo Theuth: “Este conocimiento hará
más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha inventado como un
fármaco de la memoria y de la sabiduría”. Pero él (Thamus) le dijo: “¡Oh
artifiocísimo Theuth! (…) Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las
1 Por ejemplo, un diálogo donde Platón ya ha tratado el problema de la representación verbal de lo desocultado es el Crátilo, donde se afirma lo siguiente: Hay que dejar los nombres, esto es, las palabras para partir de las cosas mismas.
letras, por apego a ellas les atribuyes poderes contrarios a los que tienen.
Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las aprenden, al
descuidar la memoria, ya que fijándose en lo escrito, llegaran al recuerdo desde
fuera a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos, por si
mismos. (Fedro, 275a)
De esta manera, Platón da inicio al mito, que podríamos, denominar “el mito de
la escritura” en Fedro. En este pasaje, el filósofo ateniense explica su rechazo a la
escritura que se sustenta en dos razones centrales: La primera es que las letras pueden
nutrir o engrosar la memoria de los hombres; y, por ende, como segunda cuestión, los
hombres pueden alcanzar la sabiduría. El problema central para Platón será que
mediante la escritura habrá un “olvido” del ser, ya que al confiar en la escritura no
recordaremos que hay que ir a las cosas mismas. Como ya había manifestado en el
Crátilo: no se conoce la esencia de las cosas desde los nombres, sino desde las cosas
mismas, motivo por el cual si estuviera en nosotros pudiéramos iríamos “fuera de las
palabras”, para conocer las cosas sin palabras (Crátilo, 438 d-e).
No debemos olvidar que Platón, en Menón (81b), concibe dos tipos de memoria:
una externa (hypómnesis) y otra interna (mnéme). La memoria externa o recordatorio es
la que proporciona una sabiduría aparente, inmediata quizá, pero no auténtica. La
memoria interna, en cambio, proporciona al hombre sabiduría, puesto que llega a
contactar con las ideas sobre las que ya sabía. Simplemente, llega a recordar, y, por
tanto, a saber (anamnesis platónica).
Ahora bien, la escritura, también, trae un problema en el pensamiento pues éste no
recordará cuál ha sido el camino que lo ha llevado a afirmar diferentes cuestiones. Es
decir, los que se dejan llevar por esta memoria externa vivirán en el “olvido de la
pregunta por el ser”, ya que dejan de plantearse las preguntas últimas y más
significativas (ontológicas) y sólo rememoran lo escrito, sin seguir el proceso del
pensamiento que condujo a ese texto escrito. Aquí Platón recurre a una metáfora: lo
vivo y lo muerto: Lo vivo sería para el lenguaje oral, mientras que lo muerto sería la
escritura o lenguaje escrito.
1.2. Escritura y la muerte del diálogo
Los argumentos antes expresados no son suficientes para sostener que toda escritura
es nociva para el conocimiento. Platón acepta que la escritura puede llegar a ser un
medio por el cual puede llegar a conocer o intentar saber, pero no de manera genuina;
ya que descuida el aspecto interno (memoria interna), por la huella de la escritura.
Mediante ésta, por tanto, nunca se llegará a la verdad. Porque los hombres no
interiorizan los mensajes que pueden extraer de las letras, lo único que la escritura
produce es más confusión e ignorancia.
En Fedro, también, explica por qué la escritura lleva al olvido de la pregunta por el
ser y, por tanto, a un saber aparente o falso. Pues, la escritura hace cambiar el sentido de
lo dicho y desliga, también, de la persona que lo dice. En este diálogo, este filósofo deja
establecido que lo importante es tomar en cuenta quién dice qué y de dónde viene esa
persona, esto es, cuál es su contexto cultural (Zavala, 1998, s.n.). El conflicto entre
oralidad y escritura, en Platón, es latente; no obstante, ésta última no llega a defender
por sí misma, pues permanece oculta, olvidada dado lo descontextualizada
culturalmente del sentido de sus palabras. Por el contrario, la voz viva siempre implica
un hombre dentro de un contexto cultural e histórico determinado. Por tanto, no puede
quitársele al hombre la voz, pues de esa forma el diálogo vivo estaría reemplazándose
por la escritura. De este modo, se ve en Platón el predominio por una metafísica
logocéntrica y fonócentrica en donde predomina el habla viva.